Me desperté sobre las 7 de la mañana después de haber pasado otra fantástica noche. Despertarse con aire acondicionado y veían las Torres Petronas es una de las cosas en las que tardas mucho en cansarte. De hecho, aunque normalmente ya me despierto con energía, aquí me despertaba con energía, contento, emocionado y sintiendo un privilegiado.

Como todas las mañanas me tomé un café, escribí el periódico y estuve trabajando un rato y mirando correos pendientes, algunos de reclamaciones que había puesto y que tenía pendientes de hacerles seguimiento por falta de tiempo. Con tantas reservas, pagos y trayectos realizados era normal que hubiera algún problema. En cualquier caso, muy pocos y con fácil solución. Pero hoy no tenía intención de ir a ninguna parte en particular, pues quedarse en el apartamento era de las mejores cosas que podía hacer, así que aproveché para ir mirando temas pendientes. El día anterior ya había paseado bastante por Kuala Lumpur y hoy lo que quería era disfrutar más rato de las vistas que tenía estando sentado en la mesa del portátil. De hecho sería quizás la primera vez en un viaje que no tenía intención de salir en todo el día excepto para comprar comida.

Por la noche había pensado en ir a la Menara KL, la Torra de comunicaciones de 300 metros de altura y que tiene un buen mirador, aunque no era algo en el que tuviera especial interés, pues la piscina de la terraza de la torre donde estaba, ya quedaba a 210 metros de altitud, nada que envidiar a la Menara KL. Y allí podía bañarme y podía ir cuando quisiera y sin pagar nada. Así que aunque tenía la intención, todo dependería de las ganas que tuviera por la noche.

A las torres Petronas ya no podía ir porque no había sitio en todos los días que estaría en Kuala Lumpur. Ya lo miré el día que llegué, y si lo miré tan tarde fue porque antes quería saber la previsión del tiempo, pues en Nueva York ya me pasó que reservé con semanas de antelación para subir al OWTC y el día que tocaba estaba todo nublado. Pero entonces el problema puede ser éste, que ya no encuentres sitio en los días que quieres. En cualquier caso tampoco me hacía especial ilusión subir, pues desde ahí, evidentemente, no se ven las Torres Petronas. De hecho dudo que ningún mirador de Kuala Lumnpur fuera demasiado mejor en la ventana de mi apartamento y más aún que la planta 48 donde estaba la piscina. Hay que tener en cuenta que estábamos en una posición en la que podíamos ver prácticamente toda la ciudad, lo que probablemente no ocurre desde otros puntos. Nunca imaginé que podría dormir en un apartamento que fuera tan sustitutivo de los mejores miradores de la ciudad hasta el punto de que no tuviera ningún interés en subir a las Torres Petronas.

Para la Menara KL sí que había disponibilidad pero de todas formas las Torres Petronas se ven mejor desde el apartamento donde estaba, por lo que el único interés por ir era justamente poder ver mi apartamento.

Hacia las 13h salí para ir al 7-elevan más cercano aunque estaba a unos 15 minutos largos andando. Quería comprar algo para comer o mirar si encontraba algún restaurante o lugar ambulante abierto por el camino, pues el día anterior por la tarde ya vi que a medio camino del 7-elevaban había pero a esa hora ya estaban cerrados. De lo que me estaba dando cuenta era de la diferencia de vivir en una planta baja a vivir en una planta 39. Mientras que en el primer caso entrar y salir de casa no comporta ningún tipo de esfuerzo ni tomar ninguna otra decisión, mientras que en el segundo caso es mejor que no te olvides nada o que aproveches para hacerlo todo de una sola vez para no tener que entrar y salir 4 veces seguidas. Eso si, por lo menos los ascensores eran rapidísimos, tanto que incluso al subir se me tapaban las orejas.

Así que salí del edificio para ir hacia los restaurantes y ahora, efectivamente, estaban abiertos. Fui a un restaurante muy sencillo e incluso un punto cutre donde sólo había gente local y que quedaba a medio camino del 7-eleven. Diría que era chino, pues el hombre, que era cocinero, era chino, aunque la mujer era musulmana.

Entré a mirar el cartel con todos los platos y elegí un medio al azar, pues por los nombres no reconocí ninguno. Pero el hombre no se si no me entendió o me dijo que no lo tenían, pero me preguntó si quería arroz con pollo. Como casi no lo entendía le dije que si aunque ya estaba un poco harto del arroz con pollo, de todas formas en cada restaurante lo hacen un poco diferente así que dije que si para no alargar esa conversación que parecía que no iría a ninguna parte.

Me senté en una mesa de 4 casi delante del mostrador en aquel resyaurant que estaba al aire libre pero tapado con una lona de plástico que y que hacía que debajo estuviera suficiente fresquito. Al cabo de 5 minutos me trajo el plato y efectivamente estaba preparado de una forma que todavía no había probado. El arroz era estilo basil pero con una nueva salsa para mí. Y el pollo diría que era asado, con zumo y verduras, por lo que al final no se me hizo tan pesado como pensaba. El precio, 5RM (1€).

Al terminar fui a un lugar ambulante que había junto a ese restaurante y siguiendo de camino hacia el 7-eleven donde vendían rotis hindúes, una especie de pasta hecha de plátano y frita que ya había probado en Cameron Highlands, y compré 6 de diferentes tipos, en total 2,50RM, 0,50€. Todo ello más barato de lo que me esperaba. Los rotis me los llevé al apartamento y me los comí allí mirando por la ventana y para acabar de llenarme bien aunque realmente ya no tenía más hambre, pero con estos precios se debe aprovechar y probar distintos tipos de comidas. Y más yo, que sólo que camine un poco cada día, ya me adelgazo mucho. Cabe decir que los rótulos de entrada no parecen demasiado buenos pero lo están realmente mucho. Sólo la pasta de fuera ya está buenísima, pero es que además cada uno está hecho de una manera diferente y con un relleno diferente, pudiendo ser de carne, atún o lo que se quiera.

A diferencia de los rotis que comí en las Cameron Highlands, estos no eran todos de plátano, de hecho quizás no se llamaban ni rotis, pues al menos uno parecía de pez. Todavía no dominaba tanto comida hindú y malaya como para saberlo diferencia todo. En cualquier caso estaban muy buenos.

Al acabar los rotis ya eran las 14:30h, hora que me tumbé en la cama con las cortinas bien abiertas para poder ver todo a Kuala Lumpur y como casi todos los días me quedé dormido un par de horas.

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Me desperté sobre las 17h aún sin tener claro si iría o no a la Menara KL. Lo cierto es que por la mañana había intentado comprar las entradas por Internet pero no sé si debido a que la conexión fallaba o que en su web tenían algún problema, al final no pude finalizar la compra. Casi que lo prefería porque así ya no hacía falta que decidiera. Además a las 17:30h empezó a llover y con fuerza. De hecho caían muchos rayos e incluso vi un caer justo sobre uno de los edificios que veía delante de mí. Fue espectacular poder verlo tan bien. De hecho, mirar la tormenta por aquella ventana era ya un espectáculo en sí mismo, pues con tantas torres y tan altas cada pocos minutos un rayo impactaba sobre algún tejado. Esto era bastante habitual aquí y en muchos lugares con climas similares. Mucho calor durante todo el día y por la tarde lluvias muy fuertes pero breves, por lo general no duraban más de 20 minutos.

Mientras me tomaba el café, miraba correos, escribía el periódico y seguía intentando comprar la entrada por el mirador de Menara KL. De todas formas tenía claro que si seguía lloviendo así no la compraría, de hecho sólo que hiciera nube ya tampoco la compraría, pues subir a un mirador con el cielo totalmente cubierto casi que no vale la pena. Es por eso que no me gusta comprar este tipo de entradas con tanto tiempo de antelación.

Siguió lloviendo hasta las 19h momento en que aproveché para ir de compras al 7-eleven, básicamente comer como siempre, aunque esta vez compré una hamburguesa en un lugar ambulante que había justo delante del 7-eleven. Era de huevo y lechuga y me la llevé para comer en el apartamento. Era la primera vez en todo el viaje que comería hamburguesa y me apetecía mucho. De hecho incluso tenía algo de mono. Y sobre las 20h volví a salir primero con la intención de ir a la Menara KL en transporte público, pero así tardaría 45 minutos, y caminando tardaría una hora larga, por lo que finalmente decidí ir a las Torres Petronas que las tenía a 15 minutos andando y ya me sabía el camino de memoria.

Así pues, finalmente, entre que no había comprado las entradas por Menara KL, que tardaría una hora en llegar y que sin entradas no tenía nada garantizado poder subir, decidí no ir. Así que fui directamente a las Torres Petronas llegando sobre las 20:15h.

Aunque allí ya había estado el día anterior valía la pena volver de noche para ver las torres bien iluminadas y en general todo el ambiente de la zona, pues las primeras plantas de las torres centro comercial y sus alrededores están llenos de locales que hacen que aquellas horas haya más gente que al mediodía. De hecho se nota que la gente lo prefiere porque ahora había más gente que cuando estuve allí el día anterior pero por la mañana. Y también a diferencia del día anterior, esta vez entré y fui dentro al parque que quedaba detrás de las torres, pues por la noche hay un pequeño lago artificial con fuentes iluminadas.

Así que después de tomar algunas fotos en las torres fui hacia la puerta principal que está justo en medio de ambas torres.

En cuanto cruzas el gran portal de entrada ya se pueden ver colgados del techo 2 coches de F1 del equipo Petronas dando la bienvenida a las torres y justo después ya se entra en un centro comercial enorme que ocupa las 5 primeras plantas de ambas torres. Aunque era bastante tarde, el centro comercial estaba todo abierto y lleno de gente en las 5 plantas.

Mi intención era ir directamente hacia el parque trasero las torres así que siguiendo por la planta baja crucé todo el centro comercial en dirección contraria a la puerta principal hasta llegar al llamado KLCC Park que es como el patio trasero de las torres.

Éste es un parque donde durante el día apenas hay nadie pero que a partir de las 20h se llena de gente para ver las fuentes iluminadas con las torres de fondo, también iluminadas. Realmente, las fuentes del parque no son demasiado espectaculares, de hecho lo son mucho más las de Montjuïc. Pero con las Torres Petronas y otros edificios de alrededor la imagen es bastante impresionante. Incluso mirar hacia arriba un rato puede llegar a ser mareando. No tabique allí había al menos 500 personas mirando las coreografías de las fuentes.

Di una pequeña vuelta por el parque, que era más grande de lo que creía, otra por el centro comercial, subiendo hasta la planta 3 y dando la vuelta a cada una de las torres y ya salí por donde había entrado dando la visita por finalizada . Eran las 21:30h cuando volvía hacia el apartamento. Por el camino, casi junto a las torres compré dos pinchos de algo enlucido aunque no sabía muy bien que era y que no debería haber comprado, pues por estar donde estaba los pinchos eran más caros que en otros lugares, concretamente 2RM cada uno (0,45€).

El camino de regreso al apartamento, ya diferencia de los días anteriores, lo hice rapidísimo, pues ya sabía incluso los mejores lugares para cruzar la carretera de 3 carriles por sentido que separaba el edificio de mi apartamento del resto de la ciudad. Ya caminaba sin pensar ni detenerme en ningún momento, ya casi como un local más. Lo que el primer día me costó 15 minutos de reloj, ahora no me comportaba más de 3.

Justo frente al apartamento había 2 o 3 puestos ambulante todavía abiertos y que estaban allí sólo por los inquilinos de la torra de mi apartamento, pues no había nada más en medio de medio kilómetro. Me pareció que en uno vendían frutas y zumos, en otro creps y en el tercer Nasí Lamak, que no sabía muy bien que era pero parecía un plato preparado que costaba 2RM, ni medio euro, así que compré para cenar junto con la hamburguesa que ya tenía y los dos pinchos que acababa de comprar. Hacía gracia la presentación del plato, pues estaba todo comprimido en una especie de papelina grande de papel. De hecho muchos platos preparados los envolvían de esa manera tan curiosa. Eso sí, al final me había currado una buena cena. Éste era lo único malo del apartamento, que las tiendas quedaban a unos 10 o 15 minutos andando. La parte buena de esto es claro, era que desde el apartamento podíamos ver toda la ciudad, algo imposible desde un edificio ubicado más en el centro de la ciudad.

Subí a la planta 39 y hacia el apartamento. Tomé una cerveza mientras miraba, como siempre, por la ventana las Torres Petronas y el resto de Kuala Lumpur iluminada y empezaba a mirarme el tema del equipaje para el vuelo a Honolulu, ya que en principio el máximo permitido en cabina eran 7 kilos y yo les superaba al menos en 4 kilos. En principio no tenía más remedio que pagar unos 22€ por cada vuelo, y eran 2, para poder facturar la maleta.

Cada vez que tomaba una cerveza no podía evitar pensar los prejuicios que tenemos o lo equivocados que estamos en algunas cosas. Supuestamente en un país oficialmente musulmán es muy difícil o muy caro encontrar alcohol y aún más poder beberlo, algo totalmente erróneo pues yo aquí me tomaba una cerveza al día sin ningún problema.

Hacia las 23h empecé a cenar todo lo que tenía por ese día, es decir, Nasi Lamak, la hamburguesa y los dos pinchos de algo rebozado que no sabía que era pero que estaba muy bueno, todo mientras seguía batallando con la conexión a Internet que desde que estaban los vecinos nuevos no chutaba demasiado, no se si deberían tener algo que ver. Así que no pude mirar las noticias y tuve que conformarme con lo que tenía descargado en Netflix, «Así nos vende», una serie documental basada en hechos reales que siempre es más interesante. Nasi Lamak no era tan completo como otros platos pero porque no costaba ni medio euro, aunque casi era suficiente para una cena, pues llevaba arroz y carne pero de arroz llevaba mucho.

La hamburguesa, comprada ya hacía 3 horas, evidentemente ya no estaba tan buena pero me apetecía tanto que me la comí toda. De hecho esa noche comí muchísimo por menos de 5€.

Y justo después de cenar y cuando eran las 12 de la noche fui hacia la cama siguiendo mirando a Netflix pero más por la ventana, pues por noches que pasaran no me cansaba de ver las Torres Petronas completamente iluminadas delante de mí. Además ese día vi cómo se apagaban como todos los días a las 12:30h.

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