Me desperté a las 5:30h después de haber dormido sólo 5 horas para no tener suficiente sueño la noche anterior. Aún así me desperté bastante bien supongo que para no llevar cansancio acumulado.

Ese día se marcharía de la isla de Koh Lanta para ir hacia Krabi Town donde sólo pasaría una noche para hacer escala ya que al día siguiente marcharía hacia el Golfo de Tailandia, y el bus que tomaría salía de Krabi a las 7 de la mañana , por lo que quería ya dormir esa noche en Krabi. Así pues una pequeña parada en Krabi, ciudad donde muchos viajeros hacen como yo, pasar sólo una noche para seguir su camino hacia las islas del Mar de Andamán (de dónde venía) o hacia el Golfo de Tailandia (cabeza donde iba). Realmente hay muy poca gente que pase unos días en Krabi, pues es una ciudad sin ningún encanto aunque yo si hubiera tenido más tiempo seguramente si me hubiera quedado más días, pues el simple hecho de que no haya demasiado turismo , ya es algo que me interesa, sea cual sea la ciudad.

El día anterior había reservado un servicio de minivan que me pasaría a recoger a unos 100 metros del hotel sobre las 8:30h y en unas 3 horas me dejaría en el hotel reservado en Krabi. Recomendaban estar en el punto de recogida 30 minutos antes ya que es una minivan que va recogiendo a los pasajeros por diferentes puntos, por lo que no se puede saber la hora exacta a la que llegan. Así que para evitar problemas, a las 8 ya quería estar en su punto de recogida aunque tuviera que esperar una hora. Mejor esto que que lleguen y no estés, y de hecho con estas minivanes siempre es lo mismo, la hora de recogida es una franja y no una hora exacta, como es evidente. En cualquier caso una forma de ir a Krabi muy cómodo y bastante bien de precio.

Como todas las mañanas me tomé el café, me duché, escribí el periódico, miré correos, acabé de guardarlo todo en la maleta ya las 8 en punto iba a hacer el check-out. Pero cuando llegué a la recepción, que era el comedor de la casa, allí no había nadie aunque estaba todo completamente abierto, la puerta de la calle abierta y todo a la vista, sin embargo, gritando incluso, no va aparecer nadie. Así que dejé las llaves de la habitación sobre la mesa y me fui. Cabe decir que aquella imagen lo decía todo y reflejaba muy bien lo bueno de vivir en esta isla. Poder dejar todas las puertas de tu casa abiertas y marcharte sin miedo a que alguien te robe, es algo que se puede hacer en muy pocos lugares.

A las 8:05h ya estaba en el punto de recogida, en la misma carretera de siempre, y allí a esperar. A las 8:25h, un chico de una casita de información turística que había allí mismo me dijo que me sentara en un banco de la propia oficina. Me preguntó adónde iba y me dijo que por allí normalmente pasaban a las 8:40h. El chico fue muy amable porque incluso limpió el banco donde me senté ya que estaba muy mojado de tanta lluvia que caía allí. Yo tenía una reserva que no había hecho con él, pero aún así me trataba como un cliente mas, ¡incluso me ofreció café!

Y efectivamente, hacia las 8:45h llegó una minivan que entró en la calle por donde se suponía que debía entrar para ir a recogerme, me levanté para pararla, le enseñé el billete desde el móvil y efectivamente era esa minivan. Me despedí del chico de la oficina de turismo, subí a la minivan y fuimos.

Dentro sólo éramos 4 o 5 personas. Yo pensaba que quizás ya no se llenaría mas, pero que va. A menos de 50 metros de donde me recogió ya volvió a parar para recoger a una pareja que llevaba un montón de equipaje. La van no estaba preparada ni para llevar una maleta, de hecho no tenía ni maletero, las maletas iban quedando como podían por el suelo y debajo de los asientos, por lo que albergar todo lo que llevaban aquéllos fue complicadísimo. Y aquí no terminaba, pues todavía tenía que recoger 3 o 4 personas mas aunque éstas ya parecían locales y no llevaban tanto equipaje como llevábamos los demás. Al final toda la minivan llena y maletas por todas partes, de hecho cada vez que alguien bajaba tenía que hacer un montón de maniobras para no pisar ninguna, aunque acababan pisando unas cuantas.

De hecho estuvimos recogiendo pasajeros hasta más allá del río al que había ido el día anterior, casi hasta el propio muelle de Koh Lanta.

Al igual que en la ida, subimos al ferry para pasar a la parte continental y seguir el camino hacia Krabi Town. Hacia las 10:30h llegábamos al aeropuerto de Krabi donde bajaban los primeros pasajeros, ya partir de ahí ruta por Krabi para ir dejando a todos.

Supuestamente ya sabían dónde debían dejarme, por lo que yo iba tranquilamente mirando por la ventana para irme haciendo ya una idea de cómo era Krabi. Como ya había leído, una ciudad muy normal, sin turismo, bastante grande y la gente haciendo su vida normal. Nada que ver con koh Lanta donde parecía que el tiempo se había detenido. Aquí ya todo era más normal aunque evidentemente con el encanto que tienen las ciudades tailandesas, con sus habitantes siempre sonriendo y los impresionantes templos budistas por doquier. Ésta no era una ciudad que viviera del turismo y eso se notaba, pues nadie te detenía por la calle para venderte algún tour o taxi al verte extranjero.

Yo fui el penúltimo en bajar de la minivan por lo que estuve unos 30 minutos dando vueltas por Krabi. De hecho, el chófer me preguntó dónde debía dejarme aunque yo ya había especificado un punto al hacer la reserva. De todas formas cuando me lo preguntó ya estábamos muy cerca. Me dijo que se sentara delante para ir indicándole. Yo ya iba mirando a Google Maps por dónde íbamos y dónde estaba el hotel y casualmente ya estábamos en un lugar donde sólo teníamos que seguir recta una avenida y ya estaríamos. Le fui indicando cómo pude ya que no tenía ni idea de inglés pero como todos los tailandeses tenía mucha voluntad por hacerse entender y por entenderme, por lo que en menos de 5 minutos llegamos al hotel.

Bajé, nos despedimos y caminé los 50 o 100 metros hasta el hotel ya que el GPS había reaccionado tarde y le dije al chico que parara cuando ya nos habíamos pasado. Poco a poco el GPS fallaba cada día un poco más, algo que ya había notado en Bangkok y que de momento no le daba ninguna importancia pero que acabaría siendo un problema en las islas del Golfo de Tailandia.

Me costó un poco encontrar el hotel, creo que en Google Maps estaba ubicado unos 10 metros más allá. El chico de una peluquería me vio pasar y mirar y salió para preguntarme si quería cortarme el pelo, le dije que no, que estaba buscando un hotel. Entonces salió otro señor preguntando cuál, le dije RC Apartments y me señaló un edificio al otro lado de la calle. Yo le hice caso y fui pero sin esperar a que estuviera allí, pero efectivamente, estaba allí. Pues aún suerte que me lo dijo porque sino vete a saber cuánto habría tardado en encontrarlo todo y tenerlo a la vista. Estas ayudas inesperadas te salvan de estar un buen rato dando vueltas además de ser una prueba más de la buena predisposición de los tailandeses. Llegamos a tardar 30 segundos mes en encontrar el hotel y habrían salido todos los clientes de la peluquería en ayudar.

Entré e hice el check-in en 2 minutos, pues sólo enseñé el comprobante de la reserva y el pasaporte y como ya estaba todo pagado la chica me dio la llave de la habitación y subí directamente en la segunda planta.

La habitación era mucho mejor de lo que me esperaba. Para empezar no recordaba que tenía baño propio, pero además tenía TV, nevera con congelador e incluso cafetera. Aparte de una mesa para comer y un escritorio. De hecho ésta era la habitación más completa en la que había sido hasta ahora, aunque no demasiado más que la anterior, la de Koh Lanta. La de Koh Lanta era aún mayor que ésta pero aquella no tenía TV ni cafetera. Además la habitación daba a la calle para lo que había venido, una avenida lo suficientemente grande, cosa que casi ninguna habitación tenía, pues muchas daban al patio interior. Así pues, una habitación perfecta.

Mientras dejaba las cosas una mujer pasó por el pasillo y me preguntó cuántos días me estaría, a lo que respondí que por desgracia sólo uno, pues me había gustado mucho la habitación, a lo que ella va respondió que efectivamente un día era poco. En cualquier caso mi intención era sólo pasar la noche para seguir el camino hacia el Golfo de Tailandia.

Dejé las cosas, me preparé un café por primera vez en una cafetera, miré cómo ir al templo de las Cuevas del Tigre (aunque finalmente no fui) y escribí un poco el diario mientras me acababa el café y disfrutaba de la vista por la ventana. Una vez terminado en unos 30 minutos, ya salí a dar una vuelta. El Templo de las Cuevas del Tigre podría estar bien ya que permite disfrutar de una vista de 360ºC desde un punto elevado de buena parte de la provincia de Krabi, pero estaba muy lejos y además hay que subir 1200 escalones, y todo ello con un calor insoportable.

En vez de eso fui a almorzar a un restaurante un buen pescado ya que el día anterior me había quedado con ganas de pescado o marisco. Fui caminando hacia arriba por la misma calle del hotel por donde había un restaurante cada 5 metros hasta que vi uno, el Somtam Hua Saphan, donde tenían peces grandes y enteros haciéndose en una especie de barbacoa. Primero los miré y seguí caminando, pues quería esperar un poco ya que eran apenas las 13h, pero como ya hacía horas que me había despertado y tenía mucha hambre, volví atrás, volví a mirar a los peces, voy preguntar su precio y entré. El pescado costaba 150 bates, evidentemente bastante más caro que otros platos, pero ya llevaba días en Tailandia y que veía estos peces, y aunque el pescado no es el que más me gusta, éste está muy bueno y más de la forma que lo hacen. Además 150 bates apenas son 4€.

Supongo que debería ser por la hora pero el restaurante estaba casi vacío. Estaba hecho en buena parte de madera y cañas lo que hacía que fuera algo más fresquito que otros edificios. Me senté en una mesa cerca de la barra y junto a los ventiladores que la chica del restaurante enfocó hacia mí, pues ya me veía poco acostumbrado ese calor y humedad. Esta era la segunda vez que comería sentado en un restaurante, pues casi siempre lo comía en la habitación o en lugares ambulantes.

Aparte del pescado pedí arroz frito con pollo, picando como siempre. Me llevaron el pescado con la piel ya separada y empecé a comerlo. Estaba muy bueno, muy tostado y con sal gorda por encima que le daban aún más gusto.

Fue seguramente el almuerzo más abundante que había hecho hasta entonces, pues normalmente el almuerzo sería el plato de arroz con pollo y ya está. Aún así seguía siendo un almuerzo con pocas calorías como suelen hacer los asiáticos, completo pero pocas calorías. Así pues, no están delgados para que no coman sino porque todo lo que comen tiene muy pocas calorías.

Comí muy bien y todo estaba muy bueno, realmente ya necesitaba comer un poco de pescado. Parece mentira cómo el cuerpo a veces te pide cierto tipo de comida, porque yo no es que coma mucho pescado pero ya desde el día anterior que tenía muchas ganas.

Cuando fui a pagar la chica del restaurante me preguntó de dónde estaba, respondiéndole que de España pero que aún tardaría 3 meses en volver. Tenía un buen nivel de inglés en comparación con la mayoría de tailandeses, y como muchos, interesada en saber más de dónde venía y qué hacía. Se quedó muy sorprendida al decirle que estaba dando una vuelta al mundo de 3 meses y estuvimos unos 5 minutos charlando de lo que había visto ya de Tailandia y de lo que me quedaba por ver, que todavía era mucho.

Seguidamente volví al hotel, pues yo después de comer tengo que descansar. Si no tengo más remedio, pues no, pero si puedo elegir siempre prefiero estirarme un rato. Ya en el hotel intenté no dormir pero fue imposible. Llevaba horas despierto después de dormir sólo 5 horas y habiendo comido más que cualquier otro día en Tailandia. Eso sí, a la que me desperté un momento y me había dado cuenta de que me había dormido, ya me levanté, algo que nunca hago pero que ese día no tenía más remedio por el poco tiempo que tenía.

Eran las 16:30h, me duché y salí a dar otra vuelta. Era consciente de que en Krabi sólo podría estar aquella tarde y que a las 19h ya está oscuro, por lo que quería aprovechar al menos un par de horas para ver la ciudad.

Aún intenté ir al templo pero de nuevo se hacía demasiado duro. A los 20 minutos de camino desistí. El camino de varios kilómetros ya desde el principio era en ligera pendiente. Además casi llegaría de noche a la base del templo y hay que tener en cuenta que una vez allí debería subir los 1200 escalones. Así que decidí olvidarme del templo y simplemente pasear un poco por Krabi contemplando la vida local de una ciudad no volcada con el turismo como otros.

La ciudad realmente no tiene nada especial tal y como ya había leído por Internet. Es una ciudad de unos 50.000 habitantes y con pocos turistas, pues básicamente se utiliza por lo mismo que yo, de punto de salida a otros destinos. Sin embargo a mí me gusta ver ciudades típicas del país, con poco turismo y donde se pueda apreciar la vida local, y Krabi lo es.

Así que estuve paseando hasta las 19h y aproveché para comprar comida para cenar y un poco por el trayecto del día siguiente a un 7-eleven, donde por cierto me atendió una chica que parecía nueva y supongo que por hacer las cosas bien, me despidió de la forma típica tailandesa, bajando la cabeza pero con las palmas de la mano unidas, además de una forma muy pronunciada que todavía no había visto. Muchos tailandeses ya me habían despedido así, pero no en un 7-elevan donde todo va más rápido y apenas hay tiempo para saludos. Esa noche probablemente cenaría en el hotel así que compré pasta y pescado enlatado que todavía no había probado nunca, a ver que tal. Además alguna cerveza, patatas y galletas para el día siguiente que no tenía demasiado claro a qué hora llegaría al próximo destino, Koh Tao. Todo ello por 167 bates, unos 4,50€.

Parecía hora punta o al menos la hora en la que muchos estudiantes y trabajadores vuelven a casa por lo que se veía a mucha gente esperando el bus o en taxis colectivos, algo más típico de lo que creía. Al menos el poco rato que estuve en la calle fue el rato que más gente había, por lo que pude apreciar bien las costumbres de aquella gente.

Estuve caminando sin rumbo fijo por las calles que mejor me parecían ya fuera porque veía un pequeño templo, casas originales o aglomeración de gente. De hecho vi cómo estaban construyendo un nuevo templo, algo que ni imaginaba que hicieran, pues me daba la sensación de que ya todos estaban hechos desde hacía décadas.

Casi 3 horas después de salir y cuando ya volvía al hotel pasé por delante del restaurante donde había comido y la chica se levantó para saludar, como es habitual, bajando la cabeza. Todo ello es de una amabilidad extrema, pues la chica sabía perfectamente que mañana ya se marchaba y que no volvería probablemente nunca más pero aún así se levantó expresamente sólo para saludarme.

No había visitado el templo pero había paseado por buena parte de la ciudad en la mejor hora para apreciar bien la vida local. Había comido un pez en la barbacoa buenísimo y ya había comprado comida para el viaje del día siguiente. A pesar de estar sólo una tarde en Krabi la había aprovechado bastante bien. Ahora ya estaba oscuro por lo que decidí ir al hotel a dejarlo ya todo preparado para el día siguiente y la cena. Con lo último en que me fijo al reservar un hotel es en cómo es la habitación, pero hay que decir que cuando de sorpresa es tan completa como la que tenía en Krabi es de agradecer, pues no eres consciente de lo bien que va una nevera o un microondas hasta que los tienes.

Una vez en la habitación me tomé una cerveza Chang mientras preparaba y comprobaba todos los billetes para el día siguiente, pues tomaría un bus y un ferry aparte del hotel de Koh Tao, la isla de los mochileros.

Hacia las 20h volví a salir a dar una vuelta para cansarse un poco más ya que si no iría a dormir demasiado tarde debido a que había hecho media hora de siesta.

Salié y fui en dirección contraria a la que había ido por la tarde para caminar por lugares aún no vistos. Iba por la misma calle del hotel que era una avenida grande e importante y tenía luz suficiente, pues otras calles quedaban completamente oscuras. De hecho en la que dejé aquella avenida la oscuridad ya era casi total sólo rota de vez en cuando por motos y coches. Se hacía realmente complicado andar así. Al menos aquí no había charcos fangosos como Koh Lanta, eso sí, muchísimos restaurantes e incluso el mercado nocturno con más restaurantes y música en directo. Es realmente impresionante la cantidad de restaurantes y lugares ambulantes de comida que hay por doquier, supongo que mucha gente nunca come en casa y por tanto hay una gran demanda. Esto hace que el olor de todo tipo de especias por todas partes es continuo.

Había mucha gente por la calle, mucha más de lo que me esperaba, y todo el mundo o casi todo el mundo personas locales. Los restaurantes estaban llenos y sobre todo el mercado era muy grande y completamente lleno de gente comiendo y bailando. Sí, bailando en un mercado municipal, pues más bien parecía una mezcla entre mercado y estadio de conciertos. Eso si, mientras andar por algunas calles era muy agradable, por otros daba un poco más de miedo debido a la oscuridad total pero sobre todo por los perros abandonados. Puede parecer raro, pero en buena parte de Tailandia el peligro no son las personas, pues es raro que alguien te asalte por la calle. Pero lo que si es más habitual es que un perro abandonado te muerda. Esto era algo que ya había leído por Internet cuando preparaba el viaje, aunque lo había leído de Koh Phagnan, una de las islas del Golfo de Tailandia a donde iría y donde se hace la Full Moon Party. Pero no es algo exclusivo de esa isla sino de buena parte de las ciudades tailandesas. Los perros son muy territoriales y aunque normalmente sólo ladran, hay que tener cuidado y actuar de forma correcta porque también hay muchos casos de personas que han sufrido mordeduras.

Pues yo decidí volver al hotel cuando un perro abandonado por poco me muerde. Menos mal que había leído cómo actuar ante una situación así y realmente me quedó la sensación de que aquello me había salvado del mordisco. Lo que recomiendan cuando un perro empieza a ladrarte es seguir caminando al mismo ritmo, ni frenar ni acelerar, y además mirar al perro de vez en cuando para que se dé cuenta de que lo ves y que no le tienes miedo, pero vigilando mucho como lo miras para que no se sienta amenazado. Es complicado y mas cuando un perro te está amenazando directamente, pero yo lo hice tal cual y realmente funciona. El perro iba haciendo intentos de ataque y yo muerto de miedo seguía caminando como si no pasara nada, mirándole de vez en cuando y que viera que no le tenía ningún miedo a pesar de estar cagado de miedo, y él aunque me siguió unos metros, a la que me alejé de su supuesto territorio volvió atrás. El perro no era ninguna merdeta, era muy grande y con muy mala leche. Entre esto y lo oscuro que volví casi corriendo hacia el hotel que por suerte ya lo tenía cerca, de hecho el incidente con el perro me había pasado en una calle que daba ya a la avenida donde estaba la hotel.

Hacia las 21h llegaba al hotel donde enseguida empecé a cenar. Comí fideos con un tipo de pescado en lata que había comprado por la tarde al 7-elevan. Con mesa para comer incluida, en esta habitación fue donde comí más cómodamente. Mientras miraba primero noticias del 324 y después La que se avecina que ya me había enganchado y me acabaría la temporada 11 en 5 días como mucho.

Hacia las 22:30h ya fui a dormir, pues al día siguiente debería levantarme hacia las 4 de la madrugada para ir hacia el Golfo de Tailandia. Primera parada: Koh Tao. Así pues, dejaba el norte y oeste de Tailandia para ir hacia el este, donde la meteorología sería muy diferente a la que estaba acostumbrado durante los últimos 4 o 5 días. Me esperaba un buen sol todos los días y 0 lluvias. El monzón y la tranquilidad ya quedaban atrás, pues sí que encontraría mejor tiempo pero también muchos más turistas.