Primera noche del viaje pasada, durmiendo con 23 personas más y en una ciudad en la que no se superaron las 3 horas de oscuridad debido al sol de medianoche. Eran las 8 de la mañana cuando me despertaba, ya diferencia de lo que pensaba, después de haber dormido casi 10 horas. Y digo a diferencia de lo que pensaba porque teniendo en cuenta que antes de que yo ya se iría despertando gente, tenía bastante asumido que alguno de ellos me despertaría antes de que me despertara yo. La noche anterior sólo había podido dormir 3 horas en casa de mi padre y me había pasado casi todo el día caminando, por lo que era importante que esta noche pudiera dormirla bien.
Era sólo la tercera vez que dormía en una habitación compartida pero dormí perfectamente. Qué diferencia con Playa del Carmen donde cada vez que alguien despertaba hacía tanto ruido que se despertaba todo el mundo. Aquí, al despertarme, vi que ya se habían ido 8 o 10 personas y ni me había dado cuenta. Ninguno había hecho suficiente ruido como para despertar a nadie. Incluso en ese aspecto se notaba la educación nórdica. Además el colchón era comodísimo y el silencio tanto en la habitación como fuera, como en la calle eran totales.
Con el sueño ya recuperada cogí la ropa y cosas por la ducha y fui a ducharme y arreglarme, también evidentemente sin hacer ruido aunque ya casi todo el mundo estaba despierto. Los baños eran muy grandes y tenían un montón de duchas, por lo que no había problemas de colas, pues tener que hacer cola para ir a la ducha o al baño es de lo peor que puede ocurrir en un hostel. Además las duchas eran buenas, las puertas herméticas y todo muy limpio. Lo cierto es que era de lejos el hostel en el que habría estado dispuesto a pasar más noches.
Una vez vestido fui a la cocina de mi planta con el portátil y la taza de café portátil que hoy estrenaría. La cocina parecía una cocina de restaurante, con un montón de fogones y fregaderos, 3 hornos y 3 neveras. Ademas era toda una sala con un montón de mesas.
Esta vez llevé mi propia taza de café portátil de silicona, pues en otros viajes no la tenía y en muchos lugares no podía tomarme café simplemente por no tener un vaso o taza donde ponerlo. Además también llevé leche evaporada por lo que pude tomarme el café como si estuviera en casa. Para mi poder tomar un buen café por la mañana en el mismo hotel, es casi imprescindible. Puedo viajar por donde esté y dormir donde esté siempre y cuando al día siguiente pueda tomarme un café tranquilo antes de salir a la calle.
Me senté en una mesa con el café y el portátil ya listo y empecé a escribir este diario hasta las 10 de la mañana que me preparé para ir a hacer nuevas visitas por Oslo. El objetivo principal del día era ver la sede del premio Nobel y Fortaleza, aunque intentaría visitar otros lugares.
Así que me abrigué bien, de hecho me tuve que poner todo lo que llevaba de abrigo porque apenas llevaba nada y estábamos a unos 12ºC y sobre las 11h salí también caminando como el día anterior directamente en la sede del Premio Nobel. La sede estaba muy cerca del puerto por lo que para llegar debía pasar por el centro de Oslo, zona que ya me conocía del día anterior. De hecho por el camino, sin apenas darme cuenta, volví a pasar por el Parlamento.
Ahora podía ver mejor la vida normal de la ciudad, pues parece que por la mañana las rutinas son más que ir a trabajar, por lo que se veía mucha gente haciendo su vida quotidiana, algo que me gusta mucho apreciar cuando soy en una ciudad por primera vez. Cabe decir que en Oslo no hay demasiado sin techo, pero alguno hay, cosa mucho más dura que en otros lugares debido al frío. A pesar de estar a las puertas del mes de junio y casi mediodía, hacía mucho frío, por lo que dormir de noche en la calle debe ser horroroso, por no hablar ya en pleno mes de enero.
Llegar hasta la sede del Premio Nobel fue más largo de lo que pensaba. El trayecto era realmente largo, pues prácticamente estaba cruzando Oslo de norte a sur, por lo que estuve casi una hora andando hasta encontrar la esperada suya.
Su sede está justo en el puerto, de hecho esta a escasos 10 metros del agua. En los alrededores estaba lleno de gente y sobre todo de grupos de estudiantes. Paseé un poco por el perímetro mirando el frontal y uno de los laterales del edificio y haciendo, cómo no, las fotos de rigor. Es un edificio sencillo pero bastante imponente y con una buena ubicación a la vez que extraña.
El puerto no era el de cruceros o grandes embarcaciones, sino el de pequeñas embarcaciones y precedido por un amplio paseo marítimo, por lo que la zona estaba muy bien y era muy agradable pasear por ella. De hecho en ese momento empezaba a salir el sol ya subir la temperatura, por lo que una vez vista la sede del Premio Nobel fui caminado por el paseo hasta unos 15 minutos hasta llegar a Fortaleza.
Fortaleza fue lo que más me sorprendió por el hecho de que no me esperaba que fuera como era. Claro que había visto fotos, pero no sabía que allí dentro viven militares. Pensaba que Fortaleza serían sólo las murallas y las buenas vistas que había desde ellas, pues se podía subir. Pero no, por un lado el acceso es totalmente público y libre y por dentro parece un pequeño pueblo con edificios por los militares y rodeado por las murallas originales e incluso con los cañones. Era curioso, pues mientras tú vas por ahí dentro haciendo fotos, te vas cruzando continuamente con militares uniformados que viven allí. Y extrañó que los coches deben pasar un control antes de entrar el recinto pero en cambio los peatones podemos entrar sin que nadie diga nada. Entras por una puerta sin que ni siquiera te miren. De hecho la primera vez no sabía bien qué hacer, pues no sabía si yo podría entrar por allí o si me dirían algo, hasta que vi entrar a una familia y yo fui detrás.
Todo el recinto es muy grande y permite que dentro, aparte de los numerosos edificios existentes, haya grandes zonas verdes e incluso un pequeño lago. La tranquilidad es total por lo que es un buen sitio para desconectar de la ciudad. Eso sí, lleno de turistas y de muchos locales que simplemente entraban allí para ver el mar tranquilamente. De hecho, estuve un buen rato caminando hasta llegar a la zona de viviendas y otros edificios, pues tenía mucha zona verde en la que había muchos grupos de estudiantes por allí caminado. De hecho me pareció una especie de parque municipal donde la gente va a desconectar y disfrutar de las vistas aunque rodeado por militares.
A pesar de la presencia constante de militares, la mayoría, van sin armas (sólo los que stand y guardia), por lo que caminar en medio de ellos no provoca ningún tipo de intimidación, de hecho todo lo contrario, son muy abiertos y de hecho parece que les gusta que la gente vaya a ver dónde viven.
Después de andar un rato por los prados y caminos del recinto, subí hasta el punto más alto de la muralla que daba al mar. Una vez arriba hay un camino que permite seguir toda la muralla pero desde el punto más alto, ofreciendo además unas vistas magníficas del mar y de buena parte de la costa de Oslo. Sólo por esas vistas ya valía la pena entrar ahí dentro. Incluso en esta zona había un restaurante con la terraza al otro lado de la muralla con vistas al mar. Ni miré los precios, pues si un bar normal ya era carísimo, éste no quería ni saberlo.
Ese día iba sin la mochila y por tanto sin provisiones. Así que una vez hube visto bien toda la Fortaleza fui a buscar algún sitio donde comer o comprar algo. Había leído que el sitio más barato donde comprar era en los súper Kiwi, y eso en Oslo se debe tener muy en cuenta ya que un bocadillo pequeño te puede salir por 10€ y que además ni te quitaría el hambre. Así que busqué algún Kiwi en Google Maps y encontré uno relativamente cerca. Fortaleza quedaba junto al mar pero cerca del centro, donde estaba Kiwi, así que caminé hasta allí viendo ahora a mucha más gente por la calle que hacía poco rato. Supongo que era por la hora y por el desayuno que se joden los noruegos, pues por lo que se ve el desayuno es la única comida que hacen seguro mientras que el resto del día comen cuando pueden pero ya cada uno cuando quiere y la cantidad que quiere, de hecho casi que ni tienen las palabras almuerzo y cena.
Nada más entrar llamaba la atención que todos los trabajadores eran inmigrantes, quizá por eso era de los súper más baratos de Noruega… Compré una ensalada de queso y jamón ya preparada por 5€ pero pensada para comer al día siguiente en el avión de camino a Bangkok, pues iba con Norwegian y estos no me darían ni agua. Además compré un par de cervezas por unos 4,50€ ambas, mucho menos que los 14 o 15 que pueden costarte en un bar. Así que menos de 10€ por una ensalada muy completa y dos cervezas. Increíble estando en Oslo.
No llevaba ninguna bolsa por lo que tuve que pedir una en la caja, pero no había pensado en el ecologismo de este país que junto con los precios desorbitados hicieron que me llevara un buen susto cuando vi que me habían cobrado 1€ por la bolsa! Lección aprendida…
Desde allí ya busqué el hostel en Google Maps y a andar. Hacía muy buenos días aunque la temperatura no acababa de subir del todo. Estaba bien pero todavía tenía que ir con manga larga. Intenté ir por calles por las que no había pasado aún para ver lo máximo posible de Oslo. Por donde fuera el silencio, la tranquilidad y la educación eran totales. Casi todos los coches eléctricos y ninguno tocando el claxon, por lo que ir por el centro de la capital del país era como caminar por un pueblecito, algo que no había visto a ninguna parte. Además todo el mundo era muy educado, cediendo el paso siempre y sin gritar. Daba gusto pasear por el centro de la ciudad.
Intenté llegar al hostel cruzando el barrio de Grünerløkka, pues ya lo había visto un poco el día anterior pero muy poco, y realmente es un barrio que vale la pena ver, pues es el barrio más auténtico y diferente de Oslo, aún con ese estilo bohemio e incluso revolucionario aunque con mucha mas clase y limpieza que otros similares en otras capitales. Aquí es donde se veía sobre todo la arquitectura típica de Noruega y las tiendas de barrio de toda la vida dándole una personalidad única.
Además por el camino iba cruzando ríos y prados, pues Oslo está plagado de ríos y zonas verdes, de hecho en algunos lugares parece que camines por el medio de la montaña.
Hacia las 14h llegaba al hostel donde primero me tomé una de las cervezas y después comer el penúltimo sándwich que me quedaba. No quería comer demasiado ya que no quería quedarme dormido, pues ese día debería ir a dormir pronto ya que al día siguiente marchaba hacia Tailandia. Así que me terminé el sándwich, recogí un poco las cosas y dejé la maleta a punto para el día siguiente tener que hacer lo justo, y fui hacia la planta baja del hostel donde había una sala con mesas y sofás con un montón de ostas la mayoría trabajando en sus portátiles. Era un hostel pero parecía un hostel de trabajadores normales, algunos nómadas y otros residentes. En cualquier caso, un hostel con mucha clase y ostas de cierta categoría. Me senté un rato en aquellos sofás tan moderno y cómodos y aproveché para mirar correos, itinerarios, reservas, etc. Comprueba un poco que todo estaba bien y lo tenía todo listo para el largo viaje.
Llevaba más de 24 horas en Noruega y aún no había necesitado nada efectivo. De hecho ni llevaba, sólo la tarjeta de Revolut con la que pude pagar todo lo que había comprado hasta entonces. Así si que da gusto viajar, sin tener que preocuparse por el efectivo ni las comisiones. Lástima que en algunos países esto sea imposible.
Lo dejé todo listo para el día siguiente sólo ducharme, vestirme, tomar el café y marcharme, y hacia las 19h fui hacia abajo a mirar qué tiempo hacía, pues tenía pensado ir a cenar en un Burger King que había visto en Google Maps que me quedaba a unos 10 minutos andando. Estos sitios a veces son buenas opciones si pretendes no gastarte un dineral en una cena ni tienes ganas de hacer la comida. El problema era que lloviznaba un poco, pero poco a poco cada vez iba lloviendo mas. Aquel día habíamos pasado de estar el día tapado y muy frío por la mañana, a solear al mediodía y ahora por la tarde llover. Un tiempo muy cambiante y muy frío, pues ahora hacía más frío que el que hacía por la mañana.
Hacia las 20h paró algo de llover y aproveché para ir al Burger King, pues ya me había hecho la idea de cenar hamburguesa. A paso ligero fui hasta el Burger King pasando por algunas calles que ya conocía y otras nuevas. Había alguna persona por la calle pero en general, por esa zona, apenas había nadie. Si bien es cierto que lloviznaba y hacía frío, no dejaba de estar en una capital de país, por lo que realmente me pareció que había muy poca gente por la calle. Acostumbrarse a vivir en países como éste debe ser realmente difícil a menos que hayas nacido.
Al cabo de 10 minutos llegaba al Burger que estaba vacío como era de esperar, pues la calle ya lo estaba de vacío. Pedí sólo hamburguesas ya que pedir un menú es siempre más caro por la bebida. Lo mejor es no pedir bebida y ver una vez llegas al hostel o donde quiera que esté, de esta manera puedes cenar en Oslo por 5€ tal y como hice yo. Vi en un cartel una oferta de dos hamburguesas por 48 coronas, unos 4,90€, así que no lo pensé demasiado y pedí dos hamburguesas. Con esto ya tendría suficiente para cenar, pues una era de pollo rebozado y la otra doble. Evidentemente, como en todas partes en Noruega, pagué con tarjeta.
Hacía cierta gracia el hecho de que de entrada todo el mundo te hablaba en noruego, pero tú al saludar en inglés, inmediatamente cambiaban a un inglés más perfecto que el de Londres.
En todo el rato que estuve en el Burger, sólo entraron lo que parecían 3 estudiantes y que eran, como no, españolas. A esas horas por la calle y cenando en un Burger, sólo podían ser españoles. Así que ya éramos 4 de 4 ahí dentro.
Al terminar de cenar volví hacia el hostel pero aproveché que pasaba por delante de un súper Kiwi para comprar alguna galleta o pasta para comer ahora de postre o al día siguiente, ya que seguramente sería un día lo suficientemente largo. Así que entré y compré un paquete de galletas y otro de unas pastas también dulces. Evidentemente pagué los 4,80€ que costaban ambas cosas con tarjeta.
Y si en la ida ya iba casi solo por la calle, ahora ya iba completamente solo. Sólo un par de despistados que salían de algún local tipo bar y caminaban sin demasiado rumbo fijo.
Cuando me quedaban unos 5 minutos para llegar al hostel, las 4 gotas se convirtieron en unas cuantas mes, por lo que tuve que acelerar el paso porque ahora sí que mojaba demasiado como para ir andando tranquilamente. Menos mal que ya había cenado y ya estaba volviendo.
Eran casi las 21:30h cuando llegaba al hostel, habiendo caminado por unas calles desérticas, frías y totalmente silenciosas, pareciendo más un pueblo del Pirineo que la capital de Noruega. Si la situación ya era así casi en junio, no quiero ni imaginarme cómo será en pleno enero.
Al día siguiente quería despertarme hacia las 7 de la mañana por lo que iba perfecto de horario. Llegué, preparé ya la ropa para el día siguiente y guardar todo lo posible de la maleta, y hacia las 22h a dormir ya descansar que al día siguiente ya se marchaba al segundo país del viaje y en el que me estaría más tiempo. 3 semanas en Tailandia, desde Bangkok hasta la frontera con Malasia.