Me desperté sobre las 6:30h, supongo que como cada día en Koh Samui debido al ruido, sobre todo lo que ya hacían en el restaurante del hotel que tenía a pocos metros. Normalmente empezaban a las 8 de la mañana, pero ese día, quizá por ser el sábado, empezaron bastante antes. Y de hecho mejor, porque diría que cuando el restaurante estaba cerrado no había Internet en las habitaciones, supongo que porque el router lo tenían en el restaurante y por la noche lo pagaban todo. De hecho, los otros días hasta las 8h no había Internet. Así que me fue bien para confirmar y acabar de mirar todo el trayecto que tenía ese día y que se alargaría unas 36 horas hasta llegar a George Town, Malasia, en taxis, ferrys, trenes y buses. De todo algo. De hecho iría de isla a isla pero en países diferentes, pues George Town está en la isla de Penang, en el noroeste de Malasia.

Ese mismo día comenzaba un trayecto por mar y tierra que duraría hasta el día siguiente para ir desde Tailandia a Malasia, pasando el control de inmigración en una estación de tren de la frontera. De hecho, la ciudad de Padang Besar está dividía entre ambos países, quedando la estación de tren y el control de inmigración en medio de la ciudad.

Durante la preparación del viaje y el día anterior había reservado todo lo que se podía reservar en cuanto a los transportes que debería coger ese día, pero todavía quedaban algunos tramos donde no tenía reserva debido a que seguramente debería hacerlos en taxi col colectivo. El orden era el siguiente: 1- Taxi colectivo, 2- Ferri, 3- Bus, 4- Taxi Colectivo, 5- Tren, 6- Otro tren ya de Malasia y 7- Ferri. De los 7 transportes tenía reservados los 2, 3 y 5, el resto no se podían reservar previamente a no ser que la propia compañía de ferry lo hubiera permitido, que no fue el caso. Así que ese día tocaba un trayecto largo e incierto. El misterio se resolvería al día siguiente por la tarde cuando supuestamente debería haber llegado al hotel de George Town en Malasia.

Lo primero sería aclararse con los taxis colectivos o Songthaews como los llaman allí. Según había leído éstos van dando vueltas por la periferia de la isla siempre haciendo el mismo recorrido y van cogiendo pasajeros conforme éstos les paran. Según tenía entendido, paran en lugares concretos, pero cogen a gente en cualquier punto a lo largo de todo el recorrido. Así que tenía pensado esperar en la calle principal de Chaweng que estaba justo en frente del hotel al que pasara uno de esos taxis colectivos.

Así que empecé con el café ya guardar en el móvil algunas indicaciones y artículos de blogs que podrían ayudarme durante el trayecto, sobre todo de las rutas de los alrededores en Malasia, pues con la tontería debería recorrer unos 200 kilómetros en un tren ya dentro de Malasia. Además hice una última revisión de todo lo que había mirado el día anterior y alguna web más por si me enteraba de algo nuevo aunque más o menos ya sabía y tenía todo lo que podía saber y tener en ese momento . Hay que tener en cuenta que no son trayectos demasiado comunes por lo que la información disponible no es tan abundante como en otros casos.

A las 10 de la mañana ya me duché y acabé de recogerlo todo, esta vez con tiempo y no como en Koh Phangan donde tuve que salir corriendo sin revisar casi nada. De hecho ahora correr era lo último que quería debido al largo trayecto que tenía por delante. Hasta al cabo de casi 2 días no volvería a pisar un hotel por lo que no era necesario correr para irse de éste. El ferry salía de la isla a las 18 horas en cuanto tenía tiempo de apurar hasta la hora de check-out.

Y a las 11h dejaba la habitación y bajaba hacia el restaurante a realizar el check-out. Allí ya hacía la primera pregunta al chico del hotel de las muchas que haría ese día, dónde tomar el Songthaew hacia Na Thon, es decir, dónde podía coger el taxi colectivo que hace de bus y que me llevara hasta en el puerto donde tenía reservado el ferry. Songthaew es el nombre tailandés por estos taxis colectivos que en zonas menos pobladas hacen de buses de línea. El chico me dijo que paraban a unos 100 metros del hotel y hasta el puerto costaba 100 bats. Por Internet había leído que eran 70, pero supongo que era un artículo antiguo. En cualquier caso era menos que lo que me había costado el taxi al venir, 150 bats, y eso que ahora iba a un puerto más lejano. El lugar donde paraba estaba en una esquina de la calle principal ya que allí se desviaban hacia una carretera interior para cortar camino. Por tanto, suerte que le pregunté de entrada porque sino me habría quedado esperando allí delante del hotel, pues por Internet había leído que paraban en cualquier sitio cuando alguien se lo pedía.

Ya con esta información imprescindible, me despedí del chico y del resto de trabajadoras del hotel y fui hacia la esquina que me había indicado. Los taxistas que me veían pasar me iban indicando hacia dónde ir, pues no había ningún cartel donde indicara exactamente dónde paraban los taxis colectivos, y no sé por qué, pero muchos taxistas que me veían pasar deducían que estaba buscando la parada de los Songtaewhs. Aunque los taxistas tailandeses son muy pesados y estafadores, cabe decir que también les gusta ayudar cuando te ven perdido. En el fondo, no dejan de ser tailandeses.

Ya en la esquina pasó un taxi colectivo en 2 minutos. Seguí todas las recomendaciones que había leído para que no me timaran. que era de entrada, no preguntar el precio, sino pagar al descender el importe exacto sin decir nada. Así que subí y fui solo durante al menos la mitad del trayecto hasta que subieron una pareja de mochileros cuando hacía ya 15 minutos que habíamos salido de Chaweng.

El chico me preguntó cuándo me costaría a mí, supongo que para hacerse una idea de lo que les costaría a ellos. Le respondí que 100 bats pero creo que se pensó que le había preguntado al taxista, algo que nunca debe hacerse. Me lo preguntaron en un inglés bastante bueno por lo que en un principio no supe de dónde estaban, pero durante el trayecto y cuando ya hablaron entre ellos, escuché que eran españoles, por lo que estuvimos charlando un rato , la que nos permitió el trayecto hasta el puerto. Les dije que yo me había informado antes de los precios de aquellos taxis colectivos y que ellos deberían haber hecho lo mismo, pues ahora le preguntarían el precio al taxista ya que en principio deberían ser menos de 100 bats pero a ver qué precio les diría el taxista.

No subió nadie más en todo el trayecto, por lo que fue 3 españoles los únicos que recogió y llevó hasta Na Thon.

Al cabo de unos 30 minutos de salir de Chaweng llegamos al puerto de Na Thon y llegaba el momento de la verdad. Bajé el primero y fui directamente al taxista con los 100 bats en la mano, le di y me aparté como si ya me marchara pero pendiente de si me decía algo. El taxista se quedó mirando el billete de 100 bats e incluso miró si había alguno más de por medio. Se quedó con una cara que lo decía todo, probablemente pensando algo como «el guiri éste no se tonto ni parece que se le pueda estafar», a la vez que se le notaba la rabia que tenía por no haber podido timar a un turista . Pero como decían las recomendaciones que había leído, el taxista no dijo nada, de hecho no podía, pues esa era la tarifa oficial. Resignado se guardó el billete y no me dijo ni adiós quedando a la espera de la pareja.

El chico fue hacia el taxista y le preguntó cuánto era, supongo que con la esperanza de que le dijera menos de 100 bates cada uno, pues habían hecho la mitad de trayecto que yo, pero el taxista que ya se lo veía bastante mosqueado, le dijo que eran 100 bats cada uno. El chico replicó, como era normal y el taxista incluso se puso medio agresivo repitiendo 100, 100 varias veces, debería estar más que cabreado de haber hecho todo ese camino sólo por 3 turistas de los que uno no pudo timar nada ya los otros dos sólo a medias. Estuve a punto de decirle al chico que acudiera a preguntar a una comisaría de policía turística, pues estas cosas dan mucha rabia porque son precios oficiales. Pero evidentemente no quise implicarme y mas cuando a mí no había podido estafarme.

Entonces, nos despedimos, yo fui hacia el muelle de Seatran, la compañía del ferry, y ellos parecía que iban a buscar un restaurante, pues ya empezaba a ser hora de comer. Y así dejaba el primero de los 7 transportes que debería tomar para completar todo el trayecto hasta George Town. Éste era uno de los más inciertos de los 7, tanto para encontrar el taxi o lo que fuera que me llevara como por el precio, y ambas cosas habían ido como se esperaba y en tiempo récord. De hecho apenas eran las 12:30h y el ferry salía a las 18h, por lo que me sobraba mucho tiempo.

Fui hasta la oficina para confirmar el sitio, que el ticket era válido y para preguntar si una vez en el centro de Surat Thani, donde me dejaría un autocar de la propia compañía, podría ir hasta la estación de tren, bien de hecho quería saber si ellos mismos ofrecían ese servicio. Otras compañías si lo hacían, por lo que no era tan raro.

En la oficina me dijeron que sí podía ir hasta la estación de tren. Yo entendí que ellos mismos tenían servicio de transfer, aunque la verdad que no le entendía demasiado a la mujer ya que hablaba un inglés algo chungo. De hecho, parecía más que ella no me entendió a mí y simplemente entendió si desde allí se podía ir hasta la estación. En cualquier caso el resto estaba bien y ya sabía dónde debía embarcar, así que fui hacia la zona habitada de aquel pueblo a buscar lo siempre útil, y casi imprescindible, 7-eleven. Ahora que ya conocía los platos combinados que tenían y el microondas que podías utilizar, iba con toda la intención de comer allí mismo, pues para acabar de redondearlo, en todos siempre he visto sillas para sentarme y comer.

Estuve unos 20 minutos andando bajo el sol y arrastrando la maleta antes de encontrar uno, tiempo más que suficiente para empezar a sudar. Finalmente encontré uno en la calle de encima del paseo marítimo y que iba paralelo a la playa. Era una calle muy animada, de hecho parecía la calle principal de ese pueblo.

Primero de todo me tomé una cerveza del mismo 7-eleven sentado en el banco de fuera mientras escribía el diario que debido a toda la preparación de este trayecto lo tenía un poco retrasado. Nada mejor contra el calor que una cerveza bien fría contemplando una calle que nunca has visto de una ciudad donde habías estado nunca. Simplemente miras la calle, la gente y los comercios y disfrutas un rato admirando la vida quotidiana de la gente y del choque cultural que puedes ver están simplemente sentado.

Después de la cerveza y descansar un poco, compré agua y un plato preparado de arroz con huevo y cerdo. Estos platos preparados los descubrí hacía un par de días cuando compré un bocadillo y me preguntaron si quería que me lo calentaran. Así que ahora pedí un plato más completo que me calentaron allí mismo y me comí en los bancos que tienen habilidades, tanto dentro como fuera. La verdad es que estos 7-eleven están muy bien y te ayudan mucho en situaciones como ésta. Además el plato estaba tan bueno como el de cualquier restaurante y te lo podías comer sentado en una mesa con aire acondicionado. Eso sí, supongo que el hecho de ser un plato ya preparado lleva algún tipo de elemento o ingrediente que hace que no sea tan sano como el de un puesto ambulante, pero para salir del paso está muy bien. Además, aquel plato tan completo no costaba ni 50 bats, menos de 1,50€.

Hacia las 14 horas terminé de comer y sin demasiada más cosa que hacer volví hacia el puerto intentando ir por calles que no hubiera visto, de esta manera hacía al menos una pequeña visita por el pueblo de Na Thon, que todo y tener el puerto, no me pareció tan turístico como Chaweng. De hecho casi hubiera preferido haberme quedado en ese pueblo, junto al puerto y con la costa encarada al oeste para ver la puesta de sol.

El pueblo se parecía a Chaweng en cuanto tenía una calle principal paralela al mar y fuera de él poco más, como mucho alguna calle más pequeña que llevaba al paseo. Parecía que era una isla más bien poco poblada con pueblos de pocas calles y poca densidad de población. Debido a que era la hora de comer, pude ver a muchas familias en sus casas almorzando, pues dejaban las puertas abiertas pudiéndose ver desde fuera. Ver toda esta vida quotidiana en un país tan desconocido es algo que, aunque parezca mentira, me fascina.

A las 15h llegué a la terminal de Seatran que ya quedaba junto al barco y estuve esperando a unas sillas que había fuera de la terminal, en el muelle, durante una hora y media. En el tiempo que estuve allí vi salir dos ferrys, que por cierto, en el primero de ellos iban la pareja de españoles del taxi. Y esto lo digo porque a las 16:30h entré en la terminal para hacer el check-in y quedarme dentro porque había aire acondicionado. Y fue entonces cuando la mujer de taquilla me preguntó si quería subir al ferry de las 17h en vez del de las 18h que era lo que yo tenía reservado. Y yo había reservado éste de las 18h simplemente porque era el único que aparecía en la web 12go.asia. Y yo llevaba allí sentado esperando casi dos horas cuando pudo salir ya. Y aunque el tren no salía hasta las dos de la madrugada, siempre es mejor llegar de día que de noche, que sería cómo llegaría. Hay que tener en cuenta que a las 19h ya estaba oscuro.

En fin, al menos ganaba una hora y podría ver la puesta de sol desde el barco. Aunque igualmente llegaría a Surat Thani ya de noche, al menos tuvo la parte positiva de poder ver la puesta de sol desde alta mar.

Eran ya las 16:40h por lo que no esperé demasiado, pues el ferry llegó muy puntual. A las 16:50h ya estábamos embarcando ya las 17 en punto salíamos.

A diferencia de los otros férreos que había cogido por el Golfo de Tailandia, en éste no se veían casi turistas. La mayoría de pasajeros parecían tailandeses que probablemente trabajaban en la isla pero vivían en la parte continental por ser la vida más barata. De hecho, hoy era sábado y parecía un buen momento para ir a pasar el fin de semana fuera de la isla. Además en éste también llevaban vehículos, incluso autocares y camiones. Que no era un ferry pensado por los turistas también se notaba en que era un ferry bastante más lento y barato, de hecho los demás eran catamaranes y éste no. Pero en cualquier caso justamente es esto lo que busco, y en esta ocasión lo encontré de rebote, pues ese ferry lo reservé cuando el otro me falló y que seguramente era un catamarán por guiris, pues el otro salía desde el puerto más cercano a Chaweng, te pasaban a recoger y te dejaban en la estación de tren, mientras que con ese nada de nada, todo ello señales de que era un transporte pensado para locales. En cualquier caso para mí hacía que todo fuera más interesante, pues ir por libre siempre es mejor que ir con todo preparado como un borrego que no piensa. De esta forma el cerebro se estimula, y aunque en el momento es un poco más laborioso ya que debes poder llegar al siguiente lugar por ti solo, a la larga se agradece hacerlo así. De hecho es cuanto más se acuerdan los viajes y la mejor manera de retrasar posibles demencias. Si sólo haces lo que te dicen poca estimulación mental haces y los viajes se olvidan al año siguiente.

El trayecto se hizo largo. Fueron dos horas puesto que el ferry no era tan rápido como los demás. Pero nos permitió ver la puesta de sol en el mar, que como siempre quedaba medio tapado por las nubes delgadas pero la imagen era preciosa igual. En medio de las isletas que había por doquier se veían los reflejos del sol como iban cayendo hacia el mar poco a poco mientras ya casi llegábamos a Surat Thani, pues el sol se esconde a las 19h y era esa hora a la que llegábamos al puerto. En cualquier caso, la escena era mucho mejor que vista desde la playa. No tabique, decenas de personas hacían fotos desde la cubierta, la mayoría tailandeses está claro, pero es que valía la pena.

De hecho, acabé corriendo por el barco buscando la salida y desembarcando el último, ya que me había distraído haciendo fotos y cuando me di cuenta ya no había nadie en el barco. Tuve que preguntar al primer trabajador que vi por dónde estaba la salida, pues aquel ferry era enorme.

En el mismo puerto ya había 2 o 3 buses de la misma compañía Seatran esperándonos. Cada uno iba a un sitio diferente. Tenía la esperanza de que uno de ellos llevara a la estación de tren, así que fui a lo que me tocaba y allí le dije a la chica que iba a la estación de tren, a ver si me decía que subiera a otro bus. Pero no, me dijo que una vez llegado al destino, en el centro de Surat Thani, podría tomar un taxi colectivo o tuk-tuk hasta la estación. Gracias por nada, pensé, pues eso ya lo sabía yo. Ni ellos iban hasta la estación ni ofrecían ningún servicio de transfer desde Surat Thani pueblo a la estación. Tocaría negociar con un taxista, con lo pesados ​​que están.

El trayecto en el bus duró una hora y fue durillo ya que parecía que no tuviera amortiguadores. La carretera no estaba tan mal pero aún así hacía unos saltos que dolían incluso. Por lo demás fue tranquilo, pues el bus iba casi vacío.

Llegamos a la oficina de Seatran de Surat Thani a las 20h tal y como estaba previsto. Nada más bajar del bus ya estaban los típicos taxis colectivos allí mismo. Una mujer ya me asaltó. Le dije que iba a la estación de tren. Me pareció que primero decía 300 bats, a lo que le dije que no. Ella no hacía demasiado caso y me iba señalando el taxi. Supongo que como la mayoría pensaba que además de turista también era imbécil. El taxista entonces me dijo 250, a lo que le respondí 100. Él dijo 200, y eso es lo que yo esperaba, pagar a lo sumo 200 bats ya que por la distancia que era me pareció correcto. Quisiera haber llegado a los 150 pues ya sólo me quedaban 250 bats en efectivo y quería comprar comida mientras esperaba en la estación, pero como ya he dicho 200 bats me parecía correcto y de hecho el taxista parecía que antes de rebajar mas habría preferido no llevar -me, pues finalmente resultó que la estación estaba más lejos de lo que yo pensaba.

Aun siendo un taxi colectivo iba yo solo, pues en el bus ya éramos pocos y sólo yo iba a la estación. Hay que decir que la estación ni siquiera está en Surat Thani, sino en el pueblo de al lado, en Phan Phin, y el trayecto duró casi 30 minutos, por lo que los 5,70€ que pagué por el trayecto estaban bastante bien . Además los transportes que se hacían en bus desde el puerto donde te dejaba el ferry hasta la estación de tren costaban 250 bats, y a mí me saldría el bus que me dejó allí más el taxi por 300 bates, por lo que realmente pagué un precio justo. Segunda negociación bien superada y ya casi seguro que llegaría a la frontera, pues ese taxi me dejaría en la estación de tren y una vez allí sólo debería esperar unas horas a que llegara el tren que tenía reservado y que me llevaría hasta la frontera con Malasia. De momento todo iba según lo planeado.

Eso si, ese trayecto con el taxi me dio mucho dolor de cabeza, ya que estos taxis no tienen ventanas por lo que el ruido del motor se oye mucho, y mas aquél, que parecía de moto sin tubo de escape . Además iba muy rápido y las curvas eran demenciales, yendo por una carretera llena de coches y tragando humo todo el rato, por lo que al cabo de media hora de ir de esa manera, llegué a la estación con un dolor de cabeza que me duró casi hasta que fui a dormir, que aún faltaban horas.

Cuando el taxista paró y vi la estación de tren me invadió una sensación de tranquilidad y emoción a la vez. Pocos minutos antes todavía no lo tenía claro porque pensaba que estaría más cerca, pero ahora ya estábamos delante. Bajé y casi sin tiempo de despedirme, el taxista arrancó y se marchó tan rápido como habíamos venido.

Apenas eran las 20:30h cuando llegaba a la estación por lo que todavía quedaban 5 horas y media para que pasara el tren, así que tenía mucho tiempo para hacer de todo, aunque tampoco podía hacer demasiado. El tema es que el tren pasaba de madrugada y yo no podía haber llegado más tarde que eso, pues los ferrys dejan de pasar a cierta hora. La combinación de horarios era complicada porque prácticamente sólo pasaban 2 o 3 trenes al día.

Primero fui a la taquilla a preguntar si el billete impreso que llevaba y que ya había reservado antes del viaje era correcto y ese tren pasaba por allí, algo que el chico me confirmó. También le comenté que mi destino final era Butterworth de Malasia y que si ese tren que cogería llegaba. Me dijo que no, que en Padang Besar debería bajar, pasar la aduana y allí tomar otro tren ya malayo. Esto me dejó más tranquilo ya que en un blog se entendía que ese mismo tren llegaba hasta Butterworth, lo que me habría dado mucha rabia por sólo haber pagado hasta Padang Besar. Así que de momento todo iba saliendo según lo previsto.

Hacia las 21h salí a buscar un 7-eleven a comprar la cena. No tenía ni idea de dónde había uno, pero estaba seguro de que si salía de la estación e iba hacia dónde viera más luz, seguro que me encontraría alguno. Y como era de esperar a menos de 100 metros de la estación había uno, que por cierto encontré enseguida, pues salí al azar hacia la izquierda de la estación y lo vi sin tener que volver atrás.

Aunque llevaba algo de comida, quería comprar para cenar aquella noche y algo más para el día siguiente, y ya que sólo me quedaban 50 bats en efectivo, 1,50€, decidí comprar hasta llegar al importe mínimo por poder pagar con tarjeta, que eran 300 bats. Puede parecer mucho, pero compré 2 paquetes de tabaco que ya eran 190 bats. Y el resto hasta los 326 que me gasté fue un plato de comida preparada como el del mediodía pero con otro tipo de carne, café, patatas, un bocadillo de frankfurt con queso y galletas. El plato preparado me lo calentaron y lo comí allí mismo ante el 7-eleven, pues ya tenía hambre y sólo de pensar en el plato ya me vino más hambre, pues realmente están muy buenos. Además allí era el único sitio en decenas de metros donde había cierta animación de personas. El resto del pueblo parecía abandonado.

Después de comer gasté los 50 bats que me quedaban en efectivo con agua y alguna pasta de postre y volví a la estación. Apenas eran las 21:30h. Sólo llevaba una hora allí y ya lo había hecho todo. Ya tenía la comida, ya había gastado todos los bates que me quedaban por lo que ya estaba listo para marchar de Tailandia.

A ratos escribía el diario, caminaba un poco, escuchaba música, miraba documentales descargados que tenía en Netflix, miraba las ratas corriendo por la estación, al menos 5 o 6, incluso una que corrió hacia mí hasta que la asusté, en fin, lo típico que se hace en una estación de tren.

El tema de las ratas en esa zona era impresionante. Por lo general había por todas partes, pero en aquella estación había decenas. Cuando aún no había visto ninguna, escuchaba un ruido que me parecía algún tipo de grillo o insecto, hasta que vi que era una familia de ratas a 2 metros detrás de mí. A partir de entonces salían por cualquier sitio. Al menos iban en cuenta de no acercarse a las personas, y sólo que hicieras un pequeño gesto ya se alejaban muy rápido, pero el asco le daban igual. Nadie les hacía caso, de hecho los taxistas que esperaban fuera de la estación, las tenían corriendo entre las piernas y no solo no les hacían caso sino que más de uno se quedaba dormido allí mismo sin ningún problema.

A las 23:30h fui a mirar la pantalla con los horarios para buscar mi tren y fue cuando me llevé la primera sorpresa de la noche. El tren aparecía, ¡pero ponía que llevaba un retraso de 90 minutos! Así que si la hora original era a las 2:03h, ahora era a las 3:30h, por lo que las dos horas y media de espera que me quedaban de repente se convirtieron en 4, sumadas a las 3 que ya llevaba allí terminarían siendo 7 horas de espera. Esto era un buen retraso y el resto eran tonterías.

Lo sorprendente era que quienes más estábamos flipando éramos los extranjeros, los tailandeses ni se inmutaban, señal de que aquello era algo habitual. De hecho, había 4 o 5 trenes programados y todos iban con retraso. Pero lo peor era que, conforme pasaban las horas, el retraso iba aumentando, y eso que pocos minutos antes yo tenía la esperanza de que disminuyes, pobre inocente. Al final el retraso fue de dos horas y media. De tener que pasar a las 2:03h, acabó llegando a las 4:27h.

La gente iba y venía del 7-eleven y todos volvían con algún tipo de bocadillo caliente. Yo, evidentemente, hacia la 1 de la madrugada me comí el bocadillo de perrito y queso, pues ya volvía a tener hambre, y alguna bolsa de patatas para pasar el tiempo mientras iba mirando documentales o escribiendo el diario, además de ir estirando las piernas está claro, pues quería subir al tren un poco cansado para poder dormir mejor ya que en ese momento todavía no sabía que tal podría dormirse. Cabe decir que por lo que había leído por Internet, estos trenes-hotel eran cómodos y se dormía muy bien. Además, siguiendo las recomendaciones, había reservado un lecho de abajo ya que aunque eran un poco más caros que los de arriba también eran más anchos y la luz de dentro del vagón no molestaba en absoluto ya que la cama de encima la tapaba completamente . Las camas de arriba, también tenían la cortina pero ésta no consigue que quedes completamente a oscuras.

Al cabo de unos minutos de estarme comiendo el bocadillo, una chica tailandesa de unos 20 años y muy guapa que también estaba esperando el mismo tren, se levantó para hacer estiramientos y después una especie de yoga con alfombrilla y todo. Además allí estaba justo enfrente por lo que en ciertos momentos había que hacer esfuerzos para no mirar. En cualquier caso yo también me levanté para estirarme ya que verla al menos me recordó que yo también estaba rígido de tantas horas sentado.

A las 3 de la madrugada ya todos los que estábamos en la estación éramos como una familia. En el vestíbulo estábamos unas 10 personas que ya al final nos conocíamos todos, ya no hacía horas que nos vemos las caras. Cada uno tenía su historia pero la de la chica tailandesa de 20 años que iba con el danés de 55 era la más peculiar aunque en Tailandia no es tan raro.

Por último, sobre las 4:15h, la chica de la estación anunció por megafonía la llegada del tren. Todos empezamos a levantarnos ya impacientes. Los de seguridad tocaron sus silbidos y de lejos ya se veían las luces del tren. Por fin llegaba. Por cierto, que los de seguridad eran muy amables y serviciales, pues primero uno vino a atenderme cuando la de la taquilla no estaba, otro fue corriendo a ayudar a una niña que cayó de boca al suelo y ahora un me preguntó a qué vagón iba y me indicó a qué altura del andén esperar según el vagón donde estaba mi cama. Qué diferencia con los de Renfe que parece que te estén perdonando la vida.

Subimos y por fin veía los famosos trenes-hotel de Tailandia que tanto había visto en fotos. Busqué la cama 16 del vagón 2. Justamente me tocó debajo y junto a una pareja que habían estado sentados todo el rato a mi lado mientras esperábamos en la estación y que eran parte de los 10 del vestíbulo. Todos hacia Malasia.

Todo esto estaba mucho mejor de lo que me esperaba. Había un chico que se encargaba de poner las almohadas y preparar toda la cama. Había una manta encerrada en una bolsa hermética y en cada cama había una pequeña luz individual y dos estanterías para dejar el equipaje. Además en el tren estaba incluso fresquito a pesar de tener las ventanas cerradas, sin aire acondicionado y con sólo unos ventiladores muy precarios colgados del techo. Pero aún así éste era una de las camas más fresquitas en lo que había dormido desde que estaba en Tailandia.

Rápidamente me quité la ropa, organicé el equipaje en la estantería y me estiré con la manta. La cama era comodísima, el tren hacía menos ruido de lo que me esperaba y su propio movimiento hacía que el descanso fuera perfecto, como cuando se mece un bebe en su cochecito. De hecho tardé mucho menos en dormirme de lo que me esperaba, es mas, creo que no tardé ni 10 minutos. El hecho de que fueran las 4:30h pasadas y que por tanto ya llevara 22 horas despierto, seguramente también ayudó. En cualquier caso, no recordaba un sueño tan plácido en cuanto dormí en un crucero. El ligero movimiento hace milagros.

Así pues, acababa de coger el quinto de los 7 transportes que tomaría durante todo el trayecto hasta George Town, y de momento, aparte del retraso del tren, el resto había ido según lo previsto. Quedaba, eso sí, la parte más incierta y desconocida, pues aparte de que ya estaría en Malasia donde todavía no había estado nunca, tampoco tenía nada claro que las combinaciones que había visto por Internet fueran correctas, ya que algunas combinaciones no coincidían dependiendo del lugar donde miraras. En cualquier caso, todos coincidían en que debería llegar a la ciudad de Butterworth, a unos 200 kilómetros de la frontera. Y una vez allí, o bus o ferry hasta George Town. Tocaría preguntar y rezar para que el GPS funcionara mejor una vez en Malasia.

Y así terminaba mi paso por Tailandia, el segundo de los 7 países que visitaría en este viaje y el segundo en el que más días pasé, 23 concretamente. 23 días recorriendo Tailandia desde Bangkok hasta Malasia, durmiendo en 7 hoteles y un tren y conociendo a un montón de personas que siempre me saludaron con una sonrisa en la cara. Salía ya del país más seguro que había visitado, incluso más que Países Bajos, un país culturalmente muy diferente a todo lo que conocía hasta ahora pero que su forma de ser y hacer me había cautivado completamente. Ahora tocaba seguir con el viaje con la emoción de seguir conociendo nuevas culturas, nueva gente, nuevas ciudades, nuevas comidas y sobre todo nuevas experiencias.