Me levanté sobre las 4 de la madrugada diría que por el frío que me cogió para tener el ventilador apuntándome toda la noche, pues en Kuala Tahan, al igual que en las Cameron Highlands, durante el día hace mucho calor pero por la noche no tanta, de hecho debes ponerte al menos un jersey. Así que me desperté medio retorcido con las mantas tapándome como podía.
Como cada mañana me duché, tomé un café mientras escribía el diario, miraba correos y otros temas que de vez en cuando he de mirar en un viaje tan largo como éste. A las 6:30h preparé algo lo que haría durante el día, que sería un trekking por la selva de dificultad moderada y por libre. A diferencia de la selva de las Cameron Highlands donde fui con un guía, aquí estaba todo mucho más preparado para poder ir solo. De hecho en Cameron Highlands si no te lo conoces te pierdes, pero aquí todas las rutas estaban perfectamente señalizadas e incluso se podían consultar en Google Maps, por lo que aquí ir con un guía sólo era para que te contara la flora y fauna que te vas encontrando, algo que ya puedes realizar también con ciertas aplicaciones. Así que con el papel que me había dado la chica de la agencia el día anterior con todos los trekkings que se podían hacer, escogí uno que parecía bastante fácil, al menos sin demasiadas subidas, pues otros parecía tener una pendiente del 40% lo que no me veía capaz de hacer con el calor y humedad tan alta que había en esta zona.
A las 7:30h me puse el repelente de mosquitos, cogí el móvil y fui a desayunar a un restaurante estratégicamente situado a medio camino entre el centro del pueblo y la calle que conducía al muelle. Allí debería tomar una barca que me llevaría al otro lado del río por donde se podía acceder a la selva.
La terraza del restaurante ya estaba lleno de turistas preparados para empezar sus respectivas excursiones por la selva. Casi todos pedían el mismo tipo de desayuno americano. Yo pedí un combinado de 2 huevos, 3 tostadas con mantequilla y mermelada, fruta y café. Este tipo de desayuno van muy bien para coger energía sin quedarse tan lleno que no puedas ni moverte. Todo ello 7,50RM, 1,70€.
Una vez desayunado y cuando eran las 8 de la mañana, bajé al muelle donde ya había una barca esperando y que por 1RM te llevan al otro lado del río. Puede parecer barato pero es que el trayecto dura 1 minuto. Eso sí, nada más subir a la barca en menos de 5 minutos ya arrancó.
Podría parecer que las 8 era muy pronto, pero de hecho ya era un poco tarde, pues el sol ya hacía rato que lo iluminaba todo y empezaba a hacer calor. Hay que tener en cuenta que a partir de las 9 de la mañana, andar por la selva se hace muy difícil por el calor, por lo que vale la pena aprovechar las primeras horas del día para no sufrir tanto.
Una vez en el otro lado ya podía empezar el trekking por libre por la selva Taman Negara. Puede parecer arriesgado pero no lo es en absoluto. Esta selva está totalmente preparada por el turista y para que pueda ir por libre, a diferencia de la selva de Cameron Highlands a la que realmente ir solo era algo peligroso aparte de que habría sido imposible encontrar las Rafflesies. Aquí había incluso una pasarela a lo largo de todo el camino, por lo que ni siquiera te ensuciabas de barro. Además de carteles cada ciertos metros indicando la dirección y distancia de algunos lugares de interés. De hecho, le hacía perder parte de la gracia. Si que es cierto que así me facilitaba poder encontrar flora y fauna interesante yendo solo, pero ver tantos carteles y caminos de madera en medio de esa selva incluso decepcionaba un poco y más cuando venías de otra selva tan salvaje e inexplorada como la de las Cameron Highlands.
La intención era realizar una ruta corta ya que todavía me duraba el cansancio de los dos últimos días, además aquí la humedad era altísima por lo que se hacía aún más duro que en las Cameron Highlands. De hecho apenas eran las 8:30h de la mañana y ya se notaba el calor sofocante.
Quería ir hasta un Kanopy, que son una especie de puentes colgantes a unos 10 metros del suelo ya unos 2 kilómetros del punto de entrada a la selva. Estos puentes están hechos de un solo tronco muy grande y permiten tener una visión diferente a la selva, por lo que me hacía cierta gracia cruzar uno. También era una excusa como otra para ir en alguna dirección concreta, pues tampoco sabía exactamente dónde podría ver algún animal, que realmente era de lo que tenía más ganas.
Así que empecé la caminata no sin liarme un poco al principio ya que había que cruzar todo un resort que había allí en la entrada de la selva, lo que me extrañaba bastante por lo que intenté seguir más de un camino hasta que finalmente entendí que estaba en medio del resort por donde debía pasar, de hecho el camino transcurría en esos primeros metros justo al lado de las puertas de los bungalows. El resort me pareció muy bonito y sobre todo bien situado, pero horrible por estar viendo todo el día turistas yendo hacia la selva.
Esta vez en vez de Google Maps utilizaba maps.me ya que va mejor para seguir rutas de senderismo, y efectivamente ya venía con todas las rutas que se podían realizar por Taman Negara. Muy útil.
Así que crucé el resort e inicié la ruta hacia el Kanopy. Por el camino se podían ver plantas y árboles que nunca has visto. Me impactaron mucho unos enormes árboles cuyas raíces empezaban a un metro del suelo y que eran de un tamaño similar al tronco de un árbol normal. Eran brutales. De hecho el árbol en sí era tan alto, que las raíces no eran como las de los árboles normales, sino que entre todas acababan dando la sensación de que el árbol tenía forma de pirámide para tener una mejor base para aguantar todo el peso del árbol. Simplemente era espectacular ver esas raíces gigantes.
Apenas eran las 9 de la mañana y el bochorno ya era insoportable, sudaba como si me hubiera terminado de duchar, de hecho la camiseta literalmente goteaba. En este pueblo no podías andar más de una hora sin acabar goteando de sudor. Esto era lo que más me costaba aguantar y por lo que realmente no estaba demasiado preparado.
Continuamente iba escuchando ruiditos de animales por todas partes, también por el suelo que no sabía si eran serpientes, ardillas o que. Pero en un punto escuché mucho ruido en las ramas de lo que parecían palmeras o cómo incluso caían hojas. Me paré y por el movimiento estaba seguro de que no podían ser pájaros, así que me quedé a mirar lo que había. Todo apuntaba a que era un mono aunque no se veía. Al cabo de 10 minutos de ver las ramas moviéndose pero ningún animal, por fin lo vi. Un mono bajaba por un tronco. Fue increíble pero más aún cuando vi que no era un solo mono sino 3 saltando de una rama a otra. No me esperaba nada encontrarme 3 monos en libertad y yendo yo solo, sin ninguna guía que ya pudiera saber dónde encontrarlos. En Lopburi, Tailandia, vi a muchos, pero evidentemente no es lo mismo que verlos en medio de una selva como Taman Negara saltando por árboles de más 10 metros de altura.
Además, como los monos son tan movidos y juguetones, era bastante divertido mirarles un buen rato, pues no paraban de subir y bajar el árbol y saltar de uno a otro con una facilidad que por mucho que lo sepas, no deja de sorprender cuando lo ves en directo. Me dio la sensación de que jugaban aunque en algún momento uno parecía más bien pelearse, pero en cualquier caso no paraban y allí me quedé hasta que los perdí de vista.
Al cabo de 10 minutos de ver a los monos por allí saltando y habiendo descansado un poco, seguí por el camino hacia el Kanopy. La selva es muy espesa pero el camino es lo suficientemente ancho y sin ninguna vegetación, por lo que es realmente fácil caminar allí.
Al cabo de unos 15 minutos llegué al Kanopy, pero sorprendida, estaba cerrado. Podía ver el puente pero no se podía acceder a él. Además había un cartel que ponía estrictamente prohibido el paso. Así que me quedé sin poder ver la selva desde 10 metros de altura, aunque no deja de ser una pijada poco auténtica, una mes. Por lo que sin demasiada pena seguí con la caminata, pues ya era bastante interesante todo yendo a ras del suelo.
Eran las 10 de la mañana cuando ya había muchos mosquitos, y aunque me había puesto el repelente antes de salir del hotel, con tanto sudor cada vez tenía menos. Literalmente me estaba desapareciendo por culpa del sudor.
A diferencia de hacía una hora, ahora además el sol ya picaba bien, por lo que incluso empezaba a costarme andar. Así que busqué una ruta diferente a la que había hecho en la ida y que ya volviera al inicio. Sólo pensar que muchos tours comienzan a las 10 me mareaba, como podrían iniciar el tour con ese calor tan insoportable.
La ruta de regreso iba por la orilla del río por lo que me daba la sensación de que todavía había más mosquitos e incluso más grandes. Pero también muchas mariposas y algunas gigantes, de las que son imposibles de encontrar por Europa. Esta ruta de vuelta era muy bonita para transcurrir toda por la orilla del río, dando una visión completamente diferente a la que había tenido en la ida. Se respiraba una tranquilidad absoluta con el canto de los pájaros de fondo y el tenue sonido del agua del río. Me quedé allí un rato contemplando toda esa belleza natural pero siempre vigilando que no se me acercara alguna serpiente o cualquier otro animalillo.
Conforme me iba acercando al inicio veía a los grupos que apenas iniciaban la caminata y alucinaba de cómo podrían acabarla. A mí ese tramo final se me estaba haciendo durísimo, no sé si es que están más acostumbrados pero a mí esos 40°C y la humedad del 70℅ me estaban dejando KO. Menos mal que había desayunado bien porque sino habrían tenido que recogerme con pala.
Casi a las 11h llegaba al punto de inicio e iba directamente a la parada de las barcas para volver lo antes posible al hotel a ducharme y beber agua. Hice muy bien hacer caso a las recomendaciones de algunos blogueros que decían que lo mejor era ir a hacer los trekkings por la selva a primera hora de la mañana ya que a partir de las 10 se empieza a llenar de gente y pierde buena parte de la gracia. Además yo añadiría que a partir de las 10 debes estar hecho de una pasta especial para poder andar por medio de la selva. Nada que ver con la de Cameron Highlands donde no hacía tanto calor ni tanta humedad, aunque también hacía mucha.
En el muelle ya había una familia de chinos esperando una barca que llegó a los 2 o 3 minutos. A las 11h llegábamos al otro lado e iba directamente al hotel a ducharme. Luego me estiré un rato y aunque no quería, no pude evitarlo, me quedé bien manchado. Llevaba días de mucho cansancio y mucho calor y aquella última caminata me había dejado sin fuerzas.
Hacia las 14h me despertaba y ya no quise comer, sino esperar hasta las 19h y cenar directamente. De todas formas me había jodido un desayuno que no veas y habiendo hecho siesta podía aguantar perfectamente. Si no lo hiciera así, probablemente ese día habría ido a dormir de madrugada y al día siguiente ya se marchaba hacia Melaka.
Tomé un café mientras miraba un poco el trayecto que tenía para el día siguiente, pues iba a Melaka aunque sólo tenía billete reservado hasta Kuala Lumpur. Una vez allí debería buscarme la vida para ir hasta la estación desde donde, según Wikitravel, salían los buses directos hacia Melaka. En fin, algo de aventura pero nada comparado con lo que fue ir desde Koh Samui a George Town.
También escribí un poco el diario y leer alguna noticia, sobre todo para seguir el incendio de la Ribera de Ebro que parecía ya casi controlado después de quemar 6.000 hectáreas, aunque todavía teníamos que dar gracias ya que habían hablado de que podrían llegar a quemarse hasta 20.000.
Y sobre las 16:30h salí a dar una vuelta por el pueblo, Kuala Tahan, que aunque era de los más grandes de la zona, no tenía más de 3 calles y todos por restaurantes, pequeños hoteles y alguna agencia para los tours por la selva. De hecho era un pueblo para que los turistas que íbamos a Taman Negara pudiéramos dormir cerca, es decir, parecía tal cual que el pueblo se había hecho expresamente para poder visitar la selva. Antes de que el turismo llegara hasta aquí, probablemente este pueblo no existía.
De todas formas, evidentemente viven algunos locales, por lo que se ven niños jugando por la calle o locales toman algún zumo bien frío en alguna terraza después de su jornada laboral, muchas de las barcas que permitían llegar al pueblo. De hecho se veía claramente que de los 3 restaurantes que había, todos casi uno al lado del otro, en uno sólo había turistas (donde había ido a desayunar) a otro sólo locales (donde todavía no había ido) y un tercero con algo de todo (donde había cenado el día anterior). Al restaurante donde sólo se veían locales no fui porque la carta no estaba a la vista como en los demás, otra señal de que estaba más pensada para los locales y que si entraba un turista le podían dar otro precio, más alto, por supuesto.
Di una vuelta para, literalmente, todo el pueblo, pues aparte de ser pequeño era de los más curiosos que había visto nunca y valía mucho la pena pasar un par de horas paseando y ver cómo vive la gente . Además, donde fueras del pueblo, veías la selva a pocos metros. De paso ya iba mirando restaurantes aunque sólo había los 3 que ya había visto y ninguno me pareció mejor que lo que había ido el día anterior a cenar, por lo que decidí cenar allí de nuevo.
Hacía gracia porque me iba encontrando gente con la que había venido con la mini van desde Tanah Rata, pues al final todo el mundo se movía por la misma calle y era fácil encontrarse. Pocos turistas haciendo noche en el pueblo por lo que muy tranquilo y muy auténtico, probablemente uno de los pueblos más remotos donde había dormido.
A las 19h iba hacia el restaurante a cenar. Estaba muy bien porque era lo que quedaba más elevado y lo que permitía tener unas mejores vistas desde la terraza. Esta vez pedí pollo al curry con arroz basil. Lo cierto es que no estaba seguro de pedirlo pero al final fue todo un acierto, pues estaba mejor de lo que pensaba. Era como una pequeña olla con mucha salsa y el pollo acompañado de verduras. Parte de la salsa la puse en el arroz y todo ello quedó buenísimo, y sólo por 8 ringgits (1,70€). Además estaba sentado en la terraza con vistas a la selva y el sol poniéndose de detrás de las montañas. Impagable.
Malasia es un país oficialmente musulmán pero bastante occidentalizado y un multiculturalismo brutal, lo que hace que las normas religiosas no sean tan estrictas como en otros países musulmanes. Aquí se veían a mujeres musulmanas trabajando en cualquier lugar, ya fuera en una agencia, en los trenes, en un restaurante, etc. Siempre con su velo, pero trabajando con los mismos derechos que los hombres. Sin embargo, de vez en cuando se veía a una mujer con burka como la que se sentó a mi lado junto a su marido en aquella terraza. Esto no me sorprendió, pues también se ven por Europa, pero si me sorprendió el eructo que hizo el hombre al terminar de cenar, que resonó por todo el pueblo. Eso sí que no se ve tan por Europa demostrando que en este sentido tienen educación suficiente para no hacer algo tan desagradable en un país no musulmán. Pero claro, ahí no había ningún problema.
Después de cenar fui a uno de los 3 mini súper que había en el pueblo y que quedaba casi delante del restaurante a comprar agua y algo de comida porque sabía que todavía no tendría suficiente para dormir. Los precios eran muy similares al de un 7-eleven en una ciudad menos remota que ese pueblo. Después volví al hotel cuando ya estaba oscureciendo.
Y como pensaba hasta las 22h no tuve suficiente sueño para dormir. Hasta entonces estuve mirando «La que se avecina» mientras preparaba la maleta y comía algo más para acabar de cogerlo son. Debía dejarlo ya todo a punto porque al día siguiente marchaba hacia Melaka previo paso por Kuala Lumpur donde debería hacer un transbordo a un autobús pero que todavía no sabía cómo iría, pues el transporte hasta Kuala Lumpur ya lo tenía reservado pero no hasta Melaka.
Ya tocaba dejar la tranquilidad de las selvas de Cameron Highlands y Taman Negara para regresar a las grandes ciudades. La experiencia fue muy buena y tan inesperada, sobre todo aquí, en Taman Negara, donde no me imaginaba un pueblo tan pequeño y remoto como éste, Kuala Tahan, ni ver tantos animales como vi, incluso decenas de búfalos bañándose en el río. De hecho, cuando menos sabes de un sitio, más fácil es que te vayas contento, pues cualquier cosa acaba resultando una agradable sorpresa.