El 16 de octubre de 2016 se iba a Oaxaca donde había alquilado una casa unifamiliar con un patio bastante grande y en uno de los mejores barrios de la capital del estado. No soy de grandes lujos, ni mucho menos, de hecho prefiero los sitios sencillos y cómodos, pero en este caso el precio era más barato que cualquier otro de Miami y el resto del alojamiento que tenía reservado a Tuxtepec me había salido por unos 160 € todo un mes, así que decidí pasar los días a Oaxaca en una casa nueva, con un buen patio y en un barrio tranquilo y prestigioso.

El trayecto hasta Oaxaca lo hice en autobús de la empresa ADO, la más conocida de México y con rutas por buena parte del país. Este era el primero de muchos viajes que haría con esta compañía y otras filiales que tiene y la verdad que siempre eran bastante puntuales y cómodos.

A diferencia de lo que había hecho en llegar, el trayecto desde el hotel hasta la terminal de autobuses lo hice en bus, pues justo en frente del hotel había una parada de la línea que iba directamente a la terminal, en menos de 30 minutos y sin escalas. La ida la había hecho en taxi seguro pero ahora ya tenía mas confianza y sobre todo el trayecto era muy sencillo y directo.

El único problema era que no tenía la tarjeta necesaria para poder pagar los trayectos del metrobus, una tarjeta de pre-pago que debía comprar y cargar en las máquinas correspondientes.

Pregunté a un trabajador del hotel y me dijo que lo mejor que podía hacer era pedirle a algún pasajero que picara para mí y yo pagarle el trayecto, que eran $7 (0,30€ ). Así que, sin pensarlo dos veces, fui a la última chica que había en la cola de la parada, que ya hacía unos minutos que me había visto con la maleta y hablando con el chico de la hotel, si me podía «vender» un trayecto de su tarjeta. Supongo que ya se imaginaba que le iba a preguntar ya que me había visto hablar con el chico del hotel mientras miraba la fila de la parada. de hecho casi no había terminado de hacerle la pregunta que ya me había dicho que sí. Así que le di los $7 y esperé con ella. Mientras el trayecto de ida me había costado $200 por el taxi seguro, este me costaría $7. El trayecto quizás no sería tan seguro pero si suficiente e igual de rápido.

Como ya me esperaba, el trayecto hasta la terminal fue tranquilo y sin ningún problema de seguridad. Aquí aún no había hecho el gran descubrimiento de descargar los mapas de Google Maps en el móvil y poder así utilizar el GPS sin datos móviles, por lo que todavía iba mirando los carteles del bus y preguntando a los pasajeros para saber cuándo bajar. La terminal era una de las paradas más importantes de aquella línea y donde bajaba casi todos, por lo que no fue difícil saber dónde tenía que ir, simplemente tenía que seguir a la gente, como los rebaños de corderos.

Una vez en la terminal compré tacos a una taquería que era ya en la terminal pero todavía en el pasillo que llevaba hasta las salas de espera. En ese momento aún no lo sabía pero aquella sería la primera de muchas compras que haría en esa taquería durante los años siguientes, pues siempre que paso por esta terminal intento comprar unos tacos en la misma taquería. De hecho, suele ser la primera taquería por la que paso cuando llego a México, pues del aeropuerto donde llego normalmente voy a esta terminal, la TAPO.

La seguridad en la TAPO es brutal. En la puerta hay siempre al menos 6 policías fuertemente armados y todos los pasajeros son registrados antes de subir a los autobuses. La terminal siempre es bastante limpia y tiene todos los servicios necesarios para pasar las horas de espera que haga falta. Viajar en bus por México es probablemente la mejor opción. En ciertas ocasiones puede ser preferible ir en avión, pero en la mayoría de casos no compensa, pues en avión el precio es aproximadamente el doble que en bus y tampoco se gana demasiado tiempo, pues entre los desplazamientos a los aeropuertos y las largas esperas en los embarques, hacen que al final el ahorro de tiempo se reduzca mucho, hasta el punto que deja de compensar este ahorro de tiempo para con el precio del billete.

En mi caso, de Ciudad de México a Oaxaca en bus, el trayecto dura unas 8 horas y el precio del billete es de unos $600 dependiendo de la opción elegida, unos 25€, mientras que en avión el trayecto es de una hora y media y tiene un precio de unos $1200, unos 50€. El precio es el doble y el trayecto es más rápida pero hay que tener en cuenta el tiempo para ir al aeropuerto y el tiempo de espera. En Oaxaca hay aeropuerto, pero en mi caso que el trayecto que hago normalmente es de Ciudad de México a Tuxtepec, el aeropuerto más cercano es el de Veracruz, que queda a 3 horas en bus, por lo que en mi caso , la mejor opción es claramente el bus.

El billete del bus se puede comprar en la misma terminal o de forma anticipada por la web, lo que o hago siempre porque además puedes obtener algún descuento, como en este caso, que finalmente el billete baldío salió por unos 20€.

El trayecto duraba unas 8 horas pero en este caso fueron algunas más debido a las movilizaciones que había durante aquellos meses por parte del sector educativo que reivindicaban la abolición de una nueva ley que los afectaba. Muchas carreteras estaban cortadas hasta el punto de que pocos kilómetros antes de llegar a Oaxaca había una cola de varios kilómetros de camiones, pues dejaban pasar coches y autobuses pero los camiones con mercancías no. Aunque nos dejaron pasar perdimos bastante tiempo. Mientras estábamos parados subieron 3 o 4 mochileros que no sé exactamente con qué vehículo iban pero que en cualquier caso parecía que no la habían dejado pasar, por lo que subieron al bus y seguimos hacia Oaxaca.

Los anfitriones de la casa alquilada, la llamada Casa de Matilda, me insistieron en venir a buscar a la terminal de autobuses de Oaxaca. Intenté que no fuera así pero la verdad es que insistieron tanto que no pude decir que no. Yo era su primer inquilino y querían quedar muy bien conmigo haciendo mucho más de lo que les tocaba. El problema fue justamente estos cortes de carretera que hicieron que la llegada fuera con mas de una hora de retraso, tiempo en que el chico de la casa estuvo esperando en la terminal. Además yo no me podía comunicar con ellos por no tener SIM de México ni 4G ni nada. De hecho intenté enviar un SMS con mi SIM de España pero o no se envió o él no lo recibió. En cualquier caso llegaba muy tarde sin poderlo comunicar a los anfitriones.

Finalmente llegamos a Oaxaca con mas de una hora de retraso, tiempo en que el anfitrión, un chico irlandés, estuvo en la terminal esperando.

Lo primero que me llamó la atención de la ciudad de Oaxaca, fue que fuera en una zona tan montañosa. Buena parte de sus barrios se veían ensartados por las montañas que se veían por todos lados. El centro de la ciudad es plano pero en muchos de sus barrios caminar por sus calles es bien difícil. También sorprendía no ver ningún edificio de mas de 3 plantas a pesar de ser la capital de un estado, seguramente debido a que se trata de una zona sísmica donde la gente no quiere vivir en plantas altas. Para el resto se veía una ciudad con mucha personalidad, con edificios coloniales mejor conservados y en medio de una vegetación exuberante que se colaba por todos los rincones de la ciudad. Fue una primera impresión muy buena.

La anfitriona, Ángela, con quien yo había mantenido el contacto durante la reserva, me dijo que reconocería a su marido fácilmente, pues era irlandés y por tanto la única persona rubia de todo Oaxaca. Y efectivamente, cuando lo vi no dudé de que era él, pues era bien alto y rubio. Se decía Mark y hacía 8 años que vivía en México por lo que hablaba un español con acento mexicano casi perfecto.

El día antes insistí porque no me vinieran a buscar pero la verdad es que me fue muy bien, pues con transporte público habría sido complicado y el taxi caro teniendo en cuenta los precios de México, así que me hicieron un buen favor. En menos de 10 minutos llegamos a la casa y la verdad es que superó mis expectativas aunque habían visto previamente las fotos.

El barrio era el mejor de la ciudad con casas unifamiliares con jardín y muy pocos coches, pues no era un barrio de paso sino que sólo iba la gente que vivía. En Mark me enseñó toda la casa que tenía incluso consola, TV por cable 3 habitaciones y una cocina con todo lo que se podía necesitar. En el salón había 3 portales completamente de vidrio que permitían una vista increíble del patio que rodeaba toda la casa. Además dejaron un escrito de bienvenida en una pizarra del salón y alimentos básicos como leche, café o fruta. Fue de lejos mi mejor llegada a un alojamiento.

Eran las 19h aproximadamente cuando Mark marchaba y yo iba a buscar alguna tienda donde comprar algo para cenar. En Mark me dijo un par de lugares y fui lo que me quedaba más cerca aunque ya me dijo que era una tienda muy pequeña, lo que allí llaman unos abarrotes. Así que fui a buscar esta tienda donde compré pasta, atún, pan y poca cosa mas pues realmente tenían poco y sólo necesitaba cena para esa noche.

Los pesos que tenía en ese momento los había cambiado a la terminal de autobuses TAPO de Ciudad de México desde donde había salido para venir a Oaxaca. El tipo de cambio aplicado allí era realmente bueno, de hecho era prácticamente el mismo que el tipo de cambio oficial. El resto de pesos que utilizaría durante el viaje los pensaba obtener a partir de la web azimut que en aquel momento era muy nueva pero ya funcionaba realmente bien y era la más económica de todas las existentes en ese momento. Con azimut sólo debía indicar una cuenta corriente mi de donde sacar el dinero y un lugar de los que ellos ofrecían, que eran muchos, donde ir a buscar el dinero ya convertidos a pesos y en efectivo. El tipo de cambio aplicado era casi el oficial y la comisión normal muy baja, de unos 2€. Todas las comisiones cobradas no representaban ni el 1% del importe cambiado y enviado, mientras que con otros como Western Union u otros bancos tradicionales la comisión era entre el 5 y el 8%.

Pero eso lo haría cuando llegara a Tuxtepec, mientras tanto había cambiado unos 40€ que ya me durarían una semana.

Así pues volví a la casa, dejé la comida y salí a dar una vuelta con la intención de reconocer un poco la zona, buscar la otra tienda y ver por donde pasaba lo que allí llaman el urbano, que es un minibús medio destartalado que por menos de 0,30€ llegaba hasta el centro de Oaxaca.

Pero entre que aún no sabía de la posibilidad de descargar los mapas de Google Maps y poderlos utilizar sin conexión y por tanto el GPS mientras iba por la calle, y que además ya se estaba haciendo de noche sumado a que no me conocía la zona ya que todas las calles eran bastante iguales, no tardé demasiado en perderme, y eso que yo tengo muy buena orientación y iba memorizando por donde iba el fin de poder volver atrás en cualquier momento. Pero llegó un momento en que dos calles ya me parecieron iguales, fui por lo que no era ya partir de ahí ya fue un lío que se iba haciendo cada vez más grande hasta quedarme completamente perdido.

Por suerte la zona quedaba delimitada por la calle que iba hasta el centro y que sabía que más allá no estaba la casa, y una zona medio boscosa que ya se veía que se salía del barrio, por tanto cuando llegaba a cualquiera de estos dos puntos volvía atrás y buscaba otro camino. Entre esto y la ayuda de algún habitante de la zona, al cabo de más de media hora encontré la calle. Ya era negro noche y ya me empezaba a preocupar, pues cada minuto que pasaba se hacía más difícil de encontrar el camino para haber menos gente por la calle y estar todo mucho más oscuro. La iluminación artificial era escasa y ni siquiera sabía qué referencias dar a quien preguntaba para que me pudieran orientar un poco. Estas son de esas cosas que ya ni pensamos cuando utilizamos el GPS pero que realmente nos facilitan mucho la vida, pues ahora con un móvil y el GPS ya ni siquiera considero la opción de poder hacerme perder.

Esto de descargar los mapas de Google Maps para poder utilizarlos sin conexión y utilizar así el GPS en cualquier momento, era algo que ya se podía hacer en ese momento pero que yo aún no sabía. Lo pensé unos días después cuando ya estaba a Tuxtepec y después de venirme a la cabeza que los famosos TomTom por los coches podían ubicarnos sin ningún tipo de conexión a Internet, lo que me encendió la bombilla y que después de buscar por Internet vi que efectivamente con Google Maps esto ya se podía hacer, tan sólo descargando antes los mapas necesarios.

Al llegar ya cené lo que había comprado haciendo uso de aquella cocina tanto completa y disfrutando de aquella casa con todas las comodidades. Fue una cena sencilla pero en ese momento era el único que podía comer. De todos modos había sido un día largo y estaba bastante cansado, por lo que no tardé demasiado en acostarse en uno de esos camas tanto cómodas.

Lo que no me esperaba era el frío que hacía por la noche, pues la temperatura bajaba mucho respeto la temperatura diurna. Si durante el día teníamos que ir en manga corta, ahora tenía que tapar con mantas del frío que hacía.

En cualquier caso ya estaba en la tercera de las 4 ciudades que visitaría en este viaje y en un casa de ensueño en el barrio mas exclusivo de Oaxaca y con la mejor recibida que nunca había tenido ni tendría. El viaje seguía y todo salía a la perfección dejando claro una vez mas que aquellas preocupaciones que hacer un viaje largo y solo no tenían ningún sentido. Llegaba a todas partes y era perfectamente capaz de espabilarme yo solo en cualquier situación.

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