Este día ya se marchaba de México para ir por primera vez a Canadá. Tenía que tomar dos vuelos, el primero de Veracruz en Ciudad de México y de allí en Toronto. El vuelo de Veracruz salía a las 21:10h, aunque hubieron bastantes problemas que más adelante contaré.

A Veracruz me acompañarían Xochitl, Aline y Emma en el coche de Xochitl. La intención era marchar sobre las 12 del mediodía, comer en Veracruz los 4 para después dejarme en el aeropuerto.

Me levanté a las 9h para intentar hacer algunas cosas antes de irme. Me tomé el café, escribí el periódico, acabé con las copias de seguridad pendientes, me duché y acabé de guardar las 4 cosas que me quedaban.

A las 12:30h llegaron Xochitl y Aline y ya fuimos hacia Veracruz. Después de un mes volvía a cargar y arrastrar la maleta. Volvía mi inseparable compañera de viaje, que por cierto, tenía las ruedas destrozadas de tantos kilómetros que llevaba.

Cabe decir que mi intención era ir hasta Veracruz con la compañía de autobuses ADO, que tenía ruta directa desde Tuxtepec y tardaba unas 3 horas en llegar. El ADO ya lo he cogido varias veces y siempre me ha dado muy buen servicio, por lo que ir en bus hasta el aeropuerto para mí no era ningún problema, todo lo contrario.

Pocos minutos después de haber salido paramos a poner gasolina. Sólo la gasolina ya fueron 500 pesos que pagamos a medias Emma y yo, por lo que el trayecto ya me estaba saliendo más caro que yendo con el ADO que eran entre 150 y 200 pesos. De todas formas el hecho de ir en coche y no en ADO me salvó, muy probablemente, de quedarme en México y no llegar a Canadá. Más adelante ya verme por qué.

El trayecto de hasta Veracruz fue de unas dos horas y media pero pasó bastante rápido, pues estuvimos hablando todo el rato, sobre todo Xochitl y Emma que hablan mucho… Además los paisajes que te encuentras por el camino son espectaculares con un aire de selva tropical al que los europeos no estamos acostumbrados. Primero cruzábamos el enorme río Papaloapan que rodea Tuxtepec y que hace de frontera entre Oaxaca y Veracruz para después seguir por la carretera que nos llevaría directamente hasta Veracruz.

Por el camino, entre otras muchas cosas, Xochitl me preguntó por ETA y por la monarquía, dos temas de los que me han preguntado mucho en mi estancia en México. En cuanto a ETA me dio la sensación de que la única información que les llega es la que dan por TVE, pues todavía hablaban de ello como si esta banda terrorista todavía fuera activa, cuando ya hace años que no existe, y esto se debe seguramente a que al Gobierno español le ha interesado siempre hacer ver que ETA existe y es un peligro para la unidad de España.

Y sobre la monarquía supongo que me preguntaban tan justamente por ser una monarquía, algo que en América no existe y les parecerá muy extraño, algo en lo que todos coincidíamos al 100%, pues no hay nada más extraño que un Rey en pleno siglo XXI. Ellos como yo, consideraban que no tenía sentido, parecía de la edad medieval, costaba una pasta y que es una institución absolutamente antidemocrática.

Xochitl y Emma hablaban sobre todo de la situación del sector educativo, pues ambas son maestros y la verdad es que su situación no es demasiado buena, con muchas plazas vacantes sin cubrir por falta de dinero y trabajadores cobrando menos de lo que les tocaría por el cargo que ocupan. De hecho, desde la primera vez que visitaba México ya hacía 3 años, que siempre me topaba con alguna manifestación, corte o protesta del sector educativo.

Hacia las 15:30h llegábamos a Veracruz aunque estuvimos dando vueltas media hora buscando un restaurante. Finalmente aparcamos en el malecón, junto al puerto y uno de los sitios más turísticos de la ciudad, y fuimos caminando pocos metros hasta llegar a una calle donde había 3 o 4 restaurantes de carnes y mariscos. No tenía pinta de barato pero teniendo en cuenta la zona donde estábamos y que éste era mi última comida en México, pues ya me estaba bien.

Cuando todavía estábamos a 5 metros de los restaurantes ya se nos acercaron los comerciales de todos los restaurantes como desesperados para que entráramos en el restaurante correspondiente, algo que me enfada enormemente, por lo que yo dejé claro que no decidiría a cuál ir simplemente porque aquellos 4 pesados no me dijeran nada. Y funcionó, pues no se me dirigieron en ningún momento.

Finalmente entramos en uno de esos y pedimos la carta aunque yo era el único que tenía bastante hambre ya que no había comido nada todavía a diferencia de ellas que ya habían comido durante el camino. Por lo que ellas se pidieron cócteles de gambas y yo una mojarra, la segunda y última que comía este año.

El restaurante no era demasiado grande y estaba vacío, quizás por la hora o por el precio, pero en cualquier caso completamente vacío y con un camarero, que parecía el propietario, muy pesado y todo el rato junto a la mesa para pedirle todo lo que quisiéramos, algo que no sólo me molesta a mí sino también a ellas, pues no tardaron demasiado en decirle que ya le avisaríamos si queríamos cualquier cosa. Le dijeron muy amablemente pero fue lo suficientemente listo como para darse cuenta de que le estábamos diciendo que molestaba.

Los cócteles tardaron en llegar pero aún fue un tiempo aceptable, pero en cambio con la mojarra tardaron casi media hora. Estaba buena pero no tan como la de los Jarrochitos de Tuxtepec, incluso ésta parecía un poco más pequeña pero sobre todo la carne no era tan contundente. De todas formas estaba buena, pues las mojarras de por sí siempre lo están. Eso sí, el tostado estaba muy bien hecho y esto en las mojarras es más importante de lo que parece.

Mientras comíamos estuvimos hablando de lo que haría durante los pocos días que me quedaban de viaje, que sería visitar Toronto, las cataratas del Niágara y Dublin. Salió el tema de que a Toronto iría con la aerolínea Interjet. Entonces Aline comentó que últimamente esta compañía estaba cancelando muchos vuelos y que mucha gente ya no se fiaba de reservar con ella ya que daba la sensación de que en cualquier día se declararían en bancarrota cancelando todos los vuelos y quedando- con el dinero de las reservas. En ese momento le dimos una importancia relativa pero más tarde tomaría un sentido totalmente inesperado.

Hacia las 17:30h acabábamos de comer, sobre todo yo que era quien más comí. Por ese mismo motivo pagué los 460 pesos de cuenta por los 4, unos 20€, que teniendo en cuenta todo lo que era y sobre todo en qué zona era, salió mucho más barato de lo que me esperaba. A continuación ya fuimos directamente al coche para ir hacia el aeropuerto que no queda demasiado alejado de la ciudad y al que llegamos sin problemas sobre las 18h, 3 horas antes de la salida del vuelo. Aparcamos el coche en el parking, después de ciertos problemas de Xochitl para entrar, para poder despedirnos con más tiempo y tranquilidad.

El aeropuerto no parecía demasiado grande y en ese momento había pocos pasajeros. Entramos en la terminal y buscamos la zona de salidas mientras empezábamos a despedirnos. En ese momento, frente a las escaleras que subían al piso de arriba donde estaban las puertas de embarque y de cara a la pantalla con la información de los vuelos programados, le dije: «A mira, ¿buscamos mi vuelo?» Y suerte que lo dije, porque lo buscamos y no aparecía. Mi vuelo estaba programado para las 21:10h y aunque todavía eran las 18h, ya aparecían los 5 o 6 vuelos que había programados para el resto de ese día, hasta casi las 23h. Me quedé de piedra aunque de momento sin demasiada preocupación, pues pensaba que o no lo estábamos mirando bien o que todavía no se sabía a qué hora saldría. De todas formas era todo muy raro y era la primera vez que no veía mi vuelo en pantalla mientras ya había posteriores.

En la pantalla, sin embargo, aparecía un vuelo de Interjet con destino a Ciudad de México programado para las 17h aunque ya eran las 18h. La compañía y el destino eran las mismas que las de mi vuelo. Evidentemente el vuelo no era el mismo porque el mío era a las 21:10h. Aunque según esta previsión, este vuelo debería haber salido hacía una hora, pues ya eran las 18h, según ponía en la pantalla todavía estaban embarcando. Poco a poco nos fuimos preocupando, pues fuimos al mostrador de Interjet y no había nadie. Intenté hacer el check-in en las máquinas y me decía que el número de reserva era incorrecto. Parecía que mi reserva no existía y que el supuesto quiere que había reservado tampoco, incluso empezaba a pensar ya en una posible estafa. Pero entonces recordé lo que había dicho Aline al almuerzo. O estafa o vuelo cancelado, la cosa tenía muy mala pinta.

Aline miró a la web de Interjet y vio que no había ningún vuelo programado para las 21:10h. Cada vez me estaba preocupando mas, pues mi destino final no era Ciudad de México sino Toronto, por lo que tenía que llegar para poder realizar el transbordo. Subí arriba donde estaban las oficinas y aunque la de Interjet estaba abierta, no había nadie. Había maletas, ordenadores y un montón de cosas y objetos personales pero absolutamente ninguna persona…

Yo ya estaba pensado en qué hacer si finalmente no cogía ningún vuelo y me quedaba en Veracruz. Ya no sabía si es que Budgetair me había estafado o que había habido algún error, en cualquier caso ya estaba considerando no ir a Canadá dependiendo de cuando fuera el vuelo, pues allí sólo estaría dos noches. Aún así estaba muy indeciso y todo dependía de si había sido un vuelo cancelado o una estafa, pues si fuera la primera opción debería adaptarme a la posible solución de la compañía que quizá pasaría por salir al día siguiente, perdiendo así uno de los sólo dos días que tenía por estar en Toronto.

Cuando todavía estaba arriba mirando en la oficina, Emma me llamó desde abajo diciéndome que había una chica en el mostrador de Interjet. Bajé corriendo y fui a hablar con ella. Le dije que tenía un vuelo a las 21:10h, me pidió el pasaporte y mientras miraba me dijo que ese vuelo se había cancelado. Bueno, al menos era la mejor de las dos opciones, pues no era una estafa sino una cancelación y por tanto la aerolínea debería darme una solución, aunque evidentemente, podía pasar por tener que quedarme a dormir esa noche en Veracruz y por tanto ya no poder tomar el vuelo que tenía ese mismo día hacia Toronto.

Pero de forma totalmente inesperada la chica me dijo lo que ya había visto antes en la pantalla de salidas, que había un vuelo a Ciudad de México que debería haber salido a las 17h pero que iba retrasado y que todavía estaban embarcando. Yo ya no confiaba demasiado en ese vuelo antes de que me lo dijera porque ya hacía rato que estaba en el suelo y estaba programado para las 17h siendo ya en ese momento las 18:15h, por lo que pensaba que en aquel tiempo que habíamos estado allí ya habría sido suficiente para terminar el embarque y despegar lo más rápido posible. Pero cuando me lo dijo se abrieron mis ojos como platos, pues pasé de pensar que me quedaba sin ver las cataratas del Niágara a pensar que todo acabaría bien. Le pregunté si el de Toronto se había cancelado, me dijo que no, le pregunté si el vuelo me esperaría, me dijo que si mientras me daba la tarjeta de embarque y me decía que ya podía subir . No podía creerme la suerte que acababa de tener dentro de la mala suerte. La conversación con esa chica no duró ni 3 minutos y me solucionó la situación dándome ya la tarjeta de embarque. Si hubiera llegado al aeropuerto 20 minutos más tarde ya no habría podido tomar ese vuelo y entonces sí que no sé qué habría tenido que hacer ni si hubiera podido llegar a Toronto. Así pues, tuve que despedirme rápidamente de todas 3 como no quería haber tenido hecho y corrí hacia el control de seguridad. Habíamos venido con tiempo para poder despedirnos con tranquilidad y al final tocó correr.

Así pues, subí aquellas escaleras automáticas que teníamos delante desde hacía rato mirando atrás durante los pocos segundos que pude para ver cómo me alejaba de todas 3 que hacían una cara más o menos como la mía debido a la rapidez de los eventos y que todavía estábamos todos un poco estupefactos. Al llegar arriba ya se veía el control de seguridad donde por suerte no había nadie en la cola, absolutamente nadie, por lo que le pasé muy rápido, de hecho creo que incluso los del control sabían que en el avión me estaban esperando y apenas me dijeron nada, sólo que ocurriera. Fui corriendo hacia la puerta A2 mientras escuchaba por megafonía literalmente: «Último aviso para los pasajeros del vuelo de Interjet para Ciudad de México». Corrí aún más hasta que vi la puerta, sin nadie en la cola pero la puerta todavía abierta. Enseñé la tarjeta de embarque y entré.

Conforme iba avanzando detrás de mí iban cerrando las puertas. Quedaba claro que me estaban esperando. Cuando entré en el avión ya estaba todo el mundo sentado excepto dos o tres personas. Además las que estaban sentadas ponían cara de puerta allí dentro un buen rato. Mientras guardaba la maleta vi que cerraban también la puerta del avión. Literalmente me estaban esperando y fui el último en entrar. Me senté en la fila 2A, muy cerca de la salida y con ventanilla, de puta madre, encima un buen sitio. Y al cabo de literalmente 2 minutos de estar sentado el avión arrancó. Me había ido por los pelos, ni me lo creía todavía. Apenas eran las 18:19h por lo que todo lo había hecho todo en unos 3 minutos, pues a las 18:15h apenas empezaba a hablar con la chica del mostrador. ¡Increíble!

Cuando me disponía a poner el móvil en modo avión vi que me había llamado Emma hacía 1 minuto. Yo ya no tenía saldo por lo que no pude devolverle la llamada ni tenía conexión wifi, así que me esperé un minuto por si volvía a llamar pero ya no, así que lo puse en modo avión. Me hubiera gustado confirmarle que había podido entrar en el avión para que no esperaran a ver si había subido o no y que se marcharan ya, supongo que eso era lo que ella quería confirmar. De todas formas supongo que la chica del mostrador se lo podría confirmar o al menos al ver que yo no bajaba de nuevo.

Por lo demás todo perfecto. En ventanilla e incluso nos dieron una bolsa pequeña de Doritos y para mí un café aunque el vuelo duraba sólo una hora. Hora que me pasó rapidísima acostumbrado como estaba a tantos vuelos de más de 8 horas que llevaba en la espalda sólo en este viaje.

Al llegar al aeropuerto de Ciudad de México lo primero que hice fue avisar a Emma de que ya había llegado, algo que le agradecí y ella se alegró mucho y después fui a buscar el mostrador de Interjet por preguntar sobre el vuelo a Toronto que tenía a las 12:30 de la noche. Mientras iba, pues estaba lejísimo, Emma me dijo que Aline ya había visto que el vuelo aparecía en la web de Interjet, pues antes éste tampoco aparecía, por lo que me quedé un poco más tranquilo.

Al cabo de casi 10 minutos andando por esa terminal enorme y de equivocarme y preguntar primero a los mostradores de vuelos nacionales, llegué al mostrador de vuelos internacionales y donde efectivamente me confirmaron que el vuelo no se había cancelado y que podría realizar el check-in a partir de las 21h. Eran las 19:30h por lo que tenía mucho tiempo. De hecho debería haber llegado aquí a las 22h pasadas.

Compré un capuchino enorme al 7-elevan por 21,50 pesos, menos de 1€, y me lo tomé sentado conectado a una red wifi y mientras miraba correos y hablaba después con Emma. Ambos estábamos ya muy tranquilos después de los nervios o incertidumbres que acabábamos de pasar, incluso ella más que yo. La verdad es que todo había sido algo caótico y el despido como no quisiéramos, pero ambos coincidíamos en la suerte que había tenido. Si hubiera ido al aeropuerto en ADO como era mi intención, probablemente no habría llegado tan pronto al aeropuerto de Veracruz y por tanto no habría podido tomar el vuelo que finalmente cogí. El hecho de llegar 3 horas y media antes y que el vuelo de las 17h se retrasara me salvó, por lo que Xochitl y su coche fueron muy importantes. Si no hubiera podido tomar este vuelo de las 17h realmente creo que me habría quedado a dormir en Veracruz y habría peligrado mucho la visita a las cataratas del Niágara. De hecho, Emma puso el altavoz, pues estaba con Xochitl y Aline, y les di las gracias por todo. Y ella muy contenta de haber podido ser útil en la que finalmente pudiera llegar a Toronto tal y como tenía planeado.

Colgamos, pues estaba con ellas comiendo y yo hice tiempo conectado al WIFI hasta las 21:30h que volví al mostrador a hacer el check-in. Ya había mucha cola por lo que estuve unos 15 minutos esperando hasta llegar al mostrador. Me confirmaron que el vuelo salía, pues yo lo preguntaba siempre que podía porque ya no me fiaba de esa gente. Me pidieron la eTA de Canadá y la tarjeta de inmigración de México y me dieron la tarjeta de embarque. Ya lo tenía todo hecho hasta las 23h que iría hacia el control de seguridad.

Hablamos un rato más con Emma cuando ya estaba sola hasta hacia las 23h que fui a fumar para después ir ya hacia el control de seguridad. Éste también fue muy rápido, pues extrañamente apenas había cola y ya últimamente nunca me paraban, supongo que porque sacaba de la maleta todo lo que podía ser sospechoso, así que antes de las 23:30h ya estaba en la puerta de embarque, pues a diferencia del año anterior, esta vez ya me conocía más aquella zona y ya sabía que no tenía que pasar ningún otro control que me sellara la tarjeta de inmigración. El año anterior me pasé media hora preguntando a todo trabajador del aeropuerto sobre si debían sellarme la tarjeta de inmigración ya que hacía 2 años era obligatorio. Desde hacía un año ya no lo era.

Pero ahí tuve que esperar casi una hora porque hasta las 12:15h de la noche pasadas no empezamos a embarcar. Evidentemente el vuelo salió con casi una hora de retraso, pues estaba previsto para las 12:15h, pero después de la cancelación anterior esto ya no me importaba nada, lo importante era que saliera y llegara a Toronto. De hecho casi mejor porque si hubiera salido a la hora habría llegado a Toronto de madrugada.

Además, esta vez también tuve la suerte de estar en la ventana, pues quería hacer un video sobre el hecho de dejar México y además tampoco había nadie en medio, por lo que nadie estaba al lado. Mejor imposible.

Yo quería dormir todo lo posible ya que en Toronto llegaríamos sobre las 8 de la mañana y ya no quería tener sueño, por lo que cuando ya había pasado una hora, viendo que no llevaban comida, me comí una de las bolsas de Doritos . Pero al cabo de 10 minutos, pasaron a repartir una bolsa pequeña de patatas, un sándwich y una bebida. Evidentemente lo pedí todo y después ya a dormir. Tenía bastante sueño porque llevaba 3 días durmiendo muy raro y poco y caminando mucho, por lo que a diferencia de lo que es habitual para mí en un avión, pude dormir bastante rato. De las 4 horas y media que duró el vuelo, al menos dormí 3. De hecho me despertó durante el aterrizaje, y lástima, porque quisiera haber hecho fotos del momento de acercarnos a Toronto. Al menos hice durante el despegue y más cuando era de noche, que siempre quedan mejor las fotos con toda la ciudad iluminada.

Y así llegaba uno de esos días que más bien parece que sea un día doble, pues dormir en el avión, sin cambiarse, sin casi dormir, sin ducharse y sin un buen café, es casi como no empezar un nuevo día.

Todo ello había sido algo trepidante, incierto e incluso un punto estresante, pero finalmente estaba a punto de poner los pies en Canadá cuando hacía menos de 12 horas parecía imposible. Había podido llegar a la penúltima parada de la vuelta al mundo acortando un poco más el camino hasta Barcelona. Ésta sería una parada corta pero muy interesante, pudiendo visitar una de las ciudades más diversas y tolerantes del mundo y las cataratas más famosas, las del Niágara. Eso sí, primero tocaba llegar a la habitación que tenía reservada.