Ese día me desperté una primera vez sobre las 23h todavía del día anterior, claro, y salí casi inmediatamente fuera a contemplar el río desde el rellano de fuera la habitación. De noche con las luces de fondo era un pase. Justo en ese momento llegaba la pareja que dormía en la habitación de al lado y que más tarde no tuvieron ningún problema para hacer sus cosas sin tener en cuenta que las 4 habitaciones estaban unidas y que si se movía una se movían todas tal cual fuese un barco, pues todo era una sola estructura flotante en medio del río. Además las paredes eran de madera delgada por lo que se escuchaban incluso las conversaciones.
Tenía varios lugares guardados para ver por la zona pero en un dia no me daría tiempo a todo.
Me senté en el banco del rellano en absoluto silencio roto por los grillos y el sonido del agua tocando las columnas que sostenían las habitaciones. En las orillas del río, que era lo que yo veía desde allí, había muy pocas casas, por lo que la tranquilidad que se respiraba era total. Y una de las cosas más sorprendentes era que por primera vez en Tailandia no tenía calor. Allí sobre el río se estaba muy bien.
Tomé un café mientras miraba qué hacer exactamente a la mañana siguiente, ya que no lo tenía nada claro. Google Maps estaba liando en cuanto al puente sobre el río Kwai y la vía de la muerte, un tramo de vía que transcurrió por unos escarpados que dan realmente miedo. Finalmente, y gracias a Wiki Travel, conseguí saber que una cosa era el puente sobre el río Kwai por donde ya no pasan los trenes y la otra es el tramo de vía que da miedo. Y gracias también a que el día anterior había ido a buscar los horarios de los trenes a la estación de Kanchanaburi, decidí que sólo iría al punto y no al tramo de vía con el tren, pues los horarios eran bastante malos teniendo que esperar poco más de 4 horas en una estación para tomar el tren de regreso a Bangkok. Teniendo en cuenta que al día siguiente ya tenía que volver a Bangkok, era imposible combinar los horarios. En Kanchanaburi debería haberme quedado dos noches para poder ver tanto el puente como la vía de la muerte y de paso disfrutar de aquella habitación una noche más.
Teniendo en cuenta la hora que era, esperaba quedarme ya despierto, pero hacia las 3 de la madrugada me vino la son y dormí hasta las 6:30 de la mañana que ya salía el sol. Volví a salir al balcón a contemplar el río ya con los primeros rayos de sol que seguía siendo un pase. Otras ostas también estaban fuera haciendo fotos porque realmente era admirable el paisaje que teníamos sólo mirando por la ventana.
Me duché (baños compartidos pero a la vez individuales), tomé un café y sobre las 7:15h fui a preguntar por el desayuno ya que en Booking había visto que lo ofrecían por un euro. La chica de recepción me dijo que eran 50 bates y lo consideré un poco caro pero que valía la pena sólo por el simple hecho de poder comer en esa terraza con esas vistas espectaculares. Además, ahora no estaba en Bangkok, por lo que encontrar lugares donde comer no era tan fácil. De todas formas en pocos minutos entendí porque eran 50 bates, y no, no era caro.
Me dijo que esperara y al cabo de 10 minutos vino una joven que hablaba mejor el inglés para confirmarlo. Tardó 15 minutos más en volver con el desayuno. Yo ya no sabía porqué tardaba tanto y qué estaba haciendo. Entonces entendí el tiempo de espera y el precio. El desayuno era huevo con jamón, perritos calientes y tostadas! Aquello sí que valía 50 bates y con esas vistas aún más. Almorcé como un rey y aunque hacía poco que me había levantado hacía casi 14 horas desde que había cenado el día anterior, por lo que me entró como nunca. Almorcé como un rey admirando un paisaje muy difícil de encontrar y aún más de olvidar.
Hacia las 8h cogía móvil, tabaco y algo de dinero y empezaba a tirar hacia el puente sobre el río Kwai siguiendo las indicaciones de Google Maps, que para hacerme llegar a lo que se considera el punto de inicio de los dos que tiene, uno a cada lado del río, primero me hizo cruzar otro puente más cerca de donde estaba y después me mandó por una carretera sin acera ni espacio para andar, de hecho compartí calzada con los coches durante 10 minutos. Por suerte la gente de allí ya estarán a acostumbrados porque todos se apartaban sin ningún problema. Es decir, fui hasta el puente pero llegando por el otro lado del río mientras que podría haber llegado por la misma parte donde ya estaba y sin tener que andar por una carretera sin aceras.
En este lado de río ya casi tampoco había pueblo, todo quedaba al otro lado del río hasta la estación, es decir, el trayecto que había hecho desde la estación hasta el hotel era casi el más largo que se podía andar, y no tardé ni 10 minutos.
De lejos ya pude ver el puente y que pude reconocer porque previamente lo había visto en Google Street View. Apenas eran las 8:15 de la mañana y no llevaba ni 20 minutos caminando pero ya sudaba como un pollo por los 35°C de temperatura. Parecía una temperatura constante, siempre estaban a 35°. Como se notaba cuando estaba en la habitación justo sobre el río, pues la temperatura bajaba muchísimo por el simple hecho de estar sobre el agua.
Al cabo de 10 minutos más de caminar entre la carretera y el barro de los laterales ya llegaba al inicio del puente que a pesar de lo pronto que ya había bastantes turistas, sobre todo japoneses o chinos que ya los había cientos en todas partes. Un local que iba en moto me hizo un gesto como diciéndome que iba bien, no lo entendí demasiado ya que era evidente que iba bien, pues tenía el puente justo enfrente. Subí por unas escaleras después de tomar unas fotos desde abajo y empecé a caminar por el puente para cruzarlo, llegar al otro lado del río y volver al hotel pero ya caminando por la otra orilla. había pueblo y no una carretera sin aceras.
El puente es sólo una vía de tren, por lo que hay que caminar por medio de la vía o por los estrechos laterales con vallas curvas a ambos lados y cada ciertos metros lo que parecían unos miradores para ver el río Kwai que por cierto es muy grande y tranquilo. Todo ello hace que caminar por ese puente sea bastante incómodo pero más interesante para mantenerse tal y como era originalmente.
Este puente es famoso porque fue construido durante la segunda Guerra Mundial por los japoneses para ir desde Myanmar a Tailandia y en el que murieron 200.000 personas durante su construcción, todos prisioneros de guerra, entre ellos, por ejemplo , muchos holandeses.
Cuando iba aproximadamente por la mitad del puente e iba haciendo fotos a ambos lados, me pasó una de las cosas más surrealistas a la vez que interesante de todo el viaje hasta entonces. Vi que se acercaba un grupo de 5 o 6 monjes budistas haciendo cánticos y con guirnaldas y flores en sus manos. Empecé a grabar con el móvil cuando los tenía casi delante cuando de repente lo que iba delante se detuvo y me saludó. El saludo aún quedó grabado pero inmediatamente paré de grabar y le devolví el saludo. Acto seguido, en un inglés bastante bueno, empezó una conversación que se prolongó unos 20 minutos mientras los demás escuchaban y uno incluso grababa con el móvil nuestra conversación.
Primero me explicó que su templo estaba a 3 km de allí y que él y los demás monjes iban hasta el puente cada mañana para rezar y depositar las guirnaldas por el puente en homenaje a los 200.000 muertos. Luego me preguntó por mí, de dónde estaba, sobre el viaje, el cual le conté un poco que estaba dando la vuelta al mundo. No dejaba de sorprenderme el interés y el conocimiento que tenían los monjes hacia los extranjeros y sus culturas. Me hacía cruces de lo abiertos, curiosos y tolerantes que eran, mostrando un verdadero interés por cualquier cosa que les contaras.
Después de casi 10 minutos de charlar sobre el puente y mi viaje, sacó un tema que nunca imaginé, los toros de España. Me preguntó si me gustaban, a lo que evidentemente dije que no y que me parecía algo horrible más típico de culturas primitivas que de un país europeo. Él hizo un pequeño gesto involuntario de quitarse un peso de encima, supongo que viendo que ambos teníamos ya una opinión similar. Me preguntó si era un deporte o un acto cultural, respondiéndole que en España está considerado un bien de interés cultural y que forma parte de la cultura española por raro que pueda parecer. Y cuando me preguntó que porque si pensábamos así todavía se hacían, tuve que explicarle el multiculturalismo y multinacionalismo que hay en España, que yo soy de Cataluña y que en la mayoría de catalanes así como otras nacionalidades e incluso en muchos castellanos, las corridas de toros nos parecen actos horribles y que de hecho en Cataluña o en Canarias están prohibidos desde hace años.
Y entonces sacó otro tema muy interesante, preguntó que porqué no se hacía un referéndum en España para preguntar sobre la abolición de los toros. Y ya fue cuando le dije que España no era un país lo suficientemente democrático como para hacer referendos para que sea la población la que decida estas cosas, y porque de hecho seguramente saldría el No en las corridas de toros y eso era algo que el estado no quería. El monje estaba cada vez más estupefacto a la vez que conocía poco a poco nuestra historia.
Acabó concluyendo que España no era una democracia plena como ya suele decir todo el mundo dentro y fuera de España. Entonces dijo que a él evidentemente las corridas de toros también le parecen una brutalidad indigno y que deben acabar. Pero no sólo eso, sino que éste sería uno de sus objetivos a partir de entonces, dar a conocer esta barbarie y luchar por la abolición total de las corridas de toros al menos en España, incluso me preguntó sobre el régimen político en España para saber a quién debía dirigirse. Yo le conté que en España hay una monarquía pero quien gobierna es el Presidente.
Incluso me pidió mi email que le di y que esperaba que efectivamente hiciera lo que dijo y siguiera en contacto conmigo. Todo esto lo veo complicado pero hay que tener en cuenta que los monjes no tienen otro trabajo que luchar por estas cosas, es a lo que se dedican, por lo que no me pareció nada exagerado lo que me estaba diciendo, aunque ciertamente , complicado de conseguir por no decir imposible. Pero sólo que un grupo de monjes budistas conocieran este tema gracias a mí ya era mucho, pues estos monjes tienen una gran influencia sobre la sociedad asiática, mucho más que cualquier político e incluso que la propia monarquía.
Al despedirnos me dio la mano diciendo que así es cómo se saludan en Europa y después se despidió como un fan ellos, con las palmas de la mano unidas en forma de rezar y bajando la cabeza, a lo que le respondí que ya lo sabía haciéndolo yo también. Y con la guirnalda que me había dado en la mano siguieron caminando por el puente cantando y rezando mientras todos iban bajando la cabeza cuando pasaban delante de mí y como siempre con una sonrisa. Yo contestaba también bajando la cabeza esperando a que pasaran todos para dejar la guirnalda que me había dado en el mirador que tenía justo detrás. Me quedé unos segundos allá delante pensando y siendo ahora más consciente de los 200.000 muertos que provocó ese puente que ahora no era más que una atracción turística. Hay ocasiones en las que hay que reflexionar sobre estas cosas.
Más adelante, otras personas, asiáticas, se arrodillaban ante el paso de los monjes. Me sentí incluso privilegiado que lo que era el líder de ese grupo me hubiera dedicado tanto tiempo a mí, a un extranjero, cuando otras personas sólo podían arrodillarse a su paso mientras yo había estado hablando de ti a ti tanto rato. Fue una experiencia única en la vida y evidentemente inolvidable. Y si algún día ocurre algo con las corridas de toros, ésta habrá sido una de las conversaciones más importantes de mi vida. Lo espero de todo corazón.
Acabé de cruzar el puente con una mentalidad completamente distinta. Ya no caminaba por allí como un turista mas, ahora era consciente de por dónde caminaba y me sentía bien. Los monjes transmiten una paz difícil de describir en un mundo tan enloquecido y donde todo ocurre tan rápido. De hecho, durante el resto del puente ya casi no hice fotos, no necesitaba o no quería, sólo pensaba en lo que había pasado allí hacía 80 años.
Hacia las 9 de la mañana ya estaba al otro lado del puente y me di cuenta de que por ese lado sólo tenía que seguir una carretera con acera recta y ya llegaba al hotel. Era un camino mucho más fácil que el que había cogido por venir, de hecho ahora ya veía a más turistas cosa que al venir no veía y me extrañaba, pero simplemente no los veía porque no iban por allí. En cualquier caso, gracias a ello no tuve que pasar dos veces por el mismo sitio, lo que me enfada un poco pues no aprovechas todo el tiempo posible para ver zonas nunca vistas.
Durante los primeros 5 minutos de caminata no se veían demasiadas casas, pero poco a poco fui entrando a la población. De hecho, aquella calle por la que iba desde que había cruzado el puente, era ya la calle principal de Kanchanaburi y por la que había ido de la estación al hotel pero ahora llegaba desde la otra punta. Así que acabé viendo toda la calle principal de Kanchanaburi.
Al cabo de 15 minutos llegaba al hotel empapado en sudor. Me duché por segunda vez en 3 horas y aproveché para escribir el periódico en un entorno único y muy propicio para escribir. El silencio era total, sólo roto por los cantos de los pájaros y la tranquilidad que se respiraba te atrapaba. Tenía que irse de allí en dos horas y la verdad es que no tenía ganas. Me habría quedado allí toda una semana o más.
Hacia las 11:30h lo guardé todo en la maleta y fui a preguntar si tenían cambio de 1000 bates para comprar una cerveza, pues ya sólo tenía el billete de 1000 y quería quedarme después de las 12, hora del check-out, haciendo una cerveza en la terraza del hotel que daba al río haciendo tiempo ya que el tren que debía tomar para volver a Bangkok no salía hasta las 14:48h. Pero como era de esperar, no tenían cambio, así que hice el check-out a las 12 en punto y fui directamente a la estación de tren poco a poco para no llegar ya completamente sudado otra vez . De hecho tardé 15 minutos en tomar un camino de 5.
A las 12:15h ya estaba en la estación y allí a espera dos horas para poder comprar el billete y dos horas y media para la salida del tren. Ademas, como todavía faltaba para que pasara algún tren, la única tienda que había en toda la estación estaba cerrada. Así que me senté en un banco ya esperar. A diferencia de la estación de Thon Buri, aquí no había ningún wifi abierto por lo que sólo podía aprovechar para leer las notas sobre Koh Lanta, próximo destino, y escribir el diario.
Hacia las 13h ya no aguantaba mas la sed y la tienda seguía cerrada, por lo que fui al mercado de enfrente la estación donde había cenado el día anterior y que todavía estaba casi todo cerrado pero donde había un pequeño restaurante abierto donde compré una botella de agua por 20 bats. Y con esto y las galletas que llevaba fui haciendo tiempo mientras aprovechaba de vez en cuando para escribir el periódico.
Poco a poco fue llegando gente. A las 14:20h, 30 minutos antes de la salida del tren, era cuando empezaban a vender sus billetes. Pregunté si podía pagar con el billete de 1000 bates. La chica dijo que un momento y al cabo de 3 minutos me dio un montón de billetes, 900 bats en billetes de 100, 50 y 20. Me fue perfecto, no sólo me había cambiado el billete sino que me había dado un montón de billetes pequeños. Me quedé un poco parado y conté los billetes porque había muchos, y cuando me vieron sonrieron y preguntaron si estaba bien a lo que respondí que sí y que gracias por el esfuerzo, porque realmente parecía que les acababa de dejar sin cambio.
Y a volver a esperar buscando las sombras de la estación hasta las 14:50h que llegó el tren y al cabo de 3 minutos inició el trayecto en dirección a Bangkok. El trayecto también fue tranquilo aunque ocurrió algo sin demasiada trascendencia pero que en un primer momento me asustó muchísimo. Subió un agente de la policía acompañado de dos chicas, una grabando, y vinieron directamente hacia mí, mirándome. Yo pensaba que quizás pasarían de largo, pero al llegar a mi asiento el policía se detuvieron. No sabía qué pasaba, de hecho pensaba que alguna de esas mujeres me habría denunciado no sé porqué claro, porque nunca las había visto, pero enseguida el policía se presentó como policía turístico. Yo ya había visto casitas de esta policía y junto a la sonrisa del agente me quedé más tranquilo. Su única intención era informar a los turistas de que encontraba por el tren sobre algunas costumbres de Asia en general y de Tailandia en particular. Esto es importante porque la cultura es muy diferente y por lo que para nosotros no puede tener importancia alguna para ellos puede ser una gran ofensa. Me dio un libreto con algunas de estas normas o costumbres y otro con información de la policía turística, incluso me contaba que podía llamarles por cualquier problema que tuviera, aunque fuera que me hubiera perdido, así que no sólo enseñaban a los turistas cómo comportarse sino que les daban todo tipo de ayuda. Era una división de la policía pensada y dedicada exclusivamente a los turistas. Al terminar la explicación, él y las dos mujeres se despidieron como todos los tailandeses, bajando la cabeza y con una sonrisa en la boca, respondiendo yo por igual.
El resto del trayecto lo pasé entre medio durmiendo, escribiendo el diario y contemplando los paisajes y pueblos rurales por los que íbamos pasando. A las 17:30h aproximadamente llegábamos a la estación de Thon Buri de Bangkok, la misma desde la que había salido el día anterior y tocaba hacer el mismo camino pero de regreso al hotel. Primero los 15 minutos andando junto al mercado de verduras y pescado hasta llegar al río. Pero una vez a orillas del río la cosa se complicó. Fui al mismo sitio donde el barco me había dejado el día anterior, pero me dijo la chica que para cruzar al otro lado debía ir a otro muelle que estaba más abajo.
Pero como no me especificaron cuánto más abajo, cada vez que veía un callejón o edificio entraba y preguntaba, así al menos 10 veces y nada. En una de las callejuelas ocurrió algo que justamente acababa de leer en el folleto que me había dado el policía turístico, y suerte que me lo había leído porque así supe lo que pasaba y lo que tenía que hacer.
Cuando bajaba por una de las callejuelas, de repente vi que las 4 personas que había se detenían, incluso dos chicos que estaban a unos 10 metros uno del otro acercándose y que se conocían, también se detuvieron. Entonces escuché una canción por unos pequeños altavoces que había en diferentes puntos de la calle. Era el himno de Tailandia y cuando éste suena, que puede ser en cualquier momento, todo el mundo debe detenerse y callar hasta que deja de sonar. Incluso aquellos dos chicos que se estaban acercando uno al otro para saludarse se detuvieron hasta que el himno dejó de sonar. Yo en un primer momento me detuve cuando vi que todo el mundo lo hacía pero sin saber todavía qué pasaba, pero cuando escuché el himno, aunque no sabía que era porque era la primera vez que le escuchaba, entendí qué ocurría. En el folleto que me había dado el policía lo ponía, tenías que detenerte al escuchar el himno. ¡Increíble! Y cuando terminó de sonar, todo el mundo continuó la marcha, los dos chicos acercándose de nuevo mientras se saludaban y seguían con la conversación que estaban teniendo pocos minutos antes.
Al cabo de unos 15 minutos andando abajo del río por fin vi lo que parecían unos muelles similares a otros y taquillas. En la primera que pregunté me dijo que no pero al menos ya pudo señalarme con más exactitud adónde tenía que ir, ya estaba a pocos metros. Bajé a un muelle ya un barco que había parado le pregunté por cruzar el río y me señaló justo al de al lado. Perfecto, todavía no había ningún barco pero al menos ya me habían indicado un muelle. Al cabo de 3 minutos llegó un barco donde me confirmaron que iban directamente al otro lado del río.
En 3 minutos más salió y en menos de 5 minutos ya estábamos al otro lado del río. Pero no nos dejó dónde pensaba, es decir, en el mismo sitio donde lo cogí el día anterior, sino mucho más abajo, de hecho todo el camino que había hecho abajo del río buscando el muelle ahora tenía que hacerlo de subida . Estaba en una zona mas o menos conocida pero a unos 15 minutos andando del hotel. De hecho estaba cerca de Sunam Luang, la Corte Suprema y prácticamente lo primero que vi de Bangkok.
Además, el camino hasta el hotel no podía hacerlo recto, pues tenía que ir rodeando los enormes templos que había justo a orillas del río. Con todo esto llegué al hotel prácticamente a las 18:30h, casi una hora después de bajar del tren mientras que en la ida había tardado menos de 30 minutos. Hice el check-in en el hotel, el mismo de los días anteriores, y ya sólo tenía tiempo para hacer el check-in del vuelo del día siguiente a Krabi, mirar bien el tema del equipaje en cabina y buscar la mejor ruta para llegar tanto al aeropuerto Don Mueang de Bangkok antes de las 7 de la mañana como para llegar a la isla de Koh Lanta desde el aeropuerto de Krabi, pues Koh Lanta no tiene aeropuerto por lo que además debería coger buses y férreos. Así pues, al día siguiente era uno de esos días inciertos en los que no sabes bien si llegarás a tiempo para tomar el vuelo y ni si acabarás llegando al siguiente hotel.
La primera sorpresa ya vino cuando vi que en la aerolínea Thai Lion sólo se podía subir una pieza pequeña de equipaje en cabina y que el billete que tenía no incluía equipaje facturado. Intenté añadir una maleta facturada pero ya no me dejaba porque acababa de realizar el check-in online. Así que puse las cosas más valiosas en la mochila y dejé en la maleta sólo ropa y poco más. Miré los precios de facturar una maleta y no era nada caro, en principio podría salirme por unos 7€ mes teniendo en cuenta el peso.
Después a mirar cómo ir hasta el aeropuerto saliendo a las 5 de la mañana, pues el vuelo que debía tomar salía a las 8:25h, y teniendo en cuenta que debería facturar la maleta, quería llegar dos horas antes. Según Moovit parecía que a las 5 ya había buses y que en una hora llegaría debiendo tomar sólo dos buses de línea, haciendo el transbordo sin moverme de la parada. Ademas el primer bus sería de la línea 3 cogiéndolo a escasos 50 metros del hotel, línea que ya había cogido en ocasiones anteriores.
El vuelo iba a Krabi, ya en el sur de Tailandia, pero mi destino final era la isla de Koh Lanta, una isla poco turística y que me permitiría conocer mejor la vida local. Así que también tenía que mirar un poco cómo ir desde el aeropuerto de Krabi hasta Koh Lanta. Parecía que primero tenía que ir hasta el centro de Krabi y allí tomar un ferry hasta Koh Lanta. No parecía demasiado complicado por lo que no lo miré demasiado mas, pues todavía tenía que ir a comprar la cena, cenar, prepararlo todo e ir a dormir hacia las 20h ya que quería despertarme a las 3. Ya eran las 19:30h en cuanto fui ya a comprar la cena.
Compre pasta deshidratada en el 7-eleven y 6 patas de pollo rebozado en un lugar ambulante junto al hotel donde ya había comprado en otra ocasión, el lugar del transexual que hablaba inglés, a esas alturas ya algo muy apreciado y que me hacía decantar por uno u otro sitio. De hecho el chico ya me reconoció.
Después hacia la habitación a comer la pasta y las patas de pollo mientras miraba TV3 y con unas cosas y otras se me hicieron las 21h cuando iba a dormir. Ya sólo dormiría 6h como mucho con lo poco que me gusta dormir menos de 8h y mes cuando tengo que despertarme para ir a un aeropuerto, algo que cada vez odio mas por lo lejos que quedan y por todos los trámites que si deben hacer.