Ese día tenía un trayecto relativamente largo en el que debería combinar un bus y un ferry. Lo bueno es que todo lo tenía reservado con la misma compañía por lo que al menos no debería preocuparme de si el bus llegaría a tiempo para coger el ferry. Marchaba de Krabi, en el mar de Andamán, para ir a Koh Tao, isla del Golfo de Tailandia.

A las 4 de la madrugada me despertaba ya que quería salir a las 5:45h, pues a las 7 salía el bus hacia Surat Thani desde donde tomaría el ferry hasta Koh Tao. Tenía que estar en el punto de salida del bus a las 6:30h hasta donde iría andando y que estaba a unos 30 minutos del hotel. La alternativa era un taxi que tomaría si llovía, y de hecho, ahora ya llovía. Como todas las mañanas me tomé el café tranquilamente mientras escribía el periódico, miraba correos y algo de finanzas. Después me duchaba, lo preparaba todo y a las 5:50h ya bajaba en recepción.

A las 5 de la mañana llovía muchísimo, monzón hasta el último día, por lo que ya pensaba que debería tomar un taxi, pero cuando bajaba a recepción parecía que había parado. Aún no había salido el sol y cuando saliera no picaría porque todavía había nubes, por lo que era perfecto para poder hacer los 2 kilómetros hasta la estación del bus andando.

Cuando bajé a recepción me lo encontré todo encerrado. Todas las puertas de dentro mas la verja de la puerta principal estaban cerradas con llave y no había nadie por ninguna parte, sólo el gato del hotel mirándome fijamente. Al principio no lo recordaba, pero la chica ya me dijo que una de las dos llaves que me había dado era para abrir el candado de la verja. Así que abrí la verja, salí, volví a cerrar la verja y tiré las llaves dentro entre los barrotes. Todo con el gato que seguía mirando sin mover ni un pelo. Qué paciencia tienen.

Finalmente se marchaba del hotel 15 minutos después de lo previsto pero a falta de una hora por la salida del bus.

Seguí las indicaciones de Google Maps hasta que llegué a un camino de arena donde era muy complicado seguir arrastrando la maleta, por lo que decidí deshacer ese camino e ir por otro que diera más vuelta pero que estuviera asfaltado, así que el camino que debía ser de 30 minutos se convirtió en 45. Menos mal que todavía estaba medio oscuro y hacía nube, por lo que no sudé demasiado. Algún perro abandonado ya se despertaba y ya volvíamos con las amenazas, y arrastrando la maleta aún más. Qué pesados. Al menos ahora ya tenía claro que siguiendo caminando sin hacer caso era la mejor opción.

A las 6:30h ya salía un poco el sol y subía la temperatura rápidamente. Además el camino empezaba a hacer un poco de subida por lo que el tramo final se hizo un poco duro, sobre todo por ser tan pronto, pues me enfada mucho empezar a sudar de buena mañana. Y a las 6:40h llegaba a la oficina de Lomprayah, la compañía que haría el trayecto y desde donde salía el bus hasta Surat Thani, la ciudad que ya da al Golfo de Tailandia y donde se encuentra el puerto desde donde salen los ferrys hacia las islas del golf. Antes de entrar me remojé bastante, incluso me tiré agua por encima, por lo que cuando llegué a la taquilla las chicas fliparon un poco. De hecho me preguntaron de dónde venía, supongo que porque pensaban que todo aquello era sudor. Por si a caso les dije que era agua.

Yo pensaba que sería el primero en llegar pero no. Allí ya estaban todos, no éramos muchos, quizás 5 o 10, pero en cualquier caso fui el último en llegar. Una vez comprobado que todo estaba bien, me indicaron dónde estaba el lavabo, señal de que querían que me cambiara, cosa que hice y de hecho mucho mejor, porque todavía quedaba un largo camino por delante.

A las 6:45h llegaba el bus y bajaba el chófer que enseguida se me puso a hablar, quizás porque era el único que ya estaba fuera esperando de pie y fumando, como él. Me preguntó de dónde estaba y me explicó un poco el trayecto que haríamos, pues antes de llegar a la isla de Koh Tao haría parada en dos islas mas, islas que por cierto, también visitaría pero después de Koh Tao. Y a las 6:50h ya estábamos poniendo las maletas en el maletero y subiendo al bus. Y a las 6:55h, 5 minutos antes de la hora prevista ya marchábamos, supongo que porque ya estábamos todos.

Una vez en el bus leí un poco la información de Wikipedia y Wikitravel que tenía guardada de Koh Tao y la ubicación exacta del hotel, así como preparar un poco el planning para ese día. El trayecto hasta el puerto de Surat Thani duró dos horas e incluso dormí un poco, al menos 45 minutos, por lo que este primer tramo se me hizo realmente corto.

A las 9:05h llegábamos al puerto de Surat Thani. El chófer sacaba las maletas y me despedía, cosa que no hizo con nadie más, pues a mí era al único al que conoció un poco. Por cierto, había leído que debía vigilarse con las maletas facturadas en el bus que podían ser robadas sobre todo en esta zona donde estaba ahora, pero en este caso, estaban bien controladas, por lo que no había ningún peligro de que alguien las pudiera robar. Éste es uno de los motivos por el que prefiero hacer estos trayectos con una compañía especializada. Por un lado las maletas están mucho más controladas y por otro te aseguras de poder coordinar bien los horarios del bus y del ferry, pues se puede realizar este trayecto un poco más por libre pero es realmente complicado poder coordinar todos los horarios. De hecho, casi nadie lo hace por la cantidad de horas que puedes llegar a perder. Con estas compañías quizás te sale un 20% más caro pero es tan poco que no vale la pena arriesgarse.

Tal y como cogíamos la maleta ya nos dirigían hacia la rampa para embarcar en el ferry que era un catamarán enorme de 3 plantas. Pensaba que quizás tardaría un poco en marcharse pero no, la hora prevista era a las 9 y de hecho cuando entramos los 5 o 10 que veníamos de Krabi, el catamarán ya estaba lleno, es decir, había sitio de sobra pero ya estaban todos, nosotros éramos los últimos. Así que cuando dejamos las maletas y nos sentamos, el catamarán arrancó de inmediato. Lo único malo era la forma en que apilaban las maletas y mochilas. Todas juntas en un montón de casi un metro y medio que hacía que las de abajo mejor que no tuvieran nada delicado dentro porque el peso que soportaban era inmenso.

De las 3 plantas que tenía, la de abajo era la más grande y la única que tenía cubierta y aire acondicionado, por cierto, a tope. La segunda era más pequeña y también con cubierta pero sin paredes, y la de arriba que estaba en el techo del catamarán y ya no tenía ni cubierta, por lo que las vistas eran fantásticas.

En el Golfo de Tailandia hay 3 islas principales. Yo pasaría 3 o 4 días a cada una siendo la primera Koh Tao pero a la vez la más alejada de la costa, por lo que antes de llegar el catamarán hizo parada en las otras dos islas. La primera fue la isla de Koh Samui, la más cercana al punto de salida y al que llegamos en dos horas en las que estuve prácticamente todo el rato en la sala de abajo, en la nevera. Comí algunas galletas de las que había comprado en el 7-elevan de Krabi aparte de acabar de leer toda la información que tenía de Koh Tao.

De las 3 islas del golf, Koh Tao es la mas hippy y donde van todos los mochileros. Por lo que se ve se ha convertido en la cuna de este tipo de viajeros a pesar de ser ésta la isla más pequeña del golf y por tanto la que tiene más problemas de abastecimiento, agua potable y tratamiento de residuos. De hecho, los residuos no los tratan, pues no hay ninguna instalación en la isla, por lo que la basura se la llevan al continente para ser tratada.

Casi cuando llegábamos a Koh Samui salí afuera a fumar un piti y allí vi que el barco iba mucho más rápido de lo que parecía desde dentro. Hay que tener en cuenta que es un barco lo suficientemente grande para lo que debía tener un buen motor. De hecho, ya lo ponía que éste era el ferry expreso. El hecho de ser catamarán también hace que pueda ser más rápido al haber menos fricción con el agua. Todo esto se agradece porque el viaje que tenía por delante era largo.

A las 11h llegábamos al puerto de Koh Samui. Mientras esperábamos subí a ver las otras dos cubiertas. Fui hasta la superior que era la completamente destapada donde hacía un calor terrible debido a que el barco estaba parado y por tanto no corría nada de viento. Allí fui a sentarme cuando escuché «segundo de bachillerato». Eran dos chicas catalanas y las primeras que veía en todo el viaje. Las saludé diciendo que por fin escuchaba hablar catalán después de casi 3 semanas de sólo escuchar tailandés e inglés, y algo español. Me senté allí un rato hasta que ya había arrancado y llevábamos unos 5 minutos cuando decidí volver a bajar debido al fuerte viento y el calor insoportable que hacía arriba, por lo que era realmente incómodo quedarse allí demasiado rato, aunque que ellas llevaban todo el rato y no parecía que tuvieran intención de bajar. Ellas sólo iban unos días a las islas del golf tal y como hacía mucha gente, pues éste era un destino muy de moda en esta época. De hecho, pronto vería la diferencia entre Koh Tao y la isla que acababa de dejar, Koh Lanta.

Volví a la nevera pero ahora escogiendo bien el sitio, es decir, lo más alejado posible de cualquier salida de aire, y la verdad se estaba mucho mejor, tanto que incluso dormí unos 15 minutos.

Al cabo de casi dos horas más llegábamos a Koh Pha Ngan, la siguiente isla y famosa por estar donde se celebra la Full Moon Party. Eran las 11:30h y allí también teníamos que bajar los que íbamos a Koh Tao, pues deberíamos coger otro catamarán ya que aquél volvía a realizar el trayecto en sentido contrario. Así que tocaba tomar la maleta y hacer el desembarco.

Entre unas cosas y otras eran las 12 del mediodía cuando estábamos en el puerto de Koh Pha Ngan esperando en una especie de parada con bancos y cubierta. ¡Teníamos que esperar allí una hora más! Teniendo en cuenta que había salido del hotel a las 6 de la mañana ya se me estaba haciendo un poco largo. Aproveché para escribir el diario, pues allí tampoco había nada más que hacer, hasta las 12:45h cuando llegó el otro catamarán que nos llevaría hacia Koh Tao, la más alejada de las 3 islas del Golfo de Tailandia.

Cuando ya estábamos en la cola para embarcar en el nuevo catamarán, vi como una mujer que vendía helados y que estaba por ahí todo el rato, utilizaba una red con un palo largo para vender helados a quienes estaban arriba del barco, no lo había visto nunca. Ella les daba el helado y los clientes dejaban el dinero en la misma red.

Allí bajaron varios pasajeros y subimos los que estábamos haciendo cola. Este catamarán parecía incluso más nuevo que el otro, pero en cualquier caso igual en cuanto a cubiertas y forma.

Eran las 13h cuando iniciábamos el último tramo del trayecto que debería durar 1 hora y 15 minutos, tiempo en el que volví a dormir un rato, unos 30 minutos que me fueron muy bien para después poder aguantar el resto del día despierto. La pasada noche sólo había dormido unas 5 horas y yo esto lo noto mucho, y mas en estos trayectos.

Hacia las 14h llegábamos al fin al puerto de Koh Tao después de 8 horas de haber salido del hotel de Krabi. Ya había leído que ésta era la isla de los mochileros, lo que confirmé cuando bajábamos del barco, pues prácticamente yo era el único notas que iba con maleta de ruedas, de hecho incluso me daba vergüenza aunque nadie se fijaba claro, sólo yo, pero era realmente impactante ver a unas 150 personas con sus mochilas. También quedaba clara la diferencia con Koh Lanta. Mientras allí llegamos 5 turistas casi todo el día, aquí llegábamos 150 cada dos horas.

Bajamos, caminamos los escasos 20 metros del muelle de madera hasta llegar a la primera calle de la isla que era una calle peatonal muy bonita, muy estrecha, llena de tiendas y que realmente no me esperaba. La primera impresión de la isla fue excelente. Buen tiempo, ningún coche, calle peatonal y decenas de mochileros haciendo exactamente lo mismo que hacía yo, no tomar ningún taxi sino su teléfono con Google Maps y camino caminando hacia los respectivos hoteles. Yo tenía que ir hacia el norte y andar 1,5 kilómetros aproximadamente.

Eso sí, seguía la diferencia enorme entre la cantidad de turistas que había aquí con los pocos de Koh Lanta, por lo que la cantidad de taxistas y vendedores de todo tipo molestando a cada metro era inevitable. Yo iba diciendo que no sin parar y sin escuchar lo que me ofrecían.

Just ante mí iba un grupo de unos 6 o 7 chicos y chicas que también iban siguiendo Google Maps y parecía que iban por la misma dirección que yo, que seguía siendo aquella calle peatonal que transcurría justo por la playa, todo junto era una pasada. Un callejón empedrado de un metro de ancho, la playa a la izquierda y bungalows a la derecha. La cosa prometía mucho, pues según Google Maps mi hotel estaba en esta calle y por tanto a menos de 10 metros de la playa.

En un punto vi que ellos giraban a la derecha por lo que parecía la misma calle y yo les fui siguiendo hasta que vi que según Google Mpas debía seguir recto. Justo en ese momento ellos echaron atrás y me siguieron, pero donde decía Google Maps que debíamos seguir, había un hotel y no ninguna calle. A todos nos había ocurrido lo mismo. Íbamos todos en la misma dirección y nos habíamos encontrado todos en los que ese hotel no aparecía en Google Maps. Finalmente volvimos girando a la derecha para seguir el mismo callejón que en ese punto hacía una subida de al menos 45% y durante unos 40 metros. Parecía que allí habían hecho un hotel y Google Maps no lo tenía actualizado, pero en cualquier caso el camino era aquél y en pocos metros ya volvíamos a estar en la calle correcta que no dejaba de ser la misma, la calle peatonal que transcurría pegado en la playa. Eso sí, la subida sumada a los ya 15 minutos que llevábamos, hizo que terminara reventado.

Seguimos por esa calle unos 10 minutos más hasta que yo tuve que girar a la derecha por otra calle de unos 100 metros y también con pendiente fuerte para llegar a la calle paralela que ya era una pequeña carretera por la que iban los coches. Sin aceras, me puse a la derecha, pues los coches conducen por la izquierda, y a andar pegado a la línea. Nadie decía nada acostumbrados como estarán ya a ver turistas por todas partes. Allí cerca de la misma carretera había un 7-elevan donde compré un agua y una cerveza que me bebería de un trago a la que pudiera. Seguí caminando por la carretera unos 5 minutos más hasta que llegué al Nat Resort, el hotel en el que había reservado la habitación. Bien, más que un hotel, era un conjunto de bungalows.

La entrada estaba tocando en la carretera, pero al entrar había un cartel donde ponía que el check-in debía hacerse bajando a unos 100 metros, y sorpresa, cuando llegué a la oficina, ésta daba exactamente al calle peatonal para la que había ido casi todo el rato. Podría haberme ahorrado la subida con pendiente de 100 metros, la caminata por la carretera sin arcén y la posterior bajada de 100 metros por dentro del resort. Si que es cierto que la entrada principal daba a la carretera, pero por la parte de abajo, la que daba a la calle peatonal ya la playa, simplemente no había ninguna pared ni otro tipo de valla, el propio jardín del resort terminaba enganchándose con la calle.

En cualquier caso el resort era un pase, el lugar más bonito al que había dormido hasta ahora en todo el viaje, incluso más que la habitación flotante de Kanchanaburi que ya lo era mucho. Era un caminito que iba desde la carretera hasta la calle peatonal rodeada de árboles y los bungalows a ambos lados, y todo junto a la calle peatonal que a la vez estaba tocando a la playa, así que mi bungalow estaría a lo sumo a 100 metros de la playa, aunque finalmente, lo que me tocó, estaba a escasos 30.

Hice el check-in. La reserva ya la tenía pagada por lo que todo fue muy rápido. La mujer, muy amable, me informó de todo. Horario de recepción, servicio de limpieza, etc. y finalmente me acompañó a mi bungalow.

Eran las 15h cuando me instalaba en el bungalow, 9 horas después de salir del hotel de Krabi, e inmediatamente me duchaba, pues como te puedes imaginar estaba completamente sudado. La habitación no era tan completa como la de Krabi o Koh Lanta pero tenía baño propio, que esto en Tailandia ya es mucho. Me tomé la cerveza mientras miraba en Google Maps qué restaurantes o minisupers había en los alrededores para irme haciendo una idea de cómo era la zona y sobre las 15:30h salía a comer. Parecía que por la calle peatonal que separaba la playa de los hoteles y bungalows había casi todos los restaurantes y minisupers de la zona. De hecho, la calle de arriba ya era la carretera donde ya no había nada y más arriba sólo se veían montañas y bosques. Parecía que todo estaba concentrado en unos 50 metros desde la playa.

La isla de Tao es más cara que todos los lugares de Tailandia donde había estado hasta ahora, y no tanto por el turismo, sino por lo complicado de hacer llegar a la isla mercancías y otros suministros. De hecho la isla no tiene ni planta de tratamiento de residuos ni de agua, por lo que por todas partes se pueden ver carteles para evitar consumir demasiada agua o echar los desechos a cualquier sitio. Del mismo modo, en los supermercados no dan bolsas de plástico, ni pagando, simplemente no las tienen. La basura generada debe ser la mínima posible y nunca echarla al suelo (esto como en cualquier lugar). Hay que tener en cuenta que Tao es una isla muy pequeña y ni siquiera sé si existe algún río. De hecho, las botellas de agua también son más caras que en otros lugares. Incluso los precios del 7-elevan eran algo más altos, cuando todos los 7-elevan de toda Tailandia tienen los mismos precios. De hecho, ya había podido comprobar en la ducha la poca cantidad de agua que salía aunque estuviera al máximo y que el calentador no funcionaba aunque realmente no hacía falta alguna. Lo mejor de todo, es que daba la sensación de que todo el mundo hacía un caso absoluto de todas estas indicaciones, aunque la mayoría llevábamos allí pocas horas o días, hacíamos todo como debía hacerse siendo el resultado una isla completamente limpia. Realmente le me sorprendió muy gratamente el civismo generalizado de todos los turistas y locales, por supuesto.

Por todas partes podíamos ver carteles como el que había colgado en mi habitación animando a consumir poco y bien.

Caminé por la calle peatonal en dirección al muelle, es decir, haciendo el camino que ya me conocía, buscando algún lugar ambulante, más bien comparando precios porque todavía no sabía cuál era el precio normal de una comida. Había muchos restaurantes y todos estaban entre los 100 y 200 bates, y los puestos ambulante por unos 70 bates. Todo estaba a lo largo de aquella calle peatonal que durante los siguientes 3 días acabaría recorriendo decenas de veces. Algunos restaurantes estaban bien porque estaban justo en la playa, pero el estilo y los precios no me gustaban en absoluto, sobre todo el estilo. Prefiero lugares más por locales y sin tanta parafarnalia aunque no estén en la misma playa.

A unos 100 metros del hotel encontré un lugar ambulante que además tenía mesas y sombrillas por lo que parecía bastante cómodo y en un buen lugar aunque alejado unos 3 metros de la calle, lo justo para no quedarse en medio de todos. Un plato de arroz con cerdo y verduras costaba 70 bates. En otros sitios fuera de esta isla este plato estaría entre los 40 y los 50 bates. Más o menos era el mismo incremento que tenían todos sus productos. En cualquier caso era una comida de 2€, muy bien de precio teniendo en cuenta que estaba en Koh Tao. Así que comí allí mismo el arroz frito con cerdo y verduras, y como siempre, todo picante.

Estaba solo solo acompañado por el ama y los cientos de moscas que vinieron. En aquel momento todavía no era consciente de ello, pero en Koh Tao, debido al buen tiempo que hacía, las moscas y los mosquitos serían acompañantes a todas horas a diferencia de Koh Lanta donde apenas las había.

También a diferencia de Koh Lanta, aquí la mujer no me preguntó nada, supongo que porque ya están más acostumbrados a ver turistas a todas horas. Esta es otra de las ventajas de viajar a zonas poco turísticas, el interés que despiertas en mucha gente que quieren saber de dónde vienes, dónde vas y por qué. Aquí en Koh Tao ya nadie me preguntaba nada.

Eran casi las 17h cuando acababa de comer, momento en el que fui a la playa por donde caminé en dirección norte, es decir, en dirección contraria al muelle para no alejarme mas del hotel , y viendo todos los restaurantes y resorts de primera línea de playa. Algo que sería totalmente ilegal en España, allí estaba lleno. De hecho muchos bungalows parecían estar en la misma playa. Había menos gente de lo que pensaba, cosa que agradecí, pues lejos de ser una playa masificada era tranquila y por donde se podía caminar sin problemas. Una playa muy bonita, grande, limpia, con agua poco profunda, arena fina y blanca y las palmeras a lo largo de la playa. Además daba al oeste para poder ver las puestas de sol. Un paraíso.

Caminé hacia el norte poco más de un kilómetro y volví atrás. Eran las 18h aproximadamente cuando parecía que por fin podría ver bien la puesta de sol desde la playa, pues en Koh Lanta fue imposible, pero conforme pasaba el tiempo y nos acercábamos a las 19h, hora de la puesta, ya se veía cómo las típicas nubes delgadas del horizonte acabarían tapando el sol justo cuando se fuera a esconder detrás del mar. Y efectivamente así fue. Un día más que me quedaba sin poder ver lo que tenía tantas ganas de ver, y ya iban 5 días que tenía la oportunidad y no se podía. Empezaba a ser algo desesperante. Todo el día haciendo un sol espectacular y la última hora del día debe quedar tapado por unas nubes gilipollas.

Me senté unos minutos en la arena, bajo una palmera y contemplando el horizonte. A pesar de irse escondiendo el sol, la imagen era bastante bonita.

Después de haberme hecho la idea, fui por el camino peatonal junto a la playa a pasear un rato y ver el ambiente que había, bastante animado por cierto. Algunos bares en la misma playa con música electrónica y mochileros caminando a lo largo del caminito. De hecho no se veía a nadie con maleta normal. Muchos turistas pero por lo general muy respetuosos, nadie gritando borracho, nadie tirando cosas al suelo o haciendo ningún espectáculo deprimente. Por lo general en Koh Tao hay un turismo mochilero muy respetuoso y de calidad, no como en otros lugares. Y de hecho era algo que incluso extrañaba, ver a tanta gente joven sólo pensando en divertirse pero cuidando del medio ambiente conscientes de que en esta isla es vital hacerlo. De hecho, a pesar de no haber un servicio de limpieza como en otros sitios, todo se veía mucho más limpia que en cualquier ciudad española.

Y hacia las 20h compré algo para cenar en el 7-eleven que tenía a unos 100 metros del hotel, pues me gusta comer fuera pero cenar en el hotel mirando noticias o «La que se avecina». Compré pasta deshidratada como otras veces, sándwiches, bolsas de patatas y un yogur de aquellos con cereales o trozos de chocolate para mezclar con ellos. Es curiosa la desproporción de los precios entre productos respecto a los que podemos tener en España. Por ejemplo, en Tailandia es más caro un yogur o una bolsa de patatas pequeña que un bote de pasta, cuando en España es al revés. No deja de extrañar que una mesita de chocolate valga más que toda una cena con postre. En cualquier caso, toda la compra fue de menos de 3€ con agua y cerveza.

A las 21h ya estaba cenando aunque no tenía demasiado hambre ya que había comido casi a las 16h pero si tenía mucho sueño, pues ese día había dormido poco y el viaje hasta allí había sido bastante largo, por lo que antes de las 22h ya estaba completamente dormido pese al calor que hacía en la habitación. Por muchos ventiladores que tengan, sin aire acondicionado el calor es extremo. Pero claro, en Koh Tao es casi imposible encontrar un hotel con aire acondicionado. Demasiado consumo eléctrico por una isla que no puede producirte. Pero en fin, en cualquier caso minucias a cambio de poder vivir unos días en una isla como ésta.

Esta era la habitación más tranquila de todo el viaje ya que ni siquiera daba a una calle poco transitada como Koh Lanta, sino que daba a otros bungalows, quedando demasiado lejos de la carretera más cercana.