Aún con el jet lag, me desperté sobre las 2 de la noche después de haber dormido 8 horas desde las 6 de la tarde del día anterior. Me despertaba por primera vez en Asia en la azotea de un hotel en medio de Bangkok, donde el calor era insoportable y pese a ser las dos de la noche, estaba sudando como un cerdo, pues sólo había un ventilador en el techo que no era suficiente, de hecho el aire que me llegaba era caliente. Por`como ya he dicho en el post anterior, si escogí este hotel fue para estar a 2 minutos andando de la calle mas famosa de Bangkok, el Khaosan Road.
Aproveché que todavía era de madrugada y que tenía un buen escritorio y el portátil, para preparar itinerarios y lugares a visitar. Los sitios que quería visitar ya los sabía pero no tenía un planning por cada día, evidentemente, pues eran 3 meses de viaje, por lo que hice el planning para ese día para aprovechar el tiempo al máximo visitante cosas que estuvieran en cerca unas de otras.
Todo junto mientras me tomaba un buen café con leche, bien caliente y en una buena taza. La taza plegable y el calentador portátil fueron sin duda los mejores fichajes de ese viaje. De hecho, ya no podía entender cómo el año anterior estuve 3 meses por América sin la taza ni el calentador.
Hacia las 3 ya tenía el planning hecho que sería ir andando a menos de un kilómetro del hotel donde se encontraban los edificios oficiales más importantes, como el Palacio Real, el Ministerio de Defensa, la Corte Suprema y algunos de los templos más impresionantes. Todo esto me quedaba a menos de 10 minutos andando del hotel en una ciudad gigantesca, para hacerse una idea de la buena ubicación del hotel. Estas eran solo algunas de las cosas que quería ver en Bangkok.
Una vez decidido el plan del día, miré correos, escribir este diario y anotar los gastos en el archivo Excel que utilizo para controla absolutamente todo lo relacionado con la contabilidad del viaje, pues el archivo tiene ya tantas funciones VB que me permite analizar casi cualquier aspecto del viaje, incluso qué banco me ha aplicado de media un tipo de cambio más favorable o cuándo he cambiado y me queda en cada divisa.
Hacia las 6, cuando ya era una hora aceptable, fui a ducharme. Seguía sin necesitar agua caliente pues hacía el mismo calor que a las 12 del mediodía. Me preparé otro café mientras deshacía un poco la maleta y me cambiaba y sobre las 7 de la mañana ya salí del hotel con la intención de visitar el centro de Bangkok. Apenas empezaba el día pero yo llevaba 5 horas despierto.
Lo primero que hice, debido a que ya llevaba más de 12 horas sin comida y 5 despierto, fue joderme un plato de arroz con carne en un lugar ambulante casi frente al hotel, en el cruce entre la calle peatonal del hotel y la calle importante. En las menos de 24 horas que llevaba en Tailandia, ya había sufrido (o disfrutado) de unos en cuanto choques culturales, y ahora tocaba otro. Yo pensaba que me costaría encontrar algún sitio para comer algo contundente a estas horas, pero la sorpresa fue que a pesar de ser las 7 de la mañana, todos los restaurantes y lugares ambulantes de comida estaban abiertos y llenos de gente metiéndose platos de arroz con carne. De hecho si pedí ese plato fue porque ese lugar había 3 personas más comiendo lo mismo. Una de las reglas del viajero es, mira qué hacen los locales y haz lo mismo, así que simplemente señalé el plato de uno de los clientes y la vendedora me puso uno. La mujer no hablaba inglés, pero los tailandeses quieren hacerse entender, por lo que no hubo ningún problema para pedir y pagar. Qué diferencia con los americanos supuestamente no te entienden ni cuándo les hablas inglés.
El plato me entró de puta madre aunque el picante y el calor hizo que ya empezara a sudar antes de ni siquiera iniciar la excursión. El tema del picante era algo que apenas empezaba a saber. Todos sabemos, y yo mas, que en México todo lo comen picando, pero en Tailandia, al menos yo, no tenía ni idea. Pues resulta que si no dices nada, cualquier plato pica más que cualquier plato mexicano. Es totalmente exagerado.
Y allí estaba yo, sentado en esa mesa de plástico en medio de la acera acompañado de 2 locales mas que me miraban con curiosidad a la vez que con complicidad. Supongo que occidentales verán unos cuantos, pero que se sienten con ellos en un lugar ambulante ya será más extraño. Uno incluso me decía algo en tailandés a pesar de saber que yo tailandés no tenía ni idea, pues hacía más gestos que hablaba, y era algo sobre lo bueno del plato o el calor insoportable. Yo simplemente hacía que si con la cabeza y él hacía un gesto de aprobación. Quedaba claro que quien quiere hacerse entender, puede, y los tailandeses querían todos. También quedaba clara la alegría y optimismo de esa gente que a las 7 de la mañana ya estaban todos con una sonrisa en la cara.
Algo tan trivial como desayuno en un sitio cualquiera, había pasado a ser el mejor lugar donde podía estar en ese momento, disfrutando de un buen desayuno con compañía de tailandeses que me agradecían con la mirada de que quisiera desayunar allí con ellos y no en los típicos restaurantes por guiris.
Al terminar me despedí de la mujer y los comensales de la misma manera que ellos, pues ya llevaba casi un día allí. Uní las manos como si rezase y bajé la cabeza a la vez que ellos. Ya fliparon del todo.
Los lugares que quería ver estaban cerca del hotel y de donde me dejó el bus cuando llegué del aeropuerto, por lo que ya empezaba a conocerme la zona. Sorprendía un poco las grandes desigualdades económicas que se veían en tan pocos metros de distancia, pues tan sólo una calle separaba una manzana media en ruinas del Palacio Real o el Ministerio de Defensa, que eran edificios rodeados de magníficos prados, paredes impecables, espacios abiertos y una limpieza absoluta.
Primero vi el Templo del Buda Esmeralda, un recinto enorme que tardé casi 10 minutos para ir de una punta a otra. Era el primer templo que veía de tan cerca y me dejó perplejo. Me imaginaba que los templos budistas serían como iglesias en cuanto a la superficie, pero no, son como grandes complejos de edificios que parecen las viviendas de los monjes junto a los edificios religiosos típicos budistas e incluso escuelas, aparte del budas por por todas partes. Además están muy limpios, exageradamente limpios y parecen siempre recién pintados. Entre otras cosas será porque nadie se atreve a pintar o colgar nada, ya sea por respeto religioso o por miedo a la policía, que no sé si ponen multas pero supongo que sí.
Eso si, la mayoría de templos son de uso público, es decir, te puedes pasear por dentro sin ningún problema, por lo que si quieres, puedes incluso pasar un rato con los monjes. De hecho, quienes saben inglés, están encantados de hablar con los turistas, y no de religión como ocurriría con la iglesia católica, sino que normalmente se interesan por la cultura del extranjero. Por lo que pude ver, los monjes budistas tienen una mente muy abierta y una total tolerancia por las demás religiones.
Allí mismo estaba el Gran Palau, otro recinto enorme presidido como casi todos los edificios por el retrato del recién nombrado monarca e hijo del anterior Rey de Tailandia. Su retrato no sólo estaba en todos los edificios oficiales, sino en estaciones de tren, escuelas, en medio de la calle o incluso en casas particulares. La población tiene una gran admiración por su monarquía y de hecho es algo que el turista debe tener en cuenta, pues más vale no bromear sobre la familia real.
La familia Real ya no vive en este Palau pero sí que se puede visitar y sigue siendo una de sus residencias. Los jardines son enormes y muy cuidados. Lo primero que pensé fue: «Qué derroche de dinero para mantener todo esto para que nadie viva».
Toda esta zona no sólo sorprendía por lo bonito y bien cuidado que estaba todo, sino por el poco tráfico que había. Prácticamente sólo había edificios oficiales y templos por lo que poca gente pasaba por allí con el coche, por lo que el contraste con las manzanas a pocas decenas de metros era aún más impactante. Parecían dos mundos distintos separados por una calle.
También en la misma zona y casi junto al Gran Palacio, se encuentra el edificio del Ministerio de Defensa, por lo que la zona está llena de militares del famoso ejercido tailandés conocido por provocar golpes de estado cuando el gobierno de turno es corrupto . Así pues, caminar por esa calle era cruzarte con más militares que civiles. Además, tanto el Palau como el Ministerio de Defensa están rodeados por un río por donde también patrullan barcas con 6 o 7 militares. Eso sí, la población tiene una admiración enorme por su ejercito, pues han demostrado más de una vez que protegen a la población de quien haga falta.
Seguí caminando pasando toda aquella zona hasta llegar a un 7-elevan donde compré dos botellas de agua grandes por primera vez de las muchas que compraría. Aguas porque toda el agua para beber debe ser embotellada, y en un 7-elevan porque en Tailandia hay uno en cada esquina (en algunas calles es literal). Al menos costaban unos 0,30€ aunque por lo que leí a los tailandeses la compran a unas fuentes mucho más barata, aunque yo no las llegué a encontrar, así que estuve comprando botellas las 3 semanas. Por cierto, allí mismo casi me terminé una de las botellas de la cantidad de sudor que ya había perdido en la escasa hora y media que llevaba andando.
Hasta entonces había ido hacia el sur siguiendo el río. Para no alejarme mas, decidí girar hacia el este para dar la vuelta en dirección al hotel pero por otro camino. En ese momento ya no tenía un rumbo fijo sino que iría caminando por las calles que viera más auténticos y ver bien la vida real de los locales. Los templos y otros edificios oficiales deben verse, pero es más interesante ver un típico barrio popular.
Sólo girar enseguida salí de aquella zona tan limpia y arreglada para pasar a un mercado ya más típico de Bangkok, con calles sucias, pestilentes, llenas de ratas y edificios ruinosos, esto ya era más auténtico ya tan sólo 50 metros del Gran Palau, de hecho todavía podía verse. Paseé un rato por esa zona mirando las tiendecitas y alucinando con algo que ya había leído por Internet, que era todo el tema del cableado eléctrico, pues es un auténtico caos. Hay un montón de nudos y parece que todo tenga que explotar en cualquier momento. Y teniendo en cuenta que son cables de alta tensión, pues da un poco de mal rollo. Por cierto, que un chico me miraba me cara de no entender nada al verme tomar una foto en todo aquel follón de cables.
No llevaba ni 24 horas en Bangkok por lo que aún no conocía tanto la ciudad como para saber si estaba suficientemente seguro por dónde iba. Sin duda que aquella zona no inspiraba demasiada confianza, pero todo lo que había leído era que Tailandia, incluido Bangkok, era un sitio bastante seguro. basta con vigilar con los estafadores, pero que los asaltos son muy raros. Yo tenía esto presente pero evidentemente mi prioridad es siempre la seguridad, por lo que en esa zona extremé las precauciones escondiendo un poco el móvil y mirando un poco de reojo. El tema es que alguna de esas calles daba verdadero miedo, suerte que era de día.
Las primeras calles eran bastante solitarias pero yo alucinaba con los edificios. Eran todos tan viejos y con un estilo que rápidamente te transportaba a cualquiera de las pelis que hayas podido ver ambientadas en Bangkok. La sensación de ver en persona cosas que tantas veces has visto en imágenes es muy gratificante y, al menos a mí, no me deja parar de mirarlo absolutamente todo. Pero ahora no sólo eran las imágenes sino también los olores de especias, comida, basura, etc.
Al cabo de unos metros llegué a unas calles donde había un mercado y por tanto mucha más gente. El tema de los mercados en Tailandia también merecería un artículo aparte, pues parece que sea algo cultural. Hay por todas partes y todos los días y se puede encontrar de todo. Algo que también sorprende es ver la cantidad de gente mayor que trabaja en estos lugares ambulante, hombres y mujeres de más de 70 arrastrando aquellas carretillas que les hacen de parada.
No llevaba 10 minutos caminando en dirección contraria al Gran Palau pero ya parecía que hubiera entrado en otra ciudad. Aquellas calles estrechas ya no permitían ver más allá por lo que ya mirara donde mirara sólo veía edificios en ruinas y calles sucias y mal asfaltadas. Quedaba claro a qué zonas se destinaban más recursos.
Apenas llevaba una hora y media fuera del hotel y ya me estaba matando el calor, ya me había bebido toda una botella de agua de 1,5L y no paraba de sudar. Aún siendo las 9 de la mañana, ya hacía rato que estábamos a 35ºC y con una humedad altísima. Decidí volver al hotel al menos a mojarme un poco y descansar un momento, así que volví a girar un poco, ahora hacia el norte en dirección y por la parte de atrás del Gran Palacio y el Ministerio de Defensa que antes había visto por delante, así caminaría de vuelta por calles aún no vistas.
Por el camino encontré un templo abierto y entré. No era tan grande como el Templo del Buda Esmeralda, pues aquél es enorme, pero en ese momento ya lo prefería, pues se veía como más familiar y sobre todo, sin ningún turista. Aún no había entrado en ninguno por lo que no tenía ni idea de cómo estaban por dentro. Parece ser un recinto con casas para los monjes y los edificios religiosos. De hecho parece como un pueblo en pequeño con jardines e incluso calles y todo ello rodeado por una valla.
Dentro había un señor sentado que no sabía bien qué hacía, tampoco parecía monje, más bien parecía un trabajador o alguien que vigilaba. En cualquier caso no decía nada por lo que seguí caminando por las callejuelas y por en medio de los jardines haciendo fotos en los diferentes edificios, todos bien conservados y limpios. Con el paso de los días ya me acostumbraría, pero ahora se me hacía incluso extraño está en medio de plantas y pájaros cantando sin oír otro ruido mientras a pocos metros estaban las calles de una de las ciudades con el tráfico mas loco del mundo. Estos templos eran como espacios de paz y tranquilidad en medio de Bangkok. Paseé unos 10 minutos y salí para ir directo al hotel porque realmente ya no aguantaba más el calor.
Aquel pedazo hasta el hotel ya casi que me lo conocía. Lo que costaba más de memorizar, eran todas las calles peatonales que había justo alrededor del hotel. El hotel estaba justo en una pequeña zona de dos o tres manzanas en la que todas las calles eran peatonales, con tiendas ambulante, restaurantes, discotecas, gente venden escorpiones, etc. Estaba realmente bien porque podía salir del hotel y pasear por calles sin tráfico pero con un montón de gente y animación y sólo andando 5 minutos ya llegaba a Khaosan Road o al centro de Bangkok. De hecho era bastante impactante el contraste que había entre aquellas calles peatonales y el que había a pocas decenas de metros. Parecía que salieras de un pequeño pueblo encabecido en medio del centro de Bangkok.
Mirando Google Maps parecía que podía ganar unos minutos si iba por unas callejuelas distintas a las de la ida. Maps no podía calcularme la ruta porque no tenía conexión a Internet pero al menos si que me ubicaba y podía ir siguiendo el camino, aunque se veía bastante complicado, como finalmente resultó. En cualquier caso eran unas callejuelas alrededor del hotel, de hecho en uno de ellos estaba el hotel, por lo que tarde o temprano debería atreverme a entrar.
Pero no hacía ni 2 minutos que entraba en esa zona, que ya me estaba liando. El problema era que el GPS, no sé si por la zona o por la cantidad de gente que había, tardaba mucho en reaccionar, por lo que me acababa pasando la calle por la que tenía que girar. Además algunas de las callejuelas no tenían la salida esperada, cortadas algunas por obras. Incluso, en un momento determinado, me dio la sensación de que estaba pasando por una calle por la que ya había pasado dos veces, es decir, estaba dando vueltas una y otra vez por las mismas calles. Y tan iguales sueño, que en dos ocasiones estaba completamente seguro de que ya estaba en la calle del hotel, cuando evidentemente no lo era.
Yo iba mirando Google Maps, iba girando por aquí y por allá, incluso preguntando a los locales por el hotel, volviendo atrás, girando por otra calle, saltar una obra, etc. Así estuve 20 minutos dando vueltas por 4 calles buscando un hotel que tenía a pocos metros, pero que era imposible de encontrar. Nunca me había ocurrido algo similar.
Finalmente, después de andar por una calle de menos de un metro de ancho, acabé saliendo a la avenida importante que hay cerca del hotel y que fue por donde llegué andando el primer día. Ahora pretendía llegar por las calles que daban a la parte de atrás pero acabé llegando por el mismo sitio que el día anterior. Bien, al menos llegué porque ya empezaba a desesperarme.
Llegué al hotel a las 9:30h. Sí, no eran ni las 10 de la mañana y ya había visto un montón de cosas del centro de Bangkok, un mercadillo y un templo. Me tumbé en la cama directamente y me quedé clapadísimo aún con el sueño acumulado del viaje y por haberme levantado hacía 8 horas. Evidentemente esto era algo que quería evitar, pues es lo mejor que se puede hacer para alargar un jet lag durante días, pero de todos modos tampoco me veía capaz en ese momento de salir a dar demasiadas vueltas mas por el calor y la proximidad con la peor hora, las 12 del mediodía.
Tenía la esperanza de no dormir demasiado y hacer como una simple pequeña siesta, pero nada, a pesar del calor, la luz y el ruido de fuera, me desperté a las 16:30h.
A pesar de haber perdido 8 horas del día, la verdad es que este horario me fue muy bien, pues me permitió ver el centro a primera hora de la mañana cuando el sol picaba algo menos pero ya con todos los locales por la calle, y ahora por la tarde-noche podría volver a salir con el sol ya escondiéndose para ver algo más con todavía luz solar y después dar una vuelta ya de noche. Así que me duché, me tomé un café y decidía a dónde iba.
Puesto que todavía era de día pero en 1 hora se haría de noche, decidí ir primero al Golden Mount Temple, un templo que aparte de impresionante es muy elevado y ofrece unas vistas de 360ª a todo Bangkok. Quería llegar de día pero lo suficientemente tarde como para estar de noche y ver las vistas de Bangkok ya de noche, por lo que ir hacia las 17:30h era perfecto. Y ya de noche iría hacia la zona con más fiesta de Bangkok, la avenida Roma y la famosa zona roja.
Así que hacia las 17:30h salí del hotel y fui caminando hasta el templo que lo tenía a unos 45 minutos, lo suficientemente cerca como para ir andando y así ir viendo Bangkok, pues caminando es cuanto mejor se ven las ciudades. Iría hacia el este por la avenida Rama VIII, que en ese momento era la primera vez que la veía pero que acabaría caminando allí varias veces en los siguientes días por ser una de las avenidas más cercanas al hotel y que cruzaban casi toda la ciudad. Pero antes tocaría volver a pasar por las callejuelas que ahora ya me conocía y por el famoso Khao San Road, famoso por salir a la película de La Playa, una calle donde se junta todo y para lo que ya había pasado 3 o 4 veces en menos de 2 días.
Como ya es conocido, el tráfico de Bangkok es bastante caótico. Parece que no importa demasiado cruzar la calle con el semáforo en verde o en rojo, pues los coches actúan siempre por igual. Hay cruces donde vienen coches de todas partes pero aún así hay un cierto orden en medio del caos. Todo el mundo actúa como si en cualquier momento un peatón o un coche se le puede cruzar por delante, por lo que nadie se queja ni hay tantos accidentes como pudiera parecer.
Hacia las 18:15h llegué al templo que estaba en una calle bastante pequeña teniendo en cuenta la avenida por la que había venido. La parte superior ya hacía rato que la veía, pues es uno de los templos más altos de Bangkok y que además se puede subir casi hasta lo alto. Justo delante de la entrada del templo había un pequeño restaurante, que más que restaurante era el salón de la casa con dos mesas, donde compré una cerveza tailandesa que tomé allí mismo hasta las 18:30h que entré en el templo. Por cierto, la mujer también escribió el precio a la calculadora para que pudiera leerlo, y ya era la segunda vez que me lo hacían, por eso digo que quien se quiere hacer entender, se hace entender.
Aparte de este templo sólo había entrado el de la mañana pero que era mucho más pequeño que éste, por eso al entrar en éste me quedé tan impresionado. Éste si que era como una ciudad, había incluso restaurantes y un mercado con tiendecitas de todo tipo, calles con señales de tráfico, pasos de peatones y algún semáforo y todo. Pero al estar dentro del templo, evidentemente mucho más tranquilo que al otro lado de los muros. De tan grande que era, al principio me perdí por ir mirando por todas partes sin fijarse por dónde iba. No esperaba que eso fuera tan grande hasta que me di cuenta de que ya no sabía ni dónde estaba.
Di una vuelta a todo el recinto y después empecé a subir al templo. Me sorprendió la cantidad de monjes que había por ahí paseando y saludando a los turistas. Muchos se detenían y charlaban un rato. Realmente sorprendía lo abiertos y tolerantes que eran. Las esculturas de buda doradas y otras figuras impresionaban. La que estaba al pie del templo por lo menos media 3 metros y era completamente dorada. Después de subir un montón de escaleras y cada vez más estrechas y complicadas, por fin llegué a lo más alto donde había una especie de terraza cuadrada de unos 15 metros cada lado y completamente abierta a todo Bangkok, presidida por la cúpula dorada que coronaba el templo y que se veía desde muchos puntos de Bangkok, pues además quedaba completamente iluminada.
Aún no eran las 19h por lo que pude ver Bangkok todavía unos minutos con luz solar. De hecho llegué justo cuando quería, a punto de anochecer para poder tener las vistas de día y de noche.
Todo ello era muy auténtico, con monjes por allí, gente tocando las típicas campanillas que hay por estos templos, y que de hecho deben tocarse, pues supuestamente alejan los malos espíritus o algo así, por lo que únicamente se escuchaba la ligera cantinela de estas campanillas en medio de los monjes y turistas dando vueltas a la terraza.
Me sorprendió mucho ver a niños monjes que no deberían tener más de 12 años paseando por todo el recinto. Allí en la terraza había al menos 15, todos muy amables, te hacían fotos, te saludaban y quienes sabían inglés incluso conversaban contigo. Me dio la sensación de que eran muy curiosos, pues se interesaban por cosas de tu país o cultura. De hecho, a diferencia de otras religiones, los monjes poco te hablan de ellos o del budismo, normalmente te hablan de temas de actualidad o de ti para aprender más tu cultura. Es curioso. Yo tenía una imagen muy diferentes, más cerrados, pero todo lo contrario, son gente muy abierta y muy agradecida con los turistas que entran a ver sus templos.
Hacia las 19:15h, ya oscuro, me dediqué a sólo mirar a Bangkok de noche. Era un mirador de puta madre y completamente gratis. Veía a Bangkok por primera vez desde las alturas y sorprende de lo grande que es. Es algo que ya imaginas por la cantidad de habitantes que tiene, pero sólo así te haces la idea de cómo son estas megaciudades, mucho mayores que cualquier ciudad europea.
La sensación de estar en la terraza de un templo budista con monjes pequeños a tu lado, observando a todo Bangkok iluminado y con un silencio absoluto sólo roto por las campanillas del templo, era brutal.
Hacia las 19:30h ya nos pidieron que fuéramos saliendo del templo, supongo que ya se acaba la hora de estar abierto al público. Bajé junto a todos los niños monjes, siempre sonriendo y saludando, es alucinante. Abajo algunos entraban en una sala, otros en otra, parecía como una escuela de monjes en una ciudad de monjes.
Cuando encontré la salida a la calle, que costó, fui hasta la calle Rama I, una artería importante de la ciudad con la intención de llegar a la zona roja de Bangkok, en la calle Soi Cowboy. Aún no estaba cansado por lo que decidí ir andando aunque estaba a unos 7 km, casi 2 horas andando. Al ser el primer día todavía tenía energía para hacer estas caminatas y mas estando en Bangkok, pues dependiendo de la ciudad que fuera, no iría caminando por la calle a esas horas sin saber bien por dónde iba. Aquí no tenía ni idea de cómo sería el camino, pues nunca lo había hecho, pero el tema de la seguridad no me preocupaba, o al menos no me preocupaba hasta el punto de no andar por la calle a ciertas horas. En estos viajes se debe tener mucho sentido común y saber lo que puedes y no puedes hacer. En Bangkok hay muy tima-turistas pero afortunadamente apenas hay robos o violencia.
Estuvo bien porque así vi bien la vida local de Bangkok. El tráfico es terrible tal y como dice todo el mundo. Hay muchos coches, y sobre todo motos, que no paran cuando el semáforo está en rojo. Tú, como peatón, cuando tengas el semáforo en verde, los coches no pararán pero al menos te sortearán, pues al menos tienes preferencia. Da un poco de miedo en los primeros días, después te vas acostumbrando cuando ves que realmente son prudentes dentro de la locura.
La avenida Rama I tiene un montón de tiendas y restaurantes por lo que hay mucho ambiente y es muy entretenido andar. Era la primera noche que caminaba por Bangkok y también la primera vez que veía cómo las ratas salían de sus madrigueras y se paseaban por las aceras. Es bastante impactante, pues durante el día no se ve ninguna pero por la noche puedes ver decenas.
Al cabo de una hora de andar y cuando ya eran las 20:30h, paré en un restaurante ambulante pero que tenía muchas mesas y muchos clientes en la misma calle Rama I. Decidí cenar allí justamente por la cantidad de clientes que tenía, la mayoría locales, pues siempre debe mirarse que el sitio tenga clientes locales. Así que miré la carta, una camarera con un inglés perfecto me preguntó si quería mesa, y viendo los precios y que la chica hablaba un inglés perfecto, pues ya no lo pensé mas y me senté por ahí en medio, donde pude, pues estaba lleno. Pedí una carne muy buena con arroz hecho como lo hacen en Ecuador, estilo basil creo que le llaman, y bastante picante como todo en Tailandia. Realmente estaba muy bueno y se reflejaba en el precio, 60 bates, que aunque no son ni 2€ si que era más caro que en otros sitios. Eso sí, la calidad y la preparación se notaba que era mucho mejor que, por ejemplo, el lugar ambulante en el que había desayunado ese mismo día. Además, que la chica hablara inglés a aquellas alturas ya me suponía una alegría, pues ya me estaba dando cuenta de que en Tailandia son menos los que le hablan que los que no.
Una vez cenada seguí el camino. Conforme avanzaba por la avenida Rama I, ésta era cada vez más impresionante, pues es donde se concentra buena parte de la vida nocturna de Bangkok, lleno de hoteles, discotecas y centros comerciales modernísimos. De hecho uno estaba en medio de un cruce, elevado, entre la calle y las vías del tren que aún quedaban más por encima, era algo muy curioso y que nunca había visto en ninguna parte, ni siquiera nada que se pareciera. De hecho para seguir caminando tenías que subir hasta el primer piso de ese centro comercial ya que era la única manera de cruzar y seguir por la avenida Rama I. Podías cruzar por la calle, pero sin paso de peatones era un suicidio. Algunos locales lo hacían pero es que realmente se tenía que tener mucho morro y poco miedo.
Así que, en la primera planta de ese centro comercial y que era una especie de parque con bancos y música, quedabas justo encima de un cruce enorme con un montón de coches.
Cuando ya llevaba más de una hora caminando por la avenida Rama I, empecé a ver a alguna prostituta típica tailandesa. Todavía estábamos en una zona con mucha gente e incluso familias, pero ahí la prostitución no parecía un tema tan tabú como en España. También parecía una de las zonas más caras de Bangkok, pues se veían restaurantes y discotecas cada vez más modernas y pijas. En aquella zona alguna prostituta sí que se acercaba pero por lo general eran muy contenidas, algo que más tarde cambiaría completamente.
Lo bueno de aquel largo trayecto fue que prácticamente el 90% del camino lo pude hacer por la misma calle, el Rama I, por lo que prácticamente debería recorrerlo todo, unos 6 km.
La zona roja no estaba en Rama I pero prácticamente. Desde el mismo Rama I tenía que girar ya pocos metros ya estaba la zona roja, por lo que está ubicada en un sitio con mucha animación.
Finalmente, hacia las 21:30h llegué al punto donde me marcaba Google Maps pero no veía nada que se pareciera a lo que había visto por Internet sobre la zona roja, hasta que caminando por la calle, pasé por un callejón e inmediatamente fui completamente iluminado por luz roja, giré la cabeza y allí estaba, una calle estrecha, bastante escondida pero llena de neones rojos tal y como había visto por Internet. Fue un buen patapam, aquí lo tienes.
Empecé a caminar por la calle y durante los primeros 10 metros no me pareció tanto como decían, pues sí que se veían bares con chicas guapas invitándote a entrar pero nada del otro mundo, hasta que giré el hacia la derecha y en un palmo mío había al menos 10 chicas con ropa interior o bikini, no sé que era pero era impresionante. Debido a que sin querer casi que ya estaba encima de ellas (había mucha gente y no sabías ni por dónde ir), me retiré a la izquierda y entonces noté que alguien me tocaba, miré a la izquierda y ya estaba encima de otro grupo de 10 chicas con menos ropa aún y que encima ya me estaban cogiendo. No llevaba ni 15 segundos en esa calle y ya no sabía que estaba pasando. Intentaba no tocarlas pero casi que era misión imposible, entre la gente que había y ellas que se acercaban y cogían. Nunca había visto algo similar.
Y así durante 200 metros de calle. Todo estaba lleno de locales con 5 o 10 chicas delante de cada uno casi desnudas y todas agarrándote o en el mejor de los casos invitándote a entrar. Además la calle es muy estrecha y todo son locales de striptease o con prostitutas, por lo que continuamente tienes que ir esquivando y diciendo que no gracias, a menos que si quieras, claro. Nunca pensé que fuera tan exagerado.
Yo fui arriba y abajo de la calle 4 veces para hacer bien la visita ya que el camino fue muy largo y allí ya no volvería más. Una de las chicas que cada vez que pasaba me decía que entrara en su local, en la cuarta vez que me vio pasar me dijo: «Yes yes, you want», ya que antes le decía que no quería, pero pasando tantas veces por delante suyo pues al final quizás sí que hacía pensar que quería entrar.
Vi a unos cuantos hombres, la mayoría jubilados, que se marchaban con una prostituta, por lo que si que es cierto que muchos de los que estábamos allí sólo estábamos en plan turista pero otros muchos iban por la prostitución, pues en cada extremo de la calle había un montón de tuk-tuks preparados y cada pocos minutos uno se marchaba con una prostituta y un cliente.
Hacia las 23h empecé a ir hacia el hotel. Me esperaban dos horas más de caminata pero no tenía ningún miedo a ir por las calles más tétricas de Bangkok a esas horas, pues esta ciudad ya me había demostrado que el único peligro es el tráfico, por lo demás es una de las ciudades más seguras que he visitado. Además, la segunda mitad del trayecto lo haría por calles secundarias para ir por calles no vistas y cortar un poco de camino, por lo que iría por calles mucho menos transitadas que el Rama I.
Por el camino, en la misma avenida Rama I y cuando no llevaba ni 15 minutos andando, me compré un pincho de carne de cerdo que no sé qué salsa llevaba pero estaba buenísimo, como todo lo que había probado hasta entonces. Era sorprendente que esas horas hubiera tantos mercados abiertos. Y no menos sorprendente era que tuvieran la carne tal y como la tenían, de hecho como en todos los mercados, sin ningún tipo de refrigeración y llena de moscas.
En algunos tramos, andar por aquella avenida se hacía realmente incómodo de tanta gente que había. Además, la acera era demasiado pequeña por la cantidad de gente que pasaba y en comparación con el resto de avenida. Consideré ir por otro camino ya casi desde un inicio ya que yendo todo el rato por Rama I hacía más vuelta, pero lo descarté porque mirando Google Maps las calles se veían muy caóticas y debería girar muchas veces . Esta avenida por lo menos me permitía ir casi una hora y media por la misma calle. No merecía la pena arriesgarse demasiado ya el primer día.
El camino se me hizo largo ya que estaba muy cansado y el trayecto era largo además de que estaba caminando por una avenida que ya conocía, por lo que la novedad ya no era tanta. Hacia las 12 de la noche aún seguía por Rama I pero ya lejos de la zona de discotecas por lo que la cantidad de peatones descendía rápidamente hasta que dejé Rama I y ya empecé a andar por las callejuelas más auténticas. Fue interesante poder caminar por estas callejuelas de Bangkok por la noche, algunos completamente solitarios, con ratas, la basura todavía allí en medio y ese ambiente tan típico. De todas formas a las 12:30h de la noche todavía había puestos ambulantes abiertos y mercados, los típicos mercados nocturnos de Bangkok, enormes y llenos de gente.
Cabe decir que en alguna calle si que me preocupé un poco por lo solitarios que estaban y la poca luz que había. Cuando veía a alguien que se acercaba ya tomaba las medidas de seguridad correspondientes poniéndome en estado de alerta. De todas formas, ni aquella noche ni ninguna otra en todo el viaje me pasó nada, ni de lejos.
Hacia las 12:30 ya llegaba a zona conocida, una gran avenida con varios templos y un montón de cuadros del rey. Era una avenida que quedaba cerca de Khao San Road y por tanto por donde pasaría varias veces durante la semana para ir a diferentes lugares o tomar algún bus. Allí ya me conocía el camino por lo que guardé el móvil y fui a Khao San Road que estaba ya a pocos metros.
Allí el ambiente era total, incluso estaba abierto el conocido mercado de ropa. La calle estaba completamente llena de gente, tanto por los bares y locales como en plena calle. De hecho apenas se podía ni andar entre vendedores de todo tipo de cosas, taxistas, locales, sobre todo chicas, y turistas, muchos turistas… Me quedé un rato ya que allí la fiesta era total y la verdad es que costaba marcharse y mas cuando apenas llevaba allí 24 horas. Todos los bares abiertos, la música a toda castaña, los lugares ambulantes vendiendo como nunca y los tuk-tuks como siempre persiguiendo a los turistas. Cruzar esa calle es una odisea aunque sean la 1 de la noche. De hecho había más gente ahora que a las 12 del mediodía.
A pesar de haberlo leído un montón de veces, siempre piensas que puede ser exagerado, pero en ese caso no. Había muchísimas tailandesas con ganas de conocer a turistas. De hecho lo difícil era no conocer a nadie, y más yendo solo. Pero a diferencia de lo que podría parecer y de lo que cree mucha gente, la mayoría, o todas, no querían conocer turistas por dinero o por salir de Tailandia. Las tailandesas son muy felices en Tailandia y ninguna quiere marcharse, de hecho yo tampoco se marcharía. Simplemente es una sociedad muy abierta, sin tantos tabúes y sobre todo Tailandia es un país muy seguro, por lo que el miedo que pueden tener algunas occidentales en su país, las tailandesas no la tienen en Tailandia. No hay peligro de violaciones o robos por lo que conocer a gente o ir al hotel con algún turista es más habitual que en Europa. Pero ya digo, no por dinero, sino porque es más seguro.
Estuve por allí atando, bebiendo y bailando un rato hasta las dos de la noche que fui hacia el hotel. El camino desde Khao San Road, una de las calles con más fiesta de Bangkok, hasta el hotel, era todo por calles peatonales, por lo que me iba perfecto que el hotel fuera en aquella zona. Además aquellas calles peatonales estaban más animadas a esta hora que durante el día, pues ahora aparte de los vendedores que ya había de día, también estaban abiertos todos los locales nocturnos y todo estaba lleno de turistas. Aún no podía creerme la suerte que había tenido de reservar aquel hotel.
Al llegar al hotel fui directamente a dormir con las piernas hechas polvo. El jet lag me había hecho tener un horario extraño pero aún así aproveché muchísimo el día. De hecho me daba la sensación de que llevaba ya dos días en Bangkok cuando realmente llevaba poco más de uno.