Ese día debía tomar un vuelo a las 8:25h desde el aeropuerto secundario de Bangkok (y más alejado) hasta Krabi y de allí ir directamente, aún no sabía cómo, hasta la isla de Koh Lanta, una de las islas del suroeste de Tailandia menos turísticas del país y en la que se puede apreciar mejor la vida local.

Me desperté sobre las 3 de la madrugada, pues la intención era salir del hotel a las 5h. En principio debería facturar la maleta ya que sólo se permitía una pieza pequeña por lo que encima tenía que llegar dos horas antes de la salida del vuelo. Todo ello complicado y más teniendo en cuenta el tráfico de Bangkok ya desde primera hora de la mañana.

Me duché, me tomé un café, escribí el periódico, acabé de preparar las cosas y mirar bien la ruta para llegar al aeropuerto. Debería coger dos buses y en total tomar unos 20 km.

A las 4:50h ya estaba haciendo el check-out, despediéndome ahora ya si para siempre de la recepcionista, pues habían sido sólo 6 días pero con suficientes anécdotas como para haberse creado ya cierta relación que incluso sabía grave de marcharse. A las 5h llegaba a la parada del bus tal y como tenía planeado y donde primero debería coger el bus 3 desde donde ya lo había cogido cuando fui a Mo Chit para coger la minivan hasta Mae Klong para ver el mercado sobre las vías del tren.

Hasta las 5:20h no pasó el bus 3, pero lo peor fue que pasó tan rápido que no me dio tiempo de ver el número y decirle que parara, por lo que pasó de largo. Los tíos no frenan ni un poco pasando a toda velocidad por la parada. Si no estás acostumbrado ni te das cuenta de que acaba de pasar tu autobús. El siguiente no pasó hasta casi las 6h, por lo que estuve una hora de pie esperando en esa parada y ya sufriendo por si llegaría a tiempo al aeropuerto. Para empezar ya seguro que no llegaría dos horas antes, pues todo el trayecto según Moovit duraría una hora. Empezaba bien el día…

Hacia las 5:45h consideré tomar un taxi porque ya me quedaba sin tiempo. Además todos los que pasaban me preguntaban si quería subir. De hecho incluso uno me dijo que me llevaba por 300 bates, unos 8€, algo que me pareció baratísima, pero el taxista había dicho 300 bates porque pensaba que iba al otro aeropuerto que quedaba más cerca. Cuando le dije a lo que iba, no me dijo ni precio, me dijo que no iba tan lejos. Así que sólo quedaba esperar a que llegara ya el bus o gastarme 30€ en un taxi, el doble de lo que me había costado el vuelo que iba a tomar.

Cada vez que se acercaba un bus me ponía en medio de la calle para que frenara un poco. De esta forma al menos sí que frenaban y me daba tiempo de ver qué bus era. SI no era el 3 me apartaba y les faltaba tiempo para volver a acelerar. Cuando por fin vi el 3 casi que me eché encima y éste sí que paró, si no hubiera parado ya debería haber cogido un taxi.

Durante un rato el GPS iba bien y el bus iba siguiendo el mismo camino indicado por Moovit, pero a pocas paradas para llegar a donde tenía que tomar el segundo bus, el GPS dejó de ubicarme. No entendía porqué, quizás los mapas no estaban actualizados, en cualquier caso aquello hizo que me pasara la parada. Cuando vi que la ubicación fallaba le dije a la chica del bus a la que tenía que bajar y que me avisara, y ella, con una cara que lo decía todo y sin saber inglés me intentaba explicar que ya me había pasado la parada. Lo supe porque de repente la ubicación volvió a funcionar y lo vi. Me quedé a cuadros, eran las 6:30h y todavía estaba en el primero de los dos buses que tenía que coger y encima me acababa de pasar la parada. La mujer me intentó explicar qué debía hacer sin demasiada suerte porque sólo hablaba tailandés y no le entendía nada, pero todo el rato hacía 5 5 5 con la mano. Me estaba diciendo que bajara ya y tomara el bus número 555. Según Moovit tenía que coger el A1 pero como me había pasado la parada parecía que el 555 pasaba por allí y también llegaba al aeropuerto. Con todo esto, una pasajera que lo estaba escuchando aunque hablaba un poco el inglés me dijo que bajara ya y por suerte ella también descendía allí y también tenía que coger otro bus en esa parada. Así que rápidamente cogí la maleta y fui detrás de la pasajera, sin preguntar, sólo haciendo lo que me dijera, pues en ese momento con el GPS fallando y perdido, ella era mi única esperanza de llegar a tiempo al aeropuerto .

Justo en el momento de sentarse en la nueva parada ya llegó el 510, que no era el 555 que me habían dicho pero que la buena pasajera me dijo que también podía cogerlo, y por suerte también ella lo cogía. . Hasta entonces no había tenido demasiada suerte pero ahora la suerte empezaba a acompañarme.

El nuevo bus seguía la misma carretera por la que ya veníamos y que conducía directamente al aeropuerto. Lo primero que hizo la mujer que me acompañaba al subir al bus, y sabiendo que ella iba a bajar antes que yo, fue decirle al señor del bus que yo iba al aeropuerto y que me avisara. Ella se sentó y yo me senté a su lado. Ella, no sé si le preguntó a alguien o lo escribió, pero me enseñó un mensaje en el móvil que decía, en inglés, que después de bajar del bus debía cruzar la carretera por un puente y ya llegaría al aeropuerto. Sabía algo de inglés pero probablemente no tanto como para expresarlo hablando, por lo que me enseñó escrito. La buena mujer hacía todo lo posible por informarme de todo. Ademas se la veía muy buena mujer. En una situación así, perdido sin GPS y con prisa por llegar a un aeropuerto donde nunca has estado en un país donde casi nadie te entiende, que aparezca una persona así que hace todo lo que puede para ayudarte, a ti, a un desconocido extranjero sin pedir nada a cambio, es algo que sinceramente no sabes cómo agradecer, cómo darle las gracias. Además hay que tener en cuenta que aquella mujer seguramente iba a trabajar, por lo que tampoco es el mejor momento del día para dedicarte a ayudar a los turistas a llegar al aeropuerto.

Ella bajó al cabo de pocas paradas y parecía que me agradecía mas ella a mí que yo a ella, bajó la cabeza 3 veces y evidentemente con una sonrisa, a lo que yo respondí intentando bajar la cabeza al menos una vez más que ella y evidentemente también con una sonrisa, por cierto, sincero. De hecho seguramente cogió un bus que no le iba tan bien y bajó a una parada que tampoco le iba demasiado bien para ir al trabajo. Hizo sólo para no dejarme tirado.

Como no sabía exactamente qué le había dicho al señor del bus, yo le dije al mismo señor, Don Mueang, que es el nombre del aeropuerto y él hizo que sí con la cabeza.

Eran las 6:50h, ya hacía 2 que había salido del hotel y parecía que ya estábamos cerca del aeropuerto, por lo que finalmente tampoco iba tan mal de tiempo. Si llegaba a las 7h, tendría una hora para facturar la maleta y pasar el control de seguridad antes de la hora de embarcar que era a las 7:55h. De momento parecía que la situación estaba bastante bien salvada dadas las circunstancias. Además, el trayecto sólo me había costado 37 bates con los dos buses, un euro, menos que cuando fui del aeropuerto principal al hotel el primer día que costó 1,60 €. Teniendo en cuenta que venía de Noruega donde estos trayectos costaban entre 10 y 18€, esto me parecía un regalo maravilloso.

El GPS ya no funcionaba en absoluto. Hasta hacía pocos minutos fallaba mucho pero de vez en cuando acababa reubicando, pero ahora ya lo más mínimo. Así que tocaba ir mirando los carteles de la carretera para saber por dónde iba y efectivamente había muchos que indicaban que por allí se llegaba al aeropuerto. Al cabo de 5 minutos de bajar la chica ya me pareció ver el aeropuerto. Yo miré al señor del bus y él me hizo un gesto de quedado tranquilo y suyo. Una chica de al lado que me vio mirando me preguntó adónde iba y el señor del bus le dijo algo en tailandés que supongo que fue algo como que él ya estaba controlando, al final todo el bus estaría pendiente de mí… No es que quisiera hacerme pesado, pero es que sin el GPS voy completamente perdido, tan acostumbrado como estoy y tan bien que voy siempre cuando lo tengo, cuando falta es terrible.

Por último, a las 7h, el señor me dijo que ya era la siguiente parada. Perfecto. Le di las gracias y bajé a la siguiente parada donde efectivamente había un puente que cruzaba la carretera y llevaba directamente a la terminal 1 y 2 del aeropuerto tal y como me había dicho la chica en ese mensaje en inglés. Yo tenía que ir a la 2. Aceleré el paso subiendo las escaleras del puente, entré en el aeropuerto corriendo y pregunté a información dónde estaba la terminal 2 para salidas domésticas.

Me dijo que en la tercera planta y corrí hacia allí. Por suerte el aeropuerto no era tan grande como otros y enseguida encontré los mostradores y concretamente el de Thai Lion. Prácticamente no había cola por lo que ya estaba en el mostrador enseguida facturando la maleta. La pesaron y eran 7,8 kg. Le puso una cinta y cuando ya se marchaba me dijo que la cogiera, que podía llevarla en cabina junto con la mochila. No podía creerlo, tanto mirar el día anterior las normas de equipaje y preocupado por tenerla que facturar y cuánto me cobrarían, y al final la pude llevar en cabina y sin pagar ni un bate extra. Eran las 7:15h y ya tenía el check-in hecho, sólo me había dejado 1 euro en el trayecto y 0 en la facturación además de poder llevar todo el equipaje en camarote. Todo ello había salido mucho mejor de lo que esperaba, pues al menos esperaba tener que pagar 5-10 euros, facturar la maleta y probablemente tomar algún taxi. Hay días en que todo parece ir mal pero que la suerte está de tu lado. Ya perdí un vuelo en un viaje anterior y evidentemente no quería pasar lo mismo, entre otras cosas porque en este caso la alternativa por tierra era muy mala. Creo que la chica del bus nunca llegó a ser consciente de lo mucho que me había ayudado.

Fui rápido a fumar un piti ya las 7:30h ya estaba pasando el control de seguridad. Hasta entonces había pasado al menos por 15 aeropuertos con 3 mecheros, pues bueno, aquí me hicieron dejar 2 que seguramente se quedaron ellos. Según decían sólo se podía pasar un todo y yo tenía entendido que eran 2, pero en fin, como todo me había ido tan bien no le di ninguna importancia.

Una vez pasado el control fui a los lavabos para lavarme un poco y cambiarme de camiseta ya que ya la había sudado mucho y aún no había empezado el viaje. No tabique, habían sido 3 horas muy intensas. A las 7:45h estaba sentado esperando como si nada hubiera pasado.

A las 8h empezábamos el embarque y efectivamente pude subir la maleta y la mochila sin ningún problema. Mi asiento era de ventana, el 26A, pero había una chica, le tuve que decirle a una auxiliar para que le contara a la chica que se había equivocado de sitio. Realmente, tal y como estaba indicado, daba la sensación de que el C, que era el de ella, era el asiento de ventana. A las 8:10h ya estaba sentado en el avión siendo uno de los primeros en subir, todo un crack. A las 8:30h despegábamos.

Pude apreciar Bangkok en toda su magnitud. Desde arriba impresiona mucho la gran extensión que ocupa. Luego la playa y el Golfo de Tailandia, después nubes muy espesas, el monzón supongo, y finalmente Krabi, un río con meandros, afluentes, campos, un paisaje impresionante que conforme íbamos bajando iba apreciando cada vez mejor.

El vuelo era relativamente corto, por lo que poco antes de las 10 de la mañana ya estábamos aterrizando en el único aeropuerto de Krabi, un aeropuerto internacional pero muy pequeño, probablemente el aeropuerto internacional más pequeño que he visto, que hasta entonces era el de Quito.

Contra todo pronóstico había logrado llegar a Krabi pero ahora tocaba ir hasta la isla de Koh Lanta. Para llegar primero se tenía que ir hasta el puerto de Ktabi, allí tomar un ferry hasta el muelle de Koh Lanta y de allí al hotel. Mi intención era llegar en autobús regular o taxi al puerto de Krabi, subir a un ferry y una vez en Koh Lanta, en malas, ir andando hasta el hotel que eran unos 8 km. En cualquier caso iba un poco a la aventura sin tener todavía ningún plan bien definido.

Salí fuera de la terminal e intenté conectarme a una red wifi pero no pude, así que tocaba espabilarse y seguramente pagar mas de la cuenta para llegar a Koh Lanta. Sin Internet voy realmente perdido, pero es que además acabas cogiendo la opción más cara porque suele ser la más fácil y accesible, y en este caso no podía ser diferente.

Fuera todo eran taxis o minivanes, lo más caro, pero vi un bus tipo shuttle en cuanto me acerqué. Allí una chica me preguntó dónde iba y le dije hacia Koh Lanta, ella me señaló una minivan y me dijo 80 bates (2,30€), ya me extrañaba porque por lo que había visto al menos serían 400. Subí a la minivan que me dijo pero vino otra mujer para decirme que aquélla iba sólo hasta Krabi, y que si quería una directa hasta Koh Lanta eran 500 bates. Esto ya me cuadraba mas. Casi 15€.

Como no era demasiado más de lo que había visto por Internet y ahora no podía conectarme a él para buscar nada mejor, pues acepté. Pagué con tarjeta con un 3% de recargo y tuve que esperar casi una hora a la salida de la minivan. La espera fue pesada pero era una buena señal, ya que significaba que no llenaban la van y eso a la vez significaba que a Koh Lanta iban pocos turistas, justamente lo que buscaba yendo a esa isla. De hecho, cuando finalmente la mujer me avisó, sobre las 11h, sólo éramos 3 pasajeros que íbamos hacia allí más 2 que ya estaban a la van. Todas las vanas se llenaban menos la nuestra donde sólo éramos 5. Perfecto.

Al cabo de una hora de camino por Krabi llegamos al muelle para coger el ferry. La minivan subió al ferry que ya estaba casi lleno y en 2 minutos salió. Por primera vez desde que estaba en Tailandia pude ver los paisajes por los que es tan famoso este país. Un montón de pequeños islotes completamente verdes sobresaliendo de las aguas cristalinas de la costa oeste de Tailandia. Éste era uno de esos paisajes que a pesar de ser la primera vez que lo veía me resultaba familiar debido a la multitud de películas que se han hecho en esta zona. Eso si, en esa costa oeste de Tailandia y en esa época, se producía el monzón, fenómeno que ya se podía apreciar con el espeso nubarrón que lo iba tapando todo.

Es curioso porque sólo se da en la costa oeste. Mientras aquí estaría los próximos 3 días sin cesar de llover, en el Golfo de Tailandia, a pocos kilómetros al este, el tiempo era completamente diferente con un solo espectacular todos los días. Todo esto ya lo sabía pero aún así quería visitar esta isla. Al cabo de 4 días ya se marchaba al Golfo de Tailandia a disfrutar del sol y las playas paradisíacas.

En unos 15 minutos el ferry llegó al muelle de Koh Lanta. Ya estábamos en la primera isla que visitaría de Tailandia y ya empezaba a ver su autenticidad. Pocos turistas y mucha vida local. Íbamos por lo que era la carretera principal de la isla que no era más que una calle con un solo carril por sentido y lleno de agujeros que transcurría paralela a la playa. A ambos lados de esta calle es donde se concentraban la mayoría de hoteles, restaurantes y escuelas de buceo de toda la isla. En cualquier caso estaban todos allí pero no dejaban de ser pocos, pues 20 metros más allá de la carretera ya no se veía ningún hotel ni restaurante, ni siquiera calles asfaltadas, ya sólo caminos de arena, campos y las casitas de locales. De hecho quedaba claro que la mayoría de esa gente no vivía del turismo como si que podía pasar en otras islas.

En menos de una hora llegamos a mi hotel, en el Lanta Orange House, por lo que todo el trayecto duró poco más de dos horas desde el aeropuerto de Krabi. Fui el primero de los 5 en llegar a su respectivo hotel y apenas eran las 13:40h, por lo que todavía podría aprovechar buena parte del día.

Antes de bajar de la minivan ya me pareció ver una mezquita justo al otro lado de la calle aunque en ese momento pensaba que debería ser un hotel o un restaurante, pero cuando entré en el Lanta Orange House, va apareció una mujer musulmana completamente cubierta de negro. Estaba en una zona mayoritariamente musulmana. La mujer confirmó la reserva y enseguida vino la hija que hablaba muy bien el inglés. Hice el check-in, me preguntó un poco sobre el viaje y si tenía pensado algo en concreto para hacer en la isla, a lo que le respondí que no, que simplemente quería vivir de cerca la vida local en una isla tan poco turística como ésta.

Tuve que ir a un cajero a sacar dinero ya que sólo podía pagar en efectivo, como casi en todas partes de Tailandia. La habitación costaba 1000 bates por 4 noches, unos 28€ por una habitación doble con baño propio, nevera, aire acondicionado y agua potable ilimitada. Por cierto, el cajero lo encontré rápido porque me indicó dónde estaba, que estaba en la misma calle donde estaba todo pero unos metros más adelante, pero al volver me pasé el hotel hasta llegar a la mezquita cuando me di cuenta de que ya me había pasado, pues la mezquita estaba unos metros antes del hotel, momento en el que me giré y la chica ya había salido del hotel al verme pasar por delante creyendo que todavía no había encontrado ni el cajero, ya que ella ya estaba subiendo a su moto-taxi para acompañarme. Le enseñé el dinero y volvimos a entrar en el hotel. Pagué y luego ya me acompañó a la habitación que estaba en el piso de arriba y donde sólo había 4 de las cuales 2 parecían vacías. La planta de abajo parecía su domicilio, pues durante el rato que estuve allí apareció toda la familia, incluido hijo y el padre, todos musulmanes por supuesto. Ambas mujeres me habían atendido mientras que los dos hombres fueron directamente al sofá.

Esta era la primera escena que veía de una familia musulmana en su casa y ya pude apreciar el machismo en cuanto al rol del hombre y la mujer. Mientras mi madre y mi hija fueron las únicas que me atendieron como propietarias del hotel, el hombre apareció como un zombi para ir directamente a sentarse a un sofá que estaba allí al lado, pues lo que supuestamente era la recepción del hotel, no dejaba de ser el comedor de la casa. Y seguramente también eran la madre y la hija las que después harían el almuerzo, la cena, limpiarían los platos, la casa, las habitaciones, la ropa e irían a comprar.

Dejé las cosas y en menos de 10 minutos ya estaba fuera dando la primera vuelta por la isla. Parecía mentira que 7 horas antes todavía estuviera dando vueltas por Bangkok sin saber si llegaría al aeropuerto. El hotel estaba en la carretera principal que es la que seguí durante un rato. El sol era muy intenso, de hecho parecía más intenso que en Bangkok, ya que me molestaba bastante a la vista algo que todavía no me había pasado desde que estaba en Tailandia, por no hablar del calor y la humedad claro, ya un clásico.

Hacía casi 12 horas que me había despertado y todavía no había comido nada, por lo que además de ver un poco la isla ya iba buscando sitio donde comer. Restaurantes había muchos y algunos lugares ambulantes, aunque menos que en Bangkok donde había uno en cada esquina. Turistas se veían poquísimos por lo que de momento la isla cumplía mis expectativas.

Los precios que veía en los restaurantes no eran tan baratos como pensaba, aunque al día siguiente ya dominaría más el tema y ya encontraría lugares donde comen los locales. El primer día siempre pecas de novato. Los precios iban de los 60 a los 100 bates, que aunque no eran ni 3€, no dejaba de ser el doble de la media en Bangkok, donde no acostumbraban a costar más de 50 bates. Cuando llevaba más de 30 minutos andando, decidí entrar algún restaurante donde viera un plato que me gustara sin mirar demasiado el precio justamente para ser el primer día y ya que seguramente ya no comería nada más en todo el día, porque todo apuntaba a que después ya me quedaría dormido durante horas. Finalmente entré en uno donde los platos estaban muy preparados. Pedí carne de ternera con arroz, huevo, verduras y acompañado de algo rojo muy picante que no sé si se chile o algo similar, pero que pica muchísimo, de hecho los platos si no dices que los hagan no picantes, pican más que los de México.

El plato estaba realmente bueno y después de tantas horas sin comida, pues aún más. La forma que tienen aquí de cocinar el arroz es similar a cómo lo hacen en Ecuador o en México (y otros lugares supongo), que no sé cómo lo hacen pero que queda muy bueno. Las cosas rojas picantes que me dio prácticamente me las acabé todas mezclándolas con la carne y el arroz. Aquí siempre se hace plato único pero es un plato muy completo y contundente, lo justo para acabar bien lleno y que no sobre nada, no como en España que con tanto primero y tanto segundo al final acabas pagando comida que no te acabas o comiendo el segundo plato sin tener hambre. De hecho si los asiáticos son en general delgados, es justamente por eso, porque no comen en exceso y sobre todo no comen fritos.

El restaurante, al igual que el hotel, era una casa particular. Allí comí solo, otra señal de los pocos turistas que hay en Koh Lanta aunque por otro lado me hubiera gustado ver algún local. El hecho de que no hubiera local, era señal de que era un restaurante pensado para los turistas, algo que no me gusta nada.

Pagué y volví al hotel. Aquí ya se veían más guindillas que en Bangkok, arañas, hormigas gigantes y dragones es lo que vi durante ese paseo, incluso gusanos gigantes en el restaurante. Faltaría ver la cantidad de mosquitos que habría por la tarde-noche.

Hacia las 16h llegaba de nuevo al hotel ya después de comer y visto un poco mi zona. Cansado como estaba me estiré quedándome dormido enseguida y despertándome casi a las 23h. La playa estaba a 100 metros del hotel y daba justo al oeste, de hecho ya lo reservé pensando en esto, al poder ver la puesta de sol en el mar. La puesta es a las 19h, por lo que yo estaba durmiendo, de todas formas creo que no se vio porque cuando me desperté ya hacía rato que llovía, y con mucha fuerza. Era el monzón, fenómeno meteorológico que me acompañaría en los próximos 3 días.

Ser testigo del monzón de entrada podría parecer una putada, pues se trata de ver llover durante días seguidos, pero todo lo contrario. En Koh Lanta no tenía previsto ni ir a la playa ni ninguna actividad que no pueda realizarse bajo la lluvia, sino ser testigo de la vida local en una isla poco habitada de Tailandia, por lo que la lluvia no dejaba de ser otro punto típico de la vida local. Además se trata de un fenómeno meteorológico bastante espectacular y que no es tan fácil de ver, por lo que ésta sería una experiencia más que muchos otros viajes no pueden vivir. 3 días de fuerte lluvia continua es más espectacular de ver de lo que parece, y más en una manzana donde la mayoría de calles no están asfaltadas.

Y así se iba a dormir por primera vez en el viaje fuera de una capital, rodeado de naturaleza ya pocos metros de playas paradisíacas. Dejaba atrás los coches, el ruido y las aglomeraciones para pasar unas semanas entre casitas, bungalows, palmeras, caminos de arena y pescadores. Un clima y una cultura completamente distinta a todo lo que había visto hasta entonces, justo lo que busco en este tipo de viajes. Todo era muy emocionante y muy prometedor.

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