Me desperté casi a las 8 de la mañana, uno de los días que más tarde me había despertado en todo el viaje debido a que fui a dormir a las 12 de la noche y yo siempre intento dormir 8 horas. De hecho se me hacía incluso un poco raro despertarme y que ya fuera tanto día.
Y como todas las mañanas antes de salir del hotel, me duché, me preparé un buen café allí mismo en la habitación que me tomé mientras escribía el periódico y miraba algunas inversiones, pues el momento era interesante para la subida espectacular del oro y la bajada de las bolsas en general.
A las 11h salí del hotel con la intención de ver un poco más a Chinatown e ir justo al otro lado del río, a la altura del hotel, donde pensaba que había más centro histórico debido al igual que se veía la zona en Google Maps respecto a dónde estaba mi hotel.
El río tenía que cruzarlo por el mismo puente por el que había ido el día anterior, pues aunque el río lo tenía casi el lado y el puente me quedaba a unos 10 minutos andando, era el lugar más cercano para poder cruzar. Así que el camino ya lo conocía y fui directo.
La Dutch Square volvía a estar llena de turistas, sobre todo chinos que tenían a sus compatriotas justo cruzando el puente por donde fui yo. Ese día vi bastantes más calles de Chinatown que el día anterior ya que cuando llegué ya llevaba rato andando y estaba cansado. Vi varios templos y me perdí un poco y expresamente por las callejuelas de Chinatown siempre tan interesantes de ver.
Caminar sin rumbo fijo por las calles de cualquier Chinatown es la mejor forma de conocer estos barrios. Por un lado no hay que tener miedo a perderse o a que te ocurra cualquier cosa, pues seas en el país que seas, los Chinatown son siempre barrios muy seguros. Por otro lado siempre encontrarás a gente dispuesta a ayudarte en caso de que te pierdas o necesites preguntar cualquier cosa. Así que lo mejor es andar por todo el barrio y dejarte sorprender por las costumbres y algunas excentricidades de los chinos.
Y de ahí ya fui hacia la zona que pensaba que seguiría siendo centro histórico en ese mismo lado del río y que había visto por Google Maps. Viendo el mapa parecía una zona muy similar a la de mi hotel, por eso pensé que podría ser parte del centro histórico. La verdad es que parecía más cerca de lo que realmente era, pues empecé a caminar primero cruzando todo Chinatown hasta salir y seguir caminando en dirección al mar, pues el lugar al que quería llegar era también junto al mar y al río pero al otro lado de la desembocadura.
La ciudad era mucho más grande de lo que parecía, pues para llegar a esta zona que parecía muy cerca de Chinatown tardé casi 30 minutos, y conforme me acercaba a ella no parecía que entrara en ningún centro histórico sino más bien todo lo contrario, todo ello cada vez tenía más pinta de ciudad normal.
Finalmente, cuando llegué vi que de centro histórico nada, de hecho era todo lo contrario. Era como el típico barrio pijo de las afueras con casas unifamiliares, calles muy tranquilas y sin coches. Me decepcionó un poco pero al menos sirvió para que viera mucho más de Melaka de lo que me esperaba, pues esta zona quedaba cerca del hotel pero tenía que darse mucha vuelta para ir a buscar el puente para cruzar el río. También tenía bueno que el puerto y la playa quedaban allí cerca por lo que aproveché para ir. Sin embargo ya eran las 13h.
No sé si en Melaka hay más zonas de playa pero al menos en aquella, que era bastante pequeña, no había nadie, quizás porque el puerto estaba muy cerca, de hecho quedaba entre el puerto y la desembocadura del río. Pero justamente esto es lo que hacía que tuviera un encanto especial. De hecho había algunas personas haciendo ejercicio ya que era un muy buen sitio para hacerlo.
Recorrí toda la playa hasta el río con la esperanza de que hubiera alguna manera de cruzarlo sin tener que volver al puente de siempre, el de Dutch Square, pues estaba ya a casi 30 minutos andando de allí, pero como me esperaba, por ahí no se podía cruzar.
En toda la zona no había casi edificios ni pasaban coches, por lo que la tranquilidad era absoluta, sólo rota por el ruido de los cientos de cuervos que había por toda la ciudad pero especialmente en ese punto, donde árboles que quedaban junto a la playa estaban infestados de cuervos que no callaban. Nunca había visto tantos cuervos a modo de palomas en una ciudad.
Caminé por la playa hasta llegar a la desembocadura del río y después de confirmar que por allí no podría cruzarlo, sin pensármelo demasiado, empecé a caminar río arriba en dirección al puente. Allí sólo estaba el que parecía una entrada para militares o policía portuaria y de hecho se veía una zona muy inaccesible.
Cuando llevaba unos 10 minutos andando río arriba llegué a la parte inicial del barrio pijo donde había muchos restaurantes en una calle muy bonita y diferente del resto de aquel barrio que era muy residencial, al menos mucho más que el resto de barrio que no tenía nada especial. Ésta parecía la calle comercial del barrio aunque seguía habiendo poca gente. Ya tenía bastante hambre así que ya iba mirando si veía algún restaurante que me llamara la atención.
Pasé por delante de un hindú pero me pasó como la última vez, que parecía un bufete pero tenía lista de plata. Quizá debería haber entrado y preguntar, pero justo al lado había una especie de mercado de restaurantes más parecido a lugares ambulantes que restaurantes, algo que prefiero. Además había 5 o 6 para elegir. Aunque de hecho, en lo primero que miré ya me pareció muy bien, pues tenían platos de cerdo y muchos que no había probado ya precios bastante más baratos que todos los que había visto hasta entonces en Melaka. Lástima que me quedaba lejos del hotel porque habría sido un buen sitio para comer todos los días.
Lo que tenía bastante claro es que pediría algún plato de fideos de pasta, pues ya estaba un poco harto del arroz y el Padthai. Además también me apetecía cerdo, que en Malasia, por razones evidentes, no es tan fácil de encontrar. Y justamente había un plato que era de fideos normales, carne de cerdo y lo que parecían un tipo de raviolis de carne pero mayores. Y todo por 6RM (1,30€), por lo que no lo pensé dos veces.
La mayoría de sitios parecían chinos estando todos en las paredes del edificio y quedando las tablas en la parte central, donde también todos los clientes excepto yo eran chinos, y eso que aún no había llegado a Chinatown. Me estaba dando cuenta de que casi siempre acababa comido en lugares chinos y supongo que esto no era raro, pues aparte de que su cocina es buena, como otras muchas, y las hay por todas partes, también suelen ser muy amables y serviciales haciendo que los restaurantes chinos sean lugares muy agradables donde comer.
Cuando la mujer me llevó el plato llevó tenedor, cuchara y palés, y me preguntó qué quería. Yo evidentemente le dije los palés a lo que ella respondió que bien hecho, pues es con palés cómo debía comerse este plato y la mayoría de platos asiáticos.
Comida había más de lo que esperaba, de hecho era de los que había visto con más cantidad, y también de los mejores que había probado y más teniendo en cuenta el precio. Incluso aquellas cosas que parecían grandes raviolis estaban muy buenos. Estaban dentro de un zumo pero la pasta estaba bien greñal y la carne como hecha al vapor. Era algo que todavía no había probado nunca y que me gustó más de lo que pensaba, pues por la vista no lo habían entre tan bien. De hecho parecían las típicas guiozas japonesas. Y el resto evidentemente buenísimo, tanto los fideos como el cerdo. Fue sin duda la mejor comida de Melaka.
Targué 30 minutos en terminar, más que nunca, pues el plato era bien completo. Y por cierto, ya era un experto con los palés y era el único turista en ese restaurante. Esto es lo que me gusta, ir a sitios donde no haya turistas y actuar como cualquier otro local. Entre esto y que iba solo probablemente más de uno debería pensar que vivía allí.
Hacia las 13:30h acababa de comer, pagaba los 6RM y seguía el camino hacia el puente. Antes de marcharme el señor del restaurante se me acercó expresamente para darme las gracias y decirme que volviera. Él tampoco debería estar acostumbrado a ver a un no chino por su restaurante.
10 minutos más andando y llegaba al ya famoso puente que unía Chinatown con Dutch Square para seguir en dirección al hotel aunque primero fui a buscar la ropa a la lavandería donde la había dejado el día anterior. También compré alguna bolsa de patatas y agua al 7-elevan que también quedaba muy cerca del hotel donde fui a descansar un poco pero sin dormir, pues al día siguiente marchaba a Kuala Lumpur por lo que quería ir a dormir pronto.
Tiré en la cama mirando a Netflix y comiendo alguna bolsa de patatas para no dormirme hasta las 16:30h que me levanté a tomar un café habiendo conseguido no dormirme. Miré bien todo el trayecto que debería hacer al día siguiente, pues primero debería llegar a Melaka Sentral desde el hotel, lugar que ya me conocía un poco, allí tomar un bus expreso hasta la terminal TBS de Kuala Lumpur y desde allí en transporte público hasta el apartamento alquilado. Por cierto, apartamento en la planta 39 a 170 metros de altura con vistas a las Torres Petronas desde la misma cama y piscina panorámica en la planta 48, 210 metros. Un pase.
En principio podría llegar a Melaka Sentral y después al apartamento de Kuala Lumpur sólo en transporte público, sin tener que tomar taxis, uno de los retos que siempre tengo.
Después ya dejé la maleta preparada y sobre las 19h fui a dar una última vuelta por Melaka ya comprar comida para cenar en la habitación. No me alejé demasiado del hotel, sobre todo paseé por los mercados más cercanos y por aquellas calles tan auténticas como la del propio hotel. Aquellas calles sucias y en algunos lugares bastante pestilentes junto a aquellos edificios de hacía siglos y que le daban a toda esa zona un encanto especial.
Como siempre que comía en el hotel comí pasta deshidratada y esta vez pollo al curry en lata. Normalmente me lo mezclaba todo y quedaba casi como un plato normal de cualquier restaurante. Y sobre las 22h fui a dormir poniéndome el despertador a las 6 de la mañana.
Y aquí terminaba la visita a Melaka, una ciudad llena de vestigios culturales de un montón de países europeos que hicieron aquí su guerra particular. Una ciudad que estva experimentando un crecimiento y modernización espectaculares pero manteniendo todo su patrimonio cultural dándole una importancia que no en todas partes le dan, y que demostraba igual que toda Malasia, su tolerancia e inclusión de culturas y religiones muy diversas.
Ya había llegado al punto mes al sur del viaje y de mi vida hasta entonces y ahora tocaba volver hacia el norte, primero en Kuala Lumpur.