Este fue el día en el que peor despertar tuve, yo y todo el mundo, y el día de la experiencia más inolvidable de todo el viaje y que recordaría toda la vida.
Hacia las 3:30h de la madrugada me despertó de repente un ruido muy fuerte tal y como si fuera un trueno, pero más fuerte y mucho más largo. Y cuando ya estaba despierto por el ruido pero aún sin ser consciente de nada noté que todo se movía. ¡Era un terremoto!
Evidentemente, para mí éste era el terremoto más fuerte que había vivido nunca, pues sólo oí uno de 4 grados en Vilassar que fue casi imperceptible, pero éste lo era y mucho. Al cabo de unos 5 segundos ya éramos conscientes de la magnitud y por suerte no era un terremoto que tuviera que echar la casa al suelo. Más tarde supimos que era de 5.2 grados y no de 5 tal y como se había informado en un primer momento. Mientras todo se movía escuchábamos a todos los perros de la ciudad ladrando y alguna alarma de coche también sonando. Todo era bastante tétrico. El movimiento duró, al menos a mí me pareció, entre 10 y 15 segundos que se hicieron más largos de lo normal, pues sólo piensas en si caerá algo del techo. Me daba la sensación de que el movimiento era de aproximadamente unos 30 o 40 cm de lado a lado.
Emma salió inmediatamente a ver a su hermano y sobrinos. Todos estaban bien y no había pasado nada. Yo no salí ni de la cama, pues si hubiera caído algo del techo mejor no empezar a correr por la casa, en cualquier caso habría ido debajo de la mesa.
Hacia las 4 de la noche, después de leer todos los Whatsapp’s enviados por familiares y amigos y haber leído la información por Internet, volvimos a intentar dormir. A todos les resultó más fácil que a mí, pues yo hasta las 4:30h no me dormí y me desperté y levanté a las 6:30h.
Cuando me levanté, me preparé el café como todos los días y escribí este diario además de mirar correos y otros temas financieros. Había dormido poco y mal por lo que me costó un poco activarme, pero una vez me tomo el café ya está.
Los otros tardaron más en despertarse. No fue hasta las 10h cuando alguien se despertó.
Así estuve un rato hasta que fui hacia el patio donde estaba Chicho con quien quedamos para comer allí mismo la carne que nos había sobrado el día anterior. Así que empezamos a preparar el patio, la mesa y la barbacoa. Después empezamos a calentar la carne en el microondas de Emma, pues estaba congelada, y Chicho la iba haciendo a la barbacoa tal y como ya hizo el día anterior.
Y así estuvimos, ya tomando cervezas, haciendo las carnes durante casi una hora cuando avisamos a los niños y Lola y fuimos todos a comer. Estábamos 8 en la mesa y era una comida normal…
Y al igual que el día anterior, volvimos a comer muy bueno. ¡De hecho comimos mucho cada uno y todavía sobró carne! Dos días comiendo esa carne y no nos la acabábamos. Todo esto, evidentemente, acompañado de muchas cervezas, buena compañía y buenas conversaciones.
Y a pesar de haber 4 niños, el mayor de 14 y el más pequeño de 6, se llevaban muy bien y de hecho era muy divertido está con ellos. Además, el mayor, ayudaba mucho a la mesa, llevando cosas y recogiendo, mientras que los más pequeños se llevaban realmente bien.
Una vez terminamos con las morcillas, morcillas, costillas, etc., los niños fueron a jugar por el patio y nosotros nos quedamos en la mesa después de recogerla un poco para empezar a beber.
Buena parte de la tarde la pasamos en el patio con Chicho, Lola y Emmanuel, aunque los otros niños también corrían por allí. Chicho sacó una botella de Mezcal que nos acabamos prácticamente entre ambos en esa misma tarde.
Cuando hacía poco que empezamos con Mezcal llegaron la hermana de Emma y el hijo de ésta, Chely, ya la que habían invitado pero que se le había hecho un poco tarde, de hecho venía a comer pero ya todos habíamos terminado. Chely era científica especializada en vainilla. Ayudaba a productores a realizar sus plantaciones más eficientes ya buscar los mejores tipos de vainilla.
Se sentaron con nosotros y comieron un poco de la mucha carne que aún quedaba. Por cierto, Chely comió muchísimo, de hecho ya lo había dicho que tenía mucha hambre. Yo era la primera vez que hablaba con Chely y estaba un poco a la expectativa porque me habían dicho muchas veces que Chely era algo especial. Si que lo era pero en aquella ocasión estuvimos hablando muy bien, de hecho casi todo el rato que estuvo allí la pasó hablando conmigo explicándome, cómo no, cosas sobre la vainilla. Yo la verdad es que siempre pongo mucha atención cuando me cuentan estas cosas y supongo que esto también hizo que ella se explayara más al ver tanto interés por mi parte, pues realmente me contó cosas muy interesantes. No es que yo tuviera un interés especial por la vainilla, sino que tengo un interés especial en todo lo que sean negocios o posibles inversiones que pueda realizar. De hecho, en una ocasión, sin conocerla aún, ya contactamos por Whatsapp para ofrecerme como inversor. Siempre que alguien que tenga algo que enseñarme está dispuesto a contármelo, yo siempre estoy muy atento. Esto lo notan y todavía me cuentan más. En este caso estaba interesado en el cultivo de la vainilla, pues era un producto con mas demanda que oferta.
Me explicó cómo debían ser los cultivos, que en Tuxtepec ya hacía demasiado calor por la vainilla, como la analizaba, donde tenía su museo particular, las clases que daba, etc. Cabe decir que Chely es una persona muy conocida, muy reputada y cobra muy bien por hacer lo que hace. Es más, a los pocos días se marchaba a Guatemala para asesorar a un productor. Incluso la llamaban desde Guatemala.
Cuando acabaron de comer ella y su hijo se fueron a casa pero quedamos para el día siguiente para que me enseñara su museo particular y me contara algunas cosas mas. Yo, evidentemente, encantado.
Una vez ya se habían ido, Lola entró un momento en casa de Emma y vio las galletas Sponch y le faltó tiempo cuando salió para decir si las podíamos sacar. Como come Lola y sobre todo galletas y mierdas de estas, no para.
A las 19:40h a Emma se le encendió alguna bombilla y recordó que a las 19h había quedado con dos amigas suyas de la escuela, una de las cuales era la directora, así que ya llegaba tarde. Corrió a cambiarse y arreglarse un poco y antes de las 20h ya se marchaba en taxi. De todas formas al parecer las otras dos también llegaban o habían llegado tarde.
Nos quedamos Chicho, Emmanuel y yo al principio y más tarde volvió Lola. Chicho sacó el whisky y tequila. Como primero sacó el tequila me tomé una copa. Pero cuando sacó el whisky ya pasé al whisky dejando el tequila que realmente me costaba mucho tragar y me gustaba mucho menos.
Estuvimos charlando primero de mi viaje, de por dónde había ido, qué me había gustado mas, los precios aproximados de cada país, las costumbres, los paisajes, etc. La verdad es que tanto Chicho como Emmanuel se interesaron bastante por mis vivencias antes de llegar a México. Les conté un poco lo mucho que me había gustado Tailandia y lo amable que era la gente, lo peculiar de Malasia siente un país musulmán pero a la vez muy occidental y lo caro de Hawái que para vivir un solo día te has de gastar $100.
Después Emmanuel sacó la guitarra y estuvimos cantando un rato mientras él tocaba. Al principio estuvo tocando canciones de cantantes que no conocía pero en un momento tocó una de Melendi y al decirle que le conocía y que incluso me gustaba un poco, él se quedó parado, pues también le gustaba mucho y según decía en México poca gente le conocía, por lo que encontrar a alguien que le conociera le hizo cierta ilusión y estuvo cantando un montón de canciones suyas. Y todo mientras Chicho iba bebiendo Mezcal y Tequila y yo Whisky. No tabique ya iba por la tercera copa.
Y así estuvimos hasta las 22:30h que llegó Emma y ya todos fuimos a casa.
Hacia las 23:30h fui a cenar más carne de la que había sobrado, embutido, tortillas y salsa picante. Luego en la habitación a mirar un rato Fargo y sobre las dos de la noche me quedé dormido en lo que había sido un día muy largo con experiencia única incluida y habiendo conocido una científica muy reputada que tenía muchas ganas de enseñarme su laboratorio.
Este día habíamos quedado con Chicho y su familia para ir a Yetla, lugar donde hay una especie de hotel formado por cabañas al volante de una piscina y cerca de un río. Se paga una entrada y puedes ir a la piscina y al río sin tener que reservar una de las cabañas. Habíamos quedado sobre las 11 de la mañana por lo que yo me levanté poco antes de las 9h para tener tiempo de tomar el café tranquilamente.
Así pues, como siempre me tomé el café mientras avanzaba un poco este diario, miraba correos, etc. Luego me duché y me preparé para estar preparado a las 11 en punto aunque ya sabíamos que probablemente a las 11 no se iríamos ya que en México en general la gente es bastante impuntual, y Chicho no sería ninguna excepción. A mí realmente no me importaba demasiado ya que podía seguir en el portátil haciendo cosas.
Finalmente el atraso fue muy superior a lo que me esperaba, pues nos llamaron que ya venían sobre las 13:30h y llegaron casi a las 14h con el coche para recogernos. Un retraso de 3 horas…
Fuimos hacia el coche mientras pensaba cómo cabríamos, pues en principio venían los dos hijos de Chicho mas los dos de Lola, pero es que cuando entramos en el coche vimos que también estaba Don Lino, el padre de Lola.
Dejamos las cosas en el maletero y entramos. Finalmente los hijos de Chicho irían en el coche de la hermana de Lola, por lo que en el coche de Chicho éramos 7. Marlon en la falda de Lola y Daira en la falda de Emma.
Pasamos por casa de Lola que tenía que recoger algunas cosas, compramos bebidas y hacia Yetla. El camino fue más largo de lo que pensaba, de hecho era el mismo camino para ir a Oaxaca pasando por los mismos pueblos hasta llegar a los pies de la Sierra. Era prácticamente justo antes de llegar a las curvas, por lo que fueron dos horas de camino.
Cuando llegamos la hermana de Lola, Marcela, y su familia ya estaban, Mario, la hija Chelsea y el hijo Dilan. Bajamos las cosas del coche, cogimos unas mesas y nos colocamos en un sitio a la sombra entre el río y la piscina. Emmanuel enchufó el altavoz de Emma, que era un pase, y empezó la música.
Chicho ya preparó la barbacoa y empezó a hacer toda la carne que habían comprado que era un montón. Los demás fuimos preparando la mesa y el resto de cosas mientras ya todos empezábamos a ver cervezas. Don Lino compró 3 o 4 mojarras ya que él quería una y compró de mes por si alguien quería aunque eran bastante caras.
En un momento determinado que Chicho y Emma no paraban de pedirle cosas a Emmanuel, me dio la sensación de que se cansó y cuando acabó de hacer lo que le pedían cogió la guitarra y se fue unos metros más allá a la vuelta de la esquina. Yo cogí una cerveza y fui allí con él durante un buen rato, al menos 30 minutos, en los que estuvimos cantando canciones y pasando un rato muy agradable.
Después Chicho nos avisó porque la carne ya estaba preparada y fuimos hacia las mesas donde ya todos estaban listos para empezar a comer. Había un montón de carne, de mojarras y de cervezas, y la carne estaba realmente muy buena. Había de todo tipo y Chicho la hizo muy buena en la barbacoa (o asada como dicen ellos).
Estuvimos al menos una hora comiendo sin cesar de la cantidad de comida que había entre espaguetis, tortillas y carne. Realmente comí muy bien.
Los niños evidentemente acabaron antes y les faltó tiempo para ir a la piscina. Don Lino, como ya había empezado a comer la mojarra también acabó antes y fue a tumbarse un rato en una hamaca aunque después, con andador incluso, estuvo paseando por la zona e incluso se va bañar en la piscina tirándose de cabeza, lo que me dejó totalmente perplejo.
Mientras comíamos no paramos de ver cervezas y cuando terminamos no sólo paramos, sino que intensificamos su ritmo. Chicho bebía muy rápido y no paraba de sacar cervezas por todos cuando se acababa la suya. En cualquier caso era lo que mas apetecía en ese momento con el calor que hacía y en medio de aquel entorno tan bonito y tranquilo.
Allí se estaba bastante mejor que en Tuxtepec, pues al menos en la sombra se estaba bastante bien. Había muchos mosquitos pero yo me puse el repelente en cuanto llegué ya que en menos de 10 minutos de estar allí ya notaba que me estaban picando.
Mario y su mujer fueron a la piscina y nos quedamos Chico, Lola, Emma y yo un rato. Chicho me contó un accidente de coche que tuvo chocando contra una vaca que había en medio de la carretera y que quedó muerta en un arcén. El cristal del coche se rompe y se le clavó un pedazo en el pecho. Pensé que está vivo de milagro, supongo que él también.
Más tarde Emma se fue a estirar, pues siempre le entra sueño y le cuesta mucho aguantarse y al poco rato vinieron Mario y su mujer. Hasta entonces apenas había hablado con él y no sabía cómo era. Pero en ese momento empezamos a hablar y me di cuenta de que era el más culto y con interés por la economía de todos ellos. Me preguntó sobre la UE, sobre política, economía, países en los que había estado, etc. Todas preguntas muy interesantes y que a mí me gustaba mucho responder. Realmente mostraba mucho interés y tenía muchos conocimientos que los demás no tenían. Además estábamos de acuerdo en muchas cosas, pues yo le explicaba que Europa estaba en una deriva muy peligrosa y que no me gusta nada en lo que se había convertido y otras cosas en las que coincidíamos bastante.
Más tarde fui hacia el río, pues Don Lino y Caleb se estaban bañando. Por cierto que Emma se medio molestó porque según ella ya me había dicho si íbamos al río y ahora iba solo. En cualquier caso fui y me mojé un poco los pies. Allí también estaba Emmanuel con Chelsea que no paraba de hacerse selfies y fotos como si fuera una modelo.
Estuvimos paseando por la zona un rato hasta que volvimos a la mesa donde estaba Mario.
Y entonces fue cuando de repente ocurrieron dos hechos casi iguales y seguidos. Primero escuchamos una vez y Marlon gritó: ¡Abuelo! Don Lino se había caído de la silla porque se estaba intentando vestir. Fuimos los que estábamos allí, Mario, Emma, yo e incluso Marlon a levantarlo. Pero cuando todavía lo estábamos levantando Mario le dejó y salió corriendo. Yo en ese momento no sabía qué pasaba hasta que sentamos de nuevo a Don Lino y vimos qué había pasado. Dilan se había caído a la piscina y se hizo un pequeño ojal bajo la barbilla, de hecho justamente donde yo me lo hice de pequeño, también en la piscina y que me dejó una cicatriz. Todo el día tranquilo y en un momento dos frentes abiertos. Por suerte ninguna de las dos cosas fue grave, pues Don Lino volvió a sentarse asegurando que no le dolía nada, y lo de Dilan fue una vez que finalmente no requirió coser ni ninguna atención médica. Lo más gracioso fue que Don Lino pensaba que se había caído porque Mario le había retirado la silla, algo imposible porque en ese momento estaba a 10 metros de él. Dijo: «¡Pinche Mario que me quito la silla!»
Hacia las 19:30h empezó a llover y ya aprovechamos para recogerlo todo y marcharme, pues de todos modos ya era hora de marchar. Guardamos las cosas rápidamente, las llevamos a los coches, acompañé a Don Lino al baño y nos fuimos. Chicho, incluso en el coche, iba repartiendo cervezas, por él también, claro… De hecho en el trayecto hasta casa nos vimos 2 o 3 mes cada uno.
Pasadas las 21h llegábamos a casa. Nos dejaron a nosotros primero y ellos siguieron supongo que a dejar al padre de Lola. Cogimos todas las cosas y entramos en casa bien cansados. Había sido un día bastante duro a pesar de no parecerlo, pero el mero hecho de ir cargado de un sitio a otro con ese calor y humedad ya se hacía difícil. Eso sí, hay que decir que en Yetla se estaba mucho mejor que en Tuxtepec.
Yo recogí un poco mis cosas y Emma las fue dejando por donde pasaba, la mochila sobre el sofá, el bolso sobre la mesa, etc., era su manera de guardar las cosas…
Hacia las 23h cené cosas que quedaban en la nevera, como espaguetis, chicharrón o embutido. Luego hacia la habitación a mirar alguna serie y descansar un poco hasta la 1 que me dormí acabando así un día muy bien aprovechado en el que conocí a una nueva familia muy agradable, como todas las que conocía aquí, habiendo disfrutado de una buena barbacoa en buena compañía y en un entorno muy bonito. Cada día me sabía un poco más de grave tener que marcharme algún día de México.
Me desperté a las 14:30h después de haber dormido 10 horas seguidas sin despertarme ni una sola vez. ¡Increíble! Y todo por haber sido el día anterior 40 horas seguidas cogiendo aviones y autobuses.
Emma no estaba, pero todavía no me había tomado ni el café que ya llegó. Estaba todavía medio rígido de tanto dormir y medio despertándome, que Emma me dijo que ya teníamos que marcharnos, pues nos habían invitado a una fiesta de Marlon, el hijo de Lola, la mujer de su hermano Chicho.
A mí tener que marcharme tan rápido sin haberme tomado un café con tranquilidad me cabrea un poco, así que le dije que antes debía tomarme el café, ducharme y vestirme. Cierto que ya me había avisado de la fiesta, pero no sabía que sería tan pronto.
Así que me tomé rápido el café, me duché y me vestí con la mejor ropa que llevaba, que era un pantalón azul y un polo. De todas formas finalmente acabamos marchando casi a las 17h, pues Emma se estiró y se medio dormió, tiempo que aproveché para mirar correos y escribir un poco el diario.
Casi a las 17h salimos a buscar un taxi para ir hasta el salón donde se celebraba la fiesta. El salón estaba muy cerca de donde había alquilado el apartamento en los dos últimos años, por lo que ya me conocía un poco la zona. El salón era grande con unas 10 mesas redondas en las que ya muchos de los invitados habían acabado de comer. También había un payaso preparándose para la actuación e incluso había una piscina en un patio.
Pero antes pasamos por el Chedraui que tantas veces había ido en los años anteriores a comprar el regalo por el niño y algo mas. Chedraui es una de las cadenas más conocidas de México muy similares a los Carrefours.
Al primero que saludamos fue en el festejado, en Marlon, un niño que cumplía 7 años pero ya muy educado y simpático.
Fuera en el patio estaba Lola, la madre del festejado y dos de sus hermanas que estaban preparando el almuerzo en dos ollas enormes. Entramos después de saludar y nos sentamos en una de las mesas ya ocupada por un matrimonio y su hija. No los conocíamos pero allí no pasa nada, saludas, suyos y ya está.
Nos llevaron la comida, que era un plato con pollo, un poco de espaguetis, puré de patata y una salsa de chile muy picante. Mientras comíamos llegó una de las hermanas de Emma, Xochitl que aún no la conocía. Nos presentó a ella ya su hija Alin. Algo más tarde llegó el hermano, Chicho que sí ya lo conocía de los otros años.
El payaso primero empezó su actuación en el patio hasta que un niño cayó debido al agua que había por el suelo de la piscina y decidió seguir dentro, por lo que casi toda la actuación la pudimos ver, y de hecho fue bastante divertida. Hacía desde piñatas que eran muñecos, el juego de la silla, concurso de conseguir cosas de entre los asistentes y otros juegos muy divertidos.
Finalmente Marlon se sentaba en la mesa presidencial con el pastel a soplar las velas con los niños detrás y todos cantando las «Mañanitas», la canción típica en México para felicitar un cumpleaños. Después de soplar las velas le dieron los regalos uno por uno y Lola repartió el pastel entre todos los asistentes. Evidentemente no tocó demasiado, pues éramos muchos, pero estaba muy bueno.
La verdad es que la fiesta estaba muy bien, había muchos invitados y todo era muy divertido. Aunque el payaso hacía la actuación sobre todo por los niños, también la hacía de tal modo que fuera entretenido por todos, también por los adultos que estábamos allí mirando. La gente era muy amable, el payaso muy divertido y había cervezas de sobra para todos.
Y al poco rato Emma y yo ya fuimos a su casa. Habíamos pasado una buena tarde, había conocido aparte de la familia de Emma que aún no conocía y me había reencontrado con Chicho. Una muy buena primera tarde en México comiendo, bebiendo y conociendo a nuevas personas y bien diferente al resto del viaje.
Eran casi las 20h cuando llegábamos a su casa donde yo seguí descansando un poco después de organizar bien todas mis cosas y ubicarme en la casa, pues allí ya me quedaría todo un mes. No tenía demasiado sueño pero la verdad es que todavía me sentía algo cansado. A sus 39 años ya cuesta mucho recuperarse de casi 40 horas sin dormir, cogiendo dos aviones y un autobús.
Hacia las 21:30h, a pesar de haber comido tarde en la fiesta, ya teníamos hambre, pues el plato de la fiesta no fue demasiado contundente por lo que fuimos a cenar a una taquería a 3 minutos andando de casa Emma y donde acabaríamos pidiendo varias veces en los próximos días. Una vez allí yo pedí un Suizo, que era carne de ternera con cebolla y queso junto a 6 tortillas, que le dicen ellos, que son lo que utilizan para hacer los tacos. Además pedí 5 tacos al pastor, que son de carne de cerdo, cebolla y filantro, que es una verdura. Emma por su parte pidió 5 tacos al pastor. Por tanto, yo pedí todo un Suizo más que ella y que en ese momento aún no sabía cómo era, pues ésta era la primera vez que pedía uno. Y resultó que el Suizo era como 8 o 9 tacos juntos, un pase.
Todo esto estaba buenísimo. Me encanta cómo preparan la carne y lo bueno que queda junto con las tortillas y la cebolla. Una vez me lo acabé todo, Suizo y los 5 tacos, no es que tuviera más hambre pero si que me apetecían más tacos, así que pedí mas pero ya se les había acabado la carne, pues ya eran las 22:15h y era un restaurante con mucha clientela, así que me comí sólo lo que Emma dejó de los 5 tacos. Si, todavía me jodé parte de lo suyo… Y todo esto costó 60 pesos, poco menos de 3€. En México puedes comer muy bueno y hasta no poder mas por precios ridículos.
Hacia 22:30h volvíamos a casa Emma ya a dormir, pues aunque yo ese primer día en México me había despertado tarde, ya notaba que tenía suficiente sueño como para dormir 8 horas seguidas, como así va ser.
Y así terminaba mi primer día en Tuxtepec viviendo por primera vez acompañado y en una casa, habiendo ido ya a la primera de las muchas fiestas que iría durante los próximos días y haciéndome jodido las botas de auténtica comida mexicana. Nada más llegar y la cosa ya prometía mucho.
A las 11 de la mañana llegábamos a Ciudad de México, aunque la hora local eran las 13h. En el vuelo operado por Aeromexico había podido comer y dormir muy bien, algo poco frecuente pero en esta ocasión también imprescindible para poder afrontar el día, pues me quedaba un viaje de 8 horas en bus hasta Tuxtepec que acabaría a las 23h. Cabe decir que últimamente, los vuelos más cómodos y tranquilos que he hecho han sido con Aeromexico. Una compañía muy buena.
Ya había llenado el documento de entrada que debe presentarse en el control de inmigración y que dan al mismo avión. Ya tenía el bus reservado que salía a las 17h desde la terminal TAPO de Ciudad de México con destino a Tuxtepec, por lo que tenía 4 horas para pasar el control, llegar a la terminal y por fin comer todo lo que quisiera en algún sitio ambulando después de casi 5 días comiendo platos preparados en Hawái. En México esto cambiaría radicalmente pudiendo comer todo tipo de comida muy variada y buena a precios muy bajos. Ahora mismo ya sólo pensaba en tacos, torcidas, quesadillas y tostadas.
Como ya solía hacer siempre que tenía que pasar un control de aduanas, intentaba avanzar a todo el resto de pasajeros para no encontrarme demasiada cola al llegar, y esta vez entre que salí de los primeros del avión y que voy avanzar bastante, casi volví a ser de los primeros en llegar tal y como ya me había pasado en Honolulu. Al cabo de pocos minutos ya me tocó pero al llegar la agente me dijo que faltaban unos campos por llenar. Increíble, una mierda de formulario que no se sabe bien porque sirve y encima con campos medio escondidos. Tuve que ir a llenarlos y volver, por suerte no me obligaron a hacer toda la cola de nuevo sino que pasé una vez rellenado todo el formulario.
El agente me preguntó el motivo y los días de estancia, respondiéndole turismo y 35 y hacia dentro.
Una vez en México tenía que ir hasta la terminal de autobuses TAPO que está bastante cerca pero es recomendable ir en taxi seguro o Metrobus. El taxi seguro puede salir por unos 150 pesos (6,80€) y el Metrobus por 30 (1,36€), así que yo tenía claro cómo iría.
Para según qué destino, si es mejor ir en taxi seguro, pero en este caso, el Metrobus tenía parada en la terminal TAPO donde debía ir, por lo que no era necesario tomar más precauciones.
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Primero fui por las casas de cambio del aeropuerto preguntando si podían cambiarme los ringgits malayos que todavía me quedaban, pero en ninguna parte los aceptaban, así que de momento debería comérselos. También pregunté a una tienda de Telcel el precio de una tarjeta SIM de prepago ya que normalmente en México siempre compro una debido al tiempo que me paso y al intenso contacto que tengo con los conocidos mexicanos. Pero al estar en un aeropuerto y como ocurre con casi todo, la tarjeta costaba 200 pesos sin saldo, mientras que en otros lugares costaba 50 pesos y con saldo. Al decírmelo me quedé parado y le dije que no de una manera muy directa, pues me parecía una estafa, a lo que la vendedora se quedó ciertamente parada de ver que no a todos los turistas se les puede estafar.
Después salí de la terminal y enseguida encontré la parada del Metrobus. Ésta ya era la cuarta vez que llegaba a este aeropuerto por lo que ya me lo conocía lo suficiente como para no ir totalmente perdido. Pregunté qué bus iba a San Lázaro, la parada que quedaba junto a la terminal de autobuses, y dónde cargar la tarjeta para pagar, pues el Metrobus de Ciudad de México no se paga al conductor sino que debe comprarse y cargar una tarjeta y pasarla por una máquina al subir al autobús y que descuento el precio del trayecto. Yo ya tenía la tarjeta del año anterior cuando ya había estado en Ciudad de México, además aún quedaban 4 pesos de saldo. Lo que tenía que comprobar es si todavía servía y si todavía tenía los 4 pesos disponibles.
En cuanto fui hasta la máquina, miré el saldo y efectivamente la tarjeta todavía era válida y todavía estaban los 4 pesos. En ese momento yo estaba convencido de que el trayecto costaba 16 pesos aunque me equivocaba, así que fui a comprar un café al 7-elevan para tener cambio y cargué 20 pesos, quedando así 24 pesos en la tarjeta. El efectivo que traía ya lo tenía también del viaje anterior. Inmediatamente fui a la parada donde el bus pasaba cada 15 minutos por lo que iba realmente bien, y al subir, me dijeron como si yo fuera el típico turista perdido, que tenía que pagar con tarjeta respondiéndoles que ya lo sabía y queja la tenía, pero al preguntar yo el precio me dijeron que eran 30 pesos, por lo que tuve que bajar, ir a cargar 6 pesos mas y esperar al próximo. Con todo ello ya eran las 13:30h pero todavía tenía tiempo y sobra, pues en la terminal de autobuses se llegaba en unos 15 minutos.
Aún me estaba tomando el café cuando ya llegó el bus, muy puntual a las 13:45h. Pasé la tarjeta y apareció el tick verde que indica pago correcto, por lo que ya estaba de camino a la terminal TAPO solo en el bus y con el café. Mejor que el taxi seguro. Perfecto.
Primero seguí un poco en Google Maps por donde íbamos pero lo dejé ya que ya sabía cómo era la parada donde debía bajar, así que simplemente me relajé contemplando por la ventana aquella ciudad en la que cada vez me sentía allí. mas como en casa.
Al cabo de unos 15 minutos llegamos a la parada de San Lázaro donde bajé y ya sólo tenía que cruzar la calle para entrar en la terminal de autobuses. Un año después y por primera vez en ese viaje, volvía a estar en aquella terminal y por tanto en zona conocida. Ya podía caminar directamente hacia las taquillas pues ya sabía perfectamente dónde estaban. Además también sabía cuál era el mejor sitio donde esperar, pues no estaba en salidas sino en llegadas, ya que allí había menos gente, cargadores para el móvil, red wifi muy rápida, cafetería y aseos. Todo lo que puedes necesitar en menos de 20 metros.
Vi una tienda de Telcel y entré a preguntar los precios, suponiendo que aquí ya serían distintos a los del aeropuerto. Y efectivamente, me dijeron que podía comprar una SIM con número nueve por 120 pesos y con 1.500MB de datos y llamadas y SMS ilimitados. Yo sabía que 300MB costaban 50 pesos, por lo que ese precio me pareció perfecto. En cuanto la compré, le pedí un punzón para abrir la ranura de la SIM y allí mismo la puse. Por cierto que cuando saqué la ranura, la otra SIM cayó al suelo con la mala suerte de caer en una especie de husillo que por suerte pude levantar y recuperar la SIM, pues había quedado enganchada sin seguir el camino natural de toda cloaca. Realmente tuve mucha suerte porque cayó a un centímetro del conducto del agua en el que ya lo habría perdido. Hay que tener en cuenta que necesito mi número de España para realizar ciertas operaciones bancarias, por lo que me habría quedado el resto del viaje sin poder hacerlas.
Activé la SIM, la probé y todo iba perfecto. Miré los MB disponibles y por sorpresa tenía 3.000, el doble de lo que me habían dicho. Con esto ya lo tenía por todos los días que estaría en México. Con todo, llegada a México inmejorable.
Primero fui a las taquillas a confirmar que el billete electrónico que tenía era correcto y ya era suficiente, lo que me confirmaron. Y después rápidamente a comprar comida en un sitio ambulante que había dentro de la propia terminal y donde vendían tacos, tortas y otras comidas típicas mexicanas que me moría de ganas de comer. Pedí dos tacos de canasta y torcida a la milanesa. La torcida es una especie de bocadillo en este caso de pollo rebozado y otros ingredientes. El pan está medio tostado y está muy bueno. Los tacos eran de frijoles, verduras y carne de cerdo. Entre que hacía un año que no comía y que llevaba más de un día sin comer carne, todo esto me sentó más bien, ¡cómo lo necesitaba! Además volvía a precios baratos, todo ello 52 pesos, poco más de 2€.
Después de comer fui a cambiarme de ropa al lavabo ya lavarme un poco, pues ese día no había podido ducharme, y como nuevo. A las 16h ya listo para ir hacia la puerta 7 de la terminal para tomar el bus.
A las 16:45h anunciaron el bus con destino Tuxtepec por lo que ya nos fuimos poniendo en la cola. Y al cabo de 10 minutos empezamos a pasar por el control, pues como en un aeropuerto, antes de subir al bus debes pasar por un control de metales y un registro adicional mientras otra agente registre el equipaje. Todo esto me parece perfecto.
Yo iba en el asiento 8, en ventana, y al lado me tocó un señor de 50 años del que nos acabaríamos haciendo, al menos, conocidos. El trayecto duraría unas 8 horas que se harían más largas de lo normal debido a las ya más de 24 horas que llevaba entre aviones, escaleras y buses. Las primeras 2 horas dormí un poco. Después escribí el periódico mientras hablaba un poco con Emma para ir quedando por la llegada, pues esta vez me quedaría en su casa. Hacia las 21h hicimos una parada en el sitio típico, de hecho ya recordaba haber parado allí en otra ocasión que también hice este trayecto. Allí me pedí un capuccino por 20 pesos, unos 0,90€ y ya era el tercero que me tomaba desde que había llegado a México.
Ya hacía rato que llovía y aquí seguía lloviendo. De hecho por el camino hasta allí llovió con fuerza incluso con rayos cayendo muy cerca de nosotros.
Al cabo de unos 10 minutos volvimos al bus a seguir el camino. Yo con el capuccino que me sentó más que bien. Ya había dormido un poco y ahora ademas tenía el café, por lo que para mí dormir mas ya no era una opción. Fui escribiendo el diario y de vez en cuando seguía por Google Maps por donde íbamos, pues el camino se me estaba haciendo realmente largo. Ademas estaba ya un poco nervioso por el reencuentro en Tuxtepec, pues hasta entonces literalmente no había tenido tiempo de ponerme, pero ahora ya lo tenía todo hecho, ya sólo me quedaba llegar. Emma también estaba muy nerviosa, de hecho mucho más que yo, pues no paraba de preguntarme por dónde iba. Por lo menos ahora nos podíamos llamar o enviar Whatsapps.
Hacia las 22h el señor de al lado se despertó después de estar todo el camino durmiendo y empezamos a hablar. Ya no recuerdo de qué empezamos a hablar pero la cuestión es que acabamos hablando de un montón de temas y durante 3 horas, de hecho hasta llegar a Tuxtepec ya casa de Emma, pues acabamos compartiendo el taxi.
Primero me comentar que trabajaba en una fábrica de Nissan y por lo que decía estaban a punto de cerrar o al menos de hacer una reestructuración de personal que le dejaría sin trabajo después de 26 años trabajando. Me habló de un restaurante que tenía en Tuxtepec con su mujer y que ahora se dedicaría más. Después hablamos de la situación de Tuxtepec y de México en general, me habló de Aguas Calientes, de donde él era y de la feria de San Marco que se hacía, la segunda mayor de México. Le hablé de mis viajes y de las ciudades que ya conocía de México, de lo que me dedicaba, o incluso del sistema de pensiones en México, que por lo que se ve existe una especie de plan de pensiones aportado por la empresa pero que alguna vez más de un trabajador ya se había quedado sin pensión porque el dinero desaparecía. Y de muchas cosas mas, la verdad es que él, al igual que yo, éramos dos personas con conocimiento de muchos temas y íbamos pasando de uno a otro continuamente. Fue una conversación muy interesante que hizo que las 3 horas que quedaban pasaran mucho más rápido.
Lo que si le preocupaba mucho y lo vigilaba mucho era el tema de la seguridad. Siempre cogía taxis seguros o iba con taxistas ya conocidos. Nosotros llegaríamos a Tuxtepec hacia la 1 de la madrugada, por lo que debía vigilarse un poco. Yo le dije que pensaba tomar un taxi allí en la terminal y él me dijo que le vendría a buscar un amigo su taxista. Le dije que iba a la Colonia Grajales y él llamó a su mujer para preguntarle si sabía dónde estaba, y justamente estaba un poco antes de dónde él iba, a la Colonia Nueva Era, por lo que me propuso compartir el taxi ya que yo bajaría antes.
A priori puede parecer algo arriesgado pero con la conversación que habíamos tenido y la que él había tenido con su esposa, me dio confianza. Siempre hay cierto riesgo, pero la verdad es que se me da muy bien detectar el peligro y la gente de confianza, y ese hombre me pareció de mucha confianza, al menos mucho más que cualquiera de los taxistas que pudiera haber esperando a la terminal. Así que le dije que si y se lo comuniqué a Emma que no le hizo ninguna gracia, de hecho me pidió que le pasara el número del taxi cuando lo viera.
Al llegar a Tuxtepec tuve otra de esas sensaciones entre nerviosismo y emoción. Tuxtepec se estaba convirtiendo en mi segunda casa y volver después de un año hacía mucha ilusión. Ver aquellas calles de nuevo, el río, las casas y finalmente la terminal era incluso gratificante después de haber hecho tantos kilómetros ese mismo día desde Honolulu y más teniendo en cuenta que llegaba por primera vez por el oeste, habiendo hecho el camino más largo posible desde Barcelona. Había sido largo, había costado, ¡pero ya estaba allí!
Eran la 1 de la noche cuando bajábamos del bus, recogíamos el equipaje y salíamos de la terminal. La prueba más clara de que estaba en Tuxtepec era el calor que hacía a pesar de ser de madrugada. Calor y sobre todo mucho bochorno.
Él llamó a su esposa ya su amigo taxista que llegó en unos 5 minutos. Yo llamé a Emma para decirle que ya subía al taxi pero ella no se fiaba. Me pidió que le diera el número del taxi, que era el 310 y que tuve que decirle con voz baja ya que estaba en medio de ambos y me hacía algo que vieran que desconfiábamos.
Puse la calle de casa a Emma en Google Maps y el taxista fue por el camino marcado todo el rato hasta llegar sin problemas a los 5 minutos al destino. En la puerta de fuera ya estaba Emma esperando y el chico, con su desconfianza, se la quedó mirando hasta que al cabo de unos segundos me preguntó: «¿Te están esperando?» A lo que le respondí que si quedándose entonces más tranquilo, pues me dio la sensación de que pensaba que ya le estaba preparando una emboscada.
Pagué los 25 pesos que valen casi todas las carreras de taxi en Tuxtepec, me despedí del amigo del bus, que todavía no sabía ni cómo se llamaba, y entré en casa Emma. Ella se la veía más tranquila de ver que había llegado bien aunque me volvió a decir que no le había gustado que fuera con aquellos, a lo que le respondí que yo no voy con cualquiera, que ya tomo las mías medidas de seguridad y si había decidido venir con ellos era por algo. Además, a ella todavía le hacía menos gracia que a mí que tomara un taxi de la terminal. ¿Cómo iba a venir entonces?
Nos saludamos y después de enseñarme un poco la casa, pues ésta era la primera vez que entraba, nos sentamos en la mesa donde ya me había dejado preparados los 6 antojitos que le había pedido aquella misma tarde. Los antojitos son como tostadas redondas con carne, queso, verduras, etc. y que a mí me gustan mucho, es de hecho de lo que más me gusta de México y sobre todo aquellos que los hacían en un restaurante concreto. Por la tarde les pidió especialmente para mí, antes de llegar yo los calentó y ya los tenía listo en la mesa.
Ya estaba en mi destino final en esta etapa del viaje, con la comida que más ganas tenía que volver a probar y con la persona que más ganas tenía que volver a ver. Todo era perfecto.
Me comí los antojitos mientras comentábamos el viaje, sobre todo el trayecto hasta allí, comentábamos algo de la casa y por lo general nos poníamos un poco al día. Si la felicidad existe, ese momento lo era.
Por primera vez durante el viaje me quedaba a dormir en casa de gente conocida y dejaba por tanto la soledad buscada del viaje para pasar casi 5 semanas bien acompañado y viviendo en una casa con todas sus comodidades. De hecho, acababa de llegar a mi segunda casa y no podía haber sido una mejor llegada.
Llevaba miles de kilómetros recorridos entre 5 países y un montón de nuevas ciudades visitadas, pero ahora tocaba descansar un poco y pasar, ahora sí, unos días de vacaciones.
Hacia las dos de la madrugada íbamos a dormir, pues para mí sobre todo, aquél había sido un día muy largo, un día de 40 horas gracias a los largos vuelos ya los cambios horarios. Al día siguiente tocaba ver al resto de conocidos por lo que debía recuperar energías.
Me desperté a las 6:45h empezando así el día en el que tendría probablemente el trayecto más largo del viaje, pues la próxima cama donde acabaría durmiendo sería en Tuxtepec, México, donde llegaría a las 23h del día siguiente, por lo que todavía me quedaban unas 40 horas para llegar desde Honolulu donde estaba ahora. El trayecto constaría de dos vuelos con escalera a Los Ángeles y un bus desde Ciudad de México a Tuxtepec en un trayecto de unas 8 horas. El vuelo salía a las 15:00h por lo que quería salir del hostel entre las 10:30 y las 11 de la mañana.
El vuelo ya lo tenía reservado desde casi 6 meses antes del inicio del viaje con una agencia griega y por 316€.
Cuando me levanté vi que había otro chico en la habitación. Había hecho el checkin la noche anterior cuando ya estábamos todos durmiendo y, al menos yo, ni me había enterado. Esto es tener respeto por los demás.
Me duché y fui a tomar el primero de los dos cafés que me tomaría antes de irme mientras miraba correos y escribía el periódico. A las 8:30h fui a terminar de guardarlo todo en la maleta y poner el móvil a cargar. A las 9:30h otro café mientras acababa de mirar todos los correos y algunos tipos de cambio que me interesaban por si podía cambiar en algún sitio los ringgits malayos que me quedaban. Miraba tanto los tipos de cambio frente al dólar y el peso mexicano. Y a las 10:30h último repaso a la habitación para no dejarme nada, me despedí del chico francés que había llegado el día anterior y que era el único en la habitación y ya fui a hacerlo checkout. A diferencia del checkin cuando me hicieron un montón de preguntas y explicaciones, ahora todo fue mucho más rápido. Simplemente tenía que llevar las sábanas y la toalla a la recepción y ya podía irse.
Así pues hacia las 10:30h me despedía de los conocidos del hostel e iniciaba el trayecto de unas 36 horas hasta Tuxtepec, haciendo paradas en Los Ángeles y en Ciudad de México.
Hasta el aeropuerto de Honolulu iría con el bus público, que debería tomar dos. SI todo iba bien en poco más de una hora podría llegar. Primero tenía que coger el número 6 que pasaba por la calle de debajo del hostel al que llegaría en 3 minutos andando por lo que me iba perfecto. Ya salí teniendo en cuenta el horario que decía Google Maps y que efectivamente se cumplió bien, pues en principio pasaba a las 10:30h y pasó a las 10:33h.
Compré un paso por un día ya que tenían el mismo precio que los dos buses que debería coger, y así no debería pagar mas si me equivocaba o tenía que coger un tercer bus por el motivo que fuera. Además aproveché para pagar con toda la morralla que tenía, que era mucha, y ya me quedé sólo con $3,25, por lo que me tuve suficiente con los $74 en efectivo que traía de casa, pues en Hawái no voy cambiar nada ni saqué efectivo de ningún cajero. Toda una proeza alargar los $74 durante 4 días en Hawái.
Al cabo de unos 30 minutos de ir en el bus número 6 llegamos a la parada donde tenía que bajar y caminar unos metros hasta la otra parada donde cogería el bus 20 y que ya me dejaría en el aeropuerto. En esa parada me pareció que un anciano que estaba allí sentado se estaba fumando un puerro, y eso que en las paradas está prohibido fumar, cualquier cosa está claro… Además se estaba bebiendo una cerveza y me extraña que en EEUU se pueda ver cerveza por la calle.
El 20 tardó unos 20 minutos en llegar, por lo que eran las 11:20h cuando subía. Además iba completamente lleno así que me tocó estar buena parte del trayecto de pie y enlatado como una anchoa. Al menos ya veía a gente con maletas señal de que íbamos directamente al aeropuerto. Realmente fácil y barato llegar al aeropuerto desde el centro de Honolulu.
Hacia las 12h llegaba al aeropuerto sin ningún problema más que un pequeño retraso y con tiempo suficiente para ir a realizar el checkin y pasar el control de seguridad. El bus nos dejó en la terminal 1. Yo en ese momento ni siquiera sabía que había dos terminales ni a cuál debía ir. De hecho, lo que conocía del aeropuerto de Honolulu era lo que había visto a su llegada, y la verdad es que no me hice una buena idea de cómo era. El aeropuerto era mucho mayor de lo que me esperaba y tenía las dos terminales aunque por suerte estaban una al lado de la otra. Allí a la 1 veía que había 4 lobbies, uno de ellos por vuelos internacionales, así que pensé que debería entrar en aquél. No lo tenía nada claro pero lo que sí tenía claro era que aquélla no era la terminal a la que había llegado.
Antes de entrar me comí los sándwiches que llevaba sentado en un banco justo frente a las puertas de entrada a la terminal y después fui a buscar la zona para fumar, pero después de recorrer toda la zona de frente a las puertas y donde normalmente hay una pequeña zona de fumadores, no vi que en ninguna parte se permitiera fumar. Por último, cuando llevaba 10 minutos buscando, vi el típico cartel de permitido fumar pero que señalaba en el piso de abajo. Ya había visto que debajo había algo pero desde allí parecía un parking, por lo que no le había prestado más atención. Pero ahora que según el cartel la zona de fumadores estaba abajo, busqué las escaleras y bajé rápidamente. Y cuando ya estaba casi en la zona de fumadores me di cuenta de que acababa de llegar al lugar al que había llegado mi vuelo 5 días antes. Estaba en la terminal 2 y aquella era la que me conocía, de hecho ahora mirara donde mirara todo me era conocido.
Fui a fumar y cuando ya volvía hacia la terminal 1 para ir a buscar dónde hacer el checkin, vi que allí en la terminal 2 también había salidas internacionales. Estupendo, ahora ya no sabía a qué terminal debía ir, pues desde ambas había salidas internacionales, así que fui a preguntar a un punto de información que ya me conocía, pues a la llegada ya había preguntado dónde había un money exchange. Allí me preguntaron la compañía y al decirles Delta me dijeron que estaba allí, en el lobby 7 de la terminal 2. Pues menos mal que busqué un sitio para fumadores y que acabé preguntando porqué yo ya iba a entrar en la terminal 1.
Así que fui hasta el lobby 7 que estaba literalmente 10 minutos andando hasta encontrar los mostradores de Delta. Con todo ello ya eran las 12:30h y el tiempo de sobra que tenía se agotaba rápidamente.
Le dije a la mujer que organizaba la cola que sólo quería hacer el checkin y ella me dijo que podía ir a las máquinas a lo que le respondí que ya tenía un email infornándome que el checkin lo debería que hacer con un agente. Como si yo no supiera hacer el checkin online o en las máquinas…
Cuando me tocó, tuvieron que hacerme un montón de preguntas, por lo que no podía hacer el checkin en la máquina ni de forma online. Por ejemplo tenían que saber cuántos días estaría en México, si tenía ya el billete de salida o la dirección en la que me quedaría. Por lo menos la chica que me tocó era muy amable, me repetía todo lo que no entendía y me explicó muy bien lo que debería hacer en Los Ángeles, donde haría la escalera, pues allí debería hacer otro checkin. Le pregunté dónde estaba la puerta de embarque y me dijo que en aquella terminal, así que menos mal que fui a fumar y vi esta terminal, la 2, porque sino quizás todavía estaría en la 1 buscando el mostrador de Delta.
Con todo ello ya eran casi las 13 horas por lo que al final tampoco fui tan sobrado de tiempo. Fui a fumar un piti y ya a pasar el control de seguridad.
Como suele ocurrir en EEUU, había un perro detector de drogas antes de pasar el control. Todo esto lo pasé sin que me pararan ni me hicieran ningún registro adicional. Por cierto, que una vez pasado el control me encontré con una batería externa tirada al suelo que muy amablemente di a una agente del control. No sé si se la deberían quedar ellos o la llevaron a algún sitio de objetos perdidos, en cualquier caso en ese momento me salió la vena amable y no me la quedé. Además yo ya llevaba una que se veía mejor y más nueva que aquella.
El camino hasta la puerta de embarque también era bastante largo, de hecho todo el aeropuerto era mucho mayor de lo que me había parecido a la llegada, pues sólo había visto una pequeña parte. La puerta era la E3 y estaba allí donde debían asignarme el asiento, algo que me pasaba por primera vez.
Estuve allí esperando aprovechando que había conexión a Internet hasta las 14:30h que fui a preguntar al mostrador, y aún suerte, porque sólo enseñar el billete ya me dieron el definitivo que tenían allí preparado con el asiento asignado, el 35C, la penúltima fila, y de hecho la última de la banda de los asientos del A al C. Además tenía la categoría Basic por lo que tuve que esperar a que subiera todo el mundo hasta que sólo quedamos los de Basic, unos 15, para subir. Eso sí, éramos los mejores, ¡pues cuando nos llamaron una mujer hizo un Iuuujuuuuu! Y todos riendo subiendo al avión.
Pero no sólo me tocó al final del avión sino que además iba junto a una pareja que llevaban una niña de menos de un año… Fantástico.
El vuelo duraría unas 5 horas y media desde las 15h a las 20:30h pero siendo en Los Ángeles las 23:30h, es decir, debería pasar la noche en el aeropuerto ya que el vuelo hacia México salía a las 7 de la mañana.
Durante las primeras horas la niña se llevó bien, de hecho se llevó mejor de lo que me esperaba durante todo el vuelo aunque hacia el final ya lloraba mas, pero creo que no tanto por ella sino porque les sus padres querían hacerle dormir y ella no quería. Todo el rato estaba tocando la pantalla o mirando cosas y mientras lo hacía no molestaba, era justamente cuando la acunaban que lloraba. Lo cierto es que se la veía muy activa y no descansó en todo el trayecto.
Por lo demás todo bien y tranquilo, incluso nos dieron bebida y snacks en dos ocasiones durante el vuelo, que en mi caso fueron dos cafés y galletas. Menos mal teniendo en cuenta que el vuelo costaba unos 200€.
Y a las 20:30h llegábamos a Los Ángeles tal y como estaba previsto. Evidentemente tardé en bajar porque estaba en la última fila, pero al menos una vez abajo ya no hacía falta pasar ningún control de inmigración, algo que siempre se agradece y más están en EE.UU.
Una vez en el aeropuerto salí fuera a fumar un piti y lo que me sorprendió fue que hacía bastante frío, más de lo que me esperaba, de hecho tuve que ponerme la chaqueta, como todo el mundo. Creo que era la primera vez que me ponía la chaqueta en todo el viaje. No tabique estábamos en pleno mes de julio y por tanto en pleno verano en el hemisferio norte, donde estaba ahora.
En cualquier caso ésta era la primera vez que ponía los pies en Los Ángeles y aunque no saldría del aeropuerto, al menos podía ver un poco la fauna que hay en esa ciudad y como estando todavía en una ciudad americana , aquí la gente ya se veía muy diferente en Hawái.
Llegué a la terminal 3 y según tenía anotado el vuelo a México salía de la terminal 2, así que fui hasta la 2 donde pude llegar andando, pues las terminales están todas seguidas y en unos 5 minutos ya s puede llegar. Entré y efectivamente había mostradores de Aeromexico, la compañía con la que volaría, y además, a pesar de la hora que ya era todavía había una trabajadora. Fui a preguntarle si el vuelo saldría desde esa terminal y así me lo confirmó, tanto el lugar como la hora. Por primera vez en todo el viaje podía hablar en español, que después de tanto inglés y tailandés la verdad es que se agradece.
Así que ya sólo me quedaba esperar 4 horas a que abrieran los mostradores para hacer el checkin y 3 horas más hasta la salida del vuelo. Por suerte había red wifi abierta por lo que la espera se hizo un poco más soportable. Primero avisé a la familia de que ya estaba en Los Ángeles y después estuve mirando correos y temas de trabajo, escribiendo el diario o incluso mirando a Netflix. Ya sabía que no podría dormir en cuanto ni lo intenté, además hacía demasiado frío por el aire acondicionado como para ni siquiera intentarlo.
Esta ya era la cuarta o quinta vez que me tocaba pasar la noche en un aeropuerto y en ninguna de las ocasiones anteriores había conseguido dormir más de 5 minutos, por lo que estas alturas ya sabía que no hacía falta ni que lo intentara . Entre la incomodidad de las sillas, el miedo a robos, la luz que nunca se apaga y la megafonía que tampoco nunca se apaga me resulta imposible dormirme a menos que esté extremadamente cansado.
Salí un rato fuera de la terminal y tal y como ya he comentado antes, sólo de pasear un poco por las afueras de la terminal ya podía ver la diferencia entre Hawai y el continente, pues aquí ya había gente pidiéndome tabaco o al menos con cierta pinta que transmitía muy poca confianza.
Poco después de las 12 de la noche me comí las dos bolsas de patatas y el paquete de galletas que me quedaban. Y después ya ir haciendo tiempo paseando por la terminal, conectado a Internet o descansando en una silla hasta las 3:30h que fui hacia los mostradores de Aeromexico donde ya había 5 o 6 personas esperando. Yo llevaba 6 horas en esa terminal y aún no fui el primero en ponerme en la cola…
Pero allí nadie apareció hasta las 4:30h cuando en la cola ya había al menos 100 personas. Finalmente abrieron los mostradores y pude hacer el check-in sin problemas, y ahora ya no me hicieron todas las preguntas pertinentes para poder entrar en México pues ya me las habían hecho en Honolulu. Todo fue muy rápido y bien tal y como me había contado la amable trabajadora de Delta.
Hacia las 5 de la madrugada fui a pasar el control de seguridad que también pude pasar sin que me pararan ni me hicieran ningún registro adicional y directamente hacia la puerta 28 desde donde debería embarcar.
Y ahí tocó esperar una hora más en un ambiente completamente diferente al que llevaba viviendo en las últimas 8 horas. Aquí ya había decenas de personas bien despiertas y con un griterío importante. Eso sí, casi todos mexicanos, claro, lo que me hizo sentir un poco más cerca de casa después de tantas semanas dando vueltas por el mundo y de hecho haber dado ya más de la mitad de la vuelta. México era el más similar a estar en casa de todo lo que había visitado hasta entonces. Aún no era el final del viaje pero sí ya una nueva etapa que empezaba aquí y ahora.
A les 6:10h vam començar a embarcar. Jo era del grup 3 i, tenint en compte que del grup 1 quasi no hi havia ningú i del grup 2 no hi havia ningú, vaig embarcar quasi dels primers. I molt millor, ja que suposadament faltaria lloc per guardar tot l’equipatge de cabina per lo que m’interessava entrar ràpid i poder guardar la maleta almenys per davant meu per tal de no haver-me d’esperar a què sortís tothom de l’avió per poder-la agafar al baixar.
Vaig pujar dels primers. El meu seient era el 10F per lo que estava força a prop de la porta i a la finestra. I per sort aquesta vegada no em va tocar al costat de cap bebé, sinó tot el contrari, una noia que als dos minuts d’enlairar-nos es va adormir i ja no es va despertar fins l’aterratge. Un vol ben tranquil.
Yo en ese momento ya llevaba casi 24 horas sin dormir pero aún así no esperaba que pudiera dormir tampoco en ese vuelo, pues prácticamente nunca he dormido en un avión. Pero en esta ocasión el sueño pudo mas y por suerte pude dormir un poco, que aunque fuera poco fue ciertamente imprescindible. A las 7:30h me quedé completamente dormido sin intentarlo hasta hacia las 8:40h que me desperté por ruidos en la cabina. Cuando abrí los ojos vi que el resto de pasajeros tenía el desayuno, de hecho seguramente me desperté por el propio ruido que hicieron al repartir los desayunos. Y yo que llevaba un montón de horas sin comer nada decente y casi nunca duermo en aviones, justo me duermo cuando reparten el desayuno. Evidentemente cuando pasó una de las tripulantes le dije que no me habían dado la comida porque estaba durmiendo y que por favor me la llevaran, cosa que hicieron enseguida. Aunque de hecho tampoco era tanto como parecía, pues era un croissant de jamón y queso, un trozo de chocolate y una especie de compota de manzana. Eso sí, me apeteció todo mucho sobre todo debido al hambre que tenía.
Y habiendo comido y aún con mucho sueño acumulado, no tardé demasiado en quedarme dormido de nuevo y durante buena parte del trayecto. Menos mal porque el día que tenía por delante sería largo y cansado llegando a mi destino final sobre las 12 de la noche.
En ese momento ya llevaba más de la mitad del mundo recorrido sin que hubiera sufrido ningún problema grave y ni siquiera quieres cancelados. Algún retraso que me fue muy bien por la compensación económica pero en general todo muy bien. Ahora ya estaba en la segunda parte del viaje empezando por México que para mí ya es zona conocida y por donde me muevo casi como si estuviera en casa.
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