23/08/2019 Último día de la vuelta al mundo. De vuelta a casa

23/08/2019 Último día de la vuelta al mundo. De vuelta a casa

Llegaba el último día del viaje, probablemente el día más raro de todos. Las sensaciones son varias, una mezcla de emociones y sentimientos que hacen que éste sea un día de los que más se acuerda, junto, claro, con el primero. Cierta emoción por volver a casa, un cansancio por tantas cosas hechas, una relajación para saber que todo está hecho y conseguido, ya no tener que pensar en cómo ir aquí o allá,… Todo son cosas que pueden parecer simples pero que en una situación así toman una magnitud especial.

Poco antes de las 4 de la madrugada ya me estaba despertando. Aunque fui a dormir cuando todavía casi todo el mundo tenía que ir a dormir, la verdad es que apenas me desperté, de hecho sólo recuerdo medio despertarme una o dos veces e incluso ver la luz de l habitación ya apagada.

¡Pero a las 4 de la madrugada y cuando todo el mundo dormía profundamente, de repente, empezó a sonar la alarma antiincendios de la habitación! Un ruido fortísimo y estridente sonando durante unos 10 segundos que se hicieron eternos mientras todo el mundo dormía. Muchos se levantaron de repente, entre ellos yo, la chica de mi lado con la cara de reciente despertada mirando la alarma sin entender nada, todos durante los 10 segundos mirando esa luz verde intermitente y esperando a que ese ruido tan agudo y molesto parara en algún momento. Eso sí, creo que nadie se planteó salir corriendo que es lo que supuestamente deberíamos haber hecho al sonar una alarma anti-incendios… Al cabo de los 10 segundos, paró, y el silencio fue total. Nos quedamos todos mirando durante 3 o 4 segundos hasta que poco a poco todo el mundo volvió a tumbarse o cerrar los ojos a quienes no se habían llegado a levantar. Probablemente ésta sea una de las peores formas de despertarse.

Yo, entre ese ruido inesperado y que ya me estaba despertando, me resultó imposible volver a dormir. Estuve medio holgazaneando por la cama hasta las 4:30h. Durante ese rato se levantaron varias personas para ir al baño, de hecho parecía que a más de uno le costaba volver a dormir después de ese duro despertar.

Hacia las 4:40h aprovechando que salía una del lavabo, cogí el bolso con la ropa y fui a ducharme que falta me hacía, pues el día anterior no me había duchado y además había estado caminando durante horas. Así que me duché, me vestí y fui hacia el comedor ya con toda la maleta para guardar la ropa sucia del día anterior y sacar mis herramientas de la mañana, que son el portátil, el café y la taza. La cocina estaba cerrada pero había microondas en el comedor, por lo que ni siquiera necesitaría mi calentador eléctrico.

Guardé la ropa, me preparé el café, escribí el periódico, pasé los gastos del día anterior a Excel, miré correos, finanzas, etc. Tenía tiempo y sobra, pues apenas eran las 5:30h de la mañana. A pesar de esa hora, allí en el comedor ya había dos chicas. Quizás tenían el vuelo muy pronto, con tanta gente y casi todos viajeros, es normal que a todas horas y haya alguien despierto.

Estuve muy tranquilo tomándome mis cafés hasta las 6:45h que vinieron a limpiar el comedor con una aspiradora ya prepararlo todo para la hora del desayuno, que estaba incluido en el precio y, por tanto, pues el comedor se llenaba mucho. Yo seguí con mi trabajo hasta las 7:20h que empezó a llegar gente, haciendo que poco a poco aquel comedor tan grande quedara completamente lleno.

Yo quería empezar a desayunar hacia las 8:30h, pues la cocina estaba abierta hasta las 9h. Acabé de hacer las copias de seguridad y cargar tanto el portátil como el móvil, lo guardé todo, comprobé que en mi cama no había nada, y ya fui a desayunar.

Tuve que sentarte junto a más gente, pues ya no había ninguna mesa libre. Fui a la cocina y entonces entendí porqué todo el mundo desayunaba. Había todo tipo de cereales y bastante embutido, no demasiado bueno, pero sí suficiente como para ser un hostel de Dublín. Así que cogí un poco de cada cosa, salvo fruta, y fui a comer hasta sobre las 9h aproximadamente, hora en que me preparé para salir a dar la última vuelta por Dublín y del viaje.

Ya que el día anterior había visto prácticamente todos los lugares que quería ver, decidí ir a pasear un rato por Temple Bar, el barrio más auténtico de Dublín que estaba junto al hostel y era muy bonito para ver mientras se paseaba. Así que salí y hacia allá. Ese día, a diferencia del día anterior, hacía muy buen día. Las nubes del día anterior habían desaparecido e incluso ahora hacía más calor. De todas formas a la sombra seguía refrescante.

Aún era pronto por lo que en un principio no había demasiada gente por la calle, pero poco a poco el barrio se iba llenando, incluso los pubs empezaban a llenarse. Yo iba por una calle u otra aleatoriamente, al azar, sin un rumbo fijo, simplemente contemplando todo el barrio.

Por último, hacia las 10:15h llegué al famoso pub de Temple Bar. Ya tenía la espinita de tomarme una buena Guinness en Temple bar, y ahora, que ya era el último día del viaje y me podía dar algún capricho mas, creí que era el mejor momento para hacerlo y así despedirme ya de la vuelta al mundo que estaba a punto de completar.

Así que hice algo de tiempo hasta las 10:30h cuando vi que el pub se llenaba y que otros muchos ya lo estaban. De hecho eran las 10:30h pero ya había mucha gente en muchos pubs tomándose una Guinness. En Dublín parece que en vez de café tomen una cerveza Guinness para el desayuno.

Así que fui al famoso pub de Temple Bar pero esta vez no para quedarme fuera haciéndole fotos, como hace la mayoría, sino para entrar y tomarme una Guinness. Mientras estaba pidiendo, entró un grupo de casi 10 chicas, de hecho parecía un despido de soltera. Además otras parejas o grupitos también iban pedidos. Ese es un pub donde sólo se vende alcohol, así que todos los que iban entrando pedían una cerveza o un cóctel. Yo pedí una Guinness sin preguntar el precio. Me la puso y pagué los 6,90 que costaba. Aún pensé…

Esta cerveza quizá sea más cara pero sólo de verla en el vaso ya te puedes imaginar el porqué. Evidentemente no es como una Estrella Damm. De hecho, sólo la espuma ya se ve de mejor calidad. Lo que me seguía resultando un poco raro es que no fueran ni las 11 de la mañana que ese bar ya estaba lleno de gente tomándose una cerveza.

Fui a uno de los bancos que había por los laterales y que daban a las ventanas y allí, mirando cómo la gente de la calle nos hacía fotos, me tomé la Guinness, una cerveza negra y que nada tiene que ver con el 99% de cervezas que se venden en España.

Como ya se veía, incluso la espuma es buena, por no hablar de la cerveza, con mucho más cuerpo, más contundente, más sabor y evidentemente con mayor graduación. Costaba 2 o 3 veces más que una de normal en Barcelona, ​​pero es que era 3 veces mejor.

Y mientras estaba allí mirando por la ventana, sentado en uno de los mejores pubs de Irlanda y con una Guinness en la mano, pensé que en ese momento no podía estar en un sitio mejor que aquel a la vez que me’ despedía y repasaba el viaje que ya estaba terminando y que me había llevado por 7 países durante 3 meses, viaje que había salido como debía salir y sin problemas destacables.

Pero el momento culminante fue cuando subió un chico con una guitarra en la tarima del pub y empezó a tocar y cantar. Una Guinness en el mejor pub de Irlanda y con música en directo. Más irlandés imposible. La mejor forma de pasar un buen rato en el último día del viaje.

No supe si cada día había música en directo o ese día era especial, pero en cualquier caso el pub estaba completamente lleno e incluso había algún grupo que parecía celebrar algo. Cuando había entrado en el pub hacía menos de media hora estaba casi vacío y ahora ya no quedaba ninguna silla libre.

Al cabo de una hora de haber empezado, a las 11:30h, me acababa la Guinness y al cabo de unos 10 minutos más, cuando el cantautor terminaba su actuación, salía del pub para volver al hostel a buscar la maleta y hacer el checkout a no ser que me dejaran quedarme hasta más tarde, pues no tenía previsto ir a comer hasta las 13h y hasta las 19h no salía mi vuelo.

Al cabo de 5 minutos ya estaba en el hostel ya la hora de pasar la tarjeta magnética para abrir la puerta que daba acceso a las habitaciones y zonas comunes vi que ya no funcionaba. Debido a que el checkout está a las 10:30h pues ya me habían desactivado la tarjeta. Se lo dije a la chica de la recepción que me abrió la puerta para poder ir a buscar las cosas. Ya sin tarjeta para poder ir entrando y saliendo decidí arreglarme un poco y marcharme ya del hostel.

Leí las noticias un rato, me lavé la cara y las manos y un poco la maleta, di las gracias a la chica de la recepción y dejé el hostel cuando eran las 13h. Quisiera haber comido más tarde pero ya empezaba a tener hambre y sólo pensaba en el Burger King del lado del hostel y que desde el día anterior ya quería ir, así que no aguanté mas y fui a pedir la oferta de 2 por 6 €, siendo la Long Big King y la Long Texas BBQ, ambas muy buenas y bastante grandes, dejándome harto y por sólo 6€.

Hacia las 13:30h salía del Burger king y caminaba unos 10 minutos hasta llegar a la parada del bus 16 mes cercana que estaba en la misma avenida O’Connell. Allí esperé unos 10 minutos más hasta las 13:50h que llegaba el bus e iba ya hacia el aeropuerto. Me costó los 3,30€ esperados y fui a sentarme al piso de arriba, pues el bus estaba muy lleno.

Antes sin embargo, pude ver una de las cosas más extrañas del día. Una especie de bus-bar con pedales pasaba por la calle llena de hombres supuestamente celebrando algo, probablemente una despedida de solteros. Era raro pero parecía divertido.

Volvía a hacer el mismo camino que el día anterior pero ahora de vuelta, volviendo a mirar todo el rato por la ventana para ver lo máximo posible de Irlanda. Prácticamente siempre miro por la ventana cuando paso por un sitio desconocido, simplemente me gusta mirar el entorno, como son las casas, las calles, la gente, todo lo que se pueda apreciar desde una ventana a 50km/h.

Al cabo de unos 45 minutos llegábamos al aeropuerto. Yo tenía que ir a la terminal 1 pero la primera parada que hacía el bus era en la 2, donde yo ya bajé, pues según Google Maps parecía que ya estaba pero no, lo que pasaba es que ambas terminales están tan cerca una de otra que en el mapa parecía que ya estuviera. Así que una vez me di cuenta de que estaba en la T2 fui caminando los escasos 100 metros hasta la 1. Ya sabía que ambas terminales estaban muy cerca por eso no me preocupé demasiado de saber a cuál estaba bajando, y más teniendo en cuenta que todavía quedaban casi 5 horas para la salida del vuelo.

Una vez llegué a la Terminal 1, lo primero que hice, como siempre cuando tengo tiempo, fue inspeccionar toda la terminal: dónde estaban los baños, la fuente de agua, la zona de fumadores, el mejor sitio para sentarse, etc. Y la verdad que todo muy bien. Había fuente de agua bien fría, se podía fumar nada más salir por la puerta, tenía máquina de café por 1,50€ y era suficientemente pequeña, estando el control de seguridad a pocos metros de la puerta. Se podría decir que era un aeropuerto perfecto para largas esperas.

Prácticamente toda la terminal era de Ryanair, se notaba que estaba en Irlanda… Allí vi por primera vez pasajeros facturando las maletas ellos solos en unas máquinas automáticas y cintas que leían la etiqueta de la maleta y se la llevaban sin ningún trabajador al lado. Algunos ya sabían cómo iba pero otros iban muy perdidos, algo normal. Estos de Ryanair ya no saben qué hacer para bajar costes.

Y allí estuve esperando más de 3 horas entre paseos, cafés de la máquina, ir a fumar, mirar correos y, sobre todo, reflexionando sobre el viaje que ya estaba a punto de terminar, pues me quedaba muy poco por completar mi primera vuelta al mundo y todo había ido muy bien, y de hecho casi todo, según lo tenía planeado.

El vuelo estaba previsto para las 19h por lo que a las 18h fui a fumar un piti y hacia el control de seguridad que pasé sin ningún problema ni registro adicional. Eso sí, cumpliendo todas las reglas a rajatabla, incluso guardar la pasta de dientes en una bolsa hermética y transparente.

La puerta de embarque aún no estaba asignada, por lo que tuve que esperar todavía unos 10 minutos junto al control hasta que la anunciaron y fui hacia allí, pero resultó que la puerta estaba lejos, de hecho tardé casi 15 minutos en llegar y eso que iba a paso ligero porque supuestamente a las 18:30h ya embarcábamos y ya eran las 18:15h. Una terminal tan pequeña y una zona de puertas tan grande…

No lo acabé de entender pero cuando llegué ya había un montón de cola y eso que había ido tan rápido como pude en cuanto anunciaron la puerta de embarque. Quizás en el mostrador ya hacía rato que lo sabían y lo decían a quienes facturaban. En cualquier caso miré qué cola era la preferente, pues tenía embarque preferente, pero resultó que medio avión tenía embarque preferente, por lo que la cola preferente era enorme y casi menos preferente que la cola no preferente.

Frente a mí había dos mujeres de unos 55 años que debían decirle a un familiar a qué hora llegarían a Barcelona. Sabiendo la hora de salida del vuelo y el tiempo de duración es fácil saber la hora de llegada, pero en este caso en Barcelona era una hora más, y eso ya las desató. En total estuvieron unos 10 minutos para averiguar a qué hora llegaba el vuelo a Barcelona, ​​de hecho estuve a punto de explicarles cómo iba el cambio de hora y en qué hora llegaríamos. Al final más o menos lo supieron y se lo comunicaron a su familiar.

Algo que puede parecer trivial pero que después de 3 meses no lo es, es volver a escuchar tu idioma de boca de la gente que te rodea. Había pasado 3 meses básicamente escuchando el inglés y volver a escuchar el catalán no dejaba de ser una sensación extraña pero mucho más bonita y reconfortante de lo que pueda parecer. Al final, siempre acabamos echando de menos nuestra casa.

Cuando ya parecía que estaban a punto de abrir la puerta, todavía no se veía ningún avión, pero al cabo de un par de minutos llegó uno. En ese momento pensaba que simplemente venía de otra puerta, pero la sorpresa fue cuando empezaron a bajar pasajeros. Era un avión que acababa de llegar y que ni siquiera limpiarían antes de que nosotros subiéramos. Fue tan justo que incluso abrieron la puerta de embarque antes de que llegara el avión. Estos de Ryanair siempre te acaban sorprendiendo.

Cuando el último pasajero salió del avión, ya vi cómo los pasajeros que iban conmigo empezaban a subir. En aquella zona las puertas no tenían finger, por lo que había que caminar por la pista y por tanto podíamos verlo perfectamente por la ventana. Los pasajeros que bajaban y nosotros que subíamos nos cruzamos. Nunca lo había visto. This is Ryanair, pensé.

Por primera vez en todo el viaje pude embarcar sin enseñar el pasaporte. Una vez sentado procuré no tocar demasiado nada, pues no sabía cuántos meses hacía que no limpiaban ese avión…

El vuelo estaba lleno de españoles que volvían de sus vacaciones a Dublin, por lo que había muchas familias con niños. A mí me tocó sentarme en pasillo ya mi lado iba una madre que probablemente era la persona más nerviosa que había visto nunca y que además fuera la primera vez que subía a un avión, bueno, la segunda. Tenía la familia desperdigada por el avión y no paraba de levantarse y mirar. Cuando llegó el despegue, primero se persignó y después se agarró muy fuerte del asiento de enfrente, como si el avión fuera a chocar en cualquier momento. Cuando ya despegábamos empezó a respirar cada vez más fuerte y rápido. Yo ya no sabía si avisar a alguien pero poco a poco se fue calmando.

Por extraño que pueda parecer, el vuelo se retrasó un poco, llegando a Barcelona a las 22:35h. La hora prevista era a las 22:30h, y aunque pueda no parecer demasiado retraso, viniendo de Ryanair es muy raro, pues siempre llegan antes de lo previsto por el tema costes. Salvo esto el vuelo fue muy tranquilo y por fin volvía a estar en Barcelona.

Aterrizamos en la terminal 2 del aeropuerto de El Prat por lo que podía marcharse de allí en tren hasta Sants o en Aerobus hasta Plaça Catalunya. La hora era importante porque después debería tomar otro tren, ya aquellas horas ya se acababan, por lo que tenía que buscar la opción más rápida para salir de la T2 si quería llegar a casa esa misma noche.

Así que, en ese momento, lejos de relajarme por haber finalizado el viaje, tuve que correr. Para empezar, yo pensaba que no debería pasar ningún control de pasaportes, pues venía de Irlanda, pero no, tuvimos que pasar por las máquinas que validaban el DNI o el pasaporte, haciéndome perder unos minutos muy importantes.

Salí corriendo del aeropuerto pero el tren en principio salía en menos de un minuto, por lo que ya no intenté llegar a la estación. Fui directamente a buscar el Aerobus que me costaría 5,90€ a diferencia de los 2€ del tren pero con el que llegaría 30 minutos antes a casa, y lo más importante, llegaría, pues el último tren que podía tomar en casa salía a las 12 de la noche y no podía estar perdiendo el tiempo.

Cuando llegué a la parada ya había un bus y gente subiendo, pero cuando me tocó a mí, una chica que estaba en la puerta me dijo que ya no podía subir, no entendí bien porque pues parecía que el bus no estaba lleno del todo, en cualquier caso a mí, a un chico y una chica que venían detrás de mí nos dijo que esperábamos al siguiente bus que tardaría 10 minutos en llegar. Yo me retiré, pero los otros dos no. Eran ingleses, quizás irlandeses, y haciendo caso omiso totalmente subieron al bus. De hecho, cuando el chico subió las puertas ya se estaban cerrando y lo medio engancharon. Entonces, tanto la chica como el conductor ya más nerviosos les dijeron que bajaran pero ninguno de los dos hicieron ni putu caso. La verdad es que me sorprendió muchísimo la mala educación de esos dos ingleses/irlandeses, no es esa la imagen que tenemos. Al cabo de un minuto de estar allí discutiendo sin conseguir que bajaran, el chófer se marchó con ambos dentro y yo fuera. La chica que nos había dicho a los 3 que esperábamos y al ver que sólo yo le había hecho caso y me había esperado, no sabía ni cómo mirarme ni qué decirme, pues yo en un principio iba delante de los dos que habían podido subir. Le dije que no se preocupara y que yo prefería ser educado y esperar en vez de ser un mal educado y marcharme. Hay trabajos muy desagradecidos, pensé…

En cualquier caso, al cabo de 5 minutos llegó el siguiente bus, calculé si podría tomar el tren de las 23:30h para ir a casa y decidí ir en ese bus, pues seguramente llegaría al tren de las 23:30 h. Si del aeropuerto se marchaba en tren debería tomar el tren de las 12 de la noche que ya era el último y era algo arriesgado.

El trayecto en el Aerobus fue más rápido de lo que esperaba, llegando a Plaça Catalunya a las 23:20h, por lo que todavía me dio tiempo de hacer alguna foto en la plaza a modo de llegada, que ve a saber si era la primera vez que tomaba una foto en la Plaza de Catalunya. Ahora si que ya me sentía en casa, ahora sí que estaba en un sitio bien conocido, ahora sí que ya tenía la sensación de haber terminado el viaje. Aún no estaba en casa pero sí en el centro de Barcelona. La sensación en este momento es muy extraña y difícil de contar con palabras. Tienes que haber estado algunos meses fuera de casa viviendo con una intensidad absoluta todos los días para saber lo que se siente al volver al lugar donde has nacido y donde has vivido durante años.

Y ya sin prisas cogí el tren que ya me llevaría a casa y que sería el último trayecto del viaje. Ahora ya podía disfrutar de la satisfacción de haber estado solo durante 3 meses dando la vuelta al mundo pasando por 7 países, habiendo dormido en más de 20 hoteles o apartamentos diferentes y finalmente haber conseguido llegar allá donde estaba ahora, en Barcelona, ​​en casa.

Nunca sabemos de lo que somos capaces de hacer si nos lo proponemos y nos alejamos de los miedos infundados normalmente por otros. Ante cualquier imprevisto o situación difícil encontraremos siempre una solución, así somos los humanos. Si crees lo contrario es porque nunca te has encontrado o te has podido apoyar en alguien, pero te aseguro que si estás solo, podrás solucionarlo todo tú solo. Tenemos mucha más fuerza y ​​voluntad de la que nos imaginamos y la lástima es que rara vez hagamos lo que debemos hacer para poder disfrutar de esta fuerza. Yo acababa de hacerlo y ahora tenía una sensación de satisfacción difícil de explicar.

22/08/2019 Última visita del viaje: 7 hores caminando por todo Dublín

22/08/2019 Última visita del viaje: 7 hores caminando por todo Dublín

Estaba durmiendo en el avión que me llevaba hacia Dublín, cuando sobre las 2:30h de la noche alguien de la tripulación dijo algo por megafonía y ya nos medio despertó a todos. Sólo quedaba menos de una hora por el aterrizaje y ya no intenté volver a dormirme. Al menos había podido dormir un rato, a pedazos, pero en conjunto más horas de las que me esperaba. Al menos era suficiente para intentar aguantar el día y así poder ver a Dublín, pues al día siguiente ya se marchaba a casa. Al menos últimamente era capaz de dormir alguna hora en los vuelos, sobre todo en aquellos nocturnos en los que es necesario dormir para poder aguantar todo el día siguiente. En cualquier caso, en vuelos hacia el este, la noche es tan corta que resulta difícil aguantar todo el día siguiente.

Como siempre, los de Norwegian no nos dieron ni agua, así que ese día el café de la mañana debería esperar. Me limpié un poco en el baño ya esperar hasta las 3:30h, 8:30h hora local, que aterrizamos sin problemas. Bien, sólo que me pareció que la pista era muy corta porque para mí aquél fue el aterrizaje con un bloqueo de frenos más fuerte. De hecho en muy poco rato ya había casi frenado empezando a girar cuando aún iba lo suficientemente rápido, lo que me hacía pensar que la pista no daba para más.

Bajamos y al salir del avión me sorprendió muy gratamente el tema de los idiomas, pues el inglés no es la lengua originaria de Irlanda, sino el gaélico irlandés, que tiene el mismo abecedario pero una escritura completamente diferente . Todos los carteles estaban en ambos idiomas pero con el gaélico siempre por delante.

Fuimos directamente hacia el control de inmigración y por primera vez en todo el viaje entraba en la UE, por lo que ya podía pasar el control de inmigración mucho más rápido pasando tan sólo el pasaporte por el lector de una máquina , que después me haría una foto y ya me dejaría pasar. Antes de las 9 de la mañana ya estaba saliendo del aeropuerto.

En cuanto pisé la calle me quedó claro que estaba en Irlanda, pues estaba lloviznando y hacía frío, concretamente 16ºC en pleno agosto. Ya había leído por Wikitravel que aquella temperatura era normal en Irlanda, por lo que ya llevaba la chaqueta puesta. Sólo me lo puso el primer día del viaje a Oslo y ahora el penúltimo día en Dublín. También ya había leído cuál era la manera más económica para llegar al centro de Dublín desde el aeropuerto, que estaba en los buses de línea de Dublín, pues había otros que hacían menos paradas pero que costaban más, entre 7 y 9€, en cambio los públicos de Dublín costaban 3,30€ y te dejaban en el mismo sitio aunque en unos 45 minutos.

Esta vez, Google Maps y Moovit me liaron un poco ya que parecía que no tenían el número de bus a tomar actualizado. Me indicaban los buses 133 o 115 mientras que en Wikitravel decían el 16 o el 41. Gracias a que allí ya podía utilizar el 4G de mi SIM, miré la web de los buses de Dublín, y efectivamente eran el 16 y el 41 Eso sí, Moovit me fue muy bien para encontrar la parada del bus, pues estaba bastante alejada de la puerta de salida y habría sido difícil encontrarla sin Moovit. De hecho, los buses que encuentras justo delante de la salida de la terminal, son de los caros, los de línea están unos 5 minutos caminando, más adelante, casi en la terminal 1, y en una zona donde se encuentra el parking y más sitio para realizar las paradas.

Teniendo en cuenta lo cansado que estaba y el merdé de autobuses que había por todas partes, todavía encontré lo que quería bastante rápido.

Miré los carteles que anunciaban los buses en cada una de las paradas hasta que vi uno que anunciaba el 16. Por cierto, que son carteles electrónicos donde pone el tiempo que falta para el próximo bus. Realmente muy bien. Cuando lo encontré me quedé al lado esperando y en unos 5 minutos ya llegó un bus aunque acababa de ver un marcharse justo cuando yo llegaba. Todo muy bien, cosa que se agradece cuando son las 8 de la mañana, has dormido 3 horas, no has tomado un café y ni te has duchado.

Esto si, el importe del billete debe pagarse de forma exacta, o en cualquier caso, el conductor no da cambio. El billete sencillo costaba 3,30€ y yo sólo tenía 4€, así que perdería algo pero de todas formas seguía saliendo mejor que los 7€ de la siguiente opción. Pero incluso esto me salió bien, ya que delante de mí iba una pareja en la que no entendí bien que había pasado pero me pareció que el chico pagó los billetes de ambos con un bono que tenía, y la chica, sin haberse dado cuenta, también pagó el suyo. El chófer se lo dijo y entonces me dijo a mí que mi billete le pagara a la chica. Me preguntó dónde iba y me dijo 3€, seguramente para ajustarlo a lo que la chica había pagado, así que finalmente todavía me ahorré un euro.

El trayecto duró unos 40 minutos pero fue entretenido, pues enseguida ya entras en Dublín y puedes ir viendo la ciudad, primero los barrios residenciales con sus casitas unifamiliares típicas y las calles tranquilas, y más adelante, las calles empedrados y los edificios más antiguos que dan la personalidad a Dublín. Era día laborable y hora punta, por lo que además podía ver lo que tanto me gusta ver, que es la vida quotidiana en un día normal de la ciudad, con la gente en coche o transporte público yendo a trabajar o hacer lo que debieran, en cualquier caso, vivir en primera persona el estilo de vida de cada una de las ciudades visitadas.

Hacia las 9:45h llegábamos a la parada en la que Google Maps me decía que tenía que bajar, que era justo después de haber cruzado el río. De hecho el hostel estaba muy bien ubicado, en pleno centro de la ciudad y justo en uno de los bordes del río, además en la orilla norte, pues supuestamente la parte norte de la ciudad tiene más cosas que en el sur. En cualquier caso hay puentes por todas partes por lo que cruzar el río no es ningún problema. En cuanto bajé, crucé el puente de nuevo y en menos de 5 minutos ya estaba en la puerta del hostel donde tenía reservada una cama en un dormitorio mix de 25 personas!

En la recepción había bastante movimiento, se veía pues un hostel bastante famoso. Le dije a la chica que tenía la reserva, me pidió el pasaporte, lo confirmó pero me dijo que hasta las 14h la cama no estaría preparada. Ya imaginaba, así que le pregunté si podía hacer tiempo en alguna cocina o zona común del hostel. Me dijo que la cocina la abrían a las 10:30 h, en unos 30 minutos. Así que quedamos que haría tiempo por allí hasta las 10:30h y después bajaría a tomar el café que tanto necesitaba ya dejar la maleta en la sala de maletas. Dejar el equipaje, una ducha y un café era todo lo que necesitaba para dar vueltas por Dublín todo el resto del día.

Y así lo hice. Me quedé fuera media hora, viendo el mal tiempo que hacía, ya las 10:30h bajé, pues la cocina y el comedor estaban en el sótano.

La cocina era muy grande y ya había un montón de café hecho en unos termos, por lo que no tuve que sacar nada de lo mío, sólo cogí una taza y me preparé el café que me tomé en el comedor mientras miraba correos y escribía el periódico desde su móvil.

Supuestamente la maleta la podía dejar en una sala que había habilitada para tal propósito, pero yo no lo entendí y fui directamente a buscar la habitación donde dormiría, pues aunque la cama todavía no estaba preparada la chica ya me había dicho qué cama era la mía. Habitación 9, cama 11. Casualmente la habitación estaba cerca del comedor por lo que fui. Cuando entré me quedé un par de segundos medio paralizado de ver la cantidad de camas, gente y ropa que había por toda la habitación. Efectivamente estaban haciendo las camas por lo que la cantidad de cosas que había en medio del pequeño pasillo que quedaba era brutal. No podía ni andar. Busqué la cama número 11 en medio de todo aquel merdé de literas y dejé la maleta al lado saliendo de la habitación como pude y volviendo hacia el comedor acabarme el café hasta las 12 del mediodía que salí a hacer mi primera vuelta por Dublín. Pasear por primera vez en una nueva ciudad siempre es muy emocionante. No me había podido duchar pero al menos si lavado los dientes y tomado el café, algo que ya me ayudaba mucho a poder salir a tope.

Como he dicho antes, el hostel estaba muy bien ubicado, tanto que una de las visitas que quería hacer la tenía a 50 metros, que era el puente de Ha’penny. De hecho desde la puerta del hostel ya se veía, pues éste quedaba a pocos metros del río Liffey. Por cierto, el nombre de este puente se debe tanto al parecido de su forma al lado de una moneda de medio penique como al peaje (de esa misma cantidad) que se cobraba hasta el año 1.919 para cruzarlo lo. Así que me abrigué bien y caminé hasta el puente, lo crucé pasando a la zona sur de Dublín y caminé unos 5 minutos sin rumbo, disfrutando de aquellas calles medievales tan auténticas y tan bien conservadas hasta que volví a mirar en Google Maps cuál podía ser la siguiente visita.

A pocos metros estaba la estatua de Molly Malone, una estatua de bronce que representa a una pescadera ambulante que murió muy joven en medio de la calle debido a una alta fiebre. La chica caminaba por las complicadas calles del puerto de Dublín empujando una carretilla mientras gritaba: «¡Escopiñas y mejillones vivos!». De todas formas no hay pruebas de que efectivamente Molly Malone hubiera existido en el siglo XVII, tal y como dicen, ni en ninguna otra época.

La estatua es famosa porque Molly Malone es la protagonista de la canción de su mismo nombre o también conocida como Cockles and Mussels (Buchos y mejillones) o por In Dublin’s Fair City (En la Noble Ciudad de Dublín) y en irlandés Mol Ní Mhaoileoin, y que es una canción popular de Irlanda que se ha convertido en el himno no oficial de Dublín. También ha obtenido la condición de himno irlandés. Fue compuesta hacia 1880 por James Yorkston y se ha convertido en una verdadera leyenda urbana.

Cabe decir que en ese momento la estatua estaba en otro lugar, así que el fondo que yo ahora veía no era el mismo que el que se veía por Internet. Ahora está justo enfrente de una iglesia y cuando llegué ya estaba rodeada de gente. Un chico cantaba y tocaba la guitarra justo al lado y la verdad es que cantaba bastante bien. Quizás cantaba Cockels and Mussels.

Estuve unos minutos observando la estatua y esperando a que no hubiera tanta gente delante para hacer alguna foto aunque esto fue difícil, pues todo el rato había algún grupo u otro de personas mirando la estatua . Parecía más famosa de lo que pensaba. De todas formas tanta gente mirando no me gusta por lo que no tardé demasiado rato en marcharme.

Volví a mirar Google Maps y ahora tocaba ir por proximidad a Grafton Street, una calle peatonal y llena de comercios. Una de las calles con más movimiento y personalidad de Dublín, lleno de artistas ambulante, estatuas humanas al estilo Las Ramblas y pubs típicamente irlandeses. De hecho, estos pubs típicos había un montón en cualquier calle. Lo que en España son los típicos bares de barrio o tapas, allí son los pubs irlandeses, con sus puertas de madera roja y cervezas Guiness a partir de las 10 de la mañana. De hecho todo el centro de Dublín me estaba gustando mucho, pues mantenía aún ese encanto irlandés tan único y especial pero muy bien conservado. Pasear por estas calles es ver a Irlanda que siempre te habías imaginado.

Y aquí, como en las Ramblas, músicos en la calle que en muchos casos me parecen mucho mejores que otros mucho más conocidos pero con un estilo musical deplorable.

Y de ahí, aprovechando que me encontraba en uno de los extremos de Grafton Street, fui hacia el Trinity College, la Universidad más antigua de Irlanda y donde se puede entrar en el campus lleno de césped y ver los edificios tan bien conservados. Fundada por la reina Isabel I en 1.952, además de su extenso campus, impresiona por su biblioteca. La sala principal tiene unas estanterías de madera repletas de libros y manuscritos de todas las épocas aunque la joya más preciada del edificio es el Libro de Kells del siglo IX, realizado por monjes celtas y que contiene los 4 Evangelios del Nuevo Testamento . En Europa tenemos patrimonio de hace siglos en medio de las ciudades y en edificios todavía utilizados, algo que no ocurre en todas partes y de lo que creo que no somos del todo conscientes de ello.

De allí decidí ir hasta el City Hall o el Ayuntamiento de Dublín que tenía a unos 500 metros. De vez en cuando caía alguna gota pero no acababa de llover, por lo que podía ir deambulando sin problema. Cuando ya casi llegaba al City Hall, encontré una zona con lugares para sentarme en una calle con bastante movimiento por lo que decidí sentarme y comer el bocadillo que llevaba desde Toronto comprado a un 7-elevan. Eran casi las 13h y ya hacía rato que estaba despierto y que no comía, por lo que ya tenía mucha hambre. Siempre intento aguantar un poco para poder pasear más rato, pues después de comer siempre da un poco más de pereza.

El bocadillo costaba unos 4€ pero lo cierto es que era bastante completo, con más embutido de lo que parecía a simple vista. Me dejó lo suficientemente lleno como para no querer nada más pero no tanto lleno como para no querer andar mas, así que perfecto y seguir caminando en dirección al City Hall.

Al llegar entré para ver la famosa sala de estilo neoclásico que destaca por su cúpula sostenida por 12 columnas y que es bien visible desde fuera pero que por dentro es simplemente impresionante.

A pocos metros del ayuntamiento queda el castillo de Dublín, castillo que también fue residencia real, fortaleza militar y sede del Tribunal de Justicia Irlandés y desde donde los ingleses administraban Irlanda durante su ocupación. Fui hasta el patio sin llegar a entrar, pues se tenía que reservar un tour, pero si contemplándolo desde fuera que ya es interesante ver. Lástima que una parte estaba en obras y quedaba medio tapado por los andamios.

Luego caminé un rato mas, unos 15 minutos, para llegar al Temple Bar. Yo en ese momento todavía pensaba que el Temple Bar era un bar, pero no, Temple Bar es todo un barrio, y de hecho es uno de los barrios con más encanto de todo Dublín, con sus calles empedradas, estrechas, los locales y pubs más clásicos con música en directo hacen que sea una de las zonas más visitadas sobre todo hacia la noche, donde se empieza a llenar de gente toman una cerveza, Guinness por supuesto.

El pub más famoso del barrio y probablemente de todo Dublín está en una de las esquinas de ese barrio y yo pensaba que aquello era Temple Bar, por lo que yo buscaba ese pub cuando seguía las indicaciones de Google Maps. Pero Google Maps me llevó hasta el centro del barrio donde no veía ese pub, por lo que pensaba que las indicaciones de Google Maps estaban mal. Fue más tarde cuando paseando por allí, de casualidad vi el pub que buscaba, pues al final el barrio tampoco es tan grande. Lo que ocurre es que la mayoría de pubs de este barrio son únicos, con su fachada de madera, decoración única y música en directo. Más irlandés imposible.

De allí volví a cruzar el puente, por cierto, pasando casi por delante del hostel, de tan bien situado que estaba, para ir hasta O’Connell Street que es la calle principal de la ciudad. Es una de las avenidas más anchas de Europa y siempre está repleta de gente, ya sea comprando o yendo a trabajar. En la avenida hay varias estatuas importantes, entre ellas destaca la del líder nacionalista Daniel O’Connell, que da nombre a la calle. La Oficina de Correos de 1818 es otro de los lugares que merece la pena ver, aunque el monumento más famoso es The Spire, una aguja de 120 metros de altura que se ve desde toda la avenida. Al ser tan delgada parece más alta de lo que realmente es por lo que la imagen es brutal. Además se ve ya de lejos siendo lo que más destaca de toda la avenida.

Pero antes de llegar a O’Connell Street, pasé por el bar The Church, ¡un bar que está, literalmente, dentro de una iglesia!. Parte de la pared de la iglesia es del bar e incluso tiene mesas fuera, en el jardín de la iglesia a modo de terraza. Es impresionante y está lleno de gente, es decir, no es un museo, sino un bar operativo donde la gente va a comer y beber. A veces crees que ya lo has visto todo en este mundo y te encuentras cosas como ésta que te echan por tierra todos tus esquemas.

Eran las 14:30h aproximadamente cuando iba por O’Connell Street y ya hacía más de 3 que había salido del hostel. Una mañana bien aprovechada teniendo en cuenta que acababa de llegar de Toronto hacía 6 horas sin apenas haber dormido y que éste era mi 88 día de viaje alrededor del mundo.

Decidí ir al hostel un rato a tomar un café, descansar un poco y confirmar que ya tenía la cama lista. Y efectivamente, nada más entrar en la recepción, la chica me avisó para darme la tarjeta magnética que daba acceso al hostel ya explicarme dónde podía leer las normas. Fui hacia la habitación para comprobar que la maleta seguía allí y que la cama estaba hecha, y todo estaba correcto. Fui a la cocina y me tomé otro café mientras miraba algún correo y algo de finanzas. Ya llevaba 3 cafés ese día. Lo que hace tenerlo allí ya hecho y que sólo tenga que pulsar un botón para tenerlo en la taza…

Después de descansar un rato volví a salir para aprovechar el día al máximo. Hay que tener en cuenta que al día siguiente por la tarde ya se marchaba y nunca había estado en Irlanda, por lo que al menos quería ver todo lo posible de Dublín. Volví a ir hacia la estatua de Molly Malone ya que estaba a menos de 5 minutos del hostel y antes casi ni lo había visto de tanta gente que había y de lo rápido que había ido yo para marcharme. Así que volví y ahora sí que estuve unos minutos más observándola bien para poder recordarlo, pues con la visita tan fogás de la mañana incluso se me habría olvidado. Merece la pena dedicar un tiempo a grabar bien los recuerdos a nuestra memoria.

Después, y teniendo en cuenta que quería cenar sobre las 20h y todavía eran las 16h, decidí ir a la Guinness Storehouse, que es la fábrica y almacén de la cervecera Guinness, la más famosa de Irlanda. Su fábrica está bastante cerca del centro de Dublín, a menos de 2 kilómetros, por lo que decidí ir.

Eso sí, el trayecto era bastante más aburrido que pasear por el centro, pues las calles ya no eran igual de interesantes. De camino hacia allí empezó a llover con más fuerza, lo que me hizo poner la capucha y considerar si volver hacia el hostel. Por suerte, al llegar a la fábrica y después de ver un rato todo el edificio, empezó a parar o al menos parecía que no debería ir a más.

El edificio de la Guinness es antiguo, del estilo de los que hay por la zona y con ese aire industrial tan típico. Mantiene su estilo original, pero está totalmente bien conservado. Pero no parece la típica fábrica de cerveza, pues no se ven grandes depósitos antiestéticos por ninguna parte o almacenes industriales, sino un edificio que bien podría ser un edificio de apartamentos, de hecho me recordaba mucho en los edificios de apartamentos de Brooklyn . Así pues, una fábrica con mucho estilo. Incluso una de las partes parecía de estilo medieval.

Mientras volvía hacia el hostel, decidí ir hasta el mar, pues me vino a la cabeza que estaba junto al río y que a la vez estaba casi en su desembocadura, así que decidí ir a dejar la chaqueta en el hostel, pues ya no sólo había parado de llover sino que ya empezaba a tener calor por estar tanto tiempo caminando. Así que en unos 20 minutos llegué al hostel, dejé la chaqueta y seguí andando por la orilla del río en dirección al mar. En ese momento no era consciente de la excursión que me esperaba.

Mirando a Google Maps parecía poco, pero conforme iba caminando iba viendo que estaba más lejos de lo que parecía. De hecho, justo en la desembocadura del río está el puerto de Dublín, pues el crucero que se veía allí todo el rato lo veía igual de pequeño, parecía que no me acercaba. Por lo menos caminar por la orilla del río ya era bastante entretenido en sí mismo, pues había mucha gente sentada en los bancos, haciendo footing o simplemente paseando, pues en Irlanda, a la que deja de llover, la gente lo aprovecha para salir todo lo que puedan.

Conforme me iba acercando decidí que no iría a la desembocadura ya que allí sólo vería el puerto, de hecho probablemente ni siquiera se puede ver la propia desembocadura, así que decidí ir hacia la playa que hasta y todo quedaba un poco más lejos que la desembocadura, pues debía cruzar el río y pasar un poco el punto de la desembocadura para encontrar la playa más cercana.

Cuando llevaba media hora caminando por la orilla del río me di cuenta de que me costaría más de lo que pensaba e incluso consideré volver atrás, pero al haber hecho más de la mitad del camino no pude dejarlo allí. Además hacía mucho viento y por tanto ya no echaba tanto de menos la chaqueta que acababa de dejar. Cuando tocaba el sol hacía calor, pero en la sombra hacía incluso frío, en pleno agosto.

El cansancio ya se notaba y empezaba a hacerse duro. No tabique llevaba más de 5 horas caminando desde que había aterrizado proveniente de Toronto y todo ello se estaba haciendo bastante duro.

Hacia las 17h volvía a tener hambre y ya pensaba más en comer y descansar que en la playa. Quería aguantar hasta las 20h para cenar e acostarse, pero ya veía que probablemente no lo conseguiría. Así que cuando me quedaban unos 15 minutos para llegar a la playa, pasé por delante de un Spar, que en Dublín hay por todas partes, y decidí entrar a ver si había algo para merienda para comer pero sin hartarme como si fuera una cena.

Pero nada más entrar vi una zona donde hacían bocadillos muy currados. Eran muy completos y contundentes y bastante baratos. Uno de 3 pisos con pollo y embutido varia costaba 4€ y además te lo preparaban al momento con el pollo recién hecho, así que pedí uno además de comprar un croissant por 1€. Salí, me senté en una repisa de una pequeña plaza allí mismo, y empecé a comer. El bocadillo estaba realmente muy bueno, era corto pero era tan completo que prácticamente era como una cena. Eso sí, me entró como nunca, pues ya hacía horas que no comía algo tan contundente y más algo dulce como el cruasán.

Acabé bien harto y con más pereza todavía por llegar hasta la playa, pero sólo me quedaban poco más de 10 minutos para llegar y seguro que no volvería atrás. Así que seguí andando como pude adentrándome en barrios más solitarios y, de hecho, incluso me preocupaba un poco ya que llevaba casi 200€ encima. La zona no estaba mal pero había calles que se veían bastante marginales. Por suerte apenas eran las 17h.

Finalmente, sobre las 17:15, por fin llegué a la playa. Era una playa justo al lado del puerto y en una ciudad en la que incluso en pleno agosto hace frío, por lo que la playa estaba vacía, tenía unas grúas como vistas y el agua tampoco se veía excesivamente limpia, es decir , era una playa sin ningún encanto y seguramente poco utilizada. Eso sí, era el mar de Irlanda que veía por primera vez. Así pues, un nuevo mar al que añadir a la lista de visitados aunque no pensaba tocarlo.

Al cabo de 10 minutos de descansar y contemplar el mar de Irlanda, empecé el camino de regreso. Sería largo pero me ahorraría unos minutos ya que en la ida había hecho el camino un poco más largo ya que al principio quería ir hacia la desembocadura. Ahora iría más directo al hostel y por un camino por el que todavía no había ido, aprovechando así el paseo al máximo.

Ya eran las 17:30h y por tanto cada vez se veía más gente por la calle, gente que salía de trabajar o que aprovechaba para ir de compras, en cualquier caso ahora se veía un poco más la vida quotidiana de Dublín, algo que me gusta mucho ver, simplemente cómo vive la gente de la ciudad. Consideré incluso ir en bus pero ya casi que tardaría lo mismo que caminando. Eso sí, me ahorraría la caminata, pero en ese momento esto cada vez me importaba menos.

Fui casi todo el camino por una calle bastante importante aunque no dejaba de ser una calle normal fuera del centro tan bonita y única de Dublín. A pesar de la larga caminata todavía tenía algo de frío si me quedaba quieto, era alucinante el frío que hacía teniendo en cuenta que estábamos a 22 de agosto.

Indo por esa calle llegué hasta O’Connell Street, calle que ya me conocía y que daba al río aunque al otro lado de donde estaba el hostel. Cruzé el puente que ya me conocía tanto y hacia el hostel cuando apenas eran las 18:30h. Llevaba 7 horas andando pero había terminado demasiado pronto. Quisiera haber cenado a las 20h y eran las 18:30h cuando ya hacía rato que hacía la digestión.

Una vez en el hostel fui consciente de que no aguantaría demasiado rato despierto y que ya no volvería a tener hambre para cenar, así que empecé a preparar las cosas, poco, pues no había deshecho nada. Básicamente preparar la ropa para el día siguiente ya que me despertaría pronto y no quería molestar demasiado mientras todo el mundo todavía durmiera. Así que dejé la ropa a ponerme en una bolsa así como el neceser y hacia las 19:30h ya estaba mas que preparado y haciendo tiempo para intentar acostarse lo más tarde posible, o al menos aguantar lo máximo posible para tal de no despertarme a las 3 de la madrugada.

Me tumbé en mi cama en medio de aquellas otras 25 camas mas y ya no tardé demasiado en quedarme dormido, de hecho antes de las 20h ya estaba durmiendo. La verdad es que era una habitación llena de camas pero al menos éstas eran cómodas. No hacía calor y se estaba realmente bien, por lo que entre esto y lo cansado que estaba no me costó nada dormirme.

El día había valido mucho la pena y pese a ser el penúltimo día de viaje y la última ciudad en visitar la había aprovechado muchísimo, tanto como si fuera el primer día. Había caminado casi 30 kilómetros por todo Dublín y había visto más cosas de las que mucha gente ve en una semana. Había conocido por fin a Dublín y me había parecido una ciudad mucho más auténtica de lo que pensaba.

Llegaba así a la última noche del viaje, la noche siguiente ya dormiría en casa. Después de 3 meses, 7 países visitados y habiendo dormido en casi 30 camas distintas, pensar en que ésta era la última noche que pasaría fuera de casa se hacía incluso un poco raro. Estaba a punto de finalizar algo que hacía años que quería hacer y por lo que me había preparado mucho. Ahora tenía una extraña sensación de relajamiento, cierta tristeza y por lo general todo un conjunto de emociones algunas contradictorias con las demás. Me sentía muy orgulloso de haber podido hacer el viaje y al mismo tiempo me daba la sensación de que se acababa lo que tanto me había motivado en los últimos meses. Tenía ganas de volver a casa y ver a la familia pero a la vez quería volver a sentir esa emoción de conocer nuevos lugares cada día.

21/08/2019 De camino a Dublín. De vuelta a Europa y última parada de la vuelta al mundo

21/08/2019 De camino a Dublín. De vuelta a Europa y última parada de la vuelta al mundo

El despertador me sonó a las 8 de la mañana levantándome sobre las 8:15h. Ese día marchaba hacia Dublín en lo que sería mi última ciudad visitada en esta mi primera vuelta al mundo. El vuelo salía por la tarde pero a las 11 de la mañana tenía que dejar la habitación ya las 14:30h estar en la terminal de autobuses, la misma desde donde el día anterior cogí el bus hacia las cataratas del Niágara , por lo que ya sabía cómo ir.

Primero me preparé un buen y gran café, pues el día anterior no me lo había podido tomar por primera vez en todo el viaje y en mucho tiempo y ya tenía monu. Estuve escribiendo este diario, pasando gastos a Excel, comprobando las copias de seguridad y mirando cómo ir del aeropuerto de Dublín al hostel, que por cierto era un trayecto muy barato y sencillo, probablemente el más barato y sencillo de todo el viaje, pues sólo debería tomar en el mismo aeropuerto un bus de línea de Dublín por 3,30€ que ya me dejaría a 5 minutos andando del hostel.

Hacia las 10h me duché, vestir y acabar de hacer la maleta. A las 10:50h la chica de la casa me picó en la puerta para confirmar que todavía estaba allí y que ya se marchaba, ¡qué presión! Hice las fotos de la habitación ya las 11:10h me despedía de la chica e iba a la entrada de la casa a fumar un piti mientras aprovechaba los últimos minutos conectado a Internet, pues tenía tiempo y quería hacer el máximo de cosas posible antes de irse, y mas con esa buena conexión.

A las 11:30h marchaba definitivamente del patio de la casa e iba hacia la parada del bus, sin haberme recordado de planear el trayecto a Moovit por lo que debería valerme sólo de mi memoria para coger el bus y el metro que debía tomar para ir a la terminal de autobuses. De todas formas, cada vez es más habitual encontrar una red wifi abierta en los aeropuertos aparte de que en principio en Dublín ya podría utilizar el 4G con la tarifa española. Esto sí que sería una gran comodidad.

Al subir al bus le pregunté bien al chófer cómo debía hacer el transbordo en el metro, pues el día anterior tuve que pagar el billete por no saber cómo hacer el transbordo con el billete del bus. Él me dijo que con ese billete de papel que daban ya era suficiente para hacer el transbordo, billete de papel igual al que había tenido el día anterior y con el que no pude. En cualquier caso me dijo que con aquél ya podía y me senté.

Entre mi memoria y Google Maps no tuve problema en bajar a la parada correspondiente, la que quedaba más cerca de la estación de metro de Finch West y que era la que me iba mejor para ir directamente al centro de Toronto. Por cierto, durante el trayecto vi cómo un señor no pagaba el billete, algo que no me esperaba en Toronto. Puede subirse por las puertas traseras, pues hay una máquina para leer los billetes, pero el señor hizo ver que lo pasaba pero no, de hecho no lo hizo ni en el lado de la puerta donde estaba la máquina.

Una vez en la estación de metro de Finch West tuve el mismo problema que la primera vez, no sabía cómo utilizar ese billete de papel del bus para pasar las puertas automáticas de la estación de metro. Además, como el otro día, no había empleado. Pero ese día tenía tiempo por lo que miré bien todas las opciones de las máquinas y esperé un rato, cuando al fin, al cabo de unos 10 minutos, apareció una empleada. Le pregunté y me dijo que sí, que sólo tenía que ir por la puerta automática más cercana a la taquilla. Fui y, sorprendida, la puerta se abría con sólo acercarse, por lo que ya podría haber entrado. Mira si se fían de la gente, que dejan una puerta automática que se abre sólo acercándose a ella y sin ningún empleado vigilante. En fin, en cualquier caso había podido realizar el transbordo correctamente sin tener que volver a pagar.

Bajé al cabo de unos 30 minutos en la estación de St. Patrick, la misma a la que había subido el día anterior para volver al apartamento, por lo que ya me conocía la zona. Primero fui al 7-eleven donde ya había ido también la noche anterior a comprar unos sándwiches de pollo y un bocadillo de embutidos varios por $11,29 (9€). Luego fui al Circle que estaba a 5 minutos de allí. y compré un par de hotdogs por $3,15, muy buen precio teniendo en cuenta la zona. Después ya fui hacia la terminal donde llegué hacia las 13h, pues había sido una hora larga de camino hasta allí más ir de compras al 7-eleven y al Circle.

Allí mismo en la terminal de autobuses me comí los dos hotdogs y el medio bocadillo que me había sobrado de la noche anterior. Con esto ya comí y me quedé esperando allí conectado a la red de la terminal hasta las 14:15h que empezamos a subir al bus. Por cierto, que fuera la terminal, donde me estaba fumando un piti, otro chico se estaba fumando un buen puerro de marihuana. No dejaba de sorprenderme la cantidad de gente que fumaba marihuana por cualquier sitio de la ciudad y el olor que se notaba por todas partes. Por alguien que no está acostumbrado se hace realmente muy raro.

Y muy puntual a las 14:30h, empezábamos el camino hacia el aeropuerto de Hamilton. Bus medio vacío por lo tan un trayecto tranquilo y cómodo. Empezaba el camino hacia el último país a visitar, Irlanda, y que marcaría el final de esta vuelta al mundo. Hasta entonces había podido llegar a todas partes donde tenía planeado y no perderme una sola vez, y todo apuntaba a que todo el viaje sería así. Perfecto.

A las 16:15h llegábamos al aeropuerto de Hamilton, uno de los más pequeños que he visto nunca, y de hecho probablemente el aeropuerto internacional más pequeño que he visto nunca. Sólo tenía 5 o 6 mostradores, un vestíbulo pequeñísimo y dos puertas de embarque. Bien, realmente eran 4 pero cada puerta tenía dos filas, por lo que de puertas reales sólo eran dos. Además, las puertas no daban al lado del avión, sino que daban a un mismo sitio y de allí se tenía que ir andando un buen trecho por medio de la pista hasta llegar al avión.

Y ahí, conectado a la red wifi del aeropuerto, leyendo noticias, mirando correos y contestando a Whatsapp’s mientras esperaba. Fuera hacía aún más calor que en Toronto, aquí parecía que el sol ardía aún más.

Fui a hacer el check-in, como siempre en el mostrador, pues por Internet no me dejaba y allí no había máquinas. De todas formas, Norwegian normalmente obliga a hacer el check-in en el mostrador para pesarte las maletas de cabina y comprobar que no superan los 10 kilos máximos permitidos. Y efectivamente, me pesaron las maletas y efectivamente pesaban más de 10 kilos, concretamente 11,30. Y también como siempre me dijeron que no ocurría nada. Bien, de hecho en este caso me preguntaron si llevaba una chaqueta, pues se trata de ropa que pesa y que normalmente se lleva encima sin computar en el peso total.

Y sobre las 18h fui a fumar el último piti antes de embarcar y ya hacia el control de seguridad, que fue muy rápido porque todo era muy pequeño y había muy poca gente. Como ya era costumbre, y de hecho, como siempre en este viaje, pasé el control sin registro adicional alguno, y eso que todo el equipaje lo llevaba en cabina. La verdad es que se agradece, no tanto por el tiempo que se pierde, sino por lo deshecho que queda después la maleta y lo que me cuesta rehacerla.

Finalmente fui hacia la sala de embarques, y digo sala porque era literalmente una sala con dos puertas que daban directamente a las pistas. Nada más cruzar aquellas puertas debía andar por las señalizaciones adecuadas para llegar a cada uno de los aviones que había esparcidos por allí.

Pero el vuelo se retrasó. A las 19:45h, hora prevista de salida, todavía no habíamos ni embarcado. Además en la sala de embarque hacía un frío horrible. Con el calor que echaba y el frío que hacía dentro, cuánta incongruencia y cuánto gasto energético para pasar frío…

Finalmente, hacia las 20:10h empezamos a embarcar despegando hacia las 20:30h, casi una hora de retraso pero todavía lo suficientemente rápido teniendo en cuenta lo parado que se via todo. En cualquier caso ya era mi penúltimo avión del viaje y ya no le daba ninguna importancia, y más después de constatar que es mucho mejor eso que una cancelación. Además tampoco tenía ninguna prisa, pues la hora prevista de llegada a Dublín era a las 7:30h de la mañana siguiente, demasiado pronto para ir a hacer el check-in al hostel que tenía reservado y para intentar dormir, por lo que de hecho el retraso todavía me iba bien, pues tarde o temprano debería esperar más en algún sitio.

Esta vez me tocó en pasillo, bueno, de hecho la chica que me imprimió la tarjeta de embarque me preguntó si prefería ventana o pasillo. Le dije pasillo y efectivamente. No recordaba ninguna ocasión en la que en una low-cost me hubieran preguntado qué prefería. Así que ya sentado en el asiento 22C nos preparábamos para ir hacia Irlanda. Me tocó junto a una pareja canadiense de esos que se ven muy educados y discretos. De hecho la chica ni bajó el apoyabrazos para no molestar, algo que acabé haciendo yo.

Al cabo de unos 45 minutos del despegue me comí los sandwiches que había comprado en el 7-eleven y los Doritos que todavía tenía de México y que me había comprado Emma. Y después a intentar dormir el máximo de horas posibles de las 7 que duraba el vuelo. Y de hecho, un poco pude dormir, algo que hasta no hacía demasiado era poco habitual pero que cada vez me costaba menos hacer, sobre todo estos días que llevaba tanto cansancio acumulado y algunas noches sin poder dormir 8 horas. Fuera lo que fuera, para mí poder dormir en un avión era una experiencia bastante nueva e inusual, y lo cierto es que era de agradecer.

Una vez mas, y ya eran 6 en este viaje, dejaba un país atrás habiendo vivido experiencias únicas y superado todos los obstáculos, la mayoría pequeños, que me había ido encontrando, algo que llena y ayuda al crecimiento personal de cada uno. Una visita rápida y fugaz a Canadá pero a la vez muy intensa y especial. Parece mentira todo lo que se puede llegar a hacer en tan sólo dos días.

Sólo quedaba un país, una ciudad, un día para finalizar esta mi primera vuelta al mundo de 3 meses que empezaba y terminaba en Barcelona. 3 meses visitando 7 países completamente diferentes uno del otro, conociendo culturas y personas absolutamente diferentes a lo que conocía hasta ahora y que me habían permitido abrir la mente y derribarme unos cuantos prejuicios de los pocos que intento tener. El viaje llegaba a su final y todavía me costaba creer que lo hubiera conseguido con tan pocos obstáculos. Estaba a punto de finalizar lo que sería una de las mejores experiencias de mi vida.

20/08/2019 A los pies de las Cascadas del Niágara

20/08/2019 A los pies de las Cascadas del Niágara

Llegaba el día de uno de los platos fuertes del viaje y el motivo por el que había ido hasta Toronto. Bien, cabe decir que haciendo esta escala, el precio total de los vuelos era más barato que un directo hasta Barcelona, por lo que ya aproveché para ir a ver lo que me había quedado con ganas de ver en el viaje anterior cuando estuve en Nueva York, las cataratas del Niágara.

Había podido reservar el trayecto de ida y vuelta de Toronto a Niágara con la compañía Megabus por $2, pues lo reservé con 3 meses de antelación y pude conseguir esta oferta. El precio normal era de $32. El bus salía a las 10:30h desde la Toronto Coach Terminal que me quedaba a casi una hora y media del apartamento cogiendo bus y metro.

Me desperté a la 1 de la noche después de dormir casi 11 horas de un tirón, pues el día anterior había ido a dormir a las 14h para llevar dos días durmiendo poco y caminando mucho. Sin embargo notaba que aún podría haber dormido un rato más. En cualquier caso no estaba nada mal por ser la primera noche que pasaba en aquella habitación, señal evidente de que era muy cómoda.

Al contrario de lo que me pasa siempre cuando me despierto, ese día ya tenía hambre, pues hacía 24 horas que no comía nada consistente y que además esto consistente había sido un sándwich, así que compré una barra de cereales de las que había en la habitación y que venían por $1. Después quise tomarme un café de la bolsa que había comprado en México para tener café el resto del viaje y que pensaba que era soluble, pero no, sólo estaba molido, por lo que me quedé sin poder tomar un café con lo que me cuesta a mí esto. De hecho era el primer día en todo el viaje y en mucho tiempo, quizás años, que no me tomaba el café de la mañana. Bien, madrugada en este caso, pero en cualquier caso el primer café del día.

Quizás en la cocina habría encontrado una cafetera donde poder moler el café pero teniendo en cuenta la hora que era no quise arriesgarme a despertar a alguien y ser el más maleducado de los ostas. Pero fue duro, muy duro…

Hacia las dos de la noche llegaron una pareja que dormía en una de las habitaciones de al lado y no tuvieron ningún problema en ducharse pese al silencio que ya había en la casa. Diez el ruido que hicieron. Y yo preocupado por no hacer ruido con una cafetera.

Estuve mirando cómo llegar hasta la terminal desde donde salía el bus hacia Niágara pero seguía notando que aún tenía sueño y mes sin haber tomado ningún café, así que, casi a las 4 de la madrugada me tumbé en el cama y me quedé dormido enseguida hasta las 5:30h que me puso el despertador. Si no lo hubiera puesto todavía podría haber dormido mas y eso que ya había dormido un total de 12 horas.

Cuando me desperté ya no tuve que preparar café, ni mirar correos, ni preparar rutas ni nada, por lo que sólo tuve que ducharme y preparar la mochila ya las 6:30h ya estaba lista para salir, pues quería tener tiempo de dar alguna vuelta por Toronto antes de ir hacia Niágara ya que no tendría más tiempo, pues en Niágara me pasaría todo el día y al día siguiente ya me marchaba hacia Dublin.

Nada más salir de la casa y justo allá delante, vi un par de ardillas persiguiéndose y subiendo por los árboles. Supongo que los ciudadanos de Toronto están más que acostumbrados e incluso, quizás un poco hartos, pero a mí ver ardillas me sorprendía mucho por venir de un lugar donde sólo puedes ver alguno si te alejas mucho de la ciudad, por lo que verlos corriendo por medio de Toronto no dejaba de sorprenderme.

El centro de la ciudad quedaba muy lejos, a unos 15 kilómetros del apartamento, pero por suerte sólo tenía que tomar un bus que tenía una parada a 3 minutos andando del apartamento y después un metro que ya me dejaría en el centro de la ciudad. En total tardaría poco más de una hora. Así que fui a la parada a esperar el bus 36 que pasó al cabo de unos 5 minutos. $3,25, 16 paradas y casi 30 minutos después bajaba a la parada de Romfield para andar 5 minutos hasta la parada Finch West del subway o metro como lo conocemos.

Algo que me sorprendió de los buses de Toronto, y supongo que de todo Canadá, es que también se puede entrar por la puerta de atrás y pasar la tarjeta, si ya la tienes, por el lector. No sé si el conductor controla demasiado pero yo vi como un señor que subió por la puerta de atrás hacía ver que pasaba la tarjeta por el lector pero realmente no la pasó y se sentó tan tranquilo. Supongo que en Canadá estos casos son una minoría y por eso está permitido, en otros lugares como en España seguramente se colarían varios meses. Por lo demás el bus era bastante nuevo, estaba muy limpio y en general los pasajeros estaban en silencio.

En principio no tenía que pagar el billete de metro ya que se podía hacer transbordo desde el bus sin pagar mas. El problema era que no sabía cómo iba ni qué hacer para convalidar el billete de bus en el metro.

El billete del bus era de papel pero en el subway debía pasarse una tarjeta por los lectores de las puertas automáticas. Intenté inútilmente pasar el billete de papel del bus por el lector pero evidentemente no lo leía. Miré si había algún empleado y nada, ni empleados ni casi pasajeros. Entonces pensé que quizá en el bus debería haber avisado de que quería hacer el transbordo en el subway y que el chófer debería haberme dado una tarjeta. No estaba seguro pero era muy probable, así que me resigné y volví a pagar $3,25 por un billete nuevo. Ésta es una de esas novatadas que pagas cuando eres por primera vez en una ciudad.

Esperé unos 5 minutos en el andén de la línea 1 en dirección downtown hasta que llegó el metro y bajé al cabo de 16 paradas y unos 40 minutos en la estación de Queen, que era 3 paradas antes de la más cercana a la terminal de autobuses donde debía ir pero así podría ver un poco la zona más cercana al lago Ontario, lago que desde tierra parece un mar de tan grande que es. Es curioso ver playas en una ciudad tan lejana del mar.

La ciudad, evidentemente, tiene bastante tráfico pero sin ser abrumadora y sobre todo se respira una muy buena educación general, también de todos los conductores. Los peatones no gritan y no corren y los coches no pitan, no avanzan de cualquier manera e incluso te dejan pasar aunque estés cruzando fuera del paso de peatones en una calle tipo calle Aragó de Barcelona. Tampoco se ve un colapso de coches como en otras ciudades. No sé, pero parece que se fomenta el uso de otros medios de transporte. Por lo general, Toronto me dio una buena primera impresión.

Pero no llevaba ni 5 minutos andando que ya pensé en comer. De hecho ya hacía horas que debería haber comido un buen bocadillo y el hecho de empezar a andar y ver tiendas de comida hizo que pensara aún más. Lo primero que me vino a la cabeza fue buscar a un 7-eleven como a tantos otros países y que son unos auténticos salvavidas del viajero. Pensaba en comprar un sándwich y comérmelo mientras caminaba por Toronto en dirección al lago Ontario, así que busqué 7-elevens en Google Maps y como era de esperar había uno a tan sólo 400 metros de donde era. Fui directamente y compré un bocadillo de jamón y queso, un bote de Nescafé y una caja de cookies grandes de chocolate, todo por $13,50, unos 10€. Evidentemente unos precios superiores a los de México pero bastante más baratos de lo que pensaba. El dólar canadiense estaba bastante devaluado frente al euro y eso se notaba mucho. En cualquier caso lo importante era que ya tenía mi café favorito y ya no volvería a pasar un solo día sin el café de la mañana.

Y ya mientras me comía el bocadillo fui hacia la calle Yonge Street. Esta es la considerada calle más larga del mundo con nada menos que 56 kilómetros de principio a fin! Evidentemente no tenía la intención de recorrerlo todo sino simplemente verlo y cruzarlo, de hecho sólo lo crucé para llegar a un pequeño puerto que había al otro lado y en el que ya se veía el lago Ontario y las islas de Toronto. La verdad es que es muy curioso todo, pues Toronto parece una ciudad con mar pero no, es un lago, eso sí, tan grande que tiene manzanas e incluso permite que Toronto tenga playas. Alucinante.

Después de pasear un rato por el muelle empecé a andar por una calle en dirección norte para ir hacia la terminal de autobuses desde donde salían hacia Niágara. Desde donde estaban unos 45 minutos de camino que aprovecharía para ver el ambiente de la ciudad. No tenía demasiado más tiempo de hacer nada mas pero de todas formas tampoco quería cansarme demasiado ya que tenía que reservar las fuerzas por lo que faltaba de día que sería bastante duro.

Simplemente pasear por Toronto es ya una experiencia en sí misma, pues la buena educación de la gente y el multiculturalismo de la ciudad son excepcionales. Ningún coche pita, todos dejan pasar, los pasos de peatones siempre son respetados, la gente no llama y de cada dos personas que ves una no es de origen canadiense pero todos conviven en perfecta armonía y respeto. Y ah sí, lo que más me sorprendió es que se puede fumar marihuana por la calle. Lo primero que vi fue el día anterior de camino al apartamento y pensaba que era alguien que lo hacía de estrangios. Pero ese día ya podía ver uno cada 5 minutos, incluso trabajadores frente a su oficina como quien se fuma un pite. Está totalmente aceptado. Incluso en esto se demuestra el respeto y la tolerancia de la sociedad canadiense. Un país ejemplar en muchos aspectos.

Hacia las 9:30h llegaba a la terminal de autobuses. El bus hacia Niágara salía a las 10:30h por lo que todavía tenía una hora de tiempo. Había wifi gratuito en toda la terminal y sillas bien cómodas, así que me esperé allá mientras miraba correos y me comía alguna cookie. Estaban realmente muy buenas esas cookies y eran muy baratas teniendo en cuenta los precios de Canadá.

Estuve enviando algunos Whatsapp’s y leyendo noticias hasta las 10 que fui a la taquilla a preguntar desde dónde saldría el bus que había reservado, pues había unos 10 andenes. Enseñé el billete, la chica lo confirmó y me dijo que en la parada 3 donde ya estaba el bus y bastante gente esperando. Fui y me puse en la cola. Quedaban todavía 30 minutos pero muchos de los pasajeros ya hacía rato que esperaban de pie frente al autobús.

Hacia las 10:15h empezamos a subir ya las 10:30h marchábamos puntualmente hacia Niágara. Ya estaba de camino a las cataratas más famosas del mundo donde llegaríamos al cabo de dos horas.

En el bus también había wifi gratuito por lo que todo el trayecto se me hizo bastante corto.

A mitad del camino pasábamos por el puente que cruza el lago Ontario ya casi en su final pero que permite acortar un tramo del trayecto. Es un pase ver en uno de los lados del puente una inmensidad de agua como si del mar se tratara. Desde ese puente no se veía ninguna isla ni ningún final, sólo agua hasta el horizonte.

Al cabo de las dos horas estipuladas llegábamos al pueblo de Niágara, una aldea muy pequeña y casi fantasma que tiene como único objetivo hacer el transbordo de los buses de larga distancia a los buses locales que acababan de recorrer los 3 kilómetros hasta las cataratas . Yo, como otros muchos, hice esos 3 kilómetros andando. Todo el camino es por la orilla del río Niágara en territorio canadiense pero viendo todo el rato los EE.UU. que quedan justo al otro lado del río. Es un río bastante espectacular por lo escarpados que son sus laterales haciendo que el río quede hundido unos 20 metros. Al menos en ese tramo, era más bien estrecho cosa que hacía que el agua bajara con más fuerza. De hecho, parecía un lugar perfecto para hacer rafting. Los laterales del río están completamente cubiertos de vegetación que unido con lo escarpado del terreno y la fuerza del río lo convierten en una muy buena frontera natural realmente difícil de cruzarla.

El calor era muy intenso y se notaba que el sol ardía. A diferencia de otros lugares, aquí al menos no se notaba tanta humedad por lo que en la sombra estaba bien. En cualquier caso buena parte del camino hasta las cataratas estaba en pleno sol por lo que más vale llevar una botella de agua. Parece mentira como una latitud tan alta como la de Toronto o Niágara puede llegar a hacer tanto calor.

Al cabo de unos 30 minutos andando por el lado del río llegaba al puente más importante que le cruza y da de paso fronterizo para entrar en EEUU. Y allí, sin esperármelo, ya vi la primera cascada, pues está justo al lado de ese puente. Es la más pequeña de las 3 cascadas que hay y está en el lado de EE.UU., pero de todos modos es enorme y el hecho de que quede en el lado de EE.UU. hace que desde el lado canadiense se vea perfectamente y en todo su esplendor . Por fin veía ese espectáculo natural en primera persona ya escasos metros de distancia.

No tenía ni idea de cómo era la zona ni de cómo debían verse las cataratas, por lo que el hecho de poder ver la primera de aquella manera y sin apartarme del camino me sorprendió mucho. Me quedé allí frente a maravillado sin imaginarme que aquello no era nada comparado con lo que me quedaba por ver.

Justo delante de esta primera cascada junto al paso fronterizo y en el lado canadiense, es decir, dónde estaba yo en ese momento, está el pueblo Niagara on the Lake, un pueblo que es como unas Vegas en pequeño. Un pueblo que sólo tiene hoteles y casinos. Y este pueblo es de hecho lo primero que encuentras cuando entras en Canadá por el puente desde EEUU. Y como todos los pueblos tan cerca de una frontera, no es como es por casualidad, pues las leyes sobre el juego canadiense son más laxas que las de EEUU por lo que muchos creen la frontera para ir a jugar a este pueblo.

Seguí caminando sobrepasando la primera cascada que quedaba a mi izquierda y al cabo de 2 minutos ya vi a unos 200 metros las otras dos cascadas, las más grandes.

Por el camino hay varios miradores aunque lo mejor es el último. A mí cualquiera de esos primeros miradores ya me alucinaban sin saber que aún quedaba lo mejor. Ya se escuchaba el fuerte ruido del agua cayendo de las cataratas más grandes y eso que al menos estaba a 150 metros de distancia y pasaban coches por la carretera. Tenía casi frente a la primera cascada ya la vista las otras dos, así que seguí caminando ya con la vista fijada en las cataratas y sin detenerme, pues la emoción ya era demasiado fuerte y tenía muchas ganas de llegar el mes a cerca posible de ese espectáculo.

Pero antes de llegar al punto de la cascada se pasa por la zona de las atracciones turísticas, entre ellas el barco que te lleva hasta escasos 10 metros de la mayor caída de la cascada. Por eso no llegué al mejor mirador, el Table Rock, hasta más tarde, pues el barco era la única actividad que quería hacer seguro. Me parecía algo necesario para poder apreciar bien la magnitud de las cataratas. Así que cuando encontré las taquillas del barco después de preguntar a información ya fui directo sin preguntar el precio. Da igual, costara lo que costara era una experiencia que debía vivir. De hecho, en estas cosas nunca miro el precio, son cosas que valen demasiado la pena vivir y recordar como para decidirlas en función del precio.

El precio final era de $29,30, pues aunque en el cartel ponía $25,95, los precios nunca tienen el IVA incluido. Ésta es una de las diferencias que tenemos con Europa y que tanto agradezco a las autoridades europeas ya que obligaron por ley a que todos los precios mostrados fueran ya el precio final.

Inmediatamente después ya fui hacia el barco. Había mucha gente haciendo cola pero iba muy rápido, pues había más de un barco, al menos 2, y en cada uno entraban decenas de personas. Yo llevaba un impermeable ya que había leído por Internet que te mojabas mucho, pero antes de subir al barco nos dieron uno a cada uno, por lo que entiendo que esto de darlo es bastante reciente y supongo que empezaron a hacerlo después de algunas quejas de clientes que salían con el móvil y las cámaras empapadas de agua.

Primero se debe bajar en ascensor ya que, antes de las cataratas el río queda a pie de calle, pero después de las cataratas el río queda a más de 50 metros por debajo de la calle, así que antes de llegar al barco debe hacer una buena bajada hasta llegar al nivel del río.

Tuve suerte, de hecho mucha suerte, y fui de los primeros en subir al barco, por lo que me pude colocar casi en primera fila de la proa del barco, el mejor sitio para ver de cerca las cataratas. De todas formas siempre está la típica lista que aprovechando que tiene un hijo de 10 años le dice que se coloque en primera fila a pesar de haber llegado después y ella se coloca detrás. En fin, listos hay en todas partes.

Cuando se llenó el barco, en unos 5 minutos, arrancó y fuimos directamente a las cataratas más grandes ya las que aún no había llegado aunque ya las había visto de lejos, pues estábamos a unos 50 o 100 metros. La más pequeña quedaba ya detrás y era la que ya había visto de cerca.

Conforme nos íbamos acercando el ruido que hacía el agua era cada vez más fuerte hasta el punto de que llegaba a ser ensordecedor. Las cataratas se veían cada vez más altas y el agua salpicada, a pesar de estar todavía a unas decenas de metros, ya nos mojaba. Incluso se veía el arco iris de tanta agua que quedaba en suspensión.

Y finalmente, hasta llegar a escasos 10 metros de la caída, todo se veía blanco de tanta agua que se expulsaba, el ruido era brutal, el agua sobre el barco era como si fueran olas gigantes, como si nos echaran cientos de litros de agua por la cabeza. Llegó un punto que ni siquiera veíamos las cataratas de la cantidad de agua que caía sobre el barco y que hacía que simplemente lo viéramos todo blanco. Esto sumado al ruido tan fuerte, realmente daba incluso miedo, al menos un respeto enorme y confianza total en que el piloto del barco sabía bien lo que hacía y hasta dónde se podía acercar, pues por momentos parecía que estábamos justo bajo la caída de agua. Fue una de las experiencias más inolvidables de mi vida, aunque ya llevaba unas cuantas, pero ésta por ser absolutamente nueva y diferente.

Estuvimos allí frente a parados sintiendo la presión de la columna de agua unos 4 o 5 minutos del que la mitad me los pasé grabando y la otra mitad observando, pues también debemos disfrutar de estos espectáculos sin una cámara delante. Mientras todo el mundo gritaba yo me quedaba embobado ante aquella monstruosidad de cascada. Hay que tener en cuenta que tiene unos 60 metros de alto y más de 100 de ancho, por lo que caen toneladas de agua por segundo.

Al cabo de estos 5 minutos el piloto dio media vuelta e hizo el trayecto hacia atrás recorriendo toda la cascada, ya que esta tiene forma de herradura, y hasta llegar a la primera y más pequeña cascada, más allá del muelle, todo y que de pequeña no tiene nada. Ésta es la que ya había visto desde los diferentes miradores que hay hasta llegar a la zona donde se concentran la mayoría de atracciones turísticas. El barco llega hasta casi debajo del puente que cruza en EEUU y ya vuelve hacia el muelle. La duración total del trayecto es de unos 20 o 25 minutos que son muy intensos. Y aunque parezca poco, es más que suficiente, pues más rato ya no se aguantaría debido al remojón, el ruido e incluso la presión que se siente tan cerca de la caída del agua. Se podría decir que el mero hecho de acercarse a ella para mirar ya cansa físicamente.

Después de esta impresionante actividad seguí río arriba para llegar hasta el considerado mejor mirador del lado canadiense, el mirador de Table Rock. Y efectivamente es el mejor, pues está justo a uno de los lado de la cascada más grande, por lo que tienes la caída de agua literalmente junto a la mano, de hecho el río toca la pared del mirador, pared que no tiene ni dos palmos de ancho. No imaginaba que así fuera, poder ver el inicio de la cascada a, literalmente, 30 centímetros de distancia. Lo cierto es que esto no me lo esperaba y realmente me emocionó mucho. Pensaba que habría alguna distancia de seguridad con las cataratas y el río pero no, la cascada puede tocarse con la mano. Es una pasada.

Este mirador es muy largo, de hecho podría decirse que desde la zona de las atracciones hasta la cascada, a unos 200 metros, todo es mirador, que va siendo cada vez más espectacular conforme te vas acercando a la cascada hasta llegar al punto culminando cuando te encuentras con que tienes la cascada a tocar. Eran casi las 15h cuando llegaba al mirador y estuve allí una hora, pues era difícil cansarse de ver aquel espectáculo de tan cerca.

Después de pasearme varias veces por todo a lo largo del mirador, descansé unos 10 minutos, pues ya llevaba casi 4 horas de pie y casi todo el rato andando. Me senté en unos bancos que quedaban a unos 15 metros de la mayor caída de la cascada y todavía me llegaban las chispas de agua expulsadas por la cascada y que ayudaban a refrescar un poco el ambiente. de hecho se notaba cómo allá al lado la temperatura era un poco más baja.

Hay un par de restaurantes y varios puestos ambulante de perritos calientes y otras cosas, aunque los precios, como es de suponer, son bastante caros. Mucha gente almorzaba allí o iba al pueblo que quedaba a 100 metros y donde había más restaurantes y sobre todo casinos. Yo evidentemente no me gasté 7€ en un perrito sino que ya había comido un poco antes y comería un poco más después, todo ello vigilando de no llenarme demasiado y quedarme dormido a medio camino, pues todavía tenía que volver al pueblo de Niágara desde donde saldría el bus, a 3 kilómetros y medio de donde estaba.

Así pues, hacia las 16:30h empecé a echar de nuevo hacia el pueblo de Niágara donde tenía que coger el bus a las 19h. En ese momento aún no lo sabía pero acabaría viendo el remolio del río que se encuentra en un meandro a unos 4 kilómetros de las cataratas y ya pasado el pueblo de Niágara. En ese momento todavía no lo sabía porque pensaba que estaba aún más arriba de las cataratas, pero no, estaba más abajo, de hecho antes llegaría al pueblo que al remolino.

Fue cuando ya caminaba hacia el pueblo cuando pensé, miré a Google Maps y vi que el remolino estaba en la dirección a la que tenía que ir, a un kilómetro y medio pasado el pueblo, por lo que ahora caminaría los 3 kilómetros hasta el pueblo más ese kilómetro y medio hasta el remolino. Más de una hora caminando desde las cataratas y teniendo en cuenta el cansancio que ya llevaba encima. No está mal.

Antes pero entré un poco en el pueblo Niágara on the Lake, que es lo que hay junto a las cataratas y que parece las Vegas, para ver un poco cómo era. Pero para entrar había que subir una calle de unos 200 metros de largo y una pendiente continuada de al menos el 15%, por lo que cuando llegué al final estaba tan cansado que ya no tuve ganas de pasearlo más, y más aún pensando que todavía me quedaban los más de 3 kilómetros hasta llegar al bus o los casi 5 hasta el remolino. Encontré una fuente donde aproveché para beber unos 3 litros de agua de un tirón, llenar la botella que llevaba y sentarme un rato en un banco que había allí al lado ya la sombra.

Descancé unos minutos y volví atrás calle abajo para empezar el camino de regreso con la intención de llegar hasta el remolino. El calor seguía siendo muy intenso y ahora ya no tenía la fuerza de las cataratas para apaciguarlo un poco. Ahora ya estaba muy cansado y ya no tenía la emoción de la mañana para ver las cataratas, por lo que el camino de vuelta se hizo mucho más duro que el de la ida.

Hacia las 17:20h llegaba a Niágara desde donde cogería el bus para volver a Toronto pero en este caso seguí caminando un kilómetro más río abajo hasta llegar al remolino hacia las 17:40h. Aparte del remolino también se encuentra el conocido teleférico construido por un arquitecto español, de hecho en Google Maps aparece como Spanih AeroCar, y que cruza el río Niágara justo por encima del remolino.

A simple vista el remolino no era tanto como esperaba. Si que hace gracia, pues se da en un meandro muy marcado y que se ve perfectamente, pero el remolino en sí no se ve demasiado grande. Pero eso es lo que se ve, porque realmente ese remolino mueve en un segundo tanta agua como hay en una piscina olímpica. Por lo que se ve éste es uno de los remolinos más fuertes y con más agua del mundo. Que desde la superficie sólo se vea algo de agua dando vueltas sin representar ningún peligro no significa que la cantidad de agua que se está moviendo por debajo sea enorme. De hecho justo cuando estaba mirando el remolino pasó un barco justo por su lado de tal modo que pudiera seguir río abajo sin ser desviado por el remolino.

Estuve unos 10 minutos observando el paisaje hasta que volví hacia la terminal de autobuses donde llegué al cabo de casi media hora más, hacia las 18:15h y después de llevar andando bien 5 horas. Por el camino vi otro puente que daba de paso fronterizo y poco más. La verdad es que toda esa zona está bastante desierta sólo con algún hotel y el pueblo fantasma de Niágara. Allí esperé conectado al wifi de la terminal, mucho más pequeña que la de Toronto, y aprovechando que había una fuente con agua bien fría pues ya me había terminado los 2 litros de agua que llevaba. Había hecho mucho calor todo el día y tanto andar hacía que no pudiera parar de ver agua, de todos modos no sudaba tanto como en otros lugares supongo que debido a que el clima es más seco, y una vez en la sombra o cuando hace algo de viento baja mucho la temperatura.

Hacia las 19:15h vi que venía y se paraba allí un autobús de Coachtoronto, por lo que no le hice caso, pues yo iba supuestamente con Megabus, pero ya casi a las 19:30h fui al aparcamiento y vi que en ese bus de Coachtoronto ya había un montón de gente haciendo cola. Pregunté a la taquillera y me dijo que sí, que ese bus era de Megabus pero que ahora vendría otro porque en aquél no cabríamos todos. Fantástico, casi una hora esperando sentado y ahora debería esperar al siguiente porque no me había puesto en la cola cuando tocaba.

Aquel primer autocar salió bastante puntual pero el siguiente no llegó hasta las 19:45h y no salía hasta las 20h, de momento 30 minutos de retraso. Mientras esperaba allí de pie, esa casi media hora, me vino la cabeza de mirar cómo ir hasta el aeropuerto de Hamilton, pues al día siguiente tenía el vuelo a Dublin desde ese aeropuerto a varios kilómetros de Toronto, siendo el aeropuerto low-cost de esta ciudad pero a la vez quedando bastante lejos. Y suerte que lo miré, pues vi que está a casi dos horas en autocar directo desde Toronto y que en transporte público deberían coger 4 buses regulares diferentes y andar 40 minutos haciendo un total de casi 4 horas de trayecto . Casi nada.

Entonces busqué opciones de autocares que hicieran el trayecto de Toronto a Hamilton directamente como el de Megabus con el que había ido hasta Niágara. El de Megabus costaba $21 y salía a las 14:30 h. Había otra compañía, Busbud, que era más barata, $9, pero no llegaba hasta el mismo aeropuerto y salía sobre las 10 o 11 de la mañana, demasiado pronto ya que esta noche iría a dormir tarde y al día siguiente tenía el vuelo a las 19:45 h. Así que no tardé demasiado en decidirme por Megabus a pesar de ser la opción más cara, y como ya era usuario, allí mismo mientras esperaba en la cola, hice la reserva. Seleccioné el autocar del día siguiente a las 14:30h con llegada a las 16:15h en el aeropuerto de Hamilton. El precio final con tasas y comisiones fue de $25, unos 18€, y todavía bastante bien encontrado y bastante barato teniendo en cuenta lo tarde que era y la poca idea que tenía de dónde era realmente este aeropuerto y lo complicado que era llegar -ahí. Si me lo hubiera mirado el mismo día que me miré como ir a Niágara, seguramente me habría salido mucho más barato. Realmente no me imaginaba que Hamilton estuviera tan lejos de Toronto y que fuera tan complicado, o caro, llegar.

Y por fin, sobre las 20h salíamos hacia Toronto ya haciéndose de noche y muy cansado. En el autocar estuve básicamente sin hacer nada, sólo sentado medio dormiteando y mirando por la ventana. De hecho ver nuevos paisajes y ciudades aunque sea de paso es algo que me gusta mucho. Hacia las 21:45h llegábamos a la terminal de Toronto después de estar dando vueltas por dentro de Toronto casi 20 minutos, pues es una ciudad muy grande ya esa hora el tráfico era intenso haciendo que todo fuese bastante lento.

Al llegar tuve que comprar la cena, pues sólo había comprado por la mañana un bote de pasta deshidratada y quería comprar algo más de segundo plato. Además quería comprar más pasta, por lo que primero fui al Circle que había visto cerca de la terminal a ver si era más barato que el 7-elevan. Los precios estaban bien e incluso tenían una oferta de dos hotdogs por 2,50, que después de impuestos se quedaban en $3,15, pero no tenían ni pasta ni nada más, sólo bolsas de patatas, por lo que decidí finalmente ir al 7-elevan que quedaba a dos calles y ahí comprarlo todo.

Finalmente compré una bolsa mas de pasta deshidratada y un bocadillo similar al de la mañana pero con salami y otras cosas, todo ello unos $8. Qué diferencia con lo que comía en México…

Y ahora empezaba el camino de regreso desde el centro de Toronto al apartamento que tampoco era corto, concretamente una hora y cuarto mes de camino en metro y bus. Ya estaba oscuro e iba un poco más perdido por las calles de Toronto que por la mañana, pero con el móvil en la mano todo es posible. Primero fui a la parada de St. Patrick que quedaba a unos 5 minutos andando del 7-elevan y donde cogí el metro durante unos 40 minutos hasta la estación de Finch West. Eran mas de las 22h y el metro estaba bastante vacío pero a diferencia de otras grandes ciudades, aquí no se tenía que tener ningún miedo a cruzarte con algún tarado. Toronto tiene fama, y ​​así me lo pareció, de ser una ciudad muy segura.

Una vez en Finch West cogí el bus número 36 que ya me dejaría al cabo de 16 paradas y casi media hora más a 5 minutos andando del apartamento. El billete quedaba convalidado por lo que sólo pagué $3,25 por todo el trayecto. Pese a ser las 23h ya diferencia del metro, el bus iba muy lleno. De hecho estaba completamente lleno de gente sentada y de pie. A mí me tocó ir de pie por lo que el trayecto se hizo más largo que el de la ida. De todas formas para mí no era un trayecto normal como lo era para los demás pasajeros, pues para mí todo aquello era una novedad y lo gozaba a diferencia de los demás por quienes aquello era seguramente una rutina. Para mí todo era nuevo y por tan emocionante. Además me gusta mucho ver la vida cotidiana de la gente, y la vuelta a casa después de un día de trabajo es algo muy cotidiano.

Hacia las 23:15h, después de 18 horas de salir, llegaba al apartamento. Primero había considerado tomar un café, pero finalmente opté por pasar algunas fotos en el portátil, hacer la copia de seguridad aprovechando la fibra óptica del apartamento e ir ya a cenar. Me comí el bote y el paquete de pasta deshidratada y medio bocadillo, pues finalmente resultó ser demasiado. Al día siguiente por la tarde se marchaba hacia la última parada de la vuelta al mundo, Dublín, por lo que hice lo que ya podía hacer de la maleta dejando fuera sólo lo que necesitaría al día siguiente por la mañana antes de marcharme. Y hacia las 12:30h de la noche iba a dormir habiendo hecho ya uno de los platos fuertes del viaje y siendo además mejor de lo que me esperaba. Un día muy aprovechado y bastante cansado que me permitió dormir de un tirón.

Éste era uno de esos día que iba a dormir muy satisfecho y contento por haber conseguido que todo fuera tal como tenía pensado e incluso mejor, habiendo visto un espectáculo natural como pocos hay en el mundo y de tan cerca había dejado muy impresionado. Además, había podido ver un poco una ciudad extraordinaria por su diversidad, tolerancia, amabilidad y seguridad moviéndome por ella como un local más. Un gran día. Ya sólo quedaban dos noches para terminar el viaje y el balance no podía ser más positivo. Ese día iba a dormir muy satisfecho de todo lo que ya había logrado.

19/08/2019 Llegada a Toronto. Penúltima parada de la vuelta al mundo

19/08/2019 Llegada a Toronto. Penúltima parada de la vuelta al mundo

A las 6:30h hora local aterrizábamos en Toronto, siendo ésta mi primera visita a Canadá. Extrañamente, durante el vuelo había podido dormir bastante, quizás casi 3 horas. Y digo extrañamente porque a mí me cuesta mucho dormir en buses, trenes y aviones. De hecho me despertó el golpe del avión al tocar tierra sin haber podido disfrutar de las vistas de Toronto durante el acercamiento. Por lo menos esto me permitiría poder llegar al apartamento bastante bien y aguantar buena parte del día sin trastocar demasiado el horario. Hay que tener en cuenta que al día siguiente iba a las cataratas del Niágara y por tanto tenía que vigilar al no dormirme en cualquier momento.

En el control de aduanas apenas había gente, además ya tenía el eTA hecho por lo que todo el proceso por inmigración es más rápido ya que la mitad del trabajo lo hace uno mismo en una máquina. Así pues, después de introducir todos los datos y contestar a las preguntas en la máquina, sólo tuve que hacer dos minutos de cola y ya me atendió un agente. Al contrario de lo que pensaba, el control del agente fue de los más complicados que recuerdo, más que en EE.UU. De hecho, en cierto momento tuve dudas de que me dejara entrar en Canadá. Me preguntó de dónde estaba, de dónde venía, qué equipaje llevaba, qué haría en Canadá y algunas preguntas más que se alargaron más de 5 minutos. Puede no parecer demasiado, pero cuando estás acostumbrado a pasar estos controles en 1 minuto y con dos preguntas, esto se hace muy largo, y más cuando piensas que puede que tengas que volver atrás.

De hecho ésta era la primera vez que en cierto momento temía que no me dejaran entrar en el país. En las más de 20 ocasiones anteriores nunca había tenido la sensación ni había sufrido para que me denegaran la entrada a un país, jefe. Pero ahora, a media entrevista pasé de contestar con la rutina que se contestan siempre estas preguntas a prestar más atención al agente y contestar lo mejor posible, pues su cara y la cantidad de información que quería eran realmente preocupantes. Además iba mirando una y otra vez todos los sellos que había en el pasaporte, no sé si buscando el de algún país en concreto o mirándolos uno por uno, pero en cualquier caso los revisó los 3 o 4 veces.

Creo que lo que no le hacía demasiada gracia era que hubiera pasado por tantos países antes de llegar allí, pues me preguntaba mucho por los motivos de ir a este u otro país. Yo intentaba dejarle claro que era una vuelta al mundo de 3 meses y que por tanto todas aquellas visitas eran normales. En cualquier caso por primera vez en la vida tuve esa sensación que mucha gente tiene pero que para ciertos privilegiados es algo impensable, como puede ser el miedo a que te denieguen la entrada a un país.

Finalmente el agente, que por cierto era un armario, selló el pasaporte primero sin decir nada, yo respiré profundamente, él dijo «welcome», me devolvió el pasaporte y por fin entré en Canadá sin más problemas.

Una vez en la terminal quería cambiar algo de dinero en efectivo para tener dólares canadienses en monedas para poder subir al bus ya que sólo aceptan monedas y no dan cambio. Aún me quedaban ringidos de Malasia por valor de unos 40€ por lo que intentaría cambiarlos.

Busqué por toda la terminal y sólo había una casa de cambio por lo que, evidentemente, sería cara. La verdad es que por ser el aeropuerto de Toronto me pareció bastante pequeño. Y efectivamente, el tipo de cambio era bastante malo y además tenía una comisión de $3,50. Sin embargo decidí cambiarlos porque sino ya no sabía que acabaría haciendo con los ringgits, mejor eso que que me los acabara quedando. Me dio $44,75 canadienses cuando sin comisión y al cambio real habrían sido $57. Toma ya, $12 menos por la cara.

Previamente había sacado $40 dólares de un cajero con la tarjeta de Bnext pagando una comisión de $3 que en principio Bnext debería devolverme para ser justamente ésta una de sus ventajas. Por tanto, ya tenía casi $85, suficientes para pasar los 3 días previstos en Canadá y poder pagar las atracciones de las cataratas del Niágara. Hay que tener en cuenta que el alojamiento y algún transporte ya los tenía pagados.

Llegaba ya el momento de ir a buscar el bus, una de las cosas que no tenía nada claras que fuera bien, pues por Internet había encontrado poca información, parecía que eran bastante caros, no daban cambio y la combinación hasta el habitación que tenía reservada no era demasiado buena. De hecho, si los cogía tal y como había visto, podría tardar una hora en llegar al apartamento mientras que caminando serían unas dos y media. Me conecté al WIFI del aeropuerto y busqué a Moovit. Debería coger 3 buses pero de compañías diferentes, por lo que debería comprar al menos 2 billetes que ya serían unos $7, por lo que no me llegaba, es decir, debería pagar con un billete de $20 y sin cambio. Entre esto y que en bus tardaría 1 hora y media y caminando dos y media, decidí ir andando y así ya ver algo de Toronto aunque fueran las afueras, pues no tendría demasiado más tiempo para ver la ciudad y todo lo que pudiera aprovechar sería bienvenido. Estas cosas no las puede hacer todo el mundo pero es que a mí me gusta andar por las ciudades nuevas, sobre todo si es la primera visita que hago, y superar este tipo de retos, pues andar algo más de 10 kilómetros con la maleta es ya un reto en sí mismo.

Así que sin pensármelo demasiado rato mas, pues podría acabar por no hacerlo, miré la ruta a pie en Google Maps y empecé a andar. Cabe decir que lo hice porque no hacía calor, pues todavía no eran ni las 8 de la mañana, sino no lo habría hecho. Puede parecer que Toronto es una ciudad más fresquita por estar tanto en el norte, pero en verano hace más calor que en Barcelona.

Como era de esperar, salir del aeropuerto fue complicado y largo, pues acabas dando un montón de vueltas para salvar los aparcamientos, terminales y pistas. Estuve 15 minutos andando para pisar calle normal. Eso sí, el aeropuerto está a las afueras de Toronto pero muy cerca de la ciudad, por lo que nada más salir del aeropuerto ya estaba en un polígono industrial de la propia ciudad.

La primera mitad del camino no tenía demasiada gracia, pues sólo había naves industriales, carreteras tipo rondas y algún río. Al menos el camino podía hacerse a pie sin demasiadas dificultades ya que prácticamente en todas partes había acera o al menos un espacio en el arcén de la carretera. Y eso que puede parecer una tontería, no lo es en absoluto, pues en alguno de estos trayectos he tenido que andar kilómetros a un palmo del paso de coches y camiones. Por lo menos aquí la seguridad era buena y no sufría por un posible atropello. De vez en cuando veía alguna ardilla que me hizo bastante gracia ya que no me esperaba ver, y tantos. De hecho, en algún tramo se me cruzaban continuamente.

La segunda mitad del trayecto hasta el apartamento era más entretenida al pasar por barrios más residenciales, ver más gente, más tiendas y en general más ambiente de ciudad aunque a la vez también avanzaba el día por lo que poco a poco iba aumentando el calor. Al calor se sumaba el cansancio de llevar una hora y media caminando cargando la maleta. Además empezaba a tener sed y no encontraba ni fuentes ni sitios donde comprar agua. En cualquier caso, ya me esperaba que algún momento del camino fuera duro.

En este trayecto ya pude ver una de las características que hacen de Toronto una ciudad única en el mundo, su multiculturalismo, pues la mitad de la población no es de origen canadiense. De hecho, en algunas calles parecían todos extranjeros. Pero a diferencia de la inmigración en otras ciudades donde suele ser mas marginada, aquí la inmigración se ve como totalmente necesaria y por tan muy fomentada y cuidada, de hecho muchos de los inmigrantes son ingenieros o trabajan en sectores con sueldos muy altos y todo el mundo, sea ​​de donde sea, está totalmente integrado. No hay guetos ni problemas entre distintas nacionalidades. La armonía, la buena educación y la amabilidad se respiran en toda la ciudad. De hecho, una de las primeras cosas que notas cuando estás en Toronto por primera vez, es que a pesar de ser una gran ciudad con bastante tráfico, los coches siempre se detienen si ven a alguien con intención de cruzar la calle, aunque lo haga por donde no hay peatones. Es realmente asombroso ver cómo a 15 metros ya empiezan a frenar antes incluso de que hayas empezado a cruzar.

Durante la segunda mitad del camino, entre el cansancio y el calor que era cada vez más insoportable, fui haciendo varias paradas para descansar por lo que las dos horas y media que debía durar todo el camino acabarían convirtiéndose en 3. De todas formas tenía tiempo, pues teóricamente hasta las 14h la habitación no estaría preparada, y apenas eran las 10:30h. De todas formas ya había enviado un correo a los de la casa para preguntarles si podía entrar antes, contestando que probablemente a las 12:30h ya podría.

Cuando quedaban unos 20 minutos por llegar ya se me hacía realmente difícil continuar y no podía evitar sentarse un rato en cada banco que encontraba. Además el tramo final transcurría por una calle larguísima que encima provocaba una sensación de trayecto más largo, pues caminaba y anda y aquella calle no se acababa nunca. Por cierto, andando por esta calle me vino un olor muy fuerte de marihuana que venía de un chico que estaba fumando en el jardín de su casa. En ese momento me sorprendió cómo podía fumar aquello con el olor que estaba dejando a mitad de calle, aunque después pude comprobar que fumar marihuana en Canadá es legal y que son unos cuantos los que van fumando por cualquier parte de la ciudad .

Finalmente, sobre las 11:30h y cuando ya hacía 3 horas y media que había salido del aeropuerto, llegaba a la casa donde había reservado la habitación y que encontré sin ningún problema, pues en la reserva venían las coordenadas GPS que junto a Google Maps me dejaron justo en la puerta de la casa.

El check-in estaba en lea 14h pero ya les había enviado un email el día anterior para preguntar si podría entrar antes, respondiéndome que probablemente a las 12:30h la habitación ya estaría preparada, así que aproveché hora que quedaba por ir a dar un primer paseo por el barrio para ver cómo era y dónde había tiendas de comida u otros servicios interesantes.

Era un barrio residencial y bastante nuevo con casas unifamiliares típicas americanas con su jardín y coche en la puerta. Y sin cierre en el jardín, que es algo que siempre me ha extrañado mucho. Era muy tranquilo y totalmente seguro como, supongo, en todo el resto de Canadá. Los coches te dejaban pasar y los vecinos te saludaban. Un buen sitio para vivir.

Vi una escuela y fui para mirar si había una fuente. Esto es algo que siempre hago ya que es muy habitual que donde puedan haber niños, como una escuela o un parque, también haya una fuente de agua potable. ¡Y bingo! Justo en frente de la escuela había un parque con una fuente. Había estado caminando durante 11 kilómetros sin encontrar ninguna fuente, y ahora, justo al lado de donde dormiría y siguiendo mi instinto de bnuscar escuelas o parques infantiles, por fin encontraba una. Vi 1 litro de agua sin parar y me limpié un poco la cara y los brazos. Me senté en un banco del parque unos 5 minutos y como nuevo, casi. En cualquier caso mucho mejor que antes y mas presentable para entrar en la casa sin parecer un vagabundo.

Alguien podría preguntarse por qué no compré agua por el camino si tanta sed tenía. Pues por varios motivos, aunque hay uno que siempre prevalece: Evitar gastos innecesarios. Es simplemente así como puedo estar viajando durante 3 meses dando la vuelta al mundo y visitando 7 países, algunos de ellos de los más caros del mundo. Y alguien podría preguntarse: «¿Pero comprar agua es un gasto innecesario?» Pues dicho así no, pero si tenemos en cuenta que a lo sumo a las 12:30h ya podría beber tanta agua como quisiera en la casa donde tenía la habitación reservada, entonces si que comprar agua habría sido un gasto innecesario. De todas formas, tampoco encontré ninguna tienda abierta por el camino donde poder comprar agua. Algunas estaban cerradas por la hora y otras eran tipo centro comercial donde no quería entrar con la maleta sólo para buscar una botella de agua. En cualquier caso, al final acabé encontrando agua antes de lo que pensaba.

Hacia las 12h fui hacia el apartamento ya sabiendo que todavía era demasiado pronto, pero prefería esperarme por ahí que seguir dando vueltas, pues el cansancio ya era absoluto y el calor bastante insoportable. Al menos aquí no había tanta humedad como en Tailandia por lo que en la sombra todavía estaba bien. Eso sí, el sol picaba mucho.

Cuando llegué a la puerta de la casa, justo salía un chico chino que me preguntó qué quería. Le dije que tenía una reserva y le enseñé el comprobante. Me dijo que sí pero que la entrada era a partir de las 14h. Le dije que había quedado con alguien por las 12:30h y después de hacer una llamada lo confirmó y me dijo que pasara adentro donde podría esperar en la sala de estar. El chico era muy simpático y atento.

Pocas veces alquilo una habitación privada, normalmente o apartamento enteros u hoteles, pero en este caso la casa me pareció bastante bien, con suficiente privacidad y sobre todo un buen precio teniendo en cuenta la zona, pues los precios de los hoteles en Toronto son demasiado caros. Eso sí, el barrio quedaba lejos del centro aunque por precio seguía saliendo mejor incluso contando el precio de los trayectos de ida y vuelta hasta el centro.

La casa tenía dos plantas. en la planta baja estaba la cocina, el comedor, una sala con lavadoras y una habitación. Y en el piso de arriba, 4 habitaciones y un baño, entre ellas la mía. El chico me enseñó por encima dónde estaban las cosas y la contraseña del WIFI antes de seguir limpiando sábanas. Me senté en una silla del comedor, me preparé un café en la cocina y en taza normal, saqué el portátil y me conecté a Internet.

La conexión iba rapidísima, sin duda la más rápida que había encontrado en todo el viaje. Por lo menos era fibra a 50 mb/s que por ser una casa vacacional es mucho. Así que aproveché para subir algunos archivos que no estaba seguro si se habían subido bien. Se subieron en un momento. Las copias de seguridad que en otros sitios tardaban horas en subirse, ahora no habían tardado ni 5 minutos. Aproveché para escribir el diario e introducir gastos en Excel del viaje mientras me tomaba el café hasta las 12:20h que el chico bajó para decirme que la habitación ya estaba lista. ¡Qué rápido! Me terminé el café, el chico me dio las llaves y subí con todo el equipaje a la segunda planta donde estaba mi habitación, la 5.

La habitación tenía una cama de matrimonio, una silla y una pequeña mesa, demasiado baja como para hacer de escritorio. Por suerte sólo estaría dos noches por lo que tampoco le echaría demasiado de menos. Tenía una ventana encarada al centro de Toronto por lo que tenía unas buenas vistas, al menos las mejores de la casa. El baño estaba justo al lado y era compartido por 3 habitaciones más. Se veía todo muy nuevo, limpio y otros educados y silenciosos.

Dejé las cosas, saqué lo básico, como portátil, cargadores, neceser, etc. y estuve una hora mirando rutas, haciendo copias y algo más mientras pensaba si saldría o no. Pero hacia las 14h vi que estaba ya muy cansado y que tenía mucho sueño, por lo que decidí ir a dormir, pues estaba seguro de que dormiría 12 horas y me despertaría al día siguiente de madrugada para tener algo de tiempo hasta hacia las 5 o 6 de la mañana que quería marcharse para poder ver un poco a Toronto antes de estar a las 10:30h en la terminal de autobuses donde ya tenía el billete de bus reservado para ir hacia Niágara. Había que tener en cuenta que esa noche había dormido muy poco, mal y encima había caminado más de 3 horas, por lo que el agotamiento era considerable.

Así que a las 14h me estiré. La cama era muy cómoda, se notaba que era un buen colchón, ya diferencia de la temperatura exterior, en la habitación no hacía nada de calor, de hecho todo lo contrario, incluso hacía algo de fresquito que te obligaba a taparte y así incluso dormir mejor. Lo malo, como siempre, es que fuera de España no existen las persianas por lo que por la mañana se vería un poco la luz del sol a través de las cortinas que no eran del todo opacas. En cualquier caso un muy buen sitio para dormir, fresquito, cómodo y muy silencioso, incluso en pleno día como que eran las dos del mediodía.

No hacía ni siquiera 24 horas que todavía estaba en México sin saber dónde estaría al día siguiente ni cómo acabaría de dar la vuelta al mundo. Pero finalmente todo había ido perfectamente bien y ahora estaba por fin en Canadá por primera vez ya punto de acostarse en una habitación comodísima en una casa nueva en un barrio residencial de Toronto, una de las ciudades más inclusivas del mundo. Quien lo habría dicho en el momento en que me comunicaron que el vuelo estaba cancelado.

Y en menos de 24 horas más, estaría admirando las cascadas más famosas del mundo. La verdad es que estaba algo nervioso de tantas ganas que tenía ya de verlas.

18/08/2019 Vuelo cancelado, la última mojarra y de camino a Toronto

18/08/2019 Vuelo cancelado, la última mojarra y de camino a Toronto

Este día ya se marchaba de México para ir por primera vez a Canadá. Tenía que tomar dos vuelos, el primero de Veracruz en Ciudad de México y de allí en Toronto. El vuelo de Veracruz salía a las 21:10h, aunque hubieron bastantes problemas que más adelante contaré.

A Veracruz me acompañarían Xochitl, Aline y Emma en el coche de Xochitl. La intención era marchar sobre las 12 del mediodía, comer en Veracruz los 4 para después dejarme en el aeropuerto.

Me levanté a las 9h para intentar hacer algunas cosas antes de irme. Me tomé el café, escribí el periódico, acabé con las copias de seguridad pendientes, me duché y acabé de guardar las 4 cosas que me quedaban.

A las 12:30h llegaron Xochitl y Aline y ya fuimos hacia Veracruz. Después de un mes volvía a cargar y arrastrar la maleta. Volvía mi inseparable compañera de viaje, que por cierto, tenía las ruedas destrozadas de tantos kilómetros que llevaba.

Cabe decir que mi intención era ir hasta Veracruz con la compañía de autobuses ADO, que tenía ruta directa desde Tuxtepec y tardaba unas 3 horas en llegar. El ADO ya lo he cogido varias veces y siempre me ha dado muy buen servicio, por lo que ir en bus hasta el aeropuerto para mí no era ningún problema, todo lo contrario.

Pocos minutos después de haber salido paramos a poner gasolina. Sólo la gasolina ya fueron 500 pesos que pagamos a medias Emma y yo, por lo que el trayecto ya me estaba saliendo más caro que yendo con el ADO que eran entre 150 y 200 pesos. De todas formas el hecho de ir en coche y no en ADO me salvó, muy probablemente, de quedarme en México y no llegar a Canadá. Más adelante ya verme por qué.

El trayecto de hasta Veracruz fue de unas dos horas y media pero pasó bastante rápido, pues estuvimos hablando todo el rato, sobre todo Xochitl y Emma que hablan mucho… Además los paisajes que te encuentras por el camino son espectaculares con un aire de selva tropical al que los europeos no estamos acostumbrados. Primero cruzábamos el enorme río Papaloapan que rodea Tuxtepec y que hace de frontera entre Oaxaca y Veracruz para después seguir por la carretera que nos llevaría directamente hasta Veracruz.

Por el camino, entre otras muchas cosas, Xochitl me preguntó por ETA y por la monarquía, dos temas de los que me han preguntado mucho en mi estancia en México. En cuanto a ETA me dio la sensación de que la única información que les llega es la que dan por TVE, pues todavía hablaban de ello como si esta banda terrorista todavía fuera activa, cuando ya hace años que no existe, y esto se debe seguramente a que al Gobierno español le ha interesado siempre hacer ver que ETA existe y es un peligro para la unidad de España.

Y sobre la monarquía supongo que me preguntaban tan justamente por ser una monarquía, algo que en América no existe y les parecerá muy extraño, algo en lo que todos coincidíamos al 100%, pues no hay nada más extraño que un Rey en pleno siglo XXI. Ellos como yo, consideraban que no tenía sentido, parecía de la edad medieval, costaba una pasta y que es una institución absolutamente antidemocrática.

Xochitl y Emma hablaban sobre todo de la situación del sector educativo, pues ambas son maestros y la verdad es que su situación no es demasiado buena, con muchas plazas vacantes sin cubrir por falta de dinero y trabajadores cobrando menos de lo que les tocaría por el cargo que ocupan. De hecho, desde la primera vez que visitaba México ya hacía 3 años, que siempre me topaba con alguna manifestación, corte o protesta del sector educativo.

Hacia las 15:30h llegábamos a Veracruz aunque estuvimos dando vueltas media hora buscando un restaurante. Finalmente aparcamos en el malecón, junto al puerto y uno de los sitios más turísticos de la ciudad, y fuimos caminando pocos metros hasta llegar a una calle donde había 3 o 4 restaurantes de carnes y mariscos. No tenía pinta de barato pero teniendo en cuenta la zona donde estábamos y que éste era mi última comida en México, pues ya me estaba bien.

Cuando todavía estábamos a 5 metros de los restaurantes ya se nos acercaron los comerciales de todos los restaurantes como desesperados para que entráramos en el restaurante correspondiente, algo que me enfada enormemente, por lo que yo dejé claro que no decidiría a cuál ir simplemente porque aquellos 4 pesados no me dijeran nada. Y funcionó, pues no se me dirigieron en ningún momento.

Finalmente entramos en uno de esos y pedimos la carta aunque yo era el único que tenía bastante hambre ya que no había comido nada todavía a diferencia de ellas que ya habían comido durante el camino. Por lo que ellas se pidieron cócteles de gambas y yo una mojarra, la segunda y última que comía este año.

El restaurante no era demasiado grande y estaba vacío, quizás por la hora o por el precio, pero en cualquier caso completamente vacío y con un camarero, que parecía el propietario, muy pesado y todo el rato junto a la mesa para pedirle todo lo que quisiéramos, algo que no sólo me molesta a mí sino también a ellas, pues no tardaron demasiado en decirle que ya le avisaríamos si queríamos cualquier cosa. Le dijeron muy amablemente pero fue lo suficientemente listo como para darse cuenta de que le estábamos diciendo que molestaba.

Los cócteles tardaron en llegar pero aún fue un tiempo aceptable, pero en cambio con la mojarra tardaron casi media hora. Estaba buena pero no tan como la de los Jarrochitos de Tuxtepec, incluso ésta parecía un poco más pequeña pero sobre todo la carne no era tan contundente. De todas formas estaba buena, pues las mojarras de por sí siempre lo están. Eso sí, el tostado estaba muy bien hecho y esto en las mojarras es más importante de lo que parece.

Mientras comíamos estuvimos hablando de lo que haría durante los pocos días que me quedaban de viaje, que sería visitar Toronto, las cataratas del Niágara y Dublin. Salió el tema de que a Toronto iría con la aerolínea Interjet. Entonces Aline comentó que últimamente esta compañía estaba cancelando muchos vuelos y que mucha gente ya no se fiaba de reservar con ella ya que daba la sensación de que en cualquier día se declararían en bancarrota cancelando todos los vuelos y quedando- con el dinero de las reservas. En ese momento le dimos una importancia relativa pero más tarde tomaría un sentido totalmente inesperado.

Hacia las 17:30h acabábamos de comer, sobre todo yo que era quien más comí. Por ese mismo motivo pagué los 460 pesos de cuenta por los 4, unos 20€, que teniendo en cuenta todo lo que era y sobre todo en qué zona era, salió mucho más barato de lo que me esperaba. A continuación ya fuimos directamente al coche para ir hacia el aeropuerto que no queda demasiado alejado de la ciudad y al que llegamos sin problemas sobre las 18h, 3 horas antes de la salida del vuelo. Aparcamos el coche en el parking, después de ciertos problemas de Xochitl para entrar, para poder despedirnos con más tiempo y tranquilidad.

El aeropuerto no parecía demasiado grande y en ese momento había pocos pasajeros. Entramos en la terminal y buscamos la zona de salidas mientras empezábamos a despedirnos. En ese momento, frente a las escaleras que subían al piso de arriba donde estaban las puertas de embarque y de cara a la pantalla con la información de los vuelos programados, le dije: «A mira, ¿buscamos mi vuelo?» Y suerte que lo dije, porque lo buscamos y no aparecía. Mi vuelo estaba programado para las 21:10h y aunque todavía eran las 18h, ya aparecían los 5 o 6 vuelos que había programados para el resto de ese día, hasta casi las 23h. Me quedé de piedra aunque de momento sin demasiada preocupación, pues pensaba que o no lo estábamos mirando bien o que todavía no se sabía a qué hora saldría. De todas formas era todo muy raro y era la primera vez que no veía mi vuelo en pantalla mientras ya había posteriores.

En la pantalla, sin embargo, aparecía un vuelo de Interjet con destino a Ciudad de México programado para las 17h aunque ya eran las 18h. La compañía y el destino eran las mismas que las de mi vuelo. Evidentemente el vuelo no era el mismo porque el mío era a las 21:10h. Aunque según esta previsión, este vuelo debería haber salido hacía una hora, pues ya eran las 18h, según ponía en la pantalla todavía estaban embarcando. Poco a poco nos fuimos preocupando, pues fuimos al mostrador de Interjet y no había nadie. Intenté hacer el check-in en las máquinas y me decía que el número de reserva era incorrecto. Parecía que mi reserva no existía y que el supuesto quiere que había reservado tampoco, incluso empezaba a pensar ya en una posible estafa. Pero entonces recordé lo que había dicho Aline al almuerzo. O estafa o vuelo cancelado, la cosa tenía muy mala pinta.

Aline miró a la web de Interjet y vio que no había ningún vuelo programado para las 21:10h. Cada vez me estaba preocupando mas, pues mi destino final no era Ciudad de México sino Toronto, por lo que tenía que llegar para poder realizar el transbordo. Subí arriba donde estaban las oficinas y aunque la de Interjet estaba abierta, no había nadie. Había maletas, ordenadores y un montón de cosas y objetos personales pero absolutamente ninguna persona…

Yo ya estaba pensado en qué hacer si finalmente no cogía ningún vuelo y me quedaba en Veracruz. Ya no sabía si es que Budgetair me había estafado o que había habido algún error, en cualquier caso ya estaba considerando no ir a Canadá dependiendo de cuando fuera el vuelo, pues allí sólo estaría dos noches. Aún así estaba muy indeciso y todo dependía de si había sido un vuelo cancelado o una estafa, pues si fuera la primera opción debería adaptarme a la posible solución de la compañía que quizá pasaría por salir al día siguiente, perdiendo así uno de los sólo dos días que tenía por estar en Toronto.

Cuando todavía estaba arriba mirando en la oficina, Emma me llamó desde abajo diciéndome que había una chica en el mostrador de Interjet. Bajé corriendo y fui a hablar con ella. Le dije que tenía un vuelo a las 21:10h, me pidió el pasaporte y mientras miraba me dijo que ese vuelo se había cancelado. Bueno, al menos era la mejor de las dos opciones, pues no era una estafa sino una cancelación y por tanto la aerolínea debería darme una solución, aunque evidentemente, podía pasar por tener que quedarme a dormir esa noche en Veracruz y por tanto ya no poder tomar el vuelo que tenía ese mismo día hacia Toronto.

Pero de forma totalmente inesperada la chica me dijo lo que ya había visto antes en la pantalla de salidas, que había un vuelo a Ciudad de México que debería haber salido a las 17h pero que iba retrasado y que todavía estaban embarcando. Yo ya no confiaba demasiado en ese vuelo antes de que me lo dijera porque ya hacía rato que estaba en el suelo y estaba programado para las 17h siendo ya en ese momento las 18:15h, por lo que pensaba que en aquel tiempo que habíamos estado allí ya habría sido suficiente para terminar el embarque y despegar lo más rápido posible. Pero cuando me lo dijo se abrieron mis ojos como platos, pues pasé de pensar que me quedaba sin ver las cataratas del Niágara a pensar que todo acabaría bien. Le pregunté si el de Toronto se había cancelado, me dijo que no, le pregunté si el vuelo me esperaría, me dijo que si mientras me daba la tarjeta de embarque y me decía que ya podía subir . No podía creerme la suerte que acababa de tener dentro de la mala suerte. La conversación con esa chica no duró ni 3 minutos y me solucionó la situación dándome ya la tarjeta de embarque. Si hubiera llegado al aeropuerto 20 minutos más tarde ya no habría podido tomar ese vuelo y entonces sí que no sé qué habría tenido que hacer ni si hubiera podido llegar a Toronto. Así pues, tuve que despedirme rápidamente de todas 3 como no quería haber tenido hecho y corrí hacia el control de seguridad. Habíamos venido con tiempo para poder despedirnos con tranquilidad y al final tocó correr.

Así pues, subí aquellas escaleras automáticas que teníamos delante desde hacía rato mirando atrás durante los pocos segundos que pude para ver cómo me alejaba de todas 3 que hacían una cara más o menos como la mía debido a la rapidez de los eventos y que todavía estábamos todos un poco estupefactos. Al llegar arriba ya se veía el control de seguridad donde por suerte no había nadie en la cola, absolutamente nadie, por lo que le pasé muy rápido, de hecho creo que incluso los del control sabían que en el avión me estaban esperando y apenas me dijeron nada, sólo que ocurriera. Fui corriendo hacia la puerta A2 mientras escuchaba por megafonía literalmente: «Último aviso para los pasajeros del vuelo de Interjet para Ciudad de México». Corrí aún más hasta que vi la puerta, sin nadie en la cola pero la puerta todavía abierta. Enseñé la tarjeta de embarque y entré.

Conforme iba avanzando detrás de mí iban cerrando las puertas. Quedaba claro que me estaban esperando. Cuando entré en el avión ya estaba todo el mundo sentado excepto dos o tres personas. Además las que estaban sentadas ponían cara de puerta allí dentro un buen rato. Mientras guardaba la maleta vi que cerraban también la puerta del avión. Literalmente me estaban esperando y fui el último en entrar. Me senté en la fila 2A, muy cerca de la salida y con ventanilla, de puta madre, encima un buen sitio. Y al cabo de literalmente 2 minutos de estar sentado el avión arrancó. Me había ido por los pelos, ni me lo creía todavía. Apenas eran las 18:19h por lo que todo lo había hecho todo en unos 3 minutos, pues a las 18:15h apenas empezaba a hablar con la chica del mostrador. ¡Increíble!

Cuando me disponía a poner el móvil en modo avión vi que me había llamado Emma hacía 1 minuto. Yo ya no tenía saldo por lo que no pude devolverle la llamada ni tenía conexión wifi, así que me esperé un minuto por si volvía a llamar pero ya no, así que lo puse en modo avión. Me hubiera gustado confirmarle que había podido entrar en el avión para que no esperaran a ver si había subido o no y que se marcharan ya, supongo que eso era lo que ella quería confirmar. De todas formas supongo que la chica del mostrador se lo podría confirmar o al menos al ver que yo no bajaba de nuevo.

Por lo demás todo perfecto. En ventanilla e incluso nos dieron una bolsa pequeña de Doritos y para mí un café aunque el vuelo duraba sólo una hora. Hora que me pasó rapidísima acostumbrado como estaba a tantos vuelos de más de 8 horas que llevaba en la espalda sólo en este viaje.

Al llegar al aeropuerto de Ciudad de México lo primero que hice fue avisar a Emma de que ya había llegado, algo que le agradecí y ella se alegró mucho y después fui a buscar el mostrador de Interjet por preguntar sobre el vuelo a Toronto que tenía a las 12:30 de la noche. Mientras iba, pues estaba lejísimo, Emma me dijo que Aline ya había visto que el vuelo aparecía en la web de Interjet, pues antes éste tampoco aparecía, por lo que me quedé un poco más tranquilo.

Al cabo de casi 10 minutos andando por esa terminal enorme y de equivocarme y preguntar primero a los mostradores de vuelos nacionales, llegué al mostrador de vuelos internacionales y donde efectivamente me confirmaron que el vuelo no se había cancelado y que podría realizar el check-in a partir de las 21h. Eran las 19:30h por lo que tenía mucho tiempo. De hecho debería haber llegado aquí a las 22h pasadas.

Compré un capuchino enorme al 7-elevan por 21,50 pesos, menos de 1€, y me lo tomé sentado conectado a una red wifi y mientras miraba correos y hablaba después con Emma. Ambos estábamos ya muy tranquilos después de los nervios o incertidumbres que acabábamos de pasar, incluso ella más que yo. La verdad es que todo había sido algo caótico y el despido como no quisiéramos, pero ambos coincidíamos en la suerte que había tenido. Si hubiera ido al aeropuerto en ADO como era mi intención, probablemente no habría llegado tan pronto al aeropuerto de Veracruz y por tanto no habría podido tomar el vuelo que finalmente cogí. El hecho de llegar 3 horas y media antes y que el vuelo de las 17h se retrasara me salvó, por lo que Xochitl y su coche fueron muy importantes. Si no hubiera podido tomar este vuelo de las 17h realmente creo que me habría quedado a dormir en Veracruz y habría peligrado mucho la visita a las cataratas del Niágara. De hecho, Emma puso el altavoz, pues estaba con Xochitl y Aline, y les di las gracias por todo. Y ella muy contenta de haber podido ser útil en la que finalmente pudiera llegar a Toronto tal y como tenía planeado.

Colgamos, pues estaba con ellas comiendo y yo hice tiempo conectado al WIFI hasta las 21:30h que volví al mostrador a hacer el check-in. Ya había mucha cola por lo que estuve unos 15 minutos esperando hasta llegar al mostrador. Me confirmaron que el vuelo salía, pues yo lo preguntaba siempre que podía porque ya no me fiaba de esa gente. Me pidieron la eTA de Canadá y la tarjeta de inmigración de México y me dieron la tarjeta de embarque. Ya lo tenía todo hecho hasta las 23h que iría hacia el control de seguridad.

Hablamos un rato más con Emma cuando ya estaba sola hasta hacia las 23h que fui a fumar para después ir ya hacia el control de seguridad. Éste también fue muy rápido, pues extrañamente apenas había cola y ya últimamente nunca me paraban, supongo que porque sacaba de la maleta todo lo que podía ser sospechoso, así que antes de las 23:30h ya estaba en la puerta de embarque, pues a diferencia del año anterior, esta vez ya me conocía más aquella zona y ya sabía que no tenía que pasar ningún otro control que me sellara la tarjeta de inmigración. El año anterior me pasé media hora preguntando a todo trabajador del aeropuerto sobre si debían sellarme la tarjeta de inmigración ya que hacía 2 años era obligatorio. Desde hacía un año ya no lo era.

Pero ahí tuve que esperar casi una hora porque hasta las 12:15h de la noche pasadas no empezamos a embarcar. Evidentemente el vuelo salió con casi una hora de retraso, pues estaba previsto para las 12:15h, pero después de la cancelación anterior esto ya no me importaba nada, lo importante era que saliera y llegara a Toronto. De hecho casi mejor porque si hubiera salido a la hora habría llegado a Toronto de madrugada.

Además, esta vez también tuve la suerte de estar en la ventana, pues quería hacer un video sobre el hecho de dejar México y además tampoco había nadie en medio, por lo que nadie estaba al lado. Mejor imposible.

Yo quería dormir todo lo posible ya que en Toronto llegaríamos sobre las 8 de la mañana y ya no quería tener sueño, por lo que cuando ya había pasado una hora, viendo que no llevaban comida, me comí una de las bolsas de Doritos . Pero al cabo de 10 minutos, pasaron a repartir una bolsa pequeña de patatas, un sándwich y una bebida. Evidentemente lo pedí todo y después ya a dormir. Tenía bastante sueño porque llevaba 3 días durmiendo muy raro y poco y caminando mucho, por lo que a diferencia de lo que es habitual para mí en un avión, pude dormir bastante rato. De las 4 horas y media que duró el vuelo, al menos dormí 3. De hecho me despertó durante el aterrizaje, y lástima, porque quisiera haber hecho fotos del momento de acercarnos a Toronto. Al menos hice durante el despegue y más cuando era de noche, que siempre quedan mejor las fotos con toda la ciudad iluminada.

Y así llegaba uno de esos días que más bien parece que sea un día doble, pues dormir en el avión, sin cambiarse, sin casi dormir, sin ducharse y sin un buen café, es casi como no empezar un nuevo día.

Todo ello había sido algo trepidante, incierto e incluso un punto estresante, pero finalmente estaba a punto de poner los pies en Canadá cuando hacía menos de 12 horas parecía imposible. Había podido llegar a la penúltima parada de la vuelta al mundo acortando un poco más el camino hasta Barcelona. Ésta sería una parada corta pero muy interesante, pudiendo visitar una de las ciudades más diversas y tolerantes del mundo y las cataratas más famosas, las del Niágara. Eso sí, primero tocaba llegar a la habitación que tenía reservada.

15/08/2019 A la Estampida, uno de los mejores restaurantes de Tuxtepec

15/08/2019 A la Estampida, uno de los mejores restaurantes de Tuxtepec

Este día nos despertamos casi a la misma hora y de hecho bastante tarde, casi a las 11, pues el día anterior habíamos ido a dormir todos a las 3 de la madrugada. A diferencia de otros días, éste sí que recordaba bastante lo que había soñado, y fue un sueño extraño, como si estuviera en una mezcla de Edimburgo, Noruega y Toronto, supongo que porque al cabo de 4 días ya se marchaba hacia Toronto para seguir y acabar con la vuelta al mundo iniciada casi 3 meses antes.

Y como cada mañana me preparé el café, escribí este diario, miré correos, noticias, finanzas, etc. Después hablamos de dónde podríamos ir a comer aunque ya teníamos medio claro que estaría en la Estampida, un restaurante bastante caro pero con platos muy elaborados, completos y realmente buenos. De todas formas era caro en comparación con otros restaurantes mexicanos, pero comparado con un restaurante del centro de Barcelona, ​​todavía resultaba bastante barato.

Después me repasé un poco el pelo con la máquina que siempre llevo en los viajes, señal de que ya cada vez me quedaban menos días en Tuxtepec. Mientras me tomaba un segundo café decidimos ir a comer a la Estampida hacia las 16h para coger más hambre ya que allí hay que ir con mucha hambre para poder disfrutar bien de toda la comida. Mejor no dejar nada en el plato.

Hacia las 15:30h fuimos hacia la Estampida pero pasando antes por una obra cercana ya que Emma quería hablar con el jefe de obra para que le hiciera un presupuesto para los apartamentos que quería hacer en el piso de arriba de su casa.

Hasta la obra fuimos andando. El calor era insoportable, de hecho me parecía el día más caluroso desde que estaba en Tuxtepec, que ya es decir. En unos 5 minutos llegamos, entramos y hablamos con el jefe de obra. Todos los albañiles, unos 6 o 7, se nos quedaron mirando e incluso escuchando, pues era Emma la que hablaba y supongo que les extrañaba un poco. Le explicó un poco lo que quería y quedaron para el sábado, dos días después hacia las 15:30h para que fuera y le hiciera un presupuesto. Nos despedimos y tomamos un taxi para ir a la Estampida donde llegamos hacia las 16h, tal y como teníamos previsto.

Al contrario de lo que pensaba, estaba bastante lleno. Además, si que era el restaurante que yo le decía a Emma desde hacía días pero que pensaba que estaba cerca de su casa, pero no, estaba muy lejos, realmente estaba equivocado en cuanto a su ubicación.

Yo pedí chicharrón de queso con huacamole de entrada y ambos Arrachera Tampiqueña como plato principal, que era un bistec de ternera con salsa de frijoles, huacamole, patatas fritas y plátano frito. El plato costaba casi 200 pesos, unos 9€ pero estaba realmente bueno y llevaba comida casi para dos. La carne estaba muy bien hecha, muy tierna y muy sabrosa, de hecho la mejor que había comido nunca en México y con mucho tiempo en general.

El chicharrón de queso también estaba buenísimo y era la primera vez que lo probaba, pues ya había comido chicharrón antes pero no de queso. Éste era uno de esos almuerzos que disfrutas mucho y que recuerdas aún más.

Emma no acabó todo el bistec pero yo si me acabé todo lo mío. Todo ello era bastante cantidad pero estaba todo tan bueno que no tuve ningún problema en comérmelo todo. Eso sí, la factura final fue de casi 500 pesos, unos 23€ entre ambos. Un precio caro por ser México pero que no dejaba de ser el precio de un menú normal en Barcelona, y esta comida normal no tuvo nada.

Pagamos y nos marchamos. Antes de tomar un taxi fuimos a un Oxxo que estaba a pocos metros del restaurante a comprar ya el tabaco que necesitaría para el resto de días que me quedaban de viaje que sólo serían unos 10 más. Más valía comprar aquí el tabaco que en Canadá o Irlanda. Después ya cogimos un taxi que compartimos con otra mujer que había por ahí y fuimos a casa donde llegamos hacia las 17h. Enseguida me estiré mientras miraba a Ozark pero no tardé ni 10 minutos en quedarme completamente dormido.

Yo me desperté casi a las 20h, pues casi siempre duermo al menos dos horas y media. Miré el portátil y vi que la conexión fallaba. Ya supuse que sería porque Emma no había pagado y ya le habían cortado. Siempre tarda unos días en pagar, pues la factura no va domiciliada sino que debe pagarse por teléfono o no sé cómo, en cualquier caso es un merdé.

Después ella vino y me lo confirmó. Así que fue a casa de Chicho, tomó una foto en el router y nos conectamos a su red. El problema era que no llegaba a todas partes de la casa por lo que no podíamos ver la TV y el portátil no conseguía conectarse, sólo el móvil.

De todas formas yo ya casi que había hecho todo lo que tenía que hacer que requiriese de conexión a Internet por lo que aproveché para escribir el diario más rato de lo normal y así avanzar un poco más. Y así estuve hasta casi las 23h que fui a charlar un rato, pues la TV no podíamos verla.

Aunque ya hacía 10 horas que habíamos comido, lo cierto es que habíamos comido mucho e incluso yo todavía no tenía hambre. Esperé hasta casi las 3 de la madrugada para levantarme de nuevo e ir a cenar. Es curioso pero si no ceno me cuesta mucho dormir.

Comí un bote de pasta deshidratada y la carne que Emma no había terminado en la Estampida. Y después ya si que fui a dormir, pues ya eran las 3:30 h. Éste había sido un día tranquilo y de descanso pero ya respirándose un cierto ambiente de despido, pues ir a la Estampida era una de las cosas que quería hacer antes de marcharse y que hicimos ese día porque ya quedaban muy pocos para dejar México. Los días pasaban volando y yo estaba cada día algo más triste al ver el día del despido más cerca.

09/08/2019 Cena en casa de Chicho con cervezas, whiskys y nuevos amigos

09/08/2019 Cena en casa de Chicho con cervezas, whiskys y nuevos amigos

Me desperté sobre las 9 de la mañana. Este día en principio no teníamos nada planeado, por lo que ya veríamos qué pasaría durante el día, pues, sobre todo en agosto, casi cada día acabábamos haciendo algo aunque fuera a comer fuera oa casa de Chicho.

Como cada mañana me tomé el café mientras escribía este diario, leía noticias y miraba correos mientras el resto se iba despertando poco a poco.

Poco antes de comer fui hasta la tienda de agua que hay a unos 3 minutos andando de casa para llenar la botella de 20L. Una vez llena, el camino de regreso ya no se hace en 3 minutos sino en 10 y haciendo al menos una parada. Menos mal que estaba lo suficientemente cerca.

Hacia las 14h Emma preparó el almuerzo, que ese día sería carne con cebolla, tortillas y nachos, y todo, como siempre, con salsa de huacamole picante. Pero sólo yo, porque a Emma no le gusta el picante pese a ser mexicana…

Después de comer fui a comprar unos helados en los abarrotes de la esquina y unos panes dulces en la pastelería de al lado que me comí en la cama mientras miraba a Netflix. Estos pequeños placeres tan baratos de la vida son indescriptibles. Y después, como siempre, me quedé dormido durante más de dos horas.

Cuando me levanté me tomé un café mientras escribía el periódico otra vez. Hacia las 19h salí al patio cuando justamente venían Chicho, Lola y dos amigos de Chicho. Al vernos nos dijo si queríamos ir a su casa, algo que hicimos. Así que me duché, me vestí y hacia casa de Chicho.

Solo llegar ya nos dio una cerveza. Los amigos eran conocidos de la secundaria aunque no lo terminé de entender ya que después supe que la chica era del 85 y Chicho del 78. En cualquier caso se veían buena gente y simpáticos. Tenían una niña pequeña de ni siquiera un año.

Sentamos todos en la mesa, Chicho sacó una botana, que es un plato con queso, jamón ya veces chile, y más cervezas, muchas cervezas. Me preguntaron de dónde estaba, sobre el viaje, etc. El chico me preguntó sobre el Barça e incluso sobre Catalunya y el hecho de que nosotros hablábamos catalán. Se le veía más tímido que la chica pero más interesado en saber más cosas, por lo que me hizo varias preguntas que evidentemente yo estuve encantado de responder y contar. Siempre es muy agradable responder a alguien que tiene tanto interés en saber de dónde vienes, que has hecho y cuáles son tus costumbres. Y, de hecho, el chico ya sabía los problemas que había entre Catalunya y Madrid, que el español no era la lengua originaria de Catalunya y otras cosas relacionadas con la cultura catalana que me sorprendió bastante que supiera. Por lo general había más conocimiento de lo que pensaba sobre la situación en España.

Y así estuvimos charlando, comiendo y sobre todo bebiendo hasta sobre las 12 de la noche. Al menos nos vimos 6 o 7 cervezas cada uno. Chicho iba sacando sin ningún control cada vez que veía que alguien ya le quedaba poca, cosa que encima me obligaba a acelerar el ritmo ya que al final tenía cervezas ya abiertas esperando sobre la mesa. La verdad es que todos eran muy buena gente y divertidos y pasamos un rato muy agradable y divertido.

Hacia las 12 de la noche, Emma ya se estaba durmiendo pero no sé porque no quería decir ella de irse, por lo que me dijo a mí que yo dijera que ya nos íbamos. A pesar de no saber por qué, lo dije. En ese momento acababan de poner el karaoke habiendo cantado dos canciones, pero cuando ya me levantaba para decir que nos marchábamos empezó a sonar una canción que a Emma le gustaba mucho y que tenía que cantar Lola y me dijo que nos esperábamos a que terminara. Grave error, pues Chicho aprovechó aquella pausa en la que estábamos distraídos con la canción para ponerme un whisky triple, y solo, porque ya sabe que así me gustan a mí. Emma estaba medio despistada con el karaoke pero en un momento se giró al ver movimiento y fue cuando vio vio y el whisky y cuando se quedó con una cara que le tuve que decir que en el fondo era culpa suya, pues ya estábamos marchando cuando ella dijo quedarse unos minutos más. Resignada nos quedamos. Yo la verdad es que todavía no tenía demasiadas ganas de marcharme, por lo que tampoco me esforzaba demasiado. Y así seguimos bebiendo y cantando.

Eso sí, el whisky intenté vermelo un poco rápido aunque me lo pasé muy bien este rato de más igual que durante toda la tarde. A mí en el karaoke no es que me haga demasiada gracia cantar pero hay que decir que es muy divertido tan cantar como escuchar a los demás cantar.

Al cabo de unos 30 minutos más me terminé el whisky y ya si que nos levantamos para marcharme, pero ya levantándonos mientras decíamos que nos marchábamos. Entre todos nos dijeron que nos quedáramos un rato mas y entonces Emma me dio unas palmaditas en la espalda como diciéndome, dime que no, golpecitos que evidentemente todo el mundo vio y que hizo que todos llamaran a la vez : «Mira cómo es ella la que quiere irse!!!» Fue realmente muy gracioso y Emma no podía disimularlo. Con esto me fue más fácil insistir en que ya íbamos y así lo hicimos.

Lo bueno de ir a casa Chicho es que al salir ya estábamos en el patio de casa. Fui a casa primero a estirarme un rato, pues a mí ya me estaba afectando tanta cerveza y tanto whisky. Todo esto me había subido bastante.

Después de descansar un rato mientras miraba a Netflix, fui a comer algo antes de acostarse. Comí la carne con cebolla y tortillas que había sobrado de la comida y sin tardar demasiado, pues ya tenía incluso dolor de cabeza, volví a la habitación. Finalmente eran las dos pasadas cuando me quedaba dormido.

Eso sí, antes grabé la cantinela que todavía tenían los vecinos y que se prolongó hasta altas horas de la madrugada.

04/08/2019 A la Plaza Municipal

04/08/2019 A la Plaza Municipal

Me desperté sobre las 7h ya que el día anterior fuimos a dormir relativamente pronto. Como siempre, yo me despertaba antes que Emma, pues una vez he dormido 7 u 8 horas, a menos que esté muy cansado por algo, me cuesta mucho hacer perezas en la cama. Prefiero levantarme e ir a tomar un café mientras leo noticias o miro correos. Así que procurando no hacer demasiado ruido empecé con el café y el periódico. De todas formas Emma podía medio despertarse por el ruido pero enseguida volvía a quedarse dormida, realmente no era problema para ella que yo me levantara antes.

Cuando me acabé el café volví un rato a la cama para estar con Emma mientras se iba despertando y me contaba, como tanto le gustaba hacer, lo que había soñado.

Al cabo de media hora nos levantamos los dos, Emma a hacer cosas por la casa y yo a tomar un segundo café mientras miraba temas de finanzas y otras cosas pendientes.

A las 10h Emma se preparó un «tamal» que es como trigo triturado mezclado con carne y todo ello hecho al vapor. No está tan malo como parece a simple vista aunque a mí no es la comida que más me gusta de México. De hecho hasta ese día no lo probé, pero cuando Emma me contó exactamente cómo estaban hechos, pensé que quizás no estaría tan malo y también me comí uno. Así que por primera vez desde que estaba en México almorcé y además un tamal. Y la verdad es que estaba lo suficientemente bueno, sobre todo porque el mío era de carne, pues algunos no lo llevan, por lo que al menos no era todo trigo y verduras mezcladas.

Y a las 11h ya habíamos terminado de desayunar. Queríamos esperar despiertos hasta la hora de comer, sobre las 15h, pero no lo conseguimos, sobre todo yo, que como cada día hice una siesta de casi 3 horas. Emma no tanto, pues estuvo en casa de su hermano un rato, pero yo hasta casi las 15h no volví a levantarme. Mi cuerpo estaba tan acostumbrado a sólo comer y cenar, que si desayunaba, para él era como un almuerzo y ya me venía el sueño de siesta, era inevitable. La única manera sería desayunar reciente salvo, pero es que reciente levadura no me entra ni el café, de hecho me lo tomo cuando llevo casi una hora despierto.

Así que a las 15h me preparé otro café mientras seguía escribiendo el diario y leía noticias. Emma y yo decidimos salir a dar una vuelta pero a partir de las 19h, pues antes era imposible ir a pasear a ninguna parte por el calor insoportable. Ya sé que en muchos lugares hace mucho calor, pero es que allí es muy exagerado, y junto a la humedad extrema hace que no pares de sudar, por lo que ir a dar una vuelta se hace realmente pesado. Pero a partir de las 19h el sol empieza a no picar tanto y al menos puedes andar unos metros sin acabar sudando como un pollo.

Así que hacia las 18h empezamos a prepararnos ya las 19h íbamos a buscar el urbano para ir hacia la Plaza Municipal, plaza donde está el ayuntamiento de Tuxtepec, tiendas, espectáculos, música, etc. Seguíamos sin dinero, al menos yo en efectivo, por lo que tocó ir de nuevo con el urbano y gastar poco a menos que pudiéramos pagar con tarjeta, algo complicado en México.

A Emma no le gustaba nada ir con el urbano y en parte tenía razón, pues las escaleras para subir son enormes y hay que dar unos pasos de gigante. Ademas para poco rato por lo que hay que bajar rápido casi teniendo que dar un salto para llegar al suelo. Y todo ello con una conducción demasiado brusca. De hecho llegas al destino ya medio cansado.

Hacia las 19h llegamos a la Plaza Municipal y dimos una primera vuelta por todo el perímetro para ver todas las tiendecitas que había, la mayoría de comida típica mexicana y oaxaqueña. Nos detuvimos en el típico cartel con el nombre de la ciudad donde la gente se hace fotos, a hacerme yo, una foto… Éste no dejaba de ser uno de los símbolos del derroche del anterior alcalde haciendo cosas como ésta en una ciudad que de turística no tiene nada.

Una vez dada toda la vuelta fuimos a un Oxxo en la misma plaza para comprar unos helados. Y fuimos al Oxxo a comprar los helados porque se podía pagar con tarjeta, por lo que a falta de efectivo hay que ir a sitios como éste.

Volvimos a la Plaza donde en ese momento había un grupo de unas 6 personas sobre un escenario dando clases de zumba a todo el mundo que quería, y de hecho había al menos 100 personas siguiéndoles. Nos sentamos cerca y comimos el helado mientras mirábamos los zumberos y nos hacíamos unos selfies, yo haciendo la gracia de hacer el selfie casi encima de la cabeza imitando a Emma que los hacía con el móvil muy arriba, como de hecho, la mayoría de chicas.

Hacia las 20h el sol ya empezaba a esconderse y justamente llegaron los rayos. Era una época de lluvias aunque últimamente era demasiado, pues llevábamos varios días en que llovía cada tarde, y ésta no sería la excepción aunque de momento sólo eran rayos y todavía se veían bastante lejos.

La plaza es grande y estaba llena de gente, parejas y familias paseando, jugando o yendo con los típicos pequeños coches eléctricos. La verdad es que estaba bien y había mucha animación.

Mientras estábamos allí sentados, una mujer mayor vendedora ambulante se puso a nuestro lado y parecía que cada vez se acercaba mas e incluso parecía escuchar lo que decíamos. De hecho en un momento determinado se puso a un palmo de mi cara mirándome fijamente, fue entonces cuando decidimos cambiar de sitio porque no sabíamos si esa mujer estaba del todo bien, a priori no lo parecía. En cualquier caso se la veía tan mal que incluso preocupaba.

Además los rayos también ya estaban más cerca y a mí eso sí que me da mucho mal rollo, por lo que decidimos marcharme a casa antes de que todo fuera a peor.

Para volver intentamos tomar un taxi ya que parecía que tenía que empezar a llover en cualquier momento, pero sólo teníamos 200 pesos en efectivo, importe que pocos taxistas están dispuestos a cambiar, además en ese momento justamente no pasaba ningún taxi , así que mientras lo buscábamos fuimos andando fina la parada del urbano, donde por cierto, había un montón de gente. Por suerte al poco rato pasó uno. 16 pesos si que teníamos para pagarlo, lo que no teníamos eran 25 del taxi, así que la vuelta la volvimos a hacer con el urbano donde por suerte pudimos sentarnos, ya que en pocas paradas ya había un montón de gente de pie, e ir de pie en aquellos urbanos es todo un suplicio.

Imatge

Al cabo de unos 20 minutos llegábamos a la parada en la esquina de casa de Emma. Eran casi las 21h y aunque todavía se veían rayos, al menos no llovía.

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Hacia las 21:30h Emma preparó los espaguetis que había ido a comprar yo a la tienda de la esquina junto a una crema que allí siempre le ponen. La crema era la mas barata que encontré algo que Emma ya me recordó al preguntar porqué había comprado aquella, pues según ella no era tan buena. A lo que yo le respondí que no sabía si no era tan buena pero que si sabía que era más barata. En cualquier caso, con crema buena o no, a Emma le quedaban muy buenos los espaguetis y ya sabía perfectamente cómo me gustaban a mí.

Y a las 22h empezamos a cenar los espaguetis con carne, tortillas y salsa picante, y como ya era habitual, todo en la habitación mientras mirábamos Fargo en la que estábamos completamente enganchados. Estaba comiendo espaguetis pero sin faltar las tortillas y el huacamole. En México ya puedes comer lo que quieras que siempre te lo acompañarán con tortillas.

Después de cenar seguimos mirando un rato Fargo hasta las dos de la noche terminando así otro día tranquilo de paseo para conocer el centro de Tuxtepec.

03/08/2019 Masterclass de vainilla y más comida y cervezas en familia

03/08/2019 Masterclass de vainilla y más comida y cervezas en familia

Este día quedamos con Chely que se dedicaba a la vainilla. Era científica y ayudaba a productores a que las plantaciones fueran lo más eficientes posibles haciendo todo tipo de análisis en las plantas. El día anterior la conocí y nos invitó a ir a ver una colección de diferentes especies que tenía en un Instituto donde daba clases.

Quedamos a las 10 de la mañana para evitar las horas de más calor. En este caso, era más probable que a las 10 ya llegara, a diferencia de cuando quedábamos con Chicho que podía retrasarse dos horas. Por lo que a las 8:30h ya me levanté para tomar primero el café mientras escribía el periódico y después ducharme y prepararme.

A las 10 en punto ya estábamos preparados y Chely también fue muy puntual, por lo que antes de las 10:10h ya estábamos en el coche de Chely, también con su hijo, en dirección al Instituto Tecnológico de Tuxtepec . Este Instituto está muy cerca de donde duermo, de hecho vive en una zona muy preciada por los estudiantes que buscan una habitación, por lo que tengo tanto interés en terminar los apartamentos de la segunda planta.

A los pocos minutos ya entrábamos en el recinto del instituto. Aunque no fue ni las 10:30h el calor ya era insoportable. Fuimos directamente a una especie de invernadero que había en medio del patio y que era donde Chely tenía todas las plantas. Nada más entrar en invernadero ya se podía sentir el olor tan característico de la vainilla, y eso que las plantas sólo tenían hojas. Esto tan trivial me sorprendió muchísimo.

Al menos había unas 60 especies distintas de vainilla, algunas conocidas pero otras que se había encontrado ella misma en medio del bosque y que ni siquiera estaban catalogadas, vainillas silvestres como le decía ella.

Me estuvo contando casi una por una sus características. Me sorprendió que prácticamente sólo existe una especie que se comercializa debido a la facilidad de producirla, el sabor, etc. El resto son más difíciles y por tanto no se utilizan para el consumo. También me sorprendió la manera en que se plantan, pues la vainilla es una planta trepadora sin tronco por lo que cada planta se va enredando sobre un palo y conforme la planta va creciendo se coloca de tal modo que vaya dando vueltas al palo de arriba abajo.

Yo le hice algunas preguntas relacionadas con la producción de la vainilla en Tuxtepec por si podría interesarme invertir en alguna plantación, pero dejó bien claro que Tuxtepec ya no es un buen lugar debido al cambio climático que ha provocado un aumento generalizado de la temperatura por lo que ya hace demasiado calor. De hecho me explicaba que muchos productores están comprando terrenos cada vez más arriba de la Sierra donde la temperatura es más baja. Ya no era una buena opción pero nunca debe perderse la oportunidad de preguntar e informarse sobre posibles inversiones y menos cuando tienes la posibilidad de preguntarle a una de las mejores expertas de todo el estado.

Le ayudé a regar un poco alguna de las plantas que se veía más seca debido a que la bomba de agua no funcionaba. Nos hicimos algunas fotos y ya nos fuimos, yo sabiendo muchas más cosas y habiendo pasado un buen rato y sobre todo aprovechada y didáctica.

Eran casi las 11:30h cuando salíamos del instituto y íbamos a comprar el desayuno. Desayuno que en México es casi comida, aunque después también comen pero muy tarde, algunos hacia las 16h. Fuimos a un pequeño restaurante allí cerca que conocía a Chely donde ella compró la comida para los 4. Compró borrego y sopa para tomar allí aunque yo no quise. De hecho, para mí era demasiado pronto para una sopa.

Y con el desayuno volvimos a casa, preparamos la mesa fuera en el patio igual que el día anterior y desayunamos nosotros 4 y los niños. El borrego se comía, como es habitual, en tacos. Chely ya hacía rato que decía que quería un café, por lo que Emma fue el primero que fue a preparar cuando llegamos. Y de hecho Chely también iba entrando para ver cómo iba y ayudarla de tantas ganas que tenía de café. Me recordaba a mí a primera hora de la mañana…

Así que un día más volvíamos a estar fuera en el patio con la mesa, invitados y un montón de comida. Y porque todavía no eran ni las 12h, sino también habría mezcal y tequila.

Estuvimos hablando con Emmanuel de lo que pensaba estudiar, que era cirugía aunque yo no sabía qué especialidad, así que le pregunté y me dijo neurocirugía. Me quedé bastante alucinado, de hecho ya lo estaba con lo de cirujano pero la neurocirugía sonaba más complicado y sobre todo que se necesita aún más estomago. Éstas son las típicas profesiones que yo no podría hacer de asco que me daría.

Emmanuel tenía 14 años pero me pareció que ya lo tenía muy claro qué quería hacer eso. Miguel, el hijo de Chely, ya había terminado arquitectura y de hecho había hecho los planos de los apartamentos de la segunda planta de casa de Emma. Y los demás eran demasiado pequeños para saber nada. Así que estaba en medio de una familia con muchos estudiosos y grandes profesionales. Eso sí, todos profesionales por cuenta ajena y con horarios muy marcados y largas jornadas laborales, que es justamente lo que yo nunca busco.

En cualquier caso me sentía muy privilegiado poder compartir mesa con gente tan inteligente, trabajadora y culta. Es realmente agradable y provechoso pasa un rato con gente así.

Hacia las 12:30h Chely y Miguel se despidieron, pues al día siguiente ya marchaban hacia Guatemala donde Chely debía reunirse con un productor de vainilla. Conmigo se despidió mas ya que cuando ella volviera yo ya se habría marchado de México y ya no nos veríamos mas, al menos hasta el año siguiente.

Cuando todo el mundo hubo terminado de comer recogimos la mesa, limpiamos un poco y fuimos a descansar un rato, es decir, yo a mirar a Netflix ya la siesta aunque no eran ni las 13h.

Todo el mundo como siempre se levantó al poco rato pero yo hasta casi las 16h no me desperté. Emma ya estaba dando vueltas por el patio cuando yo me fui a preparar el café ya escribir el periódico. Hacia las 17:30h me envió un Whatsapp diciéndome que estaba en casa de Chicho y que fuera hacia allí, así que me vestí para ir. Pero cuando salí al patín vi a Emmanuel tocando la guitarra y Daira al lado vendiendo cosas a la gente de la calle. Por iniciativa propia les pidió bolsas de caramelos y cosas similares a sus padres, lo puso todo en una mesa frente a la puerta que da a la calle, y gritando empezó a vender cosas a la gente que pasaba. Una niña de 9 años y con un espíritu emprendedor ya tan desarrollado. Madera de empresaria.

Emmanuel me llamó y fui hacia allí a sentarme a su lado mientras tocaba la guitarra y Daira me contaba cómo le iban las ventas. Entre otros ya me contaba que una mujer les había intentado dar menos cambio, pero Daira no tenía algo de tonta. Emmanuel me pidió que le ayudara con la letra de una canción que estaba componiendo, a lo que le respondí que yo era lo menos indicado para ayudarle en aquello.

Estuvimos un rato que yo decía una palabra y él hacía una pequeña canción en la que apareciera. La verdad es que se le daba bastante bien y las canciones que iba haciendo no sólo tenían sentido sino que quedaban bastante bien.

Al cabo de unos 15 minutos de estar ahí fuera sentado, salió Emma de casa Chicho para decirme que porque no entraba, a lo que le respondí que estaba allí escuchando a Emmanuel. Pero ella me hizo entrar en casa a Chicho pues ya incluso estaba Chely, que supuestamente ya no tenía que verla más después de haberme despedido esa misma mañana.

Así que fui hacia allí y Chely ya estaba sentada en la mesa, comiendo. Siempre la veía comiendo y mucho… Estaba comiendo unas torcidas que había preparado Lola con la ayuda de Emma. Yo todavía no tenía hambre por lo que me senté allí sin pedir todavía nada. Eso si, Chicho ya empezó a quitar birras…

Al cabo de un rato llegaron Marco, Ana y su hija que apenas salían de trabajar. Ana había hecho y traído unos cupcakes que sólo verlos me vino el hambre de repente. Al menos me comí 4. Hay que tener en cuenta que hartan mucho.

Por la TV estaban haciendo un partido. Jugaban Tijuana contra América en la copa de México. Yo pregunté qué equipos eran y Marco me lo explicó pero incluso poniendo ejemplos de equipos españoles equivalentes, demostrando que tenía un gran conocimiento del fútbol y de la liga española.

Y así estuvimos bebiendo, charlando y comiendo hasta las 21h. Finalmente si que comí torcidas ya que de tanto verlas finalmente me vino la gana, y cabe decir que estaban buenísimas, de hecho se podría decir que eran las más buenas que había probado, pues al hacerlas en casa pusieron de todo y mucho.

La verdad es que era muy agradable pasar el rato con Chicho, Marco, Lola, Ana, etc. Eran todos muy buena gente y que me acogieron y aceptaron muy bien desde el primer momento. Los había visto rara vez pero ya me trataban como un mes de la familia.

Marco habló un rato de los problemas con el director de su hospital, demostrando una vez más los problemas que existen en el sector de la sanidad y que es el motivo principal por el que de momento no tengo interés en vivir en México . Por lo que decía el director incluso a veces ni siquiera iba a trabajar, dejaba gestiones sin hacer, etc. Todo ello derivaba en problemas para los pacientes que los médicos como Marco tenían que aguantar.

Hacia las 21h volvimos a casa ya después de cenar. Yo evidentemente volví a comer sobre las 12 de la noche porque no puedo ir a dormir si hace tanto rato que he comido por última vez.

Otro día bien aprovechado en el que tuve la suerte de poder ser el alumno privilegiado de una de las científicas más valoradas de Oaxaca y México con visita guiada incluida por su laboratorio. Y no sólo eso sino que también comí y cena con ella y con parte de la familia de Emma con la que cada vez me sentía más cómodo y pasaba momentos más divertidos. Pasar ratos tan divertidos entre abogados, cirujanos y científicos no deja de ser un tanto curioso.

02/08/2019 El terremoto, más barbacoa y más cervezas

02/08/2019 El terremoto, más barbacoa y más cervezas

Este fue el día en el que peor despertar tuve, yo y todo el mundo, y el día de la experiencia más inolvidable de todo el viaje y que recordaría toda la vida.

Hacia las 3:30h de la madrugada me despertó de repente un ruido muy fuerte tal y como si fuera un trueno, pero más fuerte y mucho más largo. Y cuando ya estaba despierto por el ruido pero aún sin ser consciente de nada noté que todo se movía. ¡Era un terremoto!

Evidentemente, para mí éste era el terremoto más fuerte que había vivido nunca, pues sólo oí uno de 4 grados en Vilassar que fue casi imperceptible, pero éste lo era y mucho. Al cabo de unos 5 segundos ya éramos conscientes de la magnitud y por suerte no era un terremoto que tuviera que echar la casa al suelo. Más tarde supimos que era de 5.2 grados y no de 5 tal y como se había informado en un primer momento. Mientras todo se movía escuchábamos a todos los perros de la ciudad ladrando y alguna alarma de coche también sonando. Todo era bastante tétrico. El movimiento duró, al menos a mí me pareció, entre 10 y 15 segundos que se hicieron más largos de lo normal, pues sólo piensas en si caerá algo del techo. Me daba la sensación de que el movimiento era de aproximadamente unos 30 o 40 cm de lado a lado.

Emma salió inmediatamente a ver a su hermano y sobrinos. Todos estaban bien y no había pasado nada. Yo no salí ni de la cama, pues si hubiera caído algo del techo mejor no empezar a correr por la casa, en cualquier caso habría ido debajo de la mesa.

Hacia las 4 de la noche, después de leer todos los Whatsapp’s enviados por familiares y amigos y haber leído la información por Internet, volvimos a intentar dormir. A todos les resultó más fácil que a mí, pues yo hasta las 4:30h no me dormí y me desperté y levanté a las 6:30h.

Cuando me levanté, me preparé el café como todos los días y escribí este diario además de mirar correos y otros temas financieros. Había dormido poco y mal por lo que me costó un poco activarme, pero una vez me tomo el café ya está.

Los otros tardaron más en despertarse. No fue hasta las 10h cuando alguien se despertó.

Así estuve un rato hasta que fui hacia el patio donde estaba Chicho con quien quedamos para comer allí mismo la carne que nos había sobrado el día anterior. Así que empezamos a preparar el patio, la mesa y la barbacoa. Después empezamos a calentar la carne en el microondas de Emma, ​​pues estaba congelada, y Chicho la iba haciendo a la barbacoa tal y como ya hizo el día anterior.

Y así estuvimos, ya tomando cervezas, haciendo las carnes durante casi una hora cuando avisamos a los niños y Lola y fuimos todos a comer. Estábamos 8 en la mesa y era una comida normal…

Y al igual que el día anterior, volvimos a comer muy bueno. ¡De hecho comimos mucho cada uno y todavía sobró carne! Dos días comiendo esa carne y no nos la acabábamos. Todo esto, evidentemente, acompañado de muchas cervezas, buena compañía y buenas conversaciones.

Y a pesar de haber 4 niños, el mayor de 14 y el más pequeño de 6, se llevaban muy bien y de hecho era muy divertido está con ellos. Además, el mayor, ayudaba mucho a la mesa, llevando cosas y recogiendo, mientras que los más pequeños se llevaban realmente bien.

Una vez terminamos con las morcillas, morcillas, costillas, etc., los niños fueron a jugar por el patio y nosotros nos quedamos en la mesa después de recogerla un poco para empezar a beber.

Buena parte de la tarde la pasamos en el patio con Chicho, Lola y Emmanuel, aunque los otros niños también corrían por allí. Chicho sacó una botella de Mezcal que nos acabamos prácticamente entre ambos en esa misma tarde.

Cuando hacía poco que empezamos con Mezcal llegaron la hermana de Emma y el hijo de ésta, Chely, ya la que habían invitado pero que se le había hecho un poco tarde, de hecho venía a comer pero ya todos habíamos terminado. Chely era científica especializada en vainilla. Ayudaba a productores a realizar sus plantaciones más eficientes ya buscar los mejores tipos de vainilla.

Se sentaron con nosotros y comieron un poco de la mucha carne que aún quedaba. Por cierto, Chely comió muchísimo, de hecho ya lo había dicho que tenía mucha hambre. Yo era la primera vez que hablaba con Chely y estaba un poco a la expectativa porque me habían dicho muchas veces que Chely era algo especial. Si que lo era pero en aquella ocasión estuvimos hablando muy bien, de hecho casi todo el rato que estuvo allí la pasó hablando conmigo explicándome, cómo no, cosas sobre la vainilla. Yo la verdad es que siempre pongo mucha atención cuando me cuentan estas cosas y supongo que esto también hizo que ella se explayara más al ver tanto interés por mi parte, pues realmente me contó cosas muy interesantes. No es que yo tuviera un interés especial por la vainilla, sino que tengo un interés especial en todo lo que sean negocios o posibles inversiones que pueda realizar. De hecho, en una ocasión, sin conocerla aún, ya contactamos por Whatsapp para ofrecerme como inversor. Siempre que alguien que tenga algo que enseñarme está dispuesto a contármelo, yo siempre estoy muy atento. Esto lo notan y todavía me cuentan más. En este caso estaba interesado en el cultivo de la vainilla, pues era un producto con mas demanda que oferta.

Me explicó cómo debían ser los cultivos, que en Tuxtepec ya hacía demasiado calor por la vainilla, como la analizaba, donde tenía su museo particular, las clases que daba, etc. Cabe decir que Chely es una persona muy conocida, muy reputada y cobra muy bien por hacer lo que hace. Es más, a los pocos días se marchaba a Guatemala para asesorar a un productor. Incluso la llamaban desde Guatemala.

Cuando acabaron de comer ella y su hijo se fueron a casa pero quedamos para el día siguiente para que me enseñara su museo particular y me contara algunas cosas mas. Yo, evidentemente, encantado.

Una vez ya se habían ido, Lola entró un momento en casa de Emma y vio las galletas Sponch y le faltó tiempo cuando salió para decir si las podíamos sacar. Como come Lola y sobre todo galletas y mierdas de estas, no para.

A las 19:40h a Emma se le encendió alguna bombilla y recordó que a las 19h había quedado con dos amigas suyas de la escuela, una de las cuales era la directora, así que ya llegaba tarde. Corrió a cambiarse y arreglarse un poco y antes de las 20h ya se marchaba en taxi. De todas formas al parecer las otras dos también llegaban o habían llegado tarde.

Nos quedamos Chicho, Emmanuel y yo al principio y más tarde volvió Lola. Chicho sacó el whisky y tequila. Como primero sacó el tequila me tomé una copa. Pero cuando sacó el whisky ya pasé al whisky dejando el tequila que realmente me costaba mucho tragar y me gustaba mucho menos.

Estuvimos charlando primero de mi viaje, de por dónde había ido, qué me había gustado mas, los precios aproximados de cada país, las costumbres, los paisajes, etc. La verdad es que tanto Chicho como Emmanuel se interesaron bastante por mis vivencias antes de llegar a México. Les conté un poco lo mucho que me había gustado Tailandia y lo amable que era la gente, lo peculiar de Malasia siente un país musulmán pero a la vez muy occidental y lo caro de Hawái que para vivir un solo día te has de gastar $100.

Después Emmanuel sacó la guitarra y estuvimos cantando un rato mientras él tocaba. Al principio estuvo tocando canciones de cantantes que no conocía pero en un momento tocó una de Melendi y al decirle que le conocía y que incluso me gustaba un poco, él se quedó parado, pues también le gustaba mucho y según decía en México poca gente le conocía, por lo que encontrar a alguien que le conociera le hizo cierta ilusión y estuvo cantando un montón de canciones suyas. Y todo mientras Chicho iba bebiendo Mezcal y Tequila y yo Whisky. No tabique ya iba por la tercera copa.

Y así estuvimos hasta las 22:30h que llegó Emma y ya todos fuimos a casa.

Hacia las 23:30h fui a cenar más carne de la que había sobrado, embutido, tortillas y salsa picante. Luego en la habitación a mirar un rato Fargo y sobre las dos de la noche me quedé dormido en lo que había sido un día muy largo con experiencia única incluida y habiendo conocido una científica muy reputada que tenía muchas ganas de enseñarme su laboratorio.

01/08/2019 Barbacoa y cervezas a orillas del río

01/08/2019 Barbacoa y cervezas a orillas del río

Este día habíamos quedado con Chicho y su familia para ir a Yetla, lugar donde hay una especie de hotel formado por cabañas al volante de una piscina y cerca de un río. Se paga una entrada y puedes ir a la piscina y al río sin tener que reservar una de las cabañas. Habíamos quedado sobre las 11 de la mañana por lo que yo me levanté poco antes de las 9h para tener tiempo de tomar el café tranquilamente.

Así pues, como siempre me tomé el café mientras avanzaba un poco este diario, miraba correos, etc. Luego me duché y me preparé para estar preparado a las 11 en punto aunque ya sabíamos que probablemente a las 11 no se iríamos ya que en México en general la gente es bastante impuntual, y Chicho no sería ninguna excepción. A mí realmente no me importaba demasiado ya que podía seguir en el portátil haciendo cosas.

Finalmente el atraso fue muy superior a lo que me esperaba, pues nos llamaron que ya venían sobre las 13:30h y llegaron casi a las 14h con el coche para recogernos. Un retraso de 3 horas…

Fuimos hacia el coche mientras pensaba cómo cabríamos, pues en principio venían los dos hijos de Chicho mas los dos de Lola, pero es que cuando entramos en el coche vimos que también estaba Don Lino, el padre de Lola.

Dejamos las cosas en el maletero y entramos. Finalmente los hijos de Chicho irían en el coche de la hermana de Lola, por lo que en el coche de Chicho éramos 7. Marlon en la falda de Lola y Daira en la falda de Emma.

Pasamos por casa de Lola que tenía que recoger algunas cosas, compramos bebidas y hacia Yetla. El camino fue más largo de lo que pensaba, de hecho era el mismo camino para ir a Oaxaca pasando por los mismos pueblos hasta llegar a los pies de la Sierra. Era prácticamente justo antes de llegar a las curvas, por lo que fueron dos horas de camino.

Cuando llegamos la hermana de Lola, Marcela, y su familia ya estaban, Mario, la hija Chelsea y el hijo Dilan. Bajamos las cosas del coche, cogimos unas mesas y nos colocamos en un sitio a la sombra entre el río y la piscina. Emmanuel enchufó el altavoz de Emma, que era un pase, y empezó la música.

Chicho ya preparó la barbacoa y empezó a hacer toda la carne que habían comprado que era un montón. Los demás fuimos preparando la mesa y el resto de cosas mientras ya todos empezábamos a ver cervezas. Don Lino compró 3 o 4 mojarras ya que él quería una y compró de mes por si alguien quería aunque eran bastante caras.

En un momento determinado que Chicho y Emma no paraban de pedirle cosas a Emmanuel, me dio la sensación de que se cansó y cuando acabó de hacer lo que le pedían cogió la guitarra y se fue unos metros más allá a la vuelta de la esquina. Yo cogí una cerveza y fui allí con él durante un buen rato, al menos 30 minutos, en los que estuvimos cantando canciones y pasando un rato muy agradable.

Después Chicho nos avisó porque la carne ya estaba preparada y fuimos hacia las mesas donde ya todos estaban listos para empezar a comer. Había un montón de carne, de mojarras y de cervezas, y la carne estaba realmente muy buena. Había de todo tipo y Chicho la hizo muy buena en la barbacoa (o asada como dicen ellos).

Estuvimos al menos una hora comiendo sin cesar de la cantidad de comida que había entre espaguetis, tortillas y carne. Realmente comí muy bien.

Los niños evidentemente acabaron antes y les faltó tiempo para ir a la piscina. Don Lino, como ya había empezado a comer la mojarra también acabó antes y fue a tumbarse un rato en una hamaca aunque después, con andador incluso, estuvo paseando por la zona e incluso se va bañar en la piscina tirándose de cabeza, lo que me dejó totalmente perplejo.

Mientras comíamos no paramos de ver cervezas y cuando terminamos no sólo paramos, sino que intensificamos su ritmo. Chicho bebía muy rápido y no paraba de sacar cervezas por todos cuando se acababa la suya. En cualquier caso era lo que mas apetecía en ese momento con el calor que hacía y en medio de aquel entorno tan bonito y tranquilo.

Allí se estaba bastante mejor que en Tuxtepec, pues al menos en la sombra se estaba bastante bien. Había muchos mosquitos pero yo me puse el repelente en cuanto llegué ya que en menos de 10 minutos de estar allí ya notaba que me estaban picando.

Mario y su mujer fueron a la piscina y nos quedamos Chico, Lola, Emma y yo un rato. Chicho me contó un accidente de coche que tuvo chocando contra una vaca que había en medio de la carretera y que quedó muerta en un arcén. El cristal del coche se rompe y se le clavó un pedazo en el pecho. Pensé que está vivo de milagro, supongo que él también.

Más tarde Emma se fue a estirar, pues siempre le entra sueño y le cuesta mucho aguantarse y al poco rato vinieron Mario y su mujer. Hasta entonces apenas había hablado con él y no sabía cómo era. Pero en ese momento empezamos a hablar y me di cuenta de que era el más culto y con interés por la economía de todos ellos. Me preguntó sobre la UE, sobre política, economía, países en los que había estado, etc. Todas preguntas muy interesantes y que a mí me gustaba mucho responder. Realmente mostraba mucho interés y tenía muchos conocimientos que los demás no tenían. Además estábamos de acuerdo en muchas cosas, pues yo le explicaba que Europa estaba en una deriva muy peligrosa y que no me gusta nada en lo que se había convertido y otras cosas en las que coincidíamos bastante.

Más tarde fui hacia el río, pues Don Lino y Caleb se estaban bañando. Por cierto que Emma se medio molestó porque según ella ya me había dicho si íbamos al río y ahora iba solo. En cualquier caso fui y me mojé un poco los pies. Allí también estaba Emmanuel con Chelsea que no paraba de hacerse selfies y fotos como si fuera una modelo.

Estuvimos paseando por la zona un rato hasta que volvimos a la mesa donde estaba Mario.

Y entonces fue cuando de repente ocurrieron dos hechos casi iguales y seguidos. Primero escuchamos una vez y Marlon gritó: ¡Abuelo! Don Lino se había caído de la silla porque se estaba intentando vestir. Fuimos los que estábamos allí, Mario, Emma, ​​yo e incluso Marlon a levantarlo. Pero cuando todavía lo estábamos levantando Mario le dejó y salió corriendo. Yo en ese momento no sabía qué pasaba hasta que sentamos de nuevo a Don Lino y vimos qué había pasado. Dilan se había caído a la piscina y se hizo un pequeño ojal bajo la barbilla, de hecho justamente donde yo me lo hice de pequeño, también en la piscina y que me dejó una cicatriz. Todo el día tranquilo y en un momento dos frentes abiertos. Por suerte ninguna de las dos cosas fue grave, pues Don Lino volvió a sentarse asegurando que no le dolía nada, y lo de Dilan fue una vez que finalmente no requirió coser ni ninguna atención médica. Lo más gracioso fue que Don Lino pensaba que se había caído porque Mario le había retirado la silla, algo imposible porque en ese momento estaba a 10 metros de él. Dijo: «¡Pinche Mario que me quito la silla!»

Hacia las 19:30h empezó a llover y ya aprovechamos para recogerlo todo y marcharme, pues de todos modos ya era hora de marchar. Guardamos las cosas rápidamente, las llevamos a los coches, acompañé a Don Lino al baño y nos fuimos. Chicho, incluso en el coche, iba repartiendo cervezas, por él también, claro… De hecho en el trayecto hasta casa nos vimos 2 o 3 mes cada uno.

Pasadas las 21h llegábamos a casa. Nos dejaron a nosotros primero y ellos siguieron supongo que a dejar al padre de Lola. Cogimos todas las cosas y entramos en casa bien cansados. Había sido un día bastante duro a pesar de no parecerlo, pero el mero hecho de ir cargado de un sitio a otro con ese calor y humedad ya se hacía difícil. Eso sí, hay que decir que en Yetla se estaba mucho mejor que en Tuxtepec.

Yo recogí un poco mis cosas y Emma las fue dejando por donde pasaba, la mochila sobre el sofá, el bolso sobre la mesa, etc., era su manera de guardar las cosas…

Hacia las 23h cené cosas que quedaban en la nevera, como espaguetis, chicharrón o embutido. Luego hacia la habitación a mirar alguna serie y descansar un poco hasta la 1 que me dormí acabando así un día muy bien aprovechado en el que conocí a una nueva familia muy agradable, como todas las que conocía aquí, habiendo disfrutado de una buena barbacoa en buena compañía y en un entorno muy bonito. Cada día me sabía un poco más de grave tener que marcharme algún día de México.

13/07/2019 Primer día en Tuxtepec y la primera fiesta

13/07/2019 Primer día en Tuxtepec y la primera fiesta

Me desperté a las 14:30h después de haber dormido 10 horas seguidas sin despertarme ni una sola vez. ¡Increíble! Y todo por haber sido el día anterior 40 horas seguidas cogiendo aviones y autobuses.

Emma no estaba, pero todavía no me había tomado ni el café que ya llegó. Estaba todavía medio rígido de tanto dormir y medio despertándome, que Emma me dijo que ya teníamos que marcharnos, pues nos habían invitado a una fiesta de Marlon, el hijo de Lola, la mujer de su hermano Chicho.

A mí tener que marcharme tan rápido sin haberme tomado un café con tranquilidad me cabrea un poco, así que le dije que antes debía tomarme el café, ducharme y vestirme. Cierto que ya me había avisado de la fiesta, pero no sabía que sería tan pronto.

Así que me tomé rápido el café, me duché y me vestí con la mejor ropa que llevaba, que era un pantalón azul y un polo. De todas formas finalmente acabamos marchando casi a las 17h, pues Emma se estiró y se medio dormió, tiempo que aproveché para mirar correos y escribir un poco el diario.

Casi a las 17h salimos a buscar un taxi para ir hasta el salón donde se celebraba la fiesta. El salón estaba muy cerca de donde había alquilado el apartamento en los dos últimos años, por lo que ya me conocía un poco la zona. El salón era grande con unas 10 mesas redondas en las que ya muchos de los invitados habían acabado de comer. También había un payaso preparándose para la actuación e incluso había una piscina en un patio.

Pero antes pasamos por el Chedraui que tantas veces había ido en los años anteriores a comprar el regalo por el niño y algo mas. Chedraui es una de las cadenas más conocidas de México muy similares a los Carrefours.

Al primero que saludamos fue en el festejado, en Marlon, un niño que cumplía 7 años pero ya muy educado y simpático.

Fuera en el patio estaba Lola, la madre del festejado y dos de sus hermanas que estaban preparando el almuerzo en dos ollas enormes. Entramos después de saludar y nos sentamos en una de las mesas ya ocupada por un matrimonio y su hija. No los conocíamos pero allí no pasa nada, saludas, suyos y ya está.

Nos llevaron la comida, que era un plato con pollo, un poco de espaguetis, puré de patata y una salsa de chile muy picante. Mientras comíamos llegó una de las hermanas de Emma, Xochitl que aún no la conocía. Nos presentó a ella ya su hija Alin. Algo más tarde llegó el hermano, Chicho que sí ya lo conocía de los otros años.

El payaso primero empezó su actuación en el patio hasta que un niño cayó debido al agua que había por el suelo de la piscina y decidió seguir dentro, por lo que casi toda la actuación la pudimos ver, y de hecho fue bastante divertida. Hacía desde piñatas que eran muñecos, el juego de la silla, concurso de conseguir cosas de entre los asistentes y otros juegos muy divertidos.

Finalmente Marlon se sentaba en la mesa presidencial con el pastel a soplar las velas con los niños detrás y todos cantando las «Mañanitas», la canción típica en México para felicitar un cumpleaños. Después de soplar las velas le dieron los regalos uno por uno y Lola repartió el pastel entre todos los asistentes. Evidentemente no tocó demasiado, pues éramos muchos, pero estaba muy bueno.

La verdad es que la fiesta estaba muy bien, había muchos invitados y todo era muy divertido. Aunque el payaso hacía la actuación sobre todo por los niños, también la hacía de tal modo que fuera entretenido por todos, también por los adultos que estábamos allí mirando. La gente era muy amable, el payaso muy divertido y había cervezas de sobra para todos.

Y al poco rato Emma y yo ya fuimos a su casa. Habíamos pasado una buena tarde, había conocido aparte de la familia de Emma que aún no conocía y me había reencontrado con Chicho. Una muy buena primera tarde en México comiendo, bebiendo y conociendo a nuevas personas y bien diferente al resto del viaje.

Eran casi las 20h cuando llegábamos a su casa donde yo seguí descansando un poco después de organizar bien todas mis cosas y ubicarme en la casa, pues allí ya me quedaría todo un mes. No tenía demasiado sueño pero la verdad es que todavía me sentía algo cansado. A sus 39 años ya cuesta mucho recuperarse de casi 40 horas sin dormir, cogiendo dos aviones y un autobús.

Hacia las 21:30h, a pesar de haber comido tarde en la fiesta, ya teníamos hambre, pues el plato de la fiesta no fue demasiado contundente por lo que fuimos a cenar a una taquería a 3 minutos andando de casa Emma y donde acabaríamos pidiendo varias veces en los próximos días. Una vez allí yo pedí un Suizo, que era carne de ternera con cebolla y queso junto a 6 tortillas, que le dicen ellos, que son lo que utilizan para hacer los tacos. Además pedí 5 tacos al pastor, que son de carne de cerdo, cebolla y filantro, que es una verdura. Emma por su parte pidió 5 tacos al pastor. Por tanto, yo pedí todo un Suizo más que ella y que en ese momento aún no sabía cómo era, pues ésta era la primera vez que pedía uno. Y resultó que el Suizo era como 8 o 9 tacos juntos, un pase.

Todo esto estaba buenísimo. Me encanta cómo preparan la carne y lo bueno que queda junto con las tortillas y la cebolla. Una vez me lo acabé todo, Suizo y los 5 tacos, no es que tuviera más hambre pero si que me apetecían más tacos, así que pedí mas pero ya se les había acabado la carne, pues ya eran las 22:15h y era un restaurante con mucha clientela, así que me comí sólo lo que Emma dejó de los 5 tacos. Si, todavía me jodé parte de lo suyo… Y todo esto costó 60 pesos, poco menos de 3€. En México puedes comer muy bueno y hasta no poder mas por precios ridículos.

Hacia 22:30h volvíamos a casa Emma ya a dormir, pues aunque yo ese primer día en México me había despertado tarde, ya notaba que tenía suficiente sueño como para dormir 8 horas seguidas, como así va ser.

Y así terminaba mi primer día en Tuxtepec viviendo por primera vez acompañado y en una casa, habiendo ido ya a la primera de las muchas fiestas que iría durante los próximos días y haciéndome jodido las botas de auténtica comida mexicana. Nada más llegar y la cosa ya prometía mucho.

12/07/2019 De CDMX a Tuxtepec, Oaxaca

12/07/2019 De CDMX a Tuxtepec, Oaxaca

A las 11 de la mañana llegábamos a Ciudad de México, aunque la hora local eran las 13h. En el vuelo operado por Aeromexico había podido comer y dormir muy bien, algo poco frecuente pero en esta ocasión también imprescindible para poder afrontar el día, pues me quedaba un viaje de 8 horas en bus hasta Tuxtepec que acabaría a las 23h. Cabe decir que últimamente, los vuelos más cómodos y tranquilos que he hecho han sido con Aeromexico. Una compañía muy buena.

Ya había llenado el documento de entrada que debe presentarse en el control de inmigración y que dan al mismo avión. Ya tenía el bus reservado que salía a las 17h desde la terminal TAPO de Ciudad de México con destino a Tuxtepec, por lo que tenía 4 horas para pasar el control, llegar a la terminal y por fin comer todo lo que quisiera en algún sitio ambulando después de casi 5 días comiendo platos preparados en Hawái. En México esto cambiaría radicalmente pudiendo comer todo tipo de comida muy variada y buena a precios muy bajos. Ahora mismo ya sólo pensaba en tacos, torcidas, quesadillas y tostadas.

Como ya solía hacer siempre que tenía que pasar un control de aduanas, intentaba avanzar a todo el resto de pasajeros para no encontrarme demasiada cola al llegar, y esta vez entre que salí de los primeros del avión y que voy avanzar bastante, casi volví a ser de los primeros en llegar tal y como ya me había pasado en Honolulu. Al cabo de pocos minutos ya me tocó pero al llegar la agente me dijo que faltaban unos campos por llenar. Increíble, una mierda de formulario que no se sabe bien porque sirve y encima con campos medio escondidos. Tuve que ir a llenarlos y volver, por suerte no me obligaron a hacer toda la cola de nuevo sino que pasé una vez rellenado todo el formulario.

El agente me preguntó el motivo y los días de estancia, respondiéndole turismo y 35 y hacia dentro.

Una vez en México tenía que ir hasta la terminal de autobuses TAPO que está bastante cerca pero es recomendable ir en taxi seguro o Metrobus. El taxi seguro puede salir por unos 150 pesos (6,80€) y el Metrobus por 30 (1,36€), así que yo tenía claro cómo iría.

Para según qué destino, si es mejor ir en taxi seguro, pero en este caso, el Metrobus tenía parada en la terminal TAPO donde debía ir, por lo que no era necesario tomar más precauciones.

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Primero fui por las casas de cambio del aeropuerto preguntando si podían cambiarme los ringgits malayos que todavía me quedaban, pero en ninguna parte los aceptaban, así que de momento debería comérselos. También pregunté a una tienda de Telcel el precio de una tarjeta SIM de prepago ya que normalmente en México siempre compro una debido al tiempo que me paso y al intenso contacto que tengo con los conocidos mexicanos. Pero al estar en un aeropuerto y como ocurre con casi todo, la tarjeta costaba 200 pesos sin saldo, mientras que en otros lugares costaba 50 pesos y con saldo. Al decírmelo me quedé parado y le dije que no de una manera muy directa, pues me parecía una estafa, a lo que la vendedora se quedó ciertamente parada de ver que no a todos los turistas se les puede estafar.

Después salí de la terminal y enseguida encontré la parada del Metrobus. Ésta ya era la cuarta vez que llegaba a este aeropuerto por lo que ya me lo conocía lo suficiente como para no ir totalmente perdido. Pregunté qué bus iba a San Lázaro, la parada que quedaba junto a la terminal de autobuses, y dónde cargar la tarjeta para pagar, pues el Metrobus de Ciudad de México no se paga al conductor sino que debe comprarse y cargar una tarjeta y pasarla por una máquina al subir al autobús y que descuento el precio del trayecto. Yo ya tenía la tarjeta del año anterior cuando ya había estado en Ciudad de México, además aún quedaban 4 pesos de saldo. Lo que tenía que comprobar es si todavía servía y si todavía tenía los 4 pesos disponibles.

En cuanto fui hasta la máquina, miré el saldo y efectivamente la tarjeta todavía era válida y todavía estaban los 4 pesos. En ese momento yo estaba convencido de que el trayecto costaba 16 pesos aunque me equivocaba, así que fui a comprar un café al 7-elevan para tener cambio y cargué 20 pesos, quedando así 24 pesos en la tarjeta. El efectivo que traía ya lo tenía también del viaje anterior. Inmediatamente fui a la parada donde el bus pasaba cada 15 minutos por lo que iba realmente bien, y al subir, me dijeron como si yo fuera el típico turista perdido, que tenía que pagar con tarjeta respondiéndoles que ya lo sabía y queja la tenía, pero al preguntar yo el precio me dijeron que eran 30 pesos, por lo que tuve que bajar, ir a cargar 6 pesos mas y esperar al próximo. Con todo ello ya eran las 13:30h pero todavía tenía tiempo y sobra, pues en la terminal de autobuses se llegaba en unos 15 minutos.

Aún me estaba tomando el café cuando ya llegó el bus, muy puntual a las 13:45h. Pasé la tarjeta y apareció el tick verde que indica pago correcto, por lo que ya estaba de camino a la terminal TAPO solo en el bus y con el café. Mejor que el taxi seguro. Perfecto.

Primero seguí un poco en Google Maps por donde íbamos pero lo dejé ya que ya sabía cómo era la parada donde debía bajar, así que simplemente me relajé contemplando por la ventana aquella ciudad en la que cada vez me sentía allí. mas como en casa.

Al cabo de unos 15 minutos llegamos a la parada de San Lázaro donde bajé y ya sólo tenía que cruzar la calle para entrar en la terminal de autobuses. Un año después y por primera vez en ese viaje, volvía a estar en aquella terminal y por tanto en zona conocida. Ya podía caminar directamente hacia las taquillas pues ya sabía perfectamente dónde estaban. Además también sabía cuál era el mejor sitio donde esperar, pues no estaba en salidas sino en llegadas, ya que allí había menos gente, cargadores para el móvil, red wifi muy rápida, cafetería y aseos. Todo lo que puedes necesitar en menos de 20 metros.

Vi una tienda de Telcel y entré a preguntar los precios, suponiendo que aquí ya serían distintos a los del aeropuerto. Y efectivamente, me dijeron que podía comprar una SIM con número nueve por 120 pesos y con 1.500MB de datos y llamadas y SMS ilimitados. Yo sabía que 300MB costaban 50 pesos, por lo que ese precio me pareció perfecto. En cuanto la compré, le pedí un punzón para abrir la ranura de la SIM y allí mismo la puse. Por cierto que cuando saqué la ranura, la otra SIM cayó al suelo con la mala suerte de caer en una especie de husillo que por suerte pude levantar y recuperar la SIM, pues había quedado enganchada sin seguir el camino natural de toda cloaca. Realmente tuve mucha suerte porque cayó a un centímetro del conducto del agua en el que ya lo habría perdido. Hay que tener en cuenta que necesito mi número de España para realizar ciertas operaciones bancarias, por lo que me habría quedado el resto del viaje sin poder hacerlas.

Activé la SIM, la probé y todo iba perfecto. Miré los MB disponibles y por sorpresa tenía 3.000, el doble de lo que me habían dicho. Con esto ya lo tenía por todos los días que estaría en México. Con todo, llegada a México inmejorable.

Primero fui a las taquillas a confirmar que el billete electrónico que tenía era correcto y ya era suficiente, lo que me confirmaron. Y después rápidamente a comprar comida en un sitio ambulante que había dentro de la propia terminal y donde vendían tacos, tortas y otras comidas típicas mexicanas que me moría de ganas de comer. Pedí dos tacos de canasta y torcida a la milanesa. La torcida es una especie de bocadillo en este caso de pollo rebozado y otros ingredientes. El pan está medio tostado y está muy bueno. Los tacos eran de frijoles, verduras y carne de cerdo. Entre que hacía un año que no comía y que llevaba más de un día sin comer carne, todo esto me sentó más bien, ¡cómo lo necesitaba! Además volvía a precios baratos, todo ello 52 pesos, poco más de 2€.

Después de comer fui a cambiarme de ropa al lavabo ya lavarme un poco, pues ese día no había podido ducharme, y como nuevo. A las 16h ya listo para ir hacia la puerta 7 de la terminal para tomar el bus.

A las 16:45h anunciaron el bus con destino Tuxtepec por lo que ya nos fuimos poniendo en la cola. Y al cabo de 10 minutos empezamos a pasar por el control, pues como en un aeropuerto, antes de subir al bus debes pasar por un control de metales y un registro adicional mientras otra agente registre el equipaje. Todo esto me parece perfecto.

Yo iba en el asiento 8, en ventana, y al lado me tocó un señor de 50 años del que nos acabaríamos haciendo, al menos, conocidos. El trayecto duraría unas 8 horas que se harían más largas de lo normal debido a las ya más de 24 horas que llevaba entre aviones, escaleras y buses. Las primeras 2 horas dormí un poco. Después escribí el periódico mientras hablaba un poco con Emma para ir quedando por la llegada, pues esta vez me quedaría en su casa. Hacia las 21h hicimos una parada en el sitio típico, de hecho ya recordaba haber parado allí en otra ocasión que también hice este trayecto. Allí me pedí un capuccino por 20 pesos, unos 0,90€ y ya era el tercero que me tomaba desde que había llegado a México.

Ya hacía rato que llovía y aquí seguía lloviendo. De hecho por el camino hasta allí llovió con fuerza incluso con rayos cayendo muy cerca de nosotros.

Al cabo de unos 10 minutos volvimos al bus a seguir el camino. Yo con el capuccino que me sentó más que bien. Ya había dormido un poco y ahora ademas tenía el café, por lo que para mí dormir mas ya no era una opción. Fui escribiendo el diario y de vez en cuando seguía por Google Maps por donde íbamos, pues el camino se me estaba haciendo realmente largo. Ademas estaba ya un poco nervioso por el reencuentro en Tuxtepec, pues hasta entonces literalmente no había tenido tiempo de ponerme, pero ahora ya lo tenía todo hecho, ya sólo me quedaba llegar. Emma también estaba muy nerviosa, de hecho mucho más que yo, pues no paraba de preguntarme por dónde iba. Por lo menos ahora nos podíamos llamar o enviar Whatsapps.

Hacia las 22h el señor de al lado se despertó después de estar todo el camino durmiendo y empezamos a hablar. Ya no recuerdo de qué empezamos a hablar pero la cuestión es que acabamos hablando de un montón de temas y durante 3 horas, de hecho hasta llegar a Tuxtepec ya casa de Emma, ​​pues acabamos compartiendo el taxi.

Primero me comentar que trabajaba en una fábrica de Nissan y por lo que decía estaban a punto de cerrar o al menos de hacer una reestructuración de personal que le dejaría sin trabajo después de 26 años trabajando. Me habló de un restaurante que tenía en Tuxtepec con su mujer y que ahora se dedicaría más. Después hablamos de la situación de Tuxtepec y de México en general, me habló de Aguas Calientes, de donde él era y de la feria de San Marco que se hacía, la segunda mayor de México. Le hablé de mis viajes y de las ciudades que ya conocía de México, de lo que me dedicaba, o incluso del sistema de pensiones en México, que por lo que se ve existe una especie de plan de pensiones aportado por la empresa pero que alguna vez más de un trabajador ya se había quedado sin pensión porque el dinero desaparecía. Y de muchas cosas mas, la verdad es que él, al igual que yo, éramos dos personas con conocimiento de muchos temas y íbamos pasando de uno a otro continuamente. Fue una conversación muy interesante que hizo que las 3 horas que quedaban pasaran mucho más rápido.

Lo que si le preocupaba mucho y lo vigilaba mucho era el tema de la seguridad. Siempre cogía taxis seguros o iba con taxistas ya conocidos. Nosotros llegaríamos a Tuxtepec hacia la 1 de la madrugada, por lo que debía vigilarse un poco. Yo le dije que pensaba tomar un taxi allí en la terminal y él me dijo que le vendría a buscar un amigo su taxista. Le dije que iba a la Colonia Grajales y él llamó a su mujer para preguntarle si sabía dónde estaba, y justamente estaba un poco antes de dónde él iba, a la Colonia Nueva Era, por lo que me propuso compartir el taxi ya que yo bajaría antes.

A priori puede parecer algo arriesgado pero con la conversación que habíamos tenido y la que él había tenido con su esposa, me dio confianza. Siempre hay cierto riesgo, pero la verdad es que se me da muy bien detectar el peligro y la gente de confianza, y ese hombre me pareció de mucha confianza, al menos mucho más que cualquiera de los taxistas que pudiera haber esperando a la terminal. Así que le dije que si y se lo comuniqué a Emma que no le hizo ninguna gracia, de hecho me pidió que le pasara el número del taxi cuando lo viera.

Al llegar a Tuxtepec tuve otra de esas sensaciones entre nerviosismo y emoción. Tuxtepec se estaba convirtiendo en mi segunda casa y volver después de un año hacía mucha ilusión. Ver aquellas calles de nuevo, el río, las casas y finalmente la terminal era incluso gratificante después de haber hecho tantos kilómetros ese mismo día desde Honolulu y más teniendo en cuenta que llegaba por primera vez por el oeste, habiendo hecho el camino más largo posible desde Barcelona. Había sido largo, había costado, ¡pero ya estaba allí!

Eran la 1 de la noche cuando bajábamos del bus, recogíamos el equipaje y salíamos de la terminal. La prueba más clara de que estaba en Tuxtepec era el calor que hacía a pesar de ser de madrugada. Calor y sobre todo mucho bochorno.

Él llamó a su esposa ya su amigo taxista que llegó en unos 5 minutos. Yo llamé a Emma para decirle que ya subía al taxi pero ella no se fiaba. Me pidió que le diera el número del taxi, que era el 310 y que tuve que decirle con voz baja ya que estaba en medio de ambos y me hacía algo que vieran que desconfiábamos.

Puse la calle de casa a Emma en Google Maps y el taxista fue por el camino marcado todo el rato hasta llegar sin problemas a los 5 minutos al destino. En la puerta de fuera ya estaba Emma esperando y el chico, con su desconfianza, se la quedó mirando hasta que al cabo de unos segundos me preguntó: «¿Te están esperando?» A lo que le respondí que si quedándose entonces más tranquilo, pues me dio la sensación de que pensaba que ya le estaba preparando una emboscada.

Pagué los 25 pesos que valen casi todas las carreras de taxi en Tuxtepec, me despedí del amigo del bus, que todavía no sabía ni cómo se llamaba, y entré en casa Emma. Ella se la veía más tranquila de ver que había llegado bien aunque me volvió a decir que no le había gustado que fuera con aquellos, a lo que le respondí que yo no voy con cualquiera, que ya tomo las mías medidas de seguridad y si había decidido venir con ellos era por algo. Además, a ella todavía le hacía menos gracia que a mí que tomara un taxi de la terminal. ¿Cómo iba a venir entonces?

Nos saludamos y después de enseñarme un poco la casa, pues ésta era la primera vez que entraba, nos sentamos en la mesa donde ya me había dejado preparados los 6 antojitos que le había pedido aquella misma tarde. Los antojitos son como tostadas redondas con carne, queso, verduras, etc. y que a mí me gustan mucho, es de hecho de lo que más me gusta de México y sobre todo aquellos que los hacían en un restaurante concreto. Por la tarde les pidió especialmente para mí, antes de llegar yo los calentó y ya los tenía listo en la mesa.

Ya estaba en mi destino final en esta etapa del viaje, con la comida que más ganas tenía que volver a probar y con la persona que más ganas tenía que volver a ver. Todo era perfecto.

Me comí los antojitos mientras comentábamos el viaje, sobre todo el trayecto hasta allí, comentábamos algo de la casa y por lo general nos poníamos un poco al día. Si la felicidad existe, ese momento lo era.

Por primera vez durante el viaje me quedaba a dormir en casa de gente conocida y dejaba por tanto la soledad buscada del viaje para pasar casi 5 semanas bien acompañado y viviendo en una casa con todas sus comodidades. De hecho, acababa de llegar a mi segunda casa y no podía haber sido una mejor llegada.

Llevaba miles de kilómetros recorridos entre 5 países y un montón de nuevas ciudades visitadas, pero ahora tocaba descansar un poco y pasar, ahora sí, unos días de vacaciones.

Hacia las dos de la madrugada íbamos a dormir, pues para mí sobre todo, aquél había sido un día muy largo, un día de 40 horas gracias a los largos vuelos ya los cambios horarios. Al día siguiente tocaba ver al resto de conocidos por lo que debía recuperar energías.

11/07/2019 De Honolulu a Ciudad de México

11/07/2019 De Honolulu a Ciudad de México

Me desperté a las 6:45h empezando así el día en el que tendría probablemente el trayecto más largo del viaje, pues la próxima cama donde acabaría durmiendo sería en Tuxtepec, México, donde llegaría a las 23h del día siguiente, por lo que todavía me quedaban unas 40 horas para llegar desde Honolulu donde estaba ahora. El trayecto constaría de dos vuelos con escalera a Los Ángeles y un bus desde Ciudad de México a Tuxtepec en un trayecto de unas 8 horas. El vuelo salía a las 15:00h por lo que quería salir del hostel entre las 10:30 y las 11 de la mañana.

El vuelo ya lo tenía reservado desde casi 6 meses antes del inicio del viaje con una agencia griega y por 316€.

Cuando me levanté vi que había otro chico en la habitación. Había hecho el checkin la noche anterior cuando ya estábamos todos durmiendo y, al menos yo, ni me había enterado. Esto es tener respeto por los demás.

Me duché y fui a tomar el primero de los dos cafés que me tomaría antes de irme mientras miraba correos y escribía el periódico. A las 8:30h fui a terminar de guardarlo todo en la maleta y poner el móvil a cargar. A las 9:30h otro café mientras acababa de mirar todos los correos y algunos tipos de cambio que me interesaban por si podía cambiar en algún sitio los ringgits malayos que me quedaban. Miraba tanto los tipos de cambio frente al dólar y el peso mexicano. Y a las 10:30h último repaso a la habitación para no dejarme nada, me despedí del chico francés que había llegado el día anterior y que era el único en la habitación y ya fui a hacerlo checkout. A diferencia del checkin cuando me hicieron un montón de preguntas y explicaciones, ahora todo fue mucho más rápido. Simplemente tenía que llevar las sábanas y la toalla a la recepción y ya podía irse.

Así pues hacia las 10:30h me despedía de los conocidos del hostel e iniciaba el trayecto de unas 36 horas hasta Tuxtepec, haciendo paradas en Los Ángeles y en Ciudad de México.

Hasta el aeropuerto de Honolulu iría con el bus público, que debería tomar dos. SI todo iba bien en poco más de una hora podría llegar. Primero tenía que coger el número 6 que pasaba por la calle de debajo del hostel al que llegaría en 3 minutos andando por lo que me iba perfecto. Ya salí teniendo en cuenta el horario que decía Google Maps y que efectivamente se cumplió bien, pues en principio pasaba a las 10:30h y pasó a las 10:33h.

Compré un paso por un día ya que tenían el mismo precio que los dos buses que debería coger, y así no debería pagar mas si me equivocaba o tenía que coger un tercer bus por el motivo que fuera. Además aproveché para pagar con toda la morralla que tenía, que era mucha, y ya me quedé sólo con $3,25, por lo que me tuve suficiente con los $74 en efectivo que traía de casa, pues en Hawái no voy cambiar nada ni saqué efectivo de ningún cajero. Toda una proeza alargar los $74 durante 4 días en Hawái.

Al cabo de unos 30 minutos de ir en el bus número 6 llegamos a la parada donde tenía que bajar y caminar unos metros hasta la otra parada donde cogería el bus 20 y que ya me dejaría en el aeropuerto. En esa parada me pareció que un anciano que estaba allí sentado se estaba fumando un puerro, y eso que en las paradas está prohibido fumar, cualquier cosa está claro… Además se estaba bebiendo una cerveza y me extraña que en EEUU se pueda ver cerveza por la calle.

El 20 tardó unos 20 minutos en llegar, por lo que eran las 11:20h cuando subía. Además iba completamente lleno así que me tocó estar buena parte del trayecto de pie y enlatado como una anchoa. Al menos ya veía a gente con maletas señal de que íbamos directamente al aeropuerto. Realmente fácil y barato llegar al aeropuerto desde el centro de Honolulu.

Hacia las 12h llegaba al aeropuerto sin ningún problema más que un pequeño retraso y con tiempo suficiente para ir a realizar el checkin y pasar el control de seguridad. El bus nos dejó en la terminal 1. Yo en ese momento ni siquiera sabía que había dos terminales ni a cuál debía ir. De hecho, lo que conocía del aeropuerto de Honolulu era lo que había visto a su llegada, y la verdad es que no me hice una buena idea de cómo era. El aeropuerto era mucho mayor de lo que me esperaba y tenía las dos terminales aunque por suerte estaban una al lado de la otra. Allí a la 1 veía que había 4 lobbies, uno de ellos por vuelos internacionales, así que pensé que debería entrar en aquél. No lo tenía nada claro pero lo que sí tenía claro era que aquélla no era la terminal a la que había llegado.

Antes de entrar me comí los sándwiches que llevaba sentado en un banco justo frente a las puertas de entrada a la terminal y después fui a buscar la zona para fumar, pero después de recorrer toda la zona de frente a las puertas y donde normalmente hay una pequeña zona de fumadores, no vi que en ninguna parte se permitiera fumar. Por último, cuando llevaba 10 minutos buscando, vi el típico cartel de permitido fumar pero que señalaba en el piso de abajo. Ya había visto que debajo había algo pero desde allí parecía un parking, por lo que no le había prestado más atención. Pero ahora que según el cartel la zona de fumadores estaba abajo, busqué las escaleras y bajé rápidamente. Y cuando ya estaba casi en la zona de fumadores me di cuenta de que acababa de llegar al lugar al que había llegado mi vuelo 5 días antes. Estaba en la terminal 2 y aquella era la que me conocía, de hecho ahora mirara donde mirara todo me era conocido.

Fui a fumar y cuando ya volvía hacia la terminal 1 para ir a buscar dónde hacer el checkin, vi que allí en la terminal 2 también había salidas internacionales. Estupendo, ahora ya no sabía a qué terminal debía ir, pues desde ambas había salidas internacionales, así que fui a preguntar a un punto de información que ya me conocía, pues a la llegada ya había preguntado dónde había un money exchange. Allí me preguntaron la compañía y al decirles Delta me dijeron que estaba allí, en el lobby 7 de la terminal 2. Pues menos mal que busqué un sitio para fumadores y que acabé preguntando porqué yo ya iba a entrar en la terminal 1.

Así que fui hasta el lobby 7 que estaba literalmente 10 minutos andando hasta encontrar los mostradores de Delta. Con todo ello ya eran las 12:30h y el tiempo de sobra que tenía se agotaba rápidamente.

Le dije a la mujer que organizaba la cola que sólo quería hacer el checkin y ella me dijo que podía ir a las máquinas a lo que le respondí que ya tenía un email infornándome que el checkin lo debería que hacer con un agente. Como si yo no supiera hacer el checkin online o en las máquinas…

Cuando me tocó, tuvieron que hacerme un montón de preguntas, por lo que no podía hacer el checkin en la máquina ni de forma online. Por ejemplo tenían que saber cuántos días estaría en México, si tenía ya el billete de salida o la dirección en la que me quedaría. Por lo menos la chica que me tocó era muy amable, me repetía todo lo que no entendía y me explicó muy bien lo que debería hacer en Los Ángeles, donde haría la escalera, pues allí debería hacer otro checkin. Le pregunté dónde estaba la puerta de embarque y me dijo que en aquella terminal, así que menos mal que fui a fumar y vi esta terminal, la 2, porque sino quizás todavía estaría en la 1 buscando el mostrador de Delta.

Con todo ello ya eran casi las 13 horas por lo que al final tampoco fui tan sobrado de tiempo. Fui a fumar un piti y ya a pasar el control de seguridad.

Como suele ocurrir en EEUU, había un perro detector de drogas antes de pasar el control. Todo esto lo pasé sin que me pararan ni me hicieran ningún registro adicional. Por cierto, que una vez pasado el control me encontré con una batería externa tirada al suelo que muy amablemente di a una agente del control. No sé si se la deberían quedar ellos o la llevaron a algún sitio de objetos perdidos, en cualquier caso en ese momento me salió la vena amable y no me la quedé. Además yo ya llevaba una que se veía mejor y más nueva que aquella.

El camino hasta la puerta de embarque también era bastante largo, de hecho todo el aeropuerto era mucho mayor de lo que me había parecido a la llegada, pues sólo había visto una pequeña parte. La puerta era la E3 y estaba allí donde debían asignarme el asiento, algo que me pasaba por primera vez.

Estuve allí esperando aprovechando que había conexión a Internet hasta las 14:30h que fui a preguntar al mostrador, y aún suerte, porque sólo enseñar el billete ya me dieron el definitivo que tenían allí preparado con el asiento asignado, el 35C, la penúltima fila, y de hecho la última de la banda de los asientos del A al C. Además tenía la categoría Basic por lo que tuve que esperar a que subiera todo el mundo hasta que sólo quedamos los de Basic, unos 15, para subir. Eso sí, éramos los mejores, ¡pues cuando nos llamaron una mujer hizo un Iuuujuuuuu! Y todos riendo subiendo al avión.

Pero no sólo me tocó al final del avión sino que además iba junto a una pareja que llevaban una niña de menos de un año… Fantástico.

El vuelo duraría unas 5 horas y media desde las 15h a las 20:30h pero siendo en Los Ángeles las 23:30h, es decir, debería pasar la noche en el aeropuerto ya que el vuelo hacia México salía a las 7 de la mañana.

Durante las primeras horas la niña se llevó bien, de hecho se llevó mejor de lo que me esperaba durante todo el vuelo aunque hacia el final ya lloraba mas, pero creo que no tanto por ella sino porque les sus padres querían hacerle dormir y ella no quería. Todo el rato estaba tocando la pantalla o mirando cosas y mientras lo hacía no molestaba, era justamente cuando la acunaban que lloraba. Lo cierto es que se la veía muy activa y no descansó en todo el trayecto.

Por lo demás todo bien y tranquilo, incluso nos dieron bebida y snacks en dos ocasiones durante el vuelo, que en mi caso fueron dos cafés y galletas. Menos mal teniendo en cuenta que el vuelo costaba unos 200€.

Y a las 20:30h llegábamos a Los Ángeles tal y como estaba previsto. Evidentemente tardé en bajar porque estaba en la última fila, pero al menos una vez abajo ya no hacía falta pasar ningún control de inmigración, algo que siempre se agradece y más están en EE.UU.

Una vez en el aeropuerto salí fuera a fumar un piti y lo que me sorprendió fue que hacía bastante frío, más de lo que me esperaba, de hecho tuve que ponerme la chaqueta, como todo el mundo. Creo que era la primera vez que me ponía la chaqueta en todo el viaje. No tabique estábamos en pleno mes de julio y por tanto en pleno verano en el hemisferio norte, donde estaba ahora.

En cualquier caso ésta era la primera vez que ponía los pies en Los Ángeles y aunque no saldría del aeropuerto, al menos podía ver un poco la fauna que hay en esa ciudad y como estando todavía en una ciudad americana , aquí la gente ya se veía muy diferente en Hawái.

Llegué a la terminal 3 y según tenía anotado el vuelo a México salía de la terminal 2, así que fui hasta la 2 donde pude llegar andando, pues las terminales están todas seguidas y en unos 5 minutos ya s puede llegar. Entré y efectivamente había mostradores de Aeromexico, la compañía con la que volaría, y además, a pesar de la hora que ya era todavía había una trabajadora. Fui a preguntarle si el vuelo saldría desde esa terminal y así me lo confirmó, tanto el lugar como la hora. Por primera vez en todo el viaje podía hablar en español, que después de tanto inglés y tailandés la verdad es que se agradece.

Así que ya sólo me quedaba esperar 4 horas a que abrieran los mostradores para hacer el checkin y 3 horas más hasta la salida del vuelo. Por suerte había red wifi abierta por lo que la espera se hizo un poco más soportable. Primero avisé a la familia de que ya estaba en Los Ángeles y después estuve mirando correos y temas de trabajo, escribiendo el diario o incluso mirando a Netflix. Ya sabía que no podría dormir en cuanto ni lo intenté, además hacía demasiado frío por el aire acondicionado como para ni siquiera intentarlo.

Esta ya era la cuarta o quinta vez que me tocaba pasar la noche en un aeropuerto y en ninguna de las ocasiones anteriores había conseguido dormir más de 5 minutos, por lo que estas alturas ya sabía que no hacía falta ni que lo intentara . Entre la incomodidad de las sillas, el miedo a robos, la luz que nunca se apaga y la megafonía que tampoco nunca se apaga me resulta imposible dormirme a menos que esté extremadamente cansado.

Salí un rato fuera de la terminal y tal y como ya he comentado antes, sólo de pasear un poco por las afueras de la terminal ya podía ver la diferencia entre Hawai y el continente, pues aquí ya había gente pidiéndome tabaco o al menos con cierta pinta que transmitía muy poca confianza.

Poco después de las 12 de la noche me comí las dos bolsas de patatas y el paquete de galletas que me quedaban. Y después ya ir haciendo tiempo paseando por la terminal, conectado a Internet o descansando en una silla hasta las 3:30h que fui hacia los mostradores de Aeromexico donde ya había 5 o 6 personas esperando. Yo llevaba 6 horas en esa terminal y aún no fui el primero en ponerme en la cola…

Pero allí nadie apareció hasta las 4:30h cuando en la cola ya había al menos 100 personas. Finalmente abrieron los mostradores y pude hacer el check-in sin problemas, y ahora ya no me hicieron todas las preguntas pertinentes para poder entrar en México pues ya me las habían hecho en Honolulu. Todo fue muy rápido y bien tal y como me había contado la amable trabajadora de Delta.

Hacia las 5 de la madrugada fui a pasar el control de seguridad que también pude pasar sin que me pararan ni me hicieran ningún registro adicional y directamente hacia la puerta 28 desde donde debería embarcar.

Y ahí tocó esperar una hora más en un ambiente completamente diferente al que llevaba viviendo en las últimas 8 horas. Aquí ya había decenas de personas bien despiertas y con un griterío importante. Eso sí, casi todos mexicanos, claro, lo que me hizo sentir un poco más cerca de casa después de tantas semanas dando vueltas por el mundo y de hecho haber dado ya más de la mitad de la vuelta. México era el más similar a estar en casa de todo lo que había visitado hasta entonces. Aún no era el final del viaje pero sí ya una nueva etapa que empezaba aquí y ahora.

A les 6:10h vam començar a embarcar. Jo era del grup 3 i, tenint en compte que del grup 1 quasi no hi havia ningú i del grup 2 no hi havia ningú, vaig embarcar quasi dels primers. I molt millor, ja que suposadament faltaria lloc per guardar tot l’equipatge de cabina per lo que m’interessava entrar ràpid i poder guardar la maleta almenys per davant meu per tal de no haver-me d’esperar a què sortís tothom de l’avió per poder-la agafar al baixar.

Vaig pujar dels primers. El meu seient era el 10F per lo que estava força a prop de la porta i a la finestra. I per sort aquesta vegada no em va tocar al costat de cap bebé, sinó tot el contrari, una noia que als dos minuts d’enlairar-nos es va adormir i ja no es va despertar fins l’aterratge. Un vol ben tranquil.

Yo en ese momento ya llevaba casi 24 horas sin dormir pero aún así no esperaba que pudiera dormir tampoco en ese vuelo, pues prácticamente nunca he dormido en un avión. Pero en esta ocasión el sueño pudo mas y por suerte pude dormir un poco, que aunque fuera poco fue ciertamente imprescindible. A las 7:30h me quedé completamente dormido sin intentarlo hasta hacia las 8:40h que me desperté por ruidos en la cabina. Cuando abrí los ojos vi que el resto de pasajeros tenía el desayuno, de hecho seguramente me desperté por el propio ruido que hicieron al repartir los desayunos. Y yo que llevaba un montón de horas sin comer nada decente y casi nunca duermo en aviones, justo me duermo cuando reparten el desayuno. Evidentemente cuando pasó una de las tripulantes le dije que no me habían dado la comida porque estaba durmiendo y que por favor me la llevaran, cosa que hicieron enseguida. Aunque de hecho tampoco era tanto como parecía, pues era un croissant de jamón y queso, un trozo de chocolate y una especie de compota de manzana. Eso sí, me apeteció todo mucho sobre todo debido al hambre que tenía.

Y habiendo comido y aún con mucho sueño acumulado, no tardé demasiado en quedarme dormido de nuevo y durante buena parte del trayecto. Menos mal porque el día que tenía por delante sería largo y cansado llegando a mi destino final sobre las 12 de la noche.

En ese momento ya llevaba más de la mitad del mundo recorrido sin que hubiera sufrido ningún problema grave y ni siquiera quieres cancelados. Algún retraso que me fue muy bien por la compensación económica pero en general todo muy bien. Ahora ya estaba en la segunda parte del viaje empezando por México que para mí ya es zona conocida y por donde me muevo casi como si estuviera en casa.

10/07/2019 Manoa Falls

10/07/2019 Manoa Falls

Me desperté sobre las 6 de la mañana habiendo dormido perfectamente toda la noche y me duché rápidamente después de fumar un piti para evitar colas en las duchas. Cuando me estaba duchando ya se fueron despertando los demás así que pude hacer más ruido sin miedo a despertar a nadie.

A las 7h, en cuanto abrían la cocina, fui a tomar el café de cada mañana, a escribir un rato este mismo diario, mirar correos, algo de finanzas ya preparar el camino que quería hacer ese día hasta las Manoa Falls, una cascada muy cerca de Honolulu ya la que se llega después de andar poco más de un kilómetro por medio de la selva. Estaría una hora y media caminando hasta llegar al base del camino desde el hostel, media hora más hasta llegar a la cascada y después el mismo camino de regreso, por lo que, si no me entretenía demasiado, serían unas 4 horas de caminata una de las que bastante dura.

A las 9h salí del hostel sin pensármelo demasiado pues si lo hacía todavía me acabaría arrepintiendo. Si podía ir andando era porque el hostel estaba alejado del centro y justamente quedaba hacia dónde estaba la cascada, por lo que ir andando era factible lo que no lo hubiera sido si hubiera estado en el centro de Honolulu. Eso sí, me fui sólo con el móvil y algo de dinero, ni agua ni comida.

Al menos el camino hasta el inicio de la selva era por una calle que transcurría por medio del típico barrio de las afueras con las típicas casas unifamiliares, su jardín, su coche fuera y el cortacésped dando vueltas. Todo muy americano. Era un barrio apartado pero donde las casas se veían muy caras. Además tenían unas vistas únicas, de hecho en Hawái, es difícil no tener unas buenas vistas.

El camino poco a poco se fue haciendo aburrido ya que la calle seguía siendo la misma y tampoco variaba demasiado ni había demasiado movimiento de personas para entretenerse. Simplemente tenía que andar esa calle arriba durante más de una hora. Además el calor empezaba a intensificarse y aquella calle, aunque poca, tenía pendiente ascendente todo el rato.

Al cabo de la hora y media prevista llegaba al inicio del camino de montaña dejando atrás el asfalto para entrar en la selva hawaiana. El camino empezaba justo en la calle por lo que había ido todo el rato y cambiaba el paisaje completamente. De repente se acababan las casas y entrabas en una espesa selva con carteles donde avisaban de que entrabas bajo tu responsabilidad ya que podían caer ramas y, literalmente, matar a alguien. Así lo decía en el cartel.

Después de pasar el susto de poder morir por la caída de una rama, entré en el camino. Yo pensaba que eso ya era el camino, pero no, sólo era el camino más ancho hasta el punto donde se iniciaba el trekking de verdad que ya era un caminito irregular de menos de un metro de ancho, fuerte pendiente toda la rato y raíces por todas partes. Además el suelo estaba muy húmedo y en algunos puntos resbalaba bastante, por lo que por mucho que quisiera no podía ir demasiado rápido.

Conforme avanzaba por ese camino, el paisaje era cada vez más bonito, con el río circulando por el lado y una vegetación única y exuberante. Aunque había llegado al inicio de la selva ya bastante cansado, cabe decir que todo era mucho más fácil de lo que pensaba y sobre todo más fácil que los trekkings que había hecho por las selvas de Malasia, pues aquí ni el camino era tan difícil y sobre todo no había tanta humedad ni hacía tanto calor, de hecho en algunos tramos incluso hacía una temperatura muy agradable.

Conforme me acercaba a las cataratas se notaba que había más gente, pues el tramo final, evidentemente, era donde la gente se quedaba un rato y se notaba cierta aglomeración ya antes de llegar.

Me sorprendió mucho, a mí ya todo el mundo que la veía, una asiática que iba con un vestido y zapatos con un tacón-plataforma de unos 10 o 15 centímetros subiendo por ese camino fangoso y resbaladizo por encima de raíces y rocas. Hay gente que no sé en qué piensa o si es que no se informan ni un poquito del lugar al que van. En cualquier caso tenía mucho mérito lo que hacía y no desistió ni un momento hasta llegar a la cascada.

Y hacia las 11:15h por fin escuchaba el sonido del agua cayendo, veía cómo el camino se ensanchaba para finalmente ver majestuosamente delante de mí la cascada Manoa que era más alta de lo que creía. Es una cascada pequeña aunque ya lo sabía, pues ya me había informado por Internet, pero sí que era bastante más alta de lo que pensaba con una caída de al menos 30 metros. Como era de esperar había un montón de gente allí haciéndose selfies y lo que ya no era tanto que esperar también había gente bañándose justo en la caída de la cascada. Y no era tanto esperar porque hay carteles por todas partes que prohíben acercarse y mucho menos bañarse, sin embargo al menos había 20 personas dentro de la zona prohibida y claramente delimitada.

Estuve allí observando la cascada y sacando fotos, claro, unos 15 minutos. Cabe decir que el sitio era muy bonito y agradable de estar, pues se estaba muy fresquito gracias a la abundante vegetación que tapaba el sol y las vistas eran muy bonitas, con una de las características montañas hawaianas de fondo y árboles de 15 o 20 metros de alto y con troncos de unos 2 metros de diámetro, unas bestias. Por todas partes se veía una flora que difícilmente se puede encontrar en otros sitios. El camino hasta allí era relativamente fácil y permitía apreciar una naturaleza única cerca de una gran ciudad como Honolulu. Una tierra de contrastes.

Hacia las 11:30h empecé la bajada y la parte más dura del camino, pues ya todo era zona que ya había visto y por tanto ya no tenía tanta gracia. Además llevaba un cansancio acumulado muy importante.

En un punto determinado del camino fue de poco que no resbalo y me foto una hostia de aquellas que no tocas el suelo durante unos segundos y caes a plomo en el suelo, y además todo justo delante de dos mujeres que lo vieron todo a medio metro, de hecho, después del susto correspondiente y de ver que me había podido aguantar, estuvieron riendo al menos un minuto. A partir de ese momento bajé el ritmo, pues iba casi corriendo sendero abajo, y agarrándome a algún tronco siempre que podía. Hay que tener en cuenta que debido a la humedad ya las lluvias casi diarias, el suelo era como un barro con tramos que resbalaban más que el hielo.

Me sorprendía bastante ver a niños de no más de 7 u 8 años haciendo ese camino como si nada. Del mismo modo ya había visto un montón subiendo al Diamond Head. Lo cierto es que lo encontraba de un mérito muy importante.

Hacia las 11:45h llegaba al final del camino de montaña dejando atrás la selva y volviendo a la carretera que transcurría por medio del barrio pijo y que me llevaría casi directamente hasta el hostel. Eso sí, al mes de una hora de caminata, pues estaba todavía a unos 5 kilómetros.

Ademas ahora las nubes que antes tapaban un poco el sol haciendo el camino mas soportable, estaban desapareciendo, por lo que hacía mucho mas calor y llevando ya 3 horas caminando se empezaba a hacer realmente duro. Por suerte todo el camino era de bajada. De todas formas, el saber cómo es el camino, a mí me ayuda a hacerlo más soportable, pues hay gente que dice que no, que todo lo contrario, pero a mí la verdad es que saber cuánto queda más ayuda a administrar las fuerzas.

Y finalmente, hacia las 13:15h llegaba al hostel con un dolor de piernas considerable. No había comido nada en todo el día y la verdad que me planteé de no comer y sólo cenar, pues al día siguiente se marchaba a México y por lo tanto no quería hacer siesta para ir a dormir pronto. Pero claro, tenía tanta hambre que evidentemente no pude aguantar y fui, en principio, al McDonald’s aunque estaba a 20 minutos andando mientras que a los 5 minutos ya pasaba por delante del 7-elevan, por lo que decidí comprar un plato preparado allí mismo y comérmelo en el hostel tal y como ya había hecho los días anteriores. Más barato, más cómodo y seguramente más sano.

Compre pollo rebozado con arroz estilo basil, 2 taquitos recién hechos en el mismo 7-eleven y un bocadillo de ensalada de pollo, todo ello por $7,92 (6,60€). A diferencia del primer día, ahora ya sabía qué comer y cómo no gastarme una milionada para vivir en Hawái. Después volví directamente al hostel donde lo calenté y comí con mucho gusto como siempre en el patio del hostel.

Desde el anterior viaje pero sobre todo en éste, los 7-elevan se habían convertido por mí en los mejores salvavidas que podía encontrar en los nuevos países visitados. Eran lugares donde vendían todo tipo de productos básicos, abiertos las 24 horas del día y con la posibilidad de comerte al momento o calentarte cualquier plato. Incluso podías comer dentro del mismo 7-elevan o pedir un café recién hecho. Una maravilla para viajeros y sobre todo muy útil para conseguir todo lo necesario para pasar pocos días a algún sitio ya cualquier hora del día, pues a veces llegas a una nueva ciudad de madrugada cuando todo está cerrado, excepto los 7-eleven.

Después de comer fui a tumbarme un rato en la cama a mirar a Netflix pero aguanté como un campeón sin dormirme, algo verdaderamente insólito. Estuve mirando a Black Mirror para engancharme y así ayudar a mantenerme despierto. Eran poco mes de las 14:30h cuando me estiraba y me levanté hacia las 16h para preparar la maleta, pues lo tenía que hacer antes de que oscureciera y empezaran a venir los demás a dormir.

No había hecho ninguna lavadora aunque había una en el hostel pero era demasiado cara como para no aguantar un día sin lavar ropa y más teniendo en cuenta que no hacía ni una semana que la había lavado toda. De momento tenía ropa limpia de sobra para llegar a México donde ya podría lavar toda la ropa que quisiera, pues iría a una casa normal con todos los servicios que puede tener una casa. Después de pasar 4 noches en un hostel es algo que se agradece mucho.

Hacia las 19h volví al mismo 7-elevan donde ya me conocían a comprar la cena y sándwiches para el día siguiente durante el trayecto hacia el continente. Para la cena compré un plato preparado de ternera con arroz basil y fideos y un bocadillo de jamón y huevo y que además el pan parecía de queso. Todo ello por $11,59, casi 10€, quizás el día que más me había gastado al 7-elevan pero también el día que había comprado los platos y bocadillos más completos para cenar y desayunar al día siguiente. Era la última noche en Hawái y ya no tocaba escatimar al comer.

De vuelta al hostel terminé de prepararlo todo, mirar cómo ir del hostel al aeropuerto de Honolulu, del aeropuerto de México a la terminal de bus TAPO e intentar hacer el checkin de nuevo aunque seguía sin dejar -me, probablemente porque deberían hacerme un montón de preguntas antes de poder embarcar, como si tenía billete de salida de México. Al día siguiente también tenía un largo trayecto hasta llegar a Tuxtepec, Oaxaca, pero al menos en este caso, el trayecto ya me lo conocía más, pues ésta ya sería mi tercera visita a México.

Hacia las 20:30h cené, y mucho, pues lo que había comprado me dejó bien lleno. De hecho sólo con el bocadillo ya habría bastado pues era más contundente de lo que parecía. Pero de vez en cuando hizo una buena comida y mas en estos viajes donde gasto más calorías en un día que en 3 meses en casa.

Y finalmente, hacia las 21:30h, fui un rato a mirar a Netflix hasta las 22h que ya estábamos los 3 de la habitación en la cama y ya fui a dormir en la que sería mi última noche en Hawai.

Había estado 4 días completos en la isla principal de Hawái viendo tanto la zona más urbana como la más salvaje. Una isla políticamente americana pero con una cultura y una forma de entender la vida diferente a la del continente. Una isla cara pero donde se pueden encontrar buenos precios y vivir perfectamente si sabes buscar. Probablemente estos precios más altos quedan compensados por el ritmo y calidad de vida que existen en estas islas y que las convierten en un pequeño paraíso moderno en medio del Pacífico. Yo me marchaba de aquí muy contento y feliz de haber podido vivir unos días entre unos ciudadanos americanos tan diferentes a los que había conocido hasta entonces.

09/07/2019 Tercer día en Hawaii: Kualoa Ranch y los escenarios de las películas más famosas.

09/07/2019 Tercer día en Hawaii: Kualoa Ranch y los escenarios de las películas más famosas.

Me desperté sobre las 6 de la mañana y por suerte había podido dormir bastante bien teniendo en cuenta que el chino mal educado que dormía en la habitación volvía a estar en su cama durmiendo, señal de que había vuelto de madrugada pero que había tenido cuidado de no despertarnos. El señor de abajo también pero éste ya tenía claro que no molestaría a nadie. Con el chino no lo tenía claro y parecía que todavía no se había adaptado ni se adaptaría. El señor ya se levantaba otra vez, no sé, pero apenas dormía. Llegaba el último y se marchaba el primero.

Tenía que hacer tiempo hasta las 7 ya que era cuando abrían la cocina, por lo que decidí ir al 7-elevan a comprar el almuerzo ya que por los planes que tenía hoy seguramente no pasaría de camino o no me daría tiempo de ir más tarde. Ya que están abiertos las 24 horas pues no importa cuándo te decidas a ir.

Este día tocaba visita al Kualoa Ranch en un tour que ya había reservado antes de empezar el viaje. Este rancho, que queda en el norte de la misma isla, es donde se han grabado un montón de películas y series, que yo sepa al menos 20 o 25, entre ellas las de Jurassic Park y Lost. Me hacía mucha gracia poder ver en vivo aquellos parques y montañas que tantas veces había visto por TV y más sabiendo que es un lugar tan buscado como escenario de Hollywood.

El tour empezaba a las 13:15h pero como siempre recomendaban ir una hora antes. Además, debería coger dos buses para recorrer los 40 kilómetros que hay desde el hostel en el rancho, pues éste queda en la costa norte de Oahu. Y el hecho de tener que coger dos buses hace que tengas que salir mucho antes, pues los buses pasan cada 30 minutos ya veces van con retraso. Así que tenía previsto salir entre las 10:30 y las 11 de la mañana.

Y como cada mañana y después de comprar unos sandwiches de jamón y queso bien completos para comer al 7-elevan y por menos de 3€, fui a la cocina del hostel a prepararme el café de cada mañana para después tomarme ‘le tranquilamente sentado en el patio disfrutando de la suave brisa matinal hawaiana y aprovechando para leer correos, noticias y escribir este diario hasta las 8h que me duché.

Después de ducharme y prepararme me tomé otro café mientras seguía con el diario ya que el día 7 había sido un día muy largo y el post pues también, claro. Y sobre las 10:30h ya fui hacia la parada del primer bus de los dos que tenía que coger y que estaba un poco antes de llegar al 7-elevan, por lo que la tenía a 5 minutos andando.

A esa primera parada ya fui teniendo en cuenta a qué hora pasaría el bus, pues Google Maps lo indicaba y además también si el bus iba con retraso. Por lo que en menos de 5 minutos de estar allí esperando ya llegó. Compré un 1Day Pass que valen $5,50 y permiten viajes ilimitados durante todo el día. Es el mismo precio que 2 trayectos que ya son los que debía realizar sólo para llegar al rancho. Luego obviamente tenía que volver y seguramente durante el resto del día tomar algún mes, por lo que hoy era evidente que me salía a cuenta.

En el primer bus estuve poco más de 30 minutos y me dejó todavía dentro de Honolulu. Casi junto a la parada donde bajé ya tenía que tomar el segundo y último bus, el número 60, que según Google Maps iba retrasado y tardaría 30 minutos en llegar. Así que me senté y aunque pensaba esperar mas, ya empecé a comerme uno de los dos sándwiches.

Pero el bus llegó en unos 15 minutos a lo sumo, de hecho ni siquiera parecía ir atrasado. Apenas eran las 11 de la mañana cuando ya subía al segundo bus que me llevaría directamente a la puerta del rancho, pues una de las paradas era justamente frente a la puerta del Kualoa Ranch.

Este autobús ya saldría de Honolulu e iría por autopista un buen tramo y sin paradas hasta llegar a un pueblo al norte de la isla. Mientras íbamos por la autopista pasamos por un punto donde había habido un accidente de tráfico por lo que llevábamos un rato de caravana tal y como había leído en Wikitravel, pues el problema principal del tráfico en Hawái era justamente éste, que no hay otras carreteras o autopistas alternativas por donde poder desviar los coches y que por tanto los atascos por accidentes podían ser monumentales. La primera vez que salgo de Honolulu y ya me encuentro uno.

Al cabo de unos 30 minutos más llegamos a zonas urbanas por lo que empezaron las paradas. Eso sí, el paisaje era único y maravilloso, Hawái en estado puro. El bus fue prácticamente todo el camino por una carretera que transcurría a un metro de la playa permitiendo admirar la costa en todo momento. Además era la zona noreste de la isla, la que dicen es la zona con las mejores playas, algo que no me extraña, pues se hacía difícil dejar de mirar por la ventana.

Hacia las 11:45h llegábamos al fin a la parada del rancho, pues tiene una parada de bus. El rancho está junto a la playa, de hecho está justo en la carretera por la que íbamos, y al lado tiene un parque de césped, palmeras y playa de arena blanca y aguas turquesas donde algunas familias y plantaban la tienda. Simplemente un paraíso. Supongo que por estar tan alejadas de Honolulu, aquellas playas parecían vírgenes con muy poca gente y mucha vegetación, señal de estar poco pisada por humanos.

Ya incluso antes de bajar del bus podía apreciarse perfectamente la famosa montaña que aparece en tantas películas de Hollywood. Poder ver delante de ti lo que tantas veces has visto por la TV es realmente interesante e incluso emocionante.

Nada más bajar del bus fui a la playa, pues quedaba literalmente a medio metro de la carretera, y allí mismo mirando esa playa y ese mar transparente me terminé los sándwiches que llevaba. No podría habérmelos comido en un mejor sitio, sentado en una playa paradisíaca de Hawái casi solo y contemplando el mar Pacífico.

Hacia las 12 del mediodía entré en el rancho a hacer el checkin. Ya la entrada es enorme y para llegar hasta las taquillas tardes casi 10 minutos, preludio de lo grande que es eso. Ya había bastante gente en la cola por lo que estuve casi 10 minutos. Al llegar fue muy rápido, pues ya lo tenía reservado y pagado por lo que sólo tuve que enseñar el pasaporte, me dieron una tarjeta y me indicaron dónde estar a las 13h para empezar el tour.

Apenas eran las 12:10h por lo que aproveché para ir al parque junto al rancho. Al final fue bien llegar tan pronto ya que así tuve tiempo para ver y pasear por ese pase de parque.

El Parque es muy grande, todo de césped, con palmeras y junto junto a una playa de unos 2 metros de ancho y la montaña detrás a unos 100 metros, haciendo que todo sea un paisaje prácticamente único.

Lo recorrí casi todo de arriba abajo disfrutando de la tranquilidad, pues extrañamente había poca gente. A pocos metros de la playa había una pequeña isla curiosa que ya era la guindilla. En ciertos momentos me parecía mentira que fuera en ese rincón tan famoso de Hawái. Estuve casi una hora allá paseando y se me hizo corto.

Hacia las 12:50h volví hacia el rancho que estaba ahí al lado. Entré y fui hasta el punto donde me dijo la chica de la taquilla y donde ya estaba, como no, japoneses esperando.

Al cabo de 15 minutos fuimos pasando para comprobar que estábamos en la lista, nos hicieron una foto a cada uno delante de los buses y nos repartieron en 4 diferentes. Los buses eran muy auténticos, como los típicos escolares, pero muy viejos y sin cristales.

De conductora y guía nos tocó una chica, la típica hawaiana, lo que lo hacía todo aún más auténtico ya que en al menos uno de los buses el guía era un chico delgado y rubio que parecía de Nueva York más que de Hawái. Además, como ya esperaba, la chica era todo un espectáculo. Ya subió gritando y animando el ambiente.

Debíamos ir todos en bus porque el rancho es tan grande que caminando habríamos tardado una hora sólo en llegar al lugar donde se grababan la mayor parte de películas. Primero hicimos una parada en un antiguo bunker de la segunda Guerra Mundial construido lógicamente por los americanos y que dentro todavía conservaba algunos de los instrumentos utilizados entonces, como alguna máquina de comunicaciones o literas médicas.

Realmente el bunker es bastante impactante por lo largo y ancho que es aunque evidentemente no dejaba de ser bastante claustrofóbico. No estaba hecho bajo tierra sino como túnel en una de las tantas montañas que tiene el rancho. Además en la entrada había una de las camionetas utilizadas en la película de Jurassic Park. Desde allí mismo, quedábamos unos 20 o 30 metros elevados y muy cerca del mar por lo que en ese momento y frente al búnker teníamos probablemente una de las mejores vistas de la zona. Tal y como dijo la guía, aquél era su lugar preferido y por eso le gustaba tanto su trabajo. Cuánta razón…

Desde ahí volvimos a subir al bus y ya nos dirigimos hacia los escenarios de cine al aire libre, pues el bunker se había utilizado también en muchas películas. Y puesto que acabábamos de ver a un bunker real de la II Guerra Mundial, no podía faltar el patriotismo americano en aquel bus lleno de americanos, de hecho creo que todos lo eran excepto yo. La guía primero preguntó si alguien era militar o familiar de militar, a lo que al menos 10 personas de las 25 o 30 que estábamos en el bus levantaron la mano, para después dar las gracias a quienes defendieron EE.UU. durante la guerra, a lo que todo el bus contestó con fuertes aplausos a los que me uní por no ser el raro del grupo.

De camino vimos una zona de cría de cerdos y una plantación de plátanos, aunque supongo que aquello no es lo que da más beneficios al rancho sino que serán los tours, pues casi todo el rancho está sin utilizar ni para cultivar ni por rebaño supongo que justamente para poder apreciar los escenarios de las películas y así poder hacer los tours que es lo que realmente les dará dinero.

Independientemente de los escenarios de cine, huertos o animales, el lugar era simplemente excepcional. Recorrer aquellos parajes de vegetación exuberante mientras al otro lado ves una de las playas más conocidas de Hawái por sus surfistas y arena blanca, es ya una experiencia inolvidable en sí misma. En esta parte de la isla sólo se veía naturaleza en estado puro.

En un punto determinado, después de una pequeña curva, tuve uno de esos momentos de impacto, pues de repente vi ante mí la famosa explanada donde los dinosaurios perseguían a los niños y al protagonista de Jurassic Park I. Fue un momento que realmente te deja sin respiración durante 3 segundos de lo «oooohhhh» que haces. Más adelante la guía nos iba avisando de los diferentes escenarios y en qué películas aparecían, pero aquel primero y quizás el más famoso, nos vino de repente sin previo aviso. Por fin estaba allí. Fue magnífico y un momento más grabado en la memoria.

Además, todos los escenarios los mantenían tal cual, incluso el tronco donde se esconden. De hecho, allí hay un cartel de Jurassic Park y es el lugar típico para hacerse la foto y donde uno por uno la guía nos la hizo. Estuvimos un rato hasta que todo el mundo se había hecho la foto pero fue bien para andar un rato por allí y disfrutar mejor de todo, pues buena parte del tour se hacía dentro del bus.

Allí al lado había un escenario de Lost, concretamente el del campamento de los «Otros». Se veía claro que era aquel escenario aunque el impacto no era tan fuerte ya que no existían las casitas, pero se veía perfectamente la zona y el inicio de lo que decían que era la selva, que evidentemente no era ninguna selva sino una pequeña zona de menos de una hectárea con árboles y plantas.

A partir de ahí volvimos a subir al bus y recorrimos un camino donde a cada 10 metros había algún escenario típico de alguna película. De hecho, había un montón de carteles seguidos con la imagen que justo detrás se veía en real. Había de Jumanjy, Kong, Windtalkers y otras muchas, yo conté unas 20. De hecho no tenía ni idea de que allí se habían grabado tantas películas.

Al terminar todo el recorrido fuimos hasta una zona donde había jabalíes, incluso de muy pequeños y que algunos sólo ver el bus ya se acercaron, pues la guía para que vinieran les echaba comida, cosa que ya lo sabían y sólo ver el bus algunos ya venían corriendo monte abajo. Había un montón y hacían bastante gracia.

Y finalmente terminamos de dar la vuelta al rancho con el bus hasta finalizar el tour que duró 1 hora y medio, lo justo para no hacerse pesado pero para dar tiempo a ver bien todos los escenarios de las películas que era lo importante. En mas la guía animó mucho todo el rato por lo que aparte de interesante fue realmente divertido.

A las 14:40h bajábamos del bus y según podía ver en Google Maps que el bus 60 que tenía que coger pasaba por ahí a las 14:52h, por lo que primero corrí en el lavabo a lavarme un poco todo el polvo que habíamos tragado durante el tour debido a la falta de ventanas en el bus, y después corriendo hacia la parada que estaba delante del rancho. Tenía la intención de ir a Pearl Harbor, lo que ya había mirado cómo ir desde el hostel pero no desde el rancho, pero por suerte, al menos en esa zona del rancho, había WIFI gratuito por lo que pude conectarme un momento y buscar cómo ir desde allí hasta Pearl Harbor en autobús. Y suerte tuve que haberlo mirado y tener la ruta guardada en Google Maps porque finalmente la cosa no fue como me esperaba.

Allí en el rancho tenía que coger el mismo bus que me había llevado y que de hecho era lo único que pasaba por aquella carretera, el bus 60, que pasó más o menos a la hora que decía Google Maps . Durante el primer tramo, que era por zona urbana, fue tal y como se indicaba, haciendo exactamente el mismo recorrido y paradas. Pero cuando tenía que tomar la autopista para ir a Honolulu, fue por otra. Y como decía antes, suerte que pude buscar y guardar mi ruta en Google Maps porque gracias a esto supe que iba por otro camino y reaccionar a tiempo.

Por cierto, que mientras estaba esperando en la parada, pasó en coche a una de las familias que iba al mismo grupo que yo durante el tour. Al verme frenaron para decirme que subiera al coche, todo ello al estilo americano. En ese momento dije que no ya que estaba esperando el bus, pues creo que en un primer momento ni siquiera se fijaron que estaba en la parada, aunque después me arrepentiría de haber declinado la oferta.

En principio, con el bus 60, tenía que llegar a las afueras de Honolulu y allí realizar un transbordo yendo todo el rato por la misma autopista que en la ida. Pero fue por otra aunque parecía que también acabaría llegando al mismo lugar donde debía realizar el transbordo, por lo que simplemente fui siguiendo el GPS para cuando estuviera casi en el lugar del transbordo bajar.

Pero no, se pasó el punto y parecía ir hacia el centro de Honolulu, alejándose por tanto de Pearl Harbor y del lugar donde debía realizar el supuesto transbordo. La primera parada que hizo después de dejar la autopista ya estaba demasiado lejos de Pearl Harbor como para ir andando, así que durante unos segundos no supe qué hacer. Veía cómo perdía la opción de ir a Pearl Harbor pero además desde aquí ya tampoco sabía cómo volver al hostel, pues estaba en un punto totalmente inesperado y no tenía internet. A menos que me conectara a alguna red abierta no podría buscar la ruta desde dónde estaba ahora.

Así que cuando vi que el bus giraba una calle y bajaba mucha gente, yo también bajé, pues la señal GPS se iba perdiendo y ahora al menos estaba dentro de Honolulu, desde donde tarde o temprano podría encontrar un autobús que me llevara hacia la zona del hostel. Sin embargo ya daba casi por perdida la posibilidad de ir a Pearl Harbor, pues iba pasando el tiempo y yo estaba completamente perdido. Al menos tenía el billete de trayectos de bus ilimitados durante todo ese día, por lo que al menos no tenía que preocuparme de coger tantos buses como hiciera falta.

Just bajar del bus miré si había alguna red abierta y nada. Así que para no perder más tiempo empecé a andar en dirección al hostel aunque estaba a más de una hora andando, así que estaba un poco desesperado porque se me hacía todo muy largo y mas sin haber podido ir a Pearl Harbor .

Pero entonces, mientras caminaba resignado mirando todos los buses que pasaban, vi que venía el bus A, y éste era el bus que había cogido el primer día para ir hasta el hostel. Así que aproveché que estaba parado por el tráfico y un semáforo y que además tenía el intermitente puesto para girar a la izquierda, para correr hacia la calle por la que giraría y por suerte, a pocos metros, había una parada donde fui corriendo antes de que llegara el bus, y… ¡Bingo! Era la parada del bus A. Y ya llegaba. Como tenía el billete por todo el día subí sin pagar mas y hacia el hostel. Con todo ello eran casi las 16:30h. En algún momento el GPS funcionaba por lo que pude confirmar que iba en la dirección correcta.

Al cabo de unos 15 minutos llegábamos al fin a zona conocida por mí y donde ya no necesitaba mirar el GPS. Bajé una parada antes de la que me tocaría para ir a la zona de restaurantes y un 7-elevan que es donde fui a comprar la cena. Por cierto, que nada más entrar, vi a un tío robando, poniéndose algo que no vi que estaba dentro del pantalón. Él vio que le veía y me siguió con la mirada hasta que entendió que no tenía ninguna intención de decir nada, pues a mí que roben a un 7-elevan me da igual.

Compre un plato preparado para cenar y fui directamente al hostel. Cuando llegué ya no tenía demasiadas ganas de ir a ninguna parte, pues estaba cansado y todavía estaba dando gracias a haber podido llegar bien. No había ido a Pearl Harbor como tenía previsto pero ahora ya era demasiado tarde para ir ese mismo día.

En el hostel me tomé un café mientras pensaba el planning para el día siguiente, que seguramente iría a la Manoa Falls, una cascada a la que se llegó después de una caminata de un kilómetro por medio de la selva.

Después estuve charlando un rato con el uno de los propietarios del hostel que ya conocía y que me explicó cómo era Pearl Harbor, pues le dije que quisiera haber ido pero que me había quedado sin tiempo para haberme en el bus.

Me explicó que las partes más interesantes costaban unos $50 entre todas y que estaba el museo que era gratuito. Además al lugar se tenía que llegar en ferry pues era otra isla. En definitiva, todo lo que me contó no me acabó de convencer, por lo que en ese momento ya casi que tenía decidido que al día siguiente iría a Manoa Falls caminando desde el hostel, que eran unos 5 kilómetros, uno de los cuales haciendo trekking por la selva. Esto me hacía más gracia que ir a ver museos.

Hacia las 20:30h me preparé la cena que había comprado en el 7-eleven, que era un bote nuddles con sabor a pollo y un plato preparado de cerdo adobado con arroz frito y tortilla, todo ello por sólo $5 ( 4,20€), baratísimo teniendo en cuenta la zona, y como ya era habitual me lo comí todo en el patio del hostel donde no podía estar mejor gracias al aire que corría.

Aquel día llegaron dos chicos nuevos que parecían muy acostumbrados a dormir en hosteles, pues ni se les notaba cuando estaban allí. Luego llegó un negro que ya me pareció más estanque, para empezar me dio la mano cosa que nunca hace nadie cuando llega a la habitación, pues se intenta ser lo más discreto posible. De hecho más tarde ya no estaba, supongo que estaba buscando alojamiento y encontró algo mejor y se marchó sin llegar a pasar ni una sola noche. Uno de los dos chicos nuevos parecía francés y realmente amable, de esos discretos pero siempre con una sonrisa cuando ocurría. De hecho éste es uno de los atractivos del hostel, la posibilidad de conocer gente e historias curiosas e incluso inspiradoras.

Y hacia las 21h después de cenar fui a la cama a mirar a Netflix hasta las 22h que ya tuve suficiente sueño como para ir a dormir. Y una noche más pude dormir de un tirón sin que nadie me molestara o despertara.

Finalmente no había podido hacer todo lo que tenía previsto hacer ese día pero casi que así lo prefería, pues no había ido a Pearl Harbor pero seguramente no me hubiera gustado tanto como pensaba, y por el contrario había hecho toda una excursión en bus por media isla que me había obligado a llegar al hostel después de perderme por Honolulu y mientras el GPS fallaba, cosas que una vez se solucionan agradeces que hayan pasado, pues son estas las cosas que te hacen espabilarte y buscar soluciones rápidas.

08/07/2019 Segundo día en Hawaii: Waikiki Beach y Diamond Head

08/07/2019 Segundo día en Hawaii: Waikiki Beach y Diamond Head

Me desperté poco después de las 5 de la mañana después de haber dormido algo más de 8 horas y mucho mejor de lo que pensaba, pues a la hora que había ido a dormir aún tenían que entrar algunos a dormir y casi no me enteré de nada. Todo el mundo estaba muy cuidadoso de no hacer ruido hasta el punto de que ni siquiera me habían despertado a mí teniendo en cuenta lo fácil que soy de despertar. Cabe decir que normalmente los huéspedes de un hostel son así de cuidadosos y saben convivir con más personas. Siempre hay excepciones pero en general todo el mundo intenta hacer el menor ruido posible si hay gente durmiendo e incluso no abrir luz.

Cuando me estaba despertando vi quién dormía debajo de mí y que aún no había visto. Llegó la noche anterior tan tarde que ni lo vi pero a las 5 de la mañana ya estaba preparándose para irse. Era un señor de unos 60 años. En ese momento creí que vivía y trabajaba en Honolulu pero pasados ​​los días me pareció que no.

Antes de ducharme decidí ir a la cocina del hostel a tomar un café ya que la ducha estaba en la misma habitación y no quería molestar a nadie, pero cuando llegué todavía estaba cerrada, ya no recordaba que lo abrían a las 7h tal y como me había dicho la chica del hostel el día anterior. Así que me quedé hasta las 6:30h sentado en una de las mesas del patio viendo cómo se hacía de día por primera vez en Hawái mientras mirando correos y noticias y después fui a ducharme para las 7 en punto volver a la cocina que ya estaba abierta a tomarme el café que empezaba a necesitar.

Me preparé el café en una taza normal y grande y me lo tomé sentado en el patio disfrutando de la primera mañana en Hawái. Ahora ya estaba completamente de día y se estaba realmente bien, ni frío ni calor, pues corría un aire muy agradable y no se sentía nada de bochorno. El barrio quedaba a las afueras de Honolulu por lo que la tranquilidad era absoluta. Además el hostel no tenía demasiada capacidad por lo que nunca había demasiada gente por la cocina o las zonas comunes. Por todo ello estaba realmente bien.

Primero escribí un rato el diario para después mirar bien la ruta que quería hacer ese día, que era ir primero a Waikiki Beach y desde allí al Diamond Head, el volcán extinguido de Honolulu y desde donde se tienen unas vistas extraordinarias de toda la capital de Hawai siempre y cuando consigas llegar hasta la cima, que fácil no se.

Quería hacerlo caminando y no era poca cosa, pues hasta Waikiki Beach desde el hostel ya tenía casi 3 kilómetros, y desde allí hasta el Diamond Head debería caminar unos 2 kilómetros más, después subir hasta arriba , bajar y volver al hostel que eran unos 4 kilómetros más. Por tanto serían como mínimo 9 kilómetros más la subida y bajada en el Diamond Head que sumarían unos 5 kilómetros más pero encima con subidas y bajadas. No estaba nada mal pero es que los días que soy por primera vez en una nueva ciudad siempre intento realizar excursiones muy largas.

Así que a las 9 de la mañana, sin pensármelo demasiado, me preparé e inicié el camino. A diferencia de cuando iba a la zona de restaurantes, ahora debería ir en sentido contrario por la calle del hostel, caminando ya desde el principio por zona desconocida.

Por el camino, ya sólo 5 minutos del hostel, encontré un 7-eleven que no conocía, que quedaba más cerca que la zona de restaurantes y que me sirvió mucho los 4 días que pasé en Honolulu. De hecho ya apenas regresaría a la zona de restaurantes. De momento compré un par de sandwiches de jamón y queso por $3,24 que quería comerme al cabo de dos horas como mínimo pero que no aguanté ni una. Antes de llegar a Waikiki Beach y cuando todavía estaba de camino ya me los comí. Al menos ya encontraba comida lo suficientemente buena y bastante más barata que en cualquier restaurante o incluso Burger King. Además, a los 7-elevantes incluso preparando comida o te calientan estos bocadillos preparados.

Poco a poco dejaba atrás los barrios residenciales y me acercaba al centro de Honolulu. Al contrario de lo que imaginaba ésta era una ciudad como cualquier otra ciudad americana. La gente más amable y un clima tropical pero el mismo tráfico, autobuses, edificios y mucho movimiento.

Hacia las 10h llegaba a la zona de Waikiki y aparte de la playa ya podía ver el centro de Honolulu, donde se concentran los rascacielos, los hoteles más caros donde los ostas llegan en limusina, y evidentemente, la famosa playa, donde fui y por donde caminé hasta donde pude en dirección al Diamond Head.

Eso sí, la ciudad se veía muy limpia y bien conservada. Por lo general la gente muy respetuosa y ningún tipo de delincuencia. Por lo general se respiraba muy buen ambiente, felicidad, alegría y pocas ganas de problemas.

Empecé a andar por Waikiki Beach, una playa que en ese punto todavía era pequeña pero que se acabaría haciendo enorme. Muchos hoteles en primera línea de playa y mucha gente por todas partes. Durante unos 500 metros pude ir por la playa hasta un punto donde quedaba cortada y que me sacó de la playa para seguir por la calle paralela. La calle llegaba al cabo de unos 500 metros más a un paseo marítimo ya una zona de la playa mucho más ancha, con más gente y muchos surferos. De hecho había un montón de sitios para alquilar tablas de surf. Aquí la playa ya parecía otra y las vistas desde este punto eran muy interesantes, pues no es habitual ver una playa paradisíaca con un montón de rascacielos en primera línea.

Fue mientras caminaba por ese paseo cuando pude ver las mayores excentricidades de Honolulu. Hoteles con habitaciones de 3.000€ la noche en medio de ese paseo lleno de limusinas dejando a clientes. Mujeres llegando con limusina completamente solas a un hotel donde recibirían todas las atenciones pero seguramente se seguirían sintiendo completamente solas.

Pero lo mejor fue encontrar una especie de muelle que hacía de mirador, pues quedaba unos 100 metros adentro el mar y permitía ver toda la playa de Waikiki a un lado y Diamond Head al otro. Allí me quedé unos 10 minutos porque realmente valía la pena observar bien toda la costa desde un punto que ya no podría observar más, pues era desde allí o desde un barco.

Por cierto, que el mirador tenía un tejado que quedaba a unos 5 metros del agua y donde ponía prohibido echarse y desde donde dos chicos no paraban de echarse al agua en medio del griterío de los que miraban sin tener en cuenta que a 1 metro había un cartel que expresamente prohibía todo esto.

Después me quedé un rato caminando por el paseo marítimo y por la playa de Waikiki, en ese punto mucho más ancha y grande que al principio, mirando a todos los surferos en medio de aquella gran playa que aunque no era la mejor para hacer -surf ya se podían ver unas buenas olas, preludio de cómo serían las olas en las mejores playas de Hawái donde hacer surf.

Hacia las 10:30h ya dejé atrás la playa y todo el montón de gente para ir hacia el Diamond Head. De hecho en ese punto ya lo tenía muy cerca, pero tenía que ir hasta la entrada que quedaba a más de 2 kilómetros de donde estaba y el camino ya subía. De hecho para llegar a la entrada para poder subir al cráter, tenía que recorrer todo el lateral del volcán, por lo que ese camino lo acabaría haciendo dos veces, una ahora y otra ya arriba del volcán, pues acabaría llegando al punto del cráter más cercano a la playa, donde estaba ahora.

La zona por la que debía andar ahora ya no era el centro de Honolulu sino más similar a la zona del hostel, es decir, un barrio residencial con casas unifamiliares y calles tranquilas. El calor empezaba a apretar y el cansancio ya se notaba, no tabique llevaba caminados unos 7 kilómetros. Por suerte en la playa había fuentes y al menos hasta entonces había bebido bastante agua.

Caminé unos 30 minutos por aquel barrio con el Diamond Head todo el rato a mi lado derecho y por aquellas calles con una pendiente suave pero muy larga que te acababa destrozando las piernas. No hacía ni media hora que había bebido agua por última vez, pero ya volvía a tener sed. Finalmente a las 11h y ya bastante cansado llegaba a la entrada del Diamond Head y donde apenas empieza el trozo más difícil de aquella excursión para llegar hasta la cima del cráter. Yo ya llevaba dos horas andando y apenas empezaba la parte más cansada.

Siguiendo la carretera por la que iba andando se llegaba directamente a un túnel de unos 200 metros de largo y que ya era para cruzar la corona del volcán y entrar así en su cráter. Allí debía pagarse el dólar que costaba la entrada y ya empezaba el caminito sólo para peatones y que cada vez iría siendo más estrecho, con más pendiente y menos regular.

Al principio ya me sorprendió pero al menos pensaba que era asumible si la cosa no se alargaba demasiado. Pero al poco rato el caminito ya sólo era de un metro de ancho y completamente irregular con una pendiente que no bajaba de los 15°.

Y así fue durante al menos 30 o 45 minutos que se hacían eternos, por el calor y el cansancio acumulado.

Eso sí, ya a medio camino las vistas eran extraordinarias, preludio de cómo serían una vez en la cima. De hecho, de vez en cuando había un mirador que permitía descansar un rato y tomar muy buenas fotos. El aire que corría a primera hora de la mañana seguía corriendo pero ahora ya no era suficiente para apaciguar ese calor que aumentaba minuto a minuto. Sin embargo parecía que el mes que llevaba de viaje había servido para coger un poco de forma, pues era de los que más rápido subía.

Pero cuando ya parecía que el trayecto no pudiera ser más complicado, de repente pasamos por un túnel muy largo y muy estrecho, de unos 50 metros de largo por uno ancho, y al salir llegó la gran sorpresa. Escalas. Pero escaleras con una pendiente exagerada y que tenía por lo menos 50 escalones. No lo pensé ni un segundo y subí sin cesar en ningún momento. Después de éstas vendían otras escaleras de caracol que subían 3 pisos y al final, por fin, la cima del Diamond Head. Ya estaba en lo más alto del volcán con todo Honolulu a mis pies.

En ese primer punto ya había un mirador desde lo que se veía buena parte de Honolulu y parte del lado este. Las vistas ya eran magníficas pero aquél aún no era el mejor mirador.

Desde allí teníamos que seguir andando unos metros más hasta llegar al mirador principal desde donde ya se podía tener una vista de 360° desde lo más alto del Diamond Head. Lo cierto es que desde abajo no parece tan alto. Cuando estás es bastante flipando lo arriba que estás y todo lo que puedes ver a tu alrededor. Incluso se ve claramente todo el cráter ahora ya lleno de vegetación. Eso sí, el mirador lleno de gente, demasiado de hecho por lo pequeño que es. Además, la gente, al igual que yo, se queda unos minutos observando, por supuesto, por lo que las esperas se alargan un poco.

La verdad es que costaba marcharse de allí viendo a todo Honolulu bajo ti, buena parte de la costa este de Oahu, el océano Pacífico y el cráter que se aprecia perfectamente. Había sido una mañana cansada y de mucho calor pero muy bien aprovechada viendo buena parte del centro de Honolulu y llegando hasta la cima de uno de los volcanes más conocidos de Hawai.

Cuando ya lo vi bien todo inicié la bajada, que daba mucha pereza pero que al menos sería mucho más fácil que la subida. De hecho casi que tardé la mitad de tiempo de lo que había necesitado para subir, pues incluso algunos tramos les hacía casi corriente.

Eran las 12:30h cuando llegaba abajo y ahora tocaban 4 kilómetros más hasta el hostel. Estos sí que se hicieron un poco pesados pero al menos iba por una zona de Honolulu aún no vista y eso siempre está bien, de hecho pasear por calles donde nunca he estado es algo simple pero que me encanta. Además estaba a punto de conseguir un buen reto algo que siempre sube la moral.

Por el camino encontré un Foodland, un supermercado que había visto por Internet buscando lugares baratos donde comer en Hawái y que parecía una buena opción donde comprar comida y no arruinarte en los restaurantes, por lo que entré en mirar. En el 7-elevan de antes ya había mirado precios de platos preparados por lo que ahora los compararía con los que tuvieran aquí.

Así como los 7-elevan son pequeños, los Foodland son grandes como una gran superficie. Nada más entrar ya encontré una nevera con platos preparados y miré los precios. Al contrario de lo que pensaba, aquí parecían más caros que en el 7-elevan, quizás eran de mejor calidad, no lo sé, pero un plato que en el 7-elevan estaba por $5, aquí estaba por $6,50, por lo que ya no miré demasiado mas. Eso sí, ahí al lado estaba la zona de dulces y pasteles varios y no pude resistirme. Busqué algo que no fuera una puñalada, porque casi todo lo era, y me decidí por unos trozos de brazo de gitano de chocolate y nata por $4 mes los impuestos claro, pues nunca quedan reflejados en el precio indicado.

Cuando salí llovía un poco en cuanto senté bajo un árbol y me comí uno de los 4 trozos de brazo de gitano. Quería esperarme pero tenían muy buena pinta y yo no había comido demasiado.

En ese punto todavía me quedaba media hora larga de camino pero por suerte a los pocos minutos paró de llover. Esto era algo que todavía no sabía pero que con los días me daría cuenta de que es bastante habitual, lluvias cortas sin que acabe de marchar el sol por lo que es fácil ver el arco iris. De hecho lo pude ver todos los días.

Y poco a poco me iba acercando al hostel con la inestimable ayuda de Google Maps y el GPS que iba cuando quería y que no tenía claro si era por ser un Xiaomi, pues por lo que se ve a los móviles chinos son una algo especiales. La cuestión es que sin GPS me siento completamente perdido y aunque acabaría llegando a los sitios mirando carteles y preguntando, evidentemente el GPS es mucho más cómodo.

Hacia las 13:30h y después de 4 horas de caminata ininterrumpida y de haber subido al Diamond Head, llega de nuevo al hostel. Estaba realmente cansado. La intención era tomar un café, no hacer siesta y cenar pronto, pero tenía demasiada hambre y me comí dos trozos más del brazo de gitano que le da lo contundentes que eran. Y claro, me estiré un momento y me dormí aunque no tan profundamente como otros días debido al calor y supongo que a que en la habitación de vez en cuando entraba alguien.

De hecho, sobre las 16h llegó una nueva osta que a mí me pareció japonés pero que era chino. Yo ya estaba medio despierto y me saludó. En ese momento aún no lo sabía pero aquella sería la persona más irrespetuosa y maleducada que hubiera conocido nunca en un hostel.

Hacia las 17h me levanté y el chino estaba durmiendo, señal de que no estaba acostumbrado a dormir en habitaciones compartidas o que simplemente le importaba una mierda molestar a los demás, pues si a esa hora iba a dormir por el jet lag quería decir que a las 22h se despertaría y molestaría al resto que ya estaríamos durmiendo. El primer día debes aguantar un poco y más si compartes habitación.

Yo fui a tomar un café sentado en las mesas del patio disfrutando del aire que hacía y que ayudaba a apaciguar el calor, pues en la habitación realmente hacía fuerza de calor. Pero fuera del patio el sol rara vez picaba directamente y siempre corría un poco de aire refrescante.

Miré correos, escribí el diario y hacia las 18:30h salí a dar una pequeña vuelta por el barrio, pues todavía me dolían las piernas y no tenía ganas de caminar demasiado.

El barrio quedaba a unos 20 minutos andando del centro pero realmente estaba muy bien, pues era tranquilo, con las típicas casas americanas y lo mejor de todo, unas vistas buenísimas del centro de Honolulu, pues quedábamos algo elevados lo que permitía ver bien todos los edificios más altos y el mar. De hecho a esa hora ya se empezaban a iluminar algunos por lo que tenía claro que estaría paseando hasta las 20h que oscureciera por completo para ver Honolulu de noche.

Poco antes de las 20h fui al 7-eleven donde compré un bocadillo de ensalada de pollo y un plato preparado de salchichas, carne adobada, arroz y tortilla, todo ello por $6,26 (5,20€) , la mitad de lo que me había gastado el día anterior en mi primera cena en Hawái y un precio espectacular por una cena en estas islas. Como ya dije, el primer día vas de novato y estas cosas se pagan. Con sólo 24 horas en un sitio ya eres capaz de gastarte la mitad.

Y después de comprar, parada al inicio de la misma calle del hostel ya que era desde donde mejor se veían los edificios del centro de Honolulu y que ahora de noche todo iluminado era muy bonito de ver. De hecho me quedé casi un cuarto de hora en medio de una oscuridad casi total ya que aquella calle estaba poco iluminada y un silencio que incluso extrañaba teniendo en cuenta que estaba en Honolulu. Estar en ese barrio residencial típico americano completamente nuevo para mí y observando buena parte de la capital de Hawái era de esas cosas muy sencillas a la vez que inesperadas que acabas recordando durante muchos años.

A las 20:30h ya estaba en el hostel preparando la cena, bueno, calentándolo en el microondas. Ya había probado estos platos un par de veces en Tailandia y ya sabía que estaban buenos. La diferencia es que en Tailandia los compré cuando no había encontrado ningún restaurante o puesto ambulante mientras que aquí los compraba casi obligado por los precios desorbitados de los restaurantes. Además, allí en el hostel se estaba incluso mejor que en muchos restaurantes, allí como en una terraza. Tenía que compartir habitación pero a cambio tenía un patio unas zonas comunes y unas vistas que no habría encontrado en ningún hotel.

Hacia las 21:30h, después de cenar y charlar un rato con el chico del hostel que siempre estaba por allí, iba hacia la habitación a mirar alguna serie para ir echando sueño. Había dormido por la tarde pero me había levantado pronto, estaba muy cansado y aún con sueño acumulado del trayecto de Kuala Lumpur a Hawái del día anterior.

Y como era de esperar, el chino poco listo o simplemente maleducado y que no tenía en cuenta de aguantar el jet lag para no molestar al resto de ostas, se despertó poco antes de las 22h, cuando el resto empezábamos a acostarse, y primero se jodió a enviar y recibir WhatsApps o Wechats de voz. El tío allí hablando y escuchando los mensajes a un volumen bien alto, no sea que no entendiera algo. Además el volumen de las notificaciones también bien alto porque supongo que ponerlo sólo en modo vibración era demasiado trabajo, y por supuesto, todo el rato el móvil sonando. Un desgraciado sin ningún respeto.

Me daba la sensación de que antes de llegar al hostel no sabía que compartiría habitación ya que enviaba demasiados mensajes y realmente no se veía concienciado para compartir nada. Y para colmo, al mongólico se le ocurre encender la luz, tal cual, ¡como si viviera solo en el planeta! Las 10 de la noche pasadas, yo ya en la cama, y ​​el subnormal va y pone en marcha la luz. Por suerte ésta o no iba o tardaba mucho en arrancar por lo que tuvo que espabilarse con la luz del lavabo. Hacia las 22:30h se marchó y yo fui a dormir. Aquel día ya se habían ido dos, por lo que ahora sólo éramos el señor que dormía bajo mí, el chino y yo. El señor todavía no había llegado pero éste no me preocupaba porque se le veía ya curtido y ni se notaba cuando estaba.

En cualquier caso me quedé dormido antes de que volviera el chino que no sé que hizo, pues hizo todo lo que no se debe hacer para pasar el jet lag lo más rápido posible. En cuanto a mí, ya me había adaptado completamente al horario, de hecho ya lo estaba desde el primer minuto, y ya me conocía el barrio y la gente del hostel. Parece mentira cómo cambian las cosas en sólo 24 horas. Sólo me estaría 3 días más pero ya me habría quedado dos o tres semanas.

07/07/2019 Dejo Asia para ir a Hawaii. El día de 40 hores

07/07/2019 Dejo Asia para ir a Hawaii. El día de 40 hores

Me desperté a las 6 de la mañana y empezaba uno de los días más largos del viaje para ir desde Kuala Lumpur a Honolulu haciendo escala en Osaka. Este día ganaría exactamente 14 horas debido al cambio de horario que se da al ir desde Japón hasta Hawái, pues se cruza el punto en que se cambia de día, y yo lo echaría atrás, ganando todo el tiempo y más que había ido perdiendo durante el viaje por los cambios de horario. De alguna manera viajaría atrás en el tiempo ya que al llegar a Hawái sería la misma hora que la que tenía en Malasia al marcharse pese a haber permanecido casi 15 horas en aviones.

El vuelo lo había reservado 5 meses antes del inicio del viaje por un total de 1.475 ringgits, 274€ en ese momento. Aunque sólo llevaba una maleta de cabina de 10kg y una mochila, en este trayecto tuve que pagar por poder facturar una maleta de hasta 20kg ya que el peso máximo permitido en cabina era de sólo 7kg.

A las 8:30h quería dejar el apartamento aunque el vuelo salía a las 14h, pero tenía que facturar y llegar al aeropuerto en transporte público, aeropuerto que estaba a casi 50 kilómetros del apartamento. Además quería tener tiempo de maniobra por si algo salía mal al menos poder llegar en taxi.

Así que me preparé el café de cada mañana mientras acababa de recogerlo todo y miraba algún correo urgente, pues ya no sabía cuándo volvería a tener internet.

También recogí y limpié un poco el apartamento para recibir una buena valoración en Airbnb, me duché, miré un rato y por última vez por la ventana, y sobre las 7:30h se puso a llover…

Tenía bastante claro que si llovía no iría al aeropuerto en transporte público sino con Grab, el Uber asiático, por lo que intenté reservarlo, pues la última vez que lo intenté no pude. Ahora me pidió hacerme un selfie para verificarme ya partir de ahí ya pude. El coste era de 65RM, unos 14€, bastante caro pero debía tenerse en cuenta que eran 50 kilómetros. Me daría un poco de rabia pero tenía claro que lloviendo no iría de otra manera. Hay que tener en cuenta que no caían 4 gotas, sino la típica lluvia tropical, es decir, una cortina de agua.

Y siguió lloviendo hasta las 8:30h que era la hora límite que me había puesto para irme, así que ya empecé a preparar Grab. Si iba con un Grab querría salir como máximo a las 9:30h, pues había una hora de trayecto.

Aproveché para limpiar la maleta y volverme a duchar hasta las 9 cuando todavía llovía. Así que ya dejé de esperar, me resigné e hice algo que no me gusta hacer, pedir un Grab, pues no tenía pinta de que a corto plazo aquella lluvia fuera a parar.

Ya lo tenía todo listo para bajar rápido y dejar la llave en el buzón. Al primer intento de pedir un Grab me dijo que no estaba cerca, pero lo volví a intentar al cabo de 2 minutos y ya un conductor aceptó y según la aplicación llegaría en 5 minutos. Así que cerré el apartamento y bajé. Dije en recepción que debía hacer el checkout pero la chica que había no sabía que tenía que hacer, de hecho ni siquiera tenía que decirle nada, simplemente tenía que ir directamente a la sala de los buzones, pues ahora ya podía ir solo, y dejar la llave y la tarjeta. Y cuando salí de nuevo ya había un coche azul esperando, el color que ponía en la aplicación. Fui y el chico que salió era el de la foto, además él me dijo mi nombre por confirmar. Todo perfecto y muy rápido. Eran las 9:15h que ya subía al coche y marchábamos hacia el aeropuerto. No había tenido tiempo ni de despedirme del edificio.

No sé si era porque el chófer pensaba que al ir al aeropuerto no podía perder tiempo, pero en cualquier caso fue a 150km/h buena parte del trayecto. Incluso en algún momento el coche parecía hacer un pequeño patinazo debido a la velocidad y la fuerte lluvia que caía. Yo no tenía ninguna prisa pero quizás así el trayecto sería algo más barato.

El trayecto duró unos 5 minutos menos de lo previsto, llegando al aeropuerto a las 10:10h. Todo fue muy bien y el conductor no habló, por lo que me fue bien para escribir el diario tranquilamente, pues en una hora da tiempo de mucho.

Lo que no sabía es que a los 65RM se le sumarían los peajes, por lo que el precio final fue de 75RM, 16€. La cosa ya picaba un poco. Al menos, cuando ya estaba en el aeropuerto, seguía lloviendo con fuerza por lo que seguía siendo necesario venir en taxi o similar. Me habría dado mucha rabia que poco después de salir hubiera parado de llover.

Ésta era la primera vez que cogía un transporte de este tipo, ya sea Grab, Uber o cualquier otro similar. Taxis sí, por supuesto, pero nunca un VTC, y la verdad es que la experiencia fue muy buena, el trayecto muy barato teniendo en cuenta que había sido una hora, y el chico muy amable y rápido. Todo ello perfecto.

Aunque todavía faltaban casi 4 horas para la salida del vuelo, los mostradores ya estaban abiertos por lo que fui a hacer el checkin, pues en principio tenía que facturar una maleta.

Primero debían imprimirse las etiquetas en las selfmachines, pero en mi caso no me dejaba ya que tenían que comprobar que tuviera el visado para entrar en EEUU. Así que fui al mostrador que me dijeron, pues había decenas de Air Asia, y ahí lo comprobaron todo. De hecho éste era un aeropuerto hecho básicamente por Air Asia, pues todos los aviones que se podían ver eran de esta compañía, ¡y el aeropuerto era inmenso!

Yo había pagado por una maleta facturada por exceder del peso, aunque allí no comprobaron nada del equipaje y me dieron las tarjetas de embarque. Yo prefería llevarlo todo en cabina pero creo que no habría hecho falta que pagara los 45€ que pagué por el sobrepeso, ya que de momento ya había hecho el checkin y llevaba la maleta y la mochila conmigo sin que nadie las hubiera pesado.

Eran las 11h aproximadamente y ya con todo hecho tocaba hacer tiempo hasta las 12h que iría a pasar el control de seguridad y pasaporte.

Comí algo de lo que llevaba y que ya sería la comida de ese día, me vi el agua que llevaba y finalmente volví a los mostradores a preguntar bien lo de la maleta, pues no quería que todo fuera como en Norwegian que el peso del equipaje de cabina lo comprueban en la puerta de embarque, total ya lo había pagado, así que no valía la pena arriesgarse porque una vez allí me dijeran que tenían que bajarlo en la bodega.

Así que volví a los mostradores poniéndome a lo primero que vi. Al cabo de 5 minutos un trabajador me preguntó dónde iba y al decirle a Honolulu me dijo que tenía que ir a los mostradores T. Fue entonces cuando me di cuenta de que cada hilera de mostradores tenía una letra y que todos los mostradores de aquella terminal eran de Air Asia! Era acojonante, había decenas y decenas de mostradores todos de Air Asia, no vi ninguna otra compañía. De hecho ese aeropuerto se llamaba KLIA2 y parecía hecho únicamente para los vuelos operados por Air Asia. Flipé con la mega compañía que era y que no sabía hasta ese momento. Por cierto, que diría que el trabajador me vino a preguntar sólo a mí dónde iba porque era el único con cara de europeo en aquella fila, pues los mostradores donde estaba era por vuelos nacionales y yo era el único diferente de las decenas de personas que había en esa fila.

Así que fui a los mostradores que me dijo dónde había menos cola que a los demás pero la chica que me tocó estaba amargada y creo que ni me escuchaba. Yo le pregunté si podía ir con todo el equipaje en cabina mientras lo ponía todo sobre la cinta para que viera el peso. Ella dijo que sólo una pieza, a lo que yo entendí que decía sólo una pieza en cabina, pues era lo que le preguntaba, pero resultó que ella decía que sólo podía facturar una pieza, por lo que yo dejé la maleta facturada pero más tarde entendí que ni me había escuchado y que probablemente podría haber ido con todo en cabina, ya que después vería a algunos pasajeros con maleta y mochila subiendo al avión. Total, que creo que podría haberme ahorrado los 45€ pese a sobrepasar los 7 kilos permitidos. Pocas cosas dan tanta rabia como pagar por algo que finalmente ni miran.

Y sobre las 12h ya fui a pasar todos los controles, que en ese momento aún no lo sabía pero serían 4, 2 de equipaje y 2 de pasaporte. Menos mal que fui con tiempo.

Primero tocó control de pasaporte para sellar la salida del país. Una vez hecho directamente en el control de equipaje. Qué fácil es pasar estos controles con sólo la mochila…

Después caminada de al menos 2 kilómetros para llegar a la puerta de embarque, y no exagero, al menos estuve 30 minutos andando. Durante el camino ya se veían las pistas y todos los aviones eran de Air Asia, y al menos vi 50, era impresionante.

La puerta era la Q8 y una vez entrábamos en la zona de las puertas Q, tocó un segundo control de equipaje. Supongo que los vuelos que salían desde las Q iban a EE.UU. También lo pasé rápido y sin problemas y otros 10 minutos andando hasta llegar a la puerta Q8. Eran las 12:40h y la puerta se abría a las 13h, así que miré si por casualidad me podía conectado a Internet aunque sin esperanza alguna, pero por sorpresa si que había una red gratuita del aeropuerto, así que aproveché para enviar algunos WhatsApps y mirar correos.

Puntualmente a las 13h abrieron la puerta de embarque Q8 y ahí tocó el segundo control de pasaporte. Pero éste ya no era para sellar nada sino para comprobar que no fuera falso y que tuviéramos el visado para entrar en EE.UU.

Había un chico y una chica policías comprobando los pasaportes. A mí me tocó la chica, y al darle el pasaporte y ver que era español dijo: «Hola como está». Me quedé bastante parado pues era la primera vez que alguien me hablaba en español después de un mes y medio de viaje, pero enseguida le respondí «muy bien gracias». Ella miró el pasaporte con una lupa similar a la de los relojeros, supongo que mirando las marcas típicas de los pasaportes auténticos, me pidió el visado y cuando comprobó que todo era correcto me lo dio diciendo «gracias» cambiando la cara seria que tenía hasta entonces por una sonrisa, a la que yo respondí igual. Fue realmente amable.

Y ahora si ya por fin sólo quedaba embarcar, algo que hicimos al cabo de unos 5 minutos y de forma muy rápida. Había llegado al aeropuerto con 4 horas de antelación pero finalmente tampoco me había sobrado demasiado tiempo.

A mí me tocó el asiento 27C, de pasillo, pero la sorpresa fue que una vez ya había embarcado todo el mundo vi que el avión iba muy vacío y que yo no tenía a nadie a los lados. Los asientos 27A y 27B estaban vacíos. No podía creerlo, un vuelo de Kuala Lumpur a Osaka de 6 horas y media e iría completamente solo a mi fila. Mejor que en primera clase.

Evidentemente éste fue el vuelos más cómodo de mi vida. Me senté en el asiento de ventana y comí cuando quise de lo que llevaba. Cuando quería me levantaba sin molestar a nadie y después me estiraba ocupando los 3 asientos. Fue perfecto. Incluso dormí un rato, algo que me cuesta mucho en un avión pero que aquí resultaba mucho más fácil y cómodo.

A las 20:40h, hora de Malasia, llegábamos a Osaka aunque allí era una hora más, por lo que ya eran las 21:40h y el vuelo a Honolulu salía a las 23:25h. Una escalera corta que se agradece mucho en trayectos tan largos.

Bajamos del avión y muchos pasajeros hacían como yo, transbordo hacia Honolulu. Tuvimos que ir a la terminal principal del aeropuerto de Osaka en el típico tren elevado automático. Allí, por una fila separada, pasar un control de equipaje y de billete, y pasado ya hacia la puerta 4 que al menos no quedaba tan lejos como la del aeropuerto de Kuala Lumpur. Éramos muchos haciendo ese trámite y el tiempo de la escalera era justito, por lo que los trabajadores ya se preocuparon de hacer las cosas muy rápido. Ademas estábamos en Japón, donde todo funciona mucho mejor…

Y algo que me sorprendió y más siendo en Japón, es que ya en la zona de puertas había una sala de fumadores. Evidentemente quedaba herméticamente cerrada pero la había, algo que últimamente sólo había visto en el aeropuerto de Lisboa. Así que evidentemente fumé un pite. Además estaba junto a mi puerta de embarque, la 4 y junto a una fuente de agua potable. En un momento pude hacer todo lo que necesitaba y que ya me había resignado al hecho, fumar y ver agua. Fue perfecto.

Fumé el piti, bebí más de un litro de agua y comí la pasta de frankfurt que llevaba mientras se sentaba unos minutos en un lugar muy cómodo. Con esto ya estaba preparado para pasar 7 u 8 horas más en un avión.

A las 22:50h empezamos a embarcar. Tenía la esperanza de que este vuelo también fuera medio vacío como el otro aunque de hecho aquí ya se veía a más gente esperando.

Mi asiento era el 10B, muy cerca de la puerta pero en medio. Cuando ya había embarcado casi todo el mundo todavía estaba solo en la fila. Por unos minutos pensaba que volvería a tener suerte y mas en ese vuelo que iba tan lleno pero justo entonces vino un japonés que se sentó en el asiento C. Y cuando ya estaban a punto de cerrar las puertas, llegó el del asiento A. Todo ocupado. Además, el chico del asiento A era muy grande, tanto que tenía que engancharme al japonés. Casi 8 horas de vuelo rodeado de tíos y uno que hacía dos veces yo. Vaya tela. Al menos en el vuelo previo había podido ir muy cómodo y durante la escalera había comido, ahumado y bebido agua.

El vuelo se retrasó casi media hora. Mientras esperábamos, el chico gordo del asiento A se volvió hacia mí y me dijo algo como «siento soy grosso». Me pareció que era italiano. Entonces me preguntó de dónde estaba y al decirle de Barcelona hizo un «wooow» típico americano. Me dijo que había estado llevando 15 años estudiando español en Sevilla y que por eso hablaba un poco el español. Además había pasado unos días en Barcelona y en otras partes de España. Pero lo que más me sorprendió fue cuando le pregunté de dónde estaba, pues me dijo que de Hawái. El tío fue no sé cuántos meses a estudiar español en Sevilla siendo de Hawái.

Estuvimos hablando un rato en español, pues era él que quería practicarlo, sobre los skaters de Barcelona, ​​que ya entonces estaba lleno, de Gaudí, la Sagrada Familia y la vuelta el mundo que yo estaba haciendo en ese momento. Le hablé algo de lo que había hecho en Malasia más que en Tailandia ya que él justamente venía de Bangkok. Y así fuimos pasando la casi media hora de retraso del vuelo hasta que por megafonía ya dieron las instrucciones, despegamos y todos a dormir, pues ya eran las 12 de la noche. La verdad es que el chico era muy amable y risueño, todo le hacía gracia, se le veía muy feliz y de hecho esto era preludio del tipo de gente que me encontraría por Hawái, totalmente diferentes a los del continente.

Yo como siempre, apenas dormí. La verdad es que me cuesta mucho dormir en los aviones y no sé muy bien porque, quizás porque todo es muy estrecho y pequeño y es ciertamente incómodo. Algo dormí pero ni dos horas en total de las casi 8 que duró el vuelo. El japonés de al lado creo que no despertó en ningún momento. Y el hawaiano casi que tampoco.

Evidentemente, las horas de oscuridad fueron muy pocas, yo diría que a lo sumo 3 tirando largo, haciendo aún más complicado poder dormir. Además, con este vuelo, íbamos atrás en el tiempo, por lo que si ya llevaba un montón de horas despierto habiendo pasado ya todo el día 7, ahora sólo empezaba otra vez el mismo día 7 sin haber casi dormido. Un día largo de 40 horas habiendo dormido sólo dos.

Y como en el vuelo previo, comí algo de lo que llevaba y aproveché para adelantar el diario, pues nada mejor que esos momentos para hacerlo. Y no pude evitar pedir un café. Como algo había dormido y empezábamos un nuevo día, me costaba mucho resistirme a un café. Costaban 6RM, 1,20€, pues para estar en Malasia pero más o menos lo que vale en Barcelona, ​​por lo que no dudé ni un segundo en pedir uno cuando pasaron ofreciendo los desayunos. Y la verdad es que me sentó de puta madre, como no podía ser de otra forma.

Hacia las 7 de la mañana hora de Japón y cuando ya llevábamos 7 horas de vuelo, el japonés al fin se despertó y levantó, momento en que aproveché para levantarme por primera vez en todo el vuelo e ir al lavabo a lavarme todo lo que pudiera, casi ducharme…

Y casi a las 8 de la mañana del día 8 de julio hora de Japón llegábamos a Honolulu aunque allí eran 19 o 20 horas menos, creo que eran las 13h pero aún del día anterior, el 7 de julio. Así pues, el día 7 de julio de 2019 para mí tendría más de 40 horas.

Lo bueno de estar en la fila 10 era que fui de los primeros en salir y eso tiene mucha más importancia de la que parece, ya que acelerando un poco el paso, llegué el primero al control de inmigración. De hecho ésta era la primera vez que llegaba el primero al control. Además no había nadie de ningún vuelo anterior por lo que fue el paso por inmigración más rápido que había dado hasta entonces. Y además lo más agradable, pues esto era Hawái.

Antes de llegar sin embargo, me despedí del hawaiano que se llamaba Mathew, pues fue entonces cuando nos dijimos los nombres.

Por cierto, que desde el avión al control de inmigración se llegaba en bus con todo lo que esto representa, pues a cada paso había agentes custodiándonos para que nadie se desviara. Incluso el conductor del bus bajaba el primero para hacernos de barrera y que así todos fuéramos hacia dónde tenían que ir. También me sorprendió que se vieran pocos pasajeros y que todo se viera relativamente pequeño.

Así que llegué el primero a las máquinas donde debes pasar el pasaporte y ya comprueba que tengas el visado y éste sea válido. Después te toma las huellas dactilares, te hace una foto y las típicas preguntas de si llevas según qué tipo de comida y otras rutinarias. Por último se imprime una especie de recibo con lo que ya puedes pasar a un agente. Yo todavía iba el primero por lo que fue llegar a la zona de agentes y una policía ya hacerme una señal para que fuera. No llevaba ni 5 minutos en el control que ya estaba ante el agente.

Y fue aquí cuando dije, esto es Hawái y nada tiene que ver con EEUU continental. Era una mujer de unos 55 años y sólo el saludo ya fue distinto a todos. Yo iba serio como siempre en estos casos pero ella hizo un «Hi» muy alegre y con una sonrisa de oreja u oreja. Siguió con un «how are you», pero sin dejar de sonreír mientras cogía el recibo e iba haciendo «right, all right, very good». Todo eran alegrois. Entonces cuando fue a sellar el pasaporte y el problema que tuvo fue encontrar una página libre de tantos sellos que ya existían, fue cuando ya empezamos a hablar casi como dos amigos. Primero empezó diciendo que qué suerte y qué bien tener un pasaporte como aquél, haber ido a tantos lugares. Le dije que estaba dando la vuelta al mundo y que podía trabajar mientras viajaba. Entonces ya se interesó en el viaje que estaba haciendo y en mi trabajo, pero todo por curiosidad y no por controlar nada, de hecho, mientras se interesaba por el viaje ya había sellado el pasaporte.

Al cabo de 3 o 4 minutos de estar charlando y ella sin dejar de sonreír en todo el rato, ya me dijo «that’s all», y me indicó a dónde ir, qué hacer y que ya estaba, que ya podría disfrutar de Hawái. Qué diferencia con el control de inmigración de Nueva York o el de Miami, donde todo eran caras serias y ninguna amabilidad.

Una vez pasado el control fui a recoger el equipaje y la primera persona que me encontré fue Mathew. Estaba en una cabina hablando por teléfono. Me saludó al estilo hawaiano y yo le dije que había sido la mejor entrada en EE.UU. seguido de un «Hawaii is different».

Pero entonces vi que las maletas ya hacía rato que estaban saliendo y fui corriendo dejando a Mathew allí en la cabina.

Primero estuve unos 5 minutos mirando si salía la maleta, hasta que vi que muchas ya las habían sacado de la cinta y estaban a un lado. 2 chicos ya iban sacando y arrinconando todas las maletas que daban toda la vuelta sin que nadie las cogiera. Miré por ahí y no la vi, así que estuve 5 minutos más mirando la cinta, hasta que volví a mirar las maletas arrinconadas y la vi. A diferencia de las demás la mía estaba tumbada, por eso no la había visto en un primer momento. En fin, lo importante es que no se había perdido, pues nunca se sabe y es uno de los motivos principales por los que no me gusta facturar, y más en un trayecto con escala. En cualquier caso ya estaba en Hawái con todo el equipaje y habiendo vivido ya la alegría generalizada de los hawaianos.

Con el rato que había perdido y debiendo pasar por el posible control de equipaje, ya me olvidé de Mathew y ni siquiera lo vi más. Hasta entonces no lo había pensado, pero debería haberle preguntado cómo iba, si es que iba, a Honolulu. Después me arrepentiría.

No me pararon para revisar el equipaje así que salí de la terminal a ver si encontraba algún sitio desde donde salieran los buses hacia Honolulu. Hay toda una red de buses que van por toda la isla, incluido el aeropuerto. Yo ya tenía anotado qué buses tomar que eran el 19 desde el aeropuerto y hacia Chinatown, ya en Honolulu, hacer transbordo en el bus A.

Primero pregunté a una trabajadora del aeropuerto si sabía de algún money exchange allí mismo en el aeropuerto, y me dijo que sí pero estaba cerrado. De hecho esa terminal era muy pequeña, mucho más de lo que esperaba, y ni siquiera estaban las típicas tiendas, money exchange o empresas de alquiler de coches que te encuentras siempre antes de salir del aeropuerto. Aquí no había absolutamente nada.

Al menos pude conectarme a una red Wi-Fi del aeropuerto aunque creo que esto fue contraproducente, pues ya fui en dirección donde me decía que tenía que coger el bus 19 pero por la terminal d llegadas, que estaba en el piso de abajo. Al llegar vi que allí paraban una especie de shuttles, algunos numerados, por lo que pensé que estaba en el lugar correcto y me quedé a esperar el 19. Pero cuando según Google Maps ya debería haber pasado, por ahí no había pasado, y según Google Maps lo siguiente podría tardar más de 30 minutos. Seguramente el bus 19 sí que había pasado pero por el piso de arriba, en la terminal de salidas.

Entonces miré cuánto costaría un Uber y eran $22, algo que ya no estaba dispuesto a pagar, pues ya sería el tercero en pocos días. A pie eran 2 horas y medio, así que sin pensármelo dos veces empecé a andar. Cuando sólo llevaba 10 minutos andando, ya sudaba de tanto calor que hacía y todavía estaba por la zona a del aeropuerto, fue cuando pensé que debería haberle preguntado a Mathew cómo iría a Honolulu.

Al menos el camino era recto por la carretera de 2 carriles por sentido pero ésta tenía en todo momento una zona peatonal, por lo que al menos no era tan peligroso como fue el año anterior en Carolina de Puerto Rico donde en algún momento pasé incluso miedo. Y cuando ya llevaba 30 minutos andando y ya no valía la pena volver atrás, recordé que en Google Maps, cuando lo había mirado el día anterior, ponía que el bus 19 debía tomarse desde la Upper terminal, algo que en ese momento no le hice demasiado caso pero que ahora recordaba que yo había mirado a la de abajo, donde las llegadas, pero que en el piso de arriba estaban las salidas. Si no hubiera seguido por GPS las indicaciones de Google Maps seguramente habría vuelto a leer las notas habría ido al piso de arriba, donde seguramente había pasado el bus 19. Y yo andando bajo el sol hawaiano. Al menos hacía viento y era suficientemente soportable.

La rueda de la maleta que ya estaba medio futuda de tantos kilómetros recorridos durante el viaje, estaba cada vez peor. Cuando llevaba casi una hora andando entendí que no podría hacer todo el camino así, pues todavía quedaban casi dos horas más. En un punto me paré y me intenté conectar a Internet, y afortunadamente pude. Había una red de pago pero que dejaban 30 minutos gratis por probar. Miré a Uber que allí donde estaba ya costaba sólo $17, había caminado el equivalente a $5. Me seguía pareciendo caro así que miré dónde quedaba el punto donde habría tenido que hacer el transbordo de autobus para intentar llegar andando y coger el segundo bus que debería haber cogido, que en este caso sería el primero y único. Hacer esto me parecía la mejor opción ya que debería andar unos 45 minutos más y allí tomar el bus A que me dejaría a 5 minutos del hostel. Hay que tener en cuenta que los buses de EE.UU. no dan cambio, y yo no había podido cambiar moneda, por lo que sólo tenía lo que ya llevaba, que eran $74, por lo que si hubiera tenido que coger los dos buses, en vez de pagar $5,50 que es lo que debería costar, me habría costado $10. De esta manera, cogiendo sólo uno me saldría por $3. Así que ya más animado y viéndome capaz de llegar hasta la parada del bus A, caminé sin detenerme demasiado, pues pasaba uno en una hora y el siguiente al cabo de media hora, y según Google Maps tardaría unos 45 minutos a paso ligero para llegar a la parada.

Hasta entonces el paisaje no era demasiado bonito ya que estaba a las afueras del aeropuerto y en medio de la nada, pero ahora al menos una parte de ese camino ya era más entretenido porque ya estaba en pleno Honolulu, cruzando un río y viendo parte de Chinatown. Eso sí, el calor ahora era más fuerte que al salir del aeropuerto y no parar hizo que ya empezara a sudar. Además una de las ruedas de la maleta podría decirse que ya estaba rota, pues la goma que la recubría se había partido por la mitad. Prácticamente rodaba sobre el plástico interior por lo que casi que tenía que arrastrarlo ya que cada vez giraba menos.

Finalmente, cuando eran las 16h, por lo que ya hacía dos que había pasado por inmigración, llegué a la parada del bus A, en medio de Chinatown de Honolulu. Aún me quedaba la incógnita de saber si me dejarían subir con el equipaje, pues supuestamente sólo te dejaban subir con lo que quepa bajo tu asiento y en la espalda. Fuerza puntual llegó el autobús y me dejó subir sin ningún problema. Pagué los $2,75 con 3 billetes de un dólar y hacia el hostel por fin en autobús. Hacer ese tramo andando me habría supuesto una hora larga, además el tramo final era de subida, por lo que habría sido muy duro. De hecho, ya lo había sido hasta entonces pero al menos había sido soportable, una hora más en esas condiciones ya no sé si lo hubiera sido.

Al cabo de unos 20 minutos llegamos a la parada indicada por Google Maps, de hecho incluso parecía la última parada del trayecto, pues ya sólo quedaba yo en el bus y ya estábamos lejos del centro de Honolulu. Desde allí tuve que andar unos 5 minutos hasta el hostel que encontré sin más problemas en una calle muy tranquila de casas unifamiliares y que quedaba relativamente elevada permitiendo desde algunos puntos unas buenas vistas de todo Honolulu.

El hostel constaba de una serie de edificios y casitas y el resto eran patios y mesas al aire libre. Primero entré en el edificio que era la sala de TV, pues quedaba más cerca de la calle. Un señor me dijo que siguiera caminando unos metros para llegar a la recepción. Y efectivamente, en una casita más pequeña, estaba la recepción con una chica dentro. Le dije que tenía una reserva, dijo «cool» y me invitó a sentarme. Anoté mis datos en el libro de registro, hizo fotocopia del pasaporte, pagué los $132 por 4 noches, unos 117€ que además era lo más barato que había en Honolulu… Por eso me decidí por un hostel. Y me explicó muy bien las normas del hostel, cómo era Honolulu y cómo funcionaba el transporte público. Probablemente fue la hotelera que más información me dio de la zona del hotel a excepción quizá de la chica del hotel de las Cameron Highlands, en Malasia y en ese mismo viaje.

Después ya me preguntó sobre el viaje, y al decirle que venía de Kuala Lumpur me dijo que tenía pensado ir y me preguntó sobre la ciudad. Yo le dije que prefería otras ciudades como Bangkok, pero que justamente en Kuala Lumpur había estado en un apartamento a 170 metros de altitud y con vistas a la ciudad y que por tanto yo no era un buen referente, pues para mí apartamento fue el mejor de esa visita.

Una vez registrado y todo contado me acompañó a la habitación. Era la 6 y quedaba al final del recinto. Dentro había 3 literas y una cama individual. A mí me tocó en la cama 5 que era la cama de arriba de la camilla más cercana a la puerta, probablemente la peor cama de todos. Por lo menos la habitación sólo estaba ocupada por 4 personas contándome a mí.

Dejé las cosas y fui rápidamente a ducharme. La chica no sé si por acostumbrada o por buena educación, aguantó bastante bien mis peines después de más de 24 horas dando vueltas y casi dos caminando por Hawái. Supongo que no era lo primero que llegaba al hostel sudando como un cerdo. Y después de ducharme también rápidamente en la cocina a prepararme un café y tomármelo allí mismo, pues había unas mesas fuera donde parecía estar muy bien. Ya tocaba sentarse tranquilamente a disfrutar del aire hawaiano.

Mientras me preparaba el café entró un chico, muy alto, que se presentó aunque no lo entendí ya que hablaba muy rápido y con un acento muy cerrado. Le pregunté de dónde estaba y me dijo que trabajaba allí. Estuvimos charlando un rato mientras me tomaba el café. Como solía ocurrir, se interesó por saber de dónde venía y mas al decirle que estaba dando la vuelta al mundo y que ese día llevaba 24 horas despierto pero que por mí seguía siendo la misma hora que cuando estaba en Kuala Lumpur. Esto los hawaianos lo entienden mejor que los europeos porque les ocurre lo mismo cada vez que cogen cualquier vuelo en dirección oeste. El chico era muy abierto y amable pero me costaba mucho entender todo lo que decía, supongo también por lo cansado que estaba.

Después de charlar un rato y de tomarme el café, fui hacia la zona de restaurantes que me había dicho la chica y que de hecho ya había visto cuando pasaba con el bus, de hecho estaban poco antes de la parada en la que había bajado del bus. Eran las 17h pasadas y hacía muchísimas que no comía un plato en condiciones, por lo que tenía mucha hambre pero estaba en Hawái, donde todo era 4 o 5 veces más caro que en Malasia. Tocaba cambiar el chip.

Eran casi 10 minutos andando hasta los restaurantes, pues el hostel estaba en el típico barrio de casas unifamiliares, muy tranquilo y con pocos servicios. Por suerte en esa zona de restaurantes había de todo y quedaba cerca de la carretera en la que ya había mucha más vida. Allí había supermercados, restaurantes de todo tipo, el siempre útil 7-elevan e incluso un McDonald’s y un Burger King. Antes compré una botella de agua bien fría porque ya estaba en el punto de pálida por deshidratación.

Hacía casi 24h que no comía nada realmente contundente por lo que cuando vi en Google Maps que había un McDonald’s cerca no me lo pensé demasiado. Ademas estuve mirando los precios de los restaurantes y eran exagerados, todos los platos rondaban los $10 aunque la mayoría no bajaban del $12, y yo que estaba acostumbrado a comer por 2€…

Así que fui hacia el McDonald’s pero por el camino encontré al Burger King. Fuera había un anuncio de un menú Whopper por $7 y 10 nuggets por $2,50. Me pareció bastante bien y puesto que estaba muerto de hambre ya me quedé. Pedí el menú pero me preguntó cuál, añadiendo uno, «one»? Yo dije que si a pesar de que sé cómo funciona la venta subjetiva. Total que pedí el menú mayor que costaba $9,50, más los nuggets y el VAT, que en EE.UU. no es obligatorio indicarlo, me salió todo por $12,65 (10,56€). Toma ya. Bienvenido a Hawái, pensé. Eso sí, tenía un montón de comida que era lo que más necesitaba en ese momento. Además el primer día que estás en un sitio nuevo es normal pecar de estas cosas, de hecho ya no me pasó más durante los 4 días que estuve allí.

Me senté y comí muy bien, y de hecho ya necesitaba una hamburguesa como aquella, los nuggets, las patatas y la torta cola ilimitada, pues en muchos países te puedes llenar el vaso tantas veces como quieras.

Fueron más de 12 dólares pero probablemente los mejor gastados. Después de tantas horas despierto, en vuelos y sin apenas comer nada contundente, aquello era lo mejor que podría haber hecho.

Eran las 18:30h cuando acababa de comer y aproveché para investigar un poco más esa zona de restaurantes y tiendas para que durante los días siguientes no gastarme lo que me acababa de gastar. Encontré varios restaurantes desde tailandeses a puros americanos y el 7-elevan al que iría más aunque más tarde encontraría otro mes cerca del hostel que estaría donde compraría el día y cenar casi cada día. Y a continuación hacia el hostel a preparar un poco la ruta para el día siguiente y dormir.

Eran las 20h cuando me tumbaba en mi cama todavía solo en la habitación aunque no por demasiado rato y miraba un poco a Netflix hasta las 20:30h que ya me quedé dormido. Quería esperar lo máximo posible para hacer un horario similar al resto de compañeros de habitación para que ni me despertaran a mí ni despertarlos por la mañana para levantarme antes que ellos. En ese momento ya estábamos 3 en la habitación que ya los había visto cuando había llegado. Faltaba uno, el que dormía debajo de mí y que todavía no lo había visto y todavía no estaba allí. Intenté ir a dormir lo más tarde que pude para evitar el jet lag y que me despertaran a media noche, cosa que no ocurrió aunque más tarde llegó el señor que dormía bajo mí sin que ni siquiera me despertara . Por lo menos los 3 eran educados y respetuosos con los demás.

Y así terminaba ese día que para mí había tenido 40 horas de las que sólo había dormido 2 y en malas condiciones. Empezaba así la segunda etapa del viaje dejando a Asia atrás para seguir con América. Hawaii era la primera parada americana siendo ésta la primera vez que visitaba esta isla. No hacía ni un día que estaba allí pero ya había podido apreciar ampliamente la diferencia entre Hawái y el resto de EEUU. No sé si por el clima o por estar rodeados de playas paradisíacas en medio del océano Pacífico, pero aquí la gente parecía mucho más feliz, menos estresada, más amable y mucho más abiertos a los viajeros. Era un sitio muy caro pero de momento el ambiente hawaiano me estaba gustando mucho.

06/07/2019 Bañarse en la mejor piscina infinita de Kuala Lumpur

06/07/2019 Bañarse en la mejor piscina infinita de Kuala Lumpur

Me desperté a las 7:15h con las mejores vistas de mi vida por tercer día consecutivo. Como llevaba haciendo desde que estaba en Kuala Lumpur me quedaba un rato en la cama leyendo noticias en el móvil, pues se estaba demasiado bien como para levantarse sin disfrutar un rato de esa imagen. Al igual que el día anterior, hoy tampoco tenía intención de salir a ninguna parte, sólo disfrutar del apartamento y subir a la piscina cuando ya fuera de noche a diferencia del primer día que subí todavía de día para ver la puesta de sol.

Después ya me puse directamente a mirar blogs y foros para confirmar que debía facturar una maleta en el trayecto hacia Hawái si todo lo que llevaba pesaba más de 7 kilos. Los dos blogs que leí así lo confirmaban por lo que ya no esperé más. Además quedaba poco por llegar a las 24 horas cuando probablemente ya no podría realizar cambios en la reserva de los vuelos. De hecho, también quería contratar las comidas, pues valían unos 3€ cada una, una ganga comparada con otras aerolíneas, pero ya no me dejaba porque faltaban menos de 48h. Así que al final tuve que correr y quedarme sin las comidas.

Finalmente tuve que pagar 204RM, unos 45€, para facturar la maleta en ambos vuelos. No estaba mal la broma. Haberlo en el aeropuerto podría haberme salido por el doble, pero haberlo hecho durante la reserva quizá por la mitad, así que eso ya me sirvió de lección para la próxima vez.

Y ahora ya sólo quedaba mirar cómo ir del apartamento al aeropuerto en transporte público, y del aeropuerto de Honolulu al hostel.

Pero todo resultó ser más largo de lo que pensaba, de hecho el aeropuerto de Kuala Lumpur estaba a 46 kilómetros del apartamento y debería tomar 3 transportes diferentes. Miré la opción de Grab, que es el Uber asiático, y eran 65RM, unos 14€, por lo que sólo le cogería si fuera totalmente necesario, es decir, si no llegaba a tiempo o si llovía. Evidentemente esta opción era bastante más cara pero en cualquier caso mucho más barata que un Uber en cualquier ciudad europea. De hecho salía por unos 0,30€ por kilómetro.

En Honolulu en principio también sería fácil puesto que por el mismo aeropuerto pasaban autobuses regulares cada 30 minutos que iban hasta el centro de la ciudad. El trayecto en este caso sería de unos 12 kilómetros debiendo realizar un transbordo y pagando un total de $5, pues los billetes no eran integrados. En cualquier caso era una distancia que a malas podría hacerla caminando.

Y ya con todo lo del vuelo del día siguiente hecho y mirados los trayectos que debería hacer, ya escribí el diario un rato, miré correos y todavía respondí a algún WhatsApp de alguna conversación derivada de haberme felicidad dos días antes. Por estas cosas debía aprovechar la mañana ya que parecía que la conexión iba algo mejor. Me parecía mentira que en un edificio tan nuevo y moderno como aquél la conexión fuera tan espantosa.

Hacia las 13h salí a comprar el almuerzo. No sabía qué compraría ni a dónde, simplemente iría mirando los sitios que ya conocía por orden de proximidad y comprar en lo primero que encontrara abierto. Hoy ya no se trataba de investigar sino de ir lo más rápido posible.

El primero era el puesto ambulante de Nasí Lamak de justo frente a los apartamentos, aunque ya suponía que estaría cerrado porque sólo lo había visto abierto por las noches. Efectivamente estaba encerrado, pero entonces vi a un chico que venía con una bolsa típica de comida preparada, por lo que supuse que cerca había algún lugar ambulante que no había visto los días anteriores.

Y efectivamente, en el parking del único edificio que había en toda la calle aparte de los apartamentos y que quedaba justo enfrente, había unos 6 o 7 puestos ambulante con diferentes tipos de comida, desde platos preparados de sopas , arroz, etc, a rotis o pastas dulces. Era perfecta y estaba literalmente a 10 metros del edificio de mi apartamento. En esa zona no había más edificios ni casas pero con todos los que estábamos sólo en mi edificio ya era suficiente para montar un pequeño mercado de puestos de comida.

Entré y recorrí todos los sitios. Al principio iba a comprar una sopa porque en donde la vendían era la única parada que tenía los precios puestos. Cuando no ponen precios me da un poco de rabia y además nunca puedes saber si te están dando el precio correcto. Pero una sopa no me apetecía demasiado por lo que fui a la parada donde parecía que hacían los platos más contundentes.

Como por los nombres de los platos no sabía lo que era nada de lo que venían, aproveché que había 3 o 4 personas pedido y miré si alguno de los platos que pedían me parecía bien. Vi uno con arroz en el curry y muslos de pollo con jugo y me pareció bastante bien, por lo que le dije al vendedor que quería aquél. Lo pedí para llevar, y como ya había visto alguna vez, en vez de ponerlo en una cajita de plástico o similar lo pusieron en bolsas de plástico. Por un lado el pollo con el zumo, por otro lado el arroz envuelto en forma de triángulo con papel grueso, y por otro lado las verduras también en una bolsa. El plato costó 8RM, 1,80€, algo más caro que las sopas que valían entre 5 y 6RM pero este plato era bastante más completo y contundente.

Paseé unos minutos por el resto de paradas mirando las comidas típicas malayas para unos minutos volver directamente hacia el apartamento porque sólo con lo que había comprado ya tendría de sobra, aunque aparte todavía me quedaba uno de los dos Nasí Lamak que había comprado la noche anterior.

Eran las 13:30h cuando iba a comer, poniendo todo el arroz que acababa de comprar junto al de la noche anterior. El de hoy estaba en el curry y el de ayer era con salsa picante y pescado frito, por lo que todo quedó un plato enorme de arroz y bastante bueno. Y en otro plato el pollo con verduras. Tenía un montón de comida y todo por sólo 10RM, 2,30€. Ésta es una de las muchas cosas buenas que tiene viajar al sudeste asiático, mucha comida de todo tipo a precios muy bajos.

Poder salir a la calle y en tan poco rato poder comprar un montón de comida ya preparada por menos de 3€ es algo que se agradece mucho y mas cuando aún recuerdas otras ciudades donde por 3€ no encuentras ni un café.

La conexión a Internet me permitió ver unos minutos de noticias mientras almorzaba, hasta que ya se cansó y pasé a mirar capítulos descargados de Netflix. Al menos alguna noticia pude ver y ponerme mínimamente al día.

Hacia las 14:30h acababa de comer y me estiré pero intentando no dormirme ya que ese día quería ir a dormir pronto, pues al día siguiente quería marchar hacia el aeropuerto a las 9h, pero como casi siempre no pude evitarlo. Cuando me di cuenta ya eran las 17h y había estado durmiendo dos horas como casi todos los días.

Por la tarde aproveché para poner toda la ropa que tenía medio sucia a lavar, pues tenía lavadora y detergente, así que incluso lavé la chaqueta, la mochila y las zapatillas. Hacia la mitad del viaje muy bien alquiló un apartamento con lavadora para poder lavar todo aquello que normalmente no llevas a la lavandería y poder seguir con el viaje como si fuera el primer día.

Después a preparar lo que pudiera de la maleta y ya a tomar un café mientras miraba, como siempre en Kuala Lumpur, por la ventana y escribía el diario.

Hacia las 18h empezó a llover con lo que parecía la tónica general de Kuala Lumpur, una buena tormenta cada tarde de dos horitas. De todas formas a mí ya me estaba bien porque verlo desde aquel apartamento era todo un espectáculo, viendo el rayos caer sobre los tejados de los edificios más altos y que podía ver perfectamente. Me hubiera gustado ver un caer sobre las Torres Petronas pero no hubo suerte, caían en edificios muy cercanos pero ninguna sobre las torres más famosas de la ciudad.

Aquella noche, a partir de las 20h, quería subir a la piscina a bañarme siendo ya de noche, por lo que esperaba que esa hora ya no lloviera, como de hecho fue, y suerte porque éste ya era l último día que podría.

Así que hacia las 20:15h, cuando ya estaba oscuro, fui la planta 8 a buscar la tarjeta especial. Pero esta vez no fue tan rápido, pues la chica me dijo que la planta 48 estaba llena. No sabía que había un límite, de hecho por eso debería ser lo de la tarjeta especial, para evitar aglomeraciones, y de hecho mejor porque así estaba mucho mejor.

La chica me dijo que podía esperar allí, pues normalmente la cosa va rápida. Ya imaginaba que por la noche habría más gente interesada en subir a la piscina y poder ver toda la ciudad iluminada.

Por suerte todo fue rápido, pues en menos de 10 minutos la chica me hizo una señal. Cuando me acerqué por poco me foto la hostia de mi vida delante de ella, pues el suelo estaba muy mojado y mis chanclas resbalaban aún más. De hecho tuve que aguantarme en su mesa por lo que ella lo vio de cerca. Primero hizo un susto y cuando vio que me había podido aguantar entonces no pudo evitar reír fuerza y ​​si no se rió más fue porque yo era el cliente y se aguantó todo lo que pudo. De hecho yo ya tenía cuidado porque ya sabía que tarde o temprano acabaría resbalando.

En fin, hicimos el intercambio de tarjetas y subí a la planta 48. Eran las 20:30h cuando llegaba y efectivamente como mucho había 10 personas. Estaba realmente bien eso de limitar el aforo siempre y cuando sólo tuviésemos que esperar 10 minutos.

Después de mirar unos segundos en el horizonte, me saqué la camiseta y directamente hacia la piscina. Ya hace tiempo que poco me baño en piscinas, de hecho tengo una en casa que hace años que ni toco el agua, pero en esta evidentemente tenía que bañarme. De hecho me moría de ganas de bañarme. Una piscina infinita a más de 200 metros del suelo, con las paredes de cristal y con el típico skyline de Kuala Lumpur frente a ti. Si no tienes vértigo, la sensación es única.

Si ya era espectacular durante el día, por la noche lo era aún más. Quedarse apoyado en la piscina y ya no tener nada más delante, sólo 200 metros de caída y esa imagen, era algo que no tenía precio y muy difícil de describir.

Evidentemente tomé fotos por todas partes, tanto de la ciudad como de la piscina y la terraza. Estuve unos 30 minutos en total de los que más de la mitad simplemente les dediqué a observar el horizonte. De hecho tenía una imagen que mucha gente paga por poderla ver unos minutos, y yo podía verla tanto tiempo como quisiera o siempre si era desde la habitación.

Al día siguiente se marchaba a Honolulu donde dormiría en una habitación compartida por unos 35€ la noche, mientras que aquí estaba solo en este apartamento único por 25€ la noche. Qué diferencia de precios que hay entre ciertos países y que a su vez provoca que ir a según qué lugares compense más bien poco. Aquí en Kuala Lumpur me habría quedado un mes disfrutando de esta ciudad y este apartamento por precios tan bajos.

Apoyado en el límite de la mejor esquina de la piscina y las manos colgando al vacío a más de 200 metros del suelo miraba aquella ciudad ruidosa desde el silencio y la tranquilidad de aquella terraza perfectamente iluminada y decorada. Me habría quedado horas pero no quería acaparar la esquina más…

Hacia las 21:15h di el baño por finalizado y bajé a la planta 8 a realizar el intercambio de tarjetas. Fui rápidamente al apartamento a buscar dinero y hacia el 7-elevan a comprar cena por esa noche y comida para el largo trayecto de casi 20 horas que me esperaba al día siguiente entre vuelos y traslados para llegar al hostel de Honolulu.

Al salir del edificio vi que los 3 puestos ambulante de enfrente estaban abiertos, por lo que ya decidí que parte de la cena sería un Nasi Lamak como el día anterior, pues era barato, había mucha cantidad y estaba bastante bueno.

Y a mitad de camino al 7-elevan, en la zona del restaurante chino donde había comido un día, había un puesto ambulante de hamburguesas diferente al que había comprado el día anterior aunque las hamburguesas parecían iguales. Así que ya tenía decidido lo que cenaría. Nasi Lamak y una hamburguesa de esas.

Fui hasta el 7-eleven donde compré 4 paquetes de tabaco para no tener que comprar en Hawái, 3 bolsas de patatas, 3 o 4 paquetes de galletas y unos panecillos de frankfurt para comer algo de carne durante el viaje. Salí del 7-elevan con un buen bolso lleno de cosas.

Y de vuelta compré dos hamburguesas special como la del día anterior pero con queso por 5,50RM cada una, diez, pues era de las cenas más caras que había comido, o lo que más. Aún así eran sólo unos 2,50€. Finalmente compré otro Nasí Lamak en el sitio ambulante de enfrente el apartamento. Ya lo tenía todo pero me había pasado unos 45 minutos dando vueltas. Ya eran las 22h cuando subía de nuevo al apartamento a terminar de preparar la maleta y hacer una última observada en la noche de Kuala Lumpur desde la habitación.

Hasta las 12 de la noche acabé de lavar la ropa aprovechando que tenía lavadora en el apartamento por primera vez en todo el viaje, preparé la maleta y miré bien todo el transporte público que debería coger al día siguiente . Luego comí Nasi Lamak y las hamburguesas special recién compradas mientras miraba a Netflix hasta la 1 de la noche que fui a dormir con las luces de las Torres Petronas ya apagadas hacía 30 minutos. Puse el despertador a las 6 de la mañana, por lo que no dormiría demasiadas horas.

Y así llegaba en la última noche a Kuala Lumpur y al continente asiático de esta vuelta al mundo. Marchaba hacia América para visitar Hawái, México y Canadá. Se acababan los buenos apartamentos a precios de ganga y, lo que me sabía más mal, las vistas que tenía ahora durante buena parte del día y toda la noche. Al día siguiente dormiría en un avión y la noche siguiente en una habitación compartida con 4 personas más y sin apenas ventanas. Así que tocaba grabar bien esos recuerdos en la memoria y cambiar el chip para devolver al aspecto más mochilero del viaje.

Esta era la primera vez que visitaba Asia y la experiencia había sido mucho mejor de lo que me esperaba. Me preocupaba un poco el tema del idioma y la escritura, nada que ver con la europea, pero la amabilidad y hospitalidad de los asiáticos hacían que cualquier problema pudiera solucionarse rápidamente. En ninguna parte había visto a tanta gente amable y feliz como en Tailandia o Malasia. Los días en Asia se me habían hecho muy cortos y dejaba el continente con muchas ganas de volver.

05/07/2019 El centro comercial de las Torres Petronas y el KLCC Park

05/07/2019 El centro comercial de las Torres Petronas y el KLCC Park

Me desperté sobre las 7 de la mañana después de haber pasado otra fantástica noche. Despertarse con aire acondicionado y veían las Torres Petronas es una de las cosas en las que tardas mucho en cansarte. De hecho, aunque normalmente ya me despierto con energía, aquí me despertaba con energía, contento, emocionado y sintiendo un privilegiado.

Como todas las mañanas me tomé un café, escribí el periódico y estuve trabajando un rato y mirando correos pendientes, algunos de reclamaciones que había puesto y que tenía pendientes de hacerles seguimiento por falta de tiempo. Con tantas reservas, pagos y trayectos realizados era normal que hubiera algún problema. En cualquier caso, muy pocos y con fácil solución. Pero hoy no tenía intención de ir a ninguna parte en particular, pues quedarse en el apartamento era de las mejores cosas que podía hacer, así que aproveché para ir mirando temas pendientes. El día anterior ya había paseado bastante por Kuala Lumpur y hoy lo que quería era disfrutar más rato de las vistas que tenía estando sentado en la mesa del portátil. De hecho sería quizás la primera vez en un viaje que no tenía intención de salir en todo el día excepto para comprar comida.

Por la noche había pensado en ir a la Menara KL, la Torra de comunicaciones de 300 metros de altura y que tiene un buen mirador, aunque no era algo en el que tuviera especial interés, pues la piscina de la terraza de la torre donde estaba, ya quedaba a 210 metros de altitud, nada que envidiar a la Menara KL. Y allí podía bañarme y podía ir cuando quisiera y sin pagar nada. Así que aunque tenía la intención, todo dependería de las ganas que tuviera por la noche.

A las torres Petronas ya no podía ir porque no había sitio en todos los días que estaría en Kuala Lumpur. Ya lo miré el día que llegué, y si lo miré tan tarde fue porque antes quería saber la previsión del tiempo, pues en Nueva York ya me pasó que reservé con semanas de antelación para subir al OWTC y el día que tocaba estaba todo nublado. Pero entonces el problema puede ser éste, que ya no encuentres sitio en los días que quieres. En cualquier caso tampoco me hacía especial ilusión subir, pues desde ahí, evidentemente, no se ven las Torres Petronas. De hecho dudo que ningún mirador de Kuala Lumnpur fuera demasiado mejor en la ventana de mi apartamento y más aún que la planta 48 donde estaba la piscina. Hay que tener en cuenta que estábamos en una posición en la que podíamos ver prácticamente toda la ciudad, lo que probablemente no ocurre desde otros puntos. Nunca imaginé que podría dormir en un apartamento que fuera tan sustitutivo de los mejores miradores de la ciudad hasta el punto de que no tuviera ningún interés en subir a las Torres Petronas.

Para la Menara KL sí que había disponibilidad pero de todas formas las Torres Petronas se ven mejor desde el apartamento donde estaba, por lo que el único interés por ir era justamente poder ver mi apartamento.

Hacia las 13h salí para ir al 7-elevan más cercano aunque estaba a unos 15 minutos largos andando. Quería comprar algo para comer o mirar si encontraba algún restaurante o lugar ambulante abierto por el camino, pues el día anterior por la tarde ya vi que a medio camino del 7-elevaban había pero a esa hora ya estaban cerrados. De lo que me estaba dando cuenta era de la diferencia de vivir en una planta baja a vivir en una planta 39. Mientras que en el primer caso entrar y salir de casa no comporta ningún tipo de esfuerzo ni tomar ninguna otra decisión, mientras que en el segundo caso es mejor que no te olvides nada o que aproveches para hacerlo todo de una sola vez para no tener que entrar y salir 4 veces seguidas. Eso si, por lo menos los ascensores eran rapidísimos, tanto que incluso al subir se me tapaban las orejas.

Así que salí del edificio para ir hacia los restaurantes y ahora, efectivamente, estaban abiertos. Fui a un restaurante muy sencillo e incluso un punto cutre donde sólo había gente local y que quedaba a medio camino del 7-eleven. Diría que era chino, pues el hombre, que era cocinero, era chino, aunque la mujer era musulmana.

Entré a mirar el cartel con todos los platos y elegí un medio al azar, pues por los nombres no reconocí ninguno. Pero el hombre no se si no me entendió o me dijo que no lo tenían, pero me preguntó si quería arroz con pollo. Como casi no lo entendía le dije que si aunque ya estaba un poco harto del arroz con pollo, de todas formas en cada restaurante lo hacen un poco diferente así que dije que si para no alargar esa conversación que parecía que no iría a ninguna parte.

Me senté en una mesa de 4 casi delante del mostrador en aquel resyaurant que estaba al aire libre pero tapado con una lona de plástico que y que hacía que debajo estuviera suficiente fresquito. Al cabo de 5 minutos me trajo el plato y efectivamente estaba preparado de una forma que todavía no había probado. El arroz era estilo basil pero con una nueva salsa para mí. Y el pollo diría que era asado, con zumo y verduras, por lo que al final no se me hizo tan pesado como pensaba. El precio, 5RM (1€).

Al terminar fui a un lugar ambulante que había junto a ese restaurante y siguiendo de camino hacia el 7-eleven donde vendían rotis hindúes, una especie de pasta hecha de plátano y frita que ya había probado en Cameron Highlands, y compré 6 de diferentes tipos, en total 2,50RM, 0,50€. Todo ello más barato de lo que me esperaba. Los rotis me los llevé al apartamento y me los comí allí mirando por la ventana y para acabar de llenarme bien aunque realmente ya no tenía más hambre, pero con estos precios se debe aprovechar y probar distintos tipos de comidas. Y más yo, que sólo que camine un poco cada día, ya me adelgazo mucho. Cabe decir que los rótulos de entrada no parecen demasiado buenos pero lo están realmente mucho. Sólo la pasta de fuera ya está buenísima, pero es que además cada uno está hecho de una manera diferente y con un relleno diferente, pudiendo ser de carne, atún o lo que se quiera.

A diferencia de los rotis que comí en las Cameron Highlands, estos no eran todos de plátano, de hecho quizás no se llamaban ni rotis, pues al menos uno parecía de pez. Todavía no dominaba tanto comida hindú y malaya como para saberlo diferencia todo. En cualquier caso estaban muy buenos.

Al acabar los rotis ya eran las 14:30h, hora que me tumbé en la cama con las cortinas bien abiertas para poder ver todo a Kuala Lumpur y como casi todos los días me quedé dormido un par de horas.

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Me desperté sobre las 17h aún sin tener claro si iría o no a la Menara KL. Lo cierto es que por la mañana había intentado comprar las entradas por Internet pero no sé si debido a que la conexión fallaba o que en su web tenían algún problema, al final no pude finalizar la compra. Casi que lo prefería porque así ya no hacía falta que decidiera. Además a las 17:30h empezó a llover y con fuerza. De hecho caían muchos rayos e incluso vi un caer justo sobre uno de los edificios que veía delante de mí. Fue espectacular poder verlo tan bien. De hecho, mirar la tormenta por aquella ventana era ya un espectáculo en sí mismo, pues con tantas torres y tan altas cada pocos minutos un rayo impactaba sobre algún tejado. Esto era bastante habitual aquí y en muchos lugares con climas similares. Mucho calor durante todo el día y por la tarde lluvias muy fuertes pero breves, por lo general no duraban más de 20 minutos.

Mientras me tomaba el café, miraba correos, escribía el periódico y seguía intentando comprar la entrada por el mirador de Menara KL. De todas formas tenía claro que si seguía lloviendo así no la compraría, de hecho sólo que hiciera nube ya tampoco la compraría, pues subir a un mirador con el cielo totalmente cubierto casi que no vale la pena. Es por eso que no me gusta comprar este tipo de entradas con tanto tiempo de antelación.

Siguió lloviendo hasta las 19h momento en que aproveché para ir de compras al 7-eleven, básicamente comer como siempre, aunque esta vez compré una hamburguesa en un lugar ambulante que había justo delante del 7-eleven. Era de huevo y lechuga y me la llevé para comer en el apartamento. Era la primera vez en todo el viaje que comería hamburguesa y me apetecía mucho. De hecho incluso tenía algo de mono. Y sobre las 20h volví a salir primero con la intención de ir a la Menara KL en transporte público, pero así tardaría 45 minutos, y caminando tardaría una hora larga, por lo que finalmente decidí ir a las Torres Petronas que las tenía a 15 minutos andando y ya me sabía el camino de memoria.

Así pues, finalmente, entre que no había comprado las entradas por Menara KL, que tardaría una hora en llegar y que sin entradas no tenía nada garantizado poder subir, decidí no ir. Así que fui directamente a las Torres Petronas llegando sobre las 20:15h.

Aunque allí ya había estado el día anterior valía la pena volver de noche para ver las torres bien iluminadas y en general todo el ambiente de la zona, pues las primeras plantas de las torres centro comercial y sus alrededores están llenos de locales que hacen que aquellas horas haya más gente que al mediodía. De hecho se nota que la gente lo prefiere porque ahora había más gente que cuando estuve allí el día anterior pero por la mañana. Y también a diferencia del día anterior, esta vez entré y fui dentro al parque que quedaba detrás de las torres, pues por la noche hay un pequeño lago artificial con fuentes iluminadas.

Así que después de tomar algunas fotos en las torres fui hacia la puerta principal que está justo en medio de ambas torres.

En cuanto cruzas el gran portal de entrada ya se pueden ver colgados del techo 2 coches de F1 del equipo Petronas dando la bienvenida a las torres y justo después ya se entra en un centro comercial enorme que ocupa las 5 primeras plantas de ambas torres. Aunque era bastante tarde, el centro comercial estaba todo abierto y lleno de gente en las 5 plantas.

Mi intención era ir directamente hacia el parque trasero las torres así que siguiendo por la planta baja crucé todo el centro comercial en dirección contraria a la puerta principal hasta llegar al llamado KLCC Park que es como el patio trasero de las torres.

Éste es un parque donde durante el día apenas hay nadie pero que a partir de las 20h se llena de gente para ver las fuentes iluminadas con las torres de fondo, también iluminadas. Realmente, las fuentes del parque no son demasiado espectaculares, de hecho lo son mucho más las de Montjuïc. Pero con las Torres Petronas y otros edificios de alrededor la imagen es bastante impresionante. Incluso mirar hacia arriba un rato puede llegar a ser mareando. No tabique allí había al menos 500 personas mirando las coreografías de las fuentes.

Di una pequeña vuelta por el parque, que era más grande de lo que creía, otra por el centro comercial, subiendo hasta la planta 3 y dando la vuelta a cada una de las torres y ya salí por donde había entrado dando la visita por finalizada . Eran las 21:30h cuando volvía hacia el apartamento. Por el camino, casi junto a las torres compré dos pinchos de algo enlucido aunque no sabía muy bien que era y que no debería haber comprado, pues por estar donde estaba los pinchos eran más caros que en otros lugares, concretamente 2RM cada uno (0,45€).

El camino de regreso al apartamento, ya diferencia de los días anteriores, lo hice rapidísimo, pues ya sabía incluso los mejores lugares para cruzar la carretera de 3 carriles por sentido que separaba el edificio de mi apartamento del resto de la ciudad. Ya caminaba sin pensar ni detenerme en ningún momento, ya casi como un local más. Lo que el primer día me costó 15 minutos de reloj, ahora no me comportaba más de 3.

Justo frente al apartamento había 2 o 3 puestos ambulante todavía abiertos y que estaban allí sólo por los inquilinos de la torra de mi apartamento, pues no había nada más en medio de medio kilómetro. Me pareció que en uno vendían frutas y zumos, en otro creps y en el tercer Nasí Lamak, que no sabía muy bien que era pero parecía un plato preparado que costaba 2RM, ni medio euro, así que compré para cenar junto con la hamburguesa que ya tenía y los dos pinchos que acababa de comprar. Hacía gracia la presentación del plato, pues estaba todo comprimido en una especie de papelina grande de papel. De hecho muchos platos preparados los envolvían de esa manera tan curiosa. Eso sí, al final me había currado una buena cena. Éste era lo único malo del apartamento, que las tiendas quedaban a unos 10 o 15 minutos andando. La parte buena de esto es claro, era que desde el apartamento podíamos ver toda la ciudad, algo imposible desde un edificio ubicado más en el centro de la ciudad.

Subí a la planta 39 y hacia el apartamento. Tomé una cerveza mientras miraba, como siempre, por la ventana las Torres Petronas y el resto de Kuala Lumpur iluminada y empezaba a mirarme el tema del equipaje para el vuelo a Honolulu, ya que en principio el máximo permitido en cabina eran 7 kilos y yo les superaba al menos en 4 kilos. En principio no tenía más remedio que pagar unos 22€ por cada vuelo, y eran 2, para poder facturar la maleta.

Cada vez que tomaba una cerveza no podía evitar pensar los prejuicios que tenemos o lo equivocados que estamos en algunas cosas. Supuestamente en un país oficialmente musulmán es muy difícil o muy caro encontrar alcohol y aún más poder beberlo, algo totalmente erróneo pues yo aquí me tomaba una cerveza al día sin ningún problema.

Hacia las 23h empecé a cenar todo lo que tenía por ese día, es decir, Nasi Lamak, la hamburguesa y los dos pinchos de algo rebozado que no sabía que era pero que estaba muy bueno, todo mientras seguía batallando con la conexión a Internet que desde que estaban los vecinos nuevos no chutaba demasiado, no se si deberían tener algo que ver. Así que no pude mirar las noticias y tuve que conformarme con lo que tenía descargado en Netflix, «Así nos vende», una serie documental basada en hechos reales que siempre es más interesante. Nasi Lamak no era tan completo como otros platos pero porque no costaba ni medio euro, aunque casi era suficiente para una cena, pues llevaba arroz y carne pero de arroz llevaba mucho.

La hamburguesa, comprada ya hacía 3 horas, evidentemente ya no estaba tan buena pero me apetecía tanto que me la comí toda. De hecho esa noche comí muchísimo por menos de 5€.

Y justo después de cenar y cuando eran las 12 de la noche fui hacia la cama siguiendo mirando a Netflix pero más por la ventana, pues por noches que pasaran no me cansaba de ver las Torres Petronas completamente iluminadas delante de mí. Además ese día vi cómo se apagaban como todos los días a las 12:30h.

04/07/2019 Segundo día en Kuala Lumpur: Plaça Merdaka, Chinatown y KLCC Park

04/07/2019 Segundo día en Kuala Lumpur: Plaça Merdaka, Chinatown y KLCC Park

Me desperté sobre las 6 de la mañana y lo primero que vi justo abrir los ojos y todavía tumbado en la cama, fueron las Torres Petronas, ambas de arriba abajo y a vista de pájaro además de buena parte de la ciudad de Kuala Lumpur desde 170 metros de altitud. Así que es agradable despertarse. Había pasado de despertarme la noche anterior en una habitación de 6m2 con una ventana que daba a un pasillo y donde podía ver una pared, a despertarme en un apartamento con toda una pared de cristal que parecía un mirador a 170 metros de tierra desde donde veía toda la ciudad. Esto, que puede parecer muy caro, no lo es en absoluto, de hecho este apartamento me costaba 25€ la noche y hay que tener en cuenta que no sólo tenía aquellas maravillosas vistas sino que además podía ir a la piscina que había en la terraza del edificio, a 210 metros de altitud, y todo lo que puede tener un apartamento, con nevera, microondas, cocina, baño, etc, aparte de toda la seguridad que tenía el edificio, pues allí era imposible entrar si no tenías un apartamento comprado o alquilado.

Como cada primer día entero en una nueva ciudad, éste sería un día completo e intenso de caminata por buena parte de la ciudad visitando algunos lugares que ya llevaba pensados desde antes de iniciar el viaje.

Y como cada mañana, pero mejor que nunca, me tomé un café, por primera vez sin tener que utilizar mi taza portátil ni mi calentador portátil, escribí el periódico y decidí qué sitios visitaría ese día. Iría hasta los pies de las Torres Petronas, después hacia la Menara KL (la famosa torre de telecomunicaciones tan alta como las Torres Petronas), después a la Plaza Merdaka y de ahí una vuelta por Chinatown. Todo lo haría andando ya que lo que más lejos me quedaba era Chinatown que estaba a unos 3,5 kilómetros, es decir, a menos de una hora andando sin pausas. Como siempre digo, al menos el primer día que estoy en una ciudad, me gusta ir andando siempre que se pueda, pues es la mejor manera de ver y vivir bien la ciudad, y en este caso todo quedaba bastante cerca.

Me acabé el café tranquilamente mirando por la ventana, de hecho me habría pasado horas mirando por la ventana, me duché y hacia las 9h salí a dar el primer paseo por Kuala Lumpur. Las Torres Petronas estaban a unos 20 minutos andando y era lo que tenía más cerca de todo lo que quería ver, así que fui directamente hacia allá. El problema fue cruzar la carretera que hay a unos 100 metros de los apartamentos y que más que una carretera parecía una autopista y dividía completamente el barrio en el que estaba el apartamento del resto de la ciudad. Ésta era la primera vez que tenía que cruzarla y aún no sabía el mejor sitio para hacerlo, de hecho casi todos eran malos, por lo que pasé 10 minutos de reloj intentando cruzarla. 10 minutos puede parecer poco tiempo, pero pasárselos palo plantado en una acera intentando cruzar una carretera, estos 10 minutos se hacen una eternidad. Finalmente aproveché que un camión tardó un poco en arrancar después de un pequeño atasco y que además en los otros dos carriles los coches estaban a unos 20 metros para pasar corriendo. Pero éste sólo era uno de los sentidos de aquella carretera, faltaba todavía el otro que no costó tanto pero sus 3 o 4 minutos sí que requirieron. Si preferí pasar por ahí todo y el rato es porque no se veía ningún semáforo en decenas de metros, y de hecho los locales también cruzaban por ahí en medio como yo, eso si, ellos no lo pensaban tanto y en 2 o 3 minutos ya cruzaban.

Pasada la carretera ya sólo tenía que ir echando una sola calle por una acera normal durante unos 10 minutos y por lo que ya era uno de los barrios más importantes de Kuala Lumpur hasta llegar a los pies de las Torres Petronas. Durante el camino ya se veían un poco, pero en un momento determinado, al dar una esquina, de repente aparecen en su totalidad a escasos 20 metros delante de ti, por lo que la impresión de verlas de tan cerca es muy fuerte , pues no te lo esperas nada al girar esa esquina y menos tenerlas ya justo enfrente.

Una vez estás justo a los pies de las torres es un pase mirar arriba y ver lo que tantas veces has visto en imágenes. El famoso puente que une ambas torres y su forma tan peculiar con los 5 tramos simbolizando los 5 pilares del islam. Su peculiar forma, pues, tiene un significado muy concreto y de hecho nada está hecho al azar.

Estuve unos 10 minutos paseando por los pies de las torres haciendo las fotos de rigor y observándolas un buen rato hasta que seguí el trayecto hacia la Menara KL, la torra de comunicaciones casi tan alta como las Torres Petronas y que forma, junto a ellas, el típico skyline de Kuala Lumpur.

Estuve caminando unos 15 minutos más hasta que llegué muy cerca pero no fui justo hasta el pie ya que tenía que dar mucha vuelta y no me compensaba, ya que desde donde me encontraba ya la veía muy bien. De hecho, según Google Maps debía andar casi 30 minutos para llegar, mientras que ahora ya me encontraba a menos de 50 metros de ellas. Eso sí, con un pequeño bosque en medio que me impedía poder echar recta. Y tal y como había hecho en las Torres Petronas, fotos y contemplar durante un rato el tueste que es realmente también impresionante, pues a diferencia de un edificio, ésta es como un palo gigante aguantando una cúpula enorme que parece que tenga que caer en cualquiera momento.

Desde allí me dirigí hacia la Plaza Merdaka, la plaza emblema de Kuala Lumpur, pues fue en esa plaza donde se declaró la independencia de Malasia. Es una plaza muy grande sin nada, sólo con césped y una bandera malaya gigante en medio. Uno de los retos es cruzarla de un tirón, pues es muy grande y sin sombra alguna, por lo que cuando hace más calor es realmente duro cruzar toda la plaza.

Pero por el camino, y eso es lo bueno de ir caminando, pasé por los ya típicos lugares ambulando dentro de un mismo recinto, con mesas comunes y una tienda con bebidas, muy similar a donde hice la última comida en Malaca y donde de hecho comí lo mismo que acabaría comiendo aquí y ahora, pues me gustó mucho. Eran las 10:45h y ya llevaba 5 horas despierto por lo que decidí hacer uno de esos desayunos-comidas que solía hacer.

Entré y fui mirando todos los sitios hasta pararme delante de lo que me pareció más interesante. Casualmente el primer plato de la carta era Wantan Mee, lo que me pareció lo mismo que había comido en Malaca y que eran espaguetis chinos con cerdo y una especie de raviolis grandes con carne hecha al vapor. Como eso me gustó mucho y lo prefería al arroz y al pollo, pues lo pedí. El precio aquí eran 6,50RM mientras que en Malaca fueron 6RM, por lo que consideré que estaba muy bien teniendo en cuenta que ahora estaba en Kuala Lumpur donde se supone que todo es algo más caro. De hecho, el señor que conocí en el bar más mítico de Melacca me dijo que evitara ir a Kuala Lumpur porque era una ciudad carísima. Se podría decir que es carísima respecto a otras ciudades de Malasia, pero seguía siendo una ciudad muy barata comparada con cualquier ciudad europea.

Me senté en una de las mesas y aunque ya había gente todavía estaba muy vacío. De hecho había tanta poca gente que el señor que había más cerca de mí no dejaba de mirarme, entiendo por verme el único occidental del barrio, pues cabe decir que los lugares donde intento comer son siempre lugares para locales donde difícilmente se puede encontrar un solo turista.

La carne de cerdo no estaba hecha exactamente como la de Malaca pero me gustó mas, parecía más tostada o hecha en la barbacoa. Lo demás era igual, con aquella especie de raviolis gigantes de carne hecha al vapor y los espaguetis aunque aquí me pareció que no había tantos. En cualquier caso, estaba muy bueno como ya me esperaba. Hacia las 10:50h terminé, pagué y seguí el camino hacia la Plaza Merdaka.

Pero poco antes de llegar pasé por una calle muy auténtica, muy estrecha pero llena de tiendecitas tanto de musulmanes como hindúes, coches y gente. De hecho era muy complicado poder andar allí de tanto lleno que iba. Era una calle con unos edificios bastante deteriorados y muy sucio, pero desde allí se veían las Torres Petronas y la bandera gigante de la Plaza Merdaka. Estas son las cosas casi excepcionales de Kuala Lumpur, estas grandes diferencias a pocos metros de distancia unas de otras. Mientras caminaba por una calle con edificios medio en ruinas y gente viviendo al día con lo poco que podía vender, veía una de las obras de ingeniería más importantes del mundo. Un contraste fascinante y que para mí fue de las cosas que más me gustó ver ese día.

Caminé un rato por esta calle, donde por cierto se podía comprar cualquier cosa, y después hasta la Plaza Merdaka que estaba casi a su lado. Lo que no me esperaba que estuviera allí era el teatro Nacional de Malasia, un edificio de estilo musulmán simplemente impresionante y muy grande. Además justo al lado había una mezquita por lo que todo hace que la Plaza sea mucho más que una simple plaza. Además, justo al otro lado, existen unos edificios de estilo colonial lo que esta plaza representa a la perfección una de las peculiaridades de Malasia, su multiculturalidad totalmente integradora y respetuosa unas con otras. Son cosas que cuestan palabra de ver en otros países, de hecho yo no lo he visto en ninguna, esa armonía total entre culturas y religiones tan diferentes.

Ahora tocaba cruzar aquella plaza bajo el sol y sin sombra alguna donde resguardarse. Eran casi 10 minutos andando que se hacen muy largos ya que el sol pica con mucha fuerza. De hecho en medio de la plaza no había absolutamente nadie y los pocos turistas que había estaban en un lateral cerca de las sombras que ofrecía la mezquita.

Y una vez conseguido el hito de cruzar toda la Plaza Merdaka a pie ya fui a Chinatown que quedaba a unos 10 minutos andando de la plaza. Como suele ser habitual, Chinatown queda bastante bien ubicado dentro de Kuala Lumpur como en casi todas las ciudades, ya eligen bien el…

Por el camino vi a un McDonald’s con los carteles de los helados en la pared de fuera. Me los quedé mirando y con el calor que hacía y habiendo acabado de comer, me apetecía mucho. Primero pensaba en el típico cono, pero no vi ninguno normal, todos estaban con gustos de menta, café, fresa y otras cosas, por lo que finalmente me decidí por un McFlurry que lleva galletas oreo trituradas. Así que entré y lo compré por 5RM, 1€, y me entró de puta madre, no tabique éste era el primer helado que me comía en todo el viaje. No suelo comerlo, pero de postre y con el calor que hacía fue lo mejor que podría haber comido en ese momento. Me senté en unos bancos junto al puente y que parecía una parada de taxi y allí me lo comí tranquilamente mientras descansaba y pasaba un poco el calor.

Cuando ya entraba en Chinatown vi un KK que son unas franquicias similares al 7-elevan pero supuestamente más baratas aunque todavía no lo sabía porque nunca había comprado. Entré y efectivamente todo era un 5 o 10% más barato que en el 7-elevan, y yo siempre comprando en el 7-elevan… Y de hecho, lo que más diferencia de precio tenía eran las cervezas, pues en el 7- elevan costaban unos 2€ y allí 1,50€. Compré dos además de algo de comida y una botella de agua porque ya no aguantaba más la sed, de hecho entré para comprar básicamente agua. Eso sí, nada más salir se me rompió la bolsa, o ya me la dieron medio rota, y cayó todo al suelo. Por suerte no se rompió nada, sólo la cerveza algo movida.

Una vez allí ya estaba en la entrada de Chinatown, de hecho, sólo girando la esquina del KK ya se veía que aquella calle era de Chinatown, pues son inconfundibles. Los edificios viejos, los lugares ambulantes, los carteles en chino y, por supuesto, la gente, todos chinos, y muchos.

Seguí caminando por aquella primera calle hasta encontrarme con un mercado enorme que ocupaba unas 4 calles muy largas, además todas bien adornadas y con todo tipo de tiendecitas, desde comida hasta falsificaciones de cualquier cosa, típico chino. Una vez en medio es fácil olvidarte en qué país, pues se pierde totalmente cualquier referencia al país donde estás. Toda referencia es china, incluso las costumbres o la forma de vivir. Todo ello es 100% chino.

Paseé por casi todo el mercado hasta que eran casi las 12 del mediodía cuando ya fui tirando hacia el apartamento. Me había alejado 4 kilómetros por lo que tenía una hora larga de camino, que sumado a lo que ya llevaba andando harían más de 3 horas. La verdad es que sólo pensar en ello se me hacía un poco largo y sobre todo me preocupaba el calor que cada vez era más intenso. De hecho ese día estaba mucho más cansado que otros días caminando el mismo rato, no sé si por el hecho de tener que estar continuamente esquivando a personas y motos pero en cualquier caso me daba la sensación de que llevaba 5 horas andando.

Cuando caminaba de vuelta por la misma calle por la que había entrado vi que Menara KL estaba muy cerca y que desde allí, Chinatown, tenían una visión perfecta. Como siempre, los chinos eligiendo buenos sitios para hacer su barrio. Y ya que la tenía tan cerca y me venía de camino, pues fui en dirección a la Menara KL para pasar por el lado contrario de lo que había pasado al venir, así volvería al apartamento por un camino diferente al del ida, tal y como a mí me gusta.

Pero mientras caminaba por las calles más auténticas de Chinatown para salir, todavía pude ver lo que para mí era la calle más auténtica de todos. Una calle donde apenas tocaba la luz de los ol, los edificios eran negros y algunos en ruinas, el suelo estaba lleno de una sustancia que no acabé de saber que era pero que en cualquier caso olía horrible, e incluso todo 3 o 4 hombres sentados en el suelo esposados ​​uno al otro. No sé bien qué les pasaba o qué hacían pero allí no se veía comisaría alguna. Aquella calle acababa teniendo un metro de ancho y llegaba a la terraza de un restaurante donde había más ratas que comensales. Pocas veces me había atrevido a cruzar una calle como aquella, pero la acabé cruzando junto al restaurante para salir a una calle donde ya tocaba más la luz del sol y el olor era más soportable.

Efectivamente, pasé cerca otra vez de la Menara KL pero por otro lado, aprovechando para hacer alguna foto mas. Además, cuando ya llevaba mas de la mitad del camino que me quedaba, volví a pasar por las Torres Petronas, pues éstas ya quedaban mas cerca del apartamento y era casi inevitable no pasar. Eso sí, evidentemente llegué por otro lado por lo que pude verlas desde una perspectiva que no había visto antes. Empezaba la zona financiera y de hoteles de lujo de Kuala Lumpur, algo que se notaba también con la gente y coches que se veían por la calle, que curiosamente, muchos eran chinos o japoneses, no sé, pero en cualquier caso no malayos. En pocos minutos había pasado de andar por una calle donde sólo faltaba que hubiera un muerto en el suelo a andar entre torres, coches de lujo y banqueros. Estos contrastes me fascinan.

Y a partir de ahí el camino ya era el mismo para lo que había venido por lo que ya dejé de mirar Google Maps y el camino se hizo mucho más rápido, cosa que me fue bien porque ya estaba bastante cansado, eran las 13:30h por lo que ya hacía 4 horas y media que andaba. De hecho el estribillo fue más largo de lo que me esperaba, entre otras cosas porque de vez en cuando me paraba para ver algo.

Pero antes de llegar vi un lugar ambulante hindú con bastante cola de gente local y esto siempre es buena señal, por lo que me paré para comprar la cena. Como no sabía qué era nada de lo que tenían, el chico me preguntó: ¿Chicken? A lo que le respondí que sí y que le pusiera un huevo, pues tenían hechos y separados y la gente decía si quería o no. Todo el plato por 6RM, 1,20€, y era de esos platos comprimidos dentro de una cajita de plástico que al poner la comida un plato parece que haya el doble. Siempre hay que estar pendiente de estos sitios con mucha cola de locales, siempre son una buena opción para comer bien, barato y evidentemente, cocina local.

Hacia las 13:45h llegaba al apartamento y aunque ya hacía rato que había comido y por tanto ya no tenía el sueño de la siesta, estaba tan cansado después de las 4 horas de caminata que me tumbé en la cama mirando las Torres Petronas por la ventana y me quedé dormido hasta las 16h. Dos horas de siesta como casi todos los días. Y también como suelo hacer siempre después de levantarme, a tomar una buena taza de café hirviendo ya escribir un poco el diario del viaje hasta las 18:30h que fui a la planta 48 del edificio donde había la piscina infinita y mirador de los apartamentos con una vista aún más ancha de la ciudad que la que tenía desde mi apartamento, pues de hecho aquí las vistas eran de casi 360 º mientras que en mi apartamento eran de 180 º.

Pero cuando ya estaba en el ascensor, donde para ir a cualquier planta hay que pasar la tarjeta que da acceso al edificio, parecía no funcionar. La pasaba por el lector pero al clicar sobre el botón de la planta 48 éste no se activaba. Como no estuve un rato probándolo sin acabar de pulsar ninguno de los botones, finalmente el ascensor subió hasta la planta 41 ya que lo habían pedido. Allí subió un chico que me vio que todavía intentaba ir a la 48, y entonces me contó lo que pasaba. Para poder ir a la planta 48 primero tenía que ir a la planta 8 a pedir una tarjeta especial, previo depósito de 100RM que me devolverían cuando bajara de la planta 48. Parecía pues que aunque podía ir a la planta 48 cuando quisiera , el acceso estaba restringido y sobre todo controlado, sabiendo en todo momento quién estaba.

Así que volví al apartamento a buscar los 100RM y hacia la planta 8. Cuando llegué flipé, pues había otra piscina, un parque infantil y una especie de piscina con agua cayendo del techo en forma de cascada. Y yo no tenía ni idea de que en esa planta estaba todo aquello. Caminé un poco hasta encontrar un mostrador donde casualmente estaba la misma chica que el día anterior estaba en la recepción y que ya me conocía de tanto rato que me vio por allí dando vueltas esperando a que mi apartamento estuviera listo para poder entrar. Le comenté lo de la tarjeta por la planta 48 y sacó una libreta en la que me apuntó, tuve que firmar, darle mi tarjeta y los 100RM y ella me dio la tarjeta especial. Con todo volví a los ascensores y ahora si, al pasar la tarjeta por el lector y pulsar sobre el botón de la planta 48, éste se activó y fui hacia una de las mejores piscinas de Kuala Lumpur.

Al llegar, no sólo tenía que pasar la tarjeta por un lector para abrir la puerta como en todo el edificio, sino que una vez abierta, un chico de seguridad la revisaba. Flipé un poco con tanta seguridad para acceder a aquella planta, de hecho había mucha menos gente de la que me esperaba, no eran ni 10 personas, quizá por todo el proceso que debía realizarse para llegar. En cualquier caso mejor, pues se estaba mucho mejor de lo que pensaba. La piscina casi vacía y espacio por todas partes para poder tomar tantas fotos como quisiera.

En cuanto a la planta en sí, era simplemente impresionante, de hecho más de lo que me esperaba, pues se tenía una visión de 270 º, es decir, a sólo uno de los 4 lados había una pared que impedía la visión, pero en los otros 3 no, quedaban completamente libres permiten una visión perfecta de la ciudad y de la puesta de sol, pues por la hora que era el sol ya se estaba poniendo y pude ver algo que realmente si que no me esperaba , una de las mejores puestas de sol que he visto nunca. Además, extrañamente, no había nubes, pues a esa hora es muy habitual que en Kuala Lumpur llueva o haga nube, por lo que la imagen fue brutal. Se dieron una serie de circunstancias que hicieron que pudiera disfrutar unos minutos de ese momento que era ciertamente emocionante.

Me quedé ahí arriba simplemente contemplando la ciudad desde 210 metros de altitud durante unos 30 minutos. Ese día no me bañé ya que no llevaba el bañador puesto, aunque todavía tenía 3 tardes por delante por lo que seguro que me bañaría en esa piscina infinita. Hacía años que no tenía ningún interés en ninguna piscina pero ahora me moría de ganas de poder nadar un rato por aquel tan particular.

Hacia las 19:30h ya bajé hasta la planta 8 a dejar la tarjeta y recoger la mía y los 100RM y hacia el apartamento, donde no estaba a 210 metros pero si a 170, y las vistas eran casi igual de impresionantes que desde la terraza. Realmente mi apartamento estaba a una altura y en una orientación perfectas, pues sin ir más lejos, el de al lado no tenía las Torres Petronas tan bien encaradas en la ventana como lo estaban en mi apartamento.

Hacia las 20h tomé una cerveza sentado frente a la ventana de la habitación con toda la ciudad iluminada frente a mí. Aquella fue la mejor cerveza que tomaba en mucho tiempo, además era cerveza Skol, típica asiática. Ni la mejor cerveza del mundo tomada en la mejor terraza del mundo podía superar aquella Skol tomada en ese apartamento. De hecho, de noche era aún más impresionante que de día.

Por cierto, que ese día era mi cumpleaños, y aunque ahora consideraba que no podía estar en ninguna parte mejor, éste era el primer cumpleaños de mi vida que pasaba solo, o al menos sin celebrarlo con nadie. El año anterior ya había pasado mi cumpleaños de viaje, pero en aquella ocasión estaba en México con gente conocida que incluso me hicieron un regalo, por lo que todavía hice una pequeña celebración. Este año no lo celebraría con nadie pero me llevaría un recuerdo inolvidable.

Intenté hacer una videollamada con la familia pero la conexión a Internet era muy mala y no hubo modo. Parecía mentira que un apartamento tan nuevo y de tan lujo la conexión fuera tan mala. En cualquier caso, toda la familia y amigos me enviaron sus mensajes de felicitación por lo que en este sentido todo fue igual que cualquier otro año. Yo tampoco me compré nada ni soplé ninguna vela, pues ya es algo que no me interesa demasiado y que muchas veces hago por compromiso, por lo que este año sólo agradecer todo lo que tenía y dar gracias por poder disfrutar de aquél momento único en ese apartamento.

Aquellos minutos en los que el sol se escondía completamente eran probablemente los mejores del día para mirar por la ventana. No sólo podía verse el sol como poco a poco quedaba escondido tras el horizonte, sino que en menos de 10 minutos veías cómo miles de pequeñas lucecitas en toda la ciudad se iban encendiendo poco a poco dejando a la vista una ciudad completamente diferente y aún más mágica. El momento culminante llegaba cuando las Torres Petronas se iluminaban en su totalidad. Nunca me había pasado tanto rato mirando por una ventana.

Hacia las 21:30h empecé a cenar el plato preparado que había comprado al mediodía en ese lugar ambulante lleno de locales y la verdad es que había acertado. Uno de esos platos que llenan mucho no sólo por la cantidad sino por los ingredientes y bastante picante como les gusta a los asiáticos y como yo ya me estaba acostumbrando después de un mes. También ya me había quedado claro que aquí normalmente se comía en un plato único, normalmente arroz o pasto con carne y huevo, pero todo en el mismo plato. Al final seguramente no comes tanto como si hicieras dos platos pero lo suficiente como para no tener más hambre. Además la comida nunca es frita y muchas cosas son hechas al vapor, a la plancha o hervidas, lo que provoca menos calorías por la misma cantidad de nutrientes ingeridos. Así están los asiáticos de delgados.

Después de cenar intenté mirar a Netflix pero la conexión era tan mala que incluso Netflix se cortaba, y cuando esto ocurre, más vale dejarlo estar. Me había enganchado a una serie documental llamada «Soy un asesino» con testigos directos de presos en el corredor de la muerte.

Hacia las 23h ya simplemente me tumbé en la cama mirando por la ventana toda la Iluminación de Kuala Lumpur y en especial sus dos torres más famosas aprovechando que todo seguiría así al menos hasta las 12 de la noche que apagaban las luces de las Torres Petronas.

Éste había sido mi primer día completo en Kuala Lumpur y como todos los primeros días en una nueva ciudad fue bien aprovechado, caminando más de 15 kilómetros para visitar algunos de los puntos más conocidos o los barrios más auténticos de esta ciudad en pleno crecimiento . Lo bueno de este apartamento es que no sólo me permitía disfrutar del día sino también de la noche. Estaba muy contento por esa elección y muy emocionado de poder pasar 3 días más en esta fantástica ciudad.

03/07/2019 De camino a Kuala Lumpur y las mejores vistas desde la habitación

03/07/2019 De camino a Kuala Lumpur y las mejores vistas desde la habitación

Me desperté un poco antes de las 6 de la mañana, antes de que sonara el despertador. Ese día ya se marchaba hacia Kuala Lumpur y la que sería la última parada en Malasia. La intención era dejar el hotel hacia las 9h, llegar a Melaka Sentral hacia las 10h, tomar un bus exprés a más tardar a las 11h y llegar a Kuala Lumpur hacia las 13h. El check-in en el apartamento era a partir de las 15h, por lo que si todo iba así, tendría dos horas para el almuerzo y llegar al apartamento.

Me duché, tomé un café, miré todas las opciones y horarios de todo lo que debería coger, escribí el periódico, lo recogí todo y hacia las 8:30h se marchaba del hotel. Ya había uno de los dos chicos que normalmente había en recepción aunque todavía estaba fuera. Me despedí de él y fui hacia el Medical Center de Melaka pues allí estaba la parada del bus local 17 que tenía que coger para ir a Melaka Sentral, lo mismo que cogí al llegar.

Cuando llevaba unos 5 minutos andando miré a Google Maps donde había buscado la ruta pero, no sé porqué, ya no estaba. Probablemente habría echado atrás a la aplicación haciendo que volviera al inicio. En cualquier caso las indicaciones que había guardado al salir del hotel ya no estaban. Miré a la zona de Medical Center y vi una parada, así que en vez de volver al hotel, conectarme a Internet y volver a realizar la búsqueda, decidí seguir.

Al llegar al Medical Center fui a lo que según Google Maps era una parada de bus. En principio el 17 pasaba una vez cada hora, según Google Maps en y 30 de cada hora aunque me extrañaba. Estuve esperando una hora, hasta las 9:35h y allí no pasó ningún bus. Una hora esperando de pie se puede hacer muy largo…

A las 9:35h decidí volver al hotel (lo que debería haber hecho antes) y contratar a un Grab, que es como el Uber del sudeste asiático. Ya lo había mirado antes de salir y el precio hasta Melaka Sentral eran 9RM, 2€, por lo que era un precio más que razonable por el trayecto que era. Coger taxis o Ubers no me gustaba, pero en ese caso había intentado coger el bus sin conseguirlo. Además sería la primera vez que tomaría un Uber o similar, y eso también me hacía cierta gracia.

Llegué al hotel sobre las 9:45h y pedí un Grab. Mientras esperaba volví a buscar en Google Maps para ir a Melaka Sentral en bus, y sorpresa, no había pasado ningún bus porque no había ido a la parada correcto. Estaba allí cerca pero en otra calle, por eso ni siquiera vi pasar ninguna. En fin, esto me pasó por no volver atrás cuando sólo hacía 5 minutos que había salido del hotel. La verdad es que me dio bastante rabia, pues ahora probablemente ya estaría en Melaka Sentral y habiendo cogido sólo un bus local.

Mientras esperaba en el Grab, salió el otro chico del hotel, el que parecía el propietario, y me preguntó que qué hacía allí, que le habían dicho que había dejado el hotel hacía más de una hora. Le expliqué la situación y me pidió que le enseñara el móvil, pues según él los Grab no tardan ni 2 minutos en llegar y yo ya hacía 5 que esperaba. Me dijo que algo ocurría al mirar la aplicación. Lo intentó de nuevo e hizo que no con la cabeza. No lo entendía demasiado, pero parecía que según él no estaba funcionando. Sacó su móvil, pidió un Grab para Melaka Sentral, y al cabo de 10 segundos me enseñó el móvil en el que se veía en pantalla que ya había un coche que venía y que llegaría en menos de 2 minutos. Pues suerte que él estaba allí porque sino también me habría fallado Grab. Al final ninguno de los dos entendimos que le pasaba en la app de mi móvil.

Y efectivamente, no hacía ni 2 minutos que ya aparecía el coche por la esquina. Ahora si me despedí de todos, subí el coche y fuimos a Melaka Sentral. Con todo ello ya eran casi las 10 de la mañana, aunque mis planes era tomar el bus exprés a más tardar a las 11h, por lo que todavía tenía tiempo.

El chico del Grab era realmente amable, bastante joven, y aunque con un inglés muy básico, podíamos entendernos. El trayecto duró unos 10 minutos tiempo en el que me preguntó cómo me decía, a lo que le respondí Guillem y que era un nombre en catalán, a lo que él respondió, Guillem en catalán pero muy bien dicho y en la primera, sin que tuviera que repetirle. Después hablamos de Barcelona, ​​cómo no, lo que llevaba hasta ahora de viaje y lo que me quedaba por hacer y finalmente de Kuala Lumpur, pues era hacia dónde iba. El chico no parecía ni de allá, pues casi que sabía más yo de Kuala Lumpur que él, y además, los malayos saben bastante bien el inglés, por lo que todo me hacía creer que quizá aquel chico no hacía tanto tiempo que estaba en Malasia. En cualquier caso, era muy amable y el trayecto hasta Melaka Sentral fue muy agradable.

Llegué a Melaka Sentral hacia las 10:15h, así que a pesar de los problemas todavía iba muy bien de tiempo. Además la terminal ya me medio conocía por lo que enseguida llegué a las máquinas y compré el billete para las 10:45h por 10,70RM, 2,30€.

Fui a buscar la puerta A, tal y como ponía en el billete ya esperar hasta las 10:40h que llegó el bus. Subí y como en la ida, había un señor sentado en mi sitio. Yo tenía el asiento 4 que era el de ventana, por lo que fui a sentarme al 3 cuando él dijo que aquellos eran el 1 y el 2. Le señalé los del lado donde ponía 1 y 2 diciéndole que aquellos eran el 3 y el 4. En vez de moverse se quedó donde estaba. Yo dejé 3 o 4 segundos a ver qué hacía y como no hacía nada pues me senté al 3, a su lado. Por lo que se ve en Malasia hay mucha gente que no sabe cómo va la numeración de los asientos de un bus…

Al menos el señor era amable y estuvimos charlando los primeros 20 minutos del viaje. Primero me preguntó lo de siempre, de dónde estaba, de dónde venía, dónde iba, etc. La verdad es que éste era más charlatán y sabía hablar mejor el inglés que el de Grab, por lo que mis explicaciones sobre mis viajes fueron mucho más extensas. Además estaba realmente interesado, preguntándome que cómo lo hacía, a qué me dedicaba, si siempre iba solo, etc. Mostraba realmente mucho interés en todo lo que le explicaba, pues al fin y al cabo, todo es muy interesante.

Él me contó que su hijo estaba viviendo en Liverpool por algo de Petronas, la compañía de petróleo más importante de Malasia y casi del mundo. Esto venía porque estuvimos hablando de divisas y salió el tema de la libre esterlina, pues es una divisa muy fuerte. Según decía él había trabajado de técnico en alguna empresa que no entendí pero parecía importante, de hecho se notaba que era de buena familia. Estas conversaciones con este tipo de persona son siempre interesantes y aportan nuevos conocimientos siempre necesarios.

El resto del viaje lo aproveché para escribir el diario, sin hacer demasiadas cosas para que no desaparecieran las indicaciones del transporte público que debía coger en Kuala Lumpur para llegar al apartamento. NO me fiaba porque a veces, sin saber exactamente cómo, Moovit o Google Maps, volvían a la pantalla de inicio desapareciendo las indicaciones que había, y sin Internet, ya no se pueden recuperar.

Hacia las 13h llegábamos a Kuala Lumpur, en la terminal que ya me conocía un poco, la TBS.

Según Moovit debía tomar un tren, así que fui siguiendo las indicaciones de los carteles, del mapa de Moovit y lo que ya me conocía, pues la primera vez que estuve allí ya vi dónde estaba el tren. Mientras iba, una chica joven que había ido conmigo al autobús, cuando me vio mirando el móvil y los carteles, me preguntó a dónde iba. Yo le dije en la estación de Titiwangsa, ella dijo que sí y me acompañó hasta las máquinas en las que podía comprar el billete. Seguramente las habría encontrado sin problemas, pero con ella fue más rápido. Después me preguntó cuál era el destino, a lo que le dije Bernamsa y que según Moovit debería coger el Monorail. Yo pensaba que era el Monorail porque la estación era Monorail y no me fijé con el símbolo, que era un autobús, no un tren. Ella me dijo que creía que el monorraíl no me llevaría allí, y me dio una serie de instrucciones que apenas entendí aunque tampoco le ponía demasiada atención, pues estaba convencido de que siguiendo las indicaciones de Moovit no tendría ningún problema .

Compré el billete hasta Titiwangsa, que de hecho no era un billete, sino como una moneda de plástico que al entrar tienes que pasar por un lector y se abren las puertas, y al salir debe introducirse en un agujero tipo el de poner las monedas en una máquina de tabaco, por lo que es re-utilizada, pues para salir debes devolverla.

El tren pasó al cabo de poco menos de 10 minutos. Apenas eran las 13:10h por lo que en ese momento iba muy bien de tiempo, pues el check-in debía ser como mínimo a las 15h. Hasta Titiwangsa eran 12 paradas y unos 30 minutos aproximadamente.

Durante el trayecto pasamos por un punto desde donde se veían bastante bien las Torres Petronas, siendo la segunda vez que las veía.

Hacia las 13:40h llegábamos a Titiwangsa y allí empezarían los problemas, aunque al final, como todo, se acabaría solucionando.

Yo estaba convencido de que debía coger el monorraíl, confundido por el nombre de la estación que ponía en Moovit. Y de hecho, cuando salí del tren, ya había carteles indicando dónde estaba el monorraíl, por lo que no tuve dudas y fui directamente. Al llegar, menos mal que me paré a mirar las paradas que tenía, pues eran 7 u 8 por lo que se podían leer todas en un momento. Entonces vi que ninguna coincidía con las que me llamaba Moovit. Me lo estuve mirando 5 minutos largos hasta que decidí marcharme porque ninguna de las 4 paradas que según Moovit tenía que pasar, aparecía en el listado de paradas del monorraíl. Así que salí y vi un cartel que ponía a Hub Titiwangsa, que era el nombre de la estación que me llamaba Moovit donde tenía que coger lo que yo pensaba que era el monorraíl. Pero al ver que salía a la calle, volví atrás para asegurarme.

Mientras miraba todos los carteles que había en la estación, se me acercó un indigente preguntándome a dónde iba, yo le dije pero sin prestarle demasiada atención, pues pensaba que me pediría dinero, error. Él lo miró e incluso fue a preguntar a la taquillera. Volvió y me dijo que el monorraíl no iba hasta dónde yo tenía que ir, lo mismo que me había dicho la china en la TBS. Entonces ya me di por vencido y miré a cuánto estaba del apartamento, vi que eran poco más de 2km y que podría tardar unos 45 minutos en llegar. El señor me señaló la dirección y le dije que quizá iría andando, a lo que él dijo que sí, que podía hacerse sin problemas. Le di las gracias y salí yendo en dirección al apartamento con la intención de llegar andando.

Yo todavía tenía en mente el nombre GOKL, que era el nombre que ponía en Moovit y que yo pensaba que sería la línea de monorraíl, y que de hecho había sido otro de los motivos por lo que había descartado el monorraíl, ya que ese nombre no aparecía en ninguna parte. Pues cuando llevaba caminando unos 5 minutos y ya directo hacia el apartamento por una calle estrecha, un bus me pitió para que vigilara, y al girarme, sorprendida, ponía GOKL. No era el monorraíl el que debía coger, sino el bus. Si hubiera leído toda la página de Kuala Lumpur en Wikitravel probablemente esto ya lo sabría y me habría ahorrado 20 minutos, pues con la tontería eran ya las 14h.

Entonces intenté ir a donde me decía Moovit que debía tomarse el bus, en el punto del mapa indicado. Pero después de estar dando, literalmente, vueltas durante 30 minutos no encontraba la parada. entré y salí de la estación, fui de un lado a otro de la carretera dos veces, que debía cruzarse por un puente, fui a una pequeña terminal de autobuses que había pero sólo eran buses de larga distancia. Todo ello con un calor que ya hacía y pensando que si ese tiempo le hubiera dedicado a ir hacia el apartamento, quizá ya habría llegado, eso si, mucho más cansado, mucho más sudado y con las ruedas de la maleta muy mas hechas polvo.

Finalmente y cuando ya estaba desesperado ya punto de tomar un taxi, con la ayuda de la gente a la que iba preguntando y dando vueltas por toda aquella terminal, vi buses de GOKL aparcados. Primero vi a los de la línea roja, y según Moovit tenía que ir con los de la naranja, que por suerte, estaban casi al lado. fui hacia donde vi un cartel con el recorrido, y sorpresa, ¡eran las paradas que ponía en Moovit! Por fin la había encontrado y la parada a la que tenía que ir aparecía en ese cartel. Mientras miraba el cartel se acercó a un trabajador y me preguntó dónde iba. Le señalé la parada en el cartel y me señaló el bus que debía coger y que a las 14:45h salía. eran las 14:31h, por lo que acababa de salir uno, de hecho le vi cómo se marchaba. En fin, ya no venía de 145 minutos más. De todas formas el bus tardaría poco más de 5 minutos en llegar a la parada y de allí yo tenía 5 minutos caminando hasta el apartamento, por lo que seguramente todavía llegaría un poco antes de las 15h.

Hay que tener en cuenta que estos buses son totalmente gratuitos. Simplemente subes y sedes. ¿Cuántas ciudades deberían aprender…

A las 14:45h salimos y en y 53 llegaba a la parada donde tenía que bajar. Y de ahí caminando siguiendo las indicaciones de Google Maps. Iba por la carretera y debería girar una calle arriba donde ya estaría el bloque. Pasé por una calle que en un principio no me pareció que fuera aquella, pues se veía muy pijo, y aunque sabía que el apartamento que había alquilado estaba muy bien, no pensaba que tanto. Así que seguí caminando hacia la próxima calle, pero según Google Maps ya me había pasado. Pues parecía que si era esa calle que se veía tan pijo. Volví atrás y subí. A unos 100 metros se veía una torre altísima que debía ser aquella, pues no había más, de hecho parecía una calle hecha expresamente por aquella torre.

Así que fui directamente hacia la torre y cuando llegué Google Maps me decía que ya había llegado al destino, o sea que no había dudas. En la puerta había 3 o 4 vigilantes de seguridad, tenía un vestíbulo enorme con conserjes y trabajadores por doquier, todo ello era más heavy de lo que imaginaba. Menos mal que no fui caminando porque sino habría llegado suadísimo, y allí la mayoría iba con americana. Ya hacía suficiente el cante yendo como iba.

Y en ese momento caí en el que no sabía nada, ni el piso donde estaba mi apartamento, pues aquella torre tenía al menos 50, ni cómo tenía que encontrar en el anfitrión ni nada, de hecho sólo sabía que se decía Yow Chee. Así que fui a la recepcionista con el email de confirmación de Airbnb y le dije que tenía un apartamento allí alquilado y que Yow Chee era su propietario. Ella miró el correo y me dijo si le podía enseñar alguno en inglés, cm ya me imaginaba. En ese momento fui consciente de que todo sería más complicado de lo que pensaba, pues en ese blog no se podía pasar de recepción si no estabas autorizado. Todas las puertas se abrían con una tarjeta que yo evidentemente todavía no tenía.

Entonces intenté conectarme a alguna red wifi sin esperanza alguna, pero sorprendentemente allí había una abierta. era la primera vez en Malasia que podía conectarme a una red abierta y justo en el momento que más lo necesitaba. Entré en la app de Airbnb y tenía mensajes del anfitrión con las instrucciones para hacer el check-in. ¡Perfecto! aunque seguía sin entender por qué la gente te envía las instrucciones tan tarde, ¿no pueden suponer que no tenemos 4G en el móvil y que quizás no podemos acceder a los mensajes??? En cualquier caso me había indicado los 5 pasos para realizar el check-in. Así que fui con los mensajes a la recepcionista de nuevo y me dijo que acudiera a una oficina que estaba allí al lado. fui y al enseñar los mensajes me dijeron que allí no estaba, que estaba detrás de la recepción. La recepcionista no se enteraba… Volví y entonces lo entendió. El tema es que debía ir al buzón del apartamento en el que me habían dejado la tarjeta para acceder a todo el edificio y las llaves del apartamento.

La recepcionista avisó a un chico, que ya se enteraba más, y me acompañó a los buzones. Buscamos la A-39-08, que era la numeración de mi apartamento, pero al abrirla ahí no había nada. Apenas eran las 15:10h, por lo que supuse que todavía no estaba a punto. Volví al hall y le envié un mensaje al anfitrión. él comprobó con el servicio de limpieza y me confirmó que todavía lo estaban limpiando y que me avisaría cuando dejaran la tarjeta y la llave en el buzón.

Hacia las 15:45h me avisó de que ya podía ir al buzón de nuevo. Fui a recepción pero ahora el chico no estaba, por lo que tuve que esperar 10 minutos más hasta que apareció. Estuve en total una hora por allá dando vueltas pero estas cosas sirven para que después te recuerden, pues con tanta gente, si no te pasa algo los trabajadores difícilmente se acordarán de tu cara.

Hacia las 16h volvimos al buzón y ahora si estaba la tarjeta y la llave. Le di las gracias al chico y ya se marchó sin controlarme, pues ahora si ya estaba autorizado para moverme por toda la torra. Cogí el ascensor y fui hasta la planta 39, que de hecho esto era algo que no sabía. ¡Y la planta 39 era ya muy alta!

El ascensor subía rapidísimo y de hecho se te tapan las orejas como en un avión. En menos de 15 segundos el ascensor ya llega a la planta 39. Salí del ascensor y lo primero que vi fue una enorme ventana con vistas a la ciudad. Me quedé de piedra. Estaba a unos 130 metros de altitud y las vistas eran simplemente impresionantes.

Busqué el apartamento 8 que era el mío. En ese momento todavía no tenía claro si sería una habitación dentro de un apartamento compartido o todo un apartamento para mí. Por las explicaciones parecía que iba a ser una habitación en un apartamento compartido, pues el anfitrión decía que mi habitación era la de la izquierda.

Llegué al apartamento 8 donde la puerta se abría pasando la tarjeta. La pasé, se abrió y vi como un pequeño recibidor con dos puertas, una a la izquierda y otra a la derecha. Abrí con la llave la de la izquierda y… ¡era todo un apartamento para mí solo! Pequeño, eso sí, pero con todo, incluso lavadora.

Pero lo mejor llegó cuando me acerqué a la ventana y me quedé, literalmente, sin respiración durante 2 o 3 segundos. No podía creerlo. Se veían las Torres Petronas perfectamente, de hecho una se veía entera cosa que no ocurre desde casi ningún mirador de Kuala Lumpur, pues ya hay tantas torres alrededor que siempre quedan medio tapadas. Desde dónde estaba este apartamento, una de ellas se veía toda y la otra la mitad superior. Además también se veía la famosa torre de telecomunicaciones, junto a una vista brutal ya que no había ningún edificio enfrente en decenas de metros que tapara nada. No imaginaba que las vistas desde la cama fueran tan espectaculares. ¡Así si que vale la piensa despertarse cada mañana!

Dejé la maleta y la mochila de inmediato y me quedé mirando por la ventana no sé cuánto rato, mucho. Luego tomando fotos y volviendo a mirar. Además, la torre estaba casi en la punta norte de la ciudad, por lo que tenía una visión casi completa de toda la ciudad, pues sólo podía ver a 180º frente a mí, pero es que detrás ya no había casi nada, lo interesante estaba delante de que era lo que podía ver. Simplemente brutal y totalmente inesperado. Hacía 7 horas que había dejado el hotel de Malaca, 7 horas para llegar al apartamento a menos de 200km, pero había merecido la pena. En ese momento ya se me había olvidado todo, de hecho ya no pensaba en nada.

Hacia las 17:30h empezó a llorar, la típica lluvia tropical de tarde, bastante fuerte pero corta. No tenía nada que comer y no quería salir lloviendo, así que tomé un café mientras leía toda la información que tenía de Kuala Lumpur así como la página en Wikitravel para organizar lo que haría al día siguiente. Todo con el portátil junto a la ventana y mirando cada 5 minutos por la misma, pues era inevitable mirar mas la ventana que el portátil.

Hacia las 19h paró de llover y salí a comprar comida. Ya había mirado por Google Maps si había algún restaurante cerca, pero realmente la torre estaba en una zona con pocos restaurantes y menos sitios ambulante, evidentemente no se puede tener todo, pues la torre estaba en una zona que permitía ver toda la ciudad siendo una zona alejada del centro.

Así que fui directamente a un 7-elevan que había a 15 minutos andando. Por el camino ya iría mirando si encontraba algún restaurante e investigar un poco la zona.

A mitad de camino había un restaurante y varios sitios ambulante pero a esa hora ya estaban todos medio cerrando, por ahora no me servían pero para los días posteriores sí. Así que fui hasta el 7-eleven y compré comida para cenar y una garrafa de agua de 6L ya para todos los días.

Volví al apartamento a cenar, pues no había comido nada en todo el día. Comí bastante más de lo habitual para compensar mientras miraba noticias y por la ventana, más por la ventana que las noticias. No podía cenar en ninguna parte mejor que en el apartamento, era simplemente fantástico.

Y hacia las 21h fui hacia la cama a mirar a Netflix mientras me dormía, y como hasta entonces, mirando mas por la ventana que Netflix, pues desde la cama también tenía visión directa en las Torres Petronas, y siendo de noche la imagen todavía era mucho mejor, todo iluminado, la ciudad, las torres, la Menara KL, todo. No tenía palabras para describir lo que veía. Ésta sería, sin duda, la mejor noche de todo el viaje.

02/07/2019 Tercer día en Melaka: Chinatown

02/07/2019 Tercer día en Melaka: Chinatown

Me desperté casi a las 8 de la mañana, uno de los días que más tarde me había despertado en todo el viaje debido a que fui a dormir a las 12 de la noche y yo siempre intento dormir 8 horas. De hecho se me hacía incluso un poco raro despertarme y que ya fuera tanto día.

Y como todas las mañanas antes de salir del hotel, me duché, me preparé un buen café allí mismo en la habitación que me tomé mientras escribía el periódico y miraba algunas inversiones, pues el momento era interesante para la subida espectacular del oro y la bajada de las bolsas en general.

A las 11h salí del hotel con la intención de ver un poco más a Chinatown e ir justo al otro lado del río, a la altura del hotel, donde pensaba que había más centro histórico debido al igual que se veía la zona en Google Maps respecto a dónde estaba mi hotel.

El río tenía que cruzarlo por el mismo puente por el que había ido el día anterior, pues aunque el río lo tenía casi el lado y el puente me quedaba a unos 10 minutos andando, era el lugar más cercano para poder cruzar. Así que el camino ya lo conocía y fui directo.

La Dutch Square volvía a estar llena de turistas, sobre todo chinos que tenían a sus compatriotas justo cruzando el puente por donde fui yo. Ese día vi bastantes más calles de Chinatown que el día anterior ya que cuando llegué ya llevaba rato andando y estaba cansado. Vi varios templos y me perdí un poco y expresamente por las callejuelas de Chinatown siempre tan interesantes de ver.

Caminar sin rumbo fijo por las calles de cualquier Chinatown es la mejor forma de conocer estos barrios. Por un lado no hay que tener miedo a perderse o a que te ocurra cualquier cosa, pues seas en el país que seas, los Chinatown son siempre barrios muy seguros. Por otro lado siempre encontrarás a gente dispuesta a ayudarte en caso de que te pierdas o necesites preguntar cualquier cosa. Así que lo mejor es andar por todo el barrio y dejarte sorprender por las costumbres y algunas excentricidades de los chinos.

Y de ahí ya fui hacia la zona que pensaba que seguiría siendo centro histórico en ese mismo lado del río y que había visto por Google Maps. Viendo el mapa parecía una zona muy similar a la de mi hotel, por eso pensé que podría ser parte del centro histórico. La verdad es que parecía más cerca de lo que realmente era, pues empecé a caminar primero cruzando todo Chinatown hasta salir y seguir caminando en dirección al mar, pues el lugar al que quería llegar era también junto al mar y al río pero al otro lado de la desembocadura.

La ciudad era mucho más grande de lo que parecía, pues para llegar a esta zona que parecía muy cerca de Chinatown tardé casi 30 minutos, y conforme me acercaba a ella no parecía que entrara en ningún centro histórico sino más bien todo lo contrario, todo ello cada vez tenía más pinta de ciudad normal.

Finalmente, cuando llegué vi que de centro histórico nada, de hecho era todo lo contrario. Era como el típico barrio pijo de las afueras con casas unifamiliares, calles muy tranquilas y sin coches. Me decepcionó un poco pero al menos sirvió para que viera mucho más de Melaka de lo que me esperaba, pues esta zona quedaba cerca del hotel pero tenía que darse mucha vuelta para ir a buscar el puente para cruzar el río. También tenía bueno que el puerto y la playa quedaban allí cerca por lo que aproveché para ir. Sin embargo ya eran las 13h.

No sé si en Melaka hay más zonas de playa pero al menos en aquella, que era bastante pequeña, no había nadie, quizás porque el puerto estaba muy cerca, de hecho quedaba entre el puerto y la desembocadura del río. Pero justamente esto es lo que hacía que tuviera un encanto especial. De hecho había algunas personas haciendo ejercicio ya que era un muy buen sitio para hacerlo.

Recorrí toda la playa hasta el río con la esperanza de que hubiera alguna manera de cruzarlo sin tener que volver al puente de siempre, el de Dutch Square, pues estaba ya a casi 30 minutos andando de allí, pero como me esperaba, por ahí no se podía cruzar.

En toda la zona no había casi edificios ni pasaban coches, por lo que la tranquilidad era absoluta, sólo rota por el ruido de los cientos de cuervos que había por toda la ciudad pero especialmente en ese punto, donde árboles que quedaban junto a la playa estaban infestados de cuervos que no callaban. Nunca había visto tantos cuervos a modo de palomas en una ciudad.

Caminé por la playa hasta llegar a la desembocadura del río y después de confirmar que por allí no podría cruzarlo, sin pensármelo demasiado, empecé a caminar río arriba en dirección al puente. Allí sólo estaba el que parecía una entrada para militares o policía portuaria y de hecho se veía una zona muy inaccesible.

Cuando llevaba unos 10 minutos andando río arriba llegué a la parte inicial del barrio pijo donde había muchos restaurantes en una calle muy bonita y diferente del resto de aquel barrio que era muy residencial, al menos mucho más que el resto de barrio que no tenía nada especial. Ésta parecía la calle comercial del barrio aunque seguía habiendo poca gente. Ya tenía bastante hambre así que ya iba mirando si veía algún restaurante que me llamara la atención.

Pasé por delante de un hindú pero me pasó como la última vez, que parecía un bufete pero tenía lista de plata. Quizá debería haber entrado y preguntar, pero justo al lado había una especie de mercado de restaurantes más parecido a lugares ambulantes que restaurantes, algo que prefiero. Además había 5 o 6 para elegir. Aunque de hecho, en lo primero que miré ya me pareció muy bien, pues tenían platos de cerdo y muchos que no había probado ya precios bastante más baratos que todos los que había visto hasta entonces en Melaka. Lástima que me quedaba lejos del hotel porque habría sido un buen sitio para comer todos los días.

Lo que tenía bastante claro es que pediría algún plato de fideos de pasta, pues ya estaba un poco harto del arroz y el Padthai. Además también me apetecía cerdo, que en Malasia, por razones evidentes, no es tan fácil de encontrar. Y justamente había un plato que era de fideos normales, carne de cerdo y lo que parecían un tipo de raviolis de carne pero mayores. Y todo por 6RM (1,30€), por lo que no lo pensé dos veces.

La mayoría de sitios parecían chinos estando todos en las paredes del edificio y quedando las tablas en la parte central, donde también todos los clientes excepto yo eran chinos, y eso que aún no había llegado a Chinatown. Me estaba dando cuenta de que casi siempre acababa comido en lugares chinos y supongo que esto no era raro, pues aparte de que su cocina es buena, como otras muchas, y las hay por todas partes, también suelen ser muy amables y serviciales haciendo que los restaurantes chinos sean lugares muy agradables donde comer.

Cuando la mujer me llevó el plato llevó tenedor, cuchara y palés, y me preguntó qué quería. Yo evidentemente le dije los palés a lo que ella respondió que bien hecho, pues es con palés cómo debía comerse este plato y la mayoría de platos asiáticos.

Comida había más de lo que esperaba, de hecho era de los que había visto con más cantidad, y también de los mejores que había probado y más teniendo en cuenta el precio. Incluso aquellas cosas que parecían grandes raviolis estaban muy buenos. Estaban dentro de un zumo pero la pasta estaba bien greñal y la carne como hecha al vapor. Era algo que todavía no había probado nunca y que me gustó más de lo que pensaba, pues por la vista no lo habían entre tan bien. De hecho parecían las típicas guiozas japonesas. Y el resto evidentemente buenísimo, tanto los fideos como el cerdo. Fue sin duda la mejor comida de Melaka.

Targué 30 minutos en terminar, más que nunca, pues el plato era bien completo. Y por cierto, ya era un experto con los palés y era el único turista en ese restaurante. Esto es lo que me gusta, ir a sitios donde no haya turistas y actuar como cualquier otro local. Entre esto y que iba solo probablemente más de uno debería pensar que vivía allí.

Hacia las 13:30h acababa de comer, pagaba los 6RM y seguía el camino hacia el puente. Antes de marcharme el señor del restaurante se me acercó expresamente para darme las gracias y decirme que volviera. Él tampoco debería estar acostumbrado a ver a un no chino por su restaurante.

10 minutos más andando y llegaba al ya famoso puente que unía Chinatown con Dutch Square para seguir en dirección al hotel aunque primero fui a buscar la ropa a la lavandería donde la había dejado el día anterior. También compré alguna bolsa de patatas y agua al 7-elevan que también quedaba muy cerca del hotel donde fui a descansar un poco pero sin dormir, pues al día siguiente marchaba a Kuala Lumpur por lo que quería ir a dormir pronto.

Tiré en la cama mirando a Netflix y comiendo alguna bolsa de patatas para no dormirme hasta las 16:30h que me levanté a tomar un café habiendo conseguido no dormirme. Miré bien todo el trayecto que debería hacer al día siguiente, pues primero debería llegar a Melaka Sentral desde el hotel, lugar que ya me conocía un poco, allí tomar un bus expreso hasta la terminal TBS de Kuala Lumpur y desde allí en transporte público hasta el apartamento alquilado. Por cierto, apartamento en la planta 39 a 170 metros de altura con vistas a las Torres Petronas desde la misma cama y piscina panorámica en la planta 48, 210 metros. Un pase.

En principio podría llegar a Melaka Sentral y después al apartamento de Kuala Lumpur sólo en transporte público, sin tener que tomar taxis, uno de los retos que siempre tengo.

Después ya dejé la maleta preparada y sobre las 19h fui a dar una última vuelta por Melaka ya comprar comida para cenar en la habitación. No me alejé demasiado del hotel, sobre todo paseé por los mercados más cercanos y por aquellas calles tan auténticas como la del propio hotel. Aquellas calles sucias y en algunos lugares bastante pestilentes junto a aquellos edificios de hacía siglos y que le daban a toda esa zona un encanto especial.

Como siempre que comía en el hotel comí pasta deshidratada y esta vez pollo al curry en lata. Normalmente me lo mezclaba todo y quedaba casi como un plato normal de cualquier restaurante. Y sobre las 22h fui a dormir poniéndome el despertador a las 6 de la mañana.

Y aquí terminaba la visita a Melaka, una ciudad llena de vestigios culturales de un montón de países europeos que hicieron aquí su guerra particular. Una ciudad que estva experimentando un crecimiento y modernización espectaculares pero manteniendo todo su patrimonio cultural dándole una importancia que no en todas partes le dan, y que demostraba igual que toda Malasia, su tolerancia e inclusión de culturas y religiones muy diversas.

Ya había llegado al punto mes al sur del viaje y de mi vida hasta entonces y ahora tocaba volver hacia el norte, primero en Kuala Lumpur.

01/07/2019 Segundo día en Melaka: A Famosa, Dutch Square, Chinatown

01/07/2019 Segundo día en Melaka: A Famosa, Dutch Square, Chinatown

Me desperté sobre las 5h después de dormir las 8 horas de rigor aunque podría haber dormido mas, pues como ya me había pasado otras veces, con el ventilador durante la noche tuve algo de frío. En Melaka hacía calor pero no tanto como en Tailandia o en George Town, así que por la noche refrescaba un poco.

Como cada primer día entero en una nueva ciudad, éste sería un día completo e intenso de caminata por buena parte de la ciudad visitando algunos lugares que ya llevaba pensados desde antes de iniciar el viaje.

Como cada mañana me duché, me preparé un café y me lo tomé mientras miraba correos, escribía el diario y hacía otras gestiones de carácter más personal. En aquella habitación tenía vistas a un pasillo pero al menos tenía un escritorio lo suficientemente grande como para poder trabajar con comodidad. Además el sitio en general era silencioso y estaba muy bien ubicado, más que suficiente.

A las 8:30h ya salía a dar la primera vuelta por Melaka. El hotel estaba situado en pleno centro histórico por lo que para ver lo más interesante podía ir andando. De hecho, el edificio del propio hotel ya era un edificio colonial, prácticamente igual que todos los de la zona. De hecho parecían como edificios de protección oficial de la época colonial, de aquellos que parecen hechos con un molde, pues eran al menos 10 hileras de edificios en calles paralelas todas del mismo estilo. Las calles eran en general estrechas, algo sucias y bastante deterioradas, más o menos como los propios edificios de la zona, lo que le daba a todo ello aún más autenticidad.

Lo primero que vi fue un restaurante chino justo enfrente del hotel y otro al lado, lo que ya daba una idea de la fuerte presencia de chinos que también había en Melaka. De todas formas aquél no era el barrio chino, sino que había una mezcla de culturas bastante interesante, pues todavía no había andado ni 20 metros que ya encontré un restaurante hindú y uno malayo. Al menos tenía muchas opciones para comer cerca del hotel.

Primero paseé un poco por la zona más cercana al hotel donde había varios restaurantes e incluso un mercado y después ya fui en dirección a la Puerta de Santiago, una de las 4 puertas que tenía la antigua ciudad y una de las pocas cosas que quedan de la antigua fortaleza portuguesa En Famosa, uno de los símbolos más emblemáticos de la antigua colonización europea y que albergaba hospitales, iglesias, residencias, etc., hasta que todo fue destruido por los ingleses. Es muy interesante ver cada rincón de Melaka justamente porque te das cuenta de la cantidad de historia y culturas que han pasado por esta ciudad, y que de hecho, todavía conviven muchas en perfecta armonía como en buena parte de Malasia. Es realmente sorprendente el multiculturalismo que existe en buena parte de Malasia y siempre todos tan bien avenidos.

Muchos edificios de la zona ya son modernos pero todavía conservan muchas construcciones coloniales o la iglesia Saint Paul, junto a la Puerta de Santiago y que era uno de los edificios que en Famosa protegía y de la que se puede ver tal y como era originalmente, pues nada se ha modificado. Está muy dañada pero permite ver cómo eran las paredes originales algo que no ocurre en algunas construcciones remodeladas. Fue construida en 1521 durante la época portuguesa pero su nombre actual viene del re-bautizo de los holandeses, ya que originalmente se llamaba la Capilla de Nuestra Señora del Cerro. Esta iglesia está en un punto algo elevado por lo que permite tener unas buenas vistas del centro histórico de Melaka llegando hasta el mar.

Muy cerca se puede encontrar la Dutch Square (Plaza Holandesa) con un molino que te avisa de que estás en zona holandesa y donde se puede ver el edificio Stadhuis de 1650 y que era el centro político de los holandeses y la residencia del Gobernador. Además es una réplica del ayuntamiento de Hoorn, una ciudad de Países Bajos por lo que la similitud con la arquitectura holandesa es total. Al lado se puede ver la Christ Church, la iglesia protestante más antigua de Malasia construida en 1740. Por lo que en un espacio de 100 metros se pueden ver vestigios portugueses y holandeses.

En la misma Dutch Square también se conserva parte de la muralla que protegía la ciudad con los cañones originales y encarada al río, junto al puente que lo cruza y por donde pasé para ir al otro lado donde se encuentra Chinatown. Hay que decir que en la Dutch Square se encuentran las típicas letras de «I love Melaka» donde hay un montón de turistas, sobre todo chinos haciéndose fotos, por lo que la plaza ha perdido parte de su encanto.

De hecho ya desde que llegas a la zona de A Famosa la presencia de turistas ya es importante y acabando llegando todos a esta plaza, que al no ser demasiado grande, se llena enseguida provocando que policías tengan que vigilar el tráfico por la cantidad de chinos cruzando de un lado para otro. Estos lugares deben verse pero prefería mucho más la zona donde estaba mi hotel, mucho más tranquilo, sin turistas y todo más auténtico.

La calle Junker es la que enlaza la Dutch Square con el puente que cruza el río y entra en Chinatown y uno de los más vivos del barrio con todo tipo de tiendas, herbolarios y restaurantes. El barrio es muy interesante ya que también forma parte del centro histórico, con calles estrechas y edificios muy antiguos pero bien conservados además de multitud de templos chinos, algunos tan bonitos como el de Cheng Hoon Teng. De todos los Chinatowns que había visto durante el viaje, éste me pareció el más anclado en el tiempo a la vez que lo más interesante de ver. Había comercios que bien podían existir hacía un siglo sin haber cambiado nada. La gente se sentaba a las puertas de las casas y todo el mundo se saludaba. Era un pequeño pueblo aislado en medio de la ciudad, incluso quedaba delimitado por el propio río.

Al cabo de unos 30 minutos de pasear por Chinatown ya fui volviendo hacia el hotel. Estaba cerca pero tenía que dar vuelta ya que debía volver atrás por el mismo puente de Junker Street para cruzar de nuevo el río. Una vez al otro lado, a Dutch Square, fui por un camino diferente el de la ida pasando por la parte posterior de A Famosa, cruzando un parque, después la zona donde la noche anterior había visto todos aquellos tuk- tuks iluminados y hasta llegar a la zona del hotel.

La ciudad estaba muy bien, con un centro histórico bien conservado y una parte nueva bastante moderna y limpia. Se veía una ciudad bien cuidada aunque, como muchas ciudades asiáticas, bastante colapsada de gente y coches debido al fuerte crecimiento demográfico del país.

Apenas eran las 11 de la mañana cuando llegaba al hotel y ya iba a tomar un desayuno-comida como los locales. Fui a un restaurante chino justo al lado del hotel y pedí «Sweet chicken rice», que era arroz estilo basil con verduras y pollo, pero a diferencia de otros lugares, en este caso había mucho pollo a pesar de que era algo más caro que en otros lugares, 8,50RM (1,80€). A diferencia de lo que ocurre en España y supongo que en buena parte de Europa,aquí, los restaurantes chinos estaban llenos de chinos, de hecho este restaurante estaba lleno y yo era el único cliente no chino, ni siquiera había malayos. Me daba la sensación de que la comida que vienen a los restaurantes chinos de Europa no es la que comen los chinos. O eso, o que ven tantos occidentales que no quieren ni entrar. Los chinos son muy cerrados y se mueven en ambientes copados por chinos. Prueba de ello son sus Chinatowns que son como ciudades chinas dentro de otras ciudades en las que absolutamente todo está escrito en chino. Ahora no estaba en un barrio chino pero era entrar en un restaurante chino y ver otra vez sólo chinos.

Hacia las 11:30h acababa de desayunar-comer y volvía al hotel a descansar un poco, pues el paseo bajo el sol había sido bastante más cansado de lo que pensaba, sobre todo por el montón de escaleras que subí y bajar.

Hice la siesta hasta las 14h cuando me desperté, me tomé un café, hice algo de trabajo y busqué la lavandería más cercana al hotel, pues ya tocaba lavar la ropa que no había podido lavar en las dos paradas anteriores, ni en las Cameron Highlands ni en la selva de Taman Negara, en este último caso simplemente porque no había ninguna lavandería en todo el pueblo.

Aquí en Melaka había una a unos 5 minutos andando del hotel por lo que fui. Había una de self-service más cerca pero yo prefiero no ir, pues normalmente hay que pagar un mínimo de varios kilos de ropa, cosa que yo nunca llego ya que llevo entre 1 y 2, por lo que al final me acaba saliendo más caro que una normal donde ademas me lo hacen todo.

Hacia las 17h salí directamente a la lavandería. Estaba en la misma zona del centro histórico donde estaba el hotel pero más cerca del mar y en dirección contraria donde había salido a pasear por la mañana, por lo que me sirvió para ver el resto de ese barrio que parecía de protección oficial de hacía siglos. Allí dejé un kilo de ropa que costaría 5RM (1€) y que podría recoger al día siguiente a partir de las 11 de la mañana, antes de lo que pensaba.

Después aproveché para dar una vuelta por aquella zona ya que estaba casi junto a la desembocadura del río Melaka hasta dónde fui. Éste era el río que por la mañana había cruzado un par de veces y que acababa desembocando aquí, muy cerca del hotel y casi junto a la lavandería. Junto al río había un paseo por donde anduve un rato observando el río y su desembocadura, algo que me gusta mucho ver y que ya había tenido la suerte de haber visto algunas durante este viaje.

Esa tarde paseé por la zona más cercana al hotel mirando los diferentes restaurantes hindúes y musulmanes que había aunque no entendía cómo funcionaban. Parecían buffets libres, pues había tinas con comida donde la gente iba pasando y poniéndose la comida, pero parecía que se tenían que pedir platos. Finalmente no fui pero creo que se trata de pedir un plato y ponértelo tú mismo, por lo que te puedes poner la cantidad que quieras. De hecho en las Cameron Highlands comí en un restaurante de este tipo donde ellos te ponían ya el arroz y después tú pasabas por las diferentes tinas para coger lo que quisieras, pagando un precio fijo. Tipo buffet libre pero que para ellos es lo normal.

Alejé de la zona más turística para pasear entre mercados, tiendas y en general todo lo utilizado por los locales, pues me gusta más pasear como un local y ser testigo de la vida quotidiana de la gente que ver ciertos atractivos turísticos.

Hacia las 20h volví hacia la zona del hotel a cenar en otro restaurante chino justo en frente del hotel (si, había uno al lado y otro enfrente) pero que no era el mismo adonde había ido a comer. Me pareció que estaría bien ya que estaba siempre completamente lleno. De hecho, nada más abrirse, ya había tantos chinos haciendo cola que se llenaban todas las tablas cuando acababan de abrir. Entré y pedí pero me dijeron que tardarían 30 minutos en servirme de tanta gente que había. Ya que no tenía prisa y el WIFI del hotel llegaba hasta allí, pues no tuve ningún problema por esperar. Pedí «Pork Parridge with Century egg», que no sabía que era pero evidentemente sonaba a cerdo y huevos.

Igual que el otro, aquí también era el único cliente no chino, de hecho incluso alguien me miró como pensando que quizás me había perdido. Por cierto, que la camarera hablaba un inglés perfecto, cosa no demasiado habitual entre los chinos aunque éste es el idioma utilizado en Malasia para comunicarse entre personas de diferentes orígenes, por lo que más o menos todo el mundo tiene un nivel aceptable de inglés.

Al cabo de unos 25 minutos me llevaron el plato, y sorpresa, era sopa, algo que no me esperaba pero en fin, con el hambre que tenía cualquier cosa me entraba. De todas formas estaba bastante bien, pues efectivamente llevaba unos buenos trozos de carne de cerdo y huevo además del arroz de siempre.

Al terminar crucé en la calle para entrar en el hotel ya con la intención de acostarse aunque este día me costó bastante, de hecho estuve enganchado a los 3 nuevos capítulos de Black Mirror y comiendo patatas fritas hasta sobre las 12 de la noche.

Acababa el primer día completo que pasaba en Melaka, que por cierto, era el mes al sur al que hubiera llegado nunca a la vida y durante el resto del viaje. Malasia por lo general me estaba gustando mucho a la vez que me había sorprendido muy gratamente por su tolerancia hacia todas las culturas que convivían en la mayoría de ciudades importantes. Incluso en algunas los chinos eran mayoría sin que esto provocara ningún problema.

30/06/2019 De camino a Melaka

30/06/2019 De camino a Melaka

Hacia las 5 de la mañana me despertaba habiendo dormido 7 horas por culpa de lo mismo que la noche anterior, el frío y el ventilador. Al acostarse hace mucho calor pero durante la noche la temperatura baja mucho. Además a las 5 ya empezaban todos los animalitos a despertar y cantar, sobre todo pájaros y gallinas que campaban alrededor de la casita donde dormía.

Este día ya marchaba hacia Melaka, una ciudad colonial a unos 120 kilómetros al sur de Kuala Lumpur y ya casi en la frontera con Singapur, por lo que hoy prácticamente acabaría de cruzar toda Malasia de norte a sur. A las 9:30h salía la van que ya tenía reservada y que me dejaría en Kuala Lumpur. Una vez allí debería buscarme la vida para llegar a Melaka. No tenía nada reservado, pero ya sabía que desde la estación principal de autobuses salían buses regulares cada hora hacia Melaka. El problema principal sería poder llegar a esta estación desde donde me dejara la van.

La reserva del transporte hasta Kuala Lumpur ya la tenía hecha desde antes del inicio del viaje. La hice en la web Easybook y me costó 75RM, unos 16,50€.

Escribí un rato el periódico mientras me tomaba dos cafés para aguantar lo que parecía sería un día largo. Intenté buscar alguna ruta en transporte público hasta la estación de buses de Kuala Lumpur, pero el problema es que no era demasiado claro donde nos dejarían en Kuala Lumpur, pues ponían dos destinos diferentes. Así que decidí que una vez fuera en Kuala Lumpur, ya intentaría preguntar cómo llegar hasta la estación de autobuses, pues era un punto importante en el que supongo que no habría ningún problema para llegar. Otra cosa sería a qué hora llegaría al hotel de Melaka, que todo indicaba que sería muy tarde.

A las 7:30h me duché, acabé de hacer la maleta y revisar la habitación y a las 8:30h hacía el check-out. Todo el resort seguía vacío siendo yo la única osta que se veía en todo ese espacio. Pagué 16€ la noche por toda una villa enorme…

Quería ir a comer un buen desayuno como los que llevaba comiendo los últimos días, con huevos y tostadas, pues no sabía ni cuándo ni cómo comería ese día. Así que fui al restaurante que más cerca quedaba del muelle, donde ya había desayunado el día anterior, y pedí el mismo desayuno, pues los demás no me convencían, la mayoría por no llevar huevos.

Así que, un día más, dos huevos, 3 tostadas con mantequilla y mermelada, fruta y café. Entre que llegué al restaurante, pedí y me lo llevaron, se hicieron ya las 8:50h, pues el restaurante estaba ya muy lleno. En principio tenía que estar en la oficina de Danz Travel a las 9h, pero eso de llegar siempre 30 minutos antes ya había decidido que no lo haría más porque era un engaño, por lo que iría a las 9:10h al menos.

Así que comí un poco rápido pero sin preocuparme demasiado por la hora hasta las 9:10h que terminé. Pagué los 7,50RM (1,70€) y fui hacia la oficina que estaba a menos de 5 minutos del restaurante, donde llegué a las 9:15h y donde de hecho apenas acababan de abrir , por lo que si hubiera llegado a las 9h me la habría encontrado todavía cerrada… No entiendo por qué nos quieren hacer perder el tiempo de esta manera, siempre poniendo que lleguemos 30 minutos antes cuando ni siquiera la oficina ha abierto , ¿creen que tenemos todo el tiempo del mundo para perder? En cualquier caso yo ya tenía claro que no me engañarían mas, y si de hecho llegué 15 minutos antes, fue para asegurar que estaba en el sitio correcto y tener cierto margen por si tenía que ir a otro sitio. El sitio de la oficina ya me lo habían indicado al coger la barca hasta aquí dos días antes, y de hecho tampoco se veía ninguna otra zona de oficinas en todo el pueblo, por lo que me habría extrañado mucho que no estuviera allí.

Esta zona estaba subiendo unas escaleras justo delante del muelle, y era el lugar donde se podían realizar casi todas las reservas para salir del pueblo. Realmente era imposible perderse en aquel pueblecito de tan pequeño que era.

Entré en la oficina y la chica me confirmó que estaba allí y que podía esperar a no ser que en 10 minutos llegaría la van.

A las 9:20h llegaron una pareja que parecían americanos ya las 9:35h llegó la van ya con 4 chicas dentro, por lo que en total seríamos 7 pasajeros. Subimos e iniciamos el viaje hacia Kuala Lumpur. Cabe decir que estas vanas no eran 100% puntuales pero Dios ni do, como mucho se retrasaban 5 minutos y acostumbraban a llegar a la hora aunque esto ya dependía más del tráfico, sobre todo ahora que deberíamos entrar en Kuala Lumpur.

Enseguida dejamos a Kuala Tahan atrás para entrar en una carretera de curvas constantes, que unido a lo rápido que iba este chófer, hizo que el trayecto fuera un poco cansado y que apenas pudiera aprovecharlo para escribir, pero bueno, lo prefería ya que así llegaríamos antes.

Por el camino cruzamos algunas ciudades ya más grandes lo que nos permitió ver un poco, aunque fuera de paso, la vida malaya en alguno de sus mercados. Esta parte del país es la menos turística y, por lo que tengo entendido, la más malaya, pues en las ciudades más importantes hay todo tipo de culturas, de hecho, en algunas como George Town, los malayos ni siquiera son mayoría.

Yo pensaba que iríamos directamente hasta Kuala Lumpur pero primero, sobre las 11:15h, hizo una parada curiosamente en el mismo lugar donde en la ida cogimos la barca para llegar a Kuala Tahan. Allí bajaron dos de las chicas con sus mochilas casi mayores que ellas. El resto seguimos con la misma van hasta Kuala Lumpur.

La hora prevista de llegada era a las 14:30h. Tal como íbamos pensaba que llegaríamos bastante antes, pero una de las chicas le preguntó cuándo quedaba desde donde estábamos y el chófer respondió que 3 horas, es decir, preveía que llegaríamos a las 14:30h. Hay que tener en cuenta que una vez allí yo debería investigar cómo ir hasta Melaka, aunque a la van ya me estaba leyendo la información que tenía descargada de Wikitravel y que explicaba cómo ir. En principio debería ir hasta la terminal de autobuses y trenes TBS (Terminal Bersepadu Selatan) y allí tomar un bus de las varias compañías que hay que realizan el trayecto de Kuala Lumpur a Melaka directo y sin paradas. En principio el precio sería de unos 10RM, poco más de 2€ por un trayecto de 2 horas y 15 minutos, por lo que estaba bastante bien. El problema sería llegar hasta la TBS. Esto es lo que debería haber mirado desde el hotel con la conexión a Internet y sabiendo exactamente dónde nos dejaría la van, algo que tampoco sabía aunque en el billete ponía Chinatown, algo explícito.

Eran las 13:30h cuando ya estábamos muy cerca de Kuala Lumpur, por lo que pensaba que quizás llegaríamos antes de lo previsto. Por cierto, por la autopista que ya llevaba a Kuala Lumpur, pasaron unas 12 o 15 motos de gran cilindrada ya gran velocidad, a más de 200 km/h sorteando todos los coches como si estuvieran haciendo una carrera. Aquel día había carrera de MotoGP, no sé si debería tener algo que ver, pero la imagen fue impresionante, como si estuviéramos en medio del Gran Premio.

Pero cuando pensaba que llegaríamos antes de las 14:30h, entendí por qué no sería así. Colapso total en la entrada de Kuala Lumpur como en toda gran ciudad. Estuvimos unos 30 minutos yendo muy despacio hasta que ya estábamos dentro de Kuala Lumpur, aunque el tráfico fue lento ya hasta el destino.

Mientras avanzábamos lentamente por la autopista ya pudimos ver todavía a cierta distancia y entre edificios, las famosas torres Petronas, las torres gemelas más altas del mundo. En Kuala Lumpur dormiría 4 días más tarde en un apartamento a 170 metros de altitud y con unas vistas privilegiadas de todo Kuala Lumpur, incluidas las Torres Petronas y la torre de telecomunicaciones, así que ahora las miraba tanto como podía pero sin preocuparse me porque en unos días las podría ver tanto como riera desde la cama y como si estuviera en un mirador.

Yo iba mirando a Google Maps dónde estábamos y dónde quedaba la TBS donde tenía que coger el bus directo a Melaka. Y por sorpresa, la iba siguiendo la ruta indicada por Google Maps para llegar. Cuando estábamos a unos 7 kilómetros de la TBS simplemente pensaba que era casualidad, pero conforme avanzábamos, el chófer iba siguiendo el camino de forma exacta. Íbamos avanzando kilómetros y seguía yendo por la misma ruta, parecía que íbamos directamente a la TBS, no podía creérmelo. De hecho, yo lo iba mirando por si pasábamos por algún punto lo suficientemente cercano como para ir andando para avisar al chófer que me dejara allí mismo, pero íbamos avanzando y el chófer seguía yendo por la ruta indicada por Google Maps. Cuando estábamos a 2 kilómetros yo ya miraba por la ventana si pasábamos por algún sitio donde pudiera dejarme, pues hasta entonces todavía íbamos por la autopista donde era imposible parar y bajar. Pero a pesar de los giros y cambios de sentido que debía realizar, seguía yendo exactamente por la ruta indicada. Por último, a poco más de un kilómetro ya parecía evidente que el chófer se dirigía directamente a la TBS, yo estaba flipando, pues en principio tenía que dejarnos en Chinatown que estaba a 12 kilómetros de allí. Pero no, pues el chófer se giró y preguntó quién iba a la TBS, a lo que la pareja de americanos respondió que ellos. ¡Increíble! Nos dejaría exactamente en el lugar donde debía coger el bus para ir directamente a Melaka, por lo que me ahorraría un montón de tiempo buscando la manera de llegar, o eso o un montón de pasta cogiendo un taxi. Una vez más, las cosas salían mejor de lo que esperaba. Por ahora no podía quejarme de la suerte que había tenido durante el mes que llevaba de viaje.

Pregunté a la pareja americana si el chófer había dicho TBS y dijeron que sí, me preguntaron dónde iba y al decirles que a Melaka ellos respondieron que también iban, o sea que además de dejarla nos al lugar perfecto iría con dos personas más por lo que todo sería más fácil. Me preguntaron si iría en tren o en bus y les dije que en bus, pues en Wikitravel lo recomendaban.

Finalmente llegamos a la TBS a las 14:15h donde bajábamos la pareja de americanos y yo, quedando las dos chicas que supongo que irían hasta Chinatown. Fuimos los 3 directos hacia las taquillas donde compramos los billetes sin problemas y por 10RM (2,20€), el precio mínimo que decía en Wikitravel. Por lo que no eran ni las 14:30h que ya tenía el billete de bus en Melaka por 10RM y sin haber gastado ni un ringgit ni un minuto para llegar a la TBS. Todo ello más que perfecto.

La TBS era enorme, con varias plantas, amplias zonas de restaurantes y tiendas y un montón de puertas de embarque con control incluido como un aeropuerto. Ya estaba en la capital de Malasia y eso se notaba, sobre todo con el tráfico. Muchas capitales asiáticas están viviendo un crecimiento económico y demográfico muy acelerado que les obliga a construir grandes infraestructuras que hasta ahora carecían, pero que ahora están convirtiendo estas ciudades en megaciudades mayores que algunas capitales europeas.

El bus en Melaka estaba previsto para las 15:15h y tardaría unas 2 horas en llegar, concretamente en Melaka Sentral. Una vez allí debería tomar un bus local hasta la zona del hotel ya que éste quedaba a unos 5 kilómetros. A malas podría ir andando, pero después de leer en Wikitravel las rutas de los buses locales y mirar en Google Maps las paradas y ubicación de mi hotel, vi que el bus número 17 pasaba muy cerca, por lo que si podía cogería el bus número 17, ya que si no sería 1 hora y media caminando arrastrando la maleta que ya tenía una rueda a punto de partirse.

Hasta las 15h fui a comer un par de pinchos de carne en uno de los muchos súper que había en la estación, pues aunque había desayunado fuerte ya tenía algo de hambre. Y después ya hacia la puerta 12 desde donde saldría el bus hacia Melaka.

A las 15:12h llegó un bus y la gente se puso en la cola, yo también. Pero cuando llegué a la chica que controlaba los billetes me dijo que aquél no era, que aquél era el de las 15h. Vamos pues, ya empezábamos con los retrasos. Hacia las 15:25h llegó otro pero tampoco era aquél. El nuestro no llegó hasta las 15:40h y no salió hasta las 15:50h, mas de media hora de retraso. Además a mi lado había un chico bastante gordo que hacía que yo quedara arrinconado, además de haberse puesto en mi sitio, pues yo había escogido el asiento de ventana donde estaba él. En cualquier caso, todo esto era lo de menos, lo importante es que ya estaba sentado en el bus que en dos horas nos dejaría en Melaka.

En el bus aproveché, como prácticamente todos los trayectos, para escribir el diario y acabar de leer y mirar todo lo necesario sobre Melaka y cómo ir hasta el hotel.

Al igual que en Kuala Lumpur, en la entrada de Melaka también había bastante tráfico. Finalmente llegamos a Melaka Sentral sobre las 18:15h, una hora después de lo que deberíamos haber llegado.

Solo bajar del autobús ya vino un taxista muy impertinente. Me preguntó si quería taxi, a lo que yo ya casi ni respondí, hice un poco que con la cabeza y marchando, a lo que él me siguió un par de metros gritando mas, teksi teksi, a lo que le dije que no gritando como él. Aquí eran tanto o más desagradables que los de las islas de Tailandia. De hecho en Wikitravel ya lo decían, que a los taxistas de Melaka, los propios locales les llamaban mafias, por lo que tenía claro que aquí no tomaría ningún taxi. De hecho con el comportamiento de aquel hombre tan maleducado ya le estaba dando la razón a todo lo que había leído sobre ellos.

Esta estación evidentemente no era tan grande como la de Kuala Lumpur pero no se quedaba lejos. Era mucho mayor de lo que me esperaba, de hecho toda la ciudad era mucho mayor de lo que me esperaba, pues de Melaka siempre se habla del casco histórico, pero la parte nueva es enorme.

Fui directamente a dar la vuelta a la estación tal y como decían en Wikitravel para buscar el bus local número 17. La encontré enseguida y además había un bus esperando. Pregunté al chófer si iba a Makhota Parade (la parada que quedaba cerca de mi hotel) y me dijo que no, que debía seguir dando la vuelta a la estación. Entendí, tal y como ya sabía, que aquél iba en dirección contraria a la parada que yo iba, pues esta línea de bus era circular, por lo que si no la cogías en la parada correcta estarías haciendo el trayecto en dirección contraria, tardando una hora más al llegar a Makhota Parade además de tener que pagar el doble. Así que seguí andando pero entonces ya me lié. Aquella estación, como he dicho antes, es enorme y al ser la primera vez que estaba allí estaba muy perdido. A los pocos minutos me volví a encontrar a la pareja de americanos que iban más perdidos que yo, pues yo al menos ya sabía qué bus debía coger ya qué parada bajar, ellos no. Me dijeron que iban a un McDonald’s para intentar conectarse a Internet y buscar la información que necesitaban. Así que nos despedimos porque yo ya quería buscar directamente unas taquillas o punto de información para preguntar dónde coger el 17. Encontré unas taquillas, que ya sabía que no eran de los buses locales, pero pregunté y la chica me indicó ninguna dónde ir. Finalmente llegué a un sitio que me parecía igual donde había estado antes pero que realmente era lo que buscaba, la parada de los buses locales pero en la dirección contraria a la de antes. Pregunté a un punto de información de allí y me confirmaron que el 17 que paraba allí iba a Makhota Parade, todo tal cual se contaba en Wikitravel. Aquella web me estaba salvando y ahorrando muchas caminatas y horas perdidas, pues hay que tener en cuenta que no tenía 4G en el móvil, por lo que todo es mucho más complicado.

Llegué a esa parada hacia las 18:45h ya esperar. Había tardado 30 minutos en encontrarla y eso que yo sabía lo que buscaba, ya no supe cómo acabaron los americanos pero probablemente aún tardaron mas que yo en encontrar su bus. Hay que tener en cuenta que la estación era circular y las paradas de los buses locales estaban a su alrededor, por lo que dependiendo de dónde tuvieras que ir y en qué dirección fueras, podrías acabar dando toda la vuelta a aquella gran estación, que es más o menos lo que me ocurrió a mí. Realmente todo se estaba retrasando bastante pero lo importante es que iba encontrando los lugares sin andar demasiado ni tener que coger ningún taxi en ningún momento.

Pero pasaban los minutos y ahí no llegaba ningún bus. Al menos había gente esperando, por lo que suponía que tarde o temprano llegaría. Una de las que esperaba era una chica que iba sola de sólo 20 años con una mochila mayor que ella. Era curioso pero la mayoría de mochileros solo que me encontraba eran chicas, rompiendo el viejo estereotipo de la peligrosidad de ir solo por el mundo. Además la chica se la veía con una paciencia infinita, pues yo ya me estaba cansando de estar allí esperando pero ella parecía tan tranquila como si acabase de llegar.

Finalmente a las 19:10h llegó el bus pero el conductor bajó sin permitir aunque nadie subiera. Un señor que también estaba esperando le dijo algo a la chica mochilera y ella mostró por primera vez cierta resignación. No perdió la paciencia infinita que tenía pero sí mostró cierto cansancio con un suave gesto de cara. Esto me hizo pensar que aunque el bus estuviera allí todavía tardaría en salir. A las 19:20h volvió el chófer y fuimos subiendo al bus, éramos ya un montón. Subí, pregunté el precio a Makhota Parade y me dijo 1,50RM (0,35€), incluso algo más barato de lo que pensaba, pues en Wikitravel ponía que podía costar hasta 2RM.

El bus por dentro era muy raro. Los asientos estaban en fila con la espalda en las paredes del buzo, una fila en cada pared, dejando un pasillo en la parte central. Yo pude sentarme pero 4 o 5 personas ya tuvieron que ir de pie, por lo que ya obstaculizaban el paso y mas teniendo en cuenta que sólo tenía una puerta para subir y bajar, la delantera, por lo que en cada parada aquello era un merdé de gente intentando llegar hasta el inicio del bus.

Yo iba siguiendo la ruta indicada por Google Maps hasta la parada de Makhota Parade y el bus iba siguiendo exactamente el mismo camino, de hecho no se desvió ni un momento, señal de que además el recorrido del bus era el mes corto posible, pues yo seguía la ruta propuesta por Google Maps si se iba en coche particular. Al cabo de unos 20 minutos el bus estaba a punto de llegar a la altura del hotel cuando aún no había llegado a Makhora Parade, pues ésta quedaba unos metros más allá, así que solicité parada y el bus paró a los 10 metros. Bajé, miré Google Maps y me decía que estaba a sólo 100 metros del hotel. ¡Perfecto! El bus me dejó en una calle principal y tuve que tomar una calle mucho más estrecha, pues ya entraba en el centro histórico. Y enseguida ya vi delante de mí en un edificio que hacía esquina el cartel de Travellers Planet Hostel.

Lo primero que vi al bajar del bus fueron los famosos tuk-tuks de Melaka. Ya había leído algunas cosas sobre ellos pero no dejaba de sorprender cuando los veías por primera vez y más si era de noche, pues éstos tienen luces de colores por todo el exterior. En el lugar donde bajé parecía una zona muy concurrida, de hecho al lado había un mercado, por lo que en ese momento, a pesar de ser un poco tarde, había mucha gente, y por tanto, muchos tuk-tuks con todas sus lucecitas a tope. Por lo que se ve, lo de adornar estos mini taxis con luces sólo se hace aquí, en Melaka, por lo que casi se ha convertido en una atracción turística más.

Eran justo las 20h cuando entraba en el hotel. No estaba seguro si todavía habría alguien en recepción, pues dudaba de que aquél fuera un hotel con recepción 24 horas pero es que en Agoda nunca ponen hasta qué hora se puede hacer el check-in. Al menos la puerta estaba abierta, así que entré pero no había nadie en la recepción, pero al hacer algo de ruido apareció un chico un poco raro de verme allí tan tarde.

Habían pasado 11 horas desde que había salido de Kuala Tahan pero al menos ya estaba en el hotel, aunque ahora aún quedaba despejar la última incógnita. ¿Tendrían registrada la reserva? Pues tuve que realizar dos reservas. La segunda que hice 3 días antes la hice por esa primera noche, pues cuando hice la reserva original por las dos noches siguientes todavía no tenía claro qué haría esta noche. Por lo que tenía hechas dos reservas por 3 noches. Quedaba saber si esta última reserva la tenían bien registrada por haberla hecho tan pocos días antes y si tendría la misma habitación las 3 noches. Por último el chico lo comprobó y todo era correcto, tenía reserva para las 3 noches y todas en la misma habitación. Pues ya está, día superado.

Me dio las llaves de la habitación 11 que estaba en la segunda planta. Subí y lo malo es que era una habitación interior, no tenía ventanas al exterior, sólo una que daba al pasillo, por lo que en la habitación había bastante humedad. De todas formas me importó poco después del largo día y de que todas las incógnitas que tenía a las 9 de la mañana se hubieran ido solucionando de la mejor manera, excepto por los pequeños retrasos. Además, el baño, que era compartido (lo que evidentemente ya sabía), estaba justo al lado de mi habitación, y en aquella planta parecía que casi todas las habitaciones o estaban vacías o estaban donde dormían los propietarios del hotel, por lo que el baño, a pesar de ser compartido, casi sólo lo utilizaría yo. Hay que tener en cuenta que esta habitación me costó 4€ la noche, lo que acabó siendo un precio por debajo de lo que tenía y un precio muy barato por la buena ubicación del hotel, en pleno centro histórico de la ciudad. Además la habitación tenía un buen escritorio algo que siempre necesito.

Dejé las cosas y casi enseguida salí a la calle principal donde me había dejado el bus ya que había visto un mercadillo donde había puestos de comida, por lo que fui directamente ya para cenar, pues el almuerzo que había hecho fue lo justo para no morir de hambre. En otras ciudades costaba más encontrar un buen lugar para comer en cuanto llegas, pero aquí había de todo para elegir ya 2 minutos andando del hotel.

Fui casi a la primera parada que vi de comer, pues ya me pareció bastante bien. Pregunté precios y un plato de Padthai (fideos con verduras, soja y ternera) costaba 4RM, menos de un euro, por lo que pedí uno. Yo pensaba que podría comérselo allí, pero no, era para llevar, cosa que tampoco me importó ya que estaba muy cansado y de vez en cuando me gusta cenar en el hotel mirando noticias. Así que volví al hotel a cenar y sobre las 21h ya a dormir. Esta era una de esas noches que te duermes en 5 minutos y como un tronco toda la noche.

Había sido otro día bastante largo y de los que te los pasas completamente en la carretera, pero a la vez son los días que también tienes que pensar, buscar, mirar, etc. para llegar a tu destino, lo que te hace ejercitar tu mente y guardar el recuerdo durante muchos años. Además había conseguido llegar hasta el mismo hotel sin tomar ni un solo taxi en todo el trayecto, algo que tenía como objetivo justamente para evitar lo fácil. Si a algún sitio se puede llegar sólo en transporte público, se intentará a menos que no haya ningún otro remedio que tomar un taxi.

29/06/2019 Kuala Tahan y excursión por libre a Taman Negara, la selva más antigua del mundo

29/06/2019 Kuala Tahan y excursión por libre a Taman Negara, la selva más antigua del mundo

Me levanté sobre las 4 de la madrugada diría que por el frío que me cogió para tener el ventilador apuntándome toda la noche, pues en Kuala Tahan, al igual que en las Cameron Highlands, durante el día hace mucho calor pero por la noche no tanta, de hecho debes ponerte al menos un jersey. Así que me desperté medio retorcido con las mantas tapándome como podía.

Como cada mañana me duché, tomé un café mientras escribía el diario, miraba correos y otros temas que de vez en cuando he de mirar en un viaje tan largo como éste. A las 6:30h preparé algo lo que haría durante el día, que sería un trekking por la selva de dificultad moderada y por libre. A diferencia de la selva de las Cameron Highlands donde fui con un guía, aquí estaba todo mucho más preparado para poder ir solo. De hecho en Cameron Highlands si no te lo conoces te pierdes, pero aquí todas las rutas estaban perfectamente señalizadas e incluso se podían consultar en Google Maps, por lo que aquí ir con un guía sólo era para que te contara la flora y fauna que te vas encontrando, algo que ya puedes realizar también con ciertas aplicaciones. Así que con el papel que me había dado la chica de la agencia el día anterior con todos los trekkings que se podían hacer, escogí uno que parecía bastante fácil, al menos sin demasiadas subidas, pues otros parecía tener una pendiente del 40% lo que no me veía capaz de hacer con el calor y humedad tan alta que había en esta zona.

A las 7:30h me puse el repelente de mosquitos, cogí el móvil y fui a desayunar a un restaurante estratégicamente situado a medio camino entre el centro del pueblo y la calle que conducía al muelle. Allí debería tomar una barca que me llevaría al otro lado del río por donde se podía acceder a la selva.

La terraza del restaurante ya estaba lleno de turistas preparados para empezar sus respectivas excursiones por la selva. Casi todos pedían el mismo tipo de desayuno americano. Yo pedí un combinado de 2 huevos, 3 tostadas con mantequilla y mermelada, fruta y café. Este tipo de desayuno van muy bien para coger energía sin quedarse tan lleno que no puedas ni moverte. Todo ello 7,50RM, 1,70€.

Una vez desayunado y cuando eran las 8 de la mañana, bajé al muelle donde ya había una barca esperando y que por 1RM te llevan al otro lado del río. Puede parecer barato pero es que el trayecto dura 1 minuto. Eso sí, nada más subir a la barca en menos de 5 minutos ya arrancó.

Podría parecer que las 8 era muy pronto, pero de hecho ya era un poco tarde, pues el sol ya hacía rato que lo iluminaba todo y empezaba a hacer calor. Hay que tener en cuenta que a partir de las 9 de la mañana, andar por la selva se hace muy difícil por el calor, por lo que vale la pena aprovechar las primeras horas del día para no sufrir tanto.

Una vez en el otro lado ya podía empezar el trekking por libre por la selva Taman Negara. Puede parecer arriesgado pero no lo es en absoluto. Esta selva está totalmente preparada por el turista y para que pueda ir por libre, a diferencia de la selva de Cameron Highlands a la que realmente ir solo era algo peligroso aparte de que habría sido imposible encontrar las Rafflesies. Aquí había incluso una pasarela a lo largo de todo el camino, por lo que ni siquiera te ensuciabas de barro. Además de carteles cada ciertos metros indicando la dirección y distancia de algunos lugares de interés. De hecho, le hacía perder parte de la gracia. Si que es cierto que así me facilitaba poder encontrar flora y fauna interesante yendo solo, pero ver tantos carteles y caminos de madera en medio de esa selva incluso decepcionaba un poco y más cuando venías de otra selva tan salvaje e inexplorada como la de las Cameron Highlands.

La intención era realizar una ruta corta ya que todavía me duraba el cansancio de los dos últimos días, además aquí la humedad era altísima por lo que se hacía aún más duro que en las Cameron Highlands. De hecho apenas eran las 8:30h de la mañana y ya se notaba el calor sofocante.

Quería ir hasta un Kanopy, que son una especie de puentes colgantes a unos 10 metros del suelo ya unos 2 kilómetros del punto de entrada a la selva. Estos puentes están hechos de un solo tronco muy grande y permiten tener una visión diferente a la selva, por lo que me hacía cierta gracia cruzar uno. También era una excusa como otra para ir en alguna dirección concreta, pues tampoco sabía exactamente dónde podría ver algún animal, que realmente era de lo que tenía más ganas.

Así que empecé la caminata no sin liarme un poco al principio ya que había que cruzar todo un resort que había allí en la entrada de la selva, lo que me extrañaba bastante por lo que intenté seguir más de un camino hasta que finalmente entendí que estaba en medio del resort por donde debía pasar, de hecho el camino transcurría en esos primeros metros justo al lado de las puertas de los bungalows. El resort me pareció muy bonito y sobre todo bien situado, pero horrible por estar viendo todo el día turistas yendo hacia la selva.

Esta vez en vez de Google Maps utilizaba maps.me ya que va mejor para seguir rutas de senderismo, y efectivamente ya venía con todas las rutas que se podían realizar por Taman Negara. Muy útil.

Así que crucé el resort e inicié la ruta hacia el Kanopy. Por el camino se podían ver plantas y árboles que nunca has visto. Me impactaron mucho unos enormes árboles cuyas raíces empezaban a un metro del suelo y que eran de un tamaño similar al tronco de un árbol normal. Eran brutales. De hecho el árbol en sí era tan alto, que las raíces no eran como las de los árboles normales, sino que entre todas acababan dando la sensación de que el árbol tenía forma de pirámide para tener una mejor base para aguantar todo el peso del árbol. Simplemente era espectacular ver esas raíces gigantes.

Apenas eran las 9 de la mañana y el bochorno ya era insoportable, sudaba como si me hubiera terminado de duchar, de hecho la camiseta literalmente goteaba. En este pueblo no podías andar más de una hora sin acabar goteando de sudor. Esto era lo que más me costaba aguantar y por lo que realmente no estaba demasiado preparado.

Continuamente iba escuchando ruiditos de animales por todas partes, también por el suelo que no sabía si eran serpientes, ardillas o que. Pero en un punto escuché mucho ruido en las ramas de lo que parecían palmeras o cómo incluso caían hojas. Me paré y por el movimiento estaba seguro de que no podían ser pájaros, así que me quedé a mirar lo que había. Todo apuntaba a que era un mono aunque no se veía. Al cabo de 10 minutos de ver las ramas moviéndose pero ningún animal, por fin lo vi. Un mono bajaba por un tronco. Fue increíble pero más aún cuando vi que no era un solo mono sino 3 saltando de una rama a otra. No me esperaba nada encontrarme 3 monos en libertad y yendo yo solo, sin ninguna guía que ya pudiera saber dónde encontrarlos. En Lopburi, Tailandia, vi a muchos, pero evidentemente no es lo mismo que verlos en medio de una selva como Taman Negara saltando por árboles de más 10 metros de altura.

Además, como los monos son tan movidos y juguetones, era bastante divertido mirarles un buen rato, pues no paraban de subir y bajar el árbol y saltar de uno a otro con una facilidad que por mucho que lo sepas, no deja de sorprender cuando lo ves en directo. Me dio la sensación de que jugaban aunque en algún momento uno parecía más bien pelearse, pero en cualquier caso no paraban y allí me quedé hasta que los perdí de vista.

Al cabo de 10 minutos de ver a los monos por allí saltando y habiendo descansado un poco, seguí por el camino hacia el Kanopy. La selva es muy espesa pero el camino es lo suficientemente ancho y sin ninguna vegetación, por lo que es realmente fácil caminar allí.

Al cabo de unos 15 minutos llegué al Kanopy, pero sorprendida, estaba cerrado. Podía ver el puente pero no se podía acceder a él. Además había un cartel que ponía estrictamente prohibido el paso. Así que me quedé sin poder ver la selva desde 10 metros de altura, aunque no deja de ser una pijada poco auténtica, una mes. Por lo que sin demasiada pena seguí con la caminata, pues ya era bastante interesante todo yendo a ras del suelo.

Eran las 10 de la mañana cuando ya había muchos mosquitos, y aunque me había puesto el repelente antes de salir del hotel, con tanto sudor cada vez tenía menos. Literalmente me estaba desapareciendo por culpa del sudor.

A diferencia de hacía una hora, ahora además el sol ya picaba bien, por lo que incluso empezaba a costarme andar. Así que busqué una ruta diferente a la que había hecho en la ida y que ya volviera al inicio. Sólo pensar que muchos tours comienzan a las 10 me mareaba, como podrían iniciar el tour con ese calor tan insoportable.

La ruta de regreso iba por la orilla del río por lo que me daba la sensación de que todavía había más mosquitos e incluso más grandes. Pero también muchas mariposas y algunas gigantes, de las que son imposibles de encontrar por Europa. Esta ruta de vuelta era muy bonita para transcurrir toda por la orilla del río, dando una visión completamente diferente a la que había tenido en la ida. Se respiraba una tranquilidad absoluta con el canto de los pájaros de fondo y el tenue sonido del agua del río. Me quedé allí un rato contemplando toda esa belleza natural pero siempre vigilando que no se me acercara alguna serpiente o cualquier otro animalillo.

Conforme me iba acercando al inicio veía a los grupos que apenas iniciaban la caminata y alucinaba de cómo podrían acabarla. A mí ese tramo final se me estaba haciendo durísimo, no sé si es que están más acostumbrados pero a mí esos 40°C y la humedad del 70℅ me estaban dejando KO. Menos mal que había desayunado bien porque sino habrían tenido que recogerme con pala.

Casi a las 11h llegaba al punto de inicio e iba directamente a la parada de las barcas para volver lo antes posible al hotel a ducharme y beber agua. Hice muy bien hacer caso a las recomendaciones de algunos blogueros que decían que lo mejor era ir a hacer los trekkings por la selva a primera hora de la mañana ya que a partir de las 10 se empieza a llenar de gente y pierde buena parte de la gracia. Además yo añadiría que a partir de las 10 debes estar hecho de una pasta especial para poder andar por medio de la selva. Nada que ver con la de Cameron Highlands donde no hacía tanto calor ni tanta humedad, aunque también hacía mucha.

En el muelle ya había una familia de chinos esperando una barca que llegó a los 2 o 3 minutos. A las 11h llegábamos al otro lado e iba directamente al hotel a ducharme. Luego me estiré un rato y aunque no quería, no pude evitarlo, me quedé bien manchado. Llevaba días de mucho cansancio y mucho calor y aquella última caminata me había dejado sin fuerzas.

Hacia las 14h me despertaba y ya no quise comer, sino esperar hasta las 19h y cenar directamente. De todas formas me había jodido un desayuno que no veas y habiendo hecho siesta podía aguantar perfectamente. Si no lo hiciera así, probablemente ese día habría ido a dormir de madrugada y al día siguiente ya se marchaba hacia Melaka.

Tomé un café mientras miraba un poco el trayecto que tenía para el día siguiente, pues iba a Melaka aunque sólo tenía billete reservado hasta Kuala Lumpur. Una vez allí debería buscarme la vida para ir hasta la estación desde donde, según Wikitravel, salían los buses directos hacia Melaka. En fin, algo de aventura pero nada comparado con lo que fue ir desde Koh Samui a George Town.

También escribí un poco el diario y leer alguna noticia, sobre todo para seguir el incendio de la Ribera de Ebro que parecía ya casi controlado después de quemar 6.000 hectáreas, aunque todavía teníamos que dar gracias ya que habían hablado de que podrían llegar a quemarse hasta 20.000.

Y sobre las 16:30h salí a dar una vuelta por el pueblo, Kuala Tahan, que aunque era de los más grandes de la zona, no tenía más de 3 calles y todos por restaurantes, pequeños hoteles y alguna agencia para los tours por la selva. De hecho era un pueblo para que los turistas que íbamos a Taman Negara pudiéramos dormir cerca, es decir, parecía tal cual que el pueblo se había hecho expresamente para poder visitar la selva. Antes de que el turismo llegara hasta aquí, probablemente este pueblo no existía.

De todas formas, evidentemente viven algunos locales, por lo que se ven niños jugando por la calle o locales toman algún zumo bien frío en alguna terraza después de su jornada laboral, muchas de las barcas que permitían llegar al pueblo. De hecho se veía claramente que de los 3 restaurantes que había, todos casi uno al lado del otro, en uno sólo había turistas (donde había ido a desayunar) a otro sólo locales (donde todavía no había ido) y un tercero con algo de todo (donde había cenado el día anterior). Al restaurante donde sólo se veían locales no fui porque la carta no estaba a la vista como en los demás, otra señal de que estaba más pensada para los locales y que si entraba un turista le podían dar otro precio, más alto, por supuesto.

Di una vuelta para, literalmente, todo el pueblo, pues aparte de ser pequeño era de los más curiosos que había visto nunca y valía mucho la pena pasar un par de horas paseando y ver cómo vive la gente . Además, donde fueras del pueblo, veías la selva a pocos metros. De paso ya iba mirando restaurantes aunque sólo había los 3 que ya había visto y ninguno me pareció mejor que lo que había ido el día anterior a cenar, por lo que decidí cenar allí de nuevo.

Hacía gracia porque me iba encontrando gente con la que había venido con la mini van desde Tanah Rata, pues al final todo el mundo se movía por la misma calle y era fácil encontrarse. Pocos turistas haciendo noche en el pueblo por lo que muy tranquilo y muy auténtico, probablemente uno de los pueblos más remotos donde había dormido.

A las 19h iba hacia el restaurante a cenar. Estaba muy bien porque era lo que quedaba más elevado y lo que permitía tener unas mejores vistas desde la terraza. Esta vez pedí pollo al curry con arroz basil. Lo cierto es que no estaba seguro de pedirlo pero al final fue todo un acierto, pues estaba mejor de lo que pensaba. Era como una pequeña olla con mucha salsa y el pollo acompañado de verduras. Parte de la salsa la puse en el arroz y todo ello quedó buenísimo, y sólo por 8 ringgits (1,70€). Además estaba sentado en la terraza con vistas a la selva y el sol poniéndose de detrás de las montañas. Impagable.

Malasia es un país oficialmente musulmán pero bastante occidentalizado y un multiculturalismo brutal, lo que hace que las normas religiosas no sean tan estrictas como en otros países musulmanes. Aquí se veían a mujeres musulmanas trabajando en cualquier lugar, ya fuera en una agencia, en los trenes, en un restaurante, etc. Siempre con su velo, pero trabajando con los mismos derechos que los hombres. Sin embargo, de vez en cuando se veía a una mujer con burka como la que se sentó a mi lado junto a su marido en aquella terraza. Esto no me sorprendió, pues también se ven por Europa, pero si me sorprendió el eructo que hizo el hombre al terminar de cenar, que resonó por todo el pueblo. Eso sí que no se ve tan por Europa demostrando que en este sentido tienen educación suficiente para no hacer algo tan desagradable en un país no musulmán. Pero claro, ahí no había ningún problema.

Después de cenar fui a uno de los 3 mini súper que había en el pueblo y que quedaba casi delante del restaurante a comprar agua y algo de comida porque sabía que todavía no tendría suficiente para dormir. Los precios eran muy similares al de un 7-eleven en una ciudad menos remota que ese pueblo. Después volví al hotel cuando ya estaba oscureciendo.

Y como pensaba hasta las 22h no tuve suficiente sueño para dormir. Hasta entonces estuve mirando «La que se avecina» mientras preparaba la maleta y comía algo más para acabar de cogerlo son. Debía dejarlo ya todo a punto porque al día siguiente marchaba hacia Melaka previo paso por Kuala Lumpur donde debería hacer un transbordo a un autobús pero que todavía no sabía cómo iría, pues el transporte hasta Kuala Lumpur ya lo tenía reservado pero no hasta Melaka.

Ya tocaba dejar la tranquilidad de las selvas de Cameron Highlands y Taman Negara para regresar a las grandes ciudades. La experiencia fue muy buena y tan inesperada, sobre todo aquí, en Taman Negara, donde no me imaginaba un pueblo tan pequeño y remoto como éste, Kuala Tahan, ni ver tantos animales como vi, incluso decenas de búfalos bañándose en el río. De hecho, cuando menos sabes de un sitio, más fácil es que te vayas contento, pues cualquier cosa acaba resultando una agradable sorpresa.

28/06/2019 De camino a Taman Negara. La selva más antigua del mundo

28/06/2019 De camino a Taman Negara. La selva más antigua del mundo

Me desperté solo sobre las 5 de la mañana después de haber dormido 8 horas. Esta noche no tuve tanto frío como la anterior, supongo que por dormir con camiseta, por lo que no me desperté ninguna vez. La noche anterior me había enganchado desprevenido, pues llevaba un mes pasando un calor insoportable y no imaginaba que aquí haría tanto frío por la noche, y más teniendo en cuenta que durante el día hacía bastante calor. En cualquier caso no podía más que agradecer aquellas noches fresquitas que me permitían dormir perfectamente.

Ese día marchaba de las Cameron Highlands para ir hacia la Selva más antigua del mundo, Taman Negara. El transporte ya lo había reservado durante la preparación del viaje y sería un poco más largo que el que me había llevado hasta aquí, pues primero iría con mini van casi 5 horas y después en barquita durante casi 3 horas más. La mini salía a las 8 de la mañana y desde casi al lado del hotel, de hecho no estaba ni a 5 minutos andando.

El precio total del transporte fue de 80RM, unos 18€, incluyendo el trayecto en barca de 3 horas por medio de la selva, un trayecto que nos ofrecería algunas sorpresas muy agradables.

Como cada mañana me duché, tomé un café mientras escribía el periódico y acabé de hacer la maleta. Tenía ropa todavía un poco húmeda ya que la había limpiado la noche anterior y con el frío que hacía no daba tiempo a secarse. En cualquier caso era poca y podría llevarla encima para que se secara cuando saliera el sol y la temperatura subía considerablemente.

Revisé la habitación ya las 7:30h ya bajaba a dejar las llaves en recepción, pues ya sabía que hasta las 8h no abrían y que debería dejar allí las llaves.

El punto de encuentro estaba a sólo 5 minutos andando y además de bajada, de hecho estaba junto a los lugares ambulantes donde había cenado los dos últimos días, por lo que a las 7:35h ya llegaba, 30 minutos antes como ponía en el billete y como siempre hacía pero que todavía no sé porqué lo seguía haciendo, pues incluso a veces, como en este caso, la agencia todavía estaba cerrada. En cualquier caso siempre es mejor llegar antes y asegurarse de qué estás en el sitio correcto.

A las 7:45h llegó el chico de la agencia a quien le pregunté si aquí era el punto de recogida algo que me confirmó y me dijo que esperara a unos bancos de fuera. Llegaron una pareja de franceses y esperamos hasta las 8:05h que llegó la mini van. Le enseñamos los billetes, los confirmó y subimos a la mini van a donde ya había una chica y un chico que no iban juntos.

El chico se notaba que estaba guardando el asiento de su lado y que estaba muy nervioso, mirando el móvil y por la ventana continuamente. Recorrimos unos 50 metros desde que habíamos subido que ya volvió a parar a recoger a una última chica. Y el chico aún más nervioso. Cuando la chica subió, saludó a la pareja de franceses de tal modo que no esperaba encontrarlos, y les saludó con mucha alegría, realmente se la veía contenta de encontrárselos allí. Pero en cambio al chico nervioso diría que ni le saludó. Ella se sentó en la fila de enfrente y vi cómo el chico dejaba de guardar el sitio que estaba guardando a la vez que dejaba el móvil y de mirar por la ventana. Entonces lo entendí todo, era un tarado. Deduje que la conoció allí al igual que conoció a los franceses y el chico ya debería enamorarse simplemente porque la chica era muy alegre y el tarado ya debería pensar que eso significaba que ella mostraba algún interés por él. Y sabiendo que ella vendría a la misma mini van, todo enamorado y tarado le guardaba el sitio para que se sentara a su lado mientras todo nervioso miraba por la ventana si la veía a la vez que iba mirando el móvil para saber si estaban en el punto donde ella esperaría en la mini van, aunque finalmente la chica ni le saludó y mucho menos se sentó a su lado. Es de los típicos que no saben cuándo una chica no está mostrando ningún interés por él y que acaba haciendo el ridículo. Además era un poco raro, como muy nervioso todo el rato, sin entrar ya en que la chica era musulmana y con el velo, lo que significa que al menos está prometida.

El trayecto con mini van hasta el pueblo donde haríamos el transbordo en la barca se alargó 3 horas y media y fue un poco movido ya que aunque el señor era el conductor más responsable que había visto hasta ahora tan en Tailandia como en Malasia, la carretera era de curvas constantes y asfalto bastante irregular en algunos tramos, por lo que fue un cansado.

Yo sabía que ese trayecto era en mini van y en barca, pero no sabía ni dónde cogeríamos la barca ni cuánto duraría el trayecto. De hecho yo iba siguiendo el camino con Google Maps y parecía que se podía llegar a Kuala Tahan sólo por carretera aunque se daba bastante vuelta. Realmente sí que parecía que si parte del trayecto lo hacíamos por el río éste sería más corto.

A las 11:30h llegamos a una estación de mini vanos a orillas del río en un pueblo de menos de 10 casas, que de hecho parecía que estaba allí únicamente por haber esta estación, pues parecía la puerta de entrada a la selva desde el río. El pueblo eran literalmente dos restaurantes, 2 o 3 mini súper y un par de casas más donde supongo que vivían los de la agencia. Sólo estos 4 edificios junto a un enorme río rodeado de selva.

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Yo no tenía ni idea de qué teníamos que hacer ahora, nada, así que seguí las indicaciones del chófer que en todo momento nos explicó y acompañó. Entramos en la oficina donde dejamos las maletas y nos pusimos en una cola. Por cierto, aquella oficina era una pasada, pues no tenía toda una pared que justamente daba al río y que por tanto permitía tener una vista guapísima y bien ancha del río que quedaba a escasos 5 metros. Y no es que fuera de cristal, directamente no había pared. Yo me quedé unos minutos allí embobado mirando al río.

Nos dijo que fuéramos pasando por el mostrador donde había dos chicas. Yo fui de los primeros. La chica me dio un papel en el que tenía que indicar mis datos, el hotel donde me alojaría y los días que estaría en Kuala Tahan. Aquello era la solicitud para entrar en la selva además del permiso para poder hacer fotos, evidentemente pagando. En total 6RM por la entrada y el permiso para poder tomar fotos, unos 1,20€, suficientemente aceptable teniendo en cuenta que no tenía ni idea de este pago y estos imprevistos siempre preocupan, pero mientras ronden los 1 o 2€ no pasa nada.

Después la chica me hizo algunas preguntas de qué tenía pensado hacer, cuántos días, etc, para intentar ofrecerme aquellas opciones que más se ajustaran a lo que buscaba. Yo la verdad es que aún no me lo había mirado demasiado, pues pensaba mirarle aquella tarde al llegar al hotel de Kuala Tahan, así que le dije la poca idea que tenía en ese momento, que era hacer alguna de las rutas de nivel moderado por libre, pues por Internet había leído que por esta selva se puede ir solo perfectamente, pues todas las rutas están perfectamente indicadas, y puesto que en las Cameron Highlands ya había ido con un guía, ahora prefería ir por libre. Así que ella me marcó en un mapa la zona que podía hacer por libre y que quedaba cerca de Kuala Tahan y además me dio otra hoja en la que había 6 tours que podría contratar. Me fijé en uno que se hacía de noche para tener más posibilidades de ver animales, ya que éstos salen más de noche. Los demás no me parecieron demasiado interesantes ya que eran casi lo mismo que lo que podría hacer yo solo pero con un guía delante que de vez en cuando te dice el nombre de alguna planta o te da alguna explicación de que puede valer la pena que para mí no compensa el hecho de ir todo el rato como un borrego detrás de un tío. También me indicó dónde estaba el punto de recogida del transporte que al cabo de dos días me llevaría hacia Kuala Lumpur, mi próxima parada del viaje, que aunque no era su agencia me lo explicó todo igualmente. Realmente fue muy amable y me aclaró bastantes cosas en muy poco rato.

Después tuve que ir a pagar los 6RM pero antes tuve que ir a buscar cambio, ya que sólo tenía billetes de 50 y tan grandes no aceptaban. Por la hora que era ya casi que habría comido, pero pregunté a los dos restaurantes que había y todavía estaban cerrados, así que fui a uno de los mini súpers y compré agua, 3 panecillos tipo bollycao pero de crema de trigo y plátano y una bolsa de patatas. Me lo comí junto a un parque bajo la sombra de los árboles y después ya fui a pagar. Me dieron el comprobante del pago y el permiso para entrar en la selva de Taman Negara por lo que ya lo tenía todo para seguir el camino. El barco salía sobre las 13h y apenas eran las 12:15h, por lo que todavía tenía tiempo.

Hacia las 12:30h volví a la agencia donde había mesas para sentarme y además con las vistas al río. Allí ya había 5 o 6 personas también esperando. Dos de ellos eran la chica musulmana y el pesado que le iba detrás sin darse cuenta de que la chica pasaba de él. Ella primero estaba sola con el portátil sentada hasta que llegó el chico y sin ni asno ni besa se le sentó junto a decirle cosas sin ni considerar que la chica quizás estaba haciendo algo importante en el portátil. La cara de la chica lo decía todo, completamente sería sin apenas hablar, cuando por lo poco que la había visto, era una chica muy risueña y charlatán. Ademas el chico intentaba ligar con una chica musulmana con velo, es como de tontos.

Aproveché para escribir un poco en el diario hasta las 13h que la chica nos avisó para ya ir a embarcar. El embarque podía ser a las 13h oa las 13:30h, por lo que todavía tuvimos suficiente suerte tal y como quedaba reflejado en la cara de la chica que nos iba avisando, también una chica muy alegre y que parecía más contenta ella que nosotros para salir ya ahora. Ella misma nos dijo a mí ya otra chica que los dos íbamos solos por lo que nos sentaríamos juntos en la barca, por lo que entendimos que serían bancos de dos.

Bajamos unas cuantas escaleras para llegar al muelle y sorpresa, aparecieron la musulmana y el pesado que también se sentarían juntos, pobre chica. El chico bajó todo nervioso como siempre le veía y cuando iba a ayudar a la chica a quitarse la mochila, ésta le hizo un gesto de desaprobación quedándose ella de pie y con la mochila encima. Yo todavía no podía entender cómo el chico no se daba cuenta de que ella simplemente quería perderlo de vista, incluso me daba la sensación de que le daba cierta grima.

La barca era muy alargada y estrecha y, efectivamente, con bancos de dos. Medía unos 12 metros de largo por sólo 1 de ancho. Todas las maletas irían bien hacinadas en la proa del barco. Así que de dos en dos nos fueron avisando para subir a la barca. Los seis últimos fuimos los que ya más o menos conocía, que éramos mi compañera y yo, la musulmana y el pesado, y la pareja de franceses que subió conmigo a la mini van saliendo de las Cameron Highlands. El resto no habían venido con nosotros desde Cameron Highlands. Que por cierto, en los 3 últimos bancos, y por tanto, a nosotros 6, no había chalecos salvavidas…

Los bancos realmente no eran bancos, sino una almohada puesta en el suelo por lo que no quedabas realmente sentado, sino medio estirado. Era incomodísimo y sólo de pensar que debería estar 3 horas así ya me dolía todo. Era como estar sentado en el suelo pero con una pequeña esterilla. Lo bueno es que quedábamos muy cerca del agua y todo era más auténtico, por no hablar de la propia barca que parecía sacada de una peli de Indiana Jones. Yo en ese momento sólo pensaba cómo había llegado hasta allí y cómo había podido acabar en aquella situación.

Pero nada más iniciar el trayecto todo cambió. Nos adentrábamos en la selva más antigua del mundo por el río, una experiencia única que recordaba a los más aventureros. La imagen que se tiene de la selva desde el río es completamente diferente a otra, pudiendo apreciar totalmente los meandros y la vegetación que entraba hasta el mismo río. De la misma manera tendríamos la oportunidad de ver animales que no habríamos podido ver de otra manera, y todo antes de llegar, pues esto todavía era el trayecto para llegar al pueblo donde pasaríamos la noche. La cosa prometía.

Pero lo realmente impactante llegó cuando, sin esperarlo nada, vimos a un grupo de búfalos en el río. Ni siquiera sabía que en aquella selva había búfalos y mucho menos que pudiéramos verlos tan claramente desde la barca. Fue increíble, una de esas cosas totalmente inesperadas y que te dejan completamente perplejo. Nadie nos lo había avisado y ni siquiera en ese momento el piloto de la barca decía nada, por lo que la sorpresa fue mayúscula. Pero no sólo vimos uno de grupo, sino 3 a lo largo de todo el trayecto, 3 grupos de búfalos en diferentes zonas pero siempre en el río. Supongo que esa hora no hacen otra cosa que bañarse, pues el calor es insoportable.

Además de los búfalos también vimos monos y todo tipo de pájaros por no hablar de la vegetación, mucha de ella completamente desconocida para nosotros y árboles de más de 30 metros de altura.

Al cabo de las 3 horas de disfrutar de aquel trayecto inolvidable, que por cierto, se me hizo más corto de lo que pensaba, supongo que por lo interesante que era todo, llegamos al muelle de Kuala Tahan, un pueblecito de 2 o 3 calles y hecho únicamente para que los turistas puedan dormir cerca de la selva.

Eran las 16h cuando desembarcábamos en el muelle. Algunos irían con una mini van hasta otro punto del pueblo ya que les quedaría más cerca del hotel, pero no era mi caso puesto que a mí me quedaba más cerca el hotel desde el mismo muelle. Aún así estaba a 10 minutos largos caminando, que puede parecer poco pero teniendo en cuenta los 40ºC, la humedad del 70% y que sólo al principio ya había una pendiente del 40% y de unos 30 metros de largo, pues todo junto se hizo más duro de lo que parecía en un inicio.

De hecho, con el cordero que había aguantado hasta entonces sin sudar demasiado, ahora, en 15 minutos había sudado 5 veces más de lo que había sudado en todo el día. Llegué al hotel con la camiseta goteando, pero goteando literalmente, y de sudor está claro…

Yo, al ver que el hotel estaba a medio kilómetro del muelle, pensaba que estaría en medio del pueblo, pero al ser un pueblo tan pequeño, ese medio kilómetro ya hacía que quedara completamente en las afueras. De hecho quedaba en medio del bosque sin nada al lado, sólo un hotel más, todo el resto del pueblo quedaba a una distancia de unos 100 metros del muelle. De hecho se podría decir que el pueblo en sí sólo tenía 3 calles de unos 50 metros de largo cada una.

Finalmente, al cabo de casi 20 minutos desde que había salido del muelle y después de haber hecho 5 o 6 paradas para descansar durante el camino, llegué al hotel. Nunca había tardado tanto rato en recorrer medio kilómetro. El hotel era más bien un resort y era realmente todo muy bonito, pues no era un edificio sino un conjunto de casitas donde cada una de ellas era una habitación, además de la recepción y otra que parecía una lavandería. En medio de todos los bungalows, caminitos de piedra, césped y espacios donde tumbarse, todo ello de madera y muy auténtico. Así descrito podría parecer que era un sitio caro para dormir, pero no, de hecho era el más barato que había encontrado por Internet. Y además la habitación que tenía reservada tenía capacidad para 4 personas, por lo que era una habitación enorme.

Fui hasta la recepción donde ya había un chico que me esperaba. Ya tendrán controlado a qué hora llegan las barcas para estar pendientes, pues hay tan pocos turistas que más vale controlar la hora que pasarse todo el día en la recepción. Antes de hacer el check-in el chico me dio la llave de la habitación ya que, supongo que como todo el mundo, llegué tan cansado y sudado que primero me permitió dejar las cosas y ducharme tranquilamente.

La habitación era cara (unos 16€ por noche) en comparación con otros hoteles de otras ciudades, pero es que era una habitación con 4 camas, uno de matrimonio mas una litera. Además baño propio, escritorio y dos ventiladores. Y lo mejor, claro, es que eran casitas independientes, por lo que tenía varias ventanas aunque había mucha humedad, supongo que en un sitio como aquel en medio de la selva es inevitable. Pero en cualquier caso y como ya he dicho antes, era la habitación más barata que encontré en este pueblo.

Así que me duché y tomé un café mientras me miraba los papeles y tours que me había dado la chica de la agencia antes de embarcarme. Al cabo de una hora larga salí y el chico, pobre, todavía estaba esperando en la recepción. Yo no sabía si haría ahora el check-in o lo haría al marcharme, pues tampoco me había dicho nada, pero en cualquier caso la habitación debía pagarse.

Así que fui hacia donde tuve que anotar un montón de datos en el libro de registro, incluso cómo y cuándo marchaba de allí. Él me dio una botella de agua bien fría que me fue perfecta y pagué los 149RM, unos 32€, por las dos noches que pasaría. Lo bueno es que no me cobró la tasa turística cosa que no entendí, pues se supone que todos los hoteles deben cobrarla y en principio nunca está incluida en el precio. De hecho éste fue el único hotel de Malasia que no me cobró esta tasa.

Y una vez pagada la habitación, duchado, hidratado de nuevo y sin dejar la botella de agua a la que me aferraba como si fuera oro, fui directamente a dar una vuelta por el pueblo, Kuala Tahan, un pueblo de unos 300 habitantes, de los cuales la mayoría son turistas, con 2 o 3 calles, justo a orillas del río y junto a la selva Taman Negara. Un pueblo único, muy inaccesible y con pocos turistas, aunque la mayoría del pueblo lo eran. De hecho, se veían pocas casas, probablemente todas de locales que trabajaban o en un restaurante, hotel o agencia de viajes.

Estuve cerca de hora y media paseando por el pueblo aunque en 20 minutos ya se podía ver todo. Mientras paseaba fui mirando a los restaurantes que había, que en principio eran sólo 3, por lo que sería fácil elegir lugar donde cenar. Había salido del hotel hacia las 18h y sobre las 19:30h ya iba hacia el restaurante donde decidí cenar, entre otras cosas, porque tenía la carta fuera bien visible. Además no parecía el mas turístico de los 3 y tenía una terraza que daba a la calle principal y que permitía ver justo delante de la montaña con la selva Taman Negara y el sol poniéndose detrás, una imagen realmente única y que no me imaginaba ver en ese momento sentado en la terraza de un restaurante. Poder cenar con aquellas vistas en un pueblecito de 3 calles rodeado por la selva más antigua del mundo era algo que no imaginaba hasta que llegué, y la verdad es que no tenía precio.

Pedí arroz frito con ternera. Aquí en Malasia los tipos de carne disponibles todavía se reducían un poco más que en Tailandia, pues cerdo no había en ninguna parte, por lo que debía ser o pollo o ternera. Me senté en la terraza a contemplar la puesta de sol justo detrás de la selva a la vez que podía ver la calle principal del pueblo iluminándose poco a poco desde una posición privilegiada.

La comida estaba buena pero quizás no tanto como en otros pueblos, algo que ya me esperaba por la poca competencia que tienen allí y supongo por la dificultad de hacer llegar hasta allí todos los productos. En cualquier caso estaba lo suficientemente bueno y lo importante de aquella cena no fue tan la comida sino disfrutar del momento y de la situación. Estuve allí hasta las 20:15 cuando el sol ya se había escondido completamente. Los mosquitos ya hacía rato que daban vueltas aprovechando las horas de claridad pero de menos calor justo antes de la puesta de sol y de éstos ya se tenía que tener más respeto. De hecho ya me habían picado algunos y eso era algo que me preocupaba, pues aquí te podían pasar cualquier enfermedad. Mientras estuviera aquí ya no saldría de la habitación sin haberme puesto el repelente de mosquitos.

La cena no fue lo más bueno que había probado en Malasia pero era bastante más barato de lo que me esperaba teniendo en cuenta dónde nos encontrábamos. La cena me salió por 6RM, 1,20€, precios similares a otras zonas de Malasia.

Después ya fui directamente hacia el hotel a mirar alguna peli ya dormir sobre las 21h, lo que no me costó nada porque había sido un día largo y bastante duro, sobre todo el trayecto de 3 horas en la barca , que aunque fue un trayecto único, no dejó de ser muy cansado físicamente. El pueblo ya me lo conocía por haber dado sólo una vuelta de menos de dos horas, por lo que al día siguiente ya iría a comprar a alguno de los dos mini-súpers que había visto. Eso sí, aquí no había 7-elevan.

De camino al hotel me encontré a la pareja de franceses que ya había conocido en Tanah Rata antes de coger la mini van que nos llevó hasta aquí, bueno, hasta el pueblo donde hicimos el transbordo a la barca. De hecho, al día siguiente, acabaría encontrando a todo el mundo que conocía un poco del trayecto hasta aquí, pues era todo tan pequeño y había tan pocos lugares donde alojarse que lo difícil hubiera sido no encontrarse. No podía dejar de pensar en lo extraño que había sido ese trayecto desde las Cameron Highlands hasta aquí, pues a diferencia de otros trayectos, éste no sé bien porque, pero no recordaba bien cómo debía ser, supongo que por la cantidad de buses, vuelos y hoteles que había reservado. De hecho no me esperaba que fueran tantas horas en barca y con ese tipo de barca. Aunque yo lo había reservado y todo fue tal cual decía en la reserva, todo ello supuso cierta sorpresa para mí haciendo que en ese momento todavía estuviera pensando en los búfalos y monos que habíamos visto por el río en aquel trayecto esperaba hasta que me encontré dentro de esa barca. Cuando algo ocurre sin que te lo esperes por completo y va todo tan bien, la alegría y satisfacción es doble. De hecho, sin haberse adentrado todavía en la selva, para mí haber llegado hasta allí ya había merecido la pena.

27/06/2019 Plantación de té, Mossy Forest, trekking por la jungla y Rafflesia

27/06/2019 Plantación de té, Mossy Forest, trekking por la jungla y Rafflesia

Me desperté a las 4:30h después de haber dormido las 8 horas de rigor. Probablemente ésta fue la noche que mejor dormí en todo el viaje dejando de lado la noche en el tren. En las Cameron Highlands por la noche hace bastante frío por lo que las habitaciones no necesitan tener ni ventiladores. Dormí bien tapado toda la noche, inédito. Además este hotel me daba la sensación de que estaba casi vacío, de hecho todavía no había visto otra osta, por lo que el silencio era absoluto a todas horas.

Este día sería probablemente el mes cansado hasta entonces ya que estaría todo el día haciendo un tour por diferentes selvas, plantaciones de té y poblados casi indígenas. Sobre todo uno de los dos trekkings que haríamos duraría más de 3 horas caminando por una de las selvas más inaccesibles de las Cameron Highlands y probablemente de todo Malasia en busca de la mayor flor del mundo, la Rafflesia, una flor que puede medir más de un metro de diámetro! Así que tocaba prepararse bien por el día que me esperaba.

En el hotel había un restaurante donde servían desayunos que no estaban incluidos en el precio pero que iría a tomar para tener energía suficiente para aguantar hasta la hora del almuerzo. Normalmente no como nada hasta el almuerzo, pero hoy más valía comer huevos fritos. Así que tenía previsto ir a las 7:30h a tomar un buen desayuno antes del tour que era a las 8:40h. Hasta entonces como todas las mañanas, me duché, tomé un primer café, escribí el periódico, mirar correos, finanzas y leer alguna noticia. Estaba en la otra punta del mundo y sin parar ni un día pero seguía estando bien informado.

A las 7:30h ya tenía la mochila preparada, básicamente con un impermeable, repelente de mosquitos y agua y ya bajé al restaurante a desayunar. Para acceder al restaurante primero se tenía que salir del hotel, pues la entrada del restaurante estaba en el patio. Al bajar vi que la puerta principal del hotel todavía estaba cerrada y la propietaria todavía no estaba. Abrí la puerta y salí al patio pero el restaurante también parecía cerrado y sin nadie dentro. Esperé 5 minutos en el patio y viendo que no había nadie volví a la habitación a cargar el móvil por completo ya dejarlo ya todo preparado para sólo coger y marchar rápido.

A las 8:10h volví a bajar y ahora sí que el restaurante estaba abierto. Dentro había una pareja que no supe exactamente si eran malayos o hindúes pero si parecía quedarse un poco sorprendidos de verme. No debería haber demasiados clientes y menos a esa hora. De hecho incluso le pregunté si podía desayunar, ya que la cara que puso parecía no entender qué hacía allí. Le pedí un american breakfast que era tortilla, perritos calientes y tostadas con mantequilla y mermelada a más de otro café. Realmente uno de los mejores desayunos que se puede hacer para obtener energía por un día duro pero sin quedarte tan lleno que no puedas ni empezar a andar. Lo cierto es que después de comer todo aquello y tomar el café, salí a la puerta del hotel a esperar al guía bien fresco y listo para lo que fuera.

Hacia las 8:30h apareció la propietaria, que por cierto hablaba con la pareja del restaurante en inglés, lo que me hizo pensar que la propietaria no era malaya, de hecho por lo que ya no lo parecía. Rápidamente fui a buscar la mochila y el ticket de la reserva y fui hacia fuera a esperar al guía.

A las 8:42h llegó el guía con el Jeep. Yo era el primero por lo que me dijo sentarme en el lugar del copiloto (a la izquierda). Nos presentamos y fuimos a buscar a los otros 5 integrantes del grupo. Él se llamaba Joe y parecía indígena. De hecho, la mujer del hotel hablaba de los indígenas que eran los que sabían encontrar las Rafflesies. Jeep era muy auténtico y con unos cuernos sobre el parachoques. Eso sí, se le veía bastante atropellado, señal de lo complicado de los caminos por los que iríamos.

Muy cerca de mi hotel, en la misma carretera, ya estaba el hotel donde recogimos a 3 chicas, dos alemanas y una australiana que se sentaron justo detrás de nosotros. Y bastante más lejos, de hecho ya parecía otro pueblo, los dos últimos, una pareja de irlandeses que se sentaron en la parte trasera. Por cierto, el chico era idéntico a Zelda, de hecho daba la sensación de que quería parecerse a él, pues incluso el peinado era igual.

Y una vez todos los del grupo dentro del Jeep fuimos directamente hacia la selva, o jungla como le decía Joe, a hacer el trekking más complicado para buscar las Rafflesies. El trayecto fue de unos 45 minutos e incluso pasamos a otro estado, en Jinlong.

Para entrar en la selva teníamos que entrar primero en lo que parecía el caminito de acceso a una granja de fresas, un tipo de granja también muy abundante en las Cameron Highlands. Tuvimos que subir con el Jeep por un caminito muy estrecho, irregular, lleno de baches y con una pendiente de al menos el 45% que conducía hasta la entrada de la granja y que se adentraba unos metros más en la jungla hasta un punto donde el camino ya era impracticable y ya no había más remedio que dejar el Jeep y seguir andando. Empecábamos así el trekking por la jungla.

Nos poníamos todos repelente, cogíamos la mochila con el agua y los 6 mes el guía empezábamos a caminar. Ya de entrada debía cruzarse un puente hecho de varias cañas de bambú. Y de hecho sería el primero de unos cuantos ya que deberíamos cruzar el río varias veces.

Los primeros 200 o 300 metros eran relativamente fáciles, pues se hacían por un caminito de medio metro de ancho, fangoso e irregular, pero al menos era plano. Pero después, una vez todos pensábamos que todo el camino sería así, complicado pero plano, el guía se detuvo y dijo, «climbbing time», señalando un camino aún peor y con fuerte pendiente de bajada. Empezaba el trekking de verdad y seguiría así durante 3 horas.

Hasta entonces el camino era más fácil porque por aquella zona pasaban empleados de la granja para arreglar las canalizaciones que tenían para recoger el agua del río, pero por dónde iríamos ahora ya no se pasaba tanto y eso se notaría . De hecho el guía ya tenía el machete preparado para ir cortando las ramas que se nos pusieran por delante.

Por suerte ese día no llovía pero si había llovido el día anterior por lo que el suelo era muy fangoso y lleno de charcos. Tenías que ir cogiendo a las ramas sobre todo en las bajadas más fuertes para no resbalar. El guía nos comentaba que el día anterior llovió a cántaros y que andar por allí no sólo era casi imposible sino a más peligroso. Nosotros íbamos con calzado normal pero él llevaba unas botas indicativas de que ese camino ya lo había hecho un montón de veces con un palmo de agua.

Hasta entonces los puentes de bambú nos habían parecido un peligro enorme y un milagro que ninguno de nosotros hubiera caído al río, pero ahora ya tocaba cruzar el río sin puente, por unas rocas mojadas y resbaladizas. El guía fue saltando por las rocas como una cabra montesa, pero los demás íbamos pisando 4 veces cada roca antes de saltar, incluso alguna se sentaba en una roca antes de pasar a la otra. Y más de uno, yo incluido, acababa mojando el pie en el río agarrándose bien a la roca para no mojar aún más. Al menos eso limpió un poco el barro que ya llevábamos por media pierna…

El camino se iba complicando por momentos ya que había árboles caídos en medio del camino o algunos troncos bajos que te obligaban a ir agachado unos metros. Por suerte el camino no desaparecía ya que los mismos guías iban cortando algún tronco o caña de bambú de vez en cuando pasaban. Además, los propios turistas con sus pies hacían que no creciera nada en el estrecho camino que íbamos siguiendo.

En las Cameron Highlands, durante la noche la temperatura es muy agradable, incluso hace frío, pero durante el día hace tanto calor como en George Town, por lo que tienen una variación de temperatura entre día y noche brutal . Había pasado una muy buena noche pero ahora volvía a hacer un calor insoportable, que sumado a la alta humedad de la selva, hacía que la sensación de calor fuera de más de 40ºC, y más debiendo hacer ese camino subiendo, bajando y agachando- tiene continuamente. Todo ello era bastante más duro de lo que parecía en el tríptico.

Y finalmente, al cabo de dos horas de subir y bajar pendientes cada vez más pronunciadas, el guía se detuvo, se volvió para mirarnos y allí vimos la primera Rafflesia. Era un espectáculo. De tan grandes que son crecen y se quedan en el suelo, pues no hay tronco capaz de aguantarlas. Tienen un color rojo muy intenso y la parte del medio está vacía. Dentro tienen el polen pero buena parte está vacía, es muy raro e incluso algo angustioso. Dentro de si ven un montón de mosquitos y guindillas entrando y saliendo, de hecho los notas como te pican en la cara cuando te acercas a mirar. Aquella medía unos 60 cm de diámetro aunque el guía nos enseñó una foto de una que encontró de 120 cm de diámetro, el doble que aquélla, algo realmente espectacular.

Íbamos pasando uno por uno para hacer las fotos y una vez las hice y fui hacia dónde estaban los demás, de repente todos gritaron, ¡NO STOOOP! Me detuve de repente aún sin saber si me lo decían a mí oa otro hasta que se acercó el guía para señalarme que había estado a punto de pisar dos hijas de Rafflesia, dos de esas flores que apenas median medio palmo cada una. Menos mal que me detuve a tiempo, pues de estas flores hay poquísimas y no quisiera haber sido recordado como el que mató a una.

Después de que todos hubimos hecho las fotos de rigor seguimos caminando por un caminito con fuerte pendiente pero que en pocos minutos nos llevó a otra Rafflesia. Era curioso porque allí donde había una, normalmente había alguna muerta en los alrededores, y siempre más pequeñas que aún tenían que abrirse. Según decía el guía, estas flores se abren en cuestión de días, es decir, puedes ir un día y ver una bola pequeña en el suelo, e ir al día siguiente y encontrártela abierta y con un tamaño 5 veces superior. En esta segunda es donde el guía nos tomó una foto a cada uno junto a la flor.

Yo que pensaba que quizás no encontraríamos ninguna y de momento ya llevábamos dos. Algunas agencias de Tanah Rata no garantizaban encontrarlas, mientras que ésta sí, y ahora entendía por qué. El guía era un tío que llevaba viviendo allí toda su vida y se conocía aquella selva como si fuera su casa. Venía todos los días, se conocía todos esos caminitos imposibles, buscaba las flores y sabía volver al mismo lugar para enseñarlas. Yo flipaba.

Después de ver la segunda Rafflesia y explicarnos que el nombre venía de Raffle, su descubridor, mas Asia, el lugar donde la encontró, seguimos subiendo montaña entre ramas y raíces para llegar a la tercera y última Rafflesia que veríamos, de las grandes está claro, porque de pequeñas aún por abrirse vimos más de diez. Tres puede parecer poco, pero es muchísimo, de hecho hay gente que hace la excursión y no encuentra ninguna, todo depende del guía que te toque. Además hay que tener en cuenta que son flores muy difíciles de reproducirse y crecer, por lo que hay realmente pocas.

Y una vez vistas 3 de las flores más grandes del mundo y cuando ya llevábamos más de dos horas de trekking, iniciamos el camino de regreso hacia el Jeep. El tramo inicial lo hicimos por otro camino hasta que llegamos al camino utilizado en la ida. Ahora parecía fácil un camino que hacía dos horas parecía impracticable. El poder de la relativización y de la experiencia, aunque sea poca.

Encontrar a Rafflesias era el objetivo principal de aquel trekking pero ni mucho menos el único que ver. Por el camino íbamos viendo plantas y flores rarísimas, mariposas gigantes de casi un palmo de ancho y otros insectos y pájaros que nunca había visto. Realmente era un pase caminar por esa selva rodeado de tanta biodiversidad tan desconocida por la mayoría de nosotros.

Hacia las 12:30h llegábamos al Jeep todos suadísimos excepto el guía, que además era el que iba más tapado para evitar las picaduras de los mosquitos. Como podía estar tan acostumbrado a la humedad que ni siquiera sudó ni un poco con el rato que llevábamos andando. Estábamos todos muy cansados pero muy contentos de haber visto tantas Rafflesias, pues ninguno de nosotros lo esperaba. Apenas habíamos hecho la primera de las actividades del día y yo ya no podía más, de hecho si me hubieran dicho que volver al hotel habría aceptado de inmediato. Pero menos mal que no porque todavía quedaban muchas cosas interesantes por ver.

La próxima parada que haríamos sería en el pueblo de Orang Asli Settlement Village, un pueblecito, de los que yo llamo muy auténtico, de los que apenas tienen agua corriente, de los que cada vez cuesta más ver y mas encontrar, de los que te enseñan muchas más cosas que las grandes ciudades, de los que en cierto modo te cambian un poco la vida. Un pueblo indígena casi parado en el tiempo en el que todavía cazan lanzando un punzón con veneno a través de una caña. Poder ver, visitar e incluso charlar con estos habitantes es una de las mejores experiencias que pueden tenerse.

Llegamos al pueblo en menos de 5 minutos, pues estaba casi junto a la selva. Antes de bajar del Jeep ya podíamos ver cómo eran las casas. Para mí eran casas a punto de caer y algunas parecían hechas por ellos mismos con lo que encontraban por la selva, pero el guía nos explicó que aquellas casas les dieron el estado, ya que antes sí que vivían en casas hechas por ellos con caña de bambú, por lo que lo que ahora vemos, que parecían barracas, eran palacetes comparados con las casas en las que vivían no hacía demasiados años. Eso si, el pueblo era muy pequeño, yo conté unas 10 o 12 casas puestas sin demasiado orden, quedando un espacio más amplio en medio donde jugaban unos niños. El suelo era de arena e irregular, pero ellos se lo pasaban bien allí corriendo y viendo a aquellos turistas que venían sólo a tomar fotos. Eso sí, los niños eran muy curiosos y no paraban de preguntar, aunque no hablaban inglés por lo que no podíamos mantener una conversación.

Primero nos enseñaron una herramienta hecha con cañas de bambú que junto con agujas con veneno, utilizaban para disparar soplando a los animales. Decían que cazaban pájaros y monos. Lo probamos en una diana y era complicado. Yo disparé dos veces y en la segunda me acerqué bastante al centro de la diana, aunque creo que estaba demasiado cerca, a menos de 10 metros que era la distancia a la que ellos disparaban para no asustar al animal en cuestión.

Después dimos una vuelta por libre de unos 15 minutos por el pueblo donde había unos 10 niños siguiéndonos por donde íbamos. Parecía que veían turistas o simplemente gente de fuera del pueblo muy de vez en cuando, pues sólo que les sonrieras, como yo hice, ya te iban siguiendo con una sonrisa allá donde ibas, sin molestar, simplemente mirando y siguiendo curiosos por aquella gente que llegaba de repente en ese pueblo parado en el tiempo. Eran realmente muy graciosos, y como mucha otra gente, uno de ellos llevaba una camiseta del Barça, a quien le intenté decir que yo era de Barcelona pero que creo que no me entendieron, por un lado porque no parecía hablar inglés y por otro porque quizás ni sabían que Barcelona también es una ciudad.

El pueblo no hacía ni una hectárea y evidentemente no tenía ninguna parte asfaltada, de hecho ni siquiera tenía orden en la ubicación de las casas. El terreno era irregular y las gallinas corrían por todas partes. Lo impactante era que para nosotros vivir allí sería imposible pero por lo que nos contaba Joe, la vida en aquel pueblo ahora era mucho más fácil que antes, incluso los niños iban a la escuela.

Poder conocer la vida de estos pueblos en primera persona es algo apasionante y más si puedes hablar con sus habitantes. De hecho esto es probablemente lo que más me gusta viajar a lugares más remotos. Esta visita no me la esperaba y para mí fue lo mejor del día. Nunca olvidaré la sonrisa de aquellos niños mirándome fijamente, simplemente esperando a que me moviera para seguirme, haciéndoles este hecho tan simple, los niños más felices del mundo.

Después de ver el Orang Asli Settlement Village fuimos a comer deshaciendo parte del camino hecho, pues la selva y el pueblo recién visitado eran los puntos más alejados de Tanah Rata, por lo que a partir de ahora, en cada nueva visita estaríamos un poco más cerca del punto de salida/llegada.

Al cabo de unos 10 minutos llegamos al restaurante que estaba en un pueblo similar a Tanah Rata aunque algo más pequeño y por lo que me pareció, con no tantos hoteles como en Tanah rata. Aquí todo el mundo parecía local y los negocios como los que puedes encontrar en cualquier ciudad. El restaurante era un buffet libre por lo que aproveché para comer de todo un poco. Primero nos daban una bandeja con varios compartimentos y en uno de ellos te ponían directamente arroz basil, y después ya podías pasar por las tinas de comer a coger lo que quisieras. Había varios tipos de carne hecha de varios modos, ensaladas, empanadas, panes, etc. Yo cogí conejo al curry, pollo rebozado, ensalada de pepino, un tipo de pan con especias, una especie de mini pizza y patatas que parecían estofadas que me mezclé con el arroz y la ensalada de pepino. Nos sentamos juntos en una mesa y empezamos a comer. Me jodí muy fino.

Me lo terminé casi todo, de hecho sólo me dejé un par de cucharadas del arroz, pero de todo lo demás nada. Había desayunado muy bien pero después de la caminata tenía ya mucha hambre, y de hecho aquella comida me fue perfecta y era el primer buffet que hacía en ese viaje, que de vez en cuando ya va bien sobre todo por la variedad de platos que allí puedes encontrar.

Todos comieron bastante pero sin duda yo fui el que más comí. Y todo ello una botella de agua grande sólo por 16RM, 3,40€.

Al cabo de unos 45 minutos ya fuimos hacia la siguiente parada, que sería una de las plantaciones de té de las Cameron Highlands, siguiendo deshaciendo camino hacia Tanah Rata.

Primero fuimos hasta un «view point» desde donde se veía buena parte de la plantación, y si no se veía mas era porque las propias montañas la tapaban. De hecho, la plantación llegaba hasta donde llegaba la vista, era simplemente inmensa. Le dije a Joe que era mayor de lo que creía y él me respondió que aquella era pequeña, que íbamos era porque era la mejor preparada para recibir visitas, pero no para ser la mayor…

A continuación Joe nos dejó en la entrada del complejo donde caminamos hasta la fábrica para hacer una visita de unos 15 minutos ya sin Joe, donde se podía ver cómo una máquina abría los grandes, a continuación unos trabajadores lo ponían en una cinta en la que se trituraba y según su tamaño resultaba en un tipo de té u otro. Había toneladas de granos de té arrastrados por las cintas que nunca paraban porque continuamente llegaban mas camiones llenos. Estaba completamente prohibido tomar fotos y de hecho lo vigilaban mucho, señal de la gran competencia que hay en este sector y en esta zona, siendo muy recelosos de enseñar mas de la cuenta o incluso de contar mas de la cuenta. Los secretos de la producción no se veían ni se contaban.

Para terminar la visita a la fábrica, no podía faltar el paso por la tienda y el bar de la fábrica donde vendían todos los tipos de té que producen. Fuimos los 6 miembros del grupo primero a la tienda donde había decenas de tipos de té. A mí no me gusta el té por lo que miré un poco pero sin intención de comprar nada. Algún compañero de tour si que compró alguna caja, de hecho iba con alemanas, irlandesas y una australiana, probablemente lugares donde tomar té es más habitual que en España o Italia.

Después fuimos hacia el bar restaurante donde sí pedí un té y que sería el segundo o tercero que me tomaba en toda mi vida. Nos sentamos los 6 en una mesa y todo el mundo se pidió un té, por lo que yo no podía quedarme allí mirando y bastante, así que pedí lo que me pareció más normal que se llamaba Boh Tea Tarik por 4RM (0 ,85€) que realmente no tenía ni idea de qué era pero que al final no resultó tan malo como me esperaba, no tanto como para cambiar del café al té, pero si que me lo tomé bastante a gusto y mas después de la comida que me acababa de joder.

Estuvimos unos 20 minutos los 6 sentados en una mesa de la cafetería que realmente estaba muy bien, pues todas las paredes eran de cristal y daban a los campos de té, por lo que desde la mesa tenías unas vistas únicas y panorámicas de hectáreas de plantación de té. Allí quien habló mas, y me extrañó porque no había hablado hasta entonces, fue la chica irlandesa, que de hecho era muy alegre y divertida. Supongo que hasta entonces apenas había hablado por la dureza del tour, pero ahora allí sentada y relajada estuvo contando anécdotas bastante divertidas. Aunque por lo que me pareció viajaban bastante, lo hacían de forma que yo llamaría poco auténtica, normalmente a lugares muy turísticos y gastando demasiado dinero en hoteles caros y sin demasiado sentido, pero evidentemente cada uno viaja como quiere, de hecho para mí la cuestión es viajar, el cómo es lo de menos.

La verdad es que pasamos un rato muy agradable admirando aquellos paisajes y charlando de nuestras experiencias anteriores conociéndonos todos juntos un poco más.

A las 15:30h volvíamos al Jeep donde ya nos esperaba Joe para ir a la cuarta y penúltima parada, la granja de fresas, el otro producto más producido en las Cameron Highlands junto con el té. El clima en esta zona es perfecto para cultivar ambos productos, el té y las fresas.

Ésta era la típica parada que se hace básicamente para gastar en el bar de la granja, pues ésta tampoco tiene nada especial. Si hace gracia si nunca has visto ninguna, pero realmente no es nada espectacular en comparación con la plantación de té. Son una serie de paneles en paralelo en un invernadero donde están plantadas las fresas, cada una con un montón de fresas colgante. Y después hacia el bar en el que había todo tipo de batidos, pastas y helados de fresa, evidentemente de fresas de la propia granja, que hay que decir estaban muy buenas. Yo me pedí un helado con fresas frescas y nata por 8RM, 1,70€, algo caro teniendo en cuenta los precios de Malasia y que por ese precio comes, pero ya se sabe, éste era un poco el objetivo de aquella visita, y de hecho valió la pena el helado, pues era casi el primer capricho en todo el viaje y me entró muy bien después de las caminatas y el calor que hacía.

Sentamos un rato a comer el helado y volví con Joe que estaba fuera esperando. Joe era un tío bastante peculiar, muy extrovertido pero a la vez muy independiente y una personalidad muy fuerte en el sentido que parecía que le importaba poco, por no decir nada, lo que pensaran los demás de él. Realmente estos caracteres me gustan por lo que me cayó muy bien. Así que salí de la heladería y fui a sentarme un rato con él que estaba sentado solo en un banco esperándonos. Por lo que explicaba se le notaba que le encantaba su trabajo, sobre todo aquellas montañas y selvas que enseñaba. Era joven pero siempre había vivido allí, por lo que aquellas tierras eran su casa y las cuidaba y hacía cuidar, de hecho sólo había que ver con qué facilidad iba en medio de la selva sin sudar ni perderse.

Cuando el resto del grupo salió de la heladería volvimos al Jeep para ir hacia la quinta y última parada, y de hecho la segunda más dura, que era el trekking por el Mossy Forest y el punto más cercano a Tanah Rata .

El Mossy Forest es una reserva natural donde en principio se tenían que pagar 30RM para poder acceder, eso sí, estaba bien preparado con caminos bien hechos y aseos para los turistas, aunque eso, como también pensaba en Joe, le sacaba toda la autenticidad e interés de la selva. Pero nuestro guía, que era un crack, nos dijo que conocía otro camino más auténtico, sin turistas, sin caminos hechos, y sin tener que pagar los 30RM, por lo que a todos nos pareció perfecto y fuimos hacia allí .

Llegamos al cabo de unos 30 minutos. Aparcó el Jeep en un camino, bajamos y allí al lado se veía un pequeño sendero pero que ya de entrada tenía una pendiente del 60% que te obligaba a escalar, y de hecho, puesto que pasaba menos gente, era mucho más complicado que los senderos de la selva donde habíamos estado por la mañana. Había muchas ramas por el suelo, otras a medio cuerpo que te obligaban a andar unos metros agachado, además de baches y raíces que complicaban cada uno de los pasos que dábamos. Por lo general todo mucho más complicado pero mucho más auténtico y memorable.

En algunos puntos prácticamente teníamos que escalar y en otros bajar con las manos al suelo para no caer rodando hacia abajo. Realmente no había ningún sendero ni medio hecho. Continuamente Joe tenía que ir cortando ramas para hacer un poco de camino, de hecho yo ni entendía cómo sabía hacia dónde ir. Algo que nos pareció muy curioso fue ver que en algunos tramos el suelo parecía hundirse. Por lo que se ve las raíces acababan vaciando buena parte del subsuelo haciendo que la parte superior cediera unos centímetros tal cual estuvieras sobre un colchón. Joe nos dijo que no pasaba nada pero la verdad es que hacía algo de mal rollo ir andando mientras el suelo se movía como una cama de agua.

Al cabo de unos 30 minutos de ir escalando montaña llegamos a la cima desde donde podíamos ver el resto del Mossy Forest y parte de las Cameron Highlands. Era curioso ya que en ese punto el suelo era una roca blanca, algo diferente a todo lo demás donde sólo había vegetación. Y según nos dijo el guía esa roca sólo se encontraba en 3 puntos de las Cameron Highlands. Allí estábamos a 1600 metros de altitud, el segundo punto más alto donde se encontraba ese tipo de roca.

Las vistas eran impresionantes y la tranquilidad absoluta, no había nadie más aparte de nosotros 7, algo que teníamos que agradecer a Joe por habernos llevado por esa ruta y no por la conocida llena de turistas. Ésta no la conocía nadie y ésta era la prueba, una cima con unas vistas guapísimas y sin ningún turista.

Al cabo de unos 10 minutos de contemplar las vistas desde uno de los puntos más altos de Cameron Highlands, iniciamos la bajada, quizás menos cansada pero igual de complicada, o más, que la subida, pues a veces es más peligroso bajar que subir, de hecho si antes debíamos escalar ahora casi que debíamos hacer rápel. En algunos tramos me hacía cruces cómo todas las chicas iban bajando cogidas por las ramas sin que ninguna cayera o frenara el grupo en exceso, para que luego algunos digan que las mujeres no pueden hacer ciertas cosas. Estoy seguro de que muchos hombres habrían sido incapaces de hacer lo que hicieron aquellas cuatro chicas a lo largo de todo el día. Horas y horas caminando y escalando por bosques y selvas sin quejarse en ningún momento.

A las 17:30h llegábamos de nuevo al Jeep y ahora si ya tocaba volver al hotel. Estábamos todos, excepto Joe, como si volviéramos de una guerra o de haber pasado un mes perdidos en medio del Everest. Sucios, con rasguños, sudados y casi sin hablar de lo cansados que estábamos. Cuando el día anterior reservé el tour ni de lejos me esperaba que fuera tan completo y tan cansado, aunque de hecho mejor, puesto que si lo hubiera sabido no sé si me habría apuntado cometiendo así un gran error, porque fue una experiencia inolvidable. A veces no sabes de lo que eres capaz de hacer hasta que lo haces, por eso a veces es mejor no saber lo que harás, para no echarte atrás. Ahora que ya acabábamos, yo y probablemente todo el grupo, estábamos muy orgullosos de haberlo podido hacer a pesar de haber pasado ese día recorriendo algunos de los lugares más remotos de las Cameron Highlands acompañados por un nativo que se las conocía como la palma de su mano.

Primero dejamos a la pareja de irlandeses para quedar su hotel más cerca, después las dos chicas alemanas y la australiana que estaban en el mismo hotel, y finalmente a mí. Me despedí de Joe dándole la mano y agradeciéndole la gran experiencia y fui hacia el hotel. Había sido un día muy completo de 9 horas viendo y haciendo cosas que nunca había hecho ni visto, de hecho todo fue mucho más completo e interesante de lo que me esperaba.

Eran las 18h cuando llegaba al hotel y todavía no tenía claro si buscar una lavandería exprés o simplemente lavar un poco los pantalones en la habitación y ya está. Finalmente y debido a la hora que era y lo cansado que estaba, decidí sólo lavar los pantalones y la mochila llenos de barro por los trekkings con el jabón de ropa que llevaba allí mismo en la habitación. Lo que no pensé fue en que allí hacía frío y el sol ya se escondía, por lo que no daría demasiado tiempo durante la noche para que se secara todo bien.

Hacia las 19:30h salí a comprar algo de comida para cenar en el hotel ya que al día siguiente tenía que levantarme pronto para irme a Taman Negara y cenar en la habitación me permitía ganar tiempo e ir a dormir una vez cenada. Compré como siempre en estos casos pasta deshidratada en uno de los mini-súpers ya en la carretera pero en la parte más cercana al hotel y junto a los lugares ambulantes con mesas donde había cenado el día anterior y donde volví a ver si había algo similar. El lugar donde compré el día anterior estaba cerrado pero había otro similar donde compré 4 piezas de Roti de las que más me habían gustado el día anterior. Todo ello, la pasta más los Rotis, costaron 3RM (0,60€), es decir, por poco más de medio euro compré suficiente comida como para poder cenar. Además, esta vez los Rotis venían en salsa por lo que todavía estaban más buenos que los del día anterior. Teniendo en cuenta que la base de los Rotis es el plátano, no dejaba de ser curioso que fueran tan buenos, pues el plátano solo a mí no me gusta nada, pero preparado de esa manera estaba buenísimo.

Volví a la habitación a terminar de hacer la maleta y hacia las 20:30h a cenar mientras miraba en las noticias uno de los incendios más importantes en Cataluña en los últimos años, el incendio de la Ribera d’Ebre y que en ese momento hacía poco que se había iniciado pero ya había quemado unas 3.000 hectáreas. Un desastre y una señal más de las graves consecuencias que está teniendo el cambio climático en nuestro país. Temperaturas cada año más altas, menos lluvias y cada año más territorio desertizado.

Y a las 21:30h ya iba a dormir, ya preparado para el día siguiente ir hacia Kuala Tahan, un pueblo en medio de la selva más antigua del mundo, Taman Negara, la que se considera que tiene unos 200 millones años y probablemente aún más inaccesible que las que había podido ver aquí en las Cameron Highlands, pues aquí al menos había plantaciones de té y granjas, cosa que en Taman Negara no ocurría. De hecho para llegar debería ir en un barco por el río durante más de dos horas.

Las Cameron Highlands era seguramente la visita más incierta que tenía de todo el viaje ya que había decidido venir cuando ya casi se marchaba de Barcelona, ​​por lo que prácticamente no había podido preparar nada, apenas reservar el bus hasta aquí. Pero al final todo fue perfecto e hice muchas más cosas de las que creía y sólo en un día. Menos mal que decidí parar aquí antes de llegar a Taman Negara porque sino me habría perdido uno de los días más intensos del viaje. Eso sí, las poco más de 36 horas que había pasado habían sido bastante frenéticas, primero para organizar lo que haría y después hacerlo. Teniendo en cuenta que pocas horas antes no tenía ni idea de lo que haría ni cómo, el resultado fue simplemente excelente. Se marchaba de las Cameron Highlands con la sensación de que había hecho lo mejor que podría haber hecho.

26/06/2019 De camino a las Cameron Highlands

26/06/2019 De camino a las Cameron Highlands

Este día dejaba a George Town para ir hacia las Cameron Highlands, famosas por sus plantaciones de té, sus selvas donde se puede encontrar la flor más grande del mundo y su clima más fresco y donde llegaría en un bus que ya tenía reservado y salía a las 7:45h. Me desperté pronto, hacia las 4:30h, pues a las 7 de la mañana quería irme y al menos necesito dos horas para hacer todo lo que quiero hacer antes de salir, y más cuando dejo un hotel ya que hay que recogerlo pese a hacer completamente la maleta. Así que primero hice un medio café mientras miraba bien dónde tenía que ir a buscar el bus y dónde estaba el hotel de Tanah Rata que es el pueblo de las Cameron Highlands donde dormiría. Después como cada mañana miré correos, escribí el periódico, me duché y terminé de hacer la maleta mientras me tomaba el otro medio café hasta las 7:10h que ya dejé la habitación y bajé a hacer el check-out.

La salida del bus estaba prevista para las 7:45h y el sitio estaba a unos 15 minutos andando del hotel casi en línea recta, así que fui hacia allí con la ayuda casi imprescindible de Google Maps. Una vez más quedaba demostrada la buena ubicación de aquel hotel que me había permitido ir andando a todas partes e incluso ahora cuando sólo tendría que andar 15 minutos. Realmente se agradece.

El billete ya lo tenía comprado desde antes del inicio del viaje, comprado, como casi todos, en 12go.asia por 38,90RM, unos 8,40€. Un precio barato teniendo en cuenta que el trayecto era de 250km.

El sitio era una estación de autobuses bastante grande y que se encontraba fuera del centro histórico aunque todavía muy cerca. De hecho el día anterior casi pasé por delante al regresar de la Times Square. Tenía unos 7 u 8 carriles donde esperaban los autocares y por un lado unas cuantas oficinas de las distintas compañías que operaban los autocares. Así que entré buscando la oficina de la compañía. No la encontré por lo que entré en una donde había gente esperando para preguntar por aquella compañía en concreto y me dijeron que allí no era pero me indicaron adónde debía ir, que estaba fuera de esa estación pero justo enfrente, al otro lado de la calle donde ya se veían 2 o 3 autocares esperando. Fui y enseguida vi que en aquella calle había más oficinas de otras agencias, fui preguntando hasta que en la tercera a la que entré acerté. Por los carteles no podía saberse ya que yo sólo tenía el nombre de la operadora, pero no de la agencia. La mujer me indicó el autocar que debería coger y vi que de hecho en el propio autocar sí que ponía el nombre bien mayor, Unititi Express. Dejé la maleta y hacia arriba.

Eran las 7:30h cuando ya estaba sentado y aunque la salida estaba prevista para las 7:45h, hasta las 8 no salimos. Además hizo una parada de al menos 20 minutos en otra estación todavía de la isla de Penang, por lo que todo se estaba retrasando mucho. Hay que tener en cuenta que el trayecto ya estaba previsto que durara al menos 5 horas, por lo que estos retrasos no hacían ninguna gracia.

Aunque en esta segunda parada también había subido más gente, el bus iba bastante vacío, lo que se agradece por no tener a nadie al lado. Muy cerca de mí sentó una chica que también iba sola con su mochila y haciendo el mismo trayecto que yo. La mayoría parecían malayos o al menos locales, y que muchos eran chinos pero que no puedes saber si viven donde están de viaje. En cualquier caso no era el único viajero que iba solo haciendo ese mismo trayecto.

Para salir de la isla de Penang fue por uno de los dos puentes que conectan la isla con la península, puentes que son como una autopista y muy largos, de hecho son una obra de ingeniería impresionante. Por el tiempo que tardamos en cruzarlo, yo diría que al menos tenía 4 o 5 kilómetros de largo, eran una pasada. Y de hecho ésta era la ruta que me indicaba Google Maps cuando busqué cómo llegar a George Town desde la frontera con Tailandia. Google Maps no mostraba los ferrys por lo que sólo daba la opción de llegar en bus cruzando uno de estos puentes.

Hasta la ciudad de Ipoh, donde hizo otra parada de poco rato, el tráfico era importante por lo que más tiempo que íbamos perdiendo. No fue hasta entonces que el tráfico ya era mucho menos y ya fue hasta el destino a la velocidad máxima que podía ir.

La ciudad de Ipoh, donde estábamos ahora, era una de las ciudades en las que había considerado dormir ya que queda más cerca de las Cameron Highlands y de hecho muchos viajeros pasan noche. Pero teniendo en cuenta que George Town es una ciudad mucho más interesante y tampoco queda tan lejos, finalmente me decidí para aprovechar más días en George Town. Y de hecho, por lo que veía ahora, sólo eran dos horas menos de camino, por lo que tampoco valía demasiado la pena.

La segunda mitad del trayecto la dediqué a ir escribiendo el diario y mirar bien dónde nos dejaría el bus ya cuánto me quedaba del hotel. Tanah Rata, a pesar de ser la ciudad más importante de Cameron Highlands, es bastante pequeña, y además el hotel estaba bien situado, por lo que el bus nos dejaría a unos 10 minutos andando del hotel que tenía reservado. Y ya eran unos cuantos hoteles a los que había podido llegar andando, algo que siempre normalmente miro al reservar.

La hora prevista de llegada era a las 12:15h pero apenas eran las 11h cuando hacíamos una nueva parada en un área de descanso que se encontraba todavía a unos 130 kilómetros de Tanah Rata, distancia que según Google Maps tardaríamos 3 horas en hacer, por lo que estaba claro que llegaríamos con bastante retraso.

Desayuné en el bus e incluso me estuve a punto de dormir, pero el bus paró unos segundos y eso ya hace que tu cuerpo se despierte, de hecho todo el mundo que estaba durmiendo se despertó pensando que ya habíamos llegado.

El tramo final del trayecto, al que llegamos hacia las 13h y que ya era la zona de Cameron Highlands, era una carretera con fuerte subida de un solo carril por sentido y con curvas constantemente, por lo que tardamos más de una hora al recorrer ese último tramo de tan sólo 25 kilómetros. Eso sí, ya íbamos pasando por medio de todos los pueblecitos de Cameron Highlands además de ver ya las montañas y los espesos bosques de esta zona. De hecho, la mayoría de pueblecitos eran muy pequeños y quedaban casi completamente en los arcenes de aquella carretera por donde pasaban más autocares que coches, una situación que me pareció no sólo peligrosa sino una buena señal de la explotación que hacían de aquellas. suelos. Veremos cuánto tiempo aguantan…

Pasadas las 14h por fin llegábamos a la terminal de autobuses de Tanah Rata, que más que una terminal parecía una pequeña plaza. Eso si, con las letras bien grandes de Tanah Rata al estilo Hollywood.. Bajamos, hacía la primera foto del sitio y con el móvil en la mano con el inestimable Google Maps fui hacia el hotel.

Solo tuve que andar poco más de 5 minutos por la misma carretera por la que veníamos y después entrar por un caminito de arena y que todavía subía más arriba hasta el hotel que ya se veía de lejos, pues estaba a una zona unos metros elevada y tenía unas letras muy grandes en la fachada. Parecía pues que desde allí tendría unas buenas vistas al menos de Tanah Rata, ciudad que parecía hecha sólo para alojar a turistas, pues la mayoría de locales eran tiendas de souvenirs, restaurantes, agencias de tours u hoteles. En cualquier caso todo era muy pequeño por lo que no había ningún tipo de masificación, de hecho todo lo contrario, aquella zona no era de fácil acceso ni era un lugar de playa y fiesta, por lo que el turismo que había no sólo era mucho más limitado, sino también mucho más sensato, respetuoso e interesado en maravillas naturales como aquella.

Todo el camino era de subida, como era de esperar en las Cameron Highlands, pero además los últimos 100 metros, ya en el caminito de arena, la pendiente aumentaba considerablemente haciendo que el tramo final fuera ciertamente cansado de hacer. El hotel era un edificio de 3 plantas en el aire por los 4 lados rodeados de jardines y en una pequeña colina que permitía ver toda la ciudad y buena parte de las Cameron Highlands desde sus ventanales a lo largo de toda la planta. Aún no había entrado pero ya estaba seguro de que aquél era el mejor hotel que podría haber reservado en Tanah Rata. Y hay que decir que no me decidí por éste por estas vistas, sino por el precio. Era de los más económicos ya que tenía habitaciones individuales, y no sólo dobles como otros muchos, por lo que no sólo era el más económico que había encontrado sino lo que ahora me parecía lo mejor de la ciudad.

El día anterior ya había avisado al hotel de que llegaría aproximadamente a esa hora ya que me lo preguntaron, por lo que al entrar en el hotel y saludar a la propietaria me dio la sensación de que ya me ‘estaba esperando y que no tenía mas huéspedes por ese día ya que lo primero que me dijo fue a ver si pronunciaría bien mi nombre, sin ni preguntarme cómo me decía, nombre que por cierto pronunció bastante bien pero como ya me imaginaba pronunciando también la U.

Hicimos el check-in, pagué los 20RM (4,30€) de tasa turística por las dos noches y muy amablemente me quiso explicar todo lo que podía hacer por la zona, a lo que le respondí que seguramente contrataría un tour y que por tanto no era necesario. Me dio las llaves y subí a la primera planta en la que estaba mi habitación, la 109.

No soy de los que les gusta demasiado ir en tours organizados, de hecho lo hago pocas veces y sólo cuando es imprescindible debido a la dificultad de llegar a algún sitio por libre o por falta de tiempo. Y estos eran justamente los motivos por los que allí quería reservar un tour, pues sólo estaría un día completo y llegar a la selva a la que quería ir para encontrar la mayor flor del mundo era casi imposible. Así que esa tarde la dedicaría a mirar agencias y comparar tours.

La habitación era pequeña pero con baño propio y cama individual, por lo que sólo estaba pagando por una persona y no por dos como muchos hoteles con cama de matrimonio. El baño propio era un lujo que en pocos hoteles en lo que llevaba de viaje había encontrado. Así que a pesar de ser muy barato, la habitación era más completa que otras, la propietaria era muy amable y servicial y las vistas eran las mejores del pueblo. Buena elección.

Dejé las cosas y me tomé un café mientras reservaba una noche más en el hotel de Melacca, la noche del 30 de junio al 1 de julio ya que tenía reservado ya del 1 al 3 pero no esa noche ya que antes de la salida del viaje todavía no lo había terminado de organizar. De hecho el problema fue que intentando cambiar las fechas y poner en vez de entrar el día 1 entrar el 30, Agoda decía que esas fechas no estaban disponibles, pero allí fui a hacer una segunda reserva por esa noche y si me dejó. Tuve que hacer dos reservas separadas por el mismo hotel, pero así ya tenía todas las noches de lo que me quedaba de viaje con hoteles reservados. Ahora ya tocaba pensar en qué haría exactamente al día siguiente y buscar la forma de hacerlo, ya fuera contratar un tour o ir por libre.

Conforme más lo pensaba más claro tenía que quería ir por libre como de hecho hago casi siempre, pero a la vez era consciente del poco tiempo que tenía y de lo difícil de llegar a ciertos lugares, así que cada vez estaba más indeciso. Finalmente bajé a recepción para pedirle directamente a la propietaria que me recomendara qué hacer, pues la vi muy predispuesta y sincera y nada mejor que un local para saber qué es mejor.

Así que le dije que había pensado en un tour por la falta de tiempo y para poder encontrar a Rafflesia, la flor más grande del mundo, pero que yo siempre prefería hacer las cosas por libre. Como es normal ella no quería mojarse al recomendarme una u otra cosa así que quedamos que me contaría todas las opciones que había de tours y de recorridos por libre para así poder decidir con toda la información disponible. De hecho tenía que contarme lo que ya había querido explicarme al hacer el check-in y que la verdad, habría tenido que dejar que me contara.

Y la verdad es que me lo explicó todo mucho mejor de lo que pensaba. Sobre un mapa me fue diciendo los sitios donde podía ir solo, algunos caminando desde el hotel y otros en moto, y los lugares donde mejor sería reservar un tour, así como lo que podría ver y hacer en cada sitio. Con aquellos poco más de 5 minutos de explicaciones me quedó clarísimas todas las opciones y de hecho incluso ahora ya consideraba más hacer un tour que ir por libre, pues me había hecho ver cosas que de otra forma no debería visto. La lección pues, nunca dejes de escuchar los consejos de un local, aunque después no hagas caso. Sabrás cosas que no encontrarías por Internet.

En resumen, por libre y caminando podía realizar 3 trekkings en una zona cerca del hotel pero que no era ninguna de las selvas más interesantes ni donde se podía encontrar la Rafflesia. Hay que tener en cuenta que aquí en Cameron Highlands hay un par de selvas muy interesantes de ver y algunos pueblos que todavía viven como hace un siglo, todo ello lugares muy interesantes de visitar pero muy difíciles de llegar sin un guía. Andando también podía ir a una plantación de té. Y si iba en moto, además podía ir a Mossy Forest, una de las selvas, pero claro, no podía alquilar ninguna moto. Y con los tours podría ir a hacer un trekking por la otra selva que era la más espectacular y donde se encuentran las Rafflesies, además de poder hacer también todo lo demás (visitar la otra selva, otras plantaciones, poblaciones locales , etc.), Dependiendo del tour se harían más o menos cosas, evidentemente pagando más o menos dinero.

Una vez con toda la información fui a dar una vuelta por el pueblo, básicamente por la acera de la carretera, a ver las agencias que había por todas partes y qué precios tenían por los mismos tours que la propietaria del hotel me había ofrecido, pues ella ya me dio un tríptico con todos los tours que podía reservar en el mismo hotel.

Todos los tours que iba viendo eran similares a los que me habían ofrecido en el hotel aunque en general me parecieron unos 10RM más baratos, supongo que por la comisión del hotel, por lo que finalmente decidí reservar el tour más completo y directamente en el hotel por la confianza que me había dado la mujer. Aparte de que me fiaba más de ella, las demás agencias no aseguraban encontrar la Rafflesia, lo que la del hotel sí. Así pues, por unos 25€ que costaba el tour más completo de 10 horas de duración viendo casi todo lo que se puede ver en las Cameron Highlands e incluso Rafflesies, me pareció un precio más que razonable por lo que ya volví en el hotel para reservarlo. Con todo ello ya eran casi las 18h, por lo que tampoco podía perder ya más tiempo, pues el tour sería al día siguiente.

En cuanto volví al hotel, le dije a la mujer que reservaría con ella el tour mas completo, ella llamó y en 2 minutos ya tenía el tiquet. Me pasarían a recoger por el hotel a las 8:40 de la mañana. Y ya con el trabajo del día hecho, volví a la habitación a descansar un rato que hasta entonces, entre unas cosas y otras, todavía no había podido estirarme a descansar, de hecho ni siquiera había comido, sólo comido galletas durante el trayecto. Pero al menos ya estaba en el hotel de las Cameron Highlands y ya tenía planning completo para el día siguiente, cuando vería prácticamente todo lo más interesante que tienen estas tierras.

A las 19h salí a cenar, bueno, a comer cena. Fui directamente a una zona en la carretera pero a la altura del hotel donde ya había visto que había varios sitios ambulando con tablas incluso. Parecía una zona pensada por los locales por lo que no lo pensé dos veces. Había lugares de malayas pero sobre todo hindúes, de hecho el pueblo parecía más de la india que de Malasia por la cantidad de hindúes que había. Aquí, a diferencia de George Town, no había chinos.

Miré en todos los sitios y finalmente me decidí por uno de dos chicas malayas donde hacían todo tipo de Roti que en ese momento todavía no sabía de que eran, pero se veían como pequeñas empanadas fritas de varios tipos. Yo pensaba que alguna sería de carne así que pedí una o dos de cada, en total 9 piezas por 4RM, ni un euro.

El problema es que me pareció que todas eran de plátano hecho de varias formas. De hecho la chica tenía un montón de plátanos junto a la freidora. En cualquier caso estaban buenos aunque evidentemente no eran tan contundentes como las empanadas de carne hindúes que había probado el día anterior. De hecho, en algunos casos ni siquiera se notaba que fuera plátano debido a que estaban muy fritos. Nunca pensé que algo hecho básicamente de plátano pudiera ser tan bueno y hartar tanto, pues con las 9 que me comí quedé bien lleno.

Me senté en una de las mesas junto a ese lugar ambulante y allí me las comí directamente de una bolsa de plástico y pinchando cada pieza con un punzón de madera, todo muy auténtico y como haría cualquier otro local de Tanah Rata.

Al terminármelas pedí 3 piezas más del tipo que más me había gustado y me las comí mientras iba a un mini súper a comprar agua y algunas galletas. Como ya había leído, aquí la temperatura era mucho más baja que en George Town, de hecho ahora que ya se iba el sol, la temperatura estaba bajando en picado, hasta el punto de que me puse la chaqueta por primera vez en todo el viaje, incluso era una sensación tan extraña. Por fin podría dormir bien y dejar de comprar tanta agua.

Y hacia las 20h volvía al hotel ya para acostarse, pues ya hacía 16 horas que me había despertado y no había hecho siesta. Así al día siguiente me despertaría con mucho tiempo para ponerme el día con algunas cosas y prepararme para el tour, pues caminaríamos durante horas en medio de una selva tropical sin caminos por lo que no era cualquier cosa que se pudiera hacer improvisante. Estaba contento ya que con la información de la propietaria y después de haber visto varias agencias del pueblo, estaba convencido de que había decidido lo adecuado para la situación. Al día siguiente sería un día decir pero en un solo día vería casi todo lo que se puede ver en las Cameron Highlands acompañado de un nativo, cada vez más difícil de encontrar.

25/06/2019 Tercer día en George Town. Times Square y Little India

25/06/2019 Tercer día en George Town. Times Square y Little India

Me desperté sobre las 8 de la mañana no habiendo dormido ni 6 horas, probablemente por el ruido que debería hacer alguno de los vecinos, pero en todo caso lo prefería ya que ese día debería ir a dormir pronto, o al menos intentar -lo, ya que al día siguiente debería levantarme pronto para ir hacia el próximo destino, Cameron Highlands, donde por fin y después de 30 días de calor insoportable pasaría un poco de fresquito viendo las plantaciones de té mas famosas del mundo a casi 2000 metros de altitud.

Internet no llegaba bien a las habitaciones o al menos a la mía. Con el móvil de vez en cuando pillaba un poco aunque muy poco y se cortaba mucho, y con el portátil igual o peor. Tenía todavía algunas cosas pendientes en relación a las cuentas del viaje ya una consulta en Bnext que había hecho debido a que no aparecía el tipo de cambio aplicado en la retirada de efectivo realizado el primer día de Malasia, y a mí me parecía que no aplicaban el tipo de cambio oficial, y ya era la segunda vez que lo sospechaba por lo que esa tarjeta cada vez me gustaba menos. Más tarde acabé averiguando que el problema es que Bnext aplica el tipo de cambio de Visa que no es tan bueno como el interbancario que es el que aplica Revolut.

Así que básicamente aproveché para escribir el diario que no necesitaba de conexión a Internet, me duché, tomé el café en la habitación con el calentador como todos los días y hacia las 10:30h salí a pasear por George Town. Todo el centro histórico ya lo había visto durante los dos días anteriores, por lo que esta vez iría por la zona más nueva aunque siempre acostumbra a ser la más fea, pues ya son edificios sin gracia, calles sin orden, con mucha gente y tráfico. Por suerte George Town no era una gran ciudad en comparación con otras capitales por lo que se podía pasear por todas partes.

Para ir a algún sitio en concreto decidí ir a Times Square, que en ese momento no sabía muy bien que era pero lo vi en Google Maps y me hizo gracia. Evidentemente pensaba que sería una plaza con neones, no tantos como la de Nueva York pero algo que intentara imitarla.

La plaza estaba a unos 20 minutos andando del hotel. Fui por una de las calles importantes que van del norte al sur de la ciudad, puesto que la plaza estaba más al sur. Aquella calle ya me la conocía un poco ya que es donde estaba el 7-elevan al que iba casi siempre y que parecía marcar una de las puntas de Chinatown y Little India. Nada más salir de Chinatown, crucé la Little India hasta salir del centro histórico y entrar por primera vez en la parte nueva de la ciudad.

En este punto la ciudad hace un cambio total como ocurre en todas las ciudades que tienen un centro histórico aunque no me dejó de sorprender, pues hasta ese momento ni siquiera me había planteado que George Town fuera mucho mas que ese centro histórico. De hecho la ciudad se veía mayor de lo que me esperaba y recordaba a capitales europeas como puede ser Barcelona. Hay que tener en cuenta que en general las capitales asiáticas son megaciudades 10 veces mayores que las europeas, por lo que una ciudad como Barcelona para ellos es una ciudad mediana, y George Town lo era.

Cuando iba por la acera de aquella calle en dirección a Times Square, bajo unos arcos y detrás de una columna, había una mujer que al acercarme me hizo una señal de la que me acercara. Pensaba que sería una vendedora, pues estaba delante de tiendas, y cuando estaba a 2 metros me dijo: «I suck your cock, 20 ringgits», haciendo el gesto y todo. Durante un segundo me quedé delante de ella muy parado, pues Malasia es un país musulmán y no hubiera imaginado encontrarme una prostituta por la calle a las 11 de la mañana. Eso sí, estaba bastante escondida y no se notaba que fuera prostituta. En cualquier caso, me salió una sonrisa por el gesto que hizo, le dije que no y seguí andando.

En pocos minutos más llegaba a Times Square. Primero vi a dos transformers gigantes, de al menos 10 metros de alto, y pensé que estaría allí, pero al acercarme vi que aquello sólo era un parking. En el edificio de al lado ponía Times Square, pero al ir andando por delante del edificio me di cuenta de que Times Square no era una plaza sino un centro comercial o algo similar. Así que nada, pasé ni de entrar y sin ver a neones volví hacia la zona del hotel pero yendo por otras calles. Al menos eso me había servido para ver a la otra parte de George Town.

Así que una vez dada la vuelta al edificio que se suponía era Times Square, volví hacia Chinatown pero por otro camino, así al menos iría viendo todo lo que pudiera de George Town. La verdad es que no tiene nada que ver el centro histórico con el resto de la ciudad, bueno, como en todas las ciudades que tienen un centro histórico. La ciudad no tenía ninguna gracia especial y además estaban haciendo muchas obras. Menos mal que el GPS funcionaba perfectamente porque si no hubiera sido imposible estar las casi dos horas que estuve paseando sin perderse, pues las calles no tenían ningún orden ni sentido. Eso sí, seguía la gran mezcla de culturas y religiones típica malaya que es algo que me encanta ver junto a la vida quotidiana de los habitantes.

Hacia las 12:30h llegaba de nuevo al centro histórico y por tanto a la zona del hotel, el Kim Haus. Aquí hacía calor pero no tanto como en Tailandia, o al menos había menos humedad cosa que hacía que pudiera andar más rato por la calle sin sufrir por mi vida. De hecho llevaba ya dos horas caminando y aún habría podido seguir más rato sin ningún problema, algo impensable en Tailandia.

Aquel día quería comer sólo en restaurantes hindúes ya que los días anteriores ya había comido demasiado en chinos. Así que fui a la Little India que también estaba muy cerca del hotel, de hecho a unos 5 minutos andando ya había una calle llena de sitios ambulante y restaurantes hindúes.

Prefería un puesto ambulante que un restaurante ya que parecen más orientados a los locales, así que recorrí toda la calle donde más había y me paré en uno donde parecía que había una especie de empanadas rebozadas o fritas y además tenían toda una tabla de precios, cosa que a mí ya me da más confianza porque sabes seguro que no te estafarán para verte cara de extranjero, aunque hay que decir que en Malasia por el momento parecía totalmente diferente a otros sitios, aquí no parecía que nadie quisiera estafar a nadie por simple hecho de ser extranjero.

Así que allí me paré, miré la mesa con los nombres y vi que aquellas empanadas se llamaban Samosa, pues todo era Samosa de algo. Pedí tres, una de atún, otra de carne y una tercera de huevo duro. Me senté en unas escaleras de un edificio de la misma calle que quedaban en la sombra y allí me las comí, como un hindú local más. Fue perfecto y aquellas cosas estaban buenísimas, era realmente de lo bueno que había probado durante el viaje, pues parecían rebozadas y fritas de una manera que quedaban muy crujientes con el relleno dentro. Tenían forma triangular y como ya me imaginaba, llenaban mucho, más que por la cantidad, que también, pues el relleno era contundente, creo que sobre todo por cómo estaban fritas. Y las 3 sólo costaron, 3,50RM (0,75€). Es lo que tiene comida donde comen los locales, buenos precios y comida muy buena y auténtica. Y con esto casi ya había comido. Eso sí, no creo que fuera de los más saludable que había comido.

Apenas eran las 13h cuando acababa de comer y volvía al hotel a dormir la siesta, no demasiado rato ya que ese día tenía que ir a dormir en breve. Así que sobre las 14h ya me levanté, me tomé el segundo café del día, escribí el diario, salí un rato de la habitación para ir al bar de la misma planta donde se cogía Internet perfectamente, me voy duchar y sobre las 16:30h volví a salir.

Justo frente al hotel normalmente había un vendedor de una de las frutas más extrañas que he visto nunca, o más bien, la extraña devoción que parecían tener todos los malayos por una fruta que, literalmente, huele a podrido. Era muy sorprendente ver cómo la cortaba, pero más sorprendente era ver la cola que hacía la gente para comprarla. De hecho, en muchos transportes públicos de Malasia hay un cartel donde se prohíbe expresamente comer esta fruta, pues el mal olor es tan fuerte que resultaría imposible ir dentro del mismo bus que una persona comiendo.

Quería volver a ir al Antarabangsa Enterprise a tomar una cerveza, esta vez una caña de 0,5L que es lo que se tomaba casi todo el mundo. Primero paseé un poco por la zona ya que antes de las 17h estaba o medio cerrado o todavía estaban sacando las mesas. A las 17h fui allá y ya había al menos 5 o 6 personas sentadas en una mesa. Pedí la jarra por 7RM y me senté en otra mesa.

El bar estaba en zona ya totalmente conocida por mí, de hecho la terraza estaba en medio de una calle que daba a la calle de puestos ambulante donde había cenado el día anterior. Allí estaba realmente bien, con pocos coches pero con movimiento suficiente como para que fuera entretenido.

A los pocos minutos vino un señor de unos 55 años y se sentó en la mesa. Yo estaba escribiendo el diario en el móvil y al cabo de unos 10 minutos paré. Entonces el señor, mostrando un grado importante de educación, me ofreció un pite, no por el ofrecimiento, sino porque hasta que no dejé el móvil no me dijo nada. Yo le respondí que ya la tenía, sacando mi paquete de Chester Field, pero entonces me fijé con el paquete del hombre y era de una marca que nunca había visto, Canyon. Le pregunté cuánto costaba y sorprendió, 4RM, frente a los 12,40RM del Chester Field. Entonces sí que le acepté el ofrecimiento, pues quería probarlo. Y la verdad es que estaba lo suficientemente bueno para lo que costaba. Era más suave que otros pero más que aceptable por costar menos de 1€.

Así que ya empecé a preguntarle si lo venían a los 7-elevan que es donde yo lo compraba casi todo, a lo que me respondió que no, cosa que me extrañó mucho, pues pensaba que el único sitio donde vendían tabaco estaba en el 7-elevan. Me dijo que lo venían a los mini súper chinos llamados Teng Bee y que normalmente había uno cerca de donde había un 7-elevan, de hecho en el cotado de lo que había ido yo un par de veces había uno. Me dijo que allí todo era más barato que a los 7-elevan.

Después estuvimos hablando de lo típico por un extranjero, de dónde eres y qué tipo de viaje estás haciendo. ¿Al decirle que era de España él preguntó cómo todo el mundo, Barcelona? Pues sí. Los asiáticos están enamorados de Barcelona y no conozco de demasiadas ciudades que no sean capital pero que sean más famosas que la propia capital de su país, pues aquí nadie me preguntaba por Madrid, de hecho no escuché la palabra de ningún asiático, en cambio todo el mundo preguntaba por Barcelona.

Le conté toda la ruta que haría por Malasia y me dijo que todo era muy bonito pero que Kuala Lumpur era muy caro, que intentara estar el menor tiempo posible. Yo ya tenía las reservas y rutas hechas por lo que cambiar ya no cambiaría, pero por lo menos me dio información útil. También explicaba que Melacca, donde pasaría 3 noches, estaba muy bien, que era una ciudad muy bonita y mucho más barata que Kuala Lumpur. Bien, es de suponer, pues Kuala Lumpur es la capital del país.

Y al cabo de unos 40 minutos de estar charlando me despedí dándole la mano y diciéndole que en ese mismo momento iba a buscar el Teng Bee, cosa que evidentemente hice y de hecho encontré mucho más rápido de lo que pensaba. Realmente estaba frente al 7-elevan donde había comprado la garrafa de agua de 6L.

Entré a preguntar pero no les quedaba tabaco Canyon, supongo que por lo barato que es, así que volví al hotel a preparar la maleta ya que al día siguiente por la mañana se marchaba, por fin, a tierras más frescas . Aquí no había llevado la ropa a ninguna lavandería por lo que no tenía la maleta tan deshecha. Además en la habitación tampoco había sitio para deshacer nada, ni siquiera armarios, por lo que todo estaba suficientemente recogido.

Una vez todo preparado y cuando eran las 20h aproximadamente, fui a cenar. Éste debía ser un día de comida hindú, así que volví a la calle de la Little India donde había comido para buscar, preferentemente, algún sitio ambulante hindú. Recorrí las dos calles donde había más restaurantes y lugares ambulante pero algunos de los lugares ya habían cerrado y los otros no vendían comida suficientemente contundente, pues por la noche sí quiero comer algo contundente que al mediodía. Así que fui al restaurante que estaba casi al inicio de la calle y que además es lo que quedaba más cerca del hotel, y pedí un Nasi Lemak Chicken, que era arroz estilo basil con pescadito frito, pepino y muslo de pollo rebozado. El plato y un agua costó 9,50RM (2€). El plato era muy similar a algunos platos tailandeses. El enlucido del muslo era diferente, no sabría decir que tenía, probablemente alguna especie india, pero le daba un sabor diferente y muy bueno. Los trabajadores del restaurante, que parecían todos de la misma familia, eran indios pero de religión musulmana, era algo raro, de hecho era la primera vez que veía a una mujer india con el velo musulmán.

Otra curiosidad eran los cubiertos. Por lo que ya había visto hasta entonces, en Asia no hay cuchillos en ninguna parte, pero allí tenían una cuchara-horquilla. No sé exactamente para que era, pero ya la utilicé para ir arrancando pedazos del muslo de pollo, pues era o así o con las manos. En cualquier caso me habían dado un utensilio para poder comer el muslo de pollo sin apenas tener que tocarlo, algo que no había ocurrido en Tailandia.

Y no sé si era por el hecho de ser indios, pero las mujeres parecían hacer el trabajo menos duro, pues quienes cocinaban eran todos los hombres, las mujeres tomaban el pedido y cobraban, muy diferente al que verías en una familia musulmana no india. Es decir, eran musulmanes, pero no parecía que el papel de la mujer fuera de la típica musulmana. Hay que tener en cuenta que el papel de la mujer en la India es muy distinto al que tienen en la mayoría de países musulmanes.

Hacia las 21h acababa de cenar y volvía al hotel. De camino tenía que pasar por la gran mezquita, ahora toda iluminada y además en plena ceremonia, escuchándose los cánticos tanto por la megafonía como de dentro de todas las personas que rezaban. Era la primera vez que veía a musulmanes rezando dentro de una mezquita, pues a diferencia de las iglesias, al menos a ésta, desde fuera se ve lo que sucede dentro.

A las 22h fui a dormir, de hecho demasiado tarde teniendo en cuenta que al día siguiente quería levantarme a las 4:30h, pero es que en este hotel no se puede acostarse antes ya que entre la música del bar y el ruido de los posibles vecinos de habitación, en ese hotel no hay más remedio que acostarse como mínimo a las 22h, que se supone que es la hora que la gente ya considera que puede haber alguien durmiendo. Al menos los dos subnormales americanos ya no estaban, por lo que ya no me despertarían con sus gritos de loco a las 12 de la noche.

Y así llegaba la última noche a George Town, la primera de las 5 ciudades que visitaría de Malasia. Tanto esta ciudad como, de momento, Malasia, me habían gustado más de lo que me esperaba. de hecho me esperaba un país bastante igual en Tailandia debido a que están uno al lado del otro, pero realmente poco tienen que ver, de hecho ni siquiera tienen la misma hora, por no hablar de la religión. pero no eran estas cosas las que más me sorprendían, sino la diferencia del nivel de vida entre ambos países. Sólo había que ver los trenes que había en la estación de Padang Besar, estación partida por la frontera, donde a un lado hay trenes de más de 30 años y en el otro trenes más modernos que en cualquiera de los países europeos.

24/06/2019 Segundo día en George Town: Casco antiguo

24/06/2019 Segundo día en George Town: Casco antiguo

Me desperté a las 8 de la mañana después de haber dormido unas 11 horas, eso si, despertándome 3 o 4 veces debido a que cualquier persona que hablara en cualquiera de las habitaciones de la misma planta se escuchaba como si hablara a mi lado, literalmente, y claro, como siempre está el típico mal educado que se cree que vive solo en el planeta, pues hicieron que me despertara varias veces. De hecho había una pareja en la habitación de al lado que de tan mal educados que eran ya tachaban la subnormalidad perdida. A las 12 de la noche entraron gritando como si estuvieran en su casa, y mira que en la entrada de la galería había un cartel muy grande que ponía estar en silencio. Pues ni puto caso, gritando como gilipollas, porque no se les puede llamar de otro modo. Vale que las paredes eran de pladur y no paraban el ruido, pero si tienes que gritar te puedes ir fuera y llamas todo lo que quieras, no en las habitaciones como si fueras superior al resto de humanos cuando estás durmiendo en uno de los hoteles más baratos de George Town. De hecho dormí mucho mejor la noche anterior en el tren, menos horas pero mejor aprovechadas.

Este era mi primer día entero en George Town y pensaba aprovecharlo al máximo para ver todas las cosas interesantes que tiene esta ciudad.

Me duché y me tomé un buen café que me sentó mejor que nunca. Después de estar tantas horas tumbado te levantas medio rígido y con cierto cansancio, por lo que el café me ayudó mucho. Estuve anotando todos los gastos de los dos últimos días en Excel ya que eran unas cuantas y además había hecho un pago con tarjeta y una retirada de efectivo, por lo que tenía bastantes cosas que controlar. Además envié un par de correos, uno a Agoda, desde donde había reservado el hotel, para decirles que no me habían avisado del pago de la tasa turística, y otro a Bnext ya que al detalle de la retirada de efectivo no aparecía el tipo de cambio aplicado, y a mí me parecía estar un poco por debajo del oficial. Fue complicado porque apenas llegaba la conexión a las habitaciones, de hecho casi que llegaba mejor la señal de la conexión de la cuarta planta que la de la segunda que estaba en la que estaba yo.

Hacia las 11 de la mañana salí a dar una vuelta por George Town. Lo bueno de esta ciudad es que es relativamente pequeña y muchas de las cosas más interesantes se pueden ver sólo caminando, de hecho ésta es la mejor manera de ver la ciudad. Además, si algo bueno tenía el hotel era su ubicación, literalmente a menos de un kilómetro de los 17 sitios que había guardado en Google Maps para ver. Además estaba en Chinatown, que sólo por eso ya vale la pena. A 30 metros había un mercado, el Campbell Market, que el día anterior estaba cerrado por ser el domingo pero que ahora ya estaba abierto. Era todo de comida y había paradas donde limpiaban y cortaban enormes peces. Eso sí, era un mercado de los auténticos, con toda su suciedad y olores muy desagradables.

Por Internet había leído que lo mejor era no preparar ninguna ruta, sino ir andando y ahora girar por aquí y ahora por allá, y eso es lo que fui haciendo durante la mañana. Cuando veía una calle interesante entraba sin mirar por dónde iba, y de este modo es como iba encontrando muchos de los lugares que tenía guardados para visitar y sobre todo los famosos murales del ya conocido arte urbano de George Town. De hecho algo que me hizo mucha ilusión de encontrar y que fue de pura casualidad, fue probablemente el mural más famoso y que tanto había visto en imágenes. El de un hombre pintado en la pared y una moto de verdad delante, dando la sensación de que el hombre va subido a la moto. Es de esas cosas que has visto muchas veces y que no te esperas ver, por lo que cuando de repente te las encuentras delante de ti al dar una esquina, hacen el doble de gracia.

Por cierto que la ciudad parecía otra, pues hoy era lunes y como ya se sabe, los domingos la actividad es casi nula debido a que Malasia es un país oficialmente musulmán, por lo que los domingos muy poca gente trabaja o sale. Hoy era el lunes y la actividad era frenética. Por fin veía los famosos puestos ambulante por doquier. Además gracias a la multiculturalidad de George Town y de Malasia en general, había sitios hindúes, chinos, malayos, etc. De todo y mucho.

Fui andado por calles con mercados, arte urbano, viendo templos y siguiendo el camino para llegar hasta el mar. Sin saberlo estuve viendo muchos de los templos que tenía anotados por ver y también sin saberlo iba hacia el mar donde había 4 o 5 lugares más que tenía anotados.

Algunos de los templos chinos que me fui encontrando de casualidad fueron el Yap Kongsi, el Thean Hou Templ, el Goddess of Mercy Temple o el Seh Tek Tong Cheah Kongsi. Ademas la decisión de ir por una calle paralela al mar y que acababa en el paseo marítimo también fue buena ya que me permitió encontrar 4 puestos mas que tenía anotados y un mercado enorme donde todo eran puestos ambulante de comida, al menos 30 o 40 y de todo tipo, ya fueran chinos, hindúes, turcos o malayos.

Cuando llegué al mercado eran las 13h y al ver tanta comida ya no pude aguantar mas. Quería esperar lo máximo posible ya que después de comer me cuesta mucho más seguir paseando, pero como ya había caminado dos horas y estaba bastante lejos del hotel, lo que me obligaría a seguir caminando si o si, decidí comer allí . Además me costaría encontrar tanta diversidad de lugares de comida como tenía en ese sitio.

Entré y no pude ni recorrer una quinta parte de los sitios cuando ya me paré en uno chino. La mujer me dijo que me sentara y como los platos que había me parecieron bastante interesantes me quedé allí mismo. De hecho no fue la mejor idea ya que mi hotel estaba justo en Chinatown y si quería comer chino no hacía falta ir tan lejos, pero en fin, era el segundo día en Malasia y todavía tenía tiempo de probarlo de todo.

Pedí un Chong Qing Noodles, que en ese momento aún no lo sabía pero resultó que era sopa. Cuando me la llevaron pensé, hostia es sopa, pero después lo agradecí, ya que hizo que no acabara con la barriga tan llena que ya no quisiera ni moverme. Además era una sopa típica china que era algo que jamás había probado. Hay que tener en cuenta que la comida de los restaurantes chinos que hay por Europa no es comida típica china sino lo que ellos creen que nos puede gustar para que vayamos. Ellos comen otras cosas, y algo muy típico es ese tipo de sopas. Era de tallarines con huevo, verduras e incluso chile. Todo ello con palillos y la cuchara típica que ellos utilizan, más pequeña pero a la vez más profunda y alargada. Nunca he pedido tenedor en restaurantes asiáticos pero es que además aquí ya no era posible, pues ya ni siquiera los tenían. Y la verdad es que me costaba un poco, pero al tener cierta práctica seguramente no hice tanto el ridículo como otros harán. El precio del plato fue de 6 ringits (1,20€). Cabe decir que aquella especie de mercado era más caro que los puestos ambulante que había por la calle pero por el contrario podías escoger entre muchas opciones, ir al lavabo y sentarte en una mesa buena, a cubierto y con ventiladores, cosa que los puestos ambulante a lo sumo tienen una mesa, y que si está al sol te puede resultar muy difícil comer, eso si no te da un golpe de calor y deben recogerte con una pala. Y aunque fuera una sopa había mucha cantidad, y junto al huevo duro, hizo que realmente quedara harto pero no tan lleno como para no querer ni moverme de allí. Realmente fue el tamaño justo para el almuerzo y seguir paseando.

Antes de irme miré qué lugares de los que tenía guardados en Google Maps me quedaban cerca. Ya estaba casi en el paseo marítimo y vi que en un radio de 300 metros tenía 5 sitios de los guardados para visitar.

Primero pasé a ver la mansión Pinang Peranakan, otra de las mansiones construidas durante la época colonial y que se han ido manteniendo, por lo que ahora son auténticas joyas arquitectónicas. Cabe decir que otras mansiones no han podido mantenerse y ahora están en estado de ruina. Ver una mansión como aquellas medio derruida da incluso pena y te hace pensar en lo caro que debe ser su mantenimiento para que un día el propietario decida dejarla abandonada.

Caminar por el centro histórico es realmente un pase y muy entretenido. Los contrastes son impresionantes y en más de una ocasión ni siquiera parece que estés en Malasia. Especial gracia me hacían las cloacas y algunos edificios públicos, como el de bomberos, de un estilo colonial muy bien conservado.

Luego ya fui hasta el paseo marítimo. Por el camino, pues estaban casi junto al paseo, vi el Penang Town Hall y el MBPP Town Hall, dos edificios simplemente impresionantes, coloniales, enormes, perfectamente bien conservados y además junto al paseo marítimo. Estos ya eran edificios oficiales, de hecho como otras muchas mansiones coloniales que se han conservado, pues para un particular es realmente difícil mantener estas bestias.

En este punto ya había recorrido buena parte del centro histórico de la ciudad y de momento me parecía una ciudad muy bien cuidada y conservada, con mucha más historia de lo que imaginaba, también con menos turistas de los que uno esperaría y sobre todo con mucha vida. Al igual que ya había visto en Tailandia, aquí muchos locales también comían en restaurantes o los ambulantes, por lo que ahora las calles y restaurantes estaban llenas de locales comiendo, justo lo que más me gusta ver, la vida cotidiana y normal de la gente local.

Y por fin en el paseo marítimo con vistas al resto de la costa de la isla de Penang e incluso en la parte peninsular. Caminé a lo largo del paseo de aproximadamente un kilómetro hasta llegar a la zona del puerto, el mismo al que había llegado el día anterior con el ferry. Allí al final del paseo estaba el fuerte Cornwallis, un muro de defensa en primera línea de mar y que aún conserva los cañones originales. El fuerte está en la playa encarada al norte y que era el punto de llegada desde Tailandia o Nyammar. Es muy impresionante y está muy bien conservado manteniendo todavía todos los muros originales. Unos muros que tenían mucha historia detrás.

Allí al lado y ya en la intersección con la carretera principal paralela al mar, está Jubille Clock Tower, una torre de estilo árabe cuyo reloj da la bienvenida a George Town. Un monumento también muy conocido de esta ciudad.

A continuación pasé por la iglesia anglicana de Saint George, evidentemente de la época colonial y que contrasta en un país oficialmente musulmán, aunque cabe decir, que Malasia es un país muy abierto y tolerante en cuanto a culturas y religiones, todas ellas conviven en perfecta armonía aunque la religión católica es minoritaria. De hecho, esta iglesia es más un museo que una iglesia.

Y después ya volví hacia el hotel. Eran las 14:30h aproximadamente y ya había aprovechado mucho la mañana, así que intenté ir por calles todavía no vistas hasta llegar al hotel. Iba siguiendo el GPS pero los alrededores del hotel ya me conocía un poco.

Aunque no quería para no ir a dormir tarde, fue inevitable y me dormí al tumbarme un momento para descansar hasta las 17h, cuando me desperté, me tomé un café, adelanté el diario que lo tenía un poco retrasado y sobre las 18h volví a salir. Aquí también hacía calor pero me daba la sensación de que no tanto como en Tailandia, o al menos aquí no había tanta humedad haciendo que todo ello fuera más soportable.

Volví a andar por el centro histórico sin un rumbo fijo, yendo girando por aquellas calles que me llamaban mas la atención. A las 19h fui a tomar la primera cerveza a Malasia. Al ser éste un país musulmán, el tema alcohol está bastante restringido, y allí donde vienen es muy caro. Una lata de 33cl de las mas baratas a un 7-eleven vale unos 9 ringgits, 2,20€. Pero en George Town hay una tienda-bar en la que las cervezas cuestan sólo 6 ringgits, unos mes que aceptables 1,20€. De hecho, en todos los foros se habla del mismo bar, que es el famoso Antarabangsa Enterprise.

Así que fui hacia allá, que por cierto estaba a sólo 300 metros del hotel y el día anterior había pasado por delante, es más, por medio de su terraza para ir a una calle que me había hecho gracia, pero sin darme cuenta de que era ese bar tan conocido. Tenían algunas marcas extranjeras más conocidas pero yo pedí una Tiger, una cerveza asiática. Y allí me la tomé sentado en la terraza muy tranquilo y relajado después de los dos días bastante frenéticos que había tenido, pues George Town es una ciudad que invita a pasear durante mucho rato y yo sólo estaría dos días completos, que aún estaba aprovechando más el tiempo. Por el camino seguí encontrando arte urbano por cualquier calle, todo el centro de George Town parece un museo.

Hacía poco rato que habían abierto el bar pero ya estaba lleno, de hecho tuve que coger otra mesa de las que tenían apiladas y que las demás estaban ocupadas. Se notaba que allí las cervezas eran más asequibles. Eso sí, todos los clientes éramos extranjeros, chinos o hindúes. Y no pongo a los chinos y los hindúes en el mismo saco que los extranjeros porque ellos vivían allí, pues en George Town prácticamente hay la misma cantidad de chinos que de malayos.

Antes de ir al bar había pasado por el 7-elevan a comprar una botella de agua y cuando me fui del bar me la dejé allí sobre la mesa junto a la lata de cerveza vacía. Fantástico, casi lleno y bien fresquito y allí se quedó. Además allí las botellas eran bastante más caras que en Tailandia, de hecho el doble, pues en Tailandia costaban unos 0,30 € y en Malasia, al menos en George Town casi 0,70 €, y hay que tener en cuenta que todo el agua a beber a ser o embotellada o de las fuentes que se supone que hay por la calle de agua potable, aunque a aquellas alturas todavía no había visto ninguna. Así que volví al 7-elevan y decidí comprar una garrafa de 6L. Aunque acabaría calentándose, en el hotel el aire acondicionado estaba siempre tan fuerte que se mantendría a una temperatura aceptable para beber.

Volví al hotel a dejar la garrafa y sobre las 20h volví a salir a cenar. Voy a ir a una calle a unos 200 metros del hotel donde había un montón de puestos ambulante, eso si, todos chinos, pues todavía estaba en Chinatown, y aunque ya había comido en un sitio chino, decidí ir allá por proximidad y por variedad. Toda la calle parecía un gran mercado, con paradas a ambos lados y gente por doquier aunque la calle no estaba cortada al tráfico. Aquello era como un gran restaurante caótico de mesas, gente y coches.

Pedí otra vez sopa Noodle pero esta vez con carne de cerdo, por tanto más contundente, de hecho prefiero comer más ligero para poder pasear sin dormirme demasiado y cenar más fuerte ya que después ya no hago nada, sólo acostarse.

Fui a sentarme en una mesa libre que me indicó la mujer a esperar a que me llevara la sopa. Cuando ya me la había llevado otra mujer china se sentó en la misma mesa. Esto se hace mucho aunque en España es raro, pero hacia fuera allí lo he visto en todas partes. Y de hecho me fue bien para ver cómo comen ellos, pues es ciertamente complicado comerse los tallarines con los palillos. Además los que dan aquí son de plástico, reutilizables, evidentemente, y hacen que los fideos resbalen más que si fueran de madera. Yo comía los tallarines directamente con los palitos, pero por lo que vi a la mujer, lo que hacen con los bastoncillos es poner los tallarines en la cuchara y añaden un poco de la salsa picante que te dejan en un botecito aparte, salsa que yo puse toda directamente en la sopa. Lo intenté hacer pero todavía me costaba mas, por lo que seguí a mi modo de que tampoco es tan extraña.

La sopa con la carne me entró muy bien. De hecho, no había comido carne en todo el día y ya lo necesitaba. Además llevaba fuerza. Mira que yo no soy de sopas pero es que estas están buenísimas, de hecho no recuerdo haber comido nunca sopa para comer y cenar en el mismo día. El precio en esta ocasión fue de 5,50 ringgits (1,20€) y ésta si que me dejó bien lleno.

Después de cenar me despedí de la compañera de mesa y de la cocinera y volví al hotel que estaba cerca de allí y ya me conocía el camino perfectamente. Eran las 21:30h cuando intentaba acostarse pero aún no tenía sueño suficiente, por lo que me levanté para ir un rato al bar-restaurante que había en la misma planta donde estaba la habitación. De hecho hasta las 22h tocaban música estilo china en directa, por lo que tampoco era el mejor momento para dormir y si para estar allí escuchando la música. Allí por fin conocí a la pareja de americanos maleducados que hacían un escándalo cada noche como si vivieran solos en este planeta. De hecho eran las 12 de la noche cuando ya estaba en la habitación comiendo una bolsa de patatas mientras miraba a Netflix cuando entraron haciendo aún más escándalo que lo que habían hecho el día anterior, de hecho en algún momento parecía que estuvieran jugando a una guerra de almohadas. No entiendo cómo nadie se ha quejado de estos dos, eran realmente insoportables y de aquellos que sólo por esta forma de ser ya no tenía más ganas de ver ni escuchar.

En cuanto al bar musical que estaba allí al lado de la misma planta era realmente interesante y original, con escritos por toda la pared y una decoración que le daban un toque personal único. De hecho la puerta que daba a la galería con las habitaciones quedaba en una de las paredes de este bar, por lo que estaba muy bien quedarse allí tomando algo y escuchando aquella música tan extraña y después andar 10 metros para ir a dormir.

Al despertarme casi a las 17h de la siesta me costó un poco dormir. Hasta la 1 estuve escribiendo el periódico hasta que ya me vino el sueño y fui a dormir. Además ya estaba todo el mundo durmiendo y todo estaba en silencio, y literalmente escuchaba el de al lado cuando se movía, el simple ruido de él tocando la manta ya se escuchaba, por lo que el ruido de mis dedos tocando el teclado del portátil debería ser también un alboroto insoportable para él y no quería ser como la pareja de americanos, así que a la 1 y poco a dormir.

23/06/2019 Arribada a Malasia en tren y primer día en George Town

23/06/2019 Arribada a Malasia en tren y primer día en George Town

Dormí de puta madre, de hecho podría decir que dormí mejor que cualquiera de las noches en Koh Samui, último lugar que visité de Tailandia, donde el calor y el ruido me acababan despertando siempre. Aquí en el tren, al contrario de lo que me esperaba, no hacía ningún calor, de hecho durante la noche me tapé un poco con la manta que facilitaban, algo totalmente inédito en Tailandia. Nadie del vagón hizo demasiado ruido ni por la noche ni por la mañana, pues cuando yo me levanté a las 10:30h ya había mucha gente despierta, incluida la pareja que había subido a la misma estación que yo y que la chica va dormir sobre mí y el chico al lado. Ambos ya estaban sentados en asientos normales y sus camas deshechas y yo no me había dado cuenta de nada, parecía increíble. Hay que tener en cuenta que cuando alguien se despertaba, el chico encargado del vagón deshacía la cama y lo convertía en 4 asientos normales, por lo que no era poco. Pues ya había un montón de camas deshechas y yo durmiendo como un tronco. El fresquito que hacía, el movimiento del tren y el ruido del tren al que te acostumbrabas y acababa tapándolo todo, hicieron que pasara una muy buena noche durmiendo prácticamente 6 horas y media seguidas, que realmente necesitaba.

Eso sí, el despertar fue algo brusco. Yo ya tenía el despertador puesto a las 10:30 h, pues calculé que llegaríamos a la frontera hacia las 11:15 h. Pero a las 9:40h, el chico que se encargaba del mantenimiento de las camas y los lavabos pasó picando de mala manera con un palo sobre las barras de hierro de las camas y gritando Malasia, Malasia a todos los que todavía dormíamos. Me desperté de un bote del espanto que me dieron esos golpes. Cabe decir que al chico ya se le veía bastante amargado desde que subí al tren. En cualquier caso estaba bien que te desertaran, pues no lo sabía seguro. Además llegamos antes de lo que esperaba, pues el tren pasó por Surat Thani con más de dos horas de retraso pero durante todo el trayecto hasta Padang Besar ganó tiempo.

Fui al lavabo ya limpiarme un poco de tronco arriba en el fregadero de fuera con jabón incluido, pues yo por la mañana necesito ducharme o al menos hacer algo que se le parezca, sino salgo ya un poco cruzado. Y cuando fui hacia allí, al final del vagón, vi lo mejor que podía haber visto en ese momento, ¡una cafetera! Bien, un calentador de agua, pero por lo que necesitaba me iba perfecto. No podía creerlo. No poder tomar el café aquella mañana era algo a lo que ya me había resignado o que pensaba tomar cuando pudiera en destino, pero que en cualquier caso se me hacía muy duro, pues yo ya hace años que tomo un café cada mañana y me cuesta mucho arrancar sin él. Pero por suerte, antes de bajar del tren podría tomarme el café imprescindible de cada mañana.

Así que me vestí, guardé la ropa del día anterior (si, me cambié de ropa a diferencia de lo que habían hecho los demás, cosa que no entendía si todo el mundo iba con el equipaje) y seguidamente fui a tomar el café. Eso sí, tuvo que ser rápido ya que eran las 10 en punto y el chico del vagón ya estaba recogiendo todas las camas, y con lo amargado que estaba mejor no tardar demasiado en dejar la cama. Las camas se convertían en asientos normales y la gente iba asiento a los que ya estaban recogidos. Yo de momento, todavía tenía la maleta sobre la cama. Gracias a que tenía la taza plegable y el café soluble, en un momento ya tenía el café preparado y me lo estaba tomando sentado tranquilamente en la cama mientras escribía un poco el periódico desde el móvil.

Y a las 10:15h ya estaba con el equipaje preparado sentado en uno de los asientos esperando a llegar a Padang Besar, la ciudad dividida en dos entre Tailandia y Malasia. Cuando me senté enseguida el chico arregló mi cama, señal de que fui de los que más tarde se quitó, señal a la vez de lo bien que dormí. Ya me dediqué simplemente a contemplar por la ventana todo aquel paisaje ya bastante diferente al que había visto en Tailandia. No tabique durante la noche habíamos recorrido casi 400 kilómetros y eso se notaba. Montañas rocosas, escarpadas y con una abundante vegetación aparecían y desaparecían conforme nos acercábamos a Malasia.

Pasaría 15 días en Malasia para visitar 5 ciudades.

En menos de 10 minutos ya llegábamos a Padang Besar. El chico nos avisó de que ya era la próxima parada, cogíamos todos los del vagón nuestros equipajes y bajábamos del tren entre miradas de despido, pues no habíamos casi hablado entre nosotros pero eran ya tantas horas juntos que se había creado un pequeño vínculo , un cierto hermanamiento por haber compartido ese trayecto poco habitual y que provocaría que todos recordáramos las caras de los demás durante mucho tiempo. Probablemente teníamos pocas cosas en común, pero ese viaje ya era más que suficiente para habernos ayudado todos juntos ante cualquier imprevisto.

Por fin llegaba el momento de ver algo por primera vez y que me hacía mucha gracia: una aduana en una estación de tren. Era curioso, pues una vía era por donde llegaban los trenes de Tailandia y por el otro de donde salían hacia Malasia, y en medio de ambas, el control fronterizo. Primero la policía tailandesa encapsula a los pasajeros del tren que van bajando para que se dirijan todos hacia los controles de inmigración y que nadie pueda escapar. Nos hicieron entrar en la zona entre ambas vías en las que primero pasábamos por el control tailandés para poder salir del país. Allí teníamos que entregar el papel que teníamos desde que entramos en Tailandia junto al pasaporte. Sellaban el pasaporte y a continuación ya sólo podías andar unos 5 metros hasta llegar al control malayo dentro de la misma estación y justo al lado del control tailandés.

Ya en «territorio» malayo, lo primero que tuvimos que hacer fue pasar un control de equipaje como en cualquier aeropuerto. Realmente, a pesar de ser una estación de tren, no existe ninguna escapatoria.

Y pasado el equipaje ya sólo tocaba el control del pasaporte, sello y ya estaba en Malasia, sin salir de la estación. Ya podía ir a la otra vía y esperar un tren ya malayo que me llevara hasta Butterworth, o al menos ésta era la ciudad donde más blogs coincidían en decir que era donde desviarse para llegar a George Town, mi destino final.

Al llegar al andén malayo cometí un error que me costó una hora de tiempo, eso sí, ayudado por uno de los pasajeros de los que me acompañaban desde la estación de Surat Thani. En Malasia, a pesar de estar en el mismo meridiano que Tailandia, es una hora más. Por tanto yo pensaba que eran exactamente las 10:38h pero realmente ya eran las 11:38h. En la pantalla con los horarios ponía que el próximo tren en Butterworth, al que tenía que ir, pasaba a las 12:25h, y el pasajero que digo dijo que faltaban dos horas, lo que me pareció correcto pues yo pensaba que eran las 10:38h. Evidentemente él tampoco sabía que ahí era una hora más. A esto hay que sumarle que a diferencia de los demás yo no tenía ni ringgits (moneda oficial de Malasia) ni el billete comprado previamente por Internet, por lo que debía comprarlo con tarjeta si se podía o ya cambiar dinero o sacar efectivo de un cajero. Cabe decir que me extrañaba que faltaran dos horas ya que en la pantalla ya aparecían todos los horarios y a cada hora pasaba un tren en Butterworth, lo que debería haberme sospechado. En cualquier caso estaba muy cansado y todavía con medio sueño por lo que no estaba al 100℅. Eso si, por lo menos ponía claramente que los trenes iban a Butterworth, que era la ciudad a la que tenía que llegar para hacer un transbordo hasta George Town que hasta entonces no tenía nada claro que pudiera llegar. Así pues, parecía que tomaría sin problemas el sexto de los 7 transportes de ese largo trayecto. De hecho, en ese momento ya hacía más de 24 horas que había dejado el hotel anterior de Koh Samui.

En el mismo andén busqué alguna zona para poder fumar. A lo largo del andén había carteles de prohibido fumar donde además se amenazaba con una multa de 10.000 ringgits, más de 2.100€. Después de tantas horas sin fumar y de haberme tomado el café, los fumadores ya pueden imaginar las ganas de fumar un piti. Así que caminé a lo largo de todo el andén buscando alguna zona donde poder fumar, llegando así al final y sin encontrar una zona expresamente habilitada. Eso sí, allí al final del andén había decenas de colillas en el suelo señal de que muchos fumadores ya habían hecho lo mismo que yo. Así que allí me fumé el pite. Aquella parte de la estación era muy curiosa, pues se trataba del final del andén malayo pero que acababa uniéndose con el andén tailandés, pudiendo pasar de un andén al otro tal cual, pues allí ya no hay había la parte central de la estación donde estaban los controles de inmigración y por donde debía pasarse para ir de un andén a otro. Así que mientras fumaba el piti iba pasando de un país a otro, de hecho pensé que si algún policía malayo me decía algo, pasaría a Tailandia por evitar la multa de 10.000 ringgits.

Otra cosa en la que no me fijé fue que justo pasado el control de equipaje y oficialmente dentro de Malasia, había unos rótulos donde indicaba que las taquillas estaban en el piso de arriba, por lo que yo al buscarlas sólo por la zona de andenes, pues evidentemente no las encontré. Así que pensé que quizás todavía estaban cerradas y me senté en un banco hasta las 11:15h, aunque realmente ya eran las 12:15h, hora en la que llegó el tren ya la vez vi un reloj del estación donde ponía que eran las 12:15h. Apenas fue entonces cuando me di cuenta de que allí era una hora más y que el tren saldría hacia Butterworth en 10 minutos.

Así que corrí a preguntar a un señor que estaba revisando los billetes de los pasajeros que ya subían al tren y me dijo que primero tenía que ir al piso de arriba a comprar el billete. Volví a correr pero hacia el piso de arriba (ahora sí que vi los rótulos) con la esperanza de que pudiera pagar con tarjeta. Al llegar a la taquilla fue cuando me di cuenta de que estaba en un país musulmán, de hecho, el primer país musulmán que visitaba. Evidentemente ya lo sabía, pero al llegar a la taquilla vi a la vendedora con el velo. Y eso que podía parecer algo trivial, me hizo dar cuenta de dos cosas. Por un lado lo extraño que nos resulta todavía ver a una mujer musulmana trabajando, pues en muchos países directamente no pueden, y por otro, la diferencia de Malasia con otros países musulmanes. Aquí las mujeres tenían los mismos derechos que los hombres, trabajaban en los mismos trabajos y eran tratadas con total normalidad y respeto. En ese momento me di cuenta de todo lo que representa extrañarse para ver a una mujer musulmana trabajando. Por lo menos en Malasia era muy diferente y las mujeres iban con el velo pero viviendo como los hombres, vistiendo como quieren y maquillándose más que en otros países. De hecho era muy habitual ver a mujeres con el velo pero con tacos y los ojos bien maquillados, algo que a priori puede extrañar. Musulmanes hay en muchos países y no en todas partes son iguales. Es lo bueno de viajar, los prejuicios caen como moscas.

Así que casi sin saludarle le pregunté a la chica si podía pagar con tarjeta, y tal y como me esperaba, me respondió que no. Pregunté si en la misma estación había algún cajero, pero me señaló fuera de la estación. Perfecto, debía salir de la estación a sacar dinero.

En un primer momento, aún con la esperanza de poder tomar el tren de las 12:25h aunque quedaban 5 minutos, seguí corriendo buscando la salida de la estación, que por cierto era bastante grande, hasta que unos chicos que había por allí y al verme medio perdido me preguntaron adónde quería ir, a lo que respondí que buscaba un cajero. Me dijeron que efectivamente tenía que salir e ir al 7-elevan. Si, aquí en Malasia también había plaga de 7-elevens. Por un lado debería salir de la estación y andar no sé cuánto rato para encontrar un 7-elevan y perder el tren pero por el otro me acababan de informar que en Malasia también había 7-elevan, con lo bien que van y lo útiles que me estuvieron en Tailandia.

Así que salí de la estación arrastrando la maleta y con el GPS aún sin funcionar, por lo que tocaba ir preguntando para encontrar el 7-elevan. Pero lo peor era que estaba lloviendo, y yo tenía que andar no sé cuánto rato, cansado, sin paraguas y con todo el equipaje encima. Pocas cosas hay que me enfaden más que ir andando con la maleta y lloviendo. Si hubiera tenido ya ringidos…

La estación era bastante grande con un montón de vías, por lo que salir de ella comportaba ya un rato. Una vez fuera, todavía estaba en la misma ciudad de Padang Besar pero ya en mitad malaya. Justo al lado había un parking y lo que parecían unos taxistas buscando clientes. A ellos ya les pregunté por el 7-elevan y todos lo sabían. Además, al parecer estaba bastante cerca. Más adelante pregunté al vigilante del parking que me señaló en la misma dirección, caminando por la acera de una carretera durante poco más de 5 minutos, por lo que cuando apenas llevaba 10 minutos andando ya encontré el 7-eleven . Al menos lo encontré rápido sin tener que dar ninguna vuelta de más. Allí saqué 1200 ringgits (250€) con la tarjeta Bnext ya que con la tarjeta de Revolut ya había superado los 200€ mensuales de retirada que permiten sin cobrar comisión. La de Bnext apenas la había utilizado por lo que ya aprovecharía para ver cuál de las dos me aplicaba un tipo de cambio más favorable.

Y ya con los primeros ringgits en la mano y habiendo visto a los primeros ciudadanos y 7-elevan de Malasia, volví de nuevo a la estación. 10 minutos más caminando debajo de la lluvia, cruzando el parking ya completamente fangoso y subiendo las decenas de escaleras de la estación. Cuando llegué a la taquilla ya eran las 12:50h, por lo que ya llevaba casi media hora saliendo el tren. El próximo pasaría a las 13:25 h. Así que compré el billete hasta Butterworth por 11,40 ringgits (2,50€) y esperar.

Allí sentado en el andén ya podía ver la diferencia entre ambos países pese a ser uno junto al otro. Mientras que los trenes que llegaban a la vía tailandesa parecían de la II Guerra Mundial, los que estaban en la vía malaya parecían trenes de última generación. Era realmente brutal ver en una misma estación, trenes tan diferentes. La única diferencia es que pertenecían a países distintos. Los trenes de Malasia son muy novedosos, muy cómodos, con aire acondicionado y eléctricos, que los de Tailandia iban con gasóleo. Eso si, entre los carteles de prohibiciones, uno indica que está prohibido darse besos dentro del tren o en lugares públicos en general, recordatorio de que estás en un país moderno pero al fin y al cabo, musulmán.

A las 13:25h muy puntual, el tren arrancaba. El trayecto era de una hora y 50 minutos que me pasaron lo suficientemente rápido, entre otras cosas gracias a los fantásticos paisajes por los que pasábamos y por lo entretenido que estaba mirando por doquier, pues eran mis primeras horas en un nuevo país , y esto siempre es muy entretenido, reconfortante e incluso emocionante. Además acababa de superar un tramo más del largo trayecto desde Koh Samui, en el Golfo de Tailandia, y uno de los que no tenía nada claro cómo iría. Había perdido una hora pero todo había ido mejor de lo que me esperaba y en cuanto a los precios también, todo estaba saliendo más barato de lo esperado. Así que ya me encontraba en el sexto de los 7 transportes hasta el destino final y ya sólo quedaba averiguar si desde Butterworth podría llegar a George Town en ferry tal y como había visto en alguna web. Aún no lo tenía claro porque según Google Maps debería tomar un bus que tardaba 3 horas.

En el tren había una pareja de jóvenes chinos muy enamorados y que cada vez que el chico iba a darle un beso a la chica, ésta le hacía la cobra, recordándole que allí dentro estaba prohibido. Ver estas escenas en un país como Pakistán, pues supongo que no provocan ningún tipo de impacto, pero allí era diferente. Íbamos a uno de los trenes más modernos que había visto en ninguna parte y rodeado de gente de todas las culturas, sobre todo chinos. Malais o musulmanes es lo que menos se veía o directamente ni lo parecían. Por lo que ver estas actitudes propias de un país musulmán en un país que no lo parece en ningún sentido, se hace realmente raro.

Por lo demás, el trayecto fue muy tranquilo, cómodo y sin retrasos o imprevistos. Sólo había cruzado unos metros desde Tailandia pero parecía en todos los aspectos que estuviera en otro mundo.

A las 15:15h llegábamos muy puntuales a Butterworth. El tren no se pasó ni un minuto de los 110 que iba a durar el trayecto, puntualidad alemana. Incluso habiendo perdido más de dos horas por el retraso del tren de Tailandia y una hora más por mi empanada con la hora al entrar en Malasia, todavía llegaría antes de lo que me esperaba, pues yo contaba llegar al hotel de George Town al menos a las 19h y no eran ni las 15:30h que ya estaba muy cerca.

Pero ahora llegaba el momento del séptimo y último transporte a coger y que debería dejarme ya a George Town y que no sabía si sería un bus o un ferry. Según Google Maps debía tomar un bus que en 3 horas me dejaría a George Town. Menos mal que leí la pagina de George Town en Wikitravel donde decía que hay un ferry que en 20 minutos le lleva desde Butterworth a George Town por sólo 0,30€.

La estación de Butterworth es bastante grande y efectivamente parece un punto importante de correspondencias entre diferentes transportes tal y como me imaginaba. De hecho allí bajó casi todo el mundo y ya tardé un buen rato en salir de la estación, pues ésta tenía 3 plantas altísimas que te obligaban a ir con el ascensor, un ascensor con una buena cola de gente.

Una vez fuera fui hacia dónde iba la mayoría de gente. Aunque en un primer momento me pareció que no iba bien, a los pocos metros y cuando estaba entrando en una especie de túnel para peatones, vi una serie de carteles entre los que estaba el dibujo de un ferry , y ese túnel estaba a 10 metros de la estación, evidentemente mucho más cerca de lo que pensaba y todo también mucho mejor de lo que pensaba. Poder tomar el ferry ya sería la hostia, pero además poder cogerlo junto a la estación de tren ya era brutal. Hay que tener en cuenta que en ese momento el GPS todavía me fallaba, por lo que para buscar cualquier cosa debería hacerlo como antes, mirando carteles y preguntando.

El túnel era largo y con escaleras hacia arriba pero finalmente llegaba a Penang Sentral, un intercomunicador donde había varias líneas de bus y el ferry. Pregunté a información y me indicaron hacia dónde ir, además seguía habiendo carteles del ferry, por lo que enseguida encontré las taquillas. El precio indicado eran 1,20RM, justo lo mismo que decían en Wikitravel. Compré el billete y en la cola, donde por cierto había más gente de lo que me esperaba, al menos 200 personas a pie más unos 50 vehículos. Así que el séptimo y último transporte que debía tomar también parecía que iría mejor de lo que esperaba. Próxima parada: George Town. Final de trayecto.

Al cabo de unos 10 minutos a la cola llegó el ferry al que subimos todos. Lo que me sorprendió mucho y que no había visto en ningún otro ferry fue que tanto los vehículos como los pasajeros íbamos todos juntos, es decir, primero entraban los vehículos y a continuación los pasajeros que debíamos andar entre los coches hasta llegar a la parte delantera en la que había un poco más de espacio, aunque la mayoría quedábamos en medio de los coches. Bien curioso.

Además de que el largo trayecto de 36 horas por mar y tierra estaba saliendo mejor de lo esperado, mientras recorríamos los poco más de 5 kilómetros que separan la costa peninsular de la isla de Penang, ¡el GPS de repente volvió a funcionar! Fue como un milagro, pues llevaba casi dos semanas sin ubicarme a menos que estuviera conectado a Internet, con los evidentes inconvenientes que esto me provocaba. De hecho, ya estaba mirando bien el nombre de la calle del hotel para ir preguntando a todo el mundo que me cruzara. Así que añadido a que todo el trayecto había ido bien, ahora encima el GPS volvía a funcionar por lo que tampoco debería estar mirando nombres de calles y preguntando por encontrar el hotel. Esto ya fue brutal, pues el hotel estaba a 15 minutos andando del puerto y evidentemente pensaba en ir andando.

Después de 20 minutos llegábamos al pequeño puerto de George Town, prácticamente destinado sólo a los ferrys. Simplemente tenía que andar unos 15 minutos siguiendo las indicaciones de Google Maps hasta llegar al hotel gracias al GPS.

Aún no había tenido tiempo de pararme a ver Malasia, pero por lo que ya podía ver aquí parecía que por lo general el nivel de vida era superior al tailandés y que los servicios públicos, sobre todo el transporte que era el que ya había visto, eran mucho más eficientes que los de su vecino país. Ademas George Town era una ciudad colonial bastante bien conservada por lo que en ciertos momentos parecía que caminaras por algún barrio londinense.

Por el camino pasé por delante de la mezquita principal de George Town y supongo que de toda la isla de Penang puesto que simplemente es impresionante. Yo evidentemente era de las más espectaculares que había visto jamás ya que ésta era la primera vez que visitaba un país musulmán, pero dudo que haya demasiado mas como ésta. En ese momento no se veía a gente ni se escuchaban cánticos, pero esto era poco habitual… El hotel quedaba a menos de 300 metros de allí y me acabaría haciendo un harto de escuchar las oraciones.

Tot just eren les 16:30h quan arribava a l’hotel que tenia reservat, molt abans del que esperava i això que en total havia acumulat un endarreriment de 3 hores, jo estava al·lucinant. I per si fos poc, el GPS tornava a funcionar de puta mare, semblava doncs, que el problema era Tailàndia, almenys certes zones del Golf de Tailàndia.

L’hotel, el Kim House Loft, per fora es veia prou ben conservat i net. Tenia 4 plantes que destacaven en aquella zona de la ciutat ja que em trobava al centre històric, per lo que els edificis del voltant no tenien mes de dues plantes. La ubicació de l’hotel era perfecte, de fet aquest era un dels motius principals que em van fer decidir per aquest en concret. Vaig fer el check-in sense problemes, això sí, pagant 30RM de taxa turística per 3 nits, quasi 7€, no està malament, això ni a Barcelona.

Mi habitación estaba en la segunda planta. El hotel estaba realmente bien y se veía muy nuevo y moderno pero las habitaciones estaban como en una especie de galería donde la pared que daba a la galería no llegaba hasta el techo, para que entrase el aire acondicionado de la galería y además las paredes eran de pladur, por lo que literalmente si alguien hablaba 3 habitaciones allá le podías escuchar perfectamente. Se escuchaba absolutamente todo, de hecho parecía que hubiera algún altavoz en la habitación, pues las voces de los vecinos parecían amplificarse en la habitación. Bien extraño.

Aparte de eso, la habitación era muy fresquita, la cama cómoda y tenía escritorio, algo que a mí siempre me va muy bien y que no todos los hoteles tienen. Por lo menos tenía claro que aquí no pasaría calor.

Teniendo en cuenta que hacía 30 horas que me había duchado por última vez y que desde entonces no había parado, lo primero que hice después de dejar las cosas fue irme a duchar. Los baños eran compartidos pero eran como aseos completos individuales, por lo que realmente no parecían compartidos. Además había suficientes como para no encontrarte nunca cola.

Y todo el cansancio y la de horas que llevaba en la calle, es tanta la emoción de ver a un nuevo país por primera vez que antes de las 17h ya salía a dar la primera vuelta por George Town y Malasia. Como ya he comentado antes, el hotel estaba muy bien ubicado, de hecho era lo mejor que tenía y uno de los motivos por los que me decanté por éste. Estaba en medio de Chinatown que a su vez está en medio del centro histórico, por lo que nada más salir del hotel ya podía ver los edificios coloniales y muy cerca muchos de los murales del famoso arte urbano de George Town.

George Town es conocida por el gran peso que tuvo durante la época colonial inglesa y por su gran diversidad cultural. Aquí no sólo pueden verse los antiguos edificios y mansiones inglesas perfectamente conservadas y su famosísimo arte urbano que ya muchas ciudades copian, sino que puedes conocer un montón de culturas y religiones diferentes sólo yendo de un barrio a otro, encontrándote en algunos casos con auténticos mini-países en la ciudad. Eso sí, todas las culturas conviven en perfecta armonía y ninguna religión es discriminada. Nada más caminar 5 minutos por George Town llegas a la conclusión de que la tolerancia de este país supera y con mucho la de los países europeos, y eso que es un país oficialmente musulmán, para que luego algunos ignorantes digan que en estos países no puedes construir una iglesia. En fin, sólo hace falta ir y ver todas las que hay…

Fui andando por dónde había venido, es decir, pasando de nuevo por delante de la mezquita donde ahora sí que había fieles y se escuchaban los típicos cánticos por megafonía que resuenan a decenas de metros a la redonda. Me paré a grabar un rato ya que era la primera vez que presenciaba esto en un país musulmán y ante una mezquita tan imponente como ella.

Y fue entonces cuando, por segunda vez en este viaje, un gay quiso ligar conmigo, pero a diferencia del otro, en Bangkok, éste era muy raro, incluso me hacía un poco de grima y sobre todo no se cortó nada al decirme que le gustaba y que si quería ir con él. Fue tan directo y era tan raro al hablar que incluso me dio angustia. Primero me dijo que estuviéramos a unas escaleras justo delante de la mezquita, pues me paró cuando yo estaba entretenido grabando. Yo le respondí que no y él, lejos de darse por rechazado, se sentó y me preguntó de dónde estaba, de dónde venía, dónde iba, etc. Al cabo de 5 minutos de hablar y ver que aquél no me aportaría nada sino que sólo tenía intenciones sexuales, le dije que iba a marcharse. Él se levantó y entonces fue cuando al darme la mano me la acarició medio diciéndome que le gustaba y que si quería ir con él a no sé dónde, directamente. Le dije que no ya rotundamente e incluso un poco molesto porque no creo que se tenga que entrar a un tío así sin saber si es gay, y ni que lo fuera, pues ya hacía rato que yo no mostraba ningún tipo de interés por él. Y además es que daba mucha grima.

Así que me fui de allí acelerando el paso para que no pudiera seguirme.

Seguí andando ya buscando algún sitio para comer, pues ese día sólo había comido algunas galletas que había comprado en el último 7-elevan de Tailandia, por lo que me moría de ganas de comer carne. De camino al hotel había visto un restaurante chino con comida china de verdad y no de lo que te ponen en los restaurantes chinos de España, que no es ni de lejos lo que comen ellos, por lo que caminé en dirección a ese restaurante.

Por el camino fui viendo de casualidad algunos de los templos que tenía guardados para visitar y sobre todo muchas calles auténticas con muchos murales y edificios coloniales, muchos de ellos ahora restaurantes chinos o hindúes, algo que no dejaba de ser curioso. Algunos bien conservados y otros medio en ruina, pero en cualquier caso un ejemplo clarísimo de la historia colonial y multicultural de Malasia.

Quería esperar lo máximo posible a comer porque ya sería la cena. Ya había ido comiendo por el camino y tenía ya bastante son, por lo que la intención era después de comer ya no tardar demasiado en acostarse y hasta el día siguiente.

Casualmente, ese día se hacía una carrera popular con centenar o miles de personas, que no terminé de saber el motivo pero que en cualquier caso todos sus participantes parecían llevar la misma ropa.

Hacia las 18:30h vi un restaurante muy lleno tanto para turistas como para locales señal de que podía ser un buen sitio para comer. Además era domingo, y por ser un país musulmán, los domingos muchos restaurantes y lugares ambulantes están cerrados, por lo que había muchas menos opciones, de hecho algunas calles estaban bien vacías. Así que miré la carta, el tipo de comida y los precios y todo estaba bien, por lo que ya me quedé.

Era un restaurante muy grande, con varios mostradores y muchos tipos de platos aunque especializados en pollo. Pedí un plato llamado Mee Goreng Special, que eran fideos estilo wok con verduras, pollo y un huevo frito muy hecho, tal y como me gustan a mí. Todo ello por 7RM, unos 1,50€. Me entró como nunca y más después del largo viaje de más de 30 horas desde Koh Samui sin haber comido nada contundente en todo el trayecto. Ésta era mi primera comida en Malasia y estuvo bastante bien, sobre todo bien contundente y los precios similares a los de Tailandia.

Después busqué un 7-elevan en Google Maps, pues allí no se veían tantos como en Tailandia que te los encontrabas sin querer, y por suerte había uno a menos de 5 minutos andando del ‘ hotel. Los 7-elevenes ya me habían demostrado en Tailandia que son los mejores salvavidas, por lo que era importante tener uno cerca.

Fui aprovechando el camino para ir viendo más cosas, pues no dejaba de estar en el centro histórico y junto a Chinatown, y compré un agua y algo de comida, que por cierto aquí el agua era más cara. La botella de 1,5L 2,80 RM, unos 0,70€, el doble que en Tailandia. Seguramente porque aquí ya no era tan imprescindible comprar botellas ya que según decían por Internet, había fuentes de agua potable por la calle, aunque yo todavía no había visto ninguna.

Al volver hacia el hotel vi que al inicio de la calle estaba el típico arco chino anunciando Chinatown, ya partir de ahí, ya todos los rótulos en chino, incluso el de mi hotel. Hacia las 20h llegaba al hotel, deshacía un poco el equipaje y ya me preparaba para acostarse. Ya había comido y visto un poco la ciudad por lo que ya tocaba descansar en una cama normal y recuperar el sueño atrasado.

A las 20:30h ya estaba dormido pero tal y como me esperaba me desperté varias veces debido al ruido de algunos vecinos, sobre todo de una pareja de americanos que simplemente eran unos mal educados y subnormales perdidos, porque una cosa es hacer algo de ruido casi inevitable, y otra cosa es joderse a gritar como un energúmeno a las 12 de la noche como si estuvieras solo en medio de un desierto. Además había carteles que decían claramente que en las habitaciones debía estar en silencio, de hecho, en la misma planta había un bar musical para hacer lo más ruido que se quisiera. Así que me desperté a las 12 de la noche hasta el punto de que por poco me levanto, pero tenía tanto sueño que por suerte en 15 minutos volví a quedarme bien dormido.

Durante el resto de la noche me desperté un par de veces más pero ya no tanto como la primera. Y no me levanté hasta las 8 de la mañana, 11 horas durmiendo. Se notaba que llevaba un par de días durmiendo poco. En cualquier caso ya estaba en Malasia, el tercer país visitado de mi particular vuelta al mundo y por el momento sin imprevistos importantes. Siempre ocurren cosas pero no suficientemente graves como para que afecten al viaje pero que acaban convirtiéndose en anécdotas y recuerdos difícil de olvidar. Apenas llevaba una tercera parte del viaje, un mes, y ya parecía que hiciera 3 que estaba fuera de casa. En un viaje así haces tantas cosas cada día que parece que vivas mucho más tiempo. Si quieres vivir mas años, viaja. Quizás no vivirás mas años (o sí) pero seguro que lo parecerá.

22/06/2019 De camino a Malasia. 36 hores, 7 transports

22/06/2019 De camino a Malasia. 36 hores, 7 transports

Me desperté sobre las 6:30h, supongo que como cada día en Koh Samui debido al ruido, sobre todo lo que ya hacían en el restaurante del hotel que tenía a pocos metros. Normalmente empezaban a las 8 de la mañana, pero ese día, quizá por ser el sábado, empezaron bastante antes. Y de hecho mejor, porque diría que cuando el restaurante estaba cerrado no había Internet en las habitaciones, supongo que porque el router lo tenían en el restaurante y por la noche lo pagaban todo. De hecho, los otros días hasta las 8h no había Internet. Así que me fue bien para confirmar y acabar de mirar todo el trayecto que tenía ese día y que se alargaría unas 36 horas hasta llegar a George Town, Malasia, en taxis, ferrys, trenes y buses. De todo algo. De hecho iría de isla a isla pero en países diferentes, pues George Town está en la isla de Penang, en el noroeste de Malasia.

Ese mismo día comenzaba un trayecto por mar y tierra que duraría hasta el día siguiente para ir desde Tailandia a Malasia, pasando el control de inmigración en una estación de tren de la frontera. De hecho, la ciudad de Padang Besar está dividía entre ambos países, quedando la estación de tren y el control de inmigración en medio de la ciudad.

Durante la preparación del viaje y el día anterior había reservado todo lo que se podía reservar en cuanto a los transportes que debería coger ese día, pero todavía quedaban algunos tramos donde no tenía reserva debido a que seguramente debería hacerlos en taxi col colectivo. El orden era el siguiente: 1- Taxi colectivo, 2- Ferri, 3- Bus, 4- Taxi Colectivo, 5- Tren, 6- Otro tren ya de Malasia y 7- Ferri. De los 7 transportes tenía reservados los 2, 3 y 5, el resto no se podían reservar previamente a no ser que la propia compañía de ferry lo hubiera permitido, que no fue el caso. Así que ese día tocaba un trayecto largo e incierto. El misterio se resolvería al día siguiente por la tarde cuando supuestamente debería haber llegado al hotel de George Town en Malasia.

Lo primero sería aclararse con los taxis colectivos o Songthaews como los llaman allí. Según había leído éstos van dando vueltas por la periferia de la isla siempre haciendo el mismo recorrido y van cogiendo pasajeros conforme éstos les paran. Según tenía entendido, paran en lugares concretos, pero cogen a gente en cualquier punto a lo largo de todo el recorrido. Así que tenía pensado esperar en la calle principal de Chaweng que estaba justo en frente del hotel al que pasara uno de esos taxis colectivos.

Así que empecé con el café ya guardar en el móvil algunas indicaciones y artículos de blogs que podrían ayudarme durante el trayecto, sobre todo de las rutas de los alrededores en Malasia, pues con la tontería debería recorrer unos 200 kilómetros en un tren ya dentro de Malasia. Además hice una última revisión de todo lo que había mirado el día anterior y alguna web más por si me enteraba de algo nuevo aunque más o menos ya sabía y tenía todo lo que podía saber y tener en ese momento . Hay que tener en cuenta que no son trayectos demasiado comunes por lo que la información disponible no es tan abundante como en otros casos.

A las 10 de la mañana ya me duché y acabé de recogerlo todo, esta vez con tiempo y no como en Koh Phangan donde tuve que salir corriendo sin revisar casi nada. De hecho ahora correr era lo último que quería debido al largo trayecto que tenía por delante. Hasta al cabo de casi 2 días no volvería a pisar un hotel por lo que no era necesario correr para irse de éste. El ferry salía de la isla a las 18 horas en cuanto tenía tiempo de apurar hasta la hora de check-out.

Y a las 11h dejaba la habitación y bajaba hacia el restaurante a realizar el check-out. Allí ya hacía la primera pregunta al chico del hotel de las muchas que haría ese día, dónde tomar el Songthaew hacia Na Thon, es decir, dónde podía coger el taxi colectivo que hace de bus y que me llevara hasta en el puerto donde tenía reservado el ferry. Songthaew es el nombre tailandés por estos taxis colectivos que en zonas menos pobladas hacen de buses de línea. El chico me dijo que paraban a unos 100 metros del hotel y hasta el puerto costaba 100 bats. Por Internet había leído que eran 70, pero supongo que era un artículo antiguo. En cualquier caso era menos que lo que me había costado el taxi al venir, 150 bats, y eso que ahora iba a un puerto más lejano. El lugar donde paraba estaba en una esquina de la calle principal ya que allí se desviaban hacia una carretera interior para cortar camino. Por tanto, suerte que le pregunté de entrada porque sino me habría quedado esperando allí delante del hotel, pues por Internet había leído que paraban en cualquier sitio cuando alguien se lo pedía.

Ya con esta información imprescindible, me despedí del chico y del resto de trabajadoras del hotel y fui hacia la esquina que me había indicado. Los taxistas que me veían pasar me iban indicando hacia dónde ir, pues no había ningún cartel donde indicara exactamente dónde paraban los taxis colectivos, y no sé por qué, pero muchos taxistas que me veían pasar deducían que estaba buscando la parada de los Songtaewhs. Aunque los taxistas tailandeses son muy pesados y estafadores, cabe decir que también les gusta ayudar cuando te ven perdido. En el fondo, no dejan de ser tailandeses.

Ya en la esquina pasó un taxi colectivo en 2 minutos. Seguí todas las recomendaciones que había leído para que no me timaran. que era de entrada, no preguntar el precio, sino pagar al descender el importe exacto sin decir nada. Así que subí y fui solo durante al menos la mitad del trayecto hasta que subieron una pareja de mochileros cuando hacía ya 15 minutos que habíamos salido de Chaweng.

El chico me preguntó cuándo me costaría a mí, supongo que para hacerse una idea de lo que les costaría a ellos. Le respondí que 100 bats pero creo que se pensó que le había preguntado al taxista, algo que nunca debe hacerse. Me lo preguntaron en un inglés bastante bueno por lo que en un principio no supe de dónde estaban, pero durante el trayecto y cuando ya hablaron entre ellos, escuché que eran españoles, por lo que estuvimos charlando un rato , la que nos permitió el trayecto hasta el puerto. Les dije que yo me había informado antes de los precios de aquellos taxis colectivos y que ellos deberían haber hecho lo mismo, pues ahora le preguntarían el precio al taxista ya que en principio deberían ser menos de 100 bats pero a ver qué precio les diría el taxista.

No subió nadie más en todo el trayecto, por lo que fue 3 españoles los únicos que recogió y llevó hasta Na Thon.

Al cabo de unos 30 minutos de salir de Chaweng llegamos al puerto de Na Thon y llegaba el momento de la verdad. Bajé el primero y fui directamente al taxista con los 100 bats en la mano, le di y me aparté como si ya me marchara pero pendiente de si me decía algo. El taxista se quedó mirando el billete de 100 bats e incluso miró si había alguno más de por medio. Se quedó con una cara que lo decía todo, probablemente pensando algo como «el guiri éste no se tonto ni parece que se le pueda estafar», a la vez que se le notaba la rabia que tenía por no haber podido timar a un turista . Pero como decían las recomendaciones que había leído, el taxista no dijo nada, de hecho no podía, pues esa era la tarifa oficial. Resignado se guardó el billete y no me dijo ni adiós quedando a la espera de la pareja.

El chico fue hacia el taxista y le preguntó cuánto era, supongo que con la esperanza de que le dijera menos de 100 bates cada uno, pues habían hecho la mitad de trayecto que yo, pero el taxista que ya se lo veía bastante mosqueado, le dijo que eran 100 bats cada uno. El chico replicó, como era normal y el taxista incluso se puso medio agresivo repitiendo 100, 100 varias veces, debería estar más que cabreado de haber hecho todo ese camino sólo por 3 turistas de los que uno no pudo timar nada ya los otros dos sólo a medias. Estuve a punto de decirle al chico que acudiera a preguntar a una comisaría de policía turística, pues estas cosas dan mucha rabia porque son precios oficiales. Pero evidentemente no quise implicarme y mas cuando a mí no había podido estafarme.

Entonces, nos despedimos, yo fui hacia el muelle de Seatran, la compañía del ferry, y ellos parecía que iban a buscar un restaurante, pues ya empezaba a ser hora de comer. Y así dejaba el primero de los 7 transportes que debería tomar para completar todo el trayecto hasta George Town. Éste era uno de los más inciertos de los 7, tanto para encontrar el taxi o lo que fuera que me llevara como por el precio, y ambas cosas habían ido como se esperaba y en tiempo récord. De hecho apenas eran las 12:30h y el ferry salía a las 18h, por lo que me sobraba mucho tiempo.

Fui hasta la oficina para confirmar el sitio, que el ticket era válido y para preguntar si una vez en el centro de Surat Thani, donde me dejaría un autocar de la propia compañía, podría ir hasta la estación de tren, bien de hecho quería saber si ellos mismos ofrecían ese servicio. Otras compañías si lo hacían, por lo que no era tan raro.

En la oficina me dijeron que sí podía ir hasta la estación de tren. Yo entendí que ellos mismos tenían servicio de transfer, aunque la verdad que no le entendía demasiado a la mujer ya que hablaba un inglés algo chungo. De hecho, parecía más que ella no me entendió a mí y simplemente entendió si desde allí se podía ir hasta la estación. En cualquier caso el resto estaba bien y ya sabía dónde debía embarcar, así que fui hacia la zona habitada de aquel pueblo a buscar lo siempre útil, y casi imprescindible, 7-eleven. Ahora que ya conocía los platos combinados que tenían y el microondas que podías utilizar, iba con toda la intención de comer allí mismo, pues para acabar de redondearlo, en todos siempre he visto sillas para sentarme y comer.

Estuve unos 20 minutos andando bajo el sol y arrastrando la maleta antes de encontrar uno, tiempo más que suficiente para empezar a sudar. Finalmente encontré uno en la calle de encima del paseo marítimo y que iba paralelo a la playa. Era una calle muy animada, de hecho parecía la calle principal de ese pueblo.

Primero de todo me tomé una cerveza del mismo 7-eleven sentado en el banco de fuera mientras escribía el diario que debido a toda la preparación de este trayecto lo tenía un poco retrasado. Nada mejor contra el calor que una cerveza bien fría contemplando una calle que nunca has visto de una ciudad donde habías estado nunca. Simplemente miras la calle, la gente y los comercios y disfrutas un rato admirando la vida quotidiana de la gente y del choque cultural que puedes ver están simplemente sentado.

Después de la cerveza y descansar un poco, compré agua y un plato preparado de arroz con huevo y cerdo. Estos platos preparados los descubrí hacía un par de días cuando compré un bocadillo y me preguntaron si quería que me lo calentaran. Así que ahora pedí un plato más completo que me calentaron allí mismo y me comí en los bancos que tienen habilidades, tanto dentro como fuera. La verdad es que estos 7-eleven están muy bien y te ayudan mucho en situaciones como ésta. Además el plato estaba tan bueno como el de cualquier restaurante y te lo podías comer sentado en una mesa con aire acondicionado. Eso sí, supongo que el hecho de ser un plato ya preparado lleva algún tipo de elemento o ingrediente que hace que no sea tan sano como el de un puesto ambulante, pero para salir del paso está muy bien. Además, aquel plato tan completo no costaba ni 50 bats, menos de 1,50€.

Hacia las 14 horas terminé de comer y sin demasiada más cosa que hacer volví hacia el puerto intentando ir por calles que no hubiera visto, de esta manera hacía al menos una pequeña visita por el pueblo de Na Thon, que todo y tener el puerto, no me pareció tan turístico como Chaweng. De hecho casi hubiera preferido haberme quedado en ese pueblo, junto al puerto y con la costa encarada al oeste para ver la puesta de sol.

El pueblo se parecía a Chaweng en cuanto tenía una calle principal paralela al mar y fuera de él poco más, como mucho alguna calle más pequeña que llevaba al paseo. Parecía que era una isla más bien poco poblada con pueblos de pocas calles y poca densidad de población. Debido a que era la hora de comer, pude ver a muchas familias en sus casas almorzando, pues dejaban las puertas abiertas pudiéndose ver desde fuera. Ver toda esta vida quotidiana en un país tan desconocido es algo que, aunque parezca mentira, me fascina.

A las 15h llegué a la terminal de Seatran que ya quedaba junto al barco y estuve esperando a unas sillas que había fuera de la terminal, en el muelle, durante una hora y media. En el tiempo que estuve allí vi salir dos ferrys, que por cierto, en el primero de ellos iban la pareja de españoles del taxi. Y esto lo digo porque a las 16:30h entré en la terminal para hacer el check-in y quedarme dentro porque había aire acondicionado. Y fue entonces cuando la mujer de taquilla me preguntó si quería subir al ferry de las 17h en vez del de las 18h que era lo que yo tenía reservado. Y yo había reservado éste de las 18h simplemente porque era el único que aparecía en la web 12go.asia. Y yo llevaba allí sentado esperando casi dos horas cuando pudo salir ya. Y aunque el tren no salía hasta las dos de la madrugada, siempre es mejor llegar de día que de noche, que sería cómo llegaría. Hay que tener en cuenta que a las 19h ya estaba oscuro.

En fin, al menos ganaba una hora y podría ver la puesta de sol desde el barco. Aunque igualmente llegaría a Surat Thani ya de noche, al menos tuvo la parte positiva de poder ver la puesta de sol desde alta mar.

Eran ya las 16:40h por lo que no esperé demasiado, pues el ferry llegó muy puntual. A las 16:50h ya estábamos embarcando ya las 17 en punto salíamos.

A diferencia de los otros férreos que había cogido por el Golfo de Tailandia, en éste no se veían casi turistas. La mayoría de pasajeros parecían tailandeses que probablemente trabajaban en la isla pero vivían en la parte continental por ser la vida más barata. De hecho, hoy era sábado y parecía un buen momento para ir a pasar el fin de semana fuera de la isla. Además en éste también llevaban vehículos, incluso autocares y camiones. Que no era un ferry pensado por los turistas también se notaba en que era un ferry bastante más lento y barato, de hecho los demás eran catamaranes y éste no. Pero en cualquier caso justamente es esto lo que busco, y en esta ocasión lo encontré de rebote, pues ese ferry lo reservé cuando el otro me falló y que seguramente era un catamarán por guiris, pues el otro salía desde el puerto más cercano a Chaweng, te pasaban a recoger y te dejaban en la estación de tren, mientras que con ese nada de nada, todo ello señales de que era un transporte pensado para locales. En cualquier caso para mí hacía que todo fuera más interesante, pues ir por libre siempre es mejor que ir con todo preparado como un borrego que no piensa. De esta forma el cerebro se estimula, y aunque en el momento es un poco más laborioso ya que debes poder llegar al siguiente lugar por ti solo, a la larga se agradece hacerlo así. De hecho es cuanto más se acuerdan los viajes y la mejor manera de retrasar posibles demencias. Si sólo haces lo que te dicen poca estimulación mental haces y los viajes se olvidan al año siguiente.

El trayecto se hizo largo. Fueron dos horas puesto que el ferry no era tan rápido como los demás. Pero nos permitió ver la puesta de sol en el mar, que como siempre quedaba medio tapado por las nubes delgadas pero la imagen era preciosa igual. En medio de las isletas que había por doquier se veían los reflejos del sol como iban cayendo hacia el mar poco a poco mientras ya casi llegábamos a Surat Thani, pues el sol se esconde a las 19h y era esa hora a la que llegábamos al puerto. En cualquier caso, la escena era mucho mejor que vista desde la playa. No tabique, decenas de personas hacían fotos desde la cubierta, la mayoría tailandeses está claro, pero es que valía la pena.

De hecho, acabé corriendo por el barco buscando la salida y desembarcando el último, ya que me había distraído haciendo fotos y cuando me di cuenta ya no había nadie en el barco. Tuve que preguntar al primer trabajador que vi por dónde estaba la salida, pues aquel ferry era enorme.

En el mismo puerto ya había 2 o 3 buses de la misma compañía Seatran esperándonos. Cada uno iba a un sitio diferente. Tenía la esperanza de que uno de ellos llevara a la estación de tren, así que fui a lo que me tocaba y allí le dije a la chica que iba a la estación de tren, a ver si me decía que subiera a otro bus. Pero no, me dijo que una vez llegado al destino, en el centro de Surat Thani, podría tomar un taxi colectivo o tuk-tuk hasta la estación. Gracias por nada, pensé, pues eso ya lo sabía yo. Ni ellos iban hasta la estación ni ofrecían ningún servicio de transfer desde Surat Thani pueblo a la estación. Tocaría negociar con un taxista, con lo pesados ​​que están.

El trayecto en el bus duró una hora y fue durillo ya que parecía que no tuviera amortiguadores. La carretera no estaba tan mal pero aún así hacía unos saltos que dolían incluso. Por lo demás fue tranquilo, pues el bus iba casi vacío.

Llegamos a la oficina de Seatran de Surat Thani a las 20h tal y como estaba previsto. Nada más bajar del bus ya estaban los típicos taxis colectivos allí mismo. Una mujer ya me asaltó. Le dije que iba a la estación de tren. Me pareció que primero decía 300 bats, a lo que le dije que no. Ella no hacía demasiado caso y me iba señalando el taxi. Supongo que como la mayoría pensaba que además de turista también era imbécil. El taxista entonces me dijo 250, a lo que le respondí 100. Él dijo 200, y eso es lo que yo esperaba, pagar a lo sumo 200 bats ya que por la distancia que era me pareció correcto. Quisiera haber llegado a los 150 pues ya sólo me quedaban 250 bats en efectivo y quería comprar comida mientras esperaba en la estación, pero como ya he dicho 200 bats me parecía correcto y de hecho el taxista parecía que antes de rebajar mas habría preferido no llevar -me, pues finalmente resultó que la estación estaba más lejos de lo que yo pensaba.

Aun siendo un taxi colectivo iba yo solo, pues en el bus ya éramos pocos y sólo yo iba a la estación. Hay que decir que la estación ni siquiera está en Surat Thani, sino en el pueblo de al lado, en Phan Phin, y el trayecto duró casi 30 minutos, por lo que los 5,70€ que pagué por el trayecto estaban bastante bien . Además los transportes que se hacían en bus desde el puerto donde te dejaba el ferry hasta la estación de tren costaban 250 bats, y a mí me saldría el bus que me dejó allí más el taxi por 300 bates, por lo que realmente pagué un precio justo. Segunda negociación bien superada y ya casi seguro que llegaría a la frontera, pues ese taxi me dejaría en la estación de tren y una vez allí sólo debería esperar unas horas a que llegara el tren que tenía reservado y que me llevaría hasta la frontera con Malasia. De momento todo iba según lo planeado.

Eso si, ese trayecto con el taxi me dio mucho dolor de cabeza, ya que estos taxis no tienen ventanas por lo que el ruido del motor se oye mucho, y mas aquél, que parecía de moto sin tubo de escape . Además iba muy rápido y las curvas eran demenciales, yendo por una carretera llena de coches y tragando humo todo el rato, por lo que al cabo de media hora de ir de esa manera, llegué a la estación con un dolor de cabeza que me duró casi hasta que fui a dormir, que aún faltaban horas.

Cuando el taxista paró y vi la estación de tren me invadió una sensación de tranquilidad y emoción a la vez. Pocos minutos antes todavía no lo tenía claro porque pensaba que estaría más cerca, pero ahora ya estábamos delante. Bajé y casi sin tiempo de despedirme, el taxista arrancó y se marchó tan rápido como habíamos venido.

Apenas eran las 20:30h cuando llegaba a la estación por lo que todavía quedaban 5 horas y media para que pasara el tren, así que tenía mucho tiempo para hacer de todo, aunque tampoco podía hacer demasiado. El tema es que el tren pasaba de madrugada y yo no podía haber llegado más tarde que eso, pues los ferrys dejan de pasar a cierta hora. La combinación de horarios era complicada porque prácticamente sólo pasaban 2 o 3 trenes al día.

Primero fui a la taquilla a preguntar si el billete impreso que llevaba y que ya había reservado antes del viaje era correcto y ese tren pasaba por allí, algo que el chico me confirmó. También le comenté que mi destino final era Butterworth de Malasia y que si ese tren que cogería llegaba. Me dijo que no, que en Padang Besar debería bajar, pasar la aduana y allí tomar otro tren ya malayo. Esto me dejó más tranquilo ya que en un blog se entendía que ese mismo tren llegaba hasta Butterworth, lo que me habría dado mucha rabia por sólo haber pagado hasta Padang Besar. Así que de momento todo iba saliendo según lo previsto.

Hacia las 21h salí a buscar un 7-eleven a comprar la cena. No tenía ni idea de dónde había uno, pero estaba seguro de que si salía de la estación e iba hacia dónde viera más luz, seguro que me encontraría alguno. Y como era de esperar a menos de 100 metros de la estación había uno, que por cierto encontré enseguida, pues salí al azar hacia la izquierda de la estación y lo vi sin tener que volver atrás.

Aunque llevaba algo de comida, quería comprar para cenar aquella noche y algo más para el día siguiente, y ya que sólo me quedaban 50 bats en efectivo, 1,50€, decidí comprar hasta llegar al importe mínimo por poder pagar con tarjeta, que eran 300 bats. Puede parecer mucho, pero compré 2 paquetes de tabaco que ya eran 190 bats. Y el resto hasta los 326 que me gasté fue un plato de comida preparada como el del mediodía pero con otro tipo de carne, café, patatas, un bocadillo de frankfurt con queso y galletas. El plato preparado me lo calentaron y lo comí allí mismo ante el 7-eleven, pues ya tenía hambre y sólo de pensar en el plato ya me vino más hambre, pues realmente están muy buenos. Además allí era el único sitio en decenas de metros donde había cierta animación de personas. El resto del pueblo parecía abandonado.

Después de comer gasté los 50 bats que me quedaban en efectivo con agua y alguna pasta de postre y volví a la estación. Apenas eran las 21:30h. Sólo llevaba una hora allí y ya lo había hecho todo. Ya tenía la comida, ya había gastado todos los bates que me quedaban por lo que ya estaba listo para marchar de Tailandia.

A ratos escribía el diario, caminaba un poco, escuchaba música, miraba documentales descargados que tenía en Netflix, miraba las ratas corriendo por la estación, al menos 5 o 6, incluso una que corrió hacia mí hasta que la asusté, en fin, lo típico que se hace en una estación de tren.

El tema de las ratas en esa zona era impresionante. Por lo general había por todas partes, pero en aquella estación había decenas. Cuando aún no había visto ninguna, escuchaba un ruido que me parecía algún tipo de grillo o insecto, hasta que vi que era una familia de ratas a 2 metros detrás de mí. A partir de entonces salían por cualquier sitio. Al menos iban en cuenta de no acercarse a las personas, y sólo que hicieras un pequeño gesto ya se alejaban muy rápido, pero el asco le daban igual. Nadie les hacía caso, de hecho los taxistas que esperaban fuera de la estación, las tenían corriendo entre las piernas y no solo no les hacían caso sino que más de uno se quedaba dormido allí mismo sin ningún problema.

A las 23:30h fui a mirar la pantalla con los horarios para buscar mi tren y fue cuando me llevé la primera sorpresa de la noche. El tren aparecía, ¡pero ponía que llevaba un retraso de 90 minutos! Así que si la hora original era a las 2:03h, ahora era a las 3:30h, por lo que las dos horas y media de espera que me quedaban de repente se convirtieron en 4, sumadas a las 3 que ya llevaba allí terminarían siendo 7 horas de espera. Esto era un buen retraso y el resto eran tonterías.

Lo sorprendente era que quienes más estábamos flipando éramos los extranjeros, los tailandeses ni se inmutaban, señal de que aquello era algo habitual. De hecho, había 4 o 5 trenes programados y todos iban con retraso. Pero lo peor era que, conforme pasaban las horas, el retraso iba aumentando, y eso que pocos minutos antes yo tenía la esperanza de que disminuyes, pobre inocente. Al final el retraso fue de dos horas y media. De tener que pasar a las 2:03h, acabó llegando a las 4:27h.

La gente iba y venía del 7-eleven y todos volvían con algún tipo de bocadillo caliente. Yo, evidentemente, hacia la 1 de la madrugada me comí el bocadillo de perrito y queso, pues ya volvía a tener hambre, y alguna bolsa de patatas para pasar el tiempo mientras iba mirando documentales o escribiendo el diario, además de ir estirando las piernas está claro, pues quería subir al tren un poco cansado para poder dormir mejor ya que en ese momento todavía no sabía que tal podría dormirse. Cabe decir que por lo que había leído por Internet, estos trenes-hotel eran cómodos y se dormía muy bien. Además, siguiendo las recomendaciones, había reservado un lecho de abajo ya que aunque eran un poco más caros que los de arriba también eran más anchos y la luz de dentro del vagón no molestaba en absoluto ya que la cama de encima la tapaba completamente . Las camas de arriba, también tenían la cortina pero ésta no consigue que quedes completamente a oscuras.

Al cabo de unos minutos de estarme comiendo el bocadillo, una chica tailandesa de unos 20 años y muy guapa que también estaba esperando el mismo tren, se levantó para hacer estiramientos y después una especie de yoga con alfombrilla y todo. Además allí estaba justo enfrente por lo que en ciertos momentos había que hacer esfuerzos para no mirar. En cualquier caso yo también me levanté para estirarme ya que verla al menos me recordó que yo también estaba rígido de tantas horas sentado.

A las 3 de la madrugada ya todos los que estábamos en la estación éramos como una familia. En el vestíbulo estábamos unas 10 personas que ya al final nos conocíamos todos, ya no hacía horas que nos vemos las caras. Cada uno tenía su historia pero la de la chica tailandesa de 20 años que iba con el danés de 55 era la más peculiar aunque en Tailandia no es tan raro.

Por último, sobre las 4:15h, la chica de la estación anunció por megafonía la llegada del tren. Todos empezamos a levantarnos ya impacientes. Los de seguridad tocaron sus silbidos y de lejos ya se veían las luces del tren. Por fin llegaba. Por cierto, que los de seguridad eran muy amables y serviciales, pues primero uno vino a atenderme cuando la de la taquilla no estaba, otro fue corriendo a ayudar a una niña que cayó de boca al suelo y ahora un me preguntó a qué vagón iba y me indicó a qué altura del andén esperar según el vagón donde estaba mi cama. Qué diferencia con los de Renfe que parece que te estén perdonando la vida.

Subimos y por fin veía los famosos trenes-hotel de Tailandia que tanto había visto en fotos. Busqué la cama 16 del vagón 2. Justamente me tocó debajo y junto a una pareja que habían estado sentados todo el rato a mi lado mientras esperábamos en la estación y que eran parte de los 10 del vestíbulo. Todos hacia Malasia.

Todo esto estaba mucho mejor de lo que me esperaba. Había un chico que se encargaba de poner las almohadas y preparar toda la cama. Había una manta encerrada en una bolsa hermética y en cada cama había una pequeña luz individual y dos estanterías para dejar el equipaje. Además en el tren estaba incluso fresquito a pesar de tener las ventanas cerradas, sin aire acondicionado y con sólo unos ventiladores muy precarios colgados del techo. Pero aún así éste era una de las camas más fresquitas en lo que había dormido desde que estaba en Tailandia.

Rápidamente me quité la ropa, organicé el equipaje en la estantería y me estiré con la manta. La cama era comodísima, el tren hacía menos ruido de lo que me esperaba y su propio movimiento hacía que el descanso fuera perfecto, como cuando se mece un bebe en su cochecito. De hecho tardé mucho menos en dormirme de lo que me esperaba, es mas, creo que no tardé ni 10 minutos. El hecho de que fueran las 4:30h pasadas y que por tanto ya llevara 22 horas despierto, seguramente también ayudó. En cualquier caso, no recordaba un sueño tan plácido en cuanto dormí en un crucero. El ligero movimiento hace milagros.

Así pues, acababa de coger el quinto de los 7 transportes que tomaría durante todo el trayecto hasta George Town, y de momento, aparte del retraso del tren, el resto había ido según lo previsto. Quedaba, eso sí, la parte más incierta y desconocida, pues aparte de que ya estaría en Malasia donde todavía no había estado nunca, tampoco tenía nada claro que las combinaciones que había visto por Internet fueran correctas, ya que algunas combinaciones no coincidían dependiendo del lugar donde miraras. En cualquier caso, todos coincidían en que debería llegar a la ciudad de Butterworth, a unos 200 kilómetros de la frontera. Y una vez allí, o bus o ferry hasta George Town. Tocaría preguntar y rezar para que el GPS funcionara mejor una vez en Malasia.

Y así terminaba mi paso por Tailandia, el segundo de los 7 países que visitaría en este viaje y el segundo en el que más días pasé, 23 concretamente. 23 días recorriendo Tailandia desde Bangkok hasta Malasia, durmiendo en 7 hoteles y un tren y conociendo a un montón de personas que siempre me saludaron con una sonrisa en la cara. Salía ya del país más seguro que había visitado, incluso más que Países Bajos, un país culturalmente muy diferente a todo lo que conocía hasta ahora pero que su forma de ser y hacer me había cautivado completamente. Ahora tocaba seguir con el viaje con la emoción de seguir conociendo nuevas culturas, nueva gente, nuevas ciudades, nuevas comidas y sobre todo nuevas experiencias.

21/06/2019 Penúltimo día en Tailandia. Buscando la manera de llegar a George Town, Malasia

21/06/2019 Penúltimo día en Tailandia. Buscando la manera de llegar a George Town, Malasia

Me desperté sobre las 7:30h habiendo dormido 7 horas justitas. Sin embargo ya fue mucho teniendo en cuenta que a partir de las 6 ya entraba mucha luz del sol y que a partir de las 7 ya se escuchaba tanto ruido como si fueran las 12 del mediodía, y eso que sólo había uno calle con un carril por sentido. Aunque de hecho creo que lo que más me despertó fue el calor. A la luz y al ruido ya me iba acostumbrando, pero al calor no.

A diferencia de otros días, éste no estuve tanto rato tomando el café y escribiendo el periódico. Me duché y tomé el café rápidamente ya que quería salir a buscar una lavandería a la que habría sido mejor ir ya el día anterior, pues no es seguro que todas las lavanderías puedan lavar la ropa dentro del mismo día, y yo ya la necesitaba por aquella tarde pues al día siguiente por la mañana ya marchaba hacia Malasia.

Justo en la primera planta del edificio de las habitaciones, había 2 o 3 comercios de los cuales uno era una lavandería, supongo que perteneciente al propio hotel. Ya había estado mirando precios el día anterior y más o menos costaba lo mismo en todas partes, por lo que decidí ir a esa misma.

La primera vez que bajé estaba cerrada pero uno de los trabajadores del hotel, que ya me conocía, me dijo que abrirían en unos 15 minutos, por lo que tuve que bajar más tarde.

Finalmente, pude dejar la ropa, eso si, como ya esperaba, con un recargo para lavarla dentro del mismo día. Primero me dijo que estaría al día siguiente por la mañana a lo que le respondí que no podía esperar tanto, a lo que me dijo que ningún problema ¡pero que el precio era el doble! Así que, en vez de 40 bates por un kilo fueron 80. Al menos el kilo normal era más barato aquí que otros sitios de Tailandia, pues normalmente lo encontraba por 50 bats el kilo. Normalmente siempre llevaba la ropa de un día para otro, pero como la última vez, en Koh Tao, el servicio normal lo realizaban al mismo día, pues ya iba despistado.

Una vez dejada la ropa volví a la habitación a tomarme otro café pero ahora ya con tranquilidad, como a mí me gustan. Escribí el diario, miré correos, noticias, etc. como todas las mañanas.

Estos 3 días a Koh Samui les iba improvisando un poco, pues ya no había planificado demasiadas cosas por esta isla ya que eran los últimos días en Tailandia y aquí quería estar tranquilo paseando por donde me apeteciera en cada momento. Ese día pensé en ir a la montaña que estaba justo al lado de Chaweng Beach a poco más de un kilómetro de la playa. De hecho Chaweng queda entre el mar y esa montaña. En principio quería subir un poco para ver las vistas desde allí. El camino parecía asequible aunque no quedaba clara la pendiente que me encontraría. Así que a las 11 de la mañana salía con lo básico para ir lo más ligero posible en dirección a la montaña de Chaweng.

El camino era corto pero la subida muy fuerte. De hecho sólo girando por una de las callejuelas que dejaba la calle principal y andando menos de 100 metros, ya prácticamente se llegaba al pie de la montaña. Aquí los hoteles y los restaurantes desaparecían y ya sólo se veía algún negocio local y alguna casa más cerca de caer que mantenerse de pie. La calle principal parecía un escaparate que cuando lo traspasabas veías al resto del pueblo, el pueblo auténtico.

Caminé unos 15 minutos hasta llegar a una calle que parecía que ya iba directamente a la cima de la montaña. Pero una vez estuve delante, al ver que todavía pasaban coches, el poco arcén que tenía, la fuerte pendiente que ya hacía desde el principio y el calor que hacía como siempre, a medio camino decidí dar media vuelta. A estos sitios hay que ir en moto, caminando es arriesgarse a quedarte a medio camino medio muerto. De hecho cuando llevaba 30 minutos andando ya veía que no podría conseguirlo seguro, aunque seguí hasta que el calor me pudo.

De todos modos la salida valió mucho la pena pues me va a servir para ver otra zona de Chaweng, la zona auténtica y local, pues a diferencia de lo que pensaba, había otra calle bastante importante paralela a la que yo conocía y que pasaba por delante del hotel y junto a la playa. Éste era menos turístico por lo que me sirvió para ver un poco de vida local que es lo que realmente me gusta ver en las nuevas ciudades que visito. De hecho, si hubiera sido un poco más tarde me habría quedado por algún restaurante de allí, pues éstos no eran por guiris.

Hacia las 13h, ya hecho polvo, volví al hotel a tomarme una cerveza en el balcón, donde se estaba realmente bien, fresquito, justo enfrente del restaurante y junto a la calle principal, por lo que se veía bastante animación. Aproveché para pasar más fotos y vídeos en el PC para ir liberando espacio y otros preparativos antes de pasarme al día siguiente 2 días enteros dando vueltas. Debía tener todas las baterías listas y los mapas bien actualizados.

A las 14:30h salí de la habitación para andar los 15 metros que me separaban del restaurante del hotel. De hecho casi podía saltar desde el balcón, pues su terraza estaba a unos 3 metros o incluso menos de mi balcón. Esta vez pedí a Pad Thai con langostinos, que aún no había pedido nunca a Tailandia porque realmente no vale demasiado la pena, ya que son caros y no hartan tanto como la carne. De todas formas cabe decir que estaban muy buenos, de hecho más que en España que ya son suficientemente buenos. Tenían un gusto bastante particular pero muy bueno. El precio, 80 bats, 2,30€.

Una de las características más diferenciadoras de la tailandeses, es su amabilidad y hospitalidad. Es realmente difícil que alguien no te salude con una sonrisa en la cara, y no es para quedar bien o para venderte cualquier cosa, es que realmente les sale de dentro. El trato que recibes es siempre muy correcto pero nada empalagoso como en otros sitios que se nota que lo hacen porque eres cliente o porque te quieren vender algo. Y en este restaurante aún más, pues ya me conocían del hotel.

Y después de comer, cómo no, a dormir la siesta.

Me desperté a las 17h y como siempre como si fuera una nueva mañana, es decir, ducha, café, correos, el diario, etc. Al anochecer quería ir a la zona norte de Chaweng a ver su propia zona roja, evidentemente no tan bestia como la de Bangkok, pero se ve que también tiene tela. De hecho dicen que las chicas van aún más en saco, que ya es decir. Pero un email que ahora leería y totalmente inesperado lo cambió todo…

Estaba pendiente de la confirmación de todo el transporte para el día siguiente desde el hotel donde estaba ahora hasta la estación de tren de la ciudad de Surat Thani. Era un trayecto bastante largo, pues primero debería hacer unos 30 kilómetros en taxi compartido hasta uno de los muelles de la isla, después dos horas en ferry hasta la parte continental para coger finalmente un autocar para recorrer unos 100 kilómetros hasta el estación de tren o al menos hasta el centro de la ciudad.

La reserva que ya tenía hecha era perfecta, pues todos los transportes, desde el hotel hasta la estación de tren, los gestionaba la misma compañía, por lo que no tenía que preocuparme de los transbordos, pues ellos ya lo organizaban. No me gusta demasiado ir así ya que pareces una oveja, pero en estos casos, y teniendo en cuenta que en Tailandia muchas veces hay retrasos, es mejor que hacerlo por libre. Además incluso suele salir igual de precio o incluso más barato.

Pero en el correo decía que la reserva no se podía hacer y que entre las próximas 2 y 4 semanas me devolverían el dinero, tal cual, sin anestesia y sin más información. Y esto a 14 horas de empezar todo el periplo. Era importante que llegara a la estación de tren ya que desde allí debía tomar un tren que ya tenía reservado para ir hasta la frontera con Malasia.

Rápidamente volví a mirar a 12go.asia qué combinados como aquél había todavía disponibles y en un principio parecía que había similares. Fui a reservar uno pero no me dejó. Al actualizar los resultados ya no aparecieron ni la mitad, y evidentemente, de los que quedaban disponibles o no me pasaban a recoger por el hotel o no me dejaban en la estación de tren, sino en el centro de la ciudad de Surat Thani que quedaba al menos a 20 kilómetros de la estación. La cosa ya no pintaba nada bien.

Intenté reservar otro y pasó lo mismo, no se podía, y al actualizar los resultados ya sólo aparecían 3 opciones y ninguna buena. Además, dos de ellas eran carísimas y salían muy pronto, demasiado, mientras que la tercera era la más barata y con diferencia, sólo 7€, pero el ferry salía del muelle de la isla a las 18h. El problema de esta opción no era sólo que el ferry salía tarde, sino que además y a diferencia de lo que había reservado primero, debería ir por libre desde el hotel donde estaba ahora hasta el puerto de la isla a unos 30 kilómetros, allí tomar el ferry de las 18h, una vez en la parte continental un autocar de la misma compañía del ferry me llevaría hasta Surat Thani pero a 20 me dejaría en el centro de la ciudad, a unos 20 kilómetros de la estación de tren al que yo tenía que llegar. Por lo que pasaba de haber reservado todo el transporte desde el hotel a la estación de tren, a tener que espabilar para llegar al puerto y después hasta la estación de tren. Evidentemente no había buses de línea que realizaran estos trayectos, por lo que me quedaban pocas horas para informarme de otras opciones que no fueran taxis, aunque ya iba asumiendo que alguno debería tomar.

Finalmente reservé esta opción entre otras razones porque ya no quedaban más opciones que fueran mejores, y al menos ésta era barata y salía por la tarde, lo que me dejaba tiempo para llegar primero al muelle de la isla y al destino todavía me quedaba tiempo para llegar a la estación de tren, pues el tren que ya tenía reservado salía de madrugada. Así que pasé de tener un transporte organizado de puerta a puerta por 14€, a tener que hacer 30 kilómetros al inicio y otros 20 kilómetros al final por libre por 7€. Si esos 50 kilómetros que tenía que hacer por libre los conseguía hacer y por no más de 7€ estaría bien, pero en ese momento realmente lo dudaba. De hacer dudaba que a las 21h, que era cuando llegaba a Surat Thani con el ferry, ni siquiera hubiera taxis que pudieran llevarme a la estación de tren, y si los había, a ver cuánto me querrían cobrar y como podría negociar, pues en Tailandia se hace realmente cansado negociar con los taxistas ya que cuando ven a un turista se ponen en modo estafador y es muy difícil sacarlos de allí. Lo que tenía claro es que no habría ningún bus de línea que hiciera ese trayecto y menos a esas horas, pues Surat Thani no es Bangkok. Tenía la esperanza de encontrar algún taxi colectivo ya que los trayectos que debía hacer no eran extraños, pues tenía que ir a lugares donde acude mucha gente, primero al puerto y después a una estación de tren.

Así que tuve que dedicar buena parte de la tarde a mirar cómo ir del hotel al puerto de la isla y del centro de Surat Thani a la estación de tren. Además también tenía que mirar cómo ir de Padang Besar a George Town, ambas ciudades ya de Malasia y separadas por 200 kilómetros. Padang Besar es la ciudad fronteriza entre Tailandia y Malasia y de hecho está en ambos países, por lo que la frontera pasa por medio de esta ciudad. Allí me dejaría el tren, debería pasar por el control de inmigración y en la misma estación pero ya en Malasia, tomar otro tren hasta George Town (o hasta donde pudiera, ya que Geroge Town está en una isla). Allí tenía el hotel reservado y donde en principio debería pasar mi primera noche en Malasia. El trayecto en tren hacia Malasia se haría de noche llegando al control fronterizo de Padang Besar a las 9 de la mañana, por lo que tenía previsto llegar a George Town por la tarde. Así pues, todo el trayecto desde el hotel donde estaba ahora, podría comportar perfectamente entre 36 y 40h. Casi 2 días de camino por tierra y mar utilizando 6 o 7 transportes diferentes hasta llegar a George Town si todo iba bien. Pero ahora en vez de mirar cómo moverme por Malasia, tenía que mirar cómo salir de la isla donde estaba, Koh Samui, y llegar a la estación de tren.

El día anterior ya había leído en Wikitravel que en Koh Samui había taxis colectivos que hacían una ruta ya establecida y con tarifas fijas, evidentemente mucho más baratas que las de un taxi normal. Tenía que mirar si pasaban cerca de mi hotel y por el puerto Na Thon, uno de los 3 de la isla y desde donde salía el ferry que finalmente había reservado. Suponía que sí, ya que Chaweng y Na Thon eran dos sitios importantes de la isla.

Busqué y la verdad es que encontré la información que buscaba más rápido de lo que creía, de hecho en la tercera o cuarta página donde miré ya lo encontré. Se trataba de las tablas con las rutas y las tarifas. Todas las rutas salían y llegaban a Na Thon, el puerto al que tenía que llegar, y evidentemente una de las rutas iba a Chaweng, donde estaba ahora. Según esa web la tarifa era de 70 bats pero, como siempre, debía vigilarse porque a los turistas les cobraban el doble pese a ser tarifas oficiales. Según decían en la web, lo que se tenía que hacer era subir sin preguntar el precio y al bajar pagar el importe justo sin decir nada, de esta forma al no preguntar no te podían decir el precio que quisieran, pues de hecho , eran precios ya establecidos y demostrabas que lo sabías. Me pareció todo bien y pasé a mirar cómo ir de Padang Besar a George Town.

Con todo ya eran casi las 20h y aún tenía que hacer la maleta. Previamente, sobre las 18h, bajé a la lavandería a buscar la ropa que había dejado por la mañana pero estaba cerrada. Me quedé de piedra, pero el chico del hotel que estaba en el restaurante me dijo que no, que él mismo me iba a subir la ropa. Y así fue, al cabo de 15 minutos me la llevó y estaba toda, que nunca se sabe si te van a perder algún calcetín…

Después de mirar una media hora como llegar a George Town vi que era más fácil de lo que parecía, ya que antes Google Maps me había liado un poco, pero un blog me lo aclaró todo. Simplemente tenía que tomar un tren en la ciudad fronteriza de Padang Besar, donde llegaría con el tren que ya tenía reservado, hasta la ciudad costera de Butterworth, y de allí tomar un ferry hacia George Town, pues esta ciudad está en la isla de Penang, en el noroeste de Malasia.

Intenté comprar el billete por Internet pero no se podía, de hecho 12go.asia decía que no quedaban plazas y desde la web de la compañía KTM decía que no había trenes por esa ruta. Todo esto me extrañó bastante pero a la vez me preocupó, pues a ver qué pasaba. En cualquier caso ya tenía mucha más información que dos horas antes y en principio sabía cómo ir de un sitio a otro aunque en algún caso todavía era algo incierto. Ya sólo se trataba de ir llegando a cada sitio e ir preguntando, ya que además no tenía 4G y el GPS no funcionaba desde hacía días, para acabar de complicarlo un poco más.

La cuestión es que al día siguiente tenía un trayecto de 36 horas con paso de frontera incluido sabiendo dónde debía ir pero no cómo debería ir en todos los casos. Con el móvil con 4G y GPS no me preocuparía demasiado, pero no tenía SIM del país, encontrar una red WIFI abierta era bastante complicado y lo peor es que el GPS no funcionaba, algo que debería funcionar independientemente de si estás conectado a Internet o no. Desde que se había marchado de Bangkok que el GPS fallaba mucho, tardaba mucho en ubicarme y de hecho casi nunca lo hacía hasta que me conectaba a Internet. Esto sí que supone un gran problema para mí, pues me siento realmente perdido sin el GPS. Esto era lo que más me preocupaba de todo el periplo del día siguiente.

Hacia las 21h, después de haber preparado la maleta, fui al 7-eleven a comprar la cena. Compré un bocadillo preparado de Frankfurt con queso, y lo que no sabía, lo descubrí muy tarde, que en el mismo 7-eleven te pueden calentar todo lo que quieras, ya sean aquellos bocadillos o los muchos platos preparados de todo tipo que tienen. Así que cuando el vendedor me lo preguntó le dije que si y pensé, mucho mejor, porque me lo iba a comer ahora y no tenía otra forma de calentarle. Una gran solución para quien no tiene microondas en el hotel. Lo hubiera sabido antes y mucho más lo habría hecho.

A las 23h ya me tumbé en la cama a mirar un documental en Netflix hasta quedarme dormido. Aunque al día siguiente se marchaba, lo bueno era que se marchaba tarde y por tanto no tenía que madrugar, simplemente estar preparado antes de la hora de check-out que era a las 12h.

Llegaba mi última noche en un hotel de Tailandia. Había pasado 23 días en uno de los países más felices y acogedores de todos los que había visitado y el primero de Asia. Un país y un continente con una cultura, religión o incluso alfabeto completamente distintos a lo que conocemos. 23 días recorriendo el país desde Bangkok hasta las islas del Golfo de Tailandia viendo cosas difíciles de creer incluso cuando ya las tienes delante, con algunos momentos complicados pero siempre encontrando a algún tailandés dispuesto a ayudarte con una sonrisa en la cara. Tailandia me había sorprendido muy gratamente y una vez más, en un país más, dejaba atrás un montón de prejuicios, leyendas urbanas y opiniones totalmente erróneas que normalmente tenemos para hacer caso a gente que no ha salido de su ciudad en su vida . Basta con viajar para darse cuenta de lo equivocados que estamos en tantas cosas.

Quiero ver a un montón de países antes de morir, por lo que repetir país es algo que evito, pero en estos momentos tengo una sensación que no había tenido en ninguno de los 21 países anteriores: algún día volveré a Tailandia.

20/06/2019 Segundo día en Koh Samui: Chaweng Beach

20/06/2019 Segundo día en Koh Samui: Chaweng Beach

Hacia las 8h me despertaba con sólo dormir 5 horas. Como ya me había pasado el día anterior, me desperté antes de lo previsto, pues entraba mucha luz y ruido por la ventana y además el calor era insoportable, ni con el ventilador al máximo se aguantaba.

Por la mañana, mientras me tomaba el café, reservé todos los transportes que necesitaba para ir desde el hotel donde estaba ahora hasta la estación de tren de Surat Thani. Esta ciudad está a unos 70 kilómetros de la costa pero ya en la parte continental de Tailandia. Es la ciudad más cercana a la costa con estación de tren y es donde llegan la mayoría de pasajeros provenientes de las islas del Golfo de Tailandia, pues la línea de tren que pasa cruza Tailandia de norte a sur llegando hasta la frontera con Malasia . Yo ya tenía el billete de tren para la noche del 22 al 23 para ir desde Surat Thani hasta Padang Besar, la ciudad fronteriza entre Tailandia y Malasia, pero aún tenía que reservar el ferry y el autobús desde el hotel hasta en Surat Thani. Por cierto que Padang Besar no era el destino final, allí debería tomar más trenes y ferrys hasta llegar a George Town, una ciudad situada en una isla al norte de Malasia. Todo esto lo haría seguido, durmiendo en el tren, y en un plazo de unas 36 horas. Un largo trayecto por mar y carretera para ir desde una isla de Tailandia hasta otra isla pero ya en Malasia.

La opción que encontré era bastante buena, pues me pasaría a recoger un taxi colectivo por el hotel donde estaba ahora y que me llevaría a uno de los puertos de la isla, el de Bangla, que no era lo mismo a lo que había llegado y que estaba más lejos. Allí embarcaría en un ferry hasta el puerto de Surat Thani, y de allí, sólo con desembarcar, un autocar de la misma compañía del ferry me llevaría hasta la estación de tren, a unos 70 kilómetros. Y todo por 13€, que después de mirar precios de ferrys y taxis, éste estaba muy bien, de hecho si todo esto lo hiciera por libre como mínimo me habría salido por ese precio o incluso más caro, aparte de no tener la tranquilidad que podría tener contratándolo todo con la misma compañía.

Y con el trabajo ya hecho, me tomaba otro café, escribía el periódico, me duchaba y sobre las 12 salía a dar una vuelta con la intención de ir hacia la playa y caminar por allí. La playa estaba a unos 50 metros del hotel, pero debido a que no había ninguna calle frente al hotel que llevara hasta la playa y que por tanto no se podía acceder por cualquier sitio, debería caminar primero un rato a lo largo de la carretera hasta encontrar una calle que fuera desde la carretera hasta la playa.

Así que caminé en dirección norte, hacia el centro de Chaweng, hasta llegar al primer callejón de arena que encontré que llegaba hasta la playa y que estaba a unos 700 metros del hotel.

La playa era como todas las del Golfo de Tailandia, con arena blanca, muy poco profunda y muchas palmeras. Ésta tenía como entradas de arena en el mar, como pequeñas cabezas, algo curioso y que no había visto en ninguna parte. A lo largo de la playa estaba lleno de restaurantes, bungalows y otros bares, pues Chaweng Beach es la zona con mayor animación de toda la isla de Koh Samui. De hecho, y salvando las distancias, esta zona era la más similar en Ibiza por el tipo de ambiente que se veía, aunque evidentemente con mucha menos gente, menos locales y sobre todo menos drogas.

Caminé por la playa hasta las 13h que volví a la calle principal a investigar más la zona y ver si encontraba algún lugar ambulante, o al menos un restaurante para locales donde comer, ya que el día anterior ya había comido en el restaurante del hotel, o sea, de guiris, y eso es algo que me gusta poco. Me gusta comer rodeado de locales como si fuera un local mas, no rodeado de guiris.

Encontré, justo frente al 7-eleven donde ya había ido a comprar un par de veces y que quedaba casi al lado del hotel, una mujer que ni siquiera tenía una moto o puesto ambulante, sino que sólo era ella sentada en el suelo con una cesta con ingredientes y una especie de barbacoa con un montón de pinchos de carne de todo tipo. Me pareció bien, además estaba lleno de locales haciendo cola a su alrededor, muy buena señal, así que decidí que compraría allí el almuerzo y me lo comería en el hotel.

Como no sabía ni qué tipo de comida estaba haciendo ni cómo se llamaba nada de lo que había, le pedí lo que estaba preparando por una clienta, que creo que era Pad Thai. Además pedí dos pinchos con un montón de carne cada uno que parecía ternera. Sólo como lo preparaba era todo un espectáculo. Ponía todos los ingredientes en un cuenco y con dos palas iba picando y mezclando todos los ingredientes. Fideos, tomate y otras verduras, chile (como no) y algo de frutos secos, mientras los pinchos de carne se hacían en la barbacoa. Se me estaba haciendo ya la boca agua. Eso sí, me costó 90 bats (2,60€), más que el almuerzo en el restaurante del hotel, aunque ahora había más comida, pues el Pad Thai ya es más que el arroz basil y sin contar los dos pinchos de carne.

Volví al hotel que tenía a menos de 2 minutos andando y allí me lo comí todo. Como siempre estaba muy bueno pero en este caso aún más debido a que la carne estaba hecha en la barbacoa.

Y a las 15h a la siesta como llevaba haciendo cada día desde que estaba en el Golfo de Tailandia aunque aquí me costaba un poco más dormir por el ruido, la luz y el calor.

A las 17h me desperté, volví a ducharme, me tomé otro café y escribí el periódico. Parecía que viviera dos días en un solo día, y todos los días…

A las 18:30h salí y fui directamente a la playa, pues aunque desde ésta era imposible ver la puesta de sol, si que quería ver cómo oscurecía desde allí. Así que fui hacia el mismo callejón de arena hasta llegar a la playa.

Una vez allí, me pareció que incluso había más gente que por la mañana, supongo que porque la temperatura era ahora más soportable aunque hacía mucho calor, seguramente debido a la humedad. Pero al menos el sol ya no golpeaba directamente.

Caminé incluso más lejos de lo que había caminado por la mañana en dirección norte, hacia el centro de Chaweng y donde hay más animación, mientras iba oscureciendo. Aunque no se veía el sol era bastante bonito. La playa estaba llena de terrazas con un estilo chillout, rodeadas de palmeras y algunas con DJ. A lo largo de la playa se escuchaba música electrónica en un ambiente muy agradable y festivo pero sin borrachos ni drogas.

Hacia las 20h fui a una de las terrazas de la playa a tomar una cerveza, que aunque una Chang costaba 80 bats, el doble que al 7-eleven, de vez en cuando está bien tomarla bien sentado en una tumbona junto a la playa. A esa hora ya estaba completamente oscuro quedando toda la playa iluminada por las diferentes terrazas y mucha gente que ya empezaba a cenar, pues aquí los horarios van más adelantados que en España.

Al cabo de media hora fui hacia el 7-eleven a comprar agua y la cena y hacia el hotel a comer. La cena era lo de siempre, fideos deshidratados y esta vez una especie de pastel de manzana como los que hacían en el McDonald’s pero éste era de piña y bastante mas bueno. Muchos días cenaba pasta, pero es que en Tailandia había muchos tipos, por lo que cada día era algo diferente. En estos momentos todavía no lo había descubierto, pero pocos días después descubriría que en los mismos 7-eleven te podían calentar la comida, por lo que pasé a comprar todo tipo de platos preparados que ya iré comentando. Lástima no haberlos descubierto antes.

Después de cenar me vino a la cabeza que todos los transportes (taxi, ferry y bus) que había reservado esa misma mañana para ir hasta la estación de tren de Surat Thani 2 días después, donde tomaría el tren hasta Malasia , la compañía aún no me había confirmado la reserva. Era la primera vez que hacía una reserva de esta forma y la confirmación no me llegaba al momento, aunque en ese momento no le di ninguna importancia, pensaba que era un simple problema técnico o burocrática y que ya me llegaría la confirmación. Pero la cuestión era que en ese momento todavía no tenía ningún nuevo correo ni de la compañía ni de 12go.asia, la web intermediaria desde donde había hecho la reserva.

Y así llegaba al final del segundo día a la isla de Koh Samui, probablemente la que tiene un turismo mas familiar o no tanto para jóvenes de las 3 del Golfo de Tailandia. En las 3 en general se puede encontrar mucha oferta de ocio nocturno, aunque aquí los turistas parecían los más responsables de las 3 islas. Me encantaban las 3 islas cada una con sus particularidades a pesar de estar tan cerca una de la otra. En 10 días las había visitado las 3 disfrutando del ocio, la naturaleza, las playas, los animales, la gente y la comida en cada una. Y la verdad, no sabría decir cuál prefiero, las 3 aportan algo que las demás no aportan.

A las 12 de la noche fui a la cama a mirar una peli mientras me quedaba dormido, algo que no tardé demasiado, de hecho menos que el día anterior. Al día siguiente no tenía ninguna visita planeada, aunque quería ir a un mirador. Estos días ya estaba más pendiente de la inminente marcha hacia Malasia, y de hecho, durante la planificación del viaje, ya me dejé estos días más libres.

19/06/2019 De camino a Koh Samui. La última isla del Golfo de Tailandia

19/06/2019 De camino a Koh Samui. La última isla del Golfo de Tailandia

A las 6 de la mañana me despertaba y a las 6:15h me levantaba muerto de sueño después de haber dormido poco más de 3 horas. A las 7h ya quería ir a ver si la agencia que me había llevado a la Full Moon Party estaba abierta, pues a lo sumo debería conseguir un taxi que saliera a las 9 de la mañana o 9:30h estirando mucho para llegar en el puerto desde donde salía mi ferry a las 10:30h hacia la isla vecina, Koh Samui. No tenía demasiadas mas alternativas, de hecho si esta agencia no tenía el servicio, debería pedir ayuda a algún trabajador del hotel, ya que allí no había más agencias ni ningún sitio donde hubiera taxis. Tenía que irse a buscar un ferry en dos horas y todavía no sabía cómo iría. El ferry ya lo había reservado antes de la salida del viaje por 300 bats, unos 8,50€.

Me duché, me tomé un café y escribí un poco el diario hasta las 7 que fui hacia la agencia, pero ésta todavía estaba cerrada y no ponía horario en la puerta. Volví a la habitación y decidí ir de nuevo a las 8. Error.

Acabé de preparar las cosas excepto el portátil, escribí el diario, miré correos ya las 7:55h volví a la agencia. Antes de llegar vi a gente esperando con las maletas, y eso ya me hizo sospechar que quizá saldría un taxi colectivo en breve. La agencia ya estaba abierta y estaba la misma mujer de siempre. Le pregunté si hacían traslados a Thong Sala, el muelle desde donde salía el ferry. Me dijo por qué día y le dije que por ya. ¡Echó una cara de ufff! Y dijo, a las 8 sale uno y esa gente le está esperando. Pues lo que creía. Me dijo que si volvía en 5 minutos podría cogerlo y que el precio eran 150 bates, sino ya no sabía cuándo y que el precio podría salir por 300 bates. Así que antes de que terminara de hablar salí corriendo de la agencia hacia la habitación y recogí lo que quedaba más rápido que nunca, algo que por cierto no me gusta nada. No me gusta tener que acabar de recogerlo todo a toda prisa y sin tiempo de revisar la habitación por si me he dejado algo, pero así tuve que hacerlo. Además, claro, tanto correr y con tanto calor ya empecé a sudar.

Volví a la agencia pero realmente ya casi habían pasado 10 minutos y tenía pocas esperanzas de que el taxi me estuviera esperando. Efectivamente, toda la gente que había antes esperando ya no estaban, y evidentemente ni rastro de ningún taxi colectivo. Seguidamente la mujer me confirmó que ya se habían ido. Y allí me quedé palo plantado con la maleta, ya medio sudado, sin haber revisado la habitación y sin saber si me había dejado algo, y todo por nada. Y lo peor era que aún no sabía cómo ir hasta el muelle y el tiempo iba pasando.

Entonces la mujer, que ya me tenía cierto cariño, fue a hablar con los que parecían los organizadores de esos taxis que estaban en un restaurante de al lado. Al cabo de dos minutos volvió y me dijo que en 10 minutos saldría otro. No terminé de entenderlo pero sin hacer preguntas le pagué los 150 bats, fui a hacer el check-out y volví corriendo a la agencia. Pero al llegar, la mujer me dijo que no, que finalmente el taxi saldría a las 9. En fin, podría haberme ahorrado la corredera y revisar la habitación, pero en cualquier caso aún tenía tiempo de revisarla y de desayuno bien, y lo mejor de todo, tenía taxi y por 150 bats. Así que dejé las maletas en la agencia y fui al restaurante del hotel a desayunar. Eran las 8:15h y ya empezaba a estar cansado físicamente, y todo por no habérmelo mirado todo con tiempo el día anterior.

Pedí tostadas con mantequilla y mermelada y un café. Allí estuve 15 minutos descansando y recuperándome un poco mientras miraba el mar sentado en la terraza sobre la playa. La mañana había sido un poco movido pero eso me relajó del todo. A las 8:30h acababa de desayunar, pagaba y le pedía al chico tailandés del hotel que volviera a darme las llaves de la habitación ya que había salido muy rápido y quería revisarla. Pero cuando apenas me las daba, apareció la mujer de la agencia por la pasarela de madera que llega hasta la terraza para decirme que el taxi salía ya. Ya??? ¿Pero no estaba a las 9? Le pregunté. Si, pero ya sale, me respondió. En fin, así están las cosas en Tailandia. En cualquier caso, más vale que salga 30 minutos antes que después, que suele ser lo que pasa. Así que le devolví las llaves al chico despidiéndome de él por segunda vez y fui hacia la agencia. Efectivamente el taxista ya estaba allí ante la agencia impaciente. Cogió mi maleta al verme llegar y la llevó a la minivan. Sólo éramos una chica y yo, y supongo que salió antes porque aquella chica tenía que irse ya. En cualquier caso no era yo en que iba tarde, sino que habían hecho un cambio de horario a última hora.

Así que a las 8:35h me despedía de la mujer de la agencia que ya casi éramos amigos y de ese resort e isla maravillosos que tantos momentos inolvidables me habían dado, ya fuera tomando una cerveza contemplando el sol escondiéndose detrás del mar o bailando en una de las fiestas más famosas y multitudinarias del mundo.

Primero el taxista fue a dejar a la chica ya que iba en dirección contraria a Thong Sala, y después, ya solo en la minivan y directo a Thong Sala, donde llegamos a las 9h. Aún quedaba una hora y media para la salida del ferry pero valía mil veces más eso que todo se hubiera alargado más, pues el tema transportes en Tailandia debe vigilarse mucho. Hacía una hora no habría imaginado ni remotamente que al cabo de una hora ya estaría en el muelle. De hecho, hacía una hora, creía más que no llegaría a tiempo. Además, al final fui solo en un taxi colectivo, muy ancho y cómodo, pues éste era de los buenos, una minivan bien nueva con aire acondicionado. Mejor imposible.

Primero fui a hacer el check-in, pues el taxista me dejó justo en la puerta del edificio donde hacer el check-in, y después fui a comprar agua a un 7-elevan que había allí delante, como no. Y después pues a hacer tiempo 45 minutos por ahí fuera escribiendo el diario y los gastos mientras esperaba hasta las 10 de la mañana que volví a entrar, pues a esa hora ya podía empezar el embarque.

Hacia las 10:10h ya nos señalaron hacia dónde ir para embarcar en el ferry, un camino de unos 200 metros por un muelle que entraba mar adentro y con unas vistas fantásticas de la costa de Koh Phangan, con sus costas escarpadas y islotes cerca de la costa.

Este ferry no era tan rápido como los catamaranes que me habían llevado a las dos islas anteriores pero sí me pareció más nuevo. Además las montañas de maletas no eran tan exageradas como con las otras compañías, aunque dios también. Por suerte en esta ocasión, mi maleta quedó bastante arriba. Y a las 10:25h ya salíamos, supongo que ya estábamos todos y porque esperar hasta las 10:30h, pues mejor.

Durante el check-in me ofrecieron reservar ya un taxi para ir desde el muelle de destino a Koh Samui o hasta el hotel que tenía reservado por 150 bats. Parecía bien de precio pero debido a que la última vez que lo hice pagué 200 bats cuando yo solo podría haberlo encontrado por 150 o incluso 100, pues esta vez dije que no esperando a encontrar un taxi yo solo y mas barato una vez llegara al puerto de Koh Samui. Error, aunque finalmente no lo fue tanto.

El trayecto era muy corto, de 30 minutos, por lo que a las 11 de la mañana ya estábamos desembarcando en el puerto Bangrak de Koh Samui. Aquí el turismo ya se veía algo más formal, más familiar y menos americanos borrachos. Además tampoco había tantos mochileros, por lo que ya no me daba tanta vergüenza ir arrastrando mi maleta de ruedas. Eso si, como las otras dos, esta isla también era una pasada, con costas escarpadas llenas de vegetación, agua cristalina y arena blanca.

A pesar de hablar de turistas, hay que decir que había muchos menos que otras islas turísticas del Caribe o Europa. El puerto más que un puerto era un muelle de lo pequeño que era. Llegaba un barco de vez en cuando de donde bajaban 200 o 300 turistas y poco más. El resultado era una isla con ciudades pequeñas y tranquilas sin que se vieran nada masificadas, lo que se agradecía mucho.

Una vez cruzado el muelle y ya llegando a tierra firme, todo eran taxis, vanos, moto-taxis, etc. Y todos ofreciéndose a llevarte. Yo tenía que ir hasta Chaweng Beach, una de las ciudades más conocidas de la isla y que se encontraba a unos 8 kilómetros del muelle. En principio no me planteaba ir andando, quizás haciendo auto-stop, pero en cualquier caso primero negociaría con los taxistas que había por allí. Si no había más remedio iría caminando, pero es que con ese calor y humedad, 8 kilómetros podrían representar más de 3 horas caminando y llegando al hotel medio muerto. En el ferry me ofrecieron taxi por 150 bats, por lo que pretendía encontrarse alguno por 120 bats como máximo.

Pregunté a la primera persona con la que me crucé y que ofrecía transporte, ¿cuánto me cobraría hasta Chaweng Beach, y atención, me respondió que 400 bates! Tardé un par de segundos en reaccionar y cuando lo hice le dije al señor que estaba loco pero que yo no y que a mí no me estafaría. Quedó algo descolocado pero supongo que pensando que no todos los turistas somos imbéciles. El segundo al que pregunté ya me llamó 200, la mitad pero todavía lo consideraba caro. Eran unos 15 taxistas e iban todos bojes persiguiéndote simplemente por decirte entre 200 y 400 bats. Yo estaba flipando. Pregunté a una mototaxi y me dijo que 150 era poco porque estaba lejos. Le dije que 150 era lo que me costaba ir con una minivan de Seatran en cualquier punto de la isla. Le dije 100, me dijo que no y dio media vuelta a toda prisa para ir a enganchar a algún otro turista menos negociador. Eran como rapiñas. Seguí caminando y preguntando pero la cosa era más complicada de lo que pensaba, o más bien, los precios de Seatran eran mucho más buenos que los de otras compañías de ferry. En ese momento ya fui consciente de que lo mejor hubiera sido reservar el taxi con Seatrans.

Caminé alejándome del puerto esperando encontrar taxis más baratos que los que estaban esperando a pie de muelle. Al cabo de 15 minutos de haber desembarcado, preguntar a todo taxista que veía y empezar a sudar, volví atrás hacia el puerto con la esperanza de que ya todos los pasajeros del muelle se hubieran marchado y que por tanto los taxistas que quedaban allí. estuvieran ya desesperados por coger a alguien y poder así negociar mejor.

Pero antes de llegar, ya me encontré al moto-taxista de antes que venía directamente hacia mí a toda hostia y desesperado como me imaginaba porque ya se quedaba sin turistas a los que engañar. Me hizo una señal como diciendo que seguiéramos negociando. Le dije exactamente adónde iba y me dijo que estaba en la zona más lejana de Chewang, y realmente era así. Al final acordamos 150 bats aunque estoy seguro de que a un local le habría cobrado menos, lo que ocurre es que a los turistas esperan sacarlos mas y él pensaba que encontraría algún turista a quien le habría podido cobrar 200 o 300 bats , por lo que al final ninguno de los dos quedó del todo contento, pues yo esperaba no tener que pagar más de 100 bats y menos en una moto-taxi, que, aunque me hizo cierta gracia porque era la primera vez que subía a una, evidentemente no se va tan cómodo como en una furgoneta. En cualquier caso eran 4€ por casi 8 kilómetros de trayecto, por lo que realmente seguían siendo precios mucho más baratos que en Europa, de hecho tardamos casi 20 minutos en llegar.

Por el camino me fue preguntando cosas, primero, cómo no, de dónde estaba, y también cómo no, al decirle de España preguntó si de Barcelona. A los tailandeses les encanta Barcelona, ​​bueno, como en otros muchos lugares, pero es que aquí todo el mundo pregunta si eres de Barcelona. De hecho, algunos me lo preguntaban sin saber aunque era español. Además se veía a mucha gente con camisetas del Barça cosa que no se veía con ningún otro equipo, alguna sí, pero la gran mayoría de camisetas de equipos de fútbol eran del Barça. Así que, por el simple hecho de ser de Barcelona ya le caía bien a todo el mundo que iba conociendo.

Al cabo de 15 minutos entrábamos en Chaweng. Es una pequeña ciudad en la costa noreste de la isla donde prácticamente todo el pueblo se concentra en los bordes de la carretera por la que íbamos y que cruza la isla de norte a sur justo por la costa. Se veía una ciudad muy turística, pues había muchos restaurantes, hoteles y exchanges, pero a su vez era pequeña y sin aglomeraciones o grandes concentraciones de gente. Más bien todo lo contrario. Lo malo era que aquí ya no vería la puesta de sol por el mar, a lo sumo la salida cosa que ya podía hacer en Barcelona.

Ya que el taxista no conocía el hotel al que tenía que ir, le dije otro más importante que estaba a dos calles de la mía, por lo que quedamos que me dejaría allí. Pero cuando llegamos y miramos a Google Maps donde quedaba el mío, vio que realmente estaba a dos calles y me dijo que iríamos hasta allí. Así que volvimos a subir a la moto y seguimos buscando al Pott Guesthouse que el taxista encontró rápidamente, pues estaba en la misma carretera, como todo.

El hotel se dividía en dos edificios separados por un patio abierto y que daba a la misma carretera. En uno de los edificios estaban las habitaciones y en el otro la recepción y el restaurante. En las escaleras del restaurante estaba la propietaria que realmente parecía que ya me estaba esperando. El taxista y ella se dijeron algo en tailandés, imagino que le decía que yo tenía reserva allí y que hasta entonces no conocía su hotel. Pagué los 150 bats al moto-taxista y fui a la recepción. La mujer me preguntó si eran 3 o 4 noches, supongo que porque ese día tenía dos entradas, una para 3 noches y otra para 4. Le dije que 3, le enseñé el pasaporte y enseguida asintió como diciendo que todo era correcto. Llegaba así a mi octavo hotel del viaje y el último de Tailandia.

Pagué los 900 bats por las 3 noches, unos 26€, la propietaria me dio la bienvenida y una chica me acompañó hasta la habitación que estaba en el otro edificio, junto al restaurante pero separado por un pequeño patio que daba a la calle. Las habitaciones eran completamente exteriores, es decir, con balcones a ambos lados y la mía estaba en la segunda planta. Además tenía baño privado y TV. Lo cierto es que estaba mucho mejor de lo que pensaba, incluso la ubicación era muy buena, en la calle más importante de Chaweng ya pocos metros de la playa, de un 7-elevan y de restaurantes y puestos ambulante de todo tipo. Pero lo mejor el balcón, no sólo para poder fumar sino para ver toda la animación de la calle, pues la carretera principal la tenía a escasos 10 metros.

Y por fin podía dejar el equipaje que tan rápido y mal había hecho antes de dejar la habitación del hotel de Koh Phangan, comprobar que lo tenía todo y ducharme. Eran aproximadamente las 12:30h cuando ya me había duchado y salía a dar una primera vuelta por Chaweng, sobre todo para inspeccionar la zona más cercana al hotel como hago siempre.

Al ser una zona turística, pues evidentemente había muchos restaurantes para turistas con precios para turistas, pero también había algún lugar ambulante para la gente local y de hecho el propio restaurante del hotel era bastante barato, al menos mas que el restaurante del anterior hotel en Koh Phangan. También había un 7-elevan a 3 minutos andando y esto siempre va muy bien. En Tailandia, un 7-eleven te salva la vida.

Después del pago de la habitación me había quedado con poco más de 100 bats en efectivo, por lo que tenía que cambiar más efectivo. Sacar dinero de un cajero ya estaba descartado porque me quedaban 4 días en Tailandia y de un cajero debe sacarse una cantidad elevada para que salga a cuenta, pues te cobran una comisión fija sea cual sea la cantidad retirada. Así que directamente fui a buscar casas de cambio.

En la misma calle principal donde estaba todo, había varias casas de cambio, por lo que simplemente fui mirando a todos qué tipo de cambio ofrecían. Miré 4 o 5 y todas iban entre los 34,50 y los 34,67, cuando el tipo de cambio oficial estaba en 34,98, por tanto estaba realmente bien el tipo que aplicaban en todas partes, mucho mejor que el de Koh Phangan que ya me pareció bastante bueno. Así que fui a buscar 20€ a la habitación (en principio no necesitaría más pues sólo me quedaban 4 días en Tailandia) y los fui a cambiar a la casa más cercana al hotel donde el tipo aplicado era de 34,65 bats por cada euro. Eso sí, la chica era guapa pero bastante antipática, de hecho diría que era la primera tailandesa antipática que me encontraba.

Después de pasear un rato por las inmediaciones del hotel, a las 14:30h decidí ir a comer al restaurante del hotel, ya que de todos los que tenía allí cerca, el del hotel era lo que mejor se veía en relación calidad-precio.

Sólo verme por ahí mirando, ya me invitaron a entrar. Me senté en una mesa de la terraza, de hecho todo el restaurante era una terraza, y pedí algo que ya había pedido bastantes veces pero que realmente me gusta mucho, que era arroz estilo basil con verduras, chile y pollo. Y como siempre en un restaurante por guiris, la presentación estaba muy bien y los ingredientes muy buenos. El precio del plato eran 70 bats, 2€, aunque en ese caso me habría quedado con hambre si no fuera porque no hacía tantas horas que había desayunado.

Eso si, en el restaurante estaba muy bien ya que todo él era una terraza en una segunda planta justo al lado de la calle principal del pueblo y donde las camareras, que parecían todas de la misma familia, eran muy amables. El turismo era familiar por lo que no había gritos ni grandes aglomeraciones, de hecho en el restaurante sólo estábamos yo y una familia que parecía americana.

Hacia las 15h acababa de comer y volvía a la habitación, que tenía a 30 segundos caminando, para dormir la siesta. Hacía la siesta casi cada día, pero éste con más motivo ya que realmente tenía mucho sueño, pues apenas había dormido 4 horas la pasada noche y la mañana había sido suficientemente movido.

A las 17:30h me desperté después de dormir menos de lo que esperaba, supongo que porque la ventana de la habitación era de todo menos insonora y se escuchaba todo el ruido de la calle tal y como si estuviera abierta. La calle principal que pasaba por ahí al lado sólo tenía un carril por sentido pero la circulación de coches era constante. Además la habitación sólo tenía ventilador y el calor era importante. Y ahora incluso más ya que todavía estaba acostumbrado a la habitación de Koh Phangan que de por sí ya no era tan calurosa y además tenía un aire acondicionado muy potente. Aquí volvía a la normalidad, ventiladores.

Me duché, me tomé un café, escribí el periódico, leí la información de Koh Samui de Wikitravel que ya tenía guardada y salí a dar una vuelta por la calle principal de Chaweng que transcurrió al menos unos 4 kilómetros paralelo en el mar. Ya había leído que la zona de Chaweng era de las más animadas de Koh Samui y esto se notaba con los numerosos bares que se veían a lo largo de toda la calle. Yo estaba en la zona sur de Chaweng, la más tranquila, pero aún así la animación era importante.

Pero es que el simple hecho de poder caminar cada día por calles que nunca has visto antes, ya es una experiencia única, además de muy enriquecedora y beneficiosa para la mente, pues todo ello hace que tu cerebro no deje de trabajar nunca durante semanas, lo que, entre otros, retrasa posibles demencias, la pérdida inevitable de memoria por el paso de los años y hace que tengamos la sensación de estar viviendo más años, literalmente, pues estar activo permanentemente hace que subjetivamente parezca que hayamos vivido más tiempo, cuando lo que hemos vivido han sido más experiencias que la mayoría de personas.

Primero fui en dirección sur pero en menos de 10 minutos ya llegué a lo que parecía el final de esa calle y de la zona de Chaweng. Realmente el moto-taxista tenía razón, estaba bien en el sur de Chaweng. Por cierto que en aquella zona estaba lleno, como en todas partes, de sitios de masajes, y al pasar por delante de uno de ellos, las 4 chicas que estaban fuera captando clientes, hicieron el «masssaaaaaaaaaaage» mas largo y coordinado que había escuchado hasta entonces, y mira que ya había escuchado a decenas o cientos. Incluso hicieron que me diera la vuelta con una sonrisa, lo que hizo que aún insistieran mas, evidentemente.

Al llegar al final de Chaweng, di media vuelta y caminé por la misma calle pero en dirección norte, hacia el centro de Chaweng y la zona que ya había visto al venir con la moto-taxi.

Esta zona era curiosa, pues prácticamente sólo tenía aquella calle, ya que a un lado tenía el mar ya otro una montaña, por lo que Chaweng era aquella calle larga donde todo se concentraba allí. Por eso al final cansaba un poco andar debido a las constantes propuestas de masajes, taxis, restaurantes, etc. Yo siempre trato de decir un «no» con una sonrisa, pero de verdad que al final ya no puedes, sino no harías otra cosa que está diciendo no continuamente. Termina siendo muy pesado. Eso si, al menos aquí ya no se veían a españoles como en las otras dos islas del Golfo de Tailandia. No es que no me guste encontrar de vez en cuando, pero es que por lo general ya no me gusta encontrarme turistas y menos que sean de tu país. Aquí parecía estar en una isla algo menos visitada que las demás, algo que prefiero.

La zona por lo general estaba bien. Era turística pero no masificada. Además los turistas eran normales y por lo general no era un lugar ruidoso, pues sólo tenía aquella calle que era de un solo carril por sentido y sin una gran aglomeración de coches. Además era de las zonas con más bares de Koh Samui por lo que la oferta de ocio era abundante. Lo malo era que estaba encarada al este, por lo que no se puede ver la puesta del sol desde la playa, sólo la salida, pero eso es algo que ya veo cuando quiero en Cataluña.

Hacia las 21h tomé una cerveza en una de las terracitas que había a lo largo de la calle principal, una que quedaba cerca del hotel y que no era demasiado cara. La cerveza costaba 60 bats, un precio bastante aceptable teniendo en cuenta que un 7-elevan costaban 48 bats. Ya estaba oscuro y en aquella terraza, como en otras de la zona, las luces eran tenues al estilo chillout que junto con comodidad de las sillas y la proximidad con el resto de comercios de la zona, hacía que todo fuera un ambiente muy acogedor e incluso daba una sensación de conocernos todos, los del local, los de la calle, los RRPP de los restaurantes cercanos, etc. Toda esa calle acababa siendo como una gran familia, pues siempre pasabas por allí mismo haciendo que acabaras conociendo a todos.

A las 22h volvía al hotel a cenar en la habitación como llevaba haciendo ya hacía días, de esta forma podía mirar noticias en el 324 para no ir tan perdido de lo que ocurre cerca de casa. De camino pasé por el 7-elevan a comprar pasta, sándwiches y sobre todo café, pues ya se me había acabado y eso sí que era imprescindible que lo tuviera. No encontré del soluble bote de cristal que compro siempre, por lo que compré 5 sobres de café 3 en 1 que allí parece el mes utilizado. Es café también soluble y que ya lleva leche y azúcar en cada sobre. No es como lo prefiero, pues no puedes elegir la cantidad de leche que vas a poner, pero mejor eso que nada o incluso mejor que café solo. Los 5 sobres costaban 21 bats, unos 0,60€, por lo que el café no era demasiado barato que en Barcelona.

A diferencia de lo que pensaba, me costó bastante dormirme, no tenía tanto sueño como creía. De hecho, incluso volví a comer sobre las 2:30h de la madrugada mientras miraba «La que se avecina» y después ya si que me quedé bien dormido. No sé si por el calor, pues acababa de estar unos días en un lugar más fresquito y además con aire acondicionado en la habitación. Aquí de por si ya hacía más calor pero es que además en la habitación sólo había un ventilador.

Y así llegaba la primera noche al octavo hotel del viaje y el último de Tailandia. Cada vez estaba un poco más al sur del país acercándome hacia el próximo, Malasia, donde llegaría en tren casi desde donde estaba ahora. Un hotel más en una nueva ciudad más que me había acogido muy bien como las demás y donde los tailandeses me habían demostrado su amabilidad y hospitalidad inmensas. El balance en el llamado país de las sonrisas era perfecto. De hecho, aquí ya tenía claro que Tailandia era el primer país de tos los que llevaba visitados, y ya eran más de 20, al que algún día querría volver.

Hasta entonces había logrado llegar a todas las ciudades ya todos los hoteles reservados manteniendo el presupuesto objetivo. De momento todo había ido perfectamente bien y ya me preparaba para uno de los traslados más largos del viaje, desde Koh Samui a George Town, Malasia, trayecto que comportaría unas 36 horas debiendo tomar 7 transportes diferentes, entre ferrys, trenes y buses.

18/06/2019 Día de descanso y resaca

18/06/2019 Día de descanso y resaca

Me desperté casi a la una de la tarde después de haber dormido poco menos de 6 horas. Entre la luz del sol y la media resaca que tenía de la Full Moon Party no pude dormir más, aunque mejor, porque ese día debería ir a dormir pronto para el día siguiente ya marchar hacia Koh Samui, la tercera y última isla que me quedaba por ver del Golfo de Tailandia.

Como cada mañana me duché, tomé el café y escribí el periódico. Luego pasé fotos y videos del móvil en el PC porque había grabado tantos vídeos en la Full Moon Party que el móvil ya se había quedado sin memoria. De hecho habría grabado algún vídeo más en la fiesta pero ya no pude. De todas formas hice fotos y vídeos más que de sobra. Además debía aprovechar que estaba en ese hotel con fibra óptica para subir todas las fotos y videos al servidor y así ya no sufrir por si perdía el portátil. El portátil es importante pero mas lo son las fotos.

Hacia las 15h fui al restaurante del hotel a desayunar o almorzar, depende de cómo se mire, en cualquier caso casi que era un almuerzo, pues aunque lo vendían como desayuno, lo que pedí fue «Omelette on Toast», que son dos tostadas con mantequilla y una tortilla de dos huevos con verduras y queso. Todo ello 80 bates, unos 2,30 €. Después de tantas horas sin comida y tanta energía gastada, me entró como nunca. Y mas en esa terraza en primera línea de mar contemplando una bahía de arena blanca.

A las 15:30h volvía a la habitación y no sabría decir si me dormí o no, yo intenté que no pero se me hicieron las 17:30h muy rápido por lo que diría que al menos 30 minutos si que dormí. Como ya he dicho antes, al día siguiente se marchaba hacia Koh Samui por lo que ese día tenía que ir a dormir pronto.

Por la tarde tenía que mirarme el tema de los taxis para ir al día siguiente al puerto de Koh Phangan desde donde salía el ferry que tenía que coger para ir a la isla Samui. No sabía exactamente cómo iban pero la intención era preguntar primero a la agencia dónde había contratado el transporte en la Full Moon Party, para estar a 20 metros de mi habitación, tener unos precios lo suficientemente razonables a pesar de su ubicación y para ser la mujer tan atenta.

Me tomé otro café, volví a ducharme y vestirme para ir hacia la agencia a preguntar, pero justo cuando ya iba a salir empezó a llover. La agencia estaba a 20 metros, por lo que la lluvia no importaba, pero es que quería aprovechar para ir de compras. Entre esto y que pensaba que la agencia cerraría a las 21 o 22 horas, pues cuando fui ya eran las 20:10 h. Y sorpresa, ya estaba cerrada. Así que a 12 horas de la salida de mi ferry hacia la isla vecina, no tenía ni idea de cómo llegaría hasta el puerto. Caminando estaba prácticamente descartado, pues eran 10 kilómetros arrastrando la maleta y debería salir del hotel sobre las 7 de la mañana. En cualquier caso, volví a la habitación porque cada vez llovía mas y ya iría a la agencia al día siguiente a primera hora. Tenía que llegar al muelle entre las 10 y las 10:30h, por lo que por la mañana todavía tenía cierto margen de maniobra. Si con esta agencia no pudiera, la cosa se complicaría y bastante, pues allá cerca no había nada más donde buscar un taxi, aunque fuera normal. Ya sería preguntar a los trabajadores de por allí si conocían a algún taxista o al menos taxi colectivo que pudiera pasar por allí en algún momento.

Quería ir de compras al 7-elevan pero no si llovía, pues estaba a más de 10 minutos andando y no quería sacar el impermeable sólo para ir al 7-elevan. Así que viendo que no paraba fui al Big K de al lado del hotel, donde ya había ido el primer día y que era carísimo, incluso creo que se inventan los precios una vez estás en caja, porque ni siquiera están puestos en las estanterías. Así que compré lo indispensable para cenar esa noche, pasta y una lata de pescado, y volví a la habitación.

Por cierto, que ese día prácticamente no se vio el sol en todo el día, y por tanto, la puesta de sol tampoco, por lo que llegaba al último día a alguna playa de Tailandia encarada al oeste , y habían sido 10, y no había podido ver ninguna puesta de sol completa. Era desesperante.

A las 21h preparé la maleta, que debido a que no había ido a la lavandería no tenía que guardar casi nada, y sobre las 22:30h cené. A la hora que empezaba a cenar ya había parado de llover, por lo que si hubiera esperado podría haber ido al 7-elevan. En fin, por lo poco que compré tampoco valía demasiado la pena.

Quería acostarse pronto pues al día siguiente quería despertarme a las 6 de la mañana aunque ya notaba que seguramente me costaría dormirme más de lo que pensaba. De hecho era normal, pues ese día me había despertado a las 13h y encima había cumplido una mediodía de 30 minutos.

Hacia las 12 de la noche me estiré pero hasta las dos bien no me dormí, rato que estuve mirando «La que se avecina», que en los últimos días me estaba tragando toda la temporada 11 .

Llegaba en la última noche a la isla de la Full Moon Party, disfrutando mucho más de lo que jamás imaginé y durmiendo en una habitación en primera línea de playa con unas vistas brutales desde la misma cama. 4 días inolvidables en la que era tan sólo una de las paradas de un largo viaje para poder asistir a una de las fiestas más conocidas del mundo.

17/06/2019 Tercer día en Koh Phangan: A la Full Moon Party

17/06/2019 Tercer día en Koh Phangan: A la Full Moon Party

Me desperté a las 8 de la mañana en el día de la Full Moon Party, motivo principal para lo que había ido a Koh Phangan aunque evidentemente la isla y el resort me estaban gustando mucho. Me habría quedado meses en aquella habitación en la que cada vez que giraba la cabeza veía el mar, la playa y las palmeras. Era un resort pensado para trabajadores digitales nómadas y no le faltaba nada, ni siquiera un escritorio en una terraza en primera línea de mar.

Me duché, tomé el café, trabajé un rato y miré cuántos batidos me quedaban y cuántos necesitaría para los días que me quedaban en Tailandia. Ese día gastaría bastante, por la fiesta, por lo que debía sacar más. Pero no podía sacar 5.000 bates (140€) como otras ocasiones ya que no los gastaría en los 6 días que me quedaban en el país, y por tanto, casi que había descartado la opción de sacarlos de un cajero, pues saques la cantidad que saques, siempre cobran una comisión de 220 bates, que no es poco, son más de 6€. De hecho es una de las comisiones por este concepto más caras que he visto. Por lo que si sacaba el equivalente a 50€, que era más o menos lo que calculaba que necesitaba de mes para pasar los días que me quedaban, la comisión representaría un 12% del importe, una pasada.

Así que miré otras opciones para enviarme dinero en efectivo tal y como hacía en México, pero ni Azimo, ni Xe.com, ni TransferWise, permitían recibir el dinero en efectivo, sino que en los 3 casos se había que enviar a una cuenta bancaria. Por lo que estas opciones también quedaron descartadas. Ya sólo quedaba cambiar efectivo en alguna casa de cambio, una opción que siempre dejo como última puesto que el efectivo que llevo siempre es limitado, de hecho sólo llevaba 300€ para ir cambiando durante todo el viaje de 3 meses.

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Así que sobre las 11 de la mañana salí a reservar el transporte a la Full Moon Party, a comprar comida ya buscar la casa de cambio que mejor tipo de cambio ofreciera. Salir a las 11 no era casualidad, pues era a partir de esa hora cuando al 7-elevan empezaban a vender alcohol, y por tanto, las cervezas.

La misma agencia del transporte en la Full Moon Party era también casa de cambio pero en ese momento no lo vi, así que seguí caminando en dirección al 7-eleven, que era el punto más lejano del hotel donde podía llegar fácilmente andando, pues eran unos 15 minutos. Además ya sabía que allí al menos había una de casa de cambio.

Y efectivamente, no sólo había una sino que eran 3 en un espacio de unos 30 metros. En la primera que pregunté el cambio era malísimo. De hecho ni me lo dijo, sólo me dijo el importe que me daría por 50€, una forma para intentar que no te enteres de lo que te están cobrando. Yo evidentemente hice la conversión y era de 33 bates por euro, cuando el cambio oficial estaba a 35,04. A la siguiente que fui ya lo tenían a 34. Mejor que el anterior pero seguía siendo algo alto. Y en la tercera estaba a 34,19. Éste era el mejor y además razonable, pues era aproximadamente un 2,5% de comisión por el tipo de cambio aplicado, desde mi punto de vista, una comisión bastante razonable. Así que allí cambié los 50€ y después hacia el 7-elevan que estaba justo enfrente, cruzando la carretera.

Después ya fui directamente a la agencia del lado de la habitación a reservar el transporte de ida y vuelta a la Full Moon Party. Había varios horarios de salida. Yo reservé la segunda hora que estaba a las 20h. El regreso no estaba previsto, sino que desde las 12 de la noche y hasta las 6 de la mañana irían saliendo cuando hubiera 4 o 5 personas. Todo ello por 350 bates, 10€, por un servicio de ida y vuelta de puerta a puerta a una distancia de casi 20 kilómetros, y todo ello en una de las islas más turísticas de Tailandia en uno de los días más esperados del año.

El día se estaba poniendo complicado en cuanto al tiempo. Hasta ese día había hecho solo todos los días, y el día de la Full Moon Party parecía que más temprano que tarde se pondría a llover. Debía ser justamente hoy…

Fui al balcón de la habitación a tomarme la cerveza mientras escribía el periódico mirando al mar y con una ligera brisa entre las palmeras hasta las 14h que fui a comer al restaurante del hotel. Esta vez pedí «Fried rice veggie con cerdo», que era un montón de arroz frito con verduras y cerdo, muy bien presentado y muy bueno como siempre, por 115 bates (3,30€), algo caro pero es que aquí no sólo pagas la comida, sino la ubicación y la calidad del restaurante. Por cierto, que durante el almuerzo cada vez hacía más viento y se acercaba una nube negra.

Y después de comer, como cada día, a echar la siesta un par de horitas, y ese día con más motivo pues tenía que aguantar despierto hasta al menos las 6 de la madrugada.

Me desperté sobre las 17h y estuve hasta las 19h escribiendo el diario, tomando un par de cafés y leyendo noticias. Después ya empecé a prepararme para irme, pues a las 20h tenía que estar fuera para coger la minivan. Me duché y me puse bastante repelente de mosquitos hasta las 19:50h que ya salía de la habitación para ir a la agencia que tenía a 20 metros y de donde salía la van hacia la Full Moon Party.

Durante la tarde estuvo lloviendo pero ahora parecía haber parado bastante. Caían 4 gotas pero esperaba que en Haad Rin, la playa donde se hacía la Full Moon Party y que estaba a unos 20 kilómetros, no lloviera.

Allí ya estaban todos los que irían a la minivan, pese a llegar casi 10 minutos antes ya estaban todos ahí esperando. Se veía a la gente muy impaciente por llegar a la fiesta…

Hacia las 20:05h nos avisaron, nos dieron una tarjeta plastificada para poder volver (supongo que el ticket de papel que nos dieron se habría deshecho en la fiesta) y fuimos hacia Haad Rin, la playa donde se celebra la Full Moon Party.

Durante el trayecto cayeron 4 gotas y la luna estaba tapada, pero conforme nos acercábamos a Haad Rin parecía que llovía menos y la luna, llena por supuesto, se empezaba a ver. Estar en la Full Moon Party sin ver la luna llena sería una lástima.

Poco después de las 20:30h llegábamos a Haad Rin. Antes de entrar en el parking ya se veían las paradas de buckets y ropa fluorescente que ya había leído por Internet. Los buckets son como cubos de plástico donde te ponen 33 o 50cl de alcohol, el refresco escogido y hielo. Sí, allí la gente no va con vasos, sino con cubos de plástico llenos de alcohol. Y la ropa fluorescente es típica en la Full Moon Party, pero no sólo ropa, sino máscaras, cintas, pintura para el cuerpo, sombreros, etc.

Era pronto pero ya había mucha gente, sobre todo por fuera de la playa comprando los buckets y la ropa, pues en la misma playa también hay más paradas pero claro, un poco más caras.

Evidentemente, cuando bajamos de la minifuimos directamente hacia las paradas a comprobar los precios. Había leído por Internet que los buckets estaban entre 200 y 500 bates dependiendo de lo que pidieras. La calle que daba a la playa tenía casi 100 metros de puestos de ropa y alcohol. Las recorrí todas y pude comprobar rápidamente que todas las paradas, al menos las de alcohol, tenían los mismos precios. Todos pactados como era de esperar.

Los de Thai Vodka eran más baratos de lo que creía, de hecho estaban por debajo de lo que había leído por Internet, 150 bates cada bucket fuera con cualquier tipo de refresco o incluso Red Bull. Vodka es lo que normalmente tomo cuando salgo por lo que esta vez haría lo mismo, y más teniendo en cuenta que los buckets de whisky costaban 400 bates.

Al cabo de unos 15 minutos de llegar ya compré uno, pues ya había comprobado que en todas las paradas costaban lo mismo. Ya con el bucket miré a las tiendas de ropa si había algo barato y que valiera la pena por comprar, aunque en un principio no tenía ninguna intención de comprar nada.

De todo lo que había, lo único que me llamó la atención fueron unas cintas para la cabeza, por ser de las cosas más baratas y menos, digamos, invasivas, pues el resto eran camisetas, sombreros y cosas más grandes que no tenía ganas de ponerme. Además la cinta tenía una función importante, evitar la caída del sudor en los ojos, pues seguro que acabaría sudando. Así que fui preguntando precios y en todas partes las vendían por 100 bates, unos 3€, algo caras por lo que eran. Pero en una parada la encontré por 80. No lo entendía porque las paradas de ropa parecían también tener los precios pactados. En cualquier caso la encontré por 80 y la compré. Aunque yo en un primer momento la pedí amarilla, la vendedora dijo que seguramente quedaría mejor la naranja (toda la ropa era amarilla y naranja fluorescentes), y puesto que ella se supone que es la experta, pues compré la naranja. Y de hecho, ahora que lo digo, el naranja me gusta más, por lo que finalmente mejor.

Hacia las 21:30h ya me estaba terminando el bucket y ya tenía la cinta, por lo que compré otro bucket de Thai Vodka, esta vez con Red Bull para aguantar al menos hasta las 5 de la madrugada. Ya con el segundo bucket en la mano, fui hacia la entrada que estaba al final de aquella calle donde había una valla con dos policías y una mesa con trabajadores para cobrar los 100 bates que valía la entrada para poder acceder en la playa. Por Internet, algunos decían que hay sitios para poder acceder sin pagar, seguro que si, pues la playa es enorme y dudo que esté vallada. Además todos los hoteles de primera línea tienen acceso a la playa, por lo que la gente que se aloja ya seguro que no tiene que pagar. En cualquier caso no tenía ganas de caminar a lo largo de la playa para encontrar un acceso sin saber seguro al menos por dónde buscar y menos teniendo en cuenta que 100 bates no son ni 3€.

Al pasar el control no llegas directamente a la playa, sino que es como si la calle para la que has ido llena de tenderetes siguiera unos 100 metros más, con más paradas sobre todo de alcohol y de comida. Pasas por debajo del cartel que anuncia que estás en la Full Moon Party y donde todo el mundo se hace una foto para llegar al final de la calle que ya da a la playa. Y una vez llegué simplemente fipé, y eso que todavía era pronto y estaba muy vacía y yo ya había estado en un montón de festivales. Simplemente, nada de lo que ya conocía era como eso.

DJ’s, escenarios, tiendas, espectáculos de fuego y gente a lo largo de más de 3 kilómetros de playa. Yo imaginaba una playa más pequeña, no una playa larguísima y ancha con varios escenarios a lo largo de toda ella. Ya sólo la llegada fue mejor de lo que esperaba y ya había superado mis expectativas cuando aún no hacía ni una hora que había llegado.

Primero fui casi de punta a punta de la playa, al menos hasta donde había música y espectáculos de fuego, a fin de tener una visión general de la fiesta. En ese momento casi que había más gente en los espectáculos de fuego que en las zonas de música. Los espectáculos de fuego pueden ser saltar a cuerda, una cuerda encendida por supuesto, pasar por debajo de una barra de fuego, pasar por en medio de un círculo de fuego, etc. En ese momento todavía no era demasiado peligroso ya que la gente aún no iba del todo bebida, pero conforme avanza la noche todo se vuelve más peligroso, por los que se atreven a pasar, claro. De hecho, las enfermerías de la zona se hacen de oro esa noche debido a la multitud de gente con quemaduras sobre todo en las piernas y otras cosas como cristales clavados en los pies para ir con chanclas.

Hacia las 22:30h pedí hielo en una parada que me lo dio muy amablemente aunque yo estaba dispuesto a pagarlo, pues ya me costaba terminarme el cubo de vodka y ya se había deshecho todo lo hielo, y eso que apenas era el segundo bucket. Volví hacia el punto de entrada donde para mí estaba el mejor DJ, al menos el que ponía la música que más me gustaba. Toda por lo general era electrónica pero aquella en particular era más contundente.

Iba grabando bastante y la gente sigue volviéndose buje cuando ve una cámara, aunque sea la de un móvil. Cada vez que grababa aparecía alguien para hacer su baile particular frente a la cámara, y eso que todavía era pronto y el alcohol todavía no había hecho todo su efecto.

En el mar había un montón de barcos fondeados y taxi boats. Qué suerte los barcos pueden ir a la Full Moon Party llegando por el mar, fondear, bajar y estar ya en la fiesta.

Hacia las 23:30h pedí el tercer y último bucket y ya me posicioné para empezar la fiesta propiamente dicha, pues ya se empezaba a llenar bastante y el desfase ya era importante. de hecho ya leí que es a partir de las 23h que empieza a llegar el grosor de gente. A mitad del tercer bucket, el cermenyo ya era muy importante, de hecho después del tercero ya no pude pedir más en toda la noche, y eso que me fui a las 5.

Yo iba solo pero allí parecía que casi todo el mundo iba solo o perdidos de su grupo, pues todo el rato se acercaba alguien o acababas uniéndote a algún grupo. Realmente el ambiente es muy agradable y atar es facilísimo, de hecho recuerdo pocos lugares donde fuera tan fácil. Es más, lo difícil es no ligar, literalmente. Y a diferencia de lo que creía, son las tailandesas las que más se avecinan, y no por tema de papeles como las cubanas, sino porque son así. De hecho, ninguna de ellas tiene ningún interés en marcharse de su país, ya viven demasiado bien en Tailandia. Allí la cultura es completamente diferente en Europa y sobre todo en EE.UU., por lo que irse solas con un chico cualquiera que acaben de conocer no les supone ningún problema ni ningún miedo como puede ocurrir en otros países. Allí todo el mundo es mucho más noble por lo que las chicas no tienen ese miedo que tienen (y que de hecho deben tener) las chicas de países occidentales. Los asiáticos son probablemente la cultura más diferente a la europea y esto se nota en todos los aspectos aunque Tailandia es de los países más «occidentalizados» de Asia.

La fiesta iba aumentando hasta sobre las 1 de la noche que ya dejé de tomar fotos y videos ya que el festival era máximo. Hacía tiempo que no lo pasaba tan bien ni que bailaba tanto y durante tantas horas, de hecho pensaba que no aguantaría, pero dependiendo de la situación cualquier cosa se aguanta. De hecho pensaba que durante toda la noche iría cambiando de Dj o que iría a ver de vez en cuando los espectáculos de fuego, pero no, estuve casi 4 horas prácticamente en el mismo sitio sin parar de bailar junto, sobre todo, a tailandesas, todo y que de vez en cuando se acercaba algún americano, que al ver tantas tailandesas y sólo un tío, pues ya se volvían medio bojes, aunque debo decir que todos los americanos que conocí me cayeron muy bien, pues todos iban de muy buen rollo y por lo general más interesados ​​en bailar que en hacer el vacío por allí en medio. De hecho, por lo que yo vi, en general todo el mundo estaba más interesado en bailar que en ligar, aunque una cosa llevaba a la otra, pero hay que reconocer que a diferencia de lo que me esperaba, por lo general se notaba mucha cultura musical, también por parte de las chicas, pues había bastante más que chicos pero todas se notaba que sabían mucho de música electrónica. Por lo que el ambiente me pareció muy sano, mucho culto musicalmente hablando y de muy buen rollo por parte de todo el mundo, además, de la cantidad de gente que llegas a conocer. De hecho a estos sitios casi es mejor ir solo, pues todavía es más probable que conozcas más gente. Por el contrario, realmente te pierdes muchas cosas.

Y así estuve hasta las 4:30h que ya se empezaba a notar que la gente empezaba a marcharse. Además el taxi que me traería de vuelta al hotel pasaba a más tardar hasta las 6 de la mañana, por lo que quería llegar hacia las 4:30h al lugar de salida ya que creía que esta hora era probable que saliera, aunque realmente no se podía saber ya que el taxi haría el trayecto de regreso al hotel cuando por lo menos fueran 4 o 5 personas, pues eran taxis colectivos.

El punto de salida estaba en el parking de la policía, muy cerca de la playa, por lo que llegué a las 4:35h. Aquello era un espectáculo de taxis colectivos. Había más de 20, venían e iban sin parar y algunos incluso se marchaban con gente medio colgando por fuera, pues tenían una capacidad de unas 10 personas y en algunos e iban 12 o 13. Aquello ya eran imágenes propias de la India.

Y allí esperando en el parking conocí a dos catalanas mas, y ya eran 4 desde que estaba en las islas del Golfo de Tailandia. En ese caso no hubo tanto tiempo para hablar ya que ellas pudieron marcharse antes que yo. De hecho yo estuve esperando media hora allá de pie hasta que un chico me dijeron a qué taxi tenía que subir, y una vez en el taxi esperé 15 minutos más a que fuéramos los 4 o 5.

Primero llegaron dos tailandesas, una que se puso delante y la otra detrás. La de atrás no tardó ni 2 minutos en tumbarse y quedarse dormida. Después llegó un mexicano y finalmente una pareja de argentinos, por lo que ya éramos 6, de los cuales 4 (todos los extranjeros de ese taxi) podíamos comunicarnos perfectamente. Hacia las 5:20h por fin marchábamos después de casi una hora esperando.

Por el camino que todavía transcurría por las inmediaciones de la playa, estaban los típicos borrachos subiéndose al taxi, las motos haciendo el loco, en fin, lo que ya sabíamos que encontraríamos. La tailandesa seguía durmiendo y los demás casi. Yo estaba cansado pero no tenía tanto sueño, supongo que todavía me surtía efecto el Red Bull que me había tomado hacía 6 horas. El sol empezaba a salir y eso si que es algo que volviendo de fiesta me cabrea mucho.

El trayecto fue incluso un poco más rápido que el de la ida, por lo que sobre las 5:45h llegábamos al hotel. Debido a que el taxi no era una minivan como la de la ida, sino un taxi colectivo de los cutres, no sabía exactamente dónde nos dejaría ni si todos nosotros íbamos al mismo sitio, pero sí, nos dejó exactamente en el mismo sitio desde donde habíamos salido y los 6 pasajeros bajamos allí.

Nos despedimos rápidamente y recorrí los 20 metros hasta mi habitación y tras avisar a un par de personas de las que ya había llegado, fui a dormir. Ya era completamente de día, por lo que no sabía si podría dormir bien o no y cuánto rato, pues el sol me molesta mucho y allí no había ninguna persiana. En cualquier caso, el día había sido perfecto y si podría dormir o no era lo que menos me importaba. Me llevaba un recuerdo que difícilmente olvidaría jamás. Todas las incógnitas que tenía esa mañana se habían solucionado perfectamente bien, la fiesta había sido mucho más impresionante de lo que me esperaba, de hecho el mejor festival al que había asistido, había conocido a un montón de gente con una gran cultura musical y había podido regresar al hotel sin ningún problema. Ni herido, ni víctima de ningún robo o extorsión. Evidentemente todo es lo habitual, pero siempre debe ser agradecido porque no todo el mundo tiene esta suerte.

Ahora tocaba dormir, guardar el recuerdo de un gran día y al día siguiente seguir con la aventura.

16/06/2019 Segundo día en Koh Phangan. Buscando la manera de ir a la Full Moon Party

16/06/2019 Segundo día en Koh Phangan. Buscando la manera de ir a la Full Moon Party

Me desperté poco después de las 6 de la mañana habiendo pasado probablemente la mejor noche desde que estaba en Tailandia. Aunque sólo dormí 6 horas las dormí muy bien. El tema es que a mí la luz del día me molesta bastante por dormir y me despierta, ya diferencia de España, en ningún mes país he visto persianas en las ventanas, permitiendo la entrada de luz solar ya desde primera hora de la mañana . Así que tocaba seguir el horario solar.

Como cada mañana, me preparé un café, escribí el periódico, mirar correos, algún tema laboral y finalmente ducharme. Tener aquella conexión a Internet tan rápida era toda una novedad en aquel viaje por lo que aproveché para hacer copias de seguridad totales de todas las fotos y videos, y digo totales porque aunque ya las hacía a diario con Google Fotos, éstas no se guardan en la misma resolución, por lo que ahora las guardé todas en un servidor propio en resolución original. Un montón de megas se subieron en poquísimos minutos.

A las 9h salí a pasear por la playa de justo frente a la habitación, pues sólo la había visto un poco el día anterior pero ya de noche. Además, en las playas encaradas al oeste va muy bien ir por la mañana ya que el sol las ilumina bien pero no toca directamente, por lo que el calor no es tan fuerte pero por el contrario la imagen que queda es perfecta. Al igual que en Koh Tao, aquí también parecía que la marea había bajado, pues una parte de la playa todavía estaba muy mojada.

La playa era la de Haad Yao, una de las más bonitas de Koh Phangan. Muy tranquila y con bungalows en primera línea, junto a terracitas de masajes o mi propia habitación. Todo ello detrás de las palmeras y con un agua a una temperatura tan agradable que incluso yo me bañaba.

Al cabo de un rato volví a la habitación para mirar cómo ir a la Full Moon Party que era al día siguiente y aún no tenía claro cómo ir. La Full Moon Party es una de las fiestas más famosas y mutitudinarias del mundo. Se celebra al sur de esta isla cada noche de luna llena, aunque evidentemente es en las noches de verano cuando hay más gente, por lo que yo iría probablemente en una de las mejores del año.

Podía ir de varias maneras. Una sería alquilando una moto aunque prácticamente ya lo había descartado porque las agencias me pedirían el carné de conducir internacional, que evidentemente no tenía. Además, todos los blogs y foros, la primera recomendación que hacen es no ir en moto. Así que las opciones se limitaban a buscar algún taxista y negociar un precio o algún servicio de transfer de los muchos que había para ir a la fiesta. El tema del taxi me preocupaba un poco quedar con alguno y que a la hora acordada no apareciera por estar haciendo otros viajes cobrando mas o simplemente por olvidarse, ya que esta noche tienen mucho trabajo. Así que fui buscando por las diferentes agencias de la zona donde estaba mi resort, que de hecho sólo había 3 o 4, y mirar a qué precio ofrecían el transporte de ida y vuelta a la Full Moon Party.

En la primera que pregunté estaba, literalmente, a 20 metros de las escaleras que daban acceso al balcón que iba a mi habitación. Entré porque en la misma pared ya había un cartel donde ponía «Full Moon Party Tickets». La mujer de dentro, una anciana pero muy amable, dijo un «Hallo», contesté diciendo lo mismo y entré para preguntar por aquellos tiques. Era un servicio de transfer en minivan que te recogía allí mismo, a 20 metros de mi habitación, te dejaba en la Full Moon Party y hasta las 6 de la mañana podía volverte allí mismo. El precio total era de 350 bats, 10€, más barato de lo que creía, pues hay que tener en cuenta que mi hotel estaba prácticamente en la otra punta de la isla, y mirando por Internet pensaba que al menos serían unos 400 bates ida y vuelta. De hecho eran 200 bates cada trayecto, pero al reservar ida y vuelta quedaba en 350. Hay que tener en cuenta que mi hotel estaba a más de 20 kilómetros de la plata donde se celebra la fiesta, la Haad Rin, por lo que 5€ por trayecto estaba muy bien y más teniendo en cuenta que era para ir a la Full Moon Party, día en que todos los transportes son más caros de lo habitual.

Después fui hacia el 7-eleven, ya en la carretera, donde había alguna agencia mas, pero lo cierto es que no ofrecían servicio de transfer a la Full Moon Party, pues se dedicaban a hacer tours por la isla , snorkelling y cosas similares, por lo que al final en ese momento ya casi que tenía totalmente decidido que tomaría la opción del lado del hotel. Ademas casi que sería como un taxi, pues me dejarían en la agencia pero es que la agencia se podría decir que está dentro del hotel. Hay que tener en cuenta que ese hotel era como un resort, con bungalows y edificios repartidos por toda una zona quedando caminos y la playa por en medio, es decir, no era un edificio, sino una serie de casitas repartidas por toda la zona. Y la agencia quedaba en medio de todo.

Después, y ya que estaba junto al 7-elevan, fui a comprar el de cada día, agua, una cerveza y la cena. Volví al hotel a tomarme la cerveza en el balcón, pues era como una terraza de restaurante en primera línea de mar, una maravilla.

A las 12h, después de tomarme la cerveza, fui a hacer el desayuno-almuerzo, o brunch como ponía en la carta del hotel (zona turística total) ya que como osta del hotel tenía un descuento del 20% lo que hacía que al final me saliera más barato que en el restaurante del día anterior y además el restaurante del hotel era una terraza en la misma playa, por lo que las vistas mientras comidas eran fantásticas. Aparte de estar a escasos 100 metros de la habitación.

Me senté en una mesa en el lado de la terraza que daba al mar y pedí «Omlette Veggie Style with rice», que en ese momento no sabía que era, bueno, el «rice» si, pero el resto no, pero uno de los propósitos del viaje era probar todos los platos que pudiera, y éste todavía no lo había probado. Resultó ser una especie de tortilla, contundente, de al menos 2 huevos, rellena de verduras y carne, y todo ello acompañado de arroz, y como no, pepino, que ponen en todos los platos. Era un plato realmente contundente, de hecho seguramente el que me dejó más lleno desde que estaba en Tailandia. El precio final 80 bates, un buen precio teniendo en cuenta el plato y sobre todo la zona. Evidentemente esto para mí ya era el almuerzo.

hacia las 13h volvía a la habitación caminando los cerca de 100 metros por la playa para dormir la siesta de dos horitas ya habitual. Si no durmiese estas dos horas estaría 4 o 5 cansado y sin ganas de hacer nada, pero en cambio, después de dormir 2 horas, me levantaba perfectamente como si el día empezara de nuevo.

A las 15h aproximadamente me despertaba, me tomaba un café, escribía el periódico, me duchaba otra vez, etc. Eran como dos días en uno solo.

Por la tarde, ya casi decidido que iría a la Full Moon Party con la agencia de al lado del hotel, estuve mirando consejos para ir a la fiesta a varios blogs y foros. Y suerte que lo miré, porque hay algunas cosas que tener en cuenta. Para empezar van 30.000 personas, lo que no tenía ni idea de que fuera tanta gente. Otras recomendaciones que hacían en casi todos los blogs era no ir con chanclas por la cantidad de botellas que terminan en la arena de la playa, no llevar el pasaporte por los robos, que hay muchos. Además, no aceptar nunca drogas de nadie, pues muchos son policías que después te detienen o te piden un cohecho astronómico. Las penas en Tailandia por consumo de drogas son altísimas. La mayoría también recomiendan no ir en moto debido a la cantidad de accidentes que puede haber ayudado por la dificultad del camino que lleva hasta la playa.

Hacia las 18h salí a dar una vuelta e ir a la playa a ver la puesta de sol, pues parecía que ese día se podría ver completamente, ya que a una hora de la puesta el sol se veía completamente incluso y que había nubes delgadas como siempre, no parecía que tuvieran que tapar el sol durante la hora que quedaba. Mira que a mí ir a la playa no me dice nada, pero es que aquí no era como ir a la playa. Entre palmeras y con sol poniéndose en el horizonte éste era el mejor lugar donde podía estar.

Pero como cada día, sobre las 18:30h las nubes delgadas que parecía que no tenían que tapar el sol, finalmente lo taparon, por lo que un día más, el último tramo de la puesta quedó tapada. Empezaba a creer que, al menos en esta época, cada día era así, porque por mucho sol que hiciera durante el día, por la tarde siempre aparecían las nubes delgadas que acababan tapándolo todo.

En cualquier caso estuve paseando por la playa hasta las 20h. No era el único, pues otras personas, entre otras mi vecina, estaban por ahí también como yo, primero mirando la puesta y después paseando junto al agua tranquila y aprovechando que la temperatura a esa hora es muy agradable.

Luego volví a la habitación a mirar un rato mas blogs sobre la Full Moon Party. En un momento determinado, yo estaba con la música un poco alta, y de repente escuché que picaban en mi puerta-ventana. Pensaba que alguien se venía a quejar por la música, pero cuando abrí era la vecina de la habitación 4 que me pedía ayuda porque no podía abrir la puerta. Lo cierto es que tenía su truquillo. Había que hacer fuerza para juntar más las puertas y después girar la llave. Yo ya lo sabía porque a la mía también pasaba, por lo que enseguida pude abrirle. Menos mal que no se venía a quejar de nada.

Hacia las 23h cené la comida preparada comprada en el 7-eleven, que por cierto, tenía que empezar a pensar en comprar otras cosas y cenar también fuera porque ya llevaba demasiados días comiendo pasta deshidratada. El tema era que en aquella habitación se comía tan bien desde el balcón mirando el mar y la luna que costaba ir a buscar un restaurante.

Y finalmente, a las 12 de la noche a dormir, que al día siguiente ya llegaba el día de la Full Moon Party, el motivo principal de estar en esa isla.

15/06/2019 De camino a Koh Phangan, la isla de la Full Moon Party

15/06/2019 De camino a Koh Phangan, la isla de la Full Moon Party

Me desperté a las 6 de la mañana. Tenía previsto dejar la habitación hacia las 8:30h para ir andando hasta el muelle y allí tomar el ferry hasta la isla de Koh Phangan. Me tomé el café de cada mañana mientras escribía el periódico y miraba correos, me duché, acabé de hacer la maleta, volví a ducharme porque sólo que estés una hora haciendo cosas ya vuelves a sudar, y hacia las 8:45h iba a realizar el check-out. El ferry salía a las 10h pero la compañía pedía estar en el muelle 30 minutos antes. Si salía con más de 30 minutos de antelación para hacer 1 kilómetro, era para hacerlo poco a poco y no llegar ya completamente empapado.

Me despedía de la mujer del resort y de esa isla tan especial, emprendiendo el camino por esa calle de poco más de un metro de ancho, sin coches ya pocos centímetros de la arena de la playa.

El camino hacia el muelle fue relativamente fácil, al menos hasta llegar al muelle, pues era el mismo que ya había hecho en la ida. Una vez en el muelle la cosa ya se complicaba un poco más debido al montón de gente esperando a la salida de sus respectivos ferrys. De hecho, me costó un poco encontrar la oficina del operador ya que era un poco más allá del muelle principal y no estaba nada indicado, debía ir preguntando por ahí y todos me decían recta, recta. Además no quería mirar a Google Maps porque ya tenía indicada la ruta en el hotel de Koh Pha Ngan, por lo que no quería perderla por nada. En cualquier caso y como iba con tiempo, sobre las 9:30h ya estaba en el muelle de la compañía.

Hice el check-in sin problemas ya esperar allí una hora porque aunque supuestamente la salida era a las 10, hasta las 10:15h no llegó el barco y hasta las 10:30h no acabábamos de embarcar todos, que por cierto, éramos un montón, muchos más de los que pensaba. E igual que en la ida, casi todos mochileros menos yo. Eso sí, mucho turista ya bebido a esa hora de la mañana. Estas cosas son las que no me gustan de estos lugares, pero en fin, en unas islas tan turísticas como éstas no puedes esperar nada más. Y en cualquier caso no era algo que se viera demasiado, la mayoría de turistas eran personas decentes.

El barco no era un catamarán como el de Lomprayah pero era igual de grande o incluso mes, con 3 cubiertas con mucha capacidad y casi todo lleno. También era muy rápido, no sé si tanto como el catamarán pero al menos se acercaba mucho.

Comí galletas que llevaba del 7-elevan y escribí el diario durante las dos horas que duró el trayecto. A medio trayecto pasó un chico ofreciendo tiques de taxi compartido para llevarte al hotel. Yo en ese momento todavía no sabía cómo ir. Si que sabía que caminando sería demasiado, pues eran unos 10 kilómetros que habría tardado 2h y media sin parar, por lo que se habrían alargado a más de 3 horas. El taxi eran 200 bates, unos 5€, precio que me pareció razonable teniendo en cuenta la distancia. Así que sin pensármelo demasiado le contraté. Era algo que no quería hacer, pues no tomar ningún taxi en todo el viaje era uno de los retos que tenía, pero en aquella isla, o vaso en taxi, aunque sea compartido, en moto o caminando. Así que descartada la segunda opción y prácticamente también la tercera, tocó tomar taxi colectivo.

Pero entonces hice lo que debería haber hecho antes. En cualquier caso el error sólo me costó 50 bates y aprendí bien la lección. Cuando ya había contratado el taxi, se me ocurrió mirar la página de Koh Phangan en Wikitravel que ya tenía descargada y leer si ponía algo de cómo moverse desde el muelle a la zona norte, donde estaba mi hotel, y efectivamente lo ponía y bien puesto, con un consejo que me habría ido muy bien saberlo 10 minutos antes. Decía que los taxis en el mismo muelle podrían costar 200 bates, pero que si caminabas 300 metros ya los encontrabas por 150 bates. Además taxis, no taxis colectivos como el que había contratado. En fin, que de todo se aprende ya partir de ahora cada vez que tenga que cambiar de ciudad leeré primero bien la página de la ciudad o destino que sea en Wikitravel o Wikivoyage.

Hacia las 12:30h atracábamos en el muelle de Koh Phangan. Al llegar tuve que esperar ya que mi maleta quedó debajo de todo el montón de maletas, bien aplastada. Esto era algo que me enfadaba muchísimo, pues dentro tenía cosas como el PC que no se pueden aplastar y allí lo tenían todo en la pila.

Al bajar del barco fue fácil encontrar el taxi aunque había decenas. Iba con el ticket en la mano y un chico al verlo me señaló hacia dónde ir. Siguiendo con el tique en la mano, al llegar a un grupo de taxis colectivos aparcados, una chica me pidió el tique y ya me indicó a qué taxi subir. Fui el primero en llegar, aunque enseguida ya llegaron dos chicas más, después dos chicos franceses y finalmente un chico y una chica más. Estos taxis son un espectáculo, pues son como camionetas sin paredes y dos bancos, uno en cada lateral, con una capacidad aproximada de 10 personas. Pero evidentemente mucho más incómodos que las minivanes, que tienen asientos normales.

Los trayectos por estas islas eran una pasada. Aquí volvía a ser una carretera paralela al mar con unas vistas fantásticas. Acantilados increíbles terminando en un mar turquesa lleno de peces y otros animales exóticos. Por lo demás, pues un poco movido. La taxista iba muy rápido y la carretera era bastante irregular aparte de estar en pendiente todo el rato. Todo ello sumado a lo incómodo que eran aquellos taxis, con unos bancos duros teniendo que apoyar la espalda en una pared irregular y llena de barras de hierro.

Pero lo peor de todo fue que la taxista me dejó a 1,5 kilómetros de mi hotel. Cuando contraté el taxi en el barco, le dije al chico que iba cerca de Secret Beach, pero le enseñé a Google Maps exactamente dónde iba, que era casi 2 kilómetros más al norte, a Secret Place que era el nombre del resort. Él dijo que sí aunque no podíamos comentarlo demasiado porque su inglés era demasiado básico. Al final puso Secret Beach en el ticket y se quedó tan ancho, pero claro, encima lo escribió en tailandés por lo que yo no podía saber lo que ponía.

Y para acabar de complicarlo, me fallaba el GPS. Ya desde el día que se marchaba de Bangkok, por tanto ya hacía más de una semana, que notaba que el GPS no me ubicaba bien si no estaba conectado a Internet, que era siempre que estaba fuera del hotel. Tenía los mapas descargados por lo que la conexión no debería ser un problema. Incluso, pese a estar conectado, muchas veces tampoco me ubicaba. Éste era uno de los principales problemas que tenía, pues yo puedo ir por cualquier lugar del mundo pero siempre y cuando tenga GPS, sino voy más perdido que un esquimal por el desierto.

Así pues, durante todo ese trayecto el GPS del móvil no me ubicó por lo que lo hice todo con el taxi sin saber por dónde íbamos, por lo que tampoco podía decirle nada a la taxista. Además yo pensaba que ella sabía perfectamente adónde iba, pues le había enseñado el mapa al chico del barco.

La cuestión es que en un momento dado la taxista me dijo que ya habíamos llegado a donde yo iba. Bajé, me despedí de ella y del resto de pasajeros y vi que efectivamente había un cartel que ponía Secret Beach. Allí, una vez parado y el taxi habiendo marchado, durante un momento el GPS me ubicó y fue cuando vi que todavía estaba a 1,5 kilómetros del hotel. No puede parecer demasiado, pero esto representaba media hora caminando por una carretera de subidas y bajadas sin arcén arrastrando la maleta y con el calor terrible de siempre, y además después de haber pagado 200 bates para que me dejaran en la puerta de la hotel. Llego a tener al chico del barco allí delante y le habría dado un puñetazo.

Pero en ese momento no hacía falta pensar más y empezar a caminar para hacer los casi 2 kilómetros lo más rápido posible. Y lo cierto es que les hice más rápido de lo que creía aunque sin el GPS era complicado, pero en fin, casi todo el camino era seguir la carretera hasta la parte final que tenía que girar una calle que llevaba directamente a la playa. Allí fue un poco más complicado pero con la ayuda de trabajadores de restaurantes y otros hoteles finalmente encontré el resort, que era más impresionante de lo que creía. La caminata había merecido mucho la pena.

Todo el resort estaba a lo largo de la playa, de hecho para llegar a la recepción del resort debía andar por una pequeña pasarela de madera que estaba literalmente sobre el mar de tanto en primera línea de mar que estaba.

De todas formas, mientras caminaba por la pasarela aún no estaba seguro de que estuviera allí, ya que el resort se llamaba Secret Place pero yo lo reservé por Airbnb y allí no ponía ese nombre. Pero cuando llegué, un chico tailandés me preguntó, le dije el nombre del anfitrión que ponía en Airbnb y me dijo que sí, que estaba allí. Yo flipaba, vaya resort había reservado. Y no era caro, pues en estos viajes tan largos intento no gastar mas de 10€/noche en alojamiento.

El chico tailandés me dijo que se sentara en una mesa de la terraza que había allí prácticamente sobre el mar y me trajo una bebida que pregunté que era pero era un nombre tan extraño que no me quedé. En cualquier caso traía alcohol y estaba muy bueno. Enseguida vino el anfitrión y saludarme a la vez que me preguntaba si tenía alguna pregunta o quería ya ir a la habitación. Le dije que ya quería ir a la habitación pues tenía que ducharme urgentemente. Me comentó que yo había reservado un bungalow a 200 metros de la playa pero que también tenían disponible una habitación en primera línea de mar por 150 bates mes al día, y que si quería me enseñarían tanto el bungalow como la habitación y que decidiera. Me pareció bien y fui con el chico tailandés a ver primero el bungalow.

El bungalow efectivamente no estaba en la zona donde estaba la recepción y el resto del resort. Estaba andando adentro y ni siquiera se veía el mar. Además justo enfrente estaban haciendo más bungalows por lo que las vistas eran unas obras. Cuando todavía no habíamos ni visto la habitación le dije al chico que seguramente me quedaría con la habitación. Así que hicimos casi todo el camino de regreso para ir de nuevo a la playa donde estaban las habitaciones. Éstas eran una hilera de 5 habitaciones adosadas justo a la playa y con un balcón que además era por donde se accedía, pues las puertas de las habitaciones hacían a la vez de gran ventanal y que a la vez daba a la playa, por lo que desde la cama podías ver la playa. Simplemente eran una pasada. Además por dentro también estaban mejor que los bungalows, pero lo que realmente impresionaba era su ubicación y que todo el frontal de la habitación fuera una gran ventana con vistas al mar. Realmente delante ya no había nada más, aparte de unos árboles que la verdad es que si no estuvieran no pasaría nada, pues tapaban demasiado la vista, pero en cualquier caso eran árboles y no ningún edificio.

Así que volvimos a la recepción, pagué los 600 bates de sobre-coste por las 4 noches y me ayudó a llevar el equipaje hasta la habitación, que además ya había puesto en marcha el aire acondicionado al enseñar -mela por lo que fue entrar y sentirme en la gloria.

Primero me duché y después salí 5 minutos al balcón a sentarme un rato simplemente mirando hacia el mar. Qué maravilla y qué tranquilidad, pues en otros lugares puedes encontrar algo similar, pero no a ese precio y con esa tranquilidad. A diferencia de Koh Tao, aquí el turismo se veía más moderado, ni tanto, ni tan alcohólico, ni tanto mochilero.

Bajé a comprar agua y una cerveza a un supermercado que estaba justo debajo de las habitaciones, pero estaba cerrado. Así que fui a otro a pocos metros, prácticamente dentro del mismo resort, y todo era carísimo. Un agua 25 bates y una cerveza 60, cuando incluso en Koh Tao, en un 7-elevan, estaban por 48. Así que sólo compré el agua y la cerveza sin mirar nada más, pues por la tarde ya buscaría un 7-elevan que son mucho mas baratos y tienen lo mismo. Eso sí, seguramente quedaría lejos porque en esa zona sólo había un local de alquiler de motos, algún restaurante y una agencia de tours.

Después ya fui a buscar el primer lugar donde almorzar en Koh Phangan, pues ya eran las 15h. Miré los 2 restaurantes de al lado (o dentro) del resort y me parecieron demasiado pijais, de un estilo que no me acaba de agradar, pues son restaurantes sólo para turistas. Así que caminé unos 100 metros hasta el Little Mexico que había visto al venir y que estaba casi en la carretera. Pero al mirar la carta aluciné. Era un restaurante mejicano pero con precios europeos. No pensaba pagar hasta 4 o 5 veces mas por tacos o burritos que al cabo de un mes me hartaría de comer en México mismo. Así que aunque me hubiera hecho gracia, seguí andando poco más de medio kilómetro hasta llegar a la carretera donde el primer restaurante que vi fue Fatman. Éste también era más caro de lo normal pero al menos servían comida tailandesa. Ademas, parecía que no pero ya estaba a 10 minutos andando de la habitación.

Estaba totalmente vacío, supongo que por la ubicación y sobre todo por la hora, pues ya todo el mundo había almorzado. Pedí arroz basil con chilli y cerdo. Un plato similar a un sitio menos turístico habría costado unos 40 o 50 bates, y aquí 110. En cualquier caso son unos 3€ y la verdad es que estaba muy bueno y muy bien presentado, mucho más que en los lugares donde lo venden por 50 .Y de hecho cómo debe ser, ya que si pagas mas al menos que sea por algo. Además el restaurante estaba muy bien. Era familiar pero muy decorado y muy agradable. Lo malo las guindillas que había por todas partes, dragones, arañas e incluso ciempiés caminando por debajo de la mesa. A mí me daba un poco de angustia pero si vas a sitios como estos te tienes que acostumbrar quieras o no, así que simplemente iba controlando que el ciempiés no me subiera por la pierna y ya está, porque el resto de guindillas ya se apartan solos.

Comí muy bien la verdad, el plato estaba muy bien preparado y la carne de cerdo muy bien hecha. Cuando fui a pagar, el señor me interesó por qué hacía allí, supongo que al verme solo le llamó más la atención. Me preguntó lo típico, de dónde estaba, cuántos días me estaba, dónde, etc., y como todo el mundo con mucha amabilidad y una gran sonrisa. Nos despedimos y volví hacia el hotel a dormir un rato para estar bien despierto hacia las 18:30h cuando empezara a ponerse el sol. Así que hacia las 16:30h fui a la siesta hasta las 18:15h que me había puesto el despertador porque si no habría dormido muchas más horas debido a que ese día me había despertado pronto y estaba ciertamente cansado, pues éstos trayectos, aunque vayas sentado, con el calor, arrastrando la maleta arriba y abajo del barco y más los dos kilómetros caminando hasta el hotel, al final todo se nota.

Me desperté gracias al despertador porque de hecho estuvo sonando unos minutos antes de que me despertara. Miré por la ventana y ya se veían las típicas nubes delgadas que acaban apareciendo siempre a esa hora por mucho sol que haya hecho durante todo el día y que te acaban tapando la puesta de sol.

Me tomé un café mientras miraba por la ventana hasta las 18:45h que salí el balcón. El sol se veía un poco pero volvía a esconderse enseguida detrás de las nubes. Los últimos 15 minutos de la puesta ya quedó escondido y no se vio el tramo final, como toda la última semana que llevaba intentando ver la puesta del sol en la playa.

Con la decepción un día mes, aunque ya me estaba acostumbrando, miré correos, me duché por tercera vez en ese día y fui a comprar al 7-elevan mes cercano que encontré por Google Maps , que de hecho no estaba demasiado más lejos que el restaurante al que había ido a comer. Y fue un descanso, porque la primera búsqueda que había hecho, la había hecho rápida y sin conexión y me decía que el mes cercano estaba a 21 kilómetros, así que perfecto.

El principal problema era que había que llegar por la carretera, casi 10 minutos andando de noche y sin luz alguna. Pero no era el único, me crucé con varias personas que también iban. Ademas casi no pasaban coches e iba con la linterna del móvil puesta en marcha para ser mas visible ya que en algunos tramos la luz era inexistente.

Lo que faltaba saber es cómo serían los precios del 7-elevan a Koh Phangan, y resultaron ser un intermedio entre los precios continentales y los precios de Koh Tao, por tanto más baratos de lo que había estado pagando en los últimos 4 días y mucho más baratos que el Big K donde había comprado el agua y la cerveza hacía pocas horas.

Así que compré más agua y cena por aquella noche, pues seguramente acabaría cenando hacia las 23h y caminé un poco más por la carretera para investigar qué más había, sobre todo restaurantes, pues a diferencia de todos los lugares donde había estado hasta entonces, ahí había pocos. Y de hecho no encontré ningún mes, así que di media vuelta y volví hacia la zona del resort.

Estuve hasta las 22h por la playa justo delante de la habitación donde cada vez se respiraba más tranquilidad. A diferencia de Koh Tao, aquí había menos animación nocturna. Aunque ésta es la isla de la Full Moon Party, esto no quiere decir que toda la isla sea de fiesta y alcohol, algo que se agradece. De hecho sobre las 22:30h incluso ya cerraban muchos de los restaurantes que podía ver desde la habitación y la zona quedaba vacía de gente. De todas formas ésta no era una zona masificada, más bien todo lo contrario, pues con sólo dos resorts y algún restaurante, éste era un lugar bastante aislado y escondido, de hecho el nombre lo decía todo, Secret Beach, pues realmente parecía un sitio secreto e incluso daba cierta sensación de privilegio o exclusividad estar en ese resort.

Hacia las 23h cené en la habitación, como ya era habitual así como lo que comía, pasta con pez en lata. Puede parecer cutre pero lo cierto es que tanto la pasta como el pescado estaban más buenos de lo que parecía. Todo mientras miraba «La que se avecina» como también ya era habitual.

Y a las 00:30h fui a dormir con aire acondicionado por primera vez desde que estaba en Tailandia. ¡Qué diferencia y que viene dormí! Éste ya era el séptimo hotel en el que dormía en este viaje y probablemente el mejor hasta entonces, tanto por la ubicación como por los servicios. Además, este resort estaba especialmente pensado para trabajadores digitales nómadas, una forma de vida cada vez más extendida entre aquellos que tenemos la suerte de poder trabajar con sólo un PC y conexión a Internet desde cualquier lugar del mundo. Pues este resort ya se anunciaba por este tipo de trabajadores, y ahora que estaba allí, podía ver el porqué. Para empezar la conexión a Internet más rápida hasta entonces, y eso que estábamos en una isla. La habitación bien preparada para poder trabajar en ella así como en la terraza del resort con mesas individuales reservadas para la gente que tuviera que trabajar con unas fantásticas vistas al mar. ¿Qué más se puede pedir? En ese momento, yo nada más.

14/06/2019 Tercer día en Koh Tao. Cervezas, playa, palmeras,…

14/06/2019 Tercer día en Koh Tao. Cervezas, playa, palmeras,…

Ese día a las 4 de la madrugada ya estaba despierto supongo que por haber dormido unas 7 horas y no aguantar más el calor. Ya me estaba bien levantarme a esa hora porque era cuando Internet iba mejor y con diferencia, de hecho por la noche era el único momento en que podía conectarme desde el portátil, ya que lo tenía dentro de la habitación donde todavía llegaba peor que en el balcón donde me conectaba con el móvil.

Así que aproveché este breve espacio de tiempo en el que todavía se podía hacer algo por Internet para mirar el tema de los traslados entre las islas de Koh Tao (donde estaba ahora), Koh Phangan y Koh Samui, las 3 islas del Golfo de Tailandia que visitaría. Finalmente vi que no sería tan fácil llegar a los hoteles de las otras dos islas como lo había sido llegar al resort donde estaba ahora, que estaba a sólo 1,5 kilómetros del muelle. De hecho, en la siguiente isla que iría, en Koh Phangan, no había más opción que llegar al muelle que quedaba a 4,3 kilómetros del hotel que había reservado, un hotel que ya no podía cambiar y que además tampoco quería porque eran unos bungalows muy cerca de la playa Secreat Beach que está encarada al oeste para ver las puestas de sol. Así que reservé el ferry a Koh Phangan que era ya al día siguiente por 360 bates, unos 10€, no veas. Eso sí, sería en el catamarán rápido que llega en dos horas.

Intenté buscar las mejores opciones para ir desde el muelle de Koh Phangan al hotel pero la información era muy escasa y toda en la misma dirección: un taxi. En estas islas no hay buses de línea o cosas similares. Lo más parecido son los taxis colectivos, una especie de rancheras donde detrás caben unas 10 personas bien juntitas y va siguiendo una ruta que más o menos se adapte a los pasajeros. Por lo que la idea era llegar al muelle y ahí mirar qué opciones había. En el peor de los casos iría hasta el hotel andando, total sería poco más de una hora. Si quería evitarlo era por el calor que haría y que dificulta enormemente cualquier caminata y más con la maleta.

El problema vino cuando fui a reservar el trayecto de Koh Phangan a Koh Samui que sería para 4 días después. Aquí estaba la opción del ferry normal que sólo costaba 150 bates (4,30€) pero que me dejaba demasiado lejos del hotel. Lo que me ahorraría con el ferry debería pagarlo en taxi. La otra opción era el catamarán que costaba 300 bates, pero que me dejaba en un puerto que quedaba mucho más cerca del hotel. Pero además el hotel que había reservado estaba en Chaweng, una de las playas con más fiesta pero que da al este, por lo que no vería la puesta de sol. Por todo ello miré si había hoteles en la costa oeste, cerca del muelle y que fueran más baratos. Encontré uno pero en el momento que escribo este post aún no lo tengo decidido.

A las 6 de la mañana ya se empezaba a notar una ralentización en la conexión por lo que aproveché para ducharme, tomar otro café, escribir el periódico y prepararme para salir a dar una vuelta. Por la mañana iría a pasear cerca del hotel y al por la tarde a un mirador de la isla a casi 5 kilómetros del hotel pero con buena parte del camino de subida.

A las 8 de la mañana iba hacia la playa donde a esa hora podía estar prácticamente solo y el calor todavía era suficientemente soportable. Antes dejé la ropa en la lavandería del mismo hotel ya que al día siguiente se marchaba. Sí, hacía apenas 4 días de la última colada pero es que al menos utilizaba dos camisetas al día. Aquí, todas las lavanderías que vi costaban 50 bates por kilo, algo más que en otros lugares de Tailandia debido supongo a lo caro que es obtener el agua. La mujer me dijo que la ropa estaría a las 17h por lo que tendría tiempo para hacer la maleta e ir a dormir en breve.

Me daba la sensación de que la marea cada día era más alta, pues se había comido más de la mitad de playa dejando una imagen aún más guapa que de costumbre gracias a la poca profundidad del agua y los reflejos de la luz del sol . La tranquilidad y paz que se respiraban te absorbían y relajaban de forma inmediata. Era la mejor manera de desconectar por completo y simplemente mirar al mar sin pensar en nada. Estuve allí entre palmeras y arena fina hasta las 10 de la mañana que fui a hacer un desayuno como los tailandeses, es decir, un plato bien contundente de pasta y carne, aunque para mí ya sería el almuerzo, pues ¡ya hacía casi 7 horas que me había despertado!

Fui al mismo restaurante que los días anteriores, de hecho restaurantes locales no había ninguno mejor y los demás eran por guiris, a los que nunca voy. Esta vez pedí a Padthai con cerdo. Parecían como tallarines con cebolla, zanahoria y otras verduras y todo ello mezclado con la carne de cerdo. Y como siempre, algunos trozos de pepino, que todavía no he entendido porqué lo ponen en todos los platos, literalmente. Estaba bueno como todo, pero lo que más me había gustado fue el del día anterior, el arroz basil con huevo y carne de pollo o de cerdo. El plato costó 70 bats (2€) aunque diría que en la carta ponía 60. No dije nada porque de hecho ya me extrañaba que fueran 60 bates cuando normalmente todos costaban al menos 70 bats.

Y sobre las 11h volví al hotel a descansar un rato. Aún no era ni mediodía y ya iba a dormir la siesta. De hecho, este horario me gustaba más porque podía aprovechar las mejores horas de conexión a Internet y pasear cuando el calor aún no era insoportable.

El resort era muy tranquilo, de hecho sólo se escuchaban los pajaritos, por lo que era fácil dormir a cualquier hora.

Hacia las 14h me desperté, me duché y tomé un café mientras escribía este diario. Ahora sí que la conexión iba fatal, por lo que aproveché para escribir el periódico un buen rato. Aquella tarde quería ir a un mirador que quedaba en el sur de la isla y en el interior, por donde todavía no había ido. Eran poco más de 4 kilómetros por lo que sería una hora larga caminando. Quería esperar a que fueran hacia las 16h para que no picara tanto el sol pero tuve que salir rápido ya que a las 17h tenía que estar en el hotel para recoger la ropa, pues a las 17h ya cierran la recepción y tenía que hacer la maleta esa misma tarde.

Así que a las 14:45h salía del hotel en dirección al mirador. Debía llegar a la misma carretera por la que había ido el día anterior hasta la isla de Koh Nang Yuan pero ahora en dirección contraria. Llegué a la carretera pasando por un pequeño, muy pequeño, mercado que aún no había visto, y empecé a andar por el arcén.

Pero cuando no había andado ni un kilómetro por la carretera sin arcén, me lo pensé mejor y volví atrás, no me veía capaz de hacer todo ese camino por la carretera. Por ese tramo pasaban más coches que por el tramo del día anterior, seguramente debido a que quedaba entre el muelle y la zona de los hoteles. De hecho, aunque los coches se apartaban mucho, lo veía algo peligroso. Ademas casi todo el camino era de subida y el calor a esa hora era simplemente insoportable. Coger un taxi por eso no valía la pena ya que la excursión perdería la mitad de su gracia. Así que di una vuelta por esa zona que aún no había visto pero fuera de la carretera y por la sombra.

Aparte de que hacer la excursión en taxi no tenía demasiado sentido, uno de mis objetivos en este viaje era justamente no tomar ningún taxi, que parece fácil pero no lo es. Hasta entonces lo había conseguido y ya llevaba 3 semanas de viaje, pero en el momento que escribo estas líneas, acabo de reservar uno, más o menos. Ya se contará en el siguiente post.

Al cabo de un rato compré una cerveza y me la tomé a la sombra de una palmera de la playa. Me dediqué a pasar un rato tranquilo en medio del paraíso, algo que de vez en cuando va muy bien y más después de 3 semanas sin parar.

Así pues, pasé de tener que andar durante casi 3 horas haciendo una excursión hasta uno de los puntos más elevados de la isla, a quedarme tumbado en la playa a la sombra de una palmera con una cerveza y mirando en el mar. Me dolía no haber ido al mirador, pero ahora que estaba allí, lo prefería a tener que estar caminando montaña arriba.

A las 17h fui a recoger la ropa de la lavandería que ya tenían preparada y que me dieron sin apenas presentarme, después al 7-elevan a comprar la cena por aquella noche y después a preparar ya la maleta . Hacer la maleta era una de las cosas que menos me gustaba y me veía obligado a hacer cada pocos días. Ya procuraba no deshacerla demasiado para unos 30 minutos ya tenerlo todo preparado. Además, después de tantas veces de haberla hecho, el proceso era cada vez más rápido, pues todo iba siempre al mismo sitio.

A las 18h ya lo tenía todo hecho y volví a la playa para quedarme hasta la puesta de sol, aunque como ya era habitual, aparecieron las nubes delgadas de siempre que fueron exactamente la última media hora del atardecer. Mi último día en Koh Tao y el séptimo intentando ver la puesta de sol en el mar y aún no había podido ver ninguna completa desde la playa.

Así que a las 19h volví al bungalow sin haber visto un día más la puesta de sol. Volví a mirar un poco cómo ir al día siguiente desde el puerto al hotel de Koh Phangan, que no era fácil, pues estaba a 4 kilómetros de donde me dejaría el ferry y no había ninguna información de ningún transporte público. Si que se hablaba de taxis colectivos que recogían a unos 10 pasajeros en el mismo muelle y hacían rutas más o menos fijas hacia los sitios más habituales de la isla, por lo que seguramente iría con uno de estos taxis colectivos. Era eso o andar.

Acabé de recoger las cosas, cené mirando a Netflix y fui a dormir en breve, hacia las 20:30h, aunque hasta las 21h pasadas no me dormí por culpa del calor. La intención era despertarse al día siguiente a más tardar a las 6 de la mañana e ir a hacer el check-out hacia las 8:30h.

Llegaba el final de mi estancia en Koh Tao, la isla de los mochileros, quedándome con una mejor sensación de la que me esperaba, pues la isla no estaba saturada de turistas y todos eran muy respetuosos. La isla muy limpia, muy salvaje y la zona de hoteles una de las más originales que había visto jamás. Koh Tao me había sorprendido muy gratamente.

13/06/2019 Segundo dia en Koh Tao. Isla de Koh Nang Yuan

13/06/2019 Segundo dia en Koh Tao. Isla de Koh Nang Yuan

Me desperté a las 6 de la mañana después de dormir las 8 horas de rigor pero despertándome por la noche más veces de lo que sería normal debido supongo al calor. A pesar del ventilador, el calor en la habitación era terrible, de hecho casi que el aire del ventilador era caliente. Aquí el calor ya era como en el norte, ya que a diferencia de Koh Lanta, en el mar de Andamán, la temperatura por la noche era algo más agradable. Aquí por la noche podías sudar perfectamente como si fueran las 12 del mediodía.

Como cada mañana me tomé el café, me duché, escribí el periódico y miré cómo ir lo más cerca posible de la isla de Koh Nang Yuan, uno de los lugares más fotografiados de Tailandia y que queda al noroeste de Koh Tao, a unos 2 kilómetros y medio de mi hotel, por lo que iría caminando, pues sólo debería hacer 2 ya que no tenía intención de llegar hasta la misma isla, sino en la parte de la costa que quedara más cerca.

Esta isla podría decirse que realmente no lo es ya que está unida a Koh Tao por una línea muy fina de arena que hace de playa uniendo ambas islas. Pero cuando la marea sube, ese camino de arena queda tapado haciendo que parezcan dos manzanas separadas. En cualquier caso es una pasada y seguramente habrás visto alguna foto. No tabique, es una de las playas más fotografiadas de Tailandia.

Para llegar no tenía pérdida posible. Sólo debería seguir la carretera paralela a la playa y caminar hacia el norte durante poco más de 2 kilómetros. Debería ir en dirección contraria al muelle por lo que vería zona todavía desconocida. De hecho, prácticamente que llegaría a la punta norte de Koh Tao, pues esta isla es muy pequeña.

Miré algunos correos, me preparé ya las 8 de la mañana ya salí para evitar el calor extremo del mediodía, aunque a esa hora ya hacía mucho calor. Salí a la calle peatonal de enfrente del hotel y caminé en dirección norte, pasando por el resto de resorts y restaurantes que aún no había visto hasta llegar a la carretera, pues aquella calle peatonal allí ya acababa y daba directamente a la calle carretera que pasaba a recorrer junto a la playa. Pero claro, la carretera a pesar de ser sólo de un carril por sentido, apenas tenía arcén y no estaba demasiado pensada para que caminen peatones, de todos modos se podía ir ya que de espacio había un poco , pasaban pocos coches y los que pasaban ya se preocupaban de apartarse un poco.

Era sorprendente, pues, los pocos coches que había. Sólo podían circular por esta carretera y realmente pasaban muy pocos teniendo en cuenta que no podían pasar por ningún otro mes.

Y así recorrí los 2 kilómetros de carretera con subidas y bajadas incluidas, casi 45 minutos desde la salida del hotel. Evidentemente ya sudé todo lo que podía sudar cuando llegaba al punto que más cerca queda de la isla de Nang Yuan pero todavía estando en la isla de Tao.

No se veía tan bien como pensaba, una lástima, aunque la pude ver. Subí por un caminito que parecía que iba a un punto más alto pero quedaba cortado ya que conducía directamente a un hotel en construcción. Tampoco podía investigar demasiado porque todos los caminitos que dejaban la carretera tenían un éndent de mes del 40%, haciendo que fuera realmente cansado andar.

Sin embargo valía la pena por la vegetación del entorno y los acantilados de aquella zona de la isla. Además me había alejado de la zona más turística de la isla por lo que pude ver al fin algo de vida local, por cierto, muy sorprendente. Casas de madera aún más precarias que las que había visto en Koh Lanta, algo muy sorprendente viendo cómo es la zona turística de la isla, pues a menos de 2 kilómetros la cosa cambia totalmente. De hecho había alguna casa que ni siquiera tenía paredes y veía cómo los propietarios cogían el agua de alguna especie de fuente natural que caía de la montaña. Si a los hoteles ya les cuesta tener agua corriente, no quiero ni imaginar lo que les costará a los habitantes de la isla.

Así pues, al parecer, todos los hoteles, turistas y mejores servicios, se concentraban a lo largo de poco más de un kilómetro a lo largo de la playa a ambos lados del muelle. Más allá apenas había ningún hotel, ni turistas ni prácticamente habitantes. De hecho, se veía que fuera de la zona turística, la vida era muy complicada por la falta de servicios básicos. Allí donde estaba ahora parecía un parque natural y con esa fantástica vista de una de las islas más fotografiadas del mundo.

Al cabo de unos 30 minutos de ser por la zona emprendí el camino de regreso que debía ser por la misma carretera, pues no había ninguna otra, por lo que vería lo mismo que ya había visto. Es lo que hay.

El camino de vuelta, como ya solía pasarme, se me hizo más corto, supongo que para ya saber cuánto trecho era y ya tenerlo claro desde el principio. Por el camino, poco antes de llegar al hotel compré una cerveza para tomar en el balcón de la habitación donde estaba más fresquito y después ducharme otra vez. El balconcito de la habitación estaba en la misma entrada por lo que daba al patio del resort frente a los otros bungalows y con la playa a la derecha. Era un lugar muy agradable donde podías pasarte horas.

Una vez llegas a la zona turística, debes fijarte bien por dónde vas porque llega un punto que todo parece igual. De hecho, yo me pasé el hotel en más de una ocasión después de ir a comprar oa dar una vuelta, pues al final casi todo eran bungalows y restaurantes y hasta que no te conocías bien la zona era muy fácil despistarla té. En esta ocasión, y debido a que venía por la zona que menos me conocía, me pasé más de 30 metros hasta llegar al resorte de al lado y ver que ya me había pasado.

Llegué al hotel hacia las 10:30h y aunque todavía era pronto para tomar una cerveza yo ya hacía horas que estaba despierto, y con ese calor no apetecía nada más que una cerveza bien fría. Además, tomarse una cerveza en el balcón del bungalow era un placer difícil de describir.

La mujer del resort saludaba con una gran sonrisa cada vez que pasaba por delante de la habitación siguiendo así con la tendencia general en Tailandia. Saludos con sonrisa siempre.

Poco después de las 11 de la mañana ya iba a comer, o más bien a desayunar. De hecho los tailandeses a las 8 de la mañana ya están comiéndose un plato como el que en Cataluña nos comemos a las dos de la tarde para comer, por lo que todos los restaurantes ya tienen la cocina preparada desde buena mañana para darte un buen plato de arroz con carne o lo que quieras, ya que de hecho es lo normal.

Fui al mismo lugar donde comí el día anterior por su relación calidad-precio, además situado, en la misma calle peatonal de siempre y cerca del hotel. Conforme iba conociendo mas aquella calle y su alrededor, cada vez me gustaba mas todo su estilo y ambiente. Realmente no daba la sensación de estar en medio de un montón de hoteles y resorts sino que más bien parecía que todo fuera un único hotel con la playa a medio metro y aquella calle para ir de un lado para otro. Al final no pasaban coches y acababas conociendo al de los masajes, al del 7-elevan, al de los pinchos de carne, a los ostes de aquel hotel o los del bar musical. Al final toda aquella zona con más de 10 hoteles y resorts acababa pareciendo una gran familia en la que todo el mundo se conocía. Era algo que nunca había visto en ninguna parte.

Esta vez pedí arroz estilo basil con pollo, huevo y verduras. El estilo basil es una forma que tienen de hacer el arroz el que queda como pegado pero no pastoso, de hecho queda greñal y muy bueno. Da igual como lo hacen en latinoamérica, al menos en México, Ecuador y Perú. Es más, el único sitio donde he visto que se hace diferente es en España.

Todo esto estaba muy bueno y picando como siempre. Esta vez costó 80 bates por lo que ya quedaban lejos aquellos platos por 40 bates de Bangkok. Ahora estaba en una de las zonas más turísticas de Tailandia y se notaba. Y no sólo por ser una zona turística, sino con muchos problemas para hacer llegar cualquier mercancía. De hecho, podría decirse que todavía era lo suficientemente barato teniendo en cuenta las circunstancias.

Al terminar volví al hotel a echar la siesta hasta las 14:30h que me desperté.

Me duché, tomé un café y aproveché para dejar constancia como valoración en Booking que el hotel de Bangkok, el New Siam I, me cobró 45 bates mes por día por haber llegado un día tarde de la fecha previamente reservada, debido a un retraso en el vuelo de Norwegian. Tanto les dio que el resto de la reserva fuera la misma, para hacer el check-in un día más tarde, 6 días a 45 bates mes por día. En cualquier caso Norwegian, según lo que había buscado por Internet, debería recompensarme con unos 400€ por las más de 4 horas de retraso del vuelo.

Después salí a pasear por la playa como el día anterior pero esta vez desde la altura del hotel y hacia el sur, en dirección al muelle. Esta parte de la playa también es muy bonita y con resorts, restaurantes y terrazas en primera línea.

A esa hora era mucho más agradable pasear ya que el sol no picaba tanto a pesar de estar más sobre la playa, pues en dos horas ya se escondía detrás del mar. El mar estaba muy tranquilo y con poca gente en la playa. A diferencia de lo que pensaba, tampoco había tanto turismo en Koh Tao. Evidentemente mas que en Koh Lanta o Krabi pero incluso me daba la sensación de que aquí se controlaba el número de turistas en la isla. No tabique, la zona de hoteles, que estaba allí donde estaba, tampoco tenía tanta capacidad como podría parecer. La mayoría de hoteles eran bungalows y otros no tenían más de 3 plantas, por lo que la densidad de población era realmente baja. Y eso lo notaba ahora paseando por la playa donde estaba realmente bien y muy tranquilo. Además, 0 niños.

Hacia las 18h fui a tomar una cerveza a una de las terrazas que había en la misma playa ya veían el sol cerca del mar. Este día era el que más probabilidades tenía que ver la puesta en cuanto estaba en Tailandia. La sensación de estar viendo el sol poniéndose detrás del mar del Golfo de Tailandia sentado en la playa con una cerveza era indescriptible. Eso sí, la cerveza costó 70 bates (2€), el doble que en un 7-elevan. Aún así era poco a cambio de estar allí en ese momento.

Pero como siempre las nubes delgadas en el horizonte iban tapando y destapando el sol, por lo que un día más parecía que la puesta, en el mejor de los casos, se vería a medias.

Me pareció que había marea y que era alta, pues había menos pedazo de playa que el día anterior. No sabía que en aquella zona había mareas y cuando no estás acostumbrado a verla hace cierta gracia. Y además esto hacía que todavía hubiera más metros de agua poco profunda, de hecho había gente toman el sol a 10 metros adentro del mar, pues a pesar de estar a unos 10 metros, el agua no tenía ni un palmo de profundidad. Las barquitas de los pescadores ahora quedaban más adentro y el sol se reflejaba en buena parte de la playa, regalando así una imagen inolvidable.

Hacia las 18:20h me fui del bar para buscar un sitio para sentarme en la playa y allí me quedé ya para ver el tramo final de la puesta de sol, que iba apareciendo y desapareciendo detrás de las nubes delgadas. No era el único admirante uno de los espectáculos naturales que con más frecuencia se da, otras personas se iban reuniendo para ver los últimos minutos de claridad diurna.

El sol apareció unos minutos de entre las nubes pero a las 18:40h, 20 minutos antes de la puesta total detrás del mar, ya quedó escondido por las nubes delgadas y ya no volvió a salir. Éste era el día que más cerca estuvo de verse la puesta hasta el final pero tampoco fue posible. Al menos la imagen fue lo suficientemente buena y el paisaje muy bonito. Me quedaba una puesta de sol mes en Koh Tao, a ver si al día siguiente podría verse completamente.

Una vez oscuro, di un último paseo por la calle peatonal paralelo a la playa y que de hecho era la única calle por la que se podía pasear, hasta hacia las 19:30h. A pesar de ser una isla mayoritariamente con turismo mochilero y joven, la oferta de ocio nocturno era escasa debido a que no es esto lo que buscan la mayoría de turistas que acuden a Koh Tao. Buscan un ambiente ,es hippy y realizar actividades acuáticas como el buceo, pues Koh Tao es perfecto para practicarlo. Así pues, sólo un par de locales a lo largo de la calle peatonal ofrecían sesiones de música electrónica hasta sobre las 12 de la noche. Ahora ya había un abierto y realmente estaba muy bien. Una pista de baile con piscina incluida en primera línea de mar.

Después volví al hotel a cenar. Otra cosa buena de ese sitio, es que todo quedaba cerca. Todo era como un complejo formado por resorts, restaurantes y bares donde se podía llegar a todas partes caminando y sin sufrir por los coches. Motos sí. Así que en poco más de dos minutos llegué a mi bungalow.

Como solía hacer, cené en la habitación mientras intentaba mirar las noticias. Y digo intentar porque era muy complicado ver nada en streaming por lo mala que era la conexión a Internet, muy lenta y de vez en cuando simplemente se cortaba. En fin, ya se sabe. No se puede pretender en una isla tan salvaje y donde ni siquiera existen suministros o infraestructuras básicas, que tengan fibra óptica.

Hacia las 20:30h cenaba y poco después iba a dormir sin problemas gracias a la caminata que había hecho ese día y haberme despertado a las 6 de la mañana. Aquí tenía que vigilar con los mosquitos, pues hasta entonces no habían supuesto ningún problema. Ahora que ya estaba en el Golfo de Tailandia con la meteorología adecuada para los mosquitos, empezaba a recibir las primeras picaduras por lo que tuve que sacar el repelente de la maleta.

12/06/2019 De camino a Koh Tao. La isla de los mochileros y la primera visita al Golfo de Tailandia

12/06/2019 De camino a Koh Tao. La isla de los mochileros y la primera visita al Golfo de Tailandia

Ese día tenía un trayecto relativamente largo en el que debería combinar un bus y un ferry. Lo bueno es que todo lo tenía reservado con la misma compañía por lo que al menos no debería preocuparme de si el bus llegaría a tiempo para coger el ferry. Marchaba de Krabi, en el mar de Andamán, para ir a Koh Tao, isla del Golfo de Tailandia.

A las 4 de la madrugada me despertaba ya que quería salir a las 5:45h, pues a las 7 salía el bus hacia Surat Thani desde donde tomaría el ferry hasta Koh Tao. Tenía que estar en el punto de salida del bus a las 6:30h hasta donde iría andando y que estaba a unos 30 minutos del hotel. La alternativa era un taxi que tomaría si llovía, y de hecho, ahora ya llovía. Como todas las mañanas me tomé el café tranquilamente mientras escribía el periódico, miraba correos y algo de finanzas. Después me duchaba, lo preparaba todo y a las 5:50h ya bajaba en recepción.

A las 5 de la mañana llovía muchísimo, monzón hasta el último día, por lo que ya pensaba que debería tomar un taxi, pero cuando bajaba a recepción parecía que había parado. Aún no había salido el sol y cuando saliera no picaría porque todavía había nubes, por lo que era perfecto para poder hacer los 2 kilómetros hasta la estación del bus andando.

Cuando bajé a recepción me lo encontré todo encerrado. Todas las puertas de dentro mas la verja de la puerta principal estaban cerradas con llave y no había nadie por ninguna parte, sólo el gato del hotel mirándome fijamente. Al principio no lo recordaba, pero la chica ya me dijo que una de las dos llaves que me había dado era para abrir el candado de la verja. Así que abrí la verja, salí, volví a cerrar la verja y tiré las llaves dentro entre los barrotes. Todo con el gato que seguía mirando sin mover ni un pelo. Qué paciencia tienen.

Finalmente se marchaba del hotel 15 minutos después de lo previsto pero a falta de una hora por la salida del bus.

Seguí las indicaciones de Google Maps hasta que llegué a un camino de arena donde era muy complicado seguir arrastrando la maleta, por lo que decidí deshacer ese camino e ir por otro que diera más vuelta pero que estuviera asfaltado, así que el camino que debía ser de 30 minutos se convirtió en 45. Menos mal que todavía estaba medio oscuro y hacía nube, por lo que no sudé demasiado. Algún perro abandonado ya se despertaba y ya volvíamos con las amenazas, y arrastrando la maleta aún más. Qué pesados. Al menos ahora ya tenía claro que siguiendo caminando sin hacer caso era la mejor opción.

A las 6:30h ya salía un poco el sol y subía la temperatura rápidamente. Además el camino empezaba a hacer un poco de subida por lo que el tramo final se hizo un poco duro, sobre todo por ser tan pronto, pues me enfada mucho empezar a sudar de buena mañana. Y a las 6:40h llegaba a la oficina de Lomprayah, la compañía que haría el trayecto y desde donde salía el bus hasta Surat Thani, la ciudad que ya da al Golfo de Tailandia y donde se encuentra el puerto desde donde salen los ferrys hacia las islas del golf. Antes de entrar me remojé bastante, incluso me tiré agua por encima, por lo que cuando llegué a la taquilla las chicas fliparon un poco. De hecho me preguntaron de dónde venía, supongo que porque pensaban que todo aquello era sudor. Por si a caso les dije que era agua.

Yo pensaba que sería el primero en llegar pero no. Allí ya estaban todos, no éramos muchos, quizás 5 o 10, pero en cualquier caso fui el último en llegar. Una vez comprobado que todo estaba bien, me indicaron dónde estaba el lavabo, señal de que querían que me cambiara, cosa que hice y de hecho mucho mejor, porque todavía quedaba un largo camino por delante.

A las 6:45h llegaba el bus y bajaba el chófer que enseguida se me puso a hablar, quizás porque era el único que ya estaba fuera esperando de pie y fumando, como él. Me preguntó de dónde estaba y me explicó un poco el trayecto que haríamos, pues antes de llegar a la isla de Koh Tao haría parada en dos islas mas, islas que por cierto, también visitaría pero después de Koh Tao. Y a las 6:50h ya estábamos poniendo las maletas en el maletero y subiendo al bus. Y a las 6:55h, 5 minutos antes de la hora prevista ya marchábamos, supongo que porque ya estábamos todos.

Una vez en el bus leí un poco la información de Wikipedia y Wikitravel que tenía guardada de Koh Tao y la ubicación exacta del hotel, así como preparar un poco el planning para ese día. El trayecto hasta el puerto de Surat Thani duró dos horas e incluso dormí un poco, al menos 45 minutos, por lo que este primer tramo se me hizo realmente corto.

A las 9:05h llegábamos al puerto de Surat Thani. El chófer sacaba las maletas y me despedía, cosa que no hizo con nadie más, pues a mí era al único al que conoció un poco. Por cierto, había leído que debía vigilarse con las maletas facturadas en el bus que podían ser robadas sobre todo en esta zona donde estaba ahora, pero en este caso, estaban bien controladas, por lo que no había ningún peligro de que alguien las pudiera robar. Éste es uno de los motivos por el que prefiero hacer estos trayectos con una compañía especializada. Por un lado las maletas están mucho más controladas y por otro te aseguras de poder coordinar bien los horarios del bus y del ferry, pues se puede realizar este trayecto un poco más por libre pero es realmente complicado poder coordinar todos los horarios. De hecho, casi nadie lo hace por la cantidad de horas que puedes llegar a perder. Con estas compañías quizás te sale un 20% más caro pero es tan poco que no vale la pena arriesgarse.

Tal y como cogíamos la maleta ya nos dirigían hacia la rampa para embarcar en el ferry que era un catamarán enorme de 3 plantas. Pensaba que quizás tardaría un poco en marcharse pero no, la hora prevista era a las 9 y de hecho cuando entramos los 5 o 10 que veníamos de Krabi, el catamarán ya estaba lleno, es decir, había sitio de sobra pero ya estaban todos, nosotros éramos los últimos. Así que cuando dejamos las maletas y nos sentamos, el catamarán arrancó de inmediato. Lo único malo era la forma en que apilaban las maletas y mochilas. Todas juntas en un montón de casi un metro y medio que hacía que las de abajo mejor que no tuvieran nada delicado dentro porque el peso que soportaban era inmenso.

De las 3 plantas que tenía, la de abajo era la más grande y la única que tenía cubierta y aire acondicionado, por cierto, a tope. La segunda era más pequeña y también con cubierta pero sin paredes, y la de arriba que estaba en el techo del catamarán y ya no tenía ni cubierta, por lo que las vistas eran fantásticas.

En el Golfo de Tailandia hay 3 islas principales. Yo pasaría 3 o 4 días a cada una siendo la primera Koh Tao pero a la vez la más alejada de la costa, por lo que antes de llegar el catamarán hizo parada en las otras dos islas. La primera fue la isla de Koh Samui, la más cercana al punto de salida y al que llegamos en dos horas en las que estuve prácticamente todo el rato en la sala de abajo, en la nevera. Comí algunas galletas de las que había comprado en el 7-elevan de Krabi aparte de acabar de leer toda la información que tenía de Koh Tao.

De las 3 islas del golf, Koh Tao es la mas hippy y donde van todos los mochileros. Por lo que se ve se ha convertido en la cuna de este tipo de viajeros a pesar de ser ésta la isla más pequeña del golf y por tanto la que tiene más problemas de abastecimiento, agua potable y tratamiento de residuos. De hecho, los residuos no los tratan, pues no hay ninguna instalación en la isla, por lo que la basura se la llevan al continente para ser tratada.

Casi cuando llegábamos a Koh Samui salí afuera a fumar un piti y allí vi que el barco iba mucho más rápido de lo que parecía desde dentro. Hay que tener en cuenta que es un barco lo suficientemente grande para lo que debía tener un buen motor. De hecho, ya lo ponía que éste era el ferry expreso. El hecho de ser catamarán también hace que pueda ser más rápido al haber menos fricción con el agua. Todo esto se agradece porque el viaje que tenía por delante era largo.

A las 11h llegábamos al puerto de Koh Samui. Mientras esperábamos subí a ver las otras dos cubiertas. Fui hasta la superior que era la completamente destapada donde hacía un calor terrible debido a que el barco estaba parado y por tanto no corría nada de viento. Allí fui a sentarme cuando escuché «segundo de bachillerato». Eran dos chicas catalanas y las primeras que veía en todo el viaje. Las saludé diciendo que por fin escuchaba hablar catalán después de casi 3 semanas de sólo escuchar tailandés e inglés, y algo español. Me senté allí un rato hasta que ya había arrancado y llevábamos unos 5 minutos cuando decidí volver a bajar debido al fuerte viento y el calor insoportable que hacía arriba, por lo que era realmente incómodo quedarse allí demasiado rato, aunque que ellas llevaban todo el rato y no parecía que tuvieran intención de bajar. Ellas sólo iban unos días a las islas del golf tal y como hacía mucha gente, pues éste era un destino muy de moda en esta época. De hecho, pronto vería la diferencia entre Koh Tao y la isla que acababa de dejar, Koh Lanta.

Volví a la nevera pero ahora escogiendo bien el sitio, es decir, lo más alejado posible de cualquier salida de aire, y la verdad se estaba mucho mejor, tanto que incluso dormí unos 15 minutos.

Al cabo de casi dos horas más llegábamos a Koh Pha Ngan, la siguiente isla y famosa por estar donde se celebra la Full Moon Party. Eran las 11:30h y allí también teníamos que bajar los que íbamos a Koh Tao, pues deberíamos coger otro catamarán ya que aquél volvía a realizar el trayecto en sentido contrario. Así que tocaba tomar la maleta y hacer el desembarco.

Entre unas cosas y otras eran las 12 del mediodía cuando estábamos en el puerto de Koh Pha Ngan esperando en una especie de parada con bancos y cubierta. ¡Teníamos que esperar allí una hora más! Teniendo en cuenta que había salido del hotel a las 6 de la mañana ya se me estaba haciendo un poco largo. Aproveché para escribir el diario, pues allí tampoco había nada más que hacer, hasta las 12:45h cuando llegó el otro catamarán que nos llevaría hacia Koh Tao, la más alejada de las 3 islas del Golfo de Tailandia.

Cuando ya estábamos en la cola para embarcar en el nuevo catamarán, vi como una mujer que vendía helados y que estaba por ahí todo el rato, utilizaba una red con un palo largo para vender helados a quienes estaban arriba del barco, no lo había visto nunca. Ella les daba el helado y los clientes dejaban el dinero en la misma red.

Allí bajaron varios pasajeros y subimos los que estábamos haciendo cola. Este catamarán parecía incluso más nuevo que el otro, pero en cualquier caso igual en cuanto a cubiertas y forma.

Eran las 13h cuando iniciábamos el último tramo del trayecto que debería durar 1 hora y 15 minutos, tiempo en el que volví a dormir un rato, unos 30 minutos que me fueron muy bien para después poder aguantar el resto del día despierto. La pasada noche sólo había dormido unas 5 horas y yo esto lo noto mucho, y mas en estos trayectos.

Hacia las 14h llegábamos al fin al puerto de Koh Tao después de 8 horas de haber salido del hotel de Krabi. Ya había leído que ésta era la isla de los mochileros, lo que confirmé cuando bajábamos del barco, pues prácticamente yo era el único notas que iba con maleta de ruedas, de hecho incluso me daba vergüenza aunque nadie se fijaba claro, sólo yo, pero era realmente impactante ver a unas 150 personas con sus mochilas. También quedaba clara la diferencia con Koh Lanta. Mientras allí llegamos 5 turistas casi todo el día, aquí llegábamos 150 cada dos horas.

Bajamos, caminamos los escasos 20 metros del muelle de madera hasta llegar a la primera calle de la isla que era una calle peatonal muy bonita, muy estrecha, llena de tiendas y que realmente no me esperaba. La primera impresión de la isla fue excelente. Buen tiempo, ningún coche, calle peatonal y decenas de mochileros haciendo exactamente lo mismo que hacía yo, no tomar ningún taxi sino su teléfono con Google Maps y camino caminando hacia los respectivos hoteles. Yo tenía que ir hacia el norte y andar 1,5 kilómetros aproximadamente.

Eso sí, seguía la diferencia enorme entre la cantidad de turistas que había aquí con los pocos de Koh Lanta, por lo que la cantidad de taxistas y vendedores de todo tipo molestando a cada metro era inevitable. Yo iba diciendo que no sin parar y sin escuchar lo que me ofrecían.

Just ante mí iba un grupo de unos 6 o 7 chicos y chicas que también iban siguiendo Google Maps y parecía que iban por la misma dirección que yo, que seguía siendo aquella calle peatonal que transcurría justo por la playa, todo junto era una pasada. Un callejón empedrado de un metro de ancho, la playa a la izquierda y bungalows a la derecha. La cosa prometía mucho, pues según Google Maps mi hotel estaba en esta calle y por tanto a menos de 10 metros de la playa.

En un punto vi que ellos giraban a la derecha por lo que parecía la misma calle y yo les fui siguiendo hasta que vi que según Google Mpas debía seguir recto. Justo en ese momento ellos echaron atrás y me siguieron, pero donde decía Google Maps que debíamos seguir, había un hotel y no ninguna calle. A todos nos había ocurrido lo mismo. Íbamos todos en la misma dirección y nos habíamos encontrado todos en los que ese hotel no aparecía en Google Maps. Finalmente volvimos girando a la derecha para seguir el mismo callejón que en ese punto hacía una subida de al menos 45% y durante unos 40 metros. Parecía que allí habían hecho un hotel y Google Maps no lo tenía actualizado, pero en cualquier caso el camino era aquél y en pocos metros ya volvíamos a estar en la calle correcta que no dejaba de ser la misma, la calle peatonal que transcurría pegado en la playa. Eso sí, la subida sumada a los ya 15 minutos que llevábamos, hizo que terminara reventado.

Seguimos por esa calle unos 10 minutos más hasta que yo tuve que girar a la derecha por otra calle de unos 100 metros y también con pendiente fuerte para llegar a la calle paralela que ya era una pequeña carretera por la que iban los coches. Sin aceras, me puse a la derecha, pues los coches conducen por la izquierda, y a andar pegado a la línea. Nadie decía nada acostumbrados como estarán ya a ver turistas por todas partes. Allí cerca de la misma carretera había un 7-elevan donde compré un agua y una cerveza que me bebería de un trago a la que pudiera. Seguí caminando por la carretera unos 5 minutos más hasta que llegué al Nat Resort, el hotel en el que había reservado la habitación. Bien, más que un hotel, era un conjunto de bungalows.

La entrada estaba tocando en la carretera, pero al entrar había un cartel donde ponía que el check-in debía hacerse bajando a unos 100 metros, y sorpresa, cuando llegué a la oficina, ésta daba exactamente al calle peatonal para la que había ido casi todo el rato. Podría haberme ahorrado la subida con pendiente de 100 metros, la caminata por la carretera sin arcén y la posterior bajada de 100 metros por dentro del resort. Si que es cierto que la entrada principal daba a la carretera, pero por la parte de abajo, la que daba a la calle peatonal ya la playa, simplemente no había ninguna pared ni otro tipo de valla, el propio jardín del resort terminaba enganchándose con la calle.

En cualquier caso el resort era un pase, el lugar más bonito al que había dormido hasta ahora en todo el viaje, incluso más que la habitación flotante de Kanchanaburi que ya lo era mucho. Era un caminito que iba desde la carretera hasta la calle peatonal rodeada de árboles y los bungalows a ambos lados, y todo junto a la calle peatonal que a la vez estaba tocando a la playa, así que mi bungalow estaría a lo sumo a 100 metros de la playa, aunque finalmente, lo que me tocó, estaba a escasos 30.

Hice el check-in. La reserva ya la tenía pagada por lo que todo fue muy rápido. La mujer, muy amable, me informó de todo. Horario de recepción, servicio de limpieza, etc. y finalmente me acompañó a mi bungalow.

Eran las 15h cuando me instalaba en el bungalow, 9 horas después de salir del hotel de Krabi, e inmediatamente me duchaba, pues como te puedes imaginar estaba completamente sudado. La habitación no era tan completa como la de Krabi o Koh Lanta pero tenía baño propio, que esto en Tailandia ya es mucho. Me tomé la cerveza mientras miraba en Google Maps qué restaurantes o minisupers había en los alrededores para irme haciendo una idea de cómo era la zona y sobre las 15:30h salía a comer. Parecía que por la calle peatonal que separaba la playa de los hoteles y bungalows había casi todos los restaurantes y minisupers de la zona. De hecho, la calle de arriba ya era la carretera donde ya no había nada y más arriba sólo se veían montañas y bosques. Parecía que todo estaba concentrado en unos 50 metros desde la playa.

La isla de Tao es más cara que todos los lugares de Tailandia donde había estado hasta ahora, y no tanto por el turismo, sino por lo complicado de hacer llegar a la isla mercancías y otros suministros. De hecho la isla no tiene ni planta de tratamiento de residuos ni de agua, por lo que por todas partes se pueden ver carteles para evitar consumir demasiada agua o echar los desechos a cualquier sitio. Del mismo modo, en los supermercados no dan bolsas de plástico, ni pagando, simplemente no las tienen. La basura generada debe ser la mínima posible y nunca echarla al suelo (esto como en cualquier lugar). Hay que tener en cuenta que Tao es una isla muy pequeña y ni siquiera sé si existe algún río. De hecho, las botellas de agua también son más caras que en otros lugares. Incluso los precios del 7-elevan eran algo más altos, cuando todos los 7-elevan de toda Tailandia tienen los mismos precios. De hecho, ya había podido comprobar en la ducha la poca cantidad de agua que salía aunque estuviera al máximo y que el calentador no funcionaba aunque realmente no hacía falta alguna. Lo mejor de todo, es que daba la sensación de que todo el mundo hacía un caso absoluto de todas estas indicaciones, aunque la mayoría llevábamos allí pocas horas o días, hacíamos todo como debía hacerse siendo el resultado una isla completamente limpia. Realmente le me sorprendió muy gratamente el civismo generalizado de todos los turistas y locales, por supuesto.

Por todas partes podíamos ver carteles como el que había colgado en mi habitación animando a consumir poco y bien.

Caminé por la calle peatonal en dirección al muelle, es decir, haciendo el camino que ya me conocía, buscando algún lugar ambulante, más bien comparando precios porque todavía no sabía cuál era el precio normal de una comida. Había muchos restaurantes y todos estaban entre los 100 y 200 bates, y los puestos ambulante por unos 70 bates. Todo estaba a lo largo de aquella calle peatonal que durante los siguientes 3 días acabaría recorriendo decenas de veces. Algunos restaurantes estaban bien porque estaban justo en la playa, pero el estilo y los precios no me gustaban en absoluto, sobre todo el estilo. Prefiero lugares más por locales y sin tanta parafarnalia aunque no estén en la misma playa.

A unos 100 metros del hotel encontré un lugar ambulante que además tenía mesas y sombrillas por lo que parecía bastante cómodo y en un buen lugar aunque alejado unos 3 metros de la calle, lo justo para no quedarse en medio de todos. Un plato de arroz con cerdo y verduras costaba 70 bates. En otros sitios fuera de esta isla este plato estaría entre los 40 y los 50 bates. Más o menos era el mismo incremento que tenían todos sus productos. En cualquier caso era una comida de 2€, muy bien de precio teniendo en cuenta que estaba en Koh Tao. Así que comí allí mismo el arroz frito con cerdo y verduras, y como siempre, todo picante.

Estaba solo solo acompañado por el ama y los cientos de moscas que vinieron. En aquel momento todavía no era consciente de ello, pero en Koh Tao, debido al buen tiempo que hacía, las moscas y los mosquitos serían acompañantes a todas horas a diferencia de Koh Lanta donde apenas las había.

También a diferencia de Koh Lanta, aquí la mujer no me preguntó nada, supongo que porque ya están más acostumbrados a ver turistas a todas horas. Esta es otra de las ventajas de viajar a zonas poco turísticas, el interés que despiertas en mucha gente que quieren saber de dónde vienes, dónde vas y por qué. Aquí en Koh Tao ya nadie me preguntaba nada.

Eran casi las 17h cuando acababa de comer, momento en el que fui a la playa por donde caminé en dirección norte, es decir, en dirección contraria al muelle para no alejarme mas del hotel , y viendo todos los restaurantes y resorts de primera línea de playa. Algo que sería totalmente ilegal en España, allí estaba lleno. De hecho muchos bungalows parecían estar en la misma playa. Había menos gente de lo que pensaba, cosa que agradecí, pues lejos de ser una playa masificada era tranquila y por donde se podía caminar sin problemas. Una playa muy bonita, grande, limpia, con agua poco profunda, arena fina y blanca y las palmeras a lo largo de la playa. Además daba al oeste para poder ver las puestas de sol. Un paraíso.

Caminé hacia el norte poco más de un kilómetro y volví atrás. Eran las 18h aproximadamente cuando parecía que por fin podría ver bien la puesta de sol desde la playa, pues en Koh Lanta fue imposible, pero conforme pasaba el tiempo y nos acercábamos a las 19h, hora de la puesta, ya se veía cómo las típicas nubes delgadas del horizonte acabarían tapando el sol justo cuando se fuera a esconder detrás del mar. Y efectivamente así fue. Un día más que me quedaba sin poder ver lo que tenía tantas ganas de ver, y ya iban 5 días que tenía la oportunidad y no se podía. Empezaba a ser algo desesperante. Todo el día haciendo un sol espectacular y la última hora del día debe quedar tapado por unas nubes gilipollas.

Me senté unos minutos en la arena, bajo una palmera y contemplando el horizonte. A pesar de irse escondiendo el sol, la imagen era bastante bonita.

Después de haberme hecho la idea, fui por el camino peatonal junto a la playa a pasear un rato y ver el ambiente que había, bastante animado por cierto. Algunos bares en la misma playa con música electrónica y mochileros caminando a lo largo del caminito. De hecho no se veía a nadie con maleta normal. Muchos turistas pero por lo general muy respetuosos, nadie gritando borracho, nadie tirando cosas al suelo o haciendo ningún espectáculo deprimente. Por lo general en Koh Tao hay un turismo mochilero muy respetuoso y de calidad, no como en otros lugares. Y de hecho era algo que incluso extrañaba, ver a tanta gente joven sólo pensando en divertirse pero cuidando del medio ambiente conscientes de que en esta isla es vital hacerlo. De hecho, a pesar de no haber un servicio de limpieza como en otros sitios, todo se veía mucho más limpia que en cualquier ciudad española.

Y hacia las 20h compré algo para cenar en el 7-eleven que tenía a unos 100 metros del hotel, pues me gusta comer fuera pero cenar en el hotel mirando noticias o «La que se avecina». Compré pasta deshidratada como otras veces, sándwiches, bolsas de patatas y un yogur de aquellos con cereales o trozos de chocolate para mezclar con ellos. Es curiosa la desproporción de los precios entre productos respecto a los que podemos tener en España. Por ejemplo, en Tailandia es más caro un yogur o una bolsa de patatas pequeña que un bote de pasta, cuando en España es al revés. No deja de extrañar que una mesita de chocolate valga más que toda una cena con postre. En cualquier caso, toda la compra fue de menos de 3€ con agua y cerveza.

A las 21h ya estaba cenando aunque no tenía demasiado hambre ya que había comido casi a las 16h pero si tenía mucho sueño, pues ese día había dormido poco y el viaje hasta allí había sido bastante largo, por lo que antes de las 22h ya estaba completamente dormido pese al calor que hacía en la habitación. Por muchos ventiladores que tengan, sin aire acondicionado el calor es extremo. Pero claro, en Koh Tao es casi imposible encontrar un hotel con aire acondicionado. Demasiado consumo eléctrico por una isla que no puede producirte. Pero en fin, en cualquier caso minucias a cambio de poder vivir unos días en una isla como ésta.

Esta era la habitación más tranquila de todo el viaje ya que ni siquiera daba a una calle poco transitada como Koh Lanta, sino que daba a otros bungalows, quedando demasiado lejos de la carretera más cercana.

11/06/2019 De camino a Krabi Town. La ciudad de paso hacia el Golfo de Tailandia

11/06/2019 De camino a Krabi Town. La ciudad de paso hacia el Golfo de Tailandia

Me desperté a las 5:30h después de haber dormido sólo 5 horas para no tener suficiente sueño la noche anterior. Aún así me desperté bastante bien supongo que para no llevar cansancio acumulado.

Ese día se marcharía de la isla de Koh Lanta para ir hacia Krabi Town donde sólo pasaría una noche para hacer escala ya que al día siguiente marcharía hacia el Golfo de Tailandia, y el bus que tomaría salía de Krabi a las 7 de la mañana , por lo que quería ya dormir esa noche en Krabi. Así pues una pequeña parada en Krabi, ciudad donde muchos viajeros hacen como yo, pasar sólo una noche para seguir su camino hacia las islas del Mar de Andamán (de dónde venía) o hacia el Golfo de Tailandia (cabeza donde iba). Realmente hay muy poca gente que pase unos días en Krabi, pues es una ciudad sin ningún encanto aunque yo si hubiera tenido más tiempo seguramente si me hubiera quedado más días, pues el simple hecho de que no haya demasiado turismo , ya es algo que me interesa, sea cual sea la ciudad.

El día anterior había reservado un servicio de minivan que me pasaría a recoger a unos 100 metros del hotel sobre las 8:30h y en unas 3 horas me dejaría en el hotel reservado en Krabi. Recomendaban estar en el punto de recogida 30 minutos antes ya que es una minivan que va recogiendo a los pasajeros por diferentes puntos, por lo que no se puede saber la hora exacta a la que llegan. Así que para evitar problemas, a las 8 ya quería estar en su punto de recogida aunque tuviera que esperar una hora. Mejor esto que que lleguen y no estés, y de hecho con estas minivanes siempre es lo mismo, la hora de recogida es una franja y no una hora exacta, como es evidente. En cualquier caso una forma de ir a Krabi muy cómodo y bastante bien de precio.

Como todas las mañanas me tomé el café, me duché, escribí el periódico, miré correos, acabé de guardarlo todo en la maleta ya las 8 en punto iba a hacer el check-out. Pero cuando llegué a la recepción, que era el comedor de la casa, allí no había nadie aunque estaba todo completamente abierto, la puerta de la calle abierta y todo a la vista, sin embargo, gritando incluso, no va aparecer nadie. Así que dejé las llaves de la habitación sobre la mesa y me fui. Cabe decir que aquella imagen lo decía todo y reflejaba muy bien lo bueno de vivir en esta isla. Poder dejar todas las puertas de tu casa abiertas y marcharte sin miedo a que alguien te robe, es algo que se puede hacer en muy pocos lugares.

A las 8:05h ya estaba en el punto de recogida, en la misma carretera de siempre, y allí a esperar. A las 8:25h, un chico de una casita de información turística que había allí mismo me dijo que me sentara en un banco de la propia oficina. Me preguntó adónde iba y me dijo que por allí normalmente pasaban a las 8:40h. El chico fue muy amable porque incluso limpió el banco donde me senté ya que estaba muy mojado de tanta lluvia que caía allí. Yo tenía una reserva que no había hecho con él, pero aún así me trataba como un cliente mas, ¡incluso me ofreció café!

Y efectivamente, hacia las 8:45h llegó una minivan que entró en la calle por donde se suponía que debía entrar para ir a recogerme, me levanté para pararla, le enseñé el billete desde el móvil y efectivamente era esa minivan. Me despedí del chico de la oficina de turismo, subí a la minivan y fuimos.

Dentro sólo éramos 4 o 5 personas. Yo pensaba que quizás ya no se llenaría mas, pero que va. A menos de 50 metros de donde me recogió ya volvió a parar para recoger a una pareja que llevaba un montón de equipaje. La van no estaba preparada ni para llevar una maleta, de hecho no tenía ni maletero, las maletas iban quedando como podían por el suelo y debajo de los asientos, por lo que albergar todo lo que llevaban aquéllos fue complicadísimo. Y aquí no terminaba, pues todavía tenía que recoger 3 o 4 personas mas aunque éstas ya parecían locales y no llevaban tanto equipaje como llevábamos los demás. Al final toda la minivan llena y maletas por todas partes, de hecho cada vez que alguien bajaba tenía que hacer un montón de maniobras para no pisar ninguna, aunque acababan pisando unas cuantas.

De hecho estuvimos recogiendo pasajeros hasta más allá del río al que había ido el día anterior, casi hasta el propio muelle de Koh Lanta.

Al igual que en la ida, subimos al ferry para pasar a la parte continental y seguir el camino hacia Krabi Town. Hacia las 10:30h llegábamos al aeropuerto de Krabi donde bajaban los primeros pasajeros, ya partir de ahí ruta por Krabi para ir dejando a todos.

Supuestamente ya sabían dónde debían dejarme, por lo que yo iba tranquilamente mirando por la ventana para irme haciendo ya una idea de cómo era Krabi. Como ya había leído, una ciudad muy normal, sin turismo, bastante grande y la gente haciendo su vida normal. Nada que ver con koh Lanta donde parecía que el tiempo se había detenido. Aquí ya todo era más normal aunque evidentemente con el encanto que tienen las ciudades tailandesas, con sus habitantes siempre sonriendo y los impresionantes templos budistas por doquier. Ésta no era una ciudad que viviera del turismo y eso se notaba, pues nadie te detenía por la calle para venderte algún tour o taxi al verte extranjero.

Yo fui el penúltimo en bajar de la minivan por lo que estuve unos 30 minutos dando vueltas por Krabi. De hecho, el chófer me preguntó dónde debía dejarme aunque yo ya había especificado un punto al hacer la reserva. De todas formas cuando me lo preguntó ya estábamos muy cerca. Me dijo que se sentara delante para ir indicándole. Yo ya iba mirando a Google Maps por dónde íbamos y dónde estaba el hotel y casualmente ya estábamos en un lugar donde sólo teníamos que seguir recta una avenida y ya estaríamos. Le fui indicando cómo pude ya que no tenía ni idea de inglés pero como todos los tailandeses tenía mucha voluntad por hacerse entender y por entenderme, por lo que en menos de 5 minutos llegamos al hotel.

Bajé, nos despedimos y caminé los 50 o 100 metros hasta el hotel ya que el GPS había reaccionado tarde y le dije al chico que parara cuando ya nos habíamos pasado. Poco a poco el GPS fallaba cada día un poco más, algo que ya había notado en Bangkok y que de momento no le daba ninguna importancia pero que acabaría siendo un problema en las islas del Golfo de Tailandia.

Me costó un poco encontrar el hotel, creo que en Google Maps estaba ubicado unos 10 metros más allá. El chico de una peluquería me vio pasar y mirar y salió para preguntarme si quería cortarme el pelo, le dije que no, que estaba buscando un hotel. Entonces salió otro señor preguntando cuál, le dije RC Apartments y me señaló un edificio al otro lado de la calle. Yo le hice caso y fui pero sin esperar a que estuviera allí, pero efectivamente, estaba allí. Pues aún suerte que me lo dijo porque sino vete a saber cuánto habría tardado en encontrarlo todo y tenerlo a la vista. Estas ayudas inesperadas te salvan de estar un buen rato dando vueltas además de ser una prueba más de la buena predisposición de los tailandeses. Llegamos a tardar 30 segundos mes en encontrar el hotel y habrían salido todos los clientes de la peluquería en ayudar.

Entré e hice el check-in en 2 minutos, pues sólo enseñé el comprobante de la reserva y el pasaporte y como ya estaba todo pagado la chica me dio la llave de la habitación y subí directamente en la segunda planta.

La habitación era mucho mejor de lo que me esperaba. Para empezar no recordaba que tenía baño propio, pero además tenía TV, nevera con congelador e incluso cafetera. Aparte de una mesa para comer y un escritorio. De hecho ésta era la habitación más completa en la que había sido hasta ahora, aunque no demasiado más que la anterior, la de Koh Lanta. La de Koh Lanta era aún mayor que ésta pero aquella no tenía TV ni cafetera. Además la habitación daba a la calle para lo que había venido, una avenida lo suficientemente grande, cosa que casi ninguna habitación tenía, pues muchas daban al patio interior. Así pues, una habitación perfecta.

Mientras dejaba las cosas una mujer pasó por el pasillo y me preguntó cuántos días me estaría, a lo que respondí que por desgracia sólo uno, pues me había gustado mucho la habitación, a lo que ella va respondió que efectivamente un día era poco. En cualquier caso mi intención era sólo pasar la noche para seguir el camino hacia el Golfo de Tailandia.

Dejé las cosas, me preparé un café por primera vez en una cafetera, miré cómo ir al templo de las Cuevas del Tigre (aunque finalmente no fui) y escribí un poco el diario mientras me acababa el café y disfrutaba de la vista por la ventana. Una vez terminado en unos 30 minutos, ya salí a dar una vuelta. El Templo de las Cuevas del Tigre podría estar bien ya que permite disfrutar de una vista de 360ºC desde un punto elevado de buena parte de la provincia de Krabi, pero estaba muy lejos y además hay que subir 1200 escalones, y todo ello con un calor insoportable.

En vez de eso fui a almorzar a un restaurante un buen pescado ya que el día anterior me había quedado con ganas de pescado o marisco. Fui caminando hacia arriba por la misma calle del hotel por donde había un restaurante cada 5 metros hasta que vi uno, el Somtam Hua Saphan, donde tenían peces grandes y enteros haciéndose en una especie de barbacoa. Primero los miré y seguí caminando, pues quería esperar un poco ya que eran apenas las 13h, pero como ya hacía horas que me había despertado y tenía mucha hambre, volví atrás, volví a mirar a los peces, voy preguntar su precio y entré. El pescado costaba 150 bates, evidentemente bastante más caro que otros platos, pero ya llevaba días en Tailandia y que veía estos peces, y aunque el pescado no es el que más me gusta, éste está muy bueno y más de la forma que lo hacen. Además 150 bates apenas son 4€.

Supongo que debería ser por la hora pero el restaurante estaba casi vacío. Estaba hecho en buena parte de madera y cañas lo que hacía que fuera algo más fresquito que otros edificios. Me senté en una mesa cerca de la barra y junto a los ventiladores que la chica del restaurante enfocó hacia mí, pues ya me veía poco acostumbrado ese calor y humedad. Esta era la segunda vez que comería sentado en un restaurante, pues casi siempre lo comía en la habitación o en lugares ambulantes.

Aparte del pescado pedí arroz frito con pollo, picando como siempre. Me llevaron el pescado con la piel ya separada y empecé a comerlo. Estaba muy bueno, muy tostado y con sal gorda por encima que le daban aún más gusto.

Fue seguramente el almuerzo más abundante que había hecho hasta entonces, pues normalmente el almuerzo sería el plato de arroz con pollo y ya está. Aún así seguía siendo un almuerzo con pocas calorías como suelen hacer los asiáticos, completo pero pocas calorías. Así pues, no están delgados para que no coman sino porque todo lo que comen tiene muy pocas calorías.

Comí muy bien y todo estaba muy bueno, realmente ya necesitaba comer un poco de pescado. Parece mentira cómo el cuerpo a veces te pide cierto tipo de comida, porque yo no es que coma mucho pescado pero ya desde el día anterior que tenía muchas ganas.

Cuando fui a pagar la chica del restaurante me preguntó de dónde estaba, respondiéndole que de España pero que aún tardaría 3 meses en volver. Tenía un buen nivel de inglés en comparación con la mayoría de tailandeses, y como muchos, interesada en saber más de dónde venía y qué hacía. Se quedó muy sorprendida al decirle que estaba dando una vuelta al mundo de 3 meses y estuvimos unos 5 minutos charlando de lo que había visto ya de Tailandia y de lo que me quedaba por ver, que todavía era mucho.

Seguidamente volví al hotel, pues yo después de comer tengo que descansar. Si no tengo más remedio, pues no, pero si puedo elegir siempre prefiero estirarme un rato. Ya en el hotel intenté no dormir pero fue imposible. Llevaba horas despierto después de dormir sólo 5 horas y habiendo comido más que cualquier otro día en Tailandia. Eso sí, a la que me desperté un momento y me había dado cuenta de que me había dormido, ya me levanté, algo que nunca hago pero que ese día no tenía más remedio por el poco tiempo que tenía.

Eran las 16:30h, me duché y salí a dar otra vuelta. Era consciente de que en Krabi sólo podría estar aquella tarde y que a las 19h ya está oscuro, por lo que quería aprovechar al menos un par de horas para ver la ciudad.

Aún intenté ir al templo pero de nuevo se hacía demasiado duro. A los 20 minutos de camino desistí. El camino de varios kilómetros ya desde el principio era en ligera pendiente. Además casi llegaría de noche a la base del templo y hay que tener en cuenta que una vez allí debería subir los 1200 escalones. Así que decidí olvidarme del templo y simplemente pasear un poco por Krabi contemplando la vida local de una ciudad no volcada con el turismo como otros.

La ciudad realmente no tiene nada especial tal y como ya había leído por Internet. Es una ciudad de unos 50.000 habitantes y con pocos turistas, pues básicamente se utiliza por lo mismo que yo, de punto de salida a otros destinos. Sin embargo a mí me gusta ver ciudades típicas del país, con poco turismo y donde se pueda apreciar la vida local, y Krabi lo es.

Así que estuve paseando hasta las 19h y aproveché para comprar comida para cenar y un poco por el trayecto del día siguiente a un 7-eleven, donde por cierto me atendió una chica que parecía nueva y supongo que por hacer las cosas bien, me despidió de la forma típica tailandesa, bajando la cabeza pero con las palmas de la mano unidas, además de una forma muy pronunciada que todavía no había visto. Muchos tailandeses ya me habían despedido así, pero no en un 7-elevan donde todo va más rápido y apenas hay tiempo para saludos. Esa noche probablemente cenaría en el hotel así que compré pasta y pescado enlatado que todavía no había probado nunca, a ver que tal. Además alguna cerveza, patatas y galletas para el día siguiente que no tenía demasiado claro a qué hora llegaría al próximo destino, Koh Tao. Todo ello por 167 bates, unos 4,50€.

Parecía hora punta o al menos la hora en la que muchos estudiantes y trabajadores vuelven a casa por lo que se veía a mucha gente esperando el bus o en taxis colectivos, algo más típico de lo que creía. Al menos el poco rato que estuve en la calle fue el rato que más gente había, por lo que pude apreciar bien las costumbres de aquella gente.

Estuve caminando sin rumbo fijo por las calles que mejor me parecían ya fuera porque veía un pequeño templo, casas originales o aglomeración de gente. De hecho vi cómo estaban construyendo un nuevo templo, algo que ni imaginaba que hicieran, pues me daba la sensación de que ya todos estaban hechos desde hacía décadas.

Casi 3 horas después de salir y cuando ya volvía al hotel pasé por delante del restaurante donde había comido y la chica se levantó para saludar, como es habitual, bajando la cabeza. Todo ello es de una amabilidad extrema, pues la chica sabía perfectamente que mañana ya se marchaba y que no volvería probablemente nunca más pero aún así se levantó expresamente sólo para saludarme.

No había visitado el templo pero había paseado por buena parte de la ciudad en la mejor hora para apreciar bien la vida local. Había comido un pez en la barbacoa buenísimo y ya había comprado comida para el viaje del día siguiente. A pesar de estar sólo una tarde en Krabi la había aprovechado bastante bien. Ahora ya estaba oscuro por lo que decidí ir al hotel a dejarlo ya todo preparado para el día siguiente y la cena. Con lo último en que me fijo al reservar un hotel es en cómo es la habitación, pero hay que decir que cuando de sorpresa es tan completa como la que tenía en Krabi es de agradecer, pues no eres consciente de lo bien que va una nevera o un microondas hasta que los tienes.

Una vez en la habitación me tomé una cerveza Chang mientras preparaba y comprobaba todos los billetes para el día siguiente, pues tomaría un bus y un ferry aparte del hotel de Koh Tao, la isla de los mochileros.

Hacia las 20h volví a salir a dar una vuelta para cansarse un poco más ya que si no iría a dormir demasiado tarde debido a que había hecho media hora de siesta.

Salié y fui en dirección contraria a la que había ido por la tarde para caminar por lugares aún no vistos. Iba por la misma calle del hotel que era una avenida grande e importante y tenía luz suficiente, pues otras calles quedaban completamente oscuras. De hecho en la que dejé aquella avenida la oscuridad ya era casi total sólo rota de vez en cuando por motos y coches. Se hacía realmente complicado andar así. Al menos aquí no había charcos fangosos como Koh Lanta, eso sí, muchísimos restaurantes e incluso el mercado nocturno con más restaurantes y música en directo. Es realmente impresionante la cantidad de restaurantes y lugares ambulantes de comida que hay por doquier, supongo que mucha gente nunca come en casa y por tanto hay una gran demanda. Esto hace que el olor de todo tipo de especias por todas partes es continuo.

Había mucha gente por la calle, mucha más de lo que me esperaba, y todo el mundo o casi todo el mundo personas locales. Los restaurantes estaban llenos y sobre todo el mercado era muy grande y completamente lleno de gente comiendo y bailando. Sí, bailando en un mercado municipal, pues más bien parecía una mezcla entre mercado y estadio de conciertos. Eso si, mientras andar por algunas calles era muy agradable, por otros daba un poco más de miedo debido a la oscuridad total pero sobre todo por los perros abandonados. Puede parecer raro, pero en buena parte de Tailandia el peligro no son las personas, pues es raro que alguien te asalte por la calle. Pero lo que si es más habitual es que un perro abandonado te muerda. Esto era algo que ya había leído por Internet cuando preparaba el viaje, aunque lo había leído de Koh Phagnan, una de las islas del Golfo de Tailandia a donde iría y donde se hace la Full Moon Party. Pero no es algo exclusivo de esa isla sino de buena parte de las ciudades tailandesas. Los perros son muy territoriales y aunque normalmente sólo ladran, hay que tener cuidado y actuar de forma correcta porque también hay muchos casos de personas que han sufrido mordeduras.

Pues yo decidí volver al hotel cuando un perro abandonado por poco me muerde. Menos mal que había leído cómo actuar ante una situación así y realmente me quedó la sensación de que aquello me había salvado del mordisco. Lo que recomiendan cuando un perro empieza a ladrarte es seguir caminando al mismo ritmo, ni frenar ni acelerar, y además mirar al perro de vez en cuando para que se dé cuenta de que lo ves y que no le tienes miedo, pero vigilando mucho como lo miras para que no se sienta amenazado. Es complicado y mas cuando un perro te está amenazando directamente, pero yo lo hice tal cual y realmente funciona. El perro iba haciendo intentos de ataque y yo muerto de miedo seguía caminando como si no pasara nada, mirándole de vez en cuando y que viera que no le tenía ningún miedo a pesar de estar cagado de miedo, y él aunque me siguió unos metros, a la que me alejé de su supuesto territorio volvió atrás. El perro no era ninguna merdeta, era muy grande y con muy mala leche. Entre esto y lo oscuro que volví casi corriendo hacia el hotel que por suerte ya lo tenía cerca, de hecho el incidente con el perro me había pasado en una calle que daba ya a la avenida donde estaba la hotel.

Hacia las 21h llegaba al hotel donde enseguida empecé a cenar. Comí fideos con un tipo de pescado en lata que había comprado por la tarde al 7-elevan. Con mesa para comer incluida, en esta habitación fue donde comí más cómodamente. Mientras miraba primero noticias del 324 y después La que se avecina que ya me había enganchado y me acabaría la temporada 11 en 5 días como mucho.

Hacia las 22:30h ya fui a dormir, pues al día siguiente debería levantarme hacia las 4 de la madrugada para ir hacia el Golfo de Tailandia. Primera parada: Koh Tao. Así pues, dejaba el norte y oeste de Tailandia para ir hacia el este, donde la meteorología sería muy diferente a la que estaba acostumbrado durante los últimos 4 o 5 días. Me esperaba un buen sol todos los días y 0 lluvias. El monzón y la tranquilidad ya quedaban atrás, pues sí que encontraría mejor tiempo pero también muchos más turistas.

10/06/2019 Cuarto día en Koh Lanta. Caminata hasta el rio Lat Bo Nae

10/06/2019 Cuarto día en Koh Lanta. Caminata hasta el rio Lat Bo Nae

Me desperté a las 8 de la mañana, como siempre después de dormir 8 horas, y como cada mañana me duché, tomé el café y planeé un poco ese día. La intención era ir hasta la desembocadura del río Lat Bo Nae que cruza toda la isla. El río estaba en dirección norte, es ad ir, desde donde habíamos venido el primer día desde Krabi. Debería ir andando por la carretera unos 4 km hasta llegar a una de las poblaciones más importantes de la isla por donde el río pasa y acaba desembocando en el mar de Andamán, mar que baña toda la costa oeste de Tailandia. El camino sería largo pero sin pérdida posible y viendo todas las aldeas que se concentran alrededor de la carretera. Siempre que el camino a hacer sea de menos de 3 horas intento hacerlo caminando para poder disfrutar también del propio camino, pues no paras de ver vida local y otras cosas que no verías si siempre te desplazaras en autobús o taxi. Este camino podría hacerlo en una hora si no paraba demasiado, aunque con el calor que hacía no sabía bien cómo iría.

A las 10h, después de mirar bien el camino y escribir un rato el diario, fui a comprar al supermercado del día anterior sobre todo para cambiar uno de los 3 billetes de 1000 bates que todavía tenía, ya que si no hacía una compra de al menos 200 bates era difícil que nadie me los cambiara. Compré más cervezas, más café y algo que comer, como cereales, patatas y pasta. El café lo compraba soluble y en sobres de 50 gramos y de la misma marca que el que tomo en casa, Nescafé, por lo que el resto era secundario. Lo más importante lo tenía y además igual que en casa.

Dejé la compra en el hotel, cogí dinero, las gafas de sol y el móvil y salí en dirección al río. No llevaba nada más para no tener que llevar la mochila, pues con la humedad que hacía era terrible ir con mochila porque te quedaban la espalda y la mochila completamente empapadas de sudor. Prefería ir lo más ligero posible aunque no llevara lo impermeable. Si se ponía a llover pues tampoco pasaba nada.

Fui caminando por la carretera principal, y digo carretera porque es prácticamente la única calle asfaltada de toda la isla, pero no tiene nada de carretera, de hecho sólo tiene un carril por sentido y no tiene ninguna línea pintada ni señalización.

Al cabo de unos 30 minutos llegué al siguiente casco urbano y que ya daba al río aunque todavía me quedaba un trecho. Aquí también había un mercado, mayor que el del lado de mi hotel, y parecía que había más turistas, al menos se veían más hoteles y agencias de tours, aunque seguía siendo poco turístico. De todas formas parece que poco a poco esta isla también cada vez es más turística y tarde o temprano ya será como otras muchas de Tailandia. Sin embargo, de momento aún conserva el atractivo de un lugar básicamente habitado por locales.

Aproveché que estaba en un pueblo para ir a un 7-elevan, que por cierto era el primero que veía a Koh Lanta. De hecho, en el pueblo donde yo estaba, no había ninguna. Esto da una idea de cómo era el pueblo, pues de 7-elevens en Tailandia hay uno en cada esquina. Compré dos botellas de agua y sándwiches para el desayuno.

Una de las botellas prácticamente me la tiré toda por encima para no morir de un golpe de calor y la otra me bebí ya la mitad.

Miraba un poco el mercado que estaba a pie de carretera y seguía caminando en dirección al río pasando sobre todo por zonas despobladas y de vez en cuando por delante una mezquita. Había más mezquitas que templos budistas, de hecho, templo budista en Koh Lanta aún no había visto ninguna.

Al cabo de unos 30 minutos llegué al pueblo por donde pasaba el río. A la entrada del pueblo lac arretera se desviaba sin pasar de por medio, así que dejé la carretera atrás para entrar en una calle del propio pueblo. Aquí algunas de las calles eran asfaltadas a diferencia del pueblo donde tenía el hotel, que todas las calles eran de arena. Por tanto, éste parecía un pueblo más importante aunque todavía con poco turismo. De todas formas aparecieron algunos taxistas y otros vendedores para ofrecerme tours y clases de buceo.

A menos de 30 metros de haber entrado en el pueblo ya podía ver el río, y de hecho prácticamente, la propia desembocadura del río, pues todo el camino realizado desde el hotel era paralelo al mar ya pocos metros de la playa. El pueblo era muy pequeño, por lo que sólo tuve que recorrer 2 o 3 calles para plantarme ya a orillas del río.

Y justo a orillas del río estaban las casitas de los pescadores, donde muchos de ellos tenían su propio restaurante. Pescar desde el mismo restaurante y vender directamente. Entre las casitas se veía el río y cómo estaban muchas prácticamente encima de éste. Caminaba por una calle de unos 50 metros de largo paralelo al río y que descendía hasta el mar. La calle muy auténtica y todo muy bonita. Pescadores, restaurantes, marisco y la desembocadura, por cierto, bastante grande.

Di una vuelta por la orilla del río y la desembocadura. Todo era muy bonito y muy auténtico. A pesar de estar probablemente en el pueblo más turístico de la isla, turistas sólo vi 3, el resto gente local.

Paseé un poco por las tranquilas calles del pueblo y siempre con vistas al río durante unos 30 minutos hasta que empecé el camino de regreso al hotel. Tenía que tener en cuenta que tenía una hora larga de camino aguantando el calor y la humedad. Cuando no se está acostumbrado a estas temperaturas, se hace realmente difícil cualquier desplazamiento. Me daba la sensación de que el problema era la humedad, pues provocaba una sensación de calor terrible además de no parar de sudar. El agua que había comprado en la ida me la echaba más por encima que no me la bebía.

Miré si podía volver por otro camino, pero era imposible. Allí cerca podía tomar otra carretera interior pero que ya no conectaba con el pueblo donde estaba mi hotel, así que tocaba volver por el mismo camino ya visto, algo que intento evitar siempre pero que en esta ocasión no podía.

Buscando la carretera alternativa, vi que cerca de donde estaba había un camino que llevaba hasta un cabo de la isla justo por la playa, donde en un primer momento entré pero vi que era un tramo largo y que luego debería echar atrás para volver a la carretera, por lo que se me hizo bastante difícil y no llegué, de hecho si lo hubiera hecho seguramente me habría desmayado por el camino antes de llegar en el hotel. Sin embargo, el pedazo que hice estuvo bastante bien, pues me adentré varios metros en zona totalmente rural.

Así que a caminar por la carretera una hora aproximadamente, pasando por delante una mezquita que la verdad es que era muy bonita pero como todas con los cánticos por el megáfono escuchándose a decenas de metros. Esto lo encuentro de una mala educación extrema, pues se escucha muy fuerte y desde muchos sitios y mas teniendo en cuenta que en Tailandia esta religión no es la oficial. Además suena un montón de veces al día, sin ir más lejos en frente de mi hotel también hay una y es exactamente lo mismo, cánticos a todo volumen 3 o 4 veces al día.

Finalmente, casi a las 14 horas llegaba al hotel, y de hecho, el último tramo del camino se me hizo más corto de lo que pensaba. Me costaba mucho aguantar ese calor pero había podido llegar al río y volver sin problemas. Objetivo conseguido y ahora tocaba ir preparando las cosas para el día siguiente que ya se marchaba hacia el Golfo de Tailandia.

Me duché y comí algo que tenía en la habitación para ir terminando la comida que había ido comprando. Pero antes, justamente miré cómo ir desde Koh Lanta a Krabi Town, donde tenía el hotel reservado para el día siguiente y desde donde haría escala hasta Koh Tao, la isla de los mochileros y la primera de las 3 islas del Golfo de Tailandia que visitaría. Krabi era la ciudad a la que había llegado en avión desde Bangkok pero donde no había parado. Ahora dormiría allí una noche ya que hacer todo el camino hasta Koh Tao en el mismo día era muy complicado.

Había varias opciones para ir hasta Krabi pero la mas práctica y barata era en minivan, muy similar a como había venido. Me recogerían a las 8:30 ha 300 metros del hotel y me dejarían en el hotel de Krabi hacia las 11:30 h. Y por unos 10€, menos que lo que me costó venir. De hecho, por venir debería haber hecho lo mismo, reservarlo ya antes por Internet y así no habría tenido que comer la opción más cara, pero claro, en un viaje de 3 meses con tantos desplazamientos, tener -lo todo reservado antes de irse es casi imposible. Pero sí que debería haberlo reservado cuando ya estaba en Bangkok.

Ya después de comer y con el trabajo hecho, hacia las 16h me estiré un rato y diría que me quedé dormido unos 30 minutos cuando realmente no quería, pues al día siguiente tenía que levantarme pronto, y por tanto, ir a dormir pronto esa noche. En cualquier caso me resulta muy difícil aguantar sin dormirme, pero ahora al menos no me había quedado dormido 3 horas como casi siempre.

Hacia las 17:30h fui a buscar la ropa a la lavandería junto al hotel y que había dejado el día anterior. El señor me reconoció enseguida y me dio la bolsa con la ropa. Parecía que no faltaba nada, así que pagué y me despedí de aquel hombre que por cierto era muy amable.

Estuve hasta las 18:30h en la calle cerca de la playa por si se veía el sol y así poder ver la puesta desde la playa. Pero un día más, había nubes y el sol ya no se veía ni se vería. Hacía un poco de rabia que durante todo el día hubiera hecho tanto sol y tanto calor y cuando se está a punto de esconder el sol aparezcan las típicas nubes delgadas en el horizonte que lo tapan todo. Así que volví al hotel a preparar la maleta que esta vez sí que la tenía toda completamente deshecha después de 4 días seguidos en el mismo hotel.

Estuve hasta las 20h preparándolo todo, hora en la que volví a salir a buscar algún sitio para cenar oa comprar algo para comer en la habitación. De hecho prefería cenar en la habitación para no perder tanto tiempo y porque andar por aquella isla de noche era muy complicado y peligroso, de hecho tenía que ir todo el rato con la linterna del móvil para no tropezar con un agujero o un charco de agua fangosa. Fuera de la carretera no había ninguna luz artificial y la unión de caminos de arena con lluvias diarias hacía que andar por ahí fuera toda una aventura.

Así que compré un plato preparado en un restaurante de allí junto al hotel y donde ya había comprado antes y me lo comí en la habitación. Como de costumbre arroz, esta vez con carne rebozada. Esta noche tenía ganas de marisco, que por estas islas es bastante abundante y barato, pero el restaurante de marisco que quedaba más cerca estaba cerrado para estar el lunes y los demás ya quedaban demasiado lejos, así que el marisco debería esperar a uno otro día. Ya habría más oportunidades.

La mujer de este pequeño restaurante ya me conocía e incluso me dejó todo a mitad de precio. No entendí porqué, quizás me había estado cobrando precio de turista pero como ya era la tercera vez que le compraba ya me cobraba precio de local. En cualquier caso, siempre era muy barato. Le di las gracias y me despedí de ella ya para siempre.

Y con la luz del móvil y pisando barro y charcos, fui hacia la habitación a cenar. La comida, como siempre, estaba buenísima aunque ya me estaba cansando de tanto arroz. Pronto debería buscar otros tipos de comida, aunque fueran hamburguesas o pizzas.

A pesar de haberme esforzado por tenerlo todo preparado y ya haber cenado antes de las 22h, cosa que conseguí, al haberme quedado dormido un rato por la tarde no pude dormirme hasta las 12 de la noche, pasando el rato mirando los nuevos capítulos de «La que se avecina» desde el portátil y tumbado en la cama, pues todavía no había visto ninguna de la temporada 11.

Y así llegaba a mi última noche en Koh Lanta en medio de aquel silencio sólo roto por el movimiento de las ramas debido al viento y de vez en cuando la lluvia que nunca se marchaba del todo. Después de casi 2 semanas entre Oslo y Bangkok, esta isla me dio la paz y tranquilidad que buscaba antes de regresar a zonas más turísticas o al menos más habitadas.

Había encontrado lo que venía buscando a Koh Lanta y de hecho más de lo que pensaba.

09/06/2019 Tercer día en Koh Lanta. Paseando por las playas paradisíacas y desérticas

09/06/2019 Tercer día en Koh Lanta. Paseando por las playas paradisíacas y desérticas

Me desperté sobre las 7 de la mañana y sorprendentemente casi no llovía. Parecía que ese día sería más tranquilo, sin llegar a hacer solo pero al menos sin llover tanto como el día anterior. De todas formas prefería que no saliera el sol porque es peor andar bajo el sol que bajo la lluvia.

Me duché, tomé un café con taza buena y leche mientras escribía el periódico como todas las mañanas y leía noticias o me ponía al día con las cuentas. Hacia las 10h salí a dar una vuelta ya que la poca lluvia que caía hasta entonces había parado por completo. No hacía sol pero casi mejor, pues así al menos el calor no era tan intenso. Si no tenía más remedio, saldría lloviendo, pero ahora que casi había parado no podía desperdiciarlo. De hecho era el mejor momento, ni mucho calor ni mucha lluvia.

Caminé por la carretera en dirección norte, por donde había venido el primer día, para encontrar un camino que llevara hasta la playa. Muchos de los caminos eran privados o pertenecían a algún resort, por lo que la caminata por la carretera fue de unos 10 minutos hasta que por fin llegué a un camino de arena que iba directo a la playa.

Era sorprendente ver muchas de las casas hechas de madera, de troncos de árbol tal cual, y que incluso parecían hechas por los propios propietarios. También bares de madera muy auténticos, con poca gente y acogedores. Todos los caminos de arena y en ese momento embarrados y con charcos debido a las mas de 24 horas seguidas que hacía que llovía de forma torrencial. Y prácticamente toda la manzana estaba así, pues aparte de la calle principal, pocas calles más estaban asfaltadas, haciendo que todo fuese un barro.

Me costó un poco encontrar el camino hasta la playa ya que eran caminitos muy pequeños y envueltos que subían y bajaban sin una lógica clara, pero con la ayuda de Google Maps finalmente llegué a una zona de casitas que pasando- en medio, de hecho parecía que estuviera pasando en medio de una comunidad, te permitían finalmente llegar a la playa. Evidentemente no era el mejor día para ver la playa, pues el día era gris, el mar estaba muy movido y fangoso por las lluvias, pero la vista ya era bastante bonita, pues en el horizonte se veían un montón de pequeñas islas y en la playa palmeras y arena fina.

Estaba completamente solo por lo que la tranquilidad y la paz eran absolutas, sólo oyendo el sonido de las olas y de las hojas de las palmeras moviéndose con el viento.

Al cabo de un rato volví a la carretera, pero ahora fui en dirección sur. Pasé el hotel y seguí andando más allá de dónde había llegado los días anteriores. A diferencia de otras poblaciones de Tailandia donde los mercados son como una institución, aquí por el momento no había visto, pero ese día era domingo y casualmente encontré el llamado mercado de los domingos. Un mercado suficientemente grande teniendo en cuenta la población y que era totalmente de alimentación. Desde platos preparados a frutas de todo tipo, muchas que nunca había visto, o dulces hechos por las mismas vendedoras. Eso sí, el suelo parecía un humedal, con mucho barro que hacía que incluso fuera difícil andar. De hecho los propios vendedores ponían maderas en el suelo para que la gente pudiera caminar sin hundirse media pierna.

Una vez visto todo el mercado y cuando ya estaban casi las 12 del mediodía, busqué un camino que me permitiera adentrarme un poco hacia el interior de la isla, pues está lleno de parques naturales y zonas no moradas. De hecho, la mayor parte de la isla podría decirse que es salvaje. Fui hasta un camino un poco más al sur del mercado que permitía entrar un poco hacia el interior de la isla. Ahora sí que me alejaba de la poca civilización que había en esa zona. De hecho, a pocos metros de la carretera ya sólo se veía vegetación.

Al principio del camino todavía se veía alguna casa, pero poco a poco fueron desapareciendo para pasar ya sólo a espesos bosques, pequeños arroyos, pájaros de todo tipo y sobre todo una vegetación muy abundante y diversa. Árboles de más de 20 metros de alto, plantas que nunca había visto y muchas mariposas, algunas gigantes, pero gigantes me refiero a que al menos hacían un palmo. Todo un espectáculo natural a menos de medio kilómetro del hotel.

A diferencia de la carretera donde se pueden ver bares u hoteles, aquí, todavía a pocos metros adentro, ya no se veía ninguna. Sólo casas de gente local que incluso parecían hechas allí donde querían, tal cual llegaban a un lugar allí construían la casa. Y de hecho, conforme te vas adentrando cada vez mas, ya ni casas de locales.

Caminé cerca de una hora y ya di media vuelta para volver a la carretera. Algo que me sorprendía y que después leí por Internet, era la diversidad religiosa y cultural de esta isla. Musulmanes, budistas, chinos, gitanos,… y todos viviendo en perfecta armonía. Era algo que no se veía en Bangkok y que no imaginaba que fuera así en esa isla. El primer día pensaba que era por la zona, pero por lo que se ve es toda la isla la que tiene esta diversidad cultural. No tabique, lo primero que vi al llegar a mi hotel, fue una mezquita y una familia musulmana de propietarios del hotel.

Fui a comprar a un supermercado más grande que el que había ido hasta entonces, que era un muy pequeño y casero al lado del hotel, donde por fin pude comprar una cerveza, pues al otro directamente no vendían, supongo que porque los propietarios eran musulmanes. Además compré café que ya se había acabado y eso sí que es importante. De hecho esto ya era un supermercado con cara y ojos, todavía pequeño pero ya me todo lo que podría necesitar por entonces. Ademas pude cambiar uno de los 3 billetes de 1000 bates que tenía, lo mas alto que hay, y que era complicado poder cambiar.

Volví al hotel al que llegué en 2 minutos para dejar el bolso con la compra. Estaba bien porque todo quedaba cerca y podía ir andando. Fui en un momento a la casa/minisuper de al lado donde había una mujer que vendía carne ya preparada ahí fuera a la acera, bueno, por donde andábamos los peatones que estaba entre la carretera y donde empezaban las casas, un trozo de hierba, arena y barro. Compré 4 pechugas de pollo rebozado por 40 bates, 1€, y volví a la habitación a comer las 4 pechugas de pollo y pasta que había comprado en el otro super.

Antes, me tomé la cerveza sentado en la terraza contemplando las imponentes montañas que teníamos muy cerca con toda aquella vegetación tan abundante ya la vez tan desconocida por mí y cualquier europeo. Era una lástima porque al otro lado del hotel había otra terraza que daba a la carretera y por tanto al mar que estaba a poco más de 50 metros pero que no podía verse debido precisamente a la gran cantidad de palmeras que había entre el hotel y el mar. Al menos tenía dos terrazas donde poder sentarse con vistas a ambos lados y donde siempre estaba solo, pues sólo había una familia mas en todo el hotel.

Hacia las 16h volví a la habitación a comer las pechugas rebozada con fideos, y como siempre, todo picante. Ya no creía que comiera mas fuera mientras estuviera en Koh Lanta, pues los pocos restaurantes que había eran sólo pensados para turistas y la habitación era lo suficientemente grande como para comer cómodamente. Además tenía al lado un buen sitio donde comprar comida casera y local a buen precio.

A las 16:30h acababa de comer y aunque estaba en el hotel intenté no dormir la siesta, algo que por extraño que pueda parecer, conseguí. A las 19h quería estar en la playa a ver si se veía la puesta de sol, lo que dudaba mucho como estaba el día, pero que sólo podría hacer si ahora no iba a dormir. Eso sí, me estiré a descansar un rato con el ventilador a tope. Tenía aire acondicionado pero iba bastante mal y tardaba tanto en empezar a enfriar que era mejor el ventilador. De todas formas, pues la habitación estaba bastante bien aunque fuera el calor era terrible. Por el contrario en Bangkok la habitación parecía una sauna.

A las 17:30h me duché y salí con la ropa sucia para ir a una de las dos lavanderías que había visto por 40 bates el kilo de ropa. A la primera que fui y que me parecía la más cercana y que además quedaba de camino a la playa, o estaba cerrada o en ese momento el propietario no estaba, así que fui a la otra que ya estaba en dirección contraria. Al menos todo quedaba cerca de la carretera por lo que no tenía pérdida. Ya eran las 18:20h así que tuve que acelerar algo. La otra sí que estaba abierta en cuanto dejé la ropa, la pesó, 1,5 kilos, y fui rápido hacia la playa. En el cielo se veía algún claro pero había muchas nubes así que ya apenas tenía ninguna esperanza de ver la puesta de sol en el mar, pero al menos quería verlo.

Y efectivamente, cuando llegué hacia las 18:40h, a pesar de verse dónde estaba el sol, éste ya quedaba bastante tapado, pero el tema es que conforme más se fuera acercando a la línea del horizonte más tapado quedaría, pues aún había más nubes. Sin embargo la imagen era muy bonita y me quedé unos minutos sentado entre palmeras mirando al horizonte donde se veía la isla de Phi Phi Leh, donde se encuentra la famosa playa de la película La Playa. Ya era consciente de la buena elección que había hecho yendo a esa isla, pero en ese momento aún más. Estaba solo en una playa paradisíaca rodeado de palmeras y arena blanca con el sol escondiéndose detrás del mar y viendo una de las islas más famosas del mundo. Parecía mentira que aún pudieran encontrarse playas como aquella sin nadie. Era impresionante, como estar en una isla desierta.

Hacia las 19h y cuando ya casi estaba oscuro, volví hacia el hotel, pues andar de noche por aquellos caminos era un peligro ya que no hay ninguna luz artificial y el suelo estaba lleno de charcos, y yendo con chancletas no habría parado de mojar los pies en esa agua fangosa. Sin considerar ya que probablemente me hubiera perdido a pesar de estar a 100 metros del hotel.

Antes de entrar en el hotel fui a la casa de al lado donde estaba el minisuper y la mujer vendiendo carne en la acera donde compré carne rebozada similar a la que había comprado la mañana. A pesar de estar en carretera, la luz artificial aquí también era muy escasa, hasta el punto de que para volver al hotel, a menos de 20 metros, tuve que encender la luz del móvil para no poner el pie en alguno de los muchos agujeros que había.

Una vez en la habitación tomé una cerveza Chang, típica tailandesa, mientras miraba cómo ir al día siguiente a Koh Phi Phi Leh, una de las islas más famosas, ya no de Tailandia, sino del mundo por aparecer en la película de La Playa cuando Leonardo di Caprio descansa sentado sobre la arena blanca. La isla queda bastante cerca de donde estaba, Koh Lanta, pudiendo llegar en menos de dos horas en ferry. Y ahí fue donde cometí la peor cagada hasta entonces en todo el viaje. Ya no había plazas disponibles en el ferry para ir a la isla. Ya sólo a partir del día siguiente, que ya no podía porque ya se marchaba a Krabi, así que me quedé sin poder ver la famosa playa de La Playa. Si lo hubiera mirado el día antes lo habría encontrado.

De todas formas tampoco me supo demasiado grave porque no era algo que me hiciera una gran ilusión. Si que la quería ver, pero si no, tampoco pasaba nada, ya que es un lugar con demasiados turistas y muy caro para ir, pues al ser tan turístico se aprovechan, y eso es algo que me cabrea mucho, no por pagar más de 25€ por 2 horas de trayecto, sino más bien por la estafa al turista que esto representa. Estas cosas no me gustan en absoluto y de hecho siempre las evito. Estar tan cerca de una isla tan famosa y no poder ir me daba rabia, pero no tanta como ser parte de un remate de guiris siendo estafados continuamente por tailandeses aprovechados en un lugar donde se ven mas turistas que mayores de arena. De hecho leyendo por Internet, las opiniones eran nefastas, ya no sólo por el servicio de los distintos operadores, sino porque incluso había días en que los barcos no podían ni parar de la cantidad que ya había parados. p>

A las 22h cené en la misma habitación la carne que acababa de comprar y pasta que ya tenía aprovechando para ver noticias. No me gustaba quedarme demasiado desconectado de la realidad, aunque algún día debería hacerlo y más estando en el paraíso…

Y hacia las 23:30h a dormir que ya llevaba muchas horas despierto y no había hecho siesta. Fue un día bien aprovechado después del día anterior que lo pasé casi todo en el hotel observando el monzón por la ventana. Ya había leído sobre esta isla, pero no dejaba de sorprenderme cómo podía mantenerse tan alejada del turismo estando tan cerca de otras islas infestadas de turistas. Había visto locales viviendo de lo que pescaban y otros de lo que cultivaban totalmente ajenos al boom turístico que estaba viviendo su país. Poder andar bajo las palmeras por una playa de arena blanca y aguas cristalinas con el sol poniéndose en el horizonte y con la única presencia de 2 o 3 barquitas pescando, es algo no sólo difícil de hacer, sino incluso de describir.

08/06/2019 Segundo día en Koh Lanta. El famoso Monzón

08/06/2019 Segundo día en Koh Lanta. El famoso Monzón

Me desperté a las 23h todavía del día anterior, pues había ido a dormir sobre las 4 de la tarde. Aún llovía a cántaros y ya hacía rato, pues mientras dormía ya había escuchado la lluvia. Había dormido unas 7 horas pero todavía notaba que podía dormir un rato mas, pues tenía algo de sueño acumulado del día anterior.

Deshice un poco la maleta y me preparé un café. Por primera vez en el viaje me lo podía preparar con todas las comodidades, pues esta habitación era 3 veces mayor que la de Bangkok, tenía tazas de café y nevera. Estuve mirando Google Maps para situarme bien en la isla, mirar cómo ir a la playa o qué caminos tomar para ver la parte de la isla más rural. No aguanté demasiado rato mas ya que todavía tenía sueño, por lo que hacia las dos de la madrugada me estiré y volví a dormirme hasta las 6:30h. Al menos me había situado y hecho algo de planes para el día siguiente.

Cuando volví a despertarme ya era completamente de día cosa que ayudó a que me despertara. En cualquier caso, ya había dormido las horas necesarias teniendo en cuenta que la noche anterior había dormido poco. En total habían sido 11 horas en dos partes.

La sorpresa fue que seguía lloviendo a cántaros y eso que ya llevaba 12 horas lloviendo sin parar, y de hecho no parecía que tuviera que parar, pues las nubes se veían muy espesas e incluso se veía niebla en la montaña que estaba muy cerca detrás del hotel. En las zonas en las que no se da este fenómeno no estamos acostumbrados a ver una cortina de agua ininterrumpida durante tantas horas. Si ocurre, pasa cada muchos años, y cuando pasa lo destroza todo. Aquí era algo normal y todo el mundo seguía con su vida como si no pasara nada. La gente caminando por la calle sin ni paraguas ni impermeable yendo a comprar, a trabajar o allá donde fueran cada día. Vida completamente normal. Ya sabía que esto podría ocurrir pero no imaginaba que la lluvia fuera tan intensa y durante tantas horas. Lo cierto es que no tenía ni ganas de salir con tanta lluvia aunque llevaba un buen impermeable.

Aproveché que estaba en una habitación muy grande con todos los servicios y que no paraba de llover para ponerme al día con el diario ya que en los últimos días había podido dedicarle poco rato cada día. Además, la conexión a Internet era rapidísima, de hecho me extrañó mucho que en una isla tan poco turística tuvieran una conexión tan buena. El router estaba justo al lado de mi habitación, lo que ayudaba a que el wifi llegara perfectamente. Así que me preparé un café y leí noticias y escribí el periódico. Hacia las 10 de la mañana seguía lloviendo mucho y ya perdía la esperanza de poder hacer nada de provecho ese día. No me importaba salir lloviendo, el problema es que en ese momento llovía demasiado, tanto que ni podría sacar el móvil o caminar con cierta tranquilidad.

Hacia las 11:30h paró un poco y aproveché para salir, aunque parecía que en cualquier momento volvería con fuerza. De momento no me preocupaba demasiado porque apenas era el primero de los 4 días que estaría en la isla, y si al día siguiente seguía lloviendo ya seguro que saldría fuera como fuese. La habitación del hotel era muy grande y cómoda y por un día que me quedara en la habitación trabajando o buscando información tampoco pasaba nada, llevaba dos semanas a tope y también tenía que descansar un poco de vez en cuando.

Esta vez ya no fui novato con la comida porque vi un restaurante casi junto al hotel en el que tenían platos muy similares a lo que había pedido el día anterior pero ya preparados para llevarse. El precio, 20 bates, 0,57€, 5 veces menos que el del día anterior y casi era el mismo. Mientras que el día anterior había ido a parar a un restaurante para turistas y que estaba vacío por los pocos turistas que había en la isla, ahora había encontrado la típica tienda utilizada por los locales y que son las que siempre busco, pues no sólo es donde se come más barato sino también donde la comida es más auténtica. Son este tipo de tiendas o restaurantes los que deben buscarse. Teniendo en cuenta que se pondría a llover en cualquier momento compré un plato preparado con arroz, tortilla y carne para comer más tarde en la habitación.

Paseé un rato en dirección contraria a la del día anterior para ver un poco más la zona. Muchas casas eran de madera, de hecho justo al lado de mi hotel estaban haciendo una quienes parecían ser los propietarios. Por el momento no intenté llegar a la playa ya que era evidente que ese día la puesta de sol sería imposible de ver. La playa la tenía a unos 50 metros del hotel pero debía cruzarse una zona con casas y restaurantes. Como en todas partes el suelo era de arena, por lo que ahora era todo lodo que hacía muy difícil llegar hasta la playa. El callejón que llevaba desde la carretera asfaltada hasta las escaleras de mi habitación también era de barro y lleno de baches, por lo que más temprano que tarde acabaría siendo una piscina.

Como ya había podido ver, la mayoría de personas de la zona eran musulmanas, de hecho ya desde la habitación había escuchado a los típicos cánticos que hacen durante la oración, pues la mezquita estaba a unos 20 metros del hotel. Aparte de la carretera principal, si es que se puede llamar carretera, todas las demás calles eran de arena, de hecho no había ni aceras, todo era barro y césped, una isla casi toda parque natural y con muy pocos habitantes . Impactaba incluso ver cómo era la vida en esta isla.

Hacia las 13h empezó a llover y volví al hotel para comer el plato preparado que había comprado y que tenía muy buena pinta. No tabique ya hacía casi 24 horas que no comía ya que había dormido muchas horas para recuperar el sueño retrasado. No tenía demasiado claro cómo estaría el plato por los 20 bates que había costado, pero estaba realmente bueno y nada que envidiar al plato del día anterior que había costado 5 veces más. Ya tenía claro que no volvería más a ese restaurante. No entiendo estas cosas, precios tan altos por la zona sin tener nada demasiado especial, pues lo único que hacen es que no vuelvas mas, de hecho cuando estuve era yo el único, señal de que no tendrá demasiados clientes , y por uno que tuvo, lo acababa de perder.

Así que senté en la mesa de la habitación mirando las noticias por Internet y me comí el plato preparado donde había más comida de lo que realmente parecía, pues estaba todo muy comprimido dentro de la caja y una vez empezabas a comer parecía que nunca se acabara. Una vez terminado y lloviendo mucho otra vez, me estiré para echar la siesta una hora.

Cuando me desperté llovía mucho más que antes y ya quedaba claro que el pequeño descanso de la mañana había sido una broma. Volvía a llover a cántaros. Toda la tarde llovió con mucha fuerza y ​​ya no salí, sólo por las inmediaciones del hotel y en la terraza, pues a pesar de ser sólo una segunda planta tenía unas buenas vistas a la montaña. Fue un día en que aproveché para trabajar, avanzar con el diario y conocer un poco más la isla con la información que tenía ya guardada de Wikitravel. En una habitación tan grande y rodeado de selva, palmeras y casitas de madera, la verdad es que no me importaba nada quedarme allí todo el día.

Justo junto al hotel había una pequeña tienda. Bien, yo hablo de hoteles y tiendas pero realmente todo eran casas convertidas, fondos y todo mi hotel, pues no era más grande que la casa donde vivo en Cataluña. Y la tienda igual, era la casa de al lado donde en el comedor tenían unas estanterías con algo de comida, pero todo muy básico. Aún no había visto ninguna gran superficie o similar donde los locales pudieran comprar más cosas de las que había en aquella tiendecita.

Fui en un momento a aquella tienda aprovechando que estaba al lado y no me mojaría demasiado, para comprar ya la cena, pues no me veía capaz de buscar ningún otro sitio. Compré una bolsa de patatas, medio litro de leche, 4 bolsas de pasta deshidratada y una pasta dulce de postre que a simple vista no tenía ni idea de lo que era. Todo ello por 70 bates, unos 2€. Por cierto, me atendió a un niño de unos 7 años. Estas cosas no dejan de sorprenderme.

Volví rápidamente a la habitación, a unos 20 metros de distancia pero suficiente para pasar por unos 30 charcos fangosos. Cenaba en la habitación sobre las 21h mientras seguía lloviendo igual de fuerte. No deja de ser curioso que haga 24 horas que llueve sin parar y siga lloviendo igual o mas fuerte y que parezca que no tenga que parar nunca, pues cada vez parecía que el nubarrón era más espeso.

Hacia las 22:30h ya había cenado y ya había decidido qué haría al día siguiente si el tiempo más o menos o permitía. Ese día me lo había pasado casi todo en la habitación aunque no me importaba nada, de hecho todo lo contrario. Estaba siendo testigo del monzón y estaba en la habitación más grande y con mejores servicios de todo el viaje. Hacía días que no paraba y un día de descanso me fue muy bien. Ademas, cuando miraba por la ventana sólo veía selva, calles de arena, casas de madera y mucha vida local por doquier en medio de una isla paradisíaca de Tailandia. En ese momento no podía pedir nada más.

Un día más dormí de puta madre, y me hacía cruces de lo bien que era capaz de dormir en cualquier sitio. A diferencia de otros, no me cuesta nada dormir por primera vez en un sitio nuevo, y menos aquí, con una cama tan cómoda y un silencio absoluto sólo roto por la lluvia incesante.

07/06/2019 Noveno día en Tailandia: Camino de Koh Lanta, la isla menos turística de Tailandia

07/06/2019 Noveno día en Tailandia: Camino de Koh Lanta, la isla menos turística de Tailandia

Ese día debía tomar un vuelo a las 8:25h desde el aeropuerto secundario de Bangkok (y más alejado) hasta Krabi y de allí ir directamente, aún no sabía cómo, hasta la isla de Koh Lanta, una de las islas del suroeste de Tailandia menos turísticas del país y en la que se puede apreciar mejor la vida local.

Me desperté sobre las 3 de la madrugada, pues la intención era salir del hotel a las 5h. En principio debería facturar la maleta ya que sólo se permitía una pieza pequeña por lo que encima tenía que llegar dos horas antes de la salida del vuelo. Todo ello complicado y más teniendo en cuenta el tráfico de Bangkok ya desde primera hora de la mañana.

Me duché, me tomé un café, escribí el periódico, acabé de preparar las cosas y mirar bien la ruta para llegar al aeropuerto. Debería coger dos buses y en total tomar unos 20 km.

A las 4:50h ya estaba haciendo el check-out, despediéndome ahora ya si para siempre de la recepcionista, pues habían sido sólo 6 días pero con suficientes anécdotas como para haberse creado ya cierta relación que incluso sabía grave de marcharse. A las 5h llegaba a la parada del bus tal y como tenía planeado y donde primero debería coger el bus 3 desde donde ya lo había cogido cuando fui a Mo Chit para coger la minivan hasta Mae Klong para ver el mercado sobre las vías del tren.

Hasta las 5:20h no pasó el bus 3, pero lo peor fue que pasó tan rápido que no me dio tiempo de ver el número y decirle que parara, por lo que pasó de largo. Los tíos no frenan ni un poco pasando a toda velocidad por la parada. Si no estás acostumbrado ni te das cuenta de que acaba de pasar tu autobús. El siguiente no pasó hasta casi las 6h, por lo que estuve una hora de pie esperando en esa parada y ya sufriendo por si llegaría a tiempo al aeropuerto. Para empezar ya seguro que no llegaría dos horas antes, pues todo el trayecto según Moovit duraría una hora. Empezaba bien el día…

Hacia las 5:45h consideré tomar un taxi porque ya me quedaba sin tiempo. Además todos los que pasaban me preguntaban si quería subir. De hecho incluso uno me dijo que me llevaba por 300 bates, unos 8€, algo que me pareció baratísima, pero el taxista había dicho 300 bates porque pensaba que iba al otro aeropuerto que quedaba más cerca. Cuando le dije a lo que iba, no me dijo ni precio, me dijo que no iba tan lejos. Así que sólo quedaba esperar a que llegara ya el bus o gastarme 30€ en un taxi, el doble de lo que me había costado el vuelo que iba a tomar.

Cada vez que se acercaba un bus me ponía en medio de la calle para que frenara un poco. De esta forma al menos sí que frenaban y me daba tiempo de ver qué bus era. SI no era el 3 me apartaba y les faltaba tiempo para volver a acelerar. Cuando por fin vi el 3 casi que me eché encima y éste sí que paró, si no hubiera parado ya debería haber cogido un taxi.

Durante un rato el GPS iba bien y el bus iba siguiendo el mismo camino indicado por Moovit, pero a pocas paradas para llegar a donde tenía que tomar el segundo bus, el GPS dejó de ubicarme. No entendía porqué, quizás los mapas no estaban actualizados, en cualquier caso aquello hizo que me pasara la parada. Cuando vi que la ubicación fallaba le dije a la chica del bus a la que tenía que bajar y que me avisara, y ella, con una cara que lo decía todo y sin saber inglés me intentaba explicar que ya me había pasado la parada. Lo supe porque de repente la ubicación volvió a funcionar y lo vi. Me quedé a cuadros, eran las 6:30h y todavía estaba en el primero de los dos buses que tenía que coger y encima me acababa de pasar la parada. La mujer me intentó explicar qué debía hacer sin demasiada suerte porque sólo hablaba tailandés y no le entendía nada, pero todo el rato hacía 5 5 5 con la mano. Me estaba diciendo que bajara ya y tomara el bus número 555. Según Moovit tenía que coger el A1 pero como me había pasado la parada parecía que el 555 pasaba por allí y también llegaba al aeropuerto. Con todo esto, una pasajera que lo estaba escuchando aunque hablaba un poco el inglés me dijo que bajara ya y por suerte ella también descendía allí y también tenía que coger otro bus en esa parada. Así que rápidamente cogí la maleta y fui detrás de la pasajera, sin preguntar, sólo haciendo lo que me dijera, pues en ese momento con el GPS fallando y perdido, ella era mi única esperanza de llegar a tiempo al aeropuerto .

Justo en el momento de sentarse en la nueva parada ya llegó el 510, que no era el 555 que me habían dicho pero que la buena pasajera me dijo que también podía cogerlo, y por suerte también ella lo cogía. . Hasta entonces no había tenido demasiada suerte pero ahora la suerte empezaba a acompañarme.

El nuevo bus seguía la misma carretera por la que ya veníamos y que conducía directamente al aeropuerto. Lo primero que hizo la mujer que me acompañaba al subir al bus, y sabiendo que ella iba a bajar antes que yo, fue decirle al señor del bus que yo iba al aeropuerto y que me avisara. Ella se sentó y yo me senté a su lado. Ella, no sé si le preguntó a alguien o lo escribió, pero me enseñó un mensaje en el móvil que decía, en inglés, que después de bajar del bus debía cruzar la carretera por un puente y ya llegaría al aeropuerto. Sabía algo de inglés pero probablemente no tanto como para expresarlo hablando, por lo que me enseñó escrito. La buena mujer hacía todo lo posible por informarme de todo. Ademas se la veía muy buena mujer. En una situación así, perdido sin GPS y con prisa por llegar a un aeropuerto donde nunca has estado en un país donde casi nadie te entiende, que aparezca una persona así que hace todo lo que puede para ayudarte, a ti, a un desconocido extranjero sin pedir nada a cambio, es algo que sinceramente no sabes cómo agradecer, cómo darle las gracias. Además hay que tener en cuenta que aquella mujer seguramente iba a trabajar, por lo que tampoco es el mejor momento del día para dedicarte a ayudar a los turistas a llegar al aeropuerto.

Ella bajó al cabo de pocas paradas y parecía que me agradecía mas ella a mí que yo a ella, bajó la cabeza 3 veces y evidentemente con una sonrisa, a lo que yo respondí intentando bajar la cabeza al menos una vez más que ella y evidentemente también con una sonrisa, por cierto, sincero. De hecho seguramente cogió un bus que no le iba tan bien y bajó a una parada que tampoco le iba demasiado bien para ir al trabajo. Hizo sólo para no dejarme tirado.

Como no sabía exactamente qué le había dicho al señor del bus, yo le dije al mismo señor, Don Mueang, que es el nombre del aeropuerto y él hizo que sí con la cabeza.

Eran las 6:50h, ya hacía 2 que había salido del hotel y parecía que ya estábamos cerca del aeropuerto, por lo que finalmente tampoco iba tan mal de tiempo. Si llegaba a las 7h, tendría una hora para facturar la maleta y pasar el control de seguridad antes de la hora de embarcar que era a las 7:55h. De momento parecía que la situación estaba bastante bien salvada dadas las circunstancias. Además, el trayecto sólo me había costado 37 bates con los dos buses, un euro, menos que cuando fui del aeropuerto principal al hotel el primer día que costó 1,60 €. Teniendo en cuenta que venía de Noruega donde estos trayectos costaban entre 10 y 18€, esto me parecía un regalo maravilloso.

El GPS ya no funcionaba en absoluto. Hasta hacía pocos minutos fallaba mucho pero de vez en cuando acababa reubicando, pero ahora ya lo más mínimo. Así que tocaba ir mirando los carteles de la carretera para saber por dónde iba y efectivamente había muchos que indicaban que por allí se llegaba al aeropuerto. Al cabo de 5 minutos de bajar la chica ya me pareció ver el aeropuerto. Yo miré al señor del bus y él me hizo un gesto de quedado tranquilo y suyo. Una chica de al lado que me vio mirando me preguntó adónde iba y el señor del bus le dijo algo en tailandés que supongo que fue algo como que él ya estaba controlando, al final todo el bus estaría pendiente de mí… No es que quisiera hacerme pesado, pero es que sin el GPS voy completamente perdido, tan acostumbrado como estoy y tan bien que voy siempre cuando lo tengo, cuando falta es terrible.

Por último, a las 7h, el señor me dijo que ya era la siguiente parada. Perfecto. Le di las gracias y bajé a la siguiente parada donde efectivamente había un puente que cruzaba la carretera y llevaba directamente a la terminal 1 y 2 del aeropuerto tal y como me había dicho la chica en ese mensaje en inglés. Yo tenía que ir a la 2. Aceleré el paso subiendo las escaleras del puente, entré en el aeropuerto corriendo y pregunté a información dónde estaba la terminal 2 para salidas domésticas.

Me dijo que en la tercera planta y corrí hacia allí. Por suerte el aeropuerto no era tan grande como otros y enseguida encontré los mostradores y concretamente el de Thai Lion. Prácticamente no había cola por lo que ya estaba en el mostrador enseguida facturando la maleta. La pesaron y eran 7,8 kg. Le puso una cinta y cuando ya se marchaba me dijo que la cogiera, que podía llevarla en cabina junto con la mochila. No podía creerlo, tanto mirar el día anterior las normas de equipaje y preocupado por tenerla que facturar y cuánto me cobrarían, y al final la pude llevar en cabina y sin pagar ni un bate extra. Eran las 7:15h y ya tenía el check-in hecho, sólo me había dejado 1 euro en el trayecto y 0 en la facturación además de poder llevar todo el equipaje en camarote. Todo ello había salido mucho mejor de lo que esperaba, pues al menos esperaba tener que pagar 5-10 euros, facturar la maleta y probablemente tomar algún taxi. Hay días en que todo parece ir mal pero que la suerte está de tu lado. Ya perdí un vuelo en un viaje anterior y evidentemente no quería pasar lo mismo, entre otras cosas porque en este caso la alternativa por tierra era muy mala. Creo que la chica del bus nunca llegó a ser consciente de lo mucho que me había ayudado.

Fui rápido a fumar un piti ya las 7:30h ya estaba pasando el control de seguridad. Hasta entonces había pasado al menos por 15 aeropuertos con 3 mecheros, pues bueno, aquí me hicieron dejar 2 que seguramente se quedaron ellos. Según decían sólo se podía pasar un todo y yo tenía entendido que eran 2, pero en fin, como todo me había ido tan bien no le di ninguna importancia.

Una vez pasado el control fui a los lavabos para lavarme un poco y cambiarme de camiseta ya que ya la había sudado mucho y aún no había empezado el viaje. No tabique, habían sido 3 horas muy intensas. A las 7:45h estaba sentado esperando como si nada hubiera pasado.

A las 8h empezábamos el embarque y efectivamente pude subir la maleta y la mochila sin ningún problema. Mi asiento era de ventana, el 26A, pero había una chica, le tuve que decirle a una auxiliar para que le contara a la chica que se había equivocado de sitio. Realmente, tal y como estaba indicado, daba la sensación de que el C, que era el de ella, era el asiento de ventana. A las 8:10h ya estaba sentado en el avión siendo uno de los primeros en subir, todo un crack. A las 8:30h despegábamos.

Pude apreciar Bangkok en toda su magnitud. Desde arriba impresiona mucho la gran extensión que ocupa. Luego la playa y el Golfo de Tailandia, después nubes muy espesas, el monzón supongo, y finalmente Krabi, un río con meandros, afluentes, campos, un paisaje impresionante que conforme íbamos bajando iba apreciando cada vez mejor.

El vuelo era relativamente corto, por lo que poco antes de las 10 de la mañana ya estábamos aterrizando en el único aeropuerto de Krabi, un aeropuerto internacional pero muy pequeño, probablemente el aeropuerto internacional más pequeño que he visto, que hasta entonces era el de Quito.

Contra todo pronóstico había logrado llegar a Krabi pero ahora tocaba ir hasta la isla de Koh Lanta. Para llegar primero se tenía que ir hasta el puerto de Ktabi, allí tomar un ferry hasta el muelle de Koh Lanta y de allí al hotel. Mi intención era llegar en autobús regular o taxi al puerto de Krabi, subir a un ferry y una vez en Koh Lanta, en malas, ir andando hasta el hotel que eran unos 8 km. En cualquier caso iba un poco a la aventura sin tener todavía ningún plan bien definido.

Salí fuera de la terminal e intenté conectarme a una red wifi pero no pude, así que tocaba espabilarse y seguramente pagar mas de la cuenta para llegar a Koh Lanta. Sin Internet voy realmente perdido, pero es que además acabas cogiendo la opción más cara porque suele ser la más fácil y accesible, y en este caso no podía ser diferente.

Fuera todo eran taxis o minivanes, lo más caro, pero vi un bus tipo shuttle en cuanto me acerqué. Allí una chica me preguntó dónde iba y le dije hacia Koh Lanta, ella me señaló una minivan y me dijo 80 bates (2,30€), ya me extrañaba porque por lo que había visto al menos serían 400. Subí a la minivan que me dijo pero vino otra mujer para decirme que aquélla iba sólo hasta Krabi, y que si quería una directa hasta Koh Lanta eran 500 bates. Esto ya me cuadraba mas. Casi 15€.

Como no era demasiado más de lo que había visto por Internet y ahora no podía conectarme a él para buscar nada mejor, pues acepté. Pagué con tarjeta con un 3% de recargo y tuve que esperar casi una hora a la salida de la minivan. La espera fue pesada pero era una buena señal, ya que significaba que no llenaban la van y eso a la vez significaba que a Koh Lanta iban pocos turistas, justamente lo que buscaba yendo a esa isla. De hecho, cuando finalmente la mujer me avisó, sobre las 11h, sólo éramos 3 pasajeros que íbamos hacia allí más 2 que ya estaban a la van. Todas las vanas se llenaban menos la nuestra donde sólo éramos 5. Perfecto.

Al cabo de una hora de camino por Krabi llegamos al muelle para coger el ferry. La minivan subió al ferry que ya estaba casi lleno y en 2 minutos salió. Por primera vez desde que estaba en Tailandia pude ver los paisajes por los que es tan famoso este país. Un montón de pequeños islotes completamente verdes sobresaliendo de las aguas cristalinas de la costa oeste de Tailandia. Éste era uno de esos paisajes que a pesar de ser la primera vez que lo veía me resultaba familiar debido a la multitud de películas que se han hecho en esta zona. Eso si, en esa costa oeste de Tailandia y en esa época, se producía el monzón, fenómeno que ya se podía apreciar con el espeso nubarrón que lo iba tapando todo.

Es curioso porque sólo se da en la costa oeste. Mientras aquí estaría los próximos 3 días sin cesar de llover, en el Golfo de Tailandia, a pocos kilómetros al este, el tiempo era completamente diferente con un solo espectacular todos los días. Todo esto ya lo sabía pero aún así quería visitar esta isla. Al cabo de 4 días ya se marchaba al Golfo de Tailandia a disfrutar del sol y las playas paradisíacas.

En unos 15 minutos el ferry llegó al muelle de Koh Lanta. Ya estábamos en la primera isla que visitaría de Tailandia y ya empezaba a ver su autenticidad. Pocos turistas y mucha vida local. Íbamos por lo que era la carretera principal de la isla que no era más que una calle con un solo carril por sentido y lleno de agujeros que transcurría paralela a la playa. A ambos lados de esta calle es donde se concentraban la mayoría de hoteles, restaurantes y escuelas de buceo de toda la isla. En cualquier caso estaban todos allí pero no dejaban de ser pocos, pues 20 metros más allá de la carretera ya no se veía ningún hotel ni restaurante, ni siquiera calles asfaltadas, ya sólo caminos de arena, campos y las casitas de locales. De hecho quedaba claro que la mayoría de esa gente no vivía del turismo como si que podía pasar en otras islas.

En menos de una hora llegamos a mi hotel, en el Lanta Orange House, por lo que todo el trayecto duró poco más de dos horas desde el aeropuerto de Krabi. Fui el primero de los 5 en llegar a su respectivo hotel y apenas eran las 13:40h, por lo que todavía podría aprovechar buena parte del día.

Antes de bajar de la minivan ya me pareció ver una mezquita justo al otro lado de la calle aunque en ese momento pensaba que debería ser un hotel o un restaurante, pero cuando entré en el Lanta Orange House, va apareció una mujer musulmana completamente cubierta de negro. Estaba en una zona mayoritariamente musulmana. La mujer confirmó la reserva y enseguida vino la hija que hablaba muy bien el inglés. Hice el check-in, me preguntó un poco sobre el viaje y si tenía pensado algo en concreto para hacer en la isla, a lo que le respondí que no, que simplemente quería vivir de cerca la vida local en una isla tan poco turística como ésta.

Tuve que ir a un cajero a sacar dinero ya que sólo podía pagar en efectivo, como casi en todas partes de Tailandia. La habitación costaba 1000 bates por 4 noches, unos 28€ por una habitación doble con baño propio, nevera, aire acondicionado y agua potable ilimitada. Por cierto, el cajero lo encontré rápido porque me indicó dónde estaba, que estaba en la misma calle donde estaba todo pero unos metros más adelante, pero al volver me pasé el hotel hasta llegar a la mezquita cuando me di cuenta de que ya me había pasado, pues la mezquita estaba unos metros antes del hotel, momento en el que me giré y la chica ya había salido del hotel al verme pasar por delante creyendo que todavía no había encontrado ni el cajero, ya que ella ya estaba subiendo a su moto-taxi para acompañarme. Le enseñé el dinero y volvimos a entrar en el hotel. Pagué y luego ya me acompañó a la habitación que estaba en el piso de arriba y donde sólo había 4 de las cuales 2 parecían vacías. La planta de abajo parecía su domicilio, pues durante el rato que estuve allí apareció toda la familia, incluido hijo y el padre, todos musulmanes por supuesto. Ambas mujeres me habían atendido mientras que los dos hombres fueron directamente al sofá.

Esta era la primera escena que veía de una familia musulmana en su casa y ya pude apreciar el machismo en cuanto al rol del hombre y la mujer. Mientras mi madre y mi hija fueron las únicas que me atendieron como propietarias del hotel, el hombre apareció como un zombi para ir directamente a sentarse a un sofá que estaba allí al lado, pues lo que supuestamente era la recepción del hotel, no dejaba de ser el comedor de la casa. Y seguramente también eran la madre y la hija las que después harían el almuerzo, la cena, limpiarían los platos, la casa, las habitaciones, la ropa e irían a comprar.

Dejé las cosas y en menos de 10 minutos ya estaba fuera dando la primera vuelta por la isla. Parecía mentira que 7 horas antes todavía estuviera dando vueltas por Bangkok sin saber si llegaría al aeropuerto. El hotel estaba en la carretera principal que es la que seguí durante un rato. El sol era muy intenso, de hecho parecía más intenso que en Bangkok, ya que me molestaba bastante a la vista algo que todavía no me había pasado desde que estaba en Tailandia, por no hablar del calor y la humedad claro, ya un clásico.

Hacía casi 12 horas que me había despertado y todavía no había comido nada, por lo que además de ver un poco la isla ya iba buscando sitio donde comer. Restaurantes había muchos y algunos lugares ambulantes, aunque menos que en Bangkok donde había uno en cada esquina. Turistas se veían poquísimos por lo que de momento la isla cumplía mis expectativas.

Los precios que veía en los restaurantes no eran tan baratos como pensaba, aunque al día siguiente ya dominaría más el tema y ya encontraría lugares donde comen los locales. El primer día siempre pecas de novato. Los precios iban de los 60 a los 100 bates, que aunque no eran ni 3€, no dejaba de ser el doble de la media en Bangkok, donde no acostumbraban a costar más de 50 bates. Cuando llevaba más de 30 minutos andando, decidí entrar algún restaurante donde viera un plato que me gustara sin mirar demasiado el precio justamente para ser el primer día y ya que seguramente ya no comería nada más en todo el día, porque todo apuntaba a que después ya me quedaría dormido durante horas. Finalmente entré en uno donde los platos estaban muy preparados. Pedí carne de ternera con arroz, huevo, verduras y acompañado de algo rojo muy picante que no sé si se chile o algo similar, pero que pica muchísimo, de hecho los platos si no dices que los hagan no picantes, pican más que los de México.

El plato estaba realmente bueno y después de tantas horas sin comida, pues aún más. La forma que tienen aquí de cocinar el arroz es similar a cómo lo hacen en Ecuador o en México (y otros lugares supongo), que no sé cómo lo hacen pero que queda muy bueno. Las cosas rojas picantes que me dio prácticamente me las acabé todas mezclándolas con la carne y el arroz. Aquí siempre se hace plato único pero es un plato muy completo y contundente, lo justo para acabar bien lleno y que no sobre nada, no como en España que con tanto primero y tanto segundo al final acabas pagando comida que no te acabas o comiendo el segundo plato sin tener hambre. De hecho si los asiáticos son en general delgados, es justamente por eso, porque no comen en exceso y sobre todo no comen fritos.

El restaurante, al igual que el hotel, era una casa particular. Allí comí solo, otra señal de los pocos turistas que hay en Koh Lanta aunque por otro lado me hubiera gustado ver algún local. El hecho de que no hubiera local, era señal de que era un restaurante pensado para los turistas, algo que no me gusta nada.

Pagué y volví al hotel. Aquí ya se veían más guindillas que en Bangkok, arañas, hormigas gigantes y dragones es lo que vi durante ese paseo, incluso gusanos gigantes en el restaurante. Faltaría ver la cantidad de mosquitos que habría por la tarde-noche.

Hacia las 16h llegaba de nuevo al hotel ya después de comer y visto un poco mi zona. Cansado como estaba me estiré quedándome dormido enseguida y despertándome casi a las 23h. La playa estaba a 100 metros del hotel y daba justo al oeste, de hecho ya lo reservé pensando en esto, al poder ver la puesta de sol en el mar. La puesta es a las 19h, por lo que yo estaba durmiendo, de todas formas creo que no se vio porque cuando me desperté ya hacía rato que llovía, y con mucha fuerza. Era el monzón, fenómeno meteorológico que me acompañaría en los próximos 3 días.

Ser testigo del monzón de entrada podría parecer una putada, pues se trata de ver llover durante días seguidos, pero todo lo contrario. En Koh Lanta no tenía previsto ni ir a la playa ni ninguna actividad que no pueda realizarse bajo la lluvia, sino ser testigo de la vida local en una isla poco habitada de Tailandia, por lo que la lluvia no dejaba de ser otro punto típico de la vida local. Además se trata de un fenómeno meteorológico bastante espectacular y que no es tan fácil de ver, por lo que ésta sería una experiencia más que muchos otros viajes no pueden vivir. 3 días de fuerte lluvia continua es más espectacular de ver de lo que parece, y más en una manzana donde la mayoría de calles no están asfaltadas.

Y así se iba a dormir por primera vez en el viaje fuera de una capital, rodeado de naturaleza ya pocos metros de playas paradisíacas. Dejaba atrás los coches, el ruido y las aglomeraciones para pasar unas semanas entre casitas, bungalows, palmeras, caminos de arena y pescadores. Un clima y una cultura completamente distinta a todo lo que había visto hasta entonces, justo lo que busco en este tipo de viajes. Todo era muy emocionante y muy prometedor.

06/06/2019 Puente sobre el rio Kwai y de vuelta a Bangkok

06/06/2019 Puente sobre el rio Kwai y de vuelta a Bangkok

Ese día me desperté una primera vez sobre las 23h todavía del día anterior, claro, y salí casi inmediatamente fuera a contemplar el río desde el rellano de fuera la habitación. De noche con las luces de fondo era un pase. Justo en ese momento llegaba la pareja que dormía en la habitación de al lado y que más tarde no tuvieron ningún problema para hacer sus cosas sin tener en cuenta que las 4 habitaciones estaban unidas y que si se movía una se movían todas tal cual fuese un barco, pues todo era una sola estructura flotante en medio del río. Además las paredes eran de madera delgada por lo que se escuchaban incluso las conversaciones.

Tenía varios lugares guardados para ver por la zona pero en un dia no me daría tiempo a todo.

Me senté en el banco del rellano en absoluto silencio roto por los grillos y el sonido del agua tocando las columnas que sostenían las habitaciones. En las orillas del río, que era lo que yo veía desde allí, había muy pocas casas, por lo que la tranquilidad que se respiraba era total. Y una de las cosas más sorprendentes era que por primera vez en Tailandia no tenía calor. Allí sobre el río se estaba muy bien.

Tomé un café mientras miraba qué hacer exactamente a la mañana siguiente, ya que no lo tenía nada claro. Google Maps estaba liando en cuanto al puente sobre el río Kwai y la vía de la muerte, un tramo de vía que transcurrió por unos escarpados que dan realmente miedo. Finalmente, y gracias a Wiki Travel, conseguí saber que una cosa era el puente sobre el río Kwai por donde ya no pasan los trenes y la otra es el tramo de vía que da miedo. Y gracias también a que el día anterior había ido a buscar los horarios de los trenes a la estación de Kanchanaburi, decidí que sólo iría al punto y no al tramo de vía con el tren, pues los horarios eran bastante malos teniendo que esperar poco más de 4 horas en una estación para tomar el tren de regreso a Bangkok. Teniendo en cuenta que al día siguiente ya tenía que volver a Bangkok, era imposible combinar los horarios. En Kanchanaburi debería haberme quedado dos noches para poder ver tanto el puente como la vía de la muerte y de paso disfrutar de aquella habitación una noche más.

Teniendo en cuenta la hora que era, esperaba quedarme ya despierto, pero hacia las 3 de la madrugada me vino la son y dormí hasta las 6:30 de la mañana que ya salía el sol. Volví a salir al balcón a contemplar el río ya con los primeros rayos de sol que seguía siendo un pase. Otras ostas también estaban fuera haciendo fotos porque realmente era admirable el paisaje que teníamos sólo mirando por la ventana.

Me duché (baños compartidos pero a la vez individuales), tomé un café y sobre las 7:15h fui a preguntar por el desayuno ya que en Booking había visto que lo ofrecían por un euro. La chica de recepción me dijo que eran 50 bates y lo consideré un poco caro pero que valía la pena sólo por el simple hecho de poder comer en esa terraza con esas vistas espectaculares. Además, ahora no estaba en Bangkok, por lo que encontrar lugares donde comer no era tan fácil. De todas formas en pocos minutos entendí porque eran 50 bates, y no, no era caro.

Me dijo que esperara y al cabo de 10 minutos vino una joven que hablaba mejor el inglés para confirmarlo. Tardó 15 minutos más en volver con el desayuno. Yo ya no sabía porqué tardaba tanto y qué estaba haciendo. Entonces entendí el tiempo de espera y el precio. El desayuno era huevo con jamón, perritos calientes y tostadas! Aquello sí que valía 50 bates y con esas vistas aún más. Almorcé como un rey y aunque hacía poco que me había levantado hacía casi 14 horas desde que había cenado el día anterior, por lo que me entró como nunca. Almorcé como un rey admirando un paisaje muy difícil de encontrar y aún más de olvidar.

Hacia las 8h cogía móvil, tabaco y algo de dinero y empezaba a tirar hacia el puente sobre el río Kwai siguiendo las indicaciones de Google Maps, que para hacerme llegar a lo que se considera el punto de inicio de los dos que tiene, uno a cada lado del río, primero me hizo cruzar otro puente más cerca de donde estaba y después me mandó por una carretera sin acera ni espacio para andar, de hecho compartí calzada con los coches durante 10 minutos. Por suerte la gente de allí ya estarán a acostumbrados porque todos se apartaban sin ningún problema. Es decir, fui hasta el puente pero llegando por el otro lado del río mientras que podría haber llegado por la misma parte donde ya estaba y sin tener que andar por una carretera sin aceras.

En este lado de río ya casi tampoco había pueblo, todo quedaba al otro lado del río hasta la estación, es decir, el trayecto que había hecho desde la estación hasta el hotel era casi el más largo que se podía andar, y no tardé ni 10 minutos.

De lejos ya pude ver el puente y que pude reconocer porque previamente lo había visto en Google Street View. Apenas eran las 8:15 de la mañana y no llevaba ni 20 minutos caminando pero ya sudaba como un pollo por los 35°C de temperatura. Parecía una temperatura constante, siempre estaban a 35°. Como se notaba cuando estaba en la habitación justo sobre el río, pues la temperatura bajaba muchísimo por el simple hecho de estar sobre el agua.

Al cabo de 10 minutos más de caminar entre la carretera y el barro de los laterales ya llegaba al inicio del puente que a pesar de lo pronto que ya había bastantes turistas, sobre todo japoneses o chinos que ya los había cientos en todas partes. Un local que iba en moto me hizo un gesto como diciéndome que iba bien, no lo entendí demasiado ya que era evidente que iba bien, pues tenía el puente justo enfrente. Subí por unas escaleras después de tomar unas fotos desde abajo y empecé a caminar por el puente para cruzarlo, llegar al otro lado del río y volver al hotel pero ya caminando por la otra orilla. había pueblo y no una carretera sin aceras.

El puente es sólo una vía de tren, por lo que hay que caminar por medio de la vía o por los estrechos laterales con vallas curvas a ambos lados y cada ciertos metros lo que parecían unos miradores para ver el río Kwai que por cierto es muy grande y tranquilo. Todo ello hace que caminar por ese puente sea bastante incómodo pero más interesante para mantenerse tal y como era originalmente.

Este puente es famoso porque fue construido durante la segunda Guerra Mundial por los japoneses para ir desde Myanmar a Tailandia y en el que murieron 200.000 personas durante su construcción, todos prisioneros de guerra, entre ellos, por ejemplo , muchos holandeses.

Cuando iba aproximadamente por la mitad del puente e iba haciendo fotos a ambos lados, me pasó una de las cosas más surrealistas a la vez que interesante de todo el viaje hasta entonces. Vi que se acercaba un grupo de 5 o 6 monjes budistas haciendo cánticos y con guirnaldas y flores en sus manos. Empecé a grabar con el móvil cuando los tenía casi delante cuando de repente lo que iba delante se detuvo y me saludó. El saludo aún quedó grabado pero inmediatamente paré de grabar y le devolví el saludo. Acto seguido, en un inglés bastante bueno, empezó una conversación que se prolongó unos 20 minutos mientras los demás escuchaban y uno incluso grababa con el móvil nuestra conversación.

Primero me explicó que su templo estaba a 3 km de allí y que él y los demás monjes iban hasta el puente cada mañana para rezar y depositar las guirnaldas por el puente en homenaje a los 200.000 muertos. Luego me preguntó por mí, de dónde estaba, sobre el viaje, el cual le conté un poco que estaba dando la vuelta al mundo. No dejaba de sorprenderme el interés y el conocimiento que tenían los monjes hacia los extranjeros y sus culturas. Me hacía cruces de lo abiertos, curiosos y tolerantes que eran, mostrando un verdadero interés por cualquier cosa que les contaras.

Después de casi 10 minutos de charlar sobre el puente y mi viaje, sacó un tema que nunca imaginé, los toros de España. Me preguntó si me gustaban, a lo que evidentemente dije que no y que me parecía algo horrible más típico de culturas primitivas que de un país europeo. Él hizo un pequeño gesto involuntario de quitarse un peso de encima, supongo que viendo que ambos teníamos ya una opinión similar. Me preguntó si era un deporte o un acto cultural, respondiéndole que en España está considerado un bien de interés cultural y que forma parte de la cultura española por raro que pueda parecer. Y cuando me preguntó que porque si pensábamos así todavía se hacían, tuve que explicarle el multiculturalismo y multinacionalismo que hay en España, que yo soy de Cataluña y que en la mayoría de catalanes así como otras nacionalidades e incluso en muchos castellanos, las corridas de toros nos parecen actos horribles y que de hecho en Cataluña o en Canarias están prohibidos desde hace años.

Y entonces sacó otro tema muy interesante, preguntó que porqué no se hacía un referéndum en España para preguntar sobre la abolición de los toros. Y ya fue cuando le dije que España no era un país lo suficientemente democrático como para hacer referendos para que sea la población la que decida estas cosas, y porque de hecho seguramente saldría el No en las corridas de toros y eso era algo que el estado no quería. El monje estaba cada vez más estupefacto a la vez que conocía poco a poco nuestra historia.

Acabó concluyendo que España no era una democracia plena como ya suele decir todo el mundo dentro y fuera de España. Entonces dijo que a él evidentemente las corridas de toros también le parecen una brutalidad indigno y que deben acabar. Pero no sólo eso, sino que éste sería uno de sus objetivos a partir de entonces, dar a conocer esta barbarie y luchar por la abolición total de las corridas de toros al menos en España, incluso me preguntó sobre el régimen político en España para saber a quién debía dirigirse. Yo le conté que en España hay una monarquía pero quien gobierna es el Presidente.

Incluso me pidió mi email que le di y que esperaba que efectivamente hiciera lo que dijo y siguiera en contacto conmigo. Todo esto lo veo complicado pero hay que tener en cuenta que los monjes no tienen otro trabajo que luchar por estas cosas, es a lo que se dedican, por lo que no me pareció nada exagerado lo que me estaba diciendo, aunque ciertamente , complicado de conseguir por no decir imposible. Pero sólo que un grupo de monjes budistas conocieran este tema gracias a mí ya era mucho, pues estos monjes tienen una gran influencia sobre la sociedad asiática, mucho más que cualquier político e incluso que la propia monarquía.

Al despedirnos me dio la mano diciendo que así es cómo se saludan en Europa y después se despidió como un fan ellos, con las palmas de la mano unidas en forma de rezar y bajando la cabeza, a lo que le respondí que ya lo sabía haciéndolo yo también. Y con la guirnalda que me había dado en la mano siguieron caminando por el puente cantando y rezando mientras todos iban bajando la cabeza cuando pasaban delante de mí y como siempre con una sonrisa. Yo contestaba también bajando la cabeza esperando a que pasaran todos para dejar la guirnalda que me había dado en el mirador que tenía justo detrás. Me quedé unos segundos allá delante pensando y siendo ahora más consciente de los 200.000 muertos que provocó ese puente que ahora no era más que una atracción turística. Hay ocasiones en las que hay que reflexionar sobre estas cosas.

Más adelante, otras personas, asiáticas, se arrodillaban ante el paso de los monjes. Me sentí incluso privilegiado que lo que era el líder de ese grupo me hubiera dedicado tanto tiempo a mí, a un extranjero, cuando otras personas sólo podían arrodillarse a su paso mientras yo había estado hablando de ti a ti tanto rato. Fue una experiencia única en la vida y evidentemente inolvidable. Y si algún día ocurre algo con las corridas de toros, ésta habrá sido una de las conversaciones más importantes de mi vida. Lo espero de todo corazón.

Acabé de cruzar el puente con una mentalidad completamente distinta. Ya no caminaba por allí como un turista mas, ahora era consciente de por dónde caminaba y me sentía bien. Los monjes transmiten una paz difícil de describir en un mundo tan enloquecido y donde todo ocurre tan rápido. De hecho, durante el resto del puente ya casi no hice fotos, no necesitaba o no quería, sólo pensaba en lo que había pasado allí hacía 80 años.

Hacia las 9 de la mañana ya estaba al otro lado del puente y me di cuenta de que por ese lado sólo tenía que seguir una carretera con acera recta y ya llegaba al hotel. Era un camino mucho más fácil que el que había cogido por venir, de hecho ahora ya veía a más turistas cosa que al venir no veía y me extrañaba, pero simplemente no los veía porque no iban por allí. En cualquier caso, gracias a ello no tuve que pasar dos veces por el mismo sitio, lo que me enfada un poco pues no aprovechas todo el tiempo posible para ver zonas nunca vistas.

Durante los primeros 5 minutos de caminata no se veían demasiadas casas, pero poco a poco fui entrando a la población. De hecho, aquella calle por la que iba desde que había cruzado el puente, era ya la calle principal de Kanchanaburi y por la que había ido de la estación al hotel pero ahora llegaba desde la otra punta. Así que acabé viendo toda la calle principal de Kanchanaburi.

Al cabo de 15 minutos llegaba al hotel empapado en sudor. Me duché por segunda vez en 3 horas y aproveché para escribir el periódico en un entorno único y muy propicio para escribir. El silencio era total, sólo roto por los cantos de los pájaros y la tranquilidad que se respiraba te atrapaba. Tenía que irse de allí en dos horas y la verdad es que no tenía ganas. Me habría quedado allí toda una semana o más.

Hacia las 11:30h lo guardé todo en la maleta y fui a preguntar si tenían cambio de 1000 bates para comprar una cerveza, pues ya sólo tenía el billete de 1000 y quería quedarme después de las 12, hora del check-out, haciendo una cerveza en la terraza del hotel que daba al río haciendo tiempo ya que el tren que debía tomar para volver a Bangkok no salía hasta las 14:48h. Pero como era de esperar, no tenían cambio, así que hice el check-out a las 12 en punto y fui directamente a la estación de tren poco a poco para no llegar ya completamente sudado otra vez . De hecho tardé 15 minutos en tomar un camino de 5.

A las 12:15h ya estaba en la estación y allí a espera dos horas para poder comprar el billete y dos horas y media para la salida del tren. Ademas, como todavía faltaba para que pasara algún tren, la única tienda que había en toda la estación estaba cerrada. Así que me senté en un banco ya esperar. A diferencia de la estación de Thon Buri, aquí no había ningún wifi abierto por lo que sólo podía aprovechar para leer las notas sobre Koh Lanta, próximo destino, y escribir el diario.

Hacia las 13h ya no aguantaba mas la sed y la tienda seguía cerrada, por lo que fui al mercado de enfrente la estación donde había cenado el día anterior y que todavía estaba casi todo cerrado pero donde había un pequeño restaurante abierto donde compré una botella de agua por 20 bats. Y con esto y las galletas que llevaba fui haciendo tiempo mientras aprovechaba de vez en cuando para escribir el periódico.

Poco a poco fue llegando gente. A las 14:20h, 30 minutos antes de la salida del tren, era cuando empezaban a vender sus billetes. Pregunté si podía pagar con el billete de 1000 bates. La chica dijo que un momento y al cabo de 3 minutos me dio un montón de billetes, 900 bats en billetes de 100, 50 y 20. Me fue perfecto, no sólo me había cambiado el billete sino que me había dado un montón de billetes pequeños. Me quedé un poco parado y conté los billetes porque había muchos, y cuando me vieron sonrieron y preguntaron si estaba bien a lo que respondí que sí y que gracias por el esfuerzo, porque realmente parecía que les acababa de dejar sin cambio.

Y a volver a esperar buscando las sombras de la estación hasta las 14:50h que llegó el tren y al cabo de 3 minutos inició el trayecto en dirección a Bangkok. El trayecto también fue tranquilo aunque ocurrió algo sin demasiada trascendencia pero que en un primer momento me asustó muchísimo. Subió un agente de la policía acompañado de dos chicas, una grabando, y vinieron directamente hacia mí, mirándome. Yo pensaba que quizás pasarían de largo, pero al llegar a mi asiento el policía se detuvieron. No sabía qué pasaba, de hecho pensaba que alguna de esas mujeres me habría denunciado no sé porqué claro, porque nunca las había visto, pero enseguida el policía se presentó como policía turístico. Yo ya había visto casitas de esta policía y junto a la sonrisa del agente me quedé más tranquilo. Su única intención era informar a los turistas de que encontraba por el tren sobre algunas costumbres de Asia en general y de Tailandia en particular. Esto es importante porque la cultura es muy diferente y por lo que para nosotros no puede tener importancia alguna para ellos puede ser una gran ofensa. Me dio un libreto con algunas de estas normas o costumbres y otro con información de la policía turística, incluso me contaba que podía llamarles por cualquier problema que tuviera, aunque fuera que me hubiera perdido, así que no sólo enseñaban a los turistas cómo comportarse sino que les daban todo tipo de ayuda. Era una división de la policía pensada y dedicada exclusivamente a los turistas. Al terminar la explicación, él y las dos mujeres se despidieron como todos los tailandeses, bajando la cabeza y con una sonrisa en la boca, respondiendo yo por igual.

El resto del trayecto lo pasé entre medio durmiendo, escribiendo el diario y contemplando los paisajes y pueblos rurales por los que íbamos pasando. A las 17:30h aproximadamente llegábamos a la estación de Thon Buri de Bangkok, la misma desde la que había salido el día anterior y tocaba hacer el mismo camino pero de regreso al hotel. Primero los 15 minutos andando junto al mercado de verduras y pescado hasta llegar al río. Pero una vez a orillas del río la cosa se complicó. Fui al mismo sitio donde el barco me había dejado el día anterior, pero me dijo la chica que para cruzar al otro lado debía ir a otro muelle que estaba más abajo.

Pero como no me especificaron cuánto más abajo, cada vez que veía un callejón o edificio entraba y preguntaba, así al menos 10 veces y nada. En una de las callejuelas ocurrió algo que justamente acababa de leer en el folleto que me había dado el policía turístico, y suerte que me lo había leído porque así supe lo que pasaba y lo que tenía que hacer.

Cuando bajaba por una de las callejuelas, de repente vi que las 4 personas que había se detenían, incluso dos chicos que estaban a unos 10 metros uno del otro acercándose y que se conocían, también se detuvieron. Entonces escuché una canción por unos pequeños altavoces que había en diferentes puntos de la calle. Era el himno de Tailandia y cuando éste suena, que puede ser en cualquier momento, todo el mundo debe detenerse y callar hasta que deja de sonar. Incluso aquellos dos chicos que se estaban acercando uno al otro para saludarse se detuvieron hasta que el himno dejó de sonar. Yo en un primer momento me detuve cuando vi que todo el mundo lo hacía pero sin saber todavía qué pasaba, pero cuando escuché el himno, aunque no sabía que era porque era la primera vez que le escuchaba, entendí qué ocurría. En el folleto que me había dado el policía lo ponía, tenías que detenerte al escuchar el himno. ¡Increíble! Y cuando terminó de sonar, todo el mundo continuó la marcha, los dos chicos acercándose de nuevo mientras se saludaban y seguían con la conversación que estaban teniendo pocos minutos antes.

Al cabo de unos 15 minutos andando abajo del río por fin vi lo que parecían unos muelles similares a otros y taquillas. En la primera que pregunté me dijo que no pero al menos ya pudo señalarme con más exactitud adónde tenía que ir, ya estaba a pocos metros. Bajé a un muelle ya un barco que había parado le pregunté por cruzar el río y me señaló justo al de al lado. Perfecto, todavía no había ningún barco pero al menos ya me habían indicado un muelle. Al cabo de 3 minutos llegó un barco donde me confirmaron que iban directamente al otro lado del río.

En 3 minutos más salió y en menos de 5 minutos ya estábamos al otro lado del río. Pero no nos dejó dónde pensaba, es decir, en el mismo sitio donde lo cogí el día anterior, sino mucho más abajo, de hecho todo el camino que había hecho abajo del río buscando el muelle ahora tenía que hacerlo de subida . Estaba en una zona mas o menos conocida pero a unos 15 minutos andando del hotel. De hecho estaba cerca de Sunam Luang, la Corte Suprema y prácticamente lo primero que vi de Bangkok.

Además, el camino hasta el hotel no podía hacerlo recto, pues tenía que ir rodeando los enormes templos que había justo a orillas del río. Con todo esto llegué al hotel prácticamente a las 18:30h, casi una hora después de bajar del tren mientras que en la ida había tardado menos de 30 minutos. Hice el check-in en el hotel, el mismo de los días anteriores, y ya sólo tenía tiempo para hacer el check-in del vuelo del día siguiente a Krabi, mirar bien el tema del equipaje en cabina y buscar la mejor ruta para llegar tanto al aeropuerto Don Mueang de Bangkok antes de las 7 de la mañana como para llegar a la isla de Koh Lanta desde el aeropuerto de Krabi, pues Koh Lanta no tiene aeropuerto por lo que además debería coger buses y férreos. Así pues, al día siguiente era uno de esos días inciertos en los que no sabes bien si llegarás a tiempo para tomar el vuelo y ni si acabarás llegando al siguiente hotel.

La primera sorpresa ya vino cuando vi que en la aerolínea Thai Lion sólo se podía subir una pieza pequeña de equipaje en cabina y que el billete que tenía no incluía equipaje facturado. Intenté añadir una maleta facturada pero ya no me dejaba porque acababa de realizar el check-in online. Así que puse las cosas más valiosas en la mochila y dejé en la maleta sólo ropa y poco más. Miré los precios de facturar una maleta y no era nada caro, en principio podría salirme por unos 7€ mes teniendo en cuenta el peso.

Después a mirar cómo ir hasta el aeropuerto saliendo a las 5 de la mañana, pues el vuelo que debía tomar salía a las 8:25h, y teniendo en cuenta que debería facturar la maleta, quería llegar dos horas antes. Según Moovit parecía que a las 5 ya había buses y que en una hora llegaría debiendo tomar sólo dos buses de línea, haciendo el transbordo sin moverme de la parada. Ademas el primer bus sería de la línea 3 cogiéndolo a escasos 50 metros del hotel, línea que ya había cogido en ocasiones anteriores.

El vuelo iba a Krabi, ya en el sur de Tailandia, pero mi destino final era la isla de Koh Lanta, una isla poco turística y que me permitiría conocer mejor la vida local. Así que también tenía que mirar un poco cómo ir desde el aeropuerto de Krabi hasta Koh Lanta. Parecía que primero tenía que ir hasta el centro de Krabi y allí tomar un ferry hasta Koh Lanta. No parecía demasiado complicado por lo que no lo miré demasiado mas, pues todavía tenía que ir a comprar la cena, cenar, prepararlo todo e ir a dormir hacia las 20h ya que quería despertarme a las 3. Ya eran las 19:30h en cuanto fui ya a comprar la cena.

Compre pasta deshidratada en el 7-eleven y 6 patas de pollo rebozado en un lugar ambulante junto al hotel donde ya había comprado en otra ocasión, el lugar del transexual que hablaba inglés, a esas alturas ya algo muy apreciado y que me hacía decantar por uno u otro sitio. De hecho el chico ya me reconoció.

Después hacia la habitación a comer la pasta y las patas de pollo mientras miraba TV3 y con unas cosas y otras se me hicieron las 21h cuando iba a dormir. Ya sólo dormiría 6h como mucho con lo poco que me gusta dormir menos de 8h y mes cuando tengo que despertarme para ir a un aeropuerto, algo que cada vez odio mas por lo lejos que quedan y por todos los trámites que si deben hacer.

05/06/2019 De camino a Kanchanaburi

05/06/2019 De camino a Kanchanaburi

A las 7h me despertaba con tiempo para tomar el café, escribir un poco el periódico, volver a mirar bien cómo ir a Kanchanaburi ya que no tenía demasiado claro el horario del tren y si podría llegar a la estación, aunque estaba cerca, había que cruzar el río, y eso no era fácil. Los puentes me quedaban muy lejos por lo que la mejor opción era cruzarlo en ferry, que si me quedaba muy cerca pero nunca los había visto.

Así que después de ducharme y terminar de preparar las cosas salí del hotel a las 11h, hora máxima de checkout, ya que la única información más o menos precisa que había visto sobre horarios del tren hablaban de uno a las 7:30h y otro a las 13:30h, que sería lo que cogería. Con estos horarios y esa incertidumbre era muy difícil hacer ningún tipo de plan.

Antes de marcharme ya quedé con la chica del hotel que al día siguiente volvería, pues pasaría una última noche en Bangkok antes de tomar el vuelo hacia Krabi que salía desde el aeropuerto secundario de Bangkok. Ya me dijo que tendría la misma habitación, la 502. Evidentemente por una noche mas no quería ir a otro hotel, quería estar en un sitio que ya me conociera.

Fui hasta el parque al que había ido dos días antes con el gay tailandés donde había visto lo que parecía una salida de barcos y que según Google Maps los ferrys podrían salir de esa zona, pero allí no había nada. Di una vuelta por el parque y vi a un grupo de gente que iba en una misma dirección y además en dirección al río cruzando todo el parque. Los seguí y efectivamente había un muelle con unas casitas de venta de billetes. Pedí por el barco que cruza el río y efectivamente salía desde allí a los pocos minutos y sólo costaba 15 bats, unos 0,40€. De momento, el primer escollo bien superado y de hecho más rápido y mejor de lo que me esperaba.

Al cabo de 10 minutos llegó el ferry, subí y en unos 5 minutos ya estábamos al otro lado del río, que por cierto, es un río enorme, de hecho más grande que cualquiera que haya visto en España. Una vez allí, seguir Google Maps caminando unos 15 minutos bajo el sol y arrastrando la maleta hasta la estación de tren. Al menos estaba en línea recta y no tenía pérdida. Por el camino había un mercado muy auténtico, básicamente de frutas, verduras y pescado. Además ya estaban cerrando por lo que el hedor era terrible. Eso sí, era de esos mercados que sólo se ven en Bangkok. Al lado también había pequeños mercados aprovechando las carreteras y puentes elevados para ponerse debajo. El suelo del mercado principal estaba pegajoso de sucio que estaba y en ese momento estaba pasando un camión para recoger toda la basura y restos de comida. La verdad que comprar comida allí a mí me haría algo de cosa por el tema de la salubridad, no parecía que allí la comida estuviera en las mejores condiciones. Lástima que ya estuvieran cerrando porque ver aquello en pleno funcionamiento debe ser un espectáculo. Había, literalmente, cientos de paradas.

La situación de los mini-mercados alrededor era aún más precaria ya que se ubicaban en lugares fangosos o directamente llenos de basura bajo los puentes de las rondas que pasaban por arriba.

Llegué a la estación sin más problema que cruzar la calle llena de coches y lo primero que fui a hacer, evidentemente, es preguntar la hora de salida del tren, que era a las 13:55h, así que tocaba esperar casi 2 horas y media. Teniendo en cuenta que pasaban 2 al día, pues la espera era realmente poca. El billete costaba 100 bates tal y como había visto por Internet. De hecho, todo lo que había visto por Internet era casi 100% exacto. Así que compré el billete y esperar.

A continuación miré a Google Maps donde estaba el 7-elevan más cercano para comprar agua y, sorpresa, en la zona no había ninguna, el mes cercano estaba a 2 km, no me lo podía creer. Así que fui a una tienda de allí la estación y la botella de agua que al 7-elevan costaba 14 bates allí costaba 30. Cuando el vendedor ya la sacaba de la nevera para dársela le voy decir que no, que era el doble de frente. No sé si creen que para ser guiri también debes ser estúpido. La cara que puso una decía todo. Creo que era el primer turista al que no pudo timar y eso se le notaba. Así que fui por el mercado y sus alrededores y la única parada que vi que tenían agua me la vendían a 50 bates. Volví a decirle que ni en broma, siempre con una sonrisa por supuesto. No sé si estos precios eran porque esperan a que regatees o porque eres extranjero, en cualquier caso le dije que era carísimo y me fui. Pero la sed empezaba ya a ser importante en cuanto vista la situación decidí bajarme los pantalones y volver a la tienda de la estación y comprarla por 30 bates. Pero cuando iba vi que justo delante de la estación había más paradas, de hecho había pasado al llegar a la estación, donde vendían comida y agua. Cada botella 20 bates, esto ya lo encontré razonable, pues esta gente seguramente compra el agua al 7-elevan y algún beneficio deben sacarlo. Así que compré el agua y en la parada de al lado dos pinchos de carne de pollo rebozado por 10 bates cada uno. Perfecto. Por 40 bates ya había desayunado y bebido un litro de agua.

Además de quitarme el hambre y la sed, pude conectarme a una red wifi abierta que había en la misma estación de tren, por lo que la espera se hizo mucho más corta. Al cabo de una hora esperando, compré otra botella de agua y dos pinchos mas, esta vez de salchichas envueltas con algún tipo de pasta frita, muy buenos también, así que 40 bates mas y ya casi que había hecho el desayuno-almuerzo antes de las 3 horas y media de tren que tenía por delante. Todo esto me había salido mucho mejor de lo que esperaba y ahora estaba allí ya comiendo y conectado a Internet mirando correos, contestando Whatsapp’s y escribiendo el diario mientras esperaba el tren que debía llevarme a Kanchanaburi.

A las 13:10h llegaba el tren ya las 13:55h en punto ya salíamos hacia Kanchanaburi. El tren era igual que el que cogí para ir a Lopburi pero al menos ese día no hacía tanto calor. Las nubes hacían que al menos el sol no picara tanto a pesar de que hay mucho también del calor que hacía, pues la humedad siempre es muy alta y hace calor igual, pero al menos no quema como los días sin nub

El trayecto en ciertos puntos es entretenido ya que ves los pueblos y los paisajes con una vegetación exuberante, árboles que nunca has visto y granjas junto a la vía. Durante muchos tramos el tren no para de silbar debido a la proximidad de las casas y los niños jugando tan cerca, así como las vacas que supongo que ya estarán acostumbradas a que el tren les pase a un metro de distancia. Las estaciones son como las de Cataluña de hace 30 años, todavía con personal indicando en el tren cuando puede arrancar y tocando una campana 3 veces para avisar de que el tren marcha de la estación. Y mientras en Cataluña lo típico es ver a cantantes o músicos en los trenes, allí son vendedores de comida. Vienen de todo, desde bolsas de patatas a platos completos preparados por ellos mismos, pasando por frutas o bebidas. La polea de vendedores es constante y en cada parada suben y bajan.

Pasé todo el trayecto mirando los paisajes y escribiendo el diario. Hacia las 17h pasó el revisor avisando de que la próxima parada era Kanchanaburi, algo que me fue bien porque el GPS fallaba mucho. Ahora todavía no era consciente de ello pero eso acabaría siendo un gran problema mientras estaba en Tailandia. En Kanchanaburi bajó mucha gente, pues era uno de los destinos principales de cualquier turista aparte de locales.

La primera imagen de Kanchanaburi fue, lógicamente la estación, pero la segunda, cómo no, un mercado. Los mercados están en el ADN de los tailandeses. Los hay en todos los pueblos y todos los días. Éste ocupaba toda una plaza justo frente a la estación ya diferencia de otras donde básicamente se vende comida, en éste había muchas paradas de ropa.

En la misma estación había dos chicas de un servicio de turismo que no había visto en ninguna otra estación y que informaban a los turistas. Les pregunté si era Kanchanaburi ya que por culpa de los fallos del GPS quería asegurarme de haber bajado a la estación correcta. Me lo confirmaron y salí de la estación para ir hacia el hotel que había reservado, un hotel hecho sobre el propio río Kwai.

El pueblo de Kanchanaburi no se veía demasiado mayor, de hecho parecía que lo único que tenía era el famoso puente. Una carretera le cruzaba por la mitad dejando la estación a un lado y el resto del pueblo a otro, donde también estaba el río. El pueblo parecía poco más que una calle principal de un solo carril por sentido y de la que salían pequeñas callejuelas, casi ni asfaltadas y que muchas de ellas ya no llevaban a ninguna parte. El hotel estaba en una de esas callejuelas que terminaba en el mismo río.

El hotel estaba a poco más de 5 minutos andando, un hotel que me gustó por tener las habitaciones flotantes sobre el río y estar tan cerca de la estación. Llegué sin problemas aunque quedaba un poco escondido porque realmente está junto al río. Al llegar, ante todo, ya aluciné. Era un espacio abierto con una hilera de dos plantas con habitaciones que daban al patio y bajando unas escaleras se podían encontrar las habitaciones flotantes a las que se accedía por un pequeño puente, que literalmente te hacían ir hacia el centro del río. había 4 habitaciones mas pero ya flotantes sobre el agua.

Escuché que me saludaban porque iba un poco perdido y al girarme vi a dos chicas en una recepción. Hice el check-in y una de las chicas me acompañó hasta la habitación, bajando las escaleras hasta el mismo río, cruzando el puente para llegar a las habitaciones flotantes y dándome las llaves de la habitación número 3. dejar las cosas y lo primero que hice fue salir al balco a orillas del río para contemplar las vistas. Era impresionante, un pase. Todo el río enorme y tranquilo frente a mí y yo sentado en unos bancos en el balcón mientras toda la estructura se movía suavemente al ritmo que marcaba el río. Ya había visto en las fotos cómo era, por eso simplemente superaba mis expectativas. Eso si, por primera vez en todo el viaje, empezaba a ver mosquitos y guindillas de todo tipo, como era de esperar claro.

Me quedé allí un rato simplemente descansando ante ese paisaje único y feliz de haber llegado pronto teniendo en cuenta que pocas horas antes no tenía ni idea de los horarios del tren. Llegar a tu destino cuando todo es tan incierto es, si cabe, más emocionante todavía. Luego ya fui a dar una vuelta por Kanchanaburi. No llovía pero ya se veía una buena nube que no tenía nada de buena pinta. Eran las 17:30h pero ya tenía suficiente hambre casi para cenar ya que sólo había comido los 4 pinchos de carne en todo el día.

Primero fui a la estación de tren a buscar los horarios ya que en ese momento no sabía exactamente cómo llegar hasta el puente sobre el río Kwai que en principio estaba a 2 km del hotel pero que Google Maps me decía que estaba a 44 km y que se tenía que llegar en tren. Todo esto me estaba liando bastante.

Al llegar a la estación, el chico de la taquilla me dio un papel con los horarios y vi que había una estación que justamente se llamaba puente del río Kwai, pero que sólo estaba a 5 minutos de allí , por lo que no podía ser lo que decía Google Maps, pero a la vez tenía entendido que el tren ya no pasaba por ese puente, por lo que el lio era total y no podía preguntar demasiado porque el de la taquilla no sabía inglés y las chicas de turismo que había a su llegada, ya no estaban. En cualquier caso en ese momento no tenía intención de investigar aún sino que quería ir a dormir pronto, despertarme sobre las 3 de la madrugada y decidir que haría, ya que el primer tren hacia el puente salía a las 6 de la mañana .

Así que volví al mercado y le di una vuelta aprovechando también para buscar algún lugar ambulante donde cenar. Había varios pero uno me pareció muy bien, por los platos que tenían y por la mujer, que se la veía muy amable y servicial. Me explicó los dos tipos de platos que tenía enseñándome el tipo de comida que había en cada una de sus dos grandes ollas. Decidí que me quedaría allí y que comería lo que había en una de las ollas que parecía carne de cordero estofada con verduras y que lo acompañaría de los típicos fideos de arroz, todo ello en sopa y picante, como siempre. Lo preparó poniéndole muchas más cosas de las que pensaba, de hecho casi ni cabían en el plato, ya que además le puso otro tipo de fideos y más verduras, y todo ello por 40 bates, poco más de un euro.

Me lo comí allí mismo, pues tenía un par de mesas donde sentarme y donde estuve unos 30 minutos hasta que vi que los del mercado empezaban a recoger, pues ya parecía que antes que tarde empezaría a llover y con fuerza.

Eran poco mas de las 18h cuando me despedí de la mujer que fue muy amable, preguntándome si me había gustado y dándome las gracias en repetidas ocasiones. Era una de esas mujeres que inspiran mucha paz, tranquilidad y confianza.

Allí no había tantos 7-elevan, de hecho no vi ninguna, pero había otra tienda similar donde compré una botella de agua, y al salir empezó a llover, pero era una lluvia típica tropical . Durante dos minutos llovía poco, por lo que no aceleré el paso, pero de repente empezó a llover con una fuerza que hacía años que no veía, y no exagero nada. Unas gotas de agua grandes y mucha agua, en 3 segundos quedé empapado debiendo esconderme bajo los toldos de las tiendas por las que iba pasando, ya que a pesar de estar a 5 minutos del hotel habría llegado completamente empapado . Fue algo exagerado. Al menos se puso a llover cuando ya lo tenía todo hecho y sólo tenía intención de acostarse. Al llegar al hotel, con la cara que llevaba, la chica me miró como diciendo: «Si sí, así llueve aquí».

A las 18:30 ya lo tenía todo hecho. Me quedé un rato más en el balcón contemplando la lluvia cayendo sobre el río mientras se esconde el sol y ya todo quedaba parcialmente iluminado por las estrellas y alguna luz que se reflejaba sobre el río. Una vez en la cama y con la lluvia, el río estaba más movido y por tanto también la habitación, y nada mejor que dormir con un ligero movimiento de barco. Fue la mejor noche con diferencia de todo el viaje, además no hacía nada de calor. Sólo estaría allí una noche, pero me habría quedado una semana.

04/06/2019 Sexto día en Tailandia: Mercado sobre las vías del tren en Mae Klong

04/06/2019 Sexto día en Tailandia: Mercado sobre las vías del tren en Mae Klong

Me desperté sobre las 6 de la mañana para salir lo antes posible e ir a la ciudad de Mae Klong donde pasa un tren en medio del mercado de esta ciudad a unos 80 km de Bangkok. Es algo espectacular y único en el mundo, de hecho es una locura, pues la vía y el tren pasan literalmente por medio del mercado provocando que los vendedores incluso tengan que apartarse un poco.

Iría en minivan desde la estación de Mo Chit que quedaba al norte de Bangkok y bastante lejos del hotel pero era la más cercana desde donde salían hacia Mae Klong. No sabía los horarios ya que es difícil que Google u otras apps los tengan actualizados, pero en cualquier caso parecía salir cada dos horas ya las 10 era probable que saliera una. Tampoco sabía el horario de los trenes en Mae Klong por lo que quería salir lo antes posible y ya esperar allí en el mercado a que pasara. Todo ello muy incierto e imposible de planificar mejor.

Me duché y me tomé el café mientras escribía el periódico y miraba cómo llegar hasta Mo Chit, pues ya sólo llegar a la parada de minivanes era bastante complicado.

A las 7:30h bajé a la recepción a buscar la ropa que había dejado la noche anterior y que yo pensaba que estaría a las 7 de la mañana. Ademas ya no me quedaba ropa limpia. Pero el asombro fue cuando la chica de la recepción me dijo que era a las 19h, no a las 7h. De hecho al fijarme bien, sí que ponía a las 7pm. Ya me extrañaba que la tuvieran tan rápido. Así que a subir 5 pisos y ya empezar a sudar a ponerme la ropa del día anterior, con lo poco que me gusta después de haberla sudoroso y mas aún cuando el día que tengo por delante es largo e incierto. Además, no era adecuada para una salida como ésta, ya que era un pantalón corto sin bolsillos laterales y un polo poco transpirable.

A las 8h, con solo el móvil, tabaco y algo de dinero salí a buscar el bus que debía llevarme a Mo Chit desde donde salían las minivanes. Por suerte éste pasaba a 50 metros del hotel y ya me dejaría justo en Mo Chit. Sí, un trayecto de más de una hora y que podría hacer con tan sólo un bus y casi de puerta a puerta. Era la suerte de tener esa venida importante tan cerca del hotel, pues muchas líneas tenían parada.

El bus tardó unos 15 minutos en llegar tiempo suficiente para que ya empezara a sudar gracias a los 35°C y la humedad del 80℅ a pesar de ser las 8 de la mañana. El tema del calor era lo que más me costaba y no me acababa de acostumbrar.

Entre que el trayecto ya era largo de por sí y que además era hora punta, el bus tardó una hora y cuarto en llegar a Mo Chit, por lo que ya eran las 9:30 h. Eso sí, pude gozar del tráfico de Bangkok en hora punta. ¡Todo un espectáculo! Allí mismo donde me dejó el bus había un 7-elevan donde compré agua, sándwiches y crosanitos de frankfurt por si ya no tenía tiempo de comer en ninguna parte.

Luego ya fui al primer lugar donde vi vanos que era una especie de explanada de arena en la que había un montón de aparcadas. Un señor que estaba por allí me dijo algo que no terminé de entender, me pareció que me preguntaba si quería taxi y le dije que no para seguir hacia dónde iba. Más tarde me daría cuenta de que no me preguntaba esto. Pregunté a un conductor de una de las minivanes allí aparcadas, pero me hizo un gesto como diciendo que él no. Entendí que decía que no hablaba inglés o que él no iba a ninguna parte. Así que volví atrás, pues allí no se veía a nadie mas, y vi un parking mejor hecho con más vanos. Fui allá y el mismo señor de antes me volvió a hacer el mismo gesto y diciendo que por ahí no. El pobre hombre desde el principio me estaba intentando decir dónde debía ir para comprar el billete. Así que finalmente me fijé bien dónde me decía que fuera y efectivamente había incluso taquillas donde comprar los billetes. Estaba mucho mejor organizado de lo que pensaba, con taquillas y horarios fijos a diferencia de lo que había leído por Internet donde decían que era algo caótico y que salían cuando querían. Eso sí, eran diez taquillas y todos iban gritando para avisarle cuando salía cada van. Todo era un espectáculo y algo arcaico, pero más o menos funcionaba.

La minivan salía a las 10:20h, por lo que finalmente sólo debería esperar unos 30 minutos. Mucho mejor de lo que me esperaba. Salí fuera a comer los crosanitos ya fumar un pite hasta que a las 10:10h que volví a entrar y justo en ese momento la taquillera a la que le había comprado el billete me vio y me avisó personalmente de que ya podía ir en la puerta que daba al parking.

La minivan era de unas 10 plazas e iba prácticamente llena. Eso sí, éste sería el trayecto más cómodo que haría en la semana que traía de viaje. El aire acondicionado en Tailandia no tiene precio. De lo bien que estaba incluso dormí un poco, y mira que a mí me cuesta dormir durante un trayecto. La pasada noche no dormí 8 horas y eso lo noto mucho. Fueron casi dos horas de camino que me pasaron lo suficientemente rápido.

A las 12:30h llegábamos a Mae Klong donde también había una estación de minivans similar a la de Bangkok aunque algo más pequeña.

Al bajar de la minivan la hostia del calor fue monumental. Saqué el móvil y fui directamente hacia la estación de tren que estaba a unos 5 minutos andando, suficiente para empezar ya a sudar. Además el polo que llevaba no era el más adecuado por zonas con tanta humedad.

Por el camino, cómo no, pasé por un mercado. Ya no podía saber cuántos había visto en los 4 días que llevaba en Tailandia. De lejos ya pude ver el paso a nivel que había visto en vídeos y que separaba la estación de tren del inicio del mercado. Para ello todo más peligroso, el mercado, que ocupaba unas 3 calles, tenía a punta y punta un paso a nivel. Al llegar miré la vía y efectivamente, allí estaba, el mercado justo sobre la vía del tren y junto a la estación. ¡Impresionante!

Fue una de esas imágenes que no te esperas que sea tal cual te lo imaginas porque no puedes creer que sea tan heavy, pero sí, tal cual. Un montón de paradas, vendedores y clientes caminando por encima de la vía del tren, una vía totalmente operativa.

Para hacerlo todo más estrambótico, la estación de Mae Klong es destino final, por lo que cuando llega el tren atraviesa el mercado hasta la estación, se queda un rato y vuelve a salir atravesando el mercado de nuevo.

Aún no sabía los horarios del tren, pero como no había ningún tren en la estación era evidente que estaba por llegar, por lo que hice un primer pase por medio del mercado para ir hasta el final.

El mercado es sólo a lo largo de la vía y ocupa unos 150 metros de largo. Las paradas ponen cosas hasta tocar de los raíles a ambos lados, dejando sólo el pedazo entre los raíles de la vía para que pueda pasar la gente. Los toldos de los tenderetes llegaban a tocarse con los de la parada de enfrente, haciendo que no dé el sol pero provocando un efecto invernadero horroroso. De hecho no llegué hasta el final del mercado por dentro porque incluso me costaba respirar, debiendo salir de ahí abajo a medio camino.

En una de las paradas del mercado estaban colgados los horarios del tren. Había pasado uno hacía una hora y el próximo llegaba en dos horas, a las 14:30h, haciendo la salida de la estación a las 15:30h, por lo que decidí quedarme hasta las 15:30 y así ver tanto la llegada como la salida del tren atravesando el mercado dos veces.

Salí del mercado y di una pequeña vuelta por Mae Klong aunque no demasiado por el calor. Cuando encontraba un sitio con sombra y donde corría un poco de aire me quedaba un rato para respirar un poco. Iba comprando aguas al 7-elevan y media botella me la bebía y la otra media me la echaba por encima, al final ya sin miramientos, como si estuviera en la ducha.

Y entre esto e ir comiendo sandwiches del 7-eleven fui haciendo tiempo hasta las 14:15h que fui al inicio del mercado por donde llegaría el tren y avancé un poco hasta encontrar un buen sitio desde donde grabar , protegerme del tren y que se vieran bien las paradas. A diferencia de cuando había llegado, ahora estaba lleno de turistas también cogiendo posiciones, de hecho llegaban grupos enteros de tours ya organizados para ver lo que estaba a punto de ocurrir, sobre todo chinos o japoneses. Había decenas y todo empezaba a parecerme un poco peligroso, pues estaba a punto de pasar un tren por allí y había, literalmente, cientos de personas paseándose por encima de las vías.

Y a las 14:30 en punto, el momento esperado. Primero se escuchó una campana anunciando la llegada del tren, los tenderos empezaron a doblar los toldos y algunos a tapar el género que quedaba tocando en los raíles, otros lo apartaban, pero en cualquier caso, en un minuto la vía quedó completamente libre por donde podía pasar el tren justo. Se escuchó el silbato del tren ya más cerca de lo que pensaba y apareció tal cual allí en medio sin dejar ni un palmo a ambos lados, casi tocando las paradas. Me pareció que no avisaban con demasiado tiempo, pues desde que se escuchó la primera señal hasta que el tren ya se veía en medio del mercado no pasaron ni 2 minutos. hay que tener en cuenta que decenas de turistas perdidos debían apartarse. El tren iba al menos a 10 km/h, más rápido de lo que uno puede imaginar dadas las circunstancias.

Como era de esperar, muchos turistas tenían que correr porque allá donde estaban los atropellada el tren, literalmente, por eso yo me había situado en un punto donde podía echarme atrás ya que tenía un espacio vacío. Lo que no podía entender es cómo había tanta gente tan poco lista de pensar que el ancho del tren es como el ancho de las vías. La imagen era brutal. El tren pasando a medio palmo de la gente y por encima de las cajas de las paradas.

El tren tarda un minuto aproximadamente en pasar e inmediatamente después todos los vendedores vuelven a desplegar los toldos y en menos de 5 segundos el mercado vuelve a estar completamente operativo con gente de nuevo caminando por medio de los raíles. Hay que verla para creer.

Una vez llega a la estación, los típicos guiris subiéndose al tren para hacerse la foto y los locales siguiendo comprando como si nada hubiera pasado.

Hay que tener en cuenta que esta situación se da porque primero existió el mercado, no el tren. Este mercado está ahí desde 1905 hasta que en el 2005 les dijeron que lo movieran porque aquél era el único lugar por donde podía pasar la vía del tren sin tener que tirar ningún edificio. Los vendedores dijeron que no se marchaban de allí pero aún así la vía se empezó a hacer, supongo que esperando que una vez operativa se marcharan de allí. Pero una vez terminada la vía y el tren operativo todavía no se había podido llegar a ningún acuerdo con los vendedores por lo que se siguieron quedando con sus paradas donde siempre, ahora ya sobre la vía. Así que los del tren siguieron adelante y los vendedores siguieron en su sitio. Ahora cuando el tren pasa por ese tramo los vendedores se apartarte cuando pasa el tren pero sin mover el mercado de sitio que llevaba allí ya hacía un siglo. Y con el tiempo se ha convertido en una atracción turística aunque yo creo que tarde o temprano limitarán la afluencia de turistas porque sinceramente o vi algo peligroso, no por los locales, que saben perfectamente que deben hacer, sino por algunos turistas irresponsables que quieren la mejor foto y están a centímetros de ser embestidos por el tren.

Tenía que esperar una hora a la salida del tren de la estación para volver a ver el espectáculo, por lo que aproveché para ir hasta la terminal de minivanes a preguntar precios y horarios. Además quería saber el precio hasta la otra de las dos terminales de Bangkok porque quedaba más cerca de dónde estaba ahora y el trayecto era más barato aunque quedaba más lejos del hotel y no sabía cómo llegar. .

En esta terminal había 5 taquillas, más cutres que las de Bangkok, y pregunté a la primera que vi. La chica de la taquilla de al lado me llamó y me dijo a Mo Chit al escuchar que yo le decía ese nombre a la chica y que era de dónde venía y por el mismo precio que la ida, 100 bates. Le dije si estaba en Sai Tai, la otra terminal, a lo que me señaló la taquilla correspondiente. Allí pregunté el precio y eran 70 bates, por lo que no valía la pena ir hasta un sitio que no me conocería nada y que quedaba más lejos del hotel sólo por 30 bates. Volví a la primera para preguntar los horarios y me dijo en 20 minutos salía una y después cada 40 minutos, por lo que una saldría a las 15:40h, 10 minutos después de pasar el tren. Si todo iba bien aquélla me iba perfecto.

Por cierto la chica de la taquilla hacía mucha gracia como decía las cosas, todo el rato sonriendo como con una mezcla de alegría absoluta y cierto coqueteo. Y ya con toda la información necesaria volví hacia el mercado ya hacer tiempo hasta las 15:30h, buscando otro buen sitio desde el que poder grabar el tren pero ahora en dirección contraria.

A las 15:15h ya volvía a estar lleno de turistas cogiendo sitio, sobre todo japoneses o chinos, que ya existen por todas partes, y aunque no son maleducados, son tantos que ya empiezan a agobiar una poco. Justo a mi lado se puso una familia con dos niños donde el padre estaba más interesado que los propios niños en que salieran bien en la foto ante el tren, de hecho los niños ni querían, les daba miedo estar en medio de la vía cuando ya se veía el tren venir, pero papá insistía en que se pusieran para hacerles la foto.

Y como antes, toque de campana, silbato del tren, los tenderos recogiendo los toldos y los turistas como locos para conseguir la mejor foto. Realmente los vendedores deben estar algo cansados ​​ya de todo este espectáculo.

El tren pasó a la misma velocidad pero ahora iba lleno de japoneses que lo habían cogido en esa misma estación para también grabar desde dentro el propio tren, así que estábamos los de fuera grabando en el tren, y los de dentro del tren grabando a quienes estábamos fuera. Como antes, yo tenía mi espacio detrás para apartarme en el último momento, pero también como antes, los típicos listos que no saben que el tren es más ancho que las vías y se ven obligados a retroceder a toda prisa embistiendo a todos los que estábamos bien ubicados para no morir atropellados.

Y cuando ya pasó y los vendedores volvieron a desplegarlo todo, caminé por dentro del mercado, sobre las vías y casi persiguiendo el tren, hasta la estación y rápido hacia la terminal de minivanes, pues según mis cálculos en 5 minutos saldría una hacia Bangkok.

Llegué y fui a la taquilla que creía pero me confundí, cuando de repente, desde la taquilla de al lado me llaman. Era la chica de antes con la misma alegría de antes llamándome. La reconocí al momento, le dije Mo Chit, ella dijo 100 bates, le pregunté when, y ella dijo, now, now. Perfecto. Pagué y me señaló un chófer que estaba allí sentado y que ya se levantó al verme. Me dijo que le siguiera y cuando había andado dos metros me di cuenta de que con tanta prisa ni siquiera me había despedido de la taquillera, así que me giré y antes de que pudiera decir nada ella ya dijo un bye muy animado como todo en ella y diciendo adiós con la mano. Yo hice lo mismo mientras seguía media corriente tras el chófer. Cuanta alegría desprendía a aquella chica que a la vez contagiaba.

¡El chófer abrió la puerta de la minivan y sólo quedaba un lugar libre! Llegué justo a tiempo y cuando sólo quedaba una plaza. Lo malo que yo estaba suadísimo y los demás lo notarían sabiendo que era yo quien apestaba ese pudor, pero en fin, que quieren, allí es imposible no sudar y menos por un extranjero que no estamos tan acostumbrados.

Este trayecto fue algo más rápido que el de la ida. Eso sí, la entrada en Bangkok fue caótica con un tránsito exagerado, mucho más que lo que haya podido ver en cualquier ciudad europea. Las arterias de entrada tenían 5 o 6 carriles e incluso se creaban nuevos, pues muchos coches iban por los laterales haciendo que de los seis carriles se hicieran 7. Sin embargo la circulación en aquel tramo era muy lenta.

Hacia las 17h ya llegamos a Mo Chit, donde sólo bajamos 4 de los pasajeros. Pero el chófer no nos dejó justo en la terminal sino que nos dejó en plena calle a unos 30 minutos andando de la terminal. No sé si después seguía hasta la misma terminal o no, pero cuando vi en Google Maps que estábamos cerca le dije que yo también bajaba allí, pues no sabía hacia dónde iba después y teniendo en cuenta el poco inglés que sabía el chófer, por no decir nada, era imposible saberlo. Así que lo mejor era bajar allí y no arriesgarme a ir a papá a otro pueblo a o la otra punta de Bangkok.

Mirando Google Maps parecía estar más cerca de lo que realmente estaba. Al menos pasé por sitios que no había visto, como un parque infantil gigante y un mercado. Todo esto estaba bien pero después del día que llevaba se hacía un poco duro. Además, en ese momento todavía no tenía ni idea de si me costaría mucho o poco llegar hasta el hotel, pues una vez en la terminal tenía que coger al menos un bus que no tenía demasiado claro ni siquiera si pasaba por allí.

Teniendo en cuenta que eran poco más de las 17h pensaba que todavía podría hacer algo más esa tarde. Pero después de llegar pasadas las 17:30h a la terminal de autobuses para coger el mismo bus, el 3, que había cogido por la mañana para venir, éste tardó casi 45 minutos en llegar, por lo que ya eran las 18: 15h. Hacía ya más de una hora que había llegado a Bangkok y aún no había salido ni de la terminal. Al menos ya estaba seguro de que el bus 3 paraba en la terminal, pues de las varias paradas que tenía en una de ellas ponía claramente 3.

Y claro, ya era hora punta en Bangkok, así que el trayecto que en la ida había durado una hora y cuarto, ahora fueron dos. Sí, dos horas en autobús para realizar un trayecto de unos 8 km por medio de Bangkok, lo mismo que habría tardado caminando. A mí ya me estaba bien, pues realizar un trayecto en bus por Bangkok en hora punta considero que es una de las cosas que hay que hacer, es todo un espectáculo. Pero los demás, qué paciencia deben tener. Además el autobús estaba pulsado, al menos tenía 25 años, se calaba, se le apagaba el motor, cuando estaba en punto muerto parecía que fuera a charlar, era un desastre y muy difícil de conducir. Además, en este caso, era un chófer, y yo me hacía crees cómo podía cambiar aquellas marchas que sólo de ver ya se veía que costaba muchísimo. Todo ello sumado al calor que hacía y la contaminación de Bangkok ayudada por el humo de ese mismo bus que entraba todo por las ventanas abiertas y que hacía que en algunos momentos el aire fuera irrespirable. De hecho ya notaba que me picaba un poco la nariz de tantas partículas contaminadas que respiraba. No me extraña que tanta gente vaya con mascarilla.

Yo al menos pude ir sentado desde el principio y además en ventana, por lo que pude disfrutar de aquel trayecto que para los locales era algo horroroso a pasar lo más rápido posible pero que para mí era todo un espectáculo más que interesante .

Gracias a Google Maps pude seguir el trayecto que hacía el bus y decidir así cuándo bajar, pues no paró exactamente donde lo había cogido en la ida pero sí muy cerca. Además ya me conocía perfectamente todos los alrededores del hotel por lo que ya no había ningún problema para ir en autobús a cualquier lugar de Bangkok.

Finalmente llegaba a mi parada pasadas las 20h, cansado, sudado y debiendo preparar la maleta ya que al día siguiente se marchaba de aquel hotel, por lo que aprovechar la tarde para dar una vuelta por Bangkok ya lo había descartado. Compré una cerveza y comida para cenar en la habitación a un 7-elevan muy cerca del hotel y que me venía de camino y fui al hotel a hacer la maleta y sobre todo a buscar información de cómo ir a Kanchanaburi, la ciudad del famoso puente sobre el río Kwai y donde pasaría la siguiente noche en una habitación de madera construida sobre el mismo río. La verdad es que se me había hecho un poco tarde pero eso no dejaba de ser señal de que estaba aprovechando los días al máximo, pues ya no tenía tiempo de hacer la maleta y ver cómo ir a la siguiente ciudad. Si que sabía que podría ir en tren pero aún tenía que mirar desde qué estación cogerlo y cómo llegar.

Ahora sí que ya podía recoger la ropa que había dejado para lavar el día anterior a la recepción del mismo hotel. Estaba toda, que esto siempre es algo que preocupa. La maleta la hice bastante rápido teniendo en cuenta que era la primera vez que la tenía que hacer están completamente deshecha.

Sobre cómo ir a Kanchanaburi confirmé que el tren era la mejor opción tanto por proximidad con la estación de tren como por precio y porque no tardaba demasiado más que las minivanes mucho más caras. Según la información que encontré, la estación quedaba cerca del hotel aunque al otro lado del río, por lo que llegar se complicaba bastante pues puentes hay poquísimos y hay que cruzar en ferry. En cualquier caso también parecía que el ferry podría cogerlo casi a la misma altura donde estaba el hotel. Todo era algo complicado pero si era tal y como veía en las webs, podría ser más fácil de lo que parecía en un principio.

Después ya cené en la misma habitación mientras miraba el 324 y ya era la segunda noche que lo hacía y no estaba mal, así me ponía un poco al día de las noticias de casa. Y hacia las 23h a dormir pues la intención era despertarse a más tardar a las 8h.

03/06/2019 Lopburi, la ciudad de los monos

03/06/2019 Lopburi, la ciudad de los monos

A las 5 de la mañana me levantaba para prepararme para ir a Lopburi, la ciudad de los monos. Es una ciudad a unos 80 km de Bangkok a la que se puede ir en tren. El problema eran los horarios, pues no pasaban cada 10 minutos sino cada hora o mes, por lo que iría hasta allí y ya vería cuánto debería esperar. No tenía demasiado sentido intentar llegar cuando saliera uno porque en la estación tenía que llegar en bus y con todo no tenía ni idea de cuánto tardaría en llegar a la estación, que por cierto estaba bastante lejos, por lo que marcharía lo antes posible y ya está.

Me duché aprovechando que todavía todo el mundo estaba durmiendo, me preparé el café mientras escribía el periódico, miraba correos, Whatsapp’s, etc. ya las 8h salía del hotel con la mochila, batería externa, impermeable, agua y el móvil para ir a tomar el bus cerca de Saman Luang, la Corte Suprema de Tailandia y que fue casi lo primero que vi el primer día que estuve en Bangkok, pues es donde me dejó el bus que cogí para ir al hotel.

Ya sabía cómo ir hasta allí pero Moovit me indicaba un camino distinto. En vez de ir por las calles importantes como yo habría hecho, me proponía ir de por medio de las callejuelas peatonales que rodeaban la zona del hotel. Aquellas callejuelas ya me las conocía bastante por lo que decidí hacerle caso. Pero tan sólo llegar al final de la calle del hotel, Moovit me decía que siguiera recta pero allí delante de mí sólo veía una pared. Cuando estaba a punto de dejarlo e ir por el camino que me conocía, justo apareció una moto que parecía haber atravesado la pared. Había un pequeño espacio que quedaba escondido y que daba acceso al templo de justo enfrente del hotel y que yo veía desde la ventana de mi habitación. Nunca había entrado así que ya me sirvió para ver ese templo por dentro, y efectivamente se podía ir por allí y el camino era más corto. Como todos los templos era como un pueblo, con sus calles, señalizaciones, pasos de peatones y edificios.

Pocos metros después de salir del templo encontré un 7-elevan donde compré un agua y en unos 10 minutos más llegaba a la parada del bus frente a la Corte Suprema. Justo enfrente había un recinto donde parecía que estaban celebrando algún tipo de convención y desde donde empezaron a salir coches y furgonetas oficiales, al menos 30, con lo que parecían políticos y otras personalidades y mucha policía, incluso van cortar esa gran avenida unos minutos para que salieran todos los coches oficiales. Fue bastante espectacular. Éste eras otra ventaja de la ubicación del hotel, la proximidad con todos los edificios oficiales que provoca ver cosas como estas con frecuencia.

Al cabo de unos 15 minutos llegó el bus y en 20 minutos llegaba a la estación de tren de Hua Lamphong sin ningún problema gracias a que iba siguiendo todo el trayecto por Moovit. Por el camino cruzamos buena parte del barrio chino, barrio que tarde o temprano quería ver y que tener que ir hasta esta estación me serviría para después a la vuelta aprovechar para pasear un rato.

Al lado de la estación había otra que quedaba más cerca de la parada de bus y por tanto donde entré primero equivocadamente hasta que la chica de la taquilla me dijo que tenía que salir e ir a la de al lado. No la entendí demasiado por lo que primero di alguna vuelta por la estación hasta poder salir y por suerte cuando ya estaba fuera un taxista que me vio todo perdido mirando un cartel de la compañía de trenes me preguntó dónde iba. Era taxista y por tanto poco de fiar, pero aquél realmente sólo tenía ganas de ayudar. Le dije que iba a Lopburi y él me señaló la estación de tren que quedaba a pocos metros de allí. De hecho a la que acababa de entrar parecía el metro, pues las vías estaban enterradas, pero a la que me acercaba ahora las vías no lo estaban, señal de que efectivamente el tren pasaba por ahí.

Allí fui y compré el billete para el próximo tren. El señor de la taquilla no sabía inglés pero se hacía entender como la mayoría de tailandeses, pues tienen su voluntad. El precio me lo enseñó de la pantalla, la hora de salida me la señaló en el mismo billete y la vía me la dijo con los dedos, la vía 8. Así pues ya tenía el billete y toda la información que necesitaba para tomar el tren. Eso sí, el tren salía en una hora, a las 9:25, así que a hacer tiempo por allí. De hecho esto era algo que ya me imaginaba que me pasaría, pues la frecuencia de trenes es muy baja y yo no tenía ni idea de lo que tardaría en llegar a aquella estación, por lo que era inútil hacer previsión alguna. Lo importante era estar allí y que las 9:25 era una hora buena para iniciar el camino hacia Lopburi.

Aproveché para desayunar algo. Compré dos pinchos en un lugar ambulante dentro de la misma estación, uno de carne y otro de butifarra. La butifarra parecía de pollo y el otro ni idea. La mujer lo cortaba en trozos y lo ponía en una bolsa en salsa. Así que a las 9 de la mañana ya me había pegado un buen blando de carne.

Hacia las 9:10h después de haber desayunado y dado alguna vuelta por la estación, ya fui a la vía 8 donde ya estaba el tren esperando y subí. Mi primer tren de Tailandia. Era como me lo imaginaba, una carraca. El primer vagón era de camas y el resto de asientos normales. Había ventiladores por el techo pero el calor dentro era terrible, mucho más que fuera que ya era terrible. Me senté y en los 15 minutos que estuve allí antes de que arrancara el tren ya estaba totalmente sudado.

Empezaron a entrar vendedores ambulante tal y como ya había visto por latinoamérica, vendedores que irían subiendo y bajando del tren a lo largo de todo el trayecto y vendiendo todo tipo de comida y bebidas. ¡A las 9:30h arrancó el tren con una locomotora a gasoil! Parecía un camión poniendo la primera para subir una montaña, alucinando el ruido y la humareda que hacía eso.

Las primeras paradas todavía eran de Bangkok lo que me permitió ver algunas zonas más periféricas y por tanto bastante más pobres o dejadas. Barrios enteros a pie de vía e incluso mercados o gente sentada entre las vías. Muchos techos de algunas casas literalmente tocaban con el tren cuando éste pasaba.

Estas primeras paradas se hacían muy pesadas porque el tren estaba más rato parado que en marcha, y cuando estaba parado era horrible el calor que hacía, pues lo único que la calmaba un poco era el viento que entraba por las ventanas. Encima yo senté junto a donde venía el sol por lo que aquello era como un invernadero. A pesar de estar todas las ventanas abiertas y los ventiladores en marcha el aire era caliente y el calor por algunos momentos insoportable. Cuando paraba incluso me ponía de mala leche porque empezaba a sentir que me daría una lipotimia. Sinceramente éste va a ser uno de los trayectos más duros que he hecho, y no por incomodidad o largos tiempos, sino simplemente por el calor.

Las curiosidades eran muchas, entre ellas el hecho de que las puertas del tren no se cerraban en ningún momento y había gente que subía y bajaba del tren en marcha o por el lado que daba a la otra vía, cosas que en Europa nos parecerían simplemente impensables aquí eran habituales.

Al menos los paisajes eran muy bonitos y distintos a los que había visto hasta ahora. Grandes extensiones de prados, bosques, granjas a pie de vías y pueblos rurales a lo largo de kilómetros hasta llegar a las 3 horas y 15 minutos a Lopburi.

Lo primero que hice al llegar a Lopburi fue preguntarle a la chica de la taquilla a qué horas salían los trenes en Bangkok. Eran las 12:40h y me dijo que salía un ahora y el próximo a las 16h, que sería lo que iba a coger. Así que tenía unas 3 horas y media para dar vueltas entre monos. Si ya lo sé, serían en total 7 horas de viaje entre ida y vuelta por menos de 4 horas de estancia en el pueblo, pero es que los trayectos en tren son así. Además, el trayecto en tren es ya una aventura en sí mismo, por lo que vale la pena.

Lo siguiente fue comprar una botella de agua y un par de sandwiches a un 7-elevan justo al lado de la estación, de hecho fue lo primero que vi de Lopburi, un 7-elevan. Sí, aquí también había por todas partes. Y a continuación a andar por el pueblo sin rumbo fijo en busca de los monos.

Empecé caminando calle arriba desde la estación hasta que al cabo de 15 minutos de andar, sudar como un cerdo, acabarme ya el agua y sin ver ningún mono, se me ocurrió por fin leer las anotaciones que tenía sobre Lopburi, algo que evidentemente debería haber hecho antes, en el tren por ejemplo, ya que habría visto que ya tenía anotado dónde se concentraban los monos, que evidentemente no era hacia dónde iba sino en la zona donde había los escombros de un antiguo templo.

Fui hacia allí y antes de llegar ya encontré un mono caminando por la acera y otros dos sentados en la entrada de un banco bebiendo de un granizado. Me quedé allí un rato grabándolos sin saber que a los pocos minutos me encontraría con decenas. En cualquier caso aquella escena ya me dejó bastante perplejo. 3 monos sentados como si fueran personitas bebiendo de un vaso y rodeados de personas que caminaban por la acera o entraban y salían del banco sin inmutarse. Quedaba claro que en ese pueblo los humanos y los monos compartían el mismo espacio aparentemente en perfecta armonía.

Seguí caminando en dirección a los escombros y al llegar a la calle que ya daba al templo ya vi muchos más. De hecho, delante de mí quizá veía 20 caminando por la acera, subiendo por las paredes de los edificios, dentro de las tiendas,… Era muy exagerado y mucho más de lo que me esperaba.

Y todo ello fue a más hasta que casi delante del templo y en el mismo templo había ya cientos, muchos más monos que personas. Dentro de una tienda al menos había 20 y un montón por fuera buscando comida o bebiendo botellas de agua tal como si fueran personas. Era increíble e incluso hacía algo de angustia de ver a tantos. Pasé de pensar que no vería a ver decenas o cientos corriendo y trepando por todas partes.

Al ver que uno de ellos bebía de una botella dejé la que yo llevaba en el suelo para ver qué hacían. Al cabo de un minuto uno se acercó mirándome medio de reojo hasta que la cogió. Como estaba demasiado llena y pesaba mucho por él, primero la volcó bebiendo el agua de tierra y cuando ya no pesaba tanto se la acabó como bebería una persona. Impresionante la práctica que ya tenían y lo acostumbrados que estaban viviendo en un entorno completamente humano.

Después me acerqué al templo, que estaba al otro lado de la calle, donde había aún más. Iban locos con los turistas que les daban comida. Quise entrar en el recinto del templo pero tenía que pagar entrada y pasé, no valía demasiado la pena ya que desde fuera se veía perfectamente. Además, el interés que tenía en ese momento era ver a los monos.

Los habitantes de Lopburi parecían resignados a todo aquel panorama, aunque a muchos se les notaba claramente que estaban hartos de los monos. Sin ir más lejos la chica de la taquilla de los escombros, que de vez en cuando salía de su garita con una escoba para asustar a las decenas de monos que se acumulaban alrededor y por encima de la misma garita.

Otros subían por las bajantes de agua hasta los tejados a una velocidad impresionante. Aquella calle era de las cosas más raras que jamás había visto.

Cuando ya los había visto un rato fui a dar una vuelta por un mercado allí al lado bastante grande como tantos hay por Tailandia. El calor era sofocante y andar por allí con las ollas de las tiendas a pleno rendimiento se hacía insoportable. Tenía la intención de comprar algo de comida pero no vi nada que me convenciera, así que volví hacia el templo mientras por el camino me comía uno de los sándwiches del 7-elevan que llevaba. Nada más sacarlo de la mochila un mono ya se acercó e incluso parecía que en cualquier momento me fuera a saltar encima. Luego se acercó otro mayor que si que parecía que se me echaría encima por lo que le eché un pedazo del sándwich que se comió rápidamente. El otro al final no hizo nada. En ese momento entendí porqué la mayoría se concentraban en las inmediaciones de los escombros del templo. La mayoría de turistas acababan llegando al templo, y justamente son los turistas a los que más gracia les hace ver a los monos y quien más les da comida, por lo que los monos ya han aprendido que alrededor de los escombros del templo hay personas dispuestas a darles de comer, por eso sólo sacar el sándwich ya se acercaron, porque ya están acostumbrados a que allí la gente les dé comida.

Después de dar alguna vuelta más para cansarme bien en ver monos, ya fui tirando hacia la estación. Eran las 14:30h y apenas llevaba dos horas en Lopburi pero ya había visto suficientemente a los monos y al mercado. Además hacía un calor terrible como para seguir dando vueltas por el pueblo.

De camino a la estación primero vi a 3 monos peleándose sobre un andami mientras gente debajo sentada en las mesas de un restaurante sin hacer ni caso. Ibas caminando y te pasaban corriendo por el lado persiguiéndose unos a otros. Los turistas nos apartábamos cuando los vemos venir corriendo mientras que los locales ya no les hacían ningún caso. Y mientras seguía caminando vigilando que ningún mono me atropellara, de repente recibí un fuerte golpe en la espalda seguido de un pequeño grito. Me volví pensando que alguien me acababa de empujar sin saber porque pero al girarme no había nadie detrás, sólo un mono en el suelo quieto y mirándome. ¡El mono me acababa de intentar robar la mochila! Se me echó encima con toda la intención de llevarse la mochila y buscar comida, pues mientras con las piernas me empujó adelante, con las manos me estiró las correas de la mochila, demostrando que ya sabían cómo robar mochilas. Menos mal que la llevaba bien cogida porque sino seguramente me la habría quitado, y una vez te la toman ya la puedes dar por perdida a menos que se canse y la deje. Le hice un gesto amenazante para que no volviera y seguí caminando pero ahora mirando delante y detrás todo el rato. Una vendedora que lo había visto me dijo algo en Tai medio riendo. No entendí lo que decía pero seguramente sería algo tipo «ya no hacen tanta gracia ahora los monos ¿eh?»

A las 14:40h llegaba a la estación y compraba el billete. Ponía que el tren salía a las 14:39h, así que le pregunté al chico que me dijo que iba con retraso y que pasaba a las 16h, la hora en que me había dicho la chica al llegar. Eso sí son retrasos y el resto tonterías…

Así que tocaba esperar una hora larga en la estación de Lopburi bebiendo agua sin parar y estirando las piernas ya que supuestamente me pasaría 3 sentado. Grave error.

A las 16h llegó el tren, igual de carraca que el otro, y sorpresa… No había sitio para sentarse. Y además éramos unos cuantos que quedamos de pie, por lo que no tenía pinta de que pudiera sentarnos pronto. Cansado y pensando en las más de 3 horas que quedaban de trayecto busqué al menos algún lugar donde pudiera apoyarme que fue al comienzo de uno de los vagones donde había todavía un pedazo de pared sin ocupar.

Tenía la esperanza de que en las próximas paradas bajara bastante gente, pero pese a bajar no eran suficientes como para que pudiera sentarse. Yo por lo menos estaba en un lugar donde podía apoyarme, pues había pasajeros en medio del pasillo donde aún cansaba mas.

Al cabo de una hora de trayecto decidí sentarme al suelo porque ya no podía más. Aproveché que en uno de los extremos del vagón lo había una zona con un fregadero por lo que había más espacio libre en el suelo para sentarse. Era muy incómodo, evidentemente, pero por lo menos podía descansar un poco las piernas.

Y al cabo de 30 minutos de estar allí tierra sentado fui a sentarme a las escaleras del tren, las de bajar. Y si, como ya he dicho antes, las puertas quedan siempre abiertas. Así que estaba con el tren en marcha sentado en las escaleras del tren y con las puertas abiertas. En la puerta de enfrente también había un chico sentado de manera aún más imprudente, pues yo al menos estaba bien sentado y bien cogido, aquél estaba como si estuviera sentado en el taburete de un bar. Aquello hizo que ahora si fuera más cómodo y que viera el paisaje mejor que nadie. Además parecía que sentarme allí era lo más normal del mundo, pues nadie me miró y el revisor no dijo nada. Sólo por eso ya valía la pena el viaje en tren. Un espectáculo ya imposible de ver en cualquier sitio de Europa.

Y así ir haciendo tiempo hasta que cuando llevábamos dos horas y media ya había bajado suficiente gente como para quedar asientos libres por lo que por fin pude sentarme en un asiento normal ya hasta Bangkok. Una mujer que estaba sentada frente a mí me preguntó de dónde estaba. No deja de ser curioso por un lado que sea tan claro que eres de fuera y por otro que seas un turista. No habrá demasiada gente de aspecto europeo viviendo en Tailandia. Cuando te ven todo el mundo sabe que eres de fuera y que estás de viaje y muchos se interesan por saber de dónde eres y cómo va tu viaje. Los tailandeses son muy abiertos y curiosos.

Ya entrando en Bangkok empezó a llover. Pasábamos por la zona periférica en la que se podían ver aquellos barrios literalmente a pie de vías. Decenas de casas tan cerca de la vía que el tren tenía que aminorar la marcha para no llevarse a nadie por delante. Todo ello hacía que el tramo final del trayecto fuera muy lento tal y como ya había estado en la ida.

A las 19:15h llegábamos a la estación de Hua Lamphong de Bangkok, la misma desde la que había salido, y llegaba la parte complicada del día, volver al hotel en transporte público y sin Moovit, pues sin internet no se puede utilizar.

Fui hasta la parada donde me había dejado el bus en la ida pero al otro lado de la calle para buscar la parada que hiciera el trayecto de regreso utilizando la misma línea de bus. Me costó cruzar aquella gran avenida pero una vez conseguido, siguiendo los locales, la encontré bastante rápido. Pero después de esperar casi 30 minutos y que no pasara ningún bus de la línea que esperaba, decidí ir andando, pues era más o menos factible y tampoco estaba seguro de que acabara pasando el bus que esperaba. Eran unos 4 km por lo que tardaría una hora aproximadamente y además pasaría, como había visto en la ida, por medio de Chinatown y así ya de paso hacía una pequeña visita a este barrio que tarde o temprano quería ver.

Aunque ya estaba oscuro la visita estuvo bastante bien gracias a que todavía había vendedores de todo tipo por la calle y todas las tiendas estaban abiertas. Es increíble los chinos como hacen su propio barrio en cualquier ciudad, pues en ese barrio sólo se veían chinos y todos los carteles estaban en chino. Además vi una de las famosas casas de algún clan que por lo que se ve hay más de uno.

En cada esquina había vendedores ambulantes vendiendo todo tipo de falsificaciones tal y como ya había leído y de hecho como en la mayoría de Chinatowns. Se vendían desde relojes hasta móviles pasando por ropa o bolsos. Todo lo que quisieras lo podías encontrar en ese barrio.

A pesar de ser las 20h el bochorno era increíble. Daba igual lo oscuro que fuera, hacía calor igual y no podía parar de sudar. Entré en un 7-elevan a comprar una botella de agua que me terminé antes de llegar al hotel. ya ni sabía cuántos litros de agua bebía al día. Un montón.

El camino hasta el hotel no se me hizo tan largo como pensaba en un principio. De hecho, justo después de cruzar Chinatown ya entré en la zona que me conocía un poco más cercana a Suanam Luang y el Gran Palau. Aquella zona ya me la conocía por lo que ni me hizo falta ir mirando Google Maps. Llega esta hora también me permitió ver todos estos edificios oficiales totalmente iluminados, así como el río que los rodea, haciendo que la zona parezca otra completamente y que tenga un encanto especial.

Pasé por algunas callejuelas un poco chunguillos pero con poco miedo, pues Bangkok ya me había demostrado que no era una ciudad peligrosa. De todas formas cuando llegué a esa zona mucho más vigilada, incluso por militares, fui más tranquilo haciendo fotos en todos los edificios iluminados.

Hacia las 21h llegaba al hotel caminando por las calles peatonales de alrededor ya sin ningún problema. Esa misma noche tenía que dejar la ropa en alguna lavandería ya que no me quedaba ropa limpia y al cabo de 2 días se marchaba a Kanchanaburi. Fui a una que había visto por Internet que era selfservice y costaba 10 bates el kilo, unos 0,30€. Así que me duché con agua bien fría, me puse el último polo limpio que me quedaba y fui allá con toda la ropa. Era casi junto a Khao San Road y por tanto muy cerca del hotel y de toda la fiesta. Pero cuando llegué comprobé que al menos se tenían que pagar 9kg y que además se tenía que pagar en monedas de 10 bates que no tenía y la máquina que había de cambio tampoco tenía. Allí también había un chino muy enfadado por el mismo motivo.

Primero pensaba que aunque llevara sólo dos kilos de ropa me cobrarían 20 bates, así que fui allá donde estaba la zona de Khao San y compré dos pinchos de calamares en un lugar ambulante que estaban muy buenos y que todavía no había probado. Le dije al vendedor que me diera dos monedas de 10 bates y volví a la lavandería. Con todo esto ya estaba sudando otra vez y no hacía ni 20 minutos que me había duchado y puesto el último polo limpio.

Pero cuando llegué vi que tenía que poner, en este caso, 11 monedas de 10 bates, pues sólo quedaban libres lavadoras de 14kg que eran más caras y se tenían que pagar 110 bates fuera la cantidad que fuera de ropa . Ya más cabreado que el chino, me fui sin lavar la ropa.

Al menos ese paseo me sirvió para ver la calle paralela a Khao San que todavía no había visto y era también bastante interesante. También con restaurantes para guiris pero con muchos sitios ambulante que es lo que me gusta a mí. En total, alrededor del hotel había al menos 3 o 4 manzanas dedicadas sólo a la fiesta ya la comida.

Volví hacia la calle del hotel donde había visto una lavandería, pero el precio eran 35 bats por kilo, no demasiado menos que en mi hotel que eran 50, así que finalmente, por la poca diferencia de precio y la comodidad, preferí dejar la ropa en la lavandería de mi hotel. Como curiosidad, antes de llegar al hotel, el RRPP del restaurante de al lado dijo «amigo» dirigiéndose a mí. Me giré pensando cómo había deducido que era español pero me preguntó: «¿Italiano? «, a lo que respondí que no. Pero entendí que en italiano quizás también dicen amigo y que por la cara se nos ve que somos, al menos, del sur de Europa.

La chica que había en recepción diría que era la primera vez que la veía pero era la más amable y extrovertida. Le dejé la ropa y entendí que estaría para el día siguiente a las 7am, cosa que me extrañó porque ya eran casi las 22:30h. En cualquier caso la dejé y fui a comprar algo más para comer.

Para terminar de cenar decidí ir de compras pasta deshidratada y algún sándwich al 7-elevan que había a 30 metros del hotel y comer en la habitación mientras miraba el 324 por Internet. Además aún tenía que mirar cómo organizar bien al día siguiente ya que quería ir al mercado sobre las vías del tren de Mae Klong.

Mae Klong es una ciudad a poco más de 100 km de Bangkok y donde se construyó una vía de tren en medio de un mercado. Ni los del mercado ni los del tren claudicaron así que en la actualidad el tren pasa, literalmente, por medio del mercado. Es de lo más increíble que he visto nunca.

Y ahora eran las 22:30h y aún tenía que cenar y mirar cómo ir hasta allí después del largo día que había pasado.

Después de mirar todas las opciones, la que me pareció más viable era la de ir en una minivan, que no era la opción más barata, 100 bates, pero que al final no son ni 3€ por 2 horas de camino. En cuanto a la relación comodidad/precio, ésta era la mejor y de lejos, ya que en tren podría ahorrarme algo pero el problema eran los pocos trenes que pasaban.

El problema principal, fuera como fuese, era saber los horarios del tren que pasa por el mercado de Mae Klong, pues sólo pasaban 4 o 5 al día, por lo que decidí salir lo antes posible del hotel y ver que ocurría. Además tampoco podía saber el horario de las minivanes, otro motivo para presentarme lo antes posible.

Así que cené la pasta y los sandwiches ya las 23:30h ya estaba durmiendo.

02/06/2019 Cuarto día en Bangkok: Phra Sumen Fort y Wat Bowonniwetwiharn Ratchaworawiharn

02/06/2019 Cuarto día en Bangkok: Phra Sumen Fort y Wat Bowonniwetwiharn Ratchaworawiharn

Este día me desperté casi a las 13h ya que el día anterior, aunque a la 1 de la noche ya llegaba al hotel, debido a que había hecho siesta muy tarde, hasta las 4 no voy acostarse. Llevaba 3 días en Tailandia y aún no me había recuperado del jet lag, seguía con los horarios descontrolados.

Como cada mañana me duché, tomé un café allí mismo en la habitación y escribí el periódico un rato. Luego preparé una pequeña ruta con algunos sitios a visitar allí cerca de los que ya tenía guardados en Google Maps. Los sitios que quería ver ya los tenía decididos antes de iniciar el viaje, pero no qué haría todos los días, y eso es lo que miraba antes de salir del hotel.

Hacia las 16:30h salía del hotel con la intención de ir a ver el centro comercial New World, abandonado antes de abrirse al público por no cumplir con la normativa municipal. Este cierre incluso antes de terminarse, hizo que con el tiempo y la lluvia se fuera inundando. Debido al agua acumulada y estancada, la cantidad de mosquitos en la zona aumentó hasta tal punto que era muy peligroso vivir cerca debido a las numerosas enfermedades que pueden transmitir. Para solucionarlo, los vecinos decidieron llenar el agua acumulada de peces. Ahora es un centro comercial inacabado, tapiado, abandonado, lleno de agua y lleno de peces.

Salí del hotel y de camino tenía que pasar por delante de Phra Sumen Fort, un parque casi junto al hotel y que da justo al río. Gran error, porque cuando estaba allí haciendo unas fotos en el parque y en el río, un gay se acercó y me preguntó de dónde estaba. No pensaba que fuera a más, pues mucha gente me preguntaba de dónde estaba, pero a él ya le sirvió para decirme si quería que me enseñara algún paseo y algún templo. No reaccioné a tiempo y antes de darme cuenta ya estaba caminando con el gay en dirección al templo Wat Bowonniwetwiharn Ratchaworawiharn, también muy cerca de allí. Evidentemente, como siempre, yo iba atento a todo, a cualquier movimiento, solicitud de dinero, etc. Pero lo cierto es que el gay sólo quería pasar un rato conmigo porque supongo que le había gustado y, comprobar también supongo, si yo también era gay y así ya triunfaba. Además era muy amable y hablaba bien el inglés por lo que me sirvió de guía improvisado.

Salimos del parque, cruzamos la calle importante que quedaba cerca del hotel y subimos por una calle nueva para mí. Mientras íbamos por la calle, me preguntó un poco sobre el viaje, de dónde venía, etc. Cuando decía a alguien que apenas comenzaba una vuelta al donde de 3 meses se quedaban bastante sorprendidos y eso hacía que aumentara su curiosidad y quisieran saber más. Yo también aproveché para preguntarle algunas cosas prácticas, como cuáles eran los mejores sitios para comer, si era seguro ir por la calle de noche, cómo moverme, etc. Cosas que ya mas o menos sabía pero empleó bien que algún local te dé algún consejo.

Al cabo de 5 minutos de andar llegamos al templo que quería enseñarme y que quedaba muy cerca del hotel, de hecho probablemente ya había pasado por delante en algún momento. Ir con él me fue muy útil para ver todo el templo por dentro, pues cuando iba solo me hacía algo de pasearme por allí haciendo fotos mientras los locales rezaban. De todas formas no pasaba nada, pues estaban más que acostumbrados a ver turistas haciendo fotos. Además, me daba la sensación de que a los monjes les gustaba que los turistas mostráramos interés por los templos.

Como en casi todos, antes de entrar en el edificio religioso, tuvimos que quitarnos los zapatos, bueno, las chancletas. Entramos y nos pusimos unos segundos en el lugar donde la gente rezaba, allí arrodillados y mirando al buda con las palmas de las manos unidas. La situación no dejaba de ser un poco extraña, allí arrodillado ante un buda haciendo como si rezase y con un gay que acababa de conocer al lado…

El buda era muy grande y dorado. El gay se hizo además unas reverencias que yo ya no hice. Los tailandeses son muy creyentes y la religión forma parte de su vida pero de forma más natural. Los monjes son personas muy agradables y que no parece que juzguen a nadie, pues es normal ver un travesti dentro de un templo rezando, cosa que no me imagino en una iglesia católica.

Después caminamos un buen rato por todo el recinto, que como todos es enorme, haciendo fotos y observando un poco la vida de los monjes que viven allí, pues los templos no dejan de ser como pueblecitos en la ciudad con sus casas y sus calles donde viven los monjes.

Con todo ello, casi estuvimos una hora y media juntos. Al salir del templo me dijo que andar por no sé dónde pero entonces si que ya le solté una excusa que ya me había pensado, porque sino si que tarde o temprano me habría dicho que ir a su casa , pues el tío no paraba de mirarme y ya empezaba a sentirme un poco incómodo. Le dije que al día siguiente tenía que levantarme muy pronto para marcharme y que aún tenía que preparar la maleta. Nos despedimos y aquí no ha pasado nada.

A continuación, fui a donde quería ir desde el principio, al centro comercial abandonado. Antes pero tenía que ubicarme un poco, pues con las vueltas que habíamos dado ya me había perdido. El chico me había indicado la dirección del hotel y fui caminando hacia allí a la vez que miraba a Google Maps cómo ir hasta el centro comercial abandonado. Pero al estar encerrado desde hacía tiempo, era complicado encontrarlo. Google Maps me indicaba otro sitio, que aunque cerca, o era exactamente el centro comercial, sino que parecía un complejo de oficinas o apartamentos.

Finalmente, paseando un poco por la zona y cruzando, como siempre, mercadillos, vi lo que parecía la fachada del centro comercial. Menos mal que había visto fotos por Internet y lo pude reconocer. Pero una vez delante de la fachada no supe por dónde entrar para ver a los peces. estaba todo completamente tapiado y tiene edificios colindantes por todos lados, por lo que no sé si realmente si puede entrar fácilmente. En cualquier caso allí había un mercado muy auténtico que junto a los edificios tan degradados de la zona y el propio centro comercial abandonado, hicieron que la visita valiera la pena a pesar de no ver a los famosos peces. Callejuelas de un metro de ancho que se adentraban en medio de los edificios, oscuros, sucios, con olores de todo tipo y que me recordaban en la peli de Resacón. De hecho, en un momento determinado y tratando de encontrar alguna entrada en el centro comercial, me adentré por una de esas callejuelas que no parecía que llevaran a ninguna parte hasta que unos locales que había se me quedaron mirando y haciendo algún gesto, a lo que entendí que estaba entrando en alguna propiedad privada. La cara que hacían era de estupefacción total sin entender qué podía estar buscando un turista en ese agujero.

Después de pasear un rato por zona desconocida de Bangkok y cuando ya empezaba a oscurecer, hacia las 19h, volví al hotel para ducharme, pues 3 horas caminando hacían que acabaras sudado como un pollo. En menos de 4 días me había duchado más de 10 veces.

Hacia las 20h volvía a salir a dar a una vuelta por las inmediaciones del hotel aprovechando que estaba en una de las zonas más animadas de Bangkok. Primero fui a cenar al lugar ambulante frente al hotel, justo en la esquina entre la calle peatonal del hotel y la calle importante y que cada día era diferente, quien primero llegaba primero se ponía, supongo. Aunque realmente era el almuerzo, pues ese día me había despertado muy tarde todavía afectado por el jet lag y éste era la segunda comida que hacía en el día después del desayuno de las 7 de la mañana, aunque mas que desayunar eso ya era un desayuno-almuerzo.

Esta vez había una mujer mayor con su hijo transexual que hablaba inglés perfectamente por lo que pedir fue mucho más fácil que en otras ocasiones. Vi que estaba preparando un plato para una chica y le pregunté cuánto costaba, a lo que respondió 50 bates y yo que también me preparara uno. De hecho, primero me ofreció unas aletas de pollo pensando quizás que sería más adecuado para un turista poco acostumbrado a la cocina tailandesa, pero yo quería probarlo todo en cuanto pedí lo mismo que la chica tailandesa sin tener ni idea de lo que era . La chica me preguntó si me gustaba el picante porque lo que estaba pidiendo lo era, quizá por eso de entrada no me lo ofrecieron. Yo dije que sí pero que poco, pues todavía estaba escarmentado de la cena del día anterior.

Me lo comí allí mismo frente al puesto ambulante sentado en una escalera de un banco como buen local y al terminar fui por la zona de Khao San Road y las calles de al lado donde la animación es total. De hecho no hacía falta que caminara demasiado ya que en la misma calle del hotel y todos los adyacentes la animación ya era total. No tabique eran todas calles sólo peatonales con un montón de locales y restaurantes para guiris. Evidentemente yo en estos restaurantes no entraba, me parecían no sólo una estafa sino una tontería, pues ir hasta Tailandia para comer en un restaurante italiano con precios europeos era algo que no podía entender. Yo prefería los puestos ambulante que por aquellas calles había, literalmente, decenas y donde en uno de ellos compré una especie de patatas con quesos y salsas y algo picante como todo. Realmente muy bueno. Venían todo tipo de comida y la verdad es que costaba decidirse.

En estas calles había tenderetes de todo tipo, pero los que más me sorprendieron fueron los que vendían sólo alcohol. Al lado de una tienda de ropa te podías encontrar una que vendía todo tipo de cervezas, whiskys, ginebras, etc. Podías comprar un cubata e ir por la calle con el cubata en la mano sin ningún problema, pues era lo más habitual ver a turistas y locales en aquellas calles bebiendo por la calle. No sé si en todo Bangkok la normativa respecto al alcohol era tan laxa o sólo era en esa zona por la cantidad de turistas que había, en cualquier caso estaba totalmente permitido. Eso sí, que no te vieran con un puerro porque acababas en prisión.

En una de estas paradas pedí un whisky por 150 bates, unos 4€. Seguramente en algún lugar más dirigido a los locales lo habría encontrado más barato pero en cualquier caso era más barato que en Barcelona por lo que no lo pensé demasiado. Prefería ir a locales donde no hubiera tantos turistas como en esos callejones, pero aquí me quedaba tan cerca del hotel que era una gran ventaja a pesar de los guiris. Además, en Khao San Road había guiris pero también muchos locales, sobre todo muchas locales, supongo que ya con la intención de conocer a algún turista.

Y con el cubata en la mano fui hacia Khao San Road donde fui de local en local quedándome a bailar un rato allá donde escuchaba una canción que me gustara, que la verdad es que era en muchos. La música que ponían por lo general estaba muy bien, la mayoría techno y en otras música más comercial.

Hacia las 23h ya decidí volver al hotel a dormir ya que al día siguiente quería despertarme pronto para ir hacia Lopburi, el pueblo de los monos donde hay cientos dando vueltas por las calles. Además, por fin parecía que podría enganchar el horario normal, aunque hay que decir que lo que había hecho hasta entonces no me había ido mal porque dormía en las horas de más calor del día, cuando salir a la calle se hacía realmente muy difícil.

01/06/2019 Tercer día en Bangkok: Isla de Bang Kachao y Nana Plaza

01/06/2019 Tercer día en Bangkok: Isla de Bang Kachao y Nana Plaza

A las 8 de la mañana me despertaba habiendo dormido sólo 6 horas aunque realmente ya no tenía más sueño, pues el día anterior me había despertado casi a las 17h, por lo que todavía me estaba adaptando al nuevo horario.

Me preparé el café allí en la habitación mientras preparaba mi ruta para el día. La intención era ir hasta la isla de Bang Kachao que contiene el mayor oasis urbano de Asia. Y por extraño que parezca, ese oasis e isla están en medio de Bangkok.

Una vez hecho el itinerario escribí un rato el diario y miré algunos correos. Después a ducharme y prepararme para irme hacia las 11 de la mañana. A esas horas ya había más gente dando vueltas pero aún así nunca encontraba cola en los lavabos o las duchas.

De momento, para llevar pocos desde viaje, por las mañanas sólo les dedicaba a escribir el diario, anotar gastos en el archivo Excel y mirar qué bus coger para ir a donde quería ir.

A las 11h salía del hotel para ir a buscar el autobús que me llevaría a la isla Bang Kachao y que estaba a sólo un par de calles. De hecho estaba entre el ya conocido Khao San Road y la zona de calles peatonales que había alrededor del hotel. Aquella calle era algo caótica justamente por estar tan cerca de Khao San, con muchos coches y sobre todo taxis allí parados. Busqué algo de sombra y a esperar. Por suerte el bus llegó en pocos minutos y la chica me confirmó que iba a donde quería, que estaba casi en la entrada de la isla. El trayecto era bastante largo, lo que sumado al tráfico terrible que hay siempre, hizo que tardáramos una hora en llegar. Estos trayectos, cuando es la primera vez que los hago, no me importan nada por largos que sean, pues te permiten ver la ciudad y lugares que de otra forma seguramente no acabarías viendo. Además, contemplar el tráfico de Bangkok desde dentro de un bus es todo un espectáculo.

La isla Bang Kachao está formada debido a un meandro que hace el río y que por la parte más cerrada del meandro hay un canal que ha provocado que quede una isla. Por lo que, literalmente, la isla es el resultado de una curva que hace uno de los ríos que cruza Bangkok, por lo que ésta queda en medio de la ciudad. Es curioso.

El bus me dejó casi en la entrada de la isla, es decir, antes de tener que cruzar el pequeño canal que unía el río que formaba la isla. Desde allí debía andar unos 5 o 10 minutos para llegar al puente, cruzarlo y entrar ya en la isla.

Pero antes de cruzar el puente busqué algún sitio para desayunar aunque ya eran las 12 pasadas. De hecho, como salía del hotel unas 3 horas después de despertarme, y para mí estos desayunos eran demasiados, ya hacía una especie de desayuno-comida. Por la zona había muchos sitios ambulante y restaurantes. Mis criterios para decidirme eran, que tuviera clientes locales, que estuviera lleno y tuviera precios a la vista. Con estos 3 puntos ya puedes estar seguro de que el sitio es bueno y seguramente barato.

Después de ver unos pocos, vi a uno que reunía las condiciones que buscaba y tenía sitio para sentarse. Al acercarme el chico me invitó a entrar algo que hice. Era un restaurante familiar en el que los padres no hablaban inglés pero el hijo sí. Me explicó que debía decidir por un lado la pasta y por otro la carne, así que fui a mirar a mi madre que estaba haciendo la comida y elegí unos fideos de arroz y unas bolas de carne que no sabía bien de que eran pero tenían buena pinta. Me lo sirvieron todo en una sopa por lo que cogí una cuchara, pero el chico me dijo que mejor con los palos, y tenía razón, los fideos no se podían coger con la cuchara. Me ofreció un tenedor para ser europeo pero le dije que no, que prefería los palos, a lo que él asintió con la cabeza acompañado de un gesto queriendo decir que mucho mejor con los palos. Todos eran muy amables como de momento todo el mundo en Tailandia y siempre con una sonrisa en su cara.

La sopa con los fideos y la carne estaba muy buena y picaba mucho, como todo en Tailandia, algo que ya me hizo sudar antes de empezar la gran caminata. De hecho ya estaba sudando del calor insoportable que hacía, pero esa sopa caliente y picante hizo que sudara el doble. El precio de la comida más un agua fue de 37 bates, 1€, la comida más barata hasta entonces, probablemente porque ya estaba lejos del centro. Me despedí de toda la familia dando las gracias y bajando la cabeza, como ellos. Ya empezaba a imitar sus gestos. Esto es Tailandia, amabilidad y sonrisas continuamente.

Al salir del restaurante tuve que andar unos 5 minutos más hasta llegar al puente que cruzaba el canal y te dejaba ya en la isla. El puente era peatonal y vehículos y era más largo de lo que creía. De hecho, tanto el río como el canal que rodean la isla son muy anchos, por lo que el puente era larguísimo, y cruzarlo sin sombra alguna, era más complicado de lo que parecía.

En cuanto cruzas el puente y pisas la isla, ya te das cuenta del cambio. Hacía 5 minutos que caminabas por Bangkok con todo lo que esto representa, y sólo cruzar un puente parece que seas realmente en una isla lejos de Bangkok, pues los edificios desaparecen para pasar a ver casitas, muchas de madera, sobre canales y marismas, todo rodeado de árboles, plantas y pájaros. A pesar de ser físicamente en medio de Bangkok y con un acceso tan fácil desde la ciudad, cualquiera pensaría que aquella isla está perdida en medio del mar por la falta de servicios e infraestructuras, pues ni siquiera tiene una red de carreteras decente. Ese cambio, incluso cultural, me sorprendió mucho. Allí la vida parecía detenerse y el tráfico loco de Bangkok había desaparecido.

Empecé a caminar con la intención de encontrar un alquiler de bicis, pero fui haciendo y no había ninguna, sólo motos. De hecho, locales de alquiler de motos había uno cada 20 metros. Iba en dirección al mercado flotante que estaba a una hora y media andando desde la entrada a la isla. Hacía mucho calor como siempre y no me veía capaz de andar tanto. Pero fui haciendo sin encontrar ningún sitio donde alquilaran bicis.

Sólo había una pequeña carretera asfaltada en toda la isla y que era la que seguía al cruzar el puente de entrada. Conforme iba avanzando por la pequeña carretera, el cambio era cada vez más impresionante. Estaba en medio de Bangkok pero eso ya parecía un pueblo rural perdido por Tailandia. Nada de edificios altos ni grandes carreteras, sólo casitas de madera y calles de arena, todo ello construido sobre el agua, pues donde no había casas había agua. No tabique estaba en el mayor oasis urbano de Asia.

El camino que iba a hacer era largo, de unos 7 km, y no encontraba ningún alquiler de bicis. Además tenía que caminar por la orilla de la misma carretera, compartiendo espacio con motos y bicis, pues en ningún tramo había una acera peatonal. Por lo menos el camino era entretenido debido al estilo de vida de aquella isla. Me hacía mucha gracia ver cómo los habitantes hacían toda su vida allá dentro, yendo a comprar a pequeños sitios ambulante o incluso en algún 7-elevan (si, aquí también había). Yo compré un par de botellas de agua en el primero que encontré, de las cuales una me la vi casi de un trago y el otro me eché la mitad por encima para no morir de uno golpe de calor.

Al cabo de casi una hora, tuve que salir de la carretera para entrar en una carretera secundaria. Ésta todavía estaba asfaltada aunque apenas tenía un carril. Por cierto, que me pasé unos 15 metros y eso que llevaba una hora andando… Hacía tanto calor que ya andaba por inercia.

Y haciendo camino sin pensar demasiado finalmente llegué, al cabo de una hora y media, al mercado flotante de Bang Kachao, un mercado muy grande construido sobre plataformas en el agua. Como en el resto de la isla, donde no había tienda había agua. Plataformas, puentes de madera y barcas es lo que conformaba este mercado tan curioso y mucho mayor de lo que me esperaba, con tiendas de todo tipo e incluso restaurantes bastante grandes. De hecho, al menos había un centenar de tiendas.

Mientras caminas por medio de las tiendas, parece que estés en un mercado normal, pero sólo tienes que levantarte un poco la cabeza para ver que estás sobre un oasis o al menos sobre un lago o río gigante. La zona de restaurantes estaba justo al lado de un canal haciendo que está allí sentado tomando algo tuviera un encanto especial, y mas cuando estando allí, pensabas en que realmente estabas en medio de Bangkok, pues parecía que estuvieras en una isla medio desértica.

Al cabo de una hora de dar vueltas por el mercado decidí empezar a caminar hacia la entrada de la isla de la que había venido. No sabía ni cómo empezar pero más valía que lo hiciera sin pensar demasiado, pues el calor y el saber que tenía por casi 2 horas de andar, hacía que todo se me hiciera un poco difícil. Pero curiosamente el estribillo no se me hizo tan pesado. Muchas veces me ocurre aunque para mí debería ser todo lo contrario. Por el camino me compré un pincho de carne de cerdo que ya empezaban a ser habituales en mí aparte de dos o tres botellas de agua mas, de las cuales me bebía la mitad y la otra me la iba echando por encima por encima no caer desplomado. Realmente era una experiencia bien diferente andar por allí sin turistas, sólo gente local que no hablaban inglés y donde hacer una compra cualquiera requería de gesticulaciones por ambas partes. Pero aquí la gente está dispuesta a entender al turista, y no como en otros sitios…

Por el camino senté un par de veces, una de ellas en un banco que me di cuenta de que era una parada de bus. Sí, pasaba un bus en medio de la isla y yo no lo había visto. De hecho cuando estaba allí sentado justamente pasó uno, pero como no estaba preparado para detenerlo y además pasaba por el otro lado de la carretera, pues evidentemente yo caminaba por el lado contrario de dónde venían los coches, pues no me dio tiempo de detenerlo. De todas formas ya sólo me quedaban unos 45 minutos de camino.

Cuando ya prácticamente llegaba al puente que unía la isla con el resto de Bangkok, un señor de unos 70 años se me acercó y sin decir ni asno ni besa miró la bolsa que llevaba, donde sólo había una botella de agua con dos dedos de agua, y la cogió haciéndome una reverencia como dándome las gracias. No entendí que había pasado pero aquel señor se me quedó la botella de agua. Ni me lo había pedido ni había hecho gesto alguno que así lo indicara, sólo el gesto de cogerla directamente. Él siguió caminando y yo también a punto de cruzar el puente y salir así de la isla.

Pero una vez fuera de la isla, venía la parte que más me temía de toda aquella excursión, que era encontrar la parada del bus que había cogido antes pero que fuera en dirección contraria para volver al punto de donde había salido, cerca del hotel. Esto con Moovit es muy fácil, pero sí tienes Internet. No tenía tarjeta SIM tailandesa por lo que tocaba encontrar una red WIFI abierta o preguntar a la gente.

Evidentemente, fui hacia la parada en la que había bajado a la ida para buscar otra que fuera en la otra dirección. Mientras la buscaba también intentaba conectarme a alguna red WIFI, pero fue imposible, todas tenían contraseña que no pude descifrar. En ese tramo había un mercado que ocupaba al menos dos manzanas, con un montón de tiendecitas en las aceras y por donde la gente y los coches tenían que hacer maniobras para poder pasar. El gentío que había y el olor a comer era demasiado.

Caminé unos 100 metros más allá de la parada donde había bajado y cruzando todo ese mercado enorme, pero sin suerte, ni encontraba la parada ni ninguna red WIFI. Al final, medio desesperado de no encontrar nada, me senté en la acera cuando de repente escuché detrás de mí un bus que paraba, giré la cabeza y unos metros más allá vi que paraba. ¡Había encontrado la parada! No tenía ningún cartel con los buses que paraban, pero tenía la esperanza de que parara el 6, que es lo que me había llevado hasta allí. Cuando no llevaba ni dos minutos, pasó un 6 pero que no paró porque no levanté el brazo lo suficientemente rápido y ya no me vio, pero al menos ya sabía que pasaba por ahí. Al final quizás tendría suerte, pues apenas llevaba 10 minutos buscando.

Al cabo de unos 10 minutos más pasó otro y éste sí que lo paré. Le enseñé a la chica la parada donde tenía que ir directamente al móvil y me hizo que sí con la cabeza. ¡Perfecto! Ya estaba en el bus e iba hacia dónde yo tenía que llegar, en la misma parada donde la había cogido para venir. Parecía el inicio del recorrido ya que el bus iba casi vacío, por lo que me senté donde quise. Hay que tener en cuenta que no es habitual poder sentarse de lo llenos que van, y después de la caminata que acababa de hacer y la hora que tenía de camino, sentarse fue todo un descanso.

El trayecto se me hizo más corto que el de la ida aunque eran trayectos de una hora por lo lejos que estaba del centro de Bangkok. De hecho casi que fui de una punta a otra de la línea, pues cuando subí al bus estaba casi vacío, por el camino se llenó mucho y cuando llegamos iba yo solo al bus, literalmente. Fui el primero en subir y el último en bajar.

Todos los pasajeros eran locales. Trabajadores, estudiantes, gente que venía de comprar, etc. Pude ver el trayecto completo de un montón de locales en su vida cotidiana. Sólo por eso ya vale la pena ir en bus.

El bus, como otros muchos, hizo un recorrido ligeramente diferente al que marcaba Moovit, a veces debido a obras, pero en este caso me fue mejor porque pasó justamente por la calle importante que quedaba casi delante del hotel . Ya me conocía la zona en cuanto solicité la parada cuando vi que ya estaba cerca del hotel. En ese momento, la chica del bus me dijo que allí todavía no estaba donde yo había dicho, pero le respondí que allí me iba mejor. Muy atenta y recordaba perfectamente dónde debía bajar.

Caminé los escasos 100 metros hasta el hotel bien orgulloso de haber llegado hasta donde quería llegar sólo en bus y caminando y teniendo en cuenta lo lejos que estaba. No tabique, ya hacía casi 8 horas que había salido del hotel. Una buena excursión.

Llegué al hotel sobre las 18:30h. Estaba tan cansado que me tumbé un momento en la cama sólo para descansar un poco las piernas y volver a salir en media hora, pero estaba tan pulsado que el sueño me pudo y me quedé dormido hasta las 20:30h. Aquella tarde quería ir a Nana Plaza, el centro de los locales de ocio y striptease de Bangkok. No por ver ninguna sino por ver la zona y el ambiente

Así pues, a las 20:30h me desperté, me levanté muy rápido al ver la hora que era, me duché y me fui.

Nana Plaza está muy cerca de la zona roja donde estuve la noche anterior, por lo que ya me conocía un poco la zona y de hecho ya podría haber ido el día anterior si me lo hubiera mirado antes. Pero a diferencia del día anterior, ese día fui en bus, pues no me veía ni con ganas ni capaz de andar dos horas más por un camino que ya había visto el día anterior. El bus que debía coger paraba en la avenida que ya me conocía, pues era por la que había ido el primer día para llegar al hotel. Pero a diferencia de ese día, ahora podía cortar un poco de trecho ido por Khao San Road, que aquellas horas ya estaba a charlar, por lo que el camino hasta la parada ya fue bastante entretenido. Una vez en Khao San Road, y siguiendo a Moovit, tuve que girar por un caminito que prácticamente ni se veía, de hecho en un primer momento no lo vi. Aquel caminito era el más auténtico que vería en todo Bangkok. Un callejón estrecho, oscuro y con locales también oscuros y medio escondidos. Era tan típico de peli que no sabía si ir a Nana Plaza o quedarme directamente allí.

Una vez pasado ese callejón ya llegaba a la avenida donde paraba el bus y que ya tanto me conocía. De hecho aquella venida también era una ventaja del hotel al que estaba, ya que era una avenida muy importante donde paraban un montón de líneas de bus y estaba lo suficientemente cerca del hotel pero no suficiente como para que el tráfico molestara.

El bus pasó en unos 5 minutos y en 10 minutos ya estaba en Nana Plaza, y sólo por unos 0,20€. El bus, como todos, era auténtico, sin ventanas y las puertas bien abiertas todo el rato. Al menos así corría algo de aire que ayudaba a no sudar tanto. Si, aunque fueran casi las 21h, no se podía parar de sudar.

El bus me dejó en la misma avenida Rama I por la que el día anterior había andado 6 km. Nana Plaza estaba en una calle que daba a Rama I, por lo que sólo caminé unos metros y ya llegué a Nana Plaza a una hora bastante buena teniendo en cuenta las circunstancias.

Esta calle es mayor que Soi Cowboy (zona roja) pero no tan exagerada. Es decir, es una calle por la que pasan coches, por lo que es más grande, pero esto a la vez hace que no sea todo tanto heavy como Soi Cowboy, que por ser tan estrecha y sólo peatonal hacía que en todo momento alguna de las chicas te tocara. Aquí también te decían cosas por llamarte la atención pero al menos no te tocaban y te estiraban como ocurre en Soi Cowboy, que en algunos casos es muy exagerado teniendo que hacer fuerza para no ser arrastrado dentro de un local. Ésta era una calle con más restaurantes, discotecas y puestos ambulante.

Caminé hasta el final de donde se concentraban todos los locales, que no era toda la calle pues ésta era muy larga, donde un grupo de chicas de un local ya me reclamaban que entrara. Hizo gracia porque dijeron algo, yo me giré pensando que se lo decían a otro y una dijo «you, you», y después al volver a pasar de bajada «I like you». Evidentemente lo dicen por cobrar pero no deja de ser divertido la alegría y las ganas que ponen por atraerte. Realmente da la sensación de que se diviertan, y de hecho algunas situaciones que provocan son realmente divertidas. De tanto a saco que van, la mayoría de hombres nos sentíamos incluso intimidados, y creo que es justamente eso lo que les hace gracia.

En la misma calle fui a comer a un puesto ambulante que quedaba justo delante de un 7-eleven y de un montón de bolsas de basura. Miré lo que tenía pero estaba todo en bolsas y no se veía demasiado bien, además la mujer no hablaba inglés por lo que pedí como si llevara los ojos tapados, sin tener ni idea de que pedía. Era una especie de sopa con fideos. Cuando fui a sentarme a la mesa que tenía al lado, en la acera, una rata salió corriendo de debajo del taburete que acababa de mover. Por poco me caigo al suelo con el plato en la mano a la vez que me salía un «Hostia una rata!» A lo que la mujer me miró y decir como un «¿Cómo?» a lo que respondí «no no». Porque decirle nada a aquella mujer si llevaba allí todo el día y ya debería haber visto un montón de ratas. Cuando me senté no hice más que ver cucarachas y ratas alrededor por mis pies, y todo debido a que allí mismo, a medio metro, se acumulaban todo el montón de bolsas de basura del 7-elevan y de los vecinos pendientes de ser recogidas por el camión. Allí no utilizan contenedores, por lo que las bolsas se acumulan en las aceras siendo un festín para ratas y escarabajos, que por cierto, por la noche salen todas. Es increíble porque durante el día no se ve ninguna y por la noche incluso puedes escucharlas de lo grandes que son.

Aquel plato era el que más picaba de todos los que había probado hasta entonces, y mira que picaban, pero es que aquél fue exageradísimo. A medio plato me levanté para ir de compras una botella de agua al 7-elevan porque no podía soportarlo. Al terminar me estuvo picando cada vez más durante 20 minutos. Me quemaba mucho la boca e incluso empezaba a preocuparme porque cada vez me quemaba mas. Al cabo de 30 minutos empezó a bajar por lo que ya me tranquilicé un poco, aunque me estuvo picando la boca casi una hora. Nunca había comido nada tan picante, ni siquiera en México. Además hay que tener en cuenta que apenas me puse salsas, por lo que el plato ya era muy picante de serie.

Algo que se veía mucho y que me extrañaba también mucho, era como muchas de las prostitutas o stripers se marchaban en mototaxi. Pero claro, yendo con las minifaldas que llevaban, era un espectáculo verlas montar en las motos, de paquete, de lado, y evidentemente sin casco, como todo el mundo.

Tomé una cerveza en la terraza de una discoteca casi al inicio de la calle y que me llamó la atención por la iluminación que tenía. Aunque en ese momento estaba en plan turista, a pesar de estar en una zona de ocio, y por tanto, no tenía demasiadas ganas de conocer a nadie, a esas horas y en ese lugar de aquella ciudad era casi imposible no acabar conociendo a alguien.

Así pues estuve hablando un rato con un grupo de tailandeses que les hice gracia cuando supieron que era de Barcelona. Lo cierto es que el simple hecho de decir que venía de Barcelona, ​​ya hacía que mucha gente tuviera más interés en mí. La conocen sobre todo por el Barça, pero la cuestión es que la conocen y este simple hecho hace que des más confianza a los demás y que tengan más ganas de seguir hablando.

Hacia las 23:30h volví donde me había dejado el bus pero al otro lado de la calle para buscar la parada que me llevara de nuevo de dónde había venido, muy cerca de Khao San Road . La vuelta siempre era más complicada, pues en la ida siempre buscaba la ruta a Moovit desde el hotel, pero en la vuelta, sino encontraba ningún WIFI, tocaba espabilarse. Al menos casi siempre el bus de vuelta iba por el mismo camino que el de la ida, o al menos por un camino similar, como en este caso, que el bus de vuelta simplemente pasaba por el otro sentido de la avenida Rama I.

Tuve que caminar arriba y abajo 3 veces hasta encontrarla, lo que provocó que pasara 3 veces por delante de un establecimiento de «massage», que por cierto hay uno cada 20 metros, y cada vez que pasaba la chica decía «massaaaage» de una manera muy peculiar hasta la tercera vez que pasé que ya me lo dijo riendo, como pensando, al final picará. Yo ya sólo la miraba y se reía. Por cierto, en las 3 semanas que estuve en Tailandia, no entré ni en un solo local de estos, y mira que los hay…

Finalmente encontré la parada y el bus pasó en menos de 10 minutos. Al igual que el anterior, sin ventanas, destartalado, las puertas abiertas y un motor que expulsaba petróleo por el tubo de escape. Lo bueno es que ibas más rápido con un bus de esos que en coche, pues los buses no tenían ninguna manía en embestir a quien no se apartara.

En poco más de 10 minutos ya llegábamos a la parada cerca de Khao San Road y de donde la había cogido. Yo me iba a quedar en el bus para bajar a la siguiente parada, pues parecía que todavía quedaban unos metros, pero el chófer me dijo que aquella era la última parada, por lo que tuve que andar unos 5 minutos por el avenida casi desértica hasta llegar a Khao San Road donde la animación era total y como cada noche la calle estaba completamente saturada de gente contrastando con el resto de calles. Unos metros antes de Khao San Road, encontré de casualidad un mercado nocturno que días después leí en un artículo. Era curioso ver a las 12 de la noche a un montón de gente vendiendo cuadros y otras artesanías a escasos metros de uno de los puntos con más fiesta y alcohol de la ciudad.

Di una vuelta por Khao San Road hasta hacia la 1 de la noche que volví hacia el hotel. Por aquellas calles peatonales que el primer día tanto me habían liado pero que ahora ya me conocía perfectamente. En sólo dos días pasas de perderte en una manzana a andar por la zona como si llevaras toda la vida.

En menos de 5 minutos llegaba al hotel aún sin creerme lo cerca que estaba de la mejor calle de Bangkok. Otro día cansado, pero bien aprovechado y superado. Así es como se alarga la vida, pues realmente no se alarga, pero si parece que lo haga. Yo llevaba dos días en Bangkok pero para mí ya parecían 4 o 5.

31/05/2019 Segundo dia en Bangkok: Centro de la ciudad y zona roja

31/05/2019 Segundo dia en Bangkok: Centro de la ciudad y zona roja

Aún con el jet lag, me desperté sobre las 2 de la noche después de haber dormido 8 horas desde las 6 de la tarde del día anterior. Me despertaba por primera vez en Asia en la azotea de un hotel en medio de Bangkok, donde el calor era insoportable y pese a ser las dos de la noche, estaba sudando como un cerdo, pues sólo había un ventilador en el techo que no era suficiente, de hecho el aire que me llegaba era caliente. Por`como ya he dicho en el post anterior, si escogí este hotel fue para estar a 2 minutos andando de la calle mas famosa de Bangkok, el Khaosan Road.

Aproveché que todavía era de madrugada y que tenía un buen escritorio y el portátil, para preparar itinerarios y lugares a visitar. Los sitios que quería visitar ya los sabía pero no tenía un planning por cada día, evidentemente, pues eran 3 meses de viaje, por lo que hice el planning para ese día para aprovechar el tiempo al máximo visitante cosas que estuvieran en cerca unas de otras.

Todo junto mientras me tomaba un buen café con leche, bien caliente y en una buena taza. La taza plegable y el calentador portátil fueron sin duda los mejores fichajes de ese viaje. De hecho, ya no podía entender cómo el año anterior estuve 3 meses por América sin la taza ni el calentador.

Hacia las 3 ya tenía el planning hecho que sería ir andando a menos de un kilómetro del hotel donde se encontraban los edificios oficiales más importantes, como el Palacio Real, el Ministerio de Defensa, la Corte Suprema y algunos de los templos más impresionantes. Todo esto me quedaba a menos de 10 minutos andando del hotel en una ciudad gigantesca, para hacerse una idea de la buena ubicación del hotel. Estas eran solo algunas de las cosas que quería ver en Bangkok.

Una vez decidido el plan del día, miré correos, escribir este diario y anotar los gastos en el archivo Excel que utilizo para controla absolutamente todo lo relacionado con la contabilidad del viaje, pues el archivo tiene ya tantas funciones VB que me permite analizar casi cualquier aspecto del viaje, incluso qué banco me ha aplicado de media un tipo de cambio más favorable o cuándo he cambiado y me queda en cada divisa.

Hacia las 6, cuando ya era una hora aceptable, fui a ducharme. Seguía sin necesitar agua caliente pues hacía el mismo calor que a las 12 del mediodía. Me preparé otro café mientras deshacía un poco la maleta y me cambiaba y sobre las 7 de la mañana ya salí del hotel con la intención de visitar el centro de Bangkok. Apenas empezaba el día pero yo llevaba 5 horas despierto.

Lo primero que hice, debido a que ya llevaba más de 12 horas sin comida y 5 despierto, fue joderme un plato de arroz con carne en un lugar ambulante casi frente al hotel, en el cruce entre la calle peatonal del hotel y la calle importante. En las menos de 24 horas que llevaba en Tailandia, ya había sufrido (o disfrutado) de unos en cuanto choques culturales, y ahora tocaba otro. Yo pensaba que me costaría encontrar algún sitio para comer algo contundente a estas horas, pero la sorpresa fue que a pesar de ser las 7 de la mañana, todos los restaurantes y lugares ambulantes de comida estaban abiertos y llenos de gente metiéndose platos de arroz con carne. De hecho si pedí ese plato fue porque ese lugar había 3 personas más comiendo lo mismo. Una de las reglas del viajero es, mira qué hacen los locales y haz lo mismo, así que simplemente señalé el plato de uno de los clientes y la vendedora me puso uno. La mujer no hablaba inglés, pero los tailandeses quieren hacerse entender, por lo que no hubo ningún problema para pedir y pagar. Qué diferencia con los americanos supuestamente no te entienden ni cuándo les hablas inglés.

El plato me entró de puta madre aunque el picante y el calor hizo que ya empezara a sudar antes de ni siquiera iniciar la excursión. El tema del picante era algo que apenas empezaba a saber. Todos sabemos, y yo mas, que en México todo lo comen picando, pero en Tailandia, al menos yo, no tenía ni idea. Pues resulta que si no dices nada, cualquier plato pica más que cualquier plato mexicano. Es totalmente exagerado.

Arròs, carn i verdures per 45 bats (1,28€)

Y allí estaba yo, sentado en esa mesa de plástico en medio de la acera acompañado de 2 locales mas que me miraban con curiosidad a la vez que con complicidad. Supongo que occidentales verán unos cuantos, pero que se sienten con ellos en un lugar ambulante ya será más extraño. Uno incluso me decía algo en tailandés a pesar de saber que yo tailandés no tenía ni idea, pues hacía más gestos que hablaba, y era algo sobre lo bueno del plato o el calor insoportable. Yo simplemente hacía que si con la cabeza y él hacía un gesto de aprobación. Quedaba claro que quien quiere hacerse entender, puede, y los tailandeses querían todos. También quedaba clara la alegría y optimismo de esa gente que a las 7 de la mañana ya estaban todos con una sonrisa en la cara.

Algo tan trivial como desayuno en un sitio cualquiera, había pasado a ser el mejor lugar donde podía estar en ese momento, disfrutando de un buen desayuno con compañía de tailandeses que me agradecían con la mirada de que quisiera desayunar allí con ellos y no en los típicos restaurantes por guiris.

Al terminar me despedí de la mujer y los comensales de la misma manera que ellos, pues ya llevaba casi un día allí. Uní las manos como si rezase y bajé la cabeza a la vez que ellos. Ya fliparon del todo.

Los lugares que quería ver estaban cerca del hotel y de donde me dejó el bus cuando llegué del aeropuerto, por lo que ya empezaba a conocerme la zona. Sorprendía un poco las grandes desigualdades económicas que se veían en tan pocos metros de distancia, pues tan sólo una calle separaba una manzana media en ruinas del Palacio Real o el Ministerio de Defensa, que eran edificios rodeados de magníficos prados, paredes impecables, espacios abiertos y una limpieza absoluta.

Primero vi el Templo del Buda Esmeralda, un recinto enorme que tardé casi 10 minutos para ir de una punta a otra. Era el primer templo que veía de tan cerca y me dejó perplejo. Me imaginaba que los templos budistas serían como iglesias en cuanto a la superficie, pero no, son como grandes complejos de edificios que parecen las viviendas de los monjes junto a los edificios religiosos típicos budistas e incluso escuelas, aparte del budas por por todas partes. Además están muy limpios, exageradamente limpios y parecen siempre recién pintados. Entre otras cosas será porque nadie se atreve a pintar o colgar nada, ya sea por respeto religioso o por miedo a la policía, que no sé si ponen multas pero supongo que sí.

Eso si, la mayoría de templos son de uso público, es decir, te puedes pasear por dentro sin ningún problema, por lo que si quieres, puedes incluso pasar un rato con los monjes. De hecho, quienes saben inglés, están encantados de hablar con los turistas, y no de religión como ocurriría con la iglesia católica, sino que normalmente se interesan por la cultura del extranjero. Por lo que pude ver, los monjes budistas tienen una mente muy abierta y una total tolerancia por las demás religiones.

Allí mismo estaba el Gran Palau, otro recinto enorme presidido como casi todos los edificios por el retrato del recién nombrado monarca e hijo del anterior Rey de Tailandia. Su retrato no sólo estaba en todos los edificios oficiales, sino en estaciones de tren, escuelas, en medio de la calle o incluso en casas particulares. La población tiene una gran admiración por su monarquía y de hecho es algo que el turista debe tener en cuenta, pues más vale no bromear sobre la familia real.

La familia Real ya no vive en este Palau pero sí que se puede visitar y sigue siendo una de sus residencias. Los jardines son enormes y muy cuidados. Lo primero que pensé fue: «Qué derroche de dinero para mantener todo esto para que nadie viva».

Toda esta zona no sólo sorprendía por lo bonito y bien cuidado que estaba todo, sino por el poco tráfico que había. Prácticamente sólo había edificios oficiales y templos por lo que poca gente pasaba por allí con el coche, por lo que el contraste con las manzanas a pocas decenas de metros era aún más impactante. Parecían dos mundos distintos separados por una calle.

También en la misma zona y casi junto al Gran Palacio, se encuentra el edificio del Ministerio de Defensa, por lo que la zona está llena de militares del famoso ejercido tailandés conocido por provocar golpes de estado cuando el gobierno de turno es corrupto . Así pues, caminar por esa calle era cruzarte con más militares que civiles. Además, tanto el Palau como el Ministerio de Defensa están rodeados por un río por donde también patrullan barcas con 6 o 7 militares. Eso sí, la población tiene una admiración enorme por su ejercito, pues han demostrado más de una vez que protegen a la población de quien haga falta.

Seguí caminando pasando toda aquella zona hasta llegar a un 7-elevan donde compré dos botellas de agua grandes por primera vez de las muchas que compraría. Aguas porque toda el agua para beber debe ser embotellada, y en un 7-elevan porque en Tailandia hay uno en cada esquina (en algunas calles es literal). Al menos costaban unos 0,30€ aunque por lo que leí a los tailandeses la compran a unas fuentes mucho más barata, aunque yo no las llegué a encontrar, así que estuve comprando botellas las 3 semanas. Por cierto, allí mismo casi me terminé una de las botellas de la cantidad de sudor que ya había perdido en la escasa hora y media que llevaba andando.

Hasta entonces había ido hacia el sur siguiendo el río. Para no alejarme mas, decidí girar hacia el este para dar la vuelta en dirección al hotel pero por otro camino. En ese momento ya no tenía un rumbo fijo sino que iría caminando por las calles que viera más auténticos y ver bien la vida real de los locales. Los templos y otros edificios oficiales deben verse, pero es más interesante ver un típico barrio popular.

Sólo girar enseguida salí de aquella zona tan limpia y arreglada para pasar a un mercado ya más típico de Bangkok, con calles sucias, pestilentes, llenas de ratas y edificios ruinosos, esto ya era más auténtico ya tan sólo 50 metros del Gran Palau, de hecho todavía podía verse. Paseé un rato por esa zona mirando las tiendecitas y alucinando con algo que ya había leído por Internet, que era todo el tema del cableado eléctrico, pues es un auténtico caos. Hay un montón de nudos y parece que todo tenga que explotar en cualquier momento. Y teniendo en cuenta que son cables de alta tensión, pues da un poco de mal rollo. Por cierto, que un chico me miraba me cara de no entender nada al verme tomar una foto en todo aquel follón de cables.

No llevaba ni 24 horas en Bangkok por lo que aún no conocía tanto la ciudad como para saber si estaba suficientemente seguro por dónde iba. Sin duda que aquella zona no inspiraba demasiada confianza, pero todo lo que había leído era que Tailandia, incluido Bangkok, era un sitio bastante seguro. basta con vigilar con los estafadores, pero que los asaltos son muy raros. Yo tenía esto presente pero evidentemente mi prioridad es siempre la seguridad, por lo que en esa zona extremé las precauciones escondiendo un poco el móvil y mirando un poco de reojo. El tema es que alguna de esas calles daba verdadero miedo, suerte que era de día.

Las primeras calles eran bastante solitarias pero yo alucinaba con los edificios. Eran todos tan viejos y con un estilo que rápidamente te transportaba a cualquiera de las pelis que hayas podido ver ambientadas en Bangkok. La sensación de ver en persona cosas que tantas veces has visto en imágenes es muy gratificante y, al menos a mí, no me deja parar de mirarlo absolutamente todo. Pero ahora no sólo eran las imágenes sino también los olores de especias, comida, basura, etc.

Al cabo de unos metros llegué a unas calles donde había un mercado y por tanto mucha más gente. El tema de los mercados en Tailandia también merecería un artículo aparte, pues parece que sea algo cultural. Hay por todas partes y todos los días y se puede encontrar de todo. Algo que también sorprende es ver la cantidad de gente mayor que trabaja en estos lugares ambulante, hombres y mujeres de más de 70 arrastrando aquellas carretillas que les hacen de parada.

No llevaba 10 minutos caminando en dirección contraria al Gran Palau pero ya parecía que hubiera entrado en otra ciudad. Aquellas calles estrechas ya no permitían ver más allá por lo que ya mirara donde mirara sólo veía edificios en ruinas y calles sucias y mal asfaltadas. Quedaba claro a qué zonas se destinaban más recursos.

Apenas llevaba una hora y media fuera del hotel y ya me estaba matando el calor, ya me había bebido toda una botella de agua de 1,5L y no paraba de sudar. Aún siendo las 9 de la mañana, ya hacía rato que estábamos a 35ºC y con una humedad altísima. Decidí volver al hotel al menos a mojarme un poco y descansar un momento, así que volví a girar un poco, ahora hacia el norte en dirección y por la parte de atrás del Gran Palacio y el Ministerio de Defensa que antes había visto por delante, así caminaría de vuelta por calles aún no vistas.

Por el camino encontré un templo abierto y entré. No era tan grande como el Templo del Buda Esmeralda, pues aquél es enorme, pero en ese momento ya lo prefería, pues se veía como más familiar y sobre todo, sin ningún turista. Aún no había entrado en ninguno por lo que no tenía ni idea de cómo estaban por dentro. Parece ser un recinto con casas para los monjes y los edificios religiosos. De hecho parece como un pueblo en pequeño con jardines e incluso calles y todo ello rodeado por una valla.

Dentro había un señor sentado que no sabía bien qué hacía, tampoco parecía monje, más bien parecía un trabajador o alguien que vigilaba. En cualquier caso no decía nada por lo que seguí caminando por las callejuelas y por en medio de los jardines haciendo fotos en los diferentes edificios, todos bien conservados y limpios. Con el paso de los días ya me acostumbraría, pero ahora se me hacía incluso extraño está en medio de plantas y pájaros cantando sin oír otro ruido mientras a pocos metros estaban las calles de una de las ciudades con el tráfico mas loco del mundo. Estos templos eran como espacios de paz y tranquilidad en medio de Bangkok. Paseé unos 10 minutos y salí para ir directo al hotel porque realmente ya no aguantaba más el calor.

Aquel pedazo hasta el hotel ya casi que me lo conocía. Lo que costaba más de memorizar, eran todas las calles peatonales que había justo alrededor del hotel. El hotel estaba justo en una pequeña zona de dos o tres manzanas en la que todas las calles eran peatonales, con tiendas ambulante, restaurantes, discotecas, gente venden escorpiones, etc. Estaba realmente bien porque podía salir del hotel y pasear por calles sin tráfico pero con un montón de gente y animación y sólo andando 5 minutos ya llegaba a Khaosan Road o al centro de Bangkok. De hecho era bastante impactante el contraste que había entre aquellas calles peatonales y el que había a pocas decenas de metros. Parecía que salieras de un pequeño pueblo encabecido en medio del centro de Bangkok.

Mirando Google Maps parecía que podía ganar unos minutos si iba por unas callejuelas distintas a las de la ida. Maps no podía calcularme la ruta porque no tenía conexión a Internet pero al menos si que me ubicaba y podía ir siguiendo el camino, aunque se veía bastante complicado, como finalmente resultó. En cualquier caso eran unas callejuelas alrededor del hotel, de hecho en uno de ellos estaba el hotel, por lo que tarde o temprano debería atreverme a entrar.

Pero no hacía ni 2 minutos que entraba en esa zona, que ya me estaba liando. El problema era que el GPS, no sé si por la zona o por la cantidad de gente que había, tardaba mucho en reaccionar, por lo que me acababa pasando la calle por la que tenía que girar. Además algunas de las callejuelas no tenían la salida esperada, cortadas algunas por obras. Incluso, en un momento determinado, me dio la sensación de que estaba pasando por una calle por la que ya había pasado dos veces, es decir, estaba dando vueltas una y otra vez por las mismas calles. Y tan iguales sueño, que en dos ocasiones estaba completamente seguro de que ya estaba en la calle del hotel, cuando evidentemente no lo era.

Yo iba mirando Google Maps, iba girando por aquí y por allá, incluso preguntando a los locales por el hotel, volviendo atrás, girando por otra calle, saltar una obra, etc. Así estuve 20 minutos dando vueltas por 4 calles buscando un hotel que tenía a pocos metros, pero que era imposible de encontrar. Nunca me había ocurrido algo similar.

Finalmente, después de andar por una calle de menos de un metro de ancho, acabé saliendo a la avenida importante que hay cerca del hotel y que fue por donde llegué andando el primer día. Ahora pretendía llegar por las calles que daban a la parte de atrás pero acabé llegando por el mismo sitio que el día anterior. Bien, al menos llegué porque ya empezaba a desesperarme.

Llegué al hotel a las 9:30h. Sí, no eran ni las 10 de la mañana y ya había visto un montón de cosas del centro de Bangkok, un mercadillo y un templo. Me tumbé en la cama directamente y me quedé clapadísimo aún con el sueño acumulado del viaje y por haberme levantado hacía 8 horas. Evidentemente esto era algo que quería evitar, pues es lo mejor que se puede hacer para alargar un jet lag durante días, pero de todos modos tampoco me veía capaz en ese momento de salir a dar demasiadas vueltas mas por el calor y la proximidad con la peor hora, las 12 del mediodía.

Tenía la esperanza de no dormir demasiado y hacer como una simple pequeña siesta, pero nada, a pesar del calor, la luz y el ruido de fuera, me desperté a las 16:30h.

A pesar de haber perdido 8 horas del día, la verdad es que este horario me fue muy bien, pues me permitió ver el centro a primera hora de la mañana cuando el sol picaba algo menos pero ya con todos los locales por la calle, y ahora por la tarde-noche podría volver a salir con el sol ya escondiéndose para ver algo más con todavía luz solar y después dar una vuelta ya de noche. Así que me duché, me tomé un café y decidía a dónde iba.

Puesto que todavía era de día pero en 1 hora se haría de noche, decidí ir primero al Golden Mount Temple, un templo que aparte de impresionante es muy elevado y ofrece unas vistas de 360ª a todo Bangkok. Quería llegar de día pero lo suficientemente tarde como para estar de noche y ver las vistas de Bangkok ya de noche, por lo que ir hacia las 17:30h era perfecto. Y ya de noche iría hacia la zona con más fiesta de Bangkok, la avenida Roma y la famosa zona roja.

Así que hacia las 17:30h salí del hotel y fui caminando hasta el templo que lo tenía a unos 45 minutos, lo suficientemente cerca como para ir andando y así ir viendo Bangkok, pues caminando es cuanto mejor se ven las ciudades. Iría hacia el este por la avenida Rama VIII, que en ese momento era la primera vez que la veía pero que acabaría caminando allí varias veces en los siguientes días por ser una de las avenidas más cercanas al hotel y que cruzaban casi toda la ciudad. Pero antes tocaría volver a pasar por las callejuelas que ahora ya me conocía y por el famoso Khao San Road, famoso por salir a la película de La Playa, una calle donde se junta todo y para lo que ya había pasado 3 o 4 veces en menos de 2 días.

Como ya es conocido, el tráfico de Bangkok es bastante caótico. Parece que no importa demasiado cruzar la calle con el semáforo en verde o en rojo, pues los coches actúan siempre por igual. Hay cruces donde vienen coches de todas partes pero aún así hay un cierto orden en medio del caos. Todo el mundo actúa como si en cualquier momento un peatón o un coche se le puede cruzar por delante, por lo que nadie se queja ni hay tantos accidentes como pudiera parecer.

Hacia las 18:15h llegué al templo que estaba en una calle bastante pequeña teniendo en cuenta la avenida por la que había venido. La parte superior ya hacía rato que la veía, pues es uno de los templos más altos de Bangkok y que además se puede subir casi hasta lo alto. Justo delante de la entrada del templo había un pequeño restaurante, que más que restaurante era el salón de la casa con dos mesas, donde compré una cerveza tailandesa que tomé allí mismo hasta las 18:30h que entré en el templo. Por cierto, la mujer también escribió el precio a la calculadora para que pudiera leerlo, y ya era la segunda vez que me lo hacían, por eso digo que quien se quiere hacer entender, se hace entender.

Aparte de este templo sólo había entrado el de la mañana pero que era mucho más pequeño que éste, por eso al entrar en éste me quedé tan impresionado. Éste si que era como una ciudad, había incluso restaurantes y un mercado con tiendecitas de todo tipo, calles con señales de tráfico, pasos de peatones y algún semáforo y todo. Pero al estar dentro del templo, evidentemente mucho más tranquilo que al otro lado de los muros. De tan grande que era, al principio me perdí por ir mirando por todas partes sin fijarse por dónde iba. No esperaba que eso fuera tan grande hasta que me di cuenta de que ya no sabía ni dónde estaba.

Di una vuelta a todo el recinto y después empecé a subir al templo. Me sorprendió la cantidad de monjes que había por ahí paseando y saludando a los turistas. Muchos se detenían y charlaban un rato. Realmente sorprendía lo abiertos y tolerantes que eran. Las esculturas de buda doradas y otras figuras impresionaban. La que estaba al pie del templo por lo menos media 3 metros y era completamente dorada. Después de subir un montón de escaleras y cada vez más estrechas y complicadas, por fin llegué a lo más alto donde había una especie de terraza cuadrada de unos 15 metros cada lado y completamente abierta a todo Bangkok, presidida por la cúpula dorada que coronaba el templo y que se veía desde muchos puntos de Bangkok, pues además quedaba completamente iluminada.

Aún no eran las 19h por lo que pude ver Bangkok todavía unos minutos con luz solar. De hecho llegué justo cuando quería, a punto de anochecer para poder tener las vistas de día y de noche.

Todo ello era muy auténtico, con monjes por allí, gente tocando las típicas campanillas que hay por estos templos, y que de hecho deben tocarse, pues supuestamente alejan los malos espíritus o algo así, por lo que únicamente se escuchaba la ligera cantinela de estas campanillas en medio de los monjes y turistas dando vueltas a la terraza.

Me sorprendió mucho ver a niños monjes que no deberían tener más de 12 años paseando por todo el recinto. Allí en la terraza había al menos 15, todos muy amables, te hacían fotos, te saludaban y quienes sabían inglés incluso conversaban contigo. Me dio la sensación de que eran muy curiosos, pues se interesaban por cosas de tu país o cultura. De hecho, a diferencia de otras religiones, los monjes poco te hablan de ellos o del budismo, normalmente te hablan de temas de actualidad o de ti para aprender más tu cultura. Es curioso. Yo tenía una imagen muy diferentes, más cerrados, pero todo lo contrario, son gente muy abierta y muy agradecida con los turistas que entran a ver sus templos.

Hacia las 19:15h, ya oscuro, me dediqué a sólo mirar a Bangkok de noche. Era un mirador de puta madre y completamente gratis. Veía a Bangkok por primera vez desde las alturas y sorprende de lo grande que es. Es algo que ya imaginas por la cantidad de habitantes que tiene, pero sólo así te haces la idea de cómo son estas megaciudades, mucho mayores que cualquier ciudad europea.

La sensación de estar en la terraza de un templo budista con monjes pequeños a tu lado, observando a todo Bangkok iluminado y con un silencio absoluto sólo roto por las campanillas del templo, era brutal.

Hacia las 19:30h ya nos pidieron que fuéramos saliendo del templo, supongo que ya se acaba la hora de estar abierto al público. Bajé junto a todos los niños monjes, siempre sonriendo y saludando, es alucinante. Abajo algunos entraban en una sala, otros en otra, parecía como una escuela de monjes en una ciudad de monjes.

Cuando encontré la salida a la calle, que costó, fui hasta la calle Rama I, una artería importante de la ciudad con la intención de llegar a la zona roja de Bangkok, en la calle Soi Cowboy. Aún no estaba cansado por lo que decidí ir andando aunque estaba a unos 7 km, casi 2 horas andando. Al ser el primer día todavía tenía energía para hacer estas caminatas y mas estando en Bangkok, pues dependiendo de la ciudad que fuera, no iría caminando por la calle a esas horas sin saber bien por dónde iba. Aquí no tenía ni idea de cómo sería el camino, pues nunca lo había hecho, pero el tema de la seguridad no me preocupaba, o al menos no me preocupaba hasta el punto de no andar por la calle a ciertas horas. En estos viajes se debe tener mucho sentido común y saber lo que puedes y no puedes hacer. En Bangkok hay muy tima-turistas pero afortunadamente apenas hay robos o violencia.

Estuvo bien porque así vi bien la vida local de Bangkok. El tráfico es terrible tal y como dice todo el mundo. Hay muchos coches, y sobre todo motos, que no paran cuando el semáforo está en rojo. Tú, como peatón, cuando tengas el semáforo en verde, los coches no pararán pero al menos te sortearán, pues al menos tienes preferencia. Da un poco de miedo en los primeros días, después te vas acostumbrando cuando ves que realmente son prudentes dentro de la locura.

La avenida Rama I tiene un montón de tiendas y restaurantes por lo que hay mucho ambiente y es muy entretenido andar. Era la primera noche que caminaba por Bangkok y también la primera vez que veía cómo las ratas salían de sus madrigueras y se paseaban por las aceras. Es bastante impactante, pues durante el día no se ve ninguna pero por la noche puedes ver decenas.

Al cabo de una hora de andar y cuando ya eran las 20:30h, paré en un restaurante ambulante pero que tenía muchas mesas y muchos clientes en la misma calle Rama I. Decidí cenar allí justamente por la cantidad de clientes que tenía, la mayoría locales, pues siempre debe mirarse que el sitio tenga clientes locales. Así que miré la carta, una camarera con un inglés perfecto me preguntó si quería mesa, y viendo los precios y que la chica hablaba un inglés perfecto, pues ya no lo pensé mas y me senté por ahí en medio, donde pude, pues estaba lleno. Pedí una carne muy buena con arroz hecho como lo hacen en Ecuador, estilo basil creo que le llaman, y bastante picante como todo en Tailandia. Realmente estaba muy bueno y se reflejaba en el precio, 60 bates, que aunque no son ni 2€ si que era más caro que en otros sitios. Eso sí, la calidad y la preparación se notaba que era mucho mejor que, por ejemplo, el lugar ambulante en el que había desayunado ese mismo día. Además, que la chica hablara inglés a aquellas alturas ya me suponía una alegría, pues ya me estaba dando cuenta de que en Tailandia son menos los que le hablan que los que no.

Una vez cenada seguí el camino. Conforme avanzaba por la avenida Rama I, ésta era cada vez más impresionante, pues es donde se concentra buena parte de la vida nocturna de Bangkok, lleno de hoteles, discotecas y centros comerciales modernísimos. De hecho uno estaba en medio de un cruce, elevado, entre la calle y las vías del tren que aún quedaban más por encima, era algo muy curioso y que nunca había visto en ninguna parte, ni siquiera nada que se pareciera. De hecho para seguir caminando tenías que subir hasta el primer piso de ese centro comercial ya que era la única manera de cruzar y seguir por la avenida Rama I. Podías cruzar por la calle, pero sin paso de peatones era un suicidio. Algunos locales lo hacían pero es que realmente se tenía que tener mucho morro y poco miedo.

Así que, en la primera planta de ese centro comercial y que era una especie de parque con bancos y música, quedabas justo encima de un cruce enorme con un montón de coches.

Cuando ya llevaba más de una hora caminando por la avenida Rama I, empecé a ver a alguna prostituta típica tailandesa. Todavía estábamos en una zona con mucha gente e incluso familias, pero ahí la prostitución no parecía un tema tan tabú como en España. También parecía una de las zonas más caras de Bangkok, pues se veían restaurantes y discotecas cada vez más modernas y pijas. En aquella zona alguna prostituta sí que se acercaba pero por lo general eran muy contenidas, algo que más tarde cambiaría completamente.

Lo bueno de aquel largo trayecto fue que prácticamente el 90% del camino lo pude hacer por la misma calle, el Rama I, por lo que prácticamente debería recorrerlo todo, unos 6 km.

La zona roja no estaba en Rama I pero prácticamente. Desde el mismo Rama I tenía que girar ya pocos metros ya estaba la zona roja, por lo que está ubicada en un sitio con mucha animación.

Finalmente, hacia las 21:30h llegué al punto donde me marcaba Google Maps pero no veía nada que se pareciera a lo que había visto por Internet sobre la zona roja, hasta que caminando por la calle, pasé por un callejón e inmediatamente fui completamente iluminado por luz roja, giré la cabeza y allí estaba, una calle estrecha, bastante escondida pero llena de neones rojos tal y como había visto por Internet. Fue un buen patapam, aquí lo tienes.

Empecé a caminar por la calle y durante los primeros 10 metros no me pareció tanto como decían, pues sí que se veían bares con chicas guapas invitándote a entrar pero nada del otro mundo, hasta que giré el hacia la derecha y en un palmo mío había al menos 10 chicas con ropa interior o bikini, no sé que era pero era impresionante. Debido a que sin querer casi que ya estaba encima de ellas (había mucha gente y no sabías ni por dónde ir), me retiré a la izquierda y entonces noté que alguien me tocaba, miré a la izquierda y ya estaba encima de otro grupo de 10 chicas con menos ropa aún y que encima ya me estaban cogiendo. No llevaba ni 15 segundos en esa calle y ya no sabía que estaba pasando. Intentaba no tocarlas pero casi que era misión imposible, entre la gente que había y ellas que se acercaban y cogían. Nunca había visto algo similar.

Y así durante 200 metros de calle. Todo estaba lleno de locales con 5 o 10 chicas delante de cada uno casi desnudas y todas agarrándote o en el mejor de los casos invitándote a entrar. Además la calle es muy estrecha y todo son locales de striptease o con prostitutas, por lo que continuamente tienes que ir esquivando y diciendo que no gracias, a menos que si quieras, claro. Nunca pensé que fuera tan exagerado.

Yo fui arriba y abajo de la calle 4 veces para hacer bien la visita ya que el camino fue muy largo y allí ya no volvería más. Una de las chicas que cada vez que pasaba me decía que entrara en su local, en la cuarta vez que me vio pasar me dijo: «Yes yes, you want», ya que antes le decía que no quería, pero pasando tantas veces por delante suyo pues al final quizás sí que hacía pensar que quería entrar.

Vi a unos cuantos hombres, la mayoría jubilados, que se marchaban con una prostituta, por lo que si que es cierto que muchos de los que estábamos allí sólo estábamos en plan turista pero otros muchos iban por la prostitución, pues en cada extremo de la calle había un montón de tuk-tuks preparados y cada pocos minutos uno se marchaba con una prostituta y un cliente.

Hacia las 23h empecé a ir hacia el hotel. Me esperaban dos horas más de caminata pero no tenía ningún miedo a ir por las calles más tétricas de Bangkok a esas horas, pues esta ciudad ya me había demostrado que el único peligro es el tráfico, por lo demás es una de las ciudades más seguras que he visitado. Además, la segunda mitad del trayecto lo haría por calles secundarias para ir por calles no vistas y cortar un poco de camino, por lo que iría por calles mucho menos transitadas que el Rama I.

Por el camino, en la misma avenida Rama I y cuando no llevaba ni 15 minutos andando, me compré un pincho de carne de cerdo que no sé qué salsa llevaba pero estaba buenísimo, como todo lo que había probado hasta entonces. Era sorprendente que esas horas hubiera tantos mercados abiertos. Y no menos sorprendente era que tuvieran la carne tal y como la tenían, de hecho como en todos los mercados, sin ningún tipo de refrigeración y llena de moscas.

En algunos tramos, andar por aquella avenida se hacía realmente incómodo de tanta gente que había. Además, la acera era demasiado pequeña por la cantidad de gente que pasaba y en comparación con el resto de avenida. Consideré ir por otro camino ya casi desde un inicio ya que yendo todo el rato por Rama I hacía más vuelta, pero lo descarté porque mirando Google Maps las calles se veían muy caóticas y debería girar muchas veces . Esta avenida por lo menos me permitía ir casi una hora y media por la misma calle. No merecía la pena arriesgarse demasiado ya el primer día.

El camino se me hizo largo ya que estaba muy cansado y el trayecto era largo además de que estaba caminando por una avenida que ya conocía, por lo que la novedad ya no era tanta. Hacia las 12 de la noche aún seguía por Rama I pero ya lejos de la zona de discotecas por lo que la cantidad de peatones descendía rápidamente hasta que dejé Rama I y ya empecé a andar por las callejuelas más auténticas. Fue interesante poder caminar por estas callejuelas de Bangkok por la noche, algunos completamente solitarios, con ratas, la basura todavía allí en medio y ese ambiente tan típico. De todas formas a las 12:30h de la noche todavía había puestos ambulantes abiertos y mercados, los típicos mercados nocturnos de Bangkok, enormes y llenos de gente.

Cabe decir que en alguna calle si que me preocupé un poco por lo solitarios que estaban y la poca luz que había. Cuando veía a alguien que se acercaba ya tomaba las medidas de seguridad correspondientes poniéndome en estado de alerta. De todas formas, ni aquella noche ni ninguna otra en todo el viaje me pasó nada, ni de lejos.

Hacia las 12:30 ya llegaba a zona conocida, una gran avenida con varios templos y un montón de cuadros del rey. Era una avenida que quedaba cerca de Khao San Road y por tanto por donde pasaría varias veces durante la semana para ir a diferentes lugares o tomar algún bus. Allí ya me conocía el camino por lo que guardé el móvil y fui a Khao San Road que estaba ya a pocos metros.

Allí el ambiente era total, incluso estaba abierto el conocido mercado de ropa. La calle estaba completamente llena de gente, tanto por los bares y locales como en plena calle. De hecho apenas se podía ni andar entre vendedores de todo tipo de cosas, taxistas, locales, sobre todo chicas, y turistas, muchos turistas… Me quedé un rato ya que allí la fiesta era total y la verdad es que costaba marcharse y mas cuando apenas llevaba allí 24 horas. Todos los bares abiertos, la música a toda castaña, los lugares ambulantes vendiendo como nunca y los tuk-tuks como siempre persiguiendo a los turistas. Cruzar esa calle es una odisea aunque sean la 1 de la noche. De hecho había más gente ahora que a las 12 del mediodía.

A pesar de haberlo leído un montón de veces, siempre piensas que puede ser exagerado, pero en ese caso no. Había muchísimas tailandesas con ganas de conocer a turistas. De hecho lo difícil era no conocer a nadie, y más yendo solo. Pero a diferencia de lo que podría parecer y de lo que cree mucha gente, la mayoría, o todas, no querían conocer turistas por dinero o por salir de Tailandia. Las tailandesas son muy felices en Tailandia y ninguna quiere marcharse, de hecho yo tampoco se marcharía. Simplemente es una sociedad muy abierta, sin tantos tabúes y sobre todo Tailandia es un país muy seguro, por lo que el miedo que pueden tener algunas occidentales en su país, las tailandesas no la tienen en Tailandia. No hay peligro de violaciones o robos por lo que conocer a gente o ir al hotel con algún turista es más habitual que en Europa. Pero ya digo, no por dinero, sino porque es más seguro.

Estuve por allí atando, bebiendo y bailando un rato hasta las dos de la noche que fui hacia el hotel. El camino desde Khao San Road, una de las calles con más fiesta de Bangkok, hasta el hotel, era todo por calles peatonales, por lo que me iba perfecto que el hotel fuera en aquella zona. Además aquellas calles peatonales estaban más animadas a esta hora que durante el día, pues ahora aparte de los vendedores que ya había de día, también estaban abiertos todos los locales nocturnos y todo estaba lleno de turistas. Aún no podía creerme la suerte que había tenido de reservar aquel hotel.

Al llegar al hotel fui directamente a dormir con las piernas hechas polvo. El jet lag me había hecho tener un horario extraño pero aún así aproveché muchísimo el día. De hecho me daba la sensación de que llevaba ya dos días en Bangkok cuando realmente llevaba poco más de uno.

30/05/2019 Primer día en Tailandia

30/05/2019 Primer día en Tailandia

De las 11 horas de vuelo, quizá dormí 4 en pedazos. pueden parecer pocas pero para mí eran muchas, pues tengo que tener mucho sueño para poder dormir en un avión. El negro seguía durmiendo, de hecho sólo le había visto despierto unos 10 minutos. La chica de la ventana era más como yo, estaba más rato despierta que durmiendo. Además hay que tener en cuenta que nuestra noche no duró ni 4 horas, por lo que la luz del sol hacía que todavía costara más dormir.

Llegaba a Tailandia donde pasaría 23 días en la que sería la primera vez que pisaba el continente asiático. Iría de Bangkok hasta al Golfo de Tailandia visitando 4 islas y durmiendo en un total de 7 hoteles hasta acabar cruzando la frontera con Malasia en tren.

Este día tocaba empezarlo sin ningún café, lo que me cuesta más de lo que parece y que de hecho es algo que debería intentar solucionar algún día. Finalmente pasamos de llegar a las 7 de la mañana, hora prevista, a las 13h, por lo que ya había perdido toda la mañana. En ese momento aún no lo sabía, pero ese retraso me fue de puta madre gracias a las indemnizaciones previstas y que Norwegian me tuvo que pagar.

De repente, dos pasajeros empezaron a llamarse hasta el punto de que en un momento determinado parecía que se fueran a pegar. Finalmente la cosa no fue a mas pero era una señal del cansancio que teníamos ya todos juntos de estar ahí dentro. De hecho éste era el vuelo más largo que había hecho hasta entonces.

El desembarco fue lo suficientemente rápido y yo, como siempre, aceleré el paso hacia el control de inmigración, pues simplemente siendo de los primeros de tu vuelo en llegar a la cola, ya tienes mucho ganado. Pese al paso acelerado que llevaba, cuando llegué al control ya había bastante cola, de hecho estuve unos 20 minutos haciendo cola.

No tenía ni idea de cómo era el control de inmigración de Tailandia y de si me dirían algo por el exceso de tabaco que traía. No sabía si me iban a revisar el equipaje o si me harían un montón de preguntas. Pero finalmente, nada, pasé sin ningún problema. Ni me miraron nada ni preguntar nada. Sólo comprueban el pasaporte, toman las huellas dactilares, hacen una foto, sellan el pasaporte y hacia adentro.

Había costado pero por fin entraba en Asia por primera vez en mi vida. Entraba por primera vez en un país con un alfabeto distinto y una cultura más oriental que occidental. Llegaba el momento más esperado, vivir por primera vez en un país tan diferente al mío como es Tailandia.

Primero salí del aeropuerto para fumar un pite ya que hacía 20h que había entrado en la zona de seguridad del aeropuerto de Oslo. Y al salir del aeropuerto, de inmediato sentí lo que ya me acompañaría en las próximas 3 semanas: un calor y una humedad del todo exagerado. Además llovía a cántaros pero eso no impidió que a los 30 segundos de estar fuera, ya estuviera sudando como un pollo. Empecábamos bien pues, con una lluvia torrencial debiendo ir hasta el hotel en un país como Tailandia donde no puedes leer carteles y preguntar lo justo, pues mucha gente no habla inglés.

Me conecté a una red wifi del aeropuerto para mirar cómo ir hasta el hotel. Tenía que tomar el City Line que costaba 45 bates y era un tren que me dejaría en la estación de Phaya Tai. Y desde allí debería tomar un bus urbano hasta Sumanluang, la Corte Suprema de Tailandia, por lo que antes de llegar al hotel ya vería uno de los edificios oficiales más importantes de Tailandia.

Una vez todo planeado, volví a entrar en el aeropuerto para sacar 3000 bates de un cajero en el que me cobraron 220 de comisión! Puede parecer mucho, y realmente lo es, pero es la misma comisión que cobran en todos los cajeros, sea de un aeropuerto o del centro de la calle. Lo importante es sacar lo máximo posible ya que la comisión siempre es la misma saques 100 bates o 3000, por lo que yo saqué lo máximo que me permitía el cajero, 3000. De todas formas, en Tailandia, por lo que comprobé días más tarde, sale más a cuenta cambiar efectivo en una casa de cambio, pues ofrecen un tipo de cambio realmente bueno. El problema, por supuesto, que sólo llevaba 300€ en efectivo por 3 meses por lo que no podía ir cambiando efectivo siempre. De hecho ese efectivo le llevaba para hacer cambios de poco dinero, cuando ya te quedan pocos días en un país y no puedes sacar ya demasiado dinero de un cajero.

Y ya habiendo ahumado y con efectivo encima, fui a buscar el tren que estaba en una de las plantas inferiores del aeropuerto. Está el tren rápido y el lento. El lento tardaba unos 35 minutos en llegar al centro de Bangkok y costaba la mitad que el rápido, por lo que evidentemente fui con la lente, que no es que fuera lenta, simplemente hacía más paradas. De todas formas costaba 1€, que después de venir de Oslo donde este trayecto podría haberme costado 10 veces más, ya todo me parecía poco.

Solo comprar el billete en una de las máquinas, ya pude apreciar una primera cata del cambio cultural. Los billetes son como una moneda grande de plástico que debe introducirse en las máquinas que permiten el acceso a las vías. Yo me quedé mirando la máquina buscando algún billete salir de alguna ranura, hasta que el chico trasero cansado de esperar me señaló dónde estaba la ficha.

Muchos carteles están en inglés, lo que facilita encontrar lo que buscas, en mi caso, la vía del tren. Aún así me lié un poco pero al cabo de unos 5 minutos ya estaba en el andén esperando el tren.

En ese momento yo ya estaba sudando completamente. El calor era terrible, pero sobre todo era la humedad, había tanta que era imposible dejar de sudar. A esto se le tenía que sumar el hecho de que yo llevaba 20h dando vueltas y habiendo dormido en un avión sin ducharme ni cambiarme ni nada.

Al cabo de unos 5-10 minutos esperando llegó el tren, que sorprendentemente era bastante nuevo y moderno, y digo sorprendentemente porque los trenes de Tailandia son un espectáculo de lo viejos que son, pero aquél no.

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En el tren ya pude ver un poco Bangkok, pues casi todo el trayecto era por fuera, por vía elevada y por el centro de la ciudad, por lo que pude ver una de las torres más altas de Bangkok y algo que me sorprendió mucho, la gran cantidad de lo que parecen humedales por toda la ciudad. Hay ríos por doquier, algunas casas parecen rodeadas de agua y los campos de fútbol parecen piscinas. Pero lo que me gusta mucho y es algo normal, es ver cómo vive la gente, quién sube y baja del tren, cómo van vestidos, qué hacen o dónde van. Ver la vida quotidiana de una ciudad tan distinta por primera vez es de las cosas más fáciles y más interesantes que se pueden hacer.

Una vez en Phaya Tai seguí con las indicaciones de Moovit que me decían de coger el bus urbano 59. Caminé hasta dónde parecía tomarse y pregunté en una taquilla. Yo en aquel momento todavía le hablaba a todo el mundo en inglés pensándome que en Tailandia todo el mundo lo hablaba perfectamente, cosa que poco después me di cuenta de que ni mucho menos es así. La chica me dijo que allí no era, de hecho parecía que había otra vía, y que tenía que bajar unas escaleras al lado y tomar el bus 503. Estupendo, ya tenía que decidir si hacer caso a Moovit oa la chica . Hay que tener en cuenta que hasta entonces Moovit nunca había fallado, y eso que ya lo había utilizado en un montón de ciudad de 3 continentes diferentes. Finalmente hice caso a la chica y fui a las escaleras que me decía a buscar el bus 503.

Este autobús tenía que llevarme hasta Sumanluang, así que ya memoricé la palabra para ir preguntando a todo el mundo. Busca alguna parada de bus, pero desde donde estaba no veía ninguna, sólo calles de 4 carriles llenos de coches y motos haciendo el loco. Ya estaba en el centro de Bangkok y ya podía ver una de las cosas más famosas de la ciudad, su tráfico de bojes.

Mientras buscaba, un señor que me vio medio perdido me preguntó dónde iba, yo le respondí Sumanluang. Él me confirmó que tenía que ir hasta la intersección de las dos calles que veía debajo de mí muy transitadas y coger allí en el 503. Lo que faltaba, ya eran peligrosas aquellas calles que encima tenía que ir al cruce a esperar un bus . Pero mientras le hacía caso a aquel hombre y le seguía, pues se ofreció a acompañarme hasta la parada, pensé que éste podía ser uno de esos estafadores que había leído por Internet que se dedicaban a ofrecer ayuda a los turistas para después cobrarles millonadas en taxis u otros servicios. No te roban, pero si te cobran el doble. Así que ya sólo llegar tuve que ponerme en modo alerta. Lo bueno es que peligro de robo no tenía ninguno, mientras no fuera imbécil y me dejara engatusar, no pasaría nada.

Pero finalmente me acompañó el mes cerca que podía de la parada sin mojarse, me señaló hacia dónde ir y nos despedimos deseándome una buena estancia. Y eso fue todo, ningún intento de timo. Quizás, finalmente, era simplemente una buena persona, lo que durante las próximas 3 semanas me daría cuenta de que en Tailandia es mucho más habitual que en cualquier país europeo.

Mientras iba hacia allí pasé por delante de una parada de taxis y de los famosos tuk-tuk (motos adaptadas para llevar a 2 o 3 personas) y ya me empezaron a preguntar a dónde quería ir. Con los taxistas también hay que ir con mucho cuidado. Cuando ven un extranjero se ponen en modo estafa y si quieres coger uno primero debes informarte del precio, y sobre todo, acordar el precio antes de subir. De esta forma no te estafarán y además verán que no eres un turista tonto. Yo dije que no a todos, pues no quería tomar un taxi ya de entrada, de hecho uno de los objetivos del viaje era no tomar ni un solo taxi.

El problema de aquel cruce era lo ancho y caótico que era. Era la intersección entre dos calles importantes y muy transitadas y que además tenían laterales, y donde todo confluía allá donde me puse yo, lloviendo. No hacía ni una hora que había aterrizado en Bangkok y ya podía apreciar uno de los atractivos turísticos de esta ciudad, el tráfico loco y aparentemente peligroso, aunque en los días sucesivos pude apreciar que peligroso tampoco lo es tanto aunque lo parezca.

De lo que había mucho y eran las mas animales, eran motos. Cada vez que alguno de los semáforos se ponía en verde, decenas de motos arrancaban a toda velocidad pasando por los peatones y otros coches que habían pasado ya en rojo. Los coches y las motos se cruzaban unas a otras pero poca gente pitaba, simplemente se iban cruzando siguiendo un orden lógico cosa que hacía que muchos pasaran en rojo pero que siguieran una especie de normas no escritas para no chocar con nadie. Los primeros minutos hacía finos y un poco de cosa mirar porque piensas que en cualquier momento habrá un accidente, pero cuando llevaba 15 minutos allí de pie, entendí que no, que siempre es así y que los conductores ya estaban acostumbrados a ello.

De ambas calles más las calles laterales, no sabía bien por cuál pasaría el bus, por lo que me quedé lo más en medio posible para poder ver todas las calles. Cuando llevaba 20 minutos allí palplantado mojándome, volví a la parada de taxis a preguntar por el bus y por las tarifas. En cuanto al bus me confirmaron que tenía que coger el 503 y que pasaba por donde estaba. Y en cuanto al precio del taxi hasta el hotel eran 400 bates, unos 11€. La verdad es que, supongo para verme todo empapado y recién llegado, aquel buen taxista no me quiso amar, pues 400 bates era aproximadamente lo que costaba hasta el hotel, pues estaba a más de una hora en coche (si , estaba en Bangkok mismo, pero es que la ciudad es enorme).

Pero por suerte encontré a ese buen taxista, que al decirle que no podía pagar 400 bates ya el primer día, se preocupó de señalarme bien por dónde pasaba el bus, pues no estaba exactamente en el lugar donde yo le esperaba, sino unos 4 metros más al lado pero que era vital está en la parada ya que sino el bus ni para y ni siquiera da tiempo a que le digas nada de lo rápido que pasan. Además el taxista preguntó por ahí si había alguna incidencia confirmándome que no, que todo iba bien y que simplemente tenía que esperar.

Se me estaba haciendo ya pesado después de tantas horas fuera de Oslo, pero ya no venía de una hora. Lo que me cabreaba mucho era la lluvia y el calor insoportable. De hecho me puse la chaqueta para taparme un poco de la lluvia pero me la saqué al cabo de 5 minutos del calor que tenía. Prefería mojarme a taparme.

Continuamente pasaban mototaxis, tuk-tuks y taxis que al verme con la maleta se ofrecían a llevarme, era horroroso, pues me pasé la mitad del tiempo haciendo que no con la cabeza.

Al cabo de unos 40 minutos de estar allí en el cruce esperando y habiendo hecho una nueva visita al taxista, por fin vi que llegaba el bus 503 a toda hostia por la calle principal. Yo le avisé con la mano para que parara, el chófer me señaló un poco más adelante y ahí paró. Le pregunté si iba Sumanluang algo que me confirmó y yo subí.

Como era de esperar, los buses son muy viejos, sin aire acondicionado, y con chófer y otro trabajador que cobra el billete. Por cierto, que en Tailandia se conduce por la izquierda a pesar de no ser una ex colonia inglesa. Le dije a dónde iba y me dijo que eran 17 bates, ni 0,50€. Por suerte todas las ventanas del autobús estaban abiertas porque ya el hedor que hacía de sudor era insoportable en un lugar cerrado.

El trayecto duró casi una hora debido a la distancia pero sobre todo al tráfico. La cantidad de coches y motos existentes es exagerada. Por suerte el chófer se jodía por donde no pasaba y sin pedir permiso, como se debe hacer en Bangkok. En cualquier caso estos trayectos en bus en medio de una ciudad me encantan pues son perfectos para ver tanto la ciudad como la vida quotidiana de la gente, así que intenté disfrutar al máximo de esa primera visita por Bangkok.

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Al cabo de unos 40 o 45 minutos llegábamos a Samanluang, la Corte Suprema de Tailandia. Ésta era una de las visitas que quería hacer por lo que ya aproveché para dar una vuelta por los alrededores y hacer alguna foto, pues ahora llovía poco y ya no venía de mojarse un poco más. El edificio era enorme y muy cuidado. Contrastaba mucho con otras zonas de Bangkok por las que ya había pasado. Aquí las calles eran muy anchas, con poco tráfico, silencio, jardines bien cuidados y el edificio que parecía nuevo, con estilo budista y un montón de partes doradas.

Una vez visto el Samanluang (en ese momento aún no lo sabía pero lo acabaría viendo decenas de veces) empecé a andar hacia el hotel, el New Siam II. Tenía unos 10 minutos de camino hasta el hotel. El primer tramo era algo aburrido, pues todavía eran los alrededores de la Corte Suprema, pero después ya entré en una zona más auténtica, de hecho muy cerca de una de las calles más famosas de Bangkok, el Khaosan Road (famoso porque sale a la peli de La Playa).

Con todo ello, ya eran las 14:30h, por lo que ya hacía casi una hora y media que había salido del aeropuerto. Al menos ya estaba paseando por medio de Bangkok pudiendo ver ya los primeros puestos ambulante de comida tailandesa. Evidentemente, con el hambre que tenía, ya iba mirando lo que se vendía y por cuánto. Los precios rondaban los 40 o 50 bates, 1,50€, y por ese precio tenías un plato de arroz o fideos con carne. Hay que tener en cuenta, que a diferencia nuestra, ellos suelen comer un solo plato en el que ya viene el arroz y la carne.

Al cabo de 10 minutos llegué al New Siam. Ya nada más verlo me extrañó que fuera aquel el hotel que había reservado, pues se veía demasiado lujoso por el precio que tenía (5€ la noche), pero en cualquier caso en la entrada ponía New Siam. Pregunté y después de comprobar mi nombre me dijo el chico que no estaba, así que saqué el comprobante de la reserva y al enseñarle me dijo que yo había reservado en el New Siam I y que aquél era el New Siam II. Por suerte, el New Siam I, estaba a dos minutos andando de ahí que. Me dio una tarjeta en la que había un mapa y fui hacia el New Siam I.

Iba caminando por una calle importante que era paralela a uno de los ríos que pasa por Bangkok. En esta calle había muchas paradas de bus, restaurantes y sitios ambulante. Tuve que caminar por esa calle 2 minutos y luego girar por una calle peatonal muy estrecha y repleto de tiendas y hoteles. Al principio me hizo un poco de mala pinta, pero una vez ya estaba instalado, me di cuenta de que aquél era el mejor sitio donde podía estar. de hecho, en las valoraciones del hotel, la ubicación tenía un 10.

Una vez en esa calle, en menos de un minuto ya estaba en el hotel, que en la planta baja era restaurante. Entré, pregunté y me confirmaron que ahí si tenía reserva. Hay que tener en cuenta que ese día ya era día 30 y yo había hecho la reserva para el día 29, pues en el momento de hacer la reserva me lié con el tiempo de vuelo y el cambio de horario, por lo que realmente llegué un día después de lo que constaba en la reserva. Esto ya lo avisé por email el día antes cuando me di cuenta del error.

Hice el check-in con una chica realmente muy guapa, de hecho incluso me extrañó que trabajara allí. Hablaba inglés pero poco, por lo que el check-in costó un poco. Además yo estaba literalmente chorreando de sudor, tanto que incluso daba asco verme. Mientras ella preparaba los papeles le pedí una botella de agua fría porque estaba ya deshidratado. Me dio una botella que venían al restaurante y me la vi de un trago. Creo que nunca había tenido tanta sed como la que tenía en ese momento. Por si fuera poco el hecho de que casi en ninguna parte se puede pagar con tarjeta, allí donde se puede, como en este hotel, te cobraban una comisión del 2%. A pesar de la comisión me salía más a cuenta pagar con la tarjeta así que pagué la reserva de 6 noches por 1591 bats, 45,40€ con Revolut y ya fui a la habitación que estaba en la 5.

Hacía un poco de pereza tener que subir y bajar de la habitación, pues no había ascensor, pero estaba muy bien ubicada, pues la ventana daba a una zona con mucho movimiento, estaba a 3 metros de un balcón donde se podía fumar y daba a la calle para lo que había entrado. Eso sí, al ser la azotea hacía mucho calor.

Dejé las cosas y me fui a duchar enseguida. Los baños eran compartidos y quedaban al otro lado de la planta, algo lejos, pero como toda la planta era de habitaciones individuales, en el baño casi nunca había nadie. De las dos duchas que había entré en la que no funcionaba el agua caliente aunque no hacía falta, pues hacía tanto calor que de hecho era necesario ducharse con agua fría.

La habitación era pequeña pero más que suficiente, incluso tenía un buen escritorio. Era individual, lo que siempre busco y casi nunca encuentro, pues la mayoría de las habitaciones de hotel son dobles, por lo que yendo sólo un pagas por dos. Ésta no, era individual, por eso era más pequeña pero también pagaba sólo 7€ la noche por estar en el centro de Bangkok. Ademas al mirar por la ventana me di cuenta de que estaba a escasos 20 metros de un templo enorme, pues los templos no son sólo los edificios religiosos, sino todos los edificios de alrededor que son escuelas y las residencias de los monjes.

Me sorprendió ver este cartel en las escaleras del hotel donde decía explícitamente que estaba prohibido entrar con prostitutas en el hotel. Era prácticamente el único cartel que había para los huéspedes.

Una vez bien ubicado, duchado y cambiado, fui a comer. Primero busqué unos lugares ambulantes que había visto de camino al hotel, en la calle importante antes de entrar en la calle peatonal, pero ya no estaban, así que seguí buscando algún restaurante. Siempre prefiero comer en lugares ambulantes, no tanto para que sean más baratos sino porque son más auténticos y es donde hay más locales comiendo antes de seguir con su rutina. Me encanta ver y vivir la vida real de los locales, y eso sólo se consigue yendo a donde van ellos.

En la calle importante había varios restaurantes y finalmente me decanté por uno que quedaba bastante cerca del hotel, tenía los precios bien visibles fuera y la mujer de la puerta me invitó a pasar con una buena sonrisa, pues Tailandia es el país de las sonrisas. Los precios me parecieron bien y la mujer también, por lo que me quedé y comí mi primer plato tailandés.

Tenían una carta en inglés pero de todas formas no se podía saber que era cada cosa, al menos de forma exacta, ya que en muchos casos ponía algo con rise. Rise se entendía, pero el resto no. En cualquier caso, ya leí por Internet que aquí tienes que atreverte con todo lo que te puedan y eso hice. Pedí lo que me pareció lo más normal pero sin saber que era. Lo que tenía claro es que seguro que estaría muy bueno.

Parecía carne de cerdo con trozos de pescado, huevos de no sé qué animal y verduras. Esto y un agua me costó 67 bates, menos de 2€. Cogí los palillos, me puse un poco de las salsas que había por allí, ya comer por primera vez en Tailandia, y en Asia…

Al terminar, pagué y al despedirme de la camarera que me había invitado a entrar y que fue muy amable en todo momento, me hizo el gesto típico que hacen los tailandeses para saludarse, mis manos unidas como si estuvieran rezando, bajando la cabeza y, como siempre, con una sonrisa. En ese momento fue cuando pensé, ¡ya estás en Tailandia!

Eran las 17:30h cuando salía del restaurante y pese a llevar poco más de 4 horas en Bangkok, ya tenía ganas de ir a dormir debido al largo día que llevaba y lo poco que había dormido en las últimas 24 horas. Así que paseé unos 20 minutos por esa calle y volví al hotel.

Vista des del balcó de l’hotel

A las 18h ya iba a dormir. Intenté alargar el máximo para evitar el jet lag pero no pude mas. Muy cansado pero muy feliz. ¡Por fin estaba por primera vez en el continente asiático!

29/05/2019 De camino a Bangkok

29/05/2019 De camino a Bangkok

A las 7 de la mañana me desperté para iniciar el largo día de camino a Tailandia, y digo largo porque entonces todavía no sabía lo que iba a costar llegar.

Cuando me desperté todavía había gente durmiendo pero otros muchos ya se habían levantado. Fuera ya hacía rato que era de día por lo que entraba un poco de luz, suficiente para poder ver lo que hacía sin más luz artificial. Cogí la ropa y las cosas que ya tenía preparadas en una bolsa y me fui a duchar. Cuando salía de la habitación, las cosas más caras las guardaba en la maleta y la cerraba con candado aunque creo que no habría hecho falta.

Aun siendo un hostel con baños compartidos, casi no veía la diferencia. Había un montón de duchas y la cocina estaba tan bien equipada que no tenías necesidad de buscar nada fuera. Mucha gente casi que vivía allí y algunos preparaban unos desayunos de campeonato. Además todo el mundo era muy respetuoso por lo que el silencio en todo el hostel era total a todas horas, pudiendo trabajar allí mismo en la cocina mientras me tomaba el café sin ningún problema. No había estado en demasiados hosteles, pero éste era de lejos lo mejor en lo que había estado y donde me habría pasado una semana más sin ningún problema.

Una vez me duché y vestí, cogí el portátil y hacia la cocina a tomar el café de cada mañana con mi taza plegable y la leche evaporada, todo un lujo totalmente necesario para mí. Calentador, taza, leche y café, todo esto llevaba a una única maleta de cabina que llevaba para dar la vuelta al mundo durante 3 meses. Algunos habrían dicho que teniendo en cuenta el espacio disponible, todo esto no era del todo necesario, pero para mí os puedo asegurar que sí lo era totalmente necesario.

Parecía que una parte del hostel era para estudiantes y, de hecho en ese momento, entró una chica jova asiática muy bien vestida, con unos tacones de 10 cm pero con su mochila y preparándose su comida. Yo sólo estuve dos días, pero esa chica y muchos más seguramente están todo un año (o mes), y la verdad es que yo tampoco tendría ningún problema para acostumbrarme.

Escribí el periódico mientras me tomaba el café y miraba correos y al cabo de una hora fui abajo para salir fuera a fumar un piti. fue entonces cuando miré cómo ir al aeropuerto. No me lo había mirado antes porque en ese momento pensaba que la mejor manera para ir sería igual que la ida, es decir, en tranvía hasta la estación central y de allí en tren exprés hasta el aeropuerto. Pero al asombro vino cuando vi que el precio de vuelta era el doble que el de ida, pues costaba 21€ el trayecto de 25 minutos hasta el aeropuerto. ¡Qué pase de precios! Además Moovit me recomendaba ir en bus, así que miré los precios y los horarios en la web de la compañía, que era Flybussen. El bus era algo más barato pero no demasiado, de hecho costaba casi 19€, pero lo bueno es que había una parada a menos de 5 minutos andando del hostel, y eso que éste estaba bastante alejado del centro. Así que teniendo en cuenta el precio pero sobre todo la facilidad en el trayecto, decidí ir con el bus de la compañía Flybussen. Desde allí mismo y desde el móvil, hice la reserva, pues de esta forma salía un poco más barato que comprando el billete directamente en el bus. Menos mal que se me ocurrió mirar el trayecto cuando aún me quedaba una hora por marcharme, sobre todo por la facilidad del trayecto, algo importante teniendo en cuenta que tenía por delante casi 24h antes de llegar al hotel de Bangkok.

Lo de los precios de Noruega es increíble. Oslo es la ciudad más cara que he visitado hasta ahora y con diferencia, más que Nueva York o Boston.

Una vez comprado el billete de bus y tomado el café, preparé bien la maleta porque ahora sí que tenía que vigilar bien el peso y las medidas, sobre todo el peso, pues el máximo permitido por Norwegian son 10kg y yo lo llevaba 11. Nunca había conseguido bajar de los 11kg, pero también es cierto que con Norwegian siempre me habían dejado si sólo me pasaba 1kg. Y si, siempre lo comprobaban.

El bus pasaba cada 15 o 30 minutos y no tenía que coger uno en concreto, por lo que tampoco tenía la presión de tener que llegar a una hora concreta en la parada aunque la tenía a 5 minutos andando del hostel. Hacia las 11h bajé a recepción a dejar las sábanas y hacer el checkout.

Hacía muy buen día, mejor que la anterior, sin ninguna nube y una temperatura muy agradable. Salí con la chaqueta puesta pero al poco rato ya me la quité y eso en Oslo no es poco.

La parada estaba aún más arriba que lo que estaba el hostel, que ya estaba muy arriba. De hecho la parada parecía estar en una especie de autopista que estaba muy cerca. Siguiendo a Google Maps no tuve ningún problema para encontrarla y lo mejor fue que cuando ya llegaba justo pasó el bus que me esperó unos segundos para poder subir, así que no eran ni las 11:30h que ya estaba en el bus de camino al aeropuerto. El vuelo salía a las 14:50h y no tenía que facturar, por lo que iba bien de tiempo.

Eso sí, el bus era más lento que el tren, como era de esperar. Iba por carretera y además hacía varias paradas más que el tren. Paraba en pueblos bastante lejos de Oslo y supongo que sobre todo en lugares donde el tren quedaba lejos. Lo bueno del bus es que permite ver mejor el paisaje que en tren. Me sorprendió, aunque en Noruega ya es normal, que incluso dentro del bus se podía pagar con tarjeta. Casi todo el mundo ya llevaba el billete como yo en el móvil, pero aquellos que tenían que pagar al chófer, podían hacerlo también con tarjeta.

Hacia las 12:30h llegábamos al aeropuerto después de un viaje realmente cómodo y un conductor muy amable. Un servicio realmente bueno.

Entré en el aeropuerto ya con la intención de buscar el control de seguridad y el baño para ya prepararme casi para ir a la puerta de embarque, cuando recibí un SMS en el móvil informándome de que lo quiere se retrasaría hasta las 18:15h, es decir, 3,5 horas. Ya podrían haberme enviado una hora antes y ya no habría llegado tan pronto.

Inmediatamente fui al mostrador de Norwegian y allí, supuestamente, nadie sabía nada, ni enseñándole el SMS el tío se enteraba, o no quería enterarse… De hecho me hizo el check-in y me dio ya la tarjeta de embarque. Pero el SMS estaba bien claro y evidentemente no me quedaría con esa incógnita, así que fui a la cola de atención al cliente y allá una chica si que parecía que sabía algo pero que realmente no quería decir nada, de hecho me dijo que en principio sí que se retrasaba pero que no podían confirmarlo, y menos aún el tiempo. Yo creo que lo decía para que la gente no le montara un pollo allí mismo. Al decir quizás si pero quizás no, la gente se marchaba con la esperanza de que no y así no decían nada. En cualquier caso a mí esta poca claridad es lo que realmente me cabrea, pues si me dicen que faltan 4 horas pues yo ya me espabilo y si hace falta me voy de allí, pero al decir que no era seguro, pues claro, ya pasas el control y vas a la puerta de embarque, pero es que ahí sí que no hay nada que hacer, por lo que tener que esperar las 4 horas ahí dentro es terrible. Y esto es lo que me pasó.

En cualquier caso seguí considerando que el vuelo salía a las 14:50h, por si a caso, así que a las 13:30h ya estaba pasando el control de seguridad y entrando en una zona donde todo es caro, no se puede fumar y no se puede salir.

El control de seguridad lo pasé bien, sin ningún registro adicional y con una amabilidad por parte de los agente excelente. Saben que todo es un trasiego para los pasajeros y parece que se vean con la obligación de pedirte perdón continuamente. Noruega parecía un paraíso.

Eso sí, el control de pasaporte ya fue otra historia, pero por mi culpa realmente. El tema es que desde mi viaje anterior por América, el día que estuve en Washington, el pasaporte lo tenía casi ilegible. Ese día llovió mucho en Washington y fue inevitable que se me mojaran cosas, entre ellas el pasaporte, provocando que la tapa esté completamente borrada. De todas formas las hojas interiores, pese a un poco arrugadas, se ven bien, por eso no llegué a cambiarlo. Pero allí en el control, supongo que entre esto y que tiene al menos 15 sellos de 15 países diferentes, pues hizo que el control fuera más exhaustivo, y eso que estaba saliendo del país. Primero revisaron entre el agente que me tocó y la de al lado, el pasaporte por arriba y por abajo, le pasaron por varias máquinas, lo tocaron por todas partes, y después tocaron las 15 preguntas sobre lo que hacía, donde iba y porque había ido a Oslo. De hecho todo era raro porque se marchaba casi un mes a Tailandia pero antes paraba dos días en Oslo. Les expliqué que esa parada de dos días se debía a que el vuelo hacía una escalera en Oslo y en estos casos me gusta aprovechar la escalera para ver la ciudad. Finalmente, pasados ​​casi 10 minutos, confirmaron que todo era correcto, que el pasaporte era legal y que nadie me buscaba y me dejaron pasar, salir.

Lo primero que hice fue ir a la puerta de embarque que ya estaba anunciada en los paneles, y allí, ya los primeros tailandeses… Puede parecer una tontería pero en ese momento para mí era la señal de que ya iba de camino al primer país que visitaría de Asia. De hecho aquella era la novedad de ese viaje, además de dar la vuelta completa al mundo. Por primera vez iba a Asia con todo lo que esto representa de cambio de cultura, idioma, escritura, costumbres, etc. Iba al que seguramente era el país más distinto que habría visitado hasta ahora, y ya llevaba varios.

Me senté ya esperar. Si el vuelo salía a la hora prevista, no debería esperar ni 10 minutos antes de que empezaran el embarque, pero si salía a la hora que decía el SMS, debería esperarme dentro de más de 3 horas. Y lo peor de todo es que nadie lo sabía a ciencia cierta, o al menos eso nos querían hacer creer a los pasajeros.

Estuve allí sentado casi una hora cuando ya confirmaron, y ya era evidente, que el vuelo se retrasaba al menos 3 horas. A mí ya me había llegado hacía rato el SMS pero en ese momento me dio la sensación de que allí todavía había pasajeros que no lo sabían y en ese momento recibían la noticia por primera vez. De hecho fue uno de los pasajeros que lo dijo así por lo general a todos los que estábamos allí. Según decía, había visto en Google que la puerta de embarque había cambiado. Lo miré y efectivamente, en Google le decía otra puerta. Y al cabo de 2 minutos nos avisaron a nosotros. Nos enteramos antes por Google que por Norwegian o el aeropuerto.

Yo antes de ir a la otra puerta, y viendo el panorama, intenté salir de la zona de seguridad, pues me veía incapaz de aguantar 3 horas más allá, pero ya fue imposible, de hecho no voy encontrar ni puerta para salir. Supongo que si no llegabas con un vuelo a una zona en concreto, salir de allí era muy complicado.

Así que fui hacia la otra puerta, la 25 si no recuerdo mal, donde ya estaban todos los pasajeros esperando, por cierto, a muchos españoles. De hecho ya hacía años que Tailandia estaba poniéndose de moda pero con especial intensidad en España. Y esto se notaba en este aeropuerto de Oslo donde había más españoles que noruegos esperando para ir hacia Bangkok. El avión tenía un problema técnico y estuvo a nuestro lado 4 horas. Lo veíamos pero no podíamos embarcar.

Al cabo de 30 minutos de esperar, resignado ya a que esa espera se alargaría horas, me comí la ensalada de queso y jamón que había comprado el día anterior a un súper Kiwi. Estaba muy buena y había mucha, de hecho incluso me extrañó tanta cantidad de ensalada por sólo 5€ teniendo en cuenta que era Oslo. Entre esto y las galletas que también había comprado comí mejor de lo que pensaba. Eso sí, la intención era comer ya en el avión y así estar un poco entretenido durante el vuelo, pero claro, con la de horas que aún quedaban más valía no esperar más.

Y después ya otra vez a hacer tiempo paseando, yendo al baño, bebiendo agua (al menos había una fuente de agua fría) y mirando el móvil o leyendo información sobre Bangkok.

Pero todo al final, al menos para mí, fue mucho mejor, pues finalmente el retraso fue de 5 horas y según la normativa europea nos correspondían 600€ de indemnización. Y teniendo en cuenta que el precio del billete fue de 160€ y que el retraso no me ocasionó ningún problema, finalmente me alegré mucho del retraso.

Hacia las 18:30h y cuando ya llevábamos casi 4 horas de retraso y más de 5 que estábamos allí dentro de la zona de seguridad, por fin nos avisaron de que saliéramos un momento de la sala, pues la puerta de embarque estaba dentro de una sala cerrada, ya que deberíamos entrar uno por una previa comprobación de la tarjeta de embarque. En ese momento aún no lo sabía, pero ese control también era para pesar las maletas. Éstos de Norwegian siempre las pesas, aunque tengan que llevar una balanza a la misma puerta de embarque.

Mientras esperaba ahí fuera vi la que fue mi heroína del día. A mí, que tenía 38 años, ya todo el mundo me decía cómo era capaz de irme solo 3 meses a dar la vuelta al mundo por países como Tailandia o Malasia. Yo siempre les decía que evidentemente no era el único y que gente mucho más joven que yo ya lo hacía. Pues allí vi a una de estas chicas que no debería tener más de 20 años y que iba sola con su mochila en dirección a Bangkok. Además la mochila que llevaba era la que yo quería, la mochila adaptada para poder llevarse en cabina y que se abre como si fuera una maleta, mucho más cómodo que las mochilas tradicionales. Pues aún no había llegado a Tailandia que ya veía a gente que iba aún más a la aventura que yo.

Finalmente, sobre las 19:00h empezamos a entrar en la sala ya para embarcar. Llegaba el momento de poner cara de pena por lo que sabía que iba a pasar, que sería que mi maleta pesaría más de 10kg, pero poco más por lo que la chica no sabría si dejarme pasar o cobrar el exceso. Y efectivamente fue así. Puse la maleta y la mochila en la balanza y marcaba 11,50kg. Yo me hice el despistado que junto a la cara de pena hizo que la chica le preguntara a la que parecía su superior y ésta dijo que no pasaba nada, así que la primera chica me dijo lo que ya me habían dicho otras veces, que por esta vez no pasaba nada pero que por la próxima tuviera en cuenta que el máximo eran 10kg. Perfecto, 40 o 50€ que acababa de ahorrarme.

Me senté a esperar junto a la balanza por simple curiosidad de ver si algún pasajero debería facturar su maleta de cabina. Claro que sí, de hecho fueron unos 10 pasajeros los que tuvieron que pagar y facturar. Algunos lo tomaron muy mal, pero es que había gente que iba cargando 20kg, eso ya es tener más cara que espalda.

Uno de esos pasajeros que se pasaba de peso, era un señor, que parecía noruego, algo bebido y que se puso muy farruco. La chica de Norwegian le dijo que fuera hasta el mostrador de la puerta a pagar y facturar la maleta. El señor decía que no pero parecía que poco a poco iba, pero no, más tarde vi que todavía estaban discutiendo con él.

Al cabo de unos 30 minutos más, ya nos avisaron para ir embarcando. Fue cuando ya estaba a punto de entrar en el finger que vi al señor bebido de antes discutiendo con la chica de antes porque quería embarcar sin haber facturado todavía. De hecho el señor ya se iba a colar cuando la chica se puso delante de él ya gritando y diciéndole que se retirara o avisaría a seguridad. Todo esto estaba pasando delante de mí y de hecho yo era el siguiente en embarcar, aunque no podía por culpa de aquel borracho, por lo que al final incluso yo le dije que dejara ya de hacer el ridículo y se apartara si no quería que le girara la cara. Entonces, su pareja, que ya no sabía dónde mirar, le hizo entrar en razón y se apartaron de la puerta dejando que siguiéramos con el embarque.

Me tocó pasillo, lo que siempre prefiero en vuelos largos. En la ventana había una chica y faltaba aunque llegara el de en medio, que fue un chico negro. Los tres teníamos más o menos la misma edad y parecía que íbamos solos. El chico se durmió antes del despegue y ya no despertó hasta el aterrizaje. 11 horas durmiendo.

Eran ya casi las 20h por lo que llevábamos ya 5 horas de retraso. Cuando ya estábamos hartos de esperar, el capitán nos comunicó que aún nos retraseríamos unos minutos más porque un señor borracho le estaba liando en la puerta de embarque. Ve que no fuera el de la maleta…

Estuve escuchando música, algún ebook, información de Tailandia, etc. Todo debidamente preparado para poder consultarse offline. También pude dormir un rato, pues todavía estaba harto de lo que había comido mientras esperaba, por lo que el vuelo todavía se me pasó bastante rápido y bien.

Iba hacia el este, por lo que más valía que intentara dormir lo máximo posible ya que perdería 6 horas de noche y al día siguiente quería estar un poco fresco para aprovechar ya un poco el día, aunque debido a el atraso llegaríamos a Bangkok sobre las 13h. Qué envidia el negro que llevaba rato durmiendo. ¿Cómo lo haría?

28/05/2019 Segundo día en Oslo: Paseo marítimo, la Fortaleza y el barrio Grünerløkka

28/05/2019 Segundo día en Oslo: Paseo marítimo, la Fortaleza y el barrio Grünerløkka

Primera noche del viaje pasada, durmiendo con 23 personas más y en una ciudad en la que no se superaron las 3 horas de oscuridad debido al sol de medianoche. Eran las 8 de la mañana cuando me despertaba, ya diferencia de lo que pensaba, después de haber dormido casi 10 horas. Y digo a diferencia de lo que pensaba porque teniendo en cuenta que antes de que yo ya se iría despertando gente, tenía bastante asumido que alguno de ellos me despertaría antes de que me despertara yo. La noche anterior sólo había podido dormir 3 horas en casa de mi padre y me había pasado casi todo el día caminando, por lo que era importante que esta noche pudiera dormirla bien.

Era sólo la tercera vez que dormía en una habitación compartida pero dormí perfectamente. Qué diferencia con Playa del Carmen donde cada vez que alguien despertaba hacía tanto ruido que se despertaba todo el mundo. Aquí, al despertarme, vi que ya se habían ido 8 o 10 personas y ni me había dado cuenta. Ninguno había hecho suficiente ruido como para despertar a nadie. Incluso en ese aspecto se notaba la educación nórdica. Además el colchón era comodísimo y el silencio tanto en la habitación como fuera, como en la calle eran totales.

Con el sueño ya recuperada cogí la ropa y cosas por la ducha y fui a ducharme y arreglarme, también evidentemente sin hacer ruido aunque ya casi todo el mundo estaba despierto. Los baños eran muy grandes y tenían un montón de duchas, por lo que no había problemas de colas, pues tener que hacer cola para ir a la ducha o al baño es de lo peor que puede ocurrir en un hostel. Además las duchas eran buenas, las puertas herméticas y todo muy limpio. Lo cierto es que era de lejos el hostel en el que habría estado dispuesto a pasar más noches.

Una vez vestido fui a la cocina de mi planta con el portátil y la taza de café portátil que hoy estrenaría. La cocina parecía una cocina de restaurante, con un montón de fogones y fregaderos, 3 hornos y 3 neveras. Ademas era toda una sala con un montón de mesas.

Esta vez llevé mi propia taza de café portátil de silicona, pues en otros viajes no la tenía y en muchos lugares no podía tomarme café simplemente por no tener un vaso o taza donde ponerlo. Además también llevé leche evaporada por lo que pude tomarme el café como si estuviera en casa. Para mi poder tomar un buen café por la mañana en el mismo hotel, es casi imprescindible. Puedo viajar por donde esté y dormir donde esté siempre y cuando al día siguiente pueda tomarme un café tranquilo antes de salir a la calle.

Me senté en una mesa con el café y el portátil ya listo y empecé a escribir este diario hasta las 10 de la mañana que me preparé para ir a hacer nuevas visitas por Oslo. El objetivo principal del día era ver la sede del premio Nobel y Fortaleza, aunque intentaría visitar otros lugares.

Así que me abrigué bien, de hecho me tuve que poner todo lo que llevaba de abrigo porque apenas llevaba nada y estábamos a unos 12ºC y sobre las 11h salí también caminando como el día anterior directamente en la sede del Premio Nobel. La sede estaba muy cerca del puerto por lo que para llegar debía pasar por el centro de Oslo, zona que ya me conocía del día anterior. De hecho por el camino, sin apenas darme cuenta, volví a pasar por el Parlamento.

Ahora podía ver mejor la vida normal de la ciudad, pues parece que por la mañana las rutinas son más que ir a trabajar, por lo que se veía mucha gente haciendo su vida quotidiana, algo que me gusta mucho apreciar cuando soy en una ciudad por primera vez. Cabe decir que en Oslo no hay demasiado sin techo, pero alguno hay, cosa mucho más dura que en otros lugares debido al frío. A pesar de estar a las puertas del mes de junio y casi mediodía, hacía mucho frío, por lo que dormir de noche en la calle debe ser horroroso, por no hablar ya en pleno mes de enero.

Llegar hasta la sede del Premio Nobel fue más largo de lo que pensaba. El trayecto era realmente largo, pues prácticamente estaba cruzando Oslo de norte a sur, por lo que estuve casi una hora andando hasta encontrar la esperada suya.

Su sede está justo en el puerto, de hecho esta a escasos 10 metros del agua. En los alrededores estaba lleno de gente y sobre todo de grupos de estudiantes. Paseé un poco por el perímetro mirando el frontal y uno de los laterales del edificio y haciendo, cómo no, las fotos de rigor. Es un edificio sencillo pero bastante imponente y con una buena ubicación a la vez que extraña.

El puerto no era el de cruceros o grandes embarcaciones, sino el de pequeñas embarcaciones y precedido por un amplio paseo marítimo, por lo que la zona estaba muy bien y era muy agradable pasear por ella. De hecho en ese momento empezaba a salir el sol ya subir la temperatura, por lo que una vez vista la sede del Premio Nobel fui caminado por el paseo hasta unos 15 minutos hasta llegar a Fortaleza.

Fortaleza fue lo que más me sorprendió por el hecho de que no me esperaba que fuera como era. Claro que había visto fotos, pero no sabía que allí dentro viven militares. Pensaba que Fortaleza serían sólo las murallas y las buenas vistas que había desde ellas, pues se podía subir. Pero no, por un lado el acceso es totalmente público y libre y por dentro parece un pequeño pueblo con edificios por los militares y rodeado por las murallas originales e incluso con los cañones. Era curioso, pues mientras tú vas por ahí dentro haciendo fotos, te vas cruzando continuamente con militares uniformados que viven allí. Y extrañó que los coches deben pasar un control antes de entrar el recinto pero en cambio los peatones podemos entrar sin que nadie diga nada. Entras por una puerta sin que ni siquiera te miren. De hecho la primera vez no sabía bien qué hacer, pues no sabía si yo podría entrar por allí o si me dirían algo, hasta que vi entrar a una familia y yo fui detrás.

Todo el recinto es muy grande y permite que dentro, aparte de los numerosos edificios existentes, haya grandes zonas verdes e incluso un pequeño lago. La tranquilidad es total por lo que es un buen sitio para desconectar de la ciudad. Eso sí, lleno de turistas y de muchos locales que simplemente entraban allí para ver el mar tranquilamente. De hecho, estuve un buen rato caminando hasta llegar a la zona de viviendas y otros edificios, pues tenía mucha zona verde en la que había muchos grupos de estudiantes por allí caminado. De hecho me pareció una especie de parque municipal donde la gente va a desconectar y disfrutar de las vistas aunque rodeado por militares.

A pesar de la presencia constante de militares, la mayoría, van sin armas (sólo los que stand y guardia), por lo que caminar en medio de ellos no provoca ningún tipo de intimidación, de hecho todo lo contrario, son muy abiertos y de hecho parece que les gusta que la gente vaya a ver dónde viven.

Después de andar un rato por los prados y caminos del recinto, subí hasta el punto más alto de la muralla que daba al mar. Una vez arriba hay un camino que permite seguir toda la muralla pero desde el punto más alto, ofreciendo además unas vistas magníficas del mar y de buena parte de la costa de Oslo. Sólo por esas vistas ya valía la pena entrar ahí dentro. Incluso en esta zona había un restaurante con la terraza al otro lado de la muralla con vistas al mar. Ni miré los precios, pues si un bar normal ya era carísimo, éste no quería ni saberlo.

Ese día iba sin la mochila y por tanto sin provisiones. Así que una vez hube visto bien toda la Fortaleza fui a buscar algún sitio donde comer o comprar algo. Había leído que el sitio más barato donde comprar era en los súper Kiwi, y eso en Oslo se debe tener muy en cuenta ya que un bocadillo pequeño te puede salir por 10€ y que además ni te quitaría el hambre. Así que busqué algún Kiwi en Google Maps y encontré uno relativamente cerca. Fortaleza quedaba junto al mar pero cerca del centro, donde estaba Kiwi, así que caminé hasta allí viendo ahora a mucha más gente por la calle que hacía poco rato. Supongo que era por la hora y por el desayuno que se joden los noruegos, pues por lo que se ve el desayuno es la única comida que hacen seguro mientras que el resto del día comen cuando pueden pero ya cada uno cuando quiere y la cantidad que quiere, de hecho casi que ni tienen las palabras almuerzo y cena.

Nada más entrar llamaba la atención que todos los trabajadores eran inmigrantes, quizá por eso era de los súper más baratos de Noruega… Compré una ensalada de queso y jamón ya preparada por 5€ pero pensada para comer al día siguiente en el avión de camino a Bangkok, pues iba con Norwegian y estos no me darían ni agua. Además compré un par de cervezas por unos 4,50€ ambas, mucho menos que los 14 o 15 que pueden costarte en un bar. Así que menos de 10€ por una ensalada muy completa y dos cervezas. Increíble estando en Oslo.

No llevaba ninguna bolsa por lo que tuve que pedir una en la caja, pero no había pensado en el ecologismo de este país que junto con los precios desorbitados hicieron que me llevara un buen susto cuando vi que me habían cobrado 1€ por la bolsa! Lección aprendida…

Desde allí ya busqué el hostel en Google Maps y a andar. Hacía muy buenos días aunque la temperatura no acababa de subir del todo. Estaba bien pero todavía tenía que ir con manga larga. Intenté ir por calles por las que no había pasado aún para ver lo máximo posible de Oslo. Por donde fuera el silencio, la tranquilidad y la educación eran totales. Casi todos los coches eléctricos y ninguno tocando el claxon, por lo que ir por el centro de la capital del país era como caminar por un pueblecito, algo que no había visto a ninguna parte. Además todo el mundo era muy educado, cediendo el paso siempre y sin gritar. Daba gusto pasear por el centro de la ciudad.

Intenté llegar al hostel cruzando el barrio de Grünerløkka, pues ya lo había visto un poco el día anterior pero muy poco, y realmente es un barrio que vale la pena ver, pues es el barrio más auténtico y diferente de Oslo, aún con ese estilo bohemio e incluso revolucionario aunque con mucha mas clase y limpieza que otros similares en otras capitales. Aquí es donde se veía sobre todo la arquitectura típica de Noruega y las tiendas de barrio de toda la vida dándole una personalidad única.

Además por el camino iba cruzando ríos y prados, pues Oslo está plagado de ríos y zonas verdes, de hecho en algunos lugares parece que camines por el medio de la montaña.

Hacia las 14h llegaba al hostel donde primero me tomé una de las cervezas y después comer el penúltimo sándwich que me quedaba. No quería comer demasiado ya que no quería quedarme dormido, pues ese día debería ir a dormir pronto ya que al día siguiente marchaba hacia Tailandia. Así que me terminé el sándwich, recogí un poco las cosas y dejé la maleta a punto para el día siguiente tener que hacer lo justo, y fui hacia la planta baja del hostel donde había una sala con mesas y sofás con un montón de ostas la mayoría trabajando en sus portátiles. Era un hostel pero parecía un hostel de trabajadores normales, algunos nómadas y otros residentes. En cualquier caso, un hostel con mucha clase y ostas de cierta categoría. Me senté un rato en aquellos sofás tan moderno y cómodos y aproveché para mirar correos, itinerarios, reservas, etc. Comprueba un poco que todo estaba bien y lo tenía todo listo para el largo viaje.

Llevaba más de 24 horas en Noruega y aún no había necesitado nada efectivo. De hecho ni llevaba, sólo la tarjeta de Revolut con la que pude pagar todo lo que había comprado hasta entonces. Así si que da gusto viajar, sin tener que preocuparse por el efectivo ni las comisiones. Lástima que en algunos países esto sea imposible.

Lo dejé todo listo para el día siguiente sólo ducharme, vestirme, tomar el café y marcharme, y hacia las 19h fui hacia abajo a mirar qué tiempo hacía, pues tenía pensado ir a cenar en un Burger King que había visto en Google Maps que me quedaba a unos 10 minutos andando. Estos sitios a veces son buenas opciones si pretendes no gastarte un dineral en una cena ni tienes ganas de hacer la comida. El problema era que lloviznaba un poco, pero poco a poco cada vez iba lloviendo mas. Aquel día habíamos pasado de estar el día tapado y muy frío por la mañana, a solear al mediodía y ahora por la tarde llover. Un tiempo muy cambiante y muy frío, pues ahora hacía más frío que el que hacía por la mañana.

Hacia las 20h paró algo de llover y aproveché para ir al Burger King, pues ya me había hecho la idea de cenar hamburguesa. A paso ligero fui hasta el Burger King pasando por algunas calles que ya conocía y otras nuevas. Había alguna persona por la calle pero en general, por esa zona, apenas había nadie. Si bien es cierto que lloviznaba y hacía frío, no dejaba de estar en una capital de país, por lo que realmente me pareció que había muy poca gente por la calle. Acostumbrarse a vivir en países como éste debe ser realmente difícil a menos que hayas nacido.

Al cabo de 10 minutos llegaba al Burger que estaba vacío como era de esperar, pues la calle ya lo estaba de vacío. Pedí sólo hamburguesas ya que pedir un menú es siempre más caro por la bebida. Lo mejor es no pedir bebida y ver una vez llegas al hostel o donde quiera que esté, de esta manera puedes cenar en Oslo por 5€ tal y como hice yo. Vi en un cartel una oferta de dos hamburguesas por 48 coronas, unos 4,90€, así que no lo pensé demasiado y pedí dos hamburguesas. Con esto ya tendría suficiente para cenar, pues una era de pollo rebozado y la otra doble. Evidentemente, como en todas partes en Noruega, pagué con tarjeta.

Hacía cierta gracia el hecho de que de entrada todo el mundo te hablaba en noruego, pero tú al saludar en inglés, inmediatamente cambiaban a un inglés más perfecto que el de Londres.

En todo el rato que estuve en el Burger, sólo entraron lo que parecían 3 estudiantes y que eran, como no, españolas. A esas horas por la calle y cenando en un Burger, sólo podían ser españoles. Así que ya éramos 4 de 4 ahí dentro.

Al terminar de cenar volví hacia el hostel pero aproveché que pasaba por delante de un súper Kiwi para comprar alguna galleta o pasta para comer ahora de postre o al día siguiente, ya que seguramente sería un día lo suficientemente largo. Así que entré y compré un paquete de galletas y otro de unas pastas también dulces. Evidentemente pagué los 4,80€ que costaban ambas cosas con tarjeta.

Y si en la ida ya iba casi solo por la calle, ahora ya iba completamente solo. Sólo un par de despistados que salían de algún local tipo bar y caminaban sin demasiado rumbo fijo.

Cuando me quedaban unos 5 minutos para llegar al hostel, las 4 gotas se convirtieron en unas cuantas mes, por lo que tuve que acelerar el paso porque ahora sí que mojaba demasiado como para ir andando tranquilamente. Menos mal que ya había cenado y ya estaba volviendo.

Eran casi las 21:30h cuando llegaba al hostel, habiendo caminado por unas calles desérticas, frías y totalmente silenciosas, pareciendo más un pueblo del Pirineo que la capital de Noruega. Si la situación ya era así casi en junio, no quiero ni imaginarme cómo será en pleno enero.

Al día siguiente quería despertarme hacia las 7 de la mañana por lo que iba perfecto de horario. Llegué, preparé ya la ropa para el día siguiente y guardar todo lo posible de la maleta, y hacia las 22h a dormir ya descansar que al día siguiente ya se marchaba al segundo país del viaje y en el que me estaría más tiempo. 3 semanas en Tailandia, desde Bangkok hasta la frontera con Malasia.

27/05/2019 Primer día del viaje: Llegada a Oslo y visita al centro

27/05/2019 Primer día del viaje: Llegada a Oslo y visita al centro

Me desperté en casa mi padre a las 4 de la madrugada después de haber dormido menos de 4 horas debido a las elecciones municipales y europeas del día anterior que me habían «obligado» a acostarse pasadas las 12 mirando los resultados y reacciones. Además, debía esperar al padre que estaba en una mesa y llegaba a las 12 pasadas. Y tenía que esperarla porque yo tenía sus claves para haberme olvidado las mías.

Así que a las 4 me duchaba y me preparaba mientras papá todavía estaba despierto (no había ido a dormir) y comentábamos un poco las elecciones y los últimos detalles del viaje mientras me tomaba el café. A las 5:15h nos despedíamos y ya marchaba a buscar el Aerobus que tenía que llevarme hasta el aeropuerto.

Hacia las 5:30h ya cogía el bus lleno de gente llegando al aeropuerto sobre las 6 de la mañana, también lleno de gente. De hecho estuve unos 30 minutos para pasar el control de seguridad debido a la larga cola que ya existía y que no me esperaba. Por suerte el control lo pasé sin que me pararan y no era cosa menor, puesto que llevaba un calentador eléctrico que no estaba seguro de que me dejaran pasar.

A las 7:10h salía mi vuelo hacia Oslo y yo llegaba a la puerta de embarque a las 6:40h. No había cola y había una familia sentada en las sillas de la sala, lo que me hizo pensar que todavía no habían empezado a embarcar. Pero la chica me dijo que si iba a Oslo a lo que le respondí si ya podía embarcarse. ¡Mi sorpresa fue cuando me dijo que si y al embarcar vi que el avión ya estaba casi lleno! Y aún quedaba media hora por la salida.

El vuelo fue tranquilo e incluso pude dormir unos 30 minutos de las 3 horas y media que duró. A mi lado había una chica asiática bien enfriada y la verdad que estuve todo el viaje intentando evitar sus virus, no se cómo, pero intentaba girar la cara, pues lo último que quería en ese momento era empezar el viaje ya enfriado . Incluso en un momento en que se durmió empezó a caer sobre mí y yo me iba apartando como si tuviera alguna enfermedad mortal. Ahora, 24 horas después de eso, parece que no me encomendó.

Hacia las 10:30 llegábamos a Oslo y antes de aterrizar se veía que el día sería un día típico noruego, bien tapado y 12ºC.

Por primera vez en uno de estos viajes largos que hago, pude conectarme a la red 4G sin miedo a pagar 10€ o mes por MB, pues en Noruega ya se podía utilizar la misma tarifa que en España. Y la verdad que poder bajar del avión y conectarse a Internet para mirar a Moovit cómo ir al Hostel fue una de esas cosas que no le damos importancia pero que me facilitó muchísimo la vida.

Según Moovit la mejor opción era tomar un tren Express hasta una estación del centro de Oslo y de allí tomar un tranvía de Oslo hasta el Hostel. Al comprar el billete a la máquina, ésta ya me dio algunas indicaciones de qué tren tomar e incluso a qué vía ya qué hora ocurría el próximo, algo que en España nunca he visto. Gracias a esto y las indicaciones de Moovit no tuve ningún problema para llegar a la vía correcta y esperar menos de 10 minutos a que llegara el tren.

Estació de tren a l’aeroport d’Oslo

El trayecto era de 47km, se hacía en unos 25 minutos y pasaba por zonas rurales que ya permitía ver antes de llegar a Oslo cómo es el paisaje de Noruega. Hierba por todas partes, árboles, vegetación y de vez en cuando casas típicas en medio de todo aquel verdor.

Poble a mig camí entre l’aeroport i Oslo

El tren llegaba a una estación muy céntrica de Oslo desde donde podría tomar el tranvía que ya me dejaría muy cerca del hostel. Gracias a Moovit encontré la parada muy rápido y aún suerte, porque justo en ese momento empezaba a lloviznar, y no hay nada que me cabree mas, que ir buscando un hotel con la maleta y lloviendo.

A diferencia de Barcelona, los tranvías van por la calle junto al resto de vehículos, por lo que cuando un tranvía se para en una estación, los coches traseros en muchos casos también deben esperar. Algo que me sorprendió, aunque ya era de esperar, y que también había notado en el tren exprés, es que el silencio era total, nadie hablaba y mucho menos gritaba. Tanto el tren como el tranvía estaban llenos de gente y no se escuchaba a nadie. Y no sólo eso, sino que muchos de los coches son eléctricos y nadie toca el claxon, por lo que le silencia en el centro de la ciudad también es increíble.

Al cabo de 10 minutos llegaba a la parada donde debía bajar según me indicaba Moovit y ya sólo tenía que andar 5 minutos hasta el hostel. Empezaba ya a ver partes de la ciudad y lo cierto es que me estaba gustando mucho. Hacía más frío de lo que pensaba que haría por la época pero todo el mundo era tan educado y la arquitectura tan típica que hacían que la primera impresión fuera muy buena.

Entre unas cosas y otras eran casi las 13h cuando llegaba al hostel Anker Apartment, donde había reservado una cama en una habitación de 24 personas por 25€ la noche, así son los precios de Oslo. El check-in fue bien y el chico me contó la parte más interesante de Oslo y cómo llegar. Así que fui a mi habitación a dejar las cosas y empezar la visita al centro de Oslo.

La habitación era de 24 camas aunque no todas estaban ocupadas. Había uno que parecía vivir allí permanentemente, pues se había montado su habitación particular en una camilla. Por lo demás, diría que había un poco de todo. En el hostel por lo general me parecía ver mucho de nómada digital, pues la sala de estar estaba llena de chicos y chicas solas con su portátil.

El chico del hostel me dijo que podía tomar el tranvía para ir al centro, que de hecho era el mismo que acababa de coger para venir al hostel. Pero puesto que era mi primera visita a la ciudad y el centro estaba a 2km, decidí ir andando y así ya conocer el barrio.

A unos 10 minutos del hostel había un parque grande, uno de tantos que hay en Oslo, seguramente porque no es necesario ningún tipo de mantenimiento debido a que día sí y día no llueve. Allí paré y me comí el primero de los 4 sándwiches que me había preparado mi madre. Era un buen sitio para comer, rodeado de pájaros, ardillas, naturaleza y silencio pero casi en el centro de Oslo.

Al terminar seguí caminando hacia la Opera de Oslo, que era el objetivo de aquella primera visita y así ya ver el Mar del Norte. Luego quería pasear por la calle principal de Oslo hasta llegar al Parlament. Por el camino ya pude ver barrios con una arquitectura típica y cómo era el ambiente general de Oslo, que seguía siendo muy tranquilo, silencioso y muy educado.

Poco a poco me fui acercando al centro donde ya se veía más movimiento, edificios más altos y modernos, y algo que me sorprendió, un montón de rumanas pidiendo por la calle. Ya sé que hay por todas partes, pero es que había zonas en las que había una cada 2 metros.

Al cabo de unos 20 minutos andando desde el parque ya reconocí la zona, estaba justo enfrente de la estación de tren donde me había dejado el tren exprés. Al principio no caí, pero una vez cruzada la placa ya empecé a reconocer los edificios de los alrededores. En ese momento todavía no lo sabía, pero esa plaza era una de las principales y con más movimiento.

Y desde allí la Opera ya quedaba a pocos metros, de hecho sólo cruzar la plaza y la calle adyacente ya pude ver el edificio. Subí hasta la terraza desde donde se tiene una buena imagen del puerto de Oslo y donde las gaviotas no tienen ningún miedo a los humanos, de hecho te puedes acercar a menos de un palmo a tomarles fotos y ni se mueven.

A continuación fui por la calle principal de Oslo hasta llegar al Parlamento Noruego. La calle principal es sólo peatonal y está llena de tiendas y de gente, es con diferencia la calle más transitada de Oslo.

El Parlamento es bastante espectacular. La entrada es muy original y con un parque delante donde paré para comerme otro de los sándwiches.

Al terminar ya decidí volver al Hostel por el mal que empezaban a hacerme las piernas. No quería que me pasara como siempre en el primer día del viaje que acababa haciendo tantos kilómetros que después me pasaba una semana con dolor de rodillas.

Fui caminando pero por otro camino y así ver mas zonas de Oslo, en especial el barrio de Grünerløkka, casi junto al Hostel y el barrio mas hiptero y auténtico de Oslo. Su pasado obrero y lleno de fábricas hace que tenga ese aspecto tan único de edificios de ladrillo rojo y aspecto industrial.

Al llegar al hostel me estiré un momento, pues todavía no eran las 15h pero ya llevaba 12 despierto y después de haber dormido sólo 3 horas. No tenía ninguna intención de dormir ya que sino después corría el riesgo de no tener sueño por la noche, y allí no podía hacer como si estuviera en una habitación individual levantándome cuando quisiera, quería seguir un poco el horario normal para no molestar demasiado.

Pero fue inevitable. El sueño y el cansancio me pudieron y me quedé dormido hasta las 19h. Al ver la hora, intenté dormirme otra vez y aguantar ya hasta la mañana siguiente, pero sin haber cenado me resultó imposible. Yo si no ceno no puedo dormir, así que volví a levantarme.

Cogí el portátil, el café y el sándwich que me quedaba y fui hacia la cocina. Allí estuve un rato tomando un café y empezando ya a escribir este diario mientras hacía hambre para comerme otro de los sandwiches.

Salí un rato fuera a disfrutar del frío de Noruega hasta las 22h que ya notaba que me podría volver a dormir y volví a la cama sin hacer ruido ya que la habitación ya estaba llena de gente durmiendo.

En ese momento no lo pensé todavía, pero ya veía que todavía era mucho día, y ya pasaban de las 10 de la noche, hasta que caí en que era la época del sol de medianoche. Durante los meses de junta y julio sobre todo, las regiones tan cercanas al círculo polar ártico, se ve el sol casi las 24 horas del día. Oslo al quedar más al sur que el resto del país, es donde menos, pero de todas formas yo a las 12 de la noche todavía veía luz solar entrando por la ventana de la habitación. Incluso los pájaros siguen cantando. Y a las 4 de la noche hace ya un sol como si fueran las 8 de la mañana. Es verdaderamente curioso y mas cuando piensas a qué se debe esto.