A las 6 de la mañana me despertaba y a las 6:15h me levantaba muerto de sueño después de haber dormido poco más de 3 horas. A las 7h ya quería ir a ver si la agencia que me había llevado a la Full Moon Party estaba abierta, pues a lo sumo debería conseguir un taxi que saliera a las 9 de la mañana o 9:30h estirando mucho para llegar en el puerto desde donde salía mi ferry a las 10:30h hacia la isla vecina, Koh Samui. No tenía demasiadas mas alternativas, de hecho si esta agencia no tenía el servicio, debería pedir ayuda a algún trabajador del hotel, ya que allí no había más agencias ni ningún sitio donde hubiera taxis. Tenía que irse a buscar un ferry en dos horas y todavía no sabía cómo iría. El ferry ya lo había reservado antes de la salida del viaje por 300 bats, unos 8,50€.

Me duché, me tomé un café y escribí un poco el diario hasta las 7 que fui hacia la agencia, pero ésta todavía estaba cerrada y no ponía horario en la puerta. Volví a la habitación y decidí ir de nuevo a las 8. Error.

Acabé de preparar las cosas excepto el portátil, escribí el diario, miré correos ya las 7:55h volví a la agencia. Antes de llegar vi a gente esperando con las maletas, y eso ya me hizo sospechar que quizá saldría un taxi colectivo en breve. La agencia ya estaba abierta y estaba la misma mujer de siempre. Le pregunté si hacían traslados a Thong Sala, el muelle desde donde salía el ferry. Me dijo por qué día y le dije que por ya. ¡Echó una cara de ufff! Y dijo, a las 8 sale uno y esa gente le está esperando. Pues lo que creía. Me dijo que si volvía en 5 minutos podría cogerlo y que el precio eran 150 bates, sino ya no sabía cuándo y que el precio podría salir por 300 bates. Así que antes de que terminara de hablar salí corriendo de la agencia hacia la habitación y recogí lo que quedaba más rápido que nunca, algo que por cierto no me gusta nada. No me gusta tener que acabar de recogerlo todo a toda prisa y sin tiempo de revisar la habitación por si me he dejado algo, pero así tuve que hacerlo. Además, claro, tanto correr y con tanto calor ya empecé a sudar.

Volví a la agencia pero realmente ya casi habían pasado 10 minutos y tenía pocas esperanzas de que el taxi me estuviera esperando. Efectivamente, toda la gente que había antes esperando ya no estaban, y evidentemente ni rastro de ningún taxi colectivo. Seguidamente la mujer me confirmó que ya se habían ido. Y allí me quedé palo plantado con la maleta, ya medio sudado, sin haber revisado la habitación y sin saber si me había dejado algo, y todo por nada. Y lo peor era que aún no sabía cómo ir hasta el muelle y el tiempo iba pasando.

Entonces la mujer, que ya me tenía cierto cariño, fue a hablar con los que parecían los organizadores de esos taxis que estaban en un restaurante de al lado. Al cabo de dos minutos volvió y me dijo que en 10 minutos saldría otro. No terminé de entenderlo pero sin hacer preguntas le pagué los 150 bats, fui a hacer el check-out y volví corriendo a la agencia. Pero al llegar, la mujer me dijo que no, que finalmente el taxi saldría a las 9. En fin, podría haberme ahorrado la corredera y revisar la habitación, pero en cualquier caso aún tenía tiempo de revisarla y de desayuno bien, y lo mejor de todo, tenía taxi y por 150 bats. Así que dejé las maletas en la agencia y fui al restaurante del hotel a desayunar. Eran las 8:15h y ya empezaba a estar cansado físicamente, y todo por no habérmelo mirado todo con tiempo el día anterior.

Pedí tostadas con mantequilla y mermelada y un café. Allí estuve 15 minutos descansando y recuperándome un poco mientras miraba el mar sentado en la terraza sobre la playa. La mañana había sido un poco movido pero eso me relajó del todo. A las 8:30h acababa de desayunar, pagaba y le pedía al chico tailandés del hotel que volviera a darme las llaves de la habitación ya que había salido muy rápido y quería revisarla. Pero cuando apenas me las daba, apareció la mujer de la agencia por la pasarela de madera que llega hasta la terraza para decirme que el taxi salía ya. Ya??? ¿Pero no estaba a las 9? Le pregunté. Si, pero ya sale, me respondió. En fin, así están las cosas en Tailandia. En cualquier caso, más vale que salga 30 minutos antes que después, que suele ser lo que pasa. Así que le devolví las llaves al chico despidiéndome de él por segunda vez y fui hacia la agencia. Efectivamente el taxista ya estaba allí ante la agencia impaciente. Cogió mi maleta al verme llegar y la llevó a la minivan. Sólo éramos una chica y yo, y supongo que salió antes porque aquella chica tenía que irse ya. En cualquier caso no era yo en que iba tarde, sino que habían hecho un cambio de horario a última hora.

Así que a las 8:35h me despedía de la mujer de la agencia que ya casi éramos amigos y de ese resort e isla maravillosos que tantos momentos inolvidables me habían dado, ya fuera tomando una cerveza contemplando el sol escondiéndose detrás del mar o bailando en una de las fiestas más famosas y multitudinarias del mundo.

Primero el taxista fue a dejar a la chica ya que iba en dirección contraria a Thong Sala, y después, ya solo en la minivan y directo a Thong Sala, donde llegamos a las 9h. Aún quedaba una hora y media para la salida del ferry pero valía mil veces más eso que todo se hubiera alargado más, pues el tema transportes en Tailandia debe vigilarse mucho. Hacía una hora no habría imaginado ni remotamente que al cabo de una hora ya estaría en el muelle. De hecho, hacía una hora, creía más que no llegaría a tiempo. Además, al final fui solo en un taxi colectivo, muy ancho y cómodo, pues éste era de los buenos, una minivan bien nueva con aire acondicionado. Mejor imposible.

Primero fui a hacer el check-in, pues el taxista me dejó justo en la puerta del edificio donde hacer el check-in, y después fui a comprar agua a un 7-elevan que había allí delante, como no. Y después pues a hacer tiempo 45 minutos por ahí fuera escribiendo el diario y los gastos mientras esperaba hasta las 10 de la mañana que volví a entrar, pues a esa hora ya podía empezar el embarque.

Hacia las 10:10h ya nos señalaron hacia dónde ir para embarcar en el ferry, un camino de unos 200 metros por un muelle que entraba mar adentro y con unas vistas fantásticas de la costa de Koh Phangan, con sus costas escarpadas y islotes cerca de la costa.

Este ferry no era tan rápido como los catamaranes que me habían llevado a las dos islas anteriores pero sí me pareció más nuevo. Además las montañas de maletas no eran tan exageradas como con las otras compañías, aunque dios también. Por suerte en esta ocasión, mi maleta quedó bastante arriba. Y a las 10:25h ya salíamos, supongo que ya estábamos todos y porque esperar hasta las 10:30h, pues mejor.

Durante el check-in me ofrecieron reservar ya un taxi para ir desde el muelle de destino a Koh Samui o hasta el hotel que tenía reservado por 150 bats. Parecía bien de precio pero debido a que la última vez que lo hice pagué 200 bats cuando yo solo podría haberlo encontrado por 150 o incluso 100, pues esta vez dije que no esperando a encontrar un taxi yo solo y mas barato una vez llegara al puerto de Koh Samui. Error, aunque finalmente no lo fue tanto.

El trayecto era muy corto, de 30 minutos, por lo que a las 11 de la mañana ya estábamos desembarcando en el puerto Bangrak de Koh Samui. Aquí el turismo ya se veía algo más formal, más familiar y menos americanos borrachos. Además tampoco había tantos mochileros, por lo que ya no me daba tanta vergüenza ir arrastrando mi maleta de ruedas. Eso si, como las otras dos, esta isla también era una pasada, con costas escarpadas llenas de vegetación, agua cristalina y arena blanca.

A pesar de hablar de turistas, hay que decir que había muchos menos que otras islas turísticas del Caribe o Europa. El puerto más que un puerto era un muelle de lo pequeño que era. Llegaba un barco de vez en cuando de donde bajaban 200 o 300 turistas y poco más. El resultado era una isla con ciudades pequeñas y tranquilas sin que se vieran nada masificadas, lo que se agradecía mucho.

Una vez cruzado el muelle y ya llegando a tierra firme, todo eran taxis, vanos, moto-taxis, etc. Y todos ofreciéndose a llevarte. Yo tenía que ir hasta Chaweng Beach, una de las ciudades más conocidas de la isla y que se encontraba a unos 8 kilómetros del muelle. En principio no me planteaba ir andando, quizás haciendo auto-stop, pero en cualquier caso primero negociaría con los taxistas que había por allí. Si no había más remedio iría caminando, pero es que con ese calor y humedad, 8 kilómetros podrían representar más de 3 horas caminando y llegando al hotel medio muerto. En el ferry me ofrecieron taxi por 150 bats, por lo que pretendía encontrarse alguno por 120 bats como máximo.

Pregunté a la primera persona con la que me crucé y que ofrecía transporte, ¿cuánto me cobraría hasta Chaweng Beach, y atención, me respondió que 400 bates! Tardé un par de segundos en reaccionar y cuando lo hice le dije al señor que estaba loco pero que yo no y que a mí no me estafaría. Quedó algo descolocado pero supongo que pensando que no todos los turistas somos imbéciles. El segundo al que pregunté ya me llamó 200, la mitad pero todavía lo consideraba caro. Eran unos 15 taxistas e iban todos bojes persiguiéndote simplemente por decirte entre 200 y 400 bats. Yo estaba flipando. Pregunté a una mototaxi y me dijo que 150 era poco porque estaba lejos. Le dije que 150 era lo que me costaba ir con una minivan de Seatran en cualquier punto de la isla. Le dije 100, me dijo que no y dio media vuelta a toda prisa para ir a enganchar a algún otro turista menos negociador. Eran como rapiñas. Seguí caminando y preguntando pero la cosa era más complicada de lo que pensaba, o más bien, los precios de Seatran eran mucho más buenos que los de otras compañías de ferry. En ese momento ya fui consciente de que lo mejor hubiera sido reservar el taxi con Seatrans.

Caminé alejándome del puerto esperando encontrar taxis más baratos que los que estaban esperando a pie de muelle. Al cabo de 15 minutos de haber desembarcado, preguntar a todo taxista que veía y empezar a sudar, volví atrás hacia el puerto con la esperanza de que ya todos los pasajeros del muelle se hubieran marchado y que por tanto los taxistas que quedaban allí. estuvieran ya desesperados por coger a alguien y poder así negociar mejor.

Pero antes de llegar, ya me encontré al moto-taxista de antes que venía directamente hacia mí a toda hostia y desesperado como me imaginaba porque ya se quedaba sin turistas a los que engañar. Me hizo una señal como diciendo que seguiéramos negociando. Le dije exactamente adónde iba y me dijo que estaba en la zona más lejana de Chewang, y realmente era así. Al final acordamos 150 bats aunque estoy seguro de que a un local le habría cobrado menos, lo que ocurre es que a los turistas esperan sacarlos mas y él pensaba que encontraría algún turista a quien le habría podido cobrar 200 o 300 bats , por lo que al final ninguno de los dos quedó del todo contento, pues yo esperaba no tener que pagar más de 100 bats y menos en una moto-taxi, que, aunque me hizo cierta gracia porque era la primera vez que subía a una, evidentemente no se va tan cómodo como en una furgoneta. En cualquier caso eran 4€ por casi 8 kilómetros de trayecto, por lo que realmente seguían siendo precios mucho más baratos que en Europa, de hecho tardamos casi 20 minutos en llegar.

Por el camino me fue preguntando cosas, primero, cómo no, de dónde estaba, y también cómo no, al decirle de España preguntó si de Barcelona. A los tailandeses les encanta Barcelona, ​​bueno, como en otros muchos lugares, pero es que aquí todo el mundo pregunta si eres de Barcelona. De hecho, algunos me lo preguntaban sin saber aunque era español. Además se veía a mucha gente con camisetas del Barça cosa que no se veía con ningún otro equipo, alguna sí, pero la gran mayoría de camisetas de equipos de fútbol eran del Barça. Así que, por el simple hecho de ser de Barcelona ya le caía bien a todo el mundo que iba conociendo.

Al cabo de 15 minutos entrábamos en Chaweng. Es una pequeña ciudad en la costa noreste de la isla donde prácticamente todo el pueblo se concentra en los bordes de la carretera por la que íbamos y que cruza la isla de norte a sur justo por la costa. Se veía una ciudad muy turística, pues había muchos restaurantes, hoteles y exchanges, pero a su vez era pequeña y sin aglomeraciones o grandes concentraciones de gente. Más bien todo lo contrario. Lo malo era que aquí ya no vería la puesta de sol por el mar, a lo sumo la salida cosa que ya podía hacer en Barcelona.

Ya que el taxista no conocía el hotel al que tenía que ir, le dije otro más importante que estaba a dos calles de la mía, por lo que quedamos que me dejaría allí. Pero cuando llegamos y miramos a Google Maps donde quedaba el mío, vio que realmente estaba a dos calles y me dijo que iríamos hasta allí. Así que volvimos a subir a la moto y seguimos buscando al Pott Guesthouse que el taxista encontró rápidamente, pues estaba en la misma carretera, como todo.

El hotel se dividía en dos edificios separados por un patio abierto y que daba a la misma carretera. En uno de los edificios estaban las habitaciones y en el otro la recepción y el restaurante. En las escaleras del restaurante estaba la propietaria que realmente parecía que ya me estaba esperando. El taxista y ella se dijeron algo en tailandés, imagino que le decía que yo tenía reserva allí y que hasta entonces no conocía su hotel. Pagué los 150 bats al moto-taxista y fui a la recepción. La mujer me preguntó si eran 3 o 4 noches, supongo que porque ese día tenía dos entradas, una para 3 noches y otra para 4. Le dije que 3, le enseñé el pasaporte y enseguida asintió como diciendo que todo era correcto. Llegaba así a mi octavo hotel del viaje y el último de Tailandia.

Pagué los 900 bats por las 3 noches, unos 26€, la propietaria me dio la bienvenida y una chica me acompañó hasta la habitación que estaba en el otro edificio, junto al restaurante pero separado por un pequeño patio que daba a la calle. Las habitaciones eran completamente exteriores, es decir, con balcones a ambos lados y la mía estaba en la segunda planta. Además tenía baño privado y TV. Lo cierto es que estaba mucho mejor de lo que pensaba, incluso la ubicación era muy buena, en la calle más importante de Chaweng ya pocos metros de la playa, de un 7-elevan y de restaurantes y puestos ambulante de todo tipo. Pero lo mejor el balcón, no sólo para poder fumar sino para ver toda la animación de la calle, pues la carretera principal la tenía a escasos 10 metros.

Y por fin podía dejar el equipaje que tan rápido y mal había hecho antes de dejar la habitación del hotel de Koh Phangan, comprobar que lo tenía todo y ducharme. Eran aproximadamente las 12:30h cuando ya me había duchado y salía a dar una primera vuelta por Chaweng, sobre todo para inspeccionar la zona más cercana al hotel como hago siempre.

Al ser una zona turística, pues evidentemente había muchos restaurantes para turistas con precios para turistas, pero también había algún lugar ambulante para la gente local y de hecho el propio restaurante del hotel era bastante barato, al menos mas que el restaurante del anterior hotel en Koh Phangan. También había un 7-elevan a 3 minutos andando y esto siempre va muy bien. En Tailandia, un 7-eleven te salva la vida.

Después del pago de la habitación me había quedado con poco más de 100 bats en efectivo, por lo que tenía que cambiar más efectivo. Sacar dinero de un cajero ya estaba descartado porque me quedaban 4 días en Tailandia y de un cajero debe sacarse una cantidad elevada para que salga a cuenta, pues te cobran una comisión fija sea cual sea la cantidad retirada. Así que directamente fui a buscar casas de cambio.

En la misma calle principal donde estaba todo, había varias casas de cambio, por lo que simplemente fui mirando a todos qué tipo de cambio ofrecían. Miré 4 o 5 y todas iban entre los 34,50 y los 34,67, cuando el tipo de cambio oficial estaba en 34,98, por tanto estaba realmente bien el tipo que aplicaban en todas partes, mucho mejor que el de Koh Phangan que ya me pareció bastante bueno. Así que fui a buscar 20€ a la habitación (en principio no necesitaría más pues sólo me quedaban 4 días en Tailandia) y los fui a cambiar a la casa más cercana al hotel donde el tipo aplicado era de 34,65 bats por cada euro. Eso sí, la chica era guapa pero bastante antipática, de hecho diría que era la primera tailandesa antipática que me encontraba.

Después de pasear un rato por las inmediaciones del hotel, a las 14:30h decidí ir a comer al restaurante del hotel, ya que de todos los que tenía allí cerca, el del hotel era lo que mejor se veía en relación calidad-precio.

Sólo verme por ahí mirando, ya me invitaron a entrar. Me senté en una mesa de la terraza, de hecho todo el restaurante era una terraza, y pedí algo que ya había pedido bastantes veces pero que realmente me gusta mucho, que era arroz estilo basil con verduras, chile y pollo. Y como siempre en un restaurante por guiris, la presentación estaba muy bien y los ingredientes muy buenos. El precio del plato eran 70 bats, 2€, aunque en ese caso me habría quedado con hambre si no fuera porque no hacía tantas horas que había desayunado.

Eso si, en el restaurante estaba muy bien ya que todo él era una terraza en una segunda planta justo al lado de la calle principal del pueblo y donde las camareras, que parecían todas de la misma familia, eran muy amables. El turismo era familiar por lo que no había gritos ni grandes aglomeraciones, de hecho en el restaurante sólo estábamos yo y una familia que parecía americana.

Hacia las 15h acababa de comer y volvía a la habitación, que tenía a 30 segundos caminando, para dormir la siesta. Hacía la siesta casi cada día, pero éste con más motivo ya que realmente tenía mucho sueño, pues apenas había dormido 4 horas la pasada noche y la mañana había sido suficientemente movido.

A las 17:30h me desperté después de dormir menos de lo que esperaba, supongo que porque la ventana de la habitación era de todo menos insonora y se escuchaba todo el ruido de la calle tal y como si estuviera abierta. La calle principal que pasaba por ahí al lado sólo tenía un carril por sentido pero la circulación de coches era constante. Además la habitación sólo tenía ventilador y el calor era importante. Y ahora incluso más ya que todavía estaba acostumbrado a la habitación de Koh Phangan que de por sí ya no era tan calurosa y además tenía un aire acondicionado muy potente. Aquí volvía a la normalidad, ventiladores.

Me duché, me tomé un café, escribí el periódico, leí la información de Koh Samui de Wikitravel que ya tenía guardada y salí a dar una vuelta por la calle principal de Chaweng que transcurrió al menos unos 4 kilómetros paralelo en el mar. Ya había leído que la zona de Chaweng era de las más animadas de Koh Samui y esto se notaba con los numerosos bares que se veían a lo largo de toda la calle. Yo estaba en la zona sur de Chaweng, la más tranquila, pero aún así la animación era importante.

Pero es que el simple hecho de poder caminar cada día por calles que nunca has visto antes, ya es una experiencia única, además de muy enriquecedora y beneficiosa para la mente, pues todo ello hace que tu cerebro no deje de trabajar nunca durante semanas, lo que, entre otros, retrasa posibles demencias, la pérdida inevitable de memoria por el paso de los años y hace que tengamos la sensación de estar viviendo más años, literalmente, pues estar activo permanentemente hace que subjetivamente parezca que hayamos vivido más tiempo, cuando lo que hemos vivido han sido más experiencias que la mayoría de personas.

Primero fui en dirección sur pero en menos de 10 minutos ya llegué a lo que parecía el final de esa calle y de la zona de Chaweng. Realmente el moto-taxista tenía razón, estaba bien en el sur de Chaweng. Por cierto que en aquella zona estaba lleno, como en todas partes, de sitios de masajes, y al pasar por delante de uno de ellos, las 4 chicas que estaban fuera captando clientes, hicieron el «masssaaaaaaaaaaage» mas largo y coordinado que había escuchado hasta entonces, y mira que ya había escuchado a decenas o cientos. Incluso hicieron que me diera la vuelta con una sonrisa, lo que hizo que aún insistieran mas, evidentemente.

Al llegar al final de Chaweng, di media vuelta y caminé por la misma calle pero en dirección norte, hacia el centro de Chaweng y la zona que ya había visto al venir con la moto-taxi.

Esta zona era curiosa, pues prácticamente sólo tenía aquella calle, ya que a un lado tenía el mar ya otro una montaña, por lo que Chaweng era aquella calle larga donde todo se concentraba allí. Por eso al final cansaba un poco andar debido a las constantes propuestas de masajes, taxis, restaurantes, etc. Yo siempre trato de decir un «no» con una sonrisa, pero de verdad que al final ya no puedes, sino no harías otra cosa que está diciendo no continuamente. Termina siendo muy pesado. Eso si, al menos aquí ya no se veían a españoles como en las otras dos islas del Golfo de Tailandia. No es que no me guste encontrar de vez en cuando, pero es que por lo general ya no me gusta encontrarme turistas y menos que sean de tu país. Aquí parecía estar en una isla algo menos visitada que las demás, algo que prefiero.

La zona por lo general estaba bien. Era turística pero no masificada. Además los turistas eran normales y por lo general no era un lugar ruidoso, pues sólo tenía aquella calle que era de un solo carril por sentido y sin una gran aglomeración de coches. Además era de las zonas con más bares de Koh Samui por lo que la oferta de ocio era abundante. Lo malo era que estaba encarada al este, por lo que no se puede ver la puesta del sol desde la playa, sólo la salida, pero eso es algo que ya veo cuando quiero en Cataluña.

Hacia las 21h tomé una cerveza en una de las terracitas que había a lo largo de la calle principal, una que quedaba cerca del hotel y que no era demasiado cara. La cerveza costaba 60 bats, un precio bastante aceptable teniendo en cuenta que un 7-elevan costaban 48 bats. Ya estaba oscuro y en aquella terraza, como en otras de la zona, las luces eran tenues al estilo chillout que junto con comodidad de las sillas y la proximidad con el resto de comercios de la zona, hacía que todo fuera un ambiente muy acogedor e incluso daba una sensación de conocernos todos, los del local, los de la calle, los RRPP de los restaurantes cercanos, etc. Toda esa calle acababa siendo como una gran familia, pues siempre pasabas por allí mismo haciendo que acabaras conociendo a todos.

A las 22h volvía al hotel a cenar en la habitación como llevaba haciendo ya hacía días, de esta forma podía mirar noticias en el 324 para no ir tan perdido de lo que ocurre cerca de casa. De camino pasé por el 7-elevan a comprar pasta, sándwiches y sobre todo café, pues ya se me había acabado y eso sí que era imprescindible que lo tuviera. No encontré del soluble bote de cristal que compro siempre, por lo que compré 5 sobres de café 3 en 1 que allí parece el mes utilizado. Es café también soluble y que ya lleva leche y azúcar en cada sobre. No es como lo prefiero, pues no puedes elegir la cantidad de leche que vas a poner, pero mejor eso que nada o incluso mejor que café solo. Los 5 sobres costaban 21 bats, unos 0,60€, por lo que el café no era demasiado barato que en Barcelona.

A diferencia de lo que pensaba, me costó bastante dormirme, no tenía tanto sueño como creía. De hecho, incluso volví a comer sobre las 2:30h de la madrugada mientras miraba «La que se avecina» y después ya si que me quedé bien dormido. No sé si por el calor, pues acababa de estar unos días en un lugar más fresquito y además con aire acondicionado en la habitación. Aquí de por si ya hacía más calor pero es que además en la habitación sólo había un ventilador.

Y así llegaba la primera noche al octavo hotel del viaje y el último de Tailandia. Cada vez estaba un poco más al sur del país acercándome hacia el próximo, Malasia, donde llegaría en tren casi desde donde estaba ahora. Un hotel más en una nueva ciudad más que me había acogido muy bien como las demás y donde los tailandeses me habían demostrado su amabilidad y hospitalidad inmensas. El balance en el llamado país de las sonrisas era perfecto. De hecho, aquí ya tenía claro que Tailandia era el primer país de tos los que llevaba visitados, y ya eran más de 20, al que algún día querría volver.

Hasta entonces había logrado llegar a todas las ciudades ya todos los hoteles reservados manteniendo el presupuesto objetivo. De momento todo había ido perfectamente bien y ya me preparaba para uno de los traslados más largos del viaje, desde Koh Samui a George Town, Malasia, trayecto que comportaría unas 36 horas debiendo tomar 7 transportes diferentes, entre ferrys, trenes y buses.