Me desperté a las 6 de la mañana y empezaba uno de los días más largos del viaje para ir desde Kuala Lumpur a Honolulu haciendo escala en Osaka. Este día ganaría exactamente 14 horas debido al cambio de horario que se da al ir desde Japón hasta Hawái, pues se cruza el punto en que se cambia de día, y yo lo echaría atrás, ganando todo el tiempo y más que había ido perdiendo durante el viaje por los cambios de horario. De alguna manera viajaría atrás en el tiempo ya que al llegar a Hawái sería la misma hora que la que tenía en Malasia al marcharse pese a haber permanecido casi 15 horas en aviones.

El vuelo lo había reservado 5 meses antes del inicio del viaje por un total de 1.475 ringgits, 274€ en ese momento. Aunque sólo llevaba una maleta de cabina de 10kg y una mochila, en este trayecto tuve que pagar por poder facturar una maleta de hasta 20kg ya que el peso máximo permitido en cabina era de sólo 7kg.

A las 8:30h quería dejar el apartamento aunque el vuelo salía a las 14h, pero tenía que facturar y llegar al aeropuerto en transporte público, aeropuerto que estaba a casi 50 kilómetros del apartamento. Además quería tener tiempo de maniobra por si algo salía mal al menos poder llegar en taxi.

Así que me preparé el café de cada mañana mientras acababa de recogerlo todo y miraba algún correo urgente, pues ya no sabía cuándo volvería a tener internet.

También recogí y limpié un poco el apartamento para recibir una buena valoración en Airbnb, me duché, miré un rato y por última vez por la ventana, y sobre las 7:30h se puso a llover…

Tenía bastante claro que si llovía no iría al aeropuerto en transporte público sino con Grab, el Uber asiático, por lo que intenté reservarlo, pues la última vez que lo intenté no pude. Ahora me pidió hacerme un selfie para verificarme ya partir de ahí ya pude. El coste era de 65RM, unos 14€, bastante caro pero debía tenerse en cuenta que eran 50 kilómetros. Me daría un poco de rabia pero tenía claro que lloviendo no iría de otra manera. Hay que tener en cuenta que no caían 4 gotas, sino la típica lluvia tropical, es decir, una cortina de agua.

Y siguió lloviendo hasta las 8:30h que era la hora límite que me había puesto para irme, así que ya empecé a preparar Grab. Si iba con un Grab querría salir como máximo a las 9:30h, pues había una hora de trayecto.

Aproveché para limpiar la maleta y volverme a duchar hasta las 9 cuando todavía llovía. Así que ya dejé de esperar, me resigné e hice algo que no me gusta hacer, pedir un Grab, pues no tenía pinta de que a corto plazo aquella lluvia fuera a parar.

Ya lo tenía todo listo para bajar rápido y dejar la llave en el buzón. Al primer intento de pedir un Grab me dijo que no estaba cerca, pero lo volví a intentar al cabo de 2 minutos y ya un conductor aceptó y según la aplicación llegaría en 5 minutos. Así que cerré el apartamento y bajé. Dije en recepción que debía hacer el checkout pero la chica que había no sabía que tenía que hacer, de hecho ni siquiera tenía que decirle nada, simplemente tenía que ir directamente a la sala de los buzones, pues ahora ya podía ir solo, y dejar la llave y la tarjeta. Y cuando salí de nuevo ya había un coche azul esperando, el color que ponía en la aplicación. Fui y el chico que salió era el de la foto, además él me dijo mi nombre por confirmar. Todo perfecto y muy rápido. Eran las 9:15h que ya subía al coche y marchábamos hacia el aeropuerto. No había tenido tiempo ni de despedirme del edificio.

No sé si era porque el chófer pensaba que al ir al aeropuerto no podía perder tiempo, pero en cualquier caso fue a 150km/h buena parte del trayecto. Incluso en algún momento el coche parecía hacer un pequeño patinazo debido a la velocidad y la fuerte lluvia que caía. Yo no tenía ninguna prisa pero quizás así el trayecto sería algo más barato.

El trayecto duró unos 5 minutos menos de lo previsto, llegando al aeropuerto a las 10:10h. Todo fue muy bien y el conductor no habló, por lo que me fue bien para escribir el diario tranquilamente, pues en una hora da tiempo de mucho.

Lo que no sabía es que a los 65RM se le sumarían los peajes, por lo que el precio final fue de 75RM, 16€. La cosa ya picaba un poco. Al menos, cuando ya estaba en el aeropuerto, seguía lloviendo con fuerza por lo que seguía siendo necesario venir en taxi o similar. Me habría dado mucha rabia que poco después de salir hubiera parado de llover.

Ésta era la primera vez que cogía un transporte de este tipo, ya sea Grab, Uber o cualquier otro similar. Taxis sí, por supuesto, pero nunca un VTC, y la verdad es que la experiencia fue muy buena, el trayecto muy barato teniendo en cuenta que había sido una hora, y el chico muy amable y rápido. Todo ello perfecto.

Aunque todavía faltaban casi 4 horas para la salida del vuelo, los mostradores ya estaban abiertos por lo que fui a hacer el checkin, pues en principio tenía que facturar una maleta.

Primero debían imprimirse las etiquetas en las selfmachines, pero en mi caso no me dejaba ya que tenían que comprobar que tuviera el visado para entrar en EEUU. Así que fui al mostrador que me dijeron, pues había decenas de Air Asia, y ahí lo comprobaron todo. De hecho éste era un aeropuerto hecho básicamente por Air Asia, pues todos los aviones que se podían ver eran de esta compañía, ¡y el aeropuerto era inmenso!

Yo había pagado por una maleta facturada por exceder del peso, aunque allí no comprobaron nada del equipaje y me dieron las tarjetas de embarque. Yo prefería llevarlo todo en cabina pero creo que no habría hecho falta que pagara los 45€ que pagué por el sobrepeso, ya que de momento ya había hecho el checkin y llevaba la maleta y la mochila conmigo sin que nadie las hubiera pesado.

Eran las 11h aproximadamente y ya con todo hecho tocaba hacer tiempo hasta las 12h que iría a pasar el control de seguridad y pasaporte.

Comí algo de lo que llevaba y que ya sería la comida de ese día, me vi el agua que llevaba y finalmente volví a los mostradores a preguntar bien lo de la maleta, pues no quería que todo fuera como en Norwegian que el peso del equipaje de cabina lo comprueban en la puerta de embarque, total ya lo había pagado, así que no valía la pena arriesgarse porque una vez allí me dijeran que tenían que bajarlo en la bodega.

Así que volví a los mostradores poniéndome a lo primero que vi. Al cabo de 5 minutos un trabajador me preguntó dónde iba y al decirle a Honolulu me dijo que tenía que ir a los mostradores T. Fue entonces cuando me di cuenta de que cada hilera de mostradores tenía una letra y que todos los mostradores de aquella terminal eran de Air Asia! Era acojonante, había decenas y decenas de mostradores todos de Air Asia, no vi ninguna otra compañía. De hecho ese aeropuerto se llamaba KLIA2 y parecía hecho únicamente para los vuelos operados por Air Asia. Flipé con la mega compañía que era y que no sabía hasta ese momento. Por cierto, que diría que el trabajador me vino a preguntar sólo a mí dónde iba porque era el único con cara de europeo en aquella fila, pues los mostradores donde estaba era por vuelos nacionales y yo era el único diferente de las decenas de personas que había en esa fila.

Así que fui a los mostradores que me dijo dónde había menos cola que a los demás pero la chica que me tocó estaba amargada y creo que ni me escuchaba. Yo le pregunté si podía ir con todo el equipaje en cabina mientras lo ponía todo sobre la cinta para que viera el peso. Ella dijo que sólo una pieza, a lo que yo entendí que decía sólo una pieza en cabina, pues era lo que le preguntaba, pero resultó que ella decía que sólo podía facturar una pieza, por lo que yo dejé la maleta facturada pero más tarde entendí que ni me había escuchado y que probablemente podría haber ido con todo en cabina, ya que después vería a algunos pasajeros con maleta y mochila subiendo al avión. Total, que creo que podría haberme ahorrado los 45€ pese a sobrepasar los 7 kilos permitidos. Pocas cosas dan tanta rabia como pagar por algo que finalmente ni miran.

Y sobre las 12h ya fui a pasar todos los controles, que en ese momento aún no lo sabía pero serían 4, 2 de equipaje y 2 de pasaporte. Menos mal que fui con tiempo.

Primero tocó control de pasaporte para sellar la salida del país. Una vez hecho directamente en el control de equipaje. Qué fácil es pasar estos controles con sólo la mochila…

Después caminada de al menos 2 kilómetros para llegar a la puerta de embarque, y no exagero, al menos estuve 30 minutos andando. Durante el camino ya se veían las pistas y todos los aviones eran de Air Asia, y al menos vi 50, era impresionante.

La puerta era la Q8 y una vez entrábamos en la zona de las puertas Q, tocó un segundo control de equipaje. Supongo que los vuelos que salían desde las Q iban a EE.UU. También lo pasé rápido y sin problemas y otros 10 minutos andando hasta llegar a la puerta Q8. Eran las 12:40h y la puerta se abría a las 13h, así que miré si por casualidad me podía conectado a Internet aunque sin esperanza alguna, pero por sorpresa si que había una red gratuita del aeropuerto, así que aproveché para enviar algunos WhatsApps y mirar correos.

Puntualmente a las 13h abrieron la puerta de embarque Q8 y ahí tocó el segundo control de pasaporte. Pero éste ya no era para sellar nada sino para comprobar que no fuera falso y que tuviéramos el visado para entrar en EE.UU.

Había un chico y una chica policías comprobando los pasaportes. A mí me tocó la chica, y al darle el pasaporte y ver que era español dijo: «Hola como está». Me quedé bastante parado pues era la primera vez que alguien me hablaba en español después de un mes y medio de viaje, pero enseguida le respondí «muy bien gracias». Ella miró el pasaporte con una lupa similar a la de los relojeros, supongo que mirando las marcas típicas de los pasaportes auténticos, me pidió el visado y cuando comprobó que todo era correcto me lo dio diciendo «gracias» cambiando la cara seria que tenía hasta entonces por una sonrisa, a la que yo respondí igual. Fue realmente amable.

Y ahora si ya por fin sólo quedaba embarcar, algo que hicimos al cabo de unos 5 minutos y de forma muy rápida. Había llegado al aeropuerto con 4 horas de antelación pero finalmente tampoco me había sobrado demasiado tiempo.

A mí me tocó el asiento 27C, de pasillo, pero la sorpresa fue que una vez ya había embarcado todo el mundo vi que el avión iba muy vacío y que yo no tenía a nadie a los lados. Los asientos 27A y 27B estaban vacíos. No podía creerlo, un vuelo de Kuala Lumpur a Osaka de 6 horas y media e iría completamente solo a mi fila. Mejor que en primera clase.

Evidentemente éste fue el vuelos más cómodo de mi vida. Me senté en el asiento de ventana y comí cuando quise de lo que llevaba. Cuando quería me levantaba sin molestar a nadie y después me estiraba ocupando los 3 asientos. Fue perfecto. Incluso dormí un rato, algo que me cuesta mucho en un avión pero que aquí resultaba mucho más fácil y cómodo.

A las 20:40h, hora de Malasia, llegábamos a Osaka aunque allí era una hora más, por lo que ya eran las 21:40h y el vuelo a Honolulu salía a las 23:25h. Una escalera corta que se agradece mucho en trayectos tan largos.

Bajamos del avión y muchos pasajeros hacían como yo, transbordo hacia Honolulu. Tuvimos que ir a la terminal principal del aeropuerto de Osaka en el típico tren elevado automático. Allí, por una fila separada, pasar un control de equipaje y de billete, y pasado ya hacia la puerta 4 que al menos no quedaba tan lejos como la del aeropuerto de Kuala Lumpur. Éramos muchos haciendo ese trámite y el tiempo de la escalera era justito, por lo que los trabajadores ya se preocuparon de hacer las cosas muy rápido. Ademas estábamos en Japón, donde todo funciona mucho mejor…

Y algo que me sorprendió y más siendo en Japón, es que ya en la zona de puertas había una sala de fumadores. Evidentemente quedaba herméticamente cerrada pero la había, algo que últimamente sólo había visto en el aeropuerto de Lisboa. Así que evidentemente fumé un pite. Además estaba junto a mi puerta de embarque, la 4 y junto a una fuente de agua potable. En un momento pude hacer todo lo que necesitaba y que ya me había resignado al hecho, fumar y ver agua. Fue perfecto.

Fumé el piti, bebí más de un litro de agua y comí la pasta de frankfurt que llevaba mientras se sentaba unos minutos en un lugar muy cómodo. Con esto ya estaba preparado para pasar 7 u 8 horas más en un avión.

A las 22:50h empezamos a embarcar. Tenía la esperanza de que este vuelo también fuera medio vacío como el otro aunque de hecho aquí ya se veía a más gente esperando.

Mi asiento era el 10B, muy cerca de la puerta pero en medio. Cuando ya había embarcado casi todo el mundo todavía estaba solo en la fila. Por unos minutos pensaba que volvería a tener suerte y mas en ese vuelo que iba tan lleno pero justo entonces vino un japonés que se sentó en el asiento C. Y cuando ya estaban a punto de cerrar las puertas, llegó el del asiento A. Todo ocupado. Además, el chico del asiento A era muy grande, tanto que tenía que engancharme al japonés. Casi 8 horas de vuelo rodeado de tíos y uno que hacía dos veces yo. Vaya tela. Al menos en el vuelo previo había podido ir muy cómodo y durante la escalera había comido, ahumado y bebido agua.

El vuelo se retrasó casi media hora. Mientras esperábamos, el chico gordo del asiento A se volvió hacia mí y me dijo algo como «siento soy grosso». Me pareció que era italiano. Entonces me preguntó de dónde estaba y al decirle de Barcelona hizo un «wooow» típico americano. Me dijo que había estado llevando 15 años estudiando español en Sevilla y que por eso hablaba un poco el español. Además había pasado unos días en Barcelona y en otras partes de España. Pero lo que más me sorprendió fue cuando le pregunté de dónde estaba, pues me dijo que de Hawái. El tío fue no sé cuántos meses a estudiar español en Sevilla siendo de Hawái.

Estuvimos hablando un rato en español, pues era él que quería practicarlo, sobre los skaters de Barcelona, ​​que ya entonces estaba lleno, de Gaudí, la Sagrada Familia y la vuelta el mundo que yo estaba haciendo en ese momento. Le hablé algo de lo que había hecho en Malasia más que en Tailandia ya que él justamente venía de Bangkok. Y así fuimos pasando la casi media hora de retraso del vuelo hasta que por megafonía ya dieron las instrucciones, despegamos y todos a dormir, pues ya eran las 12 de la noche. La verdad es que el chico era muy amable y risueño, todo le hacía gracia, se le veía muy feliz y de hecho esto era preludio del tipo de gente que me encontraría por Hawái, totalmente diferentes a los del continente.

Yo como siempre, apenas dormí. La verdad es que me cuesta mucho dormir en los aviones y no sé muy bien porque, quizás porque todo es muy estrecho y pequeño y es ciertamente incómodo. Algo dormí pero ni dos horas en total de las casi 8 que duró el vuelo. El japonés de al lado creo que no despertó en ningún momento. Y el hawaiano casi que tampoco.

Evidentemente, las horas de oscuridad fueron muy pocas, yo diría que a lo sumo 3 tirando largo, haciendo aún más complicado poder dormir. Además, con este vuelo, íbamos atrás en el tiempo, por lo que si ya llevaba un montón de horas despierto habiendo pasado ya todo el día 7, ahora sólo empezaba otra vez el mismo día 7 sin haber casi dormido. Un día largo de 40 horas habiendo dormido sólo dos.

Y como en el vuelo previo, comí algo de lo que llevaba y aproveché para adelantar el diario, pues nada mejor que esos momentos para hacerlo. Y no pude evitar pedir un café. Como algo había dormido y empezábamos un nuevo día, me costaba mucho resistirme a un café. Costaban 6RM, 1,20€, pues para estar en Malasia pero más o menos lo que vale en Barcelona, ​​por lo que no dudé ni un segundo en pedir uno cuando pasaron ofreciendo los desayunos. Y la verdad es que me sentó de puta madre, como no podía ser de otra forma.

Hacia las 7 de la mañana hora de Japón y cuando ya llevábamos 7 horas de vuelo, el japonés al fin se despertó y levantó, momento en que aproveché para levantarme por primera vez en todo el vuelo e ir al lavabo a lavarme todo lo que pudiera, casi ducharme…

Y casi a las 8 de la mañana del día 8 de julio hora de Japón llegábamos a Honolulu aunque allí eran 19 o 20 horas menos, creo que eran las 13h pero aún del día anterior, el 7 de julio. Así pues, el día 7 de julio de 2019 para mí tendría más de 40 horas.

Lo bueno de estar en la fila 10 era que fui de los primeros en salir y eso tiene mucha más importancia de la que parece, ya que acelerando un poco el paso, llegué el primero al control de inmigración. De hecho ésta era la primera vez que llegaba el primero al control. Además no había nadie de ningún vuelo anterior por lo que fue el paso por inmigración más rápido que había dado hasta entonces. Y además lo más agradable, pues esto era Hawái.

Antes de llegar sin embargo, me despedí del hawaiano que se llamaba Mathew, pues fue entonces cuando nos dijimos los nombres.

Por cierto, que desde el avión al control de inmigración se llegaba en bus con todo lo que esto representa, pues a cada paso había agentes custodiándonos para que nadie se desviara. Incluso el conductor del bus bajaba el primero para hacernos de barrera y que así todos fuéramos hacia dónde tenían que ir. También me sorprendió que se vieran pocos pasajeros y que todo se viera relativamente pequeño.

Así que llegué el primero a las máquinas donde debes pasar el pasaporte y ya comprueba que tengas el visado y éste sea válido. Después te toma las huellas dactilares, te hace una foto y las típicas preguntas de si llevas según qué tipo de comida y otras rutinarias. Por último se imprime una especie de recibo con lo que ya puedes pasar a un agente. Yo todavía iba el primero por lo que fue llegar a la zona de agentes y una policía ya hacerme una señal para que fuera. No llevaba ni 5 minutos en el control que ya estaba ante el agente.

Y fue aquí cuando dije, esto es Hawái y nada tiene que ver con EEUU continental. Era una mujer de unos 55 años y sólo el saludo ya fue distinto a todos. Yo iba serio como siempre en estos casos pero ella hizo un «Hi» muy alegre y con una sonrisa de oreja u oreja. Siguió con un «how are you», pero sin dejar de sonreír mientras cogía el recibo e iba haciendo «right, all right, very good». Todo eran alegrois. Entonces cuando fue a sellar el pasaporte y el problema que tuvo fue encontrar una página libre de tantos sellos que ya existían, fue cuando ya empezamos a hablar casi como dos amigos. Primero empezó diciendo que qué suerte y qué bien tener un pasaporte como aquél, haber ido a tantos lugares. Le dije que estaba dando la vuelta al mundo y que podía trabajar mientras viajaba. Entonces ya se interesó en el viaje que estaba haciendo y en mi trabajo, pero todo por curiosidad y no por controlar nada, de hecho, mientras se interesaba por el viaje ya había sellado el pasaporte.

Al cabo de 3 o 4 minutos de estar charlando y ella sin dejar de sonreír en todo el rato, ya me dijo «that’s all», y me indicó a dónde ir, qué hacer y que ya estaba, que ya podría disfrutar de Hawái. Qué diferencia con el control de inmigración de Nueva York o el de Miami, donde todo eran caras serias y ninguna amabilidad.

Una vez pasado el control fui a recoger el equipaje y la primera persona que me encontré fue Mathew. Estaba en una cabina hablando por teléfono. Me saludó al estilo hawaiano y yo le dije que había sido la mejor entrada en EE.UU. seguido de un «Hawaii is different».

Pero entonces vi que las maletas ya hacía rato que estaban saliendo y fui corriendo dejando a Mathew allí en la cabina.

Primero estuve unos 5 minutos mirando si salía la maleta, hasta que vi que muchas ya las habían sacado de la cinta y estaban a un lado. 2 chicos ya iban sacando y arrinconando todas las maletas que daban toda la vuelta sin que nadie las cogiera. Miré por ahí y no la vi, así que estuve 5 minutos más mirando la cinta, hasta que volví a mirar las maletas arrinconadas y la vi. A diferencia de las demás la mía estaba tumbada, por eso no la había visto en un primer momento. En fin, lo importante es que no se había perdido, pues nunca se sabe y es uno de los motivos principales por los que no me gusta facturar, y más en un trayecto con escala. En cualquier caso ya estaba en Hawái con todo el equipaje y habiendo vivido ya la alegría generalizada de los hawaianos.

Con el rato que había perdido y debiendo pasar por el posible control de equipaje, ya me olvidé de Mathew y ni siquiera lo vi más. Hasta entonces no lo había pensado, pero debería haberle preguntado cómo iba, si es que iba, a Honolulu. Después me arrepentiría.

No me pararon para revisar el equipaje así que salí de la terminal a ver si encontraba algún sitio desde donde salieran los buses hacia Honolulu. Hay toda una red de buses que van por toda la isla, incluido el aeropuerto. Yo ya tenía anotado qué buses tomar que eran el 19 desde el aeropuerto y hacia Chinatown, ya en Honolulu, hacer transbordo en el bus A.

Primero pregunté a una trabajadora del aeropuerto si sabía de algún money exchange allí mismo en el aeropuerto, y me dijo que sí pero estaba cerrado. De hecho esa terminal era muy pequeña, mucho más de lo que esperaba, y ni siquiera estaban las típicas tiendas, money exchange o empresas de alquiler de coches que te encuentras siempre antes de salir del aeropuerto. Aquí no había absolutamente nada.

Al menos pude conectarme a una red Wi-Fi del aeropuerto aunque creo que esto fue contraproducente, pues ya fui en dirección donde me decía que tenía que coger el bus 19 pero por la terminal d llegadas, que estaba en el piso de abajo. Al llegar vi que allí paraban una especie de shuttles, algunos numerados, por lo que pensé que estaba en el lugar correcto y me quedé a esperar el 19. Pero cuando según Google Maps ya debería haber pasado, por ahí no había pasado, y según Google Maps lo siguiente podría tardar más de 30 minutos. Seguramente el bus 19 sí que había pasado pero por el piso de arriba, en la terminal de salidas.

Entonces miré cuánto costaría un Uber y eran $22, algo que ya no estaba dispuesto a pagar, pues ya sería el tercero en pocos días. A pie eran 2 horas y medio, así que sin pensármelo dos veces empecé a andar. Cuando sólo llevaba 10 minutos andando, ya sudaba de tanto calor que hacía y todavía estaba por la zona a del aeropuerto, fue cuando pensé que debería haberle preguntado a Mathew cómo iría a Honolulu.

Al menos el camino era recto por la carretera de 2 carriles por sentido pero ésta tenía en todo momento una zona peatonal, por lo que al menos no era tan peligroso como fue el año anterior en Carolina de Puerto Rico donde en algún momento pasé incluso miedo. Y cuando ya llevaba 30 minutos andando y ya no valía la pena volver atrás, recordé que en Google Maps, cuando lo había mirado el día anterior, ponía que el bus 19 debía tomarse desde la Upper terminal, algo que en ese momento no le hice demasiado caso pero que ahora recordaba que yo había mirado a la de abajo, donde las llegadas, pero que en el piso de arriba estaban las salidas. Si no hubiera seguido por GPS las indicaciones de Google Maps seguramente habría vuelto a leer las notas habría ido al piso de arriba, donde seguramente había pasado el bus 19. Y yo andando bajo el sol hawaiano. Al menos hacía viento y era suficientemente soportable.

La rueda de la maleta que ya estaba medio futuda de tantos kilómetros recorridos durante el viaje, estaba cada vez peor. Cuando llevaba casi una hora andando entendí que no podría hacer todo el camino así, pues todavía quedaban casi dos horas más. En un punto me paré y me intenté conectar a Internet, y afortunadamente pude. Había una red de pago pero que dejaban 30 minutos gratis por probar. Miré a Uber que allí donde estaba ya costaba sólo $17, había caminado el equivalente a $5. Me seguía pareciendo caro así que miré dónde quedaba el punto donde habría tenido que hacer el transbordo de autobus para intentar llegar andando y coger el segundo bus que debería haber cogido, que en este caso sería el primero y único. Hacer esto me parecía la mejor opción ya que debería andar unos 45 minutos más y allí tomar el bus A que me dejaría a 5 minutos del hostel. Hay que tener en cuenta que los buses de EE.UU. no dan cambio, y yo no había podido cambiar moneda, por lo que sólo tenía lo que ya llevaba, que eran $74, por lo que si hubiera tenido que coger los dos buses, en vez de pagar $5,50 que es lo que debería costar, me habría costado $10. De esta manera, cogiendo sólo uno me saldría por $3. Así que ya más animado y viéndome capaz de llegar hasta la parada del bus A, caminé sin detenerme demasiado, pues pasaba uno en una hora y el siguiente al cabo de media hora, y según Google Maps tardaría unos 45 minutos a paso ligero para llegar a la parada.

Hasta entonces el paisaje no era demasiado bonito ya que estaba a las afueras del aeropuerto y en medio de la nada, pero ahora al menos una parte de ese camino ya era más entretenido porque ya estaba en pleno Honolulu, cruzando un río y viendo parte de Chinatown. Eso sí, el calor ahora era más fuerte que al salir del aeropuerto y no parar hizo que ya empezara a sudar. Además una de las ruedas de la maleta podría decirse que ya estaba rota, pues la goma que la recubría se había partido por la mitad. Prácticamente rodaba sobre el plástico interior por lo que casi que tenía que arrastrarlo ya que cada vez giraba menos.

Finalmente, cuando eran las 16h, por lo que ya hacía dos que había pasado por inmigración, llegué a la parada del bus A, en medio de Chinatown de Honolulu. Aún me quedaba la incógnita de saber si me dejarían subir con el equipaje, pues supuestamente sólo te dejaban subir con lo que quepa bajo tu asiento y en la espalda. Fuerza puntual llegó el autobús y me dejó subir sin ningún problema. Pagué los $2,75 con 3 billetes de un dólar y hacia el hostel por fin en autobús. Hacer ese tramo andando me habría supuesto una hora larga, además el tramo final era de subida, por lo que habría sido muy duro. De hecho, ya lo había sido hasta entonces pero al menos había sido soportable, una hora más en esas condiciones ya no sé si lo hubiera sido.

Al cabo de unos 20 minutos llegamos a la parada indicada por Google Maps, de hecho incluso parecía la última parada del trayecto, pues ya sólo quedaba yo en el bus y ya estábamos lejos del centro de Honolulu. Desde allí tuve que andar unos 5 minutos hasta el hostel que encontré sin más problemas en una calle muy tranquila de casas unifamiliares y que quedaba relativamente elevada permitiendo desde algunos puntos unas buenas vistas de todo Honolulu.

El hostel constaba de una serie de edificios y casitas y el resto eran patios y mesas al aire libre. Primero entré en el edificio que era la sala de TV, pues quedaba más cerca de la calle. Un señor me dijo que siguiera caminando unos metros para llegar a la recepción. Y efectivamente, en una casita más pequeña, estaba la recepción con una chica dentro. Le dije que tenía una reserva, dijo «cool» y me invitó a sentarme. Anoté mis datos en el libro de registro, hizo fotocopia del pasaporte, pagué los $132 por 4 noches, unos 117€ que además era lo más barato que había en Honolulu… Por eso me decidí por un hostel. Y me explicó muy bien las normas del hostel, cómo era Honolulu y cómo funcionaba el transporte público. Probablemente fue la hotelera que más información me dio de la zona del hotel a excepción quizá de la chica del hotel de las Cameron Highlands, en Malasia y en ese mismo viaje.

Después ya me preguntó sobre el viaje, y al decirle que venía de Kuala Lumpur me dijo que tenía pensado ir y me preguntó sobre la ciudad. Yo le dije que prefería otras ciudades como Bangkok, pero que justamente en Kuala Lumpur había estado en un apartamento a 170 metros de altitud y con vistas a la ciudad y que por tanto yo no era un buen referente, pues para mí apartamento fue el mejor de esa visita.

Una vez registrado y todo contado me acompañó a la habitación. Era la 6 y quedaba al final del recinto. Dentro había 3 literas y una cama individual. A mí me tocó en la cama 5 que era la cama de arriba de la camilla más cercana a la puerta, probablemente la peor cama de todos. Por lo menos la habitación sólo estaba ocupada por 4 personas contándome a mí.

Dejé las cosas y fui rápidamente a ducharme. La chica no sé si por acostumbrada o por buena educación, aguantó bastante bien mis peines después de más de 24 horas dando vueltas y casi dos caminando por Hawái. Supongo que no era lo primero que llegaba al hostel sudando como un cerdo. Y después de ducharme también rápidamente en la cocina a prepararme un café y tomármelo allí mismo, pues había unas mesas fuera donde parecía estar muy bien. Ya tocaba sentarse tranquilamente a disfrutar del aire hawaiano.

Mientras me preparaba el café entró un chico, muy alto, que se presentó aunque no lo entendí ya que hablaba muy rápido y con un acento muy cerrado. Le pregunté de dónde estaba y me dijo que trabajaba allí. Estuvimos charlando un rato mientras me tomaba el café. Como solía ocurrir, se interesó por saber de dónde venía y mas al decirle que estaba dando la vuelta al mundo y que ese día llevaba 24 horas despierto pero que por mí seguía siendo la misma hora que cuando estaba en Kuala Lumpur. Esto los hawaianos lo entienden mejor que los europeos porque les ocurre lo mismo cada vez que cogen cualquier vuelo en dirección oeste. El chico era muy abierto y amable pero me costaba mucho entender todo lo que decía, supongo también por lo cansado que estaba.

Después de charlar un rato y de tomarme el café, fui hacia la zona de restaurantes que me había dicho la chica y que de hecho ya había visto cuando pasaba con el bus, de hecho estaban poco antes de la parada en la que había bajado del bus. Eran las 17h pasadas y hacía muchísimas que no comía un plato en condiciones, por lo que tenía mucha hambre pero estaba en Hawái, donde todo era 4 o 5 veces más caro que en Malasia. Tocaba cambiar el chip.

Eran casi 10 minutos andando hasta los restaurantes, pues el hostel estaba en el típico barrio de casas unifamiliares, muy tranquilo y con pocos servicios. Por suerte en esa zona de restaurantes había de todo y quedaba cerca de la carretera en la que ya había mucha más vida. Allí había supermercados, restaurantes de todo tipo, el siempre útil 7-elevan e incluso un McDonald’s y un Burger King. Antes compré una botella de agua bien fría porque ya estaba en el punto de pálida por deshidratación.

Hacía casi 24h que no comía nada realmente contundente por lo que cuando vi en Google Maps que había un McDonald’s cerca no me lo pensé demasiado. Ademas estuve mirando los precios de los restaurantes y eran exagerados, todos los platos rondaban los $10 aunque la mayoría no bajaban del $12, y yo que estaba acostumbrado a comer por 2€…

Así que fui hacia el McDonald’s pero por el camino encontré al Burger King. Fuera había un anuncio de un menú Whopper por $7 y 10 nuggets por $2,50. Me pareció bastante bien y puesto que estaba muerto de hambre ya me quedé. Pedí el menú pero me preguntó cuál, añadiendo uno, «one»? Yo dije que si a pesar de que sé cómo funciona la venta subjetiva. Total que pedí el menú mayor que costaba $9,50, más los nuggets y el VAT, que en EE.UU. no es obligatorio indicarlo, me salió todo por $12,65 (10,56€). Toma ya. Bienvenido a Hawái, pensé. Eso sí, tenía un montón de comida que era lo que más necesitaba en ese momento. Además el primer día que estás en un sitio nuevo es normal pecar de estas cosas, de hecho ya no me pasó más durante los 4 días que estuve allí.

Me senté y comí muy bien, y de hecho ya necesitaba una hamburguesa como aquella, los nuggets, las patatas y la torta cola ilimitada, pues en muchos países te puedes llenar el vaso tantas veces como quieras.

Fueron más de 12 dólares pero probablemente los mejor gastados. Después de tantas horas despierto, en vuelos y sin apenas comer nada contundente, aquello era lo mejor que podría haber hecho.

Eran las 18:30h cuando acababa de comer y aproveché para investigar un poco más esa zona de restaurantes y tiendas para que durante los días siguientes no gastarme lo que me acababa de gastar. Encontré varios restaurantes desde tailandeses a puros americanos y el 7-elevan al que iría más aunque más tarde encontraría otro mes cerca del hostel que estaría donde compraría el día y cenar casi cada día. Y a continuación hacia el hostel a preparar un poco la ruta para el día siguiente y dormir.

Eran las 20h cuando me tumbaba en mi cama todavía solo en la habitación aunque no por demasiado rato y miraba un poco a Netflix hasta las 20:30h que ya me quedé dormido. Quería esperar lo máximo posible para hacer un horario similar al resto de compañeros de habitación para que ni me despertaran a mí ni despertarlos por la mañana para levantarme antes que ellos. En ese momento ya estábamos 3 en la habitación que ya los había visto cuando había llegado. Faltaba uno, el que dormía debajo de mí y que todavía no lo había visto y todavía no estaba allí. Intenté ir a dormir lo más tarde que pude para evitar el jet lag y que me despertaran a media noche, cosa que no ocurrió aunque más tarde llegó el señor que dormía bajo mí sin que ni siquiera me despertara . Por lo menos los 3 eran educados y respetuosos con los demás.

Y así terminaba ese día que para mí había tenido 40 horas de las que sólo había dormido 2 y en malas condiciones. Empezaba así la segunda etapa del viaje dejando a Asia atrás para seguir con América. Hawaii era la primera parada americana siendo ésta la primera vez que visitaba esta isla. No hacía ni un día que estaba allí pero ya había podido apreciar ampliamente la diferencia entre Hawái y el resto de EEUU. No sé si por el clima o por estar rodeados de playas paradisíacas en medio del océano Pacífico, pero aquí la gente parecía mucho más feliz, menos estresada, más amable y mucho más abiertos a los viajeros. Era un sitio muy caro pero de momento el ambiente hawaiano me estaba gustando mucho.