Este día me desperté casi a las 13h ya que el día anterior, aunque a la 1 de la noche ya llegaba al hotel, debido a que había hecho siesta muy tarde, hasta las 4 no voy acostarse. Llevaba 3 días en Tailandia y aún no me había recuperado del jet lag, seguía con los horarios descontrolados.

Como cada mañana me duché, tomé un café allí mismo en la habitación y escribí el periódico un rato. Luego preparé una pequeña ruta con algunos sitios a visitar allí cerca de los que ya tenía guardados en Google Maps. Los sitios que quería ver ya los tenía decididos antes de iniciar el viaje, pero no qué haría todos los días, y eso es lo que miraba antes de salir del hotel.

Hacia las 16:30h salía del hotel con la intención de ir a ver el centro comercial New World, abandonado antes de abrirse al público por no cumplir con la normativa municipal. Este cierre incluso antes de terminarse, hizo que con el tiempo y la lluvia se fuera inundando. Debido al agua acumulada y estancada, la cantidad de mosquitos en la zona aumentó hasta tal punto que era muy peligroso vivir cerca debido a las numerosas enfermedades que pueden transmitir. Para solucionarlo, los vecinos decidieron llenar el agua acumulada de peces. Ahora es un centro comercial inacabado, tapiado, abandonado, lleno de agua y lleno de peces.

Salí del hotel y de camino tenía que pasar por delante de Phra Sumen Fort, un parque casi junto al hotel y que da justo al río. Gran error, porque cuando estaba allí haciendo unas fotos en el parque y en el río, un gay se acercó y me preguntó de dónde estaba. No pensaba que fuera a más, pues mucha gente me preguntaba de dónde estaba, pero a él ya le sirvió para decirme si quería que me enseñara algún paseo y algún templo. No reaccioné a tiempo y antes de darme cuenta ya estaba caminando con el gay en dirección al templo Wat Bowonniwetwiharn Ratchaworawiharn, también muy cerca de allí. Evidentemente, como siempre, yo iba atento a todo, a cualquier movimiento, solicitud de dinero, etc. Pero lo cierto es que el gay sólo quería pasar un rato conmigo porque supongo que le había gustado y, comprobar también supongo, si yo también era gay y así ya triunfaba. Además era muy amable y hablaba bien el inglés por lo que me sirvió de guía improvisado.

Salimos del parque, cruzamos la calle importante que quedaba cerca del hotel y subimos por una calle nueva para mí. Mientras íbamos por la calle, me preguntó un poco sobre el viaje, de dónde venía, etc. Cuando decía a alguien que apenas comenzaba una vuelta al donde de 3 meses se quedaban bastante sorprendidos y eso hacía que aumentara su curiosidad y quisieran saber más. Yo también aproveché para preguntarle algunas cosas prácticas, como cuáles eran los mejores sitios para comer, si era seguro ir por la calle de noche, cómo moverme, etc. Cosas que ya mas o menos sabía pero empleó bien que algún local te dé algún consejo.

Al cabo de 5 minutos de andar llegamos al templo que quería enseñarme y que quedaba muy cerca del hotel, de hecho probablemente ya había pasado por delante en algún momento. Ir con él me fue muy útil para ver todo el templo por dentro, pues cuando iba solo me hacía algo de pasearme por allí haciendo fotos mientras los locales rezaban. De todas formas no pasaba nada, pues estaban más que acostumbrados a ver turistas haciendo fotos. Además, me daba la sensación de que a los monjes les gustaba que los turistas mostráramos interés por los templos.

Como en casi todos, antes de entrar en el edificio religioso, tuvimos que quitarnos los zapatos, bueno, las chancletas. Entramos y nos pusimos unos segundos en el lugar donde la gente rezaba, allí arrodillados y mirando al buda con las palmas de las manos unidas. La situación no dejaba de ser un poco extraña, allí arrodillado ante un buda haciendo como si rezase y con un gay que acababa de conocer al lado…

El buda era muy grande y dorado. El gay se hizo además unas reverencias que yo ya no hice. Los tailandeses son muy creyentes y la religión forma parte de su vida pero de forma más natural. Los monjes son personas muy agradables y que no parece que juzguen a nadie, pues es normal ver un travesti dentro de un templo rezando, cosa que no me imagino en una iglesia católica.

Después caminamos un buen rato por todo el recinto, que como todos es enorme, haciendo fotos y observando un poco la vida de los monjes que viven allí, pues los templos no dejan de ser como pueblecitos en la ciudad con sus casas y sus calles donde viven los monjes.

Con todo ello, casi estuvimos una hora y media juntos. Al salir del templo me dijo que andar por no sé dónde pero entonces si que ya le solté una excusa que ya me había pensado, porque sino si que tarde o temprano me habría dicho que ir a su casa , pues el tío no paraba de mirarme y ya empezaba a sentirme un poco incómodo. Le dije que al día siguiente tenía que levantarme muy pronto para marcharme y que aún tenía que preparar la maleta. Nos despedimos y aquí no ha pasado nada.

A continuación, fui a donde quería ir desde el principio, al centro comercial abandonado. Antes pero tenía que ubicarme un poco, pues con las vueltas que habíamos dado ya me había perdido. El chico me había indicado la dirección del hotel y fui caminando hacia allí a la vez que miraba a Google Maps cómo ir hasta el centro comercial abandonado. Pero al estar encerrado desde hacía tiempo, era complicado encontrarlo. Google Maps me indicaba otro sitio, que aunque cerca, o era exactamente el centro comercial, sino que parecía un complejo de oficinas o apartamentos.

Finalmente, paseando un poco por la zona y cruzando, como siempre, mercadillos, vi lo que parecía la fachada del centro comercial. Menos mal que había visto fotos por Internet y lo pude reconocer. Pero una vez delante de la fachada no supe por dónde entrar para ver a los peces. estaba todo completamente tapiado y tiene edificios colindantes por todos lados, por lo que no sé si realmente si puede entrar fácilmente. En cualquier caso allí había un mercado muy auténtico que junto a los edificios tan degradados de la zona y el propio centro comercial abandonado, hicieron que la visita valiera la pena a pesar de no ver a los famosos peces. Callejuelas de un metro de ancho que se adentraban en medio de los edificios, oscuros, sucios, con olores de todo tipo y que me recordaban en la peli de Resacón. De hecho, en un momento determinado y tratando de encontrar alguna entrada en el centro comercial, me adentré por una de esas callejuelas que no parecía que llevaran a ninguna parte hasta que unos locales que había se me quedaron mirando y haciendo algún gesto, a lo que entendí que estaba entrando en alguna propiedad privada. La cara que hacían era de estupefacción total sin entender qué podía estar buscando un turista en ese agujero.

Después de pasear un rato por zona desconocida de Bangkok y cuando ya empezaba a oscurecer, hacia las 19h, volví al hotel para ducharme, pues 3 horas caminando hacían que acabaras sudado como un pollo. En menos de 4 días me había duchado más de 10 veces.

Hacia las 20h volvía a salir a dar a una vuelta por las inmediaciones del hotel aprovechando que estaba en una de las zonas más animadas de Bangkok. Primero fui a cenar al lugar ambulante frente al hotel, justo en la esquina entre la calle peatonal del hotel y la calle importante y que cada día era diferente, quien primero llegaba primero se ponía, supongo. Aunque realmente era el almuerzo, pues ese día me había despertado muy tarde todavía afectado por el jet lag y éste era la segunda comida que hacía en el día después del desayuno de las 7 de la mañana, aunque mas que desayunar eso ya era un desayuno-almuerzo.

Esta vez había una mujer mayor con su hijo transexual que hablaba inglés perfectamente por lo que pedir fue mucho más fácil que en otras ocasiones. Vi que estaba preparando un plato para una chica y le pregunté cuánto costaba, a lo que respondió 50 bates y yo que también me preparara uno. De hecho, primero me ofreció unas aletas de pollo pensando quizás que sería más adecuado para un turista poco acostumbrado a la cocina tailandesa, pero yo quería probarlo todo en cuanto pedí lo mismo que la chica tailandesa sin tener ni idea de lo que era . La chica me preguntó si me gustaba el picante porque lo que estaba pidiendo lo era, quizá por eso de entrada no me lo ofrecieron. Yo dije que sí pero que poco, pues todavía estaba escarmentado de la cena del día anterior.

Me lo comí allí mismo frente al puesto ambulante sentado en una escalera de un banco como buen local y al terminar fui por la zona de Khao San Road y las calles de al lado donde la animación es total. De hecho no hacía falta que caminara demasiado ya que en la misma calle del hotel y todos los adyacentes la animación ya era total. No tabique eran todas calles sólo peatonales con un montón de locales y restaurantes para guiris. Evidentemente yo en estos restaurantes no entraba, me parecían no sólo una estafa sino una tontería, pues ir hasta Tailandia para comer en un restaurante italiano con precios europeos era algo que no podía entender. Yo prefería los puestos ambulante que por aquellas calles había, literalmente, decenas y donde en uno de ellos compré una especie de patatas con quesos y salsas y algo picante como todo. Realmente muy bueno. Venían todo tipo de comida y la verdad es que costaba decidirse.

En estas calles había tenderetes de todo tipo, pero los que más me sorprendieron fueron los que vendían sólo alcohol. Al lado de una tienda de ropa te podías encontrar una que vendía todo tipo de cervezas, whiskys, ginebras, etc. Podías comprar un cubata e ir por la calle con el cubata en la mano sin ningún problema, pues era lo más habitual ver a turistas y locales en aquellas calles bebiendo por la calle. No sé si en todo Bangkok la normativa respecto al alcohol era tan laxa o sólo era en esa zona por la cantidad de turistas que había, en cualquier caso estaba totalmente permitido. Eso sí, que no te vieran con un puerro porque acababas en prisión.

En una de estas paradas pedí un whisky por 150 bates, unos 4€. Seguramente en algún lugar más dirigido a los locales lo habría encontrado más barato pero en cualquier caso era más barato que en Barcelona por lo que no lo pensé demasiado. Prefería ir a locales donde no hubiera tantos turistas como en esos callejones, pero aquí me quedaba tan cerca del hotel que era una gran ventaja a pesar de los guiris. Además, en Khao San Road había guiris pero también muchos locales, sobre todo muchas locales, supongo que ya con la intención de conocer a algún turista.

Y con el cubata en la mano fui hacia Khao San Road donde fui de local en local quedándome a bailar un rato allá donde escuchaba una canción que me gustara, que la verdad es que era en muchos. La música que ponían por lo general estaba muy bien, la mayoría techno y en otras música más comercial.

Hacia las 23h ya decidí volver al hotel a dormir ya que al día siguiente quería despertarme pronto para ir hacia Lopburi, el pueblo de los monos donde hay cientos dando vueltas por las calles. Además, por fin parecía que podría enganchar el horario normal, aunque hay que decir que lo que había hecho hasta entonces no me había ido mal porque dormía en las horas de más calor del día, cuando salir a la calle se hacía realmente muy difícil.

Ir al contenido