Llegaba el último día del viaje, probablemente el día más raro de todos. Las sensaciones son varias, una mezcla de emociones y sentimientos que hacen que éste sea un día de los que más se acuerda, junto, claro, con el primero. Cierta emoción por volver a casa, un cansancio por tantas cosas hechas, una relajación para saber que todo está hecho y conseguido, ya no tener que pensar en cómo ir aquí o allá,… Todo son cosas que pueden parecer simples pero que en una situación así toman una magnitud especial.
Poco antes de las 4 de la madrugada ya me estaba despertando. Aunque fui a dormir cuando todavía casi todo el mundo tenía que ir a dormir, la verdad es que apenas me desperté, de hecho sólo recuerdo medio despertarme una o dos veces e incluso ver la luz de l habitación ya apagada.
¡Pero a las 4 de la madrugada y cuando todo el mundo dormía profundamente, de repente, empezó a sonar la alarma antiincendios de la habitación! Un ruido fortísimo y estridente sonando durante unos 10 segundos que se hicieron eternos mientras todo el mundo dormía. Muchos se levantaron de repente, entre ellos yo, la chica de mi lado con la cara de reciente despertada mirando la alarma sin entender nada, todos durante los 10 segundos mirando esa luz verde intermitente y esperando a que ese ruido tan agudo y molesto parara en algún momento. Eso sí, creo que nadie se planteó salir corriendo que es lo que supuestamente deberíamos haber hecho al sonar una alarma anti-incendios… Al cabo de los 10 segundos, paró, y el silencio fue total. Nos quedamos todos mirando durante 3 o 4 segundos hasta que poco a poco todo el mundo volvió a tumbarse o cerrar los ojos a quienes no se habían llegado a levantar. Probablemente ésta sea una de las peores formas de despertarse.
Yo, entre ese ruido inesperado y que ya me estaba despertando, me resultó imposible volver a dormir. Estuve medio holgazaneando por la cama hasta las 4:30h. Durante ese rato se levantaron varias personas para ir al baño, de hecho parecía que a más de uno le costaba volver a dormir después de ese duro despertar.
Hacia las 4:40h aprovechando que salía una del lavabo, cogí el bolso con la ropa y fui a ducharme que falta me hacía, pues el día anterior no me había duchado y además había estado caminando durante horas. Así que me duché, me vestí y fui hacia el comedor ya con toda la maleta para guardar la ropa sucia del día anterior y sacar mis herramientas de la mañana, que son el portátil, el café y la taza. La cocina estaba cerrada pero había microondas en el comedor, por lo que ni siquiera necesitaría mi calentador eléctrico.
Guardé la ropa, me preparé el café, escribí el periódico, pasé los gastos del día anterior a Excel, miré correos, finanzas, etc. Tenía tiempo y sobra, pues apenas eran las 5:30h de la mañana. A pesar de esa hora, allí en el comedor ya había dos chicas. Quizás tenían el vuelo muy pronto, con tanta gente y casi todos viajeros, es normal que a todas horas y haya alguien despierto.
Estuve muy tranquilo tomándome mis cafés hasta las 6:45h que vinieron a limpiar el comedor con una aspiradora ya prepararlo todo para la hora del desayuno, que estaba incluido en el precio y, por tanto, pues el comedor se llenaba mucho. Yo seguí con mi trabajo hasta las 7:20h que empezó a llegar gente, haciendo que poco a poco aquel comedor tan grande quedara completamente lleno.
Yo quería empezar a desayunar hacia las 8:30h, pues la cocina estaba abierta hasta las 9h. Acabé de hacer las copias de seguridad y cargar tanto el portátil como el móvil, lo guardé todo, comprobé que en mi cama no había nada, y ya fui a desayunar.
Tuve que sentarte junto a más gente, pues ya no había ninguna mesa libre. Fui a la cocina y entonces entendí porqué todo el mundo desayunaba. Había todo tipo de cereales y bastante embutido, no demasiado bueno, pero sí suficiente como para ser un hostel de Dublín. Así que cogí un poco de cada cosa, salvo fruta, y fui a comer hasta sobre las 9h aproximadamente, hora en que me preparé para salir a dar la última vuelta por Dublín y del viaje.
Ya que el día anterior había visto prácticamente todos los lugares que quería ver, decidí ir a pasear un rato por Temple Bar, el barrio más auténtico de Dublín que estaba junto al hostel y era muy bonito para ver mientras se paseaba. Así que salí y hacia allá. Ese día, a diferencia del día anterior, hacía muy buen día. Las nubes del día anterior habían desaparecido e incluso ahora hacía más calor. De todas formas a la sombra seguía refrescante.
Aún era pronto por lo que en un principio no había demasiada gente por la calle, pero poco a poco el barrio se iba llenando, incluso los pubs empezaban a llenarse. Yo iba por una calle u otra aleatoriamente, al azar, sin un rumbo fijo, simplemente contemplando todo el barrio.
Por último, hacia las 10:15h llegué al famoso pub de Temple Bar. Ya tenía la espinita de tomarme una buena Guinness en Temple bar, y ahora, que ya era el último día del viaje y me podía dar algún capricho mas, creí que era el mejor momento para hacerlo y así despedirme ya de la vuelta al mundo que estaba a punto de completar.
Así que hice algo de tiempo hasta las 10:30h cuando vi que el pub se llenaba y que otros muchos ya lo estaban. De hecho eran las 10:30h pero ya había mucha gente en muchos pubs tomándose una Guinness. En Dublín parece que en vez de café tomen una cerveza Guinness para el desayuno.
Así que fui al famoso pub de Temple Bar pero esta vez no para quedarme fuera haciéndole fotos, como hace la mayoría, sino para entrar y tomarme una Guinness. Mientras estaba pidiendo, entró un grupo de casi 10 chicas, de hecho parecía un despido de soltera. Además otras parejas o grupitos también iban pedidos. Ese es un pub donde sólo se vende alcohol, así que todos los que iban entrando pedían una cerveza o un cóctel. Yo pedí una Guinness sin preguntar el precio. Me la puso y pagué los 6,90 que costaba. Aún pensé…
Esta cerveza quizá sea más cara pero sólo de verla en el vaso ya te puedes imaginar el porqué. Evidentemente no es como una Estrella Damm. De hecho, sólo la espuma ya se ve de mejor calidad. Lo que me seguía resultando un poco raro es que no fueran ni las 11 de la mañana que ese bar ya estaba lleno de gente tomándose una cerveza.
Fui a uno de los bancos que había por los laterales y que daban a las ventanas y allí, mirando cómo la gente de la calle nos hacía fotos, me tomé la Guinness, una cerveza negra y que nada tiene que ver con el 99% de cervezas que se venden en España.
Como ya se veía, incluso la espuma es buena, por no hablar de la cerveza, con mucho más cuerpo, más contundente, más sabor y evidentemente con mayor graduación. Costaba 2 o 3 veces más que una de normal en Barcelona, pero es que era 3 veces mejor.
Y mientras estaba allí mirando por la ventana, sentado en uno de los mejores pubs de Irlanda y con una Guinness en la mano, pensé que en ese momento no podía estar en un sitio mejor que aquel a la vez que me’ despedía y repasaba el viaje que ya estaba terminando y que me había llevado por 7 países durante 3 meses, viaje que había salido como debía salir y sin problemas destacables.
Pero el momento culminante fue cuando subió un chico con una guitarra en la tarima del pub y empezó a tocar y cantar. Una Guinness en el mejor pub de Irlanda y con música en directo. Más irlandés imposible. La mejor forma de pasar un buen rato en el último día del viaje.
No supe si cada día había música en directo o ese día era especial, pero en cualquier caso el pub estaba completamente lleno e incluso había algún grupo que parecía celebrar algo. Cuando había entrado en el pub hacía menos de media hora estaba casi vacío y ahora ya no quedaba ninguna silla libre.
Al cabo de una hora de haber empezado, a las 11:30h, me acababa la Guinness y al cabo de unos 10 minutos más, cuando el cantautor terminaba su actuación, salía del pub para volver al hostel a buscar la maleta y hacer el checkout a no ser que me dejaran quedarme hasta más tarde, pues no tenía previsto ir a comer hasta las 13h y hasta las 19h no salía mi vuelo.
Al cabo de 5 minutos ya estaba en el hostel ya la hora de pasar la tarjeta magnética para abrir la puerta que daba acceso a las habitaciones y zonas comunes vi que ya no funcionaba. Debido a que el checkout está a las 10:30h pues ya me habían desactivado la tarjeta. Se lo dije a la chica de la recepción que me abrió la puerta para poder ir a buscar las cosas. Ya sin tarjeta para poder ir entrando y saliendo decidí arreglarme un poco y marcharme ya del hostel.
Leí las noticias un rato, me lavé la cara y las manos y un poco la maleta, di las gracias a la chica de la recepción y dejé el hostel cuando eran las 13h. Quisiera haber comido más tarde pero ya empezaba a tener hambre y sólo pensaba en el Burger King del lado del hostel y que desde el día anterior ya quería ir, así que no aguanté mas y fui a pedir la oferta de 2 por 6 €, siendo la Long Big King y la Long Texas BBQ, ambas muy buenas y bastante grandes, dejándome harto y por sólo 6€.
Hacia las 13:30h salía del Burger king y caminaba unos 10 minutos hasta llegar a la parada del bus 16 mes cercana que estaba en la misma avenida O’Connell. Allí esperé unos 10 minutos más hasta las 13:50h que llegaba el bus e iba ya hacia el aeropuerto. Me costó los 3,30€ esperados y fui a sentarme al piso de arriba, pues el bus estaba muy lleno.
Antes sin embargo, pude ver una de las cosas más extrañas del día. Una especie de bus-bar con pedales pasaba por la calle llena de hombres supuestamente celebrando algo, probablemente una despedida de solteros. Era raro pero parecía divertido.
Volvía a hacer el mismo camino que el día anterior pero ahora de vuelta, volviendo a mirar todo el rato por la ventana para ver lo máximo posible de Irlanda. Prácticamente siempre miro por la ventana cuando paso por un sitio desconocido, simplemente me gusta mirar el entorno, como son las casas, las calles, la gente, todo lo que se pueda apreciar desde una ventana a 50km/h.
Al cabo de unos 45 minutos llegábamos al aeropuerto. Yo tenía que ir a la terminal 1 pero la primera parada que hacía el bus era en la 2, donde yo ya bajé, pues según Google Maps parecía que ya estaba pero no, lo que pasaba es que ambas terminales están tan cerca una de otra que en el mapa parecía que ya estuviera. Así que una vez me di cuenta de que estaba en la T2 fui caminando los escasos 100 metros hasta la 1. Ya sabía que ambas terminales estaban muy cerca por eso no me preocupé demasiado de saber a cuál estaba bajando, y más teniendo en cuenta que todavía quedaban casi 5 horas para la salida del vuelo.
Una vez llegué a la Terminal 1, lo primero que hice, como siempre cuando tengo tiempo, fue inspeccionar toda la terminal: dónde estaban los baños, la fuente de agua, la zona de fumadores, el mejor sitio para sentarse, etc. Y la verdad que todo muy bien. Había fuente de agua bien fría, se podía fumar nada más salir por la puerta, tenía máquina de café por 1,50€ y era suficientemente pequeña, estando el control de seguridad a pocos metros de la puerta. Se podría decir que era un aeropuerto perfecto para largas esperas.
Prácticamente toda la terminal era de Ryanair, se notaba que estaba en Irlanda… Allí vi por primera vez pasajeros facturando las maletas ellos solos en unas máquinas automáticas y cintas que leían la etiqueta de la maleta y se la llevaban sin ningún trabajador al lado. Algunos ya sabían cómo iba pero otros iban muy perdidos, algo normal. Estos de Ryanair ya no saben qué hacer para bajar costes.
Y allí estuve esperando más de 3 horas entre paseos, cafés de la máquina, ir a fumar, mirar correos y, sobre todo, reflexionando sobre el viaje que ya estaba a punto de terminar, pues me quedaba muy poco por completar mi primera vuelta al mundo y todo había ido muy bien, y de hecho casi todo, según lo tenía planeado.
El vuelo estaba previsto para las 19h por lo que a las 18h fui a fumar un piti y hacia el control de seguridad que pasé sin ningún problema ni registro adicional. Eso sí, cumpliendo todas las reglas a rajatabla, incluso guardar la pasta de dientes en una bolsa hermética y transparente.
La puerta de embarque aún no estaba asignada, por lo que tuve que esperar todavía unos 10 minutos junto al control hasta que la anunciaron y fui hacia allí, pero resultó que la puerta estaba lejos, de hecho tardé casi 15 minutos en llegar y eso que iba a paso ligero porque supuestamente a las 18:30h ya embarcábamos y ya eran las 18:15h. Una terminal tan pequeña y una zona de puertas tan grande…
No lo acabé de entender pero cuando llegué ya había un montón de cola y eso que había ido tan rápido como pude en cuanto anunciaron la puerta de embarque. Quizás en el mostrador ya hacía rato que lo sabían y lo decían a quienes facturaban. En cualquier caso miré qué cola era la preferente, pues tenía embarque preferente, pero resultó que medio avión tenía embarque preferente, por lo que la cola preferente era enorme y casi menos preferente que la cola no preferente.
Frente a mí había dos mujeres de unos 55 años que debían decirle a un familiar a qué hora llegarían a Barcelona. Sabiendo la hora de salida del vuelo y el tiempo de duración es fácil saber la hora de llegada, pero en este caso en Barcelona era una hora más, y eso ya las desató. En total estuvieron unos 10 minutos para averiguar a qué hora llegaba el vuelo a Barcelona, de hecho estuve a punto de explicarles cómo iba el cambio de hora y en qué hora llegaríamos. Al final más o menos lo supieron y se lo comunicaron a su familiar.
Algo que puede parecer trivial pero que después de 3 meses no lo es, es volver a escuchar tu idioma de boca de la gente que te rodea. Había pasado 3 meses básicamente escuchando el inglés y volver a escuchar el catalán no dejaba de ser una sensación extraña pero mucho más bonita y reconfortante de lo que pueda parecer. Al final, siempre acabamos echando de menos nuestra casa.
Cuando ya parecía que estaban a punto de abrir la puerta, todavía no se veía ningún avión, pero al cabo de un par de minutos llegó uno. En ese momento pensaba que simplemente venía de otra puerta, pero la sorpresa fue cuando empezaron a bajar pasajeros. Era un avión que acababa de llegar y que ni siquiera limpiarían antes de que nosotros subiéramos. Fue tan justo que incluso abrieron la puerta de embarque antes de que llegara el avión. Estos de Ryanair siempre te acaban sorprendiendo.
Cuando el último pasajero salió del avión, ya vi cómo los pasajeros que iban conmigo empezaban a subir. En aquella zona las puertas no tenían finger, por lo que había que caminar por la pista y por tanto podíamos verlo perfectamente por la ventana. Los pasajeros que bajaban y nosotros que subíamos nos cruzamos. Nunca lo había visto. This is Ryanair, pensé.
Por primera vez en todo el viaje pude embarcar sin enseñar el pasaporte. Una vez sentado procuré no tocar demasiado nada, pues no sabía cuántos meses hacía que no limpiaban ese avión…
El vuelo estaba lleno de españoles que volvían de sus vacaciones a Dublin, por lo que había muchas familias con niños. A mí me tocó sentarme en pasillo ya mi lado iba una madre que probablemente era la persona más nerviosa que había visto nunca y que además fuera la primera vez que subía a un avión, bueno, la segunda. Tenía la familia desperdigada por el avión y no paraba de levantarse y mirar. Cuando llegó el despegue, primero se persignó y después se agarró muy fuerte del asiento de enfrente, como si el avión fuera a chocar en cualquier momento. Cuando ya despegábamos empezó a respirar cada vez más fuerte y rápido. Yo ya no sabía si avisar a alguien pero poco a poco se fue calmando.
Por extraño que pueda parecer, el vuelo se retrasó un poco, llegando a Barcelona a las 22:35h. La hora prevista era a las 22:30h, y aunque pueda no parecer demasiado retraso, viniendo de Ryanair es muy raro, pues siempre llegan antes de lo previsto por el tema costes. Salvo esto el vuelo fue muy tranquilo y por fin volvía a estar en Barcelona.
Aterrizamos en la terminal 2 del aeropuerto de El Prat por lo que podía marcharse de allí en tren hasta Sants o en Aerobus hasta Plaça Catalunya. La hora era importante porque después debería tomar otro tren, ya aquellas horas ya se acababan, por lo que tenía que buscar la opción más rápida para salir de la T2 si quería llegar a casa esa misma noche.
Así que, en ese momento, lejos de relajarme por haber finalizado el viaje, tuve que correr. Para empezar, yo pensaba que no debería pasar ningún control de pasaportes, pues venía de Irlanda, pero no, tuvimos que pasar por las máquinas que validaban el DNI o el pasaporte, haciéndome perder unos minutos muy importantes.
Salí corriendo del aeropuerto pero el tren en principio salía en menos de un minuto, por lo que ya no intenté llegar a la estación. Fui directamente a buscar el Aerobus que me costaría 5,90€ a diferencia de los 2€ del tren pero con el que llegaría 30 minutos antes a casa, y lo más importante, llegaría, pues el último tren que podía tomar en casa salía a las 12 de la noche y no podía estar perdiendo el tiempo.
Cuando llegué a la parada ya había un bus y gente subiendo, pero cuando me tocó a mí, una chica que estaba en la puerta me dijo que ya no podía subir, no entendí bien porque pues parecía que el bus no estaba lleno del todo, en cualquier caso a mí, a un chico y una chica que venían detrás de mí nos dijo que esperábamos al siguiente bus que tardaría 10 minutos en llegar. Yo me retiré, pero los otros dos no. Eran ingleses, quizás irlandeses, y haciendo caso omiso totalmente subieron al bus. De hecho, cuando el chico subió las puertas ya se estaban cerrando y lo medio engancharon. Entonces, tanto la chica como el conductor ya más nerviosos les dijeron que bajaran pero ninguno de los dos hicieron ni putu caso. La verdad es que me sorprendió muchísimo la mala educación de esos dos ingleses/irlandeses, no es esa la imagen que tenemos. Al cabo de un minuto de estar allí discutiendo sin conseguir que bajaran, el chófer se marchó con ambos dentro y yo fuera. La chica que nos había dicho a los 3 que esperábamos y al ver que sólo yo le había hecho caso y me había esperado, no sabía ni cómo mirarme ni qué decirme, pues yo en un principio iba delante de los dos que habían podido subir. Le dije que no se preocupara y que yo prefería ser educado y esperar en vez de ser un mal educado y marcharme. Hay trabajos muy desagradecidos, pensé…
En cualquier caso, al cabo de 5 minutos llegó el siguiente bus, calculé si podría tomar el tren de las 23:30h para ir a casa y decidí ir en ese bus, pues seguramente llegaría al tren de las 23:30 h. Si del aeropuerto se marchaba en tren debería tomar el tren de las 12 de la noche que ya era el último y era algo arriesgado.
El trayecto en el Aerobus fue más rápido de lo que esperaba, llegando a Plaça Catalunya a las 23:20h, por lo que todavía me dio tiempo de hacer alguna foto en la plaza a modo de llegada, que ve a saber si era la primera vez que tomaba una foto en la Plaza de Catalunya. Ahora si que ya me sentía en casa, ahora sí que estaba en un sitio bien conocido, ahora sí que ya tenía la sensación de haber terminado el viaje. Aún no estaba en casa pero sí en el centro de Barcelona. La sensación en este momento es muy extraña y difícil de contar con palabras. Tienes que haber estado algunos meses fuera de casa viviendo con una intensidad absoluta todos los días para saber lo que se siente al volver al lugar donde has nacido y donde has vivido durante años.
Y ya sin prisas cogí el tren que ya me llevaría a casa y que sería el último trayecto del viaje. Ahora ya podía disfrutar de la satisfacción de haber estado solo durante 3 meses dando la vuelta al mundo pasando por 7 países, habiendo dormido en más de 20 hoteles o apartamentos diferentes y finalmente haber conseguido llegar allá donde estaba ahora, en Barcelona, en casa.
Nunca sabemos de lo que somos capaces de hacer si nos lo proponemos y nos alejamos de los miedos infundados normalmente por otros. Ante cualquier imprevisto o situación difícil encontraremos siempre una solución, así somos los humanos. Si crees lo contrario es porque nunca te has encontrado o te has podido apoyar en alguien, pero te aseguro que si estás solo, podrás solucionarlo todo tú solo. Tenemos mucha más fuerza y voluntad de la que nos imaginamos y la lástima es que rara vez hagamos lo que debemos hacer para poder disfrutar de esta fuerza. Yo acababa de hacerlo y ahora tenía una sensación de satisfacción difícil de explicar.
Estaba durmiendo en el avión que me llevaba hacia Dublín, cuando sobre las 2:30h de la noche alguien de la tripulación dijo algo por megafonía y ya nos medio despertó a todos. Sólo quedaba menos de una hora por el aterrizaje y ya no intenté volver a dormirme. Al menos había podido dormir un rato, a pedazos, pero en conjunto más horas de las que me esperaba. Al menos era suficiente para intentar aguantar el día y así poder ver a Dublín, pues al día siguiente ya se marchaba a casa. Al menos últimamente era capaz de dormir alguna hora en los vuelos, sobre todo en aquellos nocturnos en los que es necesario dormir para poder aguantar todo el día siguiente. En cualquier caso, en vuelos hacia el este, la noche es tan corta que resulta difícil aguantar todo el día siguiente.
Como siempre, los de Norwegian no nos dieron ni agua, así que ese día el café de la mañana debería esperar. Me limpié un poco en el baño ya esperar hasta las 3:30h, 8:30h hora local, que aterrizamos sin problemas. Bien, sólo que me pareció que la pista era muy corta porque para mí aquél fue el aterrizaje con un bloqueo de frenos más fuerte. De hecho en muy poco rato ya había casi frenado empezando a girar cuando aún iba lo suficientemente rápido, lo que me hacía pensar que la pista no daba para más.
Bajamos y al salir del avión me sorprendió muy gratamente el tema de los idiomas, pues el inglés no es la lengua originaria de Irlanda, sino el gaélico irlandés, que tiene el mismo abecedario pero una escritura completamente diferente . Todos los carteles estaban en ambos idiomas pero con el gaélico siempre por delante.
Fuimos directamente hacia el control de inmigración y por primera vez en todo el viaje entraba en la UE, por lo que ya podía pasar el control de inmigración mucho más rápido pasando tan sólo el pasaporte por el lector de una máquina , que después me haría una foto y ya me dejaría pasar. Antes de las 9 de la mañana ya estaba saliendo del aeropuerto.
En cuanto pisé la calle me quedó claro que estaba en Irlanda, pues estaba lloviznando y hacía frío, concretamente 16ºC en pleno agosto. Ya había leído por Wikitravel que aquella temperatura era normal en Irlanda, por lo que ya llevaba la chaqueta puesta. Sólo me lo puso el primer día del viaje a Oslo y ahora el penúltimo día en Dublín. También ya había leído cuál era la manera más económica para llegar al centro de Dublín desde el aeropuerto, que estaba en los buses de línea de Dublín, pues había otros que hacían menos paradas pero que costaban más, entre 7 y 9€, en cambio los públicos de Dublín costaban 3,30€ y te dejaban en el mismo sitio aunque en unos 45 minutos.
Esta vez, Google Maps y Moovit me liaron un poco ya que parecía que no tenían el número de bus a tomar actualizado. Me indicaban los buses 133 o 115 mientras que en Wikitravel decían el 16 o el 41. Gracias a que allí ya podía utilizar el 4G de mi SIM, miré la web de los buses de Dublín, y efectivamente eran el 16 y el 41 Eso sí, Moovit me fue muy bien para encontrar la parada del bus, pues estaba bastante alejada de la puerta de salida y habría sido difícil encontrarla sin Moovit. De hecho, los buses que encuentras justo delante de la salida de la terminal, son de los caros, los de línea están unos 5 minutos caminando, más adelante, casi en la terminal 1, y en una zona donde se encuentra el parking y más sitio para realizar las paradas.
Teniendo en cuenta lo cansado que estaba y el merdé de autobuses que había por todas partes, todavía encontré lo que quería bastante rápido.
Miré los carteles que anunciaban los buses en cada una de las paradas hasta que vi uno que anunciaba el 16. Por cierto, que son carteles electrónicos donde pone el tiempo que falta para el próximo bus. Realmente muy bien. Cuando lo encontré me quedé al lado esperando y en unos 5 minutos ya llegó un bus aunque acababa de ver un marcharse justo cuando yo llegaba. Todo muy bien, cosa que se agradece cuando son las 8 de la mañana, has dormido 3 horas, no has tomado un café y ni te has duchado.
Esto si, el importe del billete debe pagarse de forma exacta, o en cualquier caso, el conductor no da cambio. El billete sencillo costaba 3,30€ y yo sólo tenía 4€, así que perdería algo pero de todas formas seguía saliendo mejor que los 7€ de la siguiente opción. Pero incluso esto me salió bien, ya que delante de mí iba una pareja en la que no entendí bien que había pasado pero me pareció que el chico pagó los billetes de ambos con un bono que tenía, y la chica, sin haberse dado cuenta, también pagó el suyo. El chófer se lo dijo y entonces me dijo a mí que mi billete le pagara a la chica. Me preguntó dónde iba y me dijo 3€, seguramente para ajustarlo a lo que la chica había pagado, así que finalmente todavía me ahorré un euro.
El trayecto duró unos 40 minutos pero fue entretenido, pues enseguida ya entras en Dublín y puedes ir viendo la ciudad, primero los barrios residenciales con sus casitas unifamiliares típicas y las calles tranquilas, y más adelante, las calles empedrados y los edificios más antiguos que dan la personalidad a Dublín. Era día laborable y hora punta, por lo que además podía ver lo que tanto me gusta ver, que es la vida quotidiana en un día normal de la ciudad, con la gente en coche o transporte público yendo a trabajar o hacer lo que debieran, en cualquier caso, vivir en primera persona el estilo de vida de cada una de las ciudades visitadas.
Hacia las 9:45h llegábamos a la parada en la que Google Maps me decía que tenía que bajar, que era justo después de haber cruzado el río. De hecho el hostel estaba muy bien ubicado, en pleno centro de la ciudad y justo en uno de los bordes del río, además en la orilla norte, pues supuestamente la parte norte de la ciudad tiene más cosas que en el sur. En cualquier caso hay puentes por todas partes por lo que cruzar el río no es ningún problema. En cuanto bajé, crucé el puente de nuevo y en menos de 5 minutos ya estaba en la puerta del hostel donde tenía reservada una cama en un dormitorio mix de 25 personas!
En la recepción había bastante movimiento, se veía pues un hostel bastante famoso. Le dije a la chica que tenía la reserva, me pidió el pasaporte, lo confirmó pero me dijo que hasta las 14h la cama no estaría preparada. Ya imaginaba, así que le pregunté si podía hacer tiempo en alguna cocina o zona común del hostel. Me dijo que la cocina la abrían a las 10:30 h, en unos 30 minutos. Así que quedamos que haría tiempo por allí hasta las 10:30h y después bajaría a tomar el café que tanto necesitaba ya dejar la maleta en la sala de maletas. Dejar el equipaje, una ducha y un café era todo lo que necesitaba para dar vueltas por Dublín todo el resto del día.
Y así lo hice. Me quedé fuera media hora, viendo el mal tiempo que hacía, ya las 10:30h bajé, pues la cocina y el comedor estaban en el sótano.
La cocina era muy grande y ya había un montón de café hecho en unos termos, por lo que no tuve que sacar nada de lo mío, sólo cogí una taza y me preparé el café que me tomé en el comedor mientras miraba correos y escribía el periódico desde su móvil.
Supuestamente la maleta la podía dejar en una sala que había habilitada para tal propósito, pero yo no lo entendí y fui directamente a buscar la habitación donde dormiría, pues aunque la cama todavía no estaba preparada la chica ya me había dicho qué cama era la mía. Habitación 9, cama 11. Casualmente la habitación estaba cerca del comedor por lo que fui. Cuando entré me quedé un par de segundos medio paralizado de ver la cantidad de camas, gente y ropa que había por toda la habitación. Efectivamente estaban haciendo las camas por lo que la cantidad de cosas que había en medio del pequeño pasillo que quedaba era brutal. No podía ni andar. Busqué la cama número 11 en medio de todo aquel merdé de literas y dejé la maleta al lado saliendo de la habitación como pude y volviendo hacia el comedor acabarme el café hasta las 12 del mediodía que salí a hacer mi primera vuelta por Dublín. Pasear por primera vez en una nueva ciudad siempre es muy emocionante. No me había podido duchar pero al menos si lavado los dientes y tomado el café, algo que ya me ayudaba mucho a poder salir a tope.
Como he dicho antes, el hostel estaba muy bien ubicado, tanto que una de las visitas que quería hacer la tenía a 50 metros, que era el puente de Ha’penny. De hecho desde la puerta del hostel ya se veía, pues éste quedaba a pocos metros del río Liffey. Por cierto, el nombre de este puente se debe tanto al parecido de su forma al lado de una moneda de medio penique como al peaje (de esa misma cantidad) que se cobraba hasta el año 1.919 para cruzarlo lo. Así que me abrigué bien y caminé hasta el puente, lo crucé pasando a la zona sur de Dublín y caminé unos 5 minutos sin rumbo, disfrutando de aquellas calles medievales tan auténticas y tan bien conservadas hasta que volví a mirar en Google Maps cuál podía ser la siguiente visita.
A pocos metros estaba la estatua de Molly Malone, una estatua de bronce que representa a una pescadera ambulante que murió muy joven en medio de la calle debido a una alta fiebre. La chica caminaba por las complicadas calles del puerto de Dublín empujando una carretilla mientras gritaba: «¡Escopiñas y mejillones vivos!». De todas formas no hay pruebas de que efectivamente Molly Malone hubiera existido en el siglo XVII, tal y como dicen, ni en ninguna otra época.
La estatua es famosa porque Molly Malone es la protagonista de la canción de su mismo nombre o también conocida como Cockles and Mussels (Buchos y mejillones) o por In Dublin’s Fair City (En la Noble Ciudad de Dublín) y en irlandés Mol Ní Mhaoileoin, y que es una canción popular de Irlanda que se ha convertido en el himno no oficial de Dublín. También ha obtenido la condición de himno irlandés. Fue compuesta hacia 1880 por James Yorkston y se ha convertido en una verdadera leyenda urbana.
Cabe decir que en ese momento la estatua estaba en otro lugar, así que el fondo que yo ahora veía no era el mismo que el que se veía por Internet. Ahora está justo enfrente de una iglesia y cuando llegué ya estaba rodeada de gente. Un chico cantaba y tocaba la guitarra justo al lado y la verdad es que cantaba bastante bien. Quizás cantaba Cockels and Mussels.
Estuve unos minutos observando la estatua y esperando a que no hubiera tanta gente delante para hacer alguna foto aunque esto fue difícil, pues todo el rato había algún grupo u otro de personas mirando la estatua . Parecía más famosa de lo que pensaba. De todas formas tanta gente mirando no me gusta por lo que no tardé demasiado rato en marcharme.
Volví a mirar Google Maps y ahora tocaba ir por proximidad a Grafton Street, una calle peatonal y llena de comercios. Una de las calles con más movimiento y personalidad de Dublín, lleno de artistas ambulante, estatuas humanas al estilo Las Ramblas y pubs típicamente irlandeses. De hecho, estos pubs típicos había un montón en cualquier calle. Lo que en España son los típicos bares de barrio o tapas, allí son los pubs irlandeses, con sus puertas de madera roja y cervezas Guiness a partir de las 10 de la mañana. De hecho todo el centro de Dublín me estaba gustando mucho, pues mantenía aún ese encanto irlandés tan único y especial pero muy bien conservado. Pasear por estas calles es ver a Irlanda que siempre te habías imaginado.
Y aquí, como en las Ramblas, músicos en la calle que en muchos casos me parecen mucho mejores que otros mucho más conocidos pero con un estilo musical deplorable.
Y de ahí, aprovechando que me encontraba en uno de los extremos de Grafton Street, fui hacia el Trinity College, la Universidad más antigua de Irlanda y donde se puede entrar en el campus lleno de césped y ver los edificios tan bien conservados. Fundada por la reina Isabel I en 1.952, además de su extenso campus, impresiona por su biblioteca. La sala principal tiene unas estanterías de madera repletas de libros y manuscritos de todas las épocas aunque la joya más preciada del edificio es el Libro de Kells del siglo IX, realizado por monjes celtas y que contiene los 4 Evangelios del Nuevo Testamento . En Europa tenemos patrimonio de hace siglos en medio de las ciudades y en edificios todavía utilizados, algo que no ocurre en todas partes y de lo que creo que no somos del todo conscientes de ello.
De allí decidí ir hasta el City Hall o el Ayuntamiento de Dublín que tenía a unos 500 metros. De vez en cuando caía alguna gota pero no acababa de llover, por lo que podía ir deambulando sin problema. Cuando ya casi llegaba al City Hall, encontré una zona con lugares para sentarme en una calle con bastante movimiento por lo que decidí sentarme y comer el bocadillo que llevaba desde Toronto comprado a un 7-elevan. Eran casi las 13h y ya hacía rato que estaba despierto y que no comía, por lo que ya tenía mucha hambre. Siempre intento aguantar un poco para poder pasear más rato, pues después de comer siempre da un poco más de pereza.
El bocadillo costaba unos 4€ pero lo cierto es que era bastante completo, con más embutido de lo que parecía a simple vista. Me dejó lo suficientemente lleno como para no querer nada más pero no tanto lleno como para no querer andar mas, así que perfecto y seguir caminando en dirección al City Hall.
Al llegar entré para ver la famosa sala de estilo neoclásico que destaca por su cúpula sostenida por 12 columnas y que es bien visible desde fuera pero que por dentro es simplemente impresionante.
A pocos metros del ayuntamiento queda el castillo de Dublín, castillo que también fue residencia real, fortaleza militar y sede del Tribunal de Justicia Irlandés y desde donde los ingleses administraban Irlanda durante su ocupación. Fui hasta el patio sin llegar a entrar, pues se tenía que reservar un tour, pero si contemplándolo desde fuera que ya es interesante ver. Lástima que una parte estaba en obras y quedaba medio tapado por los andamios.
Luego caminé un rato mas, unos 15 minutos, para llegar al Temple Bar. Yo en ese momento todavía pensaba que el Temple Bar era un bar, pero no, Temple Bar es todo un barrio, y de hecho es uno de los barrios con más encanto de todo Dublín, con sus calles empedradas, estrechas, los locales y pubs más clásicos con música en directo hacen que sea una de las zonas más visitadas sobre todo hacia la noche, donde se empieza a llenar de gente toman una cerveza, Guinness por supuesto.
El pub más famoso del barrio y probablemente de todo Dublín está en una de las esquinas de ese barrio y yo pensaba que aquello era Temple Bar, por lo que yo buscaba ese pub cuando seguía las indicaciones de Google Maps. Pero Google Maps me llevó hasta el centro del barrio donde no veía ese pub, por lo que pensaba que las indicaciones de Google Maps estaban mal. Fue más tarde cuando paseando por allí, de casualidad vi el pub que buscaba, pues al final el barrio tampoco es tan grande. Lo que ocurre es que la mayoría de pubs de este barrio son únicos, con su fachada de madera, decoración única y música en directo. Más irlandés imposible.
De allí volví a cruzar el puente, por cierto, pasando casi por delante del hostel, de tan bien situado que estaba, para ir hasta O’Connell Street que es la calle principal de la ciudad. Es una de las avenidas más anchas de Europa y siempre está repleta de gente, ya sea comprando o yendo a trabajar. En la avenida hay varias estatuas importantes, entre ellas destaca la del líder nacionalista Daniel O’Connell, que da nombre a la calle. La Oficina de Correos de 1818 es otro de los lugares que merece la pena ver, aunque el monumento más famoso es The Spire, una aguja de 120 metros de altura que se ve desde toda la avenida. Al ser tan delgada parece más alta de lo que realmente es por lo que la imagen es brutal. Además se ve ya de lejos siendo lo que más destaca de toda la avenida.
Pero antes de llegar a O’Connell Street, pasé por el bar The Church, ¡un bar que está, literalmente, dentro de una iglesia!. Parte de la pared de la iglesia es del bar e incluso tiene mesas fuera, en el jardín de la iglesia a modo de terraza. Es impresionante y está lleno de gente, es decir, no es un museo, sino un bar operativo donde la gente va a comer y beber. A veces crees que ya lo has visto todo en este mundo y te encuentras cosas como ésta que te echan por tierra todos tus esquemas.
Eran las 14:30h aproximadamente cuando iba por O’Connell Street y ya hacía más de 3 que había salido del hostel. Una mañana bien aprovechada teniendo en cuenta que acababa de llegar de Toronto hacía 6 horas sin apenas haber dormido y que éste era mi 88 día de viaje alrededor del mundo.
Decidí ir al hostel un rato a tomar un café, descansar un poco y confirmar que ya tenía la cama lista. Y efectivamente, nada más entrar en la recepción, la chica me avisó para darme la tarjeta magnética que daba acceso al hostel ya explicarme dónde podía leer las normas. Fui hacia la habitación para comprobar que la maleta seguía allí y que la cama estaba hecha, y todo estaba correcto. Fui a la cocina y me tomé otro café mientras miraba algún correo y algo de finanzas. Ya llevaba 3 cafés ese día. Lo que hace tenerlo allí ya hecho y que sólo tenga que pulsar un botón para tenerlo en la taza…
Después de descansar un rato volví a salir para aprovechar el día al máximo. Hay que tener en cuenta que al día siguiente por la tarde ya se marchaba y nunca había estado en Irlanda, por lo que al menos quería ver todo lo posible de Dublín. Volví a ir hacia la estatua de Molly Malone ya que estaba a menos de 5 minutos del hostel y antes casi ni lo había visto de tanta gente que había y de lo rápido que había ido yo para marcharme. Así que volví y ahora sí que estuve unos minutos más observándola bien para poder recordarlo, pues con la visita tan fogás de la mañana incluso se me habría olvidado. Merece la pena dedicar un tiempo a grabar bien los recuerdos a nuestra memoria.
Después, y teniendo en cuenta que quería cenar sobre las 20h y todavía eran las 16h, decidí ir a la Guinness Storehouse, que es la fábrica y almacén de la cervecera Guinness, la más famosa de Irlanda. Su fábrica está bastante cerca del centro de Dublín, a menos de 2 kilómetros, por lo que decidí ir.
Eso sí, el trayecto era bastante más aburrido que pasear por el centro, pues las calles ya no eran igual de interesantes. De camino hacia allí empezó a llover con más fuerza, lo que me hizo poner la capucha y considerar si volver hacia el hostel. Por suerte, al llegar a la fábrica y después de ver un rato todo el edificio, empezó a parar o al menos parecía que no debería ir a más.
El edificio de la Guinness es antiguo, del estilo de los que hay por la zona y con ese aire industrial tan típico. Mantiene su estilo original, pero está totalmente bien conservado. Pero no parece la típica fábrica de cerveza, pues no se ven grandes depósitos antiestéticos por ninguna parte o almacenes industriales, sino un edificio que bien podría ser un edificio de apartamentos, de hecho me recordaba mucho en los edificios de apartamentos de Brooklyn . Así pues, una fábrica con mucho estilo. Incluso una de las partes parecía de estilo medieval.
Mientras volvía hacia el hostel, decidí ir hasta el mar, pues me vino a la cabeza que estaba junto al río y que a la vez estaba casi en su desembocadura, así que decidí ir a dejar la chaqueta en el hostel, pues ya no sólo había parado de llover sino que ya empezaba a tener calor por estar tanto tiempo caminando. Así que en unos 20 minutos llegué al hostel, dejé la chaqueta y seguí andando por la orilla del río en dirección al mar. En ese momento no era consciente de la excursión que me esperaba.
Mirando a Google Maps parecía poco, pero conforme iba caminando iba viendo que estaba más lejos de lo que parecía. De hecho, justo en la desembocadura del río está el puerto de Dublín, pues el crucero que se veía allí todo el rato lo veía igual de pequeño, parecía que no me acercaba. Por lo menos caminar por la orilla del río ya era bastante entretenido en sí mismo, pues había mucha gente sentada en los bancos, haciendo footing o simplemente paseando, pues en Irlanda, a la que deja de llover, la gente lo aprovecha para salir todo lo que puedan.
Conforme me iba acercando decidí que no iría a la desembocadura ya que allí sólo vería el puerto, de hecho probablemente ni siquiera se puede ver la propia desembocadura, así que decidí ir hacia la playa que hasta y todo quedaba un poco más lejos que la desembocadura, pues debía cruzar el río y pasar un poco el punto de la desembocadura para encontrar la playa más cercana.
Cuando llevaba media hora caminando por la orilla del río me di cuenta de que me costaría más de lo que pensaba e incluso consideré volver atrás, pero al haber hecho más de la mitad del camino no pude dejarlo allí. Además hacía mucho viento y por tanto ya no echaba tanto de menos la chaqueta que acababa de dejar. Cuando tocaba el sol hacía calor, pero en la sombra hacía incluso frío, en pleno agosto.
El cansancio ya se notaba y empezaba a hacerse duro. No tabique llevaba más de 5 horas caminando desde que había aterrizado proveniente de Toronto y todo ello se estaba haciendo bastante duro.
Hacia las 17h volvía a tener hambre y ya pensaba más en comer y descansar que en la playa. Quería aguantar hasta las 20h para cenar e acostarse, pero ya veía que probablemente no lo conseguiría. Así que cuando me quedaban unos 15 minutos para llegar a la playa, pasé por delante de un Spar, que en Dublín hay por todas partes, y decidí entrar a ver si había algo para merienda para comer pero sin hartarme como si fuera una cena.
Pero nada más entrar vi una zona donde hacían bocadillos muy currados. Eran muy completos y contundentes y bastante baratos. Uno de 3 pisos con pollo y embutido varia costaba 4€ y además te lo preparaban al momento con el pollo recién hecho, así que pedí uno además de comprar un croissant por 1€. Salí, me senté en una repisa de una pequeña plaza allí mismo, y empecé a comer. El bocadillo estaba realmente muy bueno, era corto pero era tan completo que prácticamente era como una cena. Eso sí, me entró como nunca, pues ya hacía horas que no comía algo tan contundente y más algo dulce como el cruasán.
Acabé bien harto y con más pereza todavía por llegar hasta la playa, pero sólo me quedaban poco más de 10 minutos para llegar y seguro que no volvería atrás. Así que seguí andando como pude adentrándome en barrios más solitarios y, de hecho, incluso me preocupaba un poco ya que llevaba casi 200€ encima. La zona no estaba mal pero había calles que se veían bastante marginales. Por suerte apenas eran las 17h.
Finalmente, sobre las 17:15, por fin llegué a la playa. Era una playa justo al lado del puerto y en una ciudad en la que incluso en pleno agosto hace frío, por lo que la playa estaba vacía, tenía unas grúas como vistas y el agua tampoco se veía excesivamente limpia, es decir , era una playa sin ningún encanto y seguramente poco utilizada. Eso sí, era el mar de Irlanda que veía por primera vez. Así pues, un nuevo mar al que añadir a la lista de visitados aunque no pensaba tocarlo.
Al cabo de 10 minutos de descansar y contemplar el mar de Irlanda, empecé el camino de regreso. Sería largo pero me ahorraría unos minutos ya que en la ida había hecho el camino un poco más largo ya que al principio quería ir hacia la desembocadura. Ahora iría más directo al hostel y por un camino por el que todavía no había ido, aprovechando así el paseo al máximo.
Ya eran las 17:30h y por tanto cada vez se veía más gente por la calle, gente que salía de trabajar o que aprovechaba para ir de compras, en cualquier caso ahora se veía un poco más la vida quotidiana de Dublín, algo que me gusta mucho ver, simplemente cómo vive la gente de la ciudad. Consideré incluso ir en bus pero ya casi que tardaría lo mismo que caminando. Eso sí, me ahorraría la caminata, pero en ese momento esto cada vez me importaba menos.
Fui casi todo el camino por una calle bastante importante aunque no dejaba de ser una calle normal fuera del centro tan bonita y única de Dublín. A pesar de la larga caminata todavía tenía algo de frío si me quedaba quieto, era alucinante el frío que hacía teniendo en cuenta que estábamos a 22 de agosto.
Indo por esa calle llegué hasta O’Connell Street, calle que ya me conocía y que daba al río aunque al otro lado de donde estaba el hostel. Cruzé el puente que ya me conocía tanto y hacia el hostel cuando apenas eran las 18:30h. Llevaba 7 horas andando pero había terminado demasiado pronto. Quisiera haber cenado a las 20h y eran las 18:30h cuando ya hacía rato que hacía la digestión.
Una vez en el hostel fui consciente de que no aguantaría demasiado rato despierto y que ya no volvería a tener hambre para cenar, así que empecé a preparar las cosas, poco, pues no había deshecho nada. Básicamente preparar la ropa para el día siguiente ya que me despertaría pronto y no quería molestar demasiado mientras todo el mundo todavía durmiera. Así que dejé la ropa a ponerme en una bolsa así como el neceser y hacia las 19:30h ya estaba mas que preparado y haciendo tiempo para intentar acostarse lo más tarde posible, o al menos aguantar lo máximo posible para tal de no despertarme a las 3 de la madrugada.
Me tumbé en mi cama en medio de aquellas otras 25 camas mas y ya no tardé demasiado en quedarme dormido, de hecho antes de las 20h ya estaba durmiendo. La verdad es que era una habitación llena de camas pero al menos éstas eran cómodas. No hacía calor y se estaba realmente bien, por lo que entre esto y lo cansado que estaba no me costó nada dormirme.
El día había valido mucho la pena y pese a ser el penúltimo día de viaje y la última ciudad en visitar la había aprovechado muchísimo, tanto como si fuera el primer día. Había caminado casi 30 kilómetros por todo Dublín y había visto más cosas de las que mucha gente ve en una semana. Había conocido por fin a Dublín y me había parecido una ciudad mucho más auténtica de lo que pensaba.
Llegaba así a la última noche del viaje, la noche siguiente ya dormiría en casa. Después de 3 meses, 7 países visitados y habiendo dormido en casi 30 camas distintas, pensar en que ésta era la última noche que pasaría fuera de casa se hacía incluso un poco raro. Estaba a punto de finalizar algo que hacía años que quería hacer y por lo que me había preparado mucho. Ahora tenía una extraña sensación de relajamiento, cierta tristeza y por lo general todo un conjunto de emociones algunas contradictorias con las demás. Me sentía muy orgulloso de haber podido hacer el viaje y al mismo tiempo me daba la sensación de que se acababa lo que tanto me había motivado en los últimos meses. Tenía ganas de volver a casa y ver a la familia pero a la vez quería volver a sentir esa emoción de conocer nuevos lugares cada día.
El despertador me sonó a las 8 de la mañana levantándome sobre las 8:15h. Ese día marchaba hacia Dublín en lo que sería mi última ciudad visitada en esta mi primera vuelta al mundo. El vuelo salía por la tarde pero a las 11 de la mañana tenía que dejar la habitación ya las 14:30h estar en la terminal de autobuses, la misma desde donde el día anterior cogí el bus hacia las cataratas del Niágara , por lo que ya sabía cómo ir.
Primero me preparé un buen y gran café, pues el día anterior no me lo había podido tomar por primera vez en todo el viaje y en mucho tiempo y ya tenía monu. Estuve escribiendo este diario, pasando gastos a Excel, comprobando las copias de seguridad y mirando cómo ir del aeropuerto de Dublín al hostel, que por cierto era un trayecto muy barato y sencillo, probablemente el más barato y sencillo de todo el viaje, pues sólo debería tomar en el mismo aeropuerto un bus de línea de Dublín por 3,30€ que ya me dejaría a 5 minutos andando del hostel.
Hacia las 10h me duché, vestir y acabar de hacer la maleta. A las 10:50h la chica de la casa me picó en la puerta para confirmar que todavía estaba allí y que ya se marchaba, ¡qué presión! Hice las fotos de la habitación ya las 11:10h me despedía de la chica e iba a la entrada de la casa a fumar un piti mientras aprovechaba los últimos minutos conectado a Internet, pues tenía tiempo y quería hacer el máximo de cosas posible antes de irse, y mas con esa buena conexión.
A las 11:30h marchaba definitivamente del patio de la casa e iba hacia la parada del bus, sin haberme recordado de planear el trayecto a Moovit por lo que debería valerme sólo de mi memoria para coger el bus y el metro que debía tomar para ir a la terminal de autobuses. De todas formas, cada vez es más habitual encontrar una red wifi abierta en los aeropuertos aparte de que en principio en Dublín ya podría utilizar el 4G con la tarifa española. Esto sí que sería una gran comodidad.
Al subir al bus le pregunté bien al chófer cómo debía hacer el transbordo en el metro, pues el día anterior tuve que pagar el billete por no saber cómo hacer el transbordo con el billete del bus. Él me dijo que con ese billete de papel que daban ya era suficiente para hacer el transbordo, billete de papel igual al que había tenido el día anterior y con el que no pude. En cualquier caso me dijo que con aquél ya podía y me senté.
Entre mi memoria y Google Maps no tuve problema en bajar a la parada correspondiente, la que quedaba más cerca de la estación de metro de Finch West y que era la que me iba mejor para ir directamente al centro de Toronto. Por cierto, durante el trayecto vi cómo un señor no pagaba el billete, algo que no me esperaba en Toronto. Puede subirse por las puertas traseras, pues hay una máquina para leer los billetes, pero el señor hizo ver que lo pasaba pero no, de hecho no lo hizo ni en el lado de la puerta donde estaba la máquina.
Una vez en la estación de metro de Finch West tuve el mismo problema que la primera vez, no sabía cómo utilizar ese billete de papel del bus para pasar las puertas automáticas de la estación de metro. Además, como el otro día, no había empleado. Pero ese día tenía tiempo por lo que miré bien todas las opciones de las máquinas y esperé un rato, cuando al fin, al cabo de unos 10 minutos, apareció una empleada. Le pregunté y me dijo que sí, que sólo tenía que ir por la puerta automática más cercana a la taquilla. Fui y, sorprendida, la puerta se abría con sólo acercarse, por lo que ya podría haber entrado. Mira si se fían de la gente, que dejan una puerta automática que se abre sólo acercándose a ella y sin ningún empleado vigilante. En fin, en cualquier caso había podido realizar el transbordo correctamente sin tener que volver a pagar.
Bajé al cabo de unos 30 minutos en la estación de St. Patrick, la misma a la que había subido el día anterior para volver al apartamento, por lo que ya me conocía la zona. Primero fui al 7-eleven donde ya había ido también la noche anterior a comprar unos sándwiches de pollo y un bocadillo de embutidos varios por $11,29 (9€). Luego fui al Circle que estaba a 5 minutos de allí. y compré un par de hotdogs por $3,15, muy buen precio teniendo en cuenta la zona. Después ya fui hacia la terminal donde llegué hacia las 13h, pues había sido una hora larga de camino hasta allí más ir de compras al 7-eleven y al Circle.
Allí mismo en la terminal de autobuses me comí los dos hotdogs y el medio bocadillo que me había sobrado de la noche anterior. Con esto ya comí y me quedé esperando allí conectado a la red de la terminal hasta las 14:15h que empezamos a subir al bus. Por cierto, que fuera la terminal, donde me estaba fumando un piti, otro chico se estaba fumando un buen puerro de marihuana. No dejaba de sorprenderme la cantidad de gente que fumaba marihuana por cualquier sitio de la ciudad y el olor que se notaba por todas partes. Por alguien que no está acostumbrado se hace realmente muy raro.
Y muy puntual a las 14:30h, empezábamos el camino hacia el aeropuerto de Hamilton. Bus medio vacío por lo tan un trayecto tranquilo y cómodo. Empezaba el camino hacia el último país a visitar, Irlanda, y que marcaría el final de esta vuelta al mundo. Hasta entonces había podido llegar a todas partes donde tenía planeado y no perderme una sola vez, y todo apuntaba a que todo el viaje sería así. Perfecto.
A las 16:15h llegábamos al aeropuerto de Hamilton, uno de los más pequeños que he visto nunca, y de hecho probablemente el aeropuerto internacional más pequeño que he visto nunca. Sólo tenía 5 o 6 mostradores, un vestíbulo pequeñísimo y dos puertas de embarque. Bien, realmente eran 4 pero cada puerta tenía dos filas, por lo que de puertas reales sólo eran dos. Además, las puertas no daban al lado del avión, sino que daban a un mismo sitio y de allí se tenía que ir andando un buen trecho por medio de la pista hasta llegar al avión.
Y ahí, conectado a la red wifi del aeropuerto, leyendo noticias, mirando correos y contestando a Whatsapp’s mientras esperaba. Fuera hacía aún más calor que en Toronto, aquí parecía que el sol ardía aún más.
Fui a hacer el check-in, como siempre en el mostrador, pues por Internet no me dejaba y allí no había máquinas. De todas formas, Norwegian normalmente obliga a hacer el check-in en el mostrador para pesarte las maletas de cabina y comprobar que no superan los 10 kilos máximos permitidos. Y efectivamente, me pesaron las maletas y efectivamente pesaban más de 10 kilos, concretamente 11,30. Y también como siempre me dijeron que no ocurría nada. Bien, de hecho en este caso me preguntaron si llevaba una chaqueta, pues se trata de ropa que pesa y que normalmente se lleva encima sin computar en el peso total.
Y sobre las 18h fui a fumar el último piti antes de embarcar y ya hacia el control de seguridad, que fue muy rápido porque todo era muy pequeño y había muy poca gente. Como ya era costumbre, y de hecho, como siempre en este viaje, pasé el control sin registro adicional alguno, y eso que todo el equipaje lo llevaba en cabina. La verdad es que se agradece, no tanto por el tiempo que se pierde, sino por lo deshecho que queda después la maleta y lo que me cuesta rehacerla.
Finalmente fui hacia la sala de embarques, y digo sala porque era literalmente una sala con dos puertas que daban directamente a las pistas. Nada más cruzar aquellas puertas debía andar por las señalizaciones adecuadas para llegar a cada uno de los aviones que había esparcidos por allí.
Pero el vuelo se retrasó. A las 19:45h, hora prevista de salida, todavía no habíamos ni embarcado. Además en la sala de embarque hacía un frío horrible. Con el calor que echaba y el frío que hacía dentro, cuánta incongruencia y cuánto gasto energético para pasar frío…
Finalmente, hacia las 20:10h empezamos a embarcar despegando hacia las 20:30h, casi una hora de retraso pero todavía lo suficientemente rápido teniendo en cuenta lo parado que se via todo. En cualquier caso ya era mi penúltimo avión del viaje y ya no le daba ninguna importancia, y más después de constatar que es mucho mejor eso que una cancelación. Además tampoco tenía ninguna prisa, pues la hora prevista de llegada a Dublín era a las 7:30h de la mañana siguiente, demasiado pronto para ir a hacer el check-in al hostel que tenía reservado y para intentar dormir, por lo que de hecho el retraso todavía me iba bien, pues tarde o temprano debería esperar más en algún sitio.
Esta vez me tocó en pasillo, bueno, de hecho la chica que me imprimió la tarjeta de embarque me preguntó si prefería ventana o pasillo. Le dije pasillo y efectivamente. No recordaba ninguna ocasión en la que en una low-cost me hubieran preguntado qué prefería. Así que ya sentado en el asiento 22C nos preparábamos para ir hacia Irlanda. Me tocó junto a una pareja canadiense de esos que se ven muy educados y discretos. De hecho la chica ni bajó el apoyabrazos para no molestar, algo que acabé haciendo yo.
Al cabo de unos 45 minutos del despegue me comí los sandwiches que había comprado en el 7-eleven y los Doritos que todavía tenía de México y que me había comprado Emma. Y después a intentar dormir el máximo de horas posibles de las 7 que duraba el vuelo. Y de hecho, un poco pude dormir, algo que hasta no hacía demasiado era poco habitual pero que cada vez me costaba menos hacer, sobre todo estos días que llevaba tanto cansancio acumulado y algunas noches sin poder dormir 8 horas. Fuera lo que fuera, para mí poder dormir en un avión era una experiencia bastante nueva e inusual, y lo cierto es que era de agradecer.
Una vez mas, y ya eran 6 en este viaje, dejaba un país atrás habiendo vivido experiencias únicas y superado todos los obstáculos, la mayoría pequeños, que me había ido encontrando, algo que llena y ayuda al crecimiento personal de cada uno. Una visita rápida y fugaz a Canadá pero a la vez muy intensa y especial. Parece mentira todo lo que se puede llegar a hacer en tan sólo dos días.
Sólo quedaba un país, una ciudad, un día para finalizar esta mi primera vuelta al mundo de 3 meses que empezaba y terminaba en Barcelona. 3 meses visitando 7 países completamente diferentes uno del otro, conociendo culturas y personas absolutamente diferentes a lo que conocía hasta ahora y que me habían permitido abrir la mente y derribarme unos cuantos prejuicios de los pocos que intento tener. El viaje llegaba a su final y todavía me costaba creer que lo hubiera conseguido con tan pocos obstáculos. Estaba a punto de finalizar lo que sería una de las mejores experiencias de mi vida.
Llegaba el día de uno de los platos fuertes del viaje y el motivo por el que había ido hasta Toronto. Bien, cabe decir que haciendo esta escala, el precio total de los vuelos era más barato que un directo hasta Barcelona, por lo que ya aproveché para ir a ver lo que me había quedado con ganas de ver en el viaje anterior cuando estuve en Nueva York, las cataratas del Niágara.
Había podido reservar el trayecto de ida y vuelta de Toronto a Niágara con la compañía Megabus por $2, pues lo reservé con 3 meses de antelación y pude conseguir esta oferta. El precio normal era de $32. El bus salía a las 10:30h desde la Toronto Coach Terminal que me quedaba a casi una hora y media del apartamento cogiendo bus y metro.
Me desperté a la 1 de la noche después de dormir casi 11 horas de un tirón, pues el día anterior había ido a dormir a las 14h para llevar dos días durmiendo poco y caminando mucho. Sin embargo notaba que aún podría haber dormido un rato más. En cualquier caso no estaba nada mal por ser la primera noche que pasaba en aquella habitación, señal evidente de que era muy cómoda.
Al contrario de lo que me pasa siempre cuando me despierto, ese día ya tenía hambre, pues hacía 24 horas que no comía nada consistente y que además esto consistente había sido un sándwich, así que compré una barra de cereales de las que había en la habitación y que venían por $1. Después quise tomarme un café de la bolsa que había comprado en México para tener café el resto del viaje y que pensaba que era soluble, pero no, sólo estaba molido, por lo que me quedé sin poder tomar un café con lo que me cuesta a mí esto. De hecho era el primer día en todo el viaje y en mucho tiempo, quizás años, que no me tomaba el café de la mañana. Bien, madrugada en este caso, pero en cualquier caso el primer café del día.
Quizás en la cocina habría encontrado una cafetera donde poder moler el café pero teniendo en cuenta la hora que era no quise arriesgarme a despertar a alguien y ser el más maleducado de los ostas. Pero fue duro, muy duro…
Hacia las dos de la noche llegaron una pareja que dormía en una de las habitaciones de al lado y no tuvieron ningún problema en ducharse pese al silencio que ya había en la casa. Diez el ruido que hicieron. Y yo preocupado por no hacer ruido con una cafetera.
Estuve mirando cómo llegar hasta la terminal desde donde salía el bus hacia Niágara pero seguía notando que aún tenía sueño y mes sin haber tomado ningún café, así que, casi a las 4 de la madrugada me tumbé en el cama y me quedé dormido enseguida hasta las 5:30h que me puso el despertador. Si no lo hubiera puesto todavía podría haber dormido mas y eso que ya había dormido un total de 12 horas.
Cuando me desperté ya no tuve que preparar café, ni mirar correos, ni preparar rutas ni nada, por lo que sólo tuve que ducharme y preparar la mochila ya las 6:30h ya estaba lista para salir, pues quería tener tiempo de dar alguna vuelta por Toronto antes de ir hacia Niágara ya que no tendría más tiempo, pues en Niágara me pasaría todo el día y al día siguiente ya me marchaba hacia Dublin.
Nada más salir de la casa y justo allá delante, vi un par de ardillas persiguiéndose y subiendo por los árboles. Supongo que los ciudadanos de Toronto están más que acostumbrados e incluso, quizás un poco hartos, pero a mí ver ardillas me sorprendía mucho por venir de un lugar donde sólo puedes ver alguno si te alejas mucho de la ciudad, por lo que verlos corriendo por medio de Toronto no dejaba de sorprenderme.
El centro de la ciudad quedaba muy lejos, a unos 15 kilómetros del apartamento, pero por suerte sólo tenía que tomar un bus que tenía una parada a 3 minutos andando del apartamento y después un metro que ya me dejaría en el centro de la ciudad. En total tardaría poco más de una hora. Así que fui a la parada a esperar el bus 36 que pasó al cabo de unos 5 minutos. $3,25, 16 paradas y casi 30 minutos después bajaba a la parada de Romfield para andar 5 minutos hasta la parada Finch West del subway o metro como lo conocemos.
Algo que me sorprendió de los buses de Toronto, y supongo que de todo Canadá, es que también se puede entrar por la puerta de atrás y pasar la tarjeta, si ya la tienes, por el lector. No sé si el conductor controla demasiado pero yo vi como un señor que subió por la puerta de atrás hacía ver que pasaba la tarjeta por el lector pero realmente no la pasó y se sentó tan tranquilo. Supongo que en Canadá estos casos son una minoría y por eso está permitido, en otros lugares como en España seguramente se colarían varios meses. Por lo demás el bus era bastante nuevo, estaba muy limpio y en general los pasajeros estaban en silencio.
En principio no tenía que pagar el billete de metro ya que se podía hacer transbordo desde el bus sin pagar mas. El problema era que no sabía cómo iba ni qué hacer para convalidar el billete de bus en el metro.
El billete del bus era de papel pero en el subway debía pasarse una tarjeta por los lectores de las puertas automáticas. Intenté inútilmente pasar el billete de papel del bus por el lector pero evidentemente no lo leía. Miré si había algún empleado y nada, ni empleados ni casi pasajeros. Entonces pensé que quizá en el bus debería haber avisado de que quería hacer el transbordo en el subway y que el chófer debería haberme dado una tarjeta. No estaba seguro pero era muy probable, así que me resigné y volví a pagar $3,25 por un billete nuevo. Ésta es una de esas novatadas que pagas cuando eres por primera vez en una ciudad.
Esperé unos 5 minutos en el andén de la línea 1 en dirección downtown hasta que llegó el metro y bajé al cabo de 16 paradas y unos 40 minutos en la estación de Queen, que era 3 paradas antes de la más cercana a la terminal de autobuses donde debía ir pero así podría ver un poco la zona más cercana al lago Ontario, lago que desde tierra parece un mar de tan grande que es. Es curioso ver playas en una ciudad tan lejana del mar.
La ciudad, evidentemente, tiene bastante tráfico pero sin ser abrumadora y sobre todo se respira una muy buena educación general, también de todos los conductores. Los peatones no gritan y no corren y los coches no pitan, no avanzan de cualquier manera e incluso te dejan pasar aunque estés cruzando fuera del paso de peatones en una calle tipo calle Aragó de Barcelona. Tampoco se ve un colapso de coches como en otras ciudades. No sé, pero parece que se fomenta el uso de otros medios de transporte. Por lo general, Toronto me dio una buena primera impresión.
Pero no llevaba ni 5 minutos andando que ya pensé en comer. De hecho ya hacía horas que debería haber comido un buen bocadillo y el hecho de empezar a andar y ver tiendas de comida hizo que pensara aún más. Lo primero que me vino a la cabeza fue buscar a un 7-eleven como a tantos otros países y que son unos auténticos salvavidas del viajero. Pensaba en comprar un sándwich y comérmelo mientras caminaba por Toronto en dirección al lago Ontario, así que busqué 7-elevens en Google Maps y como era de esperar había uno a tan sólo 400 metros de donde era. Fui directamente y compré un bocadillo de jamón y queso, un bote de Nescafé y una caja de cookies grandes de chocolate, todo por $13,50, unos 10€. Evidentemente unos precios superiores a los de México pero bastante más baratos de lo que pensaba. El dólar canadiense estaba bastante devaluado frente al euro y eso se notaba mucho. En cualquier caso lo importante era que ya tenía mi café favorito y ya no volvería a pasar un solo día sin el café de la mañana.
Y ya mientras me comía el bocadillo fui hacia la calle Yonge Street. Esta es la considerada calle más larga del mundo con nada menos que 56 kilómetros de principio a fin! Evidentemente no tenía la intención de recorrerlo todo sino simplemente verlo y cruzarlo, de hecho sólo lo crucé para llegar a un pequeño puerto que había al otro lado y en el que ya se veía el lago Ontario y las islas de Toronto. La verdad es que es muy curioso todo, pues Toronto parece una ciudad con mar pero no, es un lago, eso sí, tan grande que tiene manzanas e incluso permite que Toronto tenga playas. Alucinante.
Después de pasear un rato por el muelle empecé a andar por una calle en dirección norte para ir hacia la terminal de autobuses desde donde salían hacia Niágara. Desde donde estaban unos 45 minutos de camino que aprovecharía para ver el ambiente de la ciudad. No tenía demasiado más tiempo de hacer nada mas pero de todas formas tampoco quería cansarme demasiado ya que tenía que reservar las fuerzas por lo que faltaba de día que sería bastante duro.
Simplemente pasear por Toronto es ya una experiencia en sí misma, pues la buena educación de la gente y el multiculturalismo de la ciudad son excepcionales. Ningún coche pita, todos dejan pasar, los pasos de peatones siempre son respetados, la gente no llama y de cada dos personas que ves una no es de origen canadiense pero todos conviven en perfecta armonía y respeto. Y ah sí, lo que más me sorprendió es que se puede fumar marihuana por la calle. Lo primero que vi fue el día anterior de camino al apartamento y pensaba que era alguien que lo hacía de estrangios. Pero ese día ya podía ver uno cada 5 minutos, incluso trabajadores frente a su oficina como quien se fuma un pite. Está totalmente aceptado. Incluso en esto se demuestra el respeto y la tolerancia de la sociedad canadiense. Un país ejemplar en muchos aspectos.
Hacia las 9:30h llegaba a la terminal de autobuses. El bus hacia Niágara salía a las 10:30h por lo que todavía tenía una hora de tiempo. Había wifi gratuito en toda la terminal y sillas bien cómodas, así que me esperé allá mientras miraba correos y me comía alguna cookie. Estaban realmente muy buenas esas cookies y eran muy baratas teniendo en cuenta los precios de Canadá.
Estuve enviando algunos Whatsapp’s y leyendo noticias hasta las 10 que fui a la taquilla a preguntar desde dónde saldría el bus que había reservado, pues había unos 10 andenes. Enseñé el billete, la chica lo confirmó y me dijo que en la parada 3 donde ya estaba el bus y bastante gente esperando. Fui y me puse en la cola. Quedaban todavía 30 minutos pero muchos de los pasajeros ya hacía rato que esperaban de pie frente al autobús.
Hacia las 10:15h empezamos a subir ya las 10:30h marchábamos puntualmente hacia Niágara. Ya estaba de camino a las cataratas más famosas del mundo donde llegaríamos al cabo de dos horas.
En el bus también había wifi gratuito por lo que todo el trayecto se me hizo bastante corto.
A mitad del camino pasábamos por el puente que cruza el lago Ontario ya casi en su final pero que permite acortar un tramo del trayecto. Es un pase ver en uno de los lados del puente una inmensidad de agua como si del mar se tratara. Desde ese puente no se veía ninguna isla ni ningún final, sólo agua hasta el horizonte.
Al cabo de las dos horas estipuladas llegábamos al pueblo de Niágara, una aldea muy pequeña y casi fantasma que tiene como único objetivo hacer el transbordo de los buses de larga distancia a los buses locales que acababan de recorrer los 3 kilómetros hasta las cataratas . Yo, como otros muchos, hice esos 3 kilómetros andando. Todo el camino es por la orilla del río Niágara en territorio canadiense pero viendo todo el rato los EE.UU. que quedan justo al otro lado del río. Es un río bastante espectacular por lo escarpados que son sus laterales haciendo que el río quede hundido unos 20 metros. Al menos en ese tramo, era más bien estrecho cosa que hacía que el agua bajara con más fuerza. De hecho, parecía un lugar perfecto para hacer rafting. Los laterales del río están completamente cubiertos de vegetación que unido con lo escarpado del terreno y la fuerza del río lo convierten en una muy buena frontera natural realmente difícil de cruzarla.
El calor era muy intenso y se notaba que el sol ardía. A diferencia de otros lugares, aquí al menos no se notaba tanta humedad por lo que en la sombra estaba bien. En cualquier caso buena parte del camino hasta las cataratas estaba en pleno sol por lo que más vale llevar una botella de agua. Parece mentira como una latitud tan alta como la de Toronto o Niágara puede llegar a hacer tanto calor.
Al cabo de unos 30 minutos andando por el lado del río llegaba al puente más importante que le cruza y da de paso fronterizo para entrar en EEUU. Y allí, sin esperármelo, ya vi la primera cascada, pues está justo al lado de ese puente. Es la más pequeña de las 3 cascadas que hay y está en el lado de EE.UU., pero de todos modos es enorme y el hecho de que quede en el lado de EE.UU. hace que desde el lado canadiense se vea perfectamente y en todo su esplendor . Por fin veía ese espectáculo natural en primera persona ya escasos metros de distancia.
No tenía ni idea de cómo era la zona ni de cómo debían verse las cataratas, por lo que el hecho de poder ver la primera de aquella manera y sin apartarme del camino me sorprendió mucho. Me quedé allí frente a maravillado sin imaginarme que aquello no era nada comparado con lo que me quedaba por ver.
Justo delante de esta primera cascada junto al paso fronterizo y en el lado canadiense, es decir, dónde estaba yo en ese momento, está el pueblo Niagara on the Lake, un pueblo que es como unas Vegas en pequeño. Un pueblo que sólo tiene hoteles y casinos. Y este pueblo es de hecho lo primero que encuentras cuando entras en Canadá por el puente desde EEUU. Y como todos los pueblos tan cerca de una frontera, no es como es por casualidad, pues las leyes sobre el juego canadiense son más laxas que las de EEUU por lo que muchos creen la frontera para ir a jugar a este pueblo.
Seguí caminando sobrepasando la primera cascada que quedaba a mi izquierda y al cabo de 2 minutos ya vi a unos 200 metros las otras dos cascadas, las más grandes.
Por el camino hay varios miradores aunque lo mejor es el último. A mí cualquiera de esos primeros miradores ya me alucinaban sin saber que aún quedaba lo mejor. Ya se escuchaba el fuerte ruido del agua cayendo de las cataratas más grandes y eso que al menos estaba a 150 metros de distancia y pasaban coches por la carretera. Tenía casi frente a la primera cascada ya la vista las otras dos, así que seguí caminando ya con la vista fijada en las cataratas y sin detenerme, pues la emoción ya era demasiado fuerte y tenía muchas ganas de llegar el mes a cerca posible de ese espectáculo.
Pero antes de llegar al punto de la cascada se pasa por la zona de las atracciones turísticas, entre ellas el barco que te lleva hasta escasos 10 metros de la mayor caída de la cascada. Por eso no llegué al mejor mirador, el Table Rock, hasta más tarde, pues el barco era la única actividad que quería hacer seguro. Me parecía algo necesario para poder apreciar bien la magnitud de las cataratas. Así que cuando encontré las taquillas del barco después de preguntar a información ya fui directo sin preguntar el precio. Da igual, costara lo que costara era una experiencia que debía vivir. De hecho, en estas cosas nunca miro el precio, son cosas que valen demasiado la pena vivir y recordar como para decidirlas en función del precio.
El precio final era de $29,30, pues aunque en el cartel ponía $25,95, los precios nunca tienen el IVA incluido. Ésta es una de las diferencias que tenemos con Europa y que tanto agradezco a las autoridades europeas ya que obligaron por ley a que todos los precios mostrados fueran ya el precio final.
Inmediatamente después ya fui hacia el barco. Había mucha gente haciendo cola pero iba muy rápido, pues había más de un barco, al menos 2, y en cada uno entraban decenas de personas. Yo llevaba un impermeable ya que había leído por Internet que te mojabas mucho, pero antes de subir al barco nos dieron uno a cada uno, por lo que entiendo que esto de darlo es bastante reciente y supongo que empezaron a hacerlo después de algunas quejas de clientes que salían con el móvil y las cámaras empapadas de agua.
Primero se debe bajar en ascensor ya que, antes de las cataratas el río queda a pie de calle, pero después de las cataratas el río queda a más de 50 metros por debajo de la calle, así que antes de llegar al barco debe hacer una buena bajada hasta llegar al nivel del río.
Tuve suerte, de hecho mucha suerte, y fui de los primeros en subir al barco, por lo que me pude colocar casi en primera fila de la proa del barco, el mejor sitio para ver de cerca las cataratas. De todas formas siempre está la típica lista que aprovechando que tiene un hijo de 10 años le dice que se coloque en primera fila a pesar de haber llegado después y ella se coloca detrás. En fin, listos hay en todas partes.
Cuando se llenó el barco, en unos 5 minutos, arrancó y fuimos directamente a las cataratas más grandes ya las que aún no había llegado aunque ya las había visto de lejos, pues estábamos a unos 50 o 100 metros. La más pequeña quedaba ya detrás y era la que ya había visto de cerca.
Conforme nos íbamos acercando el ruido que hacía el agua era cada vez más fuerte hasta el punto de que llegaba a ser ensordecedor. Las cataratas se veían cada vez más altas y el agua salpicada, a pesar de estar todavía a unas decenas de metros, ya nos mojaba. Incluso se veía el arco iris de tanta agua que quedaba en suspensión.
Y finalmente, hasta llegar a escasos 10 metros de la caída, todo se veía blanco de tanta agua que se expulsaba, el ruido era brutal, el agua sobre el barco era como si fueran olas gigantes, como si nos echaran cientos de litros de agua por la cabeza. Llegó un punto que ni siquiera veíamos las cataratas de la cantidad de agua que caía sobre el barco y que hacía que simplemente lo viéramos todo blanco. Esto sumado al ruido tan fuerte, realmente daba incluso miedo, al menos un respeto enorme y confianza total en que el piloto del barco sabía bien lo que hacía y hasta dónde se podía acercar, pues por momentos parecía que estábamos justo bajo la caída de agua. Fue una de las experiencias más inolvidables de mi vida, aunque ya llevaba unas cuantas, pero ésta por ser absolutamente nueva y diferente.
Estuvimos allí frente a parados sintiendo la presión de la columna de agua unos 4 o 5 minutos del que la mitad me los pasé grabando y la otra mitad observando, pues también debemos disfrutar de estos espectáculos sin una cámara delante. Mientras todo el mundo gritaba yo me quedaba embobado ante aquella monstruosidad de cascada. Hay que tener en cuenta que tiene unos 60 metros de alto y más de 100 de ancho, por lo que caen toneladas de agua por segundo.
Al cabo de estos 5 minutos el piloto dio media vuelta e hizo el trayecto hacia atrás recorriendo toda la cascada, ya que esta tiene forma de herradura, y hasta llegar a la primera y más pequeña cascada, más allá del muelle, todo y que de pequeña no tiene nada. Ésta es la que ya había visto desde los diferentes miradores que hay hasta llegar a la zona donde se concentran la mayoría de atracciones turísticas. El barco llega hasta casi debajo del puente que cruza en EEUU y ya vuelve hacia el muelle. La duración total del trayecto es de unos 20 o 25 minutos que son muy intensos. Y aunque parezca poco, es más que suficiente, pues más rato ya no se aguantaría debido al remojón, el ruido e incluso la presión que se siente tan cerca de la caída del agua. Se podría decir que el mero hecho de acercarse a ella para mirar ya cansa físicamente.
Después de esta impresionante actividad seguí río arriba para llegar hasta el considerado mejor mirador del lado canadiense, el mirador de Table Rock. Y efectivamente es el mejor, pues está justo a uno de los lado de la cascada más grande, por lo que tienes la caída de agua literalmente junto a la mano, de hecho el río toca la pared del mirador, pared que no tiene ni dos palmos de ancho. No imaginaba que así fuera, poder ver el inicio de la cascada a, literalmente, 30 centímetros de distancia. Lo cierto es que esto no me lo esperaba y realmente me emocionó mucho. Pensaba que habría alguna distancia de seguridad con las cataratas y el río pero no, la cascada puede tocarse con la mano. Es una pasada.
Este mirador es muy largo, de hecho podría decirse que desde la zona de las atracciones hasta la cascada, a unos 200 metros, todo es mirador, que va siendo cada vez más espectacular conforme te vas acercando a la cascada hasta llegar al punto culminando cuando te encuentras con que tienes la cascada a tocar. Eran casi las 15h cuando llegaba al mirador y estuve allí una hora, pues era difícil cansarse de ver aquel espectáculo de tan cerca.
Después de pasearme varias veces por todo a lo largo del mirador, descansé unos 10 minutos, pues ya llevaba casi 4 horas de pie y casi todo el rato andando. Me senté en unos bancos que quedaban a unos 15 metros de la mayor caída de la cascada y todavía me llegaban las chispas de agua expulsadas por la cascada y que ayudaban a refrescar un poco el ambiente. de hecho se notaba cómo allá al lado la temperatura era un poco más baja.
Hay un par de restaurantes y varios puestos ambulante de perritos calientes y otras cosas, aunque los precios, como es de suponer, son bastante caros. Mucha gente almorzaba allí o iba al pueblo que quedaba a 100 metros y donde había más restaurantes y sobre todo casinos. Yo evidentemente no me gasté 7€ en un perrito sino que ya había comido un poco antes y comería un poco más después, todo ello vigilando de no llenarme demasiado y quedarme dormido a medio camino, pues todavía tenía que volver al pueblo de Niágara desde donde saldría el bus, a 3 kilómetros y medio de donde estaba.
Así pues, hacia las 16:30h empecé a echar de nuevo hacia el pueblo de Niágara donde tenía que coger el bus a las 19h. En ese momento aún no lo sabía pero acabaría viendo el remolio del río que se encuentra en un meandro a unos 4 kilómetros de las cataratas y ya pasado el pueblo de Niágara. En ese momento todavía no lo sabía porque pensaba que estaba aún más arriba de las cataratas, pero no, estaba más abajo, de hecho antes llegaría al pueblo que al remolino.
Fue cuando ya caminaba hacia el pueblo cuando pensé, miré a Google Maps y vi que el remolino estaba en la dirección a la que tenía que ir, a un kilómetro y medio pasado el pueblo, por lo que ahora caminaría los 3 kilómetros hasta el pueblo más ese kilómetro y medio hasta el remolino. Más de una hora caminando desde las cataratas y teniendo en cuenta el cansancio que ya llevaba encima. No está mal.
Antes pero entré un poco en el pueblo Niágara on the Lake, que es lo que hay junto a las cataratas y que parece las Vegas, para ver un poco cómo era. Pero para entrar había que subir una calle de unos 200 metros de largo y una pendiente continuada de al menos el 15%, por lo que cuando llegué al final estaba tan cansado que ya no tuve ganas de pasearlo más, y más aún pensando que todavía me quedaban los más de 3 kilómetros hasta llegar al bus o los casi 5 hasta el remolino. Encontré una fuente donde aproveché para beber unos 3 litros de agua de un tirón, llenar la botella que llevaba y sentarme un rato en un banco que había allí al lado ya la sombra.
Descancé unos minutos y volví atrás calle abajo para empezar el camino de regreso con la intención de llegar hasta el remolino. El calor seguía siendo muy intenso y ahora ya no tenía la fuerza de las cataratas para apaciguarlo un poco. Ahora ya estaba muy cansado y ya no tenía la emoción de la mañana para ver las cataratas, por lo que el camino de vuelta se hizo mucho más duro que el de la ida.
Hacia las 17:20h llegaba a Niágara desde donde cogería el bus para volver a Toronto pero en este caso seguí caminando un kilómetro más río abajo hasta llegar al remolino hacia las 17:40h. Aparte del remolino también se encuentra el conocido teleférico construido por un arquitecto español, de hecho en Google Maps aparece como Spanih AeroCar, y que cruza el río Niágara justo por encima del remolino.
A simple vista el remolino no era tanto como esperaba. Si que hace gracia, pues se da en un meandro muy marcado y que se ve perfectamente, pero el remolino en sí no se ve demasiado grande. Pero eso es lo que se ve, porque realmente ese remolino mueve en un segundo tanta agua como hay en una piscina olímpica. Por lo que se ve éste es uno de los remolinos más fuertes y con más agua del mundo. Que desde la superficie sólo se vea algo de agua dando vueltas sin representar ningún peligro no significa que la cantidad de agua que se está moviendo por debajo sea enorme. De hecho justo cuando estaba mirando el remolino pasó un barco justo por su lado de tal modo que pudiera seguir río abajo sin ser desviado por el remolino.
Estuve unos 10 minutos observando el paisaje hasta que volví hacia la terminal de autobuses donde llegué al cabo de casi media hora más, hacia las 18:15h y después de llevar andando bien 5 horas. Por el camino vi otro puente que daba de paso fronterizo y poco más. La verdad es que toda esa zona está bastante desierta sólo con algún hotel y el pueblo fantasma de Niágara. Allí esperé conectado al wifi de la terminal, mucho más pequeña que la de Toronto, y aprovechando que había una fuente con agua bien fría pues ya me había terminado los 2 litros de agua que llevaba. Había hecho mucho calor todo el día y tanto andar hacía que no pudiera parar de ver agua, de todos modos no sudaba tanto como en otros lugares supongo que debido a que el clima es más seco, y una vez en la sombra o cuando hace algo de viento baja mucho la temperatura.
Hacia las 19:15h vi que venía y se paraba allí un autobús de Coachtoronto, por lo que no le hice caso, pues yo iba supuestamente con Megabus, pero ya casi a las 19:30h fui al aparcamiento y vi que en ese bus de Coachtoronto ya había un montón de gente haciendo cola. Pregunté a la taquillera y me dijo que sí, que ese bus era de Megabus pero que ahora vendría otro porque en aquél no cabríamos todos. Fantástico, casi una hora esperando sentado y ahora debería esperar al siguiente porque no me había puesto en la cola cuando tocaba.
Aquel primer autocar salió bastante puntual pero el siguiente no llegó hasta las 19:45h y no salía hasta las 20h, de momento 30 minutos de retraso. Mientras esperaba allí de pie, esa casi media hora, me vino la cabeza de mirar cómo ir hasta el aeropuerto de Hamilton, pues al día siguiente tenía el vuelo a Dublin desde ese aeropuerto a varios kilómetros de Toronto, siendo el aeropuerto low-cost de esta ciudad pero a la vez quedando bastante lejos. Y suerte que lo miré, pues vi que está a casi dos horas en autocar directo desde Toronto y que en transporte público deberían coger 4 buses regulares diferentes y andar 40 minutos haciendo un total de casi 4 horas de trayecto . Casi nada.
Entonces busqué opciones de autocares que hicieran el trayecto de Toronto a Hamilton directamente como el de Megabus con el que había ido hasta Niágara. El de Megabus costaba $21 y salía a las 14:30 h. Había otra compañía, Busbud, que era más barata, $9, pero no llegaba hasta el mismo aeropuerto y salía sobre las 10 o 11 de la mañana, demasiado pronto ya que esta noche iría a dormir tarde y al día siguiente tenía el vuelo a las 19:45 h. Así que no tardé demasiado en decidirme por Megabus a pesar de ser la opción más cara, y como ya era usuario, allí mismo mientras esperaba en la cola, hice la reserva. Seleccioné el autocar del día siguiente a las 14:30h con llegada a las 16:15h en el aeropuerto de Hamilton. El precio final con tasas y comisiones fue de $25, unos 18€, y todavía bastante bien encontrado y bastante barato teniendo en cuenta lo tarde que era y la poca idea que tenía de dónde era realmente este aeropuerto y lo complicado que era llegar -ahí. Si me lo hubiera mirado el mismo día que me miré como ir a Niágara, seguramente me habría salido mucho más barato. Realmente no me imaginaba que Hamilton estuviera tan lejos de Toronto y que fuera tan complicado, o caro, llegar.
Y por fin, sobre las 20h salíamos hacia Toronto ya haciéndose de noche y muy cansado. En el autocar estuve básicamente sin hacer nada, sólo sentado medio dormiteando y mirando por la ventana. De hecho ver nuevos paisajes y ciudades aunque sea de paso es algo que me gusta mucho. Hacia las 21:45h llegábamos a la terminal de Toronto después de estar dando vueltas por dentro de Toronto casi 20 minutos, pues es una ciudad muy grande ya esa hora el tráfico era intenso haciendo que todo fuese bastante lento.
Al llegar tuve que comprar la cena, pues sólo había comprado por la mañana un bote de pasta deshidratada y quería comprar algo más de segundo plato. Además quería comprar más pasta, por lo que primero fui al Circle que había visto cerca de la terminal a ver si era más barato que el 7-elevan. Los precios estaban bien e incluso tenían una oferta de dos hotdogs por 2,50, que después de impuestos se quedaban en $3,15, pero no tenían ni pasta ni nada más, sólo bolsas de patatas, por lo que decidí finalmente ir al 7-elevan que quedaba a dos calles y ahí comprarlo todo.
Finalmente compré una bolsa mas de pasta deshidratada y un bocadillo similar al de la mañana pero con salami y otras cosas, todo ello unos $8. Qué diferencia con lo que comía en México…
Y ahora empezaba el camino de regreso desde el centro de Toronto al apartamento que tampoco era corto, concretamente una hora y cuarto mes de camino en metro y bus. Ya estaba oscuro e iba un poco más perdido por las calles de Toronto que por la mañana, pero con el móvil en la mano todo es posible. Primero fui a la parada de St. Patrick que quedaba a unos 5 minutos andando del 7-elevan y donde cogí el metro durante unos 40 minutos hasta la estación de Finch West. Eran mas de las 22h y el metro estaba bastante vacío pero a diferencia de otras grandes ciudades, aquí no se tenía que tener ningún miedo a cruzarte con algún tarado. Toronto tiene fama, y así me lo pareció, de ser una ciudad muy segura.
Una vez en Finch West cogí el bus número 36 que ya me dejaría al cabo de 16 paradas y casi media hora más a 5 minutos andando del apartamento. El billete quedaba convalidado por lo que sólo pagué $3,25 por todo el trayecto. Pese a ser las 23h ya diferencia del metro, el bus iba muy lleno. De hecho estaba completamente lleno de gente sentada y de pie. A mí me tocó ir de pie por lo que el trayecto se hizo más largo que el de la ida. De todas formas para mí no era un trayecto normal como lo era para los demás pasajeros, pues para mí todo aquello era una novedad y lo gozaba a diferencia de los demás por quienes aquello era seguramente una rutina. Para mí todo era nuevo y por tan emocionante. Además me gusta mucho ver la vida cotidiana de la gente, y la vuelta a casa después de un día de trabajo es algo muy cotidiano.
Hacia las 23:15h, después de 18 horas de salir, llegaba al apartamento. Primero había considerado tomar un café, pero finalmente opté por pasar algunas fotos en el portátil, hacer la copia de seguridad aprovechando la fibra óptica del apartamento e ir ya a cenar. Me comí el bote y el paquete de pasta deshidratada y medio bocadillo, pues finalmente resultó ser demasiado. Al día siguiente por la tarde se marchaba hacia la última parada de la vuelta al mundo, Dublín, por lo que hice lo que ya podía hacer de la maleta dejando fuera sólo lo que necesitaría al día siguiente por la mañana antes de marcharme. Y hacia las 12:30h de la noche iba a dormir habiendo hecho ya uno de los platos fuertes del viaje y siendo además mejor de lo que me esperaba. Un día muy aprovechado y bastante cansado que me permitió dormir de un tirón.
Éste era uno de esos día que iba a dormir muy satisfecho y contento por haber conseguido que todo fuera tal como tenía pensado e incluso mejor, habiendo visto un espectáculo natural como pocos hay en el mundo y de tan cerca había dejado muy impresionado. Además, había podido ver un poco una ciudad extraordinaria por su diversidad, tolerancia, amabilidad y seguridad moviéndome por ella como un local más. Un gran día. Ya sólo quedaban dos noches para terminar el viaje y el balance no podía ser más positivo. Ese día iba a dormir muy satisfecho de todo lo que ya había logrado.
A las 6:30h hora local aterrizábamos en Toronto, siendo ésta mi primera visita a Canadá. Extrañamente, durante el vuelo había podido dormir bastante, quizás casi 3 horas. Y digo extrañamente porque a mí me cuesta mucho dormir en buses, trenes y aviones. De hecho me despertó el golpe del avión al tocar tierra sin haber podido disfrutar de las vistas de Toronto durante el acercamiento. Por lo menos esto me permitiría poder llegar al apartamento bastante bien y aguantar buena parte del día sin trastocar demasiado el horario. Hay que tener en cuenta que al día siguiente iba a las cataratas del Niágara y por tanto tenía que vigilar al no dormirme en cualquier momento.
En el control de aduanas apenas había gente, además ya tenía el eTA hecho por lo que todo el proceso por inmigración es más rápido ya que la mitad del trabajo lo hace uno mismo en una máquina. Así pues, después de introducir todos los datos y contestar a las preguntas en la máquina, sólo tuve que hacer dos minutos de cola y ya me atendió un agente. Al contrario de lo que pensaba, el control del agente fue de los más complicados que recuerdo, más que en EE.UU. De hecho, en cierto momento tuve dudas de que me dejara entrar en Canadá. Me preguntó de dónde estaba, de dónde venía, qué equipaje llevaba, qué haría en Canadá y algunas preguntas más que se alargaron más de 5 minutos. Puede no parecer demasiado, pero cuando estás acostumbrado a pasar estos controles en 1 minuto y con dos preguntas, esto se hace muy largo, y más cuando piensas que puede que tengas que volver atrás.
De hecho ésta era la primera vez que en cierto momento temía que no me dejaran entrar en el país. En las más de 20 ocasiones anteriores nunca había tenido la sensación ni había sufrido para que me denegaran la entrada a un país, jefe. Pero ahora, a media entrevista pasé de contestar con la rutina que se contestan siempre estas preguntas a prestar más atención al agente y contestar lo mejor posible, pues su cara y la cantidad de información que quería eran realmente preocupantes. Además iba mirando una y otra vez todos los sellos que había en el pasaporte, no sé si buscando el de algún país en concreto o mirándolos uno por uno, pero en cualquier caso los revisó los 3 o 4 veces.
Creo que lo que no le hacía demasiada gracia era que hubiera pasado por tantos países antes de llegar allí, pues me preguntaba mucho por los motivos de ir a este u otro país. Yo intentaba dejarle claro que era una vuelta al mundo de 3 meses y que por tanto todas aquellas visitas eran normales. En cualquier caso por primera vez en la vida tuve esa sensación que mucha gente tiene pero que para ciertos privilegiados es algo impensable, como puede ser el miedo a que te denieguen la entrada a un país.
Finalmente el agente, que por cierto era un armario, selló el pasaporte primero sin decir nada, yo respiré profundamente, él dijo «welcome», me devolvió el pasaporte y por fin entré en Canadá sin más problemas.
Una vez en la terminal quería cambiar algo de dinero en efectivo para tener dólares canadienses en monedas para poder subir al bus ya que sólo aceptan monedas y no dan cambio. Aún me quedaban ringidos de Malasia por valor de unos 40€ por lo que intentaría cambiarlos.
Busqué por toda la terminal y sólo había una casa de cambio por lo que, evidentemente, sería cara. La verdad es que por ser el aeropuerto de Toronto me pareció bastante pequeño. Y efectivamente, el tipo de cambio era bastante malo y además tenía una comisión de $3,50. Sin embargo decidí cambiarlos porque sino ya no sabía que acabaría haciendo con los ringgits, mejor eso que que me los acabara quedando. Me dio $44,75 canadienses cuando sin comisión y al cambio real habrían sido $57. Toma ya, $12 menos por la cara.
Previamente había sacado $40 dólares de un cajero con la tarjeta de Bnext pagando una comisión de $3 que en principio Bnext debería devolverme para ser justamente ésta una de sus ventajas. Por tanto, ya tenía casi $85, suficientes para pasar los 3 días previstos en Canadá y poder pagar las atracciones de las cataratas del Niágara. Hay que tener en cuenta que el alojamiento y algún transporte ya los tenía pagados.
Llegaba ya el momento de ir a buscar el bus, una de las cosas que no tenía nada claras que fuera bien, pues por Internet había encontrado poca información, parecía que eran bastante caros, no daban cambio y la combinación hasta el habitación que tenía reservada no era demasiado buena. De hecho, si los cogía tal y como había visto, podría tardar una hora en llegar al apartamento mientras que caminando serían unas dos y media. Me conecté al WIFI del aeropuerto y busqué a Moovit. Debería coger 3 buses pero de compañías diferentes, por lo que debería comprar al menos 2 billetes que ya serían unos $7, por lo que no me llegaba, es decir, debería pagar con un billete de $20 y sin cambio. Entre esto y que en bus tardaría 1 hora y media y caminando dos y media, decidí ir andando y así ya ver algo de Toronto aunque fueran las afueras, pues no tendría demasiado más tiempo para ver la ciudad y todo lo que pudiera aprovechar sería bienvenido. Estas cosas no las puede hacer todo el mundo pero es que a mí me gusta andar por las ciudades nuevas, sobre todo si es la primera visita que hago, y superar este tipo de retos, pues andar algo más de 10 kilómetros con la maleta es ya un reto en sí mismo.
Así que sin pensármelo demasiado rato mas, pues podría acabar por no hacerlo, miré la ruta a pie en Google Maps y empecé a andar. Cabe decir que lo hice porque no hacía calor, pues todavía no eran ni las 8 de la mañana, sino no lo habría hecho. Puede parecer que Toronto es una ciudad más fresquita por estar tanto en el norte, pero en verano hace más calor que en Barcelona.
Como era de esperar, salir del aeropuerto fue complicado y largo, pues acabas dando un montón de vueltas para salvar los aparcamientos, terminales y pistas. Estuve 15 minutos andando para pisar calle normal. Eso sí, el aeropuerto está a las afueras de Toronto pero muy cerca de la ciudad, por lo que nada más salir del aeropuerto ya estaba en un polígono industrial de la propia ciudad.
La primera mitad del camino no tenía demasiada gracia, pues sólo había naves industriales, carreteras tipo rondas y algún río. Al menos el camino podía hacerse a pie sin demasiadas dificultades ya que prácticamente en todas partes había acera o al menos un espacio en el arcén de la carretera. Y eso que puede parecer una tontería, no lo es en absoluto, pues en alguno de estos trayectos he tenido que andar kilómetros a un palmo del paso de coches y camiones. Por lo menos aquí la seguridad era buena y no sufría por un posible atropello. De vez en cuando veía alguna ardilla que me hizo bastante gracia ya que no me esperaba ver, y tantos. De hecho, en algún tramo se me cruzaban continuamente.
La segunda mitad del trayecto hasta el apartamento era más entretenida al pasar por barrios más residenciales, ver más gente, más tiendas y en general más ambiente de ciudad aunque a la vez también avanzaba el día por lo que poco a poco iba aumentando el calor. Al calor se sumaba el cansancio de llevar una hora y media caminando cargando la maleta. Además empezaba a tener sed y no encontraba ni fuentes ni sitios donde comprar agua. En cualquier caso, ya me esperaba que algún momento del camino fuera duro.
En este trayecto ya pude ver una de las características que hacen de Toronto una ciudad única en el mundo, su multiculturalismo, pues la mitad de la población no es de origen canadiense. De hecho, en algunas calles parecían todos extranjeros. Pero a diferencia de la inmigración en otras ciudades donde suele ser mas marginada, aquí la inmigración se ve como totalmente necesaria y por tan muy fomentada y cuidada, de hecho muchos de los inmigrantes son ingenieros o trabajan en sectores con sueldos muy altos y todo el mundo, sea de donde sea, está totalmente integrado. No hay guetos ni problemas entre distintas nacionalidades. La armonía, la buena educación y la amabilidad se respiran en toda la ciudad. De hecho, una de las primeras cosas que notas cuando estás en Toronto por primera vez, es que a pesar de ser una gran ciudad con bastante tráfico, los coches siempre se detienen si ven a alguien con intención de cruzar la calle, aunque lo haga por donde no hay peatones. Es realmente asombroso ver cómo a 15 metros ya empiezan a frenar antes incluso de que hayas empezado a cruzar.
Durante la segunda mitad del camino, entre el cansancio y el calor que era cada vez más insoportable, fui haciendo varias paradas para descansar por lo que las dos horas y media que debía durar todo el camino acabarían convirtiéndose en 3. De todas formas tenía tiempo, pues teóricamente hasta las 14h la habitación no estaría preparada, y apenas eran las 10:30h. De todas formas ya había enviado un correo a los de la casa para preguntarles si podía entrar antes, contestando que probablemente a las 12:30h ya podría.
Cuando quedaban unos 20 minutos por llegar ya se me hacía realmente difícil continuar y no podía evitar sentarse un rato en cada banco que encontraba. Además el tramo final transcurría por una calle larguísima que encima provocaba una sensación de trayecto más largo, pues caminaba y anda y aquella calle no se acababa nunca. Por cierto, andando por esta calle me vino un olor muy fuerte de marihuana que venía de un chico que estaba fumando en el jardín de su casa. En ese momento me sorprendió cómo podía fumar aquello con el olor que estaba dejando a mitad de calle, aunque después pude comprobar que fumar marihuana en Canadá es legal y que son unos cuantos los que van fumando por cualquier parte de la ciudad .
Finalmente, sobre las 11:30h y cuando ya hacía 3 horas y media que había salido del aeropuerto, llegaba a la casa donde había reservado la habitación y que encontré sin ningún problema, pues en la reserva venían las coordenadas GPS que junto a Google Maps me dejaron justo en la puerta de la casa.
El check-in estaba en lea 14h pero ya les había enviado un email el día anterior para preguntar si podría entrar antes, respondiéndome que probablemente a las 12:30h la habitación ya estaría preparada, así que aproveché hora que quedaba por ir a dar un primer paseo por el barrio para ver cómo era y dónde había tiendas de comida u otros servicios interesantes.
Era un barrio residencial y bastante nuevo con casas unifamiliares típicas americanas con su jardín y coche en la puerta. Y sin cierre en el jardín, que es algo que siempre me ha extrañado mucho. Era muy tranquilo y totalmente seguro como, supongo, en todo el resto de Canadá. Los coches te dejaban pasar y los vecinos te saludaban. Un buen sitio para vivir.
Vi una escuela y fui para mirar si había una fuente. Esto es algo que siempre hago ya que es muy habitual que donde puedan haber niños, como una escuela o un parque, también haya una fuente de agua potable. ¡Y bingo! Justo en frente de la escuela había un parque con una fuente. Había estado caminando durante 11 kilómetros sin encontrar ninguna fuente, y ahora, justo al lado de donde dormiría y siguiendo mi instinto de bnuscar escuelas o parques infantiles, por fin encontraba una. Vi 1 litro de agua sin parar y me limpié un poco la cara y los brazos. Me senté en un banco del parque unos 5 minutos y como nuevo, casi. En cualquier caso mucho mejor que antes y mas presentable para entrar en la casa sin parecer un vagabundo.
Alguien podría preguntarse por qué no compré agua por el camino si tanta sed tenía. Pues por varios motivos, aunque hay uno que siempre prevalece: Evitar gastos innecesarios. Es simplemente así como puedo estar viajando durante 3 meses dando la vuelta al mundo y visitando 7 países, algunos de ellos de los más caros del mundo. Y alguien podría preguntarse: «¿Pero comprar agua es un gasto innecesario?» Pues dicho así no, pero si tenemos en cuenta que a lo sumo a las 12:30h ya podría beber tanta agua como quisiera en la casa donde tenía la habitación reservada, entonces si que comprar agua habría sido un gasto innecesario. De todas formas, tampoco encontré ninguna tienda abierta por el camino donde poder comprar agua. Algunas estaban cerradas por la hora y otras eran tipo centro comercial donde no quería entrar con la maleta sólo para buscar una botella de agua. En cualquier caso, al final acabé encontrando agua antes de lo que pensaba.
Hacia las 12h fui hacia el apartamento ya sabiendo que todavía era demasiado pronto, pero prefería esperarme por ahí que seguir dando vueltas, pues el cansancio ya era absoluto y el calor bastante insoportable. Al menos aquí no había tanta humedad como en Tailandia por lo que en la sombra todavía estaba bien. Eso sí, el sol picaba mucho.
Cuando llegué a la puerta de la casa, justo salía un chico chino que me preguntó qué quería. Le dije que tenía una reserva y le enseñé el comprobante. Me dijo que sí pero que la entrada era a partir de las 14h. Le dije que había quedado con alguien por las 12:30h y después de hacer una llamada lo confirmó y me dijo que pasara adentro donde podría esperar en la sala de estar. El chico era muy simpático y atento.
Pocas veces alquilo una habitación privada, normalmente o apartamento enteros u hoteles, pero en este caso la casa me pareció bastante bien, con suficiente privacidad y sobre todo un buen precio teniendo en cuenta la zona, pues los precios de los hoteles en Toronto son demasiado caros. Eso sí, el barrio quedaba lejos del centro aunque por precio seguía saliendo mejor incluso contando el precio de los trayectos de ida y vuelta hasta el centro.
La casa tenía dos plantas. en la planta baja estaba la cocina, el comedor, una sala con lavadoras y una habitación. Y en el piso de arriba, 4 habitaciones y un baño, entre ellas la mía. El chico me enseñó por encima dónde estaban las cosas y la contraseña del WIFI antes de seguir limpiando sábanas. Me senté en una silla del comedor, me preparé un café en la cocina y en taza normal, saqué el portátil y me conecté a Internet.
La conexión iba rapidísima, sin duda la más rápida que había encontrado en todo el viaje. Por lo menos era fibra a 50 mb/s que por ser una casa vacacional es mucho. Así que aproveché para subir algunos archivos que no estaba seguro si se habían subido bien. Se subieron en un momento. Las copias de seguridad que en otros sitios tardaban horas en subirse, ahora no habían tardado ni 5 minutos. Aproveché para escribir el diario e introducir gastos en Excel del viaje mientras me tomaba el café hasta las 12:20h que el chico bajó para decirme que la habitación ya estaba lista. ¡Qué rápido! Me terminé el café, el chico me dio las llaves y subí con todo el equipaje a la segunda planta donde estaba mi habitación, la 5.
La habitación tenía una cama de matrimonio, una silla y una pequeña mesa, demasiado baja como para hacer de escritorio. Por suerte sólo estaría dos noches por lo que tampoco le echaría demasiado de menos. Tenía una ventana encarada al centro de Toronto por lo que tenía unas buenas vistas, al menos las mejores de la casa. El baño estaba justo al lado y era compartido por 3 habitaciones más. Se veía todo muy nuevo, limpio y otros educados y silenciosos.
Dejé las cosas, saqué lo básico, como portátil, cargadores, neceser, etc. y estuve una hora mirando rutas, haciendo copias y algo más mientras pensaba si saldría o no. Pero hacia las 14h vi que estaba ya muy cansado y que tenía mucho sueño, por lo que decidí ir a dormir, pues estaba seguro de que dormiría 12 horas y me despertaría al día siguiente de madrugada para tener algo de tiempo hasta hacia las 5 o 6 de la mañana que quería marcharse para poder ver un poco a Toronto antes de estar a las 10:30h en la terminal de autobuses donde ya tenía el billete de bus reservado para ir hacia Niágara. Había que tener en cuenta que esa noche había dormido muy poco, mal y encima había caminado más de 3 horas, por lo que el agotamiento era considerable.
Así que a las 14h me estiré. La cama era muy cómoda, se notaba que era un buen colchón, ya diferencia de la temperatura exterior, en la habitación no hacía nada de calor, de hecho todo lo contrario, incluso hacía algo de fresquito que te obligaba a taparte y así incluso dormir mejor. Lo malo, como siempre, es que fuera de España no existen las persianas por lo que por la mañana se vería un poco la luz del sol a través de las cortinas que no eran del todo opacas. En cualquier caso un muy buen sitio para dormir, fresquito, cómodo y muy silencioso, incluso en pleno día como que eran las dos del mediodía.
No hacía ni siquiera 24 horas que todavía estaba en México sin saber dónde estaría al día siguiente ni cómo acabaría de dar la vuelta al mundo. Pero finalmente todo había ido perfectamente bien y ahora estaba por fin en Canadá por primera vez ya punto de acostarse en una habitación comodísima en una casa nueva en un barrio residencial de Toronto, una de las ciudades más inclusivas del mundo. Quien lo habría dicho en el momento en que me comunicaron que el vuelo estaba cancelado.
Y en menos de 24 horas más, estaría admirando las cascadas más famosas del mundo. La verdad es que estaba algo nervioso de tantas ganas que tenía ya de verlas.
Este día ya se marchaba de México para ir por primera vez a Canadá. Tenía que tomar dos vuelos, el primero de Veracruz en Ciudad de México y de allí en Toronto. El vuelo de Veracruz salía a las 21:10h, aunque hubieron bastantes problemas que más adelante contaré.
A Veracruz me acompañarían Xochitl, Aline y Emma en el coche de Xochitl. La intención era marchar sobre las 12 del mediodía, comer en Veracruz los 4 para después dejarme en el aeropuerto.
Me levanté a las 9h para intentar hacer algunas cosas antes de irme. Me tomé el café, escribí el periódico, acabé con las copias de seguridad pendientes, me duché y acabé de guardar las 4 cosas que me quedaban.
A las 12:30h llegaron Xochitl y Aline y ya fuimos hacia Veracruz. Después de un mes volvía a cargar y arrastrar la maleta. Volvía mi inseparable compañera de viaje, que por cierto, tenía las ruedas destrozadas de tantos kilómetros que llevaba.
Cabe decir que mi intención era ir hasta Veracruz con la compañía de autobuses ADO, que tenía ruta directa desde Tuxtepec y tardaba unas 3 horas en llegar. El ADO ya lo he cogido varias veces y siempre me ha dado muy buen servicio, por lo que ir en bus hasta el aeropuerto para mí no era ningún problema, todo lo contrario.
Pocos minutos después de haber salido paramos a poner gasolina. Sólo la gasolina ya fueron 500 pesos que pagamos a medias Emma y yo, por lo que el trayecto ya me estaba saliendo más caro que yendo con el ADO que eran entre 150 y 200 pesos. De todas formas el hecho de ir en coche y no en ADO me salvó, muy probablemente, de quedarme en México y no llegar a Canadá. Más adelante ya verme por qué.
El trayecto de hasta Veracruz fue de unas dos horas y media pero pasó bastante rápido, pues estuvimos hablando todo el rato, sobre todo Xochitl y Emma que hablan mucho… Además los paisajes que te encuentras por el camino son espectaculares con un aire de selva tropical al que los europeos no estamos acostumbrados. Primero cruzábamos el enorme río Papaloapan que rodea Tuxtepec y que hace de frontera entre Oaxaca y Veracruz para después seguir por la carretera que nos llevaría directamente hasta Veracruz.
Por el camino, entre otras muchas cosas, Xochitl me preguntó por ETA y por la monarquía, dos temas de los que me han preguntado mucho en mi estancia en México. En cuanto a ETA me dio la sensación de que la única información que les llega es la que dan por TVE, pues todavía hablaban de ello como si esta banda terrorista todavía fuera activa, cuando ya hace años que no existe, y esto se debe seguramente a que al Gobierno español le ha interesado siempre hacer ver que ETA existe y es un peligro para la unidad de España.
Y sobre la monarquía supongo que me preguntaban tan justamente por ser una monarquía, algo que en América no existe y les parecerá muy extraño, algo en lo que todos coincidíamos al 100%, pues no hay nada más extraño que un Rey en pleno siglo XXI. Ellos como yo, consideraban que no tenía sentido, parecía de la edad medieval, costaba una pasta y que es una institución absolutamente antidemocrática.
Xochitl y Emma hablaban sobre todo de la situación del sector educativo, pues ambas son maestros y la verdad es que su situación no es demasiado buena, con muchas plazas vacantes sin cubrir por falta de dinero y trabajadores cobrando menos de lo que les tocaría por el cargo que ocupan. De hecho, desde la primera vez que visitaba México ya hacía 3 años, que siempre me topaba con alguna manifestación, corte o protesta del sector educativo.
Hacia las 15:30h llegábamos a Veracruz aunque estuvimos dando vueltas media hora buscando un restaurante. Finalmente aparcamos en el malecón, junto al puerto y uno de los sitios más turísticos de la ciudad, y fuimos caminando pocos metros hasta llegar a una calle donde había 3 o 4 restaurantes de carnes y mariscos. No tenía pinta de barato pero teniendo en cuenta la zona donde estábamos y que éste era mi última comida en México, pues ya me estaba bien.
Cuando todavía estábamos a 5 metros de los restaurantes ya se nos acercaron los comerciales de todos los restaurantes como desesperados para que entráramos en el restaurante correspondiente, algo que me enfada enormemente, por lo que yo dejé claro que no decidiría a cuál ir simplemente porque aquellos 4 pesados no me dijeran nada. Y funcionó, pues no se me dirigieron en ningún momento.
Finalmente entramos en uno de esos y pedimos la carta aunque yo era el único que tenía bastante hambre ya que no había comido nada todavía a diferencia de ellas que ya habían comido durante el camino. Por lo que ellas se pidieron cócteles de gambas y yo una mojarra, la segunda y última que comía este año.
El restaurante no era demasiado grande y estaba vacío, quizás por la hora o por el precio, pero en cualquier caso completamente vacío y con un camarero, que parecía el propietario, muy pesado y todo el rato junto a la mesa para pedirle todo lo que quisiéramos, algo que no sólo me molesta a mí sino también a ellas, pues no tardaron demasiado en decirle que ya le avisaríamos si queríamos cualquier cosa. Le dijeron muy amablemente pero fue lo suficientemente listo como para darse cuenta de que le estábamos diciendo que molestaba.
Los cócteles tardaron en llegar pero aún fue un tiempo aceptable, pero en cambio con la mojarra tardaron casi media hora. Estaba buena pero no tan como la de los Jarrochitos de Tuxtepec, incluso ésta parecía un poco más pequeña pero sobre todo la carne no era tan contundente. De todas formas estaba buena, pues las mojarras de por sí siempre lo están. Eso sí, el tostado estaba muy bien hecho y esto en las mojarras es más importante de lo que parece.
Mientras comíamos estuvimos hablando de lo que haría durante los pocos días que me quedaban de viaje, que sería visitar Toronto, las cataratas del Niágara y Dublin. Salió el tema de que a Toronto iría con la aerolínea Interjet. Entonces Aline comentó que últimamente esta compañía estaba cancelando muchos vuelos y que mucha gente ya no se fiaba de reservar con ella ya que daba la sensación de que en cualquier día se declararían en bancarrota cancelando todos los vuelos y quedando- con el dinero de las reservas. En ese momento le dimos una importancia relativa pero más tarde tomaría un sentido totalmente inesperado.
Hacia las 17:30h acabábamos de comer, sobre todo yo que era quien más comí. Por ese mismo motivo pagué los 460 pesos de cuenta por los 4, unos 20€, que teniendo en cuenta todo lo que era y sobre todo en qué zona era, salió mucho más barato de lo que me esperaba. A continuación ya fuimos directamente al coche para ir hacia el aeropuerto que no queda demasiado alejado de la ciudad y al que llegamos sin problemas sobre las 18h, 3 horas antes de la salida del vuelo. Aparcamos el coche en el parking, después de ciertos problemas de Xochitl para entrar, para poder despedirnos con más tiempo y tranquilidad.
El aeropuerto no parecía demasiado grande y en ese momento había pocos pasajeros. Entramos en la terminal y buscamos la zona de salidas mientras empezábamos a despedirnos. En ese momento, frente a las escaleras que subían al piso de arriba donde estaban las puertas de embarque y de cara a la pantalla con la información de los vuelos programados, le dije: «A mira, ¿buscamos mi vuelo?» Y suerte que lo dije, porque lo buscamos y no aparecía. Mi vuelo estaba programado para las 21:10h y aunque todavía eran las 18h, ya aparecían los 5 o 6 vuelos que había programados para el resto de ese día, hasta casi las 23h. Me quedé de piedra aunque de momento sin demasiada preocupación, pues pensaba que o no lo estábamos mirando bien o que todavía no se sabía a qué hora saldría. De todas formas era todo muy raro y era la primera vez que no veía mi vuelo en pantalla mientras ya había posteriores.
En la pantalla, sin embargo, aparecía un vuelo de Interjet con destino a Ciudad de México programado para las 17h aunque ya eran las 18h. La compañía y el destino eran las mismas que las de mi vuelo. Evidentemente el vuelo no era el mismo porque el mío era a las 21:10h. Aunque según esta previsión, este vuelo debería haber salido hacía una hora, pues ya eran las 18h, según ponía en la pantalla todavía estaban embarcando. Poco a poco nos fuimos preocupando, pues fuimos al mostrador de Interjet y no había nadie. Intenté hacer el check-in en las máquinas y me decía que el número de reserva era incorrecto. Parecía que mi reserva no existía y que el supuesto quiere que había reservado tampoco, incluso empezaba a pensar ya en una posible estafa. Pero entonces recordé lo que había dicho Aline al almuerzo. O estafa o vuelo cancelado, la cosa tenía muy mala pinta.
Aline miró a la web de Interjet y vio que no había ningún vuelo programado para las 21:10h. Cada vez me estaba preocupando mas, pues mi destino final no era Ciudad de México sino Toronto, por lo que tenía que llegar para poder realizar el transbordo. Subí arriba donde estaban las oficinas y aunque la de Interjet estaba abierta, no había nadie. Había maletas, ordenadores y un montón de cosas y objetos personales pero absolutamente ninguna persona…
Yo ya estaba pensado en qué hacer si finalmente no cogía ningún vuelo y me quedaba en Veracruz. Ya no sabía si es que Budgetair me había estafado o que había habido algún error, en cualquier caso ya estaba considerando no ir a Canadá dependiendo de cuando fuera el vuelo, pues allí sólo estaría dos noches. Aún así estaba muy indeciso y todo dependía de si había sido un vuelo cancelado o una estafa, pues si fuera la primera opción debería adaptarme a la posible solución de la compañía que quizá pasaría por salir al día siguiente, perdiendo así uno de los sólo dos días que tenía por estar en Toronto.
Cuando todavía estaba arriba mirando en la oficina, Emma me llamó desde abajo diciéndome que había una chica en el mostrador de Interjet. Bajé corriendo y fui a hablar con ella. Le dije que tenía un vuelo a las 21:10h, me pidió el pasaporte y mientras miraba me dijo que ese vuelo se había cancelado. Bueno, al menos era la mejor de las dos opciones, pues no era una estafa sino una cancelación y por tanto la aerolínea debería darme una solución, aunque evidentemente, podía pasar por tener que quedarme a dormir esa noche en Veracruz y por tanto ya no poder tomar el vuelo que tenía ese mismo día hacia Toronto.
Pero de forma totalmente inesperada la chica me dijo lo que ya había visto antes en la pantalla de salidas, que había un vuelo a Ciudad de México que debería haber salido a las 17h pero que iba retrasado y que todavía estaban embarcando. Yo ya no confiaba demasiado en ese vuelo antes de que me lo dijera porque ya hacía rato que estaba en el suelo y estaba programado para las 17h siendo ya en ese momento las 18:15h, por lo que pensaba que en aquel tiempo que habíamos estado allí ya habría sido suficiente para terminar el embarque y despegar lo más rápido posible. Pero cuando me lo dijo se abrieron mis ojos como platos, pues pasé de pensar que me quedaba sin ver las cataratas del Niágara a pensar que todo acabaría bien. Le pregunté si el de Toronto se había cancelado, me dijo que no, le pregunté si el vuelo me esperaría, me dijo que si mientras me daba la tarjeta de embarque y me decía que ya podía subir . No podía creerme la suerte que acababa de tener dentro de la mala suerte. La conversación con esa chica no duró ni 3 minutos y me solucionó la situación dándome ya la tarjeta de embarque. Si hubiera llegado al aeropuerto 20 minutos más tarde ya no habría podido tomar ese vuelo y entonces sí que no sé qué habría tenido que hacer ni si hubiera podido llegar a Toronto. Así pues, tuve que despedirme rápidamente de todas 3 como no quería haber tenido hecho y corrí hacia el control de seguridad. Habíamos venido con tiempo para poder despedirnos con tranquilidad y al final tocó correr.
Así pues, subí aquellas escaleras automáticas que teníamos delante desde hacía rato mirando atrás durante los pocos segundos que pude para ver cómo me alejaba de todas 3 que hacían una cara más o menos como la mía debido a la rapidez de los eventos y que todavía estábamos todos un poco estupefactos. Al llegar arriba ya se veía el control de seguridad donde por suerte no había nadie en la cola, absolutamente nadie, por lo que le pasé muy rápido, de hecho creo que incluso los del control sabían que en el avión me estaban esperando y apenas me dijeron nada, sólo que ocurriera. Fui corriendo hacia la puerta A2 mientras escuchaba por megafonía literalmente: «Último aviso para los pasajeros del vuelo de Interjet para Ciudad de México». Corrí aún más hasta que vi la puerta, sin nadie en la cola pero la puerta todavía abierta. Enseñé la tarjeta de embarque y entré.
Conforme iba avanzando detrás de mí iban cerrando las puertas. Quedaba claro que me estaban esperando. Cuando entré en el avión ya estaba todo el mundo sentado excepto dos o tres personas. Además las que estaban sentadas ponían cara de puerta allí dentro un buen rato. Mientras guardaba la maleta vi que cerraban también la puerta del avión. Literalmente me estaban esperando y fui el último en entrar. Me senté en la fila 2A, muy cerca de la salida y con ventanilla, de puta madre, encima un buen sitio. Y al cabo de literalmente 2 minutos de estar sentado el avión arrancó. Me había ido por los pelos, ni me lo creía todavía. Apenas eran las 18:19h por lo que todo lo había hecho todo en unos 3 minutos, pues a las 18:15h apenas empezaba a hablar con la chica del mostrador. ¡Increíble!
Cuando me disponía a poner el móvil en modo avión vi que me había llamado Emma hacía 1 minuto. Yo ya no tenía saldo por lo que no pude devolverle la llamada ni tenía conexión wifi, así que me esperé un minuto por si volvía a llamar pero ya no, así que lo puse en modo avión. Me hubiera gustado confirmarle que había podido entrar en el avión para que no esperaran a ver si había subido o no y que se marcharan ya, supongo que eso era lo que ella quería confirmar. De todas formas supongo que la chica del mostrador se lo podría confirmar o al menos al ver que yo no bajaba de nuevo.
Por lo demás todo perfecto. En ventanilla e incluso nos dieron una bolsa pequeña de Doritos y para mí un café aunque el vuelo duraba sólo una hora. Hora que me pasó rapidísima acostumbrado como estaba a tantos vuelos de más de 8 horas que llevaba en la espalda sólo en este viaje.
Al llegar al aeropuerto de Ciudad de México lo primero que hice fue avisar a Emma de que ya había llegado, algo que le agradecí y ella se alegró mucho y después fui a buscar el mostrador de Interjet por preguntar sobre el vuelo a Toronto que tenía a las 12:30 de la noche. Mientras iba, pues estaba lejísimo, Emma me dijo que Aline ya había visto que el vuelo aparecía en la web de Interjet, pues antes éste tampoco aparecía, por lo que me quedé un poco más tranquilo.
Al cabo de casi 10 minutos andando por esa terminal enorme y de equivocarme y preguntar primero a los mostradores de vuelos nacionales, llegué al mostrador de vuelos internacionales y donde efectivamente me confirmaron que el vuelo no se había cancelado y que podría realizar el check-in a partir de las 21h. Eran las 19:30h por lo que tenía mucho tiempo. De hecho debería haber llegado aquí a las 22h pasadas.
Compré un capuchino enorme al 7-elevan por 21,50 pesos, menos de 1€, y me lo tomé sentado conectado a una red wifi y mientras miraba correos y hablaba después con Emma. Ambos estábamos ya muy tranquilos después de los nervios o incertidumbres que acabábamos de pasar, incluso ella más que yo. La verdad es que todo había sido algo caótico y el despido como no quisiéramos, pero ambos coincidíamos en la suerte que había tenido. Si hubiera ido al aeropuerto en ADO como era mi intención, probablemente no habría llegado tan pronto al aeropuerto de Veracruz y por tanto no habría podido tomar el vuelo que finalmente cogí. El hecho de llegar 3 horas y media antes y que el vuelo de las 17h se retrasara me salvó, por lo que Xochitl y su coche fueron muy importantes. Si no hubiera podido tomar este vuelo de las 17h realmente creo que me habría quedado a dormir en Veracruz y habría peligrado mucho la visita a las cataratas del Niágara. De hecho, Emma puso el altavoz, pues estaba con Xochitl y Aline, y les di las gracias por todo. Y ella muy contenta de haber podido ser útil en la que finalmente pudiera llegar a Toronto tal y como tenía planeado.
Colgamos, pues estaba con ellas comiendo y yo hice tiempo conectado al WIFI hasta las 21:30h que volví al mostrador a hacer el check-in. Ya había mucha cola por lo que estuve unos 15 minutos esperando hasta llegar al mostrador. Me confirmaron que el vuelo salía, pues yo lo preguntaba siempre que podía porque ya no me fiaba de esa gente. Me pidieron la eTA de Canadá y la tarjeta de inmigración de México y me dieron la tarjeta de embarque. Ya lo tenía todo hecho hasta las 23h que iría hacia el control de seguridad.
Hablamos un rato más con Emma cuando ya estaba sola hasta hacia las 23h que fui a fumar para después ir ya hacia el control de seguridad. Éste también fue muy rápido, pues extrañamente apenas había cola y ya últimamente nunca me paraban, supongo que porque sacaba de la maleta todo lo que podía ser sospechoso, así que antes de las 23:30h ya estaba en la puerta de embarque, pues a diferencia del año anterior, esta vez ya me conocía más aquella zona y ya sabía que no tenía que pasar ningún otro control que me sellara la tarjeta de inmigración. El año anterior me pasé media hora preguntando a todo trabajador del aeropuerto sobre si debían sellarme la tarjeta de inmigración ya que hacía 2 años era obligatorio. Desde hacía un año ya no lo era.
Pero ahí tuve que esperar casi una hora porque hasta las 12:15h de la noche pasadas no empezamos a embarcar. Evidentemente el vuelo salió con casi una hora de retraso, pues estaba previsto para las 12:15h, pero después de la cancelación anterior esto ya no me importaba nada, lo importante era que saliera y llegara a Toronto. De hecho casi mejor porque si hubiera salido a la hora habría llegado a Toronto de madrugada.
Además, esta vez también tuve la suerte de estar en la ventana, pues quería hacer un video sobre el hecho de dejar México y además tampoco había nadie en medio, por lo que nadie estaba al lado. Mejor imposible.
Yo quería dormir todo lo posible ya que en Toronto llegaríamos sobre las 8 de la mañana y ya no quería tener sueño, por lo que cuando ya había pasado una hora, viendo que no llevaban comida, me comí una de las bolsas de Doritos . Pero al cabo de 10 minutos, pasaron a repartir una bolsa pequeña de patatas, un sándwich y una bebida. Evidentemente lo pedí todo y después ya a dormir. Tenía bastante sueño porque llevaba 3 días durmiendo muy raro y poco y caminando mucho, por lo que a diferencia de lo que es habitual para mí en un avión, pude dormir bastante rato. De las 4 horas y media que duró el vuelo, al menos dormí 3. De hecho me despertó durante el aterrizaje, y lástima, porque quisiera haber hecho fotos del momento de acercarnos a Toronto. Al menos hice durante el despegue y más cuando era de noche, que siempre quedan mejor las fotos con toda la ciudad iluminada.
Y así llegaba uno de esos días que más bien parece que sea un día doble, pues dormir en el avión, sin cambiarse, sin casi dormir, sin ducharse y sin un buen café, es casi como no empezar un nuevo día.
Todo ello había sido algo trepidante, incierto e incluso un punto estresante, pero finalmente estaba a punto de poner los pies en Canadá cuando hacía menos de 12 horas parecía imposible. Había podido llegar a la penúltima parada de la vuelta al mundo acortando un poco más el camino hasta Barcelona. Ésta sería una parada corta pero muy interesante, pudiendo visitar una de las ciudades más diversas y tolerantes del mundo y las cataratas más famosas, las del Niágara. Eso sí, primero tocaba llegar a la habitación que tenía reservada.
Este día nos despertamos casi a la misma hora y de hecho bastante tarde, casi a las 11, pues el día anterior habíamos ido a dormir todos a las 3 de la madrugada. A diferencia de otros días, éste sí que recordaba bastante lo que había soñado, y fue un sueño extraño, como si estuviera en una mezcla de Edimburgo, Noruega y Toronto, supongo que porque al cabo de 4 días ya se marchaba hacia Toronto para seguir y acabar con la vuelta al mundo iniciada casi 3 meses antes.
Y como cada mañana me preparé el café, escribí este diario, miré correos, noticias, finanzas, etc. Después hablamos de dónde podríamos ir a comer aunque ya teníamos medio claro que estaría en la Estampida, un restaurante bastante caro pero con platos muy elaborados, completos y realmente buenos. De todas formas era caro en comparación con otros restaurantes mexicanos, pero comparado con un restaurante del centro de Barcelona, todavía resultaba bastante barato.
Después me repasé un poco el pelo con la máquina que siempre llevo en los viajes, señal de que ya cada vez me quedaban menos días en Tuxtepec. Mientras me tomaba un segundo café decidimos ir a comer a la Estampida hacia las 16h para coger más hambre ya que allí hay que ir con mucha hambre para poder disfrutar bien de toda la comida. Mejor no dejar nada en el plato.
Hacia las 15:30h fuimos hacia la Estampida pero pasando antes por una obra cercana ya que Emma quería hablar con el jefe de obra para que le hiciera un presupuesto para los apartamentos que quería hacer en el piso de arriba de su casa.
Hasta la obra fuimos andando. El calor era insoportable, de hecho me parecía el día más caluroso desde que estaba en Tuxtepec, que ya es decir. En unos 5 minutos llegamos, entramos y hablamos con el jefe de obra. Todos los albañiles, unos 6 o 7, se nos quedaron mirando e incluso escuchando, pues era Emma la que hablaba y supongo que les extrañaba un poco. Le explicó un poco lo que quería y quedaron para el sábado, dos días después hacia las 15:30h para que fuera y le hiciera un presupuesto. Nos despedimos y tomamos un taxi para ir a la Estampida donde llegamos hacia las 16h, tal y como teníamos previsto.
Al contrario de lo que pensaba, estaba bastante lleno. Además, si que era el restaurante que yo le decía a Emma desde hacía días pero que pensaba que estaba cerca de su casa, pero no, estaba muy lejos, realmente estaba equivocado en cuanto a su ubicación.
Yo pedí chicharrón de queso con huacamole de entrada y ambos Arrachera Tampiqueña como plato principal, que era un bistec de ternera con salsa de frijoles, huacamole, patatas fritas y plátano frito. El plato costaba casi 200 pesos, unos 9€ pero estaba realmente bueno y llevaba comida casi para dos. La carne estaba muy bien hecha, muy tierna y muy sabrosa, de hecho la mejor que había comido nunca en México y con mucho tiempo en general.
El chicharrón de queso también estaba buenísimo y era la primera vez que lo probaba, pues ya había comido chicharrón antes pero no de queso. Éste era uno de esos almuerzos que disfrutas mucho y que recuerdas aún más.
Emma no acabó todo el bistec pero yo si me acabé todo lo mío. Todo ello era bastante cantidad pero estaba todo tan bueno que no tuve ningún problema en comérmelo todo. Eso sí, la factura final fue de casi 500 pesos, unos 23€ entre ambos. Un precio caro por ser México pero que no dejaba de ser el precio de un menú normal en Barcelona, y esta comida normal no tuvo nada.
Pagamos y nos marchamos. Antes de tomar un taxi fuimos a un Oxxo que estaba a pocos metros del restaurante a comprar ya el tabaco que necesitaría para el resto de días que me quedaban de viaje que sólo serían unos 10 más. Más valía comprar aquí el tabaco que en Canadá o Irlanda. Después ya cogimos un taxi que compartimos con otra mujer que había por ahí y fuimos a casa donde llegamos hacia las 17h. Enseguida me estiré mientras miraba a Ozark pero no tardé ni 10 minutos en quedarme completamente dormido.
Yo me desperté casi a las 20h, pues casi siempre duermo al menos dos horas y media. Miré el portátil y vi que la conexión fallaba. Ya supuse que sería porque Emma no había pagado y ya le habían cortado. Siempre tarda unos días en pagar, pues la factura no va domiciliada sino que debe pagarse por teléfono o no sé cómo, en cualquier caso es un merdé.
Después ella vino y me lo confirmó. Así que fue a casa de Chicho, tomó una foto en el router y nos conectamos a su red. El problema era que no llegaba a todas partes de la casa por lo que no podíamos ver la TV y el portátil no conseguía conectarse, sólo el móvil.
De todas formas yo ya casi que había hecho todo lo que tenía que hacer que requiriese de conexión a Internet por lo que aproveché para escribir el diario más rato de lo normal y así avanzar un poco más. Y así estuve hasta casi las 23h que fui a charlar un rato, pues la TV no podíamos verla.
Aunque ya hacía 10 horas que habíamos comido, lo cierto es que habíamos comido mucho e incluso yo todavía no tenía hambre. Esperé hasta casi las 3 de la madrugada para levantarme de nuevo e ir a cenar. Es curioso pero si no ceno me cuesta mucho dormir.
Comí un bote de pasta deshidratada y la carne que Emma no había terminado en la Estampida. Y después ya si que fui a dormir, pues ya eran las 3:30 h. Éste había sido un día tranquilo y de descanso pero ya respirándose un cierto ambiente de despido, pues ir a la Estampida era una de las cosas que quería hacer antes de marcharse y que hicimos ese día porque ya quedaban muy pocos para dejar México. Los días pasaban volando y yo estaba cada día algo más triste al ver el día del despido más cerca.
Me desperté sobre las 9 de la mañana. Este día en principio no teníamos nada planeado, por lo que ya veríamos qué pasaría durante el día, pues, sobre todo en agosto, casi cada día acabábamos haciendo algo aunque fuera a comer fuera oa casa de Chicho.
Como cada mañana me tomé el café mientras escribía este diario, leía noticias y miraba correos mientras el resto se iba despertando poco a poco.
Poco antes de comer fui hasta la tienda de agua que hay a unos 3 minutos andando de casa para llenar la botella de 20L. Una vez llena, el camino de regreso ya no se hace en 3 minutos sino en 10 y haciendo al menos una parada. Menos mal que estaba lo suficientemente cerca.
Hacia las 14h Emma preparó el almuerzo, que ese día sería carne con cebolla, tortillas y nachos, y todo, como siempre, con salsa de huacamole picante. Pero sólo yo, porque a Emma no le gusta el picante pese a ser mexicana…
Después de comer fui a comprar unos helados en los abarrotes de la esquina y unos panes dulces en la pastelería de al lado que me comí en la cama mientras miraba a Netflix. Estos pequeños placeres tan baratos de la vida son indescriptibles. Y después, como siempre, me quedé dormido durante más de dos horas.
Cuando me levanté me tomé un café mientras escribía el periódico otra vez. Hacia las 19h salí al patio cuando justamente venían Chicho, Lola y dos amigos de Chicho. Al vernos nos dijo si queríamos ir a su casa, algo que hicimos. Así que me duché, me vestí y hacia casa de Chicho.
Solo llegar ya nos dio una cerveza. Los amigos eran conocidos de la secundaria aunque no lo terminé de entender ya que después supe que la chica era del 85 y Chicho del 78. En cualquier caso se veían buena gente y simpáticos. Tenían una niña pequeña de ni siquiera un año.
Sentamos todos en la mesa, Chicho sacó una botana, que es un plato con queso, jamón ya veces chile, y más cervezas, muchas cervezas. Me preguntaron de dónde estaba, sobre el viaje, etc. El chico me preguntó sobre el Barça e incluso sobre Catalunya y el hecho de que nosotros hablábamos catalán. Se le veía más tímido que la chica pero más interesado en saber más cosas, por lo que me hizo varias preguntas que evidentemente yo estuve encantado de responder y contar. Siempre es muy agradable responder a alguien que tiene tanto interés en saber de dónde vienes, que has hecho y cuáles son tus costumbres. Y, de hecho, el chico ya sabía los problemas que había entre Catalunya y Madrid, que el español no era la lengua originaria de Catalunya y otras cosas relacionadas con la cultura catalana que me sorprendió bastante que supiera. Por lo general había más conocimiento de lo que pensaba sobre la situación en España.
Y así estuvimos charlando, comiendo y sobre todo bebiendo hasta sobre las 12 de la noche. Al menos nos vimos 6 o 7 cervezas cada uno. Chicho iba sacando sin ningún control cada vez que veía que alguien ya le quedaba poca, cosa que encima me obligaba a acelerar el ritmo ya que al final tenía cervezas ya abiertas esperando sobre la mesa. La verdad es que todos eran muy buena gente y divertidos y pasamos un rato muy agradable y divertido.
Hacia las 12 de la noche, Emma ya se estaba durmiendo pero no sé porque no quería decir ella de irse, por lo que me dijo a mí que yo dijera que ya nos íbamos. A pesar de no saber por qué, lo dije. En ese momento acababan de poner el karaoke habiendo cantado dos canciones, pero cuando ya me levantaba para decir que nos marchábamos empezó a sonar una canción que a Emma le gustaba mucho y que tenía que cantar Lola y me dijo que nos esperábamos a que terminara. Grave error, pues Chicho aprovechó aquella pausa en la que estábamos distraídos con la canción para ponerme un whisky triple, y solo, porque ya sabe que así me gustan a mí. Emma estaba medio despistada con el karaoke pero en un momento se giró al ver movimiento y fue cuando vio vio y el whisky y cuando se quedó con una cara que le tuve que decir que en el fondo era culpa suya, pues ya estábamos marchando cuando ella dijo quedarse unos minutos más. Resignada nos quedamos. Yo la verdad es que todavía no tenía demasiadas ganas de marcharme, por lo que tampoco me esforzaba demasiado. Y así seguimos bebiendo y cantando.
Eso sí, el whisky intenté vermelo un poco rápido aunque me lo pasé muy bien este rato de más igual que durante toda la tarde. A mí en el karaoke no es que me haga demasiada gracia cantar pero hay que decir que es muy divertido tan cantar como escuchar a los demás cantar.
Al cabo de unos 30 minutos más me terminé el whisky y ya si que nos levantamos para marcharme, pero ya levantándonos mientras decíamos que nos marchábamos. Entre todos nos dijeron que nos quedáramos un rato mas y entonces Emma me dio unas palmaditas en la espalda como diciéndome, dime que no, golpecitos que evidentemente todo el mundo vio y que hizo que todos llamaran a la vez : «Mira cómo es ella la que quiere irse!!!» Fue realmente muy gracioso y Emma no podía disimularlo. Con esto me fue más fácil insistir en que ya íbamos y así lo hicimos.
Lo bueno de ir a casa Chicho es que al salir ya estábamos en el patio de casa. Fui a casa primero a estirarme un rato, pues a mí ya me estaba afectando tanta cerveza y tanto whisky. Todo esto me había subido bastante.
Después de descansar un rato mientras miraba a Netflix, fui a comer algo antes de acostarse. Comí la carne con cebolla y tortillas que había sobrado de la comida y sin tardar demasiado, pues ya tenía incluso dolor de cabeza, volví a la habitación. Finalmente eran las dos pasadas cuando me quedaba dormido.
Eso sí, antes grabé la cantinela que todavía tenían los vecinos y que se prolongó hasta altas horas de la madrugada.
Me desperté sobre las 7h ya que el día anterior fuimos a dormir relativamente pronto. Como siempre, yo me despertaba antes que Emma, pues una vez he dormido 7 u 8 horas, a menos que esté muy cansado por algo, me cuesta mucho hacer perezas en la cama. Prefiero levantarme e ir a tomar un café mientras leo noticias o miro correos. Así que procurando no hacer demasiado ruido empecé con el café y el periódico. De todas formas Emma podía medio despertarse por el ruido pero enseguida volvía a quedarse dormida, realmente no era problema para ella que yo me levantara antes.
Cuando me acabé el café volví un rato a la cama para estar con Emma mientras se iba despertando y me contaba, como tanto le gustaba hacer, lo que había soñado.
Al cabo de media hora nos levantamos los dos, Emma a hacer cosas por la casa y yo a tomar un segundo café mientras miraba temas de finanzas y otras cosas pendientes.
A las 10h Emma se preparó un «tamal» que es como trigo triturado mezclado con carne y todo ello hecho al vapor. No está tan malo como parece a simple vista aunque a mí no es la comida que más me gusta de México. De hecho hasta ese día no lo probé, pero cuando Emma me contó exactamente cómo estaban hechos, pensé que quizás no estaría tan malo y también me comí uno. Así que por primera vez desde que estaba en México almorcé y además un tamal. Y la verdad es que estaba lo suficientemente bueno, sobre todo porque el mío era de carne, pues algunos no lo llevan, por lo que al menos no era todo trigo y verduras mezcladas.
Y a las 11h ya habíamos terminado de desayunar. Queríamos esperar despiertos hasta la hora de comer, sobre las 15h, pero no lo conseguimos, sobre todo yo, que como cada día hice una siesta de casi 3 horas. Emma no tanto, pues estuvo en casa de su hermano un rato, pero yo hasta casi las 15h no volví a levantarme. Mi cuerpo estaba tan acostumbrado a sólo comer y cenar, que si desayunaba, para él era como un almuerzo y ya me venía el sueño de siesta, era inevitable. La única manera sería desayunar reciente salvo, pero es que reciente levadura no me entra ni el café, de hecho me lo tomo cuando llevo casi una hora despierto.
Así que a las 15h me preparé otro café mientras seguía escribiendo el diario y leía noticias. Emma y yo decidimos salir a dar una vuelta pero a partir de las 19h, pues antes era imposible ir a pasear a ninguna parte por el calor insoportable. Ya sé que en muchos lugares hace mucho calor, pero es que allí es muy exagerado, y junto a la humedad extrema hace que no pares de sudar, por lo que ir a dar una vuelta se hace realmente pesado. Pero a partir de las 19h el sol empieza a no picar tanto y al menos puedes andar unos metros sin acabar sudando como un pollo.
Así que hacia las 18h empezamos a prepararnos ya las 19h íbamos a buscar el urbano para ir hacia la Plaza Municipal, plaza donde está el ayuntamiento de Tuxtepec, tiendas, espectáculos, música, etc. Seguíamos sin dinero, al menos yo en efectivo, por lo que tocó ir de nuevo con el urbano y gastar poco a menos que pudiéramos pagar con tarjeta, algo complicado en México.
A Emma no le gustaba nada ir con el urbano y en parte tenía razón, pues las escaleras para subir son enormes y hay que dar unos pasos de gigante. Ademas para poco rato por lo que hay que bajar rápido casi teniendo que dar un salto para llegar al suelo. Y todo ello con una conducción demasiado brusca. De hecho llegas al destino ya medio cansado.
Hacia las 19h llegamos a la Plaza Municipal y dimos una primera vuelta por todo el perímetro para ver todas las tiendecitas que había, la mayoría de comida típica mexicana y oaxaqueña. Nos detuvimos en el típico cartel con el nombre de la ciudad donde la gente se hace fotos, a hacerme yo, una foto… Éste no dejaba de ser uno de los símbolos del derroche del anterior alcalde haciendo cosas como ésta en una ciudad que de turística no tiene nada.
Una vez dada toda la vuelta fuimos a un Oxxo en la misma plaza para comprar unos helados. Y fuimos al Oxxo a comprar los helados porque se podía pagar con tarjeta, por lo que a falta de efectivo hay que ir a sitios como éste.
Volvimos a la Plaza donde en ese momento había un grupo de unas 6 personas sobre un escenario dando clases de zumba a todo el mundo que quería, y de hecho había al menos 100 personas siguiéndoles. Nos sentamos cerca y comimos el helado mientras mirábamos los zumberos y nos hacíamos unos selfies, yo haciendo la gracia de hacer el selfie casi encima de la cabeza imitando a Emma que los hacía con el móvil muy arriba, como de hecho, la mayoría de chicas.
Hacia las 20h el sol ya empezaba a esconderse y justamente llegaron los rayos. Era una época de lluvias aunque últimamente era demasiado, pues llevábamos varios días en que llovía cada tarde, y ésta no sería la excepción aunque de momento sólo eran rayos y todavía se veían bastante lejos.
La plaza es grande y estaba llena de gente, parejas y familias paseando, jugando o yendo con los típicos pequeños coches eléctricos. La verdad es que estaba bien y había mucha animación.
Mientras estábamos allí sentados, una mujer mayor vendedora ambulante se puso a nuestro lado y parecía que cada vez se acercaba mas e incluso parecía escuchar lo que decíamos. De hecho en un momento determinado se puso a un palmo de mi cara mirándome fijamente, fue entonces cuando decidimos cambiar de sitio porque no sabíamos si esa mujer estaba del todo bien, a priori no lo parecía. En cualquier caso se la veía tan mal que incluso preocupaba.
Además los rayos también ya estaban más cerca y a mí eso sí que me da mucho mal rollo, por lo que decidimos marcharme a casa antes de que todo fuera a peor.
Para volver intentamos tomar un taxi ya que parecía que tenía que empezar a llover en cualquier momento, pero sólo teníamos 200 pesos en efectivo, importe que pocos taxistas están dispuestos a cambiar, además en ese momento justamente no pasaba ningún taxi , así que mientras lo buscábamos fuimos andando fina la parada del urbano, donde por cierto, había un montón de gente. Por suerte al poco rato pasó uno. 16 pesos si que teníamos para pagarlo, lo que no teníamos eran 25 del taxi, así que la vuelta la volvimos a hacer con el urbano donde por suerte pudimos sentarnos, ya que en pocas paradas ya había un montón de gente de pie, e ir de pie en aquellos urbanos es todo un suplicio.
Al cabo de unos 20 minutos llegábamos a la parada en la esquina de casa de Emma. Eran casi las 21h y aunque todavía se veían rayos, al menos no llovía.
Hacia las 21:30h Emma preparó los espaguetis que había ido a comprar yo a la tienda de la esquina junto a una crema que allí siempre le ponen. La crema era la mas barata que encontré algo que Emma ya me recordó al preguntar porqué había comprado aquella, pues según ella no era tan buena. A lo que yo le respondí que no sabía si no era tan buena pero que si sabía que era más barata. En cualquier caso, con crema buena o no, a Emma le quedaban muy buenos los espaguetis y ya sabía perfectamente cómo me gustaban a mí.
Y a las 22h empezamos a cenar los espaguetis con carne, tortillas y salsa picante, y como ya era habitual, todo en la habitación mientras mirábamos Fargo en la que estábamos completamente enganchados. Estaba comiendo espaguetis pero sin faltar las tortillas y el huacamole. En México ya puedes comer lo que quieras que siempre te lo acompañarán con tortillas.
Después de cenar seguimos mirando un rato Fargo hasta las dos de la noche terminando así otro día tranquilo de paseo para conocer el centro de Tuxtepec.
Este día quedamos con Chely que se dedicaba a la vainilla. Era científica y ayudaba a productores a que las plantaciones fueran lo más eficientes posibles haciendo todo tipo de análisis en las plantas. El día anterior la conocí y nos invitó a ir a ver una colección de diferentes especies que tenía en un Instituto donde daba clases.
Quedamos a las 10 de la mañana para evitar las horas de más calor. En este caso, era más probable que a las 10 ya llegara, a diferencia de cuando quedábamos con Chicho que podía retrasarse dos horas. Por lo que a las 8:30h ya me levanté para tomar primero el café mientras escribía el periódico y después ducharme y prepararme.
A las 10 en punto ya estábamos preparados y Chely también fue muy puntual, por lo que antes de las 10:10h ya estábamos en el coche de Chely, también con su hijo, en dirección al Instituto Tecnológico de Tuxtepec . Este Instituto está muy cerca de donde duermo, de hecho vive en una zona muy preciada por los estudiantes que buscan una habitación, por lo que tengo tanto interés en terminar los apartamentos de la segunda planta.
A los pocos minutos ya entrábamos en el recinto del instituto. Aunque no fue ni las 10:30h el calor ya era insoportable. Fuimos directamente a una especie de invernadero que había en medio del patio y que era donde Chely tenía todas las plantas. Nada más entrar en invernadero ya se podía sentir el olor tan característico de la vainilla, y eso que las plantas sólo tenían hojas. Esto tan trivial me sorprendió muchísimo.
Al menos había unas 60 especies distintas de vainilla, algunas conocidas pero otras que se había encontrado ella misma en medio del bosque y que ni siquiera estaban catalogadas, vainillas silvestres como le decía ella.
Me estuvo contando casi una por una sus características. Me sorprendió que prácticamente sólo existe una especie que se comercializa debido a la facilidad de producirla, el sabor, etc. El resto son más difíciles y por tanto no se utilizan para el consumo. También me sorprendió la manera en que se plantan, pues la vainilla es una planta trepadora sin tronco por lo que cada planta se va enredando sobre un palo y conforme la planta va creciendo se coloca de tal modo que vaya dando vueltas al palo de arriba abajo.
Yo le hice algunas preguntas relacionadas con la producción de la vainilla en Tuxtepec por si podría interesarme invertir en alguna plantación, pero dejó bien claro que Tuxtepec ya no es un buen lugar debido al cambio climático que ha provocado un aumento generalizado de la temperatura por lo que ya hace demasiado calor. De hecho me explicaba que muchos productores están comprando terrenos cada vez más arriba de la Sierra donde la temperatura es más baja. Ya no era una buena opción pero nunca debe perderse la oportunidad de preguntar e informarse sobre posibles inversiones y menos cuando tienes la posibilidad de preguntarle a una de las mejores expertas de todo el estado.
Le ayudé a regar un poco alguna de las plantas que se veía más seca debido a que la bomba de agua no funcionaba. Nos hicimos algunas fotos y ya nos fuimos, yo sabiendo muchas más cosas y habiendo pasado un buen rato y sobre todo aprovechada y didáctica.
Eran casi las 11:30h cuando salíamos del instituto y íbamos a comprar el desayuno. Desayuno que en México es casi comida, aunque después también comen pero muy tarde, algunos hacia las 16h. Fuimos a un pequeño restaurante allí cerca que conocía a Chely donde ella compró la comida para los 4. Compró borrego y sopa para tomar allí aunque yo no quise. De hecho, para mí era demasiado pronto para una sopa.
Y con el desayuno volvimos a casa, preparamos la mesa fuera en el patio igual que el día anterior y desayunamos nosotros 4 y los niños. El borrego se comía, como es habitual, en tacos. Chely ya hacía rato que decía que quería un café, por lo que Emma fue el primero que fue a preparar cuando llegamos. Y de hecho Chely también iba entrando para ver cómo iba y ayudarla de tantas ganas que tenía de café. Me recordaba a mí a primera hora de la mañana…
Así que un día más volvíamos a estar fuera en el patio con la mesa, invitados y un montón de comida. Y porque todavía no eran ni las 12h, sino también habría mezcal y tequila.
Estuvimos hablando con Emmanuel de lo que pensaba estudiar, que era cirugía aunque yo no sabía qué especialidad, así que le pregunté y me dijo neurocirugía. Me quedé bastante alucinado, de hecho ya lo estaba con lo de cirujano pero la neurocirugía sonaba más complicado y sobre todo que se necesita aún más estomago. Éstas son las típicas profesiones que yo no podría hacer de asco que me daría.
Emmanuel tenía 14 años pero me pareció que ya lo tenía muy claro qué quería hacer eso. Miguel, el hijo de Chely, ya había terminado arquitectura y de hecho había hecho los planos de los apartamentos de la segunda planta de casa de Emma. Y los demás eran demasiado pequeños para saber nada. Así que estaba en medio de una familia con muchos estudiosos y grandes profesionales. Eso sí, todos profesionales por cuenta ajena y con horarios muy marcados y largas jornadas laborales, que es justamente lo que yo nunca busco.
En cualquier caso me sentía muy privilegiado poder compartir mesa con gente tan inteligente, trabajadora y culta. Es realmente agradable y provechoso pasa un rato con gente así.
Hacia las 12:30h Chely y Miguel se despidieron, pues al día siguiente ya marchaban hacia Guatemala donde Chely debía reunirse con un productor de vainilla. Conmigo se despidió mas ya que cuando ella volviera yo ya se habría marchado de México y ya no nos veríamos mas, al menos hasta el año siguiente.
Cuando todo el mundo hubo terminado de comer recogimos la mesa, limpiamos un poco y fuimos a descansar un rato, es decir, yo a mirar a Netflix ya la siesta aunque no eran ni las 13h.
Todo el mundo como siempre se levantó al poco rato pero yo hasta casi las 16h no me desperté. Emma ya estaba dando vueltas por el patio cuando yo me fui a preparar el café ya escribir el periódico. Hacia las 17:30h me envió un Whatsapp diciéndome que estaba en casa de Chicho y que fuera hacia allí, así que me vestí para ir. Pero cuando salí al patín vi a Emmanuel tocando la guitarra y Daira al lado vendiendo cosas a la gente de la calle. Por iniciativa propia les pidió bolsas de caramelos y cosas similares a sus padres, lo puso todo en una mesa frente a la puerta que da a la calle, y gritando empezó a vender cosas a la gente que pasaba. Una niña de 9 años y con un espíritu emprendedor ya tan desarrollado. Madera de empresaria.
Emmanuel me llamó y fui hacia allí a sentarme a su lado mientras tocaba la guitarra y Daira me contaba cómo le iban las ventas. Entre otros ya me contaba que una mujer les había intentado dar menos cambio, pero Daira no tenía algo de tonta. Emmanuel me pidió que le ayudara con la letra de una canción que estaba componiendo, a lo que le respondí que yo era lo menos indicado para ayudarle en aquello.
Estuvimos un rato que yo decía una palabra y él hacía una pequeña canción en la que apareciera. La verdad es que se le daba bastante bien y las canciones que iba haciendo no sólo tenían sentido sino que quedaban bastante bien.
Al cabo de unos 15 minutos de estar ahí fuera sentado, salió Emma de casa Chicho para decirme que porque no entraba, a lo que le respondí que estaba allí escuchando a Emmanuel. Pero ella me hizo entrar en casa a Chicho pues ya incluso estaba Chely, que supuestamente ya no tenía que verla más después de haberme despedido esa misma mañana.
Así que fui hacia allí y Chely ya estaba sentada en la mesa, comiendo. Siempre la veía comiendo y mucho… Estaba comiendo unas torcidas que había preparado Lola con la ayuda de Emma. Yo todavía no tenía hambre por lo que me senté allí sin pedir todavía nada. Eso si, Chicho ya empezó a quitar birras…
Al cabo de un rato llegaron Marco, Ana y su hija que apenas salían de trabajar. Ana había hecho y traído unos cupcakes que sólo verlos me vino el hambre de repente. Al menos me comí 4. Hay que tener en cuenta que hartan mucho.
Por la TV estaban haciendo un partido. Jugaban Tijuana contra América en la copa de México. Yo pregunté qué equipos eran y Marco me lo explicó pero incluso poniendo ejemplos de equipos españoles equivalentes, demostrando que tenía un gran conocimiento del fútbol y de la liga española.
Y así estuvimos bebiendo, charlando y comiendo hasta las 21h. Finalmente si que comí torcidas ya que de tanto verlas finalmente me vino la gana, y cabe decir que estaban buenísimas, de hecho se podría decir que eran las más buenas que había probado, pues al hacerlas en casa pusieron de todo y mucho.
La verdad es que era muy agradable pasar el rato con Chicho, Marco, Lola, Ana, etc. Eran todos muy buena gente y que me acogieron y aceptaron muy bien desde el primer momento. Los había visto rara vez pero ya me trataban como un mes de la familia.
Marco habló un rato de los problemas con el director de su hospital, demostrando una vez más los problemas que existen en el sector de la sanidad y que es el motivo principal por el que de momento no tengo interés en vivir en México . Por lo que decía el director incluso a veces ni siquiera iba a trabajar, dejaba gestiones sin hacer, etc. Todo ello derivaba en problemas para los pacientes que los médicos como Marco tenían que aguantar.
Hacia las 21h volvimos a casa ya después de cenar. Yo evidentemente volví a comer sobre las 12 de la noche porque no puedo ir a dormir si hace tanto rato que he comido por última vez.
Otro día bien aprovechado en el que tuve la suerte de poder ser el alumno privilegiado de una de las científicas más valoradas de Oaxaca y México con visita guiada incluida por su laboratorio. Y no sólo eso sino que también comí y cena con ella y con parte de la familia de Emma con la que cada vez me sentía más cómodo y pasaba momentos más divertidos. Pasar ratos tan divertidos entre abogados, cirujanos y científicos no deja de ser un tanto curioso.
Este fue el día en el que peor despertar tuve, yo y todo el mundo, y el día de la experiencia más inolvidable de todo el viaje y que recordaría toda la vida.
Hacia las 3:30h de la madrugada me despertó de repente un ruido muy fuerte tal y como si fuera un trueno, pero más fuerte y mucho más largo. Y cuando ya estaba despierto por el ruido pero aún sin ser consciente de nada noté que todo se movía. ¡Era un terremoto!
Evidentemente, para mí éste era el terremoto más fuerte que había vivido nunca, pues sólo oí uno de 4 grados en Vilassar que fue casi imperceptible, pero éste lo era y mucho. Al cabo de unos 5 segundos ya éramos conscientes de la magnitud y por suerte no era un terremoto que tuviera que echar la casa al suelo. Más tarde supimos que era de 5.2 grados y no de 5 tal y como se había informado en un primer momento. Mientras todo se movía escuchábamos a todos los perros de la ciudad ladrando y alguna alarma de coche también sonando. Todo era bastante tétrico. El movimiento duró, al menos a mí me pareció, entre 10 y 15 segundos que se hicieron más largos de lo normal, pues sólo piensas en si caerá algo del techo. Me daba la sensación de que el movimiento era de aproximadamente unos 30 o 40 cm de lado a lado.
Emma salió inmediatamente a ver a su hermano y sobrinos. Todos estaban bien y no había pasado nada. Yo no salí ni de la cama, pues si hubiera caído algo del techo mejor no empezar a correr por la casa, en cualquier caso habría ido debajo de la mesa.
Hacia las 4 de la noche, después de leer todos los Whatsapp’s enviados por familiares y amigos y haber leído la información por Internet, volvimos a intentar dormir. A todos les resultó más fácil que a mí, pues yo hasta las 4:30h no me dormí y me desperté y levanté a las 6:30h.
Cuando me levanté, me preparé el café como todos los días y escribí este diario además de mirar correos y otros temas financieros. Había dormido poco y mal por lo que me costó un poco activarme, pero una vez me tomo el café ya está.
Los otros tardaron más en despertarse. No fue hasta las 10h cuando alguien se despertó.
Así estuve un rato hasta que fui hacia el patio donde estaba Chicho con quien quedamos para comer allí mismo la carne que nos había sobrado el día anterior. Así que empezamos a preparar el patio, la mesa y la barbacoa. Después empezamos a calentar la carne en el microondas de Emma, pues estaba congelada, y Chicho la iba haciendo a la barbacoa tal y como ya hizo el día anterior.
Y así estuvimos, ya tomando cervezas, haciendo las carnes durante casi una hora cuando avisamos a los niños y Lola y fuimos todos a comer. Estábamos 8 en la mesa y era una comida normal…
Y al igual que el día anterior, volvimos a comer muy bueno. ¡De hecho comimos mucho cada uno y todavía sobró carne! Dos días comiendo esa carne y no nos la acabábamos. Todo esto, evidentemente, acompañado de muchas cervezas, buena compañía y buenas conversaciones.
Y a pesar de haber 4 niños, el mayor de 14 y el más pequeño de 6, se llevaban muy bien y de hecho era muy divertido está con ellos. Además, el mayor, ayudaba mucho a la mesa, llevando cosas y recogiendo, mientras que los más pequeños se llevaban realmente bien.
Una vez terminamos con las morcillas, morcillas, costillas, etc., los niños fueron a jugar por el patio y nosotros nos quedamos en la mesa después de recogerla un poco para empezar a beber.
Buena parte de la tarde la pasamos en el patio con Chicho, Lola y Emmanuel, aunque los otros niños también corrían por allí. Chicho sacó una botella de Mezcal que nos acabamos prácticamente entre ambos en esa misma tarde.
Cuando hacía poco que empezamos con Mezcal llegaron la hermana de Emma y el hijo de ésta, Chely, ya la que habían invitado pero que se le había hecho un poco tarde, de hecho venía a comer pero ya todos habíamos terminado. Chely era científica especializada en vainilla. Ayudaba a productores a realizar sus plantaciones más eficientes ya buscar los mejores tipos de vainilla.
Se sentaron con nosotros y comieron un poco de la mucha carne que aún quedaba. Por cierto, Chely comió muchísimo, de hecho ya lo había dicho que tenía mucha hambre. Yo era la primera vez que hablaba con Chely y estaba un poco a la expectativa porque me habían dicho muchas veces que Chely era algo especial. Si que lo era pero en aquella ocasión estuvimos hablando muy bien, de hecho casi todo el rato que estuvo allí la pasó hablando conmigo explicándome, cómo no, cosas sobre la vainilla. Yo la verdad es que siempre pongo mucha atención cuando me cuentan estas cosas y supongo que esto también hizo que ella se explayara más al ver tanto interés por mi parte, pues realmente me contó cosas muy interesantes. No es que yo tuviera un interés especial por la vainilla, sino que tengo un interés especial en todo lo que sean negocios o posibles inversiones que pueda realizar. De hecho, en una ocasión, sin conocerla aún, ya contactamos por Whatsapp para ofrecerme como inversor. Siempre que alguien que tenga algo que enseñarme está dispuesto a contármelo, yo siempre estoy muy atento. Esto lo notan y todavía me cuentan más. En este caso estaba interesado en el cultivo de la vainilla, pues era un producto con mas demanda que oferta.
Me explicó cómo debían ser los cultivos, que en Tuxtepec ya hacía demasiado calor por la vainilla, como la analizaba, donde tenía su museo particular, las clases que daba, etc. Cabe decir que Chely es una persona muy conocida, muy reputada y cobra muy bien por hacer lo que hace. Es más, a los pocos días se marchaba a Guatemala para asesorar a un productor. Incluso la llamaban desde Guatemala.
Cuando acabaron de comer ella y su hijo se fueron a casa pero quedamos para el día siguiente para que me enseñara su museo particular y me contara algunas cosas mas. Yo, evidentemente, encantado.
Una vez ya se habían ido, Lola entró un momento en casa de Emma y vio las galletas Sponch y le faltó tiempo cuando salió para decir si las podíamos sacar. Como come Lola y sobre todo galletas y mierdas de estas, no para.
A las 19:40h a Emma se le encendió alguna bombilla y recordó que a las 19h había quedado con dos amigas suyas de la escuela, una de las cuales era la directora, así que ya llegaba tarde. Corrió a cambiarse y arreglarse un poco y antes de las 20h ya se marchaba en taxi. De todas formas al parecer las otras dos también llegaban o habían llegado tarde.
Nos quedamos Chicho, Emmanuel y yo al principio y más tarde volvió Lola. Chicho sacó el whisky y tequila. Como primero sacó el tequila me tomé una copa. Pero cuando sacó el whisky ya pasé al whisky dejando el tequila que realmente me costaba mucho tragar y me gustaba mucho menos.
Estuvimos charlando primero de mi viaje, de por dónde había ido, qué me había gustado mas, los precios aproximados de cada país, las costumbres, los paisajes, etc. La verdad es que tanto Chicho como Emmanuel se interesaron bastante por mis vivencias antes de llegar a México. Les conté un poco lo mucho que me había gustado Tailandia y lo amable que era la gente, lo peculiar de Malasia siente un país musulmán pero a la vez muy occidental y lo caro de Hawái que para vivir un solo día te has de gastar $100.
Después Emmanuel sacó la guitarra y estuvimos cantando un rato mientras él tocaba. Al principio estuvo tocando canciones de cantantes que no conocía pero en un momento tocó una de Melendi y al decirle que le conocía y que incluso me gustaba un poco, él se quedó parado, pues también le gustaba mucho y según decía en México poca gente le conocía, por lo que encontrar a alguien que le conociera le hizo cierta ilusión y estuvo cantando un montón de canciones suyas. Y todo mientras Chicho iba bebiendo Mezcal y Tequila y yo Whisky. No tabique ya iba por la tercera copa.
Y así estuvimos hasta las 22:30h que llegó Emma y ya todos fuimos a casa.
Hacia las 23:30h fui a cenar más carne de la que había sobrado, embutido, tortillas y salsa picante. Luego en la habitación a mirar un rato Fargo y sobre las dos de la noche me quedé dormido en lo que había sido un día muy largo con experiencia única incluida y habiendo conocido una científica muy reputada que tenía muchas ganas de enseñarme su laboratorio.
Este día habíamos quedado con Chicho y su familia para ir a Yetla, lugar donde hay una especie de hotel formado por cabañas al volante de una piscina y cerca de un río. Se paga una entrada y puedes ir a la piscina y al río sin tener que reservar una de las cabañas. Habíamos quedado sobre las 11 de la mañana por lo que yo me levanté poco antes de las 9h para tener tiempo de tomar el café tranquilamente.
Así pues, como siempre me tomé el café mientras avanzaba un poco este diario, miraba correos, etc. Luego me duché y me preparé para estar preparado a las 11 en punto aunque ya sabíamos que probablemente a las 11 no se iríamos ya que en México en general la gente es bastante impuntual, y Chicho no sería ninguna excepción. A mí realmente no me importaba demasiado ya que podía seguir en el portátil haciendo cosas.
Finalmente el atraso fue muy superior a lo que me esperaba, pues nos llamaron que ya venían sobre las 13:30h y llegaron casi a las 14h con el coche para recogernos. Un retraso de 3 horas…
Fuimos hacia el coche mientras pensaba cómo cabríamos, pues en principio venían los dos hijos de Chicho mas los dos de Lola, pero es que cuando entramos en el coche vimos que también estaba Don Lino, el padre de Lola.
Dejamos las cosas en el maletero y entramos. Finalmente los hijos de Chicho irían en el coche de la hermana de Lola, por lo que en el coche de Chicho éramos 7. Marlon en la falda de Lola y Daira en la falda de Emma.
Pasamos por casa de Lola que tenía que recoger algunas cosas, compramos bebidas y hacia Yetla. El camino fue más largo de lo que pensaba, de hecho era el mismo camino para ir a Oaxaca pasando por los mismos pueblos hasta llegar a los pies de la Sierra. Era prácticamente justo antes de llegar a las curvas, por lo que fueron dos horas de camino.
Cuando llegamos la hermana de Lola, Marcela, y su familia ya estaban, Mario, la hija Chelsea y el hijo Dilan. Bajamos las cosas del coche, cogimos unas mesas y nos colocamos en un sitio a la sombra entre el río y la piscina. Emmanuel enchufó el altavoz de Emma, que era un pase, y empezó la música.
Chicho ya preparó la barbacoa y empezó a hacer toda la carne que habían comprado que era un montón. Los demás fuimos preparando la mesa y el resto de cosas mientras ya todos empezábamos a ver cervezas. Don Lino compró 3 o 4 mojarras ya que él quería una y compró de mes por si alguien quería aunque eran bastante caras.
En un momento determinado que Chicho y Emma no paraban de pedirle cosas a Emmanuel, me dio la sensación de que se cansó y cuando acabó de hacer lo que le pedían cogió la guitarra y se fue unos metros más allá a la vuelta de la esquina. Yo cogí una cerveza y fui allí con él durante un buen rato, al menos 30 minutos, en los que estuvimos cantando canciones y pasando un rato muy agradable.
Después Chicho nos avisó porque la carne ya estaba preparada y fuimos hacia las mesas donde ya todos estaban listos para empezar a comer. Había un montón de carne, de mojarras y de cervezas, y la carne estaba realmente muy buena. Había de todo tipo y Chicho la hizo muy buena en la barbacoa (o asada como dicen ellos).
Estuvimos al menos una hora comiendo sin cesar de la cantidad de comida que había entre espaguetis, tortillas y carne. Realmente comí muy bien.
Los niños evidentemente acabaron antes y les faltó tiempo para ir a la piscina. Don Lino, como ya había empezado a comer la mojarra también acabó antes y fue a tumbarse un rato en una hamaca aunque después, con andador incluso, estuvo paseando por la zona e incluso se va bañar en la piscina tirándose de cabeza, lo que me dejó totalmente perplejo.
Mientras comíamos no paramos de ver cervezas y cuando terminamos no sólo paramos, sino que intensificamos su ritmo. Chicho bebía muy rápido y no paraba de sacar cervezas por todos cuando se acababa la suya. En cualquier caso era lo que mas apetecía en ese momento con el calor que hacía y en medio de aquel entorno tan bonito y tranquilo.
Allí se estaba bastante mejor que en Tuxtepec, pues al menos en la sombra se estaba bastante bien. Había muchos mosquitos pero yo me puse el repelente en cuanto llegué ya que en menos de 10 minutos de estar allí ya notaba que me estaban picando.
Mario y su mujer fueron a la piscina y nos quedamos Chico, Lola, Emma y yo un rato. Chicho me contó un accidente de coche que tuvo chocando contra una vaca que había en medio de la carretera y que quedó muerta en un arcén. El cristal del coche se rompe y se le clavó un pedazo en el pecho. Pensé que está vivo de milagro, supongo que él también.
Más tarde Emma se fue a estirar, pues siempre le entra sueño y le cuesta mucho aguantarse y al poco rato vinieron Mario y su mujer. Hasta entonces apenas había hablado con él y no sabía cómo era. Pero en ese momento empezamos a hablar y me di cuenta de que era el más culto y con interés por la economía de todos ellos. Me preguntó sobre la UE, sobre política, economía, países en los que había estado, etc. Todas preguntas muy interesantes y que a mí me gustaba mucho responder. Realmente mostraba mucho interés y tenía muchos conocimientos que los demás no tenían. Además estábamos de acuerdo en muchas cosas, pues yo le explicaba que Europa estaba en una deriva muy peligrosa y que no me gusta nada en lo que se había convertido y otras cosas en las que coincidíamos bastante.
Más tarde fui hacia el río, pues Don Lino y Caleb se estaban bañando. Por cierto que Emma se medio molestó porque según ella ya me había dicho si íbamos al río y ahora iba solo. En cualquier caso fui y me mojé un poco los pies. Allí también estaba Emmanuel con Chelsea que no paraba de hacerse selfies y fotos como si fuera una modelo.
Estuvimos paseando por la zona un rato hasta que volvimos a la mesa donde estaba Mario.
Y entonces fue cuando de repente ocurrieron dos hechos casi iguales y seguidos. Primero escuchamos una vez y Marlon gritó: ¡Abuelo! Don Lino se había caído de la silla porque se estaba intentando vestir. Fuimos los que estábamos allí, Mario, Emma, yo e incluso Marlon a levantarlo. Pero cuando todavía lo estábamos levantando Mario le dejó y salió corriendo. Yo en ese momento no sabía qué pasaba hasta que sentamos de nuevo a Don Lino y vimos qué había pasado. Dilan se había caído a la piscina y se hizo un pequeño ojal bajo la barbilla, de hecho justamente donde yo me lo hice de pequeño, también en la piscina y que me dejó una cicatriz. Todo el día tranquilo y en un momento dos frentes abiertos. Por suerte ninguna de las dos cosas fue grave, pues Don Lino volvió a sentarse asegurando que no le dolía nada, y lo de Dilan fue una vez que finalmente no requirió coser ni ninguna atención médica. Lo más gracioso fue que Don Lino pensaba que se había caído porque Mario le había retirado la silla, algo imposible porque en ese momento estaba a 10 metros de él. Dijo: «¡Pinche Mario que me quito la silla!»
Hacia las 19:30h empezó a llover y ya aprovechamos para recogerlo todo y marcharme, pues de todos modos ya era hora de marchar. Guardamos las cosas rápidamente, las llevamos a los coches, acompañé a Don Lino al baño y nos fuimos. Chicho, incluso en el coche, iba repartiendo cervezas, por él también, claro… De hecho en el trayecto hasta casa nos vimos 2 o 3 mes cada uno.
Pasadas las 21h llegábamos a casa. Nos dejaron a nosotros primero y ellos siguieron supongo que a dejar al padre de Lola. Cogimos todas las cosas y entramos en casa bien cansados. Había sido un día bastante duro a pesar de no parecerlo, pero el mero hecho de ir cargado de un sitio a otro con ese calor y humedad ya se hacía difícil. Eso sí, hay que decir que en Yetla se estaba mucho mejor que en Tuxtepec.
Yo recogí un poco mis cosas y Emma las fue dejando por donde pasaba, la mochila sobre el sofá, el bolso sobre la mesa, etc., era su manera de guardar las cosas…
Hacia las 23h cené cosas que quedaban en la nevera, como espaguetis, chicharrón o embutido. Luego hacia la habitación a mirar alguna serie y descansar un poco hasta la 1 que me dormí acabando así un día muy bien aprovechado en el que conocí a una nueva familia muy agradable, como todas las que conocía aquí, habiendo disfrutado de una buena barbacoa en buena compañía y en un entorno muy bonito. Cada día me sabía un poco más de grave tener que marcharme algún día de México.
Me desperté a las 14:30h después de haber dormido 10 horas seguidas sin despertarme ni una sola vez. ¡Increíble! Y todo por haber sido el día anterior 40 horas seguidas cogiendo aviones y autobuses.
Emma no estaba, pero todavía no me había tomado ni el café que ya llegó. Estaba todavía medio rígido de tanto dormir y medio despertándome, que Emma me dijo que ya teníamos que marcharnos, pues nos habían invitado a una fiesta de Marlon, el hijo de Lola, la mujer de su hermano Chicho.
A mí tener que marcharme tan rápido sin haberme tomado un café con tranquilidad me cabrea un poco, así que le dije que antes debía tomarme el café, ducharme y vestirme. Cierto que ya me había avisado de la fiesta, pero no sabía que sería tan pronto.
Así que me tomé rápido el café, me duché y me vestí con la mejor ropa que llevaba, que era un pantalón azul y un polo. De todas formas finalmente acabamos marchando casi a las 17h, pues Emma se estiró y se medio dormió, tiempo que aproveché para mirar correos y escribir un poco el diario.
Casi a las 17h salimos a buscar un taxi para ir hasta el salón donde se celebraba la fiesta. El salón estaba muy cerca de donde había alquilado el apartamento en los dos últimos años, por lo que ya me conocía un poco la zona. El salón era grande con unas 10 mesas redondas en las que ya muchos de los invitados habían acabado de comer. También había un payaso preparándose para la actuación e incluso había una piscina en un patio.
Pero antes pasamos por el Chedraui que tantas veces había ido en los años anteriores a comprar el regalo por el niño y algo mas. Chedraui es una de las cadenas más conocidas de México muy similares a los Carrefours.
Al primero que saludamos fue en el festejado, en Marlon, un niño que cumplía 7 años pero ya muy educado y simpático.
Fuera en el patio estaba Lola, la madre del festejado y dos de sus hermanas que estaban preparando el almuerzo en dos ollas enormes. Entramos después de saludar y nos sentamos en una de las mesas ya ocupada por un matrimonio y su hija. No los conocíamos pero allí no pasa nada, saludas, suyos y ya está.
Nos llevaron la comida, que era un plato con pollo, un poco de espaguetis, puré de patata y una salsa de chile muy picante. Mientras comíamos llegó una de las hermanas de Emma, Xochitl que aún no la conocía. Nos presentó a ella ya su hija Alin. Algo más tarde llegó el hermano, Chicho que sí ya lo conocía de los otros años.
El payaso primero empezó su actuación en el patio hasta que un niño cayó debido al agua que había por el suelo de la piscina y decidió seguir dentro, por lo que casi toda la actuación la pudimos ver, y de hecho fue bastante divertida. Hacía desde piñatas que eran muñecos, el juego de la silla, concurso de conseguir cosas de entre los asistentes y otros juegos muy divertidos.
Finalmente Marlon se sentaba en la mesa presidencial con el pastel a soplar las velas con los niños detrás y todos cantando las «Mañanitas», la canción típica en México para felicitar un cumpleaños. Después de soplar las velas le dieron los regalos uno por uno y Lola repartió el pastel entre todos los asistentes. Evidentemente no tocó demasiado, pues éramos muchos, pero estaba muy bueno.
La verdad es que la fiesta estaba muy bien, había muchos invitados y todo era muy divertido. Aunque el payaso hacía la actuación sobre todo por los niños, también la hacía de tal modo que fuera entretenido por todos, también por los adultos que estábamos allí mirando. La gente era muy amable, el payaso muy divertido y había cervezas de sobra para todos.
Y al poco rato Emma y yo ya fuimos a su casa. Habíamos pasado una buena tarde, había conocido aparte de la familia de Emma que aún no conocía y me había reencontrado con Chicho. Una muy buena primera tarde en México comiendo, bebiendo y conociendo a nuevas personas y bien diferente al resto del viaje.
Eran casi las 20h cuando llegábamos a su casa donde yo seguí descansando un poco después de organizar bien todas mis cosas y ubicarme en la casa, pues allí ya me quedaría todo un mes. No tenía demasiado sueño pero la verdad es que todavía me sentía algo cansado. A sus 39 años ya cuesta mucho recuperarse de casi 40 horas sin dormir, cogiendo dos aviones y un autobús.
Hacia las 21:30h, a pesar de haber comido tarde en la fiesta, ya teníamos hambre, pues el plato de la fiesta no fue demasiado contundente por lo que fuimos a cenar a una taquería a 3 minutos andando de casa Emma y donde acabaríamos pidiendo varias veces en los próximos días. Una vez allí yo pedí un Suizo, que era carne de ternera con cebolla y queso junto a 6 tortillas, que le dicen ellos, que son lo que utilizan para hacer los tacos. Además pedí 5 tacos al pastor, que son de carne de cerdo, cebolla y filantro, que es una verdura. Emma por su parte pidió 5 tacos al pastor. Por tanto, yo pedí todo un Suizo más que ella y que en ese momento aún no sabía cómo era, pues ésta era la primera vez que pedía uno. Y resultó que el Suizo era como 8 o 9 tacos juntos, un pase.
Todo esto estaba buenísimo. Me encanta cómo preparan la carne y lo bueno que queda junto con las tortillas y la cebolla. Una vez me lo acabé todo, Suizo y los 5 tacos, no es que tuviera más hambre pero si que me apetecían más tacos, así que pedí mas pero ya se les había acabado la carne, pues ya eran las 22:15h y era un restaurante con mucha clientela, así que me comí sólo lo que Emma dejó de los 5 tacos. Si, todavía me jodé parte de lo suyo… Y todo esto costó 60 pesos, poco menos de 3€. En México puedes comer muy bueno y hasta no poder mas por precios ridículos.
Hacia 22:30h volvíamos a casa Emma ya a dormir, pues aunque yo ese primer día en México me había despertado tarde, ya notaba que tenía suficiente sueño como para dormir 8 horas seguidas, como así va ser.
Y así terminaba mi primer día en Tuxtepec viviendo por primera vez acompañado y en una casa, habiendo ido ya a la primera de las muchas fiestas que iría durante los próximos días y haciéndome jodido las botas de auténtica comida mexicana. Nada más llegar y la cosa ya prometía mucho.
A las 11 de la mañana llegábamos a Ciudad de México, aunque la hora local eran las 13h. En el vuelo operado por Aeromexico había podido comer y dormir muy bien, algo poco frecuente pero en esta ocasión también imprescindible para poder afrontar el día, pues me quedaba un viaje de 8 horas en bus hasta Tuxtepec que acabaría a las 23h. Cabe decir que últimamente, los vuelos más cómodos y tranquilos que he hecho han sido con Aeromexico. Una compañía muy buena.
Ya había llenado el documento de entrada que debe presentarse en el control de inmigración y que dan al mismo avión. Ya tenía el bus reservado que salía a las 17h desde la terminal TAPO de Ciudad de México con destino a Tuxtepec, por lo que tenía 4 horas para pasar el control, llegar a la terminal y por fin comer todo lo que quisiera en algún sitio ambulando después de casi 5 días comiendo platos preparados en Hawái. En México esto cambiaría radicalmente pudiendo comer todo tipo de comida muy variada y buena a precios muy bajos. Ahora mismo ya sólo pensaba en tacos, torcidas, quesadillas y tostadas.
Como ya solía hacer siempre que tenía que pasar un control de aduanas, intentaba avanzar a todo el resto de pasajeros para no encontrarme demasiada cola al llegar, y esta vez entre que salí de los primeros del avión y que voy avanzar bastante, casi volví a ser de los primeros en llegar tal y como ya me había pasado en Honolulu. Al cabo de pocos minutos ya me tocó pero al llegar la agente me dijo que faltaban unos campos por llenar. Increíble, una mierda de formulario que no se sabe bien porque sirve y encima con campos medio escondidos. Tuve que ir a llenarlos y volver, por suerte no me obligaron a hacer toda la cola de nuevo sino que pasé una vez rellenado todo el formulario.
El agente me preguntó el motivo y los días de estancia, respondiéndole turismo y 35 y hacia dentro.
Una vez en México tenía que ir hasta la terminal de autobuses TAPO que está bastante cerca pero es recomendable ir en taxi seguro o Metrobus. El taxi seguro puede salir por unos 150 pesos (6,80€) y el Metrobus por 30 (1,36€), así que yo tenía claro cómo iría.
Para según qué destino, si es mejor ir en taxi seguro, pero en este caso, el Metrobus tenía parada en la terminal TAPO donde debía ir, por lo que no era necesario tomar más precauciones.
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Primero fui por las casas de cambio del aeropuerto preguntando si podían cambiarme los ringgits malayos que todavía me quedaban, pero en ninguna parte los aceptaban, así que de momento debería comérselos. También pregunté a una tienda de Telcel el precio de una tarjeta SIM de prepago ya que normalmente en México siempre compro una debido al tiempo que me paso y al intenso contacto que tengo con los conocidos mexicanos. Pero al estar en un aeropuerto y como ocurre con casi todo, la tarjeta costaba 200 pesos sin saldo, mientras que en otros lugares costaba 50 pesos y con saldo. Al decírmelo me quedé parado y le dije que no de una manera muy directa, pues me parecía una estafa, a lo que la vendedora se quedó ciertamente parada de ver que no a todos los turistas se les puede estafar.
Después salí de la terminal y enseguida encontré la parada del Metrobus. Ésta ya era la cuarta vez que llegaba a este aeropuerto por lo que ya me lo conocía lo suficiente como para no ir totalmente perdido. Pregunté qué bus iba a San Lázaro, la parada que quedaba junto a la terminal de autobuses, y dónde cargar la tarjeta para pagar, pues el Metrobus de Ciudad de México no se paga al conductor sino que debe comprarse y cargar una tarjeta y pasarla por una máquina al subir al autobús y que descuento el precio del trayecto. Yo ya tenía la tarjeta del año anterior cuando ya había estado en Ciudad de México, además aún quedaban 4 pesos de saldo. Lo que tenía que comprobar es si todavía servía y si todavía tenía los 4 pesos disponibles.
En cuanto fui hasta la máquina, miré el saldo y efectivamente la tarjeta todavía era válida y todavía estaban los 4 pesos. En ese momento yo estaba convencido de que el trayecto costaba 16 pesos aunque me equivocaba, así que fui a comprar un café al 7-elevan para tener cambio y cargué 20 pesos, quedando así 24 pesos en la tarjeta. El efectivo que traía ya lo tenía también del viaje anterior. Inmediatamente fui a la parada donde el bus pasaba cada 15 minutos por lo que iba realmente bien, y al subir, me dijeron como si yo fuera el típico turista perdido, que tenía que pagar con tarjeta respondiéndoles que ya lo sabía y queja la tenía, pero al preguntar yo el precio me dijeron que eran 30 pesos, por lo que tuve que bajar, ir a cargar 6 pesos mas y esperar al próximo. Con todo ello ya eran las 13:30h pero todavía tenía tiempo y sobra, pues en la terminal de autobuses se llegaba en unos 15 minutos.
Aún me estaba tomando el café cuando ya llegó el bus, muy puntual a las 13:45h. Pasé la tarjeta y apareció el tick verde que indica pago correcto, por lo que ya estaba de camino a la terminal TAPO solo en el bus y con el café. Mejor que el taxi seguro. Perfecto.
Primero seguí un poco en Google Maps por donde íbamos pero lo dejé ya que ya sabía cómo era la parada donde debía bajar, así que simplemente me relajé contemplando por la ventana aquella ciudad en la que cada vez me sentía allí. mas como en casa.
Al cabo de unos 15 minutos llegamos a la parada de San Lázaro donde bajé y ya sólo tenía que cruzar la calle para entrar en la terminal de autobuses. Un año después y por primera vez en ese viaje, volvía a estar en aquella terminal y por tanto en zona conocida. Ya podía caminar directamente hacia las taquillas pues ya sabía perfectamente dónde estaban. Además también sabía cuál era el mejor sitio donde esperar, pues no estaba en salidas sino en llegadas, ya que allí había menos gente, cargadores para el móvil, red wifi muy rápida, cafetería y aseos. Todo lo que puedes necesitar en menos de 20 metros.
Vi una tienda de Telcel y entré a preguntar los precios, suponiendo que aquí ya serían distintos a los del aeropuerto. Y efectivamente, me dijeron que podía comprar una SIM con número nueve por 120 pesos y con 1.500MB de datos y llamadas y SMS ilimitados. Yo sabía que 300MB costaban 50 pesos, por lo que ese precio me pareció perfecto. En cuanto la compré, le pedí un punzón para abrir la ranura de la SIM y allí mismo la puse. Por cierto que cuando saqué la ranura, la otra SIM cayó al suelo con la mala suerte de caer en una especie de husillo que por suerte pude levantar y recuperar la SIM, pues había quedado enganchada sin seguir el camino natural de toda cloaca. Realmente tuve mucha suerte porque cayó a un centímetro del conducto del agua en el que ya lo habría perdido. Hay que tener en cuenta que necesito mi número de España para realizar ciertas operaciones bancarias, por lo que me habría quedado el resto del viaje sin poder hacerlas.
Activé la SIM, la probé y todo iba perfecto. Miré los MB disponibles y por sorpresa tenía 3.000, el doble de lo que me habían dicho. Con esto ya lo tenía por todos los días que estaría en México. Con todo, llegada a México inmejorable.
Primero fui a las taquillas a confirmar que el billete electrónico que tenía era correcto y ya era suficiente, lo que me confirmaron. Y después rápidamente a comprar comida en un sitio ambulante que había dentro de la propia terminal y donde vendían tacos, tortas y otras comidas típicas mexicanas que me moría de ganas de comer. Pedí dos tacos de canasta y torcida a la milanesa. La torcida es una especie de bocadillo en este caso de pollo rebozado y otros ingredientes. El pan está medio tostado y está muy bueno. Los tacos eran de frijoles, verduras y carne de cerdo. Entre que hacía un año que no comía y que llevaba más de un día sin comer carne, todo esto me sentó más bien, ¡cómo lo necesitaba! Además volvía a precios baratos, todo ello 52 pesos, poco más de 2€.
Después de comer fui a cambiarme de ropa al lavabo ya lavarme un poco, pues ese día no había podido ducharme, y como nuevo. A las 16h ya listo para ir hacia la puerta 7 de la terminal para tomar el bus.
A las 16:45h anunciaron el bus con destino Tuxtepec por lo que ya nos fuimos poniendo en la cola. Y al cabo de 10 minutos empezamos a pasar por el control, pues como en un aeropuerto, antes de subir al bus debes pasar por un control de metales y un registro adicional mientras otra agente registre el equipaje. Todo esto me parece perfecto.
Yo iba en el asiento 8, en ventana, y al lado me tocó un señor de 50 años del que nos acabaríamos haciendo, al menos, conocidos. El trayecto duraría unas 8 horas que se harían más largas de lo normal debido a las ya más de 24 horas que llevaba entre aviones, escaleras y buses. Las primeras 2 horas dormí un poco. Después escribí el periódico mientras hablaba un poco con Emma para ir quedando por la llegada, pues esta vez me quedaría en su casa. Hacia las 21h hicimos una parada en el sitio típico, de hecho ya recordaba haber parado allí en otra ocasión que también hice este trayecto. Allí me pedí un capuccino por 20 pesos, unos 0,90€ y ya era el tercero que me tomaba desde que había llegado a México.
Ya hacía rato que llovía y aquí seguía lloviendo. De hecho por el camino hasta allí llovió con fuerza incluso con rayos cayendo muy cerca de nosotros.
Al cabo de unos 10 minutos volvimos al bus a seguir el camino. Yo con el capuccino que me sentó más que bien. Ya había dormido un poco y ahora ademas tenía el café, por lo que para mí dormir mas ya no era una opción. Fui escribiendo el diario y de vez en cuando seguía por Google Maps por donde íbamos, pues el camino se me estaba haciendo realmente largo. Ademas estaba ya un poco nervioso por el reencuentro en Tuxtepec, pues hasta entonces literalmente no había tenido tiempo de ponerme, pero ahora ya lo tenía todo hecho, ya sólo me quedaba llegar. Emma también estaba muy nerviosa, de hecho mucho más que yo, pues no paraba de preguntarme por dónde iba. Por lo menos ahora nos podíamos llamar o enviar Whatsapps.
Hacia las 22h el señor de al lado se despertó después de estar todo el camino durmiendo y empezamos a hablar. Ya no recuerdo de qué empezamos a hablar pero la cuestión es que acabamos hablando de un montón de temas y durante 3 horas, de hecho hasta llegar a Tuxtepec ya casa de Emma, pues acabamos compartiendo el taxi.
Primero me comentar que trabajaba en una fábrica de Nissan y por lo que decía estaban a punto de cerrar o al menos de hacer una reestructuración de personal que le dejaría sin trabajo después de 26 años trabajando. Me habló de un restaurante que tenía en Tuxtepec con su mujer y que ahora se dedicaría más. Después hablamos de la situación de Tuxtepec y de México en general, me habló de Aguas Calientes, de donde él era y de la feria de San Marco que se hacía, la segunda mayor de México. Le hablé de mis viajes y de las ciudades que ya conocía de México, de lo que me dedicaba, o incluso del sistema de pensiones en México, que por lo que se ve existe una especie de plan de pensiones aportado por la empresa pero que alguna vez más de un trabajador ya se había quedado sin pensión porque el dinero desaparecía. Y de muchas cosas mas, la verdad es que él, al igual que yo, éramos dos personas con conocimiento de muchos temas y íbamos pasando de uno a otro continuamente. Fue una conversación muy interesante que hizo que las 3 horas que quedaban pasaran mucho más rápido.
Lo que si le preocupaba mucho y lo vigilaba mucho era el tema de la seguridad. Siempre cogía taxis seguros o iba con taxistas ya conocidos. Nosotros llegaríamos a Tuxtepec hacia la 1 de la madrugada, por lo que debía vigilarse un poco. Yo le dije que pensaba tomar un taxi allí en la terminal y él me dijo que le vendría a buscar un amigo su taxista. Le dije que iba a la Colonia Grajales y él llamó a su mujer para preguntarle si sabía dónde estaba, y justamente estaba un poco antes de dónde él iba, a la Colonia Nueva Era, por lo que me propuso compartir el taxi ya que yo bajaría antes.
A priori puede parecer algo arriesgado pero con la conversación que habíamos tenido y la que él había tenido con su esposa, me dio confianza. Siempre hay cierto riesgo, pero la verdad es que se me da muy bien detectar el peligro y la gente de confianza, y ese hombre me pareció de mucha confianza, al menos mucho más que cualquiera de los taxistas que pudiera haber esperando a la terminal. Así que le dije que si y se lo comuniqué a Emma que no le hizo ninguna gracia, de hecho me pidió que le pasara el número del taxi cuando lo viera.
Al llegar a Tuxtepec tuve otra de esas sensaciones entre nerviosismo y emoción. Tuxtepec se estaba convirtiendo en mi segunda casa y volver después de un año hacía mucha ilusión. Ver aquellas calles de nuevo, el río, las casas y finalmente la terminal era incluso gratificante después de haber hecho tantos kilómetros ese mismo día desde Honolulu y más teniendo en cuenta que llegaba por primera vez por el oeste, habiendo hecho el camino más largo posible desde Barcelona. Había sido largo, había costado, ¡pero ya estaba allí!
Eran la 1 de la noche cuando bajábamos del bus, recogíamos el equipaje y salíamos de la terminal. La prueba más clara de que estaba en Tuxtepec era el calor que hacía a pesar de ser de madrugada. Calor y sobre todo mucho bochorno.
Él llamó a su esposa ya su amigo taxista que llegó en unos 5 minutos. Yo llamé a Emma para decirle que ya subía al taxi pero ella no se fiaba. Me pidió que le diera el número del taxi, que era el 310 y que tuve que decirle con voz baja ya que estaba en medio de ambos y me hacía algo que vieran que desconfiábamos.
Puse la calle de casa a Emma en Google Maps y el taxista fue por el camino marcado todo el rato hasta llegar sin problemas a los 5 minutos al destino. En la puerta de fuera ya estaba Emma esperando y el chico, con su desconfianza, se la quedó mirando hasta que al cabo de unos segundos me preguntó: «¿Te están esperando?» A lo que le respondí que si quedándose entonces más tranquilo, pues me dio la sensación de que pensaba que ya le estaba preparando una emboscada.
Pagué los 25 pesos que valen casi todas las carreras de taxi en Tuxtepec, me despedí del amigo del bus, que todavía no sabía ni cómo se llamaba, y entré en casa Emma. Ella se la veía más tranquila de ver que había llegado bien aunque me volvió a decir que no le había gustado que fuera con aquellos, a lo que le respondí que yo no voy con cualquiera, que ya tomo las mías medidas de seguridad y si había decidido venir con ellos era por algo. Además, a ella todavía le hacía menos gracia que a mí que tomara un taxi de la terminal. ¿Cómo iba a venir entonces?
Nos saludamos y después de enseñarme un poco la casa, pues ésta era la primera vez que entraba, nos sentamos en la mesa donde ya me había dejado preparados los 6 antojitos que le había pedido aquella misma tarde. Los antojitos son como tostadas redondas con carne, queso, verduras, etc. y que a mí me gustan mucho, es de hecho de lo que más me gusta de México y sobre todo aquellos que los hacían en un restaurante concreto. Por la tarde les pidió especialmente para mí, antes de llegar yo los calentó y ya los tenía listo en la mesa.
Ya estaba en mi destino final en esta etapa del viaje, con la comida que más ganas tenía que volver a probar y con la persona que más ganas tenía que volver a ver. Todo era perfecto.
Me comí los antojitos mientras comentábamos el viaje, sobre todo el trayecto hasta allí, comentábamos algo de la casa y por lo general nos poníamos un poco al día. Si la felicidad existe, ese momento lo era.
Por primera vez durante el viaje me quedaba a dormir en casa de gente conocida y dejaba por tanto la soledad buscada del viaje para pasar casi 5 semanas bien acompañado y viviendo en una casa con todas sus comodidades. De hecho, acababa de llegar a mi segunda casa y no podía haber sido una mejor llegada.
Llevaba miles de kilómetros recorridos entre 5 países y un montón de nuevas ciudades visitadas, pero ahora tocaba descansar un poco y pasar, ahora sí, unos días de vacaciones.
Hacia las dos de la madrugada íbamos a dormir, pues para mí sobre todo, aquél había sido un día muy largo, un día de 40 horas gracias a los largos vuelos ya los cambios horarios. Al día siguiente tocaba ver al resto de conocidos por lo que debía recuperar energías.
Me desperté a las 6:45h empezando así el día en el que tendría probablemente el trayecto más largo del viaje, pues la próxima cama donde acabaría durmiendo sería en Tuxtepec, México, donde llegaría a las 23h del día siguiente, por lo que todavía me quedaban unas 40 horas para llegar desde Honolulu donde estaba ahora. El trayecto constaría de dos vuelos con escalera a Los Ángeles y un bus desde Ciudad de México a Tuxtepec en un trayecto de unas 8 horas. El vuelo salía a las 15:00h por lo que quería salir del hostel entre las 10:30 y las 11 de la mañana.
El vuelo ya lo tenía reservado desde casi 6 meses antes del inicio del viaje con una agencia griega y por 316€.
Cuando me levanté vi que había otro chico en la habitación. Había hecho el checkin la noche anterior cuando ya estábamos todos durmiendo y, al menos yo, ni me había enterado. Esto es tener respeto por los demás.
Me duché y fui a tomar el primero de los dos cafés que me tomaría antes de irme mientras miraba correos y escribía el periódico. A las 8:30h fui a terminar de guardarlo todo en la maleta y poner el móvil a cargar. A las 9:30h otro café mientras acababa de mirar todos los correos y algunos tipos de cambio que me interesaban por si podía cambiar en algún sitio los ringgits malayos que me quedaban. Miraba tanto los tipos de cambio frente al dólar y el peso mexicano. Y a las 10:30h último repaso a la habitación para no dejarme nada, me despedí del chico francés que había llegado el día anterior y que era el único en la habitación y ya fui a hacerlo checkout. A diferencia del checkin cuando me hicieron un montón de preguntas y explicaciones, ahora todo fue mucho más rápido. Simplemente tenía que llevar las sábanas y la toalla a la recepción y ya podía irse.
Así pues hacia las 10:30h me despedía de los conocidos del hostel e iniciaba el trayecto de unas 36 horas hasta Tuxtepec, haciendo paradas en Los Ángeles y en Ciudad de México.
Hasta el aeropuerto de Honolulu iría con el bus público, que debería tomar dos. SI todo iba bien en poco más de una hora podría llegar. Primero tenía que coger el número 6 que pasaba por la calle de debajo del hostel al que llegaría en 3 minutos andando por lo que me iba perfecto. Ya salí teniendo en cuenta el horario que decía Google Maps y que efectivamente se cumplió bien, pues en principio pasaba a las 10:30h y pasó a las 10:33h.
Compré un paso por un día ya que tenían el mismo precio que los dos buses que debería coger, y así no debería pagar mas si me equivocaba o tenía que coger un tercer bus por el motivo que fuera. Además aproveché para pagar con toda la morralla que tenía, que era mucha, y ya me quedé sólo con $3,25, por lo que me tuve suficiente con los $74 en efectivo que traía de casa, pues en Hawái no voy cambiar nada ni saqué efectivo de ningún cajero. Toda una proeza alargar los $74 durante 4 días en Hawái.
Al cabo de unos 30 minutos de ir en el bus número 6 llegamos a la parada donde tenía que bajar y caminar unos metros hasta la otra parada donde cogería el bus 20 y que ya me dejaría en el aeropuerto. En esa parada me pareció que un anciano que estaba allí sentado se estaba fumando un puerro, y eso que en las paradas está prohibido fumar, cualquier cosa está claro… Además se estaba bebiendo una cerveza y me extraña que en EEUU se pueda ver cerveza por la calle.
El 20 tardó unos 20 minutos en llegar, por lo que eran las 11:20h cuando subía. Además iba completamente lleno así que me tocó estar buena parte del trayecto de pie y enlatado como una anchoa. Al menos ya veía a gente con maletas señal de que íbamos directamente al aeropuerto. Realmente fácil y barato llegar al aeropuerto desde el centro de Honolulu.
Hacia las 12h llegaba al aeropuerto sin ningún problema más que un pequeño retraso y con tiempo suficiente para ir a realizar el checkin y pasar el control de seguridad. El bus nos dejó en la terminal 1. Yo en ese momento ni siquiera sabía que había dos terminales ni a cuál debía ir. De hecho, lo que conocía del aeropuerto de Honolulu era lo que había visto a su llegada, y la verdad es que no me hice una buena idea de cómo era. El aeropuerto era mucho mayor de lo que me esperaba y tenía las dos terminales aunque por suerte estaban una al lado de la otra. Allí a la 1 veía que había 4 lobbies, uno de ellos por vuelos internacionales, así que pensé que debería entrar en aquél. No lo tenía nada claro pero lo que sí tenía claro era que aquélla no era la terminal a la que había llegado.
Antes de entrar me comí los sándwiches que llevaba sentado en un banco justo frente a las puertas de entrada a la terminal y después fui a buscar la zona para fumar, pero después de recorrer toda la zona de frente a las puertas y donde normalmente hay una pequeña zona de fumadores, no vi que en ninguna parte se permitiera fumar. Por último, cuando llevaba 10 minutos buscando, vi el típico cartel de permitido fumar pero que señalaba en el piso de abajo. Ya había visto que debajo había algo pero desde allí parecía un parking, por lo que no le había prestado más atención. Pero ahora que según el cartel la zona de fumadores estaba abajo, busqué las escaleras y bajé rápidamente. Y cuando ya estaba casi en la zona de fumadores me di cuenta de que acababa de llegar al lugar al que había llegado mi vuelo 5 días antes. Estaba en la terminal 2 y aquella era la que me conocía, de hecho ahora mirara donde mirara todo me era conocido.
Fui a fumar y cuando ya volvía hacia la terminal 1 para ir a buscar dónde hacer el checkin, vi que allí en la terminal 2 también había salidas internacionales. Estupendo, ahora ya no sabía a qué terminal debía ir, pues desde ambas había salidas internacionales, así que fui a preguntar a un punto de información que ya me conocía, pues a la llegada ya había preguntado dónde había un money exchange. Allí me preguntaron la compañía y al decirles Delta me dijeron que estaba allí, en el lobby 7 de la terminal 2. Pues menos mal que busqué un sitio para fumadores y que acabé preguntando porqué yo ya iba a entrar en la terminal 1.
Así que fui hasta el lobby 7 que estaba literalmente 10 minutos andando hasta encontrar los mostradores de Delta. Con todo ello ya eran las 12:30h y el tiempo de sobra que tenía se agotaba rápidamente.
Le dije a la mujer que organizaba la cola que sólo quería hacer el checkin y ella me dijo que podía ir a las máquinas a lo que le respondí que ya tenía un email infornándome que el checkin lo debería que hacer con un agente. Como si yo no supiera hacer el checkin online o en las máquinas…
Cuando me tocó, tuvieron que hacerme un montón de preguntas, por lo que no podía hacer el checkin en la máquina ni de forma online. Por ejemplo tenían que saber cuántos días estaría en México, si tenía ya el billete de salida o la dirección en la que me quedaría. Por lo menos la chica que me tocó era muy amable, me repetía todo lo que no entendía y me explicó muy bien lo que debería hacer en Los Ángeles, donde haría la escalera, pues allí debería hacer otro checkin. Le pregunté dónde estaba la puerta de embarque y me dijo que en aquella terminal, así que menos mal que fui a fumar y vi esta terminal, la 2, porque sino quizás todavía estaría en la 1 buscando el mostrador de Delta.
Con todo ello ya eran casi las 13 horas por lo que al final tampoco fui tan sobrado de tiempo. Fui a fumar un piti y ya a pasar el control de seguridad.
Como suele ocurrir en EEUU, había un perro detector de drogas antes de pasar el control. Todo esto lo pasé sin que me pararan ni me hicieran ningún registro adicional. Por cierto, que una vez pasado el control me encontré con una batería externa tirada al suelo que muy amablemente di a una agente del control. No sé si se la deberían quedar ellos o la llevaron a algún sitio de objetos perdidos, en cualquier caso en ese momento me salió la vena amable y no me la quedé. Además yo ya llevaba una que se veía mejor y más nueva que aquella.