A las 6:30h hora local aterrizábamos en Toronto, siendo ésta mi primera visita a Canadá. Extrañamente, durante el vuelo había podido dormir bastante, quizás casi 3 horas. Y digo extrañamente porque a mí me cuesta mucho dormir en buses, trenes y aviones. De hecho me despertó el golpe del avión al tocar tierra sin haber podido disfrutar de las vistas de Toronto durante el acercamiento. Por lo menos esto me permitiría poder llegar al apartamento bastante bien y aguantar buena parte del día sin trastocar demasiado el horario. Hay que tener en cuenta que al día siguiente iba a las cataratas del Niágara y por tanto tenía que vigilar al no dormirme en cualquier momento.

En el control de aduanas apenas había gente, además ya tenía el eTA hecho por lo que todo el proceso por inmigración es más rápido ya que la mitad del trabajo lo hace uno mismo en una máquina. Así pues, después de introducir todos los datos y contestar a las preguntas en la máquina, sólo tuve que hacer dos minutos de cola y ya me atendió un agente. Al contrario de lo que pensaba, el control del agente fue de los más complicados que recuerdo, más que en EE.UU. De hecho, en cierto momento tuve dudas de que me dejara entrar en Canadá. Me preguntó de dónde estaba, de dónde venía, qué equipaje llevaba, qué haría en Canadá y algunas preguntas más que se alargaron más de 5 minutos. Puede no parecer demasiado, pero cuando estás acostumbrado a pasar estos controles en 1 minuto y con dos preguntas, esto se hace muy largo, y más cuando piensas que puede que tengas que volver atrás.

De hecho ésta era la primera vez que en cierto momento temía que no me dejaran entrar en el país. En las más de 20 ocasiones anteriores nunca había tenido la sensación ni había sufrido para que me denegaran la entrada a un país, jefe. Pero ahora, a media entrevista pasé de contestar con la rutina que se contestan siempre estas preguntas a prestar más atención al agente y contestar lo mejor posible, pues su cara y la cantidad de información que quería eran realmente preocupantes. Además iba mirando una y otra vez todos los sellos que había en el pasaporte, no sé si buscando el de algún país en concreto o mirándolos uno por uno, pero en cualquier caso los revisó los 3 o 4 veces.

Creo que lo que no le hacía demasiada gracia era que hubiera pasado por tantos países antes de llegar allí, pues me preguntaba mucho por los motivos de ir a este u otro país. Yo intentaba dejarle claro que era una vuelta al mundo de 3 meses y que por tanto todas aquellas visitas eran normales. En cualquier caso por primera vez en la vida tuve esa sensación que mucha gente tiene pero que para ciertos privilegiados es algo impensable, como puede ser el miedo a que te denieguen la entrada a un país.

Finalmente el agente, que por cierto era un armario, selló el pasaporte primero sin decir nada, yo respiré profundamente, él dijo «welcome», me devolvió el pasaporte y por fin entré en Canadá sin más problemas.

Una vez en la terminal quería cambiar algo de dinero en efectivo para tener dólares canadienses en monedas para poder subir al bus ya que sólo aceptan monedas y no dan cambio. Aún me quedaban ringidos de Malasia por valor de unos 40€ por lo que intentaría cambiarlos.

Busqué por toda la terminal y sólo había una casa de cambio por lo que, evidentemente, sería cara. La verdad es que por ser el aeropuerto de Toronto me pareció bastante pequeño. Y efectivamente, el tipo de cambio era bastante malo y además tenía una comisión de $3,50. Sin embargo decidí cambiarlos porque sino ya no sabía que acabaría haciendo con los ringgits, mejor eso que que me los acabara quedando. Me dio $44,75 canadienses cuando sin comisión y al cambio real habrían sido $57. Toma ya, $12 menos por la cara.

Previamente había sacado $40 dólares de un cajero con la tarjeta de Bnext pagando una comisión de $3 que en principio Bnext debería devolverme para ser justamente ésta una de sus ventajas. Por tanto, ya tenía casi $85, suficientes para pasar los 3 días previstos en Canadá y poder pagar las atracciones de las cataratas del Niágara. Hay que tener en cuenta que el alojamiento y algún transporte ya los tenía pagados.

Llegaba ya el momento de ir a buscar el bus, una de las cosas que no tenía nada claras que fuera bien, pues por Internet había encontrado poca información, parecía que eran bastante caros, no daban cambio y la combinación hasta el habitación que tenía reservada no era demasiado buena. De hecho, si los cogía tal y como había visto, podría tardar una hora en llegar al apartamento mientras que caminando serían unas dos y media. Me conecté al WIFI del aeropuerto y busqué a Moovit. Debería coger 3 buses pero de compañías diferentes, por lo que debería comprar al menos 2 billetes que ya serían unos $7, por lo que no me llegaba, es decir, debería pagar con un billete de $20 y sin cambio. Entre esto y que en bus tardaría 1 hora y media y caminando dos y media, decidí ir andando y así ya ver algo de Toronto aunque fueran las afueras, pues no tendría demasiado más tiempo para ver la ciudad y todo lo que pudiera aprovechar sería bienvenido. Estas cosas no las puede hacer todo el mundo pero es que a mí me gusta andar por las ciudades nuevas, sobre todo si es la primera visita que hago, y superar este tipo de retos, pues andar algo más de 10 kilómetros con la maleta es ya un reto en sí mismo.

Así que sin pensármelo demasiado rato mas, pues podría acabar por no hacerlo, miré la ruta a pie en Google Maps y empecé a andar. Cabe decir que lo hice porque no hacía calor, pues todavía no eran ni las 8 de la mañana, sino no lo habría hecho. Puede parecer que Toronto es una ciudad más fresquita por estar tanto en el norte, pero en verano hace más calor que en Barcelona.

Como era de esperar, salir del aeropuerto fue complicado y largo, pues acabas dando un montón de vueltas para salvar los aparcamientos, terminales y pistas. Estuve 15 minutos andando para pisar calle normal. Eso sí, el aeropuerto está a las afueras de Toronto pero muy cerca de la ciudad, por lo que nada más salir del aeropuerto ya estaba en un polígono industrial de la propia ciudad.

La primera mitad del camino no tenía demasiada gracia, pues sólo había naves industriales, carreteras tipo rondas y algún río. Al menos el camino podía hacerse a pie sin demasiadas dificultades ya que prácticamente en todas partes había acera o al menos un espacio en el arcén de la carretera. Y eso que puede parecer una tontería, no lo es en absoluto, pues en alguno de estos trayectos he tenido que andar kilómetros a un palmo del paso de coches y camiones. Por lo menos aquí la seguridad era buena y no sufría por un posible atropello. De vez en cuando veía alguna ardilla que me hizo bastante gracia ya que no me esperaba ver, y tantos. De hecho, en algún tramo se me cruzaban continuamente.

La segunda mitad del trayecto hasta el apartamento era más entretenida al pasar por barrios más residenciales, ver más gente, más tiendas y en general más ambiente de ciudad aunque a la vez también avanzaba el día por lo que poco a poco iba aumentando el calor. Al calor se sumaba el cansancio de llevar una hora y media caminando cargando la maleta. Además empezaba a tener sed y no encontraba ni fuentes ni sitios donde comprar agua. En cualquier caso, ya me esperaba que algún momento del camino fuera duro.

En este trayecto ya pude ver una de las características que hacen de Toronto una ciudad única en el mundo, su multiculturalismo, pues la mitad de la población no es de origen canadiense. De hecho, en algunas calles parecían todos extranjeros. Pero a diferencia de la inmigración en otras ciudades donde suele ser mas marginada, aquí la inmigración se ve como totalmente necesaria y por tan muy fomentada y cuidada, de hecho muchos de los inmigrantes son ingenieros o trabajan en sectores con sueldos muy altos y todo el mundo, sea ​​de donde sea, está totalmente integrado. No hay guetos ni problemas entre distintas nacionalidades. La armonía, la buena educación y la amabilidad se respiran en toda la ciudad. De hecho, una de las primeras cosas que notas cuando estás en Toronto por primera vez, es que a pesar de ser una gran ciudad con bastante tráfico, los coches siempre se detienen si ven a alguien con intención de cruzar la calle, aunque lo haga por donde no hay peatones. Es realmente asombroso ver cómo a 15 metros ya empiezan a frenar antes incluso de que hayas empezado a cruzar.

Durante la segunda mitad del camino, entre el cansancio y el calor que era cada vez más insoportable, fui haciendo varias paradas para descansar por lo que las dos horas y media que debía durar todo el camino acabarían convirtiéndose en 3. De todas formas tenía tiempo, pues teóricamente hasta las 14h la habitación no estaría preparada, y apenas eran las 10:30h. De todas formas ya había enviado un correo a los de la casa para preguntarles si podía entrar antes, contestando que probablemente a las 12:30h ya podría.

Cuando quedaban unos 20 minutos por llegar ya se me hacía realmente difícil continuar y no podía evitar sentarse un rato en cada banco que encontraba. Además el tramo final transcurría por una calle larguísima que encima provocaba una sensación de trayecto más largo, pues caminaba y anda y aquella calle no se acababa nunca. Por cierto, andando por esta calle me vino un olor muy fuerte de marihuana que venía de un chico que estaba fumando en el jardín de su casa. En ese momento me sorprendió cómo podía fumar aquello con el olor que estaba dejando a mitad de calle, aunque después pude comprobar que fumar marihuana en Canadá es legal y que son unos cuantos los que van fumando por cualquier parte de la ciudad .

Finalmente, sobre las 11:30h y cuando ya hacía 3 horas y media que había salido del aeropuerto, llegaba a la casa donde había reservado la habitación y que encontré sin ningún problema, pues en la reserva venían las coordenadas GPS que junto a Google Maps me dejaron justo en la puerta de la casa.

El check-in estaba en lea 14h pero ya les había enviado un email el día anterior para preguntar si podría entrar antes, respondiéndome que probablemente a las 12:30h la habitación ya estaría preparada, así que aproveché hora que quedaba por ir a dar un primer paseo por el barrio para ver cómo era y dónde había tiendas de comida u otros servicios interesantes.

Era un barrio residencial y bastante nuevo con casas unifamiliares típicas americanas con su jardín y coche en la puerta. Y sin cierre en el jardín, que es algo que siempre me ha extrañado mucho. Era muy tranquilo y totalmente seguro como, supongo, en todo el resto de Canadá. Los coches te dejaban pasar y los vecinos te saludaban. Un buen sitio para vivir.

Vi una escuela y fui para mirar si había una fuente. Esto es algo que siempre hago ya que es muy habitual que donde puedan haber niños, como una escuela o un parque, también haya una fuente de agua potable. ¡Y bingo! Justo en frente de la escuela había un parque con una fuente. Había estado caminando durante 11 kilómetros sin encontrar ninguna fuente, y ahora, justo al lado de donde dormiría y siguiendo mi instinto de bnuscar escuelas o parques infantiles, por fin encontraba una. Vi 1 litro de agua sin parar y me limpié un poco la cara y los brazos. Me senté en un banco del parque unos 5 minutos y como nuevo, casi. En cualquier caso mucho mejor que antes y mas presentable para entrar en la casa sin parecer un vagabundo.

Alguien podría preguntarse por qué no compré agua por el camino si tanta sed tenía. Pues por varios motivos, aunque hay uno que siempre prevalece: Evitar gastos innecesarios. Es simplemente así como puedo estar viajando durante 3 meses dando la vuelta al mundo y visitando 7 países, algunos de ellos de los más caros del mundo. Y alguien podría preguntarse: «¿Pero comprar agua es un gasto innecesario?» Pues dicho así no, pero si tenemos en cuenta que a lo sumo a las 12:30h ya podría beber tanta agua como quisiera en la casa donde tenía la habitación reservada, entonces si que comprar agua habría sido un gasto innecesario. De todas formas, tampoco encontré ninguna tienda abierta por el camino donde poder comprar agua. Algunas estaban cerradas por la hora y otras eran tipo centro comercial donde no quería entrar con la maleta sólo para buscar una botella de agua. En cualquier caso, al final acabé encontrando agua antes de lo que pensaba.

Hacia las 12h fui hacia el apartamento ya sabiendo que todavía era demasiado pronto, pero prefería esperarme por ahí que seguir dando vueltas, pues el cansancio ya era absoluto y el calor bastante insoportable. Al menos aquí no había tanta humedad como en Tailandia por lo que en la sombra todavía estaba bien. Eso sí, el sol picaba mucho.

Cuando llegué a la puerta de la casa, justo salía un chico chino que me preguntó qué quería. Le dije que tenía una reserva y le enseñé el comprobante. Me dijo que sí pero que la entrada era a partir de las 14h. Le dije que había quedado con alguien por las 12:30h y después de hacer una llamada lo confirmó y me dijo que pasara adentro donde podría esperar en la sala de estar. El chico era muy simpático y atento.

Pocas veces alquilo una habitación privada, normalmente o apartamento enteros u hoteles, pero en este caso la casa me pareció bastante bien, con suficiente privacidad y sobre todo un buen precio teniendo en cuenta la zona, pues los precios de los hoteles en Toronto son demasiado caros. Eso sí, el barrio quedaba lejos del centro aunque por precio seguía saliendo mejor incluso contando el precio de los trayectos de ida y vuelta hasta el centro.

La casa tenía dos plantas. en la planta baja estaba la cocina, el comedor, una sala con lavadoras y una habitación. Y en el piso de arriba, 4 habitaciones y un baño, entre ellas la mía. El chico me enseñó por encima dónde estaban las cosas y la contraseña del WIFI antes de seguir limpiando sábanas. Me senté en una silla del comedor, me preparé un café en la cocina y en taza normal, saqué el portátil y me conecté a Internet.

La conexión iba rapidísima, sin duda la más rápida que había encontrado en todo el viaje. Por lo menos era fibra a 50 mb/s que por ser una casa vacacional es mucho. Así que aproveché para subir algunos archivos que no estaba seguro si se habían subido bien. Se subieron en un momento. Las copias de seguridad que en otros sitios tardaban horas en subirse, ahora no habían tardado ni 5 minutos. Aproveché para escribir el diario e introducir gastos en Excel del viaje mientras me tomaba el café hasta las 12:20h que el chico bajó para decirme que la habitación ya estaba lista. ¡Qué rápido! Me terminé el café, el chico me dio las llaves y subí con todo el equipaje a la segunda planta donde estaba mi habitación, la 5.

La habitación tenía una cama de matrimonio, una silla y una pequeña mesa, demasiado baja como para hacer de escritorio. Por suerte sólo estaría dos noches por lo que tampoco le echaría demasiado de menos. Tenía una ventana encarada al centro de Toronto por lo que tenía unas buenas vistas, al menos las mejores de la casa. El baño estaba justo al lado y era compartido por 3 habitaciones más. Se veía todo muy nuevo, limpio y otros educados y silenciosos.

Dejé las cosas, saqué lo básico, como portátil, cargadores, neceser, etc. y estuve una hora mirando rutas, haciendo copias y algo más mientras pensaba si saldría o no. Pero hacia las 14h vi que estaba ya muy cansado y que tenía mucho sueño, por lo que decidí ir a dormir, pues estaba seguro de que dormiría 12 horas y me despertaría al día siguiente de madrugada para tener algo de tiempo hasta hacia las 5 o 6 de la mañana que quería marcharse para poder ver un poco a Toronto antes de estar a las 10:30h en la terminal de autobuses donde ya tenía el billete de bus reservado para ir hacia Niágara. Había que tener en cuenta que esa noche había dormido muy poco, mal y encima había caminado más de 3 horas, por lo que el agotamiento era considerable.

Así que a las 14h me estiré. La cama era muy cómoda, se notaba que era un buen colchón, ya diferencia de la temperatura exterior, en la habitación no hacía nada de calor, de hecho todo lo contrario, incluso hacía algo de fresquito que te obligaba a taparte y así incluso dormir mejor. Lo malo, como siempre, es que fuera de España no existen las persianas por lo que por la mañana se vería un poco la luz del sol a través de las cortinas que no eran del todo opacas. En cualquier caso un muy buen sitio para dormir, fresquito, cómodo y muy silencioso, incluso en pleno día como que eran las dos del mediodía.

No hacía ni siquiera 24 horas que todavía estaba en México sin saber dónde estaría al día siguiente ni cómo acabaría de dar la vuelta al mundo. Pero finalmente todo había ido perfectamente bien y ahora estaba por fin en Canadá por primera vez ya punto de acostarse en una habitación comodísima en una casa nueva en un barrio residencial de Toronto, una de las ciudades más inclusivas del mundo. Quien lo habría dicho en el momento en que me comunicaron que el vuelo estaba cancelado.

Y en menos de 24 horas más, estaría admirando las cascadas más famosas del mundo. La verdad es que estaba algo nervioso de tantas ganas que tenía ya de verlas.

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