Este dia, que era el primer día efectivo del viaje, fue el día que más aproveche de todo el viaje, supongo que porque era el primero. Quería ir hasta Miami Beach pero sin usar transporte público, para así ver la ciudad mientras hacía el camino. Me encanta simplemente andar por las ciudades y ver a la gente en su día a día, ver como es realmente la ciudad. Miré en Google Maps si era factible ir hasta Miami Beach andando y me pareció que si, aunque estaba a unos 10 kilómetros. Pero pensé, bueno, serán unas dos horas y media andando, salgo bien temprano y tengo tiempo de sobra para ir y volver hasta que se haga de noche. En ese momento aún no había caído en que descargando previamente los mapas de Google Maps puedes usar el GPS sin necesidad de tener conexión a Internet (que evidentemente allí no tenía pues no contraté ningún servicio de Roaming), así que miré la ruta desde el apartamento y guardé las indicaciones en el móvil. Pero aunque tengas todas las indicaciones de por donde ir, tienes que ir buscando cada calle, su nombre y en qué dirección ir. En resumen, el trayecto que debería haber hecho en dos horas y media lo hice en casi 4! Sí, llegué a Miami Beach pero a punto de morir de cansancio y de calor, pues otro error que cometí por ser mi primera salida fue no mirar el tiempo. Aunque estábamos a mediados de Octubre, la temperatura en Miami era de mas de 30ºC que sumado a la humedad parecía que estábamos a mas de 40. Era como andar por la selva tropical y yo vestido con tejanos y jersei y sin haberme llevado agua.

Salí a las 9 de la mañana cuando la temperatura aun era aceptable y siguiendo las indicaciones que llevaba guardadas. Parece mentira como me costaba tanto orientarme usando las técnicas de siempre, que es mirar carteles, nombres de calles y preguntando a la gente mientras sigues tus anotaciones. Después de acostumbrarse al GPS, volver a los carteles se hace muy complicado. Aun así, al dia siguiente agradecí no tener la posibilidad de usar el GPS ya que estas pequeñas complicaciones hacen que luego todo te parezca mas fácil además de recordarlo mucho mas.

A los 30 minutos de andar salí de Litlle Havanna y poco a poco iba llegando al centro de la ciudad, ya con muchos menos cubanos y muchos mas rascacielos. En poco rato había pasado de estar en una zona que parecía un pequeño pueblo de Cuba a una zona que parecía la típica ciudad americana.

El camino se hacía largo y sobretodo muy cansado. No salí en absoluto preparado y ni siquiera había mirado la temperatura que haría. Iba como alguien que sale a pasear media hora tranquilamente por el centro de la ciudad pero estaba haciendo una excursión de casi 8 horas bajo un calor sofocante.

Miami en general me estaba gustando bastante. Era muy típicamente americana con sus autobuses escolares, rascacielos, semáforos horizontales, y aunque había muchos indigentes, en general la ciudad estaba limpia y son zonas excesivamente marginales. Esta era la primera vez que estaba en EUA y me hacía cierta gracia ver cosas típicas americanas que solo había visto en películas, como los autobuses escolares o los taxis.

Poco a poco me fui acercando a la costa dirigiéndome hacia el puente para cruzar a la isla de Miami Beach. El puente parecía mas corto de lo que realmente era. En un momento, cuando ya llevaba casi 3 horas andando consideré en dar la vuelta y volver al apartamento, pero ya me encontraba cruzando el puente que conecta con Miami Beach, un puente larguísimo que tardé 45 minutos en cruzar. El problema de no tener los mapas es que no sabes cuanto queda, pero ves que te acercas y piensas, venga un poco más. Por cierto, mientras cruzaba ese puente vi una barquita ardiendo, un helicóptero evacuando a sus tripulantes y un montón de bomberos apagando el fuego.

Ya no podía mas pero ya estaba tan cerca de Miami Beach que no quería regresar.

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A las 3h y media de andar por fin vi El Cartel: Welcome to Miami Beach! Por poco lloro, había llegado a Miami Beach. Pasé por delante de todas las mansiones de los famosos, era impresionante. me paré unos minutos a hacer fotos pues desde allí tenía una visión perfecta del típico skyline de Miami. Tras pasar esa parte de mansiones ya se entraba en la isla donde me paré en el primer parque que encontré con una fuente de agua. Estuve como 10 minutos bebiendo agua y como media hora sentado en un banco, ya no podía más, pero había conseguido llegar y ver buena parte de Miami en solo medio día. Para volver consideré tomar un autobús pero no tenía ni idea de qué lineas llegaban a Little Havanna y estaba demasiado lejos como para que alguien pudiera darme buenas indicaciones. Así que cuando hube descansado un poco emprendí la vuelta andando de nuevo, al fin y al cabo ya conocía un poco el camino y llegaría sin dar tantas vueltas. Como curiosidad, cruzando de nuevo el puente hacía la parte continental de Miami, me encontré iwanas! Allí hay por todos lados, pero evidentemente yo nunca las había visto andar por la calle, iwanas y ardillas. Para alguien que va por primera vez a Miami es realmente impactante ver esos animales andar por als calles de una gran ciudad como si fueran gatos o palomas.

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Este puente era bastante curioso porque por si solo ya era un pueblo. El puente llegaba hasta Miami Beach pero por el camino conectaba con varias islas muy pequeñas, por lo que en muchos tramos del puente realmente no parece que estés en un puente ya que contínuamente pisas una nueva islita con sus calles y sus mansiones. Es un pequeño remanso de paz en medio de Miami y Miami Beach.

La primera parte fue fácil, pues solo se trataba de cruzar el puente, pero una vez llegado a Miami continental todo se complicó. Las indicaciones que había guardado eran para ir a Miami Beach, así que tenía que seguirlas pero a la inversa, parecía fácil pero no lo fue. Me perdí más que en la ida. Sinceramente no quería coger un taxi porque esa era la solución fácil y menos interesante, aparte de ser la más cara, y en un viaje de dos meses no puedes empezar a coger taxis ya el primer día. Así que me dije a mi mismo que intentaría llegar a pie hasta que se hiciera de noche. Fue una odisea y en ese momento bastante duro, pero una vez superado se convirtió en un gran aprendizaje, crecimiento personal y una buena anécdota para contar. Tras salir a las 9 de la mañana del apartamento, ya eran las 5 de la tarde y yo seguía perdido por las calles de Miami, pero tan lejos del apartamento que nadie sabía exactamente cómo guiarme hasta mi calle. Antes he comentado que es fácil encontrarse debido a que los nombres de las calles son números, pero el problema es que la ciudad se divide en 4 (NO, NE, SO y SE) y si estás fuera de tu zona pues ya no es tan fácil.

Todo empezó al poco tiempo de llegar a Miami continental. Me empecé a liar con los giros y poco a poco, en vez de situarme, me iba alejando más del camino correcto, hasta llegado un momento que no me sonaba nada de lo que veía. Ya hacía rato que iba por calles por las que no había pasado en la ida y no había manera de saber por donde tirar. Lo de ir por un camino algo distinto lo hice expresamente para poder ver mas cosas de Miami, pero en una ciudad que no has visto nunca y en una zona sin una estructura de calles clara, estos experimentos no se pueden hacer a menos que vayas con el GPS. Al cabo de 4 giros de calle ya me convencí que estaba completamente perdido.

Y sin casi darme cuenta, me encontraba en una zona totalmente desconocida sin saber por donde ir y viendo como aquella zona cada vez era menos parecida al Little Havanna. Además quedaban menos de dos horas para que se hiciera de noche y parecía que en cualquier momento se pondría a llover. Había conseguida llegar a Miami Beach pero la vuelta estaba siendo agónica.

Pero el peor momento de la caminata y posiblemente del viaje, fue cuando me perdí en un barrio marginal cuyos habitantes eran todos de raza negra, y aunque eso al principio no me pareció malo (sería muy racista si me lo hubiera parecido) si que lo fue cuando tras preguntar en una tienda a la que había entrado a comprar agua, un cubano me supo indicar bastante bien donde estaba la Little Havanna, pero acabó la explicación con un: «pero corre!» Me quedé a cuadros. Le pregunté a qué se refería y me dijo que me había metido en un barrio muy peligroso, la verdad que lo parecía pero no hasta el punto que me dijeran que saliera de allí, literalmente, corriendo. Así que haciendo caso al buen cubano, salí de la tienda y, cansado como estaba después de horas de andar sin parar, empecé a correr como nunca lo había hecho. En ese momento ya informado del barrio, si me fijé en que todo el mundo me miraba como pensando, que hace este blanco aquí? Todo eran bandas, indigentes, drogadictos y gente armada, que en EEUU es normal, pero si no estás acostumbrado pues sorprende un poco. Con el cansancio que llevaba tras 7 horas caminando y con la sed que tenía, ni siquiera me di cuenta de en que barrio me estaba metiendo.

Siguiendo las indicaciones del buen cubano y sin parar de correr llegué a mi calle, la Av 8! Pero si mi apartamento estaba en el SE en ese momento yo estaba en NE. Bueno, al menos ya reconocía el nombre de la calle aunque no la zona. Con todo esto ya eran las 18h, ya se hacía de noche y para acabar de rematarlo empezó a llover, pero no lluvia normal, sino como es debido en Miami, una buena lluvia tropical. Cansado, mojado, de noche y aun asustado por el barrio en el que me había metido, fue en ese momento cuando pensé, si la próxima persona a que le pregunte no me sabe indicar bien, ahora si cogeré ya un taxi, pues una vez en la Av. 8 pregunté a 4 o 5 personas mas que no supieron indicarme de tan lejos que estaba aún. Por suerte me dijeron que iba bien aunque tenía que andar un poco. Así que para no estropear la excursión al final, decidí llegar andando costara lo que costara, ya total que mas daba. Estuve andando una hora mas aproximadamente por la Av. 8 pero no me preocupaba, pues esa era mi calle. Incluso llegué a pasar de largo el apartamento pues aun no conocía bien la zona y ya era completamente de noche. Además estaba seguro que el apartamento estaba en un lado de la calle pero estaba totalmente equivocado, estaba en el otro lado, el que yo no miraba Cuando me pareció que me había pasado pregunte y efectivamente así me lo confirmaron. No pasó nada, pues solo me había pasado unos 200 metros. Volví atrás fijándome bien en cada casa y por fin lo encontré, 10 horas después de salir allí estaba, mi apartamento. No os imagináis la ilusión y orgullo propio que se siente cuando consigues algo que en tantos momentos del día pensabas que no conseguirías, no el hecho de llegar, sino más bien llegar a pie, sin más ayuda que unas indicaciones, carteles y preguntando a la gente. entre, me cambié y me tumbé. Creo que nunca había estado tan cansado pero a la vez tan contento y orgulloso de haber conseguido lo que me había propuesto. Y sin que me pasara nada más que mojarme, cansarme y pasar un poco de miedo en algun momento. Pocas veces he dormido tan bien como ese día.

Estas cosas son complicadas en el momento pero una vez conseguidas dan una satisfacción personal enorme y te dan una fuerza que ya se recuerda y se mantiene para siempre. Cuando haces una cosa una vez, la harás una segunda vez con menos dificultades. Finalmente había conseguido lo que en un momento dado me pareció imposible. Con esfuerzo pocas cosas se nos resisten.

Los otros dos días enteros que estuve en Miami fueron mucho más tranquilos y más preparados (ropa más ligera y agua). Algo que me sorprendió de los inmigrantes cubanos fue que así como muchos adultos ni siquiera hablaban inglés, los hijos de dichos inmigrantes no solo hablaban inglés sino que lo hablaban entre ellos, entre hijos de inmigrantes cubanos. Lo vi cuando pasé por delante de una escuela en la Little Havanna justo cuando salían los alumnos. Todos parecían hijos de cubanos pero ninguno hablaba español.

Principalmente paseé por el barrio de Little Havanna y la verdad es que es un barrio muy tranquilo y agradable de visitar, lejos del ruido de buna parte de Miami y con unos vecinos muy amables. Y ciertamente algo extraño de sobre todo escuchar el idioma español por las calles pero a la vez casi todas als casas con la bandera estadounidense, demostrando así su intención de romper con el pasado y empezar una nueva vida para ellos y sobre todo para sus hijos en ese nuevo país que hasta el momento les había acogido tan bien.