Me desperté sobre las 7:30h habiendo dormido 7 horas justitas. Sin embargo ya fue mucho teniendo en cuenta que a partir de las 6 ya entraba mucha luz del sol y que a partir de las 7 ya se escuchaba tanto ruido como si fueran las 12 del mediodía, y eso que sólo había uno calle con un carril por sentido. Aunque de hecho creo que lo que más me despertó fue el calor. A la luz y al ruido ya me iba acostumbrando, pero al calor no.

A diferencia de otros días, éste no estuve tanto rato tomando el café y escribiendo el periódico. Me duché y tomé el café rápidamente ya que quería salir a buscar una lavandería a la que habría sido mejor ir ya el día anterior, pues no es seguro que todas las lavanderías puedan lavar la ropa dentro del mismo día, y yo ya la necesitaba por aquella tarde pues al día siguiente por la mañana ya marchaba hacia Malasia.

Justo en la primera planta del edificio de las habitaciones, había 2 o 3 comercios de los cuales uno era una lavandería, supongo que perteneciente al propio hotel. Ya había estado mirando precios el día anterior y más o menos costaba lo mismo en todas partes, por lo que decidí ir a esa misma.

La primera vez que bajé estaba cerrada pero uno de los trabajadores del hotel, que ya me conocía, me dijo que abrirían en unos 15 minutos, por lo que tuve que bajar más tarde.

Finalmente, pude dejar la ropa, eso si, como ya esperaba, con un recargo para lavarla dentro del mismo día. Primero me dijo que estaría al día siguiente por la mañana a lo que le respondí que no podía esperar tanto, a lo que me dijo que ningún problema ¡pero que el precio era el doble! Así que, en vez de 40 bates por un kilo fueron 80. Al menos el kilo normal era más barato aquí que otros sitios de Tailandia, pues normalmente lo encontraba por 50 bats el kilo. Normalmente siempre llevaba la ropa de un día para otro, pero como la última vez, en Koh Tao, el servicio normal lo realizaban al mismo día, pues ya iba despistado.

Una vez dejada la ropa volví a la habitación a tomarme otro café pero ahora ya con tranquilidad, como a mí me gustan. Escribí el diario, miré correos, noticias, etc. como todas las mañanas.

Estos 3 días a Koh Samui les iba improvisando un poco, pues ya no había planificado demasiadas cosas por esta isla ya que eran los últimos días en Tailandia y aquí quería estar tranquilo paseando por donde me apeteciera en cada momento. Ese día pensé en ir a la montaña que estaba justo al lado de Chaweng Beach a poco más de un kilómetro de la playa. De hecho Chaweng queda entre el mar y esa montaña. En principio quería subir un poco para ver las vistas desde allí. El camino parecía asequible aunque no quedaba clara la pendiente que me encontraría. Así que a las 11 de la mañana salía con lo básico para ir lo más ligero posible en dirección a la montaña de Chaweng.

El camino era corto pero la subida muy fuerte. De hecho sólo girando por una de las callejuelas que dejaba la calle principal y andando menos de 100 metros, ya prácticamente se llegaba al pie de la montaña. Aquí los hoteles y los restaurantes desaparecían y ya sólo se veía algún negocio local y alguna casa más cerca de caer que mantenerse de pie. La calle principal parecía un escaparate que cuando lo traspasabas veías al resto del pueblo, el pueblo auténtico.

Caminé unos 15 minutos hasta llegar a una calle que parecía que ya iba directamente a la cima de la montaña. Pero una vez estuve delante, al ver que todavía pasaban coches, el poco arcén que tenía, la fuerte pendiente que ya hacía desde el principio y el calor que hacía como siempre, a medio camino decidí dar media vuelta. A estos sitios hay que ir en moto, caminando es arriesgarse a quedarte a medio camino medio muerto. De hecho cuando llevaba 30 minutos andando ya veía que no podría conseguirlo seguro, aunque seguí hasta que el calor me pudo.

De todos modos la salida valió mucho la pena pues me va a servir para ver otra zona de Chaweng, la zona auténtica y local, pues a diferencia de lo que pensaba, había otra calle bastante importante paralela a la que yo conocía y que pasaba por delante del hotel y junto a la playa. Éste era menos turístico por lo que me sirvió para ver un poco de vida local que es lo que realmente me gusta ver en las nuevas ciudades que visito. De hecho, si hubiera sido un poco más tarde me habría quedado por algún restaurante de allí, pues éstos no eran por guiris.

Hacia las 13h, ya hecho polvo, volví al hotel a tomarme una cerveza en el balcón, donde se estaba realmente bien, fresquito, justo enfrente del restaurante y junto a la calle principal, por lo que se veía bastante animación. Aproveché para pasar más fotos y vídeos en el PC para ir liberando espacio y otros preparativos antes de pasarme al día siguiente 2 días enteros dando vueltas. Debía tener todas las baterías listas y los mapas bien actualizados.

A las 14:30h salí de la habitación para andar los 15 metros que me separaban del restaurante del hotel. De hecho casi podía saltar desde el balcón, pues su terraza estaba a unos 3 metros o incluso menos de mi balcón. Esta vez pedí a Pad Thai con langostinos, que aún no había pedido nunca a Tailandia porque realmente no vale demasiado la pena, ya que son caros y no hartan tanto como la carne. De todas formas cabe decir que estaban muy buenos, de hecho más que en España que ya son suficientemente buenos. Tenían un gusto bastante particular pero muy bueno. El precio, 80 bats, 2,30€.

Una de las características más diferenciadoras de la tailandeses, es su amabilidad y hospitalidad. Es realmente difícil que alguien no te salude con una sonrisa en la cara, y no es para quedar bien o para venderte cualquier cosa, es que realmente les sale de dentro. El trato que recibes es siempre muy correcto pero nada empalagoso como en otros sitios que se nota que lo hacen porque eres cliente o porque te quieren vender algo. Y en este restaurante aún más, pues ya me conocían del hotel.

Y después de comer, cómo no, a dormir la siesta.

Me desperté a las 17h y como siempre como si fuera una nueva mañana, es decir, ducha, café, correos, el diario, etc. Al anochecer quería ir a la zona norte de Chaweng a ver su propia zona roja, evidentemente no tan bestia como la de Bangkok, pero se ve que también tiene tela. De hecho dicen que las chicas van aún más en saco, que ya es decir. Pero un email que ahora leería y totalmente inesperado lo cambió todo…

Estaba pendiente de la confirmación de todo el transporte para el día siguiente desde el hotel donde estaba ahora hasta la estación de tren de la ciudad de Surat Thani. Era un trayecto bastante largo, pues primero debería hacer unos 30 kilómetros en taxi compartido hasta uno de los muelles de la isla, después dos horas en ferry hasta la parte continental para coger finalmente un autocar para recorrer unos 100 kilómetros hasta el estación de tren o al menos hasta el centro de la ciudad.

La reserva que ya tenía hecha era perfecta, pues todos los transportes, desde el hotel hasta la estación de tren, los gestionaba la misma compañía, por lo que no tenía que preocuparme de los transbordos, pues ellos ya lo organizaban. No me gusta demasiado ir así ya que pareces una oveja, pero en estos casos, y teniendo en cuenta que en Tailandia muchas veces hay retrasos, es mejor que hacerlo por libre. Además incluso suele salir igual de precio o incluso más barato.

Pero en el correo decía que la reserva no se podía hacer y que entre las próximas 2 y 4 semanas me devolverían el dinero, tal cual, sin anestesia y sin más información. Y esto a 14 horas de empezar todo el periplo. Era importante que llegara a la estación de tren ya que desde allí debía tomar un tren que ya tenía reservado para ir hasta la frontera con Malasia.

Rápidamente volví a mirar a 12go.asia qué combinados como aquél había todavía disponibles y en un principio parecía que había similares. Fui a reservar uno pero no me dejó. Al actualizar los resultados ya no aparecieron ni la mitad, y evidentemente, de los que quedaban disponibles o no me pasaban a recoger por el hotel o no me dejaban en la estación de tren, sino en el centro de la ciudad de Surat Thani que quedaba al menos a 20 kilómetros de la estación. La cosa ya no pintaba nada bien.

Intenté reservar otro y pasó lo mismo, no se podía, y al actualizar los resultados ya sólo aparecían 3 opciones y ninguna buena. Además, dos de ellas eran carísimas y salían muy pronto, demasiado, mientras que la tercera era la más barata y con diferencia, sólo 7€, pero el ferry salía del muelle de la isla a las 18h. El problema de esta opción no era sólo que el ferry salía tarde, sino que además y a diferencia de lo que había reservado primero, debería ir por libre desde el hotel donde estaba ahora hasta el puerto de la isla a unos 30 kilómetros, allí tomar el ferry de las 18h, una vez en la parte continental un autocar de la misma compañía del ferry me llevaría hasta Surat Thani pero a 20 me dejaría en el centro de la ciudad, a unos 20 kilómetros de la estación de tren al que yo tenía que llegar. Por lo que pasaba de haber reservado todo el transporte desde el hotel a la estación de tren, a tener que espabilar para llegar al puerto y después hasta la estación de tren. Evidentemente no había buses de línea que realizaran estos trayectos, por lo que me quedaban pocas horas para informarme de otras opciones que no fueran taxis, aunque ya iba asumiendo que alguno debería tomar.

Finalmente reservé esta opción entre otras razones porque ya no quedaban más opciones que fueran mejores, y al menos ésta era barata y salía por la tarde, lo que me dejaba tiempo para llegar primero al muelle de la isla y al destino todavía me quedaba tiempo para llegar a la estación de tren, pues el tren que ya tenía reservado salía de madrugada. Así que pasé de tener un transporte organizado de puerta a puerta por 14€, a tener que hacer 30 kilómetros al inicio y otros 20 kilómetros al final por libre por 7€. Si esos 50 kilómetros que tenía que hacer por libre los conseguía hacer y por no más de 7€ estaría bien, pero en ese momento realmente lo dudaba. De hacer dudaba que a las 21h, que era cuando llegaba a Surat Thani con el ferry, ni siquiera hubiera taxis que pudieran llevarme a la estación de tren, y si los había, a ver cuánto me querrían cobrar y como podría negociar, pues en Tailandia se hace realmente cansado negociar con los taxistas ya que cuando ven a un turista se ponen en modo estafador y es muy difícil sacarlos de allí. Lo que tenía claro es que no habría ningún bus de línea que hiciera ese trayecto y menos a esas horas, pues Surat Thani no es Bangkok. Tenía la esperanza de encontrar algún taxi colectivo ya que los trayectos que debía hacer no eran extraños, pues tenía que ir a lugares donde acude mucha gente, primero al puerto y después a una estación de tren.

Así que tuve que dedicar buena parte de la tarde a mirar cómo ir del hotel al puerto de la isla y del centro de Surat Thani a la estación de tren. Además también tenía que mirar cómo ir de Padang Besar a George Town, ambas ciudades ya de Malasia y separadas por 200 kilómetros. Padang Besar es la ciudad fronteriza entre Tailandia y Malasia y de hecho está en ambos países, por lo que la frontera pasa por medio de esta ciudad. Allí me dejaría el tren, debería pasar por el control de inmigración y en la misma estación pero ya en Malasia, tomar otro tren hasta George Town (o hasta donde pudiera, ya que Geroge Town está en una isla). Allí tenía el hotel reservado y donde en principio debería pasar mi primera noche en Malasia. El trayecto en tren hacia Malasia se haría de noche llegando al control fronterizo de Padang Besar a las 9 de la mañana, por lo que tenía previsto llegar a George Town por la tarde. Así pues, todo el trayecto desde el hotel donde estaba ahora, podría comportar perfectamente entre 36 y 40h. Casi 2 días de camino por tierra y mar utilizando 6 o 7 transportes diferentes hasta llegar a George Town si todo iba bien. Pero ahora en vez de mirar cómo moverme por Malasia, tenía que mirar cómo salir de la isla donde estaba, Koh Samui, y llegar a la estación de tren.

El día anterior ya había leído en Wikitravel que en Koh Samui había taxis colectivos que hacían una ruta ya establecida y con tarifas fijas, evidentemente mucho más baratas que las de un taxi normal. Tenía que mirar si pasaban cerca de mi hotel y por el puerto Na Thon, uno de los 3 de la isla y desde donde salía el ferry que finalmente había reservado. Suponía que sí, ya que Chaweng y Na Thon eran dos sitios importantes de la isla.

Busqué y la verdad es que encontré la información que buscaba más rápido de lo que creía, de hecho en la tercera o cuarta página donde miré ya lo encontré. Se trataba de las tablas con las rutas y las tarifas. Todas las rutas salían y llegaban a Na Thon, el puerto al que tenía que llegar, y evidentemente una de las rutas iba a Chaweng, donde estaba ahora. Según esa web la tarifa era de 70 bats pero, como siempre, debía vigilarse porque a los turistas les cobraban el doble pese a ser tarifas oficiales. Según decían en la web, lo que se tenía que hacer era subir sin preguntar el precio y al bajar pagar el importe justo sin decir nada, de esta forma al no preguntar no te podían decir el precio que quisieran, pues de hecho , eran precios ya establecidos y demostrabas que lo sabías. Me pareció todo bien y pasé a mirar cómo ir de Padang Besar a George Town.

Con todo ya eran casi las 20h y aún tenía que hacer la maleta. Previamente, sobre las 18h, bajé a la lavandería a buscar la ropa que había dejado por la mañana pero estaba cerrada. Me quedé de piedra, pero el chico del hotel que estaba en el restaurante me dijo que no, que él mismo me iba a subir la ropa. Y así fue, al cabo de 15 minutos me la llevó y estaba toda, que nunca se sabe si te van a perder algún calcetín…

Después de mirar una media hora como llegar a George Town vi que era más fácil de lo que parecía, ya que antes Google Maps me había liado un poco, pero un blog me lo aclaró todo. Simplemente tenía que tomar un tren en la ciudad fronteriza de Padang Besar, donde llegaría con el tren que ya tenía reservado, hasta la ciudad costera de Butterworth, y de allí tomar un ferry hacia George Town, pues esta ciudad está en la isla de Penang, en el noroeste de Malasia.

Intenté comprar el billete por Internet pero no se podía, de hecho 12go.asia decía que no quedaban plazas y desde la web de la compañía KTM decía que no había trenes por esa ruta. Todo esto me extrañó bastante pero a la vez me preocupó, pues a ver qué pasaba. En cualquier caso ya tenía mucha más información que dos horas antes y en principio sabía cómo ir de un sitio a otro aunque en algún caso todavía era algo incierto. Ya sólo se trataba de ir llegando a cada sitio e ir preguntando, ya que además no tenía 4G y el GPS no funcionaba desde hacía días, para acabar de complicarlo un poco más.

La cuestión es que al día siguiente tenía un trayecto de 36 horas con paso de frontera incluido sabiendo dónde debía ir pero no cómo debería ir en todos los casos. Con el móvil con 4G y GPS no me preocuparía demasiado, pero no tenía SIM del país, encontrar una red WIFI abierta era bastante complicado y lo peor es que el GPS no funcionaba, algo que debería funcionar independientemente de si estás conectado a Internet o no. Desde que se había marchado de Bangkok que el GPS fallaba mucho, tardaba mucho en ubicarme y de hecho casi nunca lo hacía hasta que me conectaba a Internet. Esto sí que supone un gran problema para mí, pues me siento realmente perdido sin el GPS. Esto era lo que más me preocupaba de todo el periplo del día siguiente.

Hacia las 21h, después de haber preparado la maleta, fui al 7-eleven a comprar la cena. Compré un bocadillo preparado de Frankfurt con queso, y lo que no sabía, lo descubrí muy tarde, que en el mismo 7-eleven te pueden calentar todo lo que quieras, ya sean aquellos bocadillos o los muchos platos preparados de todo tipo que tienen. Así que cuando el vendedor me lo preguntó le dije que si y pensé, mucho mejor, porque me lo iba a comer ahora y no tenía otra forma de calentarle. Una gran solución para quien no tiene microondas en el hotel. Lo hubiera sabido antes y mucho más lo habría hecho.

A las 23h ya me tumbé en la cama a mirar un documental en Netflix hasta quedarme dormido. Aunque al día siguiente se marchaba, lo bueno era que se marchaba tarde y por tanto no tenía que madrugar, simplemente estar preparado antes de la hora de check-out que era a las 12h.

Llegaba mi última noche en un hotel de Tailandia. Había pasado 23 días en uno de los países más felices y acogedores de todos los que había visitado y el primero de Asia. Un país y un continente con una cultura, religión o incluso alfabeto completamente distintos a lo que conocemos. 23 días recorriendo el país desde Bangkok hasta las islas del Golfo de Tailandia viendo cosas difíciles de creer incluso cuando ya las tienes delante, con algunos momentos complicados pero siempre encontrando a algún tailandés dispuesto a ayudarte con una sonrisa en la cara. Tailandia me había sorprendido muy gratamente y una vez más, en un país más, dejaba atrás un montón de prejuicios, leyendas urbanas y opiniones totalmente erróneas que normalmente tenemos para hacer caso a gente que no ha salido de su ciudad en su vida . Basta con viajar para darse cuenta de lo equivocados que estamos en tantas cosas.

Quiero ver a un montón de países antes de morir, por lo que repetir país es algo que evito, pero en estos momentos tengo una sensación que no había tenido en ninguno de los 21 países anteriores: algún día volveré a Tailandia.