Emma ya había estado y tenía muchas ganas de que yo también fuera, pues sabía que me gustaría mucho. Se trataba de Hierve el Agua, una zona con aguas termales situadas a cientos de metros de altitud y justo en el borde de un precipicio como pocos había visto. Aunque no había sido pero sería uno de los lugares mas impresionantes que habría visto nunca.

El segundo día que estábamos en Oaxaca fuimos dar una vuelta por el centro de la ciudad y por el conocido Zócalo donde se pueden ver los edificios de estilo colonial muy mejor conservados y patrimonio de la humanidad. De hecho el centro de esta ciudad es mundialmente conocido, y con razón.

Mientras caminábamos por aquellas calles con tanta historia, Emma vio la agencia donde se podía contratar el tour para ir hasta Hierve el Agua. Me comentó por sobre qué era y me pareció tan bien que no nos lo pensamos y entramos a preguntar. El tour costaba 300 pesos por persona, unos 13,60 €, aunque no estaban incluidas algunas entradas o el restaurante buffet donde comeríamos. Enseguida decidimos contratarlo para el día siguiente.

Nos propusieron ir a buscar con la furgoneta con la que iríamos al día siguiente a las 9 de la mañana en la casa que teníamos alquilada, pero nosotros, y teniendo en cuenta que estábamos lejos del centro, los hicimos decir que no hacía falta, que los haríamos dar demasiado vuelta. Este ataque de buena fe por parte nuestro haría retrasar toda la excursión media hora.

Después de pasear un momento por el centro histórico y de ver un grupo de músicos muy buenos desde mi punto de vista, cenamos en una buena taquería llena de gente local, tal como a mí me agrada. Allí donde hay mas gente local será el mejor lugar donde podrás comer, y esta vez no fue diferente. Me encantaba tanta vida en la calle, tanta gente paseando o comiendo en la gran multitud de restaurantes y manchas que había por todas partes. La mayoría no eran turistas como yo, sino locales, pues en México me da la sensación de que la gente suele comer mes fuera de casa que en España, quizá por la gran cantidad de oferta, buenos precios y en muchos casos, comer totalmente casero.

Eran casi las 22h cuando cogíamos un taxi para volver a casa e intentar dormirnos antes posible para estar a las 9 de la mañana otra vez en el centro de la ciudad. De todos modos no pudimos evitar acostarse fuerza mas tarde de lo que queríamos, lo que hizo que al día siguiente nos despertásemos también más tarde de lo que queríamos.

De hecho eran las 8: 45h cuando salíamos de casa para ir a buscar el urbano pensando de que pasaría pronto, pero no, ni urbano ni taxis. Eran las 9: 15h cuando apenas podíamos coger un taxi y cuando los de la agencia ya nos habían llamado para saber dónde estábamos, pues el resto de clientes ya estaban en la furgoneta esperando desde hacía un cuarto de hora.

Finalmente entramos en la furgoneta que ya era completamente llena de gente cansada de esperar a las 9: 35h. Sólo quedaban 2 asientos en la última fila donde nos sentamos muy avergonzados sin saber ni qué decir. Todo el mundo nos miraba pero todavía se lo tomaron bastante bien, pues nadie se quejó. Creo que más bien estaban contentos de ver que ya habíamos llegado y que la espera no se alargaría mes.

No hacía ni dos minutos que estábamos sentados cuando el chofer arrancó y el guía nos empezó a explicar el itinerario del día. La excursión se alargaría hasta las 18h, que en este caso sería hasta las 18: 30h para haberla comenzada media hora mas tarde por culpa de nosotros. No lo dijo así pero era evidente, pues el día anterior a la agencia ya nos dijeron que sería hasta las 18h.

Primero paramos en Tule, un pueblo bastante pintoresco de los que a mí me gusta mucho ver y donde había uno de los árboles con el tronco más grande del mundo. Sencillamente era espectacular y era algo que ni siquiera me había imaginado que podía existir. De perímetro media mas de 10 metros y parecían decenas de troncos unidos en uno solo.

Pero yo no sólo contemplé aquella maravilla sino que aproveché unos minutos para caminar por aquel pueblo, algo que nadie más hacía pero que para mí era tan o más interesante que el propio árbol. Era la primera vez que viajaba a un país como México y ver aquellas casas y aquellas tiendas me fascinaba.

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