Me desperté solo sobre las 5 de la mañana después de haber dormido 8 horas. Esta noche no tuve tanto frío como la anterior, supongo que por dormir con camiseta, por lo que no me desperté ninguna vez. La noche anterior me había enganchado desprevenido, pues llevaba un mes pasando un calor insoportable y no imaginaba que aquí haría tanto frío por la noche, y más teniendo en cuenta que durante el día hacía bastante calor. En cualquier caso no podía más que agradecer aquellas noches fresquitas que me permitían dormir perfectamente.

Ese día marchaba de las Cameron Highlands para ir hacia la Selva más antigua del mundo, Taman Negara. El transporte ya lo había reservado durante la preparación del viaje y sería un poco más largo que el que me había llevado hasta aquí, pues primero iría con mini van casi 5 horas y después en barquita durante casi 3 horas más. La mini salía a las 8 de la mañana y desde casi al lado del hotel, de hecho no estaba ni a 5 minutos andando.

El precio total del transporte fue de 80RM, unos 18€, incluyendo el trayecto en barca de 3 horas por medio de la selva, un trayecto que nos ofrecería algunas sorpresas muy agradables.

Como cada mañana me duché, tomé un café mientras escribía el periódico y acabé de hacer la maleta. Tenía ropa todavía un poco húmeda ya que la había limpiado la noche anterior y con el frío que hacía no daba tiempo a secarse. En cualquier caso era poca y podría llevarla encima para que se secara cuando saliera el sol y la temperatura subía considerablemente.

Revisé la habitación ya las 7:30h ya bajaba a dejar las llaves en recepción, pues ya sabía que hasta las 8h no abrían y que debería dejar allí las llaves.

El punto de encuentro estaba a sólo 5 minutos andando y además de bajada, de hecho estaba junto a los lugares ambulantes donde había cenado los dos últimos días, por lo que a las 7:35h ya llegaba, 30 minutos antes como ponía en el billete y como siempre hacía pero que todavía no sé porqué lo seguía haciendo, pues incluso a veces, como en este caso, la agencia todavía estaba cerrada. En cualquier caso siempre es mejor llegar antes y asegurarse de qué estás en el sitio correcto.

A las 7:45h llegó el chico de la agencia a quien le pregunté si aquí era el punto de recogida algo que me confirmó y me dijo que esperara a unos bancos de fuera. Llegaron una pareja de franceses y esperamos hasta las 8:05h que llegó la mini van. Le enseñamos los billetes, los confirmó y subimos a la mini van a donde ya había una chica y un chico que no iban juntos.

El chico se notaba que estaba guardando el asiento de su lado y que estaba muy nervioso, mirando el móvil y por la ventana continuamente. Recorrimos unos 50 metros desde que habíamos subido que ya volvió a parar a recoger a una última chica. Y el chico aún más nervioso. Cuando la chica subió, saludó a la pareja de franceses de tal modo que no esperaba encontrarlos, y les saludó con mucha alegría, realmente se la veía contenta de encontrárselos allí. Pero en cambio al chico nervioso diría que ni le saludó. Ella se sentó en la fila de enfrente y vi cómo el chico dejaba de guardar el sitio que estaba guardando a la vez que dejaba el móvil y de mirar por la ventana. Entonces lo entendí todo, era un tarado. Deduje que la conoció allí al igual que conoció a los franceses y el chico ya debería enamorarse simplemente porque la chica era muy alegre y el tarado ya debería pensar que eso significaba que ella mostraba algún interés por él. Y sabiendo que ella vendría a la misma mini van, todo enamorado y tarado le guardaba el sitio para que se sentara a su lado mientras todo nervioso miraba por la ventana si la veía a la vez que iba mirando el móvil para saber si estaban en el punto donde ella esperaría en la mini van, aunque finalmente la chica ni le saludó y mucho menos se sentó a su lado. Es de los típicos que no saben cuándo una chica no está mostrando ningún interés por él y que acaba haciendo el ridículo. Además era un poco raro, como muy nervioso todo el rato, sin entrar ya en que la chica era musulmana y con el velo, lo que significa que al menos está prometida.

El trayecto con mini van hasta el pueblo donde haríamos el transbordo en la barca se alargó 3 horas y media y fue un poco movido ya que aunque el señor era el conductor más responsable que había visto hasta ahora tan en Tailandia como en Malasia, la carretera era de curvas constantes y asfalto bastante irregular en algunos tramos, por lo que fue un cansado.

Yo sabía que ese trayecto era en mini van y en barca, pero no sabía ni dónde cogeríamos la barca ni cuánto duraría el trayecto. De hecho yo iba siguiendo el camino con Google Maps y parecía que se podía llegar a Kuala Tahan sólo por carretera aunque se daba bastante vuelta. Realmente sí que parecía que si parte del trayecto lo hacíamos por el río éste sería más corto.

A las 11:30h llegamos a una estación de mini vanos a orillas del río en un pueblo de menos de 10 casas, que de hecho parecía que estaba allí únicamente por haber esta estación, pues parecía la puerta de entrada a la selva desde el río. El pueblo eran literalmente dos restaurantes, 2 o 3 mini súper y un par de casas más donde supongo que vivían los de la agencia. Sólo estos 4 edificios junto a un enorme río rodeado de selva.

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Yo no tenía ni idea de qué teníamos que hacer ahora, nada, así que seguí las indicaciones del chófer que en todo momento nos explicó y acompañó. Entramos en la oficina donde dejamos las maletas y nos pusimos en una cola. Por cierto, aquella oficina era una pasada, pues no tenía toda una pared que justamente daba al río y que por tanto permitía tener una vista guapísima y bien ancha del río que quedaba a escasos 5 metros. Y no es que fuera de cristal, directamente no había pared. Yo me quedé unos minutos allí embobado mirando al río.

Nos dijo que fuéramos pasando por el mostrador donde había dos chicas. Yo fui de los primeros. La chica me dio un papel en el que tenía que indicar mis datos, el hotel donde me alojaría y los días que estaría en Kuala Tahan. Aquello era la solicitud para entrar en la selva además del permiso para poder hacer fotos, evidentemente pagando. En total 6RM por la entrada y el permiso para poder tomar fotos, unos 1,20€, suficientemente aceptable teniendo en cuenta que no tenía ni idea de este pago y estos imprevistos siempre preocupan, pero mientras ronden los 1 o 2€ no pasa nada.

Después la chica me hizo algunas preguntas de qué tenía pensado hacer, cuántos días, etc, para intentar ofrecerme aquellas opciones que más se ajustaran a lo que buscaba. Yo la verdad es que aún no me lo había mirado demasiado, pues pensaba mirarle aquella tarde al llegar al hotel de Kuala Tahan, así que le dije la poca idea que tenía en ese momento, que era hacer alguna de las rutas de nivel moderado por libre, pues por Internet había leído que por esta selva se puede ir solo perfectamente, pues todas las rutas están perfectamente indicadas, y puesto que en las Cameron Highlands ya había ido con un guía, ahora prefería ir por libre. Así que ella me marcó en un mapa la zona que podía hacer por libre y que quedaba cerca de Kuala Tahan y además me dio otra hoja en la que había 6 tours que podría contratar. Me fijé en uno que se hacía de noche para tener más posibilidades de ver animales, ya que éstos salen más de noche. Los demás no me parecieron demasiado interesantes ya que eran casi lo mismo que lo que podría hacer yo solo pero con un guía delante que de vez en cuando te dice el nombre de alguna planta o te da alguna explicación de que puede valer la pena que para mí no compensa el hecho de ir todo el rato como un borrego detrás de un tío. También me indicó dónde estaba el punto de recogida del transporte que al cabo de dos días me llevaría hacia Kuala Lumpur, mi próxima parada del viaje, que aunque no era su agencia me lo explicó todo igualmente. Realmente fue muy amable y me aclaró bastantes cosas en muy poco rato.

Después tuve que ir a pagar los 6RM pero antes tuve que ir a buscar cambio, ya que sólo tenía billetes de 50 y tan grandes no aceptaban. Por la hora que era ya casi que habría comido, pero pregunté a los dos restaurantes que había y todavía estaban cerrados, así que fui a uno de los mini súpers y compré agua, 3 panecillos tipo bollycao pero de crema de trigo y plátano y una bolsa de patatas. Me lo comí junto a un parque bajo la sombra de los árboles y después ya fui a pagar. Me dieron el comprobante del pago y el permiso para entrar en la selva de Taman Negara por lo que ya lo tenía todo para seguir el camino. El barco salía sobre las 13h y apenas eran las 12:15h, por lo que todavía tenía tiempo.

Hacia las 12:30h volví a la agencia donde había mesas para sentarme y además con las vistas al río. Allí ya había 5 o 6 personas también esperando. Dos de ellos eran la chica musulmana y el pesado que le iba detrás sin darse cuenta de que la chica pasaba de él. Ella primero estaba sola con el portátil sentada hasta que llegó el chico y sin ni asno ni besa se le sentó junto a decirle cosas sin ni considerar que la chica quizás estaba haciendo algo importante en el portátil. La cara de la chica lo decía todo, completamente sería sin apenas hablar, cuando por lo poco que la había visto, era una chica muy risueña y charlatán. Ademas el chico intentaba ligar con una chica musulmana con velo, es como de tontos.

Aproveché para escribir un poco en el diario hasta las 13h que la chica nos avisó para ya ir a embarcar. El embarque podía ser a las 13h oa las 13:30h, por lo que todavía tuvimos suficiente suerte tal y como quedaba reflejado en la cara de la chica que nos iba avisando, también una chica muy alegre y que parecía más contenta ella que nosotros para salir ya ahora. Ella misma nos dijo a mí ya otra chica que los dos íbamos solos por lo que nos sentaríamos juntos en la barca, por lo que entendimos que serían bancos de dos.

Bajamos unas cuantas escaleras para llegar al muelle y sorpresa, aparecieron la musulmana y el pesado que también se sentarían juntos, pobre chica. El chico bajó todo nervioso como siempre le veía y cuando iba a ayudar a la chica a quitarse la mochila, ésta le hizo un gesto de desaprobación quedándose ella de pie y con la mochila encima. Yo todavía no podía entender cómo el chico no se daba cuenta de que ella simplemente quería perderlo de vista, incluso me daba la sensación de que le daba cierta grima.

La barca era muy alargada y estrecha y, efectivamente, con bancos de dos. Medía unos 12 metros de largo por sólo 1 de ancho. Todas las maletas irían bien hacinadas en la proa del barco. Así que de dos en dos nos fueron avisando para subir a la barca. Los seis últimos fuimos los que ya más o menos conocía, que éramos mi compañera y yo, la musulmana y el pesado, y la pareja de franceses que subió conmigo a la mini van saliendo de las Cameron Highlands. El resto no habían venido con nosotros desde Cameron Highlands. Que por cierto, en los 3 últimos bancos, y por tanto, a nosotros 6, no había chalecos salvavidas…

Los bancos realmente no eran bancos, sino una almohada puesta en el suelo por lo que no quedabas realmente sentado, sino medio estirado. Era incomodísimo y sólo de pensar que debería estar 3 horas así ya me dolía todo. Era como estar sentado en el suelo pero con una pequeña esterilla. Lo bueno es que quedábamos muy cerca del agua y todo era más auténtico, por no hablar de la propia barca que parecía sacada de una peli de Indiana Jones. Yo en ese momento sólo pensaba cómo había llegado hasta allí y cómo había podido acabar en aquella situación.

Pero nada más iniciar el trayecto todo cambió. Nos adentrábamos en la selva más antigua del mundo por el río, una experiencia única que recordaba a los más aventureros. La imagen que se tiene de la selva desde el río es completamente diferente a otra, pudiendo apreciar totalmente los meandros y la vegetación que entraba hasta el mismo río. De la misma manera tendríamos la oportunidad de ver animales que no habríamos podido ver de otra manera, y todo antes de llegar, pues esto todavía era el trayecto para llegar al pueblo donde pasaríamos la noche. La cosa prometía.

Pero lo realmente impactante llegó cuando, sin esperarlo nada, vimos a un grupo de búfalos en el río. Ni siquiera sabía que en aquella selva había búfalos y mucho menos que pudiéramos verlos tan claramente desde la barca. Fue increíble, una de esas cosas totalmente inesperadas y que te dejan completamente perplejo. Nadie nos lo había avisado y ni siquiera en ese momento el piloto de la barca decía nada, por lo que la sorpresa fue mayúscula. Pero no sólo vimos uno de grupo, sino 3 a lo largo de todo el trayecto, 3 grupos de búfalos en diferentes zonas pero siempre en el río. Supongo que esa hora no hacen otra cosa que bañarse, pues el calor es insoportable.

Además de los búfalos también vimos monos y todo tipo de pájaros por no hablar de la vegetación, mucha de ella completamente desconocida para nosotros y árboles de más de 30 metros de altura.

Al cabo de las 3 horas de disfrutar de aquel trayecto inolvidable, que por cierto, se me hizo más corto de lo que pensaba, supongo que por lo interesante que era todo, llegamos al muelle de Kuala Tahan, un pueblecito de 2 o 3 calles y hecho únicamente para que los turistas puedan dormir cerca de la selva.

Eran las 16h cuando desembarcábamos en el muelle. Algunos irían con una mini van hasta otro punto del pueblo ya que les quedaría más cerca del hotel, pero no era mi caso puesto que a mí me quedaba más cerca el hotel desde el mismo muelle. Aún así estaba a 10 minutos largos caminando, que puede parecer poco pero teniendo en cuenta los 40ºC, la humedad del 70% y que sólo al principio ya había una pendiente del 40% y de unos 30 metros de largo, pues todo junto se hizo más duro de lo que parecía en un inicio.

De hecho, con el cordero que había aguantado hasta entonces sin sudar demasiado, ahora, en 15 minutos había sudado 5 veces más de lo que había sudado en todo el día. Llegué al hotel con la camiseta goteando, pero goteando literalmente, y de sudor está claro…

Yo, al ver que el hotel estaba a medio kilómetro del muelle, pensaba que estaría en medio del pueblo, pero al ser un pueblo tan pequeño, ese medio kilómetro ya hacía que quedara completamente en las afueras. De hecho quedaba en medio del bosque sin nada al lado, sólo un hotel más, todo el resto del pueblo quedaba a una distancia de unos 100 metros del muelle. De hecho se podría decir que el pueblo en sí sólo tenía 3 calles de unos 50 metros de largo cada una.

Finalmente, al cabo de casi 20 minutos desde que había salido del muelle y después de haber hecho 5 o 6 paradas para descansar durante el camino, llegué al hotel. Nunca había tardado tanto rato en recorrer medio kilómetro. El hotel era más bien un resort y era realmente todo muy bonito, pues no era un edificio sino un conjunto de casitas donde cada una de ellas era una habitación, además de la recepción y otra que parecía una lavandería. En medio de todos los bungalows, caminitos de piedra, césped y espacios donde tumbarse, todo ello de madera y muy auténtico. Así descrito podría parecer que era un sitio caro para dormir, pero no, de hecho era el más barato que había encontrado por Internet. Y además la habitación que tenía reservada tenía capacidad para 4 personas, por lo que era una habitación enorme.

Fui hasta la recepción donde ya había un chico que me esperaba. Ya tendrán controlado a qué hora llegan las barcas para estar pendientes, pues hay tan pocos turistas que más vale controlar la hora que pasarse todo el día en la recepción. Antes de hacer el check-in el chico me dio la llave de la habitación ya que, supongo que como todo el mundo, llegué tan cansado y sudado que primero me permitió dejar las cosas y ducharme tranquilamente.

La habitación era cara (unos 16€ por noche) en comparación con otros hoteles de otras ciudades, pero es que era una habitación con 4 camas, uno de matrimonio mas una litera. Además baño propio, escritorio y dos ventiladores. Y lo mejor, claro, es que eran casitas independientes, por lo que tenía varias ventanas aunque había mucha humedad, supongo que en un sitio como aquel en medio de la selva es inevitable. Pero en cualquier caso y como ya he dicho antes, era la habitación más barata que encontré en este pueblo.

Así que me duché y tomé un café mientras me miraba los papeles y tours que me había dado la chica de la agencia antes de embarcarme. Al cabo de una hora larga salí y el chico, pobre, todavía estaba esperando en la recepción. Yo no sabía si haría ahora el check-in o lo haría al marcharme, pues tampoco me había dicho nada, pero en cualquier caso la habitación debía pagarse.

Así que fui hacia donde tuve que anotar un montón de datos en el libro de registro, incluso cómo y cuándo marchaba de allí. Él me dio una botella de agua bien fría que me fue perfecta y pagué los 149RM, unos 32€, por las dos noches que pasaría. Lo bueno es que no me cobró la tasa turística cosa que no entendí, pues se supone que todos los hoteles deben cobrarla y en principio nunca está incluida en el precio. De hecho éste fue el único hotel de Malasia que no me cobró esta tasa.

Y una vez pagada la habitación, duchado, hidratado de nuevo y sin dejar la botella de agua a la que me aferraba como si fuera oro, fui directamente a dar una vuelta por el pueblo, Kuala Tahan, un pueblo de unos 300 habitantes, de los cuales la mayoría son turistas, con 2 o 3 calles, justo a orillas del río y junto a la selva Taman Negara. Un pueblo único, muy inaccesible y con pocos turistas, aunque la mayoría del pueblo lo eran. De hecho, se veían pocas casas, probablemente todas de locales que trabajaban o en un restaurante, hotel o agencia de viajes.

Estuve cerca de hora y media paseando por el pueblo aunque en 20 minutos ya se podía ver todo. Mientras paseaba fui mirando a los restaurantes que había, que en principio eran sólo 3, por lo que sería fácil elegir lugar donde cenar. Había salido del hotel hacia las 18h y sobre las 19:30h ya iba hacia el restaurante donde decidí cenar, entre otras cosas, porque tenía la carta fuera bien visible. Además no parecía el mas turístico de los 3 y tenía una terraza que daba a la calle principal y que permitía ver justo delante de la montaña con la selva Taman Negara y el sol poniéndose detrás, una imagen realmente única y que no me imaginaba ver en ese momento sentado en la terraza de un restaurante. Poder cenar con aquellas vistas en un pueblecito de 3 calles rodeado por la selva más antigua del mundo era algo que no imaginaba hasta que llegué, y la verdad es que no tenía precio.

Pedí arroz frito con ternera. Aquí en Malasia los tipos de carne disponibles todavía se reducían un poco más que en Tailandia, pues cerdo no había en ninguna parte, por lo que debía ser o pollo o ternera. Me senté en la terraza a contemplar la puesta de sol justo detrás de la selva a la vez que podía ver la calle principal del pueblo iluminándose poco a poco desde una posición privilegiada.

La comida estaba buena pero quizás no tanto como en otros pueblos, algo que ya me esperaba por la poca competencia que tienen allí y supongo por la dificultad de hacer llegar hasta allí todos los productos. En cualquier caso estaba lo suficientemente bueno y lo importante de aquella cena no fue tan la comida sino disfrutar del momento y de la situación. Estuve allí hasta las 20:15 cuando el sol ya se había escondido completamente. Los mosquitos ya hacía rato que daban vueltas aprovechando las horas de claridad pero de menos calor justo antes de la puesta de sol y de éstos ya se tenía que tener más respeto. De hecho ya me habían picado algunos y eso era algo que me preocupaba, pues aquí te podían pasar cualquier enfermedad. Mientras estuviera aquí ya no saldría de la habitación sin haberme puesto el repelente de mosquitos.

La cena no fue lo más bueno que había probado en Malasia pero era bastante más barato de lo que me esperaba teniendo en cuenta dónde nos encontrábamos. La cena me salió por 6RM, 1,20€, precios similares a otras zonas de Malasia.

Después ya fui directamente hacia el hotel a mirar alguna peli ya dormir sobre las 21h, lo que no me costó nada porque había sido un día largo y bastante duro, sobre todo el trayecto de 3 horas en la barca , que aunque fue un trayecto único, no dejó de ser muy cansado físicamente. El pueblo ya me lo conocía por haber dado sólo una vuelta de menos de dos horas, por lo que al día siguiente ya iría a comprar a alguno de los dos mini-súpers que había visto. Eso sí, aquí no había 7-elevan.

De camino al hotel me encontré a la pareja de franceses que ya había conocido en Tanah Rata antes de coger la mini van que nos llevó hasta aquí, bueno, hasta el pueblo donde hicimos el transbordo a la barca. De hecho, al día siguiente, acabaría encontrando a todo el mundo que conocía un poco del trayecto hasta aquí, pues era todo tan pequeño y había tan pocos lugares donde alojarse que lo difícil hubiera sido no encontrarse. No podía dejar de pensar en lo extraño que había sido ese trayecto desde las Cameron Highlands hasta aquí, pues a diferencia de otros trayectos, éste no sé bien porque, pero no recordaba bien cómo debía ser, supongo que por la cantidad de buses, vuelos y hoteles que había reservado. De hecho no me esperaba que fueran tantas horas en barca y con ese tipo de barca. Aunque yo lo había reservado y todo fue tal cual decía en la reserva, todo ello supuso cierta sorpresa para mí haciendo que en ese momento todavía estuviera pensando en los búfalos y monos que habíamos visto por el río en aquel trayecto esperaba hasta que me encontré dentro de esa barca. Cuando algo ocurre sin que te lo esperes por completo y va todo tan bien, la alegría y satisfacción es doble. De hecho, sin haberse adentrado todavía en la selva, para mí haber llegado hasta allí ya había merecido la pena.