Me desperté sobre las 8 de la mañana no habiendo dormido ni 6 horas, probablemente por el ruido que debería hacer alguno de los vecinos, pero en todo caso lo prefería ya que ese día debería ir a dormir pronto, o al menos intentar -lo, ya que al día siguiente debería levantarme pronto para ir hacia el próximo destino, Cameron Highlands, donde por fin y después de 30 días de calor insoportable pasaría un poco de fresquito viendo las plantaciones de té mas famosas del mundo a casi 2000 metros de altitud.
Internet no llegaba bien a las habitaciones o al menos a la mía. Con el móvil de vez en cuando pillaba un poco aunque muy poco y se cortaba mucho, y con el portátil igual o peor. Tenía todavía algunas cosas pendientes en relación a las cuentas del viaje ya una consulta en Bnext que había hecho debido a que no aparecía el tipo de cambio aplicado en la retirada de efectivo realizado el primer día de Malasia, y a mí me parecía que no aplicaban el tipo de cambio oficial, y ya era la segunda vez que lo sospechaba por lo que esa tarjeta cada vez me gustaba menos. Más tarde acabé averiguando que el problema es que Bnext aplica el tipo de cambio de Visa que no es tan bueno como el interbancario que es el que aplica Revolut.
Así que básicamente aproveché para escribir el diario que no necesitaba de conexión a Internet, me duché, tomé el café en la habitación con el calentador como todos los días y hacia las 10:30h salí a pasear por George Town. Todo el centro histórico ya lo había visto durante los dos días anteriores, por lo que esta vez iría por la zona más nueva aunque siempre acostumbra a ser la más fea, pues ya son edificios sin gracia, calles sin orden, con mucha gente y tráfico. Por suerte George Town no era una gran ciudad en comparación con otras capitales por lo que se podía pasear por todas partes.
Para ir a algún sitio en concreto decidí ir a Times Square, que en ese momento no sabía muy bien que era pero lo vi en Google Maps y me hizo gracia. Evidentemente pensaba que sería una plaza con neones, no tantos como la de Nueva York pero algo que intentara imitarla.
La plaza estaba a unos 20 minutos andando del hotel. Fui por una de las calles importantes que van del norte al sur de la ciudad, puesto que la plaza estaba más al sur. Aquella calle ya me la conocía un poco ya que es donde estaba el 7-elevan al que iba casi siempre y que parecía marcar una de las puntas de Chinatown y Little India. Nada más salir de Chinatown, crucé la Little India hasta salir del centro histórico y entrar por primera vez en la parte nueva de la ciudad.
En este punto la ciudad hace un cambio total como ocurre en todas las ciudades que tienen un centro histórico aunque no me dejó de sorprender, pues hasta ese momento ni siquiera me había planteado que George Town fuera mucho mas que ese centro histórico. De hecho la ciudad se veía mayor de lo que me esperaba y recordaba a capitales europeas como puede ser Barcelona. Hay que tener en cuenta que en general las capitales asiáticas son megaciudades 10 veces mayores que las europeas, por lo que una ciudad como Barcelona para ellos es una ciudad mediana, y George Town lo era.
Cuando iba por la acera de aquella calle en dirección a Times Square, bajo unos arcos y detrás de una columna, había una mujer que al acercarme me hizo una señal de la que me acercara. Pensaba que sería una vendedora, pues estaba delante de tiendas, y cuando estaba a 2 metros me dijo: «I suck your cock, 20 ringgits», haciendo el gesto y todo. Durante un segundo me quedé delante de ella muy parado, pues Malasia es un país musulmán y no hubiera imaginado encontrarme una prostituta por la calle a las 11 de la mañana. Eso sí, estaba bastante escondida y no se notaba que fuera prostituta. En cualquier caso, me salió una sonrisa por el gesto que hizo, le dije que no y seguí andando.
En pocos minutos más llegaba a Times Square. Primero vi a dos transformers gigantes, de al menos 10 metros de alto, y pensé que estaría allí, pero al acercarme vi que aquello sólo era un parking. En el edificio de al lado ponía Times Square, pero al ir andando por delante del edificio me di cuenta de que Times Square no era una plaza sino un centro comercial o algo similar. Así que nada, pasé ni de entrar y sin ver a neones volví hacia la zona del hotel pero yendo por otras calles. Al menos eso me había servido para ver a la otra parte de George Town.
Así que una vez dada la vuelta al edificio que se suponía era Times Square, volví hacia Chinatown pero por otro camino, así al menos iría viendo todo lo que pudiera de George Town. La verdad es que no tiene nada que ver el centro histórico con el resto de la ciudad, bueno, como en todas las ciudades que tienen un centro histórico. La ciudad no tenía ninguna gracia especial y además estaban haciendo muchas obras. Menos mal que el GPS funcionaba perfectamente porque si no hubiera sido imposible estar las casi dos horas que estuve paseando sin perderse, pues las calles no tenían ningún orden ni sentido. Eso sí, seguía la gran mezcla de culturas y religiones típica malaya que es algo que me encanta ver junto a la vida quotidiana de los habitantes.
Hacia las 12:30h llegaba de nuevo al centro histórico y por tanto a la zona del hotel, el Kim Haus. Aquí hacía calor pero no tanto como en Tailandia, o al menos había menos humedad cosa que hacía que pudiera andar más rato por la calle sin sufrir por mi vida. De hecho llevaba ya dos horas caminando y aún habría podido seguir más rato sin ningún problema, algo impensable en Tailandia.
Aquel día quería comer sólo en restaurantes hindúes ya que los días anteriores ya había comido demasiado en chinos. Así que fui a la Little India que también estaba muy cerca del hotel, de hecho a unos 5 minutos andando ya había una calle llena de sitios ambulante y restaurantes hindúes.
Prefería un puesto ambulante que un restaurante ya que parecen más orientados a los locales, así que recorrí toda la calle donde más había y me paré en uno donde parecía que había una especie de empanadas rebozadas o fritas y además tenían toda una tabla de precios, cosa que a mí ya me da más confianza porque sabes seguro que no te estafarán para verte cara de extranjero, aunque hay que decir que en Malasia por el momento parecía totalmente diferente a otros sitios, aquí no parecía que nadie quisiera estafar a nadie por simple hecho de ser extranjero.
Así que allí me paré, miré la mesa con los nombres y vi que aquellas empanadas se llamaban Samosa, pues todo era Samosa de algo. Pedí tres, una de atún, otra de carne y una tercera de huevo duro. Me senté en unas escaleras de un edificio de la misma calle que quedaban en la sombra y allí me las comí, como un hindú local más. Fue perfecto y aquellas cosas estaban buenísimas, era realmente de lo bueno que había probado durante el viaje, pues parecían rebozadas y fritas de una manera que quedaban muy crujientes con el relleno dentro. Tenían forma triangular y como ya me imaginaba, llenaban mucho, más que por la cantidad, que también, pues el relleno era contundente, creo que sobre todo por cómo estaban fritas. Y las 3 sólo costaron, 3,50RM (0,75€). Es lo que tiene comida donde comen los locales, buenos precios y comida muy buena y auténtica. Y con esto casi ya había comido. Eso sí, no creo que fuera de los más saludable que había comido.
Apenas eran las 13h cuando acababa de comer y volvía al hotel a dormir la siesta, no demasiado rato ya que ese día tenía que ir a dormir en breve. Así que sobre las 14h ya me levanté, me tomé el segundo café del día, escribí el diario, salí un rato de la habitación para ir al bar de la misma planta donde se cogía Internet perfectamente, me voy duchar y sobre las 16:30h volví a salir.
Justo frente al hotel normalmente había un vendedor de una de las frutas más extrañas que he visto nunca, o más bien, la extraña devoción que parecían tener todos los malayos por una fruta que, literalmente, huele a podrido. Era muy sorprendente ver cómo la cortaba, pero más sorprendente era ver la cola que hacía la gente para comprarla. De hecho, en muchos transportes públicos de Malasia hay un cartel donde se prohíbe expresamente comer esta fruta, pues el mal olor es tan fuerte que resultaría imposible ir dentro del mismo bus que una persona comiendo.
Quería volver a ir al Antarabangsa Enterprise a tomar una cerveza, esta vez una caña de 0,5L que es lo que se tomaba casi todo el mundo. Primero paseé un poco por la zona ya que antes de las 17h estaba o medio cerrado o todavía estaban sacando las mesas. A las 17h fui allá y ya había al menos 5 o 6 personas sentadas en una mesa. Pedí la jarra por 7RM y me senté en otra mesa.
El bar estaba en zona ya totalmente conocida por mí, de hecho la terraza estaba en medio de una calle que daba a la calle de puestos ambulante donde había cenado el día anterior. Allí estaba realmente bien, con pocos coches pero con movimiento suficiente como para que fuera entretenido.
A los pocos minutos vino un señor de unos 55 años y se sentó en la mesa. Yo estaba escribiendo el diario en el móvil y al cabo de unos 10 minutos paré. Entonces el señor, mostrando un grado importante de educación, me ofreció un pite, no por el ofrecimiento, sino porque hasta que no dejé el móvil no me dijo nada. Yo le respondí que ya la tenía, sacando mi paquete de Chester Field, pero entonces me fijé con el paquete del hombre y era de una marca que nunca había visto, Canyon. Le pregunté cuánto costaba y sorprendió, 4RM, frente a los 12,40RM del Chester Field. Entonces sí que le acepté el ofrecimiento, pues quería probarlo. Y la verdad es que estaba lo suficientemente bueno para lo que costaba. Era más suave que otros pero más que aceptable por costar menos de 1€.
Así que ya empecé a preguntarle si lo venían a los 7-elevan que es donde yo lo compraba casi todo, a lo que me respondió que no, cosa que me extrañó mucho, pues pensaba que el único sitio donde vendían tabaco estaba en el 7-elevan. Me dijo que lo venían a los mini súper chinos llamados Teng Bee y que normalmente había uno cerca de donde había un 7-elevan, de hecho en el cotado de lo que había ido yo un par de veces había uno. Me dijo que allí todo era más barato que a los 7-elevan.
Después estuvimos hablando de lo típico por un extranjero, de dónde eres y qué tipo de viaje estás haciendo. ¿Al decirle que era de España él preguntó cómo todo el mundo, Barcelona? Pues sí. Los asiáticos están enamorados de Barcelona y no conozco de demasiadas ciudades que no sean capital pero que sean más famosas que la propia capital de su país, pues aquí nadie me preguntaba por Madrid, de hecho no escuché la palabra de ningún asiático, en cambio todo el mundo preguntaba por Barcelona.
Le conté toda la ruta que haría por Malasia y me dijo que todo era muy bonito pero que Kuala Lumpur era muy caro, que intentara estar el menor tiempo posible. Yo ya tenía las reservas y rutas hechas por lo que cambiar ya no cambiaría, pero por lo menos me dio información útil. También explicaba que Melacca, donde pasaría 3 noches, estaba muy bien, que era una ciudad muy bonita y mucho más barata que Kuala Lumpur. Bien, es de suponer, pues Kuala Lumpur es la capital del país.
Y al cabo de unos 40 minutos de estar charlando me despedí dándole la mano y diciéndole que en ese mismo momento iba a buscar el Teng Bee, cosa que evidentemente hice y de hecho encontré mucho más rápido de lo que pensaba. Realmente estaba frente al 7-elevan donde había comprado la garrafa de agua de 6L.
Entré a preguntar pero no les quedaba tabaco Canyon, supongo que por lo barato que es, así que volví al hotel a preparar la maleta ya que al día siguiente por la mañana se marchaba, por fin, a tierras más frescas . Aquí no había llevado la ropa a ninguna lavandería por lo que no tenía la maleta tan deshecha. Además en la habitación tampoco había sitio para deshacer nada, ni siquiera armarios, por lo que todo estaba suficientemente recogido.
Una vez todo preparado y cuando eran las 20h aproximadamente, fui a cenar. Éste debía ser un día de comida hindú, así que volví a la calle de la Little India donde había comido para buscar, preferentemente, algún sitio ambulante hindú. Recorrí las dos calles donde había más restaurantes y lugares ambulante pero algunos de los lugares ya habían cerrado y los otros no vendían comida suficientemente contundente, pues por la noche sí quiero comer algo contundente que al mediodía. Así que fui al restaurante que estaba casi al inicio de la calle y que además es lo que quedaba más cerca del hotel, y pedí un Nasi Lemak Chicken, que era arroz estilo basil con pescadito frito, pepino y muslo de pollo rebozado. El plato y un agua costó 9,50RM (2€). El plato era muy similar a algunos platos tailandeses. El enlucido del muslo era diferente, no sabría decir que tenía, probablemente alguna especie india, pero le daba un sabor diferente y muy bueno. Los trabajadores del restaurante, que parecían todos de la misma familia, eran indios pero de religión musulmana, era algo raro, de hecho era la primera vez que veía a una mujer india con el velo musulmán.
Otra curiosidad eran los cubiertos. Por lo que ya había visto hasta entonces, en Asia no hay cuchillos en ninguna parte, pero allí tenían una cuchara-horquilla. No sé exactamente para que era, pero ya la utilicé para ir arrancando pedazos del muslo de pollo, pues era o así o con las manos. En cualquier caso me habían dado un utensilio para poder comer el muslo de pollo sin apenas tener que tocarlo, algo que no había ocurrido en Tailandia.
Y no sé si era por el hecho de ser indios, pero las mujeres parecían hacer el trabajo menos duro, pues quienes cocinaban eran todos los hombres, las mujeres tomaban el pedido y cobraban, muy diferente al que verías en una familia musulmana no india. Es decir, eran musulmanes, pero no parecía que el papel de la mujer fuera de la típica musulmana. Hay que tener en cuenta que el papel de la mujer en la India es muy distinto al que tienen en la mayoría de países musulmanes.
Hacia las 21h acababa de cenar y volvía al hotel. De camino tenía que pasar por la gran mezquita, ahora toda iluminada y además en plena ceremonia, escuchándose los cánticos tanto por la megafonía como de dentro de todas las personas que rezaban. Era la primera vez que veía a musulmanes rezando dentro de una mezquita, pues a diferencia de las iglesias, al menos a ésta, desde fuera se ve lo que sucede dentro.
A las 22h fui a dormir, de hecho demasiado tarde teniendo en cuenta que al día siguiente quería levantarme a las 4:30h, pero es que en este hotel no se puede acostarse antes ya que entre la música del bar y el ruido de los posibles vecinos de habitación, en ese hotel no hay más remedio que acostarse como mínimo a las 22h, que se supone que es la hora que la gente ya considera que puede haber alguien durmiendo. Al menos los dos subnormales americanos ya no estaban, por lo que ya no me despertarían con sus gritos de loco a las 12 de la noche.
Y así llegaba la última noche a George Town, la primera de las 5 ciudades que visitaría de Malasia. Tanto esta ciudad como, de momento, Malasia, me habían gustado más de lo que me esperaba. de hecho me esperaba un país bastante igual en Tailandia debido a que están uno al lado del otro, pero realmente poco tienen que ver, de hecho ni siquiera tienen la misma hora, por no hablar de la religión. pero no eran estas cosas las que más me sorprendían, sino la diferencia del nivel de vida entre ambos países. Sólo había que ver los trenes que había en la estación de Padang Besar, estación partida por la frontera, donde a un lado hay trenes de más de 30 años y en el otro trenes más modernos que en cualquiera de los países europeos.