Al día siguiente de visitar la maravilla natural de Hierve el Agua queríamos ir a Tlaxiaco, un pueblo a unas 3 horas en furgoneta de Oaxaca. Para los mexicanos Tlaxiaco es una ciudad pequeña pero yo la vi bastante grande. Teniendo en cuenta que la capital del país tiene más de 20 millones de habitantes quizás tenemos las referencias algo distorsionadas.
Queríamos ir y volver en el mismo día, por lo que la intención era salir de Oaxaca a las 6 de la mañana como máximo. Iríamos con lo que llaman camioneta, que es una furgoneta con capacidad para unos 10 pasajeros y que tardaría unas 3 horas para llegar a Tlaxiaco. Para salir a las 6 de la mañana yo me quería levantar hacia las 4, es decir, un mínimo de dos horas antes como siempre para poderme tomar el café tranquilamente.
Pero en vez de ir a dormir lo antes posible, terminamos durmiéndose hacia las 12 de la noche. En parte era normal ya que ese día tampoco nos habíamos despertado bastante bien y sobre todo porque hacía muy poco que nos habíamos visto por primera vez. La cuestión es que a mí me sonó la alarma a las 3: 30h de la madrugada y tenía tanto sueño que literalmente no sabía ni dónde estaba ni qué pasaba. La alarma que tenía el móvil era de una aplicación que con el fin de apagarse tenías que mover el móvil un buen rato, una estrategia para despertarse bien antes de que puedas apagar la alarma. Pero en ese momento estaba tan desorientado que no sabía qué le pasaba al teléfono y directamente le quité la batería.
Pero el más sorprendente para mí fue que Emma, que no estaba en la cama sino sentada en un sillón junto a la cama, me dijo que tenía que mover el teléfono para que la alarma se apagara . En ese momento lo recordé pero ya le había quitado la batería, y mientras me volvía a poner en la cama fui consciente de que Emma estaba sentada en el sillón a las 3: 30h de la madrugada. Ya medio despierto y consciente de dónde estaba, le pregunté qué hacía allí sentada, en el que me respondió que le dolía el hombro mientras estaba en la cama y que allí sentada parecía que le hacía menos daño.
Estuvimos en el sofá casi hasta las 6 de la mañana despiertos ya que Emma no podía dormir. Esta era la hora que teníamos previsto marchar por lo que hicimos cancelar, al menos, la hora de salida. Ella se durmió y yo después de trabajar un rato, también. Nos tonar a despertar hacia las 11 de la mañana y yo ya pensaba que no iríamos a Tlaxiaco, pues la intención era ir y volver en el mismo día y eran 3 horas de trayecto, por lo que lo veía todo muy justo. Pero cuando Emma se despertó dijo que si que quería ir y que a las 12h podíamos coger una de las furgonetas que iba y que llegaba hacia las 15h.
Así pues, nos arreglamos y a las 12h salíamos hacia la estación de urbanos, minivans, camionetas, etc. En definitiva, furgonetas con capacidad para 10 pasajeros. No tuvimos que esperar demasiado hasta que la próxima minivan salió, eso si, éramos los últimos y por tanto nos tocó el peor lugar, que era los asientos de la izquierda de la última fila, donde casi no nos podíamos ni mover.
El viaje fue bastante duro pero por suerte relativamente corto teniendo en cuenta otros trayectos que había hecho recientemente. 3 horas pasaba bastante deprisa.
A las 15h llegábamos a Tlaxiaco, una ciudad supuestamente pequeña pero que a mí de entrada ya me pareció bastante grande. La primera impresión fue bastante buena en el sentido de que me pareció una ciudad auténtica, de las que a mí me gusta visitar, es decir, pocos turistas y mucha vida local típica del país. En general las calles eran estrechas y con cierto caos de tráfico y muchas moto-taxis.
Primero fuimos a dejar una planta que Emma llevaba por una amiga que tenía en la ciudad, entre varias, ya que hacía pocos años había estado allí trabajando. Inmediatamente después ya fuimos justamente en la escuela donde estuvo trabajando a ver a sus antiguos compañeros, sobre todo dos, un chico y una chica.
Hasta la escuela ya fuimos en taxi que en aquella época todavía era bastante barato, 25 pesos, poco mas de 1€. Mientras ella entraba un rato en la escuela a saludar yo me quedaba fuera esperando y paseando un poco por los alrededores para ir conociendo mes aquel pueblo. Aún así no tardó demasiado en salir con el chico y la chica y todos 4 fuimos a comer a un restaurante cercano.
Ya desde fuera el restaurante no se veía barato aunque como era de esperar era muy bueno. Emma volvía después de algunos años y tampoco podíamos ir a cualquier lugar. De todos modos, este era para mí el primer año que estaba en México y aún pensaba en euros cuando estaba y gastaba, por lo que todo me parecía realmente muy barato. De hecho, este que era un restaurante caro, costaba unos 10€ por persona.
El restaurante era grande y fuerza exclusivo, de hecho en ese momento estábamos casi solos. Muchos de los platos que ofrecían eran platos típicos mexicanos, como tacos o burritos, pero preparados de forma mucho más elegante y exquisita. Estaba todo muy bueno y los platos eran muy completos. Ojalá en Barcelona vendieran aquellos platos por 10€…
Después de comer nos despedimos del chico y fuimos con la chica a dar una vuelta por Tlaxiaco. Después de pasear un rato por diferentes calles que me permitió ver mejor aquella ciudad, fuimos a un mercado, uno de mis lugares preferidos para vivir la vida local.
El mercado era bastante grande y sobre todo de comida. Muchas paradas de fruta, verduras, tacos y otras comidas típicas mexicanos. Ver todo aquel montón de gente simplemente vendiendo y comprando era maravilloso.
Estuvimos unas dos horas paseando por Tlaxiaco para después ir a casa de la chica, que mas que una casa era un terreno con 3 casetas de madera, todo muy bonito. Además estaba en un punto relativamente elevado por lo que desde allí podíamos apreciar una imagen bastante impresionante de todo Tlaxiaco. Fue en ese momento cuando vi que el pequeño pueblo del que siempre me hablaba Emma no era nada pequeño.
Además justo estaba oscureciendo por completo cuando mirábamos toda la ciudad desde ese punto elevado, lo que nos permitió una visión tan de la ciudad todavía medio iluminada por el sol como totalmente de noche con toda la iluminación artificial. Era un final de visita perfecto.
Hacia las 20h la amiga nos acompañaba hasta la estación de minivans para volver hacia Oaxaca. A las 20: 30h ya salía una que nos permitiría llegar a Oaxaca antes de las 12 de la noche. Parecía increíble pero finalmente habíamos podido ir y volver de Tlaxiaco en el mismo día. Quién lo hubiera dicho cuando a las 11h aún estábamos durmiendo.
La vuelta fue mucho más cómodo para no ir tanto apretados a la última fila ni la minivan tanto llena. Ya sólo quedaba coger un taxi hasta casa y cena.
Me llamó la atención, que a diferencia de Europa, al menos en buena parte, aquí no había que respetar la fila de taxis que había esperando en la parada de la terminal. Podía ir preguntando uno por uno cuando me cobraría para ir hasta San Felipe del Agua y coger lo que me ofreciera un mejor precio. De todos modos los dos que pregunté me dijeron lo mismo precio por el que tomamos el primero.
Era bien tarde cuando llegábamos a casa pero habíamos podido hacer todo lo que queríamos hacer ese día y en general en Oaxaca, pues los 4 días que pasaríamos ya acababan. Habíamos pasado 4 días muy buenos los que nos habían permitido conocer un poco mejor. Y la verdad es que parecía que éramos bastante compatibles, pues la convivencia durante aquellos 4 días había sido realmente buena.
Terminaba así la visita a la tercera de las ciudades visitadas hasta entonces en el viaje habiendo visto mucho más de lo que me esperaba, evidentemente gracias a Emma que ya se la conocía y me pudo enseñar un montón de cosas que yo solo seguramente no hubiera visto. Así pues 4 días muy bien aprovechados y conviviendo con Emma perfectamente bien. Ahora ya nos iríamos hacia Tuxtepec en lo que sería la parada más larga de este viaje, pues allí estaría casi 5 semanas viviendo en un apartamento no pensado para turistas sino para locales, haciendo así vida de local tal como a mí m gusta.
Los días pasaban, el viaje continuaba aún seguía saliendo perfecto!