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Durante los 50 días que estuve en México nadie me robó, nadie me secuestró, nadie me pegó, ni siquiera nadie me pidió dinero por la calle (algo que en Barcelona pasa continuamente). Evidentemente si vas cargado de joyas pues quizá si alguien intente robarte, pero si usas el sentido común y tomas unas medidas de seguridad básicas, no te pasa nada. Lo digo porque no fueron pocas las personas que al decirles que me iba a México me decían, «pero allí no secuestran a la gente?». De hecho, los únicos momentos en que tomaba más medidas de seguridad eran cuando tenía que ir con la maleta. Por ejemplo, del aeropuerto al hotel fui en uno de los llamados taxis seguros. Estos taxis son un poco más caros pero estan totalmente controlados y el pago se hace en una oficina, no al taxista. Por lo demás, nada en especial, simplemente sentido común como en cualquier otro país.

lo primero que sorprende al entrar en México DF es el caos circulatorio. Es una ciudad enorme repleta de coches sin seguir demasiado las normas de tráfico. Tardamos una hora y media para llegar al hotel, pues los atascos eran constantes. Y de hecho hubiéramos tardado mucho más si no fuera porque el taxista es el más interesado en llegar lo antes posible ya que el precio está ya acordado y pagado antes de subir. Cobran lo mismo tarden lo que tarden.

En CDMX me alojé en un hotel en el centro de la ciudad, la ubicación era perfecta aunque el hotel no (se encontraba a 5 minutos andando del Zócalo). Lo primero que me llamó la atención fue el ascensor, pues no tenia puerta de seguridad, de hecho lo encontré muy peligroso. La habitación estaba limpia pero todo muy viejo, las sabanas agujereadas, la TV no funcionaba,… Pero no le di ninguna importancia pues al hotel solo voy a dormir, el resto del día a ver la ciudad. Así que llegué, deje la maleta y me fui a ver el Zócalo.

Lo primero que me llamó la atención fue la gran actividad laboral de CDMX. Hay vendedores de todo tipo en todos lados, la expresión quien quiere trabaja toma más sentido que nunca. Es cierto que la regulación no es tan estricta como en otros paises, o si lo es, las autoridades no lo controlan tanto, pero lo cierto es que las ganas de ganarse la vida como sea se ve en cada esquina de la ciudad. Lo que más abunda, como no, son los puestos de tacos, bici-carritos parados o en marcha con la comida más típica de México.