Llegaba el día de ir hacia Tuxtepec, la ciudad final del viaje y donde pasaría unas 5 semanas, la mitad del tiempo de todo el viaje. Una ciudad del estado de Oaxaca pero justo en la frontera con Veracruz. Oaxaca es uno de los estados más pobres de México pero a la vez uno de los mas queridos y con más encanto, todo perfecto para pasar un mes y conocerlo mes, y qué mejor lugar que en Tuxtepec que es la ciudad oaxaqueña mes cercana a Veracruz, una ciudad con un aeropuerto mas importante y mas accesible que el de Oaxaca.

De hecho es mucho más complicado llegar a Tuxtepec desde Oaxaca que desde Veracruz. Mientras que desde Veracruz hay unas 3 horas por una carretera más o menos recta y normal, desde Oaxaca son 7 horas cruzando una cordillera altísima por una carretera de curvas constantes. Es un trayecto realmente duro, de hecho este sería uno de los trayectos más duros, sino el que mas, de mi vida.

En este caso el trayecto se hacía en autobús de la empresa ADO o alguna de sus filiales más económicas como AU. El precio rondaba los 400 pesos, unos 20 €, y el trayecto sería de unas 8 horas, de las cuales 6 serían curvas. Ya me recomendaron que me tomara una pastilla para el mareo, pero yo, que nunca me había mareado en ningún vehículo, dije que no, que a mí no me hacía falta. No sé si me hubiera servido de algo pero la verdad es que lo pasé muy mal. Era terrible cruzar aquella cordillera por aquella carretera y en ese autobús. No había manera ni de poder descansar o leer, la presión a ambos lados era tan fuerte y constante que toda la energía debía dedicarse a aguantarme el asiento.

Pero antes dejaba la Casa de Matilda de Oaxaca, el alojamiento más grande que había reservado nunca, una casa con dos habitaciones, despacho y un patio que la rodeaba toda en uno de los mejores barrios de la ciudad. Volvía a la terminal de autobuses en la que había llegado 4 días antes y donde el mismo propietario del alojamiento me había ido a buscar, una terminal que ahora se me hacía extraña pero que con los años acabaría conociendo perfectamente.

La salida estaba prevista para las 12h y en este caso fue puntual. Pero no lo fue tanto en la llegada, que estaba prevista para las 20h pero llegamos pasadas las 22h.

Como ya he comentado el trayecto fue muy duro, con una imposibilidad total no sólo de dormir sino para hacer cualquier otra cosa. Ni leer, ni escribir, ni nada. Eso si, el paisaje era brutal. La cordillera que cruza medio México tiene picos de mas de 2000 metros en esa zona con unos valles y una vegetación impresionantes. No podía ni leer pero en buena parte del trayecto tampoco quería, pues no podía dejar de mirar por la ventana.

Durante el trayecto hicimos 3 paradas, dos de las cuales en plena cordillera, y una prácticamente en la cima más alta donde la temperatura rozaba los 0ºC. Yo llevaba ropa de abrigo pero no por esta temperatura, de hecho la lluvia que caía era prácticamente nieve. El mes impactante era el cambio de temperatura entre Oaxaca, la cima de la cordillera y sobre todo en la llegada a Tuxtepec, pues tan a Oaxaca como Tuxtepec, el origen y el destino, la temperatura era de unos 30ºC, incluso todo en la llegada a Tuxtepec cuando eran las 22h.

Cuando después de todos los retrasos, paradas e ir dentro del bus con el abrigo puesto, llegamos a Tuxtepec, la hostia del calor fue brutal. Era la primera vez que pisaba Tuxtepec y estaba flipando. Como podía ser que siendo casi las 22: 30h haz aquella calor? Ya me había encontrado al llegar al aeropuerto internacional de La Habana, pero en esta ocasión veníamos de pasar un montón de horas de frío dentro del bus cruzando aquella cordillera, por lo que la sorpresa fue mayúscula.

Allí ya me estaban esperando para acompañarme hasta el departamento que había alquilado para las 5 semanas que pasaría a Tuxtepec. Estos departamentos son similares a habitaciones de hotel grandes y con salida propia. Son muy típicos en México para solteros, parejas de recién casados ​​o trabajadores que pasan la semana fuera de casa. En este caso había alquilado uno relativamente caro para estar en México, pero que a mí me compensaba por ser muy nuevos, con casi todo lo que podía necesitar y en uno de los barrios mas acomodados de Tuxtepec.

El precio mensual era de 3.500 pesos, unos 160 €, por lo que acostumbrado a pagar casi 40 € al día en Miami, 160 € por todo un mes me pareció una ganga. Así tendría de vecinos a policías, ingenieros y otros profesionales de categoría. En cualquier caso, 3.500 pesos mensuales era una lava suficientemente alta para ser en México y concretamente en el estado de Oaxaca.

Me acompañaron en taxi cuando ya eran casi las 23h y cuando ya era consciente del clima de Tuxtepec. Veía por primera vez la ciudad que con el tiempo se acabaría convirtiendo en mi segunda ciudad, aunque en ese momento la veía completamente de noche y consciente sobre todo del mal estado de las calles.

A los pocos minutos llegamos al bloque de apartamentos, pagábamos los 25 pesos del taxi, poco mas de 1 €, y entraba en la que sería mi casa durante las próximas 5 semanas.

Era un departamento con una habitación grande, un baño, nevera, cama, mesa, aire acondicionado, TV, WIFI y salida directa a la calle. Excepto microondas tenía todo lo que podía necesitar. Estaba muy limpio, el edificio se veía muy nuevo y estaba en uno de los mejores barrios de Tuxtepec y bien cerca del Carrefour mexicano, el Chedraui.

Eso si, en ese momento me quedaba solo después de haber pasado unos días en Oaxaca muy bien acompañado. De todos modos, aún no lo sabía, pero al día siguiente conocería al propietario de los departamentos y acabaría siendo un buen amigo muy generoso que me invitaría a todo tipo de comida y me enseñaría muchos lugares de los alrededores de Tuxtepec. Pero en cualquier caso, ahora me invadía una sensación de soledad y tristeza extraña y que de hecho nunca había tenido ni volvería a tener en un viaje, pues muchos los haría siempre suele justamente porque soy una persona que puede pasar horas y días sol sin ningún problema, pero en ese momento ya de noche, aunque sin Internet y después de haber pasado 4 días tan intensos, parecía como que de pronto me quedaba desamparado en ese lugar que aún no conocía y sin la posibilidad de contactar con nadie, pues hasta el día siguiente no conseguiría la contraseña de WIFI.

Hay que decir que esa sensación sólo duró hasta que fui a dormir y al día siguiente todo volvía a la normalidad, y de hecho, hasta ahora, siempre he preferido viajar solo. Evidentemente me gusta de vez en cuando viajar con amigos o en pareja pero en términos generales prefiero la emoción de afrontar nuevos retos y ver nuevas cosas cada día solo.

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