Intentando sobrevivir en Hallandale Beach – Miami-México 2016

Pasaba una primera noche muy agradable en el bungalow de Hallandale Beach disfrutando de una temperatura, al menos de noche, muy agradable. Este primer día completo tocaba investigar la zona por al menos encontrar algún lugar donde comprar comida bien de precio, algo difícil en esa zona.

El anfitrión me había recomendado un supermercado por ser el más económico de la zona y que quedaba a unos 10 minutos andando. Así que me preparé y primer fui a dar una vuelta por aquel pequeño pueblecito de bungalows para luego ir hacia el supermercado a comprar comida.

Aquella zona de bungalows constaba básicamente de una calle de unos 200 metros que daba toda una vuelta y donde a ambos lados estaban todos los bungalows, que eran seguro mes de 100. A la entrada había una pequeña edificación que parecía ser un espacio común con zona de juegos y bar. Todo ello parecía un camping de bungalows pero parecía que la gente vivía allí permanentemente, o que al menos utilizaban los bungalows como segunda residencia. Yo sólo pasaría 4 días pero la mayoría de gente parecía que pasarían meses. De hecho prácticamente todos los bungalows estaban engalanados con las luces de Navidad que por esta época correspondían.

Después de conocer un poco mejor ese pequeño pueblo, fui directamente hacia el supermercado que me había recomendado el anfitrión, ahora si, guiándome con Google Maps. De todos modos el camino era muy fácil, pues sólo tenía que caminar unos 10 minutos para esa carretera que pasaba justo por delante de los bungalows y que recorría toda la isla de Miami Beach de norte a sur.

Se trataba de un establecimiento tipo Carrefour donde ya encontraría todo lo que necesitaría para pasar esos últimos días del viaje. Pero no necesité demasiado minutos una vez dentro para darme cuenta de la pasada de precios de aquella zona, y eso que este era el supermercado barato…

No tuve que caminar ni 10 metros por sus pasillos para ver, por ejemplo, que un huevo costaba lo mismo que media docena en Barcelona. Di una primera vuelta por casi todo el supermercado para hacerme una idea del tipo de comida que venían y sus precios. Había cosas conocidas, como pasta, pan, galletas, etc., pero también otros que en España no se ven tanto, como todo tipo de magdalenas o cupcakes, pasteles, mermeladas y en general comida muy dulce y ultra-procesado. Pero en cualquier caso, todo muy caro.

La verdad es que no quería gastarme 20 € por un plato preparado que seguramente me dejaría con hambre, así que decidí comprar una barra de pan, que costaba $ 3, media docena de huevos, por unos $ 4, frankfurts , queso y un pequeño paquete de magdalenas. Todo ello me daría por una par de bocadillos bien completos. Aún así me terminar gastando $23.

Al menos aquí ya podía pagar con la tarjeta Revol sin problemas y ahorrar así un poco en el tipo de cambio. Y con sólo una bolsa en la mano, volví hacia el bungalow para dejar aquella compra tanto patética.

Miré un poco los restaurantes que me iba encontrando por el camino, y en prácticamente ningún ofrecían platos por menos de $ 20. Además tampoco había muchos, pues aquella era una zona más bien residencial, muy bonita y tranquila pero con poca oferta comercial.

Aquel día sobrevivir a base de huevos, perritos calientes y pan todo hecho en el bungalow que disponía de todo lo necesario para cocinar. De hecho, era casi la primera vez que cocinaba en todo el viaje.

Al día siguiente me propuso ir a la playa que quedaba a unos 30 minutos caminando a pesar de ser en la misma isla que Miami Beach. Miré en Google Maps cuánto tardaría en llegar a la playa pero al final, entre que parece que Google Maps camina muy rápido y que yo iba haciendo fotos, tardé casi una hora en llegar. Además hacía pocos días que había habido un huracán en el Golfo de México y que había afectado bastante toda la costa de Florida y, aunque no se veían destrozos, si que hacía un viento terrible, tanto que incluso en algunos puntos donde quedaba muy desprotegido, me costaba mucho aguantarse de pie. Y cuanto más me acercaba a la playa mas viento hacía.

Finalmente llegué a la playa que quedaba en línea recta a mi alojamiento y que en ese momento estaba vacía, supongo que debido a la ventolera que hacía. En cualquier caso se veía una playa muy limpia y cuidada y una agua también bastante transparente. Eso si, toda la primera línea de playa era repleta de hoteles y bloques de apartamentos conformando esa imagen típica que tenemos de las playas de Miami, unas playas sin ningún interés por ninguna ley de costas.

Paseé un rato por la playa aunque el tiempo justo para verla, pues el tiempo no acompañaba demasiado. hacía mucho calor pero a la vez hacía mucho viento y estaba el cielo fuerza nublado, supongo que por eso estaba la playa tanto vacía. En cualquier caso había podido llegar sin coger ningún bus ni taxi ahorrando así y haciendo un poco de ejercicio. Eso si, después de pasear un rato por la primera línea de mar, tocaría volver hacia el bungalow para ese mismo camino un tanto aburrido y durante una hora mas.

El comienzo del camino de vuelta era más entretenido para ser mas residencial y haber ríos y puentes, pero luego prácticamente todo el trayecto transcurría entre parques, descampados y grandes superficies. Era una zona muy comercial pero similar a un polígono industrial hasta llegar a la carretera donde justo al otro lado ya estaba el pueblo de bungalows.

Ese día pensé que pedir comida por Internet a algún restaurante de la zona, pero la web me pedía obligatoriamente un número de teléfono de EE.UU., lo que no tenía. De todos modos seguramente no habría pedido nada en viendo los precios de los restaurantes más económicos, que en este caso era un restaurante chino, como suele ser habitual. A pesar de ser el mas barato, cada plato costaba casi $ 20, y teniendo en cuenta que seguramente debería pedir dos, lo terminé descartando. Tocaría seguir con la estrategia del supermercado y los bocadillos, pues al final sólo serían 2 o 3 días más.

El tema del transporte público y como desplazarse por esa zona, no era del todo fácil ni barato. Había la línea de bus que recorría la carretera de norte a sur de la isla, pero la isla es tan ancho que dependiendo de donde quieras ir y de lo alejado que esté de la carretera, o tienes que caminar una hora, como hice yo para ir a la playa, o buscar un taxi. Evidentemente, yo no cogí taxi ningún día y bus tampoco todos, pues la mejor manera de conocer los lugares y la mas barata, es caminando.

Pasar aquellos 3 días en un bungalow junto a Miami Beach fue toda una experiencia y más teniendo en cuenta que era Navidad y por tan todas las calles estaban iluminados. El lugar era caro pero pude sobrevivir con unos $10 al día más $35 del alojamiento.

Esta era la última parada que hacía en este primer viaje solo que duró dos meses y que me permitió conocer mucho más de México, y plantarle las raíces para los próximos años cuando este país se acabaría convirtiendo en mi segunda casa y donde conocería gente extraordinaria. El viaje se acababa pero mi época mes viajera apenas comenzaba. Hasta entonces había viajado mucho pero siempre acompañado y en periodos inferiores a un mes. Pero después de este viaje todo cambiaría. Ya me había atrevido a viajar completamente solo durante dos meses y a partir de ahora tomar la decisión de hacer un viaje de este tipo sería mucho más fácil y trivial. Ya pasaría de preguntarse «lo hago?» a simplemente «dónde voy?».

14/12/2016 De vuelta a casa: de Miami a Barcelona – Miami-México 2016

Dos meses después de iniciado el viaje, llegaba el día de volver a casa. Estando en el último día del viaje no podía estar más contento y satisfecho de cómo había ido. Era el primer viaje que hacía sol y lo que el primer día eran preguntas y preocupaciones, ahora eran experiencias y conocimientos que ya nunca olvidaría. Un viaje que me cambió la vida por el hecho de que fue lo que me permitió perder el miedo de hacer viajes largos y solo.

El trayecto sería relativamente rápido, de unas 20 horas teniendo en cuenta la escala que haría en Lisboa, y los vuelos serían con TAP Portugal. En aquella época todavía no había compañías low-cost que hicieran vuelos transatlánticos, pero de todos modos, el trayecto Barcelona-Miami ida y vuelta, me costó 450 €. Era un precio bastante económico teniendo en cuenta que en el precio ya se incluía una maleta facturada y comidas.

El vuelo salía por la tarde para hacer el trayecto de noche aprovechando el cambio horario, pero yo dejé el bungalow y me fui ya con todo el equipaje hacia las 9 de la mañana con la intención de visitar el centro neurálgico de Miami Beach de camino al aeropuerto. Justo allí es donde tenía que hacer el transbordo entre autobuses para llegar al aeropuerto y quería aprovechar esa parada, que ya había hecho en la ida, para dar una vuelta por la zona. Antes de salir del bungalow había subestimado el calor que hacía y el peso de la maleta y la mochila.

Así pues, ya utilizando Google Maps y Moovit fui a la carretera principal, justo frente al recinto donde estaban los bungalows, y caminé unos metros hasta llegar a la parada del bus. Sólo tenía $ 5 y aunque ya tenía alguna idea de que en los buses no daban cambio, al ser una situación en la que aún no me había encontrado nunca, pensaba que era algo medio relativo y que de alguna manera u otra te acaban dando cambio. Pero no, cuando subí al bus con el equipaje y mi billete de $ 5, el chofer me dijo que podía comprar un billete de un día, es decir, para poder hacer viajes ilimitados durante todo un día. Esto podía estar bien en según qué situación, pero para mí en ese momento no tenía ningún sentido, pues ese día sólo haría un trayecto, que el precio normal era de $ 2. Incluso noté que al chofer le dolía no poder darme cambio, por eso me explicó cómo funcionaban las tarifas y pudiera aprovechar mejor aquellos $ 5, algo que no podría hacer. Pero en cualquier caso me quedó claro que los chóferes de los autobuses americanos no pueden dar cambio ni que quieran, pues la caja está completamente cerrada y ni ellos la pueden abrir.

Así pues, compré el billete para todo el día y recorrí los 11 puestos hasta el centro neurálgico de Miami Beach y cuando aún me quedaban 3 paradas para llegar a la parada donde tenía que hacer el transbordo. Bajé unas paradas antes para ir paseando desde ese punto hasta donde tenía que hacer el transbordo, que quedaba a 1 kilómetro aproximadamente.

Sobre el papel parecía una buena idea, pues aprovechaba el trayecto hasta el aeropuerto para ver un poco una de las zonas mas conocidas de Florida, ahorrando así tiempo y dinero. Pero había que tener en cuenta la temperatura, la humedad y el peso del equipaje, aparte de que me quedaba un día largo por delante. Así pues, en cuanto bajé del bus y empecé a caminar con todo el equipaje encima, no pasaron ni dos minutos que empecé a sudar como un cerdo y al ser consciente de que llegaría al aeropuerto cansadísimo. Eso si, por fin veía una de las playas más famosas del mundo, pues ahora iba caminando por el paseo marítimo principal de Miami Beach.

Era muy sorprendente ver canales circulando paralelamente a la carretera principal por la que íbamos con yates de todo tipo allí amarrados como si fueran coches aparcados en la calle. Era muy normal ver un Lamborghini junto a un yate de 15 metros de eslora. Era un espectáculo ver tanto lujo por metro cuadrado.

Caminé por los pies de aquellos edificios que sólo había visto en las fotos del skyline típico mientras disfrutaba de aquellas playas sorprendentemente limpias y vacías, y de aquellas temperaturas más propias de un mes de agosto que de un mes de diciembre como estaba.

Supongo que aún era demasiado pronto para que hubiera demasiada gente en la playa y mes en pleno diciembre, lo que me permitió pasear casi solo por unas playas donde normalmente no se cabe, de hecho no costaba demasiado imaginarse ese mismo lugar la noche anterior llena de gente gritando.

Apenas llevaba 30 minutos caminando cuando decidí ir hacia la parada del bus para coger lo que ya me dejaría en el aeropuerto. Hacía mucho calor y estaba sudando ya demasiado considerando que todavía me quedaba un largo día por delante. Ya había paseado por los lugares mas emblemáticos de Miami Beach dando así el viaje por terminado, al menos en cuanto a visitas, pues aún quedaba llegar a casa.

Esta era la primera vez que utilizaba la app Moovit para moverme en transporte público y conforme mes lo utilizaba mes alucinado quedaba. Hay que tener en cuenta que esta app se basa mucho en la colaboración de sus miembros, por lo que en núcleos urbanos importantes y con palabras usuarios, la información que se encuentra es mucho más exacta que en ciudades más pequeñas. Allí en Miami era increíble lo bien que funcionaba, como la app me decía que mi bus llegaría en 2 minutos y al cabo de 2 minutos exactos ver cómo llegaba el bus en la parada. Simplemente flipaba de lo fácil que era moverse en transporte público con GPS y la app adecuada. No hacía ni un mes que lo hacía así pero ya me costaba creer como lo había hecho hasta entonces, aunque toda la primera mitad de ese mismo viaje lo había hecho sin GPS ni Moovit.

Justo al inicio de aquel segundo trayecto en bus que haría hasta llegar al aeropuerto, cruzaba el puente que une Miami con Miami Beach, puente que había cruzado a pie dos meses antes y que aún ahora me costaba creer , y mas apreciando en el bus el largo que es. La había cruzado justo el primer día del viaje, el día que mas motivado y descansado estás, aún así fue de un por lo que no lo consigo, pues era el primer día del primer viaje largo y sol que hacía, por el que la experiencia era nula y al preparación para hacer esa excursión fue del todo insuficiente, por no decir ridícula.

Al cabo de unos 45 minutos llegamos a la estación donde haría el transbordo al tren que ya tenía parada en el aeropuerto. Tan esta última parte del trayecto como el propio aeropuerto ya me conocía un poco más por lo que no tuve ningún problema en llegar y hacer el check-in.

Lo primero que hice una vez en el aeropuerto, fue ir al baño y cambiarme de camiseta, pues la caminata por Miami Beach me había dejado bien sudado. Me lavé un poco y me cambié quedando todo listo para embarcar y volver a casa.

El trayecto sería con escala en Lisboa y con la compañía TAP Portugal. El vuelo hasta Lisboa fue bastante puntual pero el de Lisboa a Barcelona no tanto, de todos modos en ese punto ya poco me importaba la puntualidad de los vuelos, pues ya quedaban pocas horas para llegar a casa y en ese momento sólo tea tiempo para analizar el viaje y aquella experiencia de dos meses que acababa.

Dos meses tampoco era tanto pero para mí sí que era lo máximo que había pasado fuera de casa, y ahora, al llegar a Barcelona y volver a ver lugares conocidos, empezando por el propio aeropuerto, la sensación era muy extraña. Había sido dos meses viendo cosas nuevas cada día y sin saber qué haría al día siguiente con esa sensación de novedad constante y vida nada monótona, y ahora volvía a ver lugares conocidos ya tener esa sensación de vida más previsible y más aburrida, al menos para mí.

Pero lo importante en este caso era que me había atrevido a hacer el viaje solo, que todo había ido mejor de lo que me esperaba y que en tan sólo dos meses había experimentado un crecimiento personal que no habría conseguido en años si me hubiera quedado en casa. Ya estaba en casa pero sabiendo que aquel sería el primero de muchos otros viajes largos y seguramente solo que haría por todo el mundo. Si dos meses antes tenía dudas, ahora ya no tenía ninguno, bien, si, a qué lugares iría la próxima vez.

De camino a Miami – Miami-México 2016

Llegaba la última semana de mi primer viaje largo y sol. Había pasado 4 días en Miami y luego un mes y medio en México, entre la capital, Oaxaca y Tuxtepec. En esta última llevaba 5 semanas cuando ya me tocaba volver a Miami 4 días mas antes de volver a casa. La estancia en Tuxtepec había ido muy bien habiendo conocido a gente muy interesante que me habían aportado un montón de conocimientos y buenos momentos. De hecho este fue el inicio de mi interés por la inversión inmobiliaria en México y que se acabaría materializando 4 años después. Pero ahora tocaba despedirse de esta ciudad y su gente que tan bien me habían acogido y continuar el viaje que ya llegaba a su fin.

Vale la pena explicar el porqué hacía este recorrido de ida y vuelta pasando por las mismas ciudades tan en la ida como a la vuelta. En un primer momento estuve mirando vuelos directos desde España a México los que tenían un precio aproximado de 700 € ida y vuelta. Pero mientras miraba opciones, de casualidad vi uno que salía mas barato pero que hacía escala en Miami. Fue entonces cuando me informé bien de cómo funcionaban las tarifas de los vuelos y vi que normalmente los vuelos de conexión son más económicos que los vuelos directos, pues estos últimos son más cómodos para el pasajero.

La conclusión fue clara y directa. Si tenía flexibilidad en las fechas y el tiempo del viaje, la mejor opción era hacer una escala para ahorrar en el precio de los vuelos y además poder aprovechar estas escalas para visitar, en este caso, Miami. Iría por primera vez en EEUU y pasaría de gastarme 900 € en los vuelos a 650 €. Esta es una técnica muy utilizada para ahorrar en vuelos y se llama Stopover, y se trata justamente de eso, de hacer el mismo trayecto pero con escaleras y además aprovechar estas escaleras para visitar mas lugares. Evidentemente esto sólo es posible si se tiene cierta flexibilidad tanto en los destinos como en las fechas del viaje.

Así pues ahora haría el vuelo de regreso de uno de los dos trayectos, el vuelo de México a Miami. Pero primero tenía que llegar hasta Ciudad de México, un trayecto que haría con la empresa de autobuses ADO que dispone de líneas en prácticamente todo el país. La salida sería desde la terminal de autobuses de Tuxtepec a las 12 de la noche y la llegada a la terminal TAPO de Ciudad de México hacia las 7 u 8 de la mañana, dependiendo del tráfico que hubiera en la entrada de la ciudad.

Este era mi primer trayecto en bus y de noche, por lo que aún no sabía cuál era el mejor lugar para poder dormir un poco. Yo pedí el asiento de la primera fila para que me gusta ver el paisaje de aquellos lugares nuevos para mí, pero en este caso era el peor lugar para poder dormir, pues las luces de los coches que venían de cara molestaban mucho más de lo que podría parecer. De hecho, si sumo todas las dormidita que hice durante el trayecto no dormí más de una hora. El movimiento del bus, las luces exteriores, la parada que hicimos a medio camino y el frío que hacía, hicieron casi imposible poder dormir más de 10 minutos seguidos.

Hacia las 7 de la mañana llegábamos a la entrada de Ciudad de México y como era de esperar el tráfico era brutal. Estuvimos más de una hora arrancando y parando por aquella entrada de 6 carriles llena de coches. Por suerte yo iba con tiempo suficiente para llegar al aeropuerto.

Hacia las 8: 30h llegamos a la terminal TAPO de Ciudad de México. Desde allí sólo tenía que coger un metrobús que en unos 15 minutos me dejaría en el aeropuerto. Hay que tener en cuenta que para poder utilizar cualquier línea de metro o metrobús hace falta disponer de la tarjeta de pre-pago con las que se pagan los trayectos del servicio de transporte público de Ciudad de México. Yo aún no la tenía porque los días que había pasado hacía casi 2 meses en esta ciudad sólo había necesitado la tarjeta en una ocasión en que le pedí a una pasajera que pasara su tarjeta por mí y yo le pagaba en efectivo. Pero ahora era mas complicado por tratarse de un trayecto un poco más caro y menos habitual, por lo que decidí comprar la tarjeta y así ya tenerla para otras ocasiones, aunque fuera en otro año, pues la tarjeta no caducaría.

Así que compré la tarjeta, voy ponerle 40 pesos de saldo y fui a esperar el bus que me llevaría hasta el aeropuerto. El trayecto costaba $ 32, poco mas de 1,50 €, un precio muy razonable teniendo en cuenta lo que suele costar un trayecto desde el centro de una ciudad en el aeropuerto más cercano.

Poco a poco iba conociendo aquella zona de Ciudad de México y me iba familiarizando con su transporte público. En ese momento todavía era todo muy nuevo para mí y no sabía que en pocos años todo aquello acabaría convirtiendo en mi segunda casa.

En menos de 30 minutos ya estaba en la terminal 1 del aeropuerto Benito Juárez de Ciudad de México a la espera del vuelo que me llevaría de nuevo hasta Miami, la segunda vez que visitaría la ciudad en este viaje, haciendo así el trayecto de vuelta tal cual lo había hecho durante la ida.

Esta vez ya sabía que podía subir la maleta y la mochila en cabina y así no tener que facturar. Ya me había preocupado de no llevar ninguna puede con líquidos de más de 100ml por lo que pasé el control sin ningún problema aunque me detuvieron para hacerme un registro mes completo, como ya me esperaba.

El vuelo salía poco antes de las 15h y llegaría a Miami hacia las 17h. Mi asiento estaba en ventanilla y no me di cuenta que me quedaba embobado mirando cómo nos alejábamos de Ciudad de México y dejaba atrás ese país y esa gente que tanto bien me habían acogido durante un mes y medio. La verdad es que en ese momento, estando ya sentado en el avión, fue cuando fui consciente del mal que me hacía marchar de México. Miraba por la ventana muy triste mirando como Ciudad de México se hacía pequeña y hasta que ya sólo veía al mar.

Esta vez no había reservado alojamiento en Little Habana, un barrio bastante céntrico, sino en Hallandale Beach, una población junto al mar y cerca de Miami Beach pero bastante más alejada del centro de Miami y del aeropuerto. Además, a diferencia del anfitrión del apartamento de Little Havana, el de ahora no me había dado tantas explicaciones de cómo llegar en transporte público. Pero por el contrario, ahora ya sabía que podía utilizar el GPS del móvil sin tener Internet en el móvil, lo que durante la ida aún no sabía, de hecho, hasta que no llevaba casi un mes de viaje no lo supe, por lo que había llegado a Miami, Ciudad de México, Oaxaca y Tuxtepec siguiendo carteles e indicaciones varias. Ahora sin embargo, tenía todos los mapas necesarios descargados en Google Maps así como la aplicación Moov muy útil para desplazarse en transporte público. Aunque tenía cobertura 4G gracias a la SIM de Telcel comprada en México y que también funcionaba en EE.UU., ya no me hacía falta, pues con el GPS y los mapas descargados el móvil m’ubicava perfectamente. Ni que decir lo mucho que esto mejoró los trayectos y como incluso no era ya capaz de entender como pocos días antes me podía mover sin el GPS. De hecho, ya lo utilicé siquiera pisar el aeropuerto de Miami con el fin de encontrar el tren lanzadera.

Por cierto, que cuando pasé el control de inmigración, el agente que me atendió hablaba un poco de español y sin ni saludar me hizo dos preguntas que no sé ni si siquiera en escuchó las respuestas . Con un tono bastante alto preguntó «a donde va?», A lo que le respondí en Hallandale Beach, replicando «a que?», «4 días de vacaciones», «Pase». Este fue nuestro diálogo que duró menos de 10 segundos.

También es cierto que a pesar de ser mucho más cómodo ir con el GPS del móvil, es mucho mas gratificante llegar a los lugares sin esta ayuda aparte de estimular mucho más nuestro cerebro. En cualquier caso, ya preveía llegar al apartamento reservado hacia las 21h para el que ya me iba bien tener el GPS para no perderme y llegar en el menor tiempo posible.

En esta ocasión había reservado un bungalow, pues esta era una zona muy cara y cualquier otra cosa se disparaba de precio. En este viaje aún no contemplaba reservar habitaciones, por lo que las opciones que buscaba siempre eran apartamentos completos, o como en este caso, un bungalow completos.

Ahora ya conocía un poco mejor el sistema de transportes públicos en Miami que unido al hecho de ir con el GPS me permitió llegar a la estación de autobuses donde tenía que hacer un transbordo fuerza mas rápido de lo que me esperaba aunque el trayecto se alargó casi una hora. Sólo tenía que coger dos buses, pero el primero ya me dejaría tan lejos que incluso ya llegaría a Miami Beach, cruzando el largo puente que une Miami Beach y su parte continental.

Tras recorrer buena parte de la carretera principal de Miami Beach y cuando ya oscurecía, pues casi eran las 19h, llegaba a una terminal de autobuses donde tenía que bajar y esperar para coger otro bus que ya me dejaría muy cerca de mi destino. No sabía bien dónde estaba pero me sorprendió ver que era el único blanco que había en toda la terminal. En total hay debería haber unas 15 personas y todas eran negros, incluso los chóferes de los autobuses.

El billete que había comprado para el primer bus y que era de tarifa integrada, es decir, se podía utilizar en otros trayectos en hacer un transbordo, aquí ya no valía. estaba tan lejos del centro de la zona metropolitana donde tenían validez los billetes integrados y con posibilidad de hacer transbordos sin pagar mes. Aquí tuve que pagar $ 2 mes para el segundo trayecto. de todos modos tan sólo había gastado $ 4 en total para ir del aeropuerto al bungalow, un trayecto que duró unas dos horas.

Eso si, en aquella terminal tuve que esperar un buen rato hasta que salió el bus. Ya era noche y aunque había dicho al anfitrión que llegaría hacia las 21h, no estaría del todo tranquilo hasta encontrarlo, pues siendo ya tan tarde y medio lloviendo, me resultaría muy difícil encontrar otro lugar en caso de que surgiera algún problema con el alojamiento reservado.

Este segundo bus básicamente recorría toda la costa de Miami Beach en dirección norte por una carretera que parecía la principal de aquella isla y alejándonos paulatinamente de su centro neurálgico. Siendo tanto oscuro me costaba apreciar el exterior, pero parecía que nos adentrábamos en una zona bastante acomodada, por no decir pija. Me extrañaba un poco porque siempre miro bien los precios de los alojamientos, y éste, a pesar de ser de $ 40 la noche, era de los mas baratos que había encontrado tratándose de un alojamiento completo, pero en cualquier caso parecía que la zona donde se encontraba no era precisamente barata.

Gracias a Moov, saber a qué parada tenía que bajar fue infinitamente más fácil que la última vez que me había movido en transporte público por Miami. Ahora no tenía que mirar carteles y nombres de calles, sino está pendiente de la aplicación que me avise dos paradas antes de mi. Y efectivamente la aplicación no falló y bajé allí donde tocaba sin tener que mirar hacia cartel. El bus me dejó a un lado de la carretera y tan sólo tenía que cruzar para llegar a una zona de bungalows, donde al menos había 50. Parecía un pequeño pueblo de bungalows, pues incluso había calles, carteles y un restaurante, pero todo dentro de aquella explanada. Era una pasada!

Además, teniendo en cuenta que estábamos en medios diciembre, tan las calles como muchos de aquellos bungalows estaban engalanados con las típicas luces navideñas. No dejaba de resultar un poco extraño el hecho de que estuviéramos a 30ºC siendo de noche y en época navideña.

Eran las 21h pasadas y cada vez llovía más, aún así aquel lugar me había fascinado tanto que el hecho de ser tan tarde y que de entrada no viera el anfitrión, no hizo que quedara maravillado y con ganas de dormir en aquel pueblecito de bungalows tanto auténtico. El anfitrión me había pasado el número del bungalow así que empecé a buscarlo. Costaba un poco ver los números pero poco a poco me fui acercando. Seguía lloviendo, no había nadie fuera a quien preguntar y el anfitrión no contestaba al teléfono. La cosa no pintaba bien pero apenas pasaban 10 minutos de la hora que había dicho al anfitrión que llegaría.

Justo cuando encontraba el bungalow, llegaba un coche por el mismo camino por el que iba yo. Me aparté, me esperar, y la ventana salió una cabecita preguntando: «Guillermo?». Mientras respondía que si respiraba mes aliviado. Hacía casi 24 horas que había salido de Tuxtepec y había hecho un largo trayecto desde el aeropuerto llegando a un lugar diferente a todo lo que había visto, lloviendo, tarde y sin saber si finalmente dormiría en alguno de aquellos bungalows, pero ahora por fin escuchaba mi nombre de un señor que acababa de llegar y que por el acento parecía cubano, algo muy habitual en Florida y concretamente en Miami.

Nos presentamos y me señaló el bungalow. Quedaba en la banda izquierda de aquel camino y bastante cerca de la entrada. Rápidamente entramos, me enseñó el bungalow por dentro y me dio algún consejo para moverme y comprar en esa zona, que según me comentaba, y de hecho ya había supuesto, era una zona relativamente cara, pues estábamos en un pueblo pijo junto a Miami Beach. Me habló de un supermercado a unos 10 minutos caminando y que era bastante barato. Al día siguiente cuando iría me daría cuenta de que lo que allí era barato, seguía siendo carísimo desde una perspectiva española.

El bungalow era bastante grande, con una cocina comedor, una habitación doble y un baño. Además tenía aire acondicionado, que siendo medios de diciembre pensaba que no lo utilizaría pero que si el encendí fuerza veces. Además cada bungalow tenía como un pequeño jardín asimilándose al típico barrio de casas unifamiliares tanto típicos en EEUU.

Ya eran las 21: 30h y estaba cansado y con mucho sueño. Había sido un día largo pero muy gratificante y ahora era en un bungalow en un pequeño pueblo al lado de Miami Beach. Comí cosas que llevaba de México y después de instalarme fui a dormir. Al día siguiente tenía la intención de ir a la playa y dar una vuelta por Miami Beach ahora que la tenía mucho más cerca que en la primera ocasión.

Me despido de Tuxtepec – Miami-México 2016

Las 5 semanas que tenía que pasar a Tuxtepec en aquel primer viaje largo y sol, llegaban a su fin y tocaba despedirse de la gente que había conocido y que tanto bien me habían acogido. Llegaba pues uno de los momentos más difíciles del viaje.

Supongo que a nadie le gustan los despidos pero es que a mí me desagradan especialmente. De hecho prefiero no conocer demasiado a nadie durante los viajes justamente por no haberme de despedir e incluso pensar que tal vez ya no nos volveremos a ver mas. En este caso era diferente, pues la intención era volver a México, pero de todos modos el último día a Tuxtepec para mí fue bastante triste, pues me pasé el día despidiéndome de gente con la que había pasado muy buenos momentos durante el último mes.

Aún hoy cuando recuerdo ese día siento una cierta tristeza. Lo recuerdo como un día completamente diferente a todos los demás en lo que me pasé dando vueltas para irme despidiendo de la gente con cierto desánimo y pocas ganas que el día terminara. Veía la gente haciendo su vida normal mientras por mí ese día era bien triste y diferente.

Fui al restaurante que Juan Carlos, el propietario del apartamento, tenía en el centro comercial y donde normalmente estaban él y su mujer, para despedirme de ellos y de un par de trabajadores que también conocía . Allí saldar la factura de la luz y el depósito que había dejado por el apartamento y nos despedimos. Yo les decía que seguramente volvería aunque no sabía cuándo y ni siquiera si esto era seguro.

Poco antes habíamos ido a la obra que tenía en Juan Carlos y donde habíamos estado varias veces para despedirme de sus trabajadores, pues sobre todo con dos de ellos había tenido bastante trato.

Pero cuando llevaba buena parte del día despidiéndome de gente, aún quedaba hacerlo con Emma. Ella vino al apartamento hacia las 18h donde incluso me ayudó a recoger un poco. De hecho había varias cosas que eran suyas, como una cafetera o una escoba.

Vino un par de horas y se marchó justo antes de que yo fuera al centro comercial a ver a Juan Carlos. Aquel fue el despido mes difícil para mí y lo que recuerdo mes, sobre todo cuando Emma salía por la puerta y la veía alejarse hacia la esquina de la calle para coger un taxi. Aquel fue el momento más triste del viaje y la imagen que me quedó mas grabada en la retina.

Marchaba de Tuxtepec ese mismo día a las 12 de la noche, hora prevista de salida del bus que tomaría para ir hasta Ciudad de México, donde cogería un vuelo hacia Miami donde pasaría 4 días mas antes de volver a casa . Fueron en Juan Carlos mismo y su esposa quienes me acompañaron hasta la terminal de autobuses, pues a esa hora era recomendable sólo ir con taxistas de confianza, lo que no conseguí.

Así que hacia las 11 de la noche cuando ya eran las calles bien vacíos, me vinieron a buscar con el coche y fuimos hasta la terminal. Allí nos despedimos, se fueron y entonces si que ya me quedé solo y esperando a que fueran las 12 de la noche, hora prevista de salida del bus hacia Ciudad de México donde llegaríamos hacia las 8 de la mañana.

Y así finalizaba mi estancia en Tuxtepec, la ciudad donde mas tiempo había pasado fuera de casa hasta entonces y donde había conocido a personas a las que quisiera seguir visitando. Evidentemente aún no sabía cómo serían los próximos años ni si volvería a Tuxtepec, pero el caso es que estuve muy bien y no quería que aquella fuera la última vez. Hay muchos lugares en el mundo para ver y tenía claro que si volvía a Tuxtepec sería en medio de algún viaje después de visitar otros lugares. Cuando marchaba de aquella ciudad aún no sabía que iba a ser mi segunda casa y que representaría un cambio de vida muy importante para mí.

La (in)seguretat a Tuxtepec – Miami-Mèxic 2016

Lo primero que te dice casi cualquier persona cuando les dices que irás a México es, pero allí no secuestran a la gente? De entrada debo decir que quien normalmente hace esta pregunta nunca ha ido a México. De hecho, seguramente nadie que haya ido haría esta pregunta a alguien que quisiera ir. Normalmente se trata de gente que vive con muchos miedos que los han privado de hacer muchas cosas en la vida y sólo les queda ir pasando estos miedos a los demás. Evidentemente nunca hay que hacer caso de esta gente sino de la que si hace cosas.

Sin embargo es cierto que en México como en cualquier lugar se deben tomar ciertas medidas de seguridad pero ni mucho menos todo lo que piensan algunos. Personalmente y después de 4 años yendo a México con un tiempo total acumulado de casi 9 meses, puedo decir que no he sufrido ni robos, secuestros, extorsiones, estafas o cualquiera de las cosas dramáticas que algunos me decían.

Dicho esto, es cierto que hay que tomar alguna precaución dependiendo del lugar donde estés y de su situación. Por ejemplo en Ciudad de México intentaba no alejarme del centro donde había mucha presencia policial y llevar lo indispensable, de hecho a veces ni siquiera llevaba el móvil. De hecho tan sólo hay que tener un poco de sentido común e intentar no llamar la atención. Yo siempre iba con ropa sencilla y sin ningún tipo de bolsa o riñonera. Sólo esto ya denota que no llevas nada de valor y ya dejas de ser un objetivo.

Durante los trayectos también se pueden producir robos pero siempre son hurtos, nunca a la fuerza, por tan simplemente hay que tener controlado el equipaje para evitarlo. Cabe decir que los trayectos dentro de México se suelen hacer con ADO o AU, dos compañías que hacen trayectos en autobús por todo México y que tienen una política de equipaje muy buena, mucho mejor que la de las compañías españolas. Allí el equipaje facturado se trata como si fuera un trayecto en avión, es decir, cada maleta se le pone una etiqueta con un número y una copia a su propietario, y una vez se llega a una parada, sólo son los trabajadores de la compañía quienes pueden tocar las maletas para darlas a sus propietarios previa comprobación del número facilidad.

Otro tema muy distinto sería el de la violencia entre bandas rivales. Este es un tema que preocupa a quien viaja a México por primera vez, pero que tampoco es un problema en sí mismo. Justamente el primer año que fui a Tuxtepec fue un año difícil en este sentido, pues se produjo una escalada de violencia entre dos bandas con el resultado de un asesinato cada 2 o 3 días, incluso había días con varios muertos. En estos casos realmente no hay que tener ningún miedo a menos que pertenezcas a alguna parte, pero si no es así, tienes que estar tranquilo, pues nadie te hará nada. De hecho los daños colaterales en estas situaciones son mínimos aunque la mayoría de asesinatos se producían en pleno día.

Efectivamente en México hay ciertos problemas de drogas pero tengo la sensación de que con el tiempo cada vez se controla mes. El tema tiene difícil solución mientras México se encuentre en medio de los mayores productores y los mayores consumidores de drogas, pero en cualquier caso estas guerras rara vez afectan al ciudadano común y lo que es mas importante, noto una mayor concienciación por parte de la población y una disminución de los problemas relacionados con el tráfico de drogas.

Así pues, hay que olvidarse de miedos y prejuicios que nos impidan hacer lo que queremos hacer. Con un mínimo de información y medidas de seguridad podemos ir a cualquier lugar del mundo. De hecho, y aunque alguien no lo crea, la gran mayoría de humanos son buenas personas dispuestas a ayudar siempre que puedan, por lo que serán estos los que más te encontrarás en cualquier viaje.

Viviendo como un local en Tuxtepec – Miami-México 2016

Llegaba el momento de cambiar el ritmo del viaje para pasar de ser un turista a ser un local mes de aquella ciudad del estado de Oaxaca. Hasta entonces había pasado como máximo 4 días en una misma ciudad pero a Tuxtepec me estaría casi 5 semanas viviendo en un bloque de apartamentos donde no había ningún turista, de hecho se podría decir que no había ningún turista en toda la ciudad y por eso me gustaba tanto estar allí.

Ya conocía a Emma y un poco a su hermano aunque a ninguno de los dos les podía ver demasiado a menudo. Ambos trabajaban y tenían su vida personal por lo que les quedaban pocas horas al día para verme. Pero en Juan Carlos, el propietario del apartamento, lo vería casi cada día y gracias a él conocería aquella ciudad y sus alrededores mucho más de lo que me esperaba.

El primer día de estar allí ya nos habíamos conocido por algunas cuestiones del apartamento, como la nevera que no funcionaba, y congeniamos bastante bien. Aquel encuentro ya sirvió para ver que teníamos cosas en común y que de esa relación podría surgir una buena amistad. Cabe decir que no me gusta demasiado hacer amigos durante los viajes para que al final acaban siendo personas que dejas atrás y que difícilmente podrás volver a ver, pero en ocasiones es imposible, pues lo que no hago tampoco es huir de la gente. En este caso hubo buena sintonía desde el primer minuto y debiendo estar allí 5 semanas, era difícil que no acabáramos siendo buenos amigos.

Así pues, en mi segundo día en Tuxtepec ya me llevaba a desayunar fuera y ver un poco la ciudad en su coche. Yo no estoy nada acostumbrado a desayunar, de hecho en casa realmente no desayuno, simplemente emprendo un buen café, por lo que aquella manera de comer tan pronto me costaba un poco pero me acostumbré rápido, sobre todo por el buen que era la cocina mexicana y que gracias a Juan Carlos la acabaría probando toda.

Muchos de los restaurantes o lugares donde comer eran casas particulares donde en el patio ponían algunas mesas y una barbacoa o planchas para hacer la comida. Todo muy casero y auténtico.

No eran ni las 11 de la mañana que ya estábamos en una de estas casas donde según Juan Carlos hay preparaban las mejores «picadas» de Tuxtepec, una especie de masa de trigo en forma de pizza con carne por encima, normalmente de ternera o cerdo, y todo acompañado de queso y salsas bien picantes.

Cuando estaba allí sentado en ese banco de madera compartiendo mesa con 3 o 4 locales mes comiendo una típica picada en un restaurante tanto auténtico, pensé que no podría haber comenzado mi estancia en Tuxtepec de mejor manera.

Juan Carlos fue un empresario multipotencial. Hacía todo lo que le podía hacer ganar dinero. Tenía negocios y apartamentos para alquilar que construía él mismo, pues era ingeniero y tenía su propia pequeña constructora. Durante aquella época estaba haciendo un bloque de pisos de 5 plantas. Hay que tener en cuenta que en Tuxtepec la mayoría de edificaciones son casas y los pocos bloques que hay no superan las 3 plantas, por lo que este edificio era uno de los mas altos de Tuxtepec.

Así pues, en varias ocasiones íbamos en el bloque que se estaba construyendo o en alguno de sus negocios, sobre todo en un de comida mexicana rápido que tenía en el centro comercial de Tuxtepec, el Multiplaza.

Cuando yo vi el edificio por primera vez ya tenía las 5 plantas hechas pero sólo con los pilares, vigas y techos. Aún quedaba mucho para terminarlo pero ya se podía subir, de hecho un día subimos hasta el techo, en la quinta planta, y efectivamente desde allí arriba se veía todo Tuxtepec pesar de estar sólo en un quinto piso. En total había unos 4 o 5 trabajadores dos de los cuales ya lo eran de Juan Carlos desde hacía tiempo y por tan había mas confianza.

La historia de uno de estos dos trabajadores era muy curiosa e incluso un poco triste, pues era un hombre, y de unos 60 años que no sabía escribir y ni siquiera tenía una partida de nacimiento. Era mexicano pero no tenía documentación ni nada que acreditara su condición de mexicano. Yo no podía entender cómo alguien podía estar 60 años viviendo en un país sin tener ni siquiera un documento identificativo o cualquier otra cosa que confirmara que había nacido en México.

Pero si hasta entonces había podido sobrevivir, con 60 años la cosa se le complicaba aún más, pues no tenía derecho a ninguna pensión ni ayuda a pesar de llevar toda la vida trabajando de albañil. Llegaría un momento, y no tardaría, en el que ya no podría seguir haciendo ese trabajo tan dura, y sin pensión ni ayuda de nadie, no tenía ni idea de qué haría ese hombre ni qué planes tenía para los próximos años. De hecho, me pareció entender que incluso el trabajador le había pedido a Juan Carlos que le ayudara a conseguir los papeles haciendo de testigo.

En varias ocasiones fuimos al centro comercial donde tenía el restaurante de comida rápida y donde me invitó a comer cada vez que fuimos. De hecho no pasaron muchos días hasta que ya intentaba no ir tanto con él para que no me invitara a tantas cosas, pues resultaba imposible pagar cuando estaba con él.

El restaurante era de comida rápida mexicano pero de comida de calidad. Las tortas estaban buenísimas y nada tenían que ver con las que ya había probado en México. Las tortas son una especie de bocadillos de pan blando con carne que puede ser de ternera o cerdo y acompañado de lechuga, tomate y otros ingredientes dependiendo de cada tipo. Están muy buenas pero las del restaurante de Juan Carlos lo estaban mucho mas y eran de las mas grandes que había visto.

No llevaba ni una semana en Tuxtepec viviendo como un local que ya tenía claro que los mexicanos comen mas que yo y que mas valía no seguir ese ritmo demasiado tiempo. De hecho hoy todavía no sé cuál es la hora mas común para comer, pues parece que cada uno come cuando quiere. Eso si, desayunan bien, comen bien y cenan bien. Yo no podía hacer 3 comidas tanto completos cada día, por lo que a los pocos días volví a mi rutina alimentaria, que era sólo comida y cena. Pero hasta entonces desayunaba como si fuera una comida hacia las 10 de la mañana, a las 15h comía normal (por muy abundante que hubiera sido el desayuno, y hacia las 21h cenaba también normal, por ejemplo, una pizza. Eran 3 comidas al día totalmente completos y que más o menos podía aguantar porque caminaba mucho durante todo el día, pero que en circunstancias normales no habría podido de ninguna manera.

Las comidas mas típicos eran las tortas, los tacos, los antojitos (picadas, garnachas, …), el pozole, la mojarra frita, etc. Una gastronomía abundante, variada, buena y barata, pues un menú en un restaurante normal podía costar unos $60 (3€).

Me resultó muy fácil adaptarme a la vida de Tuxtepec gracias a la buena gente que fui conociendo y que tanto bien me acogieron. Desde el primer día hicieron que me sintiera como un mes haciendo que en ningún momento tuviera ganas de irse. La buena comida, los precios económicos y el hecho de que Tuxtepec sea una ciudad grande pero con baja densidad de población, terminaron de ayudar a hacer de aquella estancia de 5 semanas el comienzo de un nuevo ciclo en mi vida. Seguiría viajando por todo el mundo pero cada año intentaría volver unas semanas en esta ciudad de Oaxaca. De hecho, al cabo de 4 años acabaría comprando apartamentos para alquilar, tal vez influenciado por el propietario del apartamento donde era ahora y de quien tanto aprendí.

En ese momento encararé no lo sabía pero Tuxtepec acabaría convirtiendo en mi segunda casa.

24/10/2016 Primer día en Tuxtepec y el día que conocí los zancudos y chaquistes – Miami-México 2016

Me despertaba hacia las 8 de la mañana en ese apartamento donde pasaría las siguientes 5 semanas. Veía, además, Tuxtepec de día, pues el día anterior llegué de noche y poco pude apreciar.

Lo primero que me sorprendió es que no había agua caliente. Luego me enteré que a Tuxtepec realmente no hay que preocuparse demasiado por el agua caliente por un lado porque casi nunca hace bastante frío como para ducharse con agua caliente, y por otra para que el agua utilizada viene de unos depósitos sobre los techos que muchas veces ya está caliente por el propio calor que hace.

Además el WIFI y la nevera no funcionaban y eso si que ya me preocupaba mes. Tenía el teléfono del propietario pero en ese momento sin Internet y aún sin SIM mexicana, estaba totalmente incomunicado. Así pues, lo primero que hice fue utilizar mi tarifa de datos de España para buscar cómo llegar hasta el Chedraui, el Carrefour mexicano, para ir a comprar cosas básicas, como leche, café o agua, y sobre todo, una SIM de Telcel, la principal compañía de telefonía móvil de México.

El Chedraui me quedaba a menos de 10 minutos andando del apartamento, así que me vestí y enseguida fui.

Salía en las calles de Tuxtepec por primera vez siendo de día pudiendo apreciar aquella ciudad que cada año me la sentiría un poco mas mi aunque en este momento aún no lo sabía. Lo primero que me llamaba la atención era el bajos que en general eran los edificios, de hecho no se veía ningún bloque de pisos. Mirara donde mirara sólo veía casas y además la mayoría de una sola planta, como mucho dos plantas. Esto hacía que la densidad de población fuera muy baja y que por tan mundo pudiera aparcar su coche justo delante de la portada y su casa y que el tráfico fuera muy escaso. La ciudad es grande pero no en forma vertical sino horizontal, por lo que en general parece que haya mucho más espacio para todos.

De hecho, el edificio de apartamentos donde yo era el único que se veía en todo el barrio. Era de dos plantas y aunque algunas casas del borde también tenían dos plantas, ninguno era de apartamentos. El edificio era bastante nuevo y de aspecto moderno. La mayoría de apartamentos quedaban en el interior del edificio excepto 3 o 4, entre ellos el mío, que la puerta daba a la calle, por lo que tenía salida directa sin tener que pasar por el patio.

Estaba en uno de los mejores barrios de la ciudad pero aún así se veían las calles y las aceras algo dejadas. La mayoría de casas tenían su propio jardín aunque muchas se veían muy humildes.

El camino hasta el Chedraui no sólo era corto sino también fácil, pues sólo haciendo un giro de calle ya llegaba. La compra grande ya la haría por Internet pero ahora quería comprar cosas básicas para pasar al menos dos días, como agua, leche, café y algo de comida aunque seguramente comería casi cada día fuera. De hecho justo delante del Chedraui ya vi una taquería en la que acabaría yendo un montón de veces.

Justo a la entrada del Chedraui vi una tienda de Telcel, la compañía que me habían recomendado, entre otros motivos porque es casi la única y la que tiene mas cobertura con diferencia. Aún no la buscaba pero me la encontré casi de cara, así que sin pensarlo dos veces le pregunté a la chica cuánto costaba una SIM de prepago.

Este era mi primer año en México y se notaba que aún no dominaba toda la terminología. Al decirle SIM a la vendedora, ésta no me entendió. Por suerte, cuando se me quedó mirando, rápidamente recordé haber sentido que aquí le dicen chip, así que dije «un chip» y ella enseguida sacó una. Perfecto!

Le pregunté el precio y me dijo que eran $ 50 (2 €) y que ya venía con un paquete de $ 50 del servicio Amigo Sin Límites, que ofrecía llamadas, SMS y Whatsapp s ilimitados durante 15 días y 400MB también durante estos 15 días. La verdad es que estaba bastante bien y al menos me permitiría comunicarme con cualquier mexicano y de momento contactar con el propietario del apartamento, del que tenía ya el número.

Rápidamente comprar las 4 cosas que necesitaba para ir tirando y volví hacia el apartamento, no sin dificultades, pues compré una garrafa de 10L de agua pensando que no me costaría tanto, pero aquel trayecto relativamente corto se hizo larguísimo cargado con dos bolsas y la garrafa de 10L.

Ya empezaba a ser consciente del clima tropical de Tuxtepec. Si al llegar la noche anterior el bochorno ya era brutal a pesar de ser casi las 23h, ahora, casi al mediodía y cargado como iba, el calor ya era insoportable.

Llegaba de nuevo en el apartamento, dejaba la compra y colocaba la nueva SIM de Telcel en la ranura del teléfono, aquel todavía mono SIM. Ahora al menos ya podía contactar con los mexicanos, entre ellos y lo más importante, el propietario del apartamento para decirle que el WIFI no funcionaba y la nevera parecía que tampoco, pues parecía que intentaba enfriar pero pasaban las horas y aún no estaba suficientemente fría como para conservar nada.

Hasta entonces yo no había hablado directamente con el propietario, ni siquiera sabía como era. Sabía que era un hombre por el nombre, pero nada más. enseguida me contestó diciéndome que lo miraba inmediatamente, y así fue, pues en menos de 15 minutos el señor estaba en el apartamento.

Se decía Juan Carlos y era más alto que yo, al menos media 1,80m y era muy corpulento, por lo que realmente hacía impresión. Se miró la nevera y dijo que la dejara todo el día que le costaba, y que si seguía igual, al día siguiente la cambiaría. En cuanto al WIFI, el router estaba en otro apartamento ocupado que no podía entrar pero que ya había avisado al chico que vivía porque mirara qué le pasaba. Estuvimos un rato charlando y la verdad es que nos caímos muy bien. A él se le veía una persona con interés y conocimiento para muchos temas y creo que lo vio en mí el mismo. En cualquier caso en ese momento no tenía demasiado tiempo para quedarse y quedamos para más tarde.

Para comer fui a la taquería que había visto justo delante del Chedraui. Tampoco conocía tanto el barrio como para poder elegir demasiado mes. de todos modos tenía ganas de ir aquella taquería con ese aspecto tan auténtico. Parecía la planta baja de una casa que hacía esquina y con las dos paredes abiertas y un remolque justo delante donde preparaban los tacos sobre dos planchas. Tenían tacos de «puerco» y de «nada» y cada uno costaba $ 3, unos 0,15 €, por lo que en pediría tantos como quisiera sin preocuparme por el precio.

De entrada en pedí dos de cada para probarlos y porque tampoco sabía cuántos necesitaría para comer. Eran pequeños por lo que suponía que en comería mes de 4. Sin embargo, llevaban bastante carne y además yo me añadir un buen blando de cebolla y salsa picante.

Estaban muy buenos y llenaban mas de lo que pensaba, pues realmente llevaban mucha carne. Me acabé y en pedí 4 mes, dos de cada. En total 8 tacos que me entraron perfectos. Pagué los $ 24 (1,10 €) que costaban todos 8 y volví al apartamento.

Por la tarde volvió el propietario del apartamento para cambiar la nevera, pues la que había definitivamente no funcionaba, y para decirme que el WIFI ya iba a funcionar, pues por lo visto el router tenía un cable medio pelado. Efectivamente el WIFI ya funcionaba y rápidamente me cambió la nevera por otra que enfría perfectamente, por lo que todo muy bien. En menos de 24h tenía el apartamento perfecto, conocía al propietario y ya había ido al Chedraui y a comer en una taquería donde iría muchas veces durante las siguientes 5 semanas.

El propietario, Juan Carlos, se le veía muy extrovertido y con ganas de charlar. A partir de preguntarme de dónde era, empezamos a hablar, como no, del Barça. Sin ni preverlo, en pocos minutos estábamos en la calle justo delante de la puerta de mi apartamento hablando de política, economía, fútbol y otros temas que iban surgiendo. Fue una quedada totalmente imprevista pero que se prolongó más de una hora.

A él le gustaba mucho hablar conmigo porque decía que me podía hablar de cualquier cosa, algo que, según decía, con la mayoría de sus empleados no podía hacer, textualmente.

Mientras estábamos allí charlando fueron pasando algunos de los otros inquilinos de los apartamentos y en general todos eran profesionales destacados, como ingenieros, policías federales o jefes de departamento. Se notaba que aquellos apartamentos no eran precisamente baratos, al menos por el coste de vida de Tuxtepec.

LA verdad es que pasamos un buen rato con Juan Carlos hablando de temas muy interesantes, sobre todo económicos, y el rato se pasó muy rápido. Tanto que ya eran cerca de las 19h y el sol empezaba a esconderse, hora en que salieron millones de mosquitos. Hasta entonces ya había muchos y ya me habían picado fuerza, pero en un momento dado incluso empecé a notar decenas de mosquitos sobre el mis tobillos, y pocos minutos después, un picor insoportable, momento en que le decir a Juan Carlos que había muchos mosquitos respondiendo él que esto Tuxtepec era lo más normal y que el error era mío para ir en pantalones cortos. Estaba en medio de una ciudad pero había tantos o más mosquitos que en un pantano, y lo peor es que, aunque había mes por la tarde, salían durante todo el día.

Después de ver cómo me estaban quedando las piernas nos despedimos ya quedando en que nos seguiríamos viendo. Comenzaba así una buena amistad con una persona que más adelante conocería mejor, un buen empresario y mejor persona que me ayudó mucho aquel año y los siguientes, pero sobre todo aquel primer año que era mi primer viaje largo y en México y que iba un poco mes perdido, en Juan Carlos fue una ayuda importantísima y que marcó fuerza aquel viaje.

Ya no salí mes. Ya tenía claro que de noche no saldría, al menos solo, y que habitualmente cenaría cada día en el apartamento. Normalmente pediría la comida a algún restaurante, pues allí entre restaurantes y particulares con negocios en casa, hay un montón de opciones para poder pedir comida casera y saludable y que te lo lleven a casa sin ningún coste. Es muy típico publicar anuncios a grupos de Facebook con la comida que cada uno sabe preparar. Tan sólo hay que entrar en uno de estos grupos e ir mirando.

Por la tarde, el hermano de Emma, ​​me había llevado una cafetera que utilizaría para calentar el agua de los cafés. El apartamento tenía todo lo que necesitaba excepto microondas, y con la cafetera al menos me podría preparar el café, que era lo más importante. Así pues, aquel fue un muy buen primer día en Tuxtepec en el que conocí un poco el barrio, llené la nevera con cosas básicas, ya tenía una SIM mexicana y había hecho buena amistad con el propietario del apartamento, un buen hombre que ya al día siguiente me invitaría a desayunar y me llevaría a ver un montón de cosas de Tuxtepec. Había comenzado el viaje sin tener ni idea, como siempre, de que me encontraría o qué haría, pero aún no habían pasado ni 24 horas que estaba en Tuxtepec, la ciudad donde mas tiempo pasaría, y ya me empezaba a sentir como un local mes. Iba a dormir contento y con la seguridad de que aquel viaje terminaría siendo mucho más interesante y auténtico de lo que yo mismo pensaba en partir. Estaba seguro de que viviría como un mexicano mes durante 5 semanas y eso me motivaba muchísimo.

23/10/2016 Cruzando la Sierra en autobús y llegada a Tuxtepec – Miami-México 2016

Llegaba el día de ir hacia Tuxtepec, la ciudad final del viaje y donde pasaría unas 5 semanas, la mitad del tiempo de todo el viaje. Una ciudad del estado de Oaxaca pero justo en la frontera con Veracruz. Oaxaca es uno de los estados más pobres de México pero a la vez uno de los mas queridos y con más encanto, todo perfecto para pasar un mes y conocerlo mes, y qué mejor lugar que en Tuxtepec que es la ciudad oaxaqueña mes cercana a Veracruz, una ciudad con un aeropuerto mas importante y mas accesible que el de Oaxaca.

De hecho es mucho más complicado llegar a Tuxtepec desde Oaxaca que desde Veracruz. Mientras que desde Veracruz hay unas 3 horas por una carretera más o menos recta y normal, desde Oaxaca son 7 horas cruzando una cordillera altísima por una carretera de curvas constantes. Es un trayecto realmente duro, de hecho este sería uno de los trayectos más duros, sino el que mas, de mi vida.

En este caso el trayecto se hacía en autobús de la empresa ADO o alguna de sus filiales más económicas como AU. El precio rondaba los 400 pesos, unos 20 €, y el trayecto sería de unas 8 horas, de las cuales 6 serían curvas. Ya me recomendaron que me tomara una pastilla para el mareo, pero yo, que nunca me había mareado en ningún vehículo, dije que no, que a mí no me hacía falta. No sé si me hubiera servido de algo pero la verdad es que lo pasé muy mal. Era terrible cruzar aquella cordillera por aquella carretera y en ese autobús. No había manera ni de poder descansar o leer, la presión a ambos lados era tan fuerte y constante que toda la energía debía dedicarse a aguantarme el asiento.

Pero antes dejaba la Casa de Matilda de Oaxaca, el alojamiento más grande que había reservado nunca, una casa con dos habitaciones, despacho y un patio que la rodeaba toda en uno de los mejores barrios de la ciudad. Volvía a la terminal de autobuses en la que había llegado 4 días antes y donde el mismo propietario del alojamiento me había ido a buscar, una terminal que ahora se me hacía extraña pero que con los años acabaría conociendo perfectamente.

La salida estaba prevista para las 12h y en este caso fue puntual. Pero no lo fue tanto en la llegada, que estaba prevista para las 20h pero llegamos pasadas las 22h.

Como ya he comentado el trayecto fue muy duro, con una imposibilidad total no sólo de dormir sino para hacer cualquier otra cosa. Ni leer, ni escribir, ni nada. Eso si, el paisaje era brutal. La cordillera que cruza medio México tiene picos de mas de 2000 metros en esa zona con unos valles y una vegetación impresionantes. No podía ni leer pero en buena parte del trayecto tampoco quería, pues no podía dejar de mirar por la ventana.

Durante el trayecto hicimos 3 paradas, dos de las cuales en plena cordillera, y una prácticamente en la cima más alta donde la temperatura rozaba los 0ºC. Yo llevaba ropa de abrigo pero no por esta temperatura, de hecho la lluvia que caía era prácticamente nieve. El mes impactante era el cambio de temperatura entre Oaxaca, la cima de la cordillera y sobre todo en la llegada a Tuxtepec, pues tan a Oaxaca como Tuxtepec, el origen y el destino, la temperatura era de unos 30ºC, incluso todo en la llegada a Tuxtepec cuando eran las 22h.

Cuando después de todos los retrasos, paradas e ir dentro del bus con el abrigo puesto, llegamos a Tuxtepec, la hostia del calor fue brutal. Era la primera vez que pisaba Tuxtepec y estaba flipando. Como podía ser que siendo casi las 22: 30h haz aquella calor? Ya me había encontrado al llegar al aeropuerto internacional de La Habana, pero en esta ocasión veníamos de pasar un montón de horas de frío dentro del bus cruzando aquella cordillera, por lo que la sorpresa fue mayúscula.

Allí ya me estaban esperando para acompañarme hasta el departamento que había alquilado para las 5 semanas que pasaría a Tuxtepec. Estos departamentos son similares a habitaciones de hotel grandes y con salida propia. Son muy típicos en México para solteros, parejas de recién casados ​​o trabajadores que pasan la semana fuera de casa. En este caso había alquilado uno relativamente caro para estar en México, pero que a mí me compensaba por ser muy nuevos, con casi todo lo que podía necesitar y en uno de los barrios mas acomodados de Tuxtepec.

El precio mensual era de 3.500 pesos, unos 160 €, por lo que acostumbrado a pagar casi 40 € al día en Miami, 160 € por todo un mes me pareció una ganga. Así tendría de vecinos a policías, ingenieros y otros profesionales de categoría. En cualquier caso, 3.500 pesos mensuales era una lava suficientemente alta para ser en México y concretamente en el estado de Oaxaca.

Me acompañaron en taxi cuando ya eran casi las 23h y cuando ya era consciente del clima de Tuxtepec. Veía por primera vez la ciudad que con el tiempo se acabaría convirtiendo en mi segunda ciudad, aunque en ese momento la veía completamente de noche y consciente sobre todo del mal estado de las calles.

A los pocos minutos llegamos al bloque de apartamentos, pagábamos los 25 pesos del taxi, poco mas de 1 €, y entraba en la que sería mi casa durante las próximas 5 semanas.

Era un departamento con una habitación grande, un baño, nevera, cama, mesa, aire acondicionado, TV, WIFI y salida directa a la calle. Excepto microondas tenía todo lo que podía necesitar. Estaba muy limpio, el edificio se veía muy nuevo y estaba en uno de los mejores barrios de Tuxtepec y bien cerca del Carrefour mexicano, el Chedraui.

Eso si, en ese momento me quedaba solo después de haber pasado unos días en Oaxaca muy bien acompañado. De todos modos, aún no lo sabía, pero al día siguiente conocería al propietario de los departamentos y acabaría siendo un buen amigo muy generoso que me invitaría a todo tipo de comida y me enseñaría muchos lugares de los alrededores de Tuxtepec. Pero en cualquier caso, ahora me invadía una sensación de soledad y tristeza extraña y que de hecho nunca había tenido ni volvería a tener en un viaje, pues muchos los haría siempre suele justamente porque soy una persona que puede pasar horas y días sol sin ningún problema, pero en ese momento ya de noche, aunque sin Internet y después de haber pasado 4 días tan intensos, parecía como que de pronto me quedaba desamparado en ese lugar que aún no conocía y sin la posibilidad de contactar con nadie, pues hasta el día siguiente no conseguiría la contraseña de WIFI.

Hay que decir que esa sensación sólo duró hasta que fui a dormir y al día siguiente todo volvía a la normalidad, y de hecho, hasta ahora, siempre he preferido viajar solo. Evidentemente me gusta de vez en cuando viajar con amigos o en pareja pero en términos generales prefiero la emoción de afrontar nuevos retos y ver nuevas cosas cada día solo.

21/10/2016 Un día en Tlaxiaco – Miami-México 2016

Al día siguiente de visitar la maravilla natural de Hierve el Agua queríamos ir a Tlaxiaco, un pueblo a unas 3 horas en furgoneta de Oaxaca. Para los mexicanos Tlaxiaco es una ciudad pequeña pero yo la vi bastante grande. Teniendo en cuenta que la capital del país tiene más de 20 millones de habitantes quizás tenemos las referencias algo distorsionadas.

Queríamos ir y volver en el mismo día, por lo que la intención era salir de Oaxaca a las 6 de la mañana como máximo. Iríamos con lo que llaman camioneta, que es una furgoneta con capacidad para unos 10 pasajeros y que tardaría unas 3 horas para llegar a Tlaxiaco. Para salir a las 6 de la mañana yo me quería levantar hacia las 4, es decir, un mínimo de dos horas antes como siempre para poderme tomar el café tranquilamente.

Pero en vez de ir a dormir lo antes posible, terminamos durmiéndose hacia las 12 de la noche. En parte era normal ya que ese día tampoco nos habíamos despertado bastante bien y sobre todo porque hacía muy poco que nos habíamos visto por primera vez. La cuestión es que a mí me sonó la alarma a las 3: 30h de la madrugada y tenía tanto sueño que literalmente no sabía ni dónde estaba ni qué pasaba. La alarma que tenía el móvil era de una aplicación que con el fin de apagarse tenías que mover el móvil un buen rato, una estrategia para despertarse bien antes de que puedas apagar la alarma. Pero en ese momento estaba tan desorientado que no sabía qué le pasaba al teléfono y directamente le quité la batería.

Pero el más sorprendente para mí fue que Emma, ​​que no estaba en la cama sino sentada en un sillón junto a la cama, me dijo que tenía que mover el teléfono para que la alarma se apagara . En ese momento lo recordé pero ya le había quitado la batería, y mientras me volvía a poner en la cama fui consciente de que Emma estaba sentada en el sillón a las 3: 30h de la madrugada. Ya medio despierto y consciente de dónde estaba, le pregunté qué hacía allí sentada, en el que me respondió que le dolía el hombro mientras estaba en la cama y que allí sentada parecía que le hacía menos daño.

Estuvimos en el sofá casi hasta las 6 de la mañana despiertos ya que Emma no podía dormir. Esta era la hora que teníamos previsto marchar por lo que hicimos cancelar, al menos, la hora de salida. Ella se durmió y yo después de trabajar un rato, también. Nos tonar a despertar hacia las 11 de la mañana y yo ya pensaba que no iríamos a Tlaxiaco, pues la intención era ir y volver en el mismo día y eran 3 horas de trayecto, por lo que lo veía todo muy justo. Pero cuando Emma se despertó dijo que si que quería ir y que a las 12h podíamos coger una de las furgonetas que iba y que llegaba hacia las 15h.

Así pues, nos arreglamos y a las 12h salíamos hacia la estación de urbanos, minivans, camionetas, etc. En definitiva, furgonetas con capacidad para 10 pasajeros. No tuvimos que esperar demasiado hasta que la próxima minivan salió, eso si, éramos los últimos y por tanto nos tocó el peor lugar, que era los asientos de la izquierda de la última fila, donde casi no nos podíamos ni mover.

El viaje fue bastante duro pero por suerte relativamente corto teniendo en cuenta otros trayectos que había hecho recientemente. 3 horas pasaba bastante deprisa.

A las 15h llegábamos a Tlaxiaco, una ciudad supuestamente pequeña pero que a mí de entrada ya me pareció bastante grande. La primera impresión fue bastante buena en el sentido de que me pareció una ciudad auténtica, de las que a mí me gusta visitar, es decir, pocos turistas y mucha vida local típica del país. En general las calles eran estrechas y con cierto caos de tráfico y muchas moto-taxis.

Primero fuimos a dejar una planta que Emma llevaba por una amiga que tenía en la ciudad, entre varias, ya que hacía pocos años había estado allí trabajando. Inmediatamente después ya fuimos justamente en la escuela donde estuvo trabajando a ver a sus antiguos compañeros, sobre todo dos, un chico y una chica.

Hasta la escuela ya fuimos en taxi que en aquella época todavía era bastante barato, 25 pesos, poco mas de 1€. Mientras ella entraba un rato en la escuela a saludar yo me quedaba fuera esperando y paseando un poco por los alrededores para ir conociendo mes aquel pueblo. Aún así no tardó demasiado en salir con el chico y la chica y todos 4 fuimos a comer a un restaurante cercano.

Ya desde fuera el restaurante no se veía barato aunque como era de esperar era muy bueno. Emma volvía después de algunos años y tampoco podíamos ir a cualquier lugar. De todos modos, este era para mí el primer año que estaba en México y aún pensaba en euros cuando estaba y gastaba, por lo que todo me parecía realmente muy barato. De hecho, este que era un restaurante caro, costaba unos 10€ por persona.

El restaurante era grande y fuerza exclusivo, de hecho en ese momento estábamos casi solos. Muchos de los platos que ofrecían eran platos típicos mexicanos, como tacos o burritos, pero preparados de forma mucho más elegante y exquisita. Estaba todo muy bueno y los platos eran muy completos. Ojalá en Barcelona vendieran aquellos platos por 10€…

Después de comer nos despedimos del chico y fuimos con la chica a dar una vuelta por Tlaxiaco. Después de pasear un rato por diferentes calles que me permitió ver mejor aquella ciudad, fuimos a un mercado, uno de mis lugares preferidos para vivir la vida local.

El mercado era bastante grande y sobre todo de comida. Muchas paradas de fruta, verduras, tacos y otras comidas típicas mexicanos. Ver todo aquel montón de gente simplemente vendiendo y comprando era maravilloso.

Estuvimos unas dos horas paseando por Tlaxiaco para después ir a casa de la chica, que mas que una casa era un terreno con 3 casetas de madera, todo muy bonito. Además estaba en un punto relativamente elevado por lo que desde allí podíamos apreciar una imagen bastante impresionante de todo Tlaxiaco. Fue en ese momento cuando vi que el pequeño pueblo del que siempre me hablaba Emma no era nada pequeño.

Además justo estaba oscureciendo por completo cuando mirábamos toda la ciudad desde ese punto elevado, lo que nos permitió una visión tan de la ciudad todavía medio iluminada por el sol como totalmente de noche con toda la iluminación artificial. Era un final de visita perfecto.

Hacia las 20h la amiga nos acompañaba hasta la estación de minivans para volver hacia Oaxaca. A las 20: 30h ya salía una que nos permitiría llegar a Oaxaca antes de las 12 de la noche. Parecía increíble pero finalmente habíamos podido ir y volver de Tlaxiaco en el mismo día. Quién lo hubiera dicho cuando a las 11h aún estábamos durmiendo.

La vuelta fue mucho más cómodo para no ir tanto apretados a la última fila ni la minivan tanto llena. Ya sólo quedaba coger un taxi hasta casa y cena.

Me llamó la atención, que a diferencia de Europa, al menos en buena parte, aquí no había que respetar la fila de taxis que había esperando en la parada de la terminal. Podía ir preguntando uno por uno cuando me cobraría para ir hasta San Felipe del Agua y coger lo que me ofreciera un mejor precio. De todos modos los dos que pregunté me dijeron lo mismo precio por el que tomamos el primero.

Era bien tarde cuando llegábamos a casa pero habíamos podido hacer todo lo que queríamos hacer ese día y en general en Oaxaca, pues los 4 días que pasaríamos ya acababan. Habíamos pasado 4 días muy buenos los que nos habían permitido conocer un poco mejor. Y la verdad es que parecía que éramos bastante compatibles, pues la convivencia durante aquellos 4 días había sido realmente buena.

Terminaba así la visita a la tercera de las ciudades visitadas hasta entonces en el viaje habiendo visto mucho más de lo que me esperaba, evidentemente gracias a Emma que ya se la conocía y me pudo enseñar un montón de cosas que yo solo seguramente no hubiera visto. Así pues 4 días muy bien aprovechados y conviviendo con Emma perfectamente bien. Ahora ya nos iríamos hacia Tuxtepec en lo que sería la parada más larga de este viaje, pues allí estaría casi 5 semanas viviendo en un apartamento no pensado para turistas sino para locales, haciendo así vida de local tal como a mí m gusta.

Los días pasaban, el viaje continuaba aún seguía saliendo perfecto!

20/10/2016 El Tule, Mitla, Monte Albán y Hierve el Agua – Miami-México 2016

Emma ya había estado y tenía muchas ganas de que yo también fuera, pues sabía que me gustaría mucho. Se trataba de Hierve el Agua, una zona con aguas termales situadas a cientos de metros de altitud y justo en el borde de un precipicio como pocos había visto. Aunque no había sido pero sería uno de los lugares mas impresionantes que habría visto nunca.

El segundo día que estábamos en Oaxaca fuimos a dar una vuelta por el centro de la ciudad y por el conocido Zócalo donde se pueden ver los edificios de estilo colonial muy bien conservados y patrimonio de la humanidad. De hecho el centro de esta ciudad es mundialmente conocido, y con razón.

Mientras caminábamos por aquellas calles con tanta historia, Emma vio la agencia donde se podía contratar el tour para ir hasta Hierve el Agua. Me comentó por sobre qué era y me pareció tan bien que no nos lo pensamos y entramos a preguntar. El tour costaba 300 pesos por persona, unos 13,60 €, aunque no estaban incluidas algunas entradas o el restaurante buffet donde comeríamos. Enseguida decidimos contratarlo para el día siguiente.

Nos propusieron ir a buscar con la furgoneta con la que iríamos al día siguiente a las 9 de la mañana en la casa que teníamos alquilada, pero nosotros, y teniendo en cuenta que estábamos lejos del centro, los hicimos decir que no hacía falta, que los haríamos dar demasiado vuelta. Este ataque de buena fe por parte nuestro haría retrasar toda la excursión media hora.

Después de pasear un rato por el centro histórico y de ver un grupo de músicos muy buenos desde mi punto de vista, cenamos en una buena taquería llena de gente local, tal como a mí me gusta. Allí donde hay mas gente local será el mejor lugar donde podrás comer, y esta vez no fue diferente. Me encantaba tanta vida en la calle, tanta gente paseando o comiendo en la gran multitud de restaurantes y manchas que había por todas partes. La mayoría no eran turistas como yo, sino locales, pues en México me da la sensación de que la gente suele comer mes fuera de casa que en España, quizá por la gran cantidad de oferta, buenos precios y en muchos casos, comer totalmente casero.

Eran casi las 22h cuando cogíamos un taxi para volver a casa e intentar dormirnos antes posible para estar a las 9 de la mañana otra vez en el centro de la ciudad. De todos modos no pudimos evitar acostarse fuerza mas tarde de lo que queríamos, lo que hizo que al día siguiente nos despertásemos también más tarde de lo que queríamos.

De hecho eran las 8: 45h cuando salíamos de casa para ir a buscar el urbano pensando de que pasaría pronto, pero no, ni urbano ni taxis. Eran las 9: 15h cuando apenas podíamos coger un taxi y cuando los de la agencia ya nos habían llamado para saber dónde estábamos, pues el resto de clientes ya estaban en la furgoneta esperando desde hacía un cuarto de hora.

Finalmente entramos en la furgoneta que ya era completamente llena de gente cansada de esperar a las 9: 35h. Sólo quedaban 2 asientos en la última fila donde nos sentamos muy avergonzados sin saber ni qué decir. Todo el mundo nos miraba pero todavía se lo tomaron bastante bien, pues nadie se quejó. Creo que más bien estaban contentos de ver que ya habíamos llegado y que la espera no se alargaría más.

No hacía ni dos minutos que estábamos sentados cuando el chofer arrancó y el guía nos empezó a explicar el itinerario del día. La excursión se alargaría hasta las 18h, que en este caso sería hasta las 18: 30h para haberla comenzada media hora mas tarde por culpa de nosotros. No lo dijo así pero era evidente, pues el día anterior a la agencia ya nos dijeron que sería hasta las 18h.

Primero paramos en Tule, un pueblo bastante pintoresco de los que a mí me gusta mucho ver y donde había uno de los árboles con el tronco más grande del mundo. Sencillamente era espectacular y era algo que ni siquiera me había imaginado que podía existir. De perímetro media mas de 10 metros y parecían decenas de troncos unidos en uno solo.

Pero yo no sólo contemplé aquella maravilla sino que aproveché unos minutos para caminar por aquel pueblo, algo que nadie más hacía pero que para mí era tan o más interesante que el propio árbol. Era la primera vez que viajaba a un país como México y ver aquellas casas y aquellas tiendas me fascinaba.

Al cabo de unos 20 minutos volvimos a la furgoneta para ir hacia el plato fuerte del día, Hierve el Agua. Emma me había hablado algo de ese lugar pero ni de lejos me imaginaba como era de espectacular. El camino para llegar era complicado debido a la altura a la que estaba y porque el único camino que llegaba era estrecho, irregular y lleno de piedras.

Tardamos una hora para llegar al final de aquel camino pero valió la pena. Ya desde el lugar donde aparcó la furgoneta se podía ver una piscina natural en medio de las rocas y justo en el borde de un precipicio. Rápidamente me acerqué y me quedé sin palabras. Nunca había visto algo similar. Justo después de aquella piscina natural de aguas termales había un precipicio de cien metros coronado por lo que parecía una cascada de piedra. El suelo sobre el que estábamos era de pura roca, de hecho buena parte de la montaña parecía una roca gigante, incluso lo que parecía que era una cascada pero sin agua. Desde allí el vértigo era brutal ya que no había nada entre tú y el precipicio. Aquel suelo de roca pasaba de ser plano a hacer pendiente hasta que desaparecía en aquel precipicio. La verdad es que quedarse allí hacía bastante miedo.

Pero si ver todo aquello desde aquella altura ya era espectacular, la piscina natural no lo era menos. Parecía la típica piscina infinita de los hoteles situados en primera línea de mar, pero en vez de ver el mar se veía el vacío. Era sencillamente impresionante. Justamente de estas aguas le viene el nombre de Hierve el Agua aunque las piscinas naturales no dejaban de ser algo más en medio de todo aquel espectáculo. Me quedé maravillado de ver todo aquello, pues aunque Emma ya me había dicho que lugar era palabra bonito, no me había dado demasiados detalles, por lo que todo aquello me sorprendió muchísimo.

Al cabo de un rato de ver aquel espectáculo natural y bañarnos en las aguas termales, volvimos a la furgoneta para ir hacia Mitla, una zona arqueológica zapoteca, una antigua civilización muy presente en esa zona, tal vez menos conocida que la maya pero igualmente exterminada por los españoles.

Pero antes pararíamos a medio camino para comer en un restaurante con buffet libre que no estaba incluido en el que ya habíamos pagado a la agencia pero que en cualquier caso era bastante barato, al menos si los pesos que llevabas los habías cambiado por euros, pues el cambio eran unos 10 € para comer todo lo que quisieras de entre un montón de platos de todo tipo. Pastas, carnes, pescados, ensaladas, arroces, mariscos y todo tipo de postres. Entonces aún no llevaba demasiados días en México y no había tenido oportunidad de hacer una buena comida después de pasar 5 días en Miami comiendo poco y mal. Así que no tuve ningún problema en comerme 3 platos llenos de todo lo que encontré, ya fuera carne, pescado, arroz, ensalada o espaguetis. La verdad es que ya necesitaba ir a un buffet libre para poder comer, no sólo mucha cantidad, sino mucha variedad, y ese día voy bien aprovechar el buffet todo yq ue por la tarde todavía quedarían unas dos horas de tour.

Después ya fuimos hacia las dos zonas arqueológicas que visitaríamos antes de volver hacia Oaxaca. Ninguna de las dos entradas estaba incluida en el precio del tour pero costaban poco, unos 3 € cada una. De hecho lo que pagábamos por el tour era sólo por la furgoneta y el guía, el resto eran actividades que cada uno decidía si hacía o no. El tour costó $ 300 por persona, unos 15€.

Las zonas arqueológicas no eran las más espectaculares que había visto pero si las primeras de la cultura zapoteca, muy presente en Oaxaca. De hecho paramos para ver unos vendedores de telas artesanales y en algún momento pudimos escuchar como entre ellos hablaban en zapoteca, una lengua que creía ya desaparecida pero no, por suerte todavía hay gente que habla.

Evidentemente después de enseñarnos el procedimiento para hacer las telas y los tintes, nos invitaron a ir a la tienda. Y evidentemente también, nosotros no compramos nada.

Cuando teníamos que entrar en la segunda zona arqueológica, nosotros ya no teníamos dinero, al menos en pesos, pues yo llevaba euros y dólares y tarjeta. Le dije al guía si podía pagar con tarjeta, dólares o euros y me dijo que si, que con dólares. Me quedé un poco sorprendido de que la primera opción fuesen los dólares y que además no hubiera dudado en aceptarlos, de hecho me dio la sensación que le hacía más ilusión cobrar con dólares que con pesos. Me pidió que hiciera yo mismo la conversión, que resultó en 3,50 dólares, y pagamos con aquellos dólares que me habían sobrado de la estancia en Miami. Ya me habían dicho que fuera donde fuera, siempre iba bien llevar unos dólares en efectivo, pues a casi cualquier lugar del mundo los aceptarían.

Pero en esta segunda zona arqueológica no sólo tuvimos estos problemas para pagar, sino que Emma y yo decidimos salir al poco rato debido a que tenían que subir unas escaleras demasiado angostas y que ya estábamos cansados ​​de todo el día. Así que salimos de la zona arqueológica y fuimos a sentarse cerca de la iglesia católica que había justo al lado de los escombros y donde el guía se acercó al vernos. Y fue bien porque nos explicó algunas cosas interesantes que de otra manera no habríamos sabido, como por ejemplo el hecho de que los españoles en su momento construían aquellas iglesias justo encima de los templos religiosos de la cultura que estaban oprimiendo, en este caso la zapoteca, tal como podíamos ver en esa misma iglesia, donde en uno de sus lados todavía se podía apreciar lo que un día fue un templo religioso zapoteca y que los españoles destruyeron.

Pero lo que más me sorprendió del guía fue que dijera que todavía podían estar agradecidos que sus colonizadores fueran españoles y no ingleses, pues allí donde habían llegado los ingleses no quedaba nada de la cultura anterior, pero por el contrario allí donde habían llegado los españoles aún hoy quedaban vestigios de las culturas pre-hispánicas. No sé si lo decía porque yo era español o porque realmente lo creía. Quizás tenía razón pero en cualquier caso todos teníamos claro que mas hubiera valido que no hubiera habido ningún tipo de colonización, ni inglesa ni española.

Al cabo de un rato de estar allí charlando con el guía y cuando el resto de compañeros salían de la zona arqueológica, fuimos hacia una fábrica fuerza casera de mezcal. El mezcal es una bebida típica de México pero sobre todo de Oaxaca. Las hay de todo tipo pero el original es tan fuerte que a mí no me gusta. De hecho es blanco, como el vodka o la ginebra y por tan demasiado fuerte. Pero hay muchas variedades realmente buenas y cremas muy suaves que cualquiera puede tomar.

Me sorprendió como el destilaban en un horno que era un agujero en el suelo y como la mayor parte del proceso era totalmente artesanal.

Como era de esperar al final de la visita podíamos pasar por la tienda donde vendían botellas de mezcal de todo tipo. No compramos ningún pero si probamos alguno, pues Emma era la única mexicana y además oaxaqueña del grupo y eso gustaba al guía y vendedores, pues también eran oaxaqueños. Ver un poco de mezcal fue un buen final para ese día tan interesante.

Al cabo de una hora y cuando ya eran las 17: 30h se daba la excursión por finalizada y volvíamos a la furgoneta para ir hacia Oaxaca. Había sido un día muy completo y con más actividades de las que pensaba, pues el decirse el tour Hierve el Agua parece que la visita sólo sea allí, pero al final es mucho más que sólo aquel lugar aunque es el mes interesante y espectacular de todos. Ver el árbol más grande del mundo, conocer la cultura zapoteca y comer en un buffet libre que me permitió comer como hacía meses que no lo hacía, eran otras actividades de este tour que me gustaron mucho e hicieron de este un día inolvidable, sobre todo al pasarlo con Emma y constatando que juntos nos divertíamos mucho.

A las 18: 30h llegamos a Oaxaca. La hora de llegada prevista era a las 18h, por lo que quedaba claro que todo el día se había retrasado 30 minutos por culpa de nosotros, pues en vez de llegar a las 9 de la mañana, habíamos llegado a las 9: 30h mientras el resto de compañeros esperaban dentro de la furgoneta. En cualquier caso todos estaban contentos el día pasado y evidentemente nadie, ni siquiera el guía que fue muy amable, nos reprocharon nada por el atraso.

Después de despedirnos del grupo y sacar dinero en un cajero, cogíamos un taxi y volvíamos a la casa alquilada donde soparíem un buen alambre preparado para Emma finalizando así el día más completo de los 4 que pasaríamos a Oaxaca .

19/10/2016 El Tule, Mitla, Monte Albán y Hierve el Agua – Miami-México 2016

Emma ya había estado y tenía muchas ganas de que yo también fuera, pues sabía que me gustaría mucho. Se trataba de Hierve el Agua, una zona con aguas termales situadas a cientos de metros de altitud y justo en el borde de un precipicio como pocos había visto. Aunque no había sido pero sería uno de los lugares mas impresionantes que habría visto nunca.

El segundo día que estábamos en Oaxaca fuimos dar una vuelta por el centro de la ciudad y por el conocido Zócalo donde se pueden ver los edificios de estilo colonial muy mejor conservados y patrimonio de la humanidad. De hecho el centro de esta ciudad es mundialmente conocido, y con razón.

Mientras caminábamos por aquellas calles con tanta historia, Emma vio la agencia donde se podía contratar el tour para ir hasta Hierve el Agua. Me comentó por sobre qué era y me pareció tan bien que no nos lo pensamos y entramos a preguntar. El tour costaba 300 pesos por persona, unos 13,60 €, aunque no estaban incluidas algunas entradas o el restaurante buffet donde comeríamos. Enseguida decidimos contratarlo para el día siguiente.

Nos propusieron ir a buscar con la furgoneta con la que iríamos al día siguiente a las 9 de la mañana en la casa que teníamos alquilada, pero nosotros, y teniendo en cuenta que estábamos lejos del centro, los hicimos decir que no hacía falta, que los haríamos dar demasiado vuelta. Este ataque de buena fe por parte nuestro haría retrasar toda la excursión media hora.

Después de pasear un momento por el centro histórico y de ver un grupo de músicos muy buenos desde mi punto de vista, cenamos en una buena taquería llena de gente local, tal como a mí me agrada. Allí donde hay mas gente local será el mejor lugar donde podrás comer, y esta vez no fue diferente. Me encantaba tanta vida en la calle, tanta gente paseando o comiendo en la gran multitud de restaurantes y manchas que había por todas partes. La mayoría no eran turistas como yo, sino locales, pues en México me da la sensación de que la gente suele comer mes fuera de casa que en España, quizá por la gran cantidad de oferta, buenos precios y en muchos casos, comer totalmente casero.

Eran casi las 22h cuando cogíamos un taxi para volver a casa e intentar dormirnos antes posible para estar a las 9 de la mañana otra vez en el centro de la ciudad. De todos modos no pudimos evitar acostarse fuerza mas tarde de lo que queríamos, lo que hizo que al día siguiente nos despertásemos también más tarde de lo que queríamos.

De hecho eran las 8: 45h cuando salíamos de casa para ir a buscar el urbano pensando de que pasaría pronto, pero no, ni urbano ni taxis. Eran las 9: 15h cuando apenas podíamos coger un taxi y cuando los de la agencia ya nos habían llamado para saber dónde estábamos, pues el resto de clientes ya estaban en la furgoneta esperando desde hacía un cuarto de hora.

Finalmente entramos en la furgoneta que ya era completamente llena de gente cansada de esperar a las 9: 35h. Sólo quedaban 2 asientos en la última fila donde nos sentamos muy avergonzados sin saber ni qué decir. Todo el mundo nos miraba pero todavía se lo tomaron bastante bien, pues nadie se quejó. Creo que más bien estaban contentos de ver que ya habíamos llegado y que la espera no se alargaría mes.

No hacía ni dos minutos que estábamos sentados cuando el chofer arrancó y el guía nos empezó a explicar el itinerario del día. La excursión se alargaría hasta las 18h, que en este caso sería hasta las 18: 30h para haberla comenzada media hora mas tarde por culpa de nosotros. No lo dijo así pero era evidente, pues el día anterior a la agencia ya nos dijeron que sería hasta las 18h.

Primero paramos en Tule, un pueblo bastante pintoresco de los que a mí me gusta mucho ver y donde había uno de los árboles con el tronco más grande del mundo. Sencillamente era espectacular y era algo que ni siquiera me había imaginado que podía existir. De perímetro media mas de 10 metros y parecían decenas de troncos unidos en uno solo.

Pero yo no sólo contemplé aquella maravilla sino que aproveché unos minutos para caminar por aquel pueblo, algo que nadie más hacía pero que para mí era tan o más interesante que el propio árbol. Era la primera vez que viajaba a un país como México y ver aquellas casas y aquellas tiendas me fascinaba.

17/10/2016 Encuentro con Emma en Oaxaca – Miami-México 2016

Al día siguiente de llegar yo a Oaxaca y haber pasado aquella primera noche solo en la Casa de Matilda, el mejor alojamiento que había y he tenido nunca en un viaje, llegaba Emma desde Tuxtepec. Habíamos quedado en la misma terminal de autobuses de Oaxaca donde había llegado yo el día anterior y sería la primera vez que nos veríamos en persona.

Ella llegaba por la mañana y yo no sabía muy bien cómo llegar hasta la terminal, pues no llevaba ni un día en la ciudad. Tenía bastante claro que no quería ir en taxi por ser más caro que el urbano y por ser la solución fácil que sólo hago como último recurso. Así que fui a la calle por donde supuestamente pasaba el urbano y allí empecé a andar en dirección al centro.

Pregunté al primer señor con el que me crucé si sabía donde paraba el urbano. Me dijo que allí mismo, lo que me extrañó un poco, pues era mucha casualidad que justo hubiera llegado a la parada. Pero al cabo de un minuto llegó un urbano, el señor me dijo que levantara la mano y el urbano efectivamente se detuvo para que pudiera subir.

Era la primera vez que subía en un urbano de México, y de hecho en un transporte público de ese tipo en todo mi vida, y me encantó. Era un minibús medio destartalado sin ventanas, con las puertas siempre abiertas y con un trabajador sentado en el primer asiento gritando peatonal por la ventana una serie de lugares que no lograba entender, en cualquier caso parecía que iba diciendo los lugares donde tenía parada. Todo ello me pareció muy auténtico y me hacía sentir como un mexicano mes, que es lo que mas me gusta de viajar, sentirme como un local mes.

Pregunté al chofer donde tenía que bajar para ir a la terminal de autobuses y que me avisara en llegar. Al cabo de unos 10 minutos llegábamos, caminaba unos 5 minutos mas hasta llegar a la misma terminal donde había llegado el día anterior y donde me tenía que encontrar con Emma.

La verdad es que estaba bastante nervioso. Entre que yo había ido con tiempo porque no sabía cuánto tardaría y que ella se retrasaba un poco, como era normal, estuve esperando casi una hora en la terminal, tiempo que no hizo nada más que ponerme aún más nervioso.

Después de intercambiarnos 12 SMS, pues yo en ese momento aún no tenía SIM mexicana, y por tanto, dejarme 12 € sólo en mensajes, acabé entendiendo que ya estaba a punto de llegar pero a una otra terminal, pues no había venido en bus como yo sino en lo que ellos llaman suburban, que son furgonetas preparadas para llevar unos 10 pasajeros y que son más económicas y más rápidas que los autobuses.

Yo no tenía ni idea de dónde estaba aquella otra terminal, pero me dijo que estaba en la misma calle y en qué dirección, así que empecé a caminar casi corriendo hacia allí sin que viera nada que pareciera una terminal. Lo que no sabía es que era tan pequeña que desde la calle ni siquiera se distinguía. Así que mientras caminaba casi corriendo por esa calle de Oaxaca sudando y cada vez mas nervioso, de repente un señor me llamó o decir algo que no entendí pero que en cualquier caso pensé que era un vendedor intentando hacerme vender algo , pues eso es práctica habitual en México, y por tan simplemente le dije «no, no» y seguí caminando al mismo ritmo. Pero entonces me pareció escuchar un «señor Casas» que venía de donde era el supuesto vendedor. Me di la vuelta y el señor todavía estaba mirándome con una cara entre sorpresa e incredulidad. Pero entonces apareció Emma dentro del edificio custodiado por el señor que resultó no ser ningún vendedor sino trabajador de la terminal que me estaba llamando para decirme que dentro había Emma esperándome. Entré y allí estaba ella sentada tanto o más nerviosa que yo.

Así pues nos vemos por primera vez, me senté a su lado y después de darnos un primer beso en la mejilla ya nos me dimos uno en la boca. No sabíamos muy bien cómo reaccionaríamos en aquel primer encuentro pero fue mejor de lo esperado.

Nos quedamos mirándonos un rato sin creernos aún del todo que estábamos juntos allí en México. Ya habíamos hablado un montón de horas durante los meses anteriores pero aún así en ese momento estábamos un poco nerviosos ambos. Pero después de aquellos primeros momentos y en mi caso el pensar que era Emma, ​​nos fuimos relajando rápidamente. Al cabo de unos minutos de estar allí sentados con el señor de la terminal que ya estaba pegado a nuestra historia como si fuera una telenovela, decidimos ir hacia la casa alquilada donde deberíamos ir o con el urbano o en taxi.

Fuimos hacia la calle por donde había bajado yo con el urbano para ver si había alguna parada para poder hacer el mismo trayecto pero atrás. Pero entre que no la encontrábamos, que no sabíamos exactamente si llegaríamos y que íbamos cargando la maleta de Emma, ​​enseguida decidimos coger un taxi, total costaba 50 pesos, poco mas de 2 €. Ya aquel tramo de camino íbamos cogidos de la mano y en pocos minutos ya parecía que nos hubiéramos encontrado hacía días, señal de la buena sintonía y confianza que teníamos ambos a pesar de ser el primer día que nos veíamos en persona.

A pesar de ir en taxi no fue fácil saber exactamente dónde ir y dónde bajar, pues no tenía la dirección exacta de la casa y tampoco me conocía tan bien el camino como para ir indicándole al taxista. Sabiendo el barrio que era, San Felipe del Agua, y gracias a que sólo se podía llegar por un camino, pudimos bajar más o menos en el lugar donde se cogía el urbano, y desde allí ya podía orientarse un poco aunque todavía con dificultades.

Una vez en la casa y después de enseñarle las habitaciones y el patio, fuimos a estirarnos a una de las camas pequeños de la habitación de los niños, pues era la cama donde había dormido la noche anterior y el único que estaba deshecho. Era ella la que llevaba la iniciativa, pues aunque su matrimonio ya parecía no tener ningún futuro, al fin y al cabo seguía estando casada, por lo que yo me limitaba sólo a seguirla.

Así pues nos tumbó en la cama y no pasaron demasiados minutos cuando ya nos estábamos dando besos después de comentar un poco mi llegada a México y concretamente en Oaxaca. Ella le puso una excusa a su marido diciéndole que iba a Oaxaca 4 días por unos temas de la escuela. Estuvimos en aquella cama individual ambos estirados una media hora sin terminar aún de creernos ninguno de los dos que estuviéramos allí en aquella situación.

Al cabo de casi una hora nos levantamos y fuimos a comprar comida para las tiendas de la zona, buscando alguna de mayor que a la que fui yo el día anterior, pues tenían muy poco. En encontramos una donde pudimos comprar más cosas, sobre todo comida para la cena y cervezas.

El resto del día la pasamos en casa paseando por el patio y descansando en el amplio salón con ese sofá tan cómodo y mirando por los ventanales que ocupaban toda la pared frontal. Estábamos los dos muy contentos y con ganas de pasar simplemente un rato juntos, sentados y charlando disfrutando de ese momento tan especial para nosotros. Fue perfecto.

16/10/2016 De camino a Oaxaca – Miami-México 2016

El 16 de octubre de 2016 se iba a Oaxaca donde había alquilado una casa unifamiliar con un patio bastante grande y en uno de los mejores barrios de la capital del estado. No soy de grandes lujos, ni mucho menos, de hecho prefiero los sitios sencillos y cómodos, pero en este caso el precio era más barato que cualquier otro de Miami y el resto del alojamiento que tenía reservado a Tuxtepec me había salido por unos 160 € todo un mes, así que decidí pasar los días a Oaxaca en una casa nueva, con un buen patio y en un barrio tranquilo y prestigioso.

El trayecto hasta Oaxaca lo hice en autobús de la empresa ADO, la más conocida de México y con rutas por buena parte del país. Este era el primero de muchos viajes que haría con esta compañía y otras filiales que tiene y la verdad que siempre eran bastante puntuales y cómodos.

A diferencia de lo que había hecho en llegar, el trayecto desde el hotel hasta la terminal de autobuses lo hice en bus, pues justo en frente del hotel había una parada de la línea que iba directamente a la terminal, en menos de 30 minutos y sin escalas. La ida la había hecho en taxi seguro pero ahora ya tenía mas confianza y sobre todo el trayecto era muy sencillo y directo.

El único problema era que no tenía la tarjeta necesaria para poder pagar los trayectos del metrobus, una tarjeta de pre-pago que debía comprar y cargar en las máquinas correspondientes.

Pregunté a un trabajador del hotel y me dijo que lo mejor que podía hacer era pedirle a algún pasajero que picara para mí y yo pagarle el trayecto, que eran $7 (0,30€ ). Así que, sin pensarlo dos veces, fui a la última chica que había en la cola de la parada, que ya hacía unos minutos que me había visto con la maleta y hablando con el chico de la hotel, si me podía «vender» un trayecto de su tarjeta. Supongo que ya se imaginaba que le iba a preguntar ya que me había visto hablar con el chico del hotel mientras miraba la fila de la parada. de hecho casi no había terminado de hacerle la pregunta que ya me había dicho que sí. Así que le di los $7 y esperé con ella. Mientras el trayecto de ida me había costado $200 por el taxi seguro, este me costaría $7. El trayecto quizás no sería tan seguro pero si suficiente e igual de rápido.

Como ya me esperaba, el trayecto hasta la terminal fue tranquilo y sin ningún problema de seguridad. Aquí aún no había hecho el gran descubrimiento de descargar los mapas de Google Maps en el móvil y poder así utilizar el GPS sin datos móviles, por lo que todavía iba mirando los carteles del bus y preguntando a los pasajeros para saber cuándo bajar. La terminal era una de las paradas más importantes de aquella línea y donde bajaba casi todos, por lo que no fue difícil saber dónde tenía que ir, simplemente tenía que seguir a la gente, como los rebaños de corderos.

Una vez en la terminal compré tacos a una taquería que era ya en la terminal pero todavía en el pasillo que llevaba hasta las salas de espera. En ese momento aún no lo sabía pero aquella sería la primera de muchas compras que haría en esa taquería durante los años siguientes, pues siempre que paso por esta terminal intento comprar unos tacos en la misma taquería. De hecho, suele ser la primera taquería por la que paso cuando llego a México, pues del aeropuerto donde llego normalmente voy a esta terminal, la TAPO.

La seguridad en la TAPO es brutal. En la puerta hay siempre al menos 6 policías fuertemente armados y todos los pasajeros son registrados antes de subir a los autobuses. La terminal siempre es bastante limpia y tiene todos los servicios necesarios para pasar las horas de espera que haga falta. Viajar en bus por México es probablemente la mejor opción. En ciertas ocasiones puede ser preferible ir en avión, pero en la mayoría de casos no compensa, pues en avión el precio es aproximadamente el doble que en bus y tampoco se gana demasiado tiempo, pues entre los desplazamientos a los aeropuertos y las largas esperas en los embarques, hacen que al final el ahorro de tiempo se reduzca mucho, hasta el punto que deja de compensar este ahorro de tiempo para con el precio del billete.

En mi caso, de Ciudad de México a Oaxaca en bus, el trayecto dura unas 8 horas y el precio del billete es de unos $600 dependiendo de la opción elegida, unos 25€, mientras que en avión el trayecto es de una hora y media y tiene un precio de unos $1200, unos 50€. El precio es el doble y el trayecto es más rápida pero hay que tener en cuenta el tiempo para ir al aeropuerto y el tiempo de espera. En Oaxaca hay aeropuerto, pero en mi caso que el trayecto que hago normalmente es de Ciudad de México a Tuxtepec, el aeropuerto más cercano es el de Veracruz, que queda a 3 horas en bus, por lo que en mi caso , la mejor opción es claramente el bus.

El billete del bus se puede comprar en la misma terminal o de forma anticipada por la web, lo que o hago siempre porque además puedes obtener algún descuento, como en este caso, que finalmente el billete baldío salió por unos 20€.

El trayecto duraba unas 8 horas pero en este caso fueron algunas más debido a las movilizaciones que había durante aquellos meses por parte del sector educativo que reivindicaban la abolición de una nueva ley que los afectaba. Muchas carreteras estaban cortadas hasta el punto de que pocos kilómetros antes de llegar a Oaxaca había una cola de varios kilómetros de camiones, pues dejaban pasar coches y autobuses pero los camiones con mercancías no. Aunque nos dejaron pasar perdimos bastante tiempo. Mientras estábamos parados subieron 3 o 4 mochileros que no sé exactamente con qué vehículo iban pero que en cualquier caso parecía que no la habían dejado pasar, por lo que subieron al bus y seguimos hacia Oaxaca.

Los anfitriones de la casa alquilada, la llamada Casa de Matilda, me insistieron en venir a buscar a la terminal de autobuses de Oaxaca. Intenté que no fuera así pero la verdad es que insistieron tanto que no pude decir que no. Yo era su primer inquilino y querían quedar muy bien conmigo haciendo mucho más de lo que les tocaba. El problema fue justamente estos cortes de carretera que hicieron que la llegada fuera con mas de una hora de retraso, tiempo en que el chico de la casa estuvo esperando en la terminal. Además yo no me podía comunicar con ellos por no tener SIM de México ni 4G ni nada. De hecho intenté enviar un SMS con mi SIM de España pero o no se envió o él no lo recibió. En cualquier caso llegaba muy tarde sin poderlo comunicar a los anfitriones.

Finalmente llegamos a Oaxaca con mas de una hora de retraso, tiempo en que el anfitrión, un chico irlandés, estuvo en la terminal esperando.

Lo primero que me llamó la atención de la ciudad de Oaxaca, fue que fuera en una zona tan montañosa. Buena parte de sus barrios se veían ensartados por las montañas que se veían por todos lados. El centro de la ciudad es plano pero en muchos de sus barrios caminar por sus calles es bien difícil. También sorprendía no ver ningún edificio de mas de 3 plantas a pesar de ser la capital de un estado, seguramente debido a que se trata de una zona sísmica donde la gente no quiere vivir en plantas altas. Para el resto se veía una ciudad con mucha personalidad, con edificios coloniales mejor conservados y en medio de una vegetación exuberante que se colaba por todos los rincones de la ciudad. Fue una primera impresión muy buena.

La anfitriona, Ángela, con quien yo había mantenido el contacto durante la reserva, me dijo que reconocería a su marido fácilmente, pues era irlandés y por tanto la única persona rubia de todo Oaxaca. Y efectivamente, cuando lo vi no dudé de que era él, pues era bien alto y rubio. Se decía Mark y hacía 8 años que vivía en México por lo que hablaba un español con acento mexicano casi perfecto.

El día antes insistí porque no me vinieran a buscar pero la verdad es que me fue muy bien, pues con transporte público habría sido complicado y el taxi caro teniendo en cuenta los precios de México, así que me hicieron un buen favor. En menos de 10 minutos llegamos a la casa y la verdad es que superó mis expectativas aunque habían visto previamente las fotos.

El barrio era el mejor de la ciudad con casas unifamiliares con jardín y muy pocos coches, pues no era un barrio de paso sino que sólo iba la gente que vivía. En Mark me enseñó toda la casa que tenía incluso consola, TV por cable 3 habitaciones y una cocina con todo lo que se podía necesitar. En el salón había 3 portales completamente de vidrio que permitían una vista increíble del patio que rodeaba toda la casa. Además dejaron un escrito de bienvenida en una pizarra del salón y alimentos básicos como leche, café o fruta. Fue de lejos mi mejor llegada a un alojamiento.

Eran las 19h aproximadamente cuando Mark marchaba y yo iba a buscar alguna tienda donde comprar algo para cenar. En Mark me dijo un par de lugares y fui lo que me quedaba más cerca aunque ya me dijo que era una tienda muy pequeña, lo que allí llaman unos abarrotes. Así que fui a buscar esta tienda donde compré pasta, atún, pan y poca cosa mas pues realmente tenían poco y sólo necesitaba cena para esa noche.

Los pesos que tenía en ese momento los había cambiado a la terminal de autobuses TAPO de Ciudad de México desde donde había salido para venir a Oaxaca. El tipo de cambio aplicado allí era realmente bueno, de hecho era prácticamente el mismo que el tipo de cambio oficial. El resto de pesos que utilizaría durante el viaje los pensaba obtener a partir de la web azimut que en aquel momento era muy nueva pero ya funcionaba realmente bien y era la más económica de todas las existentes en ese momento. Con azimut sólo debía indicar una cuenta corriente mi de donde sacar el dinero y un lugar de los que ellos ofrecían, que eran muchos, donde ir a buscar el dinero ya convertidos a pesos y en efectivo. El tipo de cambio aplicado era casi el oficial y la comisión normal muy baja, de unos 2€. Todas las comisiones cobradas no representaban ni el 1% del importe cambiado y enviado, mientras que con otros como Western Union u otros bancos tradicionales la comisión era entre el 5 y el 8%.

Pero eso lo haría cuando llegara a Tuxtepec, mientras tanto había cambiado unos 40€ que ya me durarían una semana.

Así pues volví a la casa, dejé la comida y salí a dar una vuelta con la intención de reconocer un poco la zona, buscar la otra tienda y ver por donde pasaba lo que allí llaman el urbano, que es un minibús medio destartalado que por menos de 0,30€ llegaba hasta el centro de Oaxaca.

Pero entre que aún no sabía de la posibilidad de descargar los mapas de Google Maps y poderlos utilizar sin conexión y por tanto el GPS mientras iba por la calle, y que además ya se estaba haciendo de noche sumado a que no me conocía la zona ya que todas las calles eran bastante iguales, no tardé demasiado en perderme, y eso que yo tengo muy buena orientación y iba memorizando por donde iba el fin de poder volver atrás en cualquier momento. Pero llegó un momento en que dos calles ya me parecieron iguales, fui por lo que no era ya partir de ahí ya fue un lío que se iba haciendo cada vez más grande hasta quedarme completamente perdido.

Por suerte la zona quedaba delimitada por la calle que iba hasta el centro y que sabía que más allá no estaba la casa, y una zona medio boscosa que ya se veía que se salía del barrio, por tanto cuando llegaba a cualquiera de estos dos puntos volvía atrás y buscaba otro camino. Entre esto y la ayuda de algún habitante de la zona, al cabo de más de media hora encontré la calle. Ya era negro noche y ya me empezaba a preocupar, pues cada minuto que pasaba se hacía más difícil de encontrar el camino para haber menos gente por la calle y estar todo mucho más oscuro. La iluminación artificial era escasa y ni siquiera sabía qué referencias dar a quien preguntaba para que me pudieran orientar un poco. Estas son de esas cosas que ya ni pensamos cuando utilizamos el GPS pero que realmente nos facilitan mucho la vida, pues ahora con un móvil y el GPS ya ni siquiera considero la opción de poder hacerme perder.

Esto de descargar los mapas de Google Maps para poder utilizarlos sin conexión y utilizar así el GPS en cualquier momento, era algo que ya se podía hacer en ese momento pero que yo aún no sabía. Lo pensé unos días después cuando ya estaba a Tuxtepec y después de venirme a la cabeza que los famosos TomTom por los coches podían ubicarnos sin ningún tipo de conexión a Internet, lo que me encendió la bombilla y que después de buscar por Internet vi que efectivamente con Google Maps esto ya se podía hacer, tan sólo descargando antes los mapas necesarios.

Al llegar ya cené lo que había comprado haciendo uso de aquella cocina tanto completa y disfrutando de aquella casa con todas las comodidades. Fue una cena sencilla pero en ese momento era el único que podía comer. De todos modos había sido un día largo y estaba bastante cansado, por lo que no tardé demasiado en acostarse en uno de esos camas tanto cómodas.

Lo que no me esperaba era el frío que hacía por la noche, pues la temperatura bajaba mucho respeto la temperatura diurna. Si durante el día teníamos que ir en manga corta, ahora tenía que tapar con mantas del frío que hacía.

En cualquier caso ya estaba en la tercera de las 4 ciudades que visitaría en este viaje y en un casa de ensueño en el barrio mas exclusivo de Oaxaca y con la mejor recibida que nunca había tenido ni tendría. El viaje seguía y todo salía a la perfección dejando claro una vez mas que aquellas preocupaciones que hacer un viaje largo y solo no tenían ningún sentido. Llegaba a todas partes y era perfectamente capaz de espabilarme yo solo en cualquier situación.

Visitando Ciudad de México – Miami-México 2016

En total pasaría en Ciudad de México 4 días. El primero fue de toma de contacto, haciendo tan solo una pequeña visita por el Zócalo y probando por primera vez la comida mexicana. Los otros 3 días que pasé en la ciudad salí todos los días pero sin alejarme más de media hora andando del Zócalo. Ni un día fui en bus o metro pues tampoco tenía pensado ir a ningún lugar en concreto, simplemente salía del hotel y andaba en alguna dirección al azar y girando por aquellas calles que mejor me parecían, para simplemente ver la vida cotidiana de la gente, las tiendas, las calles y las plazas.

A diferencia de la zona del Zócalo, la presencia policial ya era mucho menor pero me encantaba ver tanta vida en las calles. Muchos mercados, taquerías ambulante y muchos negocios en casas particulares que hacían que cualquier paseo fuera muy entretenido. Así que aunque la sensación de seguridad bajara un poco, tampoco había ningún peligro y yo tampoco tenía el aspecto de alguien a quien robarle. De hecho, el día anterior y cuando me dirigía al Zócalo por primera vez, un chico que pedía limosna se acercó a mi pero justo en el momento que otro señor mejor vestido que yo andaba a escasos dos metros de mi. EL chico se me quedó mirando, luego miró al señor y acabó desviándose para pedirle al señor y no a mi. Esa fue la prueba que necesitaba para confirmar que mi aspecto era el adecuado para no ser un objetivo principal.

Aunque en uno de esos paseos más allá del Zócalo, fui a parar a una gran avenida de varios carriles con bastante tráfico y tiendas por los laterales, en un tramo había unos drogadictos pasando de un lado a otro sin molestar a nadie, pero uno de ellos se me quedó mirando a mí y a mi teléfono fijamente y eso ya me dio un poco de mal rollo, por lo que decidí volver a la zona del Zócalo. Seguramente podría haber seguido andando por allí y no habría pasado nada, pero aún eran mis primeros días en México y era más el miedo que me habían inculcado que la realidad de la ciudad. Es cierto que hay que tener cuidado pero igual que en muchas otras ciudades. Tampoco hay que volverse paranoico.

De vuelta encontré una taquería a escassos 50 metros del hotel y donde la comida era más barata que la primera a la que fui el día anterior e incluso me pareció más auténtica, y por auténtica me refiero a más popular y más concurrida por gente local, que al final son los que saben mejor que nadie donde se come mejor.

Sin pensármelo dos veces entré y me encantó esa sensación de sentirme como un mexicano más en una taquería donde probablemente pocos turistas habían entrado. Era más bien oscura, lúgubre y algo sucia. La parrilla daba a la calle y en uno de los laterales había una pequeña barra llena de botes de salsas y taburetes bajos donde comer. Me senté en uno de ellos y pedí 2 alambres por $26, 1,20€. El día anterior me había pedido uno y ahora ya eran dos. Cada día comía un poco más y así seguiría unos cuantos días más…

Me fascinaba pasear por la ciudad viendo esa mezcla de colonialismo, modernidad y caos que había en parte de la ciudad, sobre todo por la zona donde más me movía. Ciudad de México es una ciudad enorme con una vitalidad que inunda todas sus calles con sus mercados en cada barrio y sus puestos callejeros en cada esquina o incluso a lo largo de aceras enteras y con un tráfico caótico pero ordenado al mismo tiempo, pues entre coches y peatones parece como si hubiera una relación de amor-odio donde unos se cruzan con los otros pero a la vez que todos se respetan. Mientras no molestes, puedes hacer un poco lo que quieras, y eso hace con todo vaya un poco más fluido.

En el Zócalo cada día había algo. SI no era una feria de libros era una manifestación o algun acto oficial. Era realmente muy entretenido pasear por la zona del Zócalo, pues en todas las calles y a todas horas había algo que ver o hacer. Incluso llegué a ver acampadas de protesta en las calles adyacentes al Zócalo.

Por ser este mi primer viaje de más de un mes y en solitario, aún tenía muchas cosas que mejorar, sobre todo en cuanto a equipaje, pues había llevado cosas que no usaría en todo el viaje y por el contrario no llevé algunas que me habrían ido muy bien, como por ejemplo un calentador eléctrico, pues algo casi imprescindible para mi es tomarme un buen café por la mañana antes de salir. Además es un momento que aprovecho para hacer la mayoría de temas administrativos o incluso de trabajo que prefiero ya no tener que hacer durante el resto del día. Esto ocupa muy poco espacio y me habría permitido ganar mucho tiempo y gastar mucho menos en cafés. Por el contrario, me sobraba la toalla y ropa de abrigo, pues toallas siempre hay en cualquier hotel o apartamento y ropa de abrigo no hace falta ni siquiera llevar dos pantalones largos, con uno hay suficiente y mas aún si se viaja a un lugar cálido. Este tipo de ropa ocupa mucho espacio y es la que más hay que limitar. De hecho, en los siguientes viajes tan solo llevaría una maleta de cabina con un total de 11kg para dos o tres meses de viaje incluida la maleta y el portátil. También hay que tener en cuenta que siempre se puede comprar casi cualquier cosa en el lugar de destino, por lo que no debemos pensar en absolutamente todo.

Es importante después de cada viaje anotar todo lo que nos hemos llevado y no hemos utilizado y lo que no nos hemos llevado pero si habríamos necesitado. Haciéndolo así conseguí solo llevar lo realmente necesario y no echar nunca nada en falta por mucho tiempo que pasara viajando. Como con todo, la experiencia es fundamental.

4 días pasé en la ciudad siendo esta la segunda gran ciudad que visitaba en ese viaje que además era el primero que hacía completamente solo. Me empezaba a acostumbrar a ir solo de un lugar a otro y lo que pocos días antes era miedo, o más bien respeto, empezaba a ser algo no solo normal sino emocionante y muy gratificante, pues llegar a donde quieres llegar tu solo y sin ayuda de nadie es realmente emocionante. El viaje seguía y aún quedaba un mes y medio pero ya había pasado por las dos ciudades mas grandes que visitaria.

15/10/2016 De camino a Ciudad de México y primer día en el país – Miami-México 2016

Después de pasar 4 días en Miami llegaba el momento de ir a México a pasar un mes y medio entre Ciudad de México, Oaxaca y Tuxtepec, ésta última ciudad donde pasaría más tiempo.

El día en que me iba a México aún no conocía la opción de descargarse los mapas de Google Maps en el teléfono y poder así utilizar únicamente el GPS para saber por donde vas, sin necesidad de disponer de conexión a Internet, así que tuve que ir hasta el aeropuerto de Miami mirando la ruta antes de salir del apartamento, tomando algunas notas y mirando carteles y preguntando a los transeúntes. En cualquier caso era el mismo camino que había hecho en la ida pero a la inversa, teniendo que tomar un autobús y un tren. Un trayecto de casi 2 horas.

A las 8 de la mañana dejaba el apartamento de Little Havana lo más recogido posible y andaba los escassos 50 metros que había hasta la parada del bus. Para los horarios consulté la aplicación Moovit que ya en esa época funcionaba muy bien. A la hora exacta indicada por la aplicación llegó el bus y empezaba el trayecto que acabaría primero en el aeropuerto de Miami y después en Ciudad de México.

Todo fue mucho más fácil que en la ida y solo tuve que preguntar a una persona si el tren que pasaba en ese momento iba al aeropuerto, respondiéndome que si y llegando al aeropuerto sin problemas donde también me acordaba bastante de por donde debía ir. Antes de lo que pensaba ya me encontraba en la zona de mostradores para facturar la maleta que llevaba. Aunque era de cabina, también llevaba una mochila, por lo que supuestamente debería facturar uno de los dos bultos. Ya fue así con TAP, la aerolínea con la que viajé de Barcelona a Miami, y aunque con TAP no había la opción de no facturar y pagar menos, con Delta, que era la compañía con la que iría hasta México, si había esta posibilidad.

Así que cuando llegué al mostrador para facturar, me dijeron que tenía un coste adicional de $25, aunque el mismo empleado me dijo que con lo que llevaba de equipaje no hacía falta que facturase, pues podía subir los dos bultos.

Por un lado me sorprendió que el trabajador me hubiera dado la idea sin ni siquiera preguntar, pues me estaba ahorrando $25, y por otro lado me sorprendió que pudiera subir tanto equipaje en cabina cuando en TAP Portugal no me dejaron. En cualquier caso no me lo pensé dos veces y fui directamente al control de seguridad con todo mi equipaje.

Una vez allí y cuando ya me informaron que tenía que pasar un control adicional, me acordé de todo lo que llevaba en la maleta y que supuestamente no se puede subir en cabina, como botes de más de 100ml, unas tijeras, o un montón de aparatos electrónicos que no saqué. En ese momento pensé que no había sido buena idea no facturar, pues ahora tendría que dejar unas cuantas cosas o volver para atrás, pero la sorpresa fue cuando el policia, para empezar, abrió la maleta con sumo cuidado aguantando todo lo de un lado para que no se moviera, y sin quitar absolutamente nada, puso la mano entre las cosas con una precisión increíble para tan solo sacar un bote de champú grande. No revolvió absolutamente nada y ni siquiera tocó nada más que aquel bote de champú. Volvió a cerrar la maleta con el mismo cuidado para que nada de lo de dentro se moviera de su sitio y me dijo que ya podía irme.

Me quedé bastante alucinado por un lado por el absoluto cuidado que tuvo el policía con mi equipaje, y por otro lado por haberme dejado pasar con unas tijeras que yo consideré demasiado grandes para subir en un avión. En cualquier caso solo perdí un champú de $2 por lo que fue mucho mejor de lo que creia tan solo unos segundos antes.

El vuelo salió puntualmente a la hora prevista y además iba algo vacío, teniendo la suerte que yo iba en ventanilla y nadie a mi lado. De todos modos el trayecto era relativamente corto, de unas 3 horas, por lo que todo fue mejor de lo esperado.

A las 15h llegaba a México en la que sería la primera de muchas otras visitas que haría en este país, pasando el control de inmigración rápido y sin problemas.

Debido a películas, historias de gente que nunca ha ido a México y otros prejuicios, tenía cierto miedo en ir por Ciudad de México y más con todo el equipaje encima. Es cierto que hay que tomar ciertas precauciones pero tampoco es para tanto. Por ello decidí reservar habitación en un hotel muy cerca del Zócalo, el centro de la ciudad y donde más seguridad hay, e ir del aeropuerto hasta el hotel en los llamados taxis seguros, que son taxis controlados por un agencia que sabe en todo momento con quién y a donde van y en los cuales no se paga al taxista sino en la oficina de la agencia que se encuentra en el mismo aeropuerto. Más tarde me di cuenta que con un solo bus y por 1,50€ podía ir desde el mismo aeropuerto hasta la misma puerta del hotel. En cualquier caso este primer trayecto lo hice con taxi seguro que por MX$210, unos 10€, me llevo hasta el hotel, un precio muy barato teniendo en cuenta la seguridad que ofrecen y los precios en otros países para servicios similares.

Pagué con targeta de Revolut aplicándome el tipo de cambio oficial a diferencia de lo que habría hecho cualquier otro banco tradicional. En unos 5 minutos subía al taxi y veía Ciutat de México por primera vez. Lo primero que me sorprendió es ver que a pocos metros del aeropuerto ya había viviendas, i en segundo lugar el intenso i caótico tráfico de la ciudad.

En ver lo que tardábamos en llegar al hotel, el taxi aún me pareció más barato, pues estuvimos casi una hora en medio de aquel tráfico horrible hasta llegar al Hotel Florida.

El hotel era algo viejo pero con habitaciones amplias con cama de matrimonio, escritorio, TV y baño propio, todo por unos 10€ la noche. Pero lo mejor, y la razón por la que me decidí por este hotel, era su ubicación, a menos de 5 minutos andando del Zócalo y con la parada del bus justo en la puerta, parada de una línea que llevaba directamente a la terminal de autobuses más importante del país y al aeropuerto.

Una vez dejado el equipaje, instalado y duchado salí rápidamente a dar mi primer paseo por la ciudad, y de hecho, de México, cuando apenas eran las 16:30h. Evidentemente fui hacia el Zócalo donde hay el Palacio Presidencial i la cámara de senadores y diputados donde llegué en unos 5 minutos andando por las estrechas calles del casco antiguo.

La plaza es realmente grande y todos los edificios a su alrededor muy imponentes. En medio de la plaza se alza una bandera mexicana también de gran tamaño y en uno de los laterales las típicas letras de CDMX para hacerse la foto. Toda la zona, incluso en la calle de mi hotel, está llena de policías de todo tipo, incluso antidisturbios, lo que da mucha seguridad.

Eran pasadas las 17h cuando empecé a buscar un lugar donde comer, que aunque fuera pronto, ya sería le cena, pues ya tenía hambre y tampoco quería esperarme hasta que se hiciera de noche. Por primera vez iba a comer comida típica mexicana que tanto me.gustaria y que tanto esperaría cada vez que iría de nuevo a este país.

Cerca del Zócalo encontré una especia de local compartido por una tienda de ropa, una de bebidas y una taqueria. La verdad es que se veía un poco raro pero no dejaba de ser como una galería de tiendas aunque sin ninguna separación entre ellas. Entre, pregunté precios y me quedé. Aún no sabía muy bien que era nada pero me decidí por ese local porque tenía los precios bien visibles y algunas fotos. En una de ellas vi un alambre, que parecía un taco grande con carne y verduras. Era un plato completo y costaba $15, menos de 1€.

El plato estaba muy bueno y allí fue donde empecé a enamorarme de la comida mexicana y del propio país, pues no llevaba ni 24 horas allí que ya me estaba dando cuenta de la amabilidad y hospitalidad general de los mexicanos, una imagen muy alejada de lo que se ve en ciertas películas o de lo que te cuentan ciertas personas que nunca han visitado México. A esto se le llaman prejuicios y la mejor manera de combatirlos es viajar. Viajando te das cuenta de lo equivocado que estás y de lo estúpida que son ciertas personas que se atreven a opinar de un lugar al que nunca han estado ni piensan estar.

Después de cenar volví al hotel a descansar y ya casi a dormir cuando apenas eran las 19h. Eso si, ya era de noche y por ser mi primer día en México no quería estar en la calle estando oscuro. Así que me tumbé en la cama y me quedé un rato pensando en lo bien que había ido todo y a planear un poco lo que haría al día siguiente.

Este era mi primer viaje largo y solo y de momento todo salía según el plan previsto e incluso todo iba mejor de lo esperado. Antes del viaje tuve algunas dudas acerca de si hacerlo o no, pero ahora, tumbado en esa cama de un hotel cerca el Zócalo, estaba muy contento de haber tomado esa decisión y estar ya en México. Esa noche me iba a dormir nuevamente muy satisfecho de poder ver y disfrutar de un nuevo país que aún tenía muchas cosas para ofrecerme.

12/10/2016 Segundo día en Miami: Miami Beach – Miami-México 2016

Este dia, que era el primer día efectivo del viaje, fue el día que más aproveche de todo el viaje, supongo que porque era el primero. Quería ir hasta Miami Beach pero sin usar transporte público, para así ver la ciudad mientras hacía el camino. Me encanta simplemente andar por las ciudades y ver a la gente en su día a día, ver como es realmente la ciudad. Miré en Google Maps si era factible ir hasta Miami Beach andando y me pareció que si, aunque estaba a unos 10 kilómetros. Pero pensé, bueno, serán unas dos horas y media andando, salgo bien temprano y tengo tiempo de sobra para ir y volver hasta que se haga de noche. En ese momento aún no había caído en que descargando previamente los mapas de Google Maps puedes usar el GPS sin necesidad de tener conexión a Internet (que evidentemente allí no tenía pues no contraté ningún servicio de Roaming), así que miré la ruta desde el apartamento y guardé las indicaciones en el móvil. Pero aunque tengas todas las indicaciones de por donde ir, tienes que ir buscando cada calle, su nombre y en qué dirección ir. En resumen, el trayecto que debería haber hecho en dos horas y media lo hice en casi 4! Sí, llegué a Miami Beach pero a punto de morir de cansancio y de calor, pues otro error que cometí por ser mi primera salida fue no mirar el tiempo. Aunque estábamos a mediados de Octubre, la temperatura en Miami era de mas de 30ºC que sumado a la humedad parecía que estábamos a mas de 40. Era como andar por la selva tropical y yo vestido con tejanos y jersei y sin haberme llevado agua.

Salí a las 9 de la mañana cuando la temperatura aun era aceptable y siguiendo las indicaciones que llevaba guardadas. Parece mentira como me costaba tanto orientarme usando las técnicas de siempre, que es mirar carteles, nombres de calles y preguntando a la gente mientras sigues tus anotaciones. Después de acostumbrarse al GPS, volver a los carteles se hace muy complicado. Aun así, al dia siguiente agradecí no tener la posibilidad de usar el GPS ya que estas pequeñas complicaciones hacen que luego todo te parezca mas fácil además de recordarlo mucho mas.

A los 30 minutos de andar salí de Litlle Havanna y poco a poco iba llegando al centro de la ciudad, ya con muchos menos cubanos y muchos mas rascacielos. En poco rato había pasado de estar en una zona que parecía un pequeño pueblo de Cuba a una zona que parecía la típica ciudad americana.

El camino se hacía largo y sobretodo muy cansado. No salí en absoluto preparado y ni siquiera había mirado la temperatura que haría. Iba como alguien que sale a pasear media hora tranquilamente por el centro de la ciudad pero estaba haciendo una excursión de casi 8 horas bajo un calor sofocante.

Miami en general me estaba gustando bastante. Era muy típicamente americana con sus autobuses escolares, rascacielos, semáforos horizontales, y aunque había muchos indigentes, en general la ciudad estaba limpia y son zonas excesivamente marginales. Esta era la primera vez que estaba en EUA y me hacía cierta gracia ver cosas típicas americanas que solo había visto en películas, como los autobuses escolares o los taxis.

Poco a poco me fui acercando a la costa dirigiéndome hacia el puente para cruzar a la isla de Miami Beach. El puente parecía mas corto de lo que realmente era. En un momento, cuando ya llevaba casi 3 horas andando consideré en dar la vuelta y volver al apartamento, pero ya me encontraba cruzando el puente que conecta con Miami Beach, un puente larguísimo que tardé 45 minutos en cruzar. El problema de no tener los mapas es que no sabes cuanto queda, pero ves que te acercas y piensas, venga un poco más. Por cierto, mientras cruzaba ese puente vi una barquita ardiendo, un helicóptero evacuando a sus tripulantes y un montón de bomberos apagando el fuego.

Ya no podía mas pero ya estaba tan cerca de Miami Beach que no quería regresar.

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A las 3h y media de andar por fin vi El Cartel: Welcome to Miami Beach! Por poco lloro, había llegado a Miami Beach. Pasé por delante de todas las mansiones de los famosos, era impresionante. me paré unos minutos a hacer fotos pues desde allí tenía una visión perfecta del típico skyline de Miami. Tras pasar esa parte de mansiones ya se entraba en la isla donde me paré en el primer parque que encontré con una fuente de agua. Estuve como 10 minutos bebiendo agua y como media hora sentado en un banco, ya no podía más, pero había conseguido llegar y ver buena parte de Miami en solo medio día. Para volver consideré tomar un autobús pero no tenía ni idea de qué lineas llegaban a Little Havanna y estaba demasiado lejos como para que alguien pudiera darme buenas indicaciones. Así que cuando hube descansado un poco emprendí la vuelta andando de nuevo, al fin y al cabo ya conocía un poco el camino y llegaría sin dar tantas vueltas. Como curiosidad, cruzando de nuevo el puente hacía la parte continental de Miami, me encontré iwanas! Allí hay por todos lados, pero evidentemente yo nunca las había visto andar por la calle, iwanas y ardillas. Para alguien que va por primera vez a Miami es realmente impactante ver esos animales andar por als calles de una gran ciudad como si fueran gatos o palomas.

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Este puente era bastante curioso porque por si solo ya era un pueblo. El puente llegaba hasta Miami Beach pero por el camino conectaba con varias islas muy pequeñas, por lo que en muchos tramos del puente realmente no parece que estés en un puente ya que contínuamente pisas una nueva islita con sus calles y sus mansiones. Es un pequeño remanso de paz en medio de Miami y Miami Beach.

La primera parte fue fácil, pues solo se trataba de cruzar el puente, pero una vez llegado a Miami continental todo se complicó. Las indicaciones que había guardado eran para ir a Miami Beach, así que tenía que seguirlas pero a la inversa, parecía fácil pero no lo fue. Me perdí más que en la ida. Sinceramente no quería coger un taxi porque esa era la solución fácil y menos interesante, aparte de ser la más cara, y en un viaje de dos meses no puedes empezar a coger taxis ya el primer día. Así que me dije a mi mismo que intentaría llegar a pie hasta que se hiciera de noche. Fue una odisea y en ese momento bastante duro, pero una vez superado se convirtió en un gran aprendizaje, crecimiento personal y una buena anécdota para contar. Tras salir a las 9 de la mañana del apartamento, ya eran las 5 de la tarde y yo seguía perdido por las calles de Miami, pero tan lejos del apartamento que nadie sabía exactamente cómo guiarme hasta mi calle. Antes he comentado que es fácil encontrarse debido a que los nombres de las calles son números, pero el problema es que la ciudad se divide en 4 (NO, NE, SO y SE) y si estás fuera de tu zona pues ya no es tan fácil.

Todo empezó al poco tiempo de llegar a Miami continental. Me empecé a liar con los giros y poco a poco, en vez de situarme, me iba alejando más del camino correcto, hasta llegado un momento que no me sonaba nada de lo que veía. Ya hacía rato que iba por calles por las que no había pasado en la ida y no había manera de saber por donde tirar. Lo de ir por un camino algo distinto lo hice expresamente para poder ver mas cosas de Miami, pero en una ciudad que no has visto nunca y en una zona sin una estructura de calles clara, estos experimentos no se pueden hacer a menos que vayas con el GPS. Al cabo de 4 giros de calle ya me convencí que estaba completamente perdido.

Y sin casi darme cuenta, me encontraba en una zona totalmente desconocida sin saber por donde ir y viendo como aquella zona cada vez era menos parecida al Little Havanna. Además quedaban menos de dos horas para que se hiciera de noche y parecía que en cualquier momento se pondría a llover. Había conseguida llegar a Miami Beach pero la vuelta estaba siendo agónica.

Pero el peor momento de la caminata y posiblemente del viaje, fue cuando me perdí en un barrio marginal cuyos habitantes eran todos de raza negra, y aunque eso al principio no me pareció malo (sería muy racista si me lo hubiera parecido) si que lo fue cuando tras preguntar en una tienda a la que había entrado a comprar agua, un cubano me supo indicar bastante bien donde estaba la Little Havanna, pero acabó la explicación con un: «pero corre!» Me quedé a cuadros. Le pregunté a qué se refería y me dijo que me había metido en un barrio muy peligroso, la verdad que lo parecía pero no hasta el punto que me dijeran que saliera de allí, literalmente, corriendo. Así que haciendo caso al buen cubano, salí de la tienda y, cansado como estaba después de horas de andar sin parar, empecé a correr como nunca lo había hecho. En ese momento ya informado del barrio, si me fijé en que todo el mundo me miraba como pensando, que hace este blanco aquí? Todo eran bandas, indigentes, drogadictos y gente armada, que en EEUU es normal, pero si no estás acostumbrado pues sorprende un poco. Con el cansancio que llevaba tras 7 horas caminando y con la sed que tenía, ni siquiera me di cuenta de en que barrio me estaba metiendo.

Siguiendo las indicaciones del buen cubano y sin parar de correr llegué a mi calle, la Av 8! Pero si mi apartamento estaba en el SE en ese momento yo estaba en NE. Bueno, al menos ya reconocía el nombre de la calle aunque no la zona. Con todo esto ya eran las 18h, ya se hacía de noche y para acabar de rematarlo empezó a llover, pero no lluvia normal, sino como es debido en Miami, una buena lluvia tropical. Cansado, mojado, de noche y aun asustado por el barrio en el que me había metido, fue en ese momento cuando pensé, si la próxima persona a que le pregunte no me sabe indicar bien, ahora si cogeré ya un taxi, pues una vez en la Av. 8 pregunté a 4 o 5 personas mas que no supieron indicarme de tan lejos que estaba aún. Por suerte me dijeron que iba bien aunque tenía que andar un poco. Así que para no estropear la excursión al final, decidí llegar andando costara lo que costara, ya total que mas daba. Estuve andando una hora mas aproximadamente por la Av. 8 pero no me preocupaba, pues esa era mi calle. Incluso llegué a pasar de largo el apartamento pues aun no conocía bien la zona y ya era completamente de noche. Además estaba seguro que el apartamento estaba en un lado de la calle pero estaba totalmente equivocado, estaba en el otro lado, el que yo no miraba Cuando me pareció que me había pasado pregunte y efectivamente así me lo confirmaron. No pasó nada, pues solo me había pasado unos 200 metros. Volví atrás fijándome bien en cada casa y por fin lo encontré, 10 horas después de salir allí estaba, mi apartamento. No os imagináis la ilusión y orgullo propio que se siente cuando consigues algo que en tantos momentos del día pensabas que no conseguirías, no el hecho de llegar, sino más bien llegar a pie, sin más ayuda que unas indicaciones, carteles y preguntando a la gente. entre, me cambié y me tumbé. Creo que nunca había estado tan cansado pero a la vez tan contento y orgulloso de haber conseguido lo que me había propuesto. Y sin que me pasara nada más que mojarme, cansarme y pasar un poco de miedo en algun momento. Pocas veces he dormido tan bien como ese día.

Estas cosas son complicadas en el momento pero una vez conseguidas dan una satisfacción personal enorme y te dan una fuerza que ya se recuerda y se mantiene para siempre. Cuando haces una cosa una vez, la harás una segunda vez con menos dificultades. Finalmente había conseguido lo que en un momento dado me pareció imposible. Con esfuerzo pocas cosas se nos resisten.

Los otros dos días enteros que estuve en Miami fueron mucho más tranquilos y más preparados (ropa más ligera y agua). Algo que me sorprendió de los inmigrantes cubanos fue que así como muchos adultos ni siquiera hablaban inglés, los hijos de dichos inmigrantes no solo hablaban inglés sino que lo hablaban entre ellos, entre hijos de inmigrantes cubanos. Lo vi cuando pasé por delante de una escuela en la Little Havanna justo cuando salían los alumnos. Todos parecían hijos de cubanos pero ninguno hablaba español.

Principalmente paseé por el barrio de Little Havanna y la verdad es que es un barrio muy tranquilo y agradable de visitar, lejos del ruido de buna parte de Miami y con unos vecinos muy amables. Y ciertamente algo extraño de sobre todo escuchar el idioma español por las calles pero a la vez casi todas als casas con la bandera estadounidense, demostrando así su intención de romper con el pasado y empezar una nueva vida para ellos y sobre todo para sus hijos en ese nuevo país que hasta el momento les había acogido tan bien.

11/10/2016 Primer dia del viaje: De camino a Miami – Miami-México 2016

Por fin llegaba el día tan esperado en el que empezaba mi primer viaje de más de un mes y completamente solo desde el primero hasta el último dia. Serían dos meses viajando por Miami pero sobre todo por México. Un viaje con pocos planes preparados pero que acabaría cambiando buena parte de mi vida.

Evidentemente, y a diferencia de otros viajes, algunos días antes ya estaba algo nervioso aunque con muchas ganas de empezar el viaje. Antes de llegar al aeropuerto pase por casa de mi padre para despedirme, pues nunca había estado tanto tiempo fuera de casa, y fui al aeropuerto donde llegué a las 12 de la mañana quedando unas dos horas para la salida del primer vuelo a Lisboa, donde haría escala a Miami. Todo el trayecto lo haría con TAP Portugal, siendo esta la primera vez que viajaba con esta aerolínea y que me gustó bastante su servicio y comida a bordo.

Por ser el primer viaje largo que hacía, llevaba más equipaje del necesario aunque realmente llevaba muy poco por 3 meses de viaje. De hecho casi que podría haberlo llevado todo en cabina, pero como en el precio ya se incluía una maleta facturada, no me preocupé del peso y facturé la maleta aunque fuera una maleta de cabina.

El vuelo hasta Lisboa fue perfecto llegando a la hora prevista y, aunque me lié un poco por la terminal, al final llegué con tiempo suficiente a la puerta de embarque del vuelo a Miami. Allí, antes de embarcar, ya nos pidieron la ESTA para poder entrar a EUA. Mientras estaba en la cola, una mujer colombiana me preguntó si esa era la cola para el vuelo a Miami, a lo que respondí que si. Pero la sorpresa fue cuando llegué a mi asiento y vi que justo a mi lado estaba sentada esa misma mujer colombiana. Ella se sorprendió más que yo de esa casualidad y eso ya nos sirvió para iniciar una conversación y una relación fugaz pero que nos permitió hacer el trayecto mas ameno.

Cabe destacar la comida de abordo que era muy buena y muy abundante, pues por lo menos nos dieron 3 comidas en un trayecto de unas 8 horas.

Planeé el viaje con esta primera parada en Miami para hacer un stopover de 4 días para ver un poco la ciudad y beneficiarme así de un mejor precio en el billete de avión. Antes de nada, decir que ese fue mi primer gran viaje solo por lo que, sobretodo los primeros días, cometí algunos errores que no tuvieron mayores consecuencias pero si me permitieron ir aprendiendo poco a poco. Uno de ellos fue no descargarme los mapas de Google Maps para tenerlos disponibles sin conexión. Fue realmente complicado llegar hasta el apartamento de Miami guiándome como hacíamos hasta la aparición de la tecnología GPS. Preguntando a la gente, mirando mapas de lineas de autobús o carteles, etc. Cuando tienes que tomar metro y varios autobuses cargado con la maleta en una ciudad que no has visto nunca y encima ves que se está haciendo de noche, darías lo que fuera para poder usar el GPS.

La entrada a EUA fue bien aunque el agente que me tocó me hizo varias preguntas que yo, por ser la primera vez que iba a EUA pensaba que eran normales, pero que con el tiempo me di cuenta que me preguntó mucho. En cualquier caso pude entrar sin problemas ni registro adicionales. Algo que sorprende cuando sales del aeropuerto es darte cuenta que Miami no deja de estar en una zona tropical, por lo que el calor y la humedad son extremas.

El anfitrión me había pasado unas indicaciones para llegar al apartamento en transporte público, y aunque me costo un poco, suerte de esas indicaciones porqué sin ellas y sin GPS no habría llegado nunca. De hecho, ya tuve algun problema en la compra del primer billete que tuve que comprar, pues la màquina me pedía el código postal y no entendía ni porqué ni cual poner, si el mío de España o el del apartamento reservado en Miami. Por suerte allí cerca había un trabajador al que me dirigí en inglés pero que directamente me respondió en castellano, pues era cubano y supongo que a mi se me notó que era español. Me dijo que pusiera mi CP de España y efectivamente funcionó.

Ya con el billete preguntamos entre los dos a otra trabajadora que parecía tener más experiencia y que me explicó con más detalle qué tren debía coger. Parecía que las indicaciones del anfitrión estaban bien explicadas y detalladas.

Ya sentado en el tren que me llevaría al centro de la ciudad empecé a ver a lo lejos los rascacielos que dibujan el skyline de Miami. El trayecto duraba unos 30 minutos por lo que tuve tiempo suficiente para disfrutar de mi primera llegada a EUA. Por fin estaba haciendo ese viaje solo que tanto tiempo llevaba esperando y ya por fin visitaba EUA. Me había costado decidirme però ahora ya estaba en Miami.

Cuando bajé a la estación indicada tuve que buscar una parada de bus que tardé unos minutos en encontrar, pues estaba en una estación relativamente importante y a su alrededor había mas de una parada de bus. A la segunda o tercera que miré me pareció que era la que estaba buscando. Pregunté a una señora que había allí esperando, en inglés, si en esa parada pasaba el bus que debía coger, a lo que ella me respondió directamente en español «A donde va usted». Perfecto, otra cubana que me dijo qué bus debía coger para llegar a mi destino. De hecho el apartamento alquilado estaba en el barrio de Little Havanna, por lo que supongo que la señora sabía como llegar hasta allí.

Por ser el primer bus al que subía en EUA, había cosas que ahora veo totalmente normales que en ese momento me parecieron muy raras, como puede ser que se puede bajar del bus tanto por la puyerta trasera como por la delantera. Esto en España es impensable pero fuera de aquí és lo normal, pues también pasa en Reino Unido.

En ese bus tuve suerte porqué la pantalla donde van indicando las paradas funcionaba bien y avisaba con tiempo suficiente cual sería la próxima, cosa que a mi, que iba sin GPS, me ayudó mucho.

Poco a poco nos íbamos alejando del centro para entrar en barrios más residenciales. El trayecto fue largo, de más de una hora, aunque todo según lo planeado. Finalmente, bajé a la parada indicada por el anfitrión, miré el nombre de la calle y efectivamente era la calle donde debía estar. Supuestamente a pocos metros de allí ya estaba el apartamento.

Eran las 18h por lo que aún era de día, algo que me preocupaba pues llegar de noche habría sido más complicado. Ahora aún había una buena visión de todo y ya solo tenía que buscar la casa que aparecía en las fotos, una casita unifamiliar de color rojo. Giré por la calle indicada y empecé a mirar todas las casas, pues en principio se encontraba al inicio de esa calle. El problema fue que estaba convencido que estaría en el lado por el que iba, pero no, estaba en el tro lado. Cuando me di cuenta que me había pasado, volví atrás mirando ambos lados y finalmente la vi, la casita de color rojo. Y parecía más grande de lo que me esperaba.

En anfitrión, mientras yo estaba de viaje, me envió las instrucciones para poder entrar al apartamento, pues tenía una caja de seguridad. Yo ya no las pude leer por lo que fui a picar a la puerta sin que nadie me abriese. Allí estuve picando unos 5 minutos, incluso llamé al vecino que me dijo que no sabía donde estaba.

Al cabo de 15 minutos de estar por allí mirando y picando, me fui detrás de la casa donde parecía que había un patio y otra casa. Delante de esa casa había un señor sentado a quien pregunté si conocía al propietario de la casita roja, respondiéndome que si, que era su hijo. Así pues el anfitrión me había dado las instrucciones para poder entrar solo pero yo no las pude ver y ahora estaba con el padre diciéndole que había alquilado un apartamento a su hijo y que si me podría abrir.

El señor no sabía exactamente qué había alquilado y pensó que había alquilado una habitación colindante con entrada propia, pero una habitación al fin y al cabo. Debido a que esa no era la habitación alquilada, ésta no estaba preparada. Así pues, el padre me dijo que era allí, me dio las llaves y nos despedimos. Pero cuando entré vi que era una sola habitación y además estaba llena de comida medio podrida, la cama desecha, desordenada y en general muy sucia. Ya os podéis imaginar la cara que se me quedó al ver, no solo que no era lo que vi en las fotos, sino que todo daba mucho asco. Y todo eso teniendo en cuenta que acababa de llegar, era mi primera parada de mi primer gran viaje solo. Pensé, pues ya empezamos bien. Por suerte, no pasaron ni 5 minutos que el padre llamó a la puerta y me dijo que se había equivocado. El buen hombre llamó a su hijo para informarle de mi llegada y fue entonces cuando se dieron cuenta del error. Así que me acompañó hasta la puerta contigua, que ahora si, al entrar dije: este si es el apartamento. Qué cambio! Cocina, comedor, baño, dos habitaciones, todo muy limpio, ordenado, luminoso, con instrucciones para el WIFI la TV, etc. Y todo tal como se veía en als fotos. No os imagináis la alegría que me dio ver que todo era como se informaba en Airbnb, algo que no debería ser así, pero que lo fue por pensar que tendría que pasar 4 días durmiendo en ese primer zulo apestoso en el que me metí.

Família amable, casa bonita, barrio alegre y ya colocado en mi residencia durante los próximos 4 días. Mejor no podría haber ido. Por hoy ya solo quedaba situarse en el apartamento, comprar algo de comida y sentirse orgulloso y agradecido por estar ya en la primera parada del viaje.

Como siempre pasa, los primeros días de un viaje son los más activos, pues aún no estás cansado y tienes todo por ver y hacer. Así que, dejé la maleta, conecté mi teléfono a la red WIFI, avisé a mi familia que ya estaba instalado en Miami y salí a ver el barrio. Aunque ya era tarde y quedaba poco para hacerse de noche, salí a pasear un poco y a comprar algo de comida. Aunque sabía que estaba en un barrio cubano, no me imaginaba que todos sus residentes fueran cubanos, me sorprendió muchísimo. Al entrar en cualquier tienda te saludaban con un «hola» y no con un «hello» como sería de esperar en EEUU. Es que ni siquiera te preguntaban en qué idioma hablabas, directamente en español. Tengo que decir que eso me facilitó bastante la vida, sobretodo en los primeros días en un país que visitas por primera vez, pues el idioma no fue nunca un problema (en ese barrio, claro). Así que di unas vueltas por el barrio hasta encontrar un supermercado para comprar comida y sin alejarme mucho del apartamento pues aún no había descargado el mapa de Miami y lo último que quería era perderme. Tengo que decir que aunque te pierdas por Miami es muy fácil encontrarse, pues los nombres de las calles son números, por lo que si en un momento dado me encontraba en la Av. 4 sabía que para llegar al apartamento tenía que subir 4 calles, pues éste estaba en la Av. 8.

Ya sabía que en EEUU la comida es mas cara que en España, pero no tanto! Compré comida por valor de $40 pues aunque pensaba pagar con tarjeta (con Revolut que aplica el tipo de cambio oficial) esa era la cantidad que llevaba en efectivo, y quería estar seguro de poder pagar si la tarjeta no funcionaba como así fue. Los $40 los saqué con esa misma tarjeta en un cajero, así que el problema no fue de la tarjeta. En fin, no sé porque en ese establecimiento no se aceptó pero la verdad es que fue de los pocos sitios donde me la rechazaron, por no decir el único. Así que pagué en efectivo y me fui al apartamento a cenar. Tengo que decir que durante los 4 días que estuve en Miami comí mas bien mal, por lo caro que era todo y por la poca calidad de la comida estadounidense.

El camino de vuelta ya lo hice casi de noche y sin mapas, solo siguiendo el orden lógico de las calles. Little Havanna es un barrio tranquilo donde la mayoría de sus edificaciones son casas y aunque casi todo el mundo es cubano, se respira un aire muy americano. Aunque lo mejor del barrio era sin duda su gente. Los cubanos son muy hospitalarios y se notaba que es un barrio muy seguro.

A las 20h llegaba al apartamento ya para cenar e ir a dormir, pues había sido un día largo, incierto y el primero que viajaba tan lejos y solo. Pero ahora ya estaba en Miami conociendo el barrio y empezando este viaje de dos meses. Esta fue la noche que mas recuerdo no por ser especial sino por ser la primera del viaje. Hasta entonces había estado algo nervioso por si podría llegar bien pero ahora no solo había llegado sino que el apartamento estaba en el mejor barrio de Miami y parecía incluso mejor que en las fotos.

Preparando el viaje – Miami-México 2016

Este fue mi primer viaje de más de un mes y completamente solo desde el primer día hasta el último. Ya hacía tiempo que quería hacer un viaje solo y de hecho alguna vez ya lo había intentado, aunque en esas ocasiones siempre se acababa uniendo algun amigo. Esta vez el viaje era más largo y en unas fechas menos habituales por lo que, ahora si, el viaje lo haría completamente solo.

Viajar solo es algo que no todo el mundo disfrutaría. De hecho, diría que cada uno puede saber si necesita hacer un viaje de este tipo o no. En mi caso era algo que me llamaba cada vez mas desde hacía años. Nunca había viajado solo pero en mi interior algo me empujaba a hacerlo, que yo recuerde, por lo menos desde hacía 10 años. Lo que está claro, es que un viaje así és una de las mejores cosas que cualquiera puede hacer, le llame o no le llame. Considero que un viaje de por lo menos dos meses y solo, es algo que todo el mundo debería hacer al menos una vez en la vida. Con solo dos meses de viaje evolucionarás lo mismo que en dos años en tu casa de siempre.

Así que, una vez decidido, tocaba empezar a organizarlo todo, desde el destino a las fechas. Como siempre recomiendo, es básico ser flexible en cuanto a fechas y destino para que un viaje de este tipo pueda salir lo mas económico posible. Por el hecho de ser un viaje de dos meses y transoceánico se debe intentar ahorrar desde el primer momento, y eso pasa por los vuelos y por el cambio de divisa.

Este viaje tuvo varios contratiempos en relación a las fechas. En un primer momento planeé ir en Mayo de 2016 y durante un mes aproximadamente. Por motivos ajenos al viaje no se pudo hacer en esa fecha y se pensó en ir en Agosto, en plena temporada alta. Debido al incremento de precios en esas fechas pensé en reducir el tiempo de viaje a dos semanas. Pero en el momento de empezar a hacer las reservas, me di cuenta que tenía el pasaporte caducado. En ese momento ya pensé que este viaje estaba gafado, pero nada mas lejos de la realidad, todo ello sirvió para que finalmente el viaje se hiciera por un tiempo de dos meses y por mucho menos dinero que si hubiera ido en Agosto solo dos semanas. La clave estubo en la flexibilidad de fechas y que durante esos meses (desde Mayo de 2016 hasta Octubre de 2016) el peso mexicano se devaluó aun mas de lo que ya se había devaluado en el último año.

Así que, gracias a algunos contratiempos, por fin hice ese viaje que tantas ganas tenia de hacer.

Debido a que desde Mayo ya estaba planeando el viaje y finalmente se hiciera en Octubre, me permitió reservar los vuelos con casi 3 meses de antelación, algo que también supuso un ahorro muy importante. Por lo tanto siempre debemos tener en cuenta estos factores: ir de viaje en temporada baja, reservar los vuelos entre 2 y 5 meses antes de la salida e ir a países cuya moneda esté mas devaluada de lo habitual. Teniendo en cuenta estos 3 factores, mi viaje de dos meses a México salió un 25% mas barato que el mismo viaje de solo dos semanas en agosto. Mucho mas tiempo por mucho menos dinero.

Debido a que finalmente decidí que el viaje fuera de dos meses, pensé en hacer una escala en EUA o alguna isla del Caribe, pues tenía tiempo suficiente para visitar otro país. El primer país que consideré fue Guatemala, pues hace frontera con México. La sorpresa fue ver que ir a México haciendo escala en Guatemala era mas barato que un vuelo directo de España a México. Informándome en Internet, efectivamente los trayectos haciendo escalas salen mas baratos que con vuelos directos. Esto es debido a que las aerolíneas le dan más valor a un vuelo directo pues resulta mas cómodo para el viajero por lo que sale mas caro que haciendo el mismo trayecto con escalas. En mi caso la diferencia fue de 200€, una cantidad que suponía un 30% de ahorro respecto a un vuelo directo y que además me permitió pasar unos días en Miami, que fue la escala que finalmente decidí hacer.

Finalmente pasaría 4 días en Miami, luego casi una semana en Ciudad de México, después unos 4 días en Oaxaca y casi 4 semanas en Tuxtepec, Oaxaca, para luego volver 4 días más a Miami. Los vuelos los reservé por separado siendo un trayecto de ida y vuelta de Barcelona a Miami y otro también de ida y vuelta de Miami a Ciudad de México. En ese año aún no habían compañías low-cost que hicieran vuelos transoceánicos, pero aún así todos los vuelos me salieron por 650€. Las aerolíneas eran TAP Portugal y American Airlines por ser las que ofrecían los vuelos más económicos en esos trayectos.

En cuanto al alojamiento, quedaba claro que en Miami sería mas caro que en México. Hasta entonces no había estado en hostels o habitaciones compartidas pero serían opciones a considerar por lo menos en Miami. Mirando precios vi un apartamento entero con dos habitaciones por 40€ la noche en el barrio Little Havanna de Miami. Preferia un apartamento a un hotel para poder cocinar con total libertad y así ahorrar un poco en comida. Teniendo en cuenta lo barato que me saldría el alojamiento en México, consideré que 40€ durante 3 noches era aceptable, por lo que me decidí por el apartamento de Little Havanna. Di con ese apartamento porqué filtré los resultados por los idiomas que hablaba el anfitrión, en este caso español. Y la verdad que al ver que se encontraba en el barrio cubano de Miami aún me interesó más. Ya no solo por la facilidad en la comunicación sinó por poder vivir unos días rodeado de cubanos exiliados.

En Ciudad de México lo más importante para mi era la ubicación, pues sobretodo quería poder visitar el Zócalo y no quería tener que recorrer grandes distancias para llegar. Además me preocupaba un poco la seguridad sobretodo en el trayecto del aeropuerto al hotel con todo el equipaje, por lo que también debería estar bien comunicado con el aeropuerto.

Filtrando los primeros resultados por precio ya encontré un hotel bastante barato, unos 10€ por noche, y muy bien ubicado a tan solo 5 minutos andando del Zócalo, lugar donde se concentran varios edificios oficiales y donde hay más seguridad que en cualquier otro lugar de la ciudad. En ese momento no lo busqué, pero llegar a ese hotel desde el aeropuerto era sumamente fácil y barato, pues solo cogiendo 2 buses de línea ya llegabas justo a la puerta del hotel. En ese momento tan solo me preocupé de ver los precios de los llamados taxis seguros, pues casi todas las recomendaciones que leía hablaban de coger uno de esos taxis directamente en el aeropuerto. Vi que el precio podria estar alrededor de los 10€ por lo que ya no me preocupé de buscar alternativas mas económicas. En cualquier caso la vuelta al aeropuerto desde el hotel si que la haría en bus. Así pues, reservé 3 noches en el Hotel Florida de Ciudad de México.

En cuanto al alojamiento en Oaxaca, en general era algo más barato que en Ciudad de México. Debido a que en Tuxtepec vi que alquilar un pequeño apartamento salía por unos 3000 pesos, menos de 150€ para todo un mes, pensé en no mirar tanto el precio y pasar esos días en una buena casa en un buen barrio de Oaxaca. En general todo estaba saliendo mas barato de lo que pensaba por lo que podía tomarme algun capricho.

Esto lo pensé cuando vi que por unos 35€ la noche podía dormir en una casa unifamiliar con patio propio a todo su alrededor y en uno de los barrios más exclusivos de la ciudad. Mi intención no era dormir en los mejores lugares o en los mas caros, pero teniendo en cuenta que salía incluso más barato que el apartamento de Miami, decidí que durante esos días no solo disfrutaría de la ciudad de Oaxaca sinó también del alojamiento. Además, yo sería el primer inquilino de esa propiedad por lo que además recibí un trato algo especial.

En cuanto al alojamiento en Tuxtepec, al estar allí un mes, pensé en alquilar un pequeño apartamento destinado a alquiler no vacacional. Solo seria un mes pero ya sería tiempo suficiente como para poder alquilar un apartamento no destinado a turistas. Reservar un alojamiento así és mas complicado y difícil de encontrar pero al final mucho más barato, pues pagas por meses y no por noches.

Tras buscar en Facebook, Mercadolibre y otras páginas similares, encontré 2 o 3 pequeños apartamentos que no pasaban de los 200€ mensuales. Ya tenían Internet, nevera y todo lo básico para poder pasar allí un mes sin tener que comprar demasiadas cosas más. Finalmente me decidí por un apartamento de una habitación por 3500 pesos al mes, unos 160€. El apartamento era nuevo y estaba a pie de calle. Además, aunque por el precio pueda parecer lo contrario, eran unos buenos apartamentos por lo que acabaría teniendo de vecinos desde policías federales a ingenieros.

Por último tenia que decidir como desplazarme dentro de México. Entre las 3 ciudades en las que estaría, me podría haber desplazado en avión, aunque esta no era la forma más idónea tanto por precio como por tiempo, pues con la compañía de autobuses ADO los trayectos eran más económicos y el tiempo final no era mucho más que en avión, pues un trayecto en avión implica perder muchos horas en esperas y desplazamientos hasta y desde el aeropuerto, cosa que con el bus no pasa. Eran trayectos relativamente cortos por lo que hacerlos en avión no tenía mucho sentido. En ese momento aún no lo sabía, pero ADO resultó ser mucho mejor compañía de lo que me esperaba, haciendo que los trayectos fueran realmente agradables.

Por ejemplo, un vuelo desde Ciudad de México a Oaxaca con Aeromexico salía por unos 50€ siendo el trayecto de casi dos horas, a las que habría que sumarle las horas previas, más el tiempo de desplazamiento hasta el aeropuerto. Con ADO el precio no llegaba a los 20€ siendo el trayecto de unas 8 horas. Al final el bus es más cómodo, fácil de coger y te deja en el centro de la ciudad de destino, no a las afueras.

Con esto ya tenía lo básico y ya solo quedaba buscar lugares de interés para visitar en cada una de las ciudades a las que iría. Debido a que este era mi primer viaje largo y que muchas aplicaciones que hoy usamos a diario aún estaban en ciertos aspectos algo limitadas, este punto no fue el mejor planeado y desde luego, mucho menos preparado que en viajes posteriores. De hecho, cuando hoy pienso como fui capaz de moverme por Miami y México sin GPS aún me sorprendo a mi mismo. También hay que tener en cuenta que este era mi primer viaje de este tipo y por lo tanto la experiencia en organizar un viaje así era casi nula. Aun así todo salió bastante bien dadas las circunstancias.

En este punto deberías haber descargado mapas, guías de viaje, páginas de Wikipedia con información de cada lugar, etc. En general tener más aplicaciones y mas contenido descargado para poder consultar sin Internet, que es uno de los problemas que se acostumbran a tener cuando se llega a un nuevo país.

Finalmente, aunque esto hay que hacerlo lo primero, busqué información sobre los requisitos en cuanto a visados para entrar a EUA. Y digo que esto hay que hacerlo lo primero porqué nadie te asegura que te vayan a conceder el visado para poder entrar a EUA o a cualquier otro que lo requiera según tu procedencia. En mi caso, solo necesitaba el llamado ESTA para entrar a EUA. El ESTA es como un visado pero que se puede solicitar por Internet y que es de aprobación automática a menos que tu caso sea especial. Todo el mundo recomienda hacer esto lo primero pero lo cierto es que entre toda la información que debes aportar, que es mucha, debes indicar el vuelo y la dirección de tu alojamiento, cosa que no puedes saber hasta tenerlo ya todo reservado. En cualquier caso, yo lo rellene todo, pagué los $14 por el trámite y automáticamente mi solicitud quedó aprobada y ya podía entrar a EUA durante los dos años siguientes.

En este punto ya tenía todo lo esencial organizado y ya podia viajar sin preocuparme por donde dormir o como desplazarme. Aunque ya sabía que me tocaría llegar a los apartamentos a base de indicaciones de los anfitriones, carteles por la calle y la ayuda de los locales, así era como se había hecho hasta entonces por lo que ni siquiera pensaba en lo difícil que resultaría o si me acabaría perdiendo por Miami ya el primer dia. Eso si, miré como ir en transporte público a todos los apartamentos u hoteles reservados y anoté todo lo necesario para cuando llegara el momento.

Solo dejé por reservar el hotel o apartamento para la segunda visita que haría en Miami ya en los últimos 4 días de viaje y cuando ya casi sería Navidad, por lo que tendría la oportunidad de ver Miami bien iluminada i navideña aunque allí la temperatura fuera de más de 30ºC. Aún quedaban más de 2 meses para ese momento y tendría tiempo de sobra de mirarlo durante mi estancia en Tuxtepec.

En cuanto a equipaje, intenté llevar solo una maleta de cabina para no tener que facturar pero por ser el primer viaje de este tipo, me resultó imposible de conseguir. Al final, además de la maleta de cabina, también llevé una mochila, haciendo que ambos bultos ya superasen el peso y las medidas máximas permitidas en cabina. De todos modos en el precio de los vuelos ya se incluía una maleta facturada, por lo que este no era el problema. El problema para mi era ser consciente de como tratan las maletas los trabajadores en los aeropuertos, al menos algunos, y como muchas maletas acaban llegando a su destino., si es que llegan. Por todo ello siempre prefiero no facturar aunque en este caso tocaría hacerlo.

Pero no solo no conseguí llevar todo el equipaje en una sola maleta, sinó que además no llevé cosas que en viajes posteriores me han resultado imprescindibles, como un calentador eléctrico, o llevé cosas que no debería haber llevado, como más jerseis de los necesarios teniendo en cuenta que iba dos meses a zonas muy cálidas. En cada viaje, estas cosas se hacen un poquito mejor.

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