A las 5 de la mañana me levantaba para prepararme para ir a Lopburi, la ciudad de los monos. Es una ciudad a unos 80 km de Bangkok a la que se puede ir en tren. El problema eran los horarios, pues no pasaban cada 10 minutos sino cada hora o mes, por lo que iría hasta allí y ya vería cuánto debería esperar. No tenía demasiado sentido intentar llegar cuando saliera uno porque en la estación tenía que llegar en bus y con todo no tenía ni idea de cuánto tardaría en llegar a la estación, que por cierto estaba bastante lejos, por lo que marcharía lo antes posible y ya está.
Me duché aprovechando que todavía todo el mundo estaba durmiendo, me preparé el café mientras escribía el periódico, miraba correos, Whatsapp’s, etc. ya las 8h salía del hotel con la mochila, batería externa, impermeable, agua y el móvil para ir a tomar el bus cerca de Saman Luang, la Corte Suprema de Tailandia y que fue casi lo primero que vi el primer día que estuve en Bangkok, pues es donde me dejó el bus que cogí para ir al hotel.
Ya sabía cómo ir hasta allí pero Moovit me indicaba un camino distinto. En vez de ir por las calles importantes como yo habría hecho, me proponía ir de por medio de las callejuelas peatonales que rodeaban la zona del hotel. Aquellas callejuelas ya me las conocía bastante por lo que decidí hacerle caso. Pero tan sólo llegar al final de la calle del hotel, Moovit me decía que siguiera recta pero allí delante de mí sólo veía una pared. Cuando estaba a punto de dejarlo e ir por el camino que me conocía, justo apareció una moto que parecía haber atravesado la pared. Había un pequeño espacio que quedaba escondido y que daba acceso al templo de justo enfrente del hotel y que yo veía desde la ventana de mi habitación. Nunca había entrado así que ya me sirvió para ver ese templo por dentro, y efectivamente se podía ir por allí y el camino era más corto. Como todos los templos era como un pueblo, con sus calles, señalizaciones, pasos de peatones y edificios.
Pocos metros después de salir del templo encontré un 7-elevan donde compré un agua y en unos 10 minutos más llegaba a la parada del bus frente a la Corte Suprema. Justo enfrente había un recinto donde parecía que estaban celebrando algún tipo de convención y desde donde empezaron a salir coches y furgonetas oficiales, al menos 30, con lo que parecían políticos y otras personalidades y mucha policía, incluso van cortar esa gran avenida unos minutos para que salieran todos los coches oficiales. Fue bastante espectacular. Éste eras otra ventaja de la ubicación del hotel, la proximidad con todos los edificios oficiales que provoca ver cosas como estas con frecuencia.
Al cabo de unos 15 minutos llegó el bus y en 20 minutos llegaba a la estación de tren de Hua Lamphong sin ningún problema gracias a que iba siguiendo todo el trayecto por Moovit. Por el camino cruzamos buena parte del barrio chino, barrio que tarde o temprano quería ver y que tener que ir hasta esta estación me serviría para después a la vuelta aprovechar para pasear un rato.
Al lado de la estación había otra que quedaba más cerca de la parada de bus y por tanto donde entré primero equivocadamente hasta que la chica de la taquilla me dijo que tenía que salir e ir a la de al lado. No la entendí demasiado por lo que primero di alguna vuelta por la estación hasta poder salir y por suerte cuando ya estaba fuera un taxista que me vio todo perdido mirando un cartel de la compañía de trenes me preguntó dónde iba. Era taxista y por tanto poco de fiar, pero aquél realmente sólo tenía ganas de ayudar. Le dije que iba a Lopburi y él me señaló la estación de tren que quedaba a pocos metros de allí. De hecho a la que acababa de entrar parecía el metro, pues las vías estaban enterradas, pero a la que me acercaba ahora las vías no lo estaban, señal de que efectivamente el tren pasaba por ahí.
Allí fui y compré el billete para el próximo tren. El señor de la taquilla no sabía inglés pero se hacía entender como la mayoría de tailandeses, pues tienen su voluntad. El precio me lo enseñó de la pantalla, la hora de salida me la señaló en el mismo billete y la vía me la dijo con los dedos, la vía 8. Así pues ya tenía el billete y toda la información que necesitaba para tomar el tren. Eso sí, el tren salía en una hora, a las 9:25, así que a hacer tiempo por allí. De hecho esto era algo que ya me imaginaba que me pasaría, pues la frecuencia de trenes es muy baja y yo no tenía ni idea de lo que tardaría en llegar a aquella estación, por lo que era inútil hacer previsión alguna. Lo importante era estar allí y que las 9:25 era una hora buena para iniciar el camino hacia Lopburi.
Aproveché para desayunar algo. Compré dos pinchos en un lugar ambulante dentro de la misma estación, uno de carne y otro de butifarra. La butifarra parecía de pollo y el otro ni idea. La mujer lo cortaba en trozos y lo ponía en una bolsa en salsa. Así que a las 9 de la mañana ya me había pegado un buen blando de carne.
Hacia las 9:10h después de haber desayunado y dado alguna vuelta por la estación, ya fui a la vía 8 donde ya estaba el tren esperando y subí. Mi primer tren de Tailandia. Era como me lo imaginaba, una carraca. El primer vagón era de camas y el resto de asientos normales. Había ventiladores por el techo pero el calor dentro era terrible, mucho más que fuera que ya era terrible. Me senté y en los 15 minutos que estuve allí antes de que arrancara el tren ya estaba totalmente sudado.
Empezaron a entrar vendedores ambulante tal y como ya había visto por latinoamérica, vendedores que irían subiendo y bajando del tren a lo largo de todo el trayecto y vendiendo todo tipo de comida y bebidas. ¡A las 9:30h arrancó el tren con una locomotora a gasoil! Parecía un camión poniendo la primera para subir una montaña, alucinando el ruido y la humareda que hacía eso.
Las primeras paradas todavía eran de Bangkok lo que me permitió ver algunas zonas más periféricas y por tanto bastante más pobres o dejadas. Barrios enteros a pie de vía e incluso mercados o gente sentada entre las vías. Muchos techos de algunas casas literalmente tocaban con el tren cuando éste pasaba.
Estas primeras paradas se hacían muy pesadas porque el tren estaba más rato parado que en marcha, y cuando estaba parado era horrible el calor que hacía, pues lo único que la calmaba un poco era el viento que entraba por las ventanas. Encima yo senté junto a donde venía el sol por lo que aquello era como un invernadero. A pesar de estar todas las ventanas abiertas y los ventiladores en marcha el aire era caliente y el calor por algunos momentos insoportable. Cuando paraba incluso me ponía de mala leche porque empezaba a sentir que me daría una lipotimia. Sinceramente éste va a ser uno de los trayectos más duros que he hecho, y no por incomodidad o largos tiempos, sino simplemente por el calor.
Las curiosidades eran muchas, entre ellas el hecho de que las puertas del tren no se cerraban en ningún momento y había gente que subía y bajaba del tren en marcha o por el lado que daba a la otra vía, cosas que en Europa nos parecerían simplemente impensables aquí eran habituales.
Al menos los paisajes eran muy bonitos y distintos a los que había visto hasta ahora. Grandes extensiones de prados, bosques, granjas a pie de vías y pueblos rurales a lo largo de kilómetros hasta llegar a las 3 horas y 15 minutos a Lopburi.
Lo primero que hice al llegar a Lopburi fue preguntarle a la chica de la taquilla a qué horas salían los trenes en Bangkok. Eran las 12:40h y me dijo que salía un ahora y el próximo a las 16h, que sería lo que iba a coger. Así que tenía unas 3 horas y media para dar vueltas entre monos. Si ya lo sé, serían en total 7 horas de viaje entre ida y vuelta por menos de 4 horas de estancia en el pueblo, pero es que los trayectos en tren son así. Además, el trayecto en tren es ya una aventura en sí mismo, por lo que vale la pena.
Lo siguiente fue comprar una botella de agua y un par de sandwiches a un 7-elevan justo al lado de la estación, de hecho fue lo primero que vi de Lopburi, un 7-elevan. Sí, aquí también había por todas partes. Y a continuación a andar por el pueblo sin rumbo fijo en busca de los monos.
Empecé caminando calle arriba desde la estación hasta que al cabo de 15 minutos de andar, sudar como un cerdo, acabarme ya el agua y sin ver ningún mono, se me ocurrió por fin leer las anotaciones que tenía sobre Lopburi, algo que evidentemente debería haber hecho antes, en el tren por ejemplo, ya que habría visto que ya tenía anotado dónde se concentraban los monos, que evidentemente no era hacia dónde iba sino en la zona donde había los escombros de un antiguo templo.
Fui hacia allí y antes de llegar ya encontré un mono caminando por la acera y otros dos sentados en la entrada de un banco bebiendo de un granizado. Me quedé allí un rato grabándolos sin saber que a los pocos minutos me encontraría con decenas. En cualquier caso aquella escena ya me dejó bastante perplejo. 3 monos sentados como si fueran personitas bebiendo de un vaso y rodeados de personas que caminaban por la acera o entraban y salían del banco sin inmutarse. Quedaba claro que en ese pueblo los humanos y los monos compartían el mismo espacio aparentemente en perfecta armonía.
Seguí caminando en dirección a los escombros y al llegar a la calle que ya daba al templo ya vi muchos más. De hecho, delante de mí quizá veía 20 caminando por la acera, subiendo por las paredes de los edificios, dentro de las tiendas,… Era muy exagerado y mucho más de lo que me esperaba.
Y todo ello fue a más hasta que casi delante del templo y en el mismo templo había ya cientos, muchos más monos que personas. Dentro de una tienda al menos había 20 y un montón por fuera buscando comida o bebiendo botellas de agua tal como si fueran personas. Era increíble e incluso hacía algo de angustia de ver a tantos. Pasé de pensar que no vería a ver decenas o cientos corriendo y trepando por todas partes.
Al ver que uno de ellos bebía de una botella dejé la que yo llevaba en el suelo para ver qué hacían. Al cabo de un minuto uno se acercó mirándome medio de reojo hasta que la cogió. Como estaba demasiado llena y pesaba mucho por él, primero la volcó bebiendo el agua de tierra y cuando ya no pesaba tanto se la acabó como bebería una persona. Impresionante la práctica que ya tenían y lo acostumbrados que estaban viviendo en un entorno completamente humano.
Después me acerqué al templo, que estaba al otro lado de la calle, donde había aún más. Iban locos con los turistas que les daban comida. Quise entrar en el recinto del templo pero tenía que pagar entrada y pasé, no valía demasiado la pena ya que desde fuera se veía perfectamente. Además, el interés que tenía en ese momento era ver a los monos.
Los habitantes de Lopburi parecían resignados a todo aquel panorama, aunque a muchos se les notaba claramente que estaban hartos de los monos. Sin ir más lejos la chica de la taquilla de los escombros, que de vez en cuando salía de su garita con una escoba para asustar a las decenas de monos que se acumulaban alrededor y por encima de la misma garita.
Otros subían por las bajantes de agua hasta los tejados a una velocidad impresionante. Aquella calle era de las cosas más raras que jamás había visto.
Cuando ya los había visto un rato fui a dar una vuelta por un mercado allí al lado bastante grande como tantos hay por Tailandia. El calor era sofocante y andar por allí con las ollas de las tiendas a pleno rendimiento se hacía insoportable. Tenía la intención de comprar algo de comida pero no vi nada que me convenciera, así que volví hacia el templo mientras por el camino me comía uno de los sándwiches del 7-elevan que llevaba. Nada más sacarlo de la mochila un mono ya se acercó e incluso parecía que en cualquier momento me fuera a saltar encima. Luego se acercó otro mayor que si que parecía que se me echaría encima por lo que le eché un pedazo del sándwich que se comió rápidamente. El otro al final no hizo nada. En ese momento entendí porqué la mayoría se concentraban en las inmediaciones de los escombros del templo. La mayoría de turistas acababan llegando al templo, y justamente son los turistas a los que más gracia les hace ver a los monos y quien más les da comida, por lo que los monos ya han aprendido que alrededor de los escombros del templo hay personas dispuestas a darles de comer, por eso sólo sacar el sándwich ya se acercaron, porque ya están acostumbrados a que allí la gente les dé comida.
Después de dar alguna vuelta más para cansarme bien en ver monos, ya fui tirando hacia la estación. Eran las 14:30h y apenas llevaba dos horas en Lopburi pero ya había visto suficientemente a los monos y al mercado. Además hacía un calor terrible como para seguir dando vueltas por el pueblo.
De camino a la estación primero vi a 3 monos peleándose sobre un andami mientras gente debajo sentada en las mesas de un restaurante sin hacer ni caso. Ibas caminando y te pasaban corriendo por el lado persiguiéndose unos a otros. Los turistas nos apartábamos cuando los vemos venir corriendo mientras que los locales ya no les hacían ningún caso. Y mientras seguía caminando vigilando que ningún mono me atropellara, de repente recibí un fuerte golpe en la espalda seguido de un pequeño grito. Me volví pensando que alguien me acababa de empujar sin saber porque pero al girarme no había nadie detrás, sólo un mono en el suelo quieto y mirándome. ¡El mono me acababa de intentar robar la mochila! Se me echó encima con toda la intención de llevarse la mochila y buscar comida, pues mientras con las piernas me empujó adelante, con las manos me estiró las correas de la mochila, demostrando que ya sabían cómo robar mochilas. Menos mal que la llevaba bien cogida porque sino seguramente me la habría quitado, y una vez te la toman ya la puedes dar por perdida a menos que se canse y la deje. Le hice un gesto amenazante para que no volviera y seguí caminando pero ahora mirando delante y detrás todo el rato. Una vendedora que lo había visto me dijo algo en Tai medio riendo. No entendí lo que decía pero seguramente sería algo tipo «ya no hacen tanta gracia ahora los monos ¿eh?»
A las 14:40h llegaba a la estación y compraba el billete. Ponía que el tren salía a las 14:39h, así que le pregunté al chico que me dijo que iba con retraso y que pasaba a las 16h, la hora en que me había dicho la chica al llegar. Eso sí son retrasos y el resto tonterías…
Así que tocaba esperar una hora larga en la estación de Lopburi bebiendo agua sin parar y estirando las piernas ya que supuestamente me pasaría 3 sentado. Grave error.
A las 16h llegó el tren, igual de carraca que el otro, y sorpresa… No había sitio para sentarse. Y además éramos unos cuantos que quedamos de pie, por lo que no tenía pinta de que pudiera sentarnos pronto. Cansado y pensando en las más de 3 horas que quedaban de trayecto busqué al menos algún lugar donde pudiera apoyarme que fue al comienzo de uno de los vagones donde había todavía un pedazo de pared sin ocupar.
Tenía la esperanza de que en las próximas paradas bajara bastante gente, pero pese a bajar no eran suficientes como para que pudiera sentarse. Yo por lo menos estaba en un lugar donde podía apoyarme, pues había pasajeros en medio del pasillo donde aún cansaba mas.
Al cabo de una hora de trayecto decidí sentarme al suelo porque ya no podía más. Aproveché que en uno de los extremos del vagón lo había una zona con un fregadero por lo que había más espacio libre en el suelo para sentarse. Era muy incómodo, evidentemente, pero por lo menos podía descansar un poco las piernas.
Y al cabo de 30 minutos de estar allí tierra sentado fui a sentarme a las escaleras del tren, las de bajar. Y si, como ya he dicho antes, las puertas quedan siempre abiertas. Así que estaba con el tren en marcha sentado en las escaleras del tren y con las puertas abiertas. En la puerta de enfrente también había un chico sentado de manera aún más imprudente, pues yo al menos estaba bien sentado y bien cogido, aquél estaba como si estuviera sentado en el taburete de un bar. Aquello hizo que ahora si fuera más cómodo y que viera el paisaje mejor que nadie. Además parecía que sentarme allí era lo más normal del mundo, pues nadie me miró y el revisor no dijo nada. Sólo por eso ya valía la pena el viaje en tren. Un espectáculo ya imposible de ver en cualquier sitio de Europa.
Y así ir haciendo tiempo hasta que cuando llevábamos dos horas y media ya había bajado suficiente gente como para quedar asientos libres por lo que por fin pude sentarme en un asiento normal ya hasta Bangkok. Una mujer que estaba sentada frente a mí me preguntó de dónde estaba. No deja de ser curioso por un lado que sea tan claro que eres de fuera y por otro que seas un turista. No habrá demasiada gente de aspecto europeo viviendo en Tailandia. Cuando te ven todo el mundo sabe que eres de fuera y que estás de viaje y muchos se interesan por saber de dónde eres y cómo va tu viaje. Los tailandeses son muy abiertos y curiosos.
Ya entrando en Bangkok empezó a llover. Pasábamos por la zona periférica en la que se podían ver aquellos barrios literalmente a pie de vías. Decenas de casas tan cerca de la vía que el tren tenía que aminorar la marcha para no llevarse a nadie por delante. Todo ello hacía que el tramo final del trayecto fuera muy lento tal y como ya había estado en la ida.
A las 19:15h llegábamos a la estación de Hua Lamphong de Bangkok, la misma desde la que había salido, y llegaba la parte complicada del día, volver al hotel en transporte público y sin Moovit, pues sin internet no se puede utilizar.
Fui hasta la parada donde me había dejado el bus en la ida pero al otro lado de la calle para buscar la parada que hiciera el trayecto de regreso utilizando la misma línea de bus. Me costó cruzar aquella gran avenida pero una vez conseguido, siguiendo los locales, la encontré bastante rápido. Pero después de esperar casi 30 minutos y que no pasara ningún bus de la línea que esperaba, decidí ir andando, pues era más o menos factible y tampoco estaba seguro de que acabara pasando el bus que esperaba. Eran unos 4 km por lo que tardaría una hora aproximadamente y además pasaría, como había visto en la ida, por medio de Chinatown y así ya de paso hacía una pequeña visita a este barrio que tarde o temprano quería ver.
Aunque ya estaba oscuro la visita estuvo bastante bien gracias a que todavía había vendedores de todo tipo por la calle y todas las tiendas estaban abiertas. Es increíble los chinos como hacen su propio barrio en cualquier ciudad, pues en ese barrio sólo se veían chinos y todos los carteles estaban en chino. Además vi una de las famosas casas de algún clan que por lo que se ve hay más de uno.
En cada esquina había vendedores ambulantes vendiendo todo tipo de falsificaciones tal y como ya había leído y de hecho como en la mayoría de Chinatowns. Se vendían desde relojes hasta móviles pasando por ropa o bolsos. Todo lo que quisieras lo podías encontrar en ese barrio.
A pesar de ser las 20h el bochorno era increíble. Daba igual lo oscuro que fuera, hacía calor igual y no podía parar de sudar. Entré en un 7-elevan a comprar una botella de agua que me terminé antes de llegar al hotel. ya ni sabía cuántos litros de agua bebía al día. Un montón.
El camino hasta el hotel no se me hizo tan largo como pensaba en un principio. De hecho, justo después de cruzar Chinatown ya entré en la zona que me conocía un poco más cercana a Suanam Luang y el Gran Palau. Aquella zona ya me la conocía por lo que ni me hizo falta ir mirando Google Maps. Llega esta hora también me permitió ver todos estos edificios oficiales totalmente iluminados, así como el río que los rodea, haciendo que la zona parezca otra completamente y que tenga un encanto especial.
Pasé por algunas callejuelas un poco chunguillos pero con poco miedo, pues Bangkok ya me había demostrado que no era una ciudad peligrosa. De todas formas cuando llegué a esa zona mucho más vigilada, incluso por militares, fui más tranquilo haciendo fotos en todos los edificios iluminados.
Hacia las 21h llegaba al hotel caminando por las calles peatonales de alrededor ya sin ningún problema. Esa misma noche tenía que dejar la ropa en alguna lavandería ya que no me quedaba ropa limpia y al cabo de 2 días se marchaba a Kanchanaburi. Fui a una que había visto por Internet que era selfservice y costaba 10 bates el kilo, unos 0,30€. Así que me duché con agua bien fría, me puse el último polo limpio que me quedaba y fui allá con toda la ropa. Era casi junto a Khao San Road y por tanto muy cerca del hotel y de toda la fiesta. Pero cuando llegué comprobé que al menos se tenían que pagar 9kg y que además se tenía que pagar en monedas de 10 bates que no tenía y la máquina que había de cambio tampoco tenía. Allí también había un chino muy enfadado por el mismo motivo.
Primero pensaba que aunque llevara sólo dos kilos de ropa me cobrarían 20 bates, así que fui allá donde estaba la zona de Khao San y compré dos pinchos de calamares en un lugar ambulante que estaban muy buenos y que todavía no había probado. Le dije al vendedor que me diera dos monedas de 10 bates y volví a la lavandería. Con todo esto ya estaba sudando otra vez y no hacía ni 20 minutos que me había duchado y puesto el último polo limpio.
Pero cuando llegué vi que tenía que poner, en este caso, 11 monedas de 10 bates, pues sólo quedaban libres lavadoras de 14kg que eran más caras y se tenían que pagar 110 bates fuera la cantidad que fuera de ropa . Ya más cabreado que el chino, me fui sin lavar la ropa.
Al menos ese paseo me sirvió para ver la calle paralela a Khao San que todavía no había visto y era también bastante interesante. También con restaurantes para guiris pero con muchos sitios ambulante que es lo que me gusta a mí. En total, alrededor del hotel había al menos 3 o 4 manzanas dedicadas sólo a la fiesta ya la comida.
Volví hacia la calle del hotel donde había visto una lavandería, pero el precio eran 35 bats por kilo, no demasiado menos que en mi hotel que eran 50, así que finalmente, por la poca diferencia de precio y la comodidad, preferí dejar la ropa en la lavandería de mi hotel. Como curiosidad, antes de llegar al hotel, el RRPP del restaurante de al lado dijo «amigo» dirigiéndose a mí. Me giré pensando cómo había deducido que era español pero me preguntó: «¿Italiano? «, a lo que respondí que no. Pero entendí que en italiano quizás también dicen amigo y que por la cara se nos ve que somos, al menos, del sur de Europa.
La chica que había en recepción diría que era la primera vez que la veía pero era la más amable y extrovertida. Le dejé la ropa y entendí que estaría para el día siguiente a las 7am, cosa que me extrañó porque ya eran casi las 22:30h. En cualquier caso la dejé y fui a comprar algo más para comer.
Para terminar de cenar decidí ir de compras pasta deshidratada y algún sándwich al 7-elevan que había a 30 metros del hotel y comer en la habitación mientras miraba el 324 por Internet. Además aún tenía que mirar cómo organizar bien al día siguiente ya que quería ir al mercado sobre las vías del tren de Mae Klong.
Mae Klong es una ciudad a poco más de 100 km de Bangkok y donde se construyó una vía de tren en medio de un mercado. Ni los del mercado ni los del tren claudicaron así que en la actualidad el tren pasa, literalmente, por medio del mercado. Es de lo más increíble que he visto nunca.
Y ahora eran las 22:30h y aún tenía que cenar y mirar cómo ir hasta allí después del largo día que había pasado.
Después de mirar todas las opciones, la que me pareció más viable era la de ir en una minivan, que no era la opción más barata, 100 bates, pero que al final no son ni 3€ por 2 horas de camino. En cuanto a la relación comodidad/precio, ésta era la mejor y de lejos, ya que en tren podría ahorrarme algo pero el problema eran los pocos trenes que pasaban.
El problema principal, fuera como fuese, era saber los horarios del tren que pasa por el mercado de Mae Klong, pues sólo pasaban 4 o 5 al día, por lo que decidí salir lo antes posible del hotel y ver que ocurría. Además tampoco podía saber el horario de las minivanes, otro motivo para presentarme lo antes posible.
Así que cené la pasta y los sandwiches ya las 23:30h ya estaba durmiendo.