23/08/2019 Último día de la vuelta al mundo. De vuelta a casa

23/08/2019 Último día de la vuelta al mundo. De vuelta a casa

Llegaba el último día del viaje, probablemente el día más raro de todos. Las sensaciones son varias, una mezcla de emociones y sentimientos que hacen que éste sea un día de los que más se acuerda, junto, claro, con el primero. Cierta emoción por volver a casa, un cansancio por tantas cosas hechas, una relajación para saber que todo está hecho y conseguido, ya no tener que pensar en cómo ir aquí o allá,… Todo son cosas que pueden parecer simples pero que en una situación así toman una magnitud especial.

Poco antes de las 4 de la madrugada ya me estaba despertando. Aunque fui a dormir cuando todavía casi todo el mundo tenía que ir a dormir, la verdad es que apenas me desperté, de hecho sólo recuerdo medio despertarme una o dos veces e incluso ver la luz de l habitación ya apagada.

¡Pero a las 4 de la madrugada y cuando todo el mundo dormía profundamente, de repente, empezó a sonar la alarma antiincendios de la habitación! Un ruido fortísimo y estridente sonando durante unos 10 segundos que se hicieron eternos mientras todo el mundo dormía. Muchos se levantaron de repente, entre ellos yo, la chica de mi lado con la cara de reciente despertada mirando la alarma sin entender nada, todos durante los 10 segundos mirando esa luz verde intermitente y esperando a que ese ruido tan agudo y molesto parara en algún momento. Eso sí, creo que nadie se planteó salir corriendo que es lo que supuestamente deberíamos haber hecho al sonar una alarma anti-incendios… Al cabo de los 10 segundos, paró, y el silencio fue total. Nos quedamos todos mirando durante 3 o 4 segundos hasta que poco a poco todo el mundo volvió a tumbarse o cerrar los ojos a quienes no se habían llegado a levantar. Probablemente ésta sea una de las peores formas de despertarse.

Yo, entre ese ruido inesperado y que ya me estaba despertando, me resultó imposible volver a dormir. Estuve medio holgazaneando por la cama hasta las 4:30h. Durante ese rato se levantaron varias personas para ir al baño, de hecho parecía que a más de uno le costaba volver a dormir después de ese duro despertar.

Hacia las 4:40h aprovechando que salía una del lavabo, cogí el bolso con la ropa y fui a ducharme que falta me hacía, pues el día anterior no me había duchado y además había estado caminando durante horas. Así que me duché, me vestí y fui hacia el comedor ya con toda la maleta para guardar la ropa sucia del día anterior y sacar mis herramientas de la mañana, que son el portátil, el café y la taza. La cocina estaba cerrada pero había microondas en el comedor, por lo que ni siquiera necesitaría mi calentador eléctrico.

Guardé la ropa, me preparé el café, escribí el periódico, pasé los gastos del día anterior a Excel, miré correos, finanzas, etc. Tenía tiempo y sobra, pues apenas eran las 5:30h de la mañana. A pesar de esa hora, allí en el comedor ya había dos chicas. Quizás tenían el vuelo muy pronto, con tanta gente y casi todos viajeros, es normal que a todas horas y haya alguien despierto.

Estuve muy tranquilo tomándome mis cafés hasta las 6:45h que vinieron a limpiar el comedor con una aspiradora ya prepararlo todo para la hora del desayuno, que estaba incluido en el precio y, por tanto, pues el comedor se llenaba mucho. Yo seguí con mi trabajo hasta las 7:20h que empezó a llegar gente, haciendo que poco a poco aquel comedor tan grande quedara completamente lleno.

Yo quería empezar a desayunar hacia las 8:30h, pues la cocina estaba abierta hasta las 9h. Acabé de hacer las copias de seguridad y cargar tanto el portátil como el móvil, lo guardé todo, comprobé que en mi cama no había nada, y ya fui a desayunar.

Tuve que sentarte junto a más gente, pues ya no había ninguna mesa libre. Fui a la cocina y entonces entendí porqué todo el mundo desayunaba. Había todo tipo de cereales y bastante embutido, no demasiado bueno, pero sí suficiente como para ser un hostel de Dublín. Así que cogí un poco de cada cosa, salvo fruta, y fui a comer hasta sobre las 9h aproximadamente, hora en que me preparé para salir a dar la última vuelta por Dublín y del viaje.

Ya que el día anterior había visto prácticamente todos los lugares que quería ver, decidí ir a pasear un rato por Temple Bar, el barrio más auténtico de Dublín que estaba junto al hostel y era muy bonito para ver mientras se paseaba. Así que salí y hacia allá. Ese día, a diferencia del día anterior, hacía muy buen día. Las nubes del día anterior habían desaparecido e incluso ahora hacía más calor. De todas formas a la sombra seguía refrescante.

Aún era pronto por lo que en un principio no había demasiada gente por la calle, pero poco a poco el barrio se iba llenando, incluso los pubs empezaban a llenarse. Yo iba por una calle u otra aleatoriamente, al azar, sin un rumbo fijo, simplemente contemplando todo el barrio.

Por último, hacia las 10:15h llegué al famoso pub de Temple Bar. Ya tenía la espinita de tomarme una buena Guinness en Temple bar, y ahora, que ya era el último día del viaje y me podía dar algún capricho mas, creí que era el mejor momento para hacerlo y así despedirme ya de la vuelta al mundo que estaba a punto de completar.

Así que hice algo de tiempo hasta las 10:30h cuando vi que el pub se llenaba y que otros muchos ya lo estaban. De hecho eran las 10:30h pero ya había mucha gente en muchos pubs tomándose una Guinness. En Dublín parece que en vez de café tomen una cerveza Guinness para el desayuno.

Así que fui al famoso pub de Temple Bar pero esta vez no para quedarme fuera haciéndole fotos, como hace la mayoría, sino para entrar y tomarme una Guinness. Mientras estaba pidiendo, entró un grupo de casi 10 chicas, de hecho parecía un despido de soltera. Además otras parejas o grupitos también iban pedidos. Ese es un pub donde sólo se vende alcohol, así que todos los que iban entrando pedían una cerveza o un cóctel. Yo pedí una Guinness sin preguntar el precio. Me la puso y pagué los 6,90 que costaba. Aún pensé…

Esta cerveza quizá sea más cara pero sólo de verla en el vaso ya te puedes imaginar el porqué. Evidentemente no es como una Estrella Damm. De hecho, sólo la espuma ya se ve de mejor calidad. Lo que me seguía resultando un poco raro es que no fueran ni las 11 de la mañana que ese bar ya estaba lleno de gente tomándose una cerveza.

Fui a uno de los bancos que había por los laterales y que daban a las ventanas y allí, mirando cómo la gente de la calle nos hacía fotos, me tomé la Guinness, una cerveza negra y que nada tiene que ver con el 99% de cervezas que se venden en España.

Como ya se veía, incluso la espuma es buena, por no hablar de la cerveza, con mucho más cuerpo, más contundente, más sabor y evidentemente con mayor graduación. Costaba 2 o 3 veces más que una de normal en Barcelona, ​​pero es que era 3 veces mejor.

Y mientras estaba allí mirando por la ventana, sentado en uno de los mejores pubs de Irlanda y con una Guinness en la mano, pensé que en ese momento no podía estar en un sitio mejor que aquel a la vez que me’ despedía y repasaba el viaje que ya estaba terminando y que me había llevado por 7 países durante 3 meses, viaje que había salido como debía salir y sin problemas destacables.

Pero el momento culminante fue cuando subió un chico con una guitarra en la tarima del pub y empezó a tocar y cantar. Una Guinness en el mejor pub de Irlanda y con música en directo. Más irlandés imposible. La mejor forma de pasar un buen rato en el último día del viaje.

No supe si cada día había música en directo o ese día era especial, pero en cualquier caso el pub estaba completamente lleno e incluso había algún grupo que parecía celebrar algo. Cuando había entrado en el pub hacía menos de media hora estaba casi vacío y ahora ya no quedaba ninguna silla libre.

Al cabo de una hora de haber empezado, a las 11:30h, me acababa la Guinness y al cabo de unos 10 minutos más, cuando el cantautor terminaba su actuación, salía del pub para volver al hostel a buscar la maleta y hacer el checkout a no ser que me dejaran quedarme hasta más tarde, pues no tenía previsto ir a comer hasta las 13h y hasta las 19h no salía mi vuelo.

Al cabo de 5 minutos ya estaba en el hostel ya la hora de pasar la tarjeta magnética para abrir la puerta que daba acceso a las habitaciones y zonas comunes vi que ya no funcionaba. Debido a que el checkout está a las 10:30h pues ya me habían desactivado la tarjeta. Se lo dije a la chica de la recepción que me abrió la puerta para poder ir a buscar las cosas. Ya sin tarjeta para poder ir entrando y saliendo decidí arreglarme un poco y marcharme ya del hostel.

Leí las noticias un rato, me lavé la cara y las manos y un poco la maleta, di las gracias a la chica de la recepción y dejé el hostel cuando eran las 13h. Quisiera haber comido más tarde pero ya empezaba a tener hambre y sólo pensaba en el Burger King del lado del hostel y que desde el día anterior ya quería ir, así que no aguanté mas y fui a pedir la oferta de 2 por 6 €, siendo la Long Big King y la Long Texas BBQ, ambas muy buenas y bastante grandes, dejándome harto y por sólo 6€.

Hacia las 13:30h salía del Burger king y caminaba unos 10 minutos hasta llegar a la parada del bus 16 mes cercana que estaba en la misma avenida O’Connell. Allí esperé unos 10 minutos más hasta las 13:50h que llegaba el bus e iba ya hacia el aeropuerto. Me costó los 3,30€ esperados y fui a sentarme al piso de arriba, pues el bus estaba muy lleno.

Antes sin embargo, pude ver una de las cosas más extrañas del día. Una especie de bus-bar con pedales pasaba por la calle llena de hombres supuestamente celebrando algo, probablemente una despedida de solteros. Era raro pero parecía divertido.

Volvía a hacer el mismo camino que el día anterior pero ahora de vuelta, volviendo a mirar todo el rato por la ventana para ver lo máximo posible de Irlanda. Prácticamente siempre miro por la ventana cuando paso por un sitio desconocido, simplemente me gusta mirar el entorno, como son las casas, las calles, la gente, todo lo que se pueda apreciar desde una ventana a 50km/h.

Al cabo de unos 45 minutos llegábamos al aeropuerto. Yo tenía que ir a la terminal 1 pero la primera parada que hacía el bus era en la 2, donde yo ya bajé, pues según Google Maps parecía que ya estaba pero no, lo que pasaba es que ambas terminales están tan cerca una de otra que en el mapa parecía que ya estuviera. Así que una vez me di cuenta de que estaba en la T2 fui caminando los escasos 100 metros hasta la 1. Ya sabía que ambas terminales estaban muy cerca por eso no me preocupé demasiado de saber a cuál estaba bajando, y más teniendo en cuenta que todavía quedaban casi 5 horas para la salida del vuelo.

Una vez llegué a la Terminal 1, lo primero que hice, como siempre cuando tengo tiempo, fue inspeccionar toda la terminal: dónde estaban los baños, la fuente de agua, la zona de fumadores, el mejor sitio para sentarse, etc. Y la verdad que todo muy bien. Había fuente de agua bien fría, se podía fumar nada más salir por la puerta, tenía máquina de café por 1,50€ y era suficientemente pequeña, estando el control de seguridad a pocos metros de la puerta. Se podría decir que era un aeropuerto perfecto para largas esperas.

Prácticamente toda la terminal era de Ryanair, se notaba que estaba en Irlanda… Allí vi por primera vez pasajeros facturando las maletas ellos solos en unas máquinas automáticas y cintas que leían la etiqueta de la maleta y se la llevaban sin ningún trabajador al lado. Algunos ya sabían cómo iba pero otros iban muy perdidos, algo normal. Estos de Ryanair ya no saben qué hacer para bajar costes.

Y allí estuve esperando más de 3 horas entre paseos, cafés de la máquina, ir a fumar, mirar correos y, sobre todo, reflexionando sobre el viaje que ya estaba a punto de terminar, pues me quedaba muy poco por completar mi primera vuelta al mundo y todo había ido muy bien, y de hecho casi todo, según lo tenía planeado.

El vuelo estaba previsto para las 19h por lo que a las 18h fui a fumar un piti y hacia el control de seguridad que pasé sin ningún problema ni registro adicional. Eso sí, cumpliendo todas las reglas a rajatabla, incluso guardar la pasta de dientes en una bolsa hermética y transparente.

La puerta de embarque aún no estaba asignada, por lo que tuve que esperar todavía unos 10 minutos junto al control hasta que la anunciaron y fui hacia allí, pero resultó que la puerta estaba lejos, de hecho tardé casi 15 minutos en llegar y eso que iba a paso ligero porque supuestamente a las 18:30h ya embarcábamos y ya eran las 18:15h. Una terminal tan pequeña y una zona de puertas tan grande…

No lo acabé de entender pero cuando llegué ya había un montón de cola y eso que había ido tan rápido como pude en cuanto anunciaron la puerta de embarque. Quizás en el mostrador ya hacía rato que lo sabían y lo decían a quienes facturaban. En cualquier caso miré qué cola era la preferente, pues tenía embarque preferente, pero resultó que medio avión tenía embarque preferente, por lo que la cola preferente era enorme y casi menos preferente que la cola no preferente.

Frente a mí había dos mujeres de unos 55 años que debían decirle a un familiar a qué hora llegarían a Barcelona. Sabiendo la hora de salida del vuelo y el tiempo de duración es fácil saber la hora de llegada, pero en este caso en Barcelona era una hora más, y eso ya las desató. En total estuvieron unos 10 minutos para averiguar a qué hora llegaba el vuelo a Barcelona, ​​de hecho estuve a punto de explicarles cómo iba el cambio de hora y en qué hora llegaríamos. Al final más o menos lo supieron y se lo comunicaron a su familiar.

Algo que puede parecer trivial pero que después de 3 meses no lo es, es volver a escuchar tu idioma de boca de la gente que te rodea. Había pasado 3 meses básicamente escuchando el inglés y volver a escuchar el catalán no dejaba de ser una sensación extraña pero mucho más bonita y reconfortante de lo que pueda parecer. Al final, siempre acabamos echando de menos nuestra casa.

Cuando ya parecía que estaban a punto de abrir la puerta, todavía no se veía ningún avión, pero al cabo de un par de minutos llegó uno. En ese momento pensaba que simplemente venía de otra puerta, pero la sorpresa fue cuando empezaron a bajar pasajeros. Era un avión que acababa de llegar y que ni siquiera limpiarían antes de que nosotros subiéramos. Fue tan justo que incluso abrieron la puerta de embarque antes de que llegara el avión. Estos de Ryanair siempre te acaban sorprendiendo.

Cuando el último pasajero salió del avión, ya vi cómo los pasajeros que iban conmigo empezaban a subir. En aquella zona las puertas no tenían finger, por lo que había que caminar por la pista y por tanto podíamos verlo perfectamente por la ventana. Los pasajeros que bajaban y nosotros que subíamos nos cruzamos. Nunca lo había visto. This is Ryanair, pensé.

Por primera vez en todo el viaje pude embarcar sin enseñar el pasaporte. Una vez sentado procuré no tocar demasiado nada, pues no sabía cuántos meses hacía que no limpiaban ese avión…

El vuelo estaba lleno de españoles que volvían de sus vacaciones a Dublin, por lo que había muchas familias con niños. A mí me tocó sentarme en pasillo ya mi lado iba una madre que probablemente era la persona más nerviosa que había visto nunca y que además fuera la primera vez que subía a un avión, bueno, la segunda. Tenía la familia desperdigada por el avión y no paraba de levantarse y mirar. Cuando llegó el despegue, primero se persignó y después se agarró muy fuerte del asiento de enfrente, como si el avión fuera a chocar en cualquier momento. Cuando ya despegábamos empezó a respirar cada vez más fuerte y rápido. Yo ya no sabía si avisar a alguien pero poco a poco se fue calmando.

Por extraño que pueda parecer, el vuelo se retrasó un poco, llegando a Barcelona a las 22:35h. La hora prevista era a las 22:30h, y aunque pueda no parecer demasiado retraso, viniendo de Ryanair es muy raro, pues siempre llegan antes de lo previsto por el tema costes. Salvo esto el vuelo fue muy tranquilo y por fin volvía a estar en Barcelona.

Aterrizamos en la terminal 2 del aeropuerto de El Prat por lo que podía marcharse de allí en tren hasta Sants o en Aerobus hasta Plaça Catalunya. La hora era importante porque después debería tomar otro tren, ya aquellas horas ya se acababan, por lo que tenía que buscar la opción más rápida para salir de la T2 si quería llegar a casa esa misma noche.

Así que, en ese momento, lejos de relajarme por haber finalizado el viaje, tuve que correr. Para empezar, yo pensaba que no debería pasar ningún control de pasaportes, pues venía de Irlanda, pero no, tuvimos que pasar por las máquinas que validaban el DNI o el pasaporte, haciéndome perder unos minutos muy importantes.

Salí corriendo del aeropuerto pero el tren en principio salía en menos de un minuto, por lo que ya no intenté llegar a la estación. Fui directamente a buscar el Aerobus que me costaría 5,90€ a diferencia de los 2€ del tren pero con el que llegaría 30 minutos antes a casa, y lo más importante, llegaría, pues el último tren que podía tomar en casa salía a las 12 de la noche y no podía estar perdiendo el tiempo.

Cuando llegué a la parada ya había un bus y gente subiendo, pero cuando me tocó a mí, una chica que estaba en la puerta me dijo que ya no podía subir, no entendí bien porque pues parecía que el bus no estaba lleno del todo, en cualquier caso a mí, a un chico y una chica que venían detrás de mí nos dijo que esperábamos al siguiente bus que tardaría 10 minutos en llegar. Yo me retiré, pero los otros dos no. Eran ingleses, quizás irlandeses, y haciendo caso omiso totalmente subieron al bus. De hecho, cuando el chico subió las puertas ya se estaban cerrando y lo medio engancharon. Entonces, tanto la chica como el conductor ya más nerviosos les dijeron que bajaran pero ninguno de los dos hicieron ni putu caso. La verdad es que me sorprendió muchísimo la mala educación de esos dos ingleses/irlandeses, no es esa la imagen que tenemos. Al cabo de un minuto de estar allí discutiendo sin conseguir que bajaran, el chófer se marchó con ambos dentro y yo fuera. La chica que nos había dicho a los 3 que esperábamos y al ver que sólo yo le había hecho caso y me había esperado, no sabía ni cómo mirarme ni qué decirme, pues yo en un principio iba delante de los dos que habían podido subir. Le dije que no se preocupara y que yo prefería ser educado y esperar en vez de ser un mal educado y marcharme. Hay trabajos muy desagradecidos, pensé…

En cualquier caso, al cabo de 5 minutos llegó el siguiente bus, calculé si podría tomar el tren de las 23:30h para ir a casa y decidí ir en ese bus, pues seguramente llegaría al tren de las 23:30 h. Si del aeropuerto se marchaba en tren debería tomar el tren de las 12 de la noche que ya era el último y era algo arriesgado.

El trayecto en el Aerobus fue más rápido de lo que esperaba, llegando a Plaça Catalunya a las 23:20h, por lo que todavía me dio tiempo de hacer alguna foto en la plaza a modo de llegada, que ve a saber si era la primera vez que tomaba una foto en la Plaza de Catalunya. Ahora si que ya me sentía en casa, ahora sí que estaba en un sitio bien conocido, ahora sí que ya tenía la sensación de haber terminado el viaje. Aún no estaba en casa pero sí en el centro de Barcelona. La sensación en este momento es muy extraña y difícil de contar con palabras. Tienes que haber estado algunos meses fuera de casa viviendo con una intensidad absoluta todos los días para saber lo que se siente al volver al lugar donde has nacido y donde has vivido durante años.

Y ya sin prisas cogí el tren que ya me llevaría a casa y que sería el último trayecto del viaje. Ahora ya podía disfrutar de la satisfacción de haber estado solo durante 3 meses dando la vuelta al mundo pasando por 7 países, habiendo dormido en más de 20 hoteles o apartamentos diferentes y finalmente haber conseguido llegar allá donde estaba ahora, en Barcelona, ​​en casa.

Nunca sabemos de lo que somos capaces de hacer si nos lo proponemos y nos alejamos de los miedos infundados normalmente por otros. Ante cualquier imprevisto o situación difícil encontraremos siempre una solución, así somos los humanos. Si crees lo contrario es porque nunca te has encontrado o te has podido apoyar en alguien, pero te aseguro que si estás solo, podrás solucionarlo todo tú solo. Tenemos mucha más fuerza y ​​voluntad de la que nos imaginamos y la lástima es que rara vez hagamos lo que debemos hacer para poder disfrutar de esta fuerza. Yo acababa de hacerlo y ahora tenía una sensación de satisfacción difícil de explicar.

22/08/2019 Última visita del viaje: 7 hores caminando por todo Dublín

22/08/2019 Última visita del viaje: 7 hores caminando por todo Dublín

Estaba durmiendo en el avión que me llevaba hacia Dublín, cuando sobre las 2:30h de la noche alguien de la tripulación dijo algo por megafonía y ya nos medio despertó a todos. Sólo quedaba menos de una hora por el aterrizaje y ya no intenté volver a dormirme. Al menos había podido dormir un rato, a pedazos, pero en conjunto más horas de las que me esperaba. Al menos era suficiente para intentar aguantar el día y así poder ver a Dublín, pues al día siguiente ya se marchaba a casa. Al menos últimamente era capaz de dormir alguna hora en los vuelos, sobre todo en aquellos nocturnos en los que es necesario dormir para poder aguantar todo el día siguiente. En cualquier caso, en vuelos hacia el este, la noche es tan corta que resulta difícil aguantar todo el día siguiente.

Como siempre, los de Norwegian no nos dieron ni agua, así que ese día el café de la mañana debería esperar. Me limpié un poco en el baño ya esperar hasta las 3:30h, 8:30h hora local, que aterrizamos sin problemas. Bien, sólo que me pareció que la pista era muy corta porque para mí aquél fue el aterrizaje con un bloqueo de frenos más fuerte. De hecho en muy poco rato ya había casi frenado empezando a girar cuando aún iba lo suficientemente rápido, lo que me hacía pensar que la pista no daba para más.

Bajamos y al salir del avión me sorprendió muy gratamente el tema de los idiomas, pues el inglés no es la lengua originaria de Irlanda, sino el gaélico irlandés, que tiene el mismo abecedario pero una escritura completamente diferente . Todos los carteles estaban en ambos idiomas pero con el gaélico siempre por delante.

Fuimos directamente hacia el control de inmigración y por primera vez en todo el viaje entraba en la UE, por lo que ya podía pasar el control de inmigración mucho más rápido pasando tan sólo el pasaporte por el lector de una máquina , que después me haría una foto y ya me dejaría pasar. Antes de las 9 de la mañana ya estaba saliendo del aeropuerto.

En cuanto pisé la calle me quedó claro que estaba en Irlanda, pues estaba lloviznando y hacía frío, concretamente 16ºC en pleno agosto. Ya había leído por Wikitravel que aquella temperatura era normal en Irlanda, por lo que ya llevaba la chaqueta puesta. Sólo me lo puso el primer día del viaje a Oslo y ahora el penúltimo día en Dublín. También ya había leído cuál era la manera más económica para llegar al centro de Dublín desde el aeropuerto, que estaba en los buses de línea de Dublín, pues había otros que hacían menos paradas pero que costaban más, entre 7 y 9€, en cambio los públicos de Dublín costaban 3,30€ y te dejaban en el mismo sitio aunque en unos 45 minutos.

Esta vez, Google Maps y Moovit me liaron un poco ya que parecía que no tenían el número de bus a tomar actualizado. Me indicaban los buses 133 o 115 mientras que en Wikitravel decían el 16 o el 41. Gracias a que allí ya podía utilizar el 4G de mi SIM, miré la web de los buses de Dublín, y efectivamente eran el 16 y el 41 Eso sí, Moovit me fue muy bien para encontrar la parada del bus, pues estaba bastante alejada de la puerta de salida y habría sido difícil encontrarla sin Moovit. De hecho, los buses que encuentras justo delante de la salida de la terminal, son de los caros, los de línea están unos 5 minutos caminando, más adelante, casi en la terminal 1, y en una zona donde se encuentra el parking y más sitio para realizar las paradas.

Teniendo en cuenta lo cansado que estaba y el merdé de autobuses que había por todas partes, todavía encontré lo que quería bastante rápido.

Miré los carteles que anunciaban los buses en cada una de las paradas hasta que vi uno que anunciaba el 16. Por cierto, que son carteles electrónicos donde pone el tiempo que falta para el próximo bus. Realmente muy bien. Cuando lo encontré me quedé al lado esperando y en unos 5 minutos ya llegó un bus aunque acababa de ver un marcharse justo cuando yo llegaba. Todo muy bien, cosa que se agradece cuando son las 8 de la mañana, has dormido 3 horas, no has tomado un café y ni te has duchado.

Esto si, el importe del billete debe pagarse de forma exacta, o en cualquier caso, el conductor no da cambio. El billete sencillo costaba 3,30€ y yo sólo tenía 4€, así que perdería algo pero de todas formas seguía saliendo mejor que los 7€ de la siguiente opción. Pero incluso esto me salió bien, ya que delante de mí iba una pareja en la que no entendí bien que había pasado pero me pareció que el chico pagó los billetes de ambos con un bono que tenía, y la chica, sin haberse dado cuenta, también pagó el suyo. El chófer se lo dijo y entonces me dijo a mí que mi billete le pagara a la chica. Me preguntó dónde iba y me dijo 3€, seguramente para ajustarlo a lo que la chica había pagado, así que finalmente todavía me ahorré un euro.

El trayecto duró unos 40 minutos pero fue entretenido, pues enseguida ya entras en Dublín y puedes ir viendo la ciudad, primero los barrios residenciales con sus casitas unifamiliares típicas y las calles tranquilas, y más adelante, las calles empedrados y los edificios más antiguos que dan la personalidad a Dublín. Era día laborable y hora punta, por lo que además podía ver lo que tanto me gusta ver, que es la vida quotidiana en un día normal de la ciudad, con la gente en coche o transporte público yendo a trabajar o hacer lo que debieran, en cualquier caso, vivir en primera persona el estilo de vida de cada una de las ciudades visitadas.

Hacia las 9:45h llegábamos a la parada en la que Google Maps me decía que tenía que bajar, que era justo después de haber cruzado el río. De hecho el hostel estaba muy bien ubicado, en pleno centro de la ciudad y justo en uno de los bordes del río, además en la orilla norte, pues supuestamente la parte norte de la ciudad tiene más cosas que en el sur. En cualquier caso hay puentes por todas partes por lo que cruzar el río no es ningún problema. En cuanto bajé, crucé el puente de nuevo y en menos de 5 minutos ya estaba en la puerta del hostel donde tenía reservada una cama en un dormitorio mix de 25 personas!

En la recepción había bastante movimiento, se veía pues un hostel bastante famoso. Le dije a la chica que tenía la reserva, me pidió el pasaporte, lo confirmó pero me dijo que hasta las 14h la cama no estaría preparada. Ya imaginaba, así que le pregunté si podía hacer tiempo en alguna cocina o zona común del hostel. Me dijo que la cocina la abrían a las 10:30 h, en unos 30 minutos. Así que quedamos que haría tiempo por allí hasta las 10:30h y después bajaría a tomar el café que tanto necesitaba ya dejar la maleta en la sala de maletas. Dejar el equipaje, una ducha y un café era todo lo que necesitaba para dar vueltas por Dublín todo el resto del día.

Y así lo hice. Me quedé fuera media hora, viendo el mal tiempo que hacía, ya las 10:30h bajé, pues la cocina y el comedor estaban en el sótano.

La cocina era muy grande y ya había un montón de café hecho en unos termos, por lo que no tuve que sacar nada de lo mío, sólo cogí una taza y me preparé el café que me tomé en el comedor mientras miraba correos y escribía el periódico desde su móvil.

Supuestamente la maleta la podía dejar en una sala que había habilitada para tal propósito, pero yo no lo entendí y fui directamente a buscar la habitación donde dormiría, pues aunque la cama todavía no estaba preparada la chica ya me había dicho qué cama era la mía. Habitación 9, cama 11. Casualmente la habitación estaba cerca del comedor por lo que fui. Cuando entré me quedé un par de segundos medio paralizado de ver la cantidad de camas, gente y ropa que había por toda la habitación. Efectivamente estaban haciendo las camas por lo que la cantidad de cosas que había en medio del pequeño pasillo que quedaba era brutal. No podía ni andar. Busqué la cama número 11 en medio de todo aquel merdé de literas y dejé la maleta al lado saliendo de la habitación como pude y volviendo hacia el comedor acabarme el café hasta las 12 del mediodía que salí a hacer mi primera vuelta por Dublín. Pasear por primera vez en una nueva ciudad siempre es muy emocionante. No me había podido duchar pero al menos si lavado los dientes y tomado el café, algo que ya me ayudaba mucho a poder salir a tope.

Como he dicho antes, el hostel estaba muy bien ubicado, tanto que una de las visitas que quería hacer la tenía a 50 metros, que era el puente de Ha’penny. De hecho desde la puerta del hostel ya se veía, pues éste quedaba a pocos metros del río Liffey. Por cierto, el nombre de este puente se debe tanto al parecido de su forma al lado de una moneda de medio penique como al peaje (de esa misma cantidad) que se cobraba hasta el año 1.919 para cruzarlo lo. Así que me abrigué bien y caminé hasta el puente, lo crucé pasando a la zona sur de Dublín y caminé unos 5 minutos sin rumbo, disfrutando de aquellas calles medievales tan auténticas y tan bien conservadas hasta que volví a mirar en Google Maps cuál podía ser la siguiente visita.

A pocos metros estaba la estatua de Molly Malone, una estatua de bronce que representa a una pescadera ambulante que murió muy joven en medio de la calle debido a una alta fiebre. La chica caminaba por las complicadas calles del puerto de Dublín empujando una carretilla mientras gritaba: «¡Escopiñas y mejillones vivos!». De todas formas no hay pruebas de que efectivamente Molly Malone hubiera existido en el siglo XVII, tal y como dicen, ni en ninguna otra época.

La estatua es famosa porque Molly Malone es la protagonista de la canción de su mismo nombre o también conocida como Cockles and Mussels (Buchos y mejillones) o por In Dublin’s Fair City (En la Noble Ciudad de Dublín) y en irlandés Mol Ní Mhaoileoin, y que es una canción popular de Irlanda que se ha convertido en el himno no oficial de Dublín. También ha obtenido la condición de himno irlandés. Fue compuesta hacia 1880 por James Yorkston y se ha convertido en una verdadera leyenda urbana.

Cabe decir que en ese momento la estatua estaba en otro lugar, así que el fondo que yo ahora veía no era el mismo que el que se veía por Internet. Ahora está justo enfrente de una iglesia y cuando llegué ya estaba rodeada de gente. Un chico cantaba y tocaba la guitarra justo al lado y la verdad es que cantaba bastante bien. Quizás cantaba Cockels and Mussels.

Estuve unos minutos observando la estatua y esperando a que no hubiera tanta gente delante para hacer alguna foto aunque esto fue difícil, pues todo el rato había algún grupo u otro de personas mirando la estatua . Parecía más famosa de lo que pensaba. De todas formas tanta gente mirando no me gusta por lo que no tardé demasiado rato en marcharme.

Volví a mirar Google Maps y ahora tocaba ir por proximidad a Grafton Street, una calle peatonal y llena de comercios. Una de las calles con más movimiento y personalidad de Dublín, lleno de artistas ambulante, estatuas humanas al estilo Las Ramblas y pubs típicamente irlandeses. De hecho, estos pubs típicos había un montón en cualquier calle. Lo que en España son los típicos bares de barrio o tapas, allí son los pubs irlandeses, con sus puertas de madera roja y cervezas Guiness a partir de las 10 de la mañana. De hecho todo el centro de Dublín me estaba gustando mucho, pues mantenía aún ese encanto irlandés tan único y especial pero muy bien conservado. Pasear por estas calles es ver a Irlanda que siempre te habías imaginado.

Y aquí, como en las Ramblas, músicos en la calle que en muchos casos me parecen mucho mejores que otros mucho más conocidos pero con un estilo musical deplorable.

Y de ahí, aprovechando que me encontraba en uno de los extremos de Grafton Street, fui hacia el Trinity College, la Universidad más antigua de Irlanda y donde se puede entrar en el campus lleno de césped y ver los edificios tan bien conservados. Fundada por la reina Isabel I en 1.952, además de su extenso campus, impresiona por su biblioteca. La sala principal tiene unas estanterías de madera repletas de libros y manuscritos de todas las épocas aunque la joya más preciada del edificio es el Libro de Kells del siglo IX, realizado por monjes celtas y que contiene los 4 Evangelios del Nuevo Testamento . En Europa tenemos patrimonio de hace siglos en medio de las ciudades y en edificios todavía utilizados, algo que no ocurre en todas partes y de lo que creo que no somos del todo conscientes de ello.

De allí decidí ir hasta el City Hall o el Ayuntamiento de Dublín que tenía a unos 500 metros. De vez en cuando caía alguna gota pero no acababa de llover, por lo que podía ir deambulando sin problema. Cuando ya casi llegaba al City Hall, encontré una zona con lugares para sentarme en una calle con bastante movimiento por lo que decidí sentarme y comer el bocadillo que llevaba desde Toronto comprado a un 7-elevan. Eran casi las 13h y ya hacía rato que estaba despierto y que no comía, por lo que ya tenía mucha hambre. Siempre intento aguantar un poco para poder pasear más rato, pues después de comer siempre da un poco más de pereza.

El bocadillo costaba unos 4€ pero lo cierto es que era bastante completo, con más embutido de lo que parecía a simple vista. Me dejó lo suficientemente lleno como para no querer nada más pero no tanto lleno como para no querer andar mas, así que perfecto y seguir caminando en dirección al City Hall.