De las 11 horas de vuelo, quizá dormí 4 en pedazos. pueden parecer pocas pero para mí eran muchas, pues tengo que tener mucho sueño para poder dormir en un avión. El negro seguía durmiendo, de hecho sólo le había visto despierto unos 10 minutos. La chica de la ventana era más como yo, estaba más rato despierta que durmiendo. Además hay que tener en cuenta que nuestra noche no duró ni 4 horas, por lo que la luz del sol hacía que todavía costara más dormir.

Llegaba a Tailandia donde pasaría 23 días en la que sería la primera vez que pisaba el continente asiático. Iría de Bangkok hasta al Golfo de Tailandia visitando 4 islas y durmiendo en un total de 7 hoteles hasta acabar cruzando la frontera con Malasia en tren.

Este día tocaba empezarlo sin ningún café, lo que me cuesta más de lo que parece y que de hecho es algo que debería intentar solucionar algún día. Finalmente pasamos de llegar a las 7 de la mañana, hora prevista, a las 13h, por lo que ya había perdido toda la mañana. En ese momento aún no lo sabía, pero ese retraso me fue de puta madre gracias a las indemnizaciones previstas y que Norwegian me tuvo que pagar.

De repente, dos pasajeros empezaron a llamarse hasta el punto de que en un momento determinado parecía que se fueran a pegar. Finalmente la cosa no fue a mas pero era una señal del cansancio que teníamos ya todos juntos de estar ahí dentro. De hecho éste era el vuelo más largo que había hecho hasta entonces.

El desembarco fue lo suficientemente rápido y yo, como siempre, aceleré el paso hacia el control de inmigración, pues simplemente siendo de los primeros de tu vuelo en llegar a la cola, ya tienes mucho ganado. Pese al paso acelerado que llevaba, cuando llegué al control ya había bastante cola, de hecho estuve unos 20 minutos haciendo cola.

No tenía ni idea de cómo era el control de inmigración de Tailandia y de si me dirían algo por el exceso de tabaco que traía. No sabía si me iban a revisar el equipaje o si me harían un montón de preguntas. Pero finalmente, nada, pasé sin ningún problema. Ni me miraron nada ni preguntar nada. Sólo comprueban el pasaporte, toman las huellas dactilares, hacen una foto, sellan el pasaporte y hacia adentro.

Había costado pero por fin entraba en Asia por primera vez en mi vida. Entraba por primera vez en un país con un alfabeto distinto y una cultura más oriental que occidental. Llegaba el momento más esperado, vivir por primera vez en un país tan diferente al mío como es Tailandia.

Primero salí del aeropuerto para fumar un pite ya que hacía 20h que había entrado en la zona de seguridad del aeropuerto de Oslo. Y al salir del aeropuerto, de inmediato sentí lo que ya me acompañaría en las próximas 3 semanas: un calor y una humedad del todo exagerado. Además llovía a cántaros pero eso no impidió que a los 30 segundos de estar fuera, ya estuviera sudando como un pollo. Empecábamos bien pues, con una lluvia torrencial debiendo ir hasta el hotel en un país como Tailandia donde no puedes leer carteles y preguntar lo justo, pues mucha gente no habla inglés.

Me conecté a una red wifi del aeropuerto para mirar cómo ir hasta el hotel. Tenía que tomar el City Line que costaba 45 bates y era un tren que me dejaría en la estación de Phaya Tai. Y desde allí debería tomar un bus urbano hasta Sumanluang, la Corte Suprema de Tailandia, por lo que antes de llegar al hotel ya vería uno de los edificios oficiales más importantes de Tailandia.

Una vez todo planeado, volví a entrar en el aeropuerto para sacar 3000 bates de un cajero en el que me cobraron 220 de comisión! Puede parecer mucho, y realmente lo es, pero es la misma comisión que cobran en todos los cajeros, sea de un aeropuerto o del centro de la calle. Lo importante es sacar lo máximo posible ya que la comisión siempre es la misma saques 100 bates o 3000, por lo que yo saqué lo máximo que me permitía el cajero, 3000. De todas formas, en Tailandia, por lo que comprobé días más tarde, sale más a cuenta cambiar efectivo en una casa de cambio, pues ofrecen un tipo de cambio realmente bueno. El problema, por supuesto, que sólo llevaba 300€ en efectivo por 3 meses por lo que no podía ir cambiando efectivo siempre. De hecho ese efectivo le llevaba para hacer cambios de poco dinero, cuando ya te quedan pocos días en un país y no puedes sacar ya demasiado dinero de un cajero.

Y ya habiendo ahumado y con efectivo encima, fui a buscar el tren que estaba en una de las plantas inferiores del aeropuerto. Está el tren rápido y el lento. El lento tardaba unos 35 minutos en llegar al centro de Bangkok y costaba la mitad que el rápido, por lo que evidentemente fui con la lente, que no es que fuera lenta, simplemente hacía más paradas. De todas formas costaba 1€, que después de venir de Oslo donde este trayecto podría haberme costado 10 veces más, ya todo me parecía poco.

Solo comprar el billete en una de las máquinas, ya pude apreciar una primera cata del cambio cultural. Los billetes son como una moneda grande de plástico que debe introducirse en las máquinas que permiten el acceso a las vías. Yo me quedé mirando la máquina buscando algún billete salir de alguna ranura, hasta que el chico trasero cansado de esperar me señaló dónde estaba la ficha.

Muchos carteles están en inglés, lo que facilita encontrar lo que buscas, en mi caso, la vía del tren. Aún así me lié un poco pero al cabo de unos 5 minutos ya estaba en el andén esperando el tren.

En ese momento yo ya estaba sudando completamente. El calor era terrible, pero sobre todo era la humedad, había tanta que era imposible dejar de sudar. A esto se le tenía que sumar el hecho de que yo llevaba 20h dando vueltas y habiendo dormido en un avión sin ducharme ni cambiarme ni nada.

Al cabo de unos 5-10 minutos esperando llegó el tren, que sorprendentemente era bastante nuevo y moderno, y digo sorprendentemente porque los trenes de Tailandia son un espectáculo de lo viejos que son, pero aquél no.

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En el tren ya pude ver un poco Bangkok, pues casi todo el trayecto era por fuera, por vía elevada y por el centro de la ciudad, por lo que pude ver una de las torres más altas de Bangkok y algo que me sorprendió mucho, la gran cantidad de lo que parecen humedales por toda la ciudad. Hay ríos por doquier, algunas casas parecen rodeadas de agua y los campos de fútbol parecen piscinas. Pero lo que me gusta mucho y es algo normal, es ver cómo vive la gente, quién sube y baja del tren, cómo van vestidos, qué hacen o dónde van. Ver la vida quotidiana de una ciudad tan distinta por primera vez es de las cosas más fáciles y más interesantes que se pueden hacer.

Una vez en Phaya Tai seguí con las indicaciones de Moovit que me decían de coger el bus urbano 59. Caminé hasta dónde parecía tomarse y pregunté en una taquilla. Yo en aquel momento todavía le hablaba a todo el mundo en inglés pensándome que en Tailandia todo el mundo lo hablaba perfectamente, cosa que poco después me di cuenta de que ni mucho menos es así. La chica me dijo que allí no era, de hecho parecía que había otra vía, y que tenía que bajar unas escaleras al lado y tomar el bus 503. Estupendo, ya tenía que decidir si hacer caso a Moovit oa la chica . Hay que tener en cuenta que hasta entonces Moovit nunca había fallado, y eso que ya lo había utilizado en un montón de ciudad de 3 continentes diferentes. Finalmente hice caso a la chica y fui a las escaleras que me decía a buscar el bus 503.

Este autobús tenía que llevarme hasta Sumanluang, así que ya memoricé la palabra para ir preguntando a todo el mundo. Busca alguna parada de bus, pero desde donde estaba no veía ninguna, sólo calles de 4 carriles llenos de coches y motos haciendo el loco. Ya estaba en el centro de Bangkok y ya podía ver una de las cosas más famosas de la ciudad, su tráfico de bojes.

Mientras buscaba, un señor que me vio medio perdido me preguntó dónde iba, yo le respondí Sumanluang. Él me confirmó que tenía que ir hasta la intersección de las dos calles que veía debajo de mí muy transitadas y coger allí en el 503. Lo que faltaba, ya eran peligrosas aquellas calles que encima tenía que ir al cruce a esperar un bus . Pero mientras le hacía caso a aquel hombre y le seguía, pues se ofreció a acompañarme hasta la parada, pensé que éste podía ser uno de esos estafadores que había leído por Internet que se dedicaban a ofrecer ayuda a los turistas para después cobrarles millonadas en taxis u otros servicios. No te roban, pero si te cobran el doble. Así que ya sólo llegar tuve que ponerme en modo alerta. Lo bueno es que peligro de robo no tenía ninguno, mientras no fuera imbécil y me dejara engatusar, no pasaría nada.

Pero finalmente me acompañó el mes cerca que podía de la parada sin mojarse, me señaló hacia dónde ir y nos despedimos deseándome una buena estancia. Y eso fue todo, ningún intento de timo. Quizás, finalmente, era simplemente una buena persona, lo que durante las próximas 3 semanas me daría cuenta de que en Tailandia es mucho más habitual que en cualquier país europeo.

Mientras iba hacia allí pasé por delante de una parada de taxis y de los famosos tuk-tuk (motos adaptadas para llevar a 2 o 3 personas) y ya me empezaron a preguntar a dónde quería ir. Con los taxistas también hay que ir con mucho cuidado. Cuando ven un extranjero se ponen en modo estafa y si quieres coger uno primero debes informarte del precio, y sobre todo, acordar el precio antes de subir. De esta forma no te estafarán y además verán que no eres un turista tonto. Yo dije que no a todos, pues no quería tomar un taxi ya de entrada, de hecho uno de los objetivos del viaje era no tomar ni un solo taxi.

El problema de aquel cruce era lo ancho y caótico que era. Era la intersección entre dos calles importantes y muy transitadas y que además tenían laterales, y donde todo confluía allá donde me puse yo, lloviendo. No hacía ni una hora que había aterrizado en Bangkok y ya podía apreciar uno de los atractivos turísticos de esta ciudad, el tráfico loco y aparentemente peligroso, aunque en los días sucesivos pude apreciar que peligroso tampoco lo es tanto aunque lo parezca.

De lo que había mucho y eran las mas animales, eran motos. Cada vez que alguno de los semáforos se ponía en verde, decenas de motos arrancaban a toda velocidad pasando por los peatones y otros coches que habían pasado ya en rojo. Los coches y las motos se cruzaban unas a otras pero poca gente pitaba, simplemente se iban cruzando siguiendo un orden lógico cosa que hacía que muchos pasaran en rojo pero que siguieran una especie de normas no escritas para no chocar con nadie. Los primeros minutos hacía finos y un poco de cosa mirar porque piensas que en cualquier momento habrá un accidente, pero cuando llevaba 15 minutos allí de pie, entendí que no, que siempre es así y que los conductores ya estaban acostumbrados a ello.

De ambas calles más las calles laterales, no sabía bien por cuál pasaría el bus, por lo que me quedé lo más en medio posible para poder ver todas las calles. Cuando llevaba 20 minutos allí palplantado mojándome, volví a la parada de taxis a preguntar por el bus y por las tarifas. En cuanto al bus me confirmaron que tenía que coger el 503 y que pasaba por donde estaba. Y en cuanto al precio del taxi hasta el hotel eran 400 bates, unos 11€. La verdad es que, supongo para verme todo empapado y recién llegado, aquel buen taxista no me quiso amar, pues 400 bates era aproximadamente lo que costaba hasta el hotel, pues estaba a más de una hora en coche (si , estaba en Bangkok mismo, pero es que la ciudad es enorme).

Pero por suerte encontré a ese buen taxista, que al decirle que no podía pagar 400 bates ya el primer día, se preocupó de señalarme bien por dónde pasaba el bus, pues no estaba exactamente en el lugar donde yo le esperaba, sino unos 4 metros más al lado pero que era vital está en la parada ya que sino el bus ni para y ni siquiera da tiempo a que le digas nada de lo rápido que pasan. Además el taxista preguntó por ahí si había alguna incidencia confirmándome que no, que todo iba bien y que simplemente tenía que esperar.

Se me estaba haciendo ya pesado después de tantas horas fuera de Oslo, pero ya no venía de una hora. Lo que me cabreaba mucho era la lluvia y el calor insoportable. De hecho me puse la chaqueta para taparme un poco de la lluvia pero me la saqué al cabo de 5 minutos del calor que tenía. Prefería mojarme a taparme.

Continuamente pasaban mototaxis, tuk-tuks y taxis que al verme con la maleta se ofrecían a llevarme, era horroroso, pues me pasé la mitad del tiempo haciendo que no con la cabeza.

Al cabo de unos 40 minutos de estar allí en el cruce esperando y habiendo hecho una nueva visita al taxista, por fin vi que llegaba el bus 503 a toda hostia por la calle principal. Yo le avisé con la mano para que parara, el chófer me señaló un poco más adelante y ahí paró. Le pregunté si iba Sumanluang algo que me confirmó y yo subí.

Como era de esperar, los buses son muy viejos, sin aire acondicionado, y con chófer y otro trabajador que cobra el billete. Por cierto, que en Tailandia se conduce por la izquierda a pesar de no ser una ex colonia inglesa. Le dije a dónde iba y me dijo que eran 17 bates, ni 0,50€. Por suerte todas las ventanas del autobús estaban abiertas porque ya el hedor que hacía de sudor era insoportable en un lugar cerrado.

El trayecto duró casi una hora debido a la distancia pero sobre todo al tráfico. La cantidad de coches y motos existentes es exagerada. Por suerte el chófer se jodía por donde no pasaba y sin pedir permiso, como se debe hacer en Bangkok. En cualquier caso estos trayectos en bus en medio de una ciudad me encantan pues son perfectos para ver tanto la ciudad como la vida quotidiana de la gente, así que intenté disfrutar al máximo de esa primera visita por Bangkok.

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Al cabo de unos 40 o 45 minutos llegábamos a Samanluang, la Corte Suprema de Tailandia. Ésta era una de las visitas que quería hacer por lo que ya aproveché para dar una vuelta por los alrededores y hacer alguna foto, pues ahora llovía poco y ya no venía de mojarse un poco más. El edificio era enorme y muy cuidado. Contrastaba mucho con otras zonas de Bangkok por las que ya había pasado. Aquí las calles eran muy anchas, con poco tráfico, silencio, jardines bien cuidados y el edificio que parecía nuevo, con estilo budista y un montón de partes doradas.

Una vez visto el Samanluang (en ese momento aún no lo sabía pero lo acabaría viendo decenas de veces) empecé a andar hacia el hotel, el New Siam II. Tenía unos 10 minutos de camino hasta el hotel. El primer tramo era algo aburrido, pues todavía eran los alrededores de la Corte Suprema, pero después ya entré en una zona más auténtica, de hecho muy cerca de una de las calles más famosas de Bangkok, el Khaosan Road (famoso porque sale a la peli de La Playa).

Con todo ello, ya eran las 14:30h, por lo que ya hacía casi una hora y media que había salido del aeropuerto. Al menos ya estaba paseando por medio de Bangkok pudiendo ver ya los primeros puestos ambulante de comida tailandesa. Evidentemente, con el hambre que tenía, ya iba mirando lo que se vendía y por cuánto. Los precios rondaban los 40 o 50 bates, 1,50€, y por ese precio tenías un plato de arroz o fideos con carne. Hay que tener en cuenta, que a diferencia nuestra, ellos suelen comer un solo plato en el que ya viene el arroz y la carne.

Al cabo de 10 minutos llegué al New Siam. Ya nada más verlo me extrañó que fuera aquel el hotel que había reservado, pues se veía demasiado lujoso por el precio que tenía (5€ la noche), pero en cualquier caso en la entrada ponía New Siam. Pregunté y después de comprobar mi nombre me dijo el chico que no estaba, así que saqué el comprobante de la reserva y al enseñarle me dijo que yo había reservado en el New Siam I y que aquél era el New Siam II. Por suerte, el New Siam I, estaba a dos minutos andando de ahí que. Me dio una tarjeta en la que había un mapa y fui hacia el New Siam I.

Iba caminando por una calle importante que era paralela a uno de los ríos que pasa por Bangkok. En esta calle había muchas paradas de bus, restaurantes y sitios ambulante. Tuve que caminar por esa calle 2 minutos y luego girar por una calle peatonal muy estrecha y repleto de tiendas y hoteles. Al principio me hizo un poco de mala pinta, pero una vez ya estaba instalado, me di cuenta de que aquél era el mejor sitio donde podía estar. de hecho, en las valoraciones del hotel, la ubicación tenía un 10.

Una vez en esa calle, en menos de un minuto ya estaba en el hotel, que en la planta baja era restaurante. Entré, pregunté y me confirmaron que ahí si tenía reserva. Hay que tener en cuenta que ese día ya era día 30 y yo había hecho la reserva para el día 29, pues en el momento de hacer la reserva me lié con el tiempo de vuelo y el cambio de horario, por lo que realmente llegué un día después de lo que constaba en la reserva. Esto ya lo avisé por email el día antes cuando me di cuenta del error.

Hice el check-in con una chica realmente muy guapa, de hecho incluso me extrañó que trabajara allí. Hablaba inglés pero poco, por lo que el check-in costó un poco. Además yo estaba literalmente chorreando de sudor, tanto que incluso daba asco verme. Mientras ella preparaba los papeles le pedí una botella de agua fría porque estaba ya deshidratado. Me dio una botella que venían al restaurante y me la vi de un trago. Creo que nunca había tenido tanta sed como la que tenía en ese momento. Por si fuera poco el hecho de que casi en ninguna parte se puede pagar con tarjeta, allí donde se puede, como en este hotel, te cobraban una comisión del 2%. A pesar de la comisión me salía más a cuenta pagar con la tarjeta así que pagué la reserva de 6 noches por 1591 bats, 45,40€ con Revolut y ya fui a la habitación que estaba en la 5.

Hacía un poco de pereza tener que subir y bajar de la habitación, pues no había ascensor, pero estaba muy bien ubicada, pues la ventana daba a una zona con mucho movimiento, estaba a 3 metros de un balcón donde se podía fumar y daba a la calle para lo que había entrado. Eso sí, al ser la azotea hacía mucho calor.

Dejé las cosas y me fui a duchar enseguida. Los baños eran compartidos y quedaban al otro lado de la planta, algo lejos, pero como toda la planta era de habitaciones individuales, en el baño casi nunca había nadie. De las dos duchas que había entré en la que no funcionaba el agua caliente aunque no hacía falta, pues hacía tanto calor que de hecho era necesario ducharse con agua fría.

La habitación era pequeña pero más que suficiente, incluso tenía un buen escritorio. Era individual, lo que siempre busco y casi nunca encuentro, pues la mayoría de las habitaciones de hotel son dobles, por lo que yendo sólo un pagas por dos. Ésta no, era individual, por eso era más pequeña pero también pagaba sólo 7€ la noche por estar en el centro de Bangkok. Ademas al mirar por la ventana me di cuenta de que estaba a escasos 20 metros de un templo enorme, pues los templos no son sólo los edificios religiosos, sino todos los edificios de alrededor que son escuelas y las residencias de los monjes.

Me sorprendió ver este cartel en las escaleras del hotel donde decía explícitamente que estaba prohibido entrar con prostitutas en el hotel. Era prácticamente el único cartel que había para los huéspedes.

Una vez bien ubicado, duchado y cambiado, fui a comer. Primero busqué unos lugares ambulantes que había visto de camino al hotel, en la calle importante antes de entrar en la calle peatonal, pero ya no estaban, así que seguí buscando algún restaurante. Siempre prefiero comer en lugares ambulantes, no tanto para que sean más baratos sino porque son más auténticos y es donde hay más locales comiendo antes de seguir con su rutina. Me encanta ver y vivir la vida real de los locales, y eso sólo se consigue yendo a donde van ellos.

En la calle importante había varios restaurantes y finalmente me decanté por uno que quedaba bastante cerca del hotel, tenía los precios bien visibles fuera y la mujer de la puerta me invitó a pasar con una buena sonrisa, pues Tailandia es el país de las sonrisas. Los precios me parecieron bien y la mujer también, por lo que me quedé y comí mi primer plato tailandés.

Tenían una carta en inglés pero de todas formas no se podía saber que era cada cosa, al menos de forma exacta, ya que en muchos casos ponía algo con rise. Rise se entendía, pero el resto no. En cualquier caso, ya leí por Internet que aquí tienes que atreverte con todo lo que te puedan y eso hice. Pedí lo que me pareció lo más normal pero sin saber que era. Lo que tenía claro es que seguro que estaría muy bueno.

Parecía carne de cerdo con trozos de pescado, huevos de no sé qué animal y verduras. Esto y un agua me costó 67 bates, menos de 2€. Cogí los palillos, me puse un poco de las salsas que había por allí, ya comer por primera vez en Tailandia, y en Asia…

Al terminar, pagué y al despedirme de la camarera que me había invitado a entrar y que fue muy amable en todo momento, me hizo el gesto típico que hacen los tailandeses para saludarse, mis manos unidas como si estuvieran rezando, bajando la cabeza y, como siempre, con una sonrisa. En ese momento fue cuando pensé, ¡ya estás en Tailandia!

Eran las 17:30h cuando salía del restaurante y pese a llevar poco más de 4 horas en Bangkok, ya tenía ganas de ir a dormir debido al largo día que llevaba y lo poco que había dormido en las últimas 24 horas. Así que paseé unos 20 minutos por esa calle y volví al hotel.

Vista des del balcó de l’hotel

A las 18h ya iba a dormir. Intenté alargar el máximo para evitar el jet lag pero no pude mas. Muy cansado pero muy feliz. ¡Por fin estaba por primera vez en el continente asiático!