A las 7h me despertaba con tiempo para tomar el café, escribir un poco el periódico, volver a mirar bien cómo ir a Kanchanaburi ya que no tenía demasiado claro el horario del tren y si podría llegar a la estación, aunque estaba cerca, había que cruzar el río, y eso no era fácil. Los puentes me quedaban muy lejos por lo que la mejor opción era cruzarlo en ferry, que si me quedaba muy cerca pero nunca los había visto.

Así que después de ducharme y terminar de preparar las cosas salí del hotel a las 11h, hora máxima de checkout, ya que la única información más o menos precisa que había visto sobre horarios del tren hablaban de uno a las 7:30h y otro a las 13:30h, que sería lo que cogería. Con estos horarios y esa incertidumbre era muy difícil hacer ningún tipo de plan.

Antes de marcharme ya quedé con la chica del hotel que al día siguiente volvería, pues pasaría una última noche en Bangkok antes de tomar el vuelo hacia Krabi que salía desde el aeropuerto secundario de Bangkok. Ya me dijo que tendría la misma habitación, la 502. Evidentemente por una noche mas no quería ir a otro hotel, quería estar en un sitio que ya me conociera.

Fui hasta el parque al que había ido dos días antes con el gay tailandés donde había visto lo que parecía una salida de barcos y que según Google Maps los ferrys podrían salir de esa zona, pero allí no había nada. Di una vuelta por el parque y vi a un grupo de gente que iba en una misma dirección y además en dirección al río cruzando todo el parque. Los seguí y efectivamente había un muelle con unas casitas de venta de billetes. Pedí por el barco que cruza el río y efectivamente salía desde allí a los pocos minutos y sólo costaba 15 bats, unos 0,40€. De momento, el primer escollo bien superado y de hecho más rápido y mejor de lo que me esperaba.

Al cabo de 10 minutos llegó el ferry, subí y en unos 5 minutos ya estábamos al otro lado del río, que por cierto, es un río enorme, de hecho más grande que cualquiera que haya visto en España. Una vez allí, seguir Google Maps caminando unos 15 minutos bajo el sol y arrastrando la maleta hasta la estación de tren. Al menos estaba en línea recta y no tenía pérdida. Por el camino había un mercado muy auténtico, básicamente de frutas, verduras y pescado. Además ya estaban cerrando por lo que el hedor era terrible. Eso sí, era de esos mercados que sólo se ven en Bangkok. Al lado también había pequeños mercados aprovechando las carreteras y puentes elevados para ponerse debajo. El suelo del mercado principal estaba pegajoso de sucio que estaba y en ese momento estaba pasando un camión para recoger toda la basura y restos de comida. La verdad que comprar comida allí a mí me haría algo de cosa por el tema de la salubridad, no parecía que allí la comida estuviera en las mejores condiciones. Lástima que ya estuvieran cerrando porque ver aquello en pleno funcionamiento debe ser un espectáculo. Había, literalmente, cientos de paradas.

La situación de los mini-mercados alrededor era aún más precaria ya que se ubicaban en lugares fangosos o directamente llenos de basura bajo los puentes de las rondas que pasaban por arriba.

Llegué a la estación sin más problema que cruzar la calle llena de coches y lo primero que fui a hacer, evidentemente, es preguntar la hora de salida del tren, que era a las 13:55h, así que tocaba esperar casi 2 horas y media. Teniendo en cuenta que pasaban 2 al día, pues la espera era realmente poca. El billete costaba 100 bates tal y como había visto por Internet. De hecho, todo lo que había visto por Internet era casi 100% exacto. Así que compré el billete y esperar.

A continuación miré a Google Maps donde estaba el 7-elevan más cercano para comprar agua y, sorpresa, en la zona no había ninguna, el mes cercano estaba a 2 km, no me lo podía creer. Así que fui a una tienda de allí la estación y la botella de agua que al 7-elevan costaba 14 bates allí costaba 30. Cuando el vendedor ya la sacaba de la nevera para dársela le voy decir que no, que era el doble de frente. No sé si creen que para ser guiri también debes ser estúpido. La cara que puso una decía todo. Creo que era el primer turista al que no pudo timar y eso se le notaba. Así que fui por el mercado y sus alrededores y la única parada que vi que tenían agua me la vendían a 50 bates. Volví a decirle que ni en broma, siempre con una sonrisa por supuesto. No sé si estos precios eran porque esperan a que regatees o porque eres extranjero, en cualquier caso le dije que era carísimo y me fui. Pero la sed empezaba ya a ser importante en cuanto vista la situación decidí bajarme los pantalones y volver a la tienda de la estación y comprarla por 30 bates. Pero cuando iba vi que justo delante de la estación había más paradas, de hecho había pasado al llegar a la estación, donde vendían comida y agua. Cada botella 20 bates, esto ya lo encontré razonable, pues esta gente seguramente compra el agua al 7-elevan y algún beneficio deben sacarlo. Así que compré el agua y en la parada de al lado dos pinchos de carne de pollo rebozado por 10 bates cada uno. Perfecto. Por 40 bates ya había desayunado y bebido un litro de agua.

Además de quitarme el hambre y la sed, pude conectarme a una red wifi abierta que había en la misma estación de tren, por lo que la espera se hizo mucho más corta. Al cabo de una hora esperando, compré otra botella de agua y dos pinchos mas, esta vez de salchichas envueltas con algún tipo de pasta frita, muy buenos también, así que 40 bates mas y ya casi que había hecho el desayuno-almuerzo antes de las 3 horas y media de tren que tenía por delante. Todo esto me había salido mucho mejor de lo que esperaba y ahora estaba allí ya comiendo y conectado a Internet mirando correos, contestando Whatsapp’s y escribiendo el diario mientras esperaba el tren que debía llevarme a Kanchanaburi.

A las 13:10h llegaba el tren ya las 13:55h en punto ya salíamos hacia Kanchanaburi. El tren era igual que el que cogí para ir a Lopburi pero al menos ese día no hacía tanto calor. Las nubes hacían que al menos el sol no picara tanto a pesar de que hay mucho también del calor que hacía, pues la humedad siempre es muy alta y hace calor igual, pero al menos no quema como los días sin nub

El trayecto en ciertos puntos es entretenido ya que ves los pueblos y los paisajes con una vegetación exuberante, árboles que nunca has visto y granjas junto a la vía. Durante muchos tramos el tren no para de silbar debido a la proximidad de las casas y los niños jugando tan cerca, así como las vacas que supongo que ya estarán acostumbradas a que el tren les pase a un metro de distancia. Las estaciones son como las de Cataluña de hace 30 años, todavía con personal indicando en el tren cuando puede arrancar y tocando una campana 3 veces para avisar de que el tren marcha de la estación. Y mientras en Cataluña lo típico es ver a cantantes o músicos en los trenes, allí son vendedores de comida. Vienen de todo, desde bolsas de patatas a platos completos preparados por ellos mismos, pasando por frutas o bebidas. La polea de vendedores es constante y en cada parada suben y bajan.

Pasé todo el trayecto mirando los paisajes y escribiendo el diario. Hacia las 17h pasó el revisor avisando de que la próxima parada era Kanchanaburi, algo que me fue bien porque el GPS fallaba mucho. Ahora todavía no era consciente de ello pero eso acabaría siendo un gran problema mientras estaba en Tailandia. En Kanchanaburi bajó mucha gente, pues era uno de los destinos principales de cualquier turista aparte de locales.

La primera imagen de Kanchanaburi fue, lógicamente la estación, pero la segunda, cómo no, un mercado. Los mercados están en el ADN de los tailandeses. Los hay en todos los pueblos y todos los días. Éste ocupaba toda una plaza justo frente a la estación ya diferencia de otras donde básicamente se vende comida, en éste había muchas paradas de ropa.

En la misma estación había dos chicas de un servicio de turismo que no había visto en ninguna otra estación y que informaban a los turistas. Les pregunté si era Kanchanaburi ya que por culpa de los fallos del GPS quería asegurarme de haber bajado a la estación correcta. Me lo confirmaron y salí de la estación para ir hacia el hotel que había reservado, un hotel hecho sobre el propio río Kwai.

El pueblo de Kanchanaburi no se veía demasiado mayor, de hecho parecía que lo único que tenía era el famoso puente. Una carretera le cruzaba por la mitad dejando la estación a un lado y el resto del pueblo a otro, donde también estaba el río. El pueblo parecía poco más que una calle principal de un solo carril por sentido y de la que salían pequeñas callejuelas, casi ni asfaltadas y que muchas de ellas ya no llevaban a ninguna parte. El hotel estaba en una de esas callejuelas que terminaba en el mismo río.

El hotel estaba a poco más de 5 minutos andando, un hotel que me gustó por tener las habitaciones flotantes sobre el río y estar tan cerca de la estación. Llegué sin problemas aunque quedaba un poco escondido porque realmente está junto al río. Al llegar, ante todo, ya aluciné. Era un espacio abierto con una hilera de dos plantas con habitaciones que daban al patio y bajando unas escaleras se podían encontrar las habitaciones flotantes a las que se accedía por un pequeño puente, que literalmente te hacían ir hacia el centro del río. había 4 habitaciones mas pero ya flotantes sobre el agua.

Escuché que me saludaban porque iba un poco perdido y al girarme vi a dos chicas en una recepción. Hice el check-in y una de las chicas me acompañó hasta la habitación, bajando las escaleras hasta el mismo río, cruzando el puente para llegar a las habitaciones flotantes y dándome las llaves de la habitación número 3. dejar las cosas y lo primero que hice fue salir al balco a orillas del río para contemplar las vistas. Era impresionante, un pase. Todo el río enorme y tranquilo frente a mí y yo sentado en unos bancos en el balcón mientras toda la estructura se movía suavemente al ritmo que marcaba el río. Ya había visto en las fotos cómo era, por eso simplemente superaba mis expectativas. Eso si, por primera vez en todo el viaje, empezaba a ver mosquitos y guindillas de todo tipo, como era de esperar claro.

Me quedé allí un rato simplemente descansando ante ese paisaje único y feliz de haber llegado pronto teniendo en cuenta que pocas horas antes no tenía ni idea de los horarios del tren. Llegar a tu destino cuando todo es tan incierto es, si cabe, más emocionante todavía. Luego ya fui a dar una vuelta por Kanchanaburi. No llovía pero ya se veía una buena nube que no tenía nada de buena pinta. Eran las 17:30h pero ya tenía suficiente hambre casi para cenar ya que sólo había comido los 4 pinchos de carne en todo el día.

Primero fui a la estación de tren a buscar los horarios ya que en ese momento no sabía exactamente cómo llegar hasta el puente sobre el río Kwai que en principio estaba a 2 km del hotel pero que Google Maps me decía que estaba a 44 km y que se tenía que llegar en tren. Todo esto me estaba liando bastante.

Al llegar a la estación, el chico de la taquilla me dio un papel con los horarios y vi que había una estación que justamente se llamaba puente del río Kwai, pero que sólo estaba a 5 minutos de allí , por lo que no podía ser lo que decía Google Maps, pero a la vez tenía entendido que el tren ya no pasaba por ese puente, por lo que el lio era total y no podía preguntar demasiado porque el de la taquilla no sabía inglés y las chicas de turismo que había a su llegada, ya no estaban. En cualquier caso en ese momento no tenía intención de investigar aún sino que quería ir a dormir pronto, despertarme sobre las 3 de la madrugada y decidir que haría, ya que el primer tren hacia el puente salía a las 6 de la mañana .

Así que volví al mercado y le di una vuelta aprovechando también para buscar algún lugar ambulante donde cenar. Había varios pero uno me pareció muy bien, por los platos que tenían y por la mujer, que se la veía muy amable y servicial. Me explicó los dos tipos de platos que tenía enseñándome el tipo de comida que había en cada una de sus dos grandes ollas. Decidí que me quedaría allí y que comería lo que había en una de las ollas que parecía carne de cordero estofada con verduras y que lo acompañaría de los típicos fideos de arroz, todo ello en sopa y picante, como siempre. Lo preparó poniéndole muchas más cosas de las que pensaba, de hecho casi ni cabían en el plato, ya que además le puso otro tipo de fideos y más verduras, y todo ello por 40 bates, poco más de un euro.

Me lo comí allí mismo, pues tenía un par de mesas donde sentarme y donde estuve unos 30 minutos hasta que vi que los del mercado empezaban a recoger, pues ya parecía que antes que tarde empezaría a llover y con fuerza.

Eran poco mas de las 18h cuando me despedí de la mujer que fue muy amable, preguntándome si me había gustado y dándome las gracias en repetidas ocasiones. Era una de esas mujeres que inspiran mucha paz, tranquilidad y confianza.

Allí no había tantos 7-elevan, de hecho no vi ninguna, pero había otra tienda similar donde compré una botella de agua, y al salir empezó a llover, pero era una lluvia típica tropical . Durante dos minutos llovía poco, por lo que no aceleré el paso, pero de repente empezó a llover con una fuerza que hacía años que no veía, y no exagero nada. Unas gotas de agua grandes y mucha agua, en 3 segundos quedé empapado debiendo esconderme bajo los toldos de las tiendas por las que iba pasando, ya que a pesar de estar a 5 minutos del hotel habría llegado completamente empapado . Fue algo exagerado. Al menos se puso a llover cuando ya lo tenía todo hecho y sólo tenía intención de acostarse. Al llegar al hotel, con la cara que llevaba, la chica me miró como diciendo: «Si sí, así llueve aquí».

A las 18:30 ya lo tenía todo hecho. Me quedé un rato más en el balcón contemplando la lluvia cayendo sobre el río mientras se esconde el sol y ya todo quedaba parcialmente iluminado por las estrellas y alguna luz que se reflejaba sobre el río. Una vez en la cama y con la lluvia, el río estaba más movido y por tanto también la habitación, y nada mejor que dormir con un ligero movimiento de barco. Fue la mejor noche con diferencia de todo el viaje, además no hacía nada de calor. Sólo estaría allí una noche, pero me habría quedado una semana.

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