Después de pasar 4 días en Miami llegaba el momento de ir a México a pasar un mes y medio entre Ciudad de México, Oaxaca y Tuxtepec, ésta última ciudad donde pasaría más tiempo.

El día en que me iba a México aún no conocía la opción de descargarse los mapas de Google Maps en el teléfono y poder así utilizar únicamente el GPS para saber por donde vas, sin necesidad de disponer de conexión a Internet, así que tuve que ir hasta el aeropuerto de Miami mirando la ruta antes de salir del apartamento, tomando algunas notas y mirando carteles y preguntando a los transeúntes. En cualquier caso era el mismo camino que había hecho en la ida pero a la inversa, teniendo que tomar un autobús y un tren. Un trayecto de casi 2 horas.

A las 8 de la mañana dejaba el apartamento de Little Havana lo más recogido posible y andaba los escassos 50 metros que había hasta la parada del bus. Para los horarios consulté la aplicación Moovit que ya en esa época funcionaba muy bien. A la hora exacta indicada por la aplicación llegó el bus y empezaba el trayecto que acabaría primero en el aeropuerto de Miami y después en Ciudad de México.

Todo fue mucho más fácil que en la ida y solo tuve que preguntar a una persona si el tren que pasaba en ese momento iba al aeropuerto, respondiéndome que si y llegando al aeropuerto sin problemas donde también me acordaba bastante de por donde debía ir. Antes de lo que pensaba ya me encontraba en la zona de mostradores para facturar la maleta que llevaba. Aunque era de cabina, también llevaba una mochila, por lo que supuestamente debería facturar uno de los dos bultos. Ya fue así con TAP, la aerolínea con la que viajé de Barcelona a Miami, y aunque con TAP no había la opción de no facturar y pagar menos, con Delta, que era la compañía con la que iría hasta México, si había esta posibilidad.

Así que cuando llegué al mostrador para facturar, me dijeron que tenía un coste adicional de $25, aunque el mismo empleado me dijo que con lo que llevaba de equipaje no hacía falta que facturase, pues podía subir los dos bultos.

Por un lado me sorprendió que el trabajador me hubiera dado la idea sin ni siquiera preguntar, pues me estaba ahorrando $25, y por otro lado me sorprendió que pudiera subir tanto equipaje en cabina cuando en TAP Portugal no me dejaron. En cualquier caso no me lo pensé dos veces y fui directamente al control de seguridad con todo mi equipaje.

Una vez allí y cuando ya me informaron que tenía que pasar un control adicional, me acordé de todo lo que llevaba en la maleta y que supuestamente no se puede subir en cabina, como botes de más de 100ml, unas tijeras, o un montón de aparatos electrónicos que no saqué. En ese momento pensé que no había sido buena idea no facturar, pues ahora tendría que dejar unas cuantas cosas o volver para atrás, pero la sorpresa fue cuando el policia, para empezar, abrió la maleta con sumo cuidado aguantando todo lo de un lado para que no se moviera, y sin quitar absolutamente nada, puso la mano entre las cosas con una precisión increíble para tan solo sacar un bote de champú grande. No revolvió absolutamente nada y ni siquiera tocó nada más que aquel bote de champú. Volvió a cerrar la maleta con el mismo cuidado para que nada de lo de dentro se moviera de su sitio y me dijo que ya podía irme.

Me quedé bastante alucinado por un lado por el absoluto cuidado que tuvo el policía con mi equipaje, y por otro lado por haberme dejado pasar con unas tijeras que yo consideré demasiado grandes para subir en un avión. En cualquier caso solo perdí un champú de $2 por lo que fue mucho mejor de lo que creia tan solo unos segundos antes.

El vuelo salió puntualmente a la hora prevista y además iba algo vacío, teniendo la suerte que yo iba en ventanilla y nadie a mi lado. De todos modos el trayecto era relativamente corto, de unas 3 horas, por lo que todo fue mejor de lo esperado.

A las 15h llegaba a México en la que sería la primera de muchas otras visitas que haría en este país, pasando el control de inmigración rápido y sin problemas.

Debido a películas, historias de gente que nunca ha ido a México y otros prejuicios, tenía cierto miedo en ir por Ciudad de México y más con todo el equipaje encima. Es cierto que hay que tomar ciertas precauciones pero tampoco es para tanto. Por ello decidí reservar habitación en un hotel muy cerca del Zócalo, el centro de la ciudad y donde más seguridad hay, e ir del aeropuerto hasta el hotel en los llamados taxis seguros, que son taxis controlados por un agencia que sabe en todo momento con quién y a donde van y en los cuales no se paga al taxista sino en la oficina de la agencia que se encuentra en el mismo aeropuerto. Más tarde me di cuenta que con un solo bus y por 1,50€ podía ir desde el mismo aeropuerto hasta la misma puerta del hotel. En cualquier caso este primer trayecto lo hice con taxi seguro que por MX$210, unos 10€, me llevo hasta el hotel, un precio muy barato teniendo en cuenta la seguridad que ofrecen y los precios en otros países para servicios similares.

Pagué con targeta de Revolut aplicándome el tipo de cambio oficial a diferencia de lo que habría hecho cualquier otro banco tradicional. En unos 5 minutos subía al taxi y veía Ciutat de México por primera vez. Lo primero que me sorprendió es ver que a pocos metros del aeropuerto ya había viviendas, i en segundo lugar el intenso i caótico tráfico de la ciudad.

En ver lo que tardábamos en llegar al hotel, el taxi aún me pareció más barato, pues estuvimos casi una hora en medio de aquel tráfico horrible hasta llegar al Hotel Florida.

El hotel era algo viejo pero con habitaciones amplias con cama de matrimonio, escritorio, TV y baño propio, todo por unos 10€ la noche. Pero lo mejor, y la razón por la que me decidí por este hotel, era su ubicación, a menos de 5 minutos andando del Zócalo y con la parada del bus justo en la puerta, parada de una línea que llevaba directamente a la terminal de autobuses más importante del país y al aeropuerto.

Una vez dejado el equipaje, instalado y duchado salí rápidamente a dar mi primer paseo por la ciudad, y de hecho, de México, cuando apenas eran las 16:30h. Evidentemente fui hacia el Zócalo donde hay el Palacio Presidencial i la cámara de senadores y diputados donde llegué en unos 5 minutos andando por las estrechas calles del casco antiguo.

La plaza es realmente grande y todos los edificios a su alrededor muy imponentes. En medio de la plaza se alza una bandera mexicana también de gran tamaño y en uno de los laterales las típicas letras de CDMX para hacerse la foto. Toda la zona, incluso en la calle de mi hotel, está llena de policías de todo tipo, incluso antidisturbios, lo que da mucha seguridad.

Eran pasadas las 17h cuando empecé a buscar un lugar donde comer, que aunque fuera pronto, ya sería le cena, pues ya tenía hambre y tampoco quería esperarme hasta que se hiciera de noche. Por primera vez iba a comer comida típica mexicana que tanto me.gustaria y que tanto esperaría cada vez que iría de nuevo a este país.

Cerca del Zócalo encontré una especia de local compartido por una tienda de ropa, una de bebidas y una taqueria. La verdad es que se veía un poco raro pero no dejaba de ser como una galería de tiendas aunque sin ninguna separación entre ellas. Entre, pregunté precios y me quedé. Aún no sabía muy bien que era nada pero me decidí por ese local porque tenía los precios bien visibles y algunas fotos. En una de ellas vi un alambre, que parecía un taco grande con carne y verduras. Era un plato completo y costaba $15, menos de 1€.

El plato estaba muy bueno y allí fue donde empecé a enamorarme de la comida mexicana y del propio país, pues no llevaba ni 24 horas allí que ya me estaba dando cuenta de la amabilidad y hospitalidad general de los mexicanos, una imagen muy alejada de lo que se ve en ciertas películas o de lo que te cuentan ciertas personas que nunca han visitado México. A esto se le llaman prejuicios y la mejor manera de combatirlos es viajar. Viajando te das cuenta de lo equivocado que estás y de lo estúpida que son ciertas personas que se atreven a opinar de un lugar al que nunca han estado ni piensan estar.

Después de cenar volví al hotel a descansar y ya casi a dormir cuando apenas eran las 19h. Eso si, ya era de noche y por ser mi primer día en México no quería estar en la calle estando oscuro. Así que me tumbé en la cama y me quedé un rato pensando en lo bien que había ido todo y a planear un poco lo que haría al día siguiente.

Este era mi primer viaje largo y solo y de momento todo salía según el plan previsto e incluso todo iba mejor de lo esperado. Antes del viaje tuve algunas dudas acerca de si hacerlo o no, pero ahora, tumbado en esa cama de un hotel cerca el Zócalo, estaba muy contento de haber tomado esa decisión y estar ya en México. Esa noche me iba a dormir nuevamente muy satisfecho de poder ver y disfrutar de un nuevo país que aún tenía muchas cosas para ofrecerme.

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